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Literatura Clásica y Lenguaje Urbano Venezolano

Serie: Lecto - escritura en la Web (1/3)


Oscar Dávila

Esta vez hablemos un poco de las nuevas formas en cómo leemos y


escribimos los venezolanos, muchas veces tan disímiles de la lengua
castellana; sin descuidar el hecho de que ahora el ser humano cuenta con
herramientas tan fáciles y asistidas para procesos de lecto-escritura, tales
como los procesadores y correctores de texto, que adicionalmente ofrecen un
sin número de posibilidades para escribir en la Web 2.0.

En Venezuela las iniciativas para fomentar la lectura y la escritura no son


nuevas; tanto es así que, podríamos remontarnos al inicio de la democracia
con el “Plan de Alfabetización y Cultura” del Ministerio de Educación en 1958.
Este plan y otras iniciativas más recientes a nivel nacional, promovidas por
editoriales, fundaciones, distribuidoras, entre otras, forman parte de una
plataforma venezolana articulada para despertar el interés de la lectura y
escritura a través de proyectos con nombres persuasivos para la población
tales como “Leer es entender” de la biblioteca nacional en el 2006, “Leer es un
poder” del grupo Abril, el “Proyecto Papagayo” de la Fundación banco
Provincial, “Leer para comprender al mundo” de la FILUC 2008 y Leer el País:
Diversidad y Diálogo' de la próxima FILUC 2009, entre otros.

Pero esta carrera, llena de éxitos para todas estas instituciones venezolanas,
quienes han recibido reconocimientos mundiales en los últimos 10 años,
especialmente por la Misión Robinson y la Misión Lectura, tiene una
contraparte proyectada en la comunicación vía Web y vía celular, como una
alternativa que se parece más a la forma de hablar del venezolano, y que es
más cercana a la cotidianidad, a la idiosincrasia de la calle, de las oficinas, del
sancocho el domingo y de los juegos de pelota de los sábados donde van
algunos de nuestros hijos.

Lo que se connota aquí es que la literatura sugerida en algunos sectores (como


“El quijote de la Mancha” de Miguel de Cervantes, “Doña Bárbara” de Rómulo
Gallegos, “Los Miserables” de Víctor Hugo, o cualquier otra obra maestra
universal), tiene un lenguaje que se encuentran distante de ese hablar diario
del venezolano. Y Como una manera emergente propia de los fenómenos
sociales de comunicación global, aparece un artefacto que permite a cada uno
expresarse como quiere. Así la literatura propone un inicio abstracto en sus
obras que comienza con “Érase una vez…” frente a un venezolano que
comenzaría cualquier historia con “Ven acá para echarte un cuento”. (Ojo, no
incluí en esta frase las apócopes propias de nuestro lenguaje urbano).

El matrimonio forzado o arreglado, entre la literatura venezolana o universal


con la lengua y oídos del venezolano, está en su peor crisis de pareja, debido a
un triángulo de amores ilustrados antagónicos, donde la tercera arista es la
Internet y la tecnología celular, la cual seduce a este lector valenciano,
caraqueño o cumanés, proponiendo posibilidades de expresión sin
reprimendas ni correcciones.
Es por ello que en medio de esta bigamia intelectual, la literatura venezolana
no debería hincharse en hermetismo poético o científico de manera que pueda
verse como asequible desde una visión recreativa y de entretenimiento, que le
permita competir con otros medios algo viciosos como la televisión y los
videojuegos. Aún así, el reto es no perder la belleza del lenguaje castellano
universal, y con ello generar un sentido de pertenencia por el idioma español
en el novel lector.

De esta forma el lector venezolano estará entrando por la puerta grande de la


literatura venezolana desde la sencillez de su corazón, lo que le dará
paulatinamente herramientas para tener una expresión rica en elementos
urbanos que estimule una proyección y perspectivas de consideración
colectiva, y que más tarde le impulsarán a escribir tal cual él mismo habla, no
importa si en la Web o en el celular.

En un artículo de la periodista Johanna Álvarez (2009) 1, publicó unas


consideraciones del escritor caraqueño Eduardo Liendo, quien alude que “el
ejercicio de la lectura no está desarrollado en Venezuela, pese a que
estadísticas manifiestan que en el país se lee más”. Ciertamente es fácil decir
que en Venezuela se está leyendo más; aún así queda el inciso propuesto por
el mismo autor: “Hay que ver qué leemos”. Y como consecuencia de esto nos
preguntaríamos “¿Qué escribimos? y ¿Cómo lo hacemos?”.

En otras palabras, ¿cómo escribimos esas cartas o correos por la Web?,


¿cómo dejamos notas en los “post it” de la oficina?, ¿cómo escribimos los SMS
vía celular? ¿Qué tan alejado o encontrado está nuestra lengua madre de esas
notas o cartas que a diario escribimos?

Es importante destacar que el acto de la comunicación igual se cumple, sólo


que bajo otros códigos verbales, escritos e icónicos, y se revela insurgente
frente a algún tipo de pléyade ortodoxa literaria que defiende el discurso de la
pulcritud del castellano de una ola emergente de comunicación humana donde
la imagen y los símbolos prevalecen en el mensaje, y van y vienen sin ningún
tipo de restricción en el ciberespacio digital de la Internet y en el ámbito
radioeléctrico de la telefonía celular.

Como lo dije al principio, distintos software de asistencia al escribiente permiten


un acercamiento a una comunicación más nítida en su sentido práctico y
denotativo, pero las profundidad del elemento connotativo parece un lenguaje
extraño tanto para el que escribe como para el que lee. Por mucha corrección
automatizada y sugerencias programadas de adjetivos y consonancias de
pluralidades y singularidades de nuestras expresiones, no podría, por ahora,
obtenerse, a través de un software, una expresión viva del castellano que
trascienda al lector.

Las herramientas de poder para la escritura trascendental están en nuestro


intelecto, y el mismo está esperando a ser nutrido día a día con obras literarias
que le hablen como él comprende el mundo. Así, esa simbiosis entre lenguaje

1
El Carabobeño, 13/06/2009, Johanna Álvarez,
literario y cosmovisión humana individual dará paso a la comprensión de
nuevas realidades y nuevas formas de ver el mundo.

La propuesta que les dejo es buscar caminos donde la literatura clásica se


concilie con la expresión sincrética y urbana, si es que queremos seguir
leyendo cuentos antes de ir a la cama a las nuevas generaciones de lectores y
escritores que en este nuevo milenio nacen con los ojos abiertos, y quienes
llevarán nuestro lenguaje castellano a los sitiales de universalidad que lograron
Arturo Uslar Pietri y Gabriel García Márquez, sólo por nombrar dos grandes
latinoamericanos de esta postmodernidad.

Oscar Dávila.
16 de agosto de 2009.

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