Sandy Rafael Tucci

La literatura infantil
en la educación venezolana

Autor: Sandy Rafael Tucci B.

© Sandy Rafael Tucci, 2014

Depósito legal: lf252201480011986

ISBN 980-07-6087-3
Edita: Inversiones Guanípolis, C.A.
Calle Roma N° 13-57 - San José de Guanipa, Anzoátegui – VENEZUELA
Guanípolis
Introducción internacionales, haciendo recuento de algunas obras influyentes en el
campo de la pedagogía, así como en el ámbito social y cultural.
En la presente obra, hemos querido mostrar una visión general
sobre la literatura infantil y su importancia en la educación de Venezuela. Esperemos que los docentes especializados en el área, encuentren
en el presente libro, un auxiliar valioso para su labor educativa y formativa.
Partiendo de una experiencia previa en la docencia, se trata de
abarcar los diversos aspectos que comprende esta rama de la literatura y
centrarnos, luego, fundamentalmente, en su función pedagógica, que se
viene cumpliendo dentro de las aulas escolares, pero que no ha sido
exclusiva de ellas; muchas narraciones pertenecen a la tradición y desde allí
han cumplido su actuación formadora y educadora, sin que nadie se
hubiera percatado de ello antes.

De igual modo, se intenta desglosar lo que en sí es y significa la

literatura infantil, el por qué de su relevancia, desde cuándo se viene
utilizando como herramienta pedagógica y por qué; también se dan
algunos lineamientos, como los criterios de selección, los cuales si bien los
docentes los han aplicado de manera intuitiva, se hace necesario que sean
aplicados con una visión más profesional y pedagógica y de ese modo
contribuir mucho mejor con la formación de niños y jóvenes.

Se hace, además, la revisión de algunos conceptos poco claros en

los textos de teoría literaria, de lectura, de gramática o de lectura y
escritura. Con ello se pretende aclarar el panorama al respecto, que luce en
muchos casos confuso.

Además, se abordan aspectos como las influencias ideológicas, a

veces inoculadas a través de esta importante asignatura moderna, e
igualmente los peligros que se esconden detrás de intenciones no muy
claras, alejadas de toda acción pedagógica, así como aquellas
malformaciones psicológicas, que vienen incluidas en la cultura, de
generación en generación, como los arquetipos, agentes modificadores de
la conducta humana, que pueden llegar a ser lesivos para la salud mental y
social de los individuos.

Finalmente, se hace una revisión de lo que es la literatura infantil y

cuáles son sus autores más relevantes, tanto nacionales como
 La literatura, definición e importancia
Algún celebrado escritor dijo esto una vez: “un país sin literatura
no existe”. Es una afirmación atrevida, audaz, pero también muy certera.
Eso nos puede dar una idea de lo importante que es el lenguaje, la lengua
escrita y el legado cultural en general de un país.
Antes de entrar en aguas más profundas, vamos a definir qué es la
literatura. Por supuesto, este término tiene múltiples acepciones; es una
voz que deriva del latín litteratüra. No interesan las diversas acepciones,
sino aquella que esté referida a lo que nos ocupa. Como toda arte, la
literatura es una manifestación cultural, en este aspecto se equipara con
cualquiera de las otras manifestaciones culturales: deportes, ciencia,
gastronomía, artesanía, el arte, etc. Para concebirla, podemos decir que es
una manifestación cultural de los pueblos que utiliza como vehículo de
expresión la lengua escrita. Se escribe en un lenguaje elaborado utilizando
técnicas diversas. Esto incluye no sólo el buen uso del lenguaje, sino el
estilo, la corrección, las formas más acabadas de la expresión escrita, lo
que se traduce en la estética del lenguaje.
Se distingue la literatura como arte, que usa un lenguaje de
elevada expresión, con giros e imágenes literarias, de aquella literatura que
incluye todo tipo de obras escritas. Cuando se hace referencia a la
literatura de un país, se entiende como tal al conjunto de producciones
literarias, lo cual incluye los diversos géneros tales como la novela, el
ensayo, el cuento, la fábula, la poesía, la crítica literaria, la crónica, entre
otros géneros menos convencionales.
Lo que debe quedar en claro de todo este asunto es que la
literatura es una manifestación cultural de los pueblos, un elemento básico
e influyente en lo que es la identidad nacional de cada país o República.
Ahora bien, cabe preguntarse lo siguiente: ¿qué importancia tiene
la literatura en el desarrollo de un país? ¿Qué rol desempeña? Es algo que
no se puede discernir con simpleza. Quizás aproximarse a ello, sí. Tal vez si
decimos que a veces los países desaparecen y la literatura queda, eso nos
podría dar una idea de lo importante que puede llegar a ser la literatura
para una nación. Podríamos mencionar países como Togo, Ruanda, Tuvalu,
de los que prácticamente nada conocemos, y que tampoco poseen una
literatura desarrollada o por lo menos no conocida internacionalmente. En
cambio, países como China, India, Japón, México, España, Arabia, Italia,
entre otros, son conocidos mundialmente a través de su literatura.
En el caso de Venezuela, hace algo más de cinco siglos, no se
conocía nada acerca de nuestro país. La primera referencia escrita que
encontramos sobre nuestra tierra está en la Tercera carta de Colón a los
Reyes Católicos. En dicha carta, el almirante genovés narra su desembarco
en Macuro, estado Sucre, y se refiere al nuestro como un lugar hermoso,
casi edénico, al que llamó Isla Santa, pues creía que estaba en una isla más
de las que ya había visitado, pero que destacaba por su gran belleza. He ahí
la primera referencia escrita sobre nuestro país. Estamos hablando de
comienzos del mes de agosto de 1498.
Al año siguiente, 1499, nos visitó un trío de osados, quienes iban a
la cabeza de un grupo exploratorio. Fueron ellos Alonso de Ojeda, Juan de
la Cosa y Américo Vespucio (Vespucci en italiano). Recorrieron toda la costa
venezolana desde oriente hasta occidente y en el trayecto fueron
delineando lo que sería el primer mapa del país, labor hecha por el
cartógrafo Juan de la Cosa. Al llegar al lago de Maracaibo, el veneciano
Américo Vespucio vio los palafitos sobre el agua, viviendas indígenas típicas
del norte zuliano. Según relatan las crónicas, Vespucio se sintió conmovido
al recordar su ciudad natal, Venecia, y dijo: “parece una pequeña Venecia”;
esto le dio la inspiración a Juan de la Cosa para escribir en el mapa, por
primera vez, el nombre de Veneçuela (Pequeña Venecia), con cedilla ( ç ),
que posteriormente se convirtió en zeta. Desde entonces y hasta el sol de
hoy, el país se llama Venezuela.
Transcurrieron más de tres siglos, cuando otro hecho vino a
marcar un hito en nuestra historia: la llegada de la imprenta, hecho que
sucedió en 1808, traída por Francisco de Miranda, el Precursor de la
Independencia. Este hecho fue capital porque podríamos aseverar que
marcó el inicio de nuestra literatura como arte creadora, como arte
literaria. Venezuela, cultural y literariamente hablando, se puede dividir en
dos etapas: antes de la imprenta y después de la imprenta.
La imprenta llegó tardíamente a Venezuela. Comparando este
evento con otros países, México, por ejemplo, adonde llegó en 1535, casi
tres siglos antes. A Perú llegó en 1584. En Bolivia, la fecha es imprecisa,
pero se encontró una en 1612 en el pueblo de Julí. En relación con Estados
Unidos se confirma la fecha de 1639, en Boston. A Guatemala llegó en
1660; a Argentina, en 1700; a Cuba, en 1707; a Colombia, en 1738, a Brasil
en 1747; a Chile, en 1748; a Canadá, en 1751; a Ecuador, en 1754, y a
Uruguay, en 1807.
Venezuela fue una de las últimas colonias en recibir los beneficios
de ese adelanto de la época. Una vez instalada en Caracas, se imprimió el
24 de octubre de 1808 la Gazeta de Caracas, primer periódico venezolano.
antes de la llegada de la imprenta. Sabemos cuándo apareció Cumaná,
primera ciudad fundada por los españoles en tierras continentales.
Sabemos algunos datos por lo que escribieron fray Bartolomé de las Casas,
Alexánder de Húmboldt o Francisco de Oviedo y Baños, este último primer
historiador de Venezuela reconocido recientemente. Pero no sabemos casi
nada acerca de las costumbres de la época, de desastres y fenómenos
naturales, hechos importantes, modos de pensar, de comer, de vestir,
porque no había literatura.
Ese vacío cultural tan profundo nos lleva a pensar que la audaz
expresión de un país sin literatura no existe, es verídica. Allí radica la
importancia de la literatura.

La imprenta jugó un papel sumamente importante en el proceso

de la Independencia, en el nacimiento de la República y en el inicio y
desarrollo de la literatura venezolana. De inmediato, comenzaron a circular
volantes, panfletos, propagandas, hasta llegar al primer periódico ya
nombrado. En 1810 se publica el primer libro documentado en la historia
de Venezuela, titulado Calendario manual y guía universal de forasteros de
Venezuela en 1810, cuyo autor fue Andrés Bello, el Humanista de América.
Poco a poco se le fue dando cabida a la creatividad literaria venezolana y
los poetas, escritores, cuentistas, novelistas, narradores, comenzaron a
llevar al público sus producciones escritas.

Volviendo al pasado, entre 1498 y 1808 transcurrieron 310 años

de silencio, de oscurantismo, de medioevo. ¿Qué sabemos los venezolanos
de ese período? Realmente poco o bien casi nada. No sabemos si hubo
grandes personajes, famosos curanderos, mujeres de extraordinaria
belleza, hombres muy fuertes o hábiles; no sabemos si hubo poetas,
pintores, músicos o cantantes. ¿Por qué? Porque nadie escribió sobre ellos.
No había literatura, como tampoco la hubo antes de la llegada de Colón. Lo
poco que sabemos es debido a las actas de fundación de ciudades y
documentos oficiales por el estilo. Y una que otra carta que se conservara
 Literatura y sociedad
La literatura ocupa un lugar importantísimo en el desarrollo social
de cualquier nación. Y esa influencia puede ser positiva o negativa, según el
ángulo desde el cual se la mire.
Primigeniamente, se puede pensar que la literatura, como
manifestación cultural creativa y creadora, está destinada al
entretenimiento y a la distracción de los ciudadanos lectores de un país. Sin
embargo, esto no es exactamente así. Va a depender en alto grado de los
intereses de los lectores en general. Igualmente, influyen aspectos como el
gusto personal, las tendencias literarias, las modas, las épocas, las
corrientes culturales y las corrientes de pensamiento.
Existen personas dedicadas a la lectura por el mero placer de leer.
Desde este punto de vista, un lector aficionado a la literatura en un género
particular, no se diferencia mucho de aquel es cinéfilo, por ejemplo. Este es
un individuo que va al cine porque es su principal entretenimiento, su
mayor distracción o su afición. Leer un libro no es mayormente diferente a
ver una película. Quien está acostumbrado a leer, puede disfrutar de la
lectura de un libro de principio a fin, como quien se deleita con una película
desde que comienza hasta que termina.
Por otro lado, es cierto que muchas, pero muchísimas personas no
leen. Algunas porque no saben leer. Otras porque no han encontrado el
verdadero disfrute de la lectura o “el placer del texto”, como diría Roland
Barthes. No obstante, incluso aquellas personas que no leen, no están
exentas de recibir el impacto de la literatura.
La literatura influye grandemente en la sociedad de diversas
maneras. Podríamos hablar de una influencia directa, que vendría del autor
al lector. Igualmente, de una influencia indirecta, que va del lector a su
entorno social. Hay una influencia vertical, vista en un plano, y otra
horizontal.
En el plano vertical, está la influencia autor-lector, y luego lector-
entorno social. El padre o la madre que les habla a sus hijos de un texto
leído. El profesor que les habla a sus alumnos de igual forma. Y a veces
puede ser el profesor a su alumno y el alumno a su hijo o a otros alumnos,
en cuyo caso hay una “transferencia” por decirlo así, de una persona de
mayor trayectoria intelectual hacia otras de menor trayectoria en el mismo
sentido.
En otras situaciones, cuando se pasa la experiencia lectora a otros
colegas, o a otros miembros de un club, de una comunidad cultural, donde
se habla entre pares. En este caso, la transferencia es horizontal, pues, las
diferencias entre los niveles culturales de las personas que intercambian la
experiencia intelectual son menores o insignificantes. Y así, un lector puede
“transferir” su experiencia, su visión de un tema determinado que acaba de
leer, a otra persona que no ha leído dicho texto.
La literatura es parte de un entramado social y tiene influencia en
y a través de diversas áreas como el cine, la televisión, la radio, la prensa
escrita, el teatro, y como tal su alcance llega hasta la política, la cultura en
general, las artes, la educación, en fin, a la sociedad en su totalidad. En el
cine, un alto número de películas se ha basado en obras literarias. Hemos
visto muchas de ellas que surgieron de obras escritas, tales como David
Copperfield, de la novela homónima de Charles Dickens; Los viajes de
Gulliver, de Johnathan Swift; Robinson Crusoe, de Daniel Defoe; Doña
Bárbara, La Trepadora y Canaima, de Rómulo Gallegos; Una tranvía
llamado deseo, de Tennessee Williams; El retrato de Dorian Gray, de Oscar
Wilde; Los Miserables, de Víctor Hugo; Heidi, de Johana Spyri; Las
aventuras de Tom Sawyer, de Mark Twain; La balandra Isabel llegó esta
tarde, de Guillermo Meneses, y muchas más de justa fama.
Igualmente, en la televisión, en el caso de Venezuela, son muchos
los autores que han sido versionados para la producción de unitarios y
telenovelas, entre ellos, Rómulo Gallegos, ya citado; Teresa de la Parra,
José Rafael Pocaterra, Salvador Garmendia, Ibsen Martínez, Guillermo
Meneses, entre otros. Muchos escritores famosos han sido libretistas de
televisión, como Ibsen Martínez y Salvador Garmendia, ya nombrados;
Alberto Barrera Tyszka, Laura Antillano, Julián Padrón, entre otros.
 El teatro en escena pertenece a las bellas artes, sin embargo las
obras de teatro pertenecen a la literatura. Grandes dramaturgos han sido
William Shakespeare, Oscar Wilde, Federico García Lorca, Jacinto
Benavente, de entre los griegos destacan las figuras de Esquilo, Sófocles; en
Venezuela, Isaac Chocrón, Fausto Verdial, Ibsen Martínez, entre otros. No
obstante, numerosas obras literarias como novelas, cuentos, mitos y
leyendas, han sido adaptadas al teatro. La novela Oficina N° 1, de Miguel
Otero Silva, fue representada en el teatro por el famoso grupo Rajatabla.

En relación con la prensa escrita. Casi todos los periódicos serios y

de gran portada, han tenido suplementos literarios y han dado cabida a los
escritores noveles mucho antes de ellos llegar a las imprentas de las
editoriales. También periódicos y revistas sirvieron de medio para iniciar las
carreras de muchos escritores tanto en Venezuela como en otros países.
Igualmente, muchos medios de la prensa escrita establecieron premios
literarios periódicos, entre los que destaca el premio anual de cuentos del
diario El Nacional, por donde han pasado muchos de los más notables
escritores venezolanos. En el interior del país, este rol lo cubrieron
periódicos como Panorama en Maracaibo, El Impulso de Barquisimeto,
Antorcha en El Tigre.

La literatura, al atravesar todos estos ámbitos, cumple una

influencia de carácter horizontal, pues se expande y se irradia a todo el
territorio nacional.

Un aspecto de cuidado lo es cuando la política, y en especial las

corrientes ideologizantes, se meten en la sociedad a través de la literatura,
y eso es lo que ha sucedido en Venezuela, a partir de los años sesenta en
adelante. Casi toda la literatura dio un giro tremendo, orientándose hacia
tendencias de izquierda y esto percoló en la ciudadanía a través del cine, el
teatro, la prensa, la radio, la televisión, donde muchos escritores fueron
instrumento, incluso sin saberlo, de intereses foráneos, que fueron
conduciendo al pueblo venezolano por derroteros ajenos a su propio
destino y contrarios a los principios universales de libertad.
 Literatura indigenista
Mejor que literatura indígena es la expresión literatura
indigenista. Con ello nos referimos a la literatura que se ocupa de los
temas indígenas. Pues, para que una literatura sea indígena, tiene que
haber sido producida solamente por los indígenas.
Ya Venezuela tenía una trayectoria desarrollada en materia
literaria cuando los primeros escritores comenzaron a ver en las historias
indígenas su fuente de inspiración. Uno de los primeros en valorar lo
indígena fue don Arístides Rojas, quien escribió entre sus muchos libros,
los siguientes: Estudios indígenas. Contribución a la historia antigua de
Venezuela (1878), Ensayo de un diccionario de vocablos indígenas de uso
frecuente en Venezuela (1881), Cien vocablos indígenas de sitios, ríos,
alturas, vecindarios, pueblos, ciudades y naciones en los valles de Caracas,
del Tuy y de la costa venezolana (1882). En nuestro país, la producción
indígena estuvo presente, hasta entonces, solo en la oralidad, restringida a
los grupos étnicos que las transmitieron entre ellos mismos.
En la Venezuela acrisolada de razas que es nuestro país en el siglo
XXI, ha habido una composición étnica que, según las estadísticas, se ha
mantenido así a lo largo del siglo XX y hasta el siglo XXI más o menos
constante, donde el 67% de la población es mestiza, producto del cruce de
razas, el 22% blanca, lo que suma el 89%. El 11% restante lo conforman las
razas de origen africano, asiático e indígena. El porcentaje de indígenas
puros en el país se ha mantenido entre el 1 y el 2%.
En muchos países americanos, entre ellos México, Canadá, Chile,
Ecuador, se produjeron obras literarias indigenistas. Sin embargo, la
producción netamente indígena se ha centrado en Guatemala, de donde es
el Pópul Vuh, obra que fue transcrita en caracteres latinos, mucho después
de la llegada de Cristóbal Colón a nuestro continente, traducida al español
por un sacerdote de apellido Ximenes, en un manuscrito que se conserva
en la Biblioteca Newberry de Chicago, Estados Unidos.
Los pueblos ancestrales venezolanos eran ágrafos. No tenían
sistemas de escritura desarrollados. Algo increíble. Entre los incas, en el
Perú, hubo un sistema de comunicación que se puede ubicar en la fase
mnemónica de las etapas de la escritura, que fue el uso de quipus o quipos
para enviar mensajes a distancia. Su sistema de lectura se podría comparar
con el de un rosario de las misas católicas. En Venezuela, recientemente, se
han descubierto los petroglifos en los estados Amazonas y Barinas, pero
igualmente no se puede decir que constituyeran verdaderos sistemas de
escritura.
El rescate de la tradición oral indígena se ha hecho de manera
exógena, es decir, desde afuera hacia adentro; no han sido los indígenas los
paladines de esa acción, han sido personas estudiosas como Arístides
Rojas, Cesáreo de Armellada, Marc de Civrieux, Jorge Mosonyi, entre otros.
Sin embargo, sí lo han hecho desde una perspectiva venezolanista, en la
búsqueda de las raíces de la nación. Si predominara la visión purista de lo
autóctono, lo único que debería prevalecer en Venezuela es lo indígena.
Todo lo demás, lo hispánico, lo europeo en general, lo africano y lo asiático
son extranjeros, foráneos. Por ello, en virtud de nuestro mestizaje, la idea
que debe prevalecer es la de la pluriculturalidad y el mestizaje. Somos una
cultura acrisolada. Esto no es propio de Venezuela. Casi todas las naciones
del mundo pasaron por una confluencia de razas antes de formar su tipo
nacional. Por ejemplo, España, nación aparentemente homogénea, tiene
más de seis fuentes étnicas ancestrales, entre los cuales están los celtas y
los iberos. Lo mismo ha ocurrido en Inglaterra, en Francia, en Suecia. En
nuestros países el fenómeno es reciente, pero naciones como Venezuela ya
tienen una identidad propia y hacia allá debemos confluir. En Venezuela se
ha ido desarrollando una tipología nacional que no se parece a ninguna de
las demás naciones americanas, incluida Colombia, país al cual nos
parecemos más que a ningún otro. Las sabias palabras de don Arturo Uslar
Pietri deben ser tenidas en cuenta cuando dijo: “no somos negros, no
somos indios, no somos blancos, somos los venezolanos”. El concepto de
Venezuela como nación debe estar por encima de las diferencias raciales.
Todos somos venezolanos primero que nada. De este modo, los kariñas son
venezolanos, los yanomamis son venezolanos, los guajiros son
venezolanos, los margariteños son venezolanos, los andinos son
venezolanos, los barloventeños son venezolanos, los caraqueños son
venezolanos, los habitantes de la Colonia Tovar son venezolanos.
Un ejemplo de mestizaje en América y el mundo es la nación
paraguaya. Este país sudamericano fue el único del continente en adoptar
una lengua indígena como oficial desde el principio, el idioma guaraní y los
paraguayos constituyen una nación mestiza. No son netamente indígenas.
En América, para el año 2000, los países con mayoría de población indígena
son México (30%), Guatemala (44%), Ecuador (25%) , Perú (45%) y Bolivia
(55%). Por su parte, Colombia (1%), Venezuela (2%), Brasil (menos de 1%),
Paraguay (3%) y Chile (3%), son naciones mestizas, con identidades nuevas
(entre paréntesis los porcentajes de población netamente indígena; datos
tomados del Almanaque Mundial en su edición de 2006). Quizás el más
heterogéneo de todos sea Brasil. Sin embargo, ni México, ni Bolivia, ni
Perú, ni Guatemala, tuvieron el acierto que tuvo Paraguay, gracias a la
labor de sacerdotes jesuitas, de conservar su lengua indígena como lengua
nacional. Recientemente, aparecieron las lenguas aymará y quechua como
lenguas oficiales en Bolivia y Perú. Por otro lado, Argentina tiene dos
provincias donde se habla el guaraní.
En Venezuela, el mayor avance lo han registrado los kariñas, en
Anzoátegui sur, donde están las poblaciones de Bajo Hondo, Kashama y
Taskabaña, principalmente, además de otras cuatro de menor tamaño.
Hasta mediados del siglo XX, los kariñas fueron un pueblo nómada, sin
establecimiento fijo y en organización social estaban en los últimos lugares.
En la década de 1970, bajo el gobierno del Dr. Rafael Caldera, se
construyeron las primeras casas rurales que los asentaron en las
mencionadas poblaciones. Desde entonces, el progreso de este grupo
étnico ha sido el más avanzado de todos los indígenas venezolanos,
superando incluso a los guajiros. Asentados en la mesa de Guanipa, los
kariñas tienen todos sus servicios básicos, tales como agua, luz eléctrica,
teléfono, líneas particulares de transporte, escuelas, atención médica,
incluso tienen su propia emisora de radio en lengua kariña y una emisora
de televisión.
Varios estudiosos se han ocupado de las costumbres y evolución
de los kariñas, entre quienes se puede mencionar al geólogo, antropólogo,
lingüista y etnólogo francés Marc de Civrieux, autor de libros como El
hombre silvestre ante la naturaleza (1974), Religión y magia kariña (1974),
Los caribes y la conquista de la Guayana española: etnohistoria kariña
(1976); Ritos funerarios kariñas; el antropólogo Jorge Mosonyi estudió la
lengua kariña y escribió Diccionario básico del idioma kariña (1978),
Morfología verbal del idioma kariña (1982), y fue coautor de Kari’ñas.
Caribes ante el siglo XXI (2001); el escritor Enrique Bernardo Núñez escribió
Crónica de la mesa de Guanipa (1998); el poeta anzoatiguense Carlos San
Diego escribió dos obras, Baldíos (2002) y Los mare mares (2005), donde
utiliza numerosos vocablos de la lengua kariña; el historiador Rafael Simón
Pastrano Freites, es autor de Chamariapa, los silencios de la historia (2012),
donde habla de los kariñas en Anzoátegui sur y su participación en la
evolución de la actual Cantaura. Sin embargo, la primera referencia a la
región, la hizo el explorador Alejandro de Húmboldt en su libro Viaje a las
regiones equinocciales del nuevo continente, publicado entre 1804 y 1827,
donde habla de su paso por la mesa de Guanipa y su posada en la misión
de Nuestra Señora del Socorro del río Cari (sin la s), en las vecindades de El
Tigre, en 1800, habla de la región y de los indígenas que habitaban la zona
en aquel tiempo, a quienes describe con bastante detalle.
En relación con la literatura indigenista (o indianista como también
se le llama), en sus comienzos, aparece la voz fray Bartolomé de Las Casas,
sacerdote dominico, defensor de los indios; gracias a su perseverancia se
publicaron en 1542 las Leyes nuevas y se reorganizó el Consejo de Indias;
en 1550 publicó Brevísima relación de la destrucción de las Indias e Historia
general de las Indias, donde él denunció las atrocidades cometidas por los
españoles en contra de los indígenas.
Unas de las primeras producciones literarias indigenistas la
escribió el conquistador español Alonso de Ercilla (1533-1594) sobre la
epopeya de los bravos araucanos de Chile en un largo poema titulado La
Araucana, donde se exalta el heroísmo de estos hombres chilenos del siglo
XVI. El ecuatoriano Juan León Merá (1832-1894) escribió la novela
Cumandá, donde, según refiere Galo René Pérez, invita a descubrir y
describir los hermosos y vírgenes paisajes de su país, Ecuador. Juan Zorrila
de San Martín (1855-1931), uruguayo, escribió la novela Tabaré, según el
citado autor, inspirada en la naturaleza de América del Sur y los
sentimientos autóctonos de su país, diferentes del vivir de los españoles y
donde aparece la figura bravía del indio. En República Dominicana, Manuel
de Jesús Galván (1834-1910) escribió la novela Enriquillo, un indio puro que
fue educado a la manera española y actuaba según esa educación y solo al
final se rebela. En América del Norte, James Fenimore Cooper (1789-1851),
nacido en Estados Unidos, escribió El último mohicano (1826), donde se
narra la lucha entre británicos e indígenas del Canadá. Sin embargo,
ninguna de estas historias ha sido escrita por los indígenas. En Guatemala,
recientemente ha habido producción literaria maya, pero con una fuerte
carga de odio, lo cual, como ya se dijo, no conduce a nada bueno. La mejor
manera de enaltecer al indígena es desde la creación, desde la producción
propia y mostrar al mundo de cuánto es capaz, así como hicieron los mayas
con su arquitectura, reconocida mundialmente, o los incas con Machu
Pichu, de igual forma impresionante. Más se ha avanzado en las artes
plásticas, donde se ha revelado como un portento el reconocido pintor
ecuatoriano Oswaldo Guayasamín (1919-1999). ¿Por qué no ha sucedido
igual con la literatura?
Estamos en el siglo XXI. Muchos indígenas venezolanos están
plenamente integrados al país, del cual forman parte. Estamos en la era de
la tecnología, la telefonía celular, el computador, la cibernética, la vida
práctica, las grandes velocidades, la vida galáctica. No es posible pensar
que los indígenas se van a quedar atrás.
Después del Paraguay, Venezuela es el mejor ejemplo de mestizaje
en América. Somos quizás la nación más cosmopolita del continente. El
gran crítico uruguayo Ángel Rama decía que Estados Unidos o Canadá son
pueblos trasplantados; en la América hispana no hay claros ejemplos de
pueblos trasplantados. Quizás lo más aproximados sean Uruguay, Costa
Rica y parte de Argentina. En el resto, ha habido acrisolamiento de razas,
de lo cual no han escapado ni siquiera los dos países del Norte ya
mencionados.
Tampoco es posible que en esta era se siga viendo al indígena
como una víctima o como un ser desvalido. Los complejos raciales y los
complejos de etnias así llamados, parten de los mismos grupos que de
alguna manera se ven a sí mismos como inferiores. Eso es un estado
mental. Si los chinos o los japoneses pensaran así no serían las naciones, las
potencias que son. En países como Perú el complejo de etnia es muy
acentuado. Son numerosas las anécdotas que se cuentan al respecto. A los
venezolanos nos pueden llamar indios y lo sentimos como parte de nuestra
esencia; pero a un peruano le dicen indio y se ofende. En Perú se cuenta la
anécdota de una mujer quechua que fue a un hospital de emergencia y se
hizo pasar por muda para que no supieran que su lengua era la quechua;
ante la imposibilidad de los médicos comprender lo que a ella le pasaba, la
paciente murió. Son grados extremos que bien pueden evitarse.
En Venezuela, recientemente, en vez de reivindicar al indígena, lo
que se ha hecho es fomentar los odios históricos y raciales. Son dos
métodos muy negativos de reconocer el valor e importancia de los
diferentes grupos étnicos. A eso se une el sueño antropológico de las
culturas primigenias intocadas. Cualquier cosa que “afecte” a un grupo
étnico se toma como una agresión, una aculturación o una intromisión de
una cultura externa dominadora. Si así fuera, ningún pueblo en el mundo
habría evolucionado.
Es una condición natural la evolución de los pueblos, ya estén
solos, ya se vean afectados por el roce con otras culturas, igual van a
evolucionar. El mundo siempre ha tendido hacia lo práctico. Por ello, los
romanos adoptaron el sistema de numeración arábigo, pues el suyo propio
era muy impráctico. Imagínese alguien el número π (3,14159265…) o el
número de Avogadro (6,023 x 10 23) en números romanos. Igualmente, por
práctico, se impuso en el mundo occidental el alfabeto fenicio, mucho más
práctico y evolucionado que el sistema ideográfico de los chinos. Las
lenguas de los pueblos ágrafos actuales, al convertirse en pueblos con
escritura han adoptado el alfabeto con caracteres latinos en vez de otros
sistemas de escritura debido a su practicidad. Cuando Jorge Mosonyi
escribió el Diccionario básico del idioma kariña utilizó los caracteres latinos
porque eran los más prácticos de todos cuantos existen. En ese sentido, no
se puede rechazar todo lo foráneo porque “afecte” nuestra cultura. A lo
largo de la historia, los pueblos se han nutrido unos de otros. Y muchas
naciones invasoras llevaron su cultura a las naciones invadidas y estas
también aportaron lo suyo a las tradiciones de los pueblos. En la lengua
española, el aporte de vocablos indígenas es tan alto que supera la
influencia de lenguas occidentales como el inglés (ver: Menéndez Pidal, R.:
28-30).
En la historia, no ha sido España la única nación invasora. También
lo fueron Inglaterra, Francia, Portugal, Italia, Alemania, China, Japón,
Arabia. En América, los países con una marcada tendencia expansionista
son Estados Unidos, Cuba y Brasil, sobre todo los dos primeros. Por
ejemplo, los árabes, en nombre de los principios de su religión invadieron
todo el norte de África, entre ellos el milenario Egipto, y los egipcios hablan
en la actualidad el idioma árabe y profesan el islam como religión. Sin
embargo, los árabes no pudieron con España y estuvieron más de siete
siglos luchando ambas culturas, hasta que bajo el reinado de los Reyes
Católicos se produjo lo que se llamó la Reconquista y España logró sacar a
los árabes de su territorio. Pero quedaron muchos elementos culturales de
los árabes en la península ibérica reflejados en la ciencia, la lengua, la
arquitectura, la historia. Pero todo eso ya pasó. Son cosas muy difíciles de
cambiar.
Estamos en el siglo XXI. Llegó el momento de ver el elemento
indígena con una nueva visión. Nada de inferiores, nada de víctimas. Ahora
los indígenas pueden ir a las universidades y demostrar sus
potencialidades, sus capacidades. De competir de igual a igual con
cualquiera. Esos intentos separatistas y segregacionistas hechos en la
política venezolana de crear instituciones sólo para los indígenas, de dar
privilegios sólo a los indígenas, no son sino una manipulación que no
llevará sino a fomentar los odios raciales prácticamente inexistentes en la
Venezuela reciente. El odio racial ha sido fuerte y acentuado en países
como Sudáfrica, Estados Unidos, Trinidad y Tobago, pero no en Venezuela.
Entre Trinidad, por ejemplo, los hindúes y los negros se repelen entre sí, y
tienen servicios exclusivos para uno y otro grupo.
En Kashama existe un hospital solo para los kariñas, dicho por ellos
mismos “no es para gente blanca”. ¿Qué se entiende por “gente blanca”’?
En una clase, en una universidad de El Tigre, una estudiante kariña exponía
un trabajo donde hablaba de la promoción de la lengua kariña en las
escuelas. El trabajo era muy interesante y llamó la atención de los
asistentes. Y allí surgió el comentario antes citado. Una de las personas
presentes, una dama, al oír lo referido sobre el hospital, preguntó: “¿y si es
una emergencia?”, la estudiante kariña respondió: “bueno…, se ve primero
si no hay ningún kariña esperando, y luego se le atiende”. En ese sentido,
no se avanza nada. Si la crítica antigua era la discriminación, entonces ¿cuál
es el avance? Lo que es malo es malo, lo que es negativo es negativo. Eso
no enaltece a nadie. Ese no es el camino. Venezolanos somos todos.
Resistencia indígena, ¿resistencia a qué?
El fomento de los odios históricos y las diferencias raciales no
conducirá a ningún puerto seguro. Lo más hermoso es que todos y cada
uno digamos. “Soy venezolano”.
Eso de la resistencia indígena es una idea incoherente.
¿Resistencia a qué?, nos podemos preguntar. ¿Al progreso, al cambio, a la
evolución histórica? ¿No tiene el indígena el derecho a la evolución en sus
costumbres? ¿A adoptar nuevas ideas? ¿A pensar según los tiempos que se
viven? ¿Debe permanecer confinado a la artesanía, a los cantos y a las
leyendas? ¿No tienen derecho a estar a la moda? ¿No tienen derecho a
crear nuevos ritmos musicales? ¿No tienen derecho a renovar la artesanía,
la gastronomía, la vestimenta? ¿No tienen derecho a renovar sus
costumbres según la era de la tecnología del siglo XXI? ¿No tienen derecho
a escribir, por fin, una literatura indígena que mire hacia el futuro y la paz?
Hasta ahora, todo lo que se ha escrito relacionado con el indígena lo ubica
como un ser desvalido y víctima perenne. ¿Hasta cuándo vamos a tener esa
imagen?
Por otro lado, está la mayoría de los antropólogos, quienes
suponen que las culturas indígenas deben mantenerse primigenias y puras.
Ese es el sueño antropológico, encontrar una cultura que no esté afectada
por nada ni por nadie. Esta manera de pensar, en el fondo, no es sino
egoísta. Es tanto como negarles el derecho a la evolución histórica natural
de todas las civilizaciones. Ya el sólo hecho de tomarle una foto a un niño
indígena puede estar cambiando su vida para siempre. Cuando se presenta
un extraño ante una tribu, con sus ropas de color kaki, con sus
instrumentos, con sus palabras, ¿no está afectando a esa tribu? ¿Qué
imagen deja ante los jóvenes y los niños indígenas que lo ven por primera
vez? ¿Ellos borrarán así de fácil lo que están viendo? No. Son imágenes que
quedarán operando en el recuerdo y en el tiempo para ellos. Las culturas
tribales, puras, intocadas, en la Venezuela actual no existen. Todas han
tenido contacto con lo que se ha llamado “civilización”. En el siglo XXI,
ninguna nación americana, africana, asiática, europea u oceánica será igual
a lo que fue en el siglo XX. Y todavía se sueña con que las tribus americanas
y africanas que quedan deben permanecer estáticas.
Para comienzos del siglo XXI, ya existían muchas compilaciones
tomadas de la tradición oral y vertidas a la literatura. Entre ellos destaca la
obra de Cesáreo de Armellada, quien convivió con los pemones en la
Guayana venezolana.
La obra de los misioneros ha sido harto cuestionada, sobre todo
por personas con sentimientos religiosos diferentes. Sin embargo, gracias a
los misioneros, el Paraguay es una nación bilingüe, con una lengua indígena
oficial. Gracias a los misioneros se rescató el Pópol Vuh y muchas de las
tradiciones orales de la antiquísima cultura maya. Gracias a los misioneros
se escribieron las primeras crónicas de Indias. Gracias a los misioneros se
alzaron las primeras voces en defensa de los indígenas. Gracias a los
misioneros, conocemos las leyendas de los pemones. Gracias a los
misioneros tenemos la primera historia de Venezuela. Gracias a los
misioneros, han llegado hasta nosotros las primeras obras literarias
americanas sobre temas indígenas. Resulta muy cómodo, después que
todo un trabajo está hecho, llegar y desalojarlos y apropiarse de los
caminos ya abiertos por ellos, negando toda posibilidad de reconocimiento
y generosidad.
¿Qué hubo barbarie, malos tratos, masacres? Sí los hubo. Pero eso
no es solamente imputable al conquistador español. Eso sigue existiendo
en la raza humana porque es en el corazón del ser humano donde reside la
maldad. Eso no tiene nada que ver con una cultura u otra. En todas las
culturas ha habido sicarios, asesinos, criminales. Una de las masacres más
brutales las cometieron los chinos en la plaza de Tiananmen en 1989, para
reprimir las protestas estudiantiles que pedían una democracia justa; allí
asesinaron impunemente a más diez mil personas, sin contar los heridos y
los prisioneros políticos. La invasión alemana al resto de Europa durante la
segunda guerra mundial, de lo peor que ha existido, con el holocausto
judío. Las muertes causadas por los cubanos en Angola. Todo eso está del
mismo lado, es decir, en el lado oscuro del ser humano.
Por todo ello, reavivar odios históricos no conducirá a nada bueno.
Si se quiere enaltecer al indígena, no será manipulándole para que tome
ciertas actitudes hostiles hacia el resto de las culturas. Más bien será
brindándole todas las herramientas, condiciones y oportunidades para que
desde su iniciativa se decidan a trazar su propio sendero, apartados del
odio y del rencor. Donde se construya un mundo de posibilidades positivas,
constructivas, generadoras de bienestar común.
Para cerrar este capítulo, unas sabias palabras del escritor alemán
Hermann Hesse: “Es magnífico que existan muchas razas y pueblos, muchas
lenguas, muchas variedades de mentalidad y muchas filosofías”. (En
Carandell, J.M., p. 124).
 ¿Existe una literatura oral?
Antes de proseguir, resulta conveniente hacer la presente
acotación acerca de lo que se llama “literatura oral”. De entradas, esto es
una contradicción. Todas las definiciones acerca de la escritura, se refieren
a ella como un “conjunto de signos gráficos”, no de fonemas o sonidos. Se
deduce que toda “literatura es escrita”. Entonces, decir “literatura oral” es
tanto como decir “escrito oral”, una antinomia, ergo, una contradicción.
En sentido amplio, la literatura es el conjunto de obras escritas de
un país o de una época. Esto puede incluir las ciencias y las humanidades.
Igualmente, en su sentido artístico, es el conjunto de obras literarias de un
país, de modo que podemos decir la literatura venezolana, por ejemplo, así
como la chilena, la argentina, la árabe, etc.
Oralidad
La literatura, ya sea en su sentido amplio o en su sentido artístico,
es simplemente escrita. Pero literatura no es sinónimo de creatividad; ello
quiere decir que para producir una historia, un cuento, un poema, el acto
de crearlo es independiente tanto de lo escrito como de lo hablado. El acto
creador es intelectual, mental, cerebral. La escritura, con sus signos
gráficos pertenecientes a un sistema dado, es el vehículo de expresión del
acto creador. Sin embargo, aquellos que no saben escribir, no están
impedidos de elaborar y desarrollar historias, relatos, poemas; ellos
pueden hacerlo oralmente. Pero eso no es literatura oral, es producción
oral, y es algo que está inscrito dentro de la oralidad.
La oralidad es muy rica y abarca un abanico extenso de
producciones, generalmente cortas, que forman parte de las tradiciones
populares. Muchos cuentos hoy escritos fueron orales por siglos y hasta
milenios. La oralidad es el conjunto de expresiones verbales de una
comunidad lingüística. Incluye todos los aspectos relacionados como ella,
tales como el código de signos sonoros, es decir, los fonemas, a los cuales
van unidos el acento local o regional, la entonación, las emociones, las
pausas y silencios, los gestos y las expresiones faciales al hablar. Una
comunidad lingüística puede ser tan extensa como la hispánica o ser tan
restringida como la de una isla, por ejemplo la comunidad de Curazao. Pero
estos son aspectos relacionados con los estudios lingüísticos, que no son el
tema que nos ocupa.
En lugar de literatura oral, sería mucho más conveniente hablar de
tradición oral, la cual está inmersa dentro del folclor, las tradiciones de un
país o de una nación o de una comunidad lingüística con todas sus
variantes geográficas posibles. Y la tradición oral está incluida en un
conjunto mayor que es la tradición, que abarca todas las manifestaciones
culturales posibles de un pueblo determinado.
La tradición
La tradición está vinculada con la cultura de los pueblos y naciones
del mundo. Cada uno tiene su propia tradición. En sentido amplio, la
tradición es el conjunto de saberes y conocimientos que se adquieren en el
seno del hogar, en el entorno familiar o social, o en el sector donde se vive y
que se transmiten de generación en generación. Esto incluye doctrinas,
ritos, usanzas, normas, costumbres, códigos, labores, composiciones
musicales y orales y una amplia gama de expresiones del saber popular.
Estos conocimientos no se adquieren en la academia ni en la escuela.
El término folclor provienen del inglés folklore (folk: pueblo, vulgo
y lore: saber, conocimiento). “Esta palabra fue propuesta en la revista
inglesa The Athenaeum en 1846 por el antropólogo William John Thoms
para designar aquel sector del estudio de las antigüedades y la arqueología
que abarca el saber tradicional de las clases incultas en las naciones
civilizadas” (Juan Carlos Merlo, en Diccionario Enciclopédico Quillet, tomo
IV). Desde entonces, se ha desarrollado toda una disciplina que se ocupa de
los estudios folclóricos dentro de los estudios antropológicos. En español el
término ha sido adaptado como folclor y así aparece en el Diccionario de la
Lengua Española.
 La tradición oral
Mejor que la contradictoria expresión de “literatura oral” es la de
tradición oral, pues, está incluida dentro de la tradición e íntimamente
asociada con la creatividad. Muchos productos de la tradición oral, después
de haber sobrevivido durante miles de años, han pasado a enriquecer el
patrimonio literario de los diversos países. La tradición oral es el conjunto
de saberes de carácter verbal, es decir, oral, que se transmite de generación
en generación. Son creaciones anónimas, aceptadas, asimiladas y
aprendidas por los pueblos y que los padres se los van enseñando a los
hijos.
Los cuentos de hadas, los cuentos de las mil y una noches, los
cuentos de caminos, las leyendas indígenas, pertenecieron (y aún
pertenecen) a la tradición oral. Sin embargo, muchos filólogos, estudiosos y
creadores han tomado numerosas producciones orales y las han vertido a
la literatura. Podemos mencionar el caso de los hermanos Grimm, quienes
recogieron numerosos cuentos de hadas con la finalidad de que no se
perdieran y quienes no dejan de reconocer que ellos han sido meros
compiladores y no los creadores de tales producciones artísticas. En el
momento en que se escriben, comienzan a ser parte del patrimonio
literario de las naciones. Otros estudiosos que hicieron labor semejante
fueron Charles Perrault, la condesa de Alnoy (Aurore Dupont); en
Venezuela, Antonio Arráiz y Arístides Rojas, entre otros, hicieron tal labor.
A la tradición oral pertenece un gran número de producciones
tales como:
Juegos infantiles: Alé limón, La gallinita ciega, Flores flores al
convento; El huevo podrido, donde se participa y se canta a coro, según el
tipo de juego.
Canciones de cuna: las que les cantan las madres y abuelas, de
preferencia, a los bebés, tales como: arro ro ro mi niño/ arro ro ro José/ y
los angelitos,/ arro ro ro también.
Canciones infantiles: del estilo de Que llueva, que llueva/ la virgen
está en la cueva/ los pajaritos cantan/ las nubes se levantan/ que sí, que
no/ que caiga un chaparrón/ en la casa, en la casa/ en la casa de san
Simón.
Cuentos: existen miles de cuentos que no han sido escritos y que
han pasado de generación en generación; en Venezuela se les suele llamar
“cuentos de camino”, tales como los cuentos de Pedro Camino o Pedro
Rimales, entre otros.
Poesía infantil: es otra expresión de la creatividad popular; es
célebre el poema: Del cielo cayó una rosa/ mi hermanita la recogió/ se la
puso en su cabeza/ y qué linda le quedó. O esta otra: Los zapaticos me
aprietan/ las medias me dan calor/ y el beso que me dio mi madre/ lo tengo
en el corazón.
Coplas: en el Llano venezolano las coplas son parte de una de las
más acentuadas tradiciones orales. Buena parte de este “cancionero
popular” fue llevado a la literatura por la pluma del más celebrado de
nuestros escritores, don Rómulo Gallegos, en su obra Cantaclaro, en
especial. Por ejemplo:
¿Cuántos palos tiene el monte,
cuántas estrellas tiene el cielo?
¡Cuántas veces me he acostado
contigo en el pensamiento!
Retahílas: es una secuencia ordenada de oraciones, donde la
primera se enlaza con la siguiente y así sucesivamente y luego puede
regresar y terminar por el comienzo, por ejemplo una muy conocida es la
siguiente: En Barcelona hay una plaza/ en la plaza hay una casa/ en la casa
hay una estaca/ en la estaca está una lora./ La lora está en la estaca/ la
estaca está en la casa/ la casa está en la plaza/ de Barcelona.
Contrapunteos: se da entre dos oponentes, quienes hacen gala de
su expresión y facilidad verbal a través del canto, donde uno dice una cosa
y el otro le replica y así siguen hasta el final, y cada uno pretende ser más
listo que el otro en el uso de la palabra.
Alegorías: es una manera de hablar en sentido figurado, se da a
entender una cosa, expresando otra diferente. Es muy usado como figura
de la retórica. Pueden considerarse alegorías expresiones tales:
¡Sí Luis!
Pensando en la inmortalidad del cangrejo.
El año de la pera.
Cuando la rana eche pelos.
Chistes: sumamente conocidos, son de las expresiones más
genuinas de la tradición oral. Siempre se cuenta algo cuya finalidad es
hacer reír a los demás. Por ejemplo: “abuela, ¡y tú va a lavar con esa
lluvia?”, “no hija, voy a lavar con agua del chorro”.
Anécdotas: son hechos reales y particulares, vivencias personales,
que por lo general también hacen reír; en otros casos, nos puede llevar a
reflexionar. Algo personal que nos sucede en el día, puede ser una
anécdota. Por ejemplo, un joven estudiante, de los que usaban melena,
estaba alistándose para ir a la universidad y estaba apurado, pues, se le
hacía tarde. De repente, el peine se le desapareció de la mesa donde lo
tenía y le pareció algo insólito, pues, allí no había más nadie. Tomó su
morral y salió directo a esperar el autobús, el cual llegó rápido, se subió
como pudo, pues iba abarrotado y cuando ya estaba cerca de la
universidad, iba en el medio del autobús, agarrado con su mano derecha.
De repente, se le ocurrió pasarse la mano izquierda por la cabeza y allí
estaba el peine, encajado en su melena.
Trabalenguas: también son muy populares en la tradición oral. Es
una locución difícil de pronunciar que se usa como entretenimiento, donde
se espera que el practicante se equivoque. También se usa con la finalidad
de demostrar la soltura al hablar y la fluidez verbal.
Adivinanzas: son muy comunes entre los niños, en especial en
cierta etapa que suele estar entre los nueve y doce años; claro, siempre
resultan interesantes a cualquier edad. Llamada también acertijo, la
adivinanza es un enigma que se propone para que otro piense, analice y dé
la respuesta correcta. Por supuesto, el que propone la adivinanza debe
conocer la respuesta. Es una forma de entretenimiento. Por ejemplo, alto,
alto como un pino y pesa menos que un comino. Respuesta: el humo.
Rondas: es una variación de juegos infantiles, que puede incluir el
canto o la poesía. Generalmente, se forma una rueda y cada miembro va
cantando una parte de una canción, hasta cerrar el círculo. Se parece a la
retahíla, pero incluida en un juego.
Bromas o chanzas: hay demasiadas expresiones de este tipo en el
saber popular oral. Es una burla o acto pesado que se hace a otra persona
con el fin de divertirse. Dependiendo del contexto social y de la aceptación
del afectado, puede llegar a resultar algo lesivo e indeseable. Sin embargo,
en lo relacionado con la tradición, muchas bromas resultan sanas. Es algo
que hay que ver con cuidado y que no siempre resulta conveniente.
Fábulas: son famosas las fábulas de Esopo, el fabulista griego por
excelencia. (Esta se verá más adelante, en los géneros literarios).
Mitos: son riquísimos en la producción oral, como sucede con los
griegos, de los más variados. Existen en todas las culturas. Los mitos se
vinculan con lo sagrado y son de naturaleza explicativa. Un mito es una
narración fantástica ubicada fuera del tiempo histórico, donde aparecen
personajes divinos o heroicos. Muchos tratan de explicar el origen del
mundo, de las cosas, de los fenómenos naturales, de los seres vivos. Por
ejemplo, entre los griegos, está el mito de Aracne. Era ella una joven que
sabía tejer y bordar de una manera prodigiosa y por ello llegó a desafiar a
la diosa Atenea. Realizó un trabajo tan perfecto que enojó a la diosa, quien
enfurecida lo destrozó. Aracne, temiendo la rabia de la diosa, se ahorcó en
un árbol, pero la diosa no le permitió morir y la transformó en araña y
desde entonces, la araña teje y teje con su hilo una red. Por otra parte, en
Venezuela está el mito del sapo. Se cuenta que los animales hicieron una
fiesta en el cielo, para lo cual utilizaron una escalera que llegaba hasta las
nubes. Sin embargo, a las doce de la noche, todos los animales tenían que
regresar a la tierra. Pero como la fiesta estaba tan buena, el sapo no se
quería ir de la fiesta y cuando llegaron las doce horas de la noche, todos los
animales se marcharon y el sapo se quedó de último. Cuando se dio cuenta,
ya habían quitado la escalera y el pobre sapo se tuvo que lanzar y cayó y se
aplastó. Por eso, los sapos son aplastados.
Todas las anteriores forman parte de la tradición oral en cualquier
parte del mundo. Constituyen la oralidad en sí misma. En fin, existen
muchas otras expresiones de la creatividad popular que merecen un
tratamiento a parte.

Leyendas: también son producciones muy ricas en la tradición

oral. A diferencia del mito, las leyendas suelen ser narrativas y tienen un
trasfondo histórico. Las leyendas se relatan como una verdad que
sucediera en un tiempo indeterminado y finalmente, las personas dudan de
si fue real o fue ficción. Son de carácter universal, como los mitos. En
Venezuela, son famosas las leyendas de la llorona, el silbón, la sayona, pero
estas no son venezolanas, existen en todas las culturas, por ejemplo, la
historia de la llorona arranca desde los griegos, hace miles de años.

Oraciones: son muchas las oraciones que se transmiten de

generación en generación. Desde el punto de vista religioso, la oración
encierra una súplica o un ruego a Dios o a su corte celestial. Un ejemplo de
ello es la que se les enseña a niños como: Ángel de mi guarda/ dulce
compañía,/ no me desampares/ ni de noche ni de día,/ no me dejes solo,/
que me perdería. Dependiendo de las creencias y las religiones, hay una
oración para cada cosa y para cada santo o divinidad.

Refranes: sencillos y prácticos, son producciones orales que

encierran una sabiduría popular de la más profunda. Un refrán es un dicho
agudo y sentencioso. Casi para cada hecho cuestionable existe un refrán,
tales como:

Quien no la debe, no la teme.

Perro que lame manteca, mete la lengua en tapara.
Rico y de repente, no puede ser santamente.
El que nace pa’ triste, ni que le canten canciones.
A rey muerto, rey puesto.
Al que a buen árbol se arrima, buena sombra le cobija.
Al ojo del amo, engorda el caballo.
 Géneros literarios
En la actualidad, se consideran géneros literarios a todas las
producciones escritas; sin embargo, acá vamos a hablar de los géneros
literarios, definidos por el producto, referidos a la literatura como arte
creadora. Entre los más trabajados, tenemos: la novela, el cuento, el
ensayo, la fábula, la poesía y la crónica.
Novela: obra literaria de considerable extensión, escrita en prosa,
que narra sucesos ficticios, o reales en parte, y describe la evolución de los
personajes. Es el más tardío de todos los géneros literarios creativos. Surgió
en la Edad Antigua, pero no logró implantarse plenamente hasta la Edad
Media. Alcanzó pleno desarrollo en el siglo XIX con el realismo y el
naturalismo. Entre las características de este género están:
.- Posee una trama central con varias tramas secundarias
paralelas; muchos personajes distribuidos en principales, secundarios y
periféricos. El peso de la trama descansa en los personajes principales, en
tanto que los secundarios son personajes de cierta relevancia y auxilian a
los principales en el desarrollo de la trama principal; además, son ellos los
protagonistas de las tramas paralelas que se desarrollan en la novela; los
personajes periféricos son aquellos que aparecen alguna vez, sin tener
peso alguno en el desarrollo de la trama.
.- La historia de la novela se puede desarrollar en diversos
ambientes, urbanos, rurales, naturales. Puede comenzar en uno y terminar
en otro, o permanecer en el mismo ambiente, con otros escenarios
intercalados a lo largo de la historia, lo cual sucede de acuerdo con el
desarrollo de la trama.
.- Sobre la extensión, la novela supera las sesenta páginas. Entre
veinte y sesenta páginas, se le considera novela corta o novelín. La medida
de página está referida al formato tamaño 12 x 20 cm 2 con una letra en 12
puntos. En cuanto al número de páginas alcanzadas, esto es ilímite. Hay
novelas que tienen mil páginas o más. Otras han sido producidas en dos o
tres tomos, como Los miserables, de Víctor Hugo, o El ingenioso hidalgo,
don Quijote de la Macha, de Miguel de Cervantes. Lo más usual, es
conseguir novelas entre 300 y 400 páginas, como Cien años de soledad, de
Gabriel García Márquez, o Doña Bárbara, de Rómulo Gallegos. La mayoría
de las novelas de fines del siglo XX y comienzos del XXI están en esas
medidas, lo cual no constituye una norma. Sobre el desarrollo de la novela
como género literario, influyó mucho la aparición de la imprenta.
Cuento: es una narración breve de sucesos ficticios y de carácter
sencillo, hecha con fines morales o recreativos. En general, el cuento, por
su breve extensión, suele admitir una intriga poco elaborada, pocos
personajes, un solo tema y, a menudo, un final sorpresivo. Es una de las
manifestaciones escritas más antiguas de la literatura, cuyos orígenes se
pierden en el remoto hilo de la Historia. Un cuento largo, puede llegar a
tener unas 20 páginas. Tanto la novela como el cuento son géneros
narrativos. En la actualidad, se ha querido hacer una diferencia entre
cuento y relato, aludiendo que el cuento es netamente ficticio, mientras
que el relato es de naturaleza real. Esto no marca una diferencia entre una
y otra concepción, pues entra en lo que es la tipología del cuento, donde
los hay de hadas, de camino, de ficción, realistas, policiales, de terror,
infantiles, juveniles, de aventuras, etc.
Ensayo: escrito en el que se exponen los pensamientos,
reflexiones y hallazgos del autor, con argumentos propios, sobre una
determinada materia, de carácter generalmente científico, sin el aparato ni
la extensión que requiere un tratado completo sobre la misma materia.
Exige conocimiento y dominio sobre el tema a tratar. Un buen ensayo no
lleva citas, aunque se puede hacer referencia a uno o varios autores sin que
el escrito pierda su esencia de ensayo. Sus orígenes pueden encontrarse en
la antigüedad y en la cultura humanística del Renacimiento. Las
posibilidades del ensayo son muy amplias y en cuanto a la temática son
usuales los ensayos literario, sociológico, lingüístico, histórico y filosófico.
La extensión del ensayo en sus comienzos fue breve, pero en la actualidad
suele ser muy extensa, no tiene un límite particular de páginas.
Fábula: escrito breve donde se relata un hecho puntual con la
representación de personas y la personificación de animales, en donde se
transmite una enseñanza útil o moral. Son famosas las fábulas del griego escribiendo y preservando en el tiempo. Sin embargo, la realidad es que los
Esopo. Es un género que a pesar del paso del tiempo se mantiene vigente. cronistas de la ciudad, en general, se dedican a dar discursos en los actos
En el siglo XXI, muchos libros de autoayuda y de desarrollo personal están oficiales de las plazas y sirven a intereses ajenos a la cultura y la historia y
compuestos por fábulas. los hechos que verdaderamente deben reseñar son ignorados.

Poesía: es el más inasible de los géneros literarios y el más difícil

de explicar. Los teóricos no se han puesto de acuerdo sobre lo que es la
poesía. Para algunos es el arte literaria de la belleza plasmada a través de la
palabra escrita; para otros, el género que lleva música, ritmo y plasticidad,
y para otros, es la abstracción más pura del lenguaje. Sin embargo, lo cierto
es que la poesía es un género literario y, como tal, un hecho literario. En la
poesía no hay una historia que contar ni una moraleja, aunque pudiere
tener estos aspectos presentes. La poesía moderna tiende más a producir
el efecto relámpago, la revelación de un momento, de un éxtasis o de una
emoción.

Crónica: es un relato que se hace en orden temporal, es decir,

cronológico y que debe ir apegado a los acontecimientos reales. Es un
género poco popular en el presente siglo, sin embargo, mucho de lo que
sabemos de nuestra historia colonial es debido a las crónicas, nombre
genérico que se le dio a la extensa obra de los testigos presenciales de
aquel período, quienes dejaron sus impresiones y descripciones de la
época. A través de la investigación y de la documentación histórica, se ha
rescatado el trabajo de muchos cronistas, entre los que se puede
mencionar las Elegías de varones ilustres de Indias, de Juan Castellanos, a
las que se ha denominado “crónicas versificadas”, del siglo XVI; Relación del
descubrimiento del río Apure hasta su ingreso en el Orinoco, de fray Jacinto
Carvajal, en el siglo XVII; y la Historia de la conquista y población de la
Provincia de Venezuela, de José Oviedo y Baños, publicada en Madrid en
1723.

En el siglo XXI, cada municipio tiene un cronista de la ciudad, cargo

oficial que se da a una persona que debe estar preparada para desempeñar
ese papel, sin embargo, es algo que no se cumple. La labor del cronista de
la ciudad es reseñar todos los eventos de importancia dentro de su
municipio con la finalidad de que la historia de cada entidad se vaya
 Función de la literatura infantil
Decir que la literatura nació para cumplir una función tal o cual es
especular, pues, la misma es una manifestación de la cultura de los pueblos
que ya estaban avanzados en su evolución histórica y en sus sistemas de
escritura, de modo que la literatura surge como una expresión de carácter
elevado, una vez que las necesidades básicas del ser humano han sido
resueltas.
En general, la literatura, como expresión de una cultura, cumple
funciones muy importantes que pueden ser definidas post facto. La
literatura contribuye a darle presencia y prestigio a las naciones del mundo.
Un pueblo con literatura existe, vive, palpita y escribe sus historias. Muchas
veces la literatura ha contribuido a consolidar una lengua, como sucedió
con la castellana y las obras literarias como El cantar del mío Cid o El
ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha. Otras veces, contribuye a
preservar las costumbres de los pueblos, o a exaltar las epopeyas o gestas
históricas, a reafirmar la identidad cultural de los diversos grupos étnicos,
entre múltiples funciones.
La literatura infantil es la parte de la literatura que está dirigida al
público conformado por los niños; sin embargo, abarca una gama de
grupos etarios, por lo cual se puede dirigir a los niños de la primera
infancia, lo niños de la segunda infancia y la adolescencia, a este último
grupo se dirige una literatura de transición entre la niñez y la adultez.
La literatura infantil se ha convertido en una herramienta
sumamente útil en la educación del siglo XXI. Es un auxiliar valiosísimo en
todos los aspectos formativos del niño, por lo cual se puede mencionar, por
separado, cada una de las funciones que cumple en ese sentido. Entre ellas,
tenemos que:
1.- Es una herramienta pedagógica que permite educar, divertir e
instruir al niño, todo ello al mismo tiempo. Desde tal punto de vista, la
literatura es un instrumento en sí mismo.
2.- Contribuye con el desarrollo de las capacidades intelectuales,
pues, cuando el niño lee y es capaz de interpretar un cuento o un relato,
está desarrollado su intelecto igualmente.
3.- Contribuye con el desarrollo del lenguaje tanto escrito como
oral. Cuando un niño lee una historia interesante, está fijando palabras,
aumentando su léxico, aprendiendo significados, estructuras lingüísticas,
percibiendo oraciones y sintagmas que se van incorporando a su proceso
de adquisición del lenguaje, cada vez más amplio y eficiente.
4.- También, al familiarizarse con la estructura de los cuentos,
comienza a entender que todo escrito tiene una estructura básica de la
cual no nos hemos podido desprender nunca. Dicha estructura es una
introducción, un desarrollo y un desenlace. Ya se trate de una historia lineal
o que se trate de romper con esa linealidad, toda historia tiene un
comienzo y un final, una apertura y un cierre. Todo ello se va incorporando
en la formación del niño como un proceso lento, positivo y finalmente
trascendental para su vida.
5.- Contribuye con el conocimiento de la sociedad, historia,
costumbres e idiosincrasia de un país y con ello al fortalecimiento de la
identidad regional, nacional e internacional.
6.- Es una valioso auxiliar en la formación en valores, tales como el
respeto, la solidaridad, la cooperación, el altruismo, la justicia, la paz, la
honestidad, la honradez, la tolerancia, la convivencia, la equidad, la
amistad, entre otros muchos.
7.- Fortalece los lazos de unión familiar cuando los miembros
mayores de una familia dedican tiempo a leerles historias y cuentos a sus
pequeños.
8.- Contribuye con el desarrollo de la atención tanto auditiva como
visual.
9.- Estimula el desarrollo de la imaginación y la creatividad.
 10.- Puede servir como un vehículo de transmisión de información
en diversos campos del conocimiento humano.

11.- Contribuye con el desarrollo de las capacidades críticas y de

análisis de niños y jóvenes.

12.- Contribuye a ampliar la visión del entorno y del mundo en

general que poseen niños y jóvenes.

13.- Contribuye con el fortalecimiento de la autoestima. Los

habitantes de un pueblo o de una región que destaca por su literatura
tienden a presentar niveles de autoestima más elevados que aquellos que
no lo tienen.
 Criterios de selección
El material literario que se trabaja en el aula debe pasar por un
tamiz de selección. La persona encargada, por excelencia, de cumplir con
esa tarea es el docente del curso. De entradas, cualquier docente sabe,
intuitivamente, que no todos los relatos, cuentos o historias son aptos para
ser utilizados en un salón de clases, lo que indica que solo algunos
materiales deben ser utilizados, mientras que otros deben ser desechados,
excluidos definitivamente, de un curso dado en particular y en un
momento dado.
En la tarea de selección del material literario, el docente moderno,
actualizado, de comienzos del siglo XXI, debe estar preparado para esto,
pues, en todos los pensa curriculares pedagógicos figura la asignatura de
literatura infantil como obligatoria.
Los criterios de selección pueden ser clasificados en éticos,
prácticos, didácticos y pedagógicos.
Los criterios éticos tienen que ver con la moral, la formación en
valores, entre los cuales el respeto debe ser fundamental; lo valores
socialmente estatuidos y aceptados por la familia venezolana.
Los criterios prácticos están relacionados con la praxis. Lo que no
es práctico, no servirá para ser utilizado en clase, precisamente por eso,
por impráctico.
Los criterios pedagógicos tienen relación con la educación, la
formación del individuo, crecimiento y desarrollo de su personalidad. Se
pueden hermanar con los criterios éticos, pues en la formación del
individuo entran los valores como elementos insustituibles e insoslayables.
Los criterios didácticos abarcan los métodos, técnicas y estrategias
de enseñanza utilizados por el docente para lograr los objetivos
particulares de la educación.
Una vez aplicados estos criterios, el educador debe tener muy
presente, siempre, que la literatura infantil está dirigida a los niños, al
público infantil. Estos criterios no son válidos para talleres literarios ni
cursos universitarios, donde los participantes tienen bien establecidas sus
propias escalas de valores y su personalidad bien fundamentada.
Para trabajar un material literario en el aula, ya sea cuento,
novela, ensayo, poesía, mito, leyenda o fábula, el educador debe tener en
cuenta lo siguiente:
1.- El grupo etario: es un criterio pedagógico sumamente importante. Cada
edad del niño representa un estadio evolutivo de su desarrollo cerebral.
Hay relatos que sirven para todo público, pero hay otros que no. A veces,
una historia puede ser trabajada con niños de siete años en adelante, pero
no con niños de seis años o menos.
2.- El nivel de instrucción: pareciera ir unido con el grupo etario, pero no es
algo absoluto. Los niños tienen diferentes velocidades de desarrollo
mental; eso permite que en un mismo grado coexistan niños con un año de
diferencia por debajo o por encima. Sin embargo, en su mayoría, niños de
la misma edad presentan el mismo desarrollo mental. El nivel de
instrucción está relacionado con el grado que se cursa. Es un criterio
pedagógico.
3.- La elección del tema: es un criterio didáctico. Debe estar relacionado
con los objetivos preestablecidos en el diseño curricular y dicho tema debe
estar de acuerdo con los dos criterios anteriores. Los temas suelen ser muy
amplios.
4.- El contenido del material: tema y contenido no son la misma cosa. Un
tema puede abarcar contenidos diferentes. Por ejemplo, el tema puede ser
la familia, y el contenido está referido en un caso a la familia como célula
fundamental de la sociedad (punto de vista social), o bien, referido al
respeto entre los diferentes miembros de la familia (relaciones
intrafamiliares). El contenido también es un criterio didáctico.
5.- El mensaje: es un criterio ético. El mensaje puede estar explícito o
implícito. En este último caso se hace necesaria la explicación del docente.
Por lo general, el mensaje encierra una enseñanza moral, aunque no
siempre es así. Por ejemplo, un cuento como El gato con botas, de Charles
Perrault, no es el más apropiado para ser utilizado en clase. La astucia del
gato lo lleva a ayudar a su amo valiéndose de mentiras. Aunque el relato
tiene un final feliz, su mensaje es negativo, está alejado de la moral.

6.- Tipo de lenguaje: el lenguaje del material a ser utilizado en el aula debe
ser el más adecuado, tomándose en cuenta el grupo etario y el nivel de
instrucción. Debe ser de fácil manejo y comprensión, sin giros rebuscados,
yendo de menor a mayor complejidad de acuerdo con el avance del niño
en sus diferentes niveles de instrucción. Es un criterio práctico.

7.- La extensión del material: es otro criterio práctico. La extensión es

fundamental para desarrollar las actividades en función del tiempo. Un
material demasiado largo no permitirá logros satisfactorios en una jornada
escolar: lectura, discusión y producción escrita, son actividades que deben
ser distribuidas en un tiempo equitativo, pues, de lo contrario, el logro no
será alcanzado. Por lo general, se usa material de poca extensión, pero esto
no es una limitante. Dependerá de las necesidades del grupo. Los
materiales largos, como las novelas, no pueden trabajarse en el aula
únicamente; el estudiante deberá desarrollar la lectura en su casa y las
discusiones se harán en clase.

8.- Intencionalidad del docente: criterio didáctico. Involucra el para qué

del educador. ¿Para qué, es decir, con qué intención desea utilizar un
material literario en clase? ¿Qué se desea lograr? Por ejemplo, un poema
corto, de tres o cuatro estrofas, que hable acerca de los pájaros, puede
servir en un momento dado para enseñar tanto lenguaje como nociones de
zoología. Los niños leerán el poema, alguno puede hacerlo en voz alta, se
podrá hacer una lectura grupal, se harán comentarios y finalmente se les
puede pedir a los niños que encierren en un círculo todos los nombres de
los pájaros. Se les estará trabajando el lenguaje, la dicción, la lectura, la
atención, el reconocimiento de elementos particulares y junto con ello,
aprenderá el nombre de diversos pájaros de su región.
 Los arquetipos
Con los avances de la psicología a partir de los estudios de la
personalidad humana y la aplicación de la técnica del psicoanálisis, es
mucho lo que se ha descubierto en torno al comportamiento humano. El
médico, psiquiatra y fisiólogo austríaco Sigmund Freud (1856-1939), hizo
extraordinarios aportes que permitieron comprender mejor la conducta del
ser humano. Fue el creador del psicoanálisis. Él habló del consciente, del
subconsciente y del inconsciente como partes esenciales de la psique
humana. Posteriormente, uno de sus discípulos, Carl Gustav Jung (1875-
1961), psiquiatra suizo, avanzó un poco más allá y descubrió el
inconsciente colectivo. Introdujo el concepto de arquetipo. Ya no era un
rasgo individual sino algo que caracteriza a pueblos y naciones enteras.
Si se ahonda en el asunto, podemos llegar a comprender que el
inconsciente colectivo y las tradiciones están relacionadas y conforman la
memoria colectiva de los pueblos. Pero dicha memoria colectiva no
siempre es del todo positiva. En ciertas circunstancias, demuestra sus
aspectos negativos y muchos de ellos afloran en la sociedad de diferentes
maneras, en muchos casos afectando los patrones de conducta individual o
social.
En ese caso, aparecen los arquetipos, que son esquemas mentales
que perviven en el inconsciente colectivo de los pueblos como parte de una
memoria ancestral que se transmite de generación en generación y que
pueden llegar a afectar a los individuos de manera psicosocial, influyendo
en el desarrollo de la personalidad, perturbando sus relaciones sociales y
su adaptación social, dependiendo de la intensidad con que cada individuo
desarrolle uno de esos arquetipos. El desarrollo del mismo, como parte de
la personalidad, es totalmente inconsciente y en condiciones extremas
puede ser muy lesivo.
Entre los arquetipos más frecuentes se pueden mencionar: la
cenicienta, el desvalido (o pobrecito), el patito feo y el superhéroe. Desde
luego, existen muchísimos más. La manera cómo se forman están
íntimamente relacionada con el desarrollo de la personalidad y numerosos
factores humanos y sociales influyen en el mismo. En las teorías del
modelaje de la conducta se habla de ellos, sin embargo, acá se referirá sólo
algunos aspectos relevantes de los arquetipos que se revelan a través de la
literatura y que influyen, igualmente, en el apego que tienen las personas
por algunas obras literarias más que por otras. Esto sucede cuando alguien
dice: “me identifiqué con dicha historia” o “con el personaje principal”.
La cenicienta. Es uno de los arquetipos más comunes. Todos
conocemos la historia de la Cenicienta de los cuentos de hadas. La
muchacha maltratada, abusada por su madrasta y confinada siempre a la
cocina, donde vive toda sucia, llena de cenizas, de tizne, y está dedicada a
cocinar y a fregar platos. Pero ella, como toda muchacha, sueña con el
príncipe azul (otro arquetipo) y este príncipe le dará un vuelco total a su
vida, pues ella terminará siendo su esposa y la nueva soberana, dueña de
todo. El asunto va mucho más allá cuando, en la sociedad, muchas chicas
jóvenes, sueñan con conseguir ese “hombre ideal” que les hará cambiar su
vida cual cenicientas. En la vida real, muchas chicas de ambiente rural se
dirigen a las grandes ciudades a buscar un trabajo como criadas o niñeras.
Llegarán a una gran mansión donde los dueños de casa tendrán un hijo
joven, buenmozo, que se fijará en ellas y cual historia rosa se convertirán
en las nuevas señoras, totalmente transformadas. Esta es la misma historia
que se repite y se ha repetido incesante en numerosas telenovelas. Valdría
la pena mencionar algunas, tales como: Rosa Campos provinciana,
Esmeralda, La guajirita, María la del barrio, La zulianita, Topacio, entre
otras muchas. Es la misma historia, la misma estructura y el mismo ideal. Si
la joven no supera esa conducta que alberga en su personalidad, sufrirá
grandes decepciones en el mundo real. En cambio, cuando comprende que
el hombre ideal o el príncipe azul no existen, podrá desarrollar una vida
futura más estable y feliz. Es necesario romper el arquetipo que lleva
dentro y superarlo.
El desvalido o pobrecito. Este se da en un tipo de persona, puede
ser hombre o mujer, aunque pareciera mucho más común en el hombre,
que tiene una autoimagen de ser desvalido al que todos deben
compadecer y ayudar. Este tipo de personalidad es muy manipuladora,
siempre con la intención de conseguir beneficios para su sustento, viviendo
de los demás. La mayoría de los mendigos derivan de una conducta similar.
Se ha dado el caso de algunos que han sido rescatados y ayudados, pero
ellos vuelven a su vida, porque es como se sienten a gusto. Son vividores de
oficio. Este tipo de personaje ha sido llevado al cine en diversas formas y
algunos se han convertido en verdaderas celebridades, como el caso de
Mario Moreno, cuyo personaje mundialmente famoso es Cantinflas. Otros
en la misma línea son Tintán y Resortes, incluso personajes como el Charlot
de Charles Chaplin.
El patito feo. Hans Christian Andersen escribió el cuento titulado
El patito feo. Se trata de un ave que nació en un lugar equivocado, en un
medio igualmente equivocado. Una pata está empollando sus huevos y
cuando nacen todos sus patitos, lindos, debe esperar un tiempo más por el
huevo más grande del cual finalmente nace un polluelo extremadamente
feo y desplumado, muy diferente del resto de los patitos. La madre pata,
superado el impacto inicial, lo acepta tal y como es y decide criarlo. Pero
los demás miembros del corral, es decir, los otros patos, los pavos, las
gallinas, los pollos, le hacen sentir al patito su fealdad y lo rechazan. De
tanto escucharlos, la madre pata termina avergonzándose de su hijo y
también lo rechaza. El pobre patito se queda totalmente solo, sin nadie que
lo quiera y ser marcha. Recorre los campos a medida que va pasando el
tiempo y viviendo aventuras y desventuras. En todas partes es lo mismo,
nadie lo quiere. Se escapa de ser comido por una vieja como plato
exquisito y también de ser atrapado por perros de caza. Finalmente llega a
un lago donde hay unas aves hermosas que nadan y comparten entre sí las
bondades del lugar y él mira a través de los pastos, deseando estar cerca
de ellos, pero sin atreverse por temor a ser rechazado. Sin embargo, es
descubierto y cuando cree que lo van a rechazar, se mira en el agua y se da
cuenta de que es igual a ellos, era uno de ellos. El patito feo había
encontrado su lugar en el mundo. Era un hermoso cisne.
Bien, en el mundo real existen seres humanos que son “patitos
feos”. Son muchas las personas que pueden pasar por momentos en que
llegan a sentirse como tales, pero suele ser algo momentáneo. Sin
embargo, el peligro está en cuando la persona se cree que de verdad es un
patito feo y comienza a ver su vida bajo esa óptica. “No me dieron el
trabajo porque soy feo”, “no me seleccionaron por ser feo”, “reprobé la
materia por ser feo” y poco a poco va bajando su autoestima, sin buscar en
verdad cuáles son los errores que pudiera estar cometiendo, desechando
de sí mismo toda posibilidad de superación, pues la excusa siempre
presente de su fealdad no le permitirá nunca llegar a puestos importantes.
A veces no es precisamente el ser feo, sino tener un defecto muy
acentuado o creer que se tiene ese defecto, por ejemplo, ser cojo, tener la
piel manchada o haber recibido críticas repetitivas sobre algún estilo de
conducta. La historia del patito feo fue versionada en la televisión en una
famosa telenovela colombiana llamada Betty la fea, la cual tuvo tanto éxito
que fue nuevamente versionada unas siete veces en diferentes países
como México, Estados Unidos y Rusia. ¿Por qué tiene éxito una historia
como ésa? Por la identificación que tiene el ser humano de haber pasado
alguna o varias veces por situaciones similares, en especial aquellas más
susceptibles de creer que sus vidas están signadas por el estigma del
rechazo y la poca valoración que se tienen a sí mismos. Es algo universal. El
mundo es competencia, la vida es competencia, todos los seres vivos
compiten entre sí por los beneficios de la vida. Los seres humanos no están
exentos de ello. Esperar que nos lo den todo es como pedir demasiado. Si
la persona se esfuerza debidamente y olvida o deja de su lado su defecto (o
posible defecto), de seguro que logrará una mejor posición en la vida, a que
se dé por vencida por un supuesto defecto que a lo mejor no lo es o que
exista solo en la imaginación de la persona.
En los comienzos del siglo XXI, se puso de moda la literatura de
autoayuda y muchos de los libros producidos están destinados a aumentar
la autoestima de las personas que de un modo u otro se valoran poco a sí
mismas.
El superhéroe. El carácter mesiánico parece una constante en
todas las culturas. Siempre se le ha atribuido casi exclusivamente al
cristianismo y en su base al pueblo judío, pero la verdad es que en todas las
latitudes del mundo, la gente, los pueblos, viven esperando la llegada de un
mesías que los salvará del caos y de la nada, de las tiranías, de la
corrupción y de la maldad de los opresores. Ese carácter mesiánico es el
que ha llevado a encumbrar figuras legendarias o ficticias tales como el
Zorro, el Llanero Solitario, Supermán, Batman, Robin Hood. Todos ellos se
levantan en aras de la justicia a defender a los pobres y oprimidos y el
pueblo, en general, vive soñando con el héroe legendario que se erigirá en
defensor, protector y salvador del mismo.

Este arquetipo es uno de los más peligrosos porque puede llevar a

naciones enteras al caos total. Muchos emperadores romanos, japoneses,
chinos y dictadores americanos se adueñaron del poder aprovechándose
de esta debilidad de los pueblos, quienes demuestran una necesidad
extrema de protección. Cuando este tipo de personas necesitadas de
heroicidad creen encontrar un superhéroe, lo idolatran como a un dios y lo
defienden a veces más que a su vida, no lo cuestionan, todo lo que hacen
les parece bien, es aprobado y todo aquel que lo critica puede llegar a
pasarla mal. Todo esto ha sido aprovechado por muchos tiranos que se han
adueñado del poder, engañando a sus ilusos seguidores, hasta que un día,
ese mismo pueblo se da cuenta de la realidad y termina desechándolos.
 La literatura infantil universal
Como ya se ha dicho, el origen de los cuentos se pierde en lo más
remoto del pasado humano. En la literatura en general, tanto el cuento
como la poesía, los mitos y las leyendas existen desde la antigüedad. Todas
las culturas tienen relatos muy antiguos, como los babilonios, los árabes,
los hindúes. Igualmente las culturas americanas.
A medida que fueron pasando los siglos, muchos cuentos se
fueron convirtiendo en los preferidos de muchos pueblos y se fueron
transmitiendo de generación en generación y hasta han llegado a
convertirse en elementos identificadores de ciertas naciones. Los países
europeos del Norte son ricos en historias milenarias como los cuentos de
hadas. Muchos de ellos fueron compilados por investigadores y escritores
con la finalidad de preservarlos.
En Alemania, los hermanos Jacob (1785-1863) y Wilhelm Grimm
(1786-1859), mejor conocidos como los hermanos Grimm, vertieron al
mundo de las letras cuentos milenarios. Fueron los fundadores de la
filología germánica, pero deben su fama a la recopilación de cuentos
infantiles de la tradición oral. Entre los cuentos están Hansel y Gretel,
Blanca Nieves y los siete enanitos, El sastrecito valiente, Pulgarcito, La bella
durmiente, Los siete cuervos, todas piezas clásicas de la literatura universal.
En Dinamarca, la figura relevante es la de Hans Christian Andersen
(1805-1875). Poeta, dramaturgo y novelista, además es uno de los
cuentistas más famosos del mundo entero. Para sus biógrafos, sus cuentos
reflejan muchos momentos tristes de su vida. Es universalmente conocido
el cuento titulado El patito feo, conmovedora historia que ha generado
miles de versiones tanto en la literatura, así como en el cine y la televisión.
Otros cuentos suyos son: Nicolasín y Nicolasón, Las zapatillas rojas, La
sirenita, El ruiseñor, La aguja de remendar, El traje del emperador, El
soldadito de plomo, entre los más conocidos.
En Italia, Carlo Collodi (1826-1890) se aseguró un nombre en el
mundo de las letras con una historia que ha llegado hasta nuestros días y
que también es de fama universal, fue el creador de Pinocho. Su nombre
real era Carlos Lorenzini. Nació en Florencia, la cuna del Renacimiento; fue
periodista y crítico de teatro. Su obra se tituló Pinocho, historia de un
muñeco de madera (1880). Considerada como un clásico y traducida a
muchos idiomas. También fue autor de Cuentos de hadas (1876), El viaje
por Italia de Giannettino (1876), Minuzzolo (1878), Ojos y narices (1881) e
Historias alegres (1887).
También fue famoso otro italiano, Edmondo De Amicis (1846-
1908), militar de carrera, abandonó las armas por el periodismo y la
literatura; autor de Corazón (1886), que narra la vida de un escolar; ésta ya
no es un cuento sino una novela, pero totalmente adaptada para niños.
Igualmente escribió conmovedoras historias como El pequeño escribiente
florentino y Marco, desde los Apeninos hasta los Andes, versión que fue
llevada a la televisión en muñequitos animados.
En Inglaterra, la figura de Charles Dickens (1812-1870) descuella
con su novela titulada David Copperfield (1849), de carácter autobiográfico
y es mundialmente famoso su Cuento de Navidad, el cual sido llevado a la
televisión y al cine en diversas versiones. También es el autor de El grillo
del hogar, Tiempos difíciles, El club Picktwick, La pequeña Dorrit, Almacén
de antigüedades, Las aventuras de Oliver Twist, Historia de dos ciudades,
entre otras reconocidas obras.
Charles Perrault, escritor francés (1628-1703). Debe su celebridad
a la recopilación de historias de la tradición oral, las cuales reunió bajo el
título de Cuentos de la madre Oca (1697), donde estaban incluidas Barba
azul, Caperucita roja y La Cenicienta. Es de su autoría el cuento titulado El
gato con botas.
Lewis Carroll (1832-1898), escritor, matemático y fotógrafo inglés.
Debe su fama al relato Alicia en el país de las maravillas (1865), el cual
escribió para una niña a la que quería mucho y que se convirtió en un
clásico de la literatura universal. Luego escribió Alicia a través del espejo
(1871), como una continuación del anterior; además: La caza del Snark
(1876) y Silvia y Bruno (1889).
 Antoine de Saint-Exupéry, aviador, matemático, inventor,
novelista, poeta y cuentista francés. Nació en Lyon en 1900. Vertió sus
experiencias como piloto en su producción literaria. Escribió una novela
corta titulada El aviador (1926); luego escribió Vuelo nocturno (1931),
Piloto de guerra (1942), pero su obra más famosa y reconocida
mundialmente ha sido El principito (1943), considerada como una fábula
infantil. Desapareció durante la realización de la que fue su última misión
de aviación en 1944 y nunca más se supo de él.
La novela en la literatura infantil y juvenil
Es menos frecuente encontrar novelas destinadas al público
infantil debido a diversas razones. Por un lado, el desarrollo relativamente
reciente de la novela como género literario con respecto al cuento ha
incidido en esto. Pero mayor peso ha tenido el factor de la extensión, ya
que el cuento resulta muchos más apropiado para los niños de la primera y
segunda infancia, su lectura es rápida y se puede realizar de una sola vez, lo
cual no sucede con la novela.
No obstante, desde hace mucho tiempo, destacados escritores
produjeron novelas que llamaron la atención de todo pueblo, incluido el
infantil y el juvenil. De los autores ya nombrados, escribieron novelas con
temas infantiles Charles Dickens y Edmondo De Amicis. Dickens escribió
David Copperfield, la historia de un niño huérfano que pasa innumerable
privaciones, hasta que se refugia en la casa de su tía, quien parecía de muy
mal carácter, pero que en el fondo era un alma muy noble. David llega a ser
un adulto cabal y logra todas sus metas personales como una profesión,
matrimonio y una vida social digna y respetable, demostrando que las
vicisitudes no determinan el destino de las personas, sino su voluntad de
prosperar y sus ganas de salir adelante. Por su parte, De Amicis escribió
Corazón, que es el relato de la vida de un escolar y el ambiente donde se
desarrollan las escenas, la escuela; de alguna manera, constituye una crítica
al sistema educativo de su época y pone de relieve el significado del mundo
para los niños, sus vivencias y su óptica. Es considerada, por muchos, la
obra cumbre de su autor, pero sin duda alguna, la más famosa de él.
Mark Twain, seudónimo de Samuel Langhorne Clemens, nació en
Florida, Estados Unidos, en 1835. Realizó diversos trabajos antes de
iniciarse como conferenciante y periodista. Escribió novelas de aventuras,
entre las que destacan Las aventuras de Tom Sawyer (1876) y Las
aventuras de Huckleberry Finn (1884), adaptadas a todo público. Además,
fue autor de Vida en el Mississippi (1887), Un yanqui en la corte del rey
Arturo (1889), El hombre que corrompió Hadleyburgh (1900). Murió en
Redding, Estados Unidos, en 1910.
Johnathan Swift nació en Dublín, Irlanda, en 1667. Tuvo una
intensa actividad política y religiosa, además de literaria. Fue un ardiente
defensor de la autonomía irlandesa en contra de la dominación inglesa.
Escribió numerosas obras literarias de contenido social y político, pero la
que le aseguró un puesto en el panorama mundial fue Viajes de Gulliver
(1726), recordada hasta nuestros días. Murió en su ciudad natal en 1745.
Jack London, seudónimo de John Griffith London, nació en San
Francisco, Estados Unidos, en 1876. Fue minero, buscador de oro y
corresponsal de guerra. Pronto descubrió la pasión por la literatura, la cual
cultivó por medio de diversos géneros. Su primer gran éxito se tituló La
llamada de la selva (1903). Escribió libros de contenido político, futurista y
autobiográfico, pero destacan los de aventuras, como Colmillo blanco
(1906), historia de un lobo que desarrolla una relación particular con un ser
humano, así como Lobo de mar (1904). De gran relevancia es su novela
Martin Eiden (1909). Murió en Glen Ellen, Estados Unidos, en 1916.
Daniel Defoe, prolífico escritor inglés, nacido en Londres hacia
1660. Aunque su padre era carnicero, recibió una buena educación; sin
embargo, prefirió dedicarse al comercio. De su copiosa producción literaria,
destaca la novela Róbinson Crusoe (1719), libro de aventuras de un
hombre que naufraga ante las costas del Orinoco y termina en una isla
desierta, donde vivirá 28 años de su vida. Para algunos críticos, Defoe es
considerado el padre de la novela de aventuras. De su producción se puede
mencionar: Vida, aventuras y piratería del famoso capitán Singleton (1720),
El coronel Jack (1720), Moll Flanders (1722), Lady Roxana (1724). También
cultivó el ensayo. Murió en Moorfields en 1731.
 Johanna Spyri nació en Suiza el 12 de junio de 1827, en la aldea de
Hirzel, cerca de Zúrich. Su nombre de soltera era Johanna Heusser, pero
luego adoptó el apellido de su marido. Tuvo enorme afinidad por la música
y la naturaleza. Escribió alrededor de veinte libros, dedicando muchos de
ellos a los niños, tales como La pequeña salvaje, El lago de los ensueños,
Luisita, entre otros. Pero fue su novela Heidi (1880) la que le dio la
inmortalidad. A pesar de la fama adquirida, siempre prefirió vivir apartada
del gran público. Heidi es la historia de una niña huérfana que va a vivir a
los Alpes suizos con su abuelo solitario. La historia ha sido versionada en el
cine varias veces y en televisión en muñequitos animados. Según algunos
críticos, ella hace un retrato de la sociedad suiza de aquella época. Falleció
en Zúrich en 1901.
Louise May Alcott, escritora estadounidense, nació en
Germantown, Pensilvania, el 29 de noviembre de 1832 y murió en Boston
el 6 de marzo de 1888. Escribió numerosos trabajos, pero es reconocida
por su famosa novela Mujercitas (1868). Supo demostrar un agudo poder
de observación acompañado de sano humor al tratar sus personajes.
Mujercitas es, en parte, de carácter autobiográfico, allí relata su niñez junto
a sus hermanas, donde destacan los valores tradicionales y del hogar.
Escribió relatos para niños y otra novela titulada Hombrecitos, pero esta no
alcanzó la fama de la anterior.
Mesías: recordatorios para el alma avanzada (2004), Vidas curiosas: las
aventuras de las crónicas del hurón (2005), Vuela conmigo (2009), Gracias a
tus malos padres (2012), Viajes con Puff (2013). Sin embargo, su fama se
debe a Juan Salvador Gaviota, donde el personaje, un ave, explora al
máximo su propia capacidad de vuelo y nos transmite lo trascendental que
puede ser la vida de cada uno de nosotros al no estar destinados
solamente a comer y vivir. Es una obra fantástica.
Como se puede apreciar, toda esta producción demuestra que
desde tiempos remotos, los escritores se han ocupado del público infantil y
juvenil. Sólo que ahora es cuando se habla de “literatura infantil” bajo este
rótulo, el cual no fue empleado antes. Además, también es ahora cuando
se ha tratado de teorizar acerca del tema desde diferentes puntos de vista,
entre los cuales se destacan los aspectos filosófico, formativo y educativo
de las obras literarias consideradas aptas para el público infantil.

Richard Bach, aviador, mecánico de aviación, novelista y cuentista.

Nació en Oak Park, Illinois, Estados Unidos, el 23 de junio de 1936. Vivió sus
primeros años en Long Beach, California. Estudió mecánica de aviación en
la Universidad Estatal. Fanático de la navegación aérea, tuvo preferencia
por los aviones antiguos. Su experiencia como piloto la ha vertido en la
literatura, donde ha expresado su propia visión y filosofía de la vida. Editor
de la revista Flying. Autor de Ajeno a la Tierra (1963), Biplano (1966), Nada
es por zar (1969), Juan Salvador Gaviota (1970), El don de volar (1974),
Ningún lugar está lejos (1976), Ilusiones (1977), Puente hacia el infinito
(1984), Uno (1988), Al otro lado del tiempo (1993), Alas para vivir (1995),
Fuera de mi mente (2000), Crónica de los hurones I. En el mar (2002),
Crónica de los hurones II. En el aire (2002), Crónica de los hurones III. En las
musas (2003), Crónica de los hurones IV. En el rancho (2003), Manual del
 La literatura infantil en Venezuela
Algo de lo que no escapa casi ningún país del mundo es de la
tradición oral. En Venezuela, como en muchos otros países americanos y
del mundo, dicha tradición se inscribe en las corrientes folclóricas. De tal
manera, el folclore es la fuente más rica para todo tipo de literatura y
dentro de ellas, la literatura infantil. La palabra folclore viene del inglés folk,
que significa tradición, saber popular, entre otros significados. Aunque
estamos acostumbrados a ver la palabra escrita con k, folklore, el
Diccionario de la Lengua Española lo admite desde hace varias décadas con
c, folclore o folclor.
Venezuela es un país mestizo donde predominan dos raíces
fundamentales que son la indígena y la hispánica, las cuales conforman el
setenta por ciento de nuestra composición sociocultural. A esto se unen los
aportes africano, italiano, portugués y árabe, todas las cuales han tenido un
peso relevante en nuestra conformación cultural. En época reciente, la
inmigración china ha sido muy notable. En las diversas culturas indígenas,
las más notables las conforman los guajiros o wayuu, los yanomamis y los
kariñas, estos últimos descendientes de los caribes. Todo ello le ha dado al
país un matiz de universalidad y pluriculturalidad, observable en las
costumbres, la gastronomía, artesanía, aficiones, etcétera. Y por supuesto
en el lenguaje y las expresiones relacionadas con la oralidad, lo cual ya ha
sido tocado en la parte de las tradiciones, especialmente la tradición oral.
En lo referente a la literatura infantil, para el siglo XIX, se
encuentra la figura cimera de Andrés Bello, hombre que vistió de elegancia
la literatura venezolana con su quehacer poético de estilo neoclásico.
Aparte de su poesía, artículos de opinión, su saber filosófico y sus estudios
gramaticales, nos legó unas Fábulas, que no eran sino lecciones con
contenido político en defensa de lo americano.
Para 1841, se documenta la aparición del que se considera el
primer libro para niños publicado en Venezuela, titulado Lecciones de
buena crianza, moral y mundo, de Feliciano Montenegro Colón, el cual, en
consonancia con la época, está recargado de enseñanza moral. También,
para la época, se publicó un libro titulado El libro de la infancia por un
amigo de los niños (1865), el cual tuvo éxito y dos reediciones, una en
Caracas en 1874 y otra en España, cuyo autor fue Amenodoro Urdaneta.
Sin embargo, según opiniones recientes, como la de Efraín Subero, el
nacimiento de la literatura infantil venezolana está ligada a la cultura de los
textos escolares, donde siempre hubo preocupación por la selección de
poemas e historias infantiles de carácter didáctico, apropiados para
enriquecer la enseñanza.
En la segunda mitad del siglo XX, hubo una explosión de autores
de literatura infantil, donde se ha cambiado la óptica. Se piensa en el niño y
el adolescente como generador de ideas propias y como parte de un
público lector exigente, que ya no se conforma con cualquier cosa ni con lo
que hay, sino que tiene capacidad de seleccionar sus propios temas, lo que
contribuye a un proceso auto formativo. Seguidamente se da una lista de
autores que, entre su producción literaria, dedicaron parte de su creación a
los niños, en algunos casos con carácter casi exclusivo.
Tulio Febres Cordero (1860-1938). Escritor, poeta y docente;
hombre de carácter polifacético. Nativo de Mérida, estudió en la
Universidad de Los Andes, de donde fue profesor y luego rector. Fundó el
periódico El Lápiz, en Mérida (1865). Inventó la imagotipia, técnica de
reproducción de imágenes por medio de tipos de imprenta; por esto
recibió una medalla de oro en la Exposición de Sevilla, en España, en 1929.
Escribió narraciones de carácter folclórico y costumbrista, así como sus
trabajos de investigación: Mitos de los Andes (1900), Colección de cuentos
(1906), Tradiciones y leyendas (1911); además: La laguna de Urano, La
hechicera de Mérida, El perro Nevado. Se ocupó igualmente de recopilar
canciones dedicadas a los niños. Murió en la misma ciudad que lo vio
nacer.
Luis Manuel Urbaneja Achelpohl (1875-1937). Nació y murió en
Caracas. Escritor, fue el iniciador del modernismo en Venezuela, pero luego
evolucionó hacia temas autóctonos. Escribió: En este país (novela, 1916), El
tuerto Miguel (novela, 1927), La casa de las cuatro pencas (novela, 1937).
Autor de cuentos como: Los abuelos, Botón de algodonero, Pantaleón, El
mulatero y El ovejón.
José Rafael Pocaterra (1889-1955). Nació en Valencia, estado
Carabobo. Escritor y político. Vivió en el exilio durante la dictadura de Juan
Vicente Gómez. Posteriormente, llegó a ser presidente de la cámara de
senadores y ministro del Trabajo. Autor de El doctor bebé (1913), Vidas
oscuras (1913), Tierra del sol amada (1917), Memorias de un venezolano de
la decadencia (1919). Escribió un volumen titulado Cuentos grotescos
(1922), de donde sobresale el cuento titulado De cómo Panchito Mandefuá
cenó con el Niño Jesús, llevado a la televisión; también es muy conocido su
cuento La i latina.
Julio Garmendia (1898-1977). Nació en El Tocuyo, estado Lara.
Destacado escritor, desarrolló un estilo propio dentro de la literatura
venezolana; se le ha considerado como el iniciador de la literatura de
ficción en América Latina. Viajó por Europa. Autor de La Tienda de muñecos
(1927), La tuna de oro (1951); después de su muerte se publicaron: La hoja
que no había caído en su otoño (1979) y Opiniones para después de la
muerte (1984). Muy recordados son sus cuentos Manzanita y Las dos
Chelitas. Murió en Caracas.
Antonio Arráiz (1903-1962). Uno de los grandes escritores
venezolanos, nació en Barquisimeto, estado Lara. Autor de novelas: Puros
hombres (1938) y Dámaso Velásquez (1944). Son famosos sus cuentos de
Tío Tigre y Tío Conejo (1940), donde presenta el primer bestiario nacional
de inspiración popular, tomado de la tradición oral venezolana; allí los
animales logran representar características humanas de nuestra
conformación social y destaca la “viveza” del venezolano, representada por
tío Conejo. Entre sus cuentos figuran: La cucarachita Martínez y el ratón
Pérez, El diablo que perdió el alma (1954). En este último figuran los relatos
Cincuenta ducados, Juan Luis de la Rosa, La espada toledana, Los lunares de
la virreina y No son blancas las Bejarano. Murió en Wesport, Estados
Unidos.
Rafael Rivero Oramas (1904-1994). Nació en Tácata, estado
Miranda. Novelista, humorista, cuentista y cineasta. Fundó varias revistas
infantiles: El Fakir, Cuas Cuas, Caricaturas (1926), Onza, Tigre y León (1938)
y Tricolor. Ganó el premio de cuentos infantiles de la editorial Doncel, de
Madrid, España, con Atapaima y el tigre. Autor de Pantomimas del tío
Nicolás, El pájaro encantado, La sangre del sapo, La ratoncita Margarita
(1950), Titirifí, el perrito del circo (1950), Aventuras del mediecito (1950), La
danta blanca (novela, 1965), Abejitas criollas sin aguijón (1973), El mundo
del tío Conejo (1973), El hojarasquerito del monte (1981), La piedra del
zamuro (1981), Tío Caricari (1989), El hombre, el tigre y la Luna (1994).
Cesáreo de Armellada. Sacerdote, ensayista, lingüista,
antropólogo, etnólogo (1908-1996). Su verdadero nombre era Jesús María
García Gómez. Nació en Armellada del Órbigo, León, España, y murió en
Caracas. Fue miembro de la Sociedad de Estudios Americanistas en París,
Francia, de la Academia Venezolana de la Lengua, de la Academia de la
Historia de Venezuela y director del Instituto de Lenguas Indígenas de la
Universidad Católica Andrés Bello, en Caracas. Autor de: Gramática y
diccionario de la lengua Pemón. Arekuna, Taurepán, Kamarakoto, familia
Caribe (2 vol., 1943-1944); Cómo son los indios pemones de la Gran Sabana
(1946); Los motilones, raza indómita desde el siglo XV al XX (1954),
Afluencia de nuestras lenguas indígenas al caudal español (1970), Fuero
indígena venezolano (1977), Las lenguas indígenas venezolanas y el
castellano de Venezuela (1978). Como compilador produjo: Por la
Venezuela indígena de ayer y de hoy; cuentos de misioneros capuchinos en
viaje por Venezuela indígena durante los siglos XVII, XVIII y XX (1960),
Taurón Pantón: cuentos y leyendas de los indios pemones (1964), Leyendas
de los indios pemones (1972), Pomentón Taremurú (invocaciones mágicas
de los indios pemones) (1972), Taurón Pantón (II). Así dice el cuento (1973),
La madre del fuego (cuento pemón, 2002), Rabipelado con la grulla, el
piapoco y la gallineta (2004).
José Antonio Escalona (1917). Nació en Sanare, estado Lara.
Poeta, crítico, biógrafo y ensayista. Recibió el título de profesor de
castellano y literatura en el Instituto Pedagógico de Caracas, de donde
posteriormente sería profesor. Igualmente ejerció la docencia en la
Universidad Central de Venezuela y en la Academia Militar. Recibió
diversos premios a lo largo de su carrera como escritor. Fundador del grupo
literario Yunke (1941). Su obra ensayística y poética es muy copiosa. Autor
de Onza, Tigre y León. Además escribió Andrés Bello en imágenes para
niños (1952), La isla de las perlas y la perla de las islas (cuento, 1996).
Humberto Rivas Mijares (1919-1981). Nació en Valencia, estado
Carabobo. Periodista y posteriormente profesor de periodismo en la
Universidad Central de Venezuela. Fue director de la Revista Nacional de
Cultura (1947-1948). También fue cuentista. Autor de Gleba (1942), Hacia
el Sur (1942), Ocho relatos (1944), El murado (1949). Murió en Caracas.
Carmen Delia Bencomo (1923-2002). Nació en Tovar, estado
Mérida. Poetisa, cuentista, dramaturgo infantil. Estudió en Caracas, realizó
cursos de literatura infantil en el Instituto de Mejoramiento Profesional del
Magisterio, en Caracas. Igualmente realizó cursos de literatura infantil y de
biografías infantiles en Europa, donde permaneció un año. Fue maestra de
preescolar y bibliotecaria en Caracas y en Cabimas. Colaboró con
numerosas publicaciones venezolanas; fue directora del suplemento
infantil Petroquito, de la revista Pequivén (de la Petroquímica de
Venezuela), en 1988. Autora de cuentos como Muñequitos de aserrín
(Buenos Aires, Argentina, 1958), La cigarra niña (1965), Cocuyos de cristal
(Caracas, 1965), Los luceros cuentan niños (Caracas, 1967), Los papagayos
(1968), Cartilla del aire (1970), El diario de una muñeca (novela juvenil,
Maracaibo, 1972), Un cuento blanco para Mary (1988), Cantaclaro, el hijo
del viento (Caracas, 1997). Recibió numerosos premios y reconocimientos.
Orlando Araujo (1928-1987). Nació en Calderas, estado Barinas.
Autor de Los viajes de Miguel Vicente pata caliente (1977), Siete cuentos
(1977), El niño que llegó hasta el Sol (1979), Cartas para Sebastián para que
no me olvide (1988), El niño y el caballo (1992). Murió en Caracas.
Jesús Rosas Marcano (1931-2001). Nació en La Asunción, estado
Nueva Esparta. Poeta, periodista y humorista. Estudió periodismo en la
Universidad Central de Venezuela (UCV), de donde egresó en 1958; realizó
posteriormente estudios de especialización en la Universidad de La
Sorbona, en París, Francia. Profesor en la UCV. Se le consideró el “maestro
del periodismo escolar”. Fue una persona muy querida, dado su sencillez y
su buen humor. Entre otras obras, fue autor de: El periodismo escolar:
objeto y método (1971), El periodismo escolar: orientaciones para maestros
(1976), La voz creadora del contador de cuentos (1978), El conde León y
Carúpano (1982), El periódico en la escuela y desde la escuela (1999). Murió
en Caracas.
Ligia Elena Rojas. Maestra de aula, docente y narradora, nació en
Maturín, estado Monagas, el 17 de agosto de 1931. Estudió en la Escuela
Normal Miguel Antonio Caro, de Caracas, de donde egresó como maestra
normalista y posteriormente estudió en el Instituto Pedagógico de Caracas,
de donde egresó como profesora en filosofía y ciencias de la educación. Ha
sido colaboradora de numerosos diarios. Autora de: Caminos y rostros de
ayer, Manuela, mujer republicana; Cerca del ayer. En poesía: Espacios del
silencio, Íntima lejanía, Errancia y Miel en los ojos. De su producción para
niños, destaca el libro Se busca un papá y Los colmillos del tigre (2005),
conjunto de cuentos infantiles que han sido utilizados como material
educativo.
Luis Carlos Neves. Poeta, crítico, abogado, novelista, ensayista y
editor. Estudió leyes en la Universidad Federal de Minas Gerais, en su país
natal, Brasil. Especialista en literatura infantil, ha roto todos los récores en
obtención de premios en esta materia. Reside en Venezuela desde 1983.
Autor de la novela Carabela carabela (1992). Ha sido un invitado
permanente de la biblioteca Alfredo Armas Alfonzo, de El Tigre, y de la
Fundación Bichito de Luz, donde ha participado en las actividades anuales
de cuentacuentos. Ha escrito Marita y el lobo. Cuentos para contar (1985),
La gotica testaruda y otras fábulas (1986), Hazañas del sapo Cururú (1991),
Duendes de aquende y de allende (1991), Amigos es para eso (1991),
Vaivenes de Navidad (1994), Cuentos de junio (1995), Amigos emplumados
(1996), Duendes de antaño y hogaño (2002), además de novelas y ensayos.
Además de la obra Teatro infantil venezolano del siglo XIX: cuatro autores
(1995).
 Armando José Sequera (1957). Narrador, investigador y
periodista. Nació en Caracas. Estudió comunicación social en la Universidad
Central de Venezuela. Ha sido colaborador de numerosos diarios y revistas
del país. Ha sido traducido al alemán y al búlgaro. Igualmente, ha
participado en las actividades de cuentacuentos realizadas en El Tigre.
Recibió el premio Nacional de Literatura para Niños y Jóvenes Rafael Rivero
Oramas (1998). Ha recibido numerosas distinciones y reconocimientos.
Autor de Evitarle malos pasos a la gente (1982), Fábula del cambio de rey
(1990), Espantarle las tristezas a la gente (1994), Pequeña sirenita nocturna
(1997), Teresa (2000), entre otros títulos.
Sandy Rafael Tucci, profesor universitario, biólogo, investigador y
escritor, nacido en El Tigre, estado Anzoátegui. Es autor de Cuentos de
Navidad, publicado por primera vez en Caracas en 1998; reeditado en
Caracas, octubre de 2009, y en Madrid, España, diciembre de 2009, donde
toca temas infantiles. Libro contentivo de tres cuentos: “Carta para una
abuela”, “La ilusión de la Navidad” y “Annunzio”, donde los protagonistas
son niños de entre diez y doce años. Este libro fue declarado bien de
interés cultural por el Instituto de Patrimonio Cultural en el año 2005 y ha
sido utilizado como material literario en diversos institutos educativos de la
región. Otras obras del autor son: Los anglicismos en la prensa de Caracas
(1990, inédito), El destino (cuentos, 1999), Los aromas del viento (poesía,
2001), Un día mágico en la vida de Magda (cuentos, 2006), Ortografía
efectiva (2011); La sonrisa de la sirena (novela, 2014, inédita).
Militza Vásquez (El Tigre, 1964) y Elisa Casillo (Las Mercedes del
Llano, Guárico, 1967) son compiladoras de obras infantiles tales como:
Para soñar en Navidad, que incluye los cuentos de autores infantiles
“Bichito de Luz en Navidad”, de Carlos Enrique Esteves, de ocho años de
edad; “Algo le pasó a Santa”, de Ricardo Alberto Scioville Tovar (9 años);
“La rama a la que le gustaba la Navidad”, de Oscar Enrique Medina
Matheus (7 años); “El león Amanía y la Navidad”, Víctor González (7 años);
“Santa Claus y sus renos”, Ariana Salpetier (6 años); “Un oso en Navidad”,
de Cristian Mejías (8 años); “El niño que descubrió la Navidad”, de Vanesa
Vásquez (7 años); y “El fantasma de Navidad”, de Alejandro Enrique
Suemoro (7 años). Igualmente, publicaron el libro titulado 8 cuentos de
príncipes y princesas (Barcelona, 2008), que incluye los cuento “La princesa
Vallita y el sueño anhelado”, de Vanessa Vásquez de 8 años; “El príncipe
luchador”, de Carlos Esteves (9 años), “Los dragones y el rey”, de José Luis
Miguel Sifontes (10 años); “La princesa Madeleyn y el príncipe Diego”, de
Jesús Maita (8 años); “El pastor inteligente”, de Daniela Hernández (6
años), “La reina malvada”, de Rod Williams Dorta (8 años), “El príncipe
Zacarías y la pelea del dragón”, de Óscar Medina (9 años), y “Ángel de mi
guarda… dulce compañía”, de Francesca Rodríguez (8 años). En estos
cuentos destaca el imaginario infantil, al ser ellos los productores de sus
propios cuentos, son reveladores de lo que existe en el inconsciente
colectivo.
Patricia Posani Ron. Nació en El Tigre en 1972. Se ha
desempeñado como promotora de lectura en la Fundación Bichito de Luz,
En El Tigre. Ha participado en numerosos talleres literarios y de formación.
Ha publicado relatos y artículos en diarios, revistas y en páginas web. Es
autora de Rey Oso pierde su corona, dirigido a los niños de la primera
infancia. Colaboradora de la página “Bichito de Luz” en el diario Mundo
Oriental, de El Tigre.
Para cerrar este capítulo, se puede agregar que la literatura
infantil en Venezuela tomó un camino propio y ha venido a enriquecer el
panorama literario venezolano desde finales del pasado siglo, de modo que
en la actualidad hay numerosos trabajos de investigación al respecto,
trabajos de compilación, personas dedicadas a la creación literaria para
niños. Igualmente, existe una visión crítica de dichos trabajos y posturas
algo diversas, pero todas apuntando hacia la importancia de la literatura
infantil en la educación venezolana.
 Obras recomendadas para ser trabajadas
en el aula
En educación básica
Ana Isabel, una niña decente (novela), de Antonia Palacios
Annunzio (cuento), de Sandy Rafael Tucci
Corazón (novela), de Edmondo De Amicis
Cuento de Navidad, de Charles Dickens
David Copperfield (novela), de Charles Dickens
De cómo Panchito Mandefuá cenó con el Niño Jesús, de José Rafael
Pocaterra
El diario de Ana Frank (autobiografía), de Ana Frank
El grillo del hogar (cuento), de Charles Dickens
El pájaro azul (cuento), de Maurice Maeterlinck
El patito feo (cuento), de Hans Christian Andersen
El pequeño escribiente florentino (cuento), de Edmondo De Amicis
El perro Nevado (cuento), de Tulio Febres Cordero
El principito (cuento largo), de Antoine de Saint-Exúpery
Juan Salvador Gaviota (novela corta), de Richard Bach
Heidi (novela), de Johanna Spyri
La cigarra niña (cuento), de Carmen Delia de Bencomo
La i latina (cuento), de José Rafael Pocaterra
La madre del fuego (compilación), de Cesáreo de Armellada
Las dos Chelitas (cuento), de Julio Garmendia
Las cinco águilas blancas (leyenda), de Tulio Febres Cordero
Leyendas de los indios pemones (compilación), de Cesáreo de Armellada
Leyendas históricas de Venezuela I y II (compilación), de Arístides Rojas
Manzanita (cuento), de Julio Garmendia
Mis tres primeros cuentos infantiles, de Isbelia Henríquez de Ruiz
Mujercitas (novela), de Louise May Alcott
Ningún lugar está lejos (fábula), de Richard Bach
Ocho cuentos de príncipes y princesas, comp.de M. Vásquez y E. Castillo
Rabipelado con la grulla, el piapoco y la gallineta (compilación), de Cesáreo
de Armellada
Rey Oso pierde su corona (cuento), de Patricia Posani
Rimas para la educación (poesía), de Jesús Rafael Núñez León
Se busca un papá (cuento), de Ligia Elena Rojas
Taurón Patón: cuentos y leyendas de los indios pemones (compilación), de
Cesáreo de Armellada
En educación media
Alocución a la poesía (poesía), de Andrés Bello
Buen día señor Ávila (poesía), de Aquiles Nazoa
Cantaclaro (novela), de Rómulo Gallegos
Casas muertas (novela), de Miguel Otero Silva
El alquimista (novela), de Paulo Coelho
El general en su laberinto (novela), de Gabriel García Márquez
El limonero del Señor (poesía), de Andrés Eloy Blanco
El Pópol Vuh, libro de los mayas
El venado (cuento), de Oscar Guaramato
El viejo y el mar (novela), de Ernest Hemingway
Fiebre, de Miguel Otero Silva
España en llamas (novela), de José Miguel Fernández
Ifigenia, diario de la una señorita que escribía porque se fastidiaba (novela),
de Teresa de la Parra
La balada de Jenny Lin (prosa poética), de Aquiles Nazoa
La hilandera (poesía), de Andrés Eloy Blanco
La niña vegetal (cuento), de Oscar Guaramato
La oración por todos (poesía), de Andrés Bello
La trepadora (novela), de Rómulo Gallegos
Los hijos infinitos (poesía), de Andrés Eloy Blanco
Memorias de mamá Blanca (novela), de Teresa de la Parra
Mi padre el inmigrante (poesía), de Vicente Gerbasi
Odas elementales (poesía), de Pablo Neruda
Oficina N° 1 (novela), de Miguel Otero Silva
Silva criolla (poesía), de Francisco Lazo Martí
Silva a la agricultura en la zona tórrida (poesía), de Andrés Bello
Vuelta a la patria (poesía), de Juan Antonio Pérez Bonalde.
 Un poco de la historia literaria de Venezuela
15 mil años antes de la llegada de Colón: diversas culturas poblaban
nuestro territorio, con diferentes lenguas y distintos modos de
subsistencia; sin embargo, ninguno poseía un sistema de escritura.
1° al 5 de agosto de 1498: primera referencia escrita sobre nuestras tierras
en la Tercera carta de Colón a los Reyes Católicos.
Siglo XVI: Elegía de varones ilustres de Indias, de Juan de Castellanos,
suerte de crónica versificada y la cual se considera el escrito poético más
antiguo hecho en Venezuela. La primera parte se publicó en 1589
Siglo XVII: fray Jacinto de Carvajal escribió Relación del descubrimiento del
río Apure hasta su ingreso en el Orinoco.
Año de 1723: José de Oviedo y Baños escribió Historia de la conquista y
población de la Provincia de Venezuela, la cual se considera la primera
historia de Venezuela, publicada en Madrid, España, en ese mismo año.
Año de 1808: llega la imprenta a Caracas, traída por Francisco de Miranda,
quien ya había intentado traerla en 1806, pero encontró impedimentos y
no pudo desembarcarla, por lo cual la llevó a Trinidad, donde permaneció
dos años, cuando finalmente la trajo a Venezuela.
24 de octubre de 1808: primer periódico venezolano, la Gazeta de Caracas.
Año de 1810: se publica el primer libro titulado Calendario manual y guía
universal de forasteros de Venezuela en 1810, de Andrés Bello.
Año de 1815: Simón Bolívar escribe su célebre Carta de Jamaica.
Año de 1818: instalada la imprenta en Angostura (actual Ciudad Bolívar)
donde se imprime desde ese año hasta 1822 el Correo del Orinoco, órgano
sumamente importante al servicio de la causa independentista.
Año de 1819: Simón Bolívar pronuncia el histórico Discurso de Angostura.
Año de 1839: Fermín Toro publica el primer cuento documentado en la
literatura venezolana titulado La sibila de los Andes.
Año de 1842: primera novela documentada, escrita por Fermín Toro,
titulada Los mártires.
Año de 1847: don Andrés Bello publica en Santiago de Chile la Gramática
castellana, destinada al uso de los americanos.
Año de 1883: se crea la Academia Venezolana de la Lengua,
correspondiente de la Española, por decreto de Antonio Guzmán Blanco, el
10 de abril de 1883. Se instaló el 26 de julio de 1886 y su primer director
fue el ya mencionado, para entonces presidente de la República. La
institución estaría conformada por 18 académicos, número que fue elevado
a 24 en 1951.
Año de 1892: aparece en Caracas la revista El Cojo Ilustrado, que se
convertirá en la mayor referencia literaria de la época, la cual dura hasta
1915.
Año de 1894: comienza a editarse en Caracas la revista Cosmópolis. Esta se
publica hasta 1898.
Año de 1909: el poeta Andrés Mata fundó en Caracas el diario El Universal,
que llegaría a ser uno de los más influyentes del país en el siglo XX y donde
se expresaron numerosos intelectuales venezolanos.
Año de 1916: por primera vez un venezolano gana un premio internacional
de literatura, en Argentina, con la novela titulada En este país, del autor
Luis Manuel Urbaneja Achelpohl.
Año de 1924: una mujer venezolana, Teresa de la Parra, publica su novela
titulada Ifigenia, diario de una señorita que escribía porque se fastidiaba, la
cual tuvo éxito inmediato y fue traducida al francés.
Año de 1925: por primera vez un venezolano, Rufino Blanco Fombona,
respaldado por altas personalidades del mundo intelectual de España, fue
postulado para el premio Nóbel de Literatura. En esa oportunidad, ganó el
premio el escritor inglés George Bernard Shaw.
Año de 1929: el excelso escritor venezolano Rómulo Gallegos publicó en
Barcelona, España, en la editorial Araluce, su novela titulada Doña Bárbara.
Al poco recibió un reconocimiento por ser el libro más vendido del mes.
Esta novela ha sido, hasta la fecha de 2014, las más traducida de las obras
literarias venezolanas, a más de cuarenta lenguas en todo el mundo, lo que
convirtió a Gallegos en el escritor venezolano de mayor reconocimiento
universal y el más traducido de todos nuestros escritores.
Año de 1943: fue fundado en Caracas el prestigioso diario El Nacional, por
Miguel Otero Silva, Antonio Arráiz y Henrique Otero Vizcarrondo. En el
seno de dicho diario se creó el Concurso Anual de Cuentos por donde
pasaron algunos de los más prestigiosos escritores venezolanos del siglo
XX.
Año de 1946: Fundación de la Facultad de Filosofía y Letras de la
Universidad Central de Venezuela.
Año de 1948: comienza a otorgarse en Venezuela el premio Nacional de
Literatura, cuyo primer galardonado fue el escritor y ensayista Mario
Briceño Iragorry. Los escritores más notables de la Venezuela del segundo
siglo XX recibieron este premio, entre quienes mencionamos a: Mariano
Picón Salas, Fernando Paz Castillo, Ramón Díaz Sánchez, Rómulo Gallegos,
Arturo Uslar Pietri, Guillermo Meneses, Juan Liscano, Miguel Otero Silva,
Isaac J. Pardo, Julio Garmendia, Vicente Gerbasi, Alfredo Armas Alfonzo,
José Ramón Medina, Orlando Araujo, Antonia Palacios, Ida Gramcko, Rafael
Cadenas, Eugenio Montejo.
Año de 1960: el escritor venezolano Rómulo Gallegos fue postulado para el
premio Nóbel de Literatura debido a su extensa obra. Fue respaldado por
España, México, América Central, Colombia y Perú, pero no por Venezuela.
El premio lo ganó el escritor francés Alexis Léger, cuyo seudónimo literario
era Saint John-Perse.
Año de 1961: se publica en Buenos Aires, Argentina, la novela Oficina N°1,
del escritor venezolano Miguel Otero Silva, la cual sido traducida al polaco,
ruso, portugués, serbocroata, entre otras lenguas. Esta novela narra el
surgimiento de un pueblo petrolero en las sabanas del Oriente venezolano
llamado Oficina (actual El Tigre). Miguel Otero Silva, anzoatiguense, nacido
en Barcelona, ha sido tal vez, después de Rómulo Gallegos, el escritor más
traducido de Venezuela.
Año de 1967: se crea por iniciativa del Estado venezolano el Premio
Internacional de Novela Rómulo Gallegos, para escritores de habla hispana.
El primero en ganarlo fue Mario Vargas Llosa, de Perú, con la Casa Verde, y
el segundo, el escritor colombiano Gabriel García Márquez, con Cien años
de soledad. Ambos obtendrían posteriormente el premio Nóbel de
Literatura.
Año de 1980: el venezolano Miguel Otero Silva recibió el premio Lenín de la
Paz, otorgado por la entonces Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas
(URSS).
Año de 1990: don Arturo Uslar Pietri recibió el premio Príncipe de Asturias,
mención Letras, otorgado por España, por su condición de “creador de la
novela histórica moderna latinoamericana”.
Año de 1991: don Arturo Uslar Pietri recibió el premio Internacional de
Novela Rómulo Gallegos, otorgado en Caracas, por su obra La visita en el
tiempo, primer venezolano en obtener este galardón (y único hasta el año
de 2014).
Referencias
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