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La hegemonía hispana en el sigloXVI. Carlos V y la


monarquía española de Felipe II

Presentado por: Claudio Schusterman

Madrid 07/05/2020
INDICE

Introducción: Enfoque del trabajo...............................................................................................3


La familia de Carlos V: Entre Borgoña, Austria y la Corona Hispana.............................................4
El Reinado de Carlos V................................................................................................................5
Carlos I: El aparato administrativo...........................................................................................5
La corte Itinerante....................................................................................................................6
La política económica de Carlos V: La Inexistencia de un presupuesto......................................7
La Educación de Felipe II: Entre el nominalismo y el erasmismo..................................................8
Felipe II: El aparato administrativo...........................................................................................8
Los fundamentos de la financiación y del endeudamiento dinástico...........................................9
Bibliografía.............................................................................................................................11
Introducción: Enfoque del trabajo

Analizar un periodo tan vasto y tan rico en sucesos como las Monarquías de Carlos V y Felipe
II en un breve trabajo, implica realizar una selección de los temas a abordar. Implica dar
preeminencia a algunos en detrimento de otros, sin que ello implique negar la importancia de
los aspectos de los reinados que han sido relegados. Sólo se pretende en este trabajo, tener
una visión panorámica de lo que, y siempre a nuestro juicio, influyó verdaderamente en el
curso de los acontecimientos en los siglos posteriores. Por ello, determinados
acontecimientos del reinado de Carlos V no serán analizados con el detalle que se merecen (la
Revuelta de las Comunidades, las Germanías o las Guerras de Italia, por citar algunos
ejemplos) serán incluidas cuando se analice la forma de gobierno de Carlos V). Idéntica
posición adoptaremos en lo que respecta a la política exterior de Felipe II, la cual la
analizaremos cuando abordemos la reordenación política en Europa a la muerte del
Emperador. A efectos de este trabajo, se analizará por cada uno de los monarcas los aspectos
que a nuestro entender, permiten tener una mejor comprensión del legado de cada uno de
ellos para la posteridad. En un primer término, y para cada uno de ellos analizaremos un
punto que ha influido, siempre a nuestro entender, de forma decisoria la forma de entender
cómo se aborda un gobierno de un reino y de un imperio: Su origen familiar y la Educación
recibida. En un segundo lugar analizaremos la forma de gobierno de en el ejercicio del poder
Carlos V como en Felipe II. Si Carlos V es un emperador que solo confía en sus asesores
flamencos y que desconoce completamente la idiosincrasia de sus súbditos del resto de sus
territorios (castellanos, catalanes, y aragoneses), Felipe II es rey castellano, que no habla
idiomas, y cuyo viaje por Europa no es de su total agrado. Sin embargo, la centralización
administrativa emprendida por este monarca, así como su política confesional dejará su sello
en la historia. Respecto a este último aspecto, cabría preguntarse si esta política tuvo como
corolario el nulo avance de los conocimientos científicos en España y el comienzo de su
decadencia intelectual en el nuevo panorama Europeo. Por último, y por cada uno de ellos
analizaremos la política económica instituida en sus dominios, desde la inexistencia de unos
mínimos conocimientos en temas de economía por parte de Carlos V, el rol de sus consejeros
y su constante recurso a préstamos bancarios de cara a la financiación de sus empresas
bélicas, hasta la bancarrota de la Corona Hispana en 1597 bajo el reinado de Felipe II.
La familia de Carlos V: Entre Borgoña, Austria y la Corona Hispana
Carlos V, nacido el 24 de febrero de 1500 en Gante, recibió durante su infancia una educación
completamente centrada en los valores centroeuropeos representados principalmente por su
abuelo paterno Maximiliano I de Austria. Según esa visión, totalmente alejada de los valores
castellanos, serían los valores centroeuropeos, marcados por su herencia austríaca y
borgoñesa, los que deberían guiar sus modos de gobernar sus diferentes reinos. Maximiliano I
de Austria, heredero por parte de su padre Federico III de la Alta Alemania, se convierte a su
muerte en soberano de la región austríaca del Tirol, centro neurálgico para el tránsito entre
Baviera, la Austria Interior, y los principados italianos. Por otra parte, su enlace con María de
Borgoña, le posibilita a la muerte de Carlos el Temerario, acceder al gobierno de los Ducados
de Borgoña, de los Países bajos y el ducado de Luxemburgo. Estas regiones especialmente
prósperas, con una industria textil especialmente avanzada, pero dependiente de las materias
primas provenientes de la meseta castellana, hace que dirija su mirada hacia la naciente
potencia europea e intente fijar una alianza política, la cual se materializará mediante el
enlace de su hijo Felipe “el Hermoso” con Juana de Castilla, hija de los Reyes Católicos,
Fernando de Aragón e Isabel de Castilla. Su actitud hostil frente a Francia, fue una constante
durante el reinado de Maximiliano I.

La visión de Maximiliano, se sustentaba sobre una idealización de la mentalidad caballeresca lo


que se traducía en una glorificación del arte del torneo, la importancia de la guerra como
elemento fundamental de cualquier expansión territorial, y la preeminencia del vasallaje
como modo de ejercicio del poder. Estos elementos, fueron una herencia intelectual
importante en la formación del joven Carlos, lo que probablemente en un excelente general,
pero es un discreto estadista.

Los abuelos españoles del joven Carlos, Isabel de Castilla y Fernando de Aragón, habían
consumado la unidad política del Reino de España, una vez que Isabel accedió al trono en
1474. La perspicacia política de Isabel, financiando una expedición que abriría al reino de
Castilla hacia un Nuevo Mundo, otorgaron otra dimensión a la naciente potencia, cuya
economía se basaba fundamentalmente en la producción de materias primas. Asimismo,
Antonio de Nebrija diseña el proyecto”real” de establecer el castellano como lengua
administrativa del reino, en un primer intento de unificar la administración de los súbditos. Por
su parte, Fernando de Aragón, estadista eficaz, que pretendía acrecentar su influencia en el
Mediterráneo y vio siempre en Francia como un enemigo potencial, entendió desde un primer
momento la enorme importancia de los intercambios comerciales y por ende, la necesidad de
establecer embajadas y legaciones diplomáticas en aquellos enclaves donde se dirimían los
intereses de la Corona.

Sus padres, por el contrario, ejercieron muy poca influencia en la formación del joven
príncipe, más aún cuando debieron abandonar la corte borgoñona a la muerte de Isabel de
Castilla. Las constantes desavenencias entre Felipe y su suegro en torno al ejercicio del poder,
no contribuyeron a la estabilidad del reino castellano hasta que Fernando asume la regencia
en nombre de su hija “incapacitada psíquicamente”, pero nominalmente “Reina de Castilla”.
El aún infante Carlos hereda con un año el ducado de Luxemburgo, y es inscrito en la orden
del Toison de Oro. A la muerte de su padre Felipe en 1506, Carlos hereda el poder sobre los
territorios del estado Borgoñon. Sin embargo, al ser menor de edad, la administración de las
cuestiones de estado, debe ser ejercida por un regente, a la sazón su abuelo Maximiliano, el
cual a su vez delega en su hija Margarita (no sin pocas reticencias) la regencia de las
posesiones borgoñonas. Margarita, quien asume el rol de tutora de la educación del joven
príncipe, mantiene una postura cercana a un entendimiento con la Corona Inglesa, ya que
según su percepción, el comercio de Flandes puede verse perjudicado por las incursiones de la
armada Inglesa. Por el contrario, Guillermo de Croy, Señor de Chièvres perteneciente a una
familia aristocrática flamenca mantiene una posición de entendimiento con la Corona
Francesa. Ambos, junto a Adriano de Utrecht, fueron los responsables de la educación de
Carlos, el cual mostró muy poco entusiasmo en el estudio de las lenguas extranjeras, de la
historia y de la teología.. Por el contrario, siempre manifestó un enorme interés por el espíritu
caballeresco, los torneos, las guerras, y la imagen de un príncipe victorioso. No obstante ello,
su influencia erasmista marca una gran impronta en sus intentos de evitar el cisma en la
Cristiandad. Prueba de ello son sus notables intentos de evitar una ruptura de los reformados
alemanes con ocasión de la Dieta de Worms en 1521. Este intenta de reconciliar posturas
completamente enfrentadas, se deba al espíritu erasmista inculcado por su preceptor, y a que
vio la necesidad de abordar una reforma eclesiástica de amplio calado.

El Reinado de Carlos V
Carlos I: El aparato administrativo
Cuando en 1515 asume las riendas del poder del Ducado de Borgoña junto a su tía Margarita,
Carlos V dispone de un Consejo Privado que lo asesora en cuestiones de Estado. Los miembros
de este consejo pertenecen mayoritariamente a familias nobles de raigambre flamenca, si bien
con el paso del tiempo, y por mor de una reorganización en la administración de las
posesiones, la incorporación de letrados y juristas. Sin embargo, este consejo es muy lento en
la toma de decisiones, razón por la cual se estructura un consejo más reducido, presidido por
un canciller, y apoyado por una mínima estructura configurada por un gran chambelán y un
“audencier”. El equilibrio de poderes a comienzos y hasta mitad del siglo XVI, basculó entre el
gran chambelán y el canciller, siempre en función de la influencia de la nobleza cortesana y de
la personalidad del canciller. En la primera mitad del siglo XVI se pueden encontrar dos
posturas: Por un lado Guillermo de Croy, partidario de un entendimiento con los franceses,
representante de los intereses de la nobleza borgoñona, y que ejerció gran influjo sobre el rey
entre los años 1515 y 1521. En un segundo término y por otro el italiano Mercurino Gattinara,
protegido de su tía Margarita de Austria, anglófilo, acérrimo enemigo del orden feudal, quién
accede al cargo de Canciller en 1518. La muerte de Maximiliano I en 1519, y el nombramiento
del joven Carlos como Emperador, plantea una enorme disyuntiva: Se debe emprender una
reforma administrativa que unifique la administración y gestión de todos los territorios tal y
como lo pretende Gattinara, o, por el contrario, el ejercicio del poder debe ser delegado en
regentes y concejos locales, en función de las necesidades reales y cuyo elemento de unión es
el soberano, el cual es reconocido por las autoridades locales ceremonia mediante. Ese es el
gran dilema al que se enfrenta Carlos V cuando es proclamado emperador. La centralización
administrativa y de poder pretendida por Gattinara, no llega a buen puerto, ya que la
unificación de diferentes tradiciones administrativas y organizativas se encuentra con
múltiples resistencias. Con la reforma de 1521-1522, el Consejo de Estado pasa a ser el núcleo
del aparato administrativo del estado. El consejo carece de facultades ejecutivas ( las cuales
recaen en el ámbito de poder del emperador) y sólo representa un órgano consultivo( si bien
muy influyente ) que asesora al emperador en diferentes cuestiones, principalmente política
exterior. La entrada de nobles españoles en el consejo de Estado en 1526, y sobre todo el
acceso Francisco de los Cobos al cargo de Secretario de Estado en 1529, constituyó el
establecimiento de dos facciones en el seno del Consejo. Por una parte, la española liderada
por Cobos, y por otra la borgoñona cuya cabeza visible era Nicolás Perrenot de Granvela.

La corte Itinerante
La primera estancia de Carlos V en España entre 1517 y 1520 resulta muy conflictiva. Aunque
jura en febrero de 1518 ante las cortes de Castilla, en mayo de 1518 antes las cortes de
Aragón y en febrero de 1519 antes las cortes catalanas el mantenimiento de las libertades y
los fueros de cada reino, las decisiones del rey respecto a la concesión de mercedes, cargos, y
aumento de la presión fiscal favorecen claramente a los intereses flamencos, para gran
contrariedad de una nobleza y burguesía castellana. El conflicto de los comuneros (1519-1520),
no sólo se genera por el malestar de un enorme conjunto de la sociedad indignado por la
imposición de cargas económicas en constante aumento, sino también es el reflejo de una
crisis identitaria de una clase dominante que debe responder a un rey “no castellano”. Por
otra parte, la expansión del luteranismo en Europa, lo que en España se manifiesta con la
rebelión de las germanías levantinas (1519-1523), no sólo hace sino acrecentar el malestar
contra la injerencia foránea en los reinos castellano y aragonés.

La salida de Carlos V en 1520 para ser proclamado “Rey de Romanos” en la capilla palatina de
Aquisgrán y el nombramiento de Adriano de Utrecht como regente de España, no hace sino
confirmar la forma de gobierno del Emperador: Continuas ausencias de sus territorios y
nombramientos de regentes durante su ausencia. En un momento histórico donde el poder se
simboliza en la figura de un monarca, la ausencia física de un rey de un territorio, puede traer
aparejada la sensación de desgobierno por y el intento de acaparar una mayor cuota de
poder por parte de las élites dominantes.

Al objeto de contrarrestar estas intenciones, de mejorar su relación con las élites castellanas y
de reforzar sus vínculos con sus súbditos ibéricos, Carlos decide volver a Castilla entre 1522y
1529. Durante este período, Carlos reside en varias ciudades castellanas, llevando tras de sí
toda la corte, con los costes que ocasiona no sólo su manutención, sino también el dispendio
asociado a los fastos habituales en la corte borgoñona. Obsta señalar, que dichos costes eran
sufragados casi en su totalidad por las ciudades donde se alojaba el rey.

Por otra parte, y de cara a reforzar la convergencia de los imperios hispanos, el portugués y el
naciente español, el rey contrae matrimonio en 1522 con Isabel de Portugal, todo en el marco
de un acuerdo diplomático para definir de forma precisa cual es el marco bajo el cual se
regula la expansión marítima de ambas en su guerra particular por el control de las especias.
De este matrimonio, nacería en Valladolid en 1527 el heredero de la Corona, Felipe, el cual
ascendería al trono en 1556 tras la abdicación de su padre.

Sin embargo, las continuas contiendas en la Europa de la época y el sueño imperial de Carlos
fueron una constante durante el reinado de Carlos V: Las Guerra contra los otomanos ante el
asedio de Viena( 1532), las cuatro guerras italianas, saqueo de Roma incluido entre 1521 y
1544, por citar algunos fueron mayoritariamente las causas que condujeron a Carlos V a
abandonar sus territorios y nombrar regentes en los mismos. Carlos V pudo participar
directamente en diversas empresas bélica ya que podía contar, con el apoyo de su esposa
primero durante sus largas ausencias de España, y con su hijo una vez que este tuvo la edad
para considerarse con capacidad para ejercer su función. En ningún caso, el emperador
consideró nombrar virreyes que establecieran su residencia de forma continuada en un
determinado territorio, y actuaran en tanto que depositarios del poder imperial su delegación
en los mismos.

La política económica de Carlos V: La Inexistencia de un


presupuesto
Desde una perspectiva económico-financiera, Carlos V no representa una personalidad que se
haya caracterizado por entender los más básicos principios y reglas de una política económica.
A pesar de contar con inagotables recursos, ni Carlos ni sus asesores establecieron un plan
presupuestario que les permitiese provisionar fondos para sufragar los costes asociados a una
política imperial, desde guerras hasta los gastos corrientes de la corte.

Los territorios bajo el dominio del emperador eran bastante heterogéneos en lo que a la
distribución de la riqueza se refiere. Los Países bajos eran los más avanzados y prósperos,
sobre todo por la existencia de una “protoindustria” manufacturera, que se dedicaba a
transformar las materias primas procedentes de la meseta castellana. Sin embargo, la falta de
granos, la hacía muy vulnerable frente a cualquier amenaza. Por su parte, la península ibérica
era una enorme fuente de materias primas, desde las lanas en la meseta castellana que se
exportaban a Flandes, Italia y Francia, pasando por las minas de hierro en el País Vasco, y
mercurio de Almadén, y por supuesto el oro y la plata americana. Por su parte, los dominios
italianos carecían de riqueza minera, y sólo aportaban grano al comercio europeo.

Sin embargo, en ningún caso, la política fiscal del Imperio, se fijó en función de la riqueza
existente en los diferentes territorios. Si bien desde 1522, existe un Consejo de Hacienda, la
política impositiva del Imperio se basaba mayoritariamente en una imposición indirecta, es
decir se gravaba las transacciones de productos o servicios, con la alcabala como su mayor
exponente. No obstante ello, si existía una imposición directa sobre los ingresos y bienes
eclesiásticos, que en España adquiría una modalidad de contraprestación a los beneficios que
disfrutaba la iglesia en forma de encomiendas y exenciones tributarias. Ello permitía a la
Corona disponer de parte de los fondos acumulados por las grandes órdenes militares
(Santiago, Calatrava y Alcántara). Sin embargo, la imposición distaba de seguir una lógica
proporcional a la riqueza acumulada.
Esta falta de rigor presupuestario a lo que se añade la excesiva tendencia de la Corona a no
reparar en gastos a la hora de emprender aventuras bélicas, gastos derivados de la
administración del Imperio, o fastuosos ceremoniales de carácter simbólico, impulsaba a la
Corona a recurrir a créditos privados como método de financiación y avalar las operaciones,
bien con la cesión casi a perpetuidad en la explotación de recursos mineros peninsulares, bien
con el oro y la plata procedente de América. Los Fugger, Welser o los banqueros genoveses
son el mejor ejemplo de los prestamistas de la Corona.

La Educación de Felipe II: Entre el nominalismo y el erasmismo


La educación del príncipe Felipe, en tanto y cuanto como heredero de la corona, recibió una
formación acorde con lo esperado de quien debe convertirse en gobernante del legado de
su padre. La elección de los diferentes preceptores que tuvo como niño para que lo
instruyesen en las diferentes ramas del saber intelectual , así como su formación en las artes
de la política y del gobierno de un estado, fueron directamente supervisados por su padre
Carlos V.

Tres eran las principales figuras encargadas de la educación del príncipe: El ayo (Juan de
Zúñiga), el maestro y el camarero (Antonio de Rojas). En lo que se refiere al maestro que
alfabetizase y catequizase al príncipe, la relación de candidatos fue muy amplia,
principalmente entre los representantes del Erasmismo español. Sin embargo, la Emperatriz se
decantó por una personalidad como fue Silíceo, cuyas ideas conservadoras quizás influyeran
negativamente en la enseñanza de lenguas extranjeras y en la formación de una personalidad
poco proclive a tener una perspectiva sobre la diversidad humana de sus súbditos. La etapa de
la enseñanza con sus maestros se prolongó hasta 1543, período donde aprendió aritmética,
latín, gramática, retórica, geografía e historia. Sin embargo, con la muerte de la Emperatriz
acaecida en 1539, surgieron muchas voces que cuestionaron la idoneidad de Silíceo como
maestro del príncipe. Y con ello, las esperanzas de los erasmistas en influir en la educación del
príncipe renacieron, esperanzas que se vieron truncadas con la llegada de los vientos de la
Contrarreforma a España en 1559.

En lo que respecta a su formación política, la misma fue asumida integralmente por su padre.
El viaje organizado por Carlos para su hijo Felipe por las cortes flamencas entre 1548 y 1549,
pretendió ser una exposición de la vida cortesana más allá de Castilla, así como demostrar al
futuro rey la importancia de determinados territorios en la configuración del reino. Por otra
parte, las instrucciones y consejos del Emperador Carlos V a su hijo Felipe II antes de salir de
España en 1543, son una muestra más de la importancia que otorgaba el Emperador a la
transmisión del conocimiento en lo tocante al arte de gobernar.

Felipe II: El aparato administrativo


Felipe II, como todo príncipe del sigloXVI se consideraba únicamente responsable ante Dios
de las consecuencias de sus actos. Esto hace, que el límite entre los intereses del Estado y de
las creencias del Monarca se vean difuminados. Esa asunción de la responsabilidad total de los
actos de su gobierno en su persona, hace que su forma de gobernar sea totalmente
personalista, y que todas las decisiones del Estado deban depender de la voluntad del
Monarca. A pesar que ha constituido un Consejo de Estado sólido, y que ha acabado con la
itineracia de la Corte, pocas personas disfrutan de su confianza: El tercer Duque de Alba, el
príncipe de Éboli, y sus “Secretarios de Estado” ( Antonio Pérez, Gonzalo Pérez, por ejemplo), o
el guipuzcoano Juan de Idiaquez. Desde 1559 promueve una reforma administrativa que tiene
por objeto reafirmar la autoridad real en las diferentes jurisdicciones del reino. Los letrados,
son expertos en leyes, con una lógica de actuación regida por los procedimientos
administrativos y que ingresan en los diferentes consejos para dotarlos a todos y cada uno de
ellos de una uniformidad antes no conocida. Frente a la nobleza de sangre, que gozaba de
reconocimiento social, y conocía a la perfección como gestionar los asuntos humanos, los
letrados imponen el respeto por la autoridad real y la obediencia a los procedimientos, la
delimitación de funciones, y el ámbito de las jurisdicciones. Los Consejos, las Juntas y las
Secretarías serían testigo de ello.

Los fundamentos de la financiación y del endeudamiento


dinástico.
La política económico-financiera bajo el reinado de Felipe II, no varió con respecto a la que
había implementado su padre. Tanto el ingreso como el gasto, estaban supeditados al
concepto de responsabilidad dinástica, lo que significaba que para los diversos estamentos
de la corte (monarcas, ministros y oficiales encargados de las cuestiones fiscales y financieras)
el punto de referencia no se encontraba en los ingresos que se podían obtener de la
explotación de los recursos de los que disponía la Corona, sino que la lógica imperante era la
contraria a la vigente en el Estado Moderno. Es decir, para analizar la política financiera y
económica de esta época (Felipe II y Carlos V en mayor medida) se debe partir de la premisa
que el mantenimiento del gasto tenía una prioridad mayor a cualquier otra consideración. En
consecuencia, cualquier explicación que se quiera dar a las vicisitudes económicas de los
reinados, han de partir de la concepción que la Hacienda Real ha de obtener los ingresos para
solventar los gastos en función del nivel de que establezca el monarca, lo que incluye entre
otros la .financiación de cualquier déficit que se genere.

El apartado de costes estaba compuesto por tres partidas de diferentes naturalezas:

1. Los costes asociados a las aventuras bélicas localizadas en frentes dispersos. Por la
naturaleza del coste (el devenir de la contienda), su cálculo resultaba complicado de
realizar.
2. Los dispendios cortesanos, partida que experimentaba serias fluctuaciones, siempre
en función de los designios del monarca.
3. Los costes financieros asociados al endeudamiento, que constituían la partida cuyo
cálculo debía a priori resultar más sencillo.

En lo que respecta a los ingresos, habida cuenta que los costes se situaban por encima de los
ingresos, el déficit generado se financiaba mediante el recurso al crédito, que con el paso del
tiempo adquirió un carácter crónico. Por su parte, La Hacienda Real disponía de ingresos cuya
recaudación no permitía realizar ningún tipo de previsión. Los encabezamientos y los
arrendamientos eran liquidados de forma regular según un importe establecido de antemano,.
Sin embargo, los costes asociados a las aventuras bélicas exigían la disponibilidad de fondos
de forma continuada, lo que impulsaba al monarca al recurso al crédito. Por último, la
monarquía carecía de instituciones que centralizasen los importes recaudados por todo
concepto y los repartieran en función de las necesidades, a pesar que desde la época de Carlos
V, su asesor Mercurino Gattinara impulsó la creación de una tesorería de guerra.

La herencia en el aspecto económico- que recibió Felipe II por parte de su padre, era cuando
menos muy preocupante. En los últimos años del emperador, se habían deteriorado
notablemente las relaciones con los prestamistas, que exigían realizar operaciones con un
sobrecoste de cerca del 40% sobre el capital prestado. Por su parte, la regencia de la princesa
Juana establecida en 1554 era poco dada al cumplir con los requerimientos de los acreedores,
pero sin embargo tanto el rey como el Consejo de Por una parte, el Rey y el Consejo de
Hacienda necesitaban más fondos para financiar los gastos militares.
No es de extrañar que a principios de 1555 se intentara poner en marcha una suspensión
parcial de pagos , tras cuantificarse que la guerra contra Francia exigía la disponibilidad de
millones de ducados para sufragar los costes bélicos. Para conseguir dicha cantidad, el rey
decidió establecer una moratoria en los pagos que se debían realizar a los asentistas, así
como proceder al secuestro de las remesas de metales preciosos arribadas a Sevilla, e impulsar
la venta de villas y jurisdicciones.

Es menester señalar que desde su ascenso al trono, Felipe II estuvo meditando acerca de la
mejor forma de afrontar el problema de la deuda castellana. Fue en 1556, cuando Felipe II
llevó a cabo la primera moratoria de deuda en su reinado. Todo ello, no sería efectivo sino
hubiese estado acompañado por un plan de saneamiento financiero, lo que implica un
aumento de la recaudación y un reordenamiento en la gestión de los ingresos y los costes del
reino. El nombramiento, en septiembre de 1556, de Fernán López del Campo, hombre de
negocios burgalés establecido en Amberes, tiene por objeto comenzar por movilizar los
caudales necesarios para sufragar los gastos generales y reducir los costes que derivan de la
dependencia financiera de los banqueros alemanes y genoveses. Según las instrucciones
reales, López del Campo tenía poderes debía tomar para concertar asientos, disponer de los
ingresos indianos y de las minas peninsulares, y emitir deuda consolidada ( juros al quitar) y
por supuesto autorizar o suspender los pagos que debía realizar la Corona. Los conflictos entre
la regencia establecida en Valladolid y la Corte de Bruselas y Londres afectaron, sin duda, a la
implementación del plan. Esta no fue la única bancarrota de Felipe II. Habría dos más, una en
1576, y la última en 1596, lo que dejo al Reino Castellano en la total bancarrota.
Bibliografía

Kohler, Alfred, Carlos V 1500-1558. Una biografía, Marcial Pons Ediciones de Historia

Alvarez Ossorio-Alvariño, Antonio, Ver y conocer. El viaje del príncipe Felipe (1548-1549)

Vazquez de Prada, Valentín, La Monarquía Hispánica de Felipe II (1556-1598), en Edad


Moderna, Historia de España, Dir. Alfredo Floristan, Ariel,

Pérez-Mallaina, Pablo Emilio, La primera circunnavegación del planeta y la nueva imagen del
mundo, conferencia de la RAH del 29/11/2019.

Ribot García, Luis A., España a comienzos del siglo XVI, conferencia de la RAH del 15/11/2019.

Hurtado Gonzalez, Alvaro, La Educación de Felipe II, la formación de un Rey, Tesis Doctoral,
Univ. De Zaragoza, Noviembre 2013

De Carlos Morales, Carlos Javier, El Precio del Dinero Dinástico, Endeudamiento y Crisis
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Enciso, Luis Miguel, La corte Flamenca de Carlos V, ciclo de Conferencias “La senda española
de los artistas flamencos”, Asociación de Amigos del Museo del Prado, Curso anual 2008-2009.

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