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COMISIÓN Nº3 DAÑOS: "RESPONSABILIDAD POR ACTIVIDADES

RIESGOSAS O PELIGROSAS”

PAUTAS INTERPRETATIVAS PARA LA DELIMITACIÓN DE LAS


ACTIVIDADES RIESGOSAS O PELIGROSAS: VALORES Y PRESUPUESTOS
IMPLÍCITOS.
DR. ALDO MARCELO AZAR
Profesor Titular y Profesor Adjunto Derecho Privado II Facultad de Derecho
UNIVERSIDAD NACIONAL DE CORDOBA

RESUMEN. Las actividades riesgosas connotan un concepto más estrecho que los riesgos
de las cosas. La calificación legal de riesgosa a una actividad exige verificar esa calidad
como inherente a ella. Se trata de un riesgo característico o previsible: lo característico
apunta a una tipificación legal o reglamentaria vigente que asigne esa entidad a una
determinada actividad; lo previsible se calibra de acuerdo a la relación de causalidad
adecuada, no ya conforme a la previsión del sujeto o de las partes del contrato. La
interpretación de esas calidades requiere seguir parámetros objetivos y abstractos
propios de la causalidad adecuada, no para el caso concreto y circunstanciado, ni
calibrado en función a la previsión del agente o titular de la explotación. El riesgo
irregular o anormal no da sustento a calificar de modo excluyente a las actividades
peligrosas. El art. 1757 refiere tanto a lo riesgoso como a lo peligroso. Lo peligroso
alude a un riesgo calificado, un riesgo mayor o más extenso que el ordinario. Por ello,
la incorporación de la calidad de riesgoso en la norma importa ampliar el concepto
más agravado de lo peligroso a situaciones con potencialidad objetiva y abstracta de
daño. La calidad de peligroso o riesgoso no es un numerus clausus ni requiere la
calificación normativa para ser reconocida. Por ello no se requiere tipicidad o
regulación legal o reglamentaria que reconozca esa calidad a la actividad. Lo riesgoso
o peligroso se establece también cuando se configura cuando es estadísticamente
previsible, cuando se sustenta en una obligación de seguridad a cargo de quien es
titular o ejecuta la actividad o cuando es característico.

1. Las “actividades riesgosas o peligrosas” en el Código Civil y Comercial de la


Nación.

El art. 1757 del Código Civil y Comercial de la Nación (CCCN) introduce como
factor objetivo de responsabilidad a las actividades riesgosas o peligrosas.
El antecedente normativo de esa figura se halla en el Código Civil italiano que la
recepta en el art. 2050 cuyo texto es seguido parcialmente por el CCCN. En el primero
se imputa el daño al desarrollo de una actividad peligrosa, por su naturaleza, o por la
naturaleza de los medios empleados, imponiéndose la responsabilidad al sindicado si no
prueba haber adoptado todas las medidas idóneas para evitar el daño.
“Actividad peligrosa es la actividad caracterizada por notable potencialidad de daño;
por `una peligrosidad intrínseca o de todos modos dependiente de la modalidad del
ejercicio y de los medios de trabajo empleados´”.1
Sin embargo, la norma nacional introduce al simple riesgo como calidad alternativa
al peligro que entraña la actividad.
Esto último conlleva a que las proposiciones propuestas en el derecho italiano no
sean directamente extrapolables al derecho nacional. En el primero, la atribución se
centra en lo peligroso, en el segundo se amplía a lo riesgoso.
Asimismo la norma nacional trae sus propios problemas interpretativos con sus
propios presupuestos lógicos, fácticos y axiológicos.
De allí que la delimitación de los caracteres y requisitos que deben reconocerse a las
actividades riesgosas o peligrosas asume una tarea interpretativa importante que debe
realizarse conforme a las pautas del art. 2 CCCN y a la finalidad de la ley en la
aplicación de ese presupuesto de la responsabilidad conforme al art. 1 CCCN.

2. Lo normal y lo excepcional.

Las actividades riesgosas o peligrosas se encuadran dentro de la responsabilidad por


riesgo, de allí que los fundamentos de esta última requieren confrontarse con las
primeras.
Uno de los presupuestos de la teoría del riesgo es la distinción entre la normalidad
yla anormalidad de aquél.
En el ámbito social se identifican conductas y contingencias que son típicas,
habituales, normales, regulares, las que se atribuyen (o no) responsabilidad según los
parámetros legales. Por otro lado concurren otras que son notablemente peligrosas o que
escapan a los parámetros de normalidad común. Sobre estas bases, se distinguen a los
riesgos típicos entendidos como “aquellos que la actividad empresarial lleva
conocidamente consigo, y no aquellos otros que puedan resultar imprevisibles”.2En
otras exposiciones se imponen los riesgos a quienes actúan anormalmente y se los
exime a quienes lo hacen según las condiciones de su época y ambiente.3 Finalmente, se
aplica para identificar actividades que introducen peligros y riesgos excepcionales para
consagrar regímenes diferenciados o agravados de responsabilidad como por ejemplo
tendidos de electricidad de alta tensión, actividad nuclear, utilización de material
radioactivo.4
Esas distintas direcciones del riesgo anormal o excepcional se verifican en los
sistemas vigentes. Así, en el derecho nacional se verifican esas responsabilidades
agravadas con relación a la generación, manipulación, transporte, tratamiento y
disposición final de residuos peligrosos tratamiento y transporte de residuos peligrosos
(arts. 45 a 48 ley 24051), de actividad y daños nucleares (arts. 9 inc. c y 31 Ley
24.804), entre otros.

3. El riesgo y lo riesgoso.

El riesgo puede predicarse de las cosas o de las actividades. La norma general se


halla en el art. 1757, primera parte, que enuncia “toda persona responde por el daño

1
GALGANO, Trattato di dirittocivile, vol. 3, p. 215.
2
DIEZ-PICAZO, Derecho de daños, ps. 116 y 117.
3
PIZARRO, Tratado de la responsabilidad objetiva, tomo I, p.81.
4
CAVALIERI, Programa de responsabilidade civil, . p. 145.
causado por el riesgo o vicio de las cosas, o de las actividades que sea riesgosas o
peligrosas”.
La diferencia terminológica entre “riesgo de la cosa” y “actividades riesgosas” es
pasada por alto, teniéndose a ambas expresiones por sinónimos.5
Durante la vigencia del Código Civil se interpretó al “riesgo de la cosa” como más
amplio que “cosa riesgosa”: mientras esto último alude a una característica general que
tienen esos objetos que los torna peligrosos por sí mismos (por ejemplo, el
funcionamiento del automóvil), lo primero connota a los peligros que se desarrollan o se
potencian a partir de su utilización o del estado en que se halla el objeto (por caso, un
fusil cargado, la posición de la madera transportada por un camión, la conducción de
una bicicleta).6 En tal sentido, se afirma que no se alude “al daño causado `por la cosa
riesgosa o peligrosa´, sino al ocasionado `por el riesgo o vicio de la cosa´. Con tal que
el daño resulte de ese riesgo o vicio, es intrascendente la autonomía o dependencia de
la cosa respecto de una conducta humana. El elemento aglutinante y decisivo es el
riesgo o vicio y no el agente (persona o cosa) que lo ha concretado en daño”. 7
Esas distinciones semánticas respecto al riesgo de la cosa y cosa riesgosa se
reeditan en el texto del art. 1757 el cual no señala al riesgo de la actividad sino a la
actividad riesgosa. En otras palabras, se requiere como calidad inherente a la actividad
el ser riesgosa, avalado estopor las especificaciones del mismo texto legal: el peligro de
daño es “por su naturaleza, por los medios empleados o por las circunstancias de su
realización”.
De esa manera, las actividades riesgosas connotan un concepto más estrecho que los
riesgos de las cosas.
El debate gira alrededor de si corresponde interpretar restrictivamente o no los textos
legales. Para PIZARRO la calidad de la actividad “debe ser notablemente peligrosa. O
lo que es igual, evidenciar un riesgo grave, importante, relevante, perceptible,
circunstancia que debe ser calibrada a la luz de los estándares que rigen la previsibilidad
en la causalidad adecuada”8. En el sentido opuesto, para GALDÓS, no cabe exigir esa
condicional adicional al texto que no lo prevé por lo que “las actividades riesgosas o
peligrosas [son] calificadas únicamente por las tres modalidades tipificadas
expresamente, esto es, "por su naturaleza, por los medios empleados o por las
circunstancias de su realización". Estos supuestos no deben ser vistos como una mera
clasificación, sino como una concreta tipificación que delimita y circunscribe el
concepto de actividad riesgosa o peligrosa o de si”.9
La controversia es trascendente: la respuesta que se le dé al problema define la
mayor o menos extensión de las actividades riesgosas con la consiguiente expansión
para ocupar (y hasta desplazar) a toda otra hipótesis de responsabilidad (por caso la
culpa) pues todo es susceptible de ser peligroso.
Con OSSOLA hemos concluido que la solución pasa por reconocer que la
calificación legal de riesgosa a una actividad exige verificar esa calidad como inherente

5
GALDÓS, “Responsabilidad por actividades riesgosas y peligrosas en el nuevo Código”, LA LEY
2016-B , 891; “El art. 1757 del Código Civil y Comercial (el anterior art. 1113 Código Civil)”, RCyS
2015-IV , 176.
6
PIZARRO-VALLESPINOS, Instituciones de derecho civil. Obligaciones, t. 4, ps. 560 y 561.
7
ZAVALA DE GONZÁLEZ, Resarcimiento de daños. 4, ps. 603 y 604.
8
PIZARRO, “Responsabilidad civil por actividades riesgosas o peligrosas en el nuevo Código” LA
LEY 2015-D , 993.
9
Jorge M. GALDÓS, “Responsabilidad por actividades riesgosas y peligrosas en el nuevo Código”,
LA LEY 2016-B , 891
a ella10. En otras palabras, se trata de un riesgo característico o previsible. Lo
característico apunta a una tipificación legal o reglamentaria vigente que asigne esa
entidad a una determinada actividad. Tómese por caso a los agentes de riesgo,
exposición a los mismos, y actividades susceptibles de producir un daño a la integridad
psicofísica del trabajador que están establecidos por la Ley de Riesgos del Trabajo (art.
6) y tabulados por decretos y resoluciones de la autoridad competente. Lo previsible se
calibra de acuerdo a la relación de causalidad adecuada, no ya conforme a la previsión
del sujeto o de las partes del contrato. Toda responsabilidad por riesgo se estructura
sobre el vínculo causal de aquel con el daño y, por lo tanto, a ese parámetro debe
ajustarse la metodología. Coincidimos con PIZARRO en ese punto, por lo que una
actividad que conforme al curso normal y ordinario de las cosas se presenta como
peligrosa de acuerdo a los parámetros fijados ingresa en la calificación legal.

4. Lo objetivo y lo abstracto.

La caracterización de una actividad como riesgosa o peligrosa requiere considerar


alternativamente tres elementos: la naturaleza, los medios empleados o las
circunstancias de su realización.
La metodología para interpretar y evaluar esas calidades requiere seguir
parámetros objetivos y abstractos propios de la causalidad adecuada no para el caso
concreto y circunstanciado, ni calibrado en función a la previsión del agente o titular de
la explotación.

5. Lo normal y lo anormal.

El mayor debate en el momento actual es si lo riesgoso o lo peligroso que reclama el


texto legal debe además reconocer notas de excepcionalidad. Ello conduce a considerar
el riesgo normal o anormal.
En la jurisprudencia italiana se acuña la expresión normalidad: lo normalmente
inocuo no es peligroso. Sin embargo, en ese mismo derecho, como se expresa en el
punto anterior, también se exige una notable potencialidad de dañar11.
Aparece implícito un riesgo anormal en esa inteligencia que coincide con la
interpretación que PIZARRO atribuye al art. 1757.12
En lo atinente a la regulación del Cód. Civil y Comercial, OSSOLA entiende que
más allá de algún matiz diferencial en lo conceptual, no corresponde distinguir ambas
categorías. En este sentido, se afirma que “no hallamos, sin embargo, razones
justificativas ni criterios satisfactorios de deslinde entre estas categorías, por lo que
creemos que se trata de una única figura (la actividad riesgosa o peligrosa) a la que
puede aludirse mentando uno de sus adjetivos, o ambos de manera conjunta”13.
Por su parte, hemos sostenido que el riesgo irregular o anormal no da sustento a
calificar de modo excluyente a las actividades peligrosas.
La norma refiere tanto a lo riesgoso como a lo peligroso, a diferencia del derecho
italiano que circunscribe la calificación a esta última calidad. El empleo de dos vocablos
distintos no es accidental ni cabe afirmarse una sinonimia entre ambos términos. En el
10
AZAR-OSSOLA, Tratado de derecho civil y comercial. Tomo III. Responsabilidad civil. Sanchez
Herrero, director.
11
VISINTINI, Trattato breve della responsabilità civile, p. 742.
12
PIZARRO, “Responsabilidad civil por actividades riesgosas o peligrosas en el nuevo Código”, LA
LEY 2015-D , 993.
13
MÁRQUEZ – CALDERÓN. “Responsabilidad por actividades riesgosas”, en José Fernando MÁRQUEZ
(Director), “Responsabilidad civil en el Código civil y Comercial”, T. I, p. 126.
sistema jurídico argentino, lo peligroso alude a un riesgo calificado, un riesgo mayor o
más extenso que el ordinario. Así en el ámbito del derecho del trabajo se designa a las
tareas peligrosas e insalubres (arts. 176, 189 bis, 191 LCT), del derecho público (por
caso la Ley del Medio Ambiente, arts. 2 inc. g, y 34 ley 25675), entre otros, de modo
diferenciado a un riesgo ordinario o estándar. Por ello, la incorporación de la calidad de
riesgoso en la norma importa ampliar el concepto más agravado de lo peligroso a
situaciones con potencialidad objetiva y abstracta de daño.
Por ello, no cabe inferir del texto que se haya adoptado la teoría del riesgo anormal
o excepcional o los presuponga para exigir una peligrosidad notable.

6. Lo típico y lo atípico.

Como se desarrolló en el punto 3, lo peligroso o riesgoso de una actividad requiere


ser una característica de ella.
Lo característico no necesariamente supone lo típico.
Hay tipicidad cuando existe una calificación legal o reglamentaria de peligro o de
riesgo. Son los casos de riesgos del trabajo (art. 75 LCT y 1 y 6 de la ley 24557), del
contaminación al medioambiente (art. 2 de la ley 25.675), de la organización de
espectáculos públicos deportivos (art. 33 de la ley 23.184), de la organización de
eventos y espectáculos públicos (art. 11 y 31 de la ley 26.370), de la actividad nuclear
(art. 9 Ley 24804), de la actividad peligrosa de un grupo (art. 1762 CCC), del transporte
de personas y de mercaderías (art. 1286 CCC).
Sin embargo, la calidad de peligroso o riesgoso no es un numerus clausus ni
requiere la calificación normativa para ser reconocida.
PIZARRO enuncia a criterios cuantitativos o estadísticos, concernientes a la
peligrosidad de los diversos tipos de actividades, a los casos en que se impone una
obligación de seguridad a cargo de un sujeto (verbigracia, para los establecimientos
educativos) y a las reglas de la experiencia.14
SCHAMPS postula al riesgo característico como fundamento de toda actividad
específicamente peligrosa. Define al primero como “la potencialidad elevada que un
daño de grave intensidad se realice, potencialidad que es imposible de eliminar a pesar
la puesta en marcha de toda diligencia razonable. La probabilidad y la intensidad son
apreciadas de modo general y abstracto y una preponderancia se concede a la segunda.
La apreciación del riesgo característico se efectúa fundamentalmente con la ayuda de
índices prioritarios de peligrosidad, dentro de las cuales figuran las legislaciones
particulares que instituyen una responsabilidad sin culpa por un riesgo comparable”. 15
CONCLUSIONES.
1. Las actividades riesgosas connotan un concepto más estrecho que los riesgos de las
cosas.
2. La calificación legal de riesgosa a una actividad exige verificar esa calidad como
inherente a ella. En otras palabras, se trata de un riesgo característico o previsible.
Lo característico apunta a una tipificación legal o reglamentaria vigente que asigne

14
R. PIZARRO, Tratado …, cit. t.I, pg. 582.
15
SCHAMPS, La mise en danger : un concept fondateurd'unprincipe general de responsabilite, cit.
por Ph. LE TOURNEAU, Droit de la responsabilité et des contrats, p. 58.
esa entidad a una determinada actividad. Lo previsible se calibra de acuerdo a la
relación de causalidad adecuada, no ya conforme a la previsión del sujeto o de las
partes del contrato.
3. La metodología para interpretar y evaluar esas calidades requiere seguir
parámetros objetivos y abstractos propios de la causalidad adecuada, no para el caso
concreto y circunstanciado, ni calibrado en función a la previsión del agente o titular
de la explotación.
4. El riesgo irregular o anormal no da sustento a calificar de modo excluyente a las
actividades peligrosas.
5. El art. 1757 refiere tanto a lo riesgoso como a lo peligroso. Ante el empleo de dos
vocablos distintos no cabe afirmarse una sinonimia entre ambos términos. En el
sistema jurídico argentino, lo peligroso alude a un riesgo calificado, un riesgo mayor
o más extenso que el ordinario. Por ello, la incorporación de la calidad de riesgoso
en la norma importa ampliar el concepto más agravado de lo peligroso a situaciones
con potencialidad objetiva y abstracta de daño.
6. La calidad de peligroso o riesgoso no es un numerus clausus ni requiere la
calificación normativa para ser reconocida. Por ello no se requiere tipicidad o
regulación legal o reglamentaria que reconozca esa calidad a la actividad. Lo
riesgoso o peligroso se establece también cuando se configura cuando es
estadísticamente previsible, cuando se sustenta en una obligación de seguridad a
cargo de quien es titular o ejecuta la actividad o cuando es característico.

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