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DELITOS DE PELIGRO

SANDOVAL LLANCO, Monica

UNIVERSIDAD PERUANA LOS ANDES

RESUMEN
El derecho penal debe procurar la protección de bienes jurídicos supremos para la sociedad, y
entre los más importante se encuentran la seguridad y el orden público, la salud de la población
y el cuidado del medio ambiente. Por esta razón no solo debe ocuparse de las acciones que
ocasionen daños a dichos bienes sino también de aquellas que contengan una probabilidad o
posibilidad de ocasionarles daños.

Delitos de peligro, también conocidos como delitos de riesgo en materia penal es una categoría
de tipos penales, o delitos, en los cuales sólo se requiere que el sujeto ejerza una conducta, sin
llegar a consumarla. El hecho por sí mismo se considera entonces como delito. Se opone
al delito de lesión, en que se requiere que el bien jurídico protegido haya sido afectado por el
hecho punible.

ABSTRAC
Criminal law must seek the protection of supreme legal assets for society, and among the most
important are security and public order, the health of the population and care for the
environment. For this reason, it must not only deal with actions that cause damage to said
assets but also those that contain a probability or possibility of causing damage.

Dangerous crimes, also known as risk crimes in criminal matters, is a category of criminal
offenses, or crimes, in which the subject is only required to carry out a conduct, without
actually consummating it. The act itself is then considered a crime. It opposes the crime of
injury, in which it is required that the protected legal asset has been affected by the punishable
act.
LOS DELITOS DE PELIGRO
1. DEFINICIÓN:

Los delitos de peligro suponen un adelantamiento de la barrera penal a momentos previos


a la lesión, en aquellos ámbitos en los que la experiencia ha permitido tipificar,
suficientemente, los límites de la norma de cuidado.
Por lo tanto dicha denominación es un concepto eminentemente normativo, que alude a
un juicio de probabilidad de que un bien jurídico pudiera ser lesionado, aun cuando dicho
daño no llegue a verificarse. Ahora bien, si partimos del principio según el cual el Derecho
Penal tiene por misión la protección de bienes jurídicos, lo cual parece es el criterio de
distinción más acertado, puede señalarse que: Por una parte, queda determinado como
objeto de ataque por el sujeto lo que constituye el elemento básico de protección; y Por
otra parte se establece un límite que dé garantía en los delitos de peligro, al exigirse que
al menos la lesión del bien jurídico sea probable, con lo cual se reduce el riesgo de castigo
de conductas meramente formales o de simple desobediencia a la norma. Pero tomar el
bien jurídico como categoría referencial no está exento de crítica. El primer problema
reside en el concepto de bien jurídico y su naturaleza. La escasa atención prestada al bien
jurídico hace que las concepciones que del mismo se tengan sean múltiples.
Ligado con esto se encuentra el problema de la función del bien jurídico en la teoría del
delito. Para ello, debe de partirse de la idea de que la potestad punitiva estatal solamente
puede justificarse si deriva de la función que le corresponde al Derecho Penal en el marco
del ordenamiento jurídico, esto es, la tutela efectiva de los bienes jurídicos fundamentales
dentro de una sociedad. Si el Derecho Penal encuentra su razón en la protección de bienes
jurídicos, defendiéndolos con la más enérgica de las reacciones de que es capaz el Derecho,
ello obedece a que la ley penal limita al particular en su libertad de actuar, para conseguir
un fin más sublime y generoso que es lograr la coexistencia pacífica y libre de una sociedad
y, en conclusión, sólo puede conminarse con una pena aquello que es imposible proteger
con medidas alternativas.
Noción de peligro común: riesgo o contingencia inminente de que suceda algún mal.
Relación de posibilidad de que a partir de un suceso se derive un perjuicio futuro.
Noción normativa: Sus diversas acepciones están determinadas por cada uno de los
preceptos en los que s ele asigna un papel diferente, debiendo de considerarse en la
interpretación y en la aplicación además los criterios constitucionales de la prevención y
de la proporcionalidad de la represión penal. El principio que rige a este delito es el
PRINCIPIO DE LESIVIDAD conjuntamente con el PRINCIPIO DE LEGALIDAD,
sólo se reprime penalmente la ejecución de acciones u omisiones y no por sentimientos,
opiniones o maneras de ser personales.

1.1. Concepción subjetiva de peligro


Deriva de la óptica causal-mecanicista sobre el mundo. Según esta concepción,
todos los fenómenos están sujetos a la necesidad y a las reglas de la causalidad. Sin
embargo nosotros sólo percibimos el funcionamiento del mundo a través de
generalizaciones y abstracciones, por lo que nuestro saber es limitado, tanto del
punto de vista nomológico (a nivel normativo; de lo creado por el legislador) como
ontológico (del ser de la conducta misma). De ahí que, hagamos prognosis a partir
de determinados antecedentes. Surge entonces la duda y la necesidad, y con ellas,
el peligro. Por ello el peligro es sólo el aspecto subjetivo de esa posibilidad pero
carece de entidad como fenómeno real, calificándose así como “el hijo de nuestra
ignorancia”. Dicho de otro modo, si conociéramos todas las leyes de la causalidad,
no tendríamos ninguna duda sobre las consecuencias de determinado evento y el
peligro no existiría. Hoy en día esta concepción ha sido abandonada. Resulta
absurdo que el Derecho Penal, que va dirigido a seres normales, tome como punto
de referencia un ser omnisciente que no existe más que como abstracción. Por
último, un concepto subjetivo de peligro es inservible para interpretar la ley penal,
pues el legislador toma en cuenta el peligro estimado.

1.2. Concepción objetiva del peligro:

El peligro como probabilidad/posibilidad de lesión: abandonada la concepción


subjetiva del peligro con la crisis del pensamiento causal radical (naturalista), pasó
a considerarse el peligro como una realidad (concepción objetiva). La cuestión
consiste en determinar si existió la situación de peligro. Para ello es necesario
previamente establecer el llamado “grado de probabilidad”, es decir, cuál es el
grado de posibilidad exigido. Averiguando el grado de probabilidad deseado (51 %
frente al 49 % de posibilidades de producción del daño), la verificación de la
situación de peligro debe realizarse forzosamente a través de una determinada
valoración: se trata del llamado juicio de peligro; son los elementos de este juicio
lo que han provocado mayor discusión y la propia crisis del punto de vista en
estudio sobre el peligro.
1.3. Concepción normativa del peligro

La teoría normativa del peligro trata precisamente de poner en relación el peligro


objetivo real y el peligro aparente ex ante, relevante desde la perspectiva del
derecho penal. En el estado actual de la ciencia no se conocen todas las leyes de
probabilidad, lo que implica que, en el caso concreto, incluso conociendo todas las
circunstancias concurrentes en una determinada situación, existen factores que
actualmente para nosotros son aleatorios y de los que depende que se produzca o
no el resultado lesivo. Por consiguiente, el concepto normativo de peligro, como
concepto de peligro válido para el Derecho Penal, se ha de definir como
“probabilidad de lesión de un bien jurídico penal”. El grado de probabilidad
exigible, será lo que determine, en un primer momento, la idoneidad de ese peligro
para lesionar el bien jurídico. En la valoración de dicha probabilidad hay que tomar
en consideración otras variables que no tienen relación alguna con la probabilidad
causal-naturalista, como son la clase de bien jurídico-penal afectado o la
ponderación de la utilidad social de la actividad desarrollada. En consecuencia,
para calificar una conducta como peligrosa habrá que verificar la probabilidad de
lesión en el caso concreto, atendiendo a los bienes jurídico–penales potencialmente
puestos en peligro y al ámbito de actividad donde se desarrolla esa situación y ello
con independencia de la posibilidad de evitación de la lesión por parte del autor.
Dicha situación de peligro operará como límite a la incriminación de conductas. La
legitimidad del castigo de dichas conductas peligrosas está vinculada al respeto de
dichos límites axiológicos, pues sólo en la medida en que se incriminen conductas
con suficiente peligrosidad normativa en abstracto se respetarán los postulados del
Estado de Derecho.

2. DELITOS DE PELIGRO CONCRETO Y DE PELIGRO ABSTRACTO

Dependiendo de la clase de riesgo que corre el bien jurídico, los delitos de peligro se
clasifican en delitos de peligro concreto y delitos de peligro abstracto, y dependiendo del
número de titulares del bien jurídico que resultan afectados, dichas infracciones se
clasifican en delitos de peligro individual y delitos de peligro común o general.

2.1. Delitos de peligro concreto

Los delitos de peligro concreto son aquellos en los que la ley expresamente requiere
que el resultado de la acción sea de peligro. El tipo requiere como resultado la
proximidad de una concreta lesión. El peligro concreto es el resultado típico. Serán
relevantes las circunstancias conocidas o cognoscibles por el autor del hecho en el
momento de su comisión, y si era previsible la acusación de un resultado lesivo para
el bien jurídico de acuerdo con el saber nomológico.
Es la infracción definida en el tipo legal constituida por una acción que produce una
situación real y efectiva del riesgo para el bien jurídico (el riesgo debe ser probado
para ser consumada la infracción).
El delito de peligro concreto presenta dos componentes básicos:

 Una “acción peligrosa”


 Un “resultado de peligro”

EJEMPLO:

 Colocar o abandonar a otro en una situación de desamparo y provocar


a través de ello un peligro para su vida o integridad corporal
 causar un incendio y generar así un peligro para la vida de otro
 causar lesiones que pongan en peligro la vida del ofendido

Se ha propuesto que la acción que realiza un tipo de peligro abstracto se conforma


con un grado menor de desatención por el bien jurídico que la que realiza un tipo de
peligro concreto. Podría decirse que, los delitos de peligro concreto se conforman
con un grado menor de desatención por el bien jurídico que el de lesión.

Nos dice Bacigalupo que:


“La teoría ha distinguido tradicionalmente entre delitos de peligro concreto, en los que
el bien jurídico debe haber sufrido un riesgo real de lesión, y delitos de peligro abstracto,
en los que ese riesgo real no es necesario. La realización del tipo objetivo en los delitos
de peligro concreto requiere, además de la acción, el peligro real sufrido por el bien
jurídico protegido. Por el contrario, en los delitos de peligro abstracto es suficiente la
comprobación de la acción. Por este motivo, estos últimos no se diferencian de los delitos
de pura actividad. La distinción entre delitos de peligro abstracto y concreto resulta
acaso superflua: sólo interesan los delitos de peligro concreto1”.

1
Bacigalupo, Enrique, Derecho Penal, Parte General, 1999, p. 312.
2.2. Delitos de peligro abstracto

Este delito no supone alteración alguna del mundo exterior diferente e


independiente de la acción en que consiste. Se consuma con la realización de la
acción reprimida por peligrosa. El peligro es general y difuso.
Los delitos de peligro abstracto son aquellos en los cuales no se requiere
expresamente la efectiva situación de peligro, sino que el fundamento de su castigo
es que normalmente suponen un peligro. Basta, por lo tanto, la peligrosidad de la
conducta. Se castiga una acción típicamente peligrosa. La peligrosidad de la
conducta que se exige es ex ante; si ex post se produce el peligro concreto o no, es
irrelevante.
Esta clase de delitos plantea problemas de compatibilidad constitucional.

EJEMPLO:

 Conducción bajo la influencia de estupefacientes, bebidas alcohólicas,


sustancias psicotrópicas.

En nuestro Código Penal son formas de delito preterintencional y consideradas


peligrosas sólo por imperio legislativo: las lesiones graves del art. 90, el duelo (art.
97) por el solo quebrantamiento de la norma al margen del resultado, caso de peligro
abstracto, la instigación a provocar un duelo (art. 99) vale por sí misma aunque éste
no se produzca (peligro abstracto), promover o facilitar la entrada o salida del país
de menores para que ejerzan la prostitución (art. 127 bis) conducta que se halla en
el tipo subjetivo del dolo sin perjuicio del resultado y nuevo caso de peligro
abstracto. Contraer matrimonio con impedimentos legales (art. 134) delito de
peligro abstracto, ya antinormativo en otro ámbito y por ello su criminalización
podría vulnerar la garantía de "non bis in idem", entre otras figuras.
Pocos ejemplos bastan para observar que el desencadenamiento fáctico, originado
por el peligro, no sólo abarca fenómenos naturales sino también sucesos de índole
social en los que intervienen como protagonistas los hombres colectivamente
considerados.
Por su parte la categoría de los llamados "delitos de peligro abstracto" ha sido
creada de un modo contrario a las normas constitucionales que exigen,
como presupuesto de imposición de toda pena estatal, la prueba de la afectación a
bienes jurídicos de terceras personas. Ello sucede por cuanto suele pretenderse que
los citados delitos "son tales por el hecho de presumirse, sin admitir prueba en
contrario, que afectan un bien jurídico ajeno (aunque en verdad ello no ocurra). Con
ello no sólo se violenta el derecho a la "presunción de inocencia" (que exige el
Estado como condición para imponer penas, la prueba de todas y cada uno de
los presupuestos de punibilidad y que correlativamente no requiera al imputado la
prueba de ninguna circunstancia de no punibilidad) sino que además se permite la
punición sin afectación alguna a la disponibilidad de derechos de terceras personas.

3. CONCLUSIONES

 La ofensa al bien jurídico, que constituye la esencia del juicio de antijuricidad, puede
consistir en una lesión o en una puesta en peligro de dicho bien jurídico. Junto a la
lesión, en el Derecho Penal se castiga también la puesta en peligro de bienes jurídicos.
 Los delitos de peligro abstracto son aquellos cuyo tipo penal no sólo no requiere la
acusación de un daño sino que tampoco exige la causación efectiva y cierta de un
peligro. Más bien, lo que ocurre es que, en la base de estas figuras, existe la suposición
legal de que se trata de conductas que representan normalmente un peligro para
determinados bienes jurídicos.
 El uso indiscriminado de delitos de peligro, especialmente de peligro abstracto,
efectivamente puede llegar a conformar tipos penales que afecten las garantías y
derechos fundamentales apuntados, de todo lo cual debe el juzgador estar informado.
 Corresponde al legislador -como órgano electivo y representativo- adoptar la
ideología adecuada para regular y normativizar las conductas que considere causen
un daño social. Sin embargo, es necesario que los estudiosos del derecho manifiesten
de forma vehemente sus inquietudes y oposiciones con respecto a la violación de
garantías fundamentales cuando en la tarea del Poder Legislativo se llegue a límites
inaceptables, ya sea producto de una inadecuada política criminal, del populismo penal
o de reacciones o tendencias que no tengan claro el vasto y amplísimo desarrollo de
la protección de esas garantías.

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