Está en la página 1de 1

Pastores

Belén era la región de los pastores; lo había sido muchos siglos antes. Un pastor era por aquel entonces un ser despreciable, de
pésima reputación. En parte la suciedad en la que vivían por la escases de agua, por otra su vida solitaria y errante, le habrían
acarreado la desconfianza de todos. Tanto así que se decía:

“No dejes que tu hijo sea apacentador de asnos, ni conductor de camellos, ni buhonero, ni pastor porque son oficios de
ladrones”.

Esta creencia hacia que los fariseos aconsejasen que no se comprase leche ni lana a los pastores, porque había gran probabilidad de
que fuera robada. Es a estos hombres a quienes Cristo elige como testigos de su nacimiento. Ante el anuncio del ángel quedaron
sobrecogidos de un gran temor, pero esta vez el temor de los pastores fue mucho mayor que el de María, Zacarías y José.

Se entiende que llevaron sus regalos ya que nunca un pobre se hubiera atrevido a saludar a una persona importante en Palestina sin
presentar un regalo como primer saludo. Pero se sabia que sus regalos eran pobres: leche, lana o quizá un cordero. Pero esto ya era
un regalo enorme para ellos. Como recién llegados quizá quisieron tocarle como lo hace la gente sencilla. Sentían alegría, pero
también tristeza porque sabían que iba a sufrir, como hombre. Pero este Dios valiente les gustaba.

Ángel y el anuncio

El ángel, no gasta palabras en explicar que viene de parte de Dios, simplemente comienza a dar su Buena Noticia.

Buena noticia/ Nacimiento del Niño

Los pastores salieron corriendo: sin conocerlo ya se sentían amados e iban en busca de ese amor. El Hijo esperado era la Palabra;
pero aquella bebé no sabia ni hablar. El Mesías era el camino, pero aquel niño no sabia ni caminar. Él era la verdad, la sabiduría,
pero no sabia ni tomar el seno de su Madre. El era la vida; aunque iba a morir si la vida no lo alimentaba. Era el creador del sol, pero
temblaba de frio, había cubierto de hierba los campos, pero estaba desnudo. ¿Cómo entender que él era Dios? Algo importante
destacaba este nacimiento, ningún otro nacimiento había sido anunciado por ángeles, ni luces, ni estrella. Era nuestro Dios, el único
que no nos humillaba con su grandeza, sino que nos hacia grandes con su pequeñez. María lo sabía, por eso le miraba y le miraba, le
abrazaba y le abrazaba, quizá hasta con miedo de romperlo.

Encarnación y glorificación

Glorificación: gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad; en la Liturgia actual se canta gloria a Dios
en el cielo y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor. ¿A qué se deben estos cambios?

¿En el momento del nacimiento del Hijo de Dios los ángeles habrían venido a anunciar paz solo a los hombres de buena voluntad
(buenos)? Si Dios solo trajera paz a los hombres de buena voluntad ¿Dónde nos meteríamos los malos, los mediocres, los cobardes?
Y los mismos pastores, en su sencillez, habrían pensado que el anuncio angélico no era para ellos.

SANTA MARÍA, MADRE DE DIOS

La Virgen santa no tuvo triunfos ni milagros. Su Hijo no permitió que la gloria humana la rozara siquiera. Nadie ha vivido, ha sufrido
y ha muerto con tanta sencillez y en una ignorancia tan profunda de su propia dignidad, de una dignidad que, sin embargo, la pone
por encima de los ángeles.

Es una mujer virgen que asi ha deseado vivir, estaba desposada con un joven llamado José, es la mujer, llena de gracia.

También podría gustarte