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Basado en el libro “Más allá del Dolor”

ESCRITO POR EL PR. ALEJANDRO BUllÓN


Este problema también pasará
PROPÓSITO
Recordar que Dios siempre está donde estuvo, que él no se ha ido. Nosotros nos hemos
alejado, y si decidimos volver Él nos recibe con los brazos abiertos.

TEXTO BÍBLICO BASE


“¡Oh generación! Atended vosotros a la palabra de Jehová. ¿He sido yo un desierto
para Israel, o tierra de tinieblas? ¿Por qué ha dicho mi pueblo: Somos libres, nunca más
vendremos a ti?” (Jeremías 2:31).

INTRODUCCIÓN
Vivimos momentos difíciles que marcarán la vida de los seres humanos y también tu
vida. La muerte ronda en diferentes partes de la tierra, como en Guayaquil: cuerpos
abandonados en las aceras, familiares que lloran sin poder identificar a sus seres
amados. Las funerarias carecen de ataúdes y usan cajas de cartón que se usan para
empacar plátanos.

Médicos que salen en las cámaras de TV pidiendo ayuda con la voz entrecortada,
pues sienten que las fuerzas se van y no obtienen respuesta. En medio de todo este
desconcierto las personas levantan los ojos al cielo y llorando exclaman: Dios mío,
¿Por qué?... ¿Por qué nos estás castigando?

I. LA GENERACIÓN DEL AYER


Las historias registradas en la Palabra de Dios son didácticas, tienen el propósito de
enseñarnos a vivir. Nos ayudan a aprender de nuestros errores y aciertos del pasado.
Había llegado el momento de regresar a casa para el pueblo de Dios después del
cautiverio y exilio en Babilonia. Ese no era su hogar, ellos necesitaban retornar a
Jerusalén. Como todo regreso, estaba rodeado de peligros al atravesar el árido
desierto, morir de hambre o sed. Lo que les deparaba el futuro era incierto y pavoroso.

Hoy también estamos de regreso a nuestra casa. Este mundo no es nuestro hogar.
Cristo, al estar en esta tierra, nos prometió preparar un lugar para cada uno de nosotros
en el cielo, esto lo encontramos en el evangelio de Juan 14:1-3 (leer).

Volvamos a repasar la historia del pueblo israelita. Allí encontramos a una generación
que entró a la tierra prometida liderada por Josué, pero pasó el tiempo y esa generación
murió y apareció otra nueva generación. Lo interesante de esto era que “…no conocía
al Señor, ni sabía lo que el Señor había hecho por Israel” (Jueces 2:10).

Algo que queda claro es que todo lo bueno y lo malo pasan junto con las generaciones
que lo vivieron; nada permanece, todo pasa. Ninguna generación dura para siempre
porque la muerte es inexorable, no la puedes evitar.

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Sin embargo, aunque todo cambia y pasa, Dios había establecido un compromiso, un
pacto con su pueblo. Él no pensaba anular dicho pacto a menos que ellos decidan
olvidarlo: “Nunca anularé mi pacto con ustedes, mientras que no hagan pacto con los
que habitan en esta tierra… Pero ustedes no me hicieron caso. ¿Por qué lo han hecho?”
(Jueces 2:1, 2).

Cuando dejamos a Dios nos volvemos indiferentes, practicamos males y desobedecemos


Te pregunto: ¿eres parte de una generación que no conoce, ni quiere conocer a Dios?
Desde que entró el pecado, el ser humano trae dentro de sí una naturaleza rebelde,
que vive alejándose de Dios y usa el argumento de que se está “adaptando a los
tiempos modernos”.

Dios siempre es fiel a su pacto, cumple su parte, no se aleja, siempre esta allí, no se
mueve, tú eres el que se aleja y no cumple su parte.

II. GENERACIÓN DE HOY


El profeta Jeremías escribió: “Porque dos males ha hecho mi pueblo, me dejaron a mí,
fuente de agua viva; y cavaron para sí cisternas, cisternas rotas que no retienen el
agua” (Jeremías 2:13).

Aquí encontramos dos figuras interesantes. En aquellos tiempos las personas cavaban
pozos para encontrar agua. Nadie vive sin ese líquido y Dios se compara con la fuente
de agua viva, agua que corre siempre pura. Por otro lado, equipara de alguna manera
a los dioses paganos con cisternas rotas viejas y de agua envenenada, que lo único que
consiguen es llevar muerte.

La generación de ayer y hoy se entrelazan en un punto: dejaron a Dios y se volvieron


tras ellos mismos y a sus dioses; buscando satisfacer su sed de conocimiento, riquezas,
honores, gloria, etc.

Buscaron agua que no sirve, que tiene forma de agua pero no trae vida, sino muerte
y desolación. Se hicieron cisternas, pero rotas que no podían retener nada de lo que
recibían. En otras palabras representan engaño, mentira, solución fugaz y pasajera,
anestesia que calma el dolor por un instante pero no cura.
Sin embargo, jamás llegará la destrucción sin que llegue la advertencia y la invitación
de volvernos a Dios y arrepentirnos.

Hoy transitamos el camino de regreso a casa, porque este mundo no es nuestro mundo,
somos errantes y peregrinos. Nuestro destino final está con Dios y la vida eterna que
nos prometió, pero el camino que nos toca por recorrer es peligroso y desconocido.

Enfrentamos la más grande peste del siglo XXI, todo es muerte a nuestro alrededor.
El COVID-19 ya mató casi medio millón de personas. La humanidad ha parado y la
recesión económica que se avecina provocará más zozobra y angustia que el mismo
coronavirus.

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Es necesario buscar a Dios, porque solo en él encontramos el agua de vida y sabremos
que habrá seguridad, amparo y esperanza.

Todos nos separamos de Dios en algún momento, y hoy es el momento de volver a


Él. ¿Qué tal si somos la última generación que viva y tengamos la oportunidad de
presenciar a Jesús venir del cielo con poder y gloria? Para ello debemos volvernos a
Dios y restaurar nuestro compromiso de lealtad a él.

No porque vayamos una vez a la semana a la iglesia quiere decir que estamos bien
con Dios, o porque cantemos durante 30 minutos palabras de adoración quiere decir
que nuestro corazón le pertenece. El verdadero cristiano va más allá, se dirige hacia
el fondo y el corazón de las cosas. Muchas veces sin siquiera percibirlo nos dejamos
absorber por la manera de pensar de la gente que nos rodea y adaptamos nuestro
cristianismo a los patrones de este mundo pensando que continuamos sirviendo a
Dios. Esa fue la tragedia de Israel y también puede ser la nuestra.

III. CONCLUSIÓN
Dios es un Dios de amor y consolación. Él sabe que para enfrentar cualquier
circunstancia adversa, por grande o pequeña que sea, necesitamos primero tener la
seguridad de que no estamos solos. Necesitas a un Dios que te consuela y te ama.

En estos momentos Dios desea consolarte para que camines sin temor a su lado, por
encima de cualquier adversidad, temor o ansiedad.

Cuando el pueblo de Israel había estado cautivo en Egipto, Dios los había sacado con
mano fuerte y brazo extendido. No tenían nada, sin embargo salieron como hombres
y mujeres ricos. Los condujo por el desierto; los llevó a Canaán, a la tierra que fluye
leche y miel. Desafortunadamente, con el transcurso de los años ellos se olvidaron
de la manera maravillosa en que Dios los había cuidado en el pasado, y cada uno se
descarrió por su propio camino de egoísmo y desobediencia. El tiempo pasó, como
todo pasa en la vida; la esclavitud en Babilonia tampoco duró para siempre. Los 70
años pronto llegaron a su fin y una vez más regresaron nuevamente a Jerusalén.

Ahora cuando regresaron se dieron cuenta que Dios seguía allí. Él no se había alejado,
les dio la bienvenida. Quiso restablecer su pacto y su compromiso con ellos. Pacto que
no había sido roto por él, sino por la desobediencia de ellos mismos.

IV. LLAMADO
Ilustración: Se cuenta que un rey quiso deshacerse de uno de sus siervos. Pero como
no encontraba ninguna falta o descuido, decidió ponerle un reto muy difícil seguro de
que fallaría.

Hizo que trajeran al hombre, y una vez delante de él dijo: Te voy a poner un reto.
Si logras pasarlo te quedas en palacio, caso contrario nunca más volverás a ver mi
rostro. El reto es el siguiente, ¿ves este espacio pequeño que hay en mi corona? Deseo

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colocar allí una palabra que cuando yo esté muy muy triste, al ver esa palabra me
sienta reanimado, y que cuando yo me sienta muy contento y todo me esté saliendo
bien, esa palabra me ayude a ubicarme en el contexto correcto. Tu reto es encontrar
esa palabra, tienes dos días.

El hombre volvió a su casa triste porque sabía que en realidad lo que el rey quería era
deshacerse de él. Casi entre lágrimas le contó a su mujer lo que el rey le había pedido.
Ella entonces sonriendo le dijo que no se afligiera, que eso era muy fácil.

Solo cuando llegó el segundo día y el hombre tenía que ir a presentarse ante el rey,
la mujer le dijo aquella palabra mágica. El hombre se fue emocionado y, al llegar a
palacio, el rey lo esperaba casi seguro de que no había podido encontrar esa palabra
tan especial.

El rey le preguntó: ¿Cuál es la palabra? El hombre sonriendo respondió: mi rey, la


palabra que usted va a colocar en su corona es PASARÁ. Porque cuando usted esté
triste, muy triste, y todo le haya salido mal, esa palabra le hará saber que la aflicción
va a pasar. No toda la vida va a estar usted triste, no todo el tiempo le van a salir
las cosas mal. Por otro lado, cuando tenga victorias y todo le vaya bien, usted debe
recordar que también esas cosas bellas y hermosas pasarán.

Si tú estás viviendo una realidad muy difícil, debes recordar que PASARÁ. Todo pasa
en la vida: lo lindo, lo malo, lo hermoso y lo amargo. El único que siempre estará allí y
que nunca cambia ni te deja solo es Dios.

Hoy, tú sabes que los momentos que vives no son los mejores, que al alejarte de Dios,
las cosas han ido de mal en peor, y no sabes a dónde ir, te sientes solo, con vacíos que
no sabes cómo llenar.

Esta noche Jesús te dice: Yo estoy aquí para consolarte, soy tu única alternativa, soy
tu única Esperanza de vida, jamás ha cambiado mi amor por ti. Aunque todo pase yo
siempre estaré a tu lado. Entrégame tu corazón y verás lo que soy capaz de hacer
contigo.

Te invito a que vengas y rindas tu vida a Jesús. Si aún no lo has hecho, haz un
compromiso con él mediante el santo bautismo.

Por favor ponte de pie si así lo deseas, pues hoy quiero hacer una oración por ti, a fin
de que Dios bendiga la decisión que estás tomando.

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