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El aspecto de llamar persona al hombre trae consigo dos realidad una ontológica
y otra moral, la ontológica hace referencia a la forma de ser de cada persona
dentro del mundo a imagen de Dios, un ser espiritual, creativo, libre y
responsable, la forma moral hace referencia a la dignidad de cada persona, sus
derechos humanos, la forma de realización, su propiedad de ser respetado.
El hombre es un ser libre, pensante que es capaz de relacionarse con las demás
personas, es un sujeto de relación primero con Dios y luego con los hombres, por
su naturaleza propia el hombre tiene dignidad, no necesita que nadie le de
libertad, pues en inherente en cada persona.
Los fundamentos doctrinales son Gn 9,6 partiendo desde esta cita se puede decir
que el hombre es un ser hecho a imagen de Dios y quien quiera quitárselo está
hiendo en contra de Dios mismo, de su naturaleza.
Las cuestiones teológicas del concepto de persona han sufrido cambios, primero
veremos el uso clásico y la patrística, en este periodo se habla de prosopon
palabra griega que designa mascara de teatro o forma de actuar (rostro), en la
teología este significado cambia porque ayuda a expresar el sentido trinitario y
las dos naturalezas de Jesús, pues Jesús tuvo dos naturalezas y una personalidad,
lo que aquí conviene recalcar es que la palabra persona designa sujeto de actuar y
de ser y luego designa relación a la cual el hombre siempre está llamado.
A partir del siglo XVII se da la separación de fe y razón y con ella se dan los
principios de la doctrina jurídica separándose así la Iglesia de la política, dando
como resultado la creación de grupos que velen jurídicamente los derechos
humanos.