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Prácticas Sociología del Derecho

Práctica Tema 12 y 13 (I)

Bloque I.

Ordene en el cuadro las propiedades enumeradas, según correspondan a un sistema


normativo estático o dinámico. Explique por qué decimos que el Derecho es (al menos en la
actualidad) un sistema mixto.

- relaciones de deducibilidad entre las normas.


- el sistema se compone de normas de competencia o habilitación.
- la condición necesaria y suficiente para la pertenencia de las normas al sistema es que éstas
sean deducibles de normas superiores.
- relaciones de habilitación entre normas.
- sistema necesariamente coherente.
- las normas son una manifestación de voluntad.
- sistema potencialmente incoherente.
- la condición necesaria y suficiente para la pertenencia de las normas al sistema es que éstas
hayan sido creadas de conformidad a las normas que regulan la creación de normas en el
sistema.
- el sistema se compone de normas sustantivas.
- indisponibilidad de los contenidos.

Contenidos mínimos: esto es lo que se refiere a los derechos a los valores( legalidad), respecto a la moral
DINAMICO MIXTO, por algunos aspectos que cogemos del dinámico estático por normas sustantivas,
generales que deben de ser especificados (CRITERIOS MATERIALES DE VALIDES) fundamentales y
que se deben tener en cuenta, debido a que forman parte de la constitución.

Sistema estático. Sistema dinámico

Pertenencia de las normas


al sistema a condición necesaria y suficiente
para la pertenencia de las normas
al sistema es que éstas hayan sido
creadas de conformidad a las
normas que regulan la creación de
normas en el sistema.

No por su conten
Relaciones entre las
normas del sistema relaciones de habilitación entre
relaciones de deducibilidad entre
normas.
las normas.

Por su contenido
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Habilitan a la creación de normas

Tipos de normas de que se


compone el sistema Normas de contenido Aquí lo que importa e sla
(sustantivas) para definir el forma, no que dicen sino como
sistema se hacen

Coherencia del sistema


Coherente: deducion entre las Normas si contenido distinto,
normas (no contradicción) posibilidad coherente pero hay
que resolverlo: ya que el
sistema debe ser coherente
Modificación del sistema Indisponibilidad de los Sistema- voluntad- el órgano
contenidos, pondrá las funciones de los
contenidos ya sea: económico,
educación, sanitaria….
Bloque II

Lea los textos siguientes y responda a las preguntas.

KELSEN, H. Teoría Pura del Derecho (trad. R. Vernengo), Porrúa, México, 1991, pp. 206,207,
208, 215.

“El sistema normativo que aparece como un orden jurídico, tiene esencialmente un
carácter dinámico. Una norma jurídica no vale por tener un contenido determinado; es decir, no
vale porque su contenido pueda inferirse, mediante un argumento deductivo lógico, de una
norma fundante básica presupuesta, sino por haber sido producida de determinada manera, y,
en última instancia, por haber sido producida de la manera determinada por una norma
fundante básica presupuesta. Por ello, y sólo por ello, pertenece la norma al orden jurídico,
cuyas normas han sido producidas conforme a esa norma fundante básica. De ahí que
cualquier contenido que sea, puede ser derecho. No hay comportamiento humano que, en
cuanto tal, por lo que es como contenido, esté excluido de ser el contenido de una norma
jurídica. Ni la validez de una de ellas puede ser negada por contradecir su contenido al de otra
norma no perteneciente al orden jurídico cuya norma fundante básica es el fundamento de la
validez de la norma cuestionada. La norma fundante de un orden jurídico no es una norma
material que, por considerarse inmediatamente evidente el contenido, sea presupuesta como
norma suprema, a partir de la cual, mediante una operación lógica, puedan derivarse normas
del comportamiento humano, como lo particular se infiere de lo universal”.
“Si se pregunta por el fundamento de validez de una norma jurídica perteneciente a
determinado orden jurídico, la respuesta sólo puede consistir en referir a la norma fundante
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básica de ese orden; es decir, consiste en la afirmación de que esa norma fue producida
conforme a la norma fundante básica”.
“Si se pregunta ahora por el fundamento de validez de la constitución de un Estado,
sobre la cual reposa la validez de todas las normas y la validez de las normas individuales
producidas con fundamento en esas normas generales, es decir, si se pregunta por el
fundamento de validez de las normas que regulan la producción de normas generales, en tanto
determinan qué órganos y mediante qué procedimientos se deben producir normas generales,
se llegaría quizás a una constitución del Estado más antigua. Esto es, se fundaría la validez de
la constitución estatal existente en que se habría originado conforme a las disposiciones de una
constitución estatal anterior, por vía de una enmienda constitucional conforme a la constitución,
es decir, conforme a una norma positiva establecida por una autoridad jurídica. Y así se
continuaría hasta llegar por fin a una primera constitución histórica del Estado, que no habría
surgido por esa vía y cuya validez, en consecuencia, no puede ser referida a una norma
positiva implantada por una autoridad jurídica. Es decir, se llegaría a una constitución del
Estado implantada revolucionariamente, esto es, mediante ruptura con la constitución estatal
preexistente, o cuya validez hubiera sido implantada en un dominio que previamente no habría
sido, en general, dominio de validez de ninguna constitución estatal, ni del orden jurídico estatal
que en ella se sustenta. Si se considera solamente el orden jurídico estatal -y no el derecho
internacional- y se pregunta por el fundamento de validez de una primera constitución histórica
estatal, es decir, una constitución no originada en una enmienda constitucional de una
constitución previa, la respuesta sólo puede ser -si se renuncia a referir la validez de la
constitución del Estado, y la validez de las normas producidas de conformidad a ella, a una
norma establecida por una autoridad meta- jurídica, como dios o la naturaleza- que la validez
de esa constitución, el suponer que es una norma obligatoria, tiene que ser presupuesta, si es
que debe ser posible interpretar los actos realizados de acuerdo con ella como actos de
producción o de aplicación de normas jurídicas generales válidas, y los actos realizados en
aplicación de esas normas jurídicas generales, como la producción o aplicación de normas
individuales válidas. Puesto que el fundamento de validez de una norma sólo puede ser
nuevamente una norma, el presupuesto de esa norma no puede ser una norma impuesta por
una autoridad jurídica, sino una norma presupuesta. Es decir, una norma que es presupuesta
cuando el sentido subjetivo del hecho constituyente y el sentido subjetivo de los hechos
productores de normas cumplidos conforme a la constitución, son interpretados como su
sentido objetivo. Como se trata de la norma fundante básica de un orden jurídico, esto es, de
un orden que estatuye actos coactivos, el enunciado que describe esa norma, el enunciado
básico del orden jurídico estatal en cuestión, reza: los actos coactivos deben realizarse bajo las
condiciones y en la manera que estatuyen la primera constitución histórica del Estado y las
normas impuestas de conformidad con ella (en forma abreviada: uno debe comportarse como
la constitución lo prescribe). Las normas de un orden jurídico cuyo fundamento de validez
común lo constituye esta norma fundante básica, -como el regreso a la norma fundante básica,
expuesto en lo que antecede, lo muestra-, no configuran un conjunto de normas válidas
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situadas una al lado de otra, sino una construcción escalonada de normas supra y
subordinadas”.
“Puesto que la norma fundante básica es el fundamento de validez de todas las normas
pertenecientes a un mismo orden jurídico, constituye ella la unidad dentro de la multiplicidad de
esas normas. Esa unidad también se expresa diciendo que el orden jurídico es descrito en
enunciados jurídicos que no se contradicen. Naturalmente no puede negarse la posibilidad de
que los órganos jurídicos de hecho implanten normas que se encuentren en conflicto entre sí,
es decir, que efectúen actos cuyo sentido subjetivo sea un deber, y que cuando ello quiera ser
interpretado también como su sentido objetivo, cuando esos actos sean vistos como normas,
las normas se encuentren recíprocamente en conflicto. Semejante conflicto normativo aparece
cuando una norma determina una conducta como debida, y otra norma obliga a una conducta
incompatible con la primera. Por ejemplo, si una norma determina que el adulterio deberá ser
castigado, y otra, que no deberá serlo; o si una norma determina que el hurto debe ser
castigado con pena de muerte, mientras que otra dispone que debe serlo con prisión (y, por
tanto, no con muerte). Este conflicto no es, como se mostró anteriormente, una contradicción
lógica en el sentido estricto de la palabra, aunque se suela decir que ambas normas se
"contradicen". Puesto que los principios lógicos, y, en especial, el principio de contradicción,
sólo se aplican a enunciados que puedan ser verdaderos o no verdaderos; una contradicción
lógica entre dos enunciados consiste en que sólo el uno o el otro de ellos puede ser verdadero,
en tanto cuando uno es verdadero, el otro tiene que ser falso. Pero una norma no es ni
verdadera ni falsa, sino válida o inválida. El enunciado que describe un orden normativo,
afirmando que conforme a ese orden una norma determinada vale, y especialmente, el
enunciado jurídico que describe ese orden jurídico, afirmando que, conforme a ese orden
jurídico, debe o no debe realizarse determinado acto coactivo, bajo determinadas condiciones,
puede ser, como se mostró, verdadero o falso. De ahí que los principios lógicos, en general, y
por ende, también el principio de contradicción, en particular, puedan aplicarse a los
enunciados jurídicos que describen normas jurídicas y, también, indirectamente, a las normas
jurídicas. Por cierto que no es de ninguna manera insólito sostener que dos normas jurídicas se
"contradicen" mutuamente. Y que, en consecuencia sólo una de las dos pueda ser considerada
como objetivamente válida”.

HART, H. L. A. El concepto de Derecho (trad. G. Carrió), Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1990,


pp. 132-137.

“La regla de reconocimiento que suministra los criterios para determinar la validez de
otras reglas del sistema es en un sentido importante, que trataremos de clarificar, una regla
última; y cuando, como es usual, hay varios criterios clasificados en orden de subordinación y
primacía relativas, uno de ellos es supremo. Estas ideas referentes al carácter último de la
regla de reconocimiento, y a la supremacía de uno de sus criterios, merecen alguna atención.
Es importante no confundirlas con la teoría, que hemos rechazado, de que en todo sistema de
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derecho, aunque se oculte tras las formas jurídicas, tiene que haber una potestad legislativa
soberana que es jurídicamente ilimitada.
De estas dos ideas, la de criterio supremo y la de regla última, la primera es la más fácil
de decidir. Podemos decir que un criterio de validez jurídica (o fuente de derecho) es supremo,
si las reglas identificadas por referencia a él son reconocidas como reglas del sistema, aun
cuando contradigan reglas identificadas por referencias a los otros criterios, mientras que las
reglas identificadas por referencia a los últimos no son reconocidas si contradicen las reglas
identificadas por referencia al criterio supremo. […]
Entenderemos mejor el sentido en que la regla de reconocimiento es la regla última de
un sistema, si seguimos una cadena muy familiar de razonamiento jurídico. Si se plantea la
cuestión sobre si una cierta regla es jurídicamente válida, para resolverla debemos usar un
criterio de validez suministrado por alguna otra regla. ¿Es válida esta pretendida ordenanza del
County Council de Oxfordshire? Si, porque fue dictada en ejercicio de las potestades
conferidas, y de acuerdo con el procedimiento especificado, por un decreto del Ministerio de
Salud Pública. A este primer nivel, el decreto suministra los criterios para apreciar la validez de
la ordenanza. Puede no haber necesidad práctica de seguir adelante; pero existe la posibilidad
de hacerlo. Podemos cuestionar la validez del decreto y apreciarla en términos de la ley que
faculta al Ministro a adoptar tales medidas. Finalmente, cuando la validez de la ley ha sido
cuestionada, y determinada por referencia a la regla que establece que lo que la Reina en
Parlamento sanciona es derecho, alcanzamos un punto donde debemos detener nuestras
investigaciones referentes a la validez; porque hemos llegado a una regla que, a semejanza del
decreto y de la ley intermedios, proporciona criterios para la determinación de la validez de
otras reglas, pero que, a diferencia de lo que ocurre en el caso de ellos, no está subordinada a
criterios de validez jurídica establecidos por otras reglas.
Podemos plantear muchos problemas, claro está, acerca de esta regla última.
Podemos preguntamos si es práctica de los tribunales, legislaturas, funcionarios o ciudadanos
particulares de Inglaterra usar efectivamente esta regla como regla última de reconocimiento.
¿O nuestro proceso de razonamiento jurídico ha sido un vano juego con los criterios de validez
de un sistema desechado? Podemos preguntamos si es satisfactorio un sistema jurídico que
tiene a tal regla en su base. ¿Produce más mal que bien? ¿Hay razones prudentes para
apoyarlo? ¿Existe una obligación moral de hacerlo? Estas son, es obvio, cuestiones muy
importantes; pero es igualmente obvio que cuando formulamos tales preguntas acerca de la
regla de reconocimiento, ya no estamos tratando de contestar a su respecto el mismo tipo de
preguntas que con su ayuda contestamos acerca de las otras reglas. Cuando después de decir
que una norma particular es válida porque satisface la regla de que lo que la Reina en
Parlamento sanciona es derecho, sostenemos que esta última regla es usada en Inglaterra por
los tribunales, funcionarios y particulares como regla de reconocimiento última, hemos pasado
de un enunciado interno de derecho que afirma la validez de una regla del sistema a un
enunciado externo de hecho, que un observador podría hacer aunque no aceptara el sistema.
Así también, cuando pasamos del enunciado de que una disposición particular es válida, al
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enunciado de que la regla de reconocimiento del sistema es excelente, y el sistema basado


sobre ella digno de apoyo, hemos pasado de un enunciado de validez jurídica a un enunciado
de valor.
Algunos autores que han subrayado el carácter jurídicamente último de la regla de
reconocimiento, han expresado esto diciendo que, mientras que la validez jurídica de otras
reglas del sistema puede ser demostrada por referencia a ella, su propia validez no puede ser
demostrada, sino que "se da por admitida", es "postulada" o es una "hipótesis". Esto, sin
embargo, puede ser seriamente equívoco. Los enunciados de validez jurídica de reglas
particulares, hechos en la vida cotidiana de un sistema por jueces, abogados o ciudadanos
ordinarios, llevan consigo, en verdad, ciertas presuposiciones. Son enunciados internos de
derecho que expresan el punto de vista de quienes aceptan la regla de reconocimiento del
sistema, y, como tales, dejan sin expresar mucho que podría ser expresado en enunciados
externos de hecho acerca del sistema. Lo que queda así sin expresar forma el trasfondo o
contexto normal de los enunciados de validez jurídica, y se dice, por tal razón, que es
"presupuesto" por ellos. Pero es importante ver cuáles son precisamente estas cuestiones
presupuestas, y no oscurecer su carácter. Ellas consisten en dos cosas. Primero, cuando
alguien afirma seriamente la validez de una determinada regla de derecho, por ejemplo, una
ley, usa una regla de reconocimiento que acepta como adecuada para identificar el derecho. En
segundo lugar, ocurre que esta regla de reconocimiento, en términos de la cual aprecia la
validez de una ley particular, no solamente es aceptada por él, sino que es la regla de
reconocimiento efectivamente aceptada y empleada en el funcionamiento general del sistema.
Si se pusiera en duda la verdad de esta presuposición, ella podría ser establecida por
referencia a la práctica efectiva: a la forma en que los tribunales identifican lo que ha de tenerse
por derecho y a la aquiescencia o aceptación general frente a esas identificaciones.
Ninguna de estas dos presuposiciones resulta bien descripta diciendo que "se da por
admitida" una "validez" que no puede ser demostrada. Sólo necesitamos la palabra "validez", y
así la usamos comúnmente, para resolver cuestiones que surgen dentro de un sistema de
reglas, donde el status de una regla como miembro del sistema depende de que satisfaga
ciertos criterios suministrados por la regla de reconocimiento. No puede presentarse una
cuestión de ese tipo respecto de la validez de la propia regla de reconocimiento que
proporciona los criterios; ella no puede ser válida ni inválida, simplemente se la acepta como
adecuada para ser usada de esta manera. Expresar este hecho simple diciendo en forma
oscura que su validez, "se da por admitida pero no puede ser demostrada", es como decir que
damos por admitidos, pero no podemos demostrar, que el metro de París, que es el criterio
último de corrección de todas las medidas en el sistema métrico, es en sí correcto.
Una objeción más seria es que al expresar que "se da por admitida" la validez de la
regla de reconocimiento última, se oculta el carácter esencialmente fáctico de la segunda
presuposición que está detrás de los enunciados de validez hechos por los juristas. Sin duda
que la práctica de los jueces, funcionarios y otras personas, en que consiste la existencia
efectiva de una regla de reconocimiento, es una cuestión compleja. Como veremos más
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adelante, hay situaciones, por cierto, en las que aparecen problemas sobre el alcance y
contenido precisos de este tipo de regla, y aun sobre su existencia, que pueden no admitir una
respuesta clara o determinada. Sin embargo es importante distinguir entre "dar por admitida la
validez" y "presuponer la existencia" de tal regla; aunque más no sea porque no hacerlo
oscurece lo que se quiere decir al afirmar que esa regla existe.
En el sistema simple de reglas primarias de obligación (...), la afirmación de que una
determinada regla existe, sólo podía ser un enunciado de hecho externo, tal como el que un
observador que no aceptara las reglas podría formular y verificar comprobando, como cuestión
de hecho, si un determinado modo de conducta es generalmente aceptado como pauta o
criterio y va acompañado por aquellas características que, según hemos visto, distinguen una
regla social de los meros hábitos convergentes. De esta misma manera habría que interpretar y
verificar la aserción de que en Inglaterra existe una regla -aunque no una regla jurídica- en el
sentido de que debemos descubrimos al entrar a una iglesia. Si se encuentran reglas de este
tipo en la práctica efectiva de un grupo social, no cabe examinar como problema independiente
el de su supuesta validez, aunque, por supuesto, su valor o conveniencia es un problema
abierto a debate. Una vez que la existencia de las reglas ha sido establecida como hecho, sólo
confundiríamos las cosas, afirmando o negando que ellas son válidas, o diciendo que "damos
por admitida" su validez, pero que no podemos demostrada. Por otra parte, cuando, como
ocurre en los sistemas jurídicos desarrollados, tenemos un sistema que incluye una regla de
reconocimiento, de modo que el status de una regla como miembro del sistema depende de
que satisfaga ciertos criterios establecidos en la regla de reconocimiento, esto trae aparejada
una nueva aplicación de la palabra "existe". El enunciado de que una regla existe puede no ser
ya, como ocurría en el caso simple de las reglas consuetudinarias, un enunciado externo del
hecho de que cierto modo de conducta es generalmente aceptado en la práctica como pauta.
Ahora puede ser un enunciado interno que aplica una regla de reconocimiento aceptada, pero
no expresa, y que, dicho de forma tosca, significa únicamente que la regla es "válida según los
criterios de validez del sistema". Sin embargo, en este aspecto, como en otros, una regla de
reconocimiento es distinta de las otras reglas del sistema. La afirmación de que ella existe sólo
puede ser un enunciado de hecho externo. Porque mientras que una regla subordinada de un
sistema puede ser válida y, en ese sentido, "existir" aun cuando sea generalmente
desobedecida, la regla de reconocimiento sólo existe como una práctica compleja, pero
normalmente concordante, de los tribunales, funcionarios y particulares, al identificar el derecho
por referencia a ciertos criterios. Su existencia es una cuestión de hecho”.

CUESTIONES.

1.- Explique las similitudes y diferencias que se pueden apreciar entre la “norma fundante
básica” kelseniana y la “regla de reconocimiento” de Hart.
Servir como un criterio único al sistema, porque son fundamentales (ultima instancia que le
damos validez al sistema jurídico), están dotadas de autoridad y son aplicables, debido a que si
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yo las cuestiono, la base del sistema jurídico cae, estos autores lo dotan con esa
FUERZA/INTENCIDAD (ultimas/cuestionales)

DIFERENCIAS:
Kelsen: ULTIMA DEL SITEMA: EXISTE DE VERDAD- son comprobables (regla de trabajo)/
piramidal- ordenamiento
Hart: positiva
2.- ¿Qué podría criticar de estos planteamientos?

Derecho extructuralmente moral: nosotros por si mismo buscamos lo que sta bien o mal, para
llegar a la mejor vida posible: no hay nadie que quiera ser infeliz.
El derecho como es una creación humana también tiene como objetivo buscar esos conceptos
de derecho fundamentakmente moral, estas viciones que intentan ver el derecho como un
simple continente, no debe ser asi puesto que, no haría alusión a este tipo de regla.
La norma fundante básica es que todos cumplamlos con la constitución y que dotemos a todo
los sitema jurídicos con esta institución, si no lo hiciéramos se destruiría o seria un sistema
desordenado

No se sabe cuál iría primero; con su práctica van a decirnos cuales son las reglas de
conocimiento

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