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TRABAJO FINAL DE ORTEGA Y GASSET

Hecho por Lucía Orenes García

1.Defina y explique el concepto orteguiano de «perspectiva» haciendo referencia a sus


presupuestos ontológicos, sus consecuencias epistemológicas y sus posibles dificultades.
Para poder explicar la teoría perspectivista que configura finalmente el filósofo José Ortega y
Gasset es necesario en primer lugar entender de dónde parte ésta. Ortega parte en primera
instancia de la creación de una nueva ontología, la cual desecha todos los conceptos sobre la
realidad y el ser tradicionales, que posiciona la vida humana como una realidad inédita que,
además, es radical. Se desechan los modos propios de la conducta intelectual común basados
en la fijeza e invariabilidad del ser de las cosas, ya que cuando se ha buscado la naturaleza
del ser no se ha encontrado nada. Ortega determina que es imposible ya que el hombre no es
su cuerpo, porque es una cosa, ni es su alma, porque también es otra cosa, sino que es un puro
acontecimiento que ocurre a cada uno, siendo nosotros mismos también acontecimiento. Pero
cuidado, ésto dicho anteriormente no significa que la vida sea un simple sucedáneo, sino que
cada uno de nosotros está indicado a hacer algo referente a su vida. Incluso aquel que no hace
nada, ya está haciendo algo respecto a su vida. Con todo esto, y en referencia a la vida, lo
que quiere decir es que todo cuanto nos rodea y las ideas que creemos establecer pueden
modificarse, falsearse y derrumbarse, y aun así seguirá estando ahí, porque no necesita de
nada, es radical y absoluta. De ésta última afirmación se sigue también que la vida lo es todo
y que todo lo que se hace en ella es para llenarse y hacerse referencia, siendo así
intransferible. Por lo que cualquier tipo de realidad que no sea la de tu vida es secundaria y
tiene su raíz en el interior de la misma, proporcionándole así un carácter compositivo de
realidades. Pero no lo hace bajo una mirada monista en la teoría del ser y las categorías
fundamentales de la existencia, sino que Ortega y Gasset admite la multiplicidad de
elementos existentes en el mismo vivir, pero estos solo cobrarán acepción en correspondencia
con la vida humana.
Estos elementos, y a los que hago referencia con anterioridad, se tratan de componentes que
conforman los aspectos abstractos que se hacen existentes en mi vida. El acontecimiento de la
vida al que nos referíamos antes mediante palabras como mundo, cosas u hombre, es en
realidad entendido como un conjunto de relaciones dinámicas, necesarias, codependientes y
determinadas entre el yo y las circunstancias. Ortega y Gasset explica cómo dentro de cada
vida encontramos, mediante una representación analítica del problema, un yo y unas
circunstancias que no pueden existir una sin la otra, precisan pues de reciprocidad. Debido a
esto último es por lo que hablamos de una relación de necesidad. Por una parte, el yo sería
interpretado por Ortega y Gasset como el proyecto existencial que se va creando conforme
voy viviendo y tomando decisiones en base a las posibilidades que nos brindan nuestras
circunstancias. (En el papel del yo me detendré más adelante, llegados a la tercera cuestión
que conforma este ensayo.) Mientras que por otro lado tenemos esas circunstancias de las que
depende nuestro proyecto existencial y que es aquello que nos viene dado. Se trata del mundo
que nos rodea. Pero, como hemos indicado antes, la realidad radical es la vida humana de
cada uno y es por ello que mis circunstancias están determinadas por lo que vivimos, es decir,
por el yo y la relación que se establece dentro de su correspondencia. Además, en esta
fórmula que presenta los elementos abstractos (yo, circunstancia) como concretos en la
realidad radical que es nuestra vida, también encontramos las creencias. Éstas se presentan
como el vínculo primero que establecemos con nuestro entorno, es decir, los sentimientos y
reacciones que nos generan. Actúan, por así decirlo, como categorías (haciendo referencia así
a las categorías que establece Kant) que se producen colectivamente. Ésta idea trae consigo
que las circunstancias entonces, el mundo exterior, no se presentan ante el yo primitivamente,
sino que lo hacen a través de un filtro. Éstas creencias se van generando desde el mismo
momento en el que nos vemos arrojados a la vida y las funciones de éstas preceden la
ideación del individuo, es decir, que toda decisión que tomamos dentro de las posibilidades
que nos aporta nuestro mundo exterior son tomadas bajo un sistemas de creencias que hemos
ido construyendo en nuestro yo desde el día que nacimos. Aún así, llegados a este punto, es
necesario recordar que estas distinciones que se hacen entre elementos en realidad deben de
entenderse en esa relación de reciprocidad entre el yo, las creencias y las circunstancias, ya
que, como he dicho anteriormente, unas no serían sin las otras.
Todos estos conceptos y elementos se muestran como piezas del gran puzzle en el que
consiste la teoría perspectivista de Ortega y Gasset. Esta teoría se debe a que Ortega y Gasset
marca el punto de superación del subjetivismo (relativismo o escepticismo), que afirma que
las apariencias son subjetivas y que no existe ninguna verdad absoluta, sino relativas siempre
a un contexto, y el objetivismo (racionalista), que defiende que el objeto es el único
responsable de las apariencias de las cosas y afirma la existencia de las verdades absolutas y
universales. El perspectivismo se muestra como un punto intermedio entre una vertiente y
otra ya que, según Ortega y Gasset, el sujeto no puede evadirse de su punto de vista particular
es decir, de su perspectiva, pero que es igual de verdadero y objetivo que cualquier otra
realidad, debido a que el sujeto es incapaz de desligarse de sus propias circunstancias, como
hemos observado con anterioridad. De esta manera se determina que la perspectiva es una
faceta inseparable del propio plano ontológico ya que es ella misma la que lo fundamenta. El
papel del sujeto o del yo afecta directamente a la percepción de las cosas ya que depende de
las mismas, depende de sus circunstancias. De esto se sigue que el objeto solo se muestra
válido dentro de la fatalidad y limitación de la perspectiva del sujeto que está viviendo.
Además, tal y como hemos comentado antes, no se debe perder de vista que los sistemas de
creencias también forman parte de la configuración, y es que hacen que todas las cosas se
organicen a través de la ocupación que tienen las convicciones de cada persona. Por otra
parte, también se debe tener en cuenta que tanto el espacio histórico como la perspectiva del
individuo son cambiantes, lo que hace que sea imposible un contacto directo con lo real o
universal, cosa que hace que para poder entender cualquier tipo de conocimiento es necesario
remitir a la perspectiva, es decir, a la ubicación vital del sujeto. Por lo tanto, es por todo esto
que se dice que la realidad puede tomar infinitas formas o perspectivas y son todas ellas
igualmente verídicas, y que considerar posible una realidad absoluta, idéntica a sí misma y
ajena a toda perspectiva es una idea absurda.
De todos los seres humanos sus diferentes circunstancias y sistemas de creencias no
concuerdan, por lo que sus proyectos existenciales no serán los mismos, es decir, que su
construcción del yo será diferente. Todo esto hará que cada uno de nosotros percibiremos la
porción de verdad correspondiente, haciendo así que lo que una persona perciba, el otro sea
incapaz de percibirlo. Aunque se den diferentes puntos de vista, ninguna es excluyente de la
otra. Deben de constituirse ya que la particularidad del punto de vista es de lo que se
compone la verdad de la realidad. En este mismo punto, mediante el desarrollo de toda la
teoría perspectivista, es donde se apoya Ortega y Gasset para decir que todo individuo,
persona o época de la historia es un órgano insustituible para la conquista de la verdad y,
además, refuerza mucho más lo absurda que se hace la idea de concebir una realidad única e
inmutable porque nadie puede hacer de su punto de vista algo absoluto que los demás deban
admitir, nadie tiene el patrimonio de la verdad. En conclusión, de este punto podríamos decir
que frente al objetivismo se admite la perspectiva de toda verdad, mientras que frente al
subjetivismo se aprueba la verdad de la perspectiva, haciendo así que la verdad no sea ni
relativa ni absoluta, sino perspectiva.

“Cada hombre tiene una misión de verdad. Dónde está mi pupila no está otra; lo que de la
realidad ve mi pupila no lo ve otra. Somos insustituibles. Somos necesarios.” (Ortega y
Gasset, 1916, El Espectador)
A través del desarrollo de esta teoría perspectivista, José Ortega y Gasset será entonces capaz
de no solo superar el objetivismo y el subjetivismo, sino que también, en el terreno del
conocimiento o epistemología, será capaz de superar dos vertientes opuestas: el racionalismo
de Descartes y el vitalismo de Nietzsche. Una vez más, Ortega busca un punto intermedio, un
punto en el que razón y vida no se vean opuestas, y medien. Para ello voy primero a definir
ambas corrientes de las que Ortega pretende llevar a cabo una mediación.
Por un lado tenemos el racionalismo que se extiende en la historia de la filosofía desde René
Descartes. Ésta corriente defiende la razón como más alto valor para la búsqueda de la verdad
y aparece en su época reaccionando al empirismo, el cual supuestamente podría llevarnos al
engaño y al desconcierto de nuestros sentidos. Ésta vertiente del conocimiento se muestra
altamente en conexión con las matemáticas, ya que el conocimiento que se analiza mediante
ellas es exacto. Para Ortega todo esto se queda demasiado anclado en lo abstracto y que no
entra realmente en contacto con lo que para él es la realidad más radical y lo más esencial, la
vida. Para Ortega la razón es dependiente de la vida y una herramienta más del ser humano
para proyectarse. Por el otro lado tenemos el vitalismo biológico de Nietzsche. Ésta defiende
una revaloración del cuerpo y de los instintos del ser humano. De la naturaleza, del amor más
primitivo, de la muerte, es decir, la finitud y lo irracional. Todo esto para Ortega se queda
corto, ya que se olvida de la libertad de la que goza el hombre de anticiparse, de la extensión
futura del ser humano. Somos un quehacer continuo y no podemos sublevarnos al presente
caprichoso.
El tema de nuestro tiempo consiste en someter la razón a la vitalidad, localizarla
dentro de lo biológico, supeditarla a lo espontáneo. Dentro de pocos años parecerá
absurdo que se haya exigido a la vida ponerse al servicio de la cultura. La misión del
tiempo nuevo es precisamente convertir la relación y mostrar que es la cultura, la
razón, el arte, la ética quienes han de servir a la vida. (El Arquero, Madrid 1961, pp.
51-59)
De estas dos vertientes nace lo que Ortega y Gasset determinará como raciovitalismo o razón
vital, debido a que la razón no puede desarrollarse al margen de la vida, ni la vida
desarrollarse al margen de la razón. Es necesario entonces un punto intermedio. En la
siguiente cuestión perfeccionaré la explicación de esta nueva propuesta orteguiana y todas las
implicaciones que surgen de la misma.
2.Realice una explicación de la caracterización que Ortega lleva a cabo de la razón
humana como «razón vital». Compare la propuesta orteguiana con otras corrientes de la
historia de la filosofía.
A través del desarrollo de los presupuestos ontológicos que forman la filosofía orteguiana y la
teoría que deriva de la misma, la perspectivista, observamos que el hombre no es entonces
sujeto apartado de la vida que está viviendo, ni que cambia accidentalmente, el sujeto es
consecuentemente un elemento que se desarrolla en función del argumento de la misma. Por
lo tanto, el ser humano se presenta como algo que se va haciendo, que va viviendo. El sujeto
es proyecto y vocación. Para encontrar el cómo conocemos y hacer de ello conocimiento o, lo
que es lo mismo, para poder comprender nuestro ser, debemos necesariamente referirnos a lo
que hemos sido. En este punto es donde Ortega propone que para comprendernos tanto en el
ámbito personal como en el ámbito que aportamos a lo colectivo debemos de hacer historia.
Debemos de contar una historia. La razón vital pasa entonces a ser mayoritariamente
nombrada como razón histórica, y no porque sean lo mismo en principio, ya que la primera
de ellas estaría más relacionada con un planteamiento más analítico de su filosofía, mientras
que la razón histórica sería el método que diseña Ortega y mediante el cual estudia la razón
vital humana a través de la historia, por lo que hemos explicado al principio. Ésto también se
puede entender retóricamente como consecuencia de las mismas circunstancias de Ortega en
su época, llena de intelectuales preocupados debido a una crisis profunda, que reaccionan en
contra del pesimismo y buscan reconciliarse con el lenguaje tradicional. Ésto hace que vaya
dejando atrás el carácter analítico de la vida humana y ponerse en busca de una nueva
revelación, que será la razón constitutiva de la historia. Al final, la vida solo puede ser
comprendida desde la historia y la historia sólo puede ser entendida si se tiene en cuenta el
punto de vista de la vida humana (tanto individual como colectiva).
Por lo tanto, por lo que hemos ido determinando a lo largo del ensayo, el papel que se ofrece
tradicionalmente del ser humano como objeto sustantivado debe de ser completamente
rebasado. No podemos entender al ser humano a través de elementos objetivos, sino que
tenemos que ver a éstos como consecuencias de la capacidad transformadora del ser. El
hombre entonces no tiene una naturaleza única en sí, sino que es historia. El hombre se
muestra como un componente de la realidad, que es necesariamente histórica. El hombre no
se define por aquello que ha sido o que tiene y es en el momento, sino por aquello que aún no
es y aún no ha adquirido. La clave está en entender que todo esto no nace de una actitud
pasiva ante la vida, las cosas no se presentan en la historia en pro de una meta positiva, sino
que tienes como ser humano un papel activo en ella. Tal y como dice Ortega, el hombre es el
autor de su propio drama, es un novelista que narra su propia vida a través de una lucha
tirante con el mundo, es decir, las circunstancias que le rodean, superándose a sí mismo y las
acciones concretas y codificadoras que se le exhiben. Pero en sí el estado primordial del
hombre, según explica Ortega, es la desconfianza y la desorientación. En esa lucha de la que
hablábamos antes, en la que se desarrolla el proyecto que está direccionado a ejecutar, el ser
humano puede desistir ante las circunstancias que se le presentan, a los roles sociales. Ésto
sólo provocaría una falsificación y manipulación de su vocación y destino. Por otra parte, el
ser humano puede darse cuenta, a través de la experimentación de la tragedia o el drama, de
cómo él mismo es arrojado a sus circunstancias y cómo en realidad son ajenas y “extranjeras”
a él, y que el mundo que le rodea no va a ser siempre capaz de complacer sus expectativas.
Debe entonces reabsorber en teoría sus circunstancias. Es aquí cuando entra entonces en
juego la orientación que, según Ortega, es constitutiva del ser humano. Ésta no depende del
nivel moral o intelectual de la persona, ya que todos somos completamente capaces de
preguntarnos por “trascendentalidades” como el sentido de la vida y la muerte.
Habiendo explicado la superación que ejerce Ortega sobre la tradición ontológica y haber
situado la historia como elemento fundamental y totalmente necesario para el conocimiento
de nuestra realidad más radical, es imprescindible también comprender cuáles son aquellas
categorías de las realidades radicales que son cada una de las vidas humanas. Éstas categorías
están determinadas por el carácter reconstructivo de la historia tanto de lo continuo como de
lo variable del correr del tiempo, haciendo verdadero hincapié en la sensibilidad y pensar de
las diferentes generaciones. El término generación se muestra de gran importancia en la
filosofía orteguiana. Una generación, según Ortega y Gasset, es el conjunto de los que son
coetáneos en un círculo de actual convivencia, que no contemporáneos. Éstos últimos, en
realidad viven al mismo tiempo, pero en planos distintos. Además, ha de tenerse en cuenta
que estas personas que forman parte de una misma generación pueden compartir las ideas
sobre cómo analizar su presente y edificar su futuro, pero unas veces pueden existir minorías
que son las que influyen en las masas y otra veces son las tendencias y gustos del pueblo las
que se imponen sobre los hombres en masa. Aun así, hay que entender todas estas
características de una manera flexible, ya que esto explica un comportamiento general y en
realidad no podemos perder de vista que la individualidad lleva a excepciones. Por otro lado,
la esencia de todo lo explicado está en las creencias, mencionadas ya anteriormente, que son
ideas que se aceptan como cimientos mismos de la realidad. En éstas se tiene fe y no son
cuestionadas. Ortega las presenta como un estado colectivo o dogma social que no requiere
de adquisición individual, pero que inevitablemente contamos con ellas porque son lo que nos
rodea. Es por todo esto que la razón histórica debe inevitablemente contar y desarrollarse con
la presencia de las creencias en todo individuo y época.
Ésta propuesta que hace Ortega y Gasset se ve íntimamente relacionada con muchas otras
propuestas filosóficas, como por ejemplo la físico-matemática de Descartes, ya explicada
anteriormente en este ensayo, o sus derivaciones en Hegel y Kant. Todos ellos queriendo
imponer de una manera u otra la razón pura del pensamiento como única herramienta para
conocer las cosas. Ésto acabó por parecerle insuficiente a Ortega debido a que el hombre no
tiene naturaleza y por lo tanto no supone una verdadera comprensión del mismo. He decidido
entonces recalcar la vertiente kantiana, ya que ésta es aquella que trató de superarse
epistemológicamente, de igual forma que Ortega, pero al hacer uso de una conciencia
trascendental que figuradamente interviene por detrás de la conciencia empírica y que ,
además, dejaba de lado completamente los sentimientos de los seres humanos, acabó por
despeñarse en un irremediable intelectualismo.
Otras de las propuestas íntimamente ligadas a la propuesta orteguiana sería la razón poética
de María Zambrano. Ésta acusa directamente a Ortega de de haber abandonado el empuje
filosófico que se intuía en las Meditaciones del Quijote a través del uso de una razón vital que
piensa desde las mismas entrañas de la vida, para después tornar hacia una razón, en la
opinión de ésta, positivista que vuelve a reducir la vida a carácter experienciable. María, tal y
como podemos observar, sí que hace una distinción entre razón histórica y razón vital. Ésta a
su vez propone adentrarse en la potencia de la palabra, y quienes mejor interpretan esa fuerza
de las palabras son los poetas. Por lo tanto, propone finalmente pensar junto a la poesía,
dejando de lado la monotonía de lo más puramente racional.
3.Describa adecuadamente en qué consiste para Ortega el yo. Tenga en cuenta sus
posibles relaciones con otros conceptos diseñados por el pensador español.
A lo largo del ensayo se han expuesto los papeles de los diferentes elementos que confluyen
en la relación recíproca que configura la realidad más radical, que es la vida, y que componen
el total de la teoría metafísica orteguiana. Aun así, en este apartado vamos a insistir en el
desarrollo que hace Ortega del papel del yo y las cavilaciones filosóficas del mismo, que se
encuentran esparcidos a lo largo de toda su producción literaria y filosófica: discursos, clases
magistrales, artículos periodísticos, ensayos… Todos estos escritos que hacen referencia al
concepto del yo en la filosofía orteguiana son reflexiones de naturaleza psicológica,
antropológica o educativa.
Como hemos tratado de explicar anteriormente, el concepto del yo no se puede entender de
manera aislada a la realidad, sino que este concepto se muestra de forma activa y dinámica en
la realidad. Además, lo hacen en una relación necesaria, ya que la realidad conformará en
gran parte el yo y la realidad necesita del yo para alcanzar su totalidad ontológica. Ésto no
hace más que demostrarnos lo ya mencionado con anterioridad, y es que el yo deja de ser
autoconciencia y evidencia de la verdad en nosotros mismos. Éste concepto del yo lo vemos
en la filosofía cartesiana. Teniendo, una vez más, este punto claro, Ortega hace una
diferenciación entre estratos provenientes del yo. Éste análisis de los estratos del yo no radica
en la exposición de capacidades apartadas unas de otras, por lo mencionado ya, sino que los
componentes del mismo han de entenderse dentro del todo.
Por otro lado, ha de entenderse que el yo que forma al hombre no es una cualidad
consolidada, sino que en realidad es devenir flexible y libre. Por ello, tomando conceptos
pertenecientes a teorías metafísicas anteriores, el cuerpo y el alma no pueden identificarse
con el yo, ya que son cosas, y el yo no puede ser cosa alguna porque, como ya explicamos, en
realidad se trata de una constante lucha o drama. Debido a esto último, situaremos entonces el
cuerpo y el alma como potencias del yo de las que no son deducibles los dinamismos del
vivir. Ahora bien, sí que es destacable la relación existente entre alma y cuerpo y el yo.
Por un lado nos encontramos con el cuerpo. Éste es donde descansa el yo, ya que el cuerpo es
el elemento mediante el cual somos los seres humanos capaces de ubicarnos en el mundo, es
decir, en un espacio, y el que nos permite comunicarnos con el mundo exterior y recibir
estímulos del mismo. En definitiva, el que nos permite en una primera instancia experimentar
circunstancias. Además, también es el que nos permite experimentar la intimidad “extranjera”
o, lo que es lo mismo, el yo del resto de personas. Aun así, Ortega señala que al cuerpo no
debemos de identificarlo como la realidad más obvia, ya que en realidad nuestro nos sirve
para experimentarnos “por dentro”. De esto se sigue que el cuerpo no se muestra como un
simple recipiente dado que tiene presencia vital, porque permite al mundo influir y
comunicarse con nuestra intimidad.
Por otro lado encontramos el alma o espíritu. Ésta está compuesta de los amores, odios,
impulsos e inclinaciones más pasionales, pero que no son identificables con el yo. Se podría
decir que al alma lo fundamenta la parte más psicológica propiamente dicha, es decir, es la
categoría que nos define como individuos principalmente. Además, como ya sabemos, las
cosas se presentan de gran importancia para nuestra vida, pero es el sujeto emocional, es
decir, nuestra alma, el que crea y procesa esa importancia de manera incomunicable. Es por
esto que Ortega identifica la vida como radical soledad. Otro punto a tener en cuenta dentro
de las características del alma es que es de donde arranca la vocación y el intelecto,
posicionando así a éstas como lo propiamente exclusivo sin realmente ser.

En conclusión, tras haber repasado el carácter radical de la vida, los diferentes elementos que
se encuentran dentro de la misma, su relación recíproca basada en la necesidad, el método
necesario para “caminar” por esta vida, los diferentes movimiento que el autor pretende
superar con la creación de esta nueva filosofía y aquellos movimientos que también han
criticado la filosofía orteguiana, no me queda más que comentar lo interesante y entretenido
que se me ha hecho comprender la filosofía de este autor. Considero personalmente, al igual
que lo hacen una gran cantidad de filósofos, que la filosofía de Ortega y Gasset se muestra de
gran valor para la continuación del desarrollo del pensamiento y como un antes y un después
en la historia de la filosofía, sin duda. Aun así, también he de confesar que el desamparo que
nace a partir del entendimiento de su filosofía es también poderosa, ya que a través del
estudio de su pensamiento me doy cuenta de que cada vez se hace más lejano e imposible el
encontrar una única verdad que sea capaz de dar sentido a toda nuestra existencia. La verdad
es perspectiva. Debo de ir haciéndome a la idea. Así que cierro este ensayo como es
costumbre en filosofía, con más dudas y conceptos por asimilar que respuestas.
BIBLIOGRAFÍA
- Dirección de Javier Zamora Bonilla. (2013). Guía Comares de Ortega y Gasset

(Javier Zamora Bonilla ed.). Comares S.L.

- Rumayor, M. (2014, 12 abril). Vista de El Yo y la intimidad en Ortega y Gasset.

Universidad Panamericana (México). Recuperado 12 de abril de 2014, de

https://revistas.ucm.es/index.php/ASHF/article/view/48684/45458

- Cobían, A, Macchiavello (1960). La ontología de Ortega y Gasset. Instituto Riva-


Agüero
- Ortega y Gasset, J. (2012). ¿Qué es filosofía? S.L.U Espasa Libros.
- Ortega y Gasset, J. (1998). El Espectador. EDAF
- Lasagna, J. (2015). La razón histórica como la crisis de la razón. Universidad de
Educación a Distancia. 5.jlasagam@gmail.com.docx (redfilosofia.es)

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