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TEMA 6: El teatro de 1939 hasta la actualidad.

Tendencias, autores y obras


principales

1. Contexto histórico

Las décadas de los años cuarenta y cincuenta en España fueron una época durísima, no solo desde
el punto de vista económico, sino también desde el cultural. La década de los cincuenta supone un
relativo fin del aislamiento gracias a la colaboración con EEUU y en los sesenta llega el desarrollo
económico. El régimen franquista se debilita y cae en 1975 con la muerte de Franco, a la que sigue la
Constitución de 1978 y la vuelta de la monarquía.
El panorama cultural de la posguerra era muy pobre, dado que gran parte de los intelectuales se
habían visto obligados a exiliarse y que la censura que imponían la Iglesia y el gobierno era severa. No
obstante, desde los duros años cuarenta hasta los sesenta se ve una progresiva apertura que permitirá la
expresión más o menos crítica de sucesivas generaciones de autores. A partir de los 80 vemos primero
una época dorada de la dramaturgia que desemboca en la actual crisis.

2. Contexto literario

a) Años cuarenta

Aunque hay un teatro en el exilio, con autores como Max Aub y sobre todo Alejandro Casona,
el panorama de los años cuarenta está protagonizado por dos tendencias teatrales distintas:
 Por un lado, la que se denominó “alta comedia” o “comedia burguesa”. Son obras bien
construidas, con una mezcla de intriga y sentimentalismo muy del gusto del público, que
transcurren entre la clase acomodada y con temática repetitiva: celos, infidelidades, etc. Además
de Jacinto Benavente, cultivaron este teatro autores como Joaquín Calvo Sotelo o José María
Pemán.
 Por otro lado, está el denominado “teatro de humor”, que ha ganado interés con el paso del
tiempo. Enrique Jardiel Poncela se aleja de las tramas realistas y encuentra en las situaciones
disparatadas y cómicas su forma de expresión. Conoció un gran éxito con Eloísa está debajo de
un almendro. Pero es Miguel Mihura el que mejor representa el humor absurdo con toques
existencialistas. En su obra más destacada, Tres sombreros de copa, publicada en 1932, pero que
no se estrenó hasta veinte años después, presenta un conflicto existencial del hombre: elegir
entre vivir conforme a lo que le conviene o conforme a sus deseos. Con ello plantea una lúcida
crítica a la sociedad burguesa del franquismo. Su obra posterior se alejó de ese tono crítico y se
quedó en un humor más blando, mejor aceptado por el público de entonces.

b) Años cincuenta

En los años cincuenta surge un interesante grupo de dramaturgos, la llamada “generación


realista”, que extenderá su influencia hasta casi los setenta: Buero, Sastre, Olmo y Martín Recuerda son
autores que entienden que el teatro debe hablar de forma crítica de las circunstancias concretas de su
época. Se plantean así cuál debía ser su actitud, si escribir con libertad condenando sus obras a la censura
y al olvido o plantear su crítica de modo sutil para burlar al censor.

 Esto último se llamó “posibilismo” y su autor más importante es Antonio Buero Vallejo, quien
aparece en el panorama teatral con Historia de una escalera. Esta obra destaca con pesimismo
la imposibilidad del hombre de clase humilde de prosperar y salir de su pobreza. Es autor de un
teatro ético de gran calidad, que toca temas delicados como la pena de muerte (La fundación) o
la tortura policial. Sus innovadores ambientaciones simbólicas le permitieron burlar la censura.
• Alfonso Sastre, por su lado, reivindicó otra forma de hacer teatro, de tipo social y
abiertamente crítica. Obras suyas de interés son Escuadra hacia la muerte, que trata el
tema de las tiranías, o La taberna fantástica, donde presenta la degradación de las clases
humildes; pero ninguna de ellas pudo estrenarse de forma pacífica hasta la muerte de
Franco.

c) Últimos años del franquismo

En los sesenta se desarrolla otro teatro denominado experimental, si bien tuvo muchas
dificultades para estrenar y siempre fue minoritario. Estos autores entienden el teatro como un
espectáculo donde el texto es solo un elemento más. La temática sigue siendo, en general, la denuncia
del franquismo, lo que les impidió estrenar abiertamente hasta la muerte de Franco, pero hacen uso de
técnicas novedosas como el fragmentarismo, el absurdo, la ruptura de la cuarta pared, los efectos
especiales, la mímica, la improvisación, etc. Los nombres más conocidos son Fernando Arrabal (El
cementerio de automóviles) y Francisco Nieva (Pelo de tormenta).

d) Desde mediados de los setenta hasta finales del XX

A mediados de los setenta, tras el declive del franquismo, desaparece la fuerte censura y pueden
representarse autores antes prohibidos, como Lorca y Valle-Inclán. Se asienta un teatro tradicional de
autores consagrados, ya que, aunque se podría innovar más, el público aún no aceptaba bien los montajes
vanguardistas. Dentro de esta línea más convencional destaca Antonio Gala, con obras como Anillos
para una dama, cuyas protagonistas son mujeres fuertes que se reivindican y hablan del amor o la
soledad. Por otro lado, a partir de mediados de los setenta surge con fuerza un movimiento denominado
“teatro independiente”, que se mueve al margen de la infraestructura comercial y compensaba su
modestia de recursos a base de imaginación y libertad. Hablamos, por ejemplo, del grupo Tábano, La
Fura dels Baus, Los Goliardos, Els Joglars, Els Comediants, Dagoll-Dagom, etc, que en general
cultivaron un teatro provocador y rupturista, concebido como espectáculo total, en el que el texto, obra
de toda la compañía en conjunto, pierde importancia.
El panorama del teatro de finales del XX es bastante heterogéneo. Existe, por un lado, un circuito
comercial poco valorado por la crítica que se identifica con el teatro de humor y los dramas
costumbristas. Por otro, hay una sólida red de teatros institucionales que lleva a cabo montajes de
calidad, tanto de obras clásicas como de otras más arriesgadas y contemporáneas: se crea el Centro
Dramático Nacional y otras instituciones similares, se lleva a cabo una política de subvenciones por
parte de las administraciones y se organizan festivales prestigiosos como los de Mérida y Almagro.
Algunos autores que han estrenado desde los años ochenta regularmente y con éxito son José Luis
Alonso de Santos (Bajarse al moro), José Sanchís Sinisterra (Ay, Carmela), Fernando Fernán
Gómez (Las bicicletas son para el verano), Ana Diosdado (Los ochenta son nuestros) o Juan Mayorga
(Cartas de amor a Stalin).

e) El teatro en el siglo XXI

En los últimos años, la crisis del teatro se ha hecho más evidente, tal vez debido a la fuerte
competencia de otras artes y entretenimientos o a la forma de vida actual. No obstante, se siguen
habilitando salas alternativas e interesantes proyectos, y se han consolidado compañías como La Abadía
o el Teatro del Astillero, Yllana o Animalario. Como ocurre con la novela o la poesía de estos años, falta
perspectiva histórica para decidir cuáles de las líneas que presenta el teatro actual tendrán continuidad
en un futuro o desaparecerán. No obstante, entre los dramaturgos que se han dado a conocer en las dos
últimas décadas predomina la línea realista, con un toque de denuncia social e intención moralizante.
Destacan, entre otros, Ernesto Caballero con sus montajes de obras, como El laberinto mágico; Paloma
Pedrero (Caídos del cielo), Juan Mayorga (Últimas palabras de Copito de Nieve) o Alfredo Sanzol (La
ternura).

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