Está en la página 1de 2

EL TEATRO ESPAÑOL A PARTIR DE 1940

Introducción
La Guerra Civil, que se desarrolló entre 1936 y 1939, supuso un corte dramático en la vida de
España. El triunfo de Franco en la contienda sumió al país en una dictadura que se prolongó
hasta 1975, un periodo que se caracterizó por el atraso y la falta de libertad. El panorama
teatral era desolador y precario. Los dos grandes genios de las primeras décadas del siglo,
Valle-Inclán y García Lorca, habían muerto y muchos intelectuales habían emigrado. Los
destrozos de la guerra habían dejado inservibles muchos teatros estables, esto provocó en
España un aislamiento cultural de las tendencias del teatro europeo, a lo que hay que añadir la
censura oficial y eclesiástica.

El teatro en el exilio
Entre los autores que escriben en el exilio pueden mencionarse Alberti, Salinas, Max Aub y
Alejandro Casona. Alberti estrena en el exilio El adefesio, pero sobre todo triunfa con Noche de
guerra en el Museo del Prado. El teatro de Salinas se puede calificar como un teatro
intermedio entre el de protesta y el comercial. El teatro de Max Aub evoluciona desde el
vanguardismo hasta el compromiso político. Alejandro Casona alcanza los mayores aciertos de
su producción con La dama del alba y Los árboles mueren de pie.

El teatro que triunfa


En la Península, el teatro comercial se sigue apoyando en la comedia benaventina de carácter
burgués “la comedia de salón”. Este teatro triunfará en los escenarios españoles durante más
de tres décadas, un teatro halagador de los gustos del público, un teatro mayoritario
circunscrito a los ambientes y personajes de una clase social, la burguesía de ideología
conservadora. Este tipo de teatro se manifiesta en dos direcciones: la comedia de evasión y el
drama ideológico que aboga por la sociedad de clases, la importancia de la familia y el
principio de autoridad. Tres son los autores más representativos de esta tendencia: José María
Pemán, con El divino impaciente, Juan Ignacio Luca de Tena, con ¿Dónde vas Alfonso XII?,
Agustín de Foxá y Joaquín Calvo Sotelo, autor de Plaza de Oriente.

El teatro de humor gozará de gran aceptación entre el público, sobre todo a partir de la obra
de Miguel Mihura (1905-1977) quien llevó a su teatro un humor que nace de un particular
código lingüístico, de la paradoja, de la situación absurda; un humor que brota del ingenio.
Mihura da muestras de conocer perfectamente las técnicas teatrales, así en Tres sombreros de
copa. También destaca el humor vanguardista de Enrique Jardiel Poncela, con Eloísa está
debajo de un almendro (1901-1952), basado en lo inverosímil y disparatado.

El teatro social
En la década de los cincuenta se produjo en España un tímido desbloqueo internacional y el
final del racionamiento, pero no se terminó con las desigualdades sociales ni las censuras. En
este momento una generación de dramaturgos cambió el panorama teatral: se rechazó el
teatro burgués de la época y se pretendía devolver al teatro su capacidad de actuar sobre las
conciencias, se trata del teatro social.

Buero Vallejo defendió un teatro que buscaba la concienciación social. Una de las obras más
destacadas de este autor es Historia de una escalera, que en su momento presentó novedades
tanto técnicas como temáticas.

Alfonso Sastre fue un autor muy polémico en su época. Sus obras más importantes fueron
Escuadra hacia la muerte (1953) y La mordaza (1954). Se caracteriza por el protagonismo
colectivo mediante el uso de escena de coro, que actúa a la manera de clase social. Otros
autores representativos de esta corriente teatral fueron: Lauro Olmo, con La camisa, José
María Rodríguez Méndez, con Los inocentes de la Moncloa, Alfonso Paso, con La boda de la
chica, y José Martín Recuerda, autor de El teatrito de Don Ramón.

La nueva vanguardia de los años sesenta


Posteriormente a esta tendencia, surgirán nuevas vertientes renovadoras o experimentales
representadas por Arrabal, autor de El cementerio de automóviles, o Francisco Nieva, con El
combate de Ópalos, que nos llevarán hasta el teatro underground y a las nuevas formas de
expresión dramática de la mano de los grupos de teatro independiente tales como Els Joglars,
Els comediants y La Fura dels baus. La censura comenzó a relajarse a partir de mediados de la
época de los sesenta y esto dio lugar a la aparición del teatro vanguardista.

El teatro del último cuarto del siglo XX


En los últimos años se desarrolla un teatro experimental, basado en el espectáculo más que en
el texto y junto a él despuntan otros autores como Alonso de Santos y Sanchís Sinisterra, con
¡Ay, Carmela!. La muerte del dictador dio paso a una etapa de progresiva apertura,
consolidación de las libertades civiles y supresión de la censura. El teatro dejó de ser casi
exclusivamente un campo de batalla ideológica. Los años ochenta fueron los de la movida,
conjunto de manifestaciones creativas del orden festivo y cultural. El teatro comenzó a hacerse
eco de este nuevo estado de las cosas gracias a las comedias y dramas de autores como José
Luis Alonso de Santos (1942), que alcanzó el favor del público con obras como La estanquera
de Vallecas (1981), Bajarse al moro (1985) o Salvajes (1997), Ana Diosdado (1938-2015) o
Fermín Cabal (1948), entre otros.

Conclusiones
El teatro es el género en el que más se aprecia la influencia del contexto histórico y social. Su
evolución a lo largo del siglo XX es el reflejo de la evolución de nuestra sociedad desde la
represión y la pobreza en la que España se vio sumida tras la guerra hasta la libertad de la que
disfrutamos en la actualidad.

También podría gustarte