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TEMA 6: EL TEATRO ESPAÑOL A PARTIR DE 1936

DEPARTAMENTO DE LENGUA CASTELLANA Y LITERATURA

IES DOCTOR PEDRO GUILLÉN

CURSO 2021-22
TEMA 6: EL TEATRO ESPAÑOL A PARTIR DE 1936

El teatro fue el género más desfavorecido durante la posguerra. La renovación dramática


iniciada por Valle Inclán y Federico García Lorca se vio truncada por la contienda, ya que los
grandes dramaturgos habían muerto o se habían exiliado. A la ausencia de figuras innovadoras se
sumaron la férrea censura, el control político, los intereses de los empresarios dueños de los
teatros y los gustos del público burgués.

En esta época pueden reconocerse varias etapas. Durante los años 40 y 50 prevalece la
continuación de las tendencias más tradicionales, pero se advierte la búsqueda de otros caminos,
entre los que destaca el teatro existencial. Ya en la década de los 50 aparece un teatro realista
y social, con propósitos de denuncia hasta donde tolera la censura. En los años 60 y 70 se
producirán intentos de experimentación, manteniendo la carga crítica. La llegada de la
democracia, a partir de 1975, elimina buena parte de los obstáculos mencionados.

El teatro de la primera posguerra cumplió básicamente dos funciones: entretener al


público y transmitir la ideología vencedora. Se estrenaron obras que exaltaban los valores de los
vencedores y se programaron autores clásicos como Calderón, Lope o Zorrilla. En toda esta
producción se pueden señalar diferentes tendencias, como la comedia burguesa, en la línea del
teatro benaventino, de Joaquín Calvo Sotelo (Una muchachita de Valladolid ) o Víctor Ruiz
Iriarte (El puente de los suicidas); el teatro de humor, en el que destacan dos autores: Enrique
Jardiel Poncela, quien apuesta por un teatro donde lo inverosímil, lo original y lo absurdo se
opone a lo cotidiano y a lo convencional (Eloísa está debajo de un almendro y Los ladrones
somos gente honrada); y Miguel Mihura, quien creó una nueva forma de abordar el humor, en la
que se combinan el absurdo y la reflexión existencial, con lo que pretende denunciar la estupidez
y los convencionalismos sociales. Su obra más conocida es Tres sombreros de copa. A ella se
suman Maribel y la extraña familia o Ninette y un señor de Murcia. En esta primera etapa hubo
también un teatro renovador anterior a la guerra, que se vio interrumpido por las circunstancias
históricas. Destacan dos autores que se encuentran entre los españoles del exilio: Alejandro
Casona y Max Aub. El teatro de Casona se caracteriza por el conflicto entre realidad y fantasía, y
la presencia de personajes alegóricos. Entre sus obras destacan La dama del alba y La barca sin
pescador. Max Aub, por otra parte, en Morir por cerrar los ojos señala que no se pueden cerrar
los ojos ante el avance de un régimen dictatorial por temor.

En los años cincuenta surge en España un teatro comprometido con la realidad social y
política del país, que oscila entre dos polos: el posibilismo de Antonio Buero Vallejo y el teatro
de agitación política y social de Alfonso Sastre. Dos fechas resultan claves: 1949, con el
estreno de Historia de una escalera, de Buero Vallejo, y 1953, cuando se representa Escuadra
hacia la muerte, de Alfonso Sastre. Con ellas nació una corriente realista que es lo más
destacable de la década siguiente, y que se extiende más allá de los años 70. En el teatro de
Buero Vallejo se inscriben tragedias caracterizadas por el uso de personajes históricos para
reflexionar sobre el presente (El sueño de la razón), la presencia de elementos simbólicos ( como
la ceguera en El concierto de San Ovidio) y efectos de inmersión (La Fundación), que pretenden
que el espectador tome conciencia de la trágica condición del ser humano, así como de la
realidad de la época, marcada por la miseria, la ignorancia, la corrupción moral y la falta de
libertad. Por su parte, Alfonso Sastre formó el Teatro de Agitación Social. Sus dramas contienen,
de manera más explícita, una denuncia de las injusticias sociales y de la situación política de
España. Entre sus obras destacan La sangre y la ceniza y La taberna fantástica.

A lo largo de la década de los sesenta un grupo de autores jóvenes, siguiendo los


planteamientos realistas iniciados por Buero y Sastre, ofrece una propuesta teatral caracterizada
por una clara actitud de denuncia de las injusticias sociales y de la alienación del individuo.
Temas frecuentes en estos dramas son la intolerancia, la insolidaridad, la explotación de los
trabajadores, la pobreza o el desarraigo de los personajes. Algunas de las obras más
representativas de este grupo son : Los inocentes de la Moncloa (1960), de Rodríguez Méndez;
La madriguera, de Rodríguez Buded; El tintero, de Carlos Muñiz; La camisa, de Lauro Olmo.
Este teatro tuvo muchas dificultades para ser representado a causa de la censura y la falta de
apoyo de los empresarios teatrales y de los espectadores.

En la década de los sesenta surge un teatro renovador y experimental, influido por el


surrealismo, el teatro del absurdo y el teatro de la crueldad. En él pierde importancia la acción y
el texto literario en favor de los elementos del lenguaje escénico: la luz, la expresión corporal, la
escenografía, etc. La farsa alegórica, lo grotesco, el absurdo, la deshumanización de los
personajes, la crítica social y el uso de la parábola que critica el régimen franquista son
características habituales en este tipo de obras. Entre los autores de esta corriente, podemos
señalar a Fernando Arrabal y Francisco Nieva. Las obras del primero podrían situarse entre el
esperpento, el surrealismo y el teatro del absurdo, y podemos destacar El cementerio de
automóviles o Pic-Nic. Arrabal es el creador del llamado “teatro pánico”. Los temas más
frecuentes en sus obras son la sexualidad, la religión, la política, el amor y la muerte. Francisco
Nieva, según él mismo, escribió tres tipos de teatro: teatro furioso (Pelo de tormenta), teatro de
farsa y calamidad (Malditas sean Coronada y sus hijas), y teatro de crónica y estampa (Sombra y
quimera de Larra). Nieva defiende la idea de un teatro liberador, cuya finalidad es mostrar la
esencia del hombre.

Por último, debemos destacar la aparición, desde 1965, de innumerables grupos o


compañías de teatro independiente que se rebelan contra el teatro comercial. Son compañías
estables que potencian el elemento coreográfico, plástico, mímico o musical, tanto como el
literario, lo que disminuye la presencia del autor tradicional: Tábano, La Cuadra, La Cubana,
Teatre Lliure, Els Comediants, Teatro Universitario de Murcia o Els Joglars.

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