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DESARROLLO

1). Cuadro de las etapas de las adolescencias:

Coincide con los cambios físicos que se producen en la


pubertad. Cuando los cambios físicos ocasionan el estirón
adolescente, se desencadena un profundo conflicto
psicológico, el que a su vez se encuentra condicionado por
características que se le atribuye a esta etapa del contexto
sociocultural. El rendimiento escolar, con frecuencia
ADOLESCENCIA
decae. Su conducta es dispersa y presta poca atención a
PUBERAL
los estímulos que lo motivaban en su época infantil. En
esta etapa comienza explorar su cuerpo y los cambios
corporales influyen en las interacciones sociales,
provocando reacciones ambivalentes; manifestando
rechazo físico o por el contrario una excesiva búsqueda de
contacto físico. Estas son las maneras que tiene para
enfrentarse a esta innovación de sensaciones nuevas,
pues su modo de funcionamiento infantil no le sirve para
enfrentarse a estos cambios.
En este momento se produce el advenimiento de la
madurez genital y la orientación de estas tendencias hacia
compañeros sexuales; afloran la identificación con grupos
de pares de edad que comparten la misma ambivalencia
respecto de la dependencia infantil y la búsqueda de
independencia que destrone a los padres infantiles del
ADOLESCENCIA lugar de poder. Surge de esta manera la identidad
NUCLEAR adolescente caracterizada por el cambio de relación del
sujeto con sus padres internos y fantaseados, ya que la
presencia externa de los padres deja de tener el carácter
de imprescindible. Esta transición permite al adolescente
realizar su proceso de subjetivación.
También acontecen cambios de orden psicológico. Por
primera vez se plantea la idea de la muerte. La propia y la
de los progenitores, lo que lleva a humanizar a sus padres,
representándolos como imperfectos, mortales
produciéndole inseguridad y angustia. En esta etapa el
adolescente desafía las normas de convivencia familiar y
comienza a elaborar hipótesis acerca de sus
características físicas, sus habilidades motoras, sus
capacidades intelectuales y sus habilidades sociales,
otorgándoles un nuevo significado a sí mismo. En su
proceso de autoafirmación contradice el modelo de sus
padres. En este momento adquieren importancia los
modelos sociales respecto del cuerpo y los valores
ADOLESCENCIA positivos de la cultura, atributos que desea poseer y pueda
NUCLEAR estar en oposición al modelo sostenido por su padre. En
estos modelos de oposición suelen ser representados
todos por docentes, artistas, personajes políticos o
religiosos. Existe una estrecha relación entre la
autoaceptación y el sentirse respondiendo a las
expectativas sociales sostenidas por los grupos o modelos
de referencia considerados valiosas por el adolescente.
Estos no diferencian entre lo que significa representar un
rol (ejercer un actividad que otorgue una posición en la
estructura social) y lo que significa definirse a sí mismos
(aquello que le da sentido).
La adolescencia se convertirá en la antesala de ensayos
de diferentes modos de ser, en un laboratorio donde el
adolescente aprende roles, los pone en juego y evalúa su
utilidad y el sentido que le aportan a su proyecto vital. En
esta búsqueda de “saber quién es” el adolescente puede
mirarse a sí mismo a través de figuras que le confieren
cualidades positivas o identificarse con una figura negativa
que representan l trasgresión de las normas. Es preferible
se alguien “aunque sea indeseable” a no ser nada.

Esta implica la inserción progresiva al mundo de los


adultos. Comienza a sentirse como un igual y a exigir
reconocimiento como joven adulto. Siente que las normas
constituyen un acuerdo pactado y que no son reglas
impuestas que hay que cumplir porque sí; es más un pacto
afectivo que una legislación razonada; razón por la cual los
sentimientos de justicia es el producto afectivo de las
interacciones basadas en el respeto mutuo. Esto conduce
ADOLESCENCIA a una organización nueva de los valores morales basados
JUVENIL en el pacto intencional, cooperativo y razonable entre los
individuos y no en el acatamiento sumiso de un orden
establecido.
El adolescente joven comienza a formar una autonomía
moral de los valores individuales y en aquellos de índole
social; puede mediar la acción a través de la reflexión y en
otros casos a través de opciones y elecciones (como el
plano vocacional, orientación sexual o adopción de ciertas
ideologías). En la medida en que este encuentre caminos
de realización de sus proyectos vitales puede introducirse
en el mundo de los alumnos, con ideas renovadoras y con
un sentido apropiado de la realidad.
 Duelos en la adolescencia (Posmodernidad)
Duelo por la identidad del cuerpo: la mirada que cae hoy en día sobe el
adolescente es muy distinta. Su cuerpo ha pasado a idealizarse ya que constituye
el momento en el cual se logra cierta perfección que habría que mantener todo el
tiempo posible; si, clásicamente, la juventud fue un divino tesoro porque duraba
poco, ahora se intenta conservar ese tesoro el mayor tiempo posible. Mucha
ciencia y mucha tecnología apuntan sus cañones sobre este objetivo. Cuando la
técnica no puede más, el cuerpo cae abruptamente de la adolescencia,
supuestamente eterna, en la vejez sin solución de la continuidad. Cae en la
vergüenza, en la decadencia, en el fracaso de un ideal de eternidad. El
adolescente posmoderno deja el cuerpo de la niñez para ingresar de por si en un
estado declarado socialmente ideal. Pasa poseedor del cuerpo que hay que tener,
que sus padres desean mantener, es dueño de un tesoro. Vale destacar que el
cuerpo infantil no es totalmente reemplazado por un cuerpo adulto, hay una
mezcla y modificación parcial de ciertas características. Por lo tanto, no habrá una
idea neta de duelo, de sufrir intensamente la pérdida del cuerpo de la infancia.

El duelo por los padres de la infancia: los padres del adolescente actuales
incorporan un modo de relacionarse con sus hijos diferentes del que planteaban
los modelos clásicos, desarrollando para si un estilo muy distinto del de sus
padres. Estos padres buscan como objetivo ser jóvenes el mayor tiempo posible,
desdibujan al hacerlo el modelo de adulto que consideraba la modernidad.

A medida que fue creciendo, el niño de estos padres no incorporo una


imagen de adulto claramente diferenciada, separada de si por la brecha
generacional y cuando llega a la adolescencia se encuentra con alguien que tiene
sus mismas dudas, no mantiene valores claros, comparte sus mismos conflictos.
Ese adolescente no tiene que elaborar la perdida de la figura de los padres de la
infancia como lo hacía el de otras épocas. Al llegar a la adolescencia está más
cerca que nunca de sus padres, incluso puede idealizarlos en este periodo más
que antes. Aquí difícilmente haya duelo y paradójicamente se fomenta más la
dependencia en un mundo que busca mayores libertades.

Duelo por el rol e identidad infantiles: ser un niño significa Ser dependiente,
refugiarse en la fantasía en vez que afrontar la realidad, buscar logros que
satisfagan deseos primitivos y que se obtienen rápidamente, jugar en vez que
hacer esfuerzo. Llegado a este punto es necesario diferenciar: el yo ideal del ideal
del yo. Con respecto al primero, lo identifican los valores como omnipotente, no
puede esperar para satisfacer sus deseos y no es capaz de considerar a otro.
Hace sentir al niño que es el centro del mundo, es la expresión de un narcisismo
que no admite a otros. Por otro lado, el ideal del yo se identifica con otros valores;
esfuerzo, reconocimiento y consideración hacia el otro, así como postergación de
los logros. Los padres primero y los maestros después tienen la difícil tarea de
provocar la introyección del ideal del yo. Este aspecto es un modelo ideal
producido por los mayores para él, es el modelo de niño que los demás esperan
que sea. Si el yo ideal es lo que él desea ser, el ideal del yo es lo que debe ser y a
quien le cuesta muy a menudo parecerse.

Lo que sucede es que la sociedad propone como modelo a seguir al “yo


ideal”. Pensemos en lo que los medios difunden constantemente: aprendizaje,
dietas, gimnasia sin el menor esfuerzo; tarjetas de crédito, facilidades, compra
telefónica para no postergar ningún deseo, artículos únicos, lugares exclusivos,
competencia laboral que significa eliminar al otro. En la sociedad posmoderna los
medios divulgan justamente los valores del yo ideal, es decir que allí donde estaba
el ideal del yo está el yo ideal y hay que atenerse a las consecuencias. Si se
acepta este planteo, de él se deduce que los valores primitivos de la infancia no
sólo no se abandonan sino que se sostienen socialmente, por lo tanto no parece
muy claro que haya que abandonar ningún rol de esa etapa al llegar a la
adolescencia Se podrá seguir actuando y deseando como cuando se era niño,
aquí tampoco habrá un duelo claramente establecido.

Duelo por la identidad sexual: La adolescencia fue considerada desde que se la


tomó como objeto de estudio, una etapa de búsqueda de la propia identidad
sexual, en la cual debía desestimarse alguna experiencia homosexual ya que la
misma si no quedaba fijada como conducta formaba parte de la investigación y
determinación de la identidad sexual. La revolución sexual de los años ‘60 dio
paso a varios cambios. Los sexos dejaron de estar rígidamente establecidos en
su-aspecto -externo y en los roles a cumplir. Al mismo tiempo la ambigüedad
sexual se constituyó en una característica propia de la época. El cuarto duelo
durante la adolescencia se debía a la necesidad de superar la pérdida de la
bisexualidad infantil, pero en la actualidad la bisexualidad no sólo no parece
requerir duelo sino que aparece como una característica atractiva en figuras del
campo artístico, por ejemplo. El modelo heterosexual exclusivo ha quedado como
uno más entre aquellos que muestran los medios masivos como imitables.

Sea como sea, la "clara identidad sexual" que se esperaba que adquiriera el
individuo al llegar a la adultez ha perdido mucha claridad.
2).

ADOLESCENTE MODERNO ADOLESCENTE POSMODERNO

3). Bibliografía:

 http://ve.scielo.org/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1316-
49102006000300002
 http://hdl.handle.net/11323/6016
 https://www.traficantes.net/libros/los-retos-de-la-educaci%C3%B3n-en-la-
modernidad-l%C3%ADquida

La relación de los artículos con la temática propuesta es que la educación en


general está transitando por un estado de crisis, producto del cambio de
paradigma moderno al posmoderno. En la modernidad la educación significo forjar
la concepción de “hombre universal” (occidental) mediante la utopía del progreso.
En este sentido la educación superior se basa en la ciencia como credo del
desarrollo tecnológico para el beneficio social; sin embargo, todo estos valores se
ve transformados en la posmodernidad, que profundizo una educación superior
profesionalizante bajo los postulados de la empresarialización, anclada a la
productividad, la oportunidad y la eficacia. Todo esto se convierte en retos que la
educación deberá combatir. La educación se percibe como un producto, de signo
“usar y tirar”, abandonando su noción de verdad útil. Podríamos decir (y de
manera muy personal) que hoy en día, un conocimiento posee valor solo por su
utilidad económica, la de producir dinero.

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