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La solución
El problema
Los almidones son los principales hidratos de carbono que hay en el pan, la pasta y
el arroz. El organismo los absorbe fácilmente y con rapidez debido a que son
simple- mente cadenas largas de moléculas de azúcar. Consumirlos en exceso
pondrá por las nubes tu nivel de azúcar en sangre, lo que hará que vuelvas a tener
hambre al poco tiempo
La solución
Haz que tu meta sea no pasarte de tres o cuatro porciones de almidón al día.
Considera como porción unos 20 gramos de hidratos de carbono-equivalentes a
una rebanada de pan, una taza de cereales, la mitad de una patata grande, o
media taza de pasta o de arroz cocidos- Si reduces tu ingesta de almidón a la vez
que eliminas alimentos que incorporan azúcares añadidos controlarás mejor el
azúcar en la sangre y será menos probable que experimentes deseos incontenibles
de consumir hidratos de carbono.
Darle una mayor importancia en tu dieta a las hortalizas, las verduras (ricas en
fibra) y los cereales integrales será muy beneficioso para ti. Al contrario de los
azúcares y almidones, la fibra permanece intacta hasta que se aproxima al final del
sistema digestivo. Las personas que la incorporan a su dieta pierden más kilos que
las que no lo hacen, tal y como asegura Joanne Slavin, dietista y profesora de
nutrición en la Universidad de Minessota (Estados Unidos) en un artículo
publicado por la revista Nutrición: -La fibra exige que mastiquemos más y ralentiza
la absorción de los nutrientes por parte del intestino. Esto hace creer a nuestro
organismo que ya ha comido suficiente asegura. Además, algunas fibras pueden
estimular la liberación de colecistoquinina (CCK), una hormona supresora de
apetito.
Deja de temer
El problema
Las únicas grasas a las que has de tener miedo son las grasas trans artificiales. Te
han hecho creer que las grasas saturadas naturales son poco saludables. Pero tal y
como afirma el doctor Walter Willett, catedrático del departamento de nutrición
de la Universidad de Harvard (Estados Unidos),
«La amenaza para la salud que rodeó a las grasas saturadas y el colesterol ha
perdido vigencia». De hecho, la industria alimentaria ha aprovechado nuestro
temor a las grasas y esto ha contribuido a que nuestra sociedad engorde tanto.
Por ejemplo, en Estados Unidos, en las décadas de los 70 y 80 el gobierno animó a
la población a reducir el consumo de mantequilla, ya que estaba hecha de grasa
natural saturada.
La solución
Ingiere grasas saludables siempre que estén disponibles de forma natural en los
alimentos, como ocurre en la carne, los aguacates, los frutos secos, la leche y el
queso. La grasa confiere sabor a los alimentos y proporciona la sensación de
saciedad que ayuda a prevenir que comas en exceso.
Las grasas buenas consiguen también que el resto de los alimentos saludables que
comemos sean todavía más saludables. Eso se debe a que muchas vitaminas
esenciales, como A, D y E, son solubles en grasa -lo que quiere decir que se activan
y absorben mejor cuando se comen junto a las grasas-. Así pues, deja de torturarte
con las tonterías de «<bajo en grasa» o «<sin grasa» y controla tu con- sumo de
calorías. Los estudios realizados muestran incluso que algunas dietas que
contienen hasta un 60% de grasas son tan eficaces para perder peso como las que
son bajas en grasas.
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Son las calorías adicionales que ingieren las personas que antes de comer toman
algún tipo de bebida alcohólica. Un equipo de investiga- ción holandés ofreció a un
grupo de personas una bebida alcohólica, comida, agua o nada antes de una
comida. Resulta que los que habían bebido alcohol pasa- ron más tiempo
comiendo, empezaron a sentirse llenos más tarde y consumieron más. Si te
apetece una copita, espérate a tomar un saludable vaso de vino tinto con el plato
principal.
Tus amigos pueden hacer que triunfe o fracase tu plan dietético o de ejercicio
físico. Con ellos te hinchas con todo tipo de aperitivos mientras ves un partido.
Con ellos también te aprovechas de la happy hour del bar irlandés que tenéis al
lado de la oficina. Lo peor de todo es el típico amigo que intenta sabotear la dieta
de sus colegas por diversión. «¿Quieres una galleta?»
Reflexiona
Reconoce que necesitas ayuda. «Permite que la gente sepa cómo puede ayudarte
y muchos lo harán», recomienda Beth Kitchin, profesora adjunta de ciencias de la
nutrición en la Universidad de Alabama (Estados Unidos).
Seguro que tienes situaciones predilectas que hacen que se disparen tu gana de
comer. Un ejemplo, ver la tele por la noche y coger algo para picar. Bryan
Wansink, director del food and beand lab de la universidad de cornell Estados
Unidos considera que son esta costumbre los icebergs de nuestra dieta.
Reflexiona
Reconoce que necesitas ayuda. «Permite que la gente sepa cómo puede ayudarte
y muchos lo harán», recomienda Beth Kitchin, profesora adjunta de ciencias de la
nutrición en la Universidad de Alabama (Estados Unidos).
Cambia tu rutina