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Managua Nicaragua 16-10-2022

Posición lejos del Consumidor


Es un sistema de ordenación de mercado en el que diversas empresas ofertan
bienes o servicios de similares características, que pueden sustituirse entre sí, y
en el que el precio ofertado es el elemento básico, aunque no el único, de
competencia entre los oferentes. En un mercado competitivo, donde no hay
empresas dominantes, los consumidores pueden comparar y elegir entre varias
opciones y las empresas rivalizan y se esfuerzan para que los consumidores
escojan sus productos, bajando sus precios, mejorando la calidad o desarrollando
nuevas variedades que se ajusten mejor a las necesidades y a los gustos de los
consumidores. Por el contrario, cuando se producen situaciones de escasa
competencia, aparecen empresas con cierta posición de dominio que pueden
aprovecharse de su poder de mercado, perjudicando a los consumidores, que
reciben productos más caros, de peor calidad y menos ajustados a sus
necesidades. La competencia estimula a las empresas a esforzarse y trabajar para
que los consumidores seleccionen sus productos. Una empresa que quiera atraer
a consumidores puede hacerlo de distintas formas: • Ofreciendo sus productos a
menores precios. • Ofreciendo una mayor gama de productos o ajustando sus
productos a las necesidades y gustos de los consumidores. • Ofreciendo una
mayor calidad o incorporando estrategias de sostenibilidad en sus procesos (por
ejemplo, empresas que hacen sus procesos productivos más “verdes”, porque
saben que esto importa a los consumidores que adquieren los productos). •
Ofreciendo mayores y mejores servicios relacionados con sus productos (como la
forma de entrega, la información del producto, la garantía o las posibilidades de
devolución). Si hay competencia, cuando alguna empresa tenga la tentación de
subir sus precios o empeorar la calidad para obtener mayores beneficios, se
encontrará con que los consumidores cambiarán a otra empresa. Por eso, la
competencia “disciplina” e incentiva a las empresas a mejorar continuamente. Y,
así, los consumidores salimos beneficiados.
La competencia beneficia al conjunto de la sociedad. Nos beneficia a todos de
manera directa como consumidores y usuarios de productos más baratos, de
mejor calidad y más ajustados a nuestras necesidades. Pero también
indirectamente beneficia a las empresas y al sector público al favorecer el
crecimiento económico, el empleo y la innovación por el contrario, las
restricciones de la competencia solo benefician a unos pocos y perjudican a todos
los demás. Son, además, los colectivos más desfavorecidos quienes resultan más
perjudicados por los altos precios, la peor calidad y la menor variedad que
producen las restricciones sobre la competencia.

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