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Facultad de Psicología - UBA

Práctica Profesional 703: “Neuropsicología Práctica: Técnicas de Evaluación”

FICHA DE CÁTEDRA: Interpretación de las puntuaciones estandarizadas

Una vez calculados los puntajes estandarizados según las normas poblacionales
correspondientes, el neuropsicólogo debe determinar si el rendimiento en cada tarea está
alterado o no, y si el patrón de rendimiento es consistente con las características y antecedentes
clínicos del paciente. En algunos casos, un bajo desempeño no responde a un déficit adquirido,
sino más bien a dificultades que el paciente ha experimentado toda su vida, lo cual se puede
discernir a través de la historia clínica del paciente, así como una adecuada anamnesis. En otros
casos, un bajo desempeño puede ser producto de una baja motivación para realizar las tareas o
puede estar asociado a presencia de ansiedad, depresión u hostilidad frente a la instancia de
evaluación (Lezak, Howieson, Bigler & Tranel, 2012).

No existe un consenso sobre los criterios para determinar la presencia objetiva de déficit,
aunque los diversos criterios utilizados oscilan entre 1 y 2 desvíos estándar (SD, por sus siglas
en inglés) por debajo de la media poblacional (Lezak et al., 2012). Es responsabilidad del
profesional implementar su juicio clínico para determinar el criterio más apropiado para cada
paciente. Numerosos autores sugieren implementar un puntaje de corte de -1.5 SD (Petersen,
2004), criterio al cual adherimos los profesionales de la Práctica Profesional 703. La decisión del
criterio de corte para la presencia de déficit, debe complementarse con un punto esencial, que
refiere a que el desempeño objetivado en la tarea a interpretar debe representar un cambio en
el funcionamiento del paciente, ya no en relación a la población, sino a nivel intraindividual
(Petersen, 2004).

Si bien, como ya se ha mencionado antes, no existe un consenso universal respecto del


criterio de déficit, sí existen diferentes asociaciones y grupos de trabajo referentes de diversas
patologías que han publicado sus propios criterios clínicos diagnósticos con sus
correspondientes puntajes de corte para déficit, a los que los neuropsicólogos pueden referirse.
Por ejemplo, la Liga Internacional Contra la Epilepsia (ILAE, por sus siglas en inglés) junto con
la Sociedad Internacional de Neuropsicología (INS, por sus siglas en inglés) sugieren utilizar
puntajes de corte de -1 SD o -1.5 SD para determinar presencia de deterioro cognitivo (Norman
et al., 2021). El DSM 5 incluye los diagnósticos de trastornos neurocognitivos (TNC) menor
(equivalente al deterioro cognitivo leve) y mayor (demencia), para los cuales determina un declive
cognitivo respecto al rendimiento previo en uno o más dominios cognitivos que se encuentre
entre -1 y -2 SD para el TNC menor e inferior a -2 SD para el TNC mayor (DSM 5). En esta línea,
el grupo de trabajo de la Sociedad de Trastornos del Movimiento recomienda considerar
rendimientos de -2 SD en al menos dos dominios cognitivos para el diagnóstico de demencia
asociado a la enfermedad de Parkinson (Dubois et al., 2007), y presencia de rendimientos entre
-1 SD y -2 SD en dos tests en al menos un dominio cognitivo para el diagnóstico de deterioro
cognitivo leve (DCL) asociado a la enfermedad de Parkinson. Si bien el grupo de trabajo coincide
con que el criterio de -1.5 SD es el más efectivo para identificar pacientes con DCL, sugieren
contemplar el rango de -1 SD a -2 SD para acomodar diferencias en el rendimiento según niveles
de funcionamiento premórbidos variables. Incluso, se incluye la aclaración de que, en pacientes
que reportan una merma respecto de su rendimiento previo, aunque no alcancen una declinación
de -1 SD, dicho declive cognitivo respecto a su rendimiento premórbido o evidenciado en el
tiempo (a través de repetidas evaluaciones cognitivas) resulta aceptable para el diagnóstico de
DCL (Litvan et al., 2012). En el caso de la Esclerosis Múltiple, los expertos en esta patología
sugieren que el deterioro cognitivo se ajusta a 1.5 DS por debajo de la media poblacional
(Benedict et al., 2008), la Figura 1 (tomada de Sumowski et al., 2018) refleja a los pacientes con
rendimiento por debajo del umbral elegido (flechas amarillas que cruzan -1.5 DS). Por otro lado,
y en sintonía con lo expuesto por Petersen (2004) y la Sociedad de Trastornos de Movimiento
(Litvan et al., 2012), la Figura 1 también ilustra rendimientos de pacientes que pueden
experimentar y notificar un notable deterioro de su función anterior sin cruzar el umbral de
deterioro (flechas rojas), aunque dicho deterioro probablemente afecte al funcionamiento en la
vida real. Por ejemplo, la flecha roja superior representa a una persona con una cognición
superior a la media antes del inicio de la enfermedad (percentil 84). A pesar de un declive de 1.5
SD, el rendimiento actual de esta persona se encuentra dentro del rango medio (área sombreada
en azul oscuro), y se la clasificaría como cognitivamente intacta en los estudios de investigación.
Un profesional que no tenga en cuenta (o desconozca) estos antecedentes y/o implemente
estricta e indiscriminadamente el criterio de déficit seleccionado (en este ejemplo, -1.5 SD),
podría concluir a partir de la evaluación neuropsicológica que el paciente en cuestión no presenta
deterioro cognitivo, lo cual entra en conflicto con su experiencia real de deterioro.

Figura 1. Declinación cognitiva respecto al funcionamiento anterior de la misma persona


(intrasujeto).
Tanto las personas con alto como bajo nivel intelectual representan un desafío para la
clínica neuropsicológica. En el primer caso, como el descrito en el párrafo anterior, el paciente
con alto nivel premórbido puede presentar un desempeño que se encuentre actualmente dentro
de los parámetros estadísticos de normalidad, pero este nivel de desempeño representa un
cambio para esa persona (Petersen, 2004). En este ejemplo, un puntaje estandarizado de -1 SD
ya estaría evidenciando una declinación en el rendimiento del paciente, ya que se asume que
una persona con un rendimiento premórbido elevado normalmente rendiría por encima de la
media poblacional. Por otro lado, el paciente con un bajo nivel educativo puede exhibir un
rendimiento cognitivo descendido, sin que este represente un cambio, infiriéndose que toda su
vida ha rendido por debajo de la media poblacional. En estos casos, se sugiere que el profesional
implemente su juicio clínico para arribar a la interpretación que mejor se adecúe a las
características de cada paciente. En este sentido, resulta esencial complementar la evaluación
neuropsicológica con una anamnesis precisa enriquecida por información proveniente tanto del
paciente como de un informante (Petersen, 2004).
Referencias:

American Psychiatric Association. (2013). Diagnostic and statistical manual of mental disorders
(DSM–5). APA Press.

Benedict, R.H., Cookfair, D., Gavett, R., Gavett, R., Gunther, M., Munschauer, F., ... &
Weinstock-Guttman, B. (2006). Validity of the Minimal Assessment of Cognitive Function in
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558.

Dubois, B., Burn, D., Goetz, C., Aarsland, D., Brown, R. G., Broe, G. A., ... & Emre, M. (2007).
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Lezak, M. D., Howieson, D. B., Bigler, E. D., & Tranel, D. (2012). Neuropsychological
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Litvan, I., Goldman, J. G., Tröster, A. I., Schmand, B. A., Weintraub, D., Petersen, R. C., ... &
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Norman, M., Wilson, S. J., Baxendale, S., Barr, W., Block, C., Busch, R. M., ... & Hermann, B. P.
(2021). Addressing neuropsychological diagnostics in adults with epilepsy: Introducing the
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Petersen, R. C. (2004). Mild cognitive impairment as a diagnostic entity. Journal of internal


medicine, 256(3), 183-194.

Sumowski, J.S., Benedict, R.H., Enzinger, C., Filippi M., Geurts, J.J.2, Hamalainen, P., … &, Rao,
R. (2018). Cognition in multiple sclerosis: State of the field and priorities for the future. Neurology,
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