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El documento resume el concepto de "areté" en la antigua Grecia y según Aristóteles. Los griegos veían la areté como una fuerza o capacidad para lograr la excelencia física o mental. Posteriormente, influenciado por Aristóteles, el término pasó a traducirse como virtud. Para Aristóteles, la virtud es un hábito que permite al hombre actuar de acuerdo con la razón y realizar bien su función. Dividió las virtudes en intelectuales y morales. Consideraba que la ética es fundamental para al
El documento resume el concepto de "areté" en la antigua Grecia y según Aristóteles. Los griegos veían la areté como una fuerza o capacidad para lograr la excelencia física o mental. Posteriormente, influenciado por Aristóteles, el término pasó a traducirse como virtud. Para Aristóteles, la virtud es un hábito que permite al hombre actuar de acuerdo con la razón y realizar bien su función. Dividió las virtudes en intelectuales y morales. Consideraba que la ética es fundamental para al
El documento resume el concepto de "areté" en la antigua Grecia y según Aristóteles. Los griegos veían la areté como una fuerza o capacidad para lograr la excelencia física o mental. Posteriormente, influenciado por Aristóteles, el término pasó a traducirse como virtud. Para Aristóteles, la virtud es un hábito que permite al hombre actuar de acuerdo con la razón y realizar bien su función. Dividió las virtudes en intelectuales y morales. Consideraba que la ética es fundamental para al
Universidad Nororiental Privada “Gran Mariscal de Ayacucho”
Facultad de Derecho Anaco. Edo, Anzoátegui
Profesor Alumna
Abg. Hugo Mata Gloriana Infante
C.I: 18.887.983
Anaco, 22 de marzo del 2023
Etimológicamente, cuando hablamos del término “areté” podríamos darle diferentes simbologías y significados según el área donde se quiera referir el significado de este término, pero, de una manera más general se puede describir como “la excelencia o perfección de las personas o las cosas”. Al ubicarnos en una demarcación del significado de este término pudiésemos abarcar un amplio espectro de posibilidades, es inevitable no situarnos en la antigua Grecia, lugar de donde proviene esta terminación. Los griegos de la época de Homero y de Hesíodo, y hasta el siglo IV a.C., hablaban de la areté como de una fuerza o una capacidad: el vigor y la salud son la areté del cuerpo, la sagacidad, la inteligencia y la previsión son areté del espíritu. Posteriormente, y debido a la influencia de Aristóteles, este término ha pasado a traducirse habitualmente por virtud. Lo podríamos resumir de manera sencilla en lo siguiente “Término griego con el que se designaba la excelencia de alguien o de algo y que, especialmente desde los sofista y Platón, y luego también por Aristóteles, fue utilizado con el significado de virtud.” Valga la redundancia, y más allá del repaso histórico y filosófico del arete; una cuestión que vendría a ser más adecuada con respecto a la propia excelencia humana. Es un hábito por el que el hombre se hace bueno y realiza bien su función propia. Esto es, por tanto, algo que se tiene, que se incorpora a nosotros mismos, a nuestro propio ser. Es ahora cuando, por ejemplo, Aristóteles entiende lo que llama “energía” (capacidad para actuar) como una función propia del hombre, cuya intervención en el mundo colectivo de los demás sujetos tiene que ser de acuerdo con el” logos”, unidos a la propia racionalidad, cuyo lenguaje nos acerca a ellos, a entenderlos, a comprenderlos, y a conocer tanto a éstos como a ellos mismos. El hombre virtuoso actúa según las reglas, las cuales derivan de la razón, no de la sensación, sí del deseo. Para Aristóteles una persona se puede presentar como proba hablando sobre las virtudes y mostrando virtudes: correspondencia entre palabras y acciones. A las virtudes clasifica en dos grandes grupos. Uno corresponde a las virtudes intelectuales; El otro, a las morales o del carácter. Aristóteles sustentará que la virtud es un estado del alma distinto, pues, de las pasiones y de las facultades, y se alcanza por medio de la ética, ya que son cuestión de práctica o de hábito. La ética es considerada como un saber práctico, fundamental en el propio ser humano, cuya interpretación del individuo mismo dentro de la propia sociedad necesita de un proceso importante de educación en donde ésta sea algo así como una hipótesis o teoría de la misma felicidad humana, en la cual se conjuguen tanto los intereses colectivos como los individuales de cada sujeto determinado. Si bien la felicidad es otro factor a estudiar, la cual, como ya hemos visto en alguna que otra ocasión, es trabajada por algunos filósofos y movimientos destacados, la ética sería asimismo aún más importante, pues ésta nos ayudará a conocer aquello por lo que luchamos, y aquello que, en definitiva, puede hacernos felices o no. Esa capacidad para sentirla (y no tenerla, claro está), está determinada por esa «energía» (Según Aristóteles) necesaria tanto para conseguirla como para llevarla a cabo y medida por la racionalidad: esa misma que nos ayudará a saber, definitivamente, lo que puede ser correcto o no. El concepto de arete, no conduce por sí solo hacia la excelencia, hacia la forma de encontrar el camino para ser un buen hombre o buena persona. El polo normativo de Aristóteles radica, entonces, en la noción de areté, como “estándar” para el buen uso de la razón. De ese modo, las actividades se realizan por ser naturales, pero deben ser hechas de determinada manera para hacer las cosas con excelencia o perfección.