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Recuento histórico
Desde las primeras incursiones del grupo de Diego de Almagro en 1535, los
conquistadores españoles vieron la importancia estratégica del Valle de Jujuy por su
comunicación entre la región del Plata y del Perú: por ello la insistencia en fundar
una ciudad, siendo las dos primeras fallidas y perdurando la última.
El actual territorio de Jujuy estaba poblado por diversos pueblos originarios, que
entre otros se podía hallar a los Atacamas, Kollas, Quechuas, Omaguacas,
Guaraníes, Ocloyas y los Jujuyes, denominados así por los españoles, de quienes
deriva el nombre de la provincia.
La resistencia de estos pueblos supo dificultar el avance de los incas primero y luego
los intentos colonizadores de la corona española.
A la Primera
Don Juan Pérez de Zurita realizó en 1560 una fundación a la que denominó Ciudad
de Nieva, en homenaje al nuevo Virrey del Perú, el Conde de Nieva.
El asentamiento estaba en una meseta que dominaba el valle como un balcón
natural entre los ríos Grande y Xibi-Xibi que los españoles llamaron Chico, con una
expedición de 30 soldados españoles fundó, por mandato del Virrey del Perú, Diego
López de Zúñiga y Velasco, Conde de Nieva, un poblado, justamente dónde hoy se
emplaza el barrio "Ciudad de Nieva".
A raíz de problemas jurisdiccionales con el Perú por el control del territorio del
Tucumán, desde la gobernación de Chile se envió un nuevo gobernador para que
sustituyese a Zurita, Don Gregorio de Castañeda, quien tuvo que respetar el
asentamiento y prosiguió con los planes de Zurita fundando la ciudad, el 20 de
agosto de 1561.
No hay datos precisos de cómo fue el tiempo que siguió al acto fundacional,
aparentemente la ciudad sobrevivió hasta el año 1563 en condiciones muy
precarias.
Fue destruida por una rebelión encabezada por Juan Calchaquí, jefe de un pueblo
conocido como “Tolombom”, contra la esclavitud que el fundador, Gregorio
Castañeda, quiso imponer a los habitantes del lugar.
Y va la Segunda
Esta fundación, se dio lugar catorce años después y fue impulsada por Francisco
Toledo, Virrey del Perú, en el marco de la llamada Corriente colonizadora del
Pacífico o del Perú, en contraposición a la Corriente colonizadora del Atlántico, que
fue posterior.
El primer ataque ocurrió a los siete meses y medio de haber sido fundada la ciudad,
aparentemente por parte de los Omaguacas. Los documentos señalan que este
hecho ocurrió el 25 de mayo de 1576 en ausencia de Zárate. Los nativos rodearon el
reducto y mataron con sus lanzas a los que se atrevieron a salir.
Tercera fundación
Esta empresa se realizó a pesar de las muchas opiniones que se dejaban oír en
contra de la fundación de una ciudad sobre el Valle de Jujuy, la mayor parte de los
vecinos, capitanes y soldados de Salta recordaban el fracaso de las dos fundaciones
anteriores y temían que los indígenas con el triunfo, atacaran Salta. Pero la política
del Virrey Toledo en implantar definitivamente el dominio colonial en los territorios,
que serán parte del Virreinato del Perú, sumado a otras fundaciones en la región,
alienta la fundación en el Valle de Jujuy por su importancia para asegurar el pasaje
entre la gobernación de Tucumán y el Alto Perú, donde esta la mina de Potosí.
"Que es notorio en esta dicha provincia el ha venido en este dicho Valle de Jujuy y
asiento donde está con ella a poblarla y conquistar los naturales que están de
guerra rebeldes contra el servicio de su majestad para que su real corona vaya en
acrecentamiento de la palabra del santo evangelio y cosas de nuestra santa fe
católica y reciban el santo bautismo y cesen los robos, muertes y daños..."
A su vez, se mandó a abrir un hoyo en el centro de plaza y plantó en él, un palo, que
era una picota, símbolo de justicia. Argañaráz, viendo elevado en alto el símbolo de
la justicia de su rey, dijo:
"Hoy, dicho día, en adelante, para siempre jamás, se nombre y llame esta dicha
ciudad San Salvador de Velasco, en el valle de Jujuy, Provincias de Tucumán... así
se ponga en todos los autos y escrituras que se hicieren... en el dicho hoyo y picota
se ejecute justicia públicamente contra los delincuentes y malhechores..."
Esto fue el preludio del accionar de los conquistadores, ya que, en 1594, Francisco
de Argañaraz atrapa al líder quebradeño Viltipoco, curaca de los Omaguacas de
Purmamarca, que desde 1589 lideraba una amplia coalición de comunidades
rebeldes que según las crónicas españolas dirigía a 10.000 combatientes de la
quebrada y la puna. Probablemente mediante una traición los españoles logran
descabezar la rebelión que había aislado, durante mucho tiempo, a la gobernación
de Tucumán y que era un peligro latente para los poblados españoles del noroeste,
entre ellos la futura San Salvador de Jujuy.
Mientras tanto, los Paypayas, otro pueblo rebelde del valle de Palpalá, seguían
siendo un peligro; pero son detenidos por la orden jesuítica, al mando de Francisco
de Córdoba y la “aparición” de la Virgen de Río Blanco.
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A su vez se reconoce que las epidemias y las condiciones de trabajo que se les
imponía a los pueblos de los Paypaya, los Ocloyas y Osas, los primeros convertidos
al cristianismo, llevaron a diezmar la población de la que solo 15 miembros vivían
para fines del siglo XVII.
En la tarde del 4 de enero de 1875, las milicias de Jujuy y Salta enviadas a la puna a
restablecer el orden, unos 1100 hombres, encontraron a más de 800 indígenas-
campesinos. El enfrentamiento desigual dejó 194 indígenas muertos y 231
prisioneros entre ellos 87 heridos, la milicia solo había perdido 73 hombres, según
las fuentes de los vencedores.
Según el historiador, Gustavo Paz “el gobernador podía jactarse de haber deshecho
completamente las hordas salvajes y restablecido el orden en la puna jujeña,
imposición del orden estatal en los confines del territorio argentino” Tal como lo
requirió la oligarquía local para quiénes había sido aplastada la última montonera
que subsistía a la república.