Está en la página 1de 1

EL PELIGRO DEL AUTOENGAÑO

Muchas veces, al establecer esa distinción tan sesgada y sensacionalista entre las “personas
triunfadoras” y los “perdedores”, se pone énfasis en la idea de que tener éxito en la vida es una
cuestión de fuerza de voluntad. Como si todo dependiese de una especie de energía misteriosa
que brota de nuestro cerebro (¿o quizás de nuestras almas?) y a través de nuestras acciones,
queda plasmada en logros impresionantes del estilo de construir una empresa multimillonaria
partiendo desde cero o volverse mundialmente famoso con tan solo subir vídeos a las redes
sociales.

Por supuesto, esta manera de ver las cosas no tiene sentido: no hay ninguna “energía mental” que
esté detrás de nuestra capacidad para esforzarnos en tener una vida que merezca la pena ser
vivida. Lo que sí hay, sin embargo, es maneras de pensar que influyen en nuestras probabilidades
de lograr que las cosas nos salgan tal y como lo queríamos.

Para lo bueno y para lo malo, hay ciertas formas de gestionar nuestras creencias y sentimientos
que nos llevan al autosabotaje o a la automotivación y la disciplina. Y en este sentido, hay quienes
notan que no progresan ni hacen nada que aporte significado a su existencia porque, casi sin darse
cuenta, han entrado en una dinámica de resignación potencia por el autoengaño. Veamos por qué
ocurre esto.

Artículo relacionado: "Desarrollo Personal: 5 razones para la autorreflexión"

Por qué el autoengaño nos puede conducir a la resignación

Si has llegado hasta aquí, quizás te haya sorprendido la idea de que el autoengaño pueda estar
relacionado con la resignación. ¿No suele decirse que quienes adoptan una mentalidad centrada
en sus limitaciones y en lo que no pueden hacer son precisamente los que ven las cosas de una
manera más objetiva, sin maquillar la realidad? Pues lo cierto es que esta creencia no está
demasiado fundamentada, porque… la resignación puede llegar a ser una excusa que nos
ponemos a nosotros mismos para no salir de la zona de confort.

A lo mejor te resulta contraintuitivo, pero no lo es tanto si nos detenemos a pensar en ello: ¿por
qué iba alguien que tiene su atención puesta en sus limitaciones a tener una percepción de las
cosas más objetiva y realista que alguien con tenencias optimistas? ¿Acaso no están ambas
personas sujetas a los mismos “atajos mentales” a los que nos predispone el simple hecho de ser
seres humanos, con unos cerebros limitados en cuanto su capacidad de procesamiento de la
información?

También podría gustarte