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TRABAJO INTEGRADOR – HISTORIA 4° – + A.T.R.

Rosismo
1) A- ¿Qué le concedieron a Rosas? ¿Cuál fue el principal objetivo de su gobierno?
B- ¿En qué dos Ligas se dividieron las provincias y qué sostenía cada una?
C- ¿Qué reclamaba el pronunciamiento de Urquiza?

Formación del Estado


2) ¿Qué tipo de gobierno fijó la Constitución Nacional? ¿Y qué pasó con la capital?

3) A- ¿Qué separó al Estado de Buenos Aires y a la Confederación Argentina?


B- ¿Cuál fue la solución definitiva al problema de la capital?

4) Nombrá al menos 3 cambios que produjo la inmigración.

5) ¿Por qué el Partido Autonomista Nacional (PAN) era conservador en lo político y liberal en lo económico?

Estado Oligárquico Conservador


6) A- ¿Cuáles eran las principales críticas hechas por los sectores que formaron la Unión Cívica?
B- ¿Por qué se divide la Unión Cívica?

7) A- ¿Por qué la UCR fue considerado el primer partido político moderno?


B- ¿Qué estrategias implementaron ante el fraude?

8) Realizá un cuadro comparando las principales características de los socialistas y los anarquistas

9) ¿Qué estableció la Ley Sáenz Peña?

Imperialismo
10) A- ¿A qué se denomina “época del imperialismo”?
B- Mencioná brevemente las principales causas del imperialismo

Primera Guerra Mundial


11) ¿Cuáles fueron los bandos enfrentados en la primera guerra mundial?

12) Leé los principales puntos de la paz firmada en Paris en 1919. ¿Por qué creés que es considerada una de
las causas del ascenso del nazismo alemán y del estallido de la Segunda Guerra Mundial?

Crisis de 1929
13) ¿Qué produjo la crisis de 1929? ¿Cuál fue su principal consecuencia?

Gobiernos radicales – democracia ampliada


14) A- ¿Cuáles fueron los objetivos del gobierno de Yrigoyen?
B- ¿Qué políticas beneficiaron a los grupos urbanos?
C- ¿En qué casos Yrigoyen utilizaba la mediación estatal? ¿Y en cuáles la represión?

15) ¿Por qué surge la Unión Radical Antipersonalista?

16) ¿Cómo impactó la crisis de 1929 en el país?


Solución al problema de la capital
EL PRIMER GOBIERNO DE HIPÓLITO YRIGOYEN (1916-1922)
Las relaciones con los grupos conservadores
Los resultados de las elecciones de 1916 consagraron presidente de la República a Hipólito Yrigoyen, el candidato
radical. Pero la UCR fue minoría en el Congreso nacional y en la mayor parte de las provincias, que mantuvieron
gobernadores conservadores y Legislaturas con mayoría conservadora.
En este contexto, los objetivos del gobierno radical no fueron fáciles de compatibilizar. Por un lado, debía asegurar
el modelo de organización económica que beneficiaba a los terratenientes exportadores y, por otro, al mismo
tiempo, impulsar reformas destinadas a mejorar la posición económica de los sectores medios urbanos, que habían
sido una proporción importante de su base electoral.
Para cambiar la adversa relación de fuerzas frente a los conservadores, Yrigoyen recurrió frecuentemente al antiguo
recurso de la intervención federal. El Congreso votó leyes que autorizaban la intervención federal en cinco
oportunidades, y el poder ejecutivo decretó la misma medida quince veces. En unos casos, los motivos fueron
conflictos institucionales entre los poderes provinciales o claras evidencias de fraude; en otros, resultó evidente la
intención política de las intervenciones. En general, las intervenciones contaron con el apoyo popular, ya que se
vivían como el fin del “viejo régimen fraudulento”. Generalmente, en las elecciones posteriores a las intervenciones,
fueron consagrados los candidatos radicales.

Las relaciones con los sectores medios urbanos


La asunción de Hipólito Yrigoyen a la presidencia de la República marcó un profundo cambio en la forma de hacer
política en la sociedad argentina. Las expresiones de adhesión popular transformaron la atmósfera cerrada y formal
que había caracterizado al régimen de gobierno oligárquico. Por otra parte, el empleo de novedosos métodos de
conducción y el control del aparato partidario en las provincias, convirtieron a Yrigoyen en un referente político de
alcance nacional.
El nuevo estilo político inaugurado por el primer presidente radical fue acompañado por la participación de los grupos
urbanos, que lo habían votado y que hasta entonces habían permanecido relegados. Las crecientes vinculaciones
entre el gobierno radical y estos sectores medios urbanos —en particular los de Buenos Aires— se manifestaron,
concretamente, en políticas orientadas a beneficiarlos. Algunas de las principales acciones desarrolladas con este fin
fueron el aumento del gasto público para sostener la expansión del empleo público y el incremento de los tributos
que debían pagar los habitantes de las provincias del interior con respecto a los de la provincia de Buenos Aires. La
profundización de los vínculos entre el gobierno y los sectores medios provocó, por una parte, tensiones entre los
miembros de la elite que participaban en la UCR y, por otra, el descontento de los obreros urbanos que no se
beneficiaban con el crecimiento de la burocracia estatal.

Las relaciones con el movimiento obrero


La principal expectativa de la elite dirigente en relación con la reforma electoral de 1912 había sido que esa
incorporara a los obreros al sistema político y debilitara la fuerza de las organizaciones obreras que proponían
medidas de acción directa para obtener mejoras en sus condiciones de trabajo y de vida. Pero, durante el transcurso
del primer gobierno radical, los conflictos y las luchas obreras pusieron en evidencia que tal expectativa no se había
cumplido. Por un lado, el mayor o menor grado de movilización de los obreros dependía del nivel de satisfacción que
los gobiernos daban a sus reclamos; por otro, como el funcionamiento de la economía primaria exportadora estaba
basada en el mantenimiento del bajo costo de la mano de obra, los grupos sociales que controlaban el sector
exportador no estuvieron dispuestos a otorgar aumentos de salarios ni a aceptar leyes que establecieran y
protegieran los derechos de los trabajadores.
Después de 1914, el enfrentamiento entre los obreros y los capitalistas se agravó porque la situación económica de
los obreros urbanos se deterioró notablemente, primero por la desocupación y luego por la inflación. Entre 1917 y
1919, el número de huelgas y de obreros que participaban en ellas fueron mayores a los máximos alcanzados en
1907 y 1910. Ante esta situación, el gobierno radical se enfrentó nuevamente con una contradicción entre sus
objetivos. Debía proteger los intereses de los sectores propietarios y, al mismo tiempo, debía tomar medidas que
aseguraran el voto de los obreros al partido radical.
Además, el gobierno advertía con preocupación que los trabajadores nativos votaban mayoritariamente al Partido
Socialista, decisión que otorgaba a ese partido el control de la ciudad de Buenos Aires. Por estas razones, en materia
de política laboral, los radicales se propusieron alcanzar la “armonía entre las clases”. Para lograrla, el gobierno
sostuvo que el Estado cumplía una función esencial como árbitro de los conflictos entre los obreros y los patrones.
Esta intención gubernamental coincidió con los objetivos del sindicalismo que, por esos años, se consolidaba como
la corriente con más fuerza en el seno del movimiento obrero. Para los sindicalistas el principal método de lucha era
la huelga, y el objetivo primordial, el aumento de salarios, antes que las mejoras sociales obtenidas a través de leyes
reclamadas por los socialistas. En los hechos, sin embargo, el contacto entre el gobierno y los obreros, en general,
tuvo lugar solo durante las huelgas.
Por lo general, la mediación estatal beneficiaba a los trabajadores de tradición sindicalista. Esta corriente no buscaba
participación política, por lo que no representaba un rival electoral para el radicalismo y estaba más abierta a
negociar mejoras con gobiernos de cualquier signo político. Además, entre los afiliados de esta corriente estaban los
gremios de vital importancia para el funcionamiento de la economía agroexportadora, como la Federación Obrera
Marítima (FOM) y la Federación Obrera Ferroviaria (FOF).
En cambio, el gobierno no dudó en recurrir a la represión en conflictos protagonizados por los sindicatos anarquistas,
que desconocían la legitimidad estatal, o socialistas, que eran rivales de la UCR en la Ciudad de Buenos Aires, donde
controlaban el gremio de trabajadores municipales, empleados del Estado.

EL GOBIERNO DE MARCELO T. DE ALVEAR (1922-1928)


Las dificultades para mantener los apoyos electorales tradicionales
Entre 1921 y 1922, el presidente Yrigoyen se propuso asegurar el triunfo del radicalismo en las elecciones
presidenciales. Con ese objetivo, intervino las provincias que no tenían gobiernos radicales y profundizó la
aplicación de medidas que buscaban favorecer a los sectores medios urbanos de las ciudades más importantes,
particularmente los de la Capital Federal. El presidente emprendió una campaña para abaratar el costo de vida:
intentó sin éxito reducir el precio del pan, la carne y el azúcar, y congeló temporariamente los alquileres. Los comités
de barrios retomaron la práctica de la beneficencia política, pero destinada desde entonces a los obreros, muchos
de ellos desocupados desde la nueva depresión que había comenzado en 1921.
En 1922 los radicales ganaron las elecciones sin mayores dificultades. Pero en el interior de la UCR comenzó un
debate sobre si debían continuarse o no las líneas de acción política, económica y social puestas en práctica por
Yrigoyen. Esta discusión reflejaba una lucha por el control del partido radical entre los diferentes sectores sociales
que constituían su base electoral. Este enfrentamiento se mantuvo durante toda la presidencia de Marcelo T. de
Alvear, quien en octubre de 1922 asumió como Presidente de la República.

Crisis política y división del radicalismo


La segunda presidencia radical estuvo caracterizada por las dificultades para encontrar un equilibrio entre la
realización de los intereses de los grupos de elite y de los sectores medios que apoyaban al partido. Los miembros
de la elite exigieron el retorno a la legalidad constitucional. Desde su punto de vista, esto significaba que debían
cesar las intervenciones federales a las provincias por simple decreto del Poder Ejecutivo y que el gasto público debía
estar bajo el control estricto del Congreso. Estas exigencias apuntaban directamente a debilitar la influencia de los
poderosos caudillos barriales que aseguraban el apoyo popular a Yrigoyen, para de ese modo debilitar el poder del
expresidente en la conducción del partido radical.
Los integrantes más conservadores del gobierno de Alvear propusieron una drástica reducción del gasto público
destinado al mantenimiento de la numerosa burocracia administrativa para hacer frente a otras necesidades
financieras del Estado. Pero como esta medida significaba la pérdida de la principal fuente de apoyo partidario, el
gobierno propuso hacer frente a sus compromisos aumentando sus ingresos fiscales. Con este fin, hacia fines de
1923, aumentó los aranceles aduaneros que debían pagar algunos productos importados. Esta decisión estaba
relacionada, además, con un objetivo de política económica: impulsar el desarrollo de algunos sectores de la industria
nacional, particularmente en la rama de la elaboración de alimentos.
Pero las decisiones del presidente no conformaron a ninguno de los dos sectores. A fines de 1923, Alvear había
perdido el apoyo de sus ministros conservadores, de la mayoría de los legisladores radicales, y los comités del partido
se dividieron entre los que apoyaban al presidente y los que estaban con Yrigoyen. En las elecciones internas de
1924, Vicente C. Gallo, el nuevo ministro del Interior de Alvear, anunció la creación de un nuevo partido: la Unión
Cívica Radical Antipersonalista. Con el término antipersonalismo buscaban oponerse a las técnicas de patronazgo
empleadas por Yrigoyen.

EL SEGUNDO GOBIERNO DE YRIGOYEN (1928-1930)


El impacto de la crisis económica mundial
En octubre de 1929 se produjo una grave crisis económica que afectó a todo el sistema capitalista mundial. Sus
repercusiones en la Argentina se notaron de inmediato. Los ingresos de la Aduana disminuyeron debido a la
contracción del comercio internacional. Se sucedieron numerosas quiebras de empresas y comercios. El peso
nacional perdió valor, disminuyeron las exportaciones y las importaciones, y esto fue acompañado por una
disminución de los salarios y por una elevada desocupación.
Los problemas económicos y financieros que originó la crisis, y la política de endeudamiento externo que inició el
gobierno para asegurar su posición, enfrentaron al gobierno con todos los grupos sociales que lo habían apoyado.
Las principales entidades que agrupaban a los terratenientes y a los exportadores se aliaron contra Yrigoyen y
buscaron el apoyo de grupos descontentos del ejército.

El golpe cívico militar de 1930


El 6 de septiembre de 1930, un golpe militar encabezado por los generales Agustín P. Justo y José F. Uriburu puso
fin a la segunda presidencia de Yrigoyen. La oligarquía terrateniente retomó el control del Estado y de la
administración pública. La quiebra de la continuidad de las instituciones democráticas a través de un golpe de Estado
fue la solución que la oligarquía encontró frente a las profundas contradicciones que generó la ampliación de la
democracia en un contexto de profunda depresión económica.
Hacia 1930, el ejército estaba conducido por oficiales que compartían los principios del liberalismo conservador
Muchos de ellos pertenecían a tradicionales familias de la elite dirigente. El golpe militar de 1930 fue llevado a cabo
por ese sector del ejército, representado en la persona del general Agustín P. Justo. También participó un grupo de
militares nacionalistas, admiradores de las nuevas ideas del fascismo europeo, encabezados por el general José Félix
Uriburu. El gobierno de facto posterior fue iniciado por Uriburu pero, debido a sus intentos de reformas a la
constitución liberal conservadora de 1853, en 1932 asumió la presidencia el general Justo.

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