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Hora Santa por todas las vocaciones

Ambientación. Si es posible, se colocan 50 huellas de papel sobre el piso (signo del seguimiento de
Cristo), que conduzcan al lugar donde se expondrá el Santísimo. Alrededor de este lugar se deberá
concentrar la mayor cantidad de huellas. El número 50 es alusivo a los años de fundación del
Seminario. (Si se tienen, se coloca en cada huella el nombre de uno de los seminaristas).
Introducción. GUÍA: En este momento entramos en oración para pedir por todas las vocaciones,
en especial pedimos por los 50 años de fundación de nuestro Seminario Mayor de Texcoco. Cabe
recordar las Palabras de SS Benedicto XVI para la XLVIII Jornada Mundial de Oración por las
Vocaciones para este año: “El arte de promover y de cuidar las vocaciones encuentra un luminoso
punto de referencia en las páginas del Evangelio en las que Jesús llama a sus discípulos a seguirle y
los educa con amor y esmero. El modo en el que Jesús llamó a sus más estrechos colaboradores
para anunciar el Reino de Dios ha de ser objeto particular de nuestra atención (cf. Lc 10,9). En
primer lugar, aparece claramente que el primer acto ha sido la oración por ellos: antes de
llamarlos, Jesús pasó la noche a solas, en oración y en la escucha de la voluntad del Padre (cf. Lc 6,
12), en una elevación interior por encima de las cosas ordinarias. La vocación de los discípulos
nace precisamente en el coloquio íntimo de Jesús con el Padre. Las vocaciones al ministerio
sacerdotal y a la vida consagrada son primordialmente fruto de un constante contacto con el Dios
vivo y de una insistente oración que se eleva al «Señor de la mies» tanto en las comunidades
parroquiales, como en las familias cristianas y en los cenáculos vocacionales”. Iniciemos
cantando… GUÍA: Todos nos ponemos de rodillas Canto: “Quiero levantar mis manos” u otro
apropiado. Si no se puede cantar, se recita. (Canta: Seminarista Juan Pablo Ortega Villa, Anexo)
Quiero levantar mis manos, quiero levantar mi voz. Ofrecerte a ti mi vida en santidad y amor. Hoy,
Señor, yo a ti te ofrezco mi vida y mi corazón. Y me postro en tu presencia en adoración. Cristo
Jesús recibe hoy toda la gloria, la honra y honor. Hijo de Dios recibe hoy toda la gloria, la honra y
honor. Exposición del Santísimo Sacramento (sacerdote) Todos: Padre Dios, movidos por tu Santo
Espíritu y delante de Jesús sacramentado que nos ha llamado a ser sus discípulos, te pedimos que
los jóvenes del mundo entero y en especial los de nuestra diócesis de Texcoco se descubran,
valoren y acepten ante Ti y ante los demás con creativas expresiones de conocimiento, respeto,
confianza e interés mutuo para crear un ambiente de acercamiento, una nueva civilización en el
amor. LECTOR 1: Escuchemos del Evangelio según san Mateo (Mt 4, 18-22): 18Mientras caminaba
a orillas del mar de Galilea, Jesús vio a dos hermanos: a Simón, llamado Pedro, y a su hermano
Andrés, que echaban las redes al mar porque eran pescadores. 19Entonces les dijo: "Síganme, y yo
los haré pescadores de hombres". 20Inmediatamente, ellos dejaron las redes y lo siguieron.
21Continuando su camino, vio a otros dos hermanos: a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano
Juan, que estaban en la barca con Zebedeo, su padre, arreglando las redes; y Jesús los llamó.
22Inmediatamente, ellos dejaron la barca y a su padre, y lo siguieron. Palabra del Señor. Se deja
un breve silencio LECTOR 2: El Señor, al comienzo de su vida pública, llamó a algunos pescadores,
entregados al trabajo a orillas del lago de Galilea: «Vengan conmigo y los haré pescadores de
hombres» (Mt 4, 19). Les mostró su misión mesiánica con numerosos «signos» que indicaban su
amor a los hombres y el don de la misericordia del Padre; los educó con la palabra y con la vida,
para que estuviesen dispuestos a ser los continuadores de su obra de salvación; finalmente,
«sabiendo que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre» (Jn 13,1), les confió el
memorial de su muerte y resurrección y, antes de ser elevado al cielo, los envió a todo el mundo
con el mandato: «Vayan y hagan discípulos de todos los pueblos» (Mt 28,19). La propuesta que
Jesús hace a quienes dice «¡Sígueme!» es ardua y exultante: los invita a entrar en su amistad, a
escuchar de cerca su Palabra y a vivir con Él; les enseña la entrega total a Dios y a la difusión de su
Reino según la ley del Evangelio: «Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo;
pero si muere, da mucho fruto» (Jn 12,24); los invita a salir de la propia voluntad cerrada en sí
misma, de su idea de autorrealización, para sumergirse en otra voluntad, la de Dios, y dejarse
guiar por ella; les hace vivir una fraternidad, que nace de esta disponibilidad total a Dios (cf. Mt 12,
49-50), y que llega a ser el rasgo distintivo de la comunidad de Jesús: «La señal por la que
conocerán que son discípulos míos, será que se aman unos a otros» (Jn 13, 35). GUÍA: Pero la
dimensión Vocacional de la Palabra de Dios no sólo es para los jóvenes. A todos nos invita a ser sus
discípulos y a amarnos unos a otros. A todos nosotros nos debe interpelar, pues al ser Iglesia,
todos somos con-vocados, somos vocacionados. Escuchemos el siguiente párrafo de la carta que el
Papa Benedicto XVI nos dirige como Iglesia: LECTOR 1: También hoy, el seguimiento de Cristo es
arduo; significa aprender a tener la mirada de Jesús, a conocerlo íntimamente, a escucharlo en la
Palabra y a encontrarlo en los sacramentos; quiere decir aprender a conformar la propia voluntad
con la suya. Se trata de una verdadera y propia escuela de formación para cuantos se preparan
para el ministerio sacerdotal y para la vida consagrada, bajo la guía de las autoridades eclesiásticas
competentes. El Señor no deja de llamar, en todas las edades de la vida, para compartir su misión
y servir a la Iglesia en el ministerio ordenado y en la vida consagrada, y la Iglesia «está llamada a
custodiar este don, a estimarlo y amarlo. Ella es responsable del nacimiento y de la maduración de
las vocaciones sacerdotales» (JUAN PABLO II, Exhort. ap. postsinodal Pastores dabo vobis, 41).
Especialmente en nuestro tiempo en el que la voz del Señor parece ahogada por «otras voces» y la
propuesta de seguirlo, entregando la propia vida, puede parecer demasiado difícil, toda
comunidad cristiana, todo fiel, debería de asumir conscientemente el compromiso de promover
las vocaciones. Es importante alentar y sostener a los que muestran claros indicios de la llamada a
la vida sacerdotal y a la consagración religiosa, para que sientan el calor de toda la comunidad al
decir «sí» a Dios y a la Iglesia. GUÍA: Hoy, ante Jesús sacramentado, tú y yo estamos haciendo
mucho por las vocaciones, pero podemos hacer más. Hemos de ser más sensibles a las
necesidades de nuestra Iglesia diocesana de Texcoco. Escuchemos con atención y saquemos
algunas propuestas de trabajo desde nuestra parroquia o comunidad. LECTOR 2: Conviene que
cada Iglesia local se haga cada vez más sensible y atenta a la pastoral vocacional, educando en los
diversos niveles: familiar, parroquial y asociativo, principalmente a los muchachos, a las
muchachas y a los jóvenes -como hizo Jesús con los discípulos- para que madure en ellos una
genuina y afectuosa amistad con el Señor, cultivada en la oración personal y litúrgica; para que
aprendan la escucha atenta y fructífera de la Palabra de Dios, mediante una creciente familiaridad
con las Sagradas Escrituras; para que comprendan que adentrarse en la voluntad de Dios no
aniquila y no destruye a la persona, sino que permite descubrir y seguir la verdad más profunda
sobre sí mismos; para que vivan la gratuidad y la fraternidad en las relaciones con los otros,
porque sólo abriéndose al amor de Dios es como se encuentra la verdadera alegría y la plena
realización de las propias aspiraciones. «Proponer las vocaciones en la Iglesia local», significa tener
la valentía de indicar, a través de una pastoral vocacional atenta y adecuada, este camino arduo
del seguimiento de Cristo, que, al estar colmado de sentido, es capaz de implicar toda la vida.
GUÍA: Volvamos a escuchar este último párrafo… (Se vuelve a leer tratando que llegue al corazón
de las personas). GUÍA: Después de esta segunda lectura, ¿A qué nos comprometemos
personalmente? ¿A qué nos comprometemos como comunidad? Se deja un especio de silencio y
reflexión y se anotan los compromisos… Canto: “Renuévame” u otro apropiado. Si no se puede
cantar, se recita. (Canta: Seminarista Juan Pablo Ortega Villa, Anexo) Renuévame, Señor Jesús, ya
no quiero ser igual. Renuévame, Señor Jesús, pon en mí tu corazón. Porque todo lo que hay dentro
de mí, necesita ser cambiado, Señor. Porque todo lo que hay dentro de mi corazón necesita más
de ti. GUÍA: Oremos al Pastor Supremo por nuestra vocación y por todas las vocaciones en la
Iglesia. A cada petición digamos: R/. Envía, Señor, obreros a tus campos. LECTOR 1: Pidamos al
Señor para que todos reconozcamos muestra vocación a la vida y respondamos optando siempre
por la vida. Oremos. R/. LECTOR 2: Para que descubramos nuestra vocación a ser hijos de Dios en
Jesucristo. Oremos. R/. LECTOR 1: Supliquemos por todos los y las jóvenes que experimentan, en
esta etapa de su vida, la llamada de Dios a construir una nueva civilización en el amor, sea en el
matrimonio, la vida religiosa, misionera, sacerdotal. Oremos. R/. LECTOR 2: Pidamos por los
matrimonios, los sacerdotes, las religiosas y religiosos, los misioneros y misioneras, los apóstoles
laicos para que sean fieles a su vocación. . Oremos. R/. LECTOR 2: Por los Seminaristas en Familia
(SEMFAM) y las Aspirantes en Familia (ASFAM) para que busquen su acompañamiento y para que
quienes les acompañan les lleven a Cristo, Maestro y amigo. Oremos. R/. LECTOR 1: Para que los
seminaristas del Curso Introductorio adquieran los elementos básicos para la madurez humana, el
discernimiento vocacional y el crecimiento espiritual, tomando conciencia de lo que implica ser
discípulo de Cristo, en comunidad. Oremos. R/. LECTOR 2: Para que los seminaristas obtengan a lo
largo de la etapa de filosofía, una madurez humano-afectiva y cristiana integral, que propicie un
mejor discernimiento de su vocación. Oremos. R/. LECTOR 1: Supliquemos a Dios por quienes se
encuentran en la etapa de confrontación para que en su familia y trabajo, conozcan las
necesidades y valores del hombre y de la sociedad y así confirmen su radical seguimiento de Cristo
Pastor en medio del mundo actual. Oremos. R/. LECTOR 2: Pidamos que los seminaristas
estudiantes de teología, se configuren con Cristo Cabeza, Siervo y Esposo y, de esta manera,
asuman los criterios y actitudes del Buen Pastor para ejercer en la Iglesia el Ministerio Sacerdotal.
Oremos. R/. LECTOR 1: Intensifiquemos nuestra oración para aquellos que han terminado su etapa
en el seminario, para que participen en el plan diocesano de pastoral y en la formación
permanente en comunión con el Obispo y presbiterio para la edificación del Reino de Dios.
Oremos. R/. LECTOR 2: Finalmente oremos por nosotros mismos, por nuestra vocación al servicio
de las vocaciones y pidámosle al Señor que nuestro compromiso sea sincero y con todo lo que
somos, para que el Dueño de la mies envíe trabajadores. Oremos. R/. Todos: Te bendecimos
Padre, Dios del cielo y la tierra, porque lo escondido a los sabios, lo revelas a los pobres y sencillos.
Te bendecimos, Padre, Dios del cielo y la tierra. Amén. Canto: “Yo tengo un nuevo amor” u otro
apropiado. Si no se puede cantar, se recita. (Canta: Seminarista Juan Pablo Ortega Villa, Anexo) Yo
tengo un nuevo amor, mi vida tiene un gozo sin igual, hay uno que me ha dicho, te amo de verdad,
Jesús mi Dios, mi gran amor, mi salvador. Yo tengo un nuevo amor, jamás imaginé poderle hallar,
entró a mi barca perdida, mi vida entera cambio, Jesús mi Dios, mi gran amor, mi salvador. Siento
mi corazón latir de amor por todo el mundo, Quisiera ver toda la raza humana salva. Él me ha
llamado a predicar, a los cautivos liberar Y a proclamar vida abundante, que sólo en Él puedo
hallar Y ahora yo, tengo un nuevo amor, mi vida tiene un gozo sin igual, hay uno que me ha dicho,
te amo de verdad, Jesús mi Dios, mi gran amor, mi salvador. Amo su voz plasmada en cada hoja de
mi Biblia el gran misterio de la Eucaristía eterna por siempre tuyo quiero ser Jesús es toda mi
verdad Y nunca yo me cansaré de repetirlo hasta el final Y Ahora yo… Oración final (Oración por las
vocaciones) Señor, Dios, Padre Celestial: la mies es mucha y los obreros pocos. Envía obreros para
tu mies. Envíanos muchos y santos evangelizadores que anuncien tu mensaje a todas las personas.
Recibe nuestro agradecimiento por las vocaciones que por medio de tu Espíritu Santo regalas
continuamente a tu Iglesia. Te suplicamos que llenes de santidad a los sacerdotes y misioneros, a
las personas consagradas en la vida religiosa y a los apóstoles laicos. Concede fortaleza y
perseverancia a quienes se preparan al sacerdocio o a la vida religiosa. Vuelve también hoy tu
mirada hacia la juventud e invítale a seguirte, y concédele la prontitud y generosidad para
escucharte. Y la fuerza de dejarlo todo para seguir tu llamada. Perdona la no correspondencia y las
infidelidades de aquellos que has elegido. Por Jesucristo, Nuestro Señor. Amén. Bendición con el
Santísimo Sacramento (Sacerdote) Canto. “Nadie te ama como yo” u otro apropiado. Si no se
puede cantar, se recita. (Canta: Seminarista Juan Pablo Ortega Villa, Anexo). Cuanto he esperado
este momento, cuanto he esperado que estuvieras así, cuanto he esperado que me hablaras,
cuanto he esperado que vinieras a mí. Yo sé bien lo que has vivido, se también porque has llorado,
yo sé bien lo que has sufrido, pues de tu lado no me he ido. Pues nadie te ama como yo, pues
nadie te ama, como yo, mira la cruz, esa es mi más grande prueba, nadie te ama como yo. Pues
nadie te ama como yo, pues nadie te ama, como yo, mira la cruz, fue por ti fue porque te amo,
nadie te ama, como yo. Yo se bien lo que me dices, aunque a veces no me hablas, se muy bien lo
que en ti sientes, aunque nunca lo compartas. Yo a tu lado he caminado, junto a ti yo siempre he
ies Llenos de alegría y gozo por sentirnos llamados a la gran misión de anunciar la Buena nueva a
todos los hombres, dirijamos al Padre nuestra oración confiada. Por la Iglesia de Dios, para que ore
siempre como Cristo nos enseñó, roguemos al Señor. Te rogamos, óyenos. Por los consagrados,
para que encuentren siempre tiempo dedicado a la oración, roguemos al Señor. Te rogamos,
óyenos. Por los cristianos del mundo, para que la oración sea seguridad en las horas de angustia y
duda, roguemos al Señor Te rogamos, óyenos. Por la juventud, para que busque en la oración la
fuerza y el camino de la verdad, roguemos al Señor. Te rogamos, óyenos Para que sean muchos los
que sientan la llamada a la vida claretiana, y nosotros sepamos ser ejemplo y modelo para ellos,
roguemos al Señor. Te rogamos, óyenos. 5 Por todos nosotros, para que en la oración busquemos
espíritu de servicio a los demás, roguemos al Señor. Oh Jesús, que con tu ejemplo nos enseñaste a
unir nuestra vida a la voluntad del Padre, para salvación del mundo: haz que seamos, por nuestra
oración, testigos de la fe y salvadores de nuestros hermanos. Tú, que vives y reinas, por los siglos
de los siglos. Amén. Padrenuestro Elevemos al Padre eterno, sustento de toda vocación, la oración
que su hijo, Jesucristo, nos enseñó: Padre nuestro… Oración Me pongo en tus manos, haz de mí lo
que quieras; sea lo que sea, te doy las gracias. Estoy dispuesto a todo, lo acepto todo, con tal que
tu voluntad se cumpla en mí y en todas sus criaturas, no deseo nada más, Padre. Te confío mi
alma, te la doy con todo el amor de que soy capaz, porque te amo y necesito darme, ponerme en
tus manos sin medida, con una infinita confianza, porque tú eres mi Padre. (Charles de Foucado,
Aún a veces te he cargado, yo he sido tu mejor amigo
Hora Santa por las vocaciones
Sal de la tierra y luz del mundo

Ambientación: Como símbolos para esta celebración sugerimos una vela encendida y un
recipiente con sal. En medio de ellos se puede colocar un recipiente transparente con agua turbia,
que simbolizará la postura intermedia en que podemos quedarnos, sin llegar a ser verdadera sal y
luz. Recomendamos acompañar los momentos de meditación con una música calmada.

Monición de entrada : La vocación no es un asunto de razonamientos complicados. La


vocación no es para corazones calculadores, miedosos y egoístas. La vocación es problema de
amor, y por eso sólo la entienden los corazones grandes y generosos. La vocación es: ser
conscientes de que Jesús nos ofrece su amistad. Aceptarla e ir intensificando esa amistad con el
trato es ponerse en camino de responder. Poco a poco se irá transformando nuestro corazón y se
irá haciendo semejante al de Jesús, convirtiéndonos, así, en verdadera sal de la tierra y luz del
mundo.

+ Himno - canto Salmos (del día) Lectura evangélica (Mt 5, 1-16)

Viendo a la muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus discípulos se le acercaron. Y tomando


la palabra, les enseñaba diciendo: Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es
el Reino de los Cielos.
Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra.
Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.
Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los que
buscan la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios.
Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los
Cielos.
Bienaventurados seréis cuando os injurien, os persigan y digan con mentira toda clase de mal
contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en
los cielos, que de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros. Vosotros
sois la sal de la tierra. Mas si la sal se desvirtúa, ¿con qué se la salará? Ya no sirve para nada
más que para tirarla afuera y ser pisoteada por los hombres. Vosotros sois la luz del mundo. […]
Brille así vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen
a vuestro Padre que está en los cielos.

7 Reflexión :Este mundo, hoy más que nunca, tiene la necesidad de ver en vosotros hombres y
mujeres que han creído en la Palabra del Señor, en su Resurrección y en la vida eterna hasta el
punto de empeñar su vida terrena para dar testimonio de la realidad de este amor que se ofrece a
todos los hombres. La Iglesia, en el decurso de la historia, no ha cesado de verse vivificada y de
alegrarse por la santidad de tantos Religiosos y Religiosas que, en la diversidad de sus vocaciones,
fueron testimonios vivientes de un amor sin límites y de Jesucristo. Esta gracia ¿no es para el
hombre de hoy como un soplo vivificador venido desde lo infinito, como una liberación de sí
mismo en la perspectiva de un gozo eterno y absoluto? Abiertos a este gozo divino, renovando la
afirmación de la realidad de la fe e interpretando cristianamente a su luz las necesidades del
mundo, vivid generosamente las exigencias de vuestra vocación.
Ha llegado el momento de que con toda diligencia os dediquéis a la reforma de vuestra conciencia,
si fuere necesario y también a una revisión de toda vuestra vida para una mayor fidelidad.
Contemplándoos con la ternura del Señor cuando llamaba a sus discípulos pequeña grey y les
anunciaba que su Padre se había complacido en darles el Reino, Nos os suplicamos: conservad la
sencillez de los más pequeños del Evangelio. Sabed encontrarla en el íntimo y más cordial trato
con Cristo o en el contacto directo con vuestros hermanos. Conoceréis entonces el rebosar de
gozo por la acción del Espíritu Santo que es propio de aquellos que son introducidos en los
secretos del Reino. No busquéis entrar a formar parte de aquellos sabios y prudentes, cuyo
número tiende a multiplicarse, para quienes tales secretos están escondidos. Sed verdaderamente
pobres, mansos, hambrientos de santidad, misericordiosos, puros de corazón: sed de aquellos,
gracias a los cuales el mundo conocerá la paz de Dios.

La alegría de pertenecer a Él para siempre es un incomparable fruto del Espíritu Santo que
vosotros ya habéis saboreado. Inundados de este gozo, que Cristo os conservará en medio de las
pruebas, sabed mirar con confianza el porvenir. Este gozo, en la medida en que se irradiará desde
vuestras Comunidades, será para todos la prueba de que el estado de vida escogido por vosotros
os ayuda, a través de la triple renuncia de vuestra profesión religiosa, a realizar la máxima
expansión de vuestra vida en Cristo. Mirando a vosotros y a vuestras vidas, los jóvenes podrán
comprender bien la llamada que Jesús no cesará jamás de hacer resonar en medio de ellos. El
Concilio, en efecto, os avisa:’’ Recuerde los religiosos que el ejemplo de su vida es la mejor
recomendación del Instituto y la más eficaz invitación a abrazar la vida religiosa’’. Además, no hay
duda de que demostrándoos profunda estima y gran afecto, Obispos, sacerdotes, padres y
educadores cristianos, despertarán en muchos el deseo de caminar en pos de vosotros,
respondiendo a la llamada de Cristo que no cesa de resonar en sus discípulos.

8 Preces: Llenas de alegría y gozo por sentirnos llamados a la gran misión de anunciar la Buena
nueva a todos los hombres, dirijamos al Padre nuestra oración confiada.

*Para que los pueblos y naciones luchen por los valores del Evangelio, que traen la paz, la justicia y
verdadera libertad, roguemos al Señor. Te rogamos, óyenos.

*Para que los sacerdotes y consagrados anuncien con ilusión el Evangelio de Jesús en el mundo,
roguemos al Señor. Te rogamos, óyenos.

*Para que siempre haya corazones jóvenes que estén dispuestos a seguir la llamada de Dios y
dedicar su vida, como Jesús, los profetas y los apóstoles, al servicio de sus hermanos los hombres,
siendo testigos de esperanza, roguemos al Señor. Te rogamos, óyenos.

* Para que los hogares cristianos se sientan testigos del Evangelio y fomenten la vocación cristiana
de sus hijos, roguemos al Señor. Te rogamos, óyenos.

*Para que en todas nuestras obras, se comprometan a ser comunidades evangelizadoras y


siembren con la llamada de Cristo entre sus miembros, roguemos al Señor. Te rogamos, óyenos.

*Para que proliferen las vocaciones a nuestra congregación en todo el mundo y nosotras seamos
responsables de anunciar a Jesucristo y animemos a quienes deciden consagrarse al servicio del
Evangelio, roguemos al Señor. Te rogamos, óyenos.
*Para que todas nosotras seamos verdadera sal de la tierra y luz del mundo, y no nos quedemos a
medias, en la desconfianza, en la inseguridad, en el conformismo, en el agua turbia. Roguemos al
Señor. Te rogamos, óyenos.

Oración: Señor, que has sembrado la esperanza en tu pueblo, concede generosidad y fidelidad a
los, que llamas a ser hermanos entre los hermanos y testigos de ti, que eres nuestra esperanza,
para que al responder al amor de tu gracia, colaboremos para que venga y crezca el reino de tu
Hijo. Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

9 Padrenuestro: Elevemos al Padre eterno, sustento de toda vocación, la oración que su hijo,
Jesucristo, nos enseñó: Padre nuestro…

Oración: No te pedimos que hoy nos saques del mundo; mas líbranos del mal. El fermento se pone
en la mesa, no en el arca, para que haya buen pan, y sacien los hombres su hambre haciendo
comunión. La luz no se luce, pero hace que vean los hombres el rostro del hermano y distingan en
él el ritmo que lleva el corazón. La sal no alimenta, pero se hace sabroso lo insípido y conserva
cuanto está a su alcance de cualquier corrupción. La voz no es palabra ni idea, pero entona el
mensaje y hace que se oiga y se escuche lo que dice el autor. Los pies no son el hombre, pero le
llevan: la tierra es escenario de su movimiento y el campo de su acción. Haz, Señor, que los que
has elegido para tu servicio como luz y como sal, como fermento para la masa humana, presenten
en su palabra y en su testimonio el evangelio de la salvación. Amén.

Canto: Reserva el Señor

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