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UN LIDERAZGO EN EL ANUNCIO
El liderazgo en nuestras Comunidades para anunciar la Buena Noticia.
Basado en el Documento “Evangelii Gaudium” -La Alegría del Evangelio-
FICHA 3
Juan Pablo II dijo “La iglesia debe cumplir su destino providencial, la evangelización, como predicación alegre, paciente
y progresiva de la muerte y resurrección salvífica de Jesucristo, debe ser nuestra prioridad absoluta.”
“Si el Señor está en primer lugar en nuestras vidas, todo el resto viene por añadidura.” (Mateo 6, 33).
Todo el pueblo de Dios anuncia el Evangelio: La evangelización trasciende la institución de la Iglesia. Como laicos
bautizados tenemos un llamado a transmitir libremente la palabra de Dios, la Buena Noticia de Jesús. Luego del
encuentro personal con Él ya nada es igual, ahora no podemos callar lo que el Señor hizo en nuestras vidas y en nuestro
corazón, para que todo aquel que no lo conozca pueda hacerlo, creerle y permanecer en Él. (E.G 111)
CURSO DE FORMACIÓN PARA ASESORES Y COORDINADORES
DE PASTORAL JUVENIL VOCACIONAL BOLIVIA
Un pueblo para todos: La salvación solo viene de Dios y de su gran misericordia, debemos compartir que Él es un Señor
de amor. La Santa Iglesia es el nexo y nos presenta esta oportunidad de sentirnos libres de pecado y herederos de las
Promesas. Pero claro, la real acción para que esto suceda le corresponde a Dios.
Él no distingue de razas ni posiciones sociales, te ama por sobre todas las cosas, Dios nos convoca a unirnos como
pueblo a vivir en comunidad, ser iglesia es ser pueblo de DIOS, JESÚS dice “id y haced que todos los pueblos sean mis
discípulos” Mateo 28,19. (E.G 112-114)
Un pueblo con muchos rostros: El tener diferentes culturas no amenaza la unidad de la Iglesia, al contrario, el pueblo
de Dios se encarna en cada pueblo de la tierra y se adapta a cada cultura. Durante estos años el cristianismo se
manifestó en diferentes culturas y fue creciendo dentro de cada núcleo, aumentando así su fuerza a través del Espíritu
Santo, que es quien nos transforma y nos permite generar una bella comunión uniéndonos en su amor. (E.G. 115 -117)
Todos somos discípulos y misioneros: "Vayan, entonces, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos,
bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo" Mateo 28,19.
A través del bautismo el pueblo de Dios se convirtió en Discípulo Misionero, desde ese momento actúa la fuerza
santificadora del Espíritu Santo, Él se manifiesta y nos guía a la verdad y salvación, al tener un encuentro real se
experimenta el amor de Dios, a partir de ese instante ya no se necesita gran preparación para anunciarlo. ¡Es tiempo
que comencemos! (E.G 119-120)
Estamos llamados a crecer como evangelizadores, debemos avanzar en base a nuestros conocimientos que revelan un
encuentro real con nuestro Salvador, nuestro real testimonio de vida muchas veces es la puerta para que otros
conozcan la grandeza de nuestro Señor, no lo olvidemos y renovemos allí nuestro llamado y nuestra entrega misionera
(E.G 121)
Los numerales 122-126 nos van a hablar de la fuerza evangelizadora de la piedad popular. La cultura es algo dinámico
que un pueblo recrea permanentemente, cuando transmite la cultura también transmite la fe, generalmente sucede
de generación en generación como los sacramentos, la oración, fiestas patronales, etc...
Pablo VI en la Exhortación Apostólica Evangelii Nuntiandi explica que la piedad popular “refleja una sed de Dios que
solamente los pobres y sencillos pueden conocer”. Y Benedicto XVI nos dice que se trata de un precioso tesoro de la
Iglesia Católica y que en ella aparece el alma de los pueblos latinoamericanos.
En el Documento de Aparecida se describen las riquezas que el Espíritu Santo despliega en la piedad popular que se
da en los más sencillos. (E.G 122-124)
Finalmente, la gran riqueza en los numerales 126-129. Persona a persona: Ser discípulos misioneros es estar en
permanente disposición de llevar a otros el amor de Jesús. Esto sucede en la calle, en la plaza, en el trabajo, en la
familia, en los lugares de estudio y en la Iglesia.
Continuamos…
“El Espíritu Santo también enriquece a toda la Iglesia evangelizadora con distintos carismas.”
(EG 130)
CARISMAS AL SERVICIO DE LA COMUNIÓN EVANGELIZADORA
“Extraordinarios o sencillos y humildes los carismas son gracias del Espíritu Santo, que tienen directa o indirectamente
una utilidad eclesial; los carismas están ordenados a la edificación de la Iglesia, al bien de los hombres y a las
necesidades del mundo” (catecismo 799).
Los carismas no se deben guardar, deben ser utilizados para el servicio. En la comunión con otros es donde se vuelve
auténtico, aunque las diferencias entre las personas suelen ser incómodas dentro de la comunidad, pero el Espíritu
Santo de todo saca lo bueno, el individualismo solo excluye (E.G 130-131)
CONTEXTO LITÚRGICO:
La proclamación de la Liturgia es el diálogo de DIOS con su pueblo donde se proclama la maravilla de la salvación. La
predicación debe orientar a la asamblea y al predicador a una comunión con Cristo Eucaristía. (E.G 137-138)
LA CONVERSIÓN DE LA MADRE:
El espíritu, que inspiró a los evangelios y que actúa en el pueblo de DIOS, inspira también como hay que escuchar la fe
del pueblo y como hay que predicar en cada eucaristía, así como una madre habla a su hijo, el cuál confía plenamente
en ella, así se debe transmitir el Evangelio, con ese fervor para que quien escuche sepa cuanto nos quema el fuego del
Espíritu Santo en nuestro corazón. (E.G 139-140)
CURSO DE FORMACIÓN PARA ASESORES Y COORDINADORES
DE PASTORAL JUVENIL VOCACIONAL BOLIVIA
El desafío de una prédica inculturada está en evangelizar la síntesis, no ideas o valores sueltos. Donde está tu sínte-
sis, allí está tu corazón.
El diálogo es la comunicación con otras personas, la predicación reduce esta comunicación y tiene un carácter
sacramental “la fe, por lo tanto, nace de la predicación, y la predicación se realiza en virtud de la palabra de Cristo”
(Romanos 10,17).
El predicador tiene la misión de aunar los corazones que se aman, el del Señor y los de su pueblo, este diálogo fortalece
la alianza entre ambos y estrecha el vínculo de la caridad, “porque no nos predicamos a nosotros mismos, sino a
Cristo Jesús, el Señor, y nosotros no somos más que servidores de ustedes por amor a Jesús.” (2 Corintios 4,5)
La identidad cristiana, que es ese abrazo bautismal que nos dio de pequeño el padre, nos hace anhelar, como hijos
pródigos y predilectos de María, el otro abrazo el del padre misericordioso que nos espera en la gloria. Que el pueblo
sienta esos abrazos es la dura, pero más hermosa tarea del predicador. (E.G 142-144)