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Pautas para elaborar una écfrasis

Tradicionalmente se define écfrasis como “el ejercicio literario que consiste en describir un objeto de arte”. Esta acepción
no tiene en cuenta, sin embargo, que la écfrasis no necesariamente se circunscribe a la modalidad descriptiva, sino que bien
puede realizarse adoptando modalidades narrativas, dialogadas, expositivas. En síntesis, una definición adecuada de
écfrasis podría ser la siguiente: “la representación verbal de una representación visual”.

En el caso del seminario de Pensador Medieval, se usará con pretensión de relacionar dos lenguajes (pictórico y filosófico),
dos ámbitos del espíritu (arte y filosofía), dos formas de representación (la imagen y la palabra). La idea es proponer
diferentes estrategias de pensamiento, lectura y comunicación de las ideas de Santo Tomás.

Debe contener estos elementos:

La imagen.

Datos de identificación de la obra o ficha técnica: autor, fecha de creación, estilo o escuela artística.

Un texto propio y original que cruce referencias a la obra de arte seleccionada y a las lecturas propuestas para la semana.

Un ejemplo de écfrasis:

HABITACIÓN DE HOTEL (Edward Hopper, 1931). Óleo sobre lienzo. 152,4 x


165,7 cm
Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, Madrid.

Edward Hopper fue un pintor estadounidense, célebre sobre todo por sus retratos de
la soledad en la vida estadounidense contemporánea. Se le considera uno de los
pintores de la escuela Ashcan, que a través de Arshile Gorky llevó al expresionismo
abstracto posterior a la Segunda Guerra Mundial.

¿Qué le dirán en la carta ¿Cómo uno se explica y pasearnos los tres juntos
que sostiene en las manos esta flor convertida del brazo, tocayo,
y la sigue mirando en un cactus de desolación? en esta luz natural
hace ya rato que ya dora las ramas
como abismada? Mi colega Mark Strand la ha visto y empurpura las cejas
y dice que todo en ella rezuma de Shakespeare al crepúsculo.
¡Quién la habrá escrito! un pavor al futuro incierto, un deseo
¿Acaso su padre, rogándole de desaparecer ahora mismo. ¡Ándele, pues, tocayo:
que olvide el agravio un brinco por la ventana
y vuelva de inmediato a casa? Y es cierto. Pero al fin y al cabo, y manos a la obra!
¿O el amante que no vino ¡qué futuro ni qué ocho cuartos,
ni vendrá más a la cita tocayo!,
-a la fuga prevista- si lo que en realidad hace falta
(porque la esposa, los hijos...) es sólo una llave
a la que ella acudió o un poco de imaginación
jubilosa, anhelante, y las palabras precisas
dejando su fino chal para entrar en su habitación
en el verde sillón macizo cautamente, sin asustarla,
y el denso equipaje y, tras ganar su confianza,
intacto en el piso, cubrirla con un abrigo
sin duda por la prisa, y llevarla al parque Bryant
en nerviosismo a escuchar la fuente de agua
que siempre aguija donde eche al olvido esa carta.
en toda pasión furtiva?
O tal vez a Central Park,
Y si no, dígame usted, tocayo: a respirar aire puro

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