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NOMBRE: ANA LUPE QUISBERT MACHICADO CRIMINALÍSTICA

 ¿QUÉ SON LAS ORDALÍAS?

Una ordalía era un rito que, en la Edad Media, se llevaba a cabo con el objetivo de
determinar la inocencia o la culpabilidad de un individuo acusado de algo.

También conocida como juicio de Dios, se trataba de una institución que, mediante la
fórmula ritualizada, posibilitaba la invocación divina y la posterior interpretación de sus
designios.

La ordalía implicaba recurrir a un mecanismo con consecuencias sensibles que se


tomaban como una manifestación del juicio de la divinidad. Del resultado del ritual se
infería si el acusado era inocente o culpable. Prueba ritual usada en la Europa medieval y
en ciertas sociedades para averiguar la culpabilidad o inocencia de una persona acusada,
y una de cuyas formas es el juicio de Dios.

TIPOS DE ORDALÍAS

Las ordalías, desde una mirada actual, consciente y de crítica racional, pueden verse
como una expresión carente de toda objetividad: carente de pruebas reales y alejada de
toda inteligencia humana. Pero, para comprender su presencia en la Edad Media, es
menester considerarlas con un prisma temporal: las expresiones divinas y las creencias
arraigadas en la divinidad estaban latentes y se consideraban válidas. La figura de Dios
protector y castigador, tanto en la vida terrenal como en la posteridad, es un elemento que
explicará, de cierta manera, la validación social de las ordalías.

Es sabido que, después de la caída del imperio romano, se articulará una forma distinta
de sociedad y las expresiones estarán en conjunción entre pasado y presente, entre lo
civilizado y lo barbárico. Por lo tanto, son consecuencia de cómo la sociedad misma
recoge ciertos elementos, acomoda, interpreta y aplica a su época. La presencia de
lineamientos religiosos (cristianos principalmente) estarán configurados en este
sincretismo cultural.
Ordalías del fierro candente: Una de las más conocidas es la “Ordalía del fierro
candente”. Se tomaba un fierro caliente al rojo vivo, o bien se caminaba sobre rejas de
arado candentes (en algunos casos ambos). Las heridas provocadas eran vendadas y
tras algunos días se evaluaban.

La cicatrización de las heridas o la ausencia de infección determinaba la presencia de


alguna divinidad. La sanación era expresión de inocencia, de limpieza del acusado o
veracidad de las afirmaciones. En cambio, si la herida presentaba signos de infección, era
un reflejo de culpabilidad. Generalmente era utilizada en robos, homicidios, agresiones,
envenenamiento o pago de deudas.

Ordalías del agua fría: La Ordalía del Agua fría, consistía en amarrar a una persona, la
cual era arrojada al agua fría, ya sea en un cubo o al río (esta última la más extendida). Si
la persona flotaba, evidenciaba la culpabilidad de la misma. Puede sonar contradictorio el
veredicto en su concepción moderna, debido a los conocimientos actuales. Pero es
necesario dar una mirada a la apreciación de los elementos (símbolos) medievales.

Utilizaban ampliamente esta ordalía para juicios o acusaciones de adulterio en contra de


las mujeres, a la mayoría de las cuales arrojaban a ríos. Si ellas lograban flotar o llegar a
la orilla, demostraban la culpabilidad ante las acusaciones.

Ordalías del agua caliente: En la ordalía del caldero o agua caliente, se introducían las
manos en agua caliente para sacar un objeto. La superación de la prueba al igual que los
casos anteriores demostraba inocencia.

Ordalías del vacío: En la ordalía del vacío, se arrojaba desde una altura al sospechoso
de haber cometido un crimen religioso de modo que, si era culpable, encontraba la muerte
estrellándose contra el suelo. Sin embargo, si el acusado era inocente, las manos de los
dioses lo salvaban.

En tan solo este acto, se puede identificar el proceso judicial, la sentencia a muerte y su
ejecución.
Ordalía del veneno: Consistía básicamente en dar a beber cualquier tipo de brebaje
líquido al acusado. En la mayoría de los casos, el veneno ingerido mataba a la víctima o
la hacía enfermar gravemente, entendiéndose entonces que eran culpables.La única
forma de quedar absuelto era sobreviviendo al tóxico en perfectas condiciones de salud,
lo cual era evidentemente imposible, ya que en ese hipotético caso se entendía que Dios
habría intercedido para salvar la vida del condenado.

Este tipo de ordalía era muy frecuente entre los hebreos. Cuando un marido sospechaba
que su mujer le había sido infiel y ella lo negaba, el tribunal encargado de impartir justicia
la obligaba a beber una poción llamada “agua amarga de la maldición”, que era
básicamente un mejunje formado por agua sucia mezclada con tierra, barro y lodo.

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