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SIGLO 17:

Enrique IV sube al trono. Se trata de un rey protestante que se reconvierte al catolicismo para
poder acceder al trono. Tiene que ganarse el país conquista tras conquista, lo cual consigue
gracias a su visión política. Sin embargo, muere pronto y lo sucederá María de Medici,
detestada por el pueblo al rodearse de una camarilla de italianos y mostrarse dispuesta a hacer
un pacto con España. Tras ella, sube al trono Luis XIII, apoyándose en la figura del Cardenal
Richelieu. Tomará dos medidas extraordinarias: Se alía con los príncipes protestantes contra la
casa de Habsburgo e inicia una política de centralización del poder para controlar las
posiciones de los protestantes. A Luis XIII lo sucederá Luis XIV. Durante este periodo, La Fronda
supondrá una huella imborrable en su reinado.

Será un periodo literario marcado por la centralización del poder y la importancia de la pérdida
del estatus de la nobleza. El absolutismo se mantenía gracias al pilar religioso (teorizado por
Bossuet), pues el rey es como un ministro de Dios y el monarca está al servicio del pueblo,
mientras que el tirano antepone sus intereses y necesidades. Ya en el siglo XVI, se defendió la
autonomía de los parlamentos franceses frente al Papa. Pero es en el siglo XVII, cuando el
control pasa al monarca y el poder de la Iglesia queda sometido a éste. Richelieu introduce la
idea de la razón del Estado, centrándose en 2 puntos. Se aplicará cuando en un país haya una
minoría religiosa frente a una mayoría, y, señala que el móvil de un monarca siempre tiene que
ser la razón del Estado.

En el siglo XVII, se introduce el concepto del Honnête Homme, que tendrá que obedecer a tres
reglas: Ser cultivado, ser generoso y ser prudente. Aparecen dos grupos que hacen una crítica
de este nuevo individuo: Los jansenistas y los molinistas. Entre ellos se separan en la manera
de entender al hombre en la obra de la salvación. Y así, estas disputas desgarran el siglo XVII,
hasta el punto que el Papa consigue frenarlas. Luis XIV intentó suprimir estas batallas al
sospechar que el jansenismo era un reducto de los nobles rebeldes hacia su política.

Pascal se aparta del camino recorrido durante la Edad Media, partiendo de una ruptura con
Descartes. Pascal considera que hay unas reglas de pensamiento, de conducta. Su idea es
llegar al punto en el que entendamos que el proceso de las ciencias nunca podrá ser total.
Hace la separación entre espíritu de geométrica y de finura. Para él, el hombre moderno está
situado en un universo infinito e inhumano. Ante este universo, el hombre siente espanto,
pues nada está hecho a nuestra medida. Para poder soportarlo, necesitamos construir un
mundo, para dar a nuestra existencia un sentido. Ante ese horror, el hombre edifica un muro
de protección. Pascal dice que, al no poder soportar el presente, nos proyectamos hacia el
pasado o el futuro y así nos diluimos. Somos lo que el otro ve. Cuando estamos solos, solo
sentimos aburrimiento, impotencia, por eso el hombre necesita estar en sociedad. Pascal
habla de la condición humana del aburrimiento, el hombre es tan miserable que, aunque
quiera aburrirse, no puede aburrirse. Por lo tanto, lo contrario del aburrimiento será la
diversión, entendida como el tiempo no dedicado a las tareas serias. Para Pascal todo lo que
hacemos constituye una diversión, de tal forma no distingue entre actividades “serias” y “no
serias”.
La novela es un género bastante despreciado. La primera gran novela del siglo XVII es una
novela de corte pastoril, “L’Astrée d’Urfé”. Los pastores que la protagonizan son en realidad
aristócratas. La obra puede tener una lectura política. A pesar de ser un género poco
apreciado, hay un intento de establecer el origen de la novela, dejando claro que su origen no
es plebeyo. En cualquier caso, escribir novelas en el siglo XVII no es un oficio honroso. Las
novelas, están destinadas a un público que no tiene el suficiente conocimiento de las letras.
Entre este público, destacan las mujeres, no versadas. Sin embargo, veremos aparecer una
corriente denominada “preciosidad”, mujeres preciosas que se reúnen en salones de casas
aristocráticas para hablar de literatura. Madame de Lafayette pertenece a este círculo. Su
obra, “La Princesse de Clèves”, supuso un fenómeno extraordinario. A partir de la obra crítica
que genera, entendemos que el siglo XVII no se encuentra cómodo ante esta novela, a la que
achacan su falta de verosimilitud. Los lectores del siglo XVII se encuentran en un terreno
extraño. La Princesse desafía a los estándares de la época.

En cuanto al teatro, cuando hablamos de este género en el siglo XVII debemos ser cuidadosos
puesto que tenemos una visión romántica de él. Para ello, debemos liberarnos de esa idea y
volver al hecho de cómo era el teatro justo antes de que apareciera Richelieu. A partir del siglo
XVI, aparecen una serie de autores de aspiración bíblica. Este teatro tiene una función
propagandística. El Cardenal aprecia el enorme valor del teatro en las ciudades antiguas, y
entiende que merece ser rehabilitado en una Francia que se está creando, con el objetivo
concreto de instruir y agradar. Para ello, con ayuda de los hombres cultos y desde la Academia
Francesa, se efectuará una relectura de las obras teatrales de la antigüedad, haciendo especial
hincapié en las otras teóricas. Es así como va a surgir esta necesidad de las reglas. La primera,
es la “regla de la verosimilitud”, pues el teatro debe ser verosímil, adaptarse a los valores y
creencias de la sociedad; La segunda, implica la unidad de acción; Seguidamente, la idea de
que no se han de mezclar tonos; Otra regla, es la “del buen gusto”, nada de sangre ni de
batallas. De esta forma, el teatro empieza a tener un estatuto honorable.

Los autores de teatro deben ser dueños de su propia obra, sin sucumbir ante la imaginación.
Todo este trabajo está destinado a agradar al espectador, despertando sus emociones. El
espectador no viene al teatro para razonar, sino para conmoverse, fascinarse y avivar sus
emociones. Se recurre a la idea de catarsis: purificar, purgar, etc. El único autor crítico con esta
idea será Corneille.

Es importante hablar de los teóricos del teatro. Los jansenistas, entienden que la finalidad del
teatro es excitar las pasiones, de ahí que se trate de disimular el horror. También, provocará
un proceso de transformación, de forma que todo escape al control de nuestra razón.
Corneille, por su parte, entiende que el eje del teatro nunca habrá de ser el amor, sino la
política. Todos los héroes de la tragedia de Corneille son individuos excepcionales: jamás
lloran, jamás se quejan del destino. Es un individuo plenamente dueño de sí mismo, que no
admite la debilidad y asume las consecuencias de sus actos. Su moral se basa en el honor. El
héroe de Corneille, además, es un héroe solitario, que se forja a través y gracias a la renuncia.
Corneille va a desacralizar el esquema de la meditación/purificación: pues para llegar a Dios, el
individuo tiene que purificarse.
Jean Racine viene a suplantar a Corneille, de alguna forma. Trata las siguientes cuestiones: El
hombre es impotente; En su teatro, hay un héroe de voluntad que se afana en cortar todo
aquello que tiene que ver con el deseo; El “fatum” no es exterior, sino su naturaleza; No hay
gracia ni salvación; Su Fedra, en su tragedia, no es inocente. Ella está enamorada y siente una
pasión por su hijastro, Hipólito. En el universo de Racine, vemos como el hombre está
completamente solo con su deseo, miedo, soledad… Condenado mientras Dios está ausente.

Por su parte, Molière, representa al teatro, ese que a veces se ha malinterpretado. Su teatro es
de monstruos. Frente a ellos hay un pequeño grupo que aspira a una felicidad mediocre, unos
individuos dominados por el vicio y otros por el sufrimiento. Tiene una visión pesimista, y sus
comedias son oscuras. Molière va a escoger como protagonistas a una clase social burguesa
que se pretender asemejar a los aristócratas. El dinero sustituye a todos los valores morales. El
mundo es cosificado donde todo tiene un precio. Destaca por su manejo del lenguaje. Lo que
va poniendo de manifiesto en sus obras es que los males de la gente son incurables.

La Fontaine, es el gran enemigo de Luis XIV. Entiende lo que significa el poder del rey, que
representa mediante la mariposa y la abeja. ¿Por qué la abeja? Fontaine se posiciona con los
antiguos, y elabora una metáfora: Él coge el polen y elabora algo exquisito. En vez de alabar al
rey, lo desmantela. El universo de la Fontaine es cruel. Las fábulas no tienen gracia, solo eran
moralejas reducidas. A través de sus obras, hará teatro. Se retrata así mismo en la obra. ¿Por
qué mariposa? Es un individuo que vuela, ha practicado todos los círculos literarios.

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