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La Inteligencia

Diferentes planteamientos de autores han centrado discusión sobre lo que es la definición de


inteligencia. Si se toma la definición señalada por la Real Academia Española se encuentra que el
concepto de inteligencia viene del latín intelligentia y es definida como:
1. Capacidad de entender o comprender.
2. Capacidad de resolver problemas.
3. Conocimiento, comprensión, acto de entender.
4. Habilidad, destreza y experiencia.
5. Trato y correspondencia secreta de dos o más personas o naciones entre sí.
6. Sustancia puramente espiritual.
Desde estas concepciones han surgido numerosos cambios sobre la definición de la inteligencia,
dichos cambios se deben a la evolución que ha tenido el cerebro humano y los procesos cognitivos
a través del tiempo.
De tal forma que para Prieto y Ferrándiz (2001), la inteligencia representa “la capacidad para
restablecer, resarcirse, recuperar o superar los fallos recordando y utilizando las experiencias
previas” (p. 27). Con respecto a este concepto se puede establecer que la inteligencia es la
capacidad que tiene el cerebro humano para procesar la información que recibe del exterior, a pesar
de que el hombre, no es el ser que posee la mayor agudeza visual, ni auditiva, si es el único capaz
de descifrar un lenguaje escrito y hablado, gracias a su inteligencia.
Para Gadner (ob. cit.), la inteligencia es “un potencial biopsicológico para procesar información
que se puede activar en un marco cultural para resolver problemas o crear productos que tienen
valor para una cultura” (p. 45), lo importante de esta definición no es el hecho de la resolución de
problemas sino la creación de productos para determinados contextos, por lo cual se infiere la
importancia de las distintas competencias o inteligencias del cerebro, ya que con su utilización en
la educación se pueden dar cambios significativos redimensionando el proceso de aprendizaje, pues
en la actualidad la educación se centra en el desarrollo de la inteligencia lingüística y lógica
matemática, dejando a un lado el resto de las inteligencias sin tomar en cuenta que las mismas
pueden ser desarrolladas partiendo de una inteligencia dominante. En esta investigación
manejaremos la concepción de este autor.
Asimismo Butterfield (citado por Prieto y Ferrándiz, ob. cit.), dice que la inteligencia “es la
capacidad generar una rutina ejecutiva novedosa que lleva a la solución de un problema” (p. 28).
Por lo que podemos deducir que ser inteligente es saber elegir la mejor opción entre las que se nos
brindan para resolver un problema, por lo que todo ser humano es inteligente la diferencia está, en
qué medida posee el desarrollo de la misma y cuales inteligencias están más o menos desarrolladas
en lo que respecta a las inteligencias múltiples.
Es importante señalar la evolución que ha tenido la inteligencia, parar lo cual se hace necesario
hablar de la teoría psicométrica propuesta por Galton (1884), considerado el padre de los estudios
individualizados, ya que fue el promotor de los test de inteligencia, asimismo fundo el primer
laboratorio antropométrico donde se realizaban estudios sobre medición de rasgos físicos, agudeza
visual, energía muscular y tiempo de reacción, con la finalidad de comprobar que la inteligencia se
relacionaba con el tiempo de reacción, por lo tanto, Galton sugirió el tiempo de reacción como un
método factible para medir la inteligencia, ya que la medición de la inteligencia debía ser lo más
directa posible, además quiso comprobar que la inteligencia era hereditaria. Con esto ya estaba
puesta la base indispensable para el nacimiento de la teoría psicométrica más utilizada en el mundo.
Aun así, el éxito en la creación de la primera prueba de inteligencia fue otorgado a Alfred Binet
y Theodore Simon (1905), quienes crearon la escala de Binet-Simon con el objetivo de discriminar
niños de baja Inteligencia, que por baja capacidad, tendrían problemas en la escolarización
obligatoria, esto sugerido por el Ministerio de Educación francés. De tal manera que Binet y Simon
rechazaron la tradición galtoniana porque la misma estudia aptitudes sensoriales demasiado
simples para medir la inteligencia, y optaron por medir las funciones superiores como la capacidad
de juicio, comprensión y razonamiento.
Luego, más adelante, para 1912 Wilhelme Stern, psicólogo alemán propuso medir lo que él
llamo coeficiente intelectual (CI), el cual era un resultado destinado a cuantificar el funcionamiento
intelectual para permitir la comparación entre los individuos. El CI se basó en una fórmula que
expresa la relación entre la edad mental de un individuo y la edad cronológica. Esta fórmula
funcionó bastante bien para los niños pero no para los adultos.
El coeficiente intelectual fue utilizado en Estados Unidos en 1917 durante la Primera Guerra
Mundial con la finalidad de determinar de qué manera la psicología podía ayudar al desarrollo de
la guerra, esto bajo las transformaciones y observaciones de Robert Yerkes y Lewis Terman
quienes prepararon versiones basadas en lápiz y papel, de tal manera que podían ser administradas
a grandes grupos de personas. Pero no resulto el efecto deseado, sin embargo para los años 20 las
pruebas de inteligencia se convirtieron en una parte fundamental dentro de la educación
estadounidense.
Para 1927 Charles Spearman propone la teoría del factor general, según Tor (2008), Spearman
pensaba que:

La inteligencia estaba compuesta por un factor (G) y varios factores S. El factor G (la
inteligencia general) era considerado como una capacidad intelectual heredada, que
influye en la ejecución en general, y los factores S (habilidades específicas) son los
responsables de las diferencias entre las puntuaciones en distintas tareas, por ejemplo,
verbales y matemáticas. (p. 7).

La idea principal de esta teoría recaía en que los individuos poseían una capacidad intelectual
general, para la época como actualmente este enfoque es bastante controversial, asume que sólo a
las personas con cierto nivel de “g” se les debe permitir tener descendencia, a pesar de esto, la
teoría represento una importante plataforma teórica para muchos enfoques posteriores
relacionados a la inteligencia.
Por otra parte, Thurstone (1938), en su teoría de habilidades mentales propone que la
inteligencia está integrada por siete habilidades básicas que son independientes entre sí: la
comprensión verbal, la fluidez verbal numérica, visualización espacial, razonamiento inductivo, la
memoria y la velocidad de percepción. Lo más resaltante de esta teoría es el hecho de que la
inteligencia es mejor descrita y medida teniendo en cuenta las distintas habilidades mentales
primarias, en lugar de un solo factor g, que no proporciona información específica acerca de
inteligencias específicas. Aunque esta teoría es aceptada, no es ampliamente utilizada para la
evaluación práctica, debido a las dificultades relacionadas con el análisis y la aplicación.
Debe señalarse también a Guilford (1960), quien planteó la teoría multifactorial que consiste en
un modelo de inteligencia tridimensional y de estructura cúbica, formado por unos ciento ochenta
(180) factores diferentes, sin ningún factor general de inteligencia. Estos factores se ven
influenciados fuertemente por tres categorías básicas: operaciones mentales o procesos de
pensamiento, contenidos o cosas que pensamos y productos o resultados finales, es decir, al realizar
una tarea cognitiva se realiza una operación mental sobre cierto contenido para obtener un
producto.
Posteriormente en 1983 Gadner apoya la noción de Thurstone, que la inteligencia se presenta
en envases diferentes. Para lo cual se basa en tres principios fundamentales:
1. La inteligencia no es una sola unidad sino un conjunto de inteligencia, cada una de las cuales
es un sistema por derecho propio con oposición a los aspectos meramente separados de un sistema
mayor, es decir, inteligencia.
2. Cada inteligencia es independiente de todas las otras.
3. Las inteligencias interactúan; de otra manera, nada podría lograrse.
De tal manera que expone la teoría de las inteligencias múltiples, la cual representa una
innovación a lo que a inteligencia se refiere.
Autor: Profa. Patricia Piña
Magister en Investigación

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