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I- INTRODUCCIÓN
El estado actual de la evaluación psicológica es, sin dudas, un producto de la
evolución histórica de la disciplina y de su interacción con el desarrollo de la propia
psicología y otras ciencias afines. Por tanto, no cabe adentrarse en el concepto de
evaluación psicológica, sin pasar previamente por un análisis histórico. De hecho,
los distintos autores, tanto españoles (Pelechano, 1976, 1988; Silva, 1982, 1985,
Blanco, 1956, 1990; Martorell, 1988; Ávila, 19924; Fernández-Ballesteros, 1992;
Peñate, Matud e Ibáñez, 1993) como extranjeros (Anastasi, 1973, 1988; Aiken,
1985; Nehon y Hayes, 1986; Goldsteiny Hersen, 1990; Thorndike y cols, 1991;
Kaplan y Saccuzzo, 1993) que han tratado el concepto de evaluación psicológica,
han comenzado por un minucioso análisis histórico.
Otro antecedente en el que suelen coincidir los autores que han estudiado la
evolución histórica de la evaluación psicológica es la fisiognomia (las
características psicológicas de un individuo pueden evaluarse por sus rasgos
físicos), que tiene sus raíces en el pensamiento filosófico griego. Según Rubinstein
(1981), la historia de la ciencia demuestra cómo las antiguas ideas de los filósofos
griegos se formaron en el proceso cognoscitivo práctico del hombre, con la
acumulación de conocimientos de los naturistas, médicos y filósofos. Dichas ideas
se desarrollaron en oposición a las ideas mitológicas sobre el mundo en general y
sobre el hombre en particular. En este contexto, resulta de especial importancia la
concepción filosófica de Aristóteles, quien aspira a vencer el dualismo de su
maestro Platón. Aristóteles entiende el cuerpo y el alma como algo indivisible. Por
tanto, cada una de las funciones tiene su alma, considerando al cuerpo un
organismo compuesto por órganos e instrumentos del alma. Por ello, la teoría del
alma es la teoría general de la vida y sus funciones, lo que implica tanto sus
funciones orgánicas como la vida consciente (Rubinzein, 1981). Con Aristóteles, lo
psíquico se aproxima a lo físico, lo que implica una base biológica del carácter.
Las ideas de Aristóteles tuvieron su continuidad en su discípulo Teofrasto. Este
hace una sistematización de los principios de la fisiognomia que lleva a plantear
distintos caracteres que se establecen por medio de la observación de la conducta
manifiesta de los individuos. Se establece así una nosología de los caracteres, en
la que se incluyen diversos adjetivos tales como arrogantes, estúpidos, avaros,
cobardes, etc., que servían para clasificar a los individuos según sus hábitos. Esta
interacción cuerpo-psique es defendida posteriormente por Cicerón y Seneca en la
Roma Clásica, así como por autores árabes como Averroes o Avicena. La idea de
la evaluación de las características psicológicas a través de las características
somáticas está presente en tiempos más recientes en las tipologías de Kretschmer
y Sheldon. Siguiendo en este contexto, nos encontramos con la teoría de
Hipócrates que postula cuatro tipos (sanguíneo, flemático, colérico y melancólico)
a partir de cuatro clases de humores.
e. El tamaño de cada órgano puede ser estimado durante la vida y, con las
restantes condiciones iguales, el tamaño es una medida de la capacidad del
órgano.
a. Se crea una taxonomía mental, según la cual se pueden explicar las diferencias
individuales.
Como se ha dicho anteriormente, Galton estaba influido por las ideas de su primo
Darwin, influencia que queda plasmada en su primera obra Hereditary genius [La
herencia de la genialidad) publicada en 1869. Diez años después, y coincidiendo
con el año en que Wundt inauguraba el primer laboratorio Psicología, Galton
publica dos artículos sobre psicometría titulados «Psychometric experiments» y
«Psychometric facts». En 1883 publica su obra más importante Inquiries into
human faculty and its development (Investigaciones sobre la facultad humana y su
desarrollo que con el transcurso del tiempo) se convertiría en un clásico de la
evaluación psicológica. Las aportaciones más relevantes de Galton podrían
resumirse en los siguientes puntos (Pelechano, 1988):
En la última década del siglo XIX los tests se aplicaban, en Estados Unidos, a todo
tipo de sujetos (escolares, estudiantes universitarios, adultos...). Sin embargo, la
fulgurante trayectoria de Cattell se detiene, al menos parcialmente, ante las
críticas planteadas por Wissler y Sharp. El primero, que había sido discípulo de
Cattell, presentó un detallado estudio en el que analizaba los resultados de Cattell,
demostrando la poca validez alcanzada por los tests. En concreto, demostró que
los coeficientes de correlación entre los tests psicológicos y las calificaciones
escolares eran relativamente bajos. Lo mismo ocurría cuando se contrastaban
distintos tests que supuestamente evaluaban lo mismo. Por otra parte, Sharp
demostró la baja fiabilidad y el poco valor predictivo que tenían los tests de Cattell
(Pelechano, 1988). Estas críticas unidas al hecho de que Cattell sigue vinculado a
procedimientos de laboratorio y a la evaluación de procesos psicológicos básicos
hace que destaque la figura de Binet (Silva, 1982).
Durante las dos primeras décadas del siglo XX, la evaluación psicológica se vio
enriquecida por un gran número de investigaciones, artículos y manuales sobre el
tema, como puede verse de forma detallada en McReynolds (1986). El desarrollo
alcanzado por la evaluación psicológica hasta entonces es interpretado por Silva
(1982) en función de tres aspectos importantes:
A finales del siglo XIX, Binet comienza a utilizar las manchas de tinta para estudiar
la capacidad de imaginación visual. Algunos años después, Herman Rorschach
utiliza esta técnica para el diagnóstico de la personalidad y de los trastornos
psíquicos. De la totalidad de láminas utilizadas selecciona diez con el fin de
publicar su método, lo cual no consiguió hasta dos años después, gracias a la
mediación de Morgenthaler, que además sugirió a Rorschach que cambiase su
título original, -Método y resultados de un experimento diagnóstico basado en la
percepción e interpretación de formas causales- por el de Psicodiagnóstico. En un
principio, el libro tuvo muy poca aceptación. Las críticas fueron pocas y en general
desfavorables, lo cual le produjo una decepción considerable. Rorschach murió sin
saber la popularidad que llegaría a tener la técnica que había creado (Serrate,
1980). En los años siguientes la evaluación dinámica irrumpe con fuerza,
fundamentalmente en la psicología de la personalidad, y la técnica de Rorschach
se convierte en una de las las pruebas más conocidas y utilizadas (Goldstein y
Hersen, 19906). Una encuesta realizada por Lubin, Larsen y Matarazzo (1984)
entre psicólogos clínicos estadounidenses sitúa al Rorschach en el cuarto lugar
entre los tests más usados, detrás del Wechsler adults i Test Recalled Bender.
Pocos años des scale (WAIS), Minnesota multiphasic personality inventory (a feu
de alter pas, Murray publica en 1935 el Test e toit de apercepaint nativa a la
técnica de Rorschach por su subjetivismo y falta de fiabilidad y validez. Otra fecha
relevante es la de 1939 39 cuando Frank p propone el término "método pro a
aludir a estas pruebas, caracterizándolas por un material con una es yectivo para
a tructura mínima en las que el sujeto "estructura" el material proyectando en esta
estructuración su modo personal de ordenar la realidad.
FALTA
Tal como había sucedido con la primera guerra mundial, la segunda guerra
mundial también tiene como consecuencia un gran incremento en la construcción
y aplicación de tests. Para la selección del personal militar, en Estados Unidos se
desarrolló el Army general classification test (que incluía subpruebas de lectura,
vocabulario, razonamiento aritmético, cálculo aritmético y relaciones espaciales),
una prueba de aplicación colectiva-por razones obvias-y que fue aplicada a más
de nueve millones de personas durante la guerra. Además, se elaboraron otras
pruebas más específicas para la selección de oficiales y de cuerpos técnicos del
Ejército. Mientras tanto, el ejército británico había optado por la utilización de
pruebas de inteligencia general (que evaluaban el factor g) con contenidos no
verbales. Dos de las pruebas que se emplearon están vigentes en la actualidad:
las Matrices progresivas de Raven y el Test de los dominós de Anstey. En
definitiva, podría decirse que la segunda guerra mundial supuso la aplicación de
tests más numerosa que se ha hecho hasta la actualidad. Se estima que en 1944,
en los países aliados, se pasaron unos sesenta millones de tests a unos veinte
millones de personas (Pelechano, 1988). Al comienzo de los años cuarenta,
Hathaway y Mckinley presentaron el MINNESOTTA