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1.

EVOLUCIÓN HISTÓRICA DE LA EVALUACIÓN


PSICOLÓGICA
GUALBERTO BUELA-CASAL Y J. CARLOS SIERRA

I- INTRODUCCIÓN
El estado actual de la evaluación psicológica es, sin dudas, un producto de la
evolución histórica de la disciplina y de su interacción con el desarrollo de la propia
psicología y otras ciencias afines. Por tanto, no cabe adentrarse en el concepto de
evaluación psicológica, sin pasar previamente por un análisis histórico. De hecho,
los distintos autores, tanto españoles (Pelechano, 1976, 1988; Silva, 1982, 1985,
Blanco, 1956, 1990; Martorell, 1988; Ávila, 19924; Fernández-Ballesteros, 1992;
Peñate, Matud e Ibáñez, 1993) como extranjeros (Anastasi, 1973, 1988; Aiken,
1985; Nehon y Hayes, 1986; Goldsteiny Hersen, 1990; Thorndike y cols, 1991;
Kaplan y Saccuzzo, 1993) que han tratado el concepto de evaluación psicológica,
han comenzado por un minucioso análisis histórico.

McReynolds (1986) justifica este análisis histórico argumentando varias razones,


en primer lugar, un conocimiento de la evolución histórica de la evaluación ofrece
una amplia información y una mejor apreciación del estado actual de la evaluación
psicológica; en segundo lugar, el pasado es importante por sí mismo, ya que
forma parte de la herencia de la humanidad; y, en tercer lugar, hace posible que
algunas aproximaciones o directrices empleadas por nuestros antecesores, y
olvidadas desde entonces, vuelvan a ser descubiertas.

II- LA EVALUACIÓN PSICOLOGICA EN LA ANTIGÜEDAD


Al examinar la historia de la humanidad, McReynolds (1986) pretende poner de
manifiesto que, desde los tiempos más antiguos, en todas las sociedades
civilizadas se utilizó algún procedimiento de evaluación. Así, dentro de una
primera etapa, que podría etiquetarse como mágica o mítica, aparece en muchas
culturas la adivinación o predicción del futuro, donde podría incluirse la astrología.
Esta es considerada por diversos autores (McReynolds, 1986; Silva, 1985,
Pelechano, 1958) como uno de los primeros antecedentes de la evaluación
psicológica. Según McReynolds (1975), el comienzo de la astrología podría
situarse en el siglo V aC. con el Tetrabiblos (libro de los signos zodiacales) de
Ptolomeo. Los astrólogos plantean que de igual forma que los astros regulan la
ritmicidad del ciclo día-noche, de las mareas, de las cosechas, etc., también
determinan una gran parte de la conducta humana-entiéndase carácter humano.
En otras palabras, los individuos son particularmente sensibles a la influencia de
los astros, estando dicha influencia determinada por la posición relativa de los
planetas en el momento del nacimiento. A primera vista, parece que se dan las
condiciones necesarias para un proceso diagnóstico, puesto que existe un
evaluador, un evaluado, unos instrumentos, una intención por la explicación y el
pronóstico y una teoría que le sustenta. Sin embargo, un análisis más detallado
nos lleva a entender la astrología como algo considerablemente distinto de la
evaluación psicológica para que pueda considerarse un antecedente. En primer
lugar, la astrología es una práctica que podría incluirse dentro de lo mágico; en
segundo lugar, el sujeto objeto de evaluación no es el individuo en sí, ni su
ambiente inmediato, sino tan sólo una fecha, una hora y un lugar- de hecho se
puede hacer una predicción sin la presencia de la persona supuestamente
evaluada; en tercer lugar, no tiene ninguna utilidad social, puesto que se limita a
predecir el destino determinado por los astros; y, por último, la astrología ha tenido
una mínima o escasa evolución desde sus inicios hasta la actualidad, sin darse
ningún tipo de interacción con la evolución de la psicología, es decir, la psicología
se ha desarrollado con total independencia de la astrología. Muestra de ello es
que ningún astrólogo ha ido desarrollando su teoría hasta convertirla en una
escuela o corriente psicológica. Por tanto, no hay aspectos de la astrología que se
hayan transformado hasta convertirse en un constructo psicológico. En definitiva
en nuestra opinión, aunque aparentemente tienen aspectos comunes,
consideramos que la astrología no ha sido un antecedente de la actual evaluación
psicológica.

DuBois (1970) sitúa el nacimiento de la evaluación psicológica en la antigua


China, donde se realizaba una selección de los niños que en el futuro podrían
ejercer funciones en la administración pública. Los seleccionados eran sometidos
a un intenso programa de aprendizaje, al final del cual se evaluaba si habían
conseguido la capacitación para ocupar los puestos que les serian asignados. Por
tanto, parece un claro antecedente de la selección de personal. Otro hecho aislado
que se suele citar como antecedente de la evaluación psicológica son los
procedimientos de la escuela de Pitágoras para seleccionar a sus alumnos
(Martorell, 1988).

Otro antecedente en el que suelen coincidir los autores que han estudiado la
evolución histórica de la evaluación psicológica es la fisiognomia (las
características psicológicas de un individuo pueden evaluarse por sus rasgos
físicos), que tiene sus raíces en el pensamiento filosófico griego. Según Rubinstein
(1981), la historia de la ciencia demuestra cómo las antiguas ideas de los filósofos
griegos se formaron en el proceso cognoscitivo práctico del hombre, con la
acumulación de conocimientos de los naturistas, médicos y filósofos. Dichas ideas
se desarrollaron en oposición a las ideas mitológicas sobre el mundo en general y
sobre el hombre en particular. En este contexto, resulta de especial importancia la
concepción filosófica de Aristóteles, quien aspira a vencer el dualismo de su
maestro Platón. Aristóteles entiende el cuerpo y el alma como algo indivisible. Por
tanto, cada una de las funciones tiene su alma, considerando al cuerpo un
organismo compuesto por órganos e instrumentos del alma. Por ello, la teoría del
alma es la teoría general de la vida y sus funciones, lo que implica tanto sus
funciones orgánicas como la vida consciente (Rubinzein, 1981). Con Aristóteles, lo
psíquico se aproxima a lo físico, lo que implica una base biológica del carácter.
Las ideas de Aristóteles tuvieron su continuidad en su discípulo Teofrasto. Este
hace una sistematización de los principios de la fisiognomia que lleva a plantear
distintos caracteres que se establecen por medio de la observación de la conducta
manifiesta de los individuos. Se establece así una nosología de los caracteres, en
la que se incluyen diversos adjetivos tales como arrogantes, estúpidos, avaros,
cobardes, etc., que servían para clasificar a los individuos según sus hábitos. Esta
interacción cuerpo-psique es defendida posteriormente por Cicerón y Seneca en la
Roma Clásica, así como por autores árabes como Averroes o Avicena. La idea de
la evaluación de las características psicológicas a través de las características
somáticas está presente en tiempos más recientes en las tipologías de Kretschmer
y Sheldon. Siguiendo en este contexto, nos encontramos con la teoría de
Hipócrates que postula cuatro tipos (sanguíneo, flemático, colérico y melancólico)
a partir de cuatro clases de humores.

Esta concepción naturalista manifestada por una evaluación psicológica a partir de


características somáticas (propia de la fisiognomia y del pensamiento hipocrítico)
será frenada en la Edad Media por la filosofía teológica, que tendrá su máximo
exponente en la concepción de la locura como una posesión diabólica.

Con el fin de diferenciar a los sujetos poseídos de aquellos que no lo estaban se


publica en 1486 el libro Malleus Maleficarum (El martillo de los herejes), en cuya
segunda parte se describen los signos que permitían identificar a las brujas. Estos
procedimientos utilizados por la Inquisición para evaluar, o mejor dicho para
interrogar, a sus víctimas podrían ser considerados un antecedente remoto de la
entrevista estructurada (Zubin, 1989)

A caballo entre los antecedentes filosóficos y biológicos se encuentra la


contribución más importante de este período a la evaluación psicológica, la obra
de Juan Huarte de San Juan Examen de ingenios para las ciencias, publicada en
1575 y traducida al inglés, en 1698, con el título The tryal of wits (McReynolds,
1986). En España se reeditó en cinco ocasiones hasta que en 1581 fue incluida en
el catálogo de libros prohibidos de Lisboa y dos años después en el de Madrid.
Siguiendo las correcciones de la Inquisición, Huarte redacta una nueva versión
que es publicada por su hijo Luis Huarte en 1594. Esta versión tiene bastantes
erratas, quizás debido a lo desordenado que dejó el material antes de morir. Sin
embargo, fue la versión utilizada en las ediciones posteriores que se hicieron en
España, mientras que las ediciones realizadas en Holanda fueron de la edición
original. Este libro fue traducido al latín, inglés, holandés, italiano, francés y
alemán (García Vega, 1989; Velarde, 1993). En esta obra se plantea por
primera vez la evaluación de una forma explícita. Se considera que las
personas difieren en cuanto a su talento y que dichas diferencias deben evaluarse
para conseguir una adecuación entre las habilidades, las distintas ocupaciones y
los tipos de educación. Así, considera que el ambiente influye en el aprendizaje,
por lo que recomienda que los estudios debes realizarse en una ciudad diferente
de la que se es natural, pues la influencia de familiares y amigos es un estorbo
para el aprendizaje (Pérez-Álvarez, 1991). Su libro es una profesiografia en la
que incluye las principales ocupaciones de su tiempo (véase Gondra, 1994). Es,
por tanto, el precursor más claro de la selección de personal. En opinión de
Carpintero (1989) Huarte de San Juan fue un discípulo de Vives, puesto que
ambos compartían la idea de que el ingenio deriva de los humores. Vives ya había
planteado anteriormente el tema de la diversidad de los ingenios, las diferentes
adaptaciones a los estudios y la importancia social de una educación adaptada a
las dotes de los educandos. En su obra El tratado del alma propone la práctica de
la observación introspectiva y objetiva para llegar a conocer las funciones del
alma. Vives fue considerado por Watson como el padre de la psicología moderna,
aunque actualmente se le considera más como un antecedente de la modificación
de conducta (Pérez-Álvarez, 1991). Dentro del ámbito universitario, la evaluación
surge de forma paralela a la creación de las primeras universidades europeas,
donde se realizaban exámenes regulares para la obtención de títulos y
distinciones (Anastasi, 1988).

En definitiva, quizás el antecedente más claro de la evaluación psicológica sea la


tendencia natural del hombre a evaluar a los demás. Podría señalarse un sinfín de
posibles antecedentes de la evaluación psicológica; sin embargo, para
contextualizar los principales acontecimientos que dieron lugar a los actuales
instrumentos de evaluación, no necesitamos remontarnos más allá del siglo XVIII.

III- ANTECEDENTES CIENTÍFICOS DE LA EVALUACIÓN PSICOLÓGICA


Los importantes avances científicos ocurridos durante el siglo XVIII, y sobre todo
en el XIX, harían que la psicología se separe de la especulación filosófica y se
acerque al método científico. Los antecedentes científicos de la evaluación
psicológica podrían situarse en el desarrollo de disciplinas como la frenología, la
matemática, la psicofísica, la psiquiatría, la psicología educativa y el
evolucionismo.
La frenología surge a finales del siglo XVIII y pronto alcanza una gran popularidad.
Su creador, Gall (1758-1825), proporciona la primera conceptualización
sistemática de los rasgos, la cual se apoya en los siguientes enunciados

a. Las facultades mentales son innatas.

b. El cerebro es el órgano de la mente.

c. La forma y el tamaño del cerebro se pueden conocer según la forma y medida


del cráneo.

d. La mente posee facultades separadas, el cerebro está compuesto de órganos


separados y cada facultad mental se manifiesta por medio de un órgano cerebral
distinto.

e. El tamaño de cada órgano puede ser estimado durante la vida y, con las
restantes condiciones iguales, el tamaño es una medida de la capacidad del
órgano.

f. Todo órgano, si es predominantemente activo, imprime al cuerpo ciertas


actitudes y movimientos, que se denomina "su lenguaje natural".

Aunque la frenología ya forma parte de la historia, sirvió para asentar la idea de


que la conducta y el organismo no son entidades independientes, sino que están
íntimamente unidas. Gall practicaba un sistema de diagnóstico basado en la
palpación del cráneo para conocer las facultades dominantes en cada individuo.

Entre las aportaciones que, según McReynolds (1996), la frenología aporta a la


evaluación psicológica destacan las siguientes:

a. Se crea una taxonomía mental, según la cual se pueden explicar las diferencias
individuales.

b. Se hace énfasis en las diferencias individuales.

c. Se postula una vertiente aplicada de la psicología.

d. Se propone el paradigma de la evaluación, diferenciando los elementos


incluidos en una sesión de evaluación (evaluador, sujeto evaluado, perfiles...).
e. Se elaboran escalas para evaluar variables de personalidad.

f. Se hace énfasis en la objetividad de los datos.

En España la frenología estuvo representada por Cubi, quien realizó algunas


aportaciones teóricas a esta disciplina y propagó estas ideas hasta el punto de
llegar a crear una escuela. Mediante la craneoscopia se diagnosticaban
dimensiones y facultades psicológicas en los individuos, de acuerdo con un
sistema preestablecido. Según Carpintero (1989), la obra de Cubi ha tenido su
importancia en la historia de la evaluación psicológica en España.

La matemática tuvo cierta influencia en la constitución y el posterior desarrollo de


la evaluación psicológica. La primera aportación está representada por Quetelet
un matemático belga que hoy es considerado como uno de los fundadores de la
aplicación de la estadística a las ciencias sociales (Silva, 1982). Quetelet estudió
variables biológicas y sociológicas, observando que ambas seguían una
distribución gaussiana, por lo que desarrolló normas y medidas de tendencia
central. Su influencia sobre la evaluación psicológica se centra en dos aspectos
importantes: ser uno de los autores que se interesa de forma sistemática por las
diferencias individuales y que sus métodos tuvieron gran influencia en autores
importantes como Galton, Pearson y Spearman.

La psiquiatría ha sido otra disciplina que ha contribuido en buena medida al


desarrollo de la evaluación psicológica. El esfuerzo por diferenciar los trastornos
mentales se traduce en la necesidad de técnicas de evaluación para establecer
diagnósticos diferenciales. Así, Pinel (1745-1826) introduce una breve
clasificación de las enfermedades mentales que posibilitaba un tratamiento más
diferenciado. Pinel defiende el valor de las historias clínicas para el diagnóstico.
Pero, sin duda, su contribución más importante fue el cambio de actitud sobre los
enfermos mentales, pasando a considerarlos como enfermos con derecho a un
tratamiento y a la libertad, y no como sujetos que había que separar y encerrar, tal
como se consideraban hasta entonces. Las ideas de Pinel llegaron a Italia,
encontrando su máximo defensor en Lombroso, quien centró su obra en la
relación entre lo penal y lo psiquiátrico, planteando la posible eximente en los
delitos cometidos por enfermos mentales. El estudio de la relación entre
delincuencia y enfermedad le llevó a postular su famosa teoría sobre la
"delincuencia innata". Según esta teoría, la conducta delictiva puede tener un
origen degenerativo del organismo, debido al efecto de factores como la sífilis, el
alcohol, la epilepsia, la edad avanzada de los padres, etc., los cuales actuarían
durante el desarrollo fetal produciendo una degeneración de los centros nerviosos
superiores, que posteriormente serían la causa del comportamiento delictivo. La
obra de Pinel alcanza su culminación en la figura de Kraepelin (1856-1926), quien
se interesó por la problemática de la clasificación de los trastornos mentales,
considerando que para poder hacer una buena evaluación e intervención era
necesario contar previamente con una clasificación. Quizás su contribución más
importante fue el cambio de una concepción sintomática de la enfermedad a una
concepción evolutiva, es decir, las manifestaciones externas de la enfermedad son
secundarias respecto a su origen y evolución. Su aportación a la evaluación
psicológica se centra de forma más concreta en su interés constante por evaluar
de forma objetiva la conducta de sus pacientes. Así, evaluaba funciones o
aptitudes como memoria, atención, capacidad de aprendizaje, tiempo de reacción,
asociaciones verbales, etc.

Paralelamente a esta etapa aumenta el interés por los retrasados mentales,


creándose en Europa y América numerosas instituciones para su cuidado. El
interés por un trato adecuado a los retrasados es mentales puso de manifiesto la
necesidad de criterios diagnósticos y de clasificación que permitiesen diferenciar
entre sujetos normales, enfermos mentales y retrasados. Dentro de este contexto
hay que destacar a Esquirol (1772-1840), médico francés que en 1838 publicó
una obra de dos volúmenes, en las que dedicó más de un centenar de páginas al
retraso mental. Otra contribución importante de Esquirol fue su concepción del
retraso mental. Para este autor, el retraso variaba a lo largo de un continuo desde
la normalidad hasta el retraso más profundo. Por ello, realizó varios intentos para
evaluar y clasificar los distintos grados y tipos de retraso mental, llegando a la
conclusión de que el mejor criterio para evaluar el nivel de deterioro intelectual es
el uso del lenguaje. Es importante considerar que los criterios actuales sobre el
retraso mental son en gran parte lingüísticos, y que los tests de inteligencia suelen
estar bastante saturados de contenidos verbales (Anastasi, 1988).

Las aportaciones de Seguin, otro médico francés, supusieron un nuevo avance al


considerar el retraso mental como curable. En 1837 crea la primera escuela
dedicada a la educación de niños retrasados mentales. Muchos de los
procedimientos de intervención que se utilizan en la actualidad en los centros de
educación especial están fundamentados en las técnicas propuestas por Seguin
para el adiestramiento de los sentidos y de la actividad muscular. Pero sin lugar a
dudas, su gran aportación a la a psicológica fue la incorporación de las pruebas de
inteligencia manipulativa. Una buena muestra ha sido su Test de ajuste de formas,
que consiste en una especie de puzzle en el que hay que insertar varias piezas de
formas diversas y en el menor tiempo posible.

La psicofísica puede considerarse como una disciplina precursora de la


psicología científica. Los métodos ideados por Fechner permiten relacionar las
experiencias subjetivas con medidas objetivas. Por tanto, se plantea que las
experiencias psicológicas se pueden verbalizar y en consecuencia clasificar en
escalas de intensidad o discriminación. La psicofísica tenía como postulado inicial
el descubrimiento de leyes generales para describir las relaciones mente-cuerpo.
Su contribución a la evaluación psicológica se puede observar en el estudio
concreto de fenómenos psíquicos, relacionando la experiencia subjetiva con
medidas objetivas, la creación de nuevos métodos para la investigación de dichos
fenómenos y su sistematización teórica (Zabrodin, 1985). Aunque autores como
Fechner y Weber estaban más interesados en leyes generales que en diferencias
individuales, con ellos nace la situación de examen psicológico; así por ejemplo,
Fechner ya utiliza el autoinforme del sujeto como instrumento de evaluación.

La psicología educativa muestra su auge con los planteamientos innovadores


producidos en relación al creciente interés por la educación, con la consiguiente
escolarización obligatoria, naciendo así la necesidad de aplicar los principios
psicológicos a la escuela y, por tanto, la demanda de evaluación del rendimiento
académico. Este interés por la evaluación en el ámbito escolar tuvo su continuidad
en autores tan relevantes como Thorndike, Hall y Binet.

El evolucionismo marca un hito importante en la historia de las ciencias


humanas. El parentesco entre Darwin y Galton propició aún más la influencia de
las técnicas evolucionistas para tratar de explicar las diferencias individuales y, en
último término, la inteligencia humana. La base del evolucionismo consiste en
admitir la variabilidad de los miembros de una misma especie, donde las
características puedes heredarse. Por tanto, en la naturaleza se produce una
selección natural a través de la supervivencia de los miembros más fueres o mejor
adaptados. En la especie humana, la diferente capacidad de adaptación se
denomina inteligencia. Las diferencias de inteligencia eran perfectamente
asumidas en la sociedad del siglo XIX. Así, el darwinismo social servía para
justificar el orden social establecido. En este contexto el estudio y evaluación de la
inteligencia adquiere gran relevancia Marrero, Esp no Gámez, 1989).

Los antecedentes más científicos de la evaluación psicológica tienen sus raíces en


los primeros laboratorios de psicología. En 1877 se produjo el primer intento para
fundar un laboratorio de psicofisiología por parte de los científicos británicos Ven y
Ward. Sin embargo, el Senado de Cambridge rechazó esta iniciativa, calificando:
dichos científicos de ateos (Yakunin, 1985). Dos años más tarde, Wundt
inauguraba en Leipzig (1879) el primer laboratorio de psicología, considerándose
este momento como el nacimiento de la psicología científica. La idea de Wundt de
acercar la psicología a la fisiología, a pesar de encontrar una clara oposición en
los círculos filosóficos, pronto ganó adeptos. Sin embargo, esta idea no era nueva,
ya que Séchenov, un destacado científico ruso, había tratado de interpretar los
fenómenos psíquicos desde un punto de vista fisiológico. De hecho, su libro
Reflejos del cerebro fue editado en 1863, es decir, once años antes de que Wundt
publicara Bases de la psicología fisiológica. En un artículo escrito en 1873,
Sechenov, partiendo de la tradición materialista de los pensadores rusos, defiende
la tesis sobre la determinación objetiva de la psiquis. Las ideas de Séchenov
tuvieron una gran acogida entre los psiquiatras y neurólogos rusos, lo cual llevó a
una reestructuración de la psicología desde una vertiente fisiológica. Una muestra
de ello es la creación del primer laboratorio de psicología en Rusia, fundado por
Bejtcheriev en 1886 en la clínica de enfermos alienados y en enfermedades
nerviosas en la ciudad de Kazán. Pocos años después, en 1891, se constituía la
Sociedad Rusa de Psicología Experimental (Yakunin, 1985). Desde su creación y
hasta el principio del siglo XX el laboratorio de Wundt se consideró el centro de la
psicología experimental, siendo el ejemplo a seguir en la creación de laboratorios.
El objeto de estudio de los nuevos psicólogos experimentales era llegar a plantear
descripciones generales de la conducta humana. Las diferencias individuales no
sólo no interesaban, sino que llegaban a considerarse como “errores de medida”.

En la elección de los temas y en algunos métodos utilizados se plasmaba la


influencia de la medicina y de la fisiología. Coincidimos con Pelechano (1988) al
considerar que el tipo de psicología experimental practicada por Wundt y sus
seguidores supuso en realidad una limitación al desarrollo de la evaluación
psicológica. Wundt negó la importancia de la psicología diferencial, no autorizaba
la utilización de cuestionarios para la investigación psicológica, no aceptaba la
posibilidad de una psicología científica fuera del laboratorio ni los estudios
filogenéticos y ontogenéticos del psiquismo humano. Sin embargo, no todo fue
negativo, puesto que la psicología experimental del siglo XIX sirvió para poner de
manifiesto la importancia de controlar de forma rigurosa las condiciones en las que
se hacían las observaciones. Por ejemplo, se controlaban las características del
estímulo, el contexto en el que se presentaba, las instrucciones que recibía el
sujeto, etc. En definitiva, se trataba de evaluar a todos los sujetos en las mismas
condiciones tipificadas. Como es bien sabido, esto fue totalmente asumido en el
proceso de construcción y en la aplicación de tests (Anastasi, 1988).

IV. CONSTITUCIÓN Y DESARROLLO DE LA EVALUACIÓN PSICOLOGICA


Existe un cierto consenso en considerar a Galton, Cattell y Binet como los
autores que configuraron la evaluación psicológica como disciplina científica. A
continuación se hará referencia a ellos, así como a otros autores que también han
contribuido de modo relevante a la constitución de la evaluación psicológica. En
segundo lugar, se hará un recorrido por los diferentes acontecimientos que han
supuesto el desarrollo de esta disciplina.

IV.A. La contribución de Galton


Galton (1822-1911) es considerado como el padre de la psicometría y de la
psicología diferencial. A pesar de ser un hombre polifacético en cuanto a sus
intereses científicos, supo centrar su investigación sobre la herencia de la
inteligencia humana. Pensaba que ésta es innata y, por tanto, mediante el carácter
hereditario podía conseguirse una mejora de los individuos a través de la
eugenesia. Su laboratorio antropométrico del Kensington Museum en Londres se
hizo famoso en todo el mundo. En el año 1884, coincidiendo con la celebración de
un congreso internacional de higiene, establece un laboratorio antropométrico y
propone a los visitantes conocer, por el precio de tres peniques, la medida de
algunos de sus rasgos físicos, la agudeza visual y auditiva, el tiempo de reacción,
la fuerza muscular y algunas funciones sensoriales. Con estos datos publicó la
primera tabla de baremos, donde podían comparar sus resultados los posteriores
visitantes del laboratorio (DuBois, 1970). La mayoría de los instrumentos que se
utilizaban en su laboratorio antropométrico fueron creados por él mismo, y algunos
siguen vigentes aún en la actualidad, como es el caso de la barra de Galton para
la discriminación visual de la longitud y la serie de pesos graduados para medir la
discriminación cinestésica. Dio especial importancia a la discriminación sensorial,
pues pensaba que ésta servía para evaluar la capacidad intelectual. Así, en las
múltiples evaluaciones realizadas encontró que los idiotas tendían a presentar
deficiencias en la capacidad de discriminación de la temperatura y del dolor
(Anastasi, 1988)

Como se ha dicho anteriormente, Galton estaba influido por las ideas de su primo
Darwin, influencia que queda plasmada en su primera obra Hereditary genius [La
herencia de la genialidad) publicada en 1869. Diez años después, y coincidiendo
con el año en que Wundt inauguraba el primer laboratorio Psicología, Galton
publica dos artículos sobre psicometría titulados «Psychometric experiments» y
«Psychometric facts». En 1883 publica su obra más importante Inquiries into
human faculty and its development (Investigaciones sobre la facultad humana y su
desarrollo que con el transcurso del tiempo) se convertiría en un clásico de la
evaluación psicológica. Las aportaciones más relevantes de Galton podrían
resumirse en los siguientes puntos (Pelechano, 1988):

a. Interés por hacer un análisis cuantitativo de las características y diferencias


humanas. En este aspecto se notaba una influencia del matemático
Quetelet, quien en el año 1846 ya había demostrado cómo ciertos
indicadores antropométricos seguían una distribución gaussiana. Por tanto,
Galton defendía que las diferencias individuales se podían explicar de
forma adecuada si se concebían como continuos cuantitativos que seguían
la distribución de la curva de Gauss.
b. Interés por la recopilación empírica y sistemática de la información. Esto se
demuestra en su infatigable labor en el laboratorio antropométrico del South
Kensington Museum de Londres, donde llegó a recopilar datos
correspondientes a 9377 personas que eran evaluadas en un número
considerable de pruebas (tiempo de reacción, medidas físicas, respuestas a
escalas de calificación).
c. Aplicación de la estadística para interpretar la información. Además de
utilizar algunas medidas de tendencia central, Galton introdujo el índice de
correlación (de hecho, en el año 1888 llegó a publicar un artículo sobre Co-
editions and their measurement, chiefly from anthropometric data) que
posteriormente seria completado por Pearson, dando lugar al coeficiente de
correlación y sobre el cual se acostaría el modelo correlacional.
d. Interés por el estudio de las diferencias individuales. Siguiendo la teoría
evolucionista, Galton entendía las diferencias individuales como resultado
de mecanismos y procesos hereditarios. Para demostrar cato utilizó el
estudio de los árboles genealógicos y las correlaciones de pruebas
psicológicas entre padres e hijos. Por medio de esta metodología pudo
llegar a plantear la ley de regressa la media Gil son se vio obligado a
plantear esta ley para poder explicar alpanos datos tales como que padres
muy inteligentes tendían a tener hijos menos inteligentes, mientras que
padres poco inteligentes tendían a tener hijos menos inteligentes.

El pensamiento de Galton y un buen resumen de su obra pueden verse en el libro


Herencia y eugenesia, en el que se recoge una recopilación de textos procedentes
de diversas obras suyas.

IV2. La contribución de Cattell


James McKeen Cattell (1861-1934) fue un psicólogo estadounidense con una
sólida formación adquirida en Europa. Su tesis doctoral trató sobre las diferencias
individuales en el tiempo de reacción y fue realizada en el laboratorio de Wundt
(Leipzig).

Posteriormente, trabajó con Galton en el laboratorio antropométrico del South


Kensington Museum de Londres. En 1888 fue nombrado profesor de psicología en
la Universidad de Pensilvania.

En 1890 publica en la revista Mind un artículo titulado “Mental tests and


measurements”, el cual marca un hito en la historia de la evaluación psicológica,
puesto que es la primera vez que se utiliza el término "test" en la literatura
psicológica (McReynolds, 1986) y en él se describían los tests que se aplicaban
anualmente a los estudiantes universitarios con la intención de evaluar su nivel
intelectual.

Posteriormente se trasladó a la Universidad de Columbia, donde creó la primera


batería de pruebas de evaluación psicológica. En poco tiempo la metodología y el
procedimiento para elaborar los tests se hicieron muy populares.

En la última década del siglo XIX los tests se aplicaban, en Estados Unidos, a todo
tipo de sujetos (escolares, estudiantes universitarios, adultos...). Sin embargo, la
fulgurante trayectoria de Cattell se detiene, al menos parcialmente, ante las
críticas planteadas por Wissler y Sharp. El primero, que había sido discípulo de
Cattell, presentó un detallado estudio en el que analizaba los resultados de Cattell,
demostrando la poca validez alcanzada por los tests. En concreto, demostró que
los coeficientes de correlación entre los tests psicológicos y las calificaciones
escolares eran relativamente bajos. Lo mismo ocurría cuando se contrastaban
distintos tests que supuestamente evaluaban lo mismo. Por otra parte, Sharp
demostró la baja fiabilidad y el poco valor predictivo que tenían los tests de Cattell
(Pelechano, 1988). Estas críticas unidas al hecho de que Cattell sigue vinculado a
procedimientos de laboratorio y a la evaluación de procesos psicológicos básicos
hace que destaque la figura de Binet (Silva, 1982).

IV3. La contribución de Binet


Binet (1857-1911) era un licenciado en leyes y doctor en ciencias naturales que
entró en la psicología de la "mano" de Ribot, el gran promotor de la psicología
experimental en Francia. Ribot entendía que el progreso de la psicología estaba
en los métodos experimentales (aunque no era un investigador), no en vano fue el
fundador del primer laboratorio de psicología en la Universidad de la Sorbona, en
el año 1889. Este laboratorio estuvo dirigido por Bonin hasta 1895, a partir de
entonces la dirección pasa a Binet (Yakunin, 1985). En el año 1895, Binet funda
L'Année Psychologique, la primera revista francesa de psicología. En esta revista
publica un artículo, La psychologie individuelle, en el que presenta las bases para
una nueva aproximación a la evaluación de la inteligencia. Binet compartía con
Galton el interés por la evaluación de las diferencias individuales, pero rechazaba
la idea de que la inteligencia humana podía evaluarse por medio de los procesos
sensoriomotores. En su artículo, Binet y Henri defienden que la inteligencia debe
evaluarse según el rendimiento de los sujetos en diversas tareas que impliquen
una variedad de procesos mentales complejos (McReynolds, 1986). Binet y Henri
comenzaron evaluando procesos como la memoria, la atención, la imaginación, la
comprensión, la sensibilidad artística y moral, la sugestibilidad, la fuerza de
voluntad y la habilidad motora. Binet incluye como características de la conducta
inteligente el tomar y mantener una dirección definida, el adaptarse para alcanzar
un fin y la autocrítica (Cronbach, 1990).

La gran oportunidad de Binet llega cuando es nombrado por el Ministerio de


Educación francés miembro de la comisión que se encargaría buscar una solución
para los niños deficientes que habían entrado en la escuela pública como
consecuencia de la puesta en vigor de la enseñanza obligatoria en Francia.

En respuesta a esta petición, Binet, en colaboración con Simon, desarrolla una


escala que contiene 30 problemas con grado de dificultad creciente. Para calcular
el nivel de dificultad se aplicó la escala a 50 niños normales con edades
comprendidas entre 3 y 11 años y a algunos con retraso mental. El contenido de
los ítems cubría gran variedad de funciones, aunque predominaban los problemas
relativos a comprensión y razonamiento. La prueba resultante que se conoce
como la escala de 1905 fue considerada como un instrumento de evaluación
provisional (Anastasi, 1988). Como señala Pichot (1994, p. 120) -por primera vez
se había salido de la era de las experiencias de laboratorio para entrar en la vida
concreta.

Binet y Simon siguen trabajando en esta escala, y en 1908 presentan una


segunda versión en la que se habían adaptado series de ítems para grupos de
edad. La edad mental se establecía según la edad correspondiente a la serie más
elevada resucita totalmente. Puesto que cada serie, que se corresponde con una
edad mental determinada, consta de cinco problemas, se añadía a la edad base
(la de la serie correctamente realizada en su totalidad) 1/5 de año por cada test
bien resuelto perteneciente a series superiores. La edad mental obtenida se ponía
en relación con la edad cronológica, viendo de esta forma si el niño seguía una
evolución normal, retrasada o adelantada.

En 1911, se presenta una tercera versión de la escala, se aumentó el número de


ítems en algunos niveles y se extendió a la edad adulta. Sin embargo, la versión
más difundida fue la realizada por Terman en la Universidad de Stanford, conocida
como la Escala de Stanford-Binet. En esta se utiliza por primera vez el término de
cociente intelectual (CI), como razón resultante de dividir la edad mental por la
edad cronológica.

Posteriormente, aparecieron otras versiones, pero resulta de especial interés la


realizada por Kuhlmann en 1912 (Escala Kuhlmann-Binet) que extendió la escala
por su parte inferior hasta la edad de tres meses, siendo revisada posteriormente
en 1937 y 1960 Terman efectúa otras dos revisiones y, finalmente, Thorndike
realiza la última hasta la fecha, en 1986 (Rogers, 1995). Sin embargo, estas
escalas no estaban exentas de problemas. Así mientras Galton postulaba la
medida de una inteligencia innata o biológica, Binet defiende la evaluación de una
inteligencia de origen social (Lajan, 1991). Pronto el movimiento eugemista toma
como instrumento el test de Binet Simon identificando la inteligencia innata con la
social. Pelechano (1988) señala que la lógica utilizada por Binet en la construcción
e interpretación de la escala era correcta, pero vista desde una óptica actual tenia
algunos problemas importantes.

a. No se demostró que las conductas muestreadas fuesen representativas de


lo que se pretendía evaluar (la capacidad intelectual).
b. La muestra utilizada para la tipificación de las puntuaciones no era
representativa de la población a la que luego se aplicaba.
c. La utilización de la edad cronológica como variable criterio para graduar la
edad mental, haciendo así implícito que cada doce meses se produce un
cambio en la capacidad intelectual.
d. El modelo acumulativo según el cual cada problema resuelto equivale a un
periodo de edad mental no fue demostrado.
e. El supuesto de que la distribución de las puntuaciones es igual en cada
grupo de edad no es correcto.
f. Se supone que todos los niños tienen un desarrollo normativo, es decir,
igual al del grupo de referencia.

Por otra parte, el tipo de problemas que se planteaba estaba íntimamente


relacionado con los contenidos académicos, por lo que la escala era buena
predictora del rendimiento académico que no es lo mismo que capacidad
intelectual.

A pesar de los problemas metodológicos que se detectan en las escalas de Binet,


éste debe ser considerado como el gran propulsor de la evaluación psicológica. Su
actividad ha sido realmente la de un evaluador y su influencia ha estado vigente
durante varias décadas. Una buena muestra de ello fue la cantidad de
investigadores que se interesó por la evaluación de la inteligencia durante las dos
primeras décadas del siglo XX. La producción en este campo era tan abundante
como diversificada. Por ello, en 1921 los directores del Journal of Educational
Psychology organizaron un congreso bajo el título: “La inteligencia y su medida” e
invitaron a distintas autoridades en la materia (Terman, Thorndike, Peterson,
Woodrow, Pinter Colvin, Henmon...) para tratar sobre la naturaleza de la
inteligencia (Sternberg 1956). El resultado fue decepcionante; había casi tantas
concepciones de inteligencia como expertos que opinaban sobre el tema. El
desconcierto era tal que Binet llegó a pronunciar la famosa frase “inteligencia es lo
que miden los tests”. Sin embargo, el congreso sirvió para establecer un cierto
acuerdo acerca del camino a seguir en la futura investigación de la inteligencia
(Marrero y cols, 1989). Desde entonces, han pasado más de setenta años y aún
no se ha llegado a un acuerdo unánime acerca de lo que es la inteligencia y de
cómo debe evaluarse (Eysenck, 1991).

IV4. Aportaciones de otros autores


Cuando Cattell abandonó la Universidad de Pensilvania su lugar fue ocupado por
Witmer (1867-1956) quien, al igual que el anterior, estaba interesado en el estudio
de las diferencias individuales. Sin embargo, su principal interés se centraba en la
aplicación práctica de los conocimientos psicológicos. En el año 1896, Witmer
funda la primera clínica psicológica (de hecho suele considerarse esta fecha como
el nacimiento de la psicología clínica, aunque por ello no debe interpretarse que
Witmer fue el primer psicólogo clínico). El tipo de trabajo que se realiza en esta
clínica se re coge en los primeros números de la revista The Psychological Clinic,
fundada en 1926 y dirigida por Witmer. La mayoría de los casos que se trataba
procedía del ámbito escolar. En los primeros años, no disponía de pruebas
específicas de evaluación por lo que su diagnóstico se basaba fundamentalmente
en la entrevista. Posteriormente, cuando aparecen los tests, adopta alguno de
ellos e incluso crea el Witmer formboard y el Witmer cylinders, que fueron
utilizados durante varios años en su clínica. Se centraba en la evaluación de
conductas específicas de los sujetos con vistas al tratamiento de dichas
conductas. Por ello, se le ha considerado como un antecesor de la evaluación
conductual (McReynolds, 1986). Witmer fue un autor con una influencia limitada
en la evaluación psicológica. Sin embargo, su gran mérito fue tratar de aplicar la
psicología a los problemas que se plantean en la vida real. Por otra parte su
clínica psicológica sirvió como modelo a otras muchas que se fundaron
posteriormente.

Spearman (1863-1945) supone otro paso importante en la constitución de la


evaluación psicológica por haber aplicado los métodos correlacionales a la
investigación de la inteligencia. En el año 1904 publicó un importante artículo
titulado -General intelligence, objectively determined and measured-, donde se
sientan las bases de la teoría psicométrica. Fue el primer autor que se interesó en
buscar una explicación a la baja correlación que se obtenía entre distintos tests de
inteligencia y en plantear la necesidad de utilizar pruebas paralelas para su
evaluación. La gran aportación de Spearman no sólo fue metodológica, sino que
además fue el autor de la primera gran teoría de la inteligencia, denominada teoría
de los dos factores (un factor general y unos factores específicos). Según dicha
teoría, la capacidad representada en el factor general (factor g) está relacionada
con todas las tareas intelectuales, mientras que las capacidades representadas en
los factores específicos se relacionan con tareas sencillas. Para explicar la
naturaleza del factor g Spearman propuso dos teorías.

En la primera, se decía que el factor g estaba relacionado con el nivel de energía


cerebral que las personas pueden utilizar para resolver problemas intelectuales, la
segunda considera que las diferencias en el factor g pueden explica según las
diferencias individuarse duales en la capacidad de las personas para utilizar tres
principios cualitativos de cognición: aprehensión de la experiencia, deducción de
relaciones y deducción de correlaciones (Sternberg, .986; Marrero y cols, 1989),
en la década de los años treinta este esquema bifactorial será sustituido por un
modelo multifactorial representado por Thurstone.

Por último, Freud (1856-1939) plantea un enfoque diagnóstico basado en las


técnicas de asociación y en la utilización del simbolismo. En 1909 sus
conferencias en la Clark University of New York propiciarán la difusión del
psicoanálisis en Estados Unidos (Ávila, 1992b), dando lugar al diagnóstico
dinámico que se desarrollará a partir de la década de los años treinta con el uso
de las técnicas proyectivas.

IV5 La repercusión de la primera y de la segunda guerra mundial


Existe un cierto acuerdo entre los diferentes autores en considera las dos
contiendas mundiales como hechos determinantes en la evolución de la
evaluación psicológica enmarcándose entre esos dos momentos históricos lo que
Silva (1952) denomina la “época clásica del diagnóstico psicológico” así, según
este autor, tanto la línea psicométrica como la proyectiva y la clínica de la actual
evaluación psicológica viven aún de los grandes hitos de esta época: los grandes
tests de inteligencia, los primeros cuestionarios de intereses y los primeros tests
proyectivos.

Durante las dos primeras décadas del siglo XX, la evaluación psicológica se vio
enriquecida por un gran número de investigaciones, artículos y manuales sobre el
tema, como puede verse de forma detallada en McReynolds (1986). El desarrollo
alcanzado por la evaluación psicológica hasta entonces es interpretado por Silva
(1982) en función de tres aspectos importantes:

a- La construcción y perfeccionamiento de las pruebas de Binet-Simon y las


posteriores aportaciones de Goddard (traductor de las escalas de Binet-
Simon al inglés en 1910), Stern (introductor del concepto cociente mental) y
Terman (autor de la versión de la escala Stanford-Binet de 1916 e
introductor del concepto cociente intelectual).
b- La importancia que adquiere la educación (fundamentalmente a raíz de la
entrada en vigor de las leyes que regulan la educación obligatoria en varios
países) lleva consigo un interés creciente de la evaluación psicológica en el
ámbito educativo.
c- La gran aportación metodológica de Pearson y Spearman que sientan los
fundamentos de una teoría psicométrica, vigente aún en la actualidad. Por
otra parte la teoría de la inteligencia propuesta por Spearman generó
diversas líneas de investigación acerca de la naturaleza de la inteligencia y
de los instrumentos para evaluarla.

Con el comienzo de la primera guerra mundial, la industria generada en torno a la


guerra afecta también a la psicología, y más concretamente a la evaluación
psicológica. Así, la American Psychological Association (APA) nombró un comité
que se encargaría de estudiar la posible ayuda que podría ofertar la psicología.
Era quizás una buena oportunidad para demostrar a la sociedad que la psicología
podía tener una importante vertiente aplicada. El comité estaba dirigido por Robert
Yerkes y contaba con miembros tan relevantes como Terman, Woodworth y Otis,
entre otros. Pronto se vio la necesidad de seleccionar a más de un millón de
soldados, para lo cual era imprescindible disponer de pruebas colectivas que
permitiesen clasificar a los soldados según su nivel intelectual y sus aptitudes para
desempeñar uno u otro tipo de servicio. Dado que la mayoría de los tests
existentes era de aplicación individual, fue necesario recurrir a todo tipo de tests
que se pudiesen aplicar de forma colectiva. Arthur Otis puso a disposición del
Ejército una serie de tests que estaba elaborando, pero que aún no había llegado
a publicar. En cierto modo podría decirse que la situación era similar a la que se le
había a planteado unos años antes a Binet, aunque dos diferencias muy claras: el
equipo de Yerkes tenía que seleccionar sujetos adultos de una población general
(piénsese que la mayoría de las pruebas estaba elaborada para niños y
estudiantes universitarios) y además la selección debería antes hacerse "contra
reloj". Se necesitaban pruebas de dificultad progresiva, con respuestas cortas,
corrección rápida y objetiva, con diferentes formas (para evitar el aprendizaje) y de
aplicación colectiva. Las pruebas construidas para evaluar el nivel intelectual
fueron conocidas como el Army alpha test y el Army beta test.

La primera se aplicaba a la población general (instruida) y constaba de las


siguientes subpruebas cumplir órdenes, problemas aritméticos, sinónimos y
antónimos, juicios prácticos analogías, información y gramática. Cada subprueba
tenía una dificultad creciente y debía responderse en un tiempo limitado.
La segunda prueba estaba pensada para personas analfabetas o personas que no
hablaban inglés por tanto, en esta no se incluían contenidos verbales, sino que
constaba de laberintos, series, cubos, puzles, construcciones geométricas, cifras-
símbolos y números. Por supuesto, el tiempo para responder también era limitado.
Para evaluar la sintomatología neurótica se utilizó el Woodworth personal data
sheet, un inventario de personalidad elaborado por Woodworth y que llegó a
aplicarse a más de un millón y medio de personas.

La influencia de todo este proceso ha tenido gran importancia en el desarrollo de


la evaluación psicológica en diversos aspectos, que intentaremos sintetizar en los
siguientes puntos:

a. El primero, y quizás el más importante, ha sido considerar la figura del


psicólogo como un profesional cualificado que puede resolver problemas de
la vida real.
b. El perfeccionamiento de la metodología de la construcción de tests y la
formación de un gran banco de datos (más de un millón y medio de sujetos)
de la población general.
c. El tipo de evaluación realizada en el ejército se adaptó a campos como el
industrial (selección y evaluación de personal) y el clínico.
d. La consolidación de la aplicación de tests con la consiguiente connotación
del "psicólogo pasador de tests".

La evaluación psicológica del período entre las dos guerras mundiales es


caracterizada por Silva (1982) como de creciente expansión y creciente
disociación. La creciente expansión se refiere a la universalización de la
evaluación psicológica y su generalización a otros ámbitos (distintos del militar) y
la especialización de la evaluación en áreas tan diversas como inteligencia,
aptitudes, motricidad, intereses, conducta social, personalidad, etc. La creciente
disociación hace referencia a que, por un lado, se produce un espectacular
crecimiento del modelo psicométrico y, por otro, surge también con gran fuerza
una evaluación clínica, principalmente de tipo proyectivo, y que no acepta los
avances técnicos y metodológicos del modelo psicométrico. Esta evaluación de
corte clínico no surge al azar después de la primera guerra mundial. Por un lado,
los instrumentos de evaluación clínica no tenían ninguna utilidad en las tareas de
selección y colocación requeridas por el ejército estadounidense, pero si se
convierten en necesarios después de la guerra para la reinserción de sujetos a la
sociedad. La difusión de las técnicas proyectivas tiene su inicio en la publicación
por parte de Rorschach en 1921 de Psychodiagnostik, aunque no conviene olvidar
que Jung va había presentado en 1904 la prueba de asociación libre de palabras.

Los antecedentes del test de Rorschach pueden remontarse a la antigua idea


griega de que la interacción de una persona con una entidad ambigua facilita
información para el conocimiento de la primera. Según Álvarez (1972), en sus
versiones más primigenias, el test de Rorschach es tan antiguo como el hombre
de Cro-Magnon, cuando interpretaba las manchas de aquellos refugios rupestres.
En el Renacimiento, Leonardo da Vinci aconsejaba a sus discípulos que
ejercitaran su imaginación contemplando los desconchones o las figuras que la
humedad dibujaba en las paredes. También puede relacionarse con una
costumbre arraigada en algunas regiones de Alemania que consistía en tirar una
gota de plomo fundido en un recipiente de agua fría e interpretar la forma
resultante al solidificarse. Según la tradición, cuando la interpretación se realizaba
en la noche de San Silvestre podía averiguarse el futuro de la persona que
arrojaba el plomo fundido. Pero sin dudas, el antecedente más claro es la técnica
denominada klebsografía (desarrollada por Klebs) que consiste en echar unas
gotas de tinta sobre un papel que posteriormente se dobla por la mitad,
interpretándose las manchas resultantes.

A finales del siglo XIX, Binet comienza a utilizar las manchas de tinta para estudiar
la capacidad de imaginación visual. Algunos años después, Herman Rorschach
utiliza esta técnica para el diagnóstico de la personalidad y de los trastornos
psíquicos. De la totalidad de láminas utilizadas selecciona diez con el fin de
publicar su método, lo cual no consiguió hasta dos años después, gracias a la
mediación de Morgenthaler, que además sugirió a Rorschach que cambiase su
título original, -Método y resultados de un experimento diagnóstico basado en la
percepción e interpretación de formas causales- por el de Psicodiagnóstico. En un
principio, el libro tuvo muy poca aceptación. Las críticas fueron pocas y en general
desfavorables, lo cual le produjo una decepción considerable. Rorschach murió sin
saber la popularidad que llegaría a tener la técnica que había creado (Serrate,
1980). En los años siguientes la evaluación dinámica irrumpe con fuerza,
fundamentalmente en la psicología de la personalidad, y la técnica de Rorschach
se convierte en una de las las pruebas más conocidas y utilizadas (Goldstein y
Hersen, 19906). Una encuesta realizada por Lubin, Larsen y Matarazzo (1984)
entre psicólogos clínicos estadounidenses sitúa al Rorschach en el cuarto lugar
entre los tests más usados, detrás del Wechsler adults i Test Recalled Bender.
Pocos años des scale (WAIS), Minnesota multiphasic personality inventory (a feu
de alter pas, Murray publica en 1935 el Test e toit de apercepaint nativa a la
técnica de Rorschach por su subjetivismo y falta de fiabilidad y validez. Otra fecha
relevante es la de 1939 39 cuando Frank p propone el término "método pro a
aludir a estas pruebas, caracterizándolas por un material con una es yectivo para
a tructura mínima en las que el sujeto "estructura" el material proyectando en esta
estructuración su modo personal de ordenar la realidad.

FALTA

Tal como había sucedido con la primera guerra mundial, la segunda guerra
mundial también tiene como consecuencia un gran incremento en la construcción
y aplicación de tests. Para la selección del personal militar, en Estados Unidos se
desarrolló el Army general classification test (que incluía subpruebas de lectura,
vocabulario, razonamiento aritmético, cálculo aritmético y relaciones espaciales),
una prueba de aplicación colectiva-por razones obvias-y que fue aplicada a más
de nueve millones de personas durante la guerra. Además, se elaboraron otras
pruebas más específicas para la selección de oficiales y de cuerpos técnicos del
Ejército. Mientras tanto, el ejército británico había optado por la utilización de
pruebas de inteligencia general (que evaluaban el factor g) con contenidos no
verbales. Dos de las pruebas que se emplearon están vigentes en la actualidad:
las Matrices progresivas de Raven y el Test de los dominós de Anstey. En
definitiva, podría decirse que la segunda guerra mundial supuso la aplicación de
tests más numerosa que se ha hecho hasta la actualidad. Se estima que en 1944,
en los países aliados, se pasaron unos sesenta millones de tests a unos veinte
millones de personas (Pelechano, 1988). Al comienzo de los años cuarenta,
Hathaway y Mckinley presentaron el MINNESOTTA

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