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Tema 4.

Aspectos históricos, conceptuales y principios generales de la Psicología de las Diferencias


Humanas (Adaptado de Matud; Marrero & Caballeira; Sánchez) (curso 2016/2017)

ASPECTOS HISTÓRICOS, CONCEPTUALES Y PRINCIPIOS GENERALES DE LA


PSICOLOGÍA DE LAS DIFERENCIAS HUMANAS

Es un hecho que las personas somos distintas, y esas diferencias se dan en muchas variables. La
diversidad es la característica más básica de los seres vivos y es la que posibilita que, mientras
unos puedan vivir en un hábitat, otros perezcan. Pero la selección natural basada en los procesos
genéticos no es la única fuente de diversidad, ya que los genes también experimentan
mutaciones espontáneas y los hábitats se modifican con el paso del tiempo, por lo que será
necesario cambiar para adaptarse a ellos. y aún son más complejas las fuentes de diversidad en
los seres humanos ya que, incluso desde antes de nacer, las experiencias ambientales van a ser
diferentes. Lo que ahora somos depende de una compleja interacción entre determinantes
genéticos, influencias químicas y nutricionales (pre y postnatales), factores socioeconómicos,
métodos de crianza, oportunidades educativas y técnicas en el desarrollo de los seres humanos.
Pero, pese a que las posibilidades de desarrollo de los seres humanos son casi infinitas, cada
persona vive un número limitado de años, por lo que algunas posibilidades se seleccionan y
desarrollan, y otras se dejan. Aunque no todas las elecciones las hace el individuo, sino que
algunas las realiza la cultura y la familia.
En el acercamiento diferencial al estudio de la conducta humana se trata de una forma de
hacer ciencia que se centra en la variabilidad de los seres humanos, en el estudio de la varianza
y covarianza, es decir, en las diferencias individuales. Desde los trabajos seminales de Galton, y
gracias a la metodología estadística desarrollada por autores como Pearson o Spearman, a lo
largo de algo más de un siglo se han ido formulando hipótesis y poniéndolas a prueba para así
lograr, no sólo describir, sino explicar e incluso predecir la variabilidad de la conducta humana.
En la historia de la Psicología se pueden diferenciar, en función del objeto de estudio,
cuatro etapas: la del estudio del alma, la de la mente, la de la conducta y, por último, la etapa
científica donde se analiza la mente y la conducta. A lo largo de toda la historia, se ha
reconocido la existencia de diferencias entre los individuos que, en función de la época, han
sido interpretadas de distintos modos, encontrando desde explicaciones sobrenaturales, hasta
naturalistas o cognitivistas. Cualquier observación del individuo nos permite detectar cómo nos
diferenciamos en nuestros intereses, costumbres, inclinaciones o en el modo de reaccionar ante
distintas situaciones. Desde el nacimiento se observan peculiaridades individuales (facciones,
gestos, forma física y modos de pensar, sentir o actuar) que se van afianzando con el desarrollo.
Cada persona reacciona de un modo particular frente a los demás y frente al mundo, lo que hace
que seamos irrepetibles.
El objeto de estudio de la Psicología Diferencial no sólo es la detección de las
diferencias, sino el análisis de la naturaleza de las mismas, el conocimiento de sus causas, y de
cómo se pueden modular a través del entrenamiento. El estudio de un fenómeno en los
individuos particulares también contribuye a una mejor comprensión del fenómeno mismo, por
lo que la Psicología Diferencial realiza una aportación directa e indirecta a la Psicología en
general. Hubo un tiempo en que la Psicología General y la Diferencial parecieron estar
enfrentadas, al emplear paradigmas de investigación diferentes, técnicas correlacionales en el
caso de la Psicología Diferencial y manipulación de variables en situaciones controladas en la
Psicología General. Pero, hoy por hoy, la Psicología Diferencial tiende a integrar los
planteamientos experimentales con los correlacionales, utilizando una metodología diversa que
permita un análisis más completo de las diferencias humanas.

DESARROLLO HISTÓRICO DE LA PSICOLOGÍA DIFERENCIAL

La historia de la Psicología Diferencial ha estado ligada a la historia de la Psicología, en


general. En un primer momento, interesó más una teoría que explicase el funcionamiento
humano en general que las particularidades, aunque las diferencias siempre hayan estado
presentes como parte importante del conocimiento.
A la hora de exponer los principales acontecimientos históricos se han agrupado en cuatro
períodos: la etapa mítica, vinculada a explicaciones sobrenaturales sobre las diferencias entre
los individuos; la etapa precientífica, en la que surgen los primeros intentos por sistematizar las

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diferencias individuales, la etapa científica, en la que aparecen distintas aportaciones de


diversas disciplinas científicas, y la etapa de consolidación, que es cuando se constituye la
Psicología Diferencial como una disciplina por derecho propio.

Antecedentes míticos

En este período, las explicaciones del comportamiento humano se fundamentaban en la


Astrología, que marcó un hito importante en la descripción de las personas y que perdura hasta
la actualidad. La obra clásica más importante aparece en el año 140 a.n.e., El Tetrabiblos de
Ptolomeo (90-168 a.n.e.), que planteaba que los individuos, desde el nacimiento, eran
particularmente sensibles a la influencia de los planetas y que dependiendo de la posición
relativa que tuviesen se configuraría un tipo de persona concreto «dictándose» los
acontecimientos que le iban a suceder. Además, ya se hablaba de las cartas individuales o cartas
astrales. A pesar de su escaso rigor científico, la Astrología contribuyó a que se crearan algunos
de los principios que luego se adoptarían por la Psicología Diferencial como el reconocimiento
de las peculiaridades individuales, el haber establecido una teoría que explicase las diferencias,
en este caso basada en la posición de los astros, y el generar clasificaciones o agrupaciones de
características que identificaban a unos individuos frente a otros.

Antecedentes precientíficos

El interés que siempre ha existido por el ser humano ha promovido la búsqueda de


explicaciones sobre el porqué de su comportamiento, la naturaleza del mismo y la medición de
sus características esenciales. En la cultura china (alrededor de l100 a.n.e.), ya habían aparecido
algunos intentos por sistematizar las leyes del comportamiento humano. Concretamente, se
desarrolló un programa destinado a los oficiales del servicio civil para determinar su
competencia a la hora de continuar en su actual trabajo o para ascender a otros puestos. Las
pruebas de rendimiento que empleaban consistían en evaluar cinco artes: música, disparo de
arco, equitación, escritura y cálculo.
En la Grecia clásica, distintos pensadores, como Tales de Mileto (625-545 a.n.e.), proponen
como principio de vida el agua y ya reconocen las diferencias individuales al proponer que la
verdad no necesariamente es una, sino que cada persona tiene su propio modo de ver las cosas.
Platón (428-348 a.n.e.), en su obra La República reconoce las diferencias individuales
cuando intenta asignar a los personajes distintas tareas, según estén dotados y plantea que las
distintas cualidades determinan el lugar que deben ocupar los individuos en el mundo social.
Propuso una serie de acciones o tareas, a modo de test de aptitud para seleccionar a los soldados
de su estado ideal, siendo éste, uno de los antecedentes importantes sobre la cuantificación de
capacidades.
Aristóteles (384-322 a.n.e.) habla de inteligencia activa, o pensamiento puro e inmortal,
idéntico en todos los individuos; y de inteligencia pasiva que es perecedera y diferencia a los
individuos en función de la experiencia que tengan con los objetos. El sistema que planteó
Aristóteles dejaba entrever un reconocimiento de las diferencias individuales, pues describió a
los individuos en función de una cantidad excesiva o deficiente de rasgos. Reconocía que
aunque cada sustancia del universo tenía unas propiedades o características iguales para todos
los miembros de la misma especie, ésta se manifestaba de forma distinta para cada individuo
(teoría hilemórfica de la sustancia). Esta sustancia es lo real y verdadero, presente en todos los
fenómenos.
Teofrasto (372-288 a.n.e.), discípulo de Aristóteles, continuó desarrollando sus ideas y se
cuestionó, explícitamente, por qué a pesar de que toda Grecia «descansaba bajo el mismo cielo»
y sus ciudadanos eran educados de la misma manera, todos eran tan diferentes. Así, en su libro
Los caracteres morales muestra su preocupación por clasificar a los individuos según su
comportamiento y propone 30 tipos de personas, en función del rasgo dominante. En general, la
filosofía griega va a conformar dos modos de pensamiento, de algún modo, contrapuestos, que
se mantendrían en los siglos posteriores: el racionalismo y el empirismo.
En un segundo período de la Edad Media, Tomás de Aquino (1225-1275) integra la visión

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griega y cristiana. Considera que la razón sólo nos permite conocer al mundo y no a Dios, a éste
sólo lo podemos conocer a través de su obra en el mundo. Esta es una forma de empirismo, pues
todo lo que podamos conocer tiene que haber pasado por los sentidos, tanto por los sentidos
exteroceptores clásicos, como por los internos. El intelecto abstrae el objeto de las sensaciones y
hace inteligible esas formas. Tomás de Aquino reconoce implícitamente la individualidad
cuando señala que el alma de cada persona es distinta dentro de su especie y ésta se puede
multiplicar mediante la materia. Pero, en general, la Edad Media es una etapa de universales
dependientes de Dios, dejando al margen al individuo.
En el Renacimiento podemos encontrar la antesala de la Psicología Diferencial. Las ideas
humanistas permitieron que el centro de atención pasase desde la naturaleza, el mundo y Dios a
las necesidades humanas.
El que más se interesó por las diferencias individuales fue Juan Huarte de San Juan (1529-
1588). En su obra el Examen de los Ingenios, publicada en 1575, propone la imaginación, el
entendimiento y la memoria como las tres facultades básicas. Recoge las teorías humorales de
Hipócrates y Galeno, con los cuatro tipos básicos de temperamento (sanguíneo, flemático,
colérico y melancólico) combinados con los cuatro elementos cósmicos (aire, tierra, fuego y
agua) y plantea que los humores y temperamentos van a ser diferentes en los distintos ingenios.
Así, las personas con cerebro húmedo tendrán más capacidad de retención y memoria, y las
personas con el cerebro seco tendrán problemas de retención pero serán mejores en la
representación de figuras. Su teoría, aunque de corte biologicista, reconoce la influencia del
ambiente en el desarrollo del ser humano, al señalar que la alimentación de la que se nutre el
feto o el clima pueden influir en la cantidad relativa de un determinado fluido. Es partidario de
desarrollar un sistema que identifique el patrón específico de capacidades de los individuos,
para poder guiarlos de manera adecuada, tanto en su educación como en la ocupación,
proponiendo, distintas profesiones en función de las capacidades. La obra de Juan Huarte de
San Juan supuso uno de los principales hitos en la historia de la Psicología Diferencial, pero
también de la Psicología General, aportando:

• Un marco teórico de trabajo, basado en los fluidos corporales y en las funciones cognitivas
superiores (entendimiento, memoria e imaginación).
• El reconocimiento de diferencias individuales en el funcionamiento cognitivo.
• Un sistema de evaluación y clasificación de las características individuales.
• Una aplicación de los conocimientos teóricos al mundo educativo, social y organizacional.

En el siglo XIX surge el romanticismo, que va a poner de relieve el estudio de las pasiones
humanas y, sobre todo, del inconsciente. Los filósofos románticos, en su búsqueda del infinito,
se dejan llevar por sus pasiones, aunque sean violentas, y plantean la idea de voluntad, algo así
como la realidad de la materia que está oculta tras las apariencias. Esta voluntad la reconocían
como individual y particular, de modo que cada individuo podía elegir si deseaba controlarla o
dejarse llevar por la misma. Este planteamiento va a ser la base de algunas de las ideas que,
posteriormente, desarrollaría la Psicología Diferencial. Comienza a valorarse la diferencia,
como en el caso de las personas excepcionales, genios o artistas, a los que se les idolatra. Los
románticos consideraban la naturaleza como algo orgánico, en desarrollo y que se perfecciona a
sí misma. Por tanto, supone un reconocimiento de la capacidad inteligente de la propia materia
al considerar que ésta se autoperfecciona y autodirige en el tiempo.
Pero el estudio sistemático de las diferencias individuales y la cuantificación de las mismas
proviene de la Astronomía. Desde principios del siglo XVIII en el observatorio de Greenwich a
través del método ocular y auricular se observaba el paso de las estrellas por una línea crítica
cuantificando con el reloj el momento en que la estrella llegaba a la línea y el momento en que
la traspasaba. Este método, durante años se consideró exacto, hasta que en 1796 el director del
laboratorio despidió a su ayudante Kinnebrook porque registró el paso de las estrellas décimas
de segundo más tarde que su jefe, haciendo, de este modo, notar que el método tenía un margen
de error. F. W. Bessel (1784-1846) se interesa en estudiar esas escasas diferencias que existían
entre los observadores y crea la denominada ecuación personal para referirse a la diferencia en
segundos entre las estimaciones de dos observadores. De esta forma se obtuvo el primer registro

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de datos sobre diferencias individuales en tiempo de reacción. Bessel, no sólo observó


diferencias interindividuales, sino que además encontró oscilaciones de la ecuación personal
con el paso del tiempo en un mismo observador, es decir, diferencias intraindividuales. En el
siglo XIX, comienzan a desarrollarse técnicas de medida más sofisticadas, como los
cronógrafos y cronoscopios, y se pudo evaluar a los observadores de forma independiente y
objetiva, sin tener que compararlos con otro observador.
A pesar de que esta época estuvo dominada por el paradigma experimental y por la
búsqueda de leyes generales, destacan las aportaciones de Gall o Spencer que se interesaron por
las diferencias individuales, Gall (1758-1828) sostuvo la idea de que el cerebro es el asiento del
alma. Rechazó la teoría de las facultades por considerarla demasiado simplista para explicar el
complejo funcionamiento de la mente, aunque no negó su existencia, sino que pensaba que era
demasiado genérica para explicar aspectos concretos. Pretendía medir el cerebro de modo
objetivo, proponiendo que su tamaño y forma iban a determinar las capacidades mentales del
individuo; las habilidades más desarrolladas se corresponderán con una mayor protuberancia de
la zona del cráneo donde estuviera localizada la función. A partir de estos planteamientos,
Gaspar Spurzheim (1776-1832), discípulo de Gall, va a acuñar el término frenología para
referirse a la relación entre la forma del cráneo y la localización de los distintos sentidos
situados en áreas determinadas del cerebro. Ambos, realizaron una topografía del cráneo,
dividiéndolo en 37 áreas en cada una de las cuales se localizaba una facultad determinada.
Aunque el movimiento frenológico hoy en día ha perdido importancia, en ese momento fue un
propulsor del reconocimiento de las diferencias individuales, además de aportar la medición
objetiva de variables conductuales, fisiológicas y psicológicas.

Antecedentes científicos

Desde disciplinas tan diversas como la Psicofísica, la Estadística, la Biología evolucionista, la


Medicina o la Educación, se han identificado diferencias entre los individuos que no sólo dan
cuenta de la enorme variabilidad entre los seres humanos, sino de la importancia del estudio
sistemático de las diferencias a todos los niveles.
La Psicofísica aparece por primera vez con esta denominación de mano de Fechner (1801-
1887), médico y físico que pretendía probar, de forma experimental, la relación entre el cuerpo
y el alma. Su trabajo estuvo influido por los estudios de Weber (1795-1878) sobre los umbrales
diferenciales, y a través de un experimento consistente en sopesar objetos para conocer la
diferencia más pequeña de peso que un individuo podía percibir, descubrió que no todos los
individuos hacían la misma estimación (diferencias interindividuales).
La principal aportación de la Estadística fue el descubrir que ciertas medidas como la talla,
el peso o la amplitud del pecho seguían una distribución de frecuencias similar a la curva
propuesta por Laplace y Gauss. Quetelet (1796-1874) aplicó esta distribución de datos a
variables biológicas y sociales. Para Quetelet, en esa distribución se encontraba el verdadero
individuo que había dado la naturaleza y éste se situaba en la media, mientras que las
desviaciones de la misma reflejaban los errores de la naturaleza, por exceso o defecto. Desde
esta perspectiva, las diferencias individuales podían ser interpretadas como «errores» de la
verdadera dimensión o atributo objeto de estudio. Esta idea se mantuvo durante mucho tiempo
en la Psicología que, en ese momento, estaba más centrada en la búsqueda de leyes generales
que en los aspectos individuales.
Las teorías Biológicas Evolucionistas se desarrollaron durante el siglo XIX, siendo los
principales representantes Lamarck, Darwin y Spencer. Lamarck (1744-1829), en su estudio
sobre los animales invertebrados, va a plantear que los organismos cambian y que este proceso
depende de las influencias del medio ambiente. Darwin (1809-1882), en sus viajes alrededor del
mundo, observó que existían distintas formas naturales que se adaptaban de un modo
extraordinario al hábitat en el que vivían. A partir de estas observaciones, un tanto
asistemáticas, dedujo que la naturaleza era capaz de producir distintas variaciones entre los
seres vivos y que algunas eran seleccionadas para perpetuarse. Con su obra El origen de las
especies (1859) negó la inmutabilidad de las especies, afirmando que las diferencias
individuales eran las que permitían la selección natural siendo los mejor dotados los que tenían

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más posibilidades de adaptación y supervivencia. También sugiere que a partir de los cambios
adaptativos, las especies se diferenciarán del tronco común, y que los ambientes también
cambian, seleccionándose nuevos rasgos para su perpetuación.
En esta misma época, desde la Biología, Mendel (1822-1884), experimentando con el cruce
de plantas, demostró que la combinación fortuita de factores hereditarios determinaba la
singularidad del ser vivo. Elaboró los primeros modelos sobre la transmisión hereditaria de
características físicas, estableciendo las combinatorias que explicaban por qué un nuevo ser
tenía aspectos comunes con sus progenitores, aunque fuera diferente a éstos. Posteriormente, las
leyes de la genética mendeliana se expandieron a la Psicología, desarrollándose infinidad de
trabajos que pretendían demostrar la heredabilidad de las distintas características psicológicas.
Los avances médicos también permitieron crear taxonomías sobre las enfermedades, lo que
contribuyó al avance de la Psicología, en general, y de la Psicología diferencial, en particular.
Dentro de esta área resultaron de especial interés las aportaciones de la Psiquiatría que, en su
afán por clasificar las distintas alteraciones mentales sentó las bases de los sistemas
caractereológicos. Es de destacar la clasificación de Pinel (1745-1826), la de Esquirol (1772-
1840) o la de Kraepelin (1856-1926) que permitieron elaborar material para explorar la
sintomatología de los pacientes, creándose muchos de los métodos de evaluación conocidos
(entrevistas, tests...).
En el campo educativo destacó el interés por educar a todas las personas del mismo modo,
dando igualdad de oportunidades. Esto promovió que el Estado contratase a psicólogos
especializados en detectar las diferencias educativas o de aprendizaje con el objetivo de
solucionar esas diferencias. Por tanto, aunque más que la diferencia, interesaba la igualdad, las
primeras eran importantes en la medida en que aportaban conocimiento sobre el
comportamiento humano. Además, fue una etapa en la que se diseñaron diversas pruebas que
pretendían evaluar las capacidades cognitivas y/o intelectuales de los individuos.
Todas estas disciplinas contribuyeron a despertar el interés por las diferencias individuales
en la medida en que proponían métodos para medir y clasificar los comportamientos humanos.
Aunque, en un principio, el objetivo fue buscar leyes generales que explicasen el
comportamiento, en la búsqueda de esas similitudes surgieron diferencias. De ahí que resulte
complejo separar los antecedentes históricos de la Psicología Diferencial de los de la Psicología
General.

Consolidación de la Psicología Diferencial

Muchas disciplinas, como se ha señalado, han reconocido las diferencias individuales, pero el
estudio sistemático de las mismas, según los distintos manuales de Psicología Diferencial, se
atribuye a Galton desde Inglaterra y a Binet desde Francia. Ambos se interesaron no sólo por
explicar las diferencias individuales sino por generar procedimientos de medida que permitieran
demostrar empíricamente estas diferencias, a las que ya habían aludido sus antecesores.
También destaca el trabajo de Cattell, que desde un punto de vista aplicado, «traslada» todo este
movimiento que se estaba produciendo en Europa a Estados Unidos.

«Galton y su planteamiento diferencialista»


Los orígenes científicos de la Psicología Diferencial se atribuyen a Francis Galton (1822-
1911), siendo el primero en analizar experimentalmente las diferencias humanas. En base a la
teoría de su primo Darwin, sobre la evolución, propone que la selección natural es responsable
de las diferencias individuales entre los miembros de una determinada especie. En su libro
Hereditary genius, publicado en 1869, hizo un análisis biográfico de familias inglesas en las que
el progenitor era un hombre eminente, y observó que sus descendientes seguían una línea
similar en cuanto a nivel de ejecución, de ahí que pensase que la inteligencia y otras
características mentales podían heredarse. Casi paralelamente, aparecen las leyes de la herencia
de Mendel lo que contribuyó al desarrollo de su teoría. Para demostrar la influencia de la
herencia también realizó estudios con gemelos. Galton obtuvo datos objetivos de un gran
número de individuos emparentados y no emparentados, con el propósito de descubrir el grado
de semejanza o diferencia entre ellos. En 1882 creó en Londres el Laboratorio Antropométrico

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en el que medía directamente ciertas variables psicológicas a través de tareas experimentales.


Los tests empleados por Galton se basaban en la utilización de objetos para medir las
capacidades sensoriales (visual, acústica y cinestésica). Con los datos obtenidos, Galton
confeccionó tablas, gráficas, valores medios, etc., basándose en la curva normal de Gauss
(1809) e ideó un esquema explicativo que permitía relacionar variables. Posteriormente Pearson
(1857-1936), uno de sus discípulos, sería el que diseñara la expresión matemática que
actualmente se conoce como el coeficiente de correlación con su nombre. Galton también ha
sido considerado el precursor del estudio del tiempo de reacción en tareas de discriminación
sensorial. El creía que toda la información pasaba a través de los sentidos y que cuanto más
capaz fuese el individuo a la hora de percibir, más dotado estaría intelectualmente. Tal vez, el
principal inconveniente del planteamiento de Galton fue el movimiento eugenésico que
promovió y en el que se abogaba por la selección de los mejores dotados para mejorar la especie
humana. Esta interpretación de la selección natural y de la heredabilidad creó grandes debates,
desafortunadamente aún vigentes, acerca de la superioridad de unos grupos frente a otros. En
cualquier caso, Galton contribuyó a establecer un área de estudio propia siendo el primero en
plantear el problema de las diferencias individuales, en promover el uso de los tests y en
emplear procedimientos matemáticos para construir y analizar las diferencias.
«La propuesta integradora de Cattell»
James McKeen Cattell (1860-1944) trabajó con Galton en Inglaterra y con Wundt en Alemania,
por lo que pudo integrar las ideas del primero, sobre la importancia de los procesos sensoriales
en la comprensión de la inteligencia, con el planteamiento experimental del segundo,
interesándose en la medida y evaluación. A su regreso a Estados Unidos promovió el uso de la
evaluación y, sobre todo, introdujo el término test mental. Cattell creía que la agudeza del
individuo para hacer discriminaciones sensoriales reflejaba una capacidad general y sólo podían
evaluarse con cierta precisión los procesos básicos, pero no los procesos complejos o
superiores.
La primera vez que Cattell habla del término test mental es en 1890 describiendo una serie
de pruebas que aplicaba anualmente a los universitarios para determinar su nivel intelectual. Sin
embargo, las pruebas diseñadas por Cattell no mostraron los resultados previstos, pues no sólo
existía poca correspondencia entre uno y otro test sino que aparecían divergencias en una misma
persona, evaluada en distintas ocasiones. Además, los resultados apenas se correspondían con
las calificaciones académicas y con las valoraciones independientes del nivel intelectual que
estimaban los profesores. A pesar de ello, influyó en los trabajos de autores americanos y
europeos, destacando el alemán Ebbinghaus, que desarrolló algunas de las pruebas de Cattell,
creando el test de completar frases en textos con sentido. Y Thorndike que fue uno de los
pioneros en plantear la existencia de múltiples capacidades intelectuales frente a la idea que
subsistía de capacidad unitaria.
«Aportaciones de Binet a la Psicología Diferencial»
Galton y Cattell habían defendido un modelo funcionalista asociacionista en el que no
existían diferencias cualitativas entre los procesos involucrados en las tareas simples (por
ejemplo, tiempo de reacción) ni en los procesos relacionados con las tareas complejas (por
ejemplo, solución de problemas) aunque ambos se centraron, sobre todo, en el estudio de tareas
simples, sensoriales y motoras. Alfred Binet (1857-1911) va a adoptar un modelo en el que
incorpora la medición de procesos complejos que tienen lugar en distintas situaciones vitales y
que reflejan la inteligencia del individuo. El gobierno francés estaba interesado en identificar a
los niños con más o menos éxito escolar y propuso a Binet, junto con Simon, el desarrollo de un
informe en el que analizaran las variables implicadas. Así, se diseñaron tests que medían
capacidades complejas como abstracción, atención, sugestión, fuerza de voluntad, comprensión,
memoria o las actitudes morales con las que fueron capaces de detectar las diferencias
individuales en ejecución escolar. En 1904, aparece el primer test de inteligencia, en realidad
era una batería de test, consistente en una serie de 30 pruebas ordenadas en función de su
dificultad y agrupadas en niveles de edad. Las tareas estaban organizadas por grupos de edad,
para recoger los temas que la mayor parte de niños de esa edad eran capaces de resolver. Las
diferencias con la media del grupo permitían clasificar al niño como aventajado o desventajado
en relación al grupo. De este modo, Binet no solo clasificó los tests en grupos, según su

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dificultad, sino que además introdujo el concepto de edad mental como unidad de medida que
explicaría los resultados obtenidos en las distintas pruebas. Los tests de Binet rápidamente
fueron acogidos por los profesionales de todo el mundo, apareciendo traducciones en distintas
lenguas. Sus aportaciones al área de la Psicología Diferencial se centraron en el interés por las
diferencias individuales, el énfasis en el estudio de procesos mentales complejos, el desarrollo
de los test mentales junto con un procedimiento de medida riguroso y la función eminentemente
aplicada de sus trabajos.
Terman (1877-1956) hizo una de las revisiones más importantes de las escalas de Binet, que
fue conocida como la Stanford-Binet y es aquí donde se habla por vez primera del cociente de
inteligencia (CI), solventándose, así, el problema de la arbitrariedad que parecía existir con el
concepto de edad mental propuesto en un primer momento por Binet. El CI fue definido como
el cociente entre la edad mental y la edad cronológica obteniendo, así, un índice sobre el
desarrollo mental de un individuo dado. Estos primeros tests se administraban de forma
individual y requerían la pericia de un evaluador, tanto para aplicarlos como para interpretarlos.
Posteriormente, con la demanda del ejército por querer evaluar a gran número de individuos en
poco tiempo, bajo la dirección de Yerkes se crearon los test colectivos, apareciendo el Army
Alpha Test y poco después el Army Beta Test. El Alfa se empleó de modo general y el Beta era
una forma no verbal que se utilizaba con personas analfabetas y extranjeras. En ese momento, se
proponen también nuevas formas de clasificación, pues el concepto de edad mental no era
aplicable a población adulta, y se crean sistemas de puntuación basándose en las normas de
grupo. Con el transcurso del tiempo estos primeros tests que pretendían medir una capacidad
general, llamada inteligencia, fueron sustituidos por otros más específicos que intentaban
apresar distintas características de los individuos, como su capacidad espacial, verbal o
numérica. E incluso se desarrollaron pruebas que pretendían evaluar aspectos no intelectuales
del individuo como los intereses, pautas de ajuste y rasgos de personalidad. De este modo, la
medición de las variables psicológicas va a constituir un hito en la historia de la Psicología, en
general, y de la Psicología Diferencial, en particular.
En 1900, el psicólogo alemán William Stern (1871-1938) publica el primer libro sobre
diferencias individuales, en el que plantea la naturaleza de las diferencias, no sólo entre
individuos sino entre grupos, analizando además qué factores determinaban estas diferencias
(hereditarios, sociales, culturales o climáticos) y cómo se manifestaban las mismas,
identificando indicadores diversos como la expresión facial, escritura, etc. Analizó conceptos
como individualidad y normalidad/anormalidad, haciendo un recorrido por los distintos
métodos de evaluación usados hasta el momento (la introspección, la observación, la anamnesis
y los tests) y recogió algunos datos sobre diferencias individuales, tanto en capacidades básicas
y complejas como a nivel emocional. De hecho, fue Stern el que utilizó por primera vez el
término Psicología Diferencial. Aunque ésta era una disciplina que, de alguna manera, se venía
fraguando a lo largo de toda la historia de la Psicología.
El interés de filósofos clásicos y científicos del siglo XIX por conocer al ser humano y sus
características, unido a las necesidades sociales generadas tras la Revolución Industrial y la
Primera Guerra Mundial, así como el desarrollo de técnicas que permitieron la medición
psicológica, propiciaron el interés por las diferencias individuales, permitiendo el surgimiento
de la Psicología Diferencial como disciplina científica. Posiblemente, el hecho de que en esta
época hubiese un interés extremo en descubrir las leyes generales del comportamiento, al
mismo tiempo que se observaba mayor capacidad en algunos individuos frente a otros,
contribuyó a que las diferencias se trataran separadamente y a que se creara una disciplina
distinta, encargada de analizar la variabilidad en el comportamiento humano.

Concepto, delimitación y principios generales de la psicología de las diferencias humanas

En un contexto histórico, en el que interesaba fundamentalmente encontrar leyes generales que


explicasen el comportamiento humano, los investigadores de la época descubrieron que, hasta
en los procesos más simples la diferencia era la norma y no la excepción.
El objetivo básico de la Psicología Diferencial es encontrar las regularidades que
explican el comportamiento de los individuos. Además, esta disciplina se ha esforzado en

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plantearse el estudio de las diferencias desde una perspectiva científica, lo que garantice que sus
descubrimientos no sean meras especulaciones. Por ello, utiliza un proceso hipotético-deductivo
y presta especial atención a la selección de los sujetos que forman parte de la investigación.
Desde un punto de vista rigurosamente científico, resulta imprescindible considerar la
diferenciación psicológica humana y tratarla como algo propio de la humanidad, ya que si
ignoramos la existencia de diferencias, el potencial psicológico del ser humano quedaría
empobrecido. De modo que la Psicología Diferencial se va a ocupar de las diferencias entre
individuos o entre grupos. Estas diferencias se pueden estudiar de forma transversal,
analizándolas en un determinado momento o de modo longitudinal, a través del ciclo vital.
Bachs (1980), la define como «el estudio comparativo de las diferencias psicológicas entre
los individuos, tanto en lo que concierne a la variabilidad interindividual, dentro de grupos
homogéneos, como a la variabilidad intergrupos (grupos que difieren por la edad, el sexo, el
medio social, la raza, etc.)» (pp. 14-15). Y Sánchez-Cánovas y Sánchez-López (1999)
consideran que «la Psicología Diferencial es la disciplina científica que tiene por objeto
observar, describir, medir, predecir y explicar las diferencias en conducta entre individuos y
entre grupos, con el fin de extraer y formular regularidades, tomando en consideración las
variables pertenecientes al sujeto, las pertenecientes a la situación y la interacción entre ambas.
Los conocimientos alcanzados pueden utilizarse, en su caso, como base para la intervención, es
decir, para modificar esas diferencias» (p. 39). Además, añaden, que la conducta no es sólo lo
visible, sino toda actividad psíquica, que no sólo interesan los resultados sino los procesos
mediacionales, que las diferencias no deben analizarse exclusivamente desde un punto de vista
cuantitativo, sino también en función de cómo se organizan las variables en cada individuo. Por
tanto, la Psicología Diferencial va a centrar sus objetivos en el estudio de la diversidad y de la
individualidad, investigando los mecanismos que median en las distintas funciones, procesos y
conductas.
Durante mucho tiempo, la Psicología Diferencial se centró más en los resultados que en los
procesos psicológicos. No interesaba cómo se producía el comportamiento, sino la variabilidad
del comportamiento en sí misma. Para ello, la Psicología Diferencial ha tenido que emplear a un
gran número de individuos que sean representativos de la población, poner a prueba sus
hipótesis y generar teorías explicativas acerca de las diferencias. El procedimiento habitual ha
sido partir de un tratamiento estadístico de los datos, para elaborar normas o baremos que
permitan situar a cada individuo en una posición determinada en relación al grupo de referencia
y, basándose en estos baremos, comparar el rendimiento de los individuos. En los años 60 y 70,
con la revolución cognitiva, y queriendo resolver algunos de los inconvenientes que había
planteado la investigación centrada en los resultados, comenzó el interés por el proceso, es
decir, por cómo opera nuestra mente. Además, en paralelo se fue fraguando otra línea de trabajo
en la que el objetivo fundamental era establecer el origen de las diferencias, tanto desde un
punto de vista genético como socioambiental. Gran parte de la investigación en Psicología
Diferencial ha sido aplicada, interesándose por la selección y orientación vocacional pero sin
crear modelos teóricos y leyes que explicasen las diferencias. En general algunas de las
características que permiten identificar el objeto de estudio de la Psicología Diferencial serían
las siguientes:

1. Su interés por entender cómo funcionan los individuos partiendo de que son diferentes,
pero sin negar lo común. Actualmente, la dicotomía individual frente a general parece
estar superada y cada vez se insiste más en la complementariedad de la Psicología
experimental y la correlacional.
2. El interés por las leyes que explican las diferencias entre los individuos, por lo que no
es una ciencia estrictamente idiográfica sino que también utiliza un enfoque nomotético.
3. Aunque la Psicología Diferencial tuvo y tiene una utilidad aplicada, no se restringe a
este campo de actuación, pues el objetivo último que se plantea es el estudio de las
diferencias para explicar y predecir el comportamiento humano desarrollando, así,
teorías y leyes sobre el funcionamiento de los individuos.
4. Se nutre de la Psicometría, puesto que es básico evaluar y analizar esos datos para llegar
a desarrollar las leyes a las que aludíamos anteriormente, pero evidentemente no

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Tema 4. Aspectos históricos, conceptuales y principios generales de la Psicología de las Diferencias
Humanas (Adaptado de Matud; Marrero & Caballeira; Sánchez) (curso 2016/2017)

podemos decir que sea la misma disciplina.


5. La Psicología Diferencial desarrolla sus propios modelos basándose en el estudio de las
diferencias y no hace extrapolaciones a partir de los modelos generales.
6. Aunque la Psicología Diferencial utilice la metodología correlacional, no es el único
método empleado. En los últimos años se han ido incorporando otras estrategias
metodológicas tales como, la metodología experimental, el enfoque cualitativo, el
metaanálisis, etc.
7. Aunque en un comienzo, la Psicología Diferencial resaltaba el componente genético de
muchos comportamientos y características psicológicas, reconoce la importancia del
ambiente y estudia, cada vez más, cómo influye la situación en el comportamiento del
individuo.
8. La Psicología Diferencial no estudia sólo las variables del sujeto sino también las de la
situación.
9. Su campo de estudio abarca mucho más que la inteligencia, aunque ésta haya sido un
área con gran número de publicaciones.
10. A la Psicología Diferencial no sólo le interesan las diferencias cuantitativas sino
también las cualitativas, así como los procesos mediacionales implicados en las
diferencias en comportamiento.
11. En definitiva, dado que las diferencias son algo universal e indestructible se deben
comprender, aceptar y utilizar para el bien común. Además, su descubrimiento puede
tener un fuerte impacto en las decisiones políticas y sociales de un país ya que, en la
medida en que se detecten diferencias y/o desigualdades entre los individuos, los
responsables políticos tendrán que crear recursos y políticas educativas, de empleo o
sanitarias, que palien esas desigualdades contribuyendo, así, a eliminar muchos de los
estereotipos y/o prejuicios que existen en la sociedad. En cualquier caso, el detectar
diferencias y crear políticas que las contrarresten, tampoco debe suponer el crear una
uniformidad entre todos los individuos, pues las diferencias siempre van a existir.
Continuaremos diferenciándonos en aptitudes, en intereses y valores, en personalidad,
etc., por lo que tenemos que respetar la opción de cada individuo a tomar determinadas
decisiones sobre su estilo de vida.

Variabilidad interindividual

Probablemente, las diferencias interindividuales han sido, dentro del objeto de estudio de la
Psicología Diferencial, una de las áreas que más importancia ha tenido, sobre todo, porque son
diferencias que no suelen pasar desapercibidas. A nivel lego, todos los individuos se reconocen
diferentes ante sus semejantes y, mientras unos destacan en determinadas capacidades o
habilidades, otros lo hacen en capacidades diferentes. El estudio de las diferencias
interindividuales se refiere al análisis del lugar que ocupa una persona con respecto a otra, o a
un grupo, en una característica psicológica determinada. Este acercamiento ha constituido el
principal objeto de estudio de la Psicología Diferencial. En él se describe y analiza la variación
transversal en las características psicológicas entre individuos de una misma especie y
población, en unas coordenadas de espacio y tiempo similares.
El interés de la Psicología Diferencial por detectar estas diferencias de una forma objetiva
permitió que se desarrollasen procedimientos de medida del comportamiento humano.
Normalmente, se estudian las diferencias en dos grandes sistemas: el cognitivo y el afectivo-
motivacional. El sistema cognitivo se refiere a las operaciones mentales y/o procesos
implicados en el manejo de la información. El sistema afectivo-motivacional recoge las
necesidades, sentimientos o emociones que guían nuestro comportamiento. Ambos están
interactuando para explicar el comportamiento humano y de ambos dependen, no sólo la toma
de decisiones, sino el mantener o no un estilo de comportamiento.

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Tema 4. Aspectos históricos, conceptuales y principios generales de la Psicología de las Diferencias
Humanas (Adaptado de Matud; Marrero & Caballeira; Sánchez) (curso 2016/2017)

Variabilidad intraindividual

Las diferencias intraindividuales se refieren a la variabilidad que se produce en el mismo


individuo. Las personas se pueden comportar de modos distintos ante la misma situación en
función del ciclo vital, y también, se produce variabilidad intraindividual cuando el individuo
difiere en distintas características psicológicas o cognitivas, de modo que predominan unas
frente a otras. Las diferencias intraindividuales aluden a los distintos aspectos
comportamentales, cognitivos, afectivos, etc., que configuran al individuo. Algunos autores
hablan de diferencias intraindividuales sincrónicas y diacrónicas. Las sincrónicas son las que
reflejan cómo está organizado el individuo en determinados rasgos o dimensiones; y las
diacrónicas se refieren a los cambios que se dan a lo largo del tiempo, es decir, a las diferencias
en distintos períodos vitales, fruto, la mayor parte de las ocasiones, del aprendizaje y la
maduración.

Variabilidad intergrupal

Las diferencias intergrupales hacen referencia a aquellas que aparecen al comparar a grupos de
individuos que, previamente, han sido clasificados siguiendo algún criterio. El hecho de poseer
ciertas características físicas, ya sea el color de piel, la constitución corporal o las características
sexuales hace que se establezcan ciertas distinciones a otros niveles, la mayor parte de las veces,
impuestas social y culturalmente. Si la sociedad considera que esas características diferencian a
los individuos, esta creencia determinará, en parte, las características de su conducta y tendrá
una influencia sobre el desarrollo intelectual, emocional y personal. Por otro lado, la pertenencia
a un grupo no sólo fomenta ciertos modos de actuación, sino que las reacciones de los demás
hacia el individuo estarán influidas por el conocimiento del grupo al que pertenece. Y el
individuo, a su vez, actuará en función de las actitudes sociales que encuentre. Las diferencias
intergrupales más estudiadas han estado basadas en la raza o etnia, la clase social, la
inteligencia, el sexo y la edad. Estas clasificaciones de los individuos en determinados grupos
son para la Psicología, obviamente, arbitrarias, en el sentido de que una persona por ser
asignada a un grupo social, no implica que no pueda formar parte de otro grupo diferente. En
investigación, hay ocasiones en que interesa analizar las diferencias intergrupales con el
objetivo último de identificar aquellas desventajas que pueden tener ciertas personas por su
condición social y suplir las deficiencias con programas de entrenamiento o mejora.

Las diferencias, ya sean intraindividuales, interindividuales o intergrupales, serán objeto de


estudio científico por parte de la Psicología Diferencial, con el objetivo principal de hallar unas
regularidades básicas, que sean capaces de explicar las acciones, tanto de las personas como de
los grupos.

CONCEPTOS RELACIONADOS CON LA PSICOLOGÍA DIFERENCIAL

A lo largo de toda la historia de la Psicología Diferencial se han sucedido distintas concepciones


explicativas, análisis metodológicos y modelos específicos sobre las diferencias, existiendo dos
modos genéricos de acercarse al comportamiento humano, según el rendimiento o ejecución, y
según el estilo u organización del comportamiento. En el primer caso, se habla de la capacidad
que tiene el individuo para comportarse de un modo determinado y, en el segundo, a la forma en
que lo hace.
En Psicología diferencial han sido claves los conceptos de capacidad, rendimiento y
habilidad. Por capacidad o aptitud entendemos la potencialidad que tiene un individuo para
desarrollar determinadas tareas o funciones. El potencial no es de gran utilidad para analizar las
diferencias individuales pues dos personas pueden tener el mismo potencial y no tener el mismo
rendimiento. Juan-Espinosa hace un análisis muy ilustrativo de lo que es la aptitud y señala que,
además de entenderla como potencial, se debe considerar como un logro pues «uno puede tener
la capacidad de aprender, pero por diversas razones no puede adquirir conocimiento». La
aptitud en términos de potencialidad es estable en el tiempo, mientras que, entendida como

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Tema 4. Aspectos históricos, conceptuales y principios generales de la Psicología de las Diferencias
Humanas (Adaptado de Matud; Marrero & Caballeira; Sánchez) (curso 2016/2017)

logro, es variable y modificable en función del entrenamiento y de las condiciones concretas en


que se haya evaluado. En algunos contextos se emplean los conceptos capacidad y aptitud de
modo diferente, la capacidad tendría una implicación más general y la aptitud tendría un
contenido más específico.
El rendimiento o ejecución se puede definir como el resultado cuantitativo obtenido ante
una tarea en función de un criterio de adecuación. Este resultado va a depender de distintos
aspectos del individuo como son sus capacidades o las estrategias que utiliza para resolver la
situación-problema, el interés y la motivación por la situación, etc.
Las habilidades o destrezas son aquellas competencias que están presentes en el momento
de realizar una tarea y que pueden desarrollarse a través del entrenamiento o la práctica.
Otros términos son los que siguen a continuación. La estabilidad (temporal) se refiere a la
persistencia de la conducta a lo largo del tiempo, la cual puede ser consistente o específica. La
consistencia (transituacional) tiene que ver con el mantenimiento de la conducta en distintas
situaciones. La conducta consistente necesita de un mínimo de estabilidad. La especificidad
(situacional) significa que la conducta es específica de la situación en la que ocurre. La misma
puede ser estable o inestable.
Por último, otro concepto clave es el de rasgo. Las concepciones habidas con el mismo
pueden sintetizarse en tres: a) como característica distintiva de un sujeto o grupo humano, lo
que permite clasificar, ordenar e incluso construir taxonomías; b) como «fuerza psíquica»
dispositiva de la conducta; tiene un carácter de generar una tendencia que facilita y orienta la
conducta; c) como estructura facilitadora de cierto tipo de situaciones; es una consistencia
elaborada por integración de conductas. Incluye, pues, características innatas (color de ojos) y
adquiridas (prudencia), siendo estas últimas las que interesan a los psicólogos. Suelen
distinguirse dos grandes grupos de rasgos: los unipolares (constante, la calidad y variable, la
cantidad; p. ej., la estatura) y los bipolares (la cantidad comporta cambios de cualidad; por
ejemplo, introversión-extraversión).

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