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Apocalipsis

Introducción
Damos la bienvenida a los oyentes que se incorporan a nuestro
programa "La Fuente de la Vida", quizá por vez primera. Hoy
comenzaremos el último de los libros de La Biblia, las Sagradas
Escrituras, que hemos estudiado juntos, con miles de personas,
en los últimos casi cinco años. El autor de este estudio que
recorre este gran compendio de 66 libros, el Dr. Vernon McGee,
al llegar a este punto del programa escribió lo siguiente: "estos
estudios fueron escritos para una audiencia radial, con un
lenguaje coloquial y accesible para todos, y no deben ser
considerados como un comentario técnico o teológico de toda la
Biblia, aunque detrás de cada estudio hay una exhaustiva
investigación y estudio. Pretendemos que, tanto, la forma como
el contenido de cada emisión radial, llegue a ser comprensible y
estimule a cada oyente a desear más de Dios y de Su Palabra.
Comenzaremos el estudio de este último libro de la Biblia, el
Apocalipsis, con muchas expectativas. Dedicaremos algún
tiempo a la introducción de este maravilloso y singular libro.
Este es el sexagésimo sexto libro de la Biblia, y para comprender
la magnitud y la profundidad del mismo, necesitamos conocer
los otros 65 libros anteriores. Sabemos que muchos de nuestros
estimados oyentes nos acompañan fielmente desde el principio
del programa, cuando comenzamos el estudio en el primer libro
de Génesis hace ya casi 5 años. Para la mayor comprensión del
texto bíblico que comenzaremos, el Apocalipsis, es necesario
tener una amplia información de todo lo que dice la Biblia, de
todo el conjunto de pensamientos, planes y sentimientos de
Dios plasmadas en sus páginas. Es necesario tener una
información previa, como los estudios previos que hemos tenido,
para adentrarnos confiadamente en temas complicados como
son las decisiones que Dios ha tomado con respecto a Su
creación, la raza humana, el ser humano como individuo, y de
todo lo que ha ocurrido y ocurrirá en este planeta Tierra,
creación y obra Suya.
El libro de Apocalipsis es un libro nada fácil o sencillo para
estudiar y ser explicado de forma comprensible porque nos
encontramos con dos posibles dificultades: primero: el oyente,
que quizá no comprenda algún tema, por falta de información
previa que ayude relacionar algunos puntos con diversas citas
bíblicas ya explicadas, y segundo, el clima de rechazo,
escepticismo e incredulidad que impera en todas las esferas de
nuestro tiempo, nuestro siglo XXI.
El fracaso de modelos creíbles, en nuestro tiempo, que nos den
plena confianza y esperanzas, son muy escasos. Los
educadores, desde aquellos dedicados a los pre-escolares hasta
aquellos que ejercen en la esfera universitaria, son el colectivo
de profesionales que, por estadísticas y estudios en ese campo,
más necesitan de apoyo y ayuda psicológica. Les es muy difícil
impartir sus enseñanzas sin ser cuestionados continuamente,
por alumnos y por los padres, sobre su autoridad moral, ética y
pedagógica. Hay una gran carencia y ausencia de un liderazgo
coherente y equilibrado en el mundo. Faltan voces creíbles,
líderes creíbles, que apoyan lo que proclaman, con el estilo de
vidas y signifique y sirvan como ejemplos al enfrentar los
problemas reales de este sufrido planeta Tierra. Se habla mucho,
pero se dice muy poco que realmente valga la pena escuchar, y
más aún, creer.
La raza humana, toda la Humanidad nos encontramos atrapados
en un pantano moral y ético, y hasta "humano". Unos, por
imponer y anteponer sus criterios interesados, por el poder que
da la violencia y la fuerza ejercida sobre otros más desasistidos
o débiles, quiénes a su vez, carecen de la ayuda y la fuerza
necesaria para salir de un círculo, viciado también por la
ambición de poder. Vivimos en tiempos difíciles, donde el blanco
no es tal, sino "casi lo contrario", donde la "palabra" y una
"promesa" no se toman de forma literal. Los jóvenes viven una
época de privilegios, con muchas las facilidades a su alcance,
pero los valores sólidos se han desdibujado, las líneas entre el
"bien y el mal", ya no son tan definidas, y los adultos les
estamos dejando como difícil legado y herencia: un mundo
contaminado, en su hábitat, la naturaleza, pero también en los
aspectos espiritual, morales y éticos. Son tiempos complejos
también para la iglesia. Ser creyente, creer en Jesucristo, en la
Biblia, y en un solo y único Dios, no es nada fácil, aunque se viva
y disfruta de los derechos de una ley de libertad religiosa,
amparados por una Constitución que declara la igualdad de todo
ser humano, hace muy difícil. El Dr. Carl Ray escribió hace
muchos años, después de la segunda guerra mundial, lo
siguiente: "Yo tengo temor, todos los científicos que conozco
tienen temor, están atemorizados por las vidas de la
Humanidad, y están atemorizados también por la propia vida,
suya y la de sus descendientes". Estimado amigo oyente, este
es el verdadero cuadro de nuestros tiempos.
Los líderes y dirigentes religiosos de todo el mundo ofrecen
sugerencias y propuestas, pero no tiene tampoco la receta
mágica para hacer de este mundo un sitio mejor, más solidario,
más justo, más equitativo, más generoso y amable. Algo notable
es el florecimiento de nuevas y distintas creencias y prácticas
que, por lo visto, están llenando un vació espiritual. A pesar de
tanta superficialidad, en el llamado "primer mundo", hay un
hambre de trascendencia, de querer y necesitar entender los
tiempos que vivimos, y sobre todo, lo que viviremos en un
futuro, ya sea próximo o muy lejano. La gente necesita
esperanza y confianza, necesita creer en algo y en alguien, y
cuanto más exótico, o extraño, mejor. A pesar de ese reconocido
vacío espiritual, la iglesia, como institución, ha comenzado a
perder en membresía. Podríamos citar varias fuentes, de
escritos y conferencias ofrecidas por filósofos y pensadores
actuales que opinan sobre la inseguridad interior del ser
humano, de su búsqueda y necesidades espirituales y anímicas
en un mundo materializado y carente de valores perdurables.
Por todo lo mencionado, sí se ha percibido un renovado interés
en predicciones centenarias, hasta hay curiosidad por las
profecías de la Biblia. Esto ha llevado a extrañas y absurdas
interpretaciones de las Sagradas Escrituras. Hay personan que
han comenzando a establecer hechos y fijar fechas, e
interpretan el Apocalipsis como un evento que está ocurriendo
en la actualidad, o que ha sucedido recientemente.
Amigo oyente, al comenzar este interesante libro, afirmamos
que el libro de Apocalipsis no es un libro difícil. Es el libro mejor
ordenado de la Biblia, no hay otro libro pues, tan estructurado
como es el libro de Apocalipsis. Este libro se divide a sí mismo,
en varias secciones. Juan, el apóstol y autor también del
evangelio que lleva su nombre, manifiesta que a él se le ha
indicado que debe escribir las cosas que ha visto, las cosas que
son, y las cosas que serán; o sea, el pasado, el presente y el
futuro de toda la civilización, de toda la humanidad, de todo ser
humano. Veremos, más adelante que este libro se divide a sí
mismo, como no lo hace ningún otro libro, en una serie de siete
secciones.
Ahora, hay otro tema que deseamos aclarar, a modo
de introducción. Cuando comencemos nuestro estudio de
Apocalipsis, vamos a demostrar la validez de todo lo afirmado
aquí. Hay aquellos que afirman que este libro es en su totalidad,
completamente simbólico. Estimado amigo oyente, el libro de
Apocalipsis tiene que ser aceptado de forma literal, pero si nos
encontramos con una figura o mención simbólica, será
claramente identificado como tal, como algo simbólico de la
realidad. La realidad será mucho más "real" que los símbolos,
por la sencilla razón de que Juan utilizó algún símbolo para
describir una realidad.
Por lo tanto, no podemos ni debemos permitirnos entrar en el
libro de Apocalipsis y tratar de sacar de él algunos de estos
maravillosos cuadros que nos presenta Juan, el apóstol. El libro
de Apocalipsis es profético, porque nos habla del futuro. Cuando
lo que fue dado a Juan, era profético, todo el contenido de la
profecía estaba proyectado hacia el futuro, aun comenzando con
el Cristo glorioso resucitado. Juan pudo verle a Él, como Él es en
el presente, pero esa visión, una vez dada a Juan, ya pertenecía
al pasado de Juan, es decir, que tuvo que escribir y describir una
visión que le fue dada un tiempo antes, no en el momento
mismo de escribir lo visto. Pero, tenemos que comprender que
Juan había recibido una visión del Señor Jesucristo, como Él es
hoy, ahora. Así es que, la Iglesia de Jesucristo, nos es
presentada en un cuadro de siete iglesias que en realidad
existían, iglesias verdaderas. Todavía se pueden visitar los siete
lugares, en d, y contemplar las ruinas de estas iglesias locales
en el presente, y al hacerlo podemos apreciar cómo Juan estaba
hablando a una situación local., aunque también estaba dando
la historia de la iglesia.
Al comienzo del capítulo 4, la iglesia ya no se menciona más. En
realidad, la iglesia ya no se menciona más en todo el libro de
Apocalipsis. Ahora, alguien quizá nos diga: ¿quiere usted decir
con eso, que ya deja de existir? Bueno, la iglesia y lo
estudiaremos más en detalle, sale, se marcha de esta tierra y se
traslada al cielo. ¿Qué es lo que le sucede a la Iglesia? Bueno, la
Iglesia es la novia, y llega mediante ese traslado al Cielo, a la
presencia de Dios, a ser la esposa de Cristo. Y estudiaremos el
significado de este evento en detalle. Volveremos a ver a la
iglesia, como esposa, en la última parte del libro de Apocalipsis.
¡Qué cuadro, estimado amigo oyente!
Comenzando con el capítulo 4, todo el texto bíblico se expresa
como en el futuro. Así es que, cuando alguien trata de sacar del
libro de Apocalipsis alguna visión, ya sea el hambre, o la guerra,
o circunstancias tan dramáticas como estas simplemente no
encajarán, no le dará ningún resultado. Por lo tanto, debemos
permitirle a Juan, el autor, que nos diga las cosas tal cual son,
tal cual él las vio. Y amigo oyente, necesitamos que la Biblia que
nos hable de esa manera, clara, directa y sencillamente. Esa es
la razón por la cual entramos a este libro con mucho temor y
temblor.
Ahora, es interesante destacar que la profecía está siendo
desarrollada en el presente tiempo. Las grandes doctrinas de la
Iglesia han sido desarrolladas en ciertas épocas. Al principio, fue
elaborada la doctrina de las Escrituras, de la Palabra de Dios.
Luego, le siguió la doctrina de la persona de Cristo, o sea, la
Cristología. Después, se le dio forma a la doctrina de la
salvación. Y así podemos seguir, y ahora estamos viviendo en un
tiempo cuando la profecía está siendo desarrollada, y es
necesario poner mucho atención y cuidado a quien escuchamos,
que voces oímos, para discernir con sabiduría, la verdad, entre
muchas mentiras y conceptos erróneos.
Cuando un grupo de peregrinos ? inmigrantes, diríamos en la
actualidad- salieron para América, el pastor en la ciudad de
Leyden, Holanda, les recordó algo, que quisiéramos citar ahora,
dijo: "El Señor tiene muchas verdades aún que revelar de Su
Santa Palabra. Lutero y Calvino, grandes personajes de la
Reforma, eran luces brillantes en sus épocas, aún así, no
penetraron con su entendimiento la totalidad del consejo de
Dios. Vosotros, que os marcháis a lugares desconocidos, estad
listos para recibir cualquier verdad que sea dada a conocer a
ustedes, por la Palabra escrita de Dios". Ahora, Dios no está
revelando ninguna verdad nueva y diferente dándole a usted
una visión, o un sueño, o una nueva religión. Dios hoy está
revelando Sus verdades por medio de Su propia Palabra. Así es
que, necesitamos tener mucho cuidado.
El siglo XX ha sido testigo, como hemos dicho ya anteriormente
de un renovado interés en la escatología. Esa es la doctrina de
"las cosas postreras", o dicho en el lenguaje común, es la
doctrina de la profecía. Especialmente desde la primera guerra
mundial, se dieron grandes pasos en el campo de la profecía
bíblica, y en especial en las últimas dos décadas del siglo XX. En
realidad, se le ha dado nueva vida a esta fase de las Escrituras.
Toda esta atención ha alumbrado un estudio más profundo sobre
el contenido del libro de Apocalipsis.
Aún en esta nueva serie de estudios sobre el Apocalipsis, en la
cual pasaremos tres meses, vamos a tratar de evitar los escollos
de lo novedoso. Del mismo modo, trataremos de no reiterar
continuamente con expresiones ya muy conocidas. Hay muchas
obras que tratan sobre el libro de Apocalipsis que son
sencillamente una fotocopia de otras obras. Podremos tener más
libros en nuestra biblioteca sobre el libro de Apocalipsis, pero la
mayoría de ellos no son otra cosa sino una copia de algo que ya
se había escrito anteriormente.
En nuestro próximo programa, si Dios lo permite, vamos a
dedicar más tiempo a una ampliación de la introducción, y
esperamos llegar hasta el umbral de este libro. Presentaremos
las diferentes teorías de interpretación del Apocalipsis, de este
último libro de la Biblia. Existen en realidad cuatro teorías
diferentes de interpretación, cuatro maneras distintas de
aproximarse y entender este libro, pero esto lo veremos en
detalle cuando llegue el momento de presentar ese tema.
Identificamos otro posible peligro y como tal, debemos tratar de
evitarlo; es el peligro de pensar que el libro de Apocalipsis puede
ser presentado en un sencillo gráfico. Y, aunque personalmente
tenemos, y usamos, un gráfico para una enseñanza en directo,
es decir, alguna clase bíblica o Seminario, no lo vamos a usar en
este estudio. Un gráfico por lo general es demasiado
complicado, si uno coloca todo lo que debería figurar en él, y su
comprensión estaría limitada a los más entendidos; por otra
parte, si es tan breve, si es tan sencillo, para que todos puedan
comprenderlo, entonces no se podrá incluir toda la necesaria
información.
Ese siempre ha sido el peligro el que afrontamos. Tenemos
varios gráficos que diferentes personas nos han enviado,
hombres en los cuales tenemos mucha confianza. Uno de ellos
es tan complicado que necesitamos otro gráfico para poder
entender el gráfico mismo. Así es que, trataremos de indicar los
diferentes períodos o las diferentes etapas, al avanzar en
nuestro estudio de este interesante libro. Presentaremos un
cuadro completo, porque la Biblia comienza no sólo con una
vista global, sino con una vista universal. Dice, usted recordará:
En el principio creó Dios los cielos y la tierra". (Gn. 1:1). Y el libro
de Apocalipsis es otro libro que no es sólo un libro global, sino
un libro universal. Demuestra lo que Dios va a hacer con Su
universo y con Sus criaturas. No hay ningún libro que se le
asemeje.
Y vamos a detenernos aquí por hoy. Continuaremos, Dios
mediante, en nuestro próximo programa y esperamos poder
contar con su fiel sintonía. Mientras tanto, le sugerimos leer el
primer capítulo de Apocalipsis, para estar más familiarizado con
el texto bíblico y así poder acompañarnos con más información y
conocimiento, para mantenerse al tanto de lo que diremos
cuando demos inicio al estudio de este maravilloso libro. Todavía
nos encontramos en los preliminares, dada la gran importancia
de este libro. Tan pronto hayamos completado la necesaria
información previa para facilitar la comprensión de este texto y
hayamos completado el enfoque apropiado sobre los temas que
tenemos por delante, comenzaremos a considerar las verdades
bíblicas que tanto valor tienen para nosotros y nuestra vasta
audiencia.
Será, entonces, hasta nuestro próximo programa, amigo oyente,
y es nuestra ferviente oración ¡que la presencia de Dios inunde
su vida ahora y siempre!
Apocalipsis
Introducción (continuación)
En nuestro programa anterior, estimado amigo oyente,
concluimos con el pensamiento de que en el presente siglo 21,
con tantos asombrosos avances científicos y tecnológicos, sin
embargo estamos sufriendo un desgaste cultural, ético y moral
que supone un gran fracaso en el intento de mejorar,
globalmente, a nuestro planeta Tierra. La falta de modelos
creíbles, tanto de parte de muchos líderes y dirigentes políticos,
como de padres y educadores, han fomentado un clima de
desconfianza, inseguridad y desprecio hacia aquellos valores
que antaño eran necesarios y valorados "como imprescindibles"
en una sociedad que se preciaba ser moderna y sólida. Hay
mucha confusión, desorientación y desánimo entre las
generaciones más jóvenes. Son interesantes algunas citas que
hemos recopilado de personajes públicos conocidos.
El Dr. John R. Mott, después de concluir un viaje alrededor del
mundo dijo lo siguiente: "La era más peligrosa que el mundo ha
conocido es la del presente. Cuando pienso en la tragedia
humana, como la que vi y sentí, en la que los ideales cristianos
han sido sacrificados por intereses ocultos y egoístas; se me
ocurre que Dios debe estar preparando el camino para una
inmensa acción directa". Amigo oyente, éste es el tema del libro
de Apocalipsis. Dios está preparando al mundo para una acción
directa suya.
El gran estadista inglés Winston Churchill, antes de morir dijo:
"El tiempo que nos queda es corto". El Sr. Luce, quien fue
propietario y editor de las revistas Life, Time y Fortune, dijo en
una ocasión que en su juventud, siendo hijo de un misionero
presbiteriano en la China, él y su padre a menudo discutían
sobre la Segunda Venida de Cristo, porque pensaba que todos
aquellos que creían en esa enseñanza eran unos religiosos
fanáticos. A continuación el Sr. Luce comentó, y citamos sus
palabras: "Sin embargo, me pregunto si no había algo de cierto
en esa posición, después de todo".
Por su parte, el historiador norteamericano, Charles Beard, dijo:
"Por todo el mundo, los pensadores y filósofos sondean el
horizonte del futuro, y están tratando de fijar los valores de la
civilización, y están especulando en cuanto a su destino".
El Dr. William Yogt, en su libro "El Camino hacia la Civilización",
escribió: "La Escritura en la pared de cinco continentes nos dice
ahora que el día del juicio está a la puerta". El Dr. Raymond B.
Fosdick, quien fue presidente de la Fundación Rockefeller, dijo:
"A muchos oídos les llega el ruido de las pisadas del juicio. El
tiempo es corto".
Por su parte, H. G. Wells, antes de morir, declaró lo siguiente:
"Este mundo se encuentra en las últimas. El fin de todo aquello
que llamamos vida está a la puerta". El General Douglas
McArthur dijo: "Hemos tenido nuestra última oportunidad".
También, el ex-presidente norteamericano Dwight Eisenhower,
dijo: "Sin una regeneración moral a través de todo el mundo no
hay ninguna esperanza para nosotros. Vamos a desaparecer un
día en el polvo de una explosión atómica". El que fue Secretario
de Defensa de los Estados Unidos hace muchos años, el señor
James D. Forrestal, dijo: "En mi opinión, el estado de tensión
continuará por el resto de nuestras vidas, y la de nuestros hijos;
es un porvenir tenebroso, pero se aprecia un rayo de esperanza.
Nuestras vidas terrenales pueden ser cortadas en cualquier
momento por la voz del arcángel y la trompeta de Dios a la
venida de Cristo, quien es anunciado por segunda vez a un
mundo destrozado por las luchas".
De modo que, por mucho tiempo, amigo oyente, los hombres
que han ocupado altos cargos han intentado proyectar sus
reflexiones mirado hacia el futuro, y sus conclusiones no podían
ser más pesimistas, porque están convencidos de que
irremediablemente se avecinaba una gran crisis mundial. Nos
preguntamos lo que dirían si hubieran vivido en nuestros días,
en este siglo. Como resultado de esa incertidumbre económica,
social, de esa devaluación moral y ética se ha producido un gran
interés por las ciencias ocultas, los horóscopos y cartas astrales,
la magia y todo tipo de esoterismo. Además del florecimiento de
sectas y cultos, cada cual más extravagante e irracional,
también hay un creciente interés por la profecía bíblica. A través
de la historia de la Iglesia, ha habido muchas interpretaciones
de las profecías, pero se han determinado cuatro métodos o
sistemas diferentes de aproximación a la interpretación de las
profecías bíblicas, en su mayoría contenidos en el libro de
Apocalipsis, que son:
1.- La interpretación "preterista", o pretérita, que afirma que
toda el contenido de este libro ya ha sido cumplido en el pasado.
Que todo tenía que ver con referencias locales en los días de
Juan, el autor, y los difíciles tiempos bajo Nerón o Domiciano.
Este método alega que el propósito del libro de la "revelación",
el Apocalipsis, era el de consolar a la iglesia perseguida y que
fue escrito en un lenguaje simbólico que los creyentes, los
cristianos de esa época, pudieran identificar. Y aunque fue
ciertamente un gran consuelo para los hijos de Dios a través de
todos los tiempos, sin embargo si todo ya estaba concluido y
cumplido, este libro no tendría ningún valor para nuestros
tiempos presentes.
2.- La interpretación histórica determina que el cumplimiento es
una acción continuada en la historia de la iglesia, desde los
tiempos de Juan hasta el presente. Hasta cierto punto, esto es
verdad con respecto a las siete iglesias que mencionaremos más
adelante, pero es obvio que este libro es un libro profético.
3.- La interpretación histórico-espiritual, es un refinamiento de la
teoría histórica que fue presentada por el Dr. William Ramsey,
que identificó a las dos bestias como la imperial y provincial
Roma, y que el propósito del libro es el de animar a los
creyentes. Según esa teoría, el Apocalipsis ya se ha cumplido en
su mayor parte y que su contenido son mayormente lecciones
para la iglesia del presente.
El concepto que conocemos como amilenarismo ha adoptado
este punto de vista. Esto por supuesto disipa y derrota el
propósito del libro. En este sistema es sorprendente ver cómo
las cosas mencionadas pueden disiparse hasta el punto de
desaparecer, al ser calificadas, sencillamente, como símbolos.
4.- La interpretación futurista, mantiene el punto de vista que el
libro de Apocalipsis es primordialmente profético, y su
cumplimiento, será en el futuro, especialmente a partir del
capítulo 4 de Apocalipsis hasta el final del libro. Este es el punto
de vista de todos los pre-milenaristas, y es el punto de vista que
aceptamos nosotros; y que le presentaremos a usted, amigo
oyente. El libro de Apocalipsis comienza con una revelación de
Cristo glorificado; a continuación se nos presenta la Iglesia, y
toda la historia de la Iglesia es dada. Y, al final del capítulo 3, la
Iglesia es removida a los Cielos, y ya no la contemplamos como
"iglesia", sino como "la novia" que regresará a la Tierra,
juntamente con Cristo, cuando Él regrese para establecer Su
Reino, el Reino de los Mil Años, que Juan nos describe. Será un
tiempo de prueba, porque al final de ese período Satanás, el
enemigo de Dios y del ser humano, será liberado por un breve
espacio. Después, la rebelión final será aplastada y comenzará
la Eternidad. Este es el punto de visto acerca del Apocalipsis
mayormente aceptado.
Ahora veremos seis características singulares que encontramos
en este libro de Apocalipsis.
1.- Destacaremos que este es el único libro profético en el Nuevo
Testamento. Hay 17 libros proféticos en el Antiguo Testamento, y
solamente uno, el Apocalipsis, en el Nuevo Testamento.
2.- Juan, el autor, se remonta, retrocede y adentra mucho más
en la eternidad pasada que cualquier otro escritor en las
Escrituras. Hizo lo mismo en el Evangelio que lleva su nombre
que comienza con estas palabras: En el principio era el Verbo, y
el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. (Jn. 1:1).
Luego, Juan avanza hacia el tiempo de la Creación: Todas las
cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido
hecho, fue hecho. (Jn. 1:3). Ahora, al escribir el libro de
Apocalipsis, él se extiende y se adentra en la eternidad futura,
hacia el reino eterno de nuestro Señor y Salvador, Jesucristo.
3.- Hay una bendición especial que se promete a los que leen el
libro: en el capítulo 1, versículo 3, donde leemos:
Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta
profecía, y guardan las cosas en ella escritas; porque el tiempo
está cerca. Esta es una promesa de bendición.
Al final del libro encontramos una seria advertencia a todos
aquellos que alteran el texto: en el capítulo 22, versículos 18 y
19 donde leemos: Yo testifico a todo aquel que oye las palabras
de la profecía de este libro: Si alguno añadiere a estas cosas,
Dios traerá sobre él las plagas que están escritas en este libro. Y
si alguno quitare de las palabras del libro de esta profecía, Dios
quitará su parte del libro de la vida, y de la santa ciudad y de las
cosas que están escritas en este libro.
4.- El libro de Apocalipsis no es un libro sellado. Quizá usted
recuerda que, cuando estudiamos el libro del profeta Daniel,
éste recibió la orden de Dios, de cerrar y sellar el libro, hasta el
tiempo del fin (Dn. 12, 9). Pero a Juan, el Señor le dice en el
capítulo 22, versículo 10: Y me dijo: No selles las palabras de la
profecía de este libro, porque el tiempo está cerca.
5.- El libro contiene una serie de visiones expresadas en
símbolos que tratan con la realidad. Es preferible la
interpretación literal, a menos que Juan exprese claramente lo
contrario.
6.- El libro de Apocalipsis no origina, y tampoco da principio a
nada, sino que concluye, y es la consumación de aquello que ha
comenzado en otra parte de las Escrituras. Es imperativo, para
comprender correctamente este extraordinario libro, que se
pueda trazar perfectamente una profecía, desde su origen,
desde su primera referencia, hasta la última. Esa es la razón por
la cual mencionamos que es imprescindible un conocimiento
previo de los demás libros, es decir, de toda la Biblia, para poder
comprender el Apocalipsis.
Se han encontrado más de 500 referencias o alusiones al
Antiguo Testamento en el libro de Apocalipsis y que, de sus 404
versículos, 278 contienen referencias al Antiguo Testamento. Es
decir, que más de la mitad de este libro depende de nuestra
comprensión del Antiguo Testamento.
Hay diez grandes temas proféticos que aquí encuentran la
consumación
1.- El Señor Jesucristo. Él es el tema del libro. El tema no es la
bestia, ni lo son las copas de la ira, sino Aquel que carga con el
pecado. El Señor Jesucristo es el tema de este libro. La primera
mención que se hace, referente al Señor Jesucristo, la
encontramos en Génesis, capítulo 3, versículo 15, como "la
simiente de la Mujer".
2.- La Iglesia no comenzó en el Antiguo Testamento. La primera
mención viene de los propios labios del Señor Jesucristo,
anotada en el evangelio según Mateo, capítulo 16, versículo 18,
cuando dijo: Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre
esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no
prevalecerán contra ella.
3.- Tenemos la resurrección y la traslación de los santos, o sea,
el traslado de los santos. Ese es el tercer gran tema, y se
encuentra en el capítulo 14 del evangelio según el Apóstol Juan.
También en la primera epístola del Apóstol Pablo a los
Tesalonicenses, capítulo 4, versículos 13 al 18. En la Primera
Epístola a los Corintios, capítulo 15, versículos 51 y 52; hay otros
pasajes más, que veremos oportunamente algo más adelante.
4.- El cuarto gran tema es la Gran Tribulación, del que se
comienza a leer en el capítulo 4 de Deuteronomio, donde Dios
manifiesta que Su pueblo sufrirá tribulación.
5.- El quinto tema es Satanás y el mal. ¿Dónde comenzó él, que
fue un ángel brillante, lleno de luz y poder, el más hermoso?
Podemos encontrar esa mención en el capítulo 28 de Ezequiel.
También será un tema que trataremos en su momento.
6.- El sexto tema es "el hombre de pecado", también
mencionado en el mismo capítulo 28 de Ezequiel.
7.- El séptimo tema es "la trayectoria y el fin de la cristiandad
apóstata". Eso se nos presenta en el evangelio de Mateo,
capítulo 13. También el profeta Daniel tenía algo que decir al
respecto en el capítulo 2, 31- 45.
8.- El octavo tema profético tiene que ver con el comienzo, el
desarrollo y el fin del tiempo de los gentiles. El Señor Jesucristo
dijo en el evangelio de Lucas, capítulo 21, versículo 24: Y
Jerusalén será hollada por los gentiles, hasta que los tiempos de
los gentiles se cumplan. También el profeta Daniel se refiere a
este tema en el capítulo 2, versículos 37 al 45.
9.- El noveno gran tema es "la Segunda Venida de Cristo".
Tenemos una descripción muy detallada. Judas, el apóstol
escribió acerca del tema en su epístola, en los versículos 14 y
15; Enoc habló del mismo, lo que nos lleva a los comienzos, al
tiempo de los escritos del Génesis.
10.- Finalmente, el décimo tema son los pactos de Israel,
comenzando con el pacto que Dios hizo con Abraham, en el libro
de Génesis, capítulo 12. Dios prometió a su pueblo escogido, y
muy amado cinco cosas, y Dios dice en el libro de Apocalipsis
que Él va a cumplir todas ellas. Dios siempre cumple, Dios no
habla ni promete en vano, Él cumplirá todas las promesas que
también a nosotros, los Gentiles nos ha hecho.
Bien, estimado amigo oyente, hemos dedicado dos programas
con explicaciones preliminares, a modo de introducción, muy
necesarias para un mejor aprovechamiento de este importante
libro. Confiamos en que podamos comunicarles la importancia
de este libro profético, cuyo texto es desconocido por la mayoría
de nuestra audiencia. Con la ayuda de Dios comenzaremos en
nuestro próximo programa, a cruzar los umbrales fascinante
libro de Apocalipsis. Por su extraordinaria grandeza e
importancia, este texto necesita ser tratado apropiadamente.
Para ello, para poder comunicar con sencillez y claridad las
grandes verdades que Dios ha revelado a la Humanidad, por
medio de sus profetas, necesitamos que nos guíe el Espíritu de
Dios, el Espíritu Santo.
Este libro es la revelación y la exaltación del Señor Jesucristo, y
es únicamente el Espíritu de Dios, quien, como dijo el mismo
Señor Jesucristo, puede darnos la suficiente luz para revelarnos
los misterios de Dios; esa es Su misión, revelarnos al Señor
Jesús, y así podremos comprender y aceptar el plan divino de
salvación que Dios tiene preparado para Sus criaturas.
Si Dios dispuso los medios para que podamos comprender,
anticipadamente, lo que le ocurrirá a la Humanidad, y a este
planeta Tierra, será vital prestarle la suficiente atención, ¿no le
parece, estimado amigo oyente? Por nuestra parte anticipamos
con gran expectativa los próximos programas. Adentrarse en las
claves que Dios dejó a lo largo de los siglos de la historia
humana será nuestro cometido en las próximas semanas.
Le invitamos, por lo tanto a que nos acompañe en nuestro
recorrido por el último libro de la Biblia, las Sagradas Escrituras,
el libro profético llamado "El Apocalipsis". Su ubicación final en
el Nuevo Testamento tiene su razón de ser, porque así como el
mismo comienza con los cuatro evangelios, que relatan la
venida del Hijo de Dios a la Tierra, el Nuevo Testamento finaliza
con los temas que rodean Su Segunda Venida.
Le invitamos, pues, a que continúe con nosotros en nuestro
recorrido a través de las páginas de Apocalipsis. También nos
permitimos sugerirle que usted comience a leer el texto de este
libro para familiarizarse con su contenido. Será entonces, hasta
nuestro próximo programa, amigo oyente, ¡que Dios le bendiga
con Su Presencia cercana, la única que puede darle paz, fuerza y
aliente para cada circunstancia de su vida!
Apocalipsis 1
Versículo 1
Continuamos hoy, estimado amigo oyente, nuestra
aproximación a un libro bastante desconocido de la Biblia, que
es la Palabra de Dios. Nos referimos al último libro del Nuevo
Testamento, que se llama Apocalipsis. Este nombre significa
"desvelamiento", que es el origen de nuestra palabra
"apocalíptico", un tipo de escrito que aparece también en los
libros de otros profetas del Antiguo Testamento, como son
Daniel, Ezequiel y Zacarías. En el Nuevo Testamento sólo
tenemos este único libro que contiene las profecías reveladas
por Dios al apóstol Juan, a quien se le atribuye la autoría de este
libro. Juan el apóstol fue hijo de Zebedeo, y hermano de Jacobo.
Los padres de la Iglesia indican de manera específica la última
parte del reinado de Domiciano (alrededor del año 96 D.C) como
el tiempo en que Juan recibió la Revelación en la Isla de Patmos,
donde se encontraba exiliado por ese mismo emperador. Justino
Mártir, Ireneo, Tertuliano, Hipólito, Clemente de Alejandría y
Orígenes atribuyen unánimemente el libro a Juan.
En nuestro programa anterior mencionábamos los diferentes
métodos de interpretación que existen sobre este libro profético.
El Dr. Broadus, un destacado expositor bíblico norteamericano,
señala siete teorías; mientras que Tregelles, otro expositor
bíblico, señala tres. Así es que, a través de los años ha habido
mucha diferencia de opinión en cuanto a la interpretación de
este libro. Mencionábamos también en nuestro anterior
programa que seguiremos el sistema o método llamado
"futurista", es decir, que veremos que el propósito del libro es
revelar eventos que ocurrirán inmediatamente antes, durante y
después de la Segunda Venida de Cristo a esta Tierra. Esto lo
comprobaremos cuando estudiemos los capítulos 4 al 18, lo que
significa que una mayor parte del libro ha sido dedicado a este
evento que ocurrirá en un futuro. Otra característica interesante
de este libro es su organización y la subdivisión de sus temas,
mucho más clara que en cualquier otro libro de la Biblia.
Al leer el libro de "Los hechos de los apóstoles", y las demás
epístolas del Nuevo Testamento, resulta obvio que los primeros
cristianos, los primeros creyentes, vivían conscientes y con una
permanente expectativa, de un pronto regreso de Jesucristo, un
retorno que Él mismo anunció y que fue corroborado por los
ángeles que estaban presentes en el momento de Su Ascensión
a los Cielos. A través de los siglos esa actitud y ese estilo de
vida de una permanente espera ha decaído, ya no está tan
fresca en la memoria de la mayoría de aquellos que profesan ser
"cristianos". El conocimiento de las cosas "venideras", y vivir
coherentemente en la convicción del cumplimiento fiel de una
promesa dada por Jesucristo no es una habitual característica
del Cristianismo actual. Jesús dijo que "nadie sabe la hora ni el
día, excepto el Padre", y aunque han pasado 20 siglos desde que
se han pronunciado estas palabras, eso no significa que el Plan
de Dios ha quedado obsoleto o invalidado.
Vamos a mencionar, para ilustrar esa expectativa, esa emoción
anticipada, que vivieron y expresaron algunas personas en los
primeros siglos: Clemente Primero, quien fue obispo de Roma en
el año 96 D.C., dijo: "Debemos esperar cada hora el reino de
Dios, aunque nosotros no sabemos el día". Policarpo, en el año
108 D. C., cuando era obispo de Esmirna, antes de ser quemado
en una hoguera, dijo: "Él nos levantará de entre los muertos;
reinaremos con Él". Ignacio, quien fue obispo de Antioquía y,
según dice uno de los historiadores, fue el sucesor del Apóstol
Pedro, él dijo: "Considerad los tiempos, y esperadle". Y Papios,
en el año 116, siendo obispo de Hierápolis, de quien Ireneo dijo
que había conocido personalmente a Juan, dijo: "Habrá mil años
cuando el reino de Cristo será establecido personalmente en la
tierra". Y Justino mártir, en el año 150 D.C., dijo: "Yo y todos los
demás que eran creyentes ortodoxos en todos los puntos
sabemos que habrá mil años en Jerusalén, como Isaías y
Ezequiel han declarado". Luego, Ireneo dijo: "Esto puede ser sólo
cumplido en el regreso personal a la tierra de nuestro Señor. Ese
es el reino del cual el Señor dijo que "bebería de nuevo del vino
en el reino"". Tertuliano, por su parte, en el año 200, dijo:
"Nosotros confesamos verdaderamente que el reino ha sido
prometido en la tierra". Y también Martín Lutero, dijo: "No
pensemos que la venida de Cristo está muy lejos". Calvino, en
su tercer libro del Instituto, dijo: "La Escritura uniformemente
nos ordena que esperemos con expectativa el advenimiento de
Jesucristo". Luego, Cannon Fossick dijo lo siguiente: "Los padres
primitivos de la iglesia, Clemente, Ignacio, Justino Mártir, Ireneo,
todos esperaban el pronto regreso del Señor, como el precursor
necesario del reino milenario".
Gosler, por su parte, en su obra sobre la historia de la iglesia,
hablando sobre esa bendita esperanza, dijo: "Su convicción
sobre el regreso de Jesucristo, y la llegada de Su reino milenario
fue tan fuerte, fue mencionado tan clara y prominentemente
que nosotros no dudamos en considerarlo como la creencia
general de aquella era". El Dr. Adolfo Harnack escribió: "Los
padres primitivos, Ireneo, Hipólito, y Tertuliano, lo creían, porque
era parte de la tradición de la primera iglesia. Lo mismo ocurrió
a través de cuatro siglos, con estos teólogos latinos, que
escaparon a la influencia de la especulación griega".
Pero más que las palabras y consideraciones de unos teólogos y
estudiosos de la Biblia, lo más importante es ¿qué es lo que dice
la Biblia?" Eso es lo determinante, porque es la Palabra de Dios.
¿Qué es lo que dice el Señor Jesucristo? ¿Qué es lo que dice la
Palabra de Dios? Eso es lo importante, estimado amigo oyente".
Con unas pincelados queremos presentar un sencillo bosquejo
que ampliaremos a medida que estudiamos el texto
de Apocalipsis: todo el Plan de Dios comienza con la cruz de
Cristo y Su ascensión. En el capítulo 1, veremos al Cristo
glorificado. En los capítulos 2 y 3, veremos a la Iglesia. En los
capítulos 4 y 5, encontramos a la Iglesia en el Cielo. Entonces,
en la Tierra tiene lugar ese período llamado "la Gran
Tribulación", del capítulo 6 al capítulo 18. En el capítulo 19,
Cristo regresa nuevamente a la Tierra y establece Su reino, y en
el capítulo 20 se habla de los 1.000 años del reinado de Cristo.
Entonces se prepara el Gran Trono Blanco, el lugar ante el que
serán juzgados los perdidos, los incrédulos, que han rechazado a
Jesucristo, y en los capítulos 21 y 22 comienza la eternidad. Ese
es a muy grandes rasgos el libro de Apocalipsis.
El apóstol Juan, el autor de estas revelaciones llamadas
"Apocalipsis", como ya mencionamos, escribió este libro en la
isla de Patmos, cuando Domiciano se encontraba en el trono de
Roma. El profesor Stauffer hace una importante observación al
respecto, dijo: "Domiciano también fue el primer emperador que
ejecutó una campaña en toda regla contra Cristo, y la Iglesia
respondió al ataque bajo el liderazgo del último Apóstol de
Cristo, Juan, el escritor del Apocalipsis. Nerón había aniquilado a
Pablo y a Pedro, pero lo hizo considerándolos como simples
judíos fanáticos. Domiciano fue el primer emperador que llegó a
comprender que detrás de este "movimiento de cristianos"
existía alguien, una figura enigmática, que era una amenaza
para la gloria del emperador. Él fue el primero en declarar la
guerra a esa figura, y el primero también en perder la guerra, un
anticipo de las cosas que ocurrirán más adelante.
Es muy importante tener claro el tema del libro. Para darle su
debido énfasis, para reforzarlo, permítanos, estimado amigo
oyente, que dirija su atención al primer versículo del capítulo 1
de este libro, el Apocalipsis, que dice:
1
La revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a
sus siervos las cosas que deben suceder pronto; y la declaró
enviándola por medio de su ángel a su siervo Juan, (Ap. 1:1)
Debemos mantener claro en nuestro pensamiento que este libro
es la revelación de Jesucristo. En los evangelios, lo vemos a Él
en los días de Su humanidad, en Su carne, pero esta condición
no nos ofrece la completa y total revelación acerca de Jesucristo.
Allí le vemos, en Su humillación. Ahora, aquí en el Apocalipsis,
Le podemos contemplar en Gloria. Observaremos que Él está a
cargo de todo lo que ocurre. Él tiene la preeminencia absoluta, y
podremos ver como Jesucristo se revela a si mismo, se muestra
tal como Él es, y ese es el descubrimiento de toda la realidad de
nuestro Señor Jesucristo. El comentarista Snell lo expresa así:
"En la Revelación, como también se le denomina el último libro
profético, el Apocalipsis, el Cordero de Dios es el centro
alrededor del cual se reúne todo lo demás; el fundamento sobre
el cual se construye todo aquello que va a perdurar; el clavo,
que todo lo sostiene; es el objeto al cual todos señalan, y el
manantial del cual emanan todas las bendiciones. El Cordero es
la Luz, la Gloria, la Vida, el Señor del Cielo y la Tierra, frente al
cual toda profanación o mancilla debe desaparecer, y en cuya
Presencia se conocerá el gozo perfecto. No podemos avanzar en
el estudio de Apocalipsis sin ver al Cordero, como los letreros
que marcan el camino, para recordarnos que Aquel, que por sí
mismo nos limpió de nuestros pecados, ahora es exaltado hasta
lo sumo, y es ante Él, ante el cual debe inclinarse toda rodilla, y
toda lengua debe confesar". Hasta aquí, la declaración del
comentarista Snell.
Estimad amigo oyente, a esta gran declaración nosotros sólo
podemos decir: ¡Aleluya! Porque el Cordero reinará en esta
Tierra. Este es el plan de Dios; ese es el propósito de Dios.
Hemos reiterado que el libro de Apocalipsis no es un libro tan
difícil; es un libro que se subdivide a sí mismo de una manera
muy comprensible. Si usted lee los versículos 18 y 19 de este
primer capítulo, observará como Juan, el autor, lo divide y en el
versículo 18, tenemos al Señor Jesucristo hablando ya como el
Cristo glorificado, y dice:
18
y el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los
siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del
Hades. (Ap. 1:18)
Observemos las cuatro grandes declaraciones que Jesucristo
realiza sobre si mismo. Primero Él dice: el que vivo. Segundo:
estuve muerto. Tercero: He aquí que vivo por los siglos de los
siglos. Y cuarto: Y tengo las llaves de la muerte y del Hades.
Luego el Señor le dice a Juan que escriba, y le da Su bosquejo en
el versículo 19 de este capítulo 1 de Apocalipsis, donde dice:
19
Escribe las cosas que has visto, y las que son, y las que han
de ser después de estas. (Ap. 1:19)
Estimado amigo oyente, esto es realmente maravilloso, una
división grandiosa la que Él nos presenta aquí. En realidad, no
hay nada que se le pueda comparar. Primero, Jesucristo, dice:
"Yo soy el que vive". Y le instruye "Escribe las cosas que has
visto", esta mención es en "tiempo pasado", refiriéndose a la
visión del Hijo del Hombre en el cielo, el Cristo glorificado, en el
capítulo 1 de Apocalipsis. Segundo, continúa el Señor y dice: y
estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos.
Y Jesucristo vuelve a dar instrucciones a Juan "escribe las cosas
que son". Esta mención la pronuncia en "tiempo presente",
refiriéndose al presente ministerio de Cristo.
Veremos, estimado amigo oyente, que el Cristo viviente está
muy ocupado en los presentes tiempos. ¿Sabía usted que Él es
la cabeza de la iglesia? ¿Sabe usted la razón por la cual la iglesia
contemporánea se encuentra con tantos problemas? La razón es
que la iglesia es como un cuerpo, que ha sido decapitado. El
cuerpo ya no está en contacto con la Cabeza de la iglesia. Más
adelante reflexionaremos sobre el ministerio de Cristo a la
Iglesia en los capítulos 2 y 3 de Apocalipsis.
Y tercero, Cristo dijo: "tengo las llaves de la muerte y del Hades.
Al llegar al capítulo 5 leeremos que no se encontraba a nadie
que podía abrir "el libro", sólo había Uno que era digno, el Señor
Jesucristo. Comenzando con el capítulo 4 hasta el capítulo 22,
tendremos los temas relacionados con el futuro. Y Cristo le
volvió a decir a Juan "escribe las cosas que verás después de
estas", es decir, que le dice al apóstol que debe escribir de las
cosas que han de ser después de éstas. Eso es muy importante,
porque la expresión "después de estas" proviene del griego
"meta-tauta". ¿Después de qué cosas? ¿A qué se refiere? A las
referencias relacionadas con la Iglesia, asuntos que tienen que
ver con la Iglesia. Por lo tanto, comenzando con el capítulo 4,
hasta el 22 el Señor Jesucristo trata con los asuntos que tendrán
lugar después de que la Iglesia sea recogida de la Tierra.
Es no sólo delicado, sino también arriesgado, el relacionar
eventos que están ocurriendo en el presente, en nuestros
tiempos actuales, con eventos descritos como "cosas" que
ocurrirán en el futuro, descritas en este libro profético. A veces
se escuchan interpretaciones extravagantes que supuestamente
se basan en el Apocalipsis. En nuestro estudio seguiremos
sencillamente lo que Juan nos ha relatado. El libro está
perfectamente organizado, ya hemos hablado del esquema, del
bosquejo de Apocalipsis. " Escribe las cosas que has visto, y las
que son, y las que han de ser después de éstas" ? "meta-
tauta" ? el "después de éstas". Juan nos informará cuando él
llegue a "meta-tauta". Este "después" comenzará en el capítulo
4, las cosas que han de ser después de estas. Es muy clara la
exposición, y comprenderemos sin lugar a dudas que se está
hablando de "las cosas", los eventos futuros.
Debemos recordar que, a través de las páginas de Apocalipsis,
se enfatiza el Señorío de Jesucristo, Su posición relevante en el
Plan y el esquema del Padre, de Dios Todopoderoso. No hay
nadie, ni nada, que le haga sombra, nadie puede ser comparado
con su autoridad y poder. Él es el Cristo glorificado, sólo Él es la
figura relevante, el personaje más importante. Nadie se puede
comparar, y nadie le discutirá su cargo y posición. El único
mencionado es Él, el Cordero de Dios, que con Su sacrificio en la
cruz, murió por nuestros pecados, para que pudiéramos ser
perdonados, limpios, lavados por su sangre que generosamente,
amorosamente, vertió en la cruz. Tengamos mucho cuidado en
que nada ni nadie le reste la relevancia, y el brillo que Dios
mismo le ha otorgado. ¡Sólo Él es nuestro Salvador, sólo Él es
quien puede perdonarnos nuestros pecados, nuestras
rebeliones, nuestra indiferencia y desprecio! Sólo Él fue capaz
de volver a unirnos, con sus brazos extendidos en la cruz, con
Dios, el Creador, el Padre Celestial que quiere abrazar a todas
sus criaturas.
Hemos presentado, a modo de resumen, la misma división que
se le dio a Juan. El capítulo 1 nos presenta a la "persona" de
Jesucristo, Cristo en la Gloria. Después, en los capítulos 2 y 3,
tenemos la "posesión" de Jesucristo, es decir, lo que le
pertenece, que es Su Iglesia. Es Suya, es propiedad suya, es Su
Iglesia, la que Él amó, y por la cual Él se entregó. Esto lo
estudiaremos en los capítulos 2 y 3.
Luego tenemos, el "programa" de Jesucristo, el desarrollo del
mismo visto en el cielo, que abarca los capítulos 4 al 22, y trata
de la consumación de todas las cosas sobre esta Tierra. Esto es
lo que hace de este libro de Apocalipsis, un libro tan glorioso,
tan extraordinario.
Bien, amigo oyente, apenas hemos mencionado el versículo 1
pero comenzaremos con el mismo nuestro próximo programa.
Tenemos por delante una serie de programas muy especiales.
Nuestro tema será todo el libro de Apocalipsis, y anticipamos
que serán momentos de mucha alegría, de profundo asombro,
pero también de sincera reflexión acerca del estado actual, no
sólo de nuestra sociedad, de nuestro hermoso pero enfermo
planeta, sino que nos veremos confrontados con nosotros
mismos, con nuestro estilo de vida, con nuestra escala de
valores, de qué y quién es importante, vital, en nuestra vida. Y
será la Biblia, la Palabra del Dios viviente, del Creador
Todopoderoso, la que nos hablará directamente a nuestro
corazón. Y para todo ello pedimos constantemente la fiel ayuda
del Espíritu de Dios, el Santo Espíritu, para que nos alumbre, nos
guíe, nos descubra los pensamientos y los deseos de nuestro
Padre Celestial.
¿Qué clase de cristianos, de cristianas, somos? ¿Qué y cómo
creemos, o a qué aspiramos llegar a ser? ¿Cristianos,
comprometidos con Dios y con el prójimo? ¿Cristianos, que
tengan suficiente valor y honor para levantarse y decirle a este
mundo egoísta, injusto, donde el hambre y la guerra no parecen
tener fin, que HAY ESPERANZA, no en los muchos proyectos
utópicos, sino en VOLVER a Dios, por medio de Aquel que dijo
"YO SOY el Camino, la Verdad, y la Vida, nadie viene al Padre
SINO POR MÍ"?
¿Aceptará usted, estimado oyente, la oferta, el regalo de Dios?
Con esta pregunta nos despedimos hasta el próximo programa.
Cordialmente le sugerimos leer todo el capítulo 1 de este
fascinante y profundo libro de Apocalipsis, para una mayor
comprensión del texto bíblico.
Nuestra oración le acompaña, porque pedimos a Dios que Sus
Palabras, las palabras de las Sagradas Escrituras, le acompañen
y que hallen eco en su espíritu y alma.
Apocalipsis 1
Versículos 1-4
Continuamos hoy, nuestro recorrido por el libro de Apocalipsis, el
último libro de la Biblia, las Sagradas Escrituras, y el único libro
profético del Nuevo Testamento.
Hace algunos programas atrás, cuando concluimos el último
libro del Antiguo Testamento, el libro del profeta Malaquías,
mencionábamos que ese libro enlaza con el libro de Apocalipsis.
En el Antiguo Testamento, Malaquías concluye su libro diciendo
que nacerá "el Sol de Justicia". Su profecía final presentaba una
esperanza para una tierra maldita, por la maldición del pecado.
Malaquías finaliza su libro con la esperanza de la venida de
Aquel que será "el Sol de la Justicia" ¡Él viene a la Tierra!, le
comunicó a sus conciudadanos judíos, que estaban decaídos y
desalentados.
El libro de Apocalipsis concluye con la mención de "la estrella
resplandeciente de la mañana", y una invitación clara y directa a
la iglesia. Ésta es la esperanza de la Iglesia, el traslado de los
creyentes al Cielo. La esperanza del Antiguo Testamento era la
revelación de las profecías dadas por Dios a los profetas. Ahora,
para completar la revelación, hoy queremos unir y enlazar al
libro de Apocalipsis con Génesis, el primer libro de la Biblia.
Vamos a unir al primero con el último libro de la Biblia, ya que
Génesis presenta el principio de todas las cosas, y Apocalipsis
nos ofrece el final.
Observemos los contrastes. En el Génesis, se crea la Tierra. En
Apocalipsis, la Tierra pasará. En Génesis, se presenta el primer
éxito del enemigo de Dios, la primera rebelión de Satanás. En
Apocalipsis se presenta el fracaso de la última rebelión de
Satanás. En Génesis, el sol, la luna y las estrellas eran para el
beneficio de la tierra, y en Apocalipsis, estos mismos cuerpos
celestiales serán parte del juicio de la Tierra. En Génesis, el sol
debía gobernar el día. En Apocalipsis, ya no habrá necesidad del
sol. En Génesis, las tinieblas fueron llamadas noche. En
Apocalipsis, ya no habrá noche. En Génesis, a las aguas se les
llamaba mares. En Apocalipsis, no habrá mares. En Génesis,
tenemos la entrada del pecado. En Apocalipsis veremos el éxodo
del pecado. En Génesis, se pronuncia la maldición. En
Apocalipsis, la maldición será quitada. En Génesis, la muerte
termina con todo. En Apocalipsis, no habrá y más muerte. En
Génesis se presenta el dolor, la tristeza y el sufrimiento. En el
Apocalipsis ya no habrá más tristeza, ni lágrimas. En Génesis
tenemos la boda del primer Adán. En Apocalipsis celebraremos
la boda del último o postrer Adán, la unión de Cristo con la
Iglesia. En Génesis debemos decir que vemos a la ciudad del
hombre, Babilonia. En Apocalipsis vemos a esa ciudad del
hombre, Babilonia, destruida, y se presenta la ciudad de Dios, la
nueva Jerusalén. En Génesis se pronuncia el juicio contra
Satanás, y en Apocalipsis se ejecutará ese juicio que se
pronunció.
Ahora, en nuestro programa anterior presentamos un breve
bosquejo de Apocalipsis, y vimos que Juan había recibido ese
esquema de parte de Dios. Al apóstol Juan le fue ordenado que
escribiera todas las cosas "que había visto", eso es en el pasado;
y las cosas "que son", en tiempo "presente", relacionadas con la
iglesia. Eso lo veremos más en detalles cuando lleguemos a los
capítulos 2 y 3.
Luego, Juan tenía que escribir las cosas que "serán", en "el
futuro", y las cosas que han de ser "después" de éstas. Pero
cuando lleguemos al capítulo 4, de allí en adelante todo tendrá
que ver con el futuro.
Nos encontramos entonces en la primera división, donde
veremos a la persona de Cristo. Es Cristo en gloria, y lo podemos
contemplar como una revelación de Él mismo, en toda Su
posición y gloria, como el gran Sumo Sacerdote, quien está a
cargo de Su Iglesia. En los Evangelios le hemos visto como
manso y humilde, y le vemos muriendo en una cruz. Él se dejó
dominar por sus enemigos, les permitió que le vencieran, aquí
en la Tierra. Pero no vemos este cuadro de sometimiento en el
libro de Apocalipsis. Él está en autoridad y en poder, Él está en
control de todo. Él aún es el Cordero de Dios, como podemos
ver, pero Él es esa clase de Cordero que puede hablar con la ira
del Cordero, y la Tierra queda aterrorizada de ese despliegue de
poder. El Señor Jesucristo, Él es el tema de este libro. Él lo está
dirigiendo todo el programa de Dios. Cuando lleguemos a los
temas relacionados con el Cielo, allí le veremos en Gloria,
controlando todo.
Hemos mencionado reiteradamente que el tema principal de
toda la Biblia es el Señor Jesucristo. Las Sagradas Escrituras son
teo-céntricas y Cristo-céntricas. Eso significa que están
centradas en Dios, y en Cristo. Y ya que Cristo es Dios, Él es
Aquel que controla el horizonte de la Palabra de Dios en su
totalidad. Es necesario que mantengamos este pensamiento
anclado en nuestra mente, especialmente al adentrarnos en
este libro de Apocalipsis. La Biblia nos dice lo que Él ha hecho; lo
que Él está haciendo; y lo que Él hará. El libro de Apocalipsis
enfatiza lo que Él está haciendo y lo que Él va a hacer. Y
necesitamos mantener esto en mente. Llegamos ahora al primer
versículo, y aquí tenemos el título de este libro. Veamos lo que
dice el versículo 1 del capítulo 1 de Apocalipsis:
1
La revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a
sus siervos las cosas que deben suceder pronto; y la declaró
enviándola por medio de su ángel a su siervo Juan, (Ap. 1:1)
La palabra revelación es importante. Apocalipsis es una palabra
griega que significa "Revelación". No se usa la palabra en plural
en ningún momento en este libro, porque sólo hay una
revelación, que es "la revelación de Jesucristo, el Señor".
Si usted es uno de muchos oyentes que ha permanecido
escuchando estos estudios por algún tiempo, probablemente
recordará que al profeta Daniel, en su libro, ubicado en el
Antiguo Testamento, se le dijo que debía "sellar" el libro. Al final
del libro de Apocalipsis, se le dice a Juan: No selles las palabras
de la profecía de este libro. (Ap. 22:10) Estas frases deben ser
comprendidas por su importante significado. Usted recordará
que Jesucristo presentó en el evangelio según Mateo, en el
capítulo 13, lo que se conoce como "la parábola del misterio". Y
reiteró el mismo tema también en el evangelio según San
Marcos, capítulo 4, versículo 11. Dijo: A vosotros os es dado
saber el misterio del reino de Dios; mas a los que están fuera,
por parábolas todas las cosas.
Ahora, aquí podemos desvelar, o sea, quitar el velo, y
contemplar la revelación del Cristo glorificado en toda Su
hermosura, en Su poder y en Su gloria. Solamente
comprenderemos una parte de la historia, cuando lee los
Evangelios. Es necesario leer el libro de Apocalipsis, que
completar nuestra información y así llegar a vislumbrar la
consumación de lo que en los Evangelios se nos indica. Sólo
puede ser comprendido, si el Espíritu de Dios es nuestro
maestro; queremos afirmar esta verdad, porque estamos
seguros de esto. Apocalipsis quita el velo del misterio. Podemos
apreciar Su gloria sin ningún impedimento. Este libro es lo
opuesto a los secretos y a los misterios anteriormente
mencionados. Aquí se revelan los secretos, se revela también la
falsa profecía, en el versículo 2, como podemos comprobar por
nosotros mismos. El velo del misterio fue puesto sobre el
capítulo 13 del evangelio según Mateo, cuando habló sobre el
reino de Cristo, y los que vivían en esa época no lo comprendía.
Pero hoy más que nunca, especialmente aquellos que se
denominan "creyentes", deben acercarse al libro de Apocalipsis
con confianza, porque este es el libro donde el Señor Jesucristo
dice que éste ha sido dado para que comprendamos, para que
entendamos los misterios del reino de Dios. Así lo afirmó
Jesucristo.
Este libro maravilloso nos dice el apóstol Juan, autor del mismo,
aquí se nos presenta una revelación. Y leemos: que Dios le dio,
para manifestar a sus siervos las cosas. Eso quiere decir, que
Dios habló por medio de palabras o expresiones pictóricas, por
símbolos, por representación directa e indirecta. Y dice: y la
declaró enviándola. Eso significa que Dios usó símbolos,
simbólicos, valga la redundancia, de la realidad. El apóstol Pedro
nos dio una regla muy importante para la correcta interpretación
de la profecía, que encontramos en la segunda epístola del
Apóstol Pedro, capítulo 1, versículo 20, que dice: entendiendo
primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de
interpretación privada. Esto es, no puede haber una
interpretación libre, que no se ajuste a ciertos criterios, también
dados por Dios. Aun el lenguaje figurativo de Apocalipsis es
figurativo de hecho. Un símbolo, es un símbolo de algo concreto,
de algo que es real.
Y luego Él continúa diciendo: las cosas que deben suceder
pronto. Estas cosas que Juan revela no son quimeras, cosas
etéreas o efímeras. Son el núcleo mismo de cosas, objetos y
hechos reales. Son cosas. Ahora, ¿qué es esto de cosas? Si usted
tiene un niño en su casa, se puede dar cuenta de esto, que por
carecer del suficiente vocabulario, un niño usará
frecuentemente la palabra "cosa", y no es menos real que un
objeto concreto. Cuando el apóstol Juan menciona "cosas" tiene
un significado concreto, más que un símbolo, es algo sólido, es
una realidad. Juan utiliza un lenguaje en el que incluye los
símbolos, porque hay una realidad mucho mayor que este
símbolo. Un símbolo es siempre una representación pobre de la
realidad.
Juan menciona que estas cosas: que deben suceder pronto. Y
esta palabra deben demuestra una singular urgencia; pero
también una absoluta seguridad. Deben suceder pronto. Ahora,
esta palabra pronto aquí, nos indica algo que creemos es
importante resaltar. Esta palabra se repite varias veces en las
Escrituras. Por ejemplo, la tenemos en el evangelio según Lucas,
capítulo 18, versículo 8, donde Jesucristo dice: Os digo que
pronto les hará justicia. Pero cuando venga el Hijo el Hombre,
¿hallará fe en la tierra?
Aquí tenemos nuevamente esta palabra: Os digo que pronto les
hará justicia. Ahora, ¿qué es lo que el Señor Jesucristo quiere
decir? Bueno, quiere decir que cuando la justicia divina
comience, tendrá lugar rápidamente. No habrá necesidad de
esperar largamente para que suceda. Esto no implica que Él
pronto vendrá, como vamos a ver más adelante. No indica que
va a suceder pronto, sino que cuando estas cosas de las cuales
Juan está hablando, comiencen a suceder, ocurrirán
rápidamente. Tendrán lugar pronto, y en un breve período de
tiempo. A continuación Juan comenta la manera en que esto va
a suceder. Deseamos resaltar lo que nos dice en el primer
versículo de este capítulo 1 de Apocalipsis
1
La revelación de Jesucristo, que Dios le dio (Ap. 1:1)
Ahora, notemos los pasos de la revelación aquí. Se originó con y
en Dios, el Padre, fue dada a Jesucristo, y Él la dio a Sus ángeles,
y Sus ángeles se la dieron a sus siervos:
Para manifestar a sus siervos las cosas que deben suceder
pronto; (Ap. 1:1)
Esa fue la secuencia de las entregas de esa "revelación". De
Dios el Padre, al Señor Jesucristo; luego a los ángeles; y éstos se
la entregaron a Juan, y de Juan a sus siervos. Y así es como le
llega a usted, y me llega a mí, en el presente, estimado amigo
oyente. Estos son los pasos de la entrega de la "revelación".
Al avanzar en nuestro estudio de la Biblia, la Palabra de Dios,
hemos dicho que los ángeles no están conectados con la era de
la iglesia. El ángel que aquí se menciona es un mensajero
celestial. Pero ¿de qué nos va hablará Juan, principalmente? De
las cosas futuras. De lo que Jesucristo va a hacer en el futuro, y
comenzando con el capítulo 4, todos los temas tendrán una
proyección de futuro, que tendrán lugar después que la iglesia
sea quitada de la tierra, y llevada al Cielo. De modo que es muy
apropiado y comprensible que después de que la iglesia salga
de la tierra, los ángeles ocupen otra vez un lugar de
prominencia. Esto es cierto al ver la forma como se desarrollan
las cosas en este libro. Ahora, en el versículo 2 encontramos "el
método de la revelación". Nos dice en el versículo 2 de
Apocalipsis:
2
que ha dado testimonio de la palabra de Dios, y del testimonio
de Jesucristo, y de todas las cosas que ha visto. (Ap. 1:2)
Aquí se destaca el énfasis que se ha dado a la palabra
testimonio. La palabra testimonio viene del griego marturé-o. Es
una manera que nos indica que Juan se coloca junto a aquellos
que leen su escritura. Es decir, donde usted y yo nos
encontramos hoy, y Juan nos aclara que él también mira hacia
aquello que está escribiendo. Que ha dado testimonio de la
Palabra de Dios. Y la Palabra de Dios aquí creemos que se refiere
a Cristo, como también al contenido de este libro. Él es la
Palabra viva, y nosotros estamos en posición de la Palabra
escrita. Y cuando la Palabra escrita nos revela a Jesucristo, es
porque Él es la Palabra viviente.
Ahora, Juan continua "del testimonio de Jesucristo" aquí se nos
dice que es un testigo más que un testimonio. Esto ocurre unas
90 veces en los escritos de Juan ? 50 veces en su Evangelio.
Juan habla de todo lo que ha visto, de todo aquello de lo que él
pudo ver como un privilegiado testigo presencial.
Volviendo ahora a lo que mencionó en el versículo 1, él lo
declaró. Es como si Juan hubiera sacado fotos, o como si
estuviera presenciando y moderando un programa de televisión.
Con un personaje clave, el principal, el Señor Jesucristo quien lo
presentó desde el cielo, a través de sus ángeles, a través de
Juan, para usted y para mí. Es así como Dios lo quiere.
Ahora, también leemos en este versículo 2: ...y de todas las
cosas que ha visto. Es decir, que Juan fue testigo ocular de esta
visión que se nos presenta aquí, y él no sólo oyó, sino que vio.
Estas son dos canales por medio de los cuales recibimos la
mayoría de datos para nuestra información. Ahora, observemos
que al entrar en el versículo 3, se nos ofrece una triple
bendición. Es decir, que esta es la primera de "siete
bienaventuranzas" de Apocalipsis. Vamos a tratar en detalle
cada una de esas bienaventuranzas cuando se nos presenten,
pero aquí tenemos la primera en el versículo 3 del capítulo 1 de
Apocalipsis, donde leemos:
3
Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta
profecía, y guardan las cosas en ella escritas; porque el tiempo
está cerca. (Ap. 1:3)
Note usted: Bienaventurado el que lee. Esto indica a aquel que
lee este libro en la iglesia. El maestro. Aquel que lee. Y los que
oyen las palabras de esta profecía. Y esto indica la iglesia, los
creyentes, que están en su clase. Aquellos que pertenecen y
están en la iglesia. Ellos oyen las palabras. El lector las lee y
ellos las oyen. Y ambos grupos deben guardarlas. Así es que,
aquí tenemos una bendición triple: "leyendo, oyendo y
guardando". Eso es muy importante para nosotros en el
presente. Creemos que cada uno de nosotros que pasa a través
de las páginas del libro de Apocalipsis va a recibir una bendición
especial; creemos verdaderamente en esa promesa, porque eso
es lo que se nos dice aquí claramente. Y en la parte final de este
versículo 3, Juan agrega:
3
Porque el tiempo está cerca. (Ap. 1:3)
Esto no implica, ni indica que las cosas que se mencionan al
final de Apocalipsis están sucediendo hoy, sino que quiere decir
que el principio de la iglesia, que comenzó a formarse en el día
de Pentecostés, comenzó el ministerio del Señor Jesucristo en el
cielo. Vamos a tener una visión de Él, el Cristo glorificado en el
primer capítulo. A continuación veremos qué es lo que Él está
haciendo hoy, en nuestros tiempos, porque el tiempo está cerca.
Llegamos ahora al versículo 4, y aquí tenemos la salutación de
parte de Juan, el escritor, y de Jesucristo en el Cielo. Es
impactante, verdaderamente grandioso. Esto es un saludo que
viene de parte de Juan aquí en la tierra, y de parte del Señor
Jesucristo en el Cielo. Oigamos lo que Juan dice este versículo 4
del capítulo 1 de Apocalipsis:
4
Juan, a las siete iglesias que están en Asia: Gracia y paz a
vosotros, del que es y que era y que ha de venir, y de los siete
espíritus que están delante de su trono; (Ap. 1:4)
Vamos a tratar algunos detalles cuando lleguemos al capítulo 2,
pero queremos decir algo respecto al número "siete" que se
menciona aquí. El número siete no significa la "perfección",
significa más bien, algo "que está completo". Y existe, por cierto,
una diferencia, entre un término y el otro. Aquí se mencionan a
siete iglesias. En aquel entonces había literalmente cientos de
iglesias en aquella zona, y siete cualesquiera podrían haber sido
elegidas. Pero, éstas fueron elegidas para un propósito muy
definido, que veremos más adelante. Son representantes de la
iglesia en su totalidad, a través de las edades y de la iglesia
sobre la tierra.
Ahora, aquí dice: Gracia. Y el Apocalipsis es un libro que nos
revela la Gracia de Dios y la Paz de Dios. No debemos albergar
ningún temor al estudiar este libro de Apocalipsis. Usted puede
tener la paz de Dios en su corazón, del que es y que era y que
ha de venir. Y este es el Señor Jesucristo. Él es el mismo ayer, y
hoy, y por los siglos. (Hebreos 13:8). A medida que nos
adentremos en este impactante libro comprenderemos más
claramente lo que significa, y como indica la división del libro:
todo lo que Él ? Jesucristo- ha hecho, lo que Él está haciendo, y
lo que Él va a hacer.
Dejamos por hoy aquí nuestro estudio del libro de Apocalipsis.
Confiamos en que el tema haya despertado su interés, y que
volveremos a encontrarnos en nuestro próximo programa.
Seguimos orando e intercediendo por usted, estimado oyente,
para que la Luz de Dios alumbre su alma y corazón y anhele, con
sed de verdad y justicia, conocer más del Amor perfecto que
sólo se encuentra en Aquel que nos amó hasta la muerte, el
Señor Jesucristo. Sólo Él puede satisfacer nuestra sed. ¿No
quiere probar y comprobar el regalo de Dios? ¿Por qué no se
anima, y le da una oportunidad a Dios, para que Él se revele a
usted, personalmente? No hay ninguna experiencia comparable
a ese encuentro personal.
Apocalipsis 1
Versículos 4-9
Continuamos hoy, estimado amigo oyente, nuestro recorrido por
el libro de Apocalipsis, el último libro de la Biblia, las Sagradas
Escrituras. Apocalipsis también es el único libro profético del
Nuevo Testamento.
En nuestros anteriores programas hablamos del bosquejo
general de este libro que muchos consideran como difícil o
complicado. Pero, Dios quiere hablarnos por medio de Su
Palabra, y el objetivo de esta revelación es el alertarnos sobre lo
que ocurrirá en un futuro a nuestro planeta Tierra, a los
creyentes en Jesucristo, y a aquellos que Le rechazan. El autor
de este libro, recordemos, es el apóstol Juan, quien recibió, de
parte de Dios, estas visiones proféticas durante su exilio en la
Isla de Patmos,
Regresamos ahora a la primera sección del capítulo 1, versículo
4. Este primer capítulo realza y destaca a la persona del Señor
Jesucristo, y podemos contemplarle a Él como Cristo glorificado.
Desde los versículos 4 al 8, veremos los saludos de Juan, el
autor, y también los saludos del Señor Jesucristo, desde Su
Gloria, en el Cielo. Leamos el versículo 4 de este capítulo 1 de
Apocalipsis:
4
Juan, a las siete iglesias que están en Asia: Gracia y paz a
vosotros, del que es y que era y que ha de venir, y de los siete
espíritus que están delante de su trono; (Ap. 1:4)
Observemos que Juan no se presenta colocando algún título
delante de su nombre, y simplemente se identifica por su
nombre, Juan. Suponemos, por lo tanto que Juan era muy
conocido en estas siete iglesias. Sabemos que Juan había sido
pastor de la iglesia en Éfeso, y se estima que también
supervisaba a las iglesias en aquella zona. Asia abarcaba mucho
de lo que conocemos actualmente como Asia Menor.
Antes de proseguir vamos a comentar la mención del número 7.
En este versículo se mencionan las 7 iglesias, y los 7 espíritus. El
número 7 tiene un significado religioso en la Palabra de Dios,
obvio y conocido por la gente en los días de Juan. La humanidad,
desde siempre, le ha dado cierta relevancia a los números, hasta
llegar a la superstición. Pero en la Palabra de Dios el número 7
tiene una especial relevancia. No necesariamente significa "la
perfección", sino más bien el estar "completo", en su "totalidad".
A veces lo completo significa perfección, aunque no siempre.
Pero cuando Dios utiliza el número siete, es que desea hablarnos
de algo que es "completo". Más adelante veremos que el
número 7 es un número clave en el libro de Apocalipsis. También
en el Antiguo Testamento el número 7 era considerado como
representativo de lo "completo"; está relacionado con los pactos
de Dios y su trato con Israel. El sábado, día del reposo, por
ejemplo, es observado el séptimo día, como también el
importante rito simbólico de la circuncisión y la adoración, todos
giran alrededor del séptimo día. Al recorrer las páginas de las
Escrituras, la Biblia, Dios ordenó a Su pueblo, el pueblo de Israel
que caminara 7 veces, en 7 días, alrededor de la ciudad de
Jericó, para conquistarla, no por fuerza, ni violencia, sino con Su
Poder. También hemos estudiado en el pasado la historia del
importante militar llamado Naamán, quien tuvo que sumergirse
7 veces en el río Jordán, para recibir sanidad para su grave
lepra. Hay muchas referencias en las que no podemos abundar,
pero mencionaremos algunas, a modo de recordatorio: en los
tiempos de José, en Egipto, siendo hebreo de nacimiento, había
llegado a ser muy poderoso, hubo 7 años de abundancia, y 7
años de gran hambre. El poderoso rey Nabucodonosor estuvo
enajenado mentalmente por 7 años. Hay 7 bienaventuranzas en
el Nuevo Testamento. El "Padre Nuestro", la Oración del Señor,
contiene 7 peticiones. Jesús relata 7 parábolas en el evangelio
de Mateo, capítulo 13; y Él alimentó a las multitudes con 7
panes. El Señor Jesucristo habló 7 veces desde la cruz. Al llegar
al libro de Apocalipsis, el número 7 continúa destacándose, y por
lo tanto no debe ser una mención casual.
Ahora, Juan escribe: a las siete iglesias que están en Asia. ¿No
había otras iglesias en Asia? Sabemos que había iglesias en
Colosas, en Mileto, en Hierápolis, en Troas, y en muchos otros
lugares. Cuando Juan mencionó el número siete, daba a
entender que abarcaba la totalidad de la historia de la iglesia, y
que estas iglesias representaban las características de todas las
congregaciones. Así que, aquí se refiere a la provincia de Lidia,
la zona de Nisea, partes de Persia. No significa todo el
continente de Asia, pero sí señala una gran área, especialmente
en la zona costera. La expresión de "Asia Menor" no fue utilizada
hasta el cuarto siglo.
El saludo comienza con "Gracia y paz". La palabra "gracia" viene
de la palabra griega "caris". La "Gracia" significa el favor
inmerecido de Dios, y la fuerza que se precisa en la
vida cristiana, cada día. Y la paz, el habitual saludo "shalom"
que se utiliza en hebreo, significa la serenidad resultante que
capacita al creyente a hacer frente a todas las circunstancias de
la vida. La Gracia y la Paz provienen de la Trinidad, y son la
fuente de todas las bendiciones nuestras, los creyentes en Cristo
Jesús, en el presente.
Tenemos delante de nosotros a la Trinidad, y la mención de los
siete espíritus hace referencia a Dios, Espíritu Santo, en Su
Plenitud. "del que es y que era y que ha de venir" enfatiza la
eternidad y la inmutabilidad de Dios. Observemos que se
menciona a cada miembro de la Trinidad: a Jesucristo, en el
versículo siguiente, como Hijo de Dios, y los 7 espíritus, una
clara referencia al Espíritu Santo, y a Dios Padre, El que es, era y
ha de venir". Leamos el versículo 5 de este capítulo 1 de
Apocalipsis:
5
y de Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y
el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos lavó
de nuestros pecados con su sangre, (Ap. 1:5)
Y de Jesucristo el testigo fiel, ? dice ? el primogénito de los
muertos. A partir de este versículo veremos que se le otorgan
siete títulos al Señor Jesucristo. En este versículo 5,
encontramos los primeros cinco. El primer título de Jesucristo es
el de "el testigo fiel". Jesucristo es el único testigo digno de
confianza para relatar los hechos de este libro; Él es el único
testigo digno de confianza para usted y para mí en el presente.
Muchas personas nos pueden haber defraudado, pero podemos
creer y depositar nuestra confianza en el Señor Jesucristo.
El segundo título es: El primogénito de los muertos. Primogénito
en griego es "prototocos", y está relacionado con Su
resurrección. Él fue el primero en levantarse de entre los
muertos, para no morir jamás. Este es un cuadro maravilloso
que tenemos delante de nosotros. La muerte, el sepulcro, fue la
matriz que le dio a luz. Él vino de la muerte a la vida. Él es el
único que ha regresado de entre los muertos con un cuerpo
glorificado. Nadie más ha recorrido ese camino hasta el
presente. Pero los creyentes, los Suyos, le seguirán en la
resurrección. Tercero: Él es soberano de los reyes de la tierra.
Esto nos habla de la posición final que Jesucristo ocupará
durante el milenio, donde cada rodilla se doblará ante Él, y cada
lengua confesará que Él es el Señor. (Fil. 2:10-11)
El cuarto título que encontramos en este versículo 5, del capítulo
1 de Apocalipsis es "al que nos amó". Es una expresión
realmente en tiempo presente, que enfatiza Su actitud fiel y
constante hacia los Suyos. El estudio de este libro, amigo
oyente, no debería causarnos ningún temor, porque proviene de
Aquel que nos ha amado. Él no sólo nos amó cuando murió por
nosotros en la cruz, sino que Él nos ama hoy. ¡En este mismo
minuto Jesús le ama, estimado amigo, amiga, oyente!
El quinto título es: Y nos lavó de nuestros pecados con Su
sangre. La sangre de Cristo no es solamente un símbolo, es de
suma importancia. Quizá, si es un oyente habitual de nuestro
programa, usted recuerde que al estudiar el Antiguo
Testamento, en el libro de Levítico, capítulo 17, versículo 11,
vimos que Dios le enseñó a Su pueblo que la vida de la carne en
la sangre está, y yo os la he dado para hacer expiación sobre el
altar por vuestras almas. Ahora, cuando Cristo derramó Su
sangre, hasta la última gota que salió de Su cuerpo, allí en la
cruz, Él la entregó voluntariamente por usted y por mí, amigo
oyente. Él entregó Su vida totalmente. ¡Él murió por Amor, por
nosotros! Por su profundo y trascendente significado no
podemos tomar a la ligera el eterno valor de la sangre de
Jesucristo. "Hay un precioso manantial de sangre de Emanuel
(Dios con nosotros), que purifica a cada cual que se sumerge en
Él", es el título de un precioso himno tradicional que expresa
claramente los efectos de ser lavados y limpios por ese supremo
sacrificio de amor de Jesucristo. Y la sangre de Jesucristo todavía
hoy, ahora mismo, puede lavarnos de cualquier pecado, de
cualquier maldad. Con todo respecto y mucho afecto le
preguntamos, estimado amigo oyente, ¿ya ha probado ser
limpiado por la sangre de Jesucristo?
El Apóstol Pedro escribió en su primera epístola, capítulo 1,
versículos 18 y 19: Sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra
vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no
con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre
preciosa de Cristo, como de un Cordero sin mancha y sin
contaminación.
Y por ello, el Apóstol Pablo pudo escribirle al joven Timoteo en su
primera carta a este joven creyente, en el capítulo 2 y versículo
5, y decirle: Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre
Dios y los hombres, Jesucristo hombre.
Él, y sólo Él derramó Su sangre. Él, sólo Él, nos liberó de nuestro
pecado por entregarse hasta la muerte, hasta dar toda Su propia
sangre. ¡Qué inmenso e inmerecido regalo nos ofrece Dios, y no
se cansa nunca en ofrecérnoslo: el perdón y la paz, por medio
del único mediador, entre Él, y el ser humano! Continuemos con
el versículo 6, que dice:
6
y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre; a él sea
gloria e imperio por los siglos de los siglos. Amén. (Ap. 1:6)
Y aquí llegamos al sexto título que significa en realidad: "Y nos
hizo un reino, sacerdotes para Dios, Su Padre". Como santos
sacerdotes, ofrecemos sacrificios espirituales a Dios: nuestras
personas, nuestras posesiones, nuestra alabanza y nuestro
servicio. Como regios sacerdotes proclamamos las excelencias
de Aquel que nos llamó de las tinieblas a Su luz admirable.
Leemos que nosotros somos un reino de sacerdotes, y que
vamos a reinar con Él. Ahora, Jesucristo dice a continuación:
"Para Dios, su padre". ¿Por qué no dijo nuestro Padre? Por la
razón de que esa es Su eterna posición en la Trinidad. Nosotros
llegamos a ser hijos de Dios a través de la regeneración. Pero
Jesucristo es, ha sido y será el Hijo de Dios. Él nació de arriba.
Nosotros solamente podemos llegar a ser hijos de Dios si
aceptamos a Jesucristo, Su Hijo, como nuestro único y suficiente
Salvador.
Ahora, el séptimo título es: a él sea gloria e imperio por los
siglos de los siglos. Esta frase concluyente enfatiza la eternidad.
Un amor tan inmenso, eterno, entregado, incondicional,
incomprensible, Le hace a Jesucristo digno de toda nuestra
alabanza, gloria, honra, y adoración. Amén. Cuán maravilloso es
meditar en las profundidades de la riqueza espiritual que Dios
nos revela, por puro Amor. El versículo termina con un Amén. Él
es el Amén. En el libro de Isaías, que estudiamos hace algunos
meses atrás vimos que ese era uno de Sus título. Amén.
Jesucristo, Él es el tema y el sujeto principal de este libro. Él es
el motivador de todas las cosas, de todos los sucesos, y todos
los eventos se dirigen hacia Él. Todas las cosas no sólo fueron
creadas por Él, sino que todas las cosas fueron creadas para Él.
Este universo existe para Él. Continuemos con el siguiente
versículo 7 de este capítulo 1 de Apocalipsis:
7
He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que
le traspasaron; y todos los linajes de la tierra harán lamentación
por él. Sí, amén. (Ap. 1:7)
Ahora, ¿qué quiere decir "los que le traspasaron"? Esto es una
referencia a la nación de Israel. Y luego: y todos los linajes de la
tierra. Es decir, todos los gentiles, Harán lamentación por él. Sí,
amén. También finaliza este versículo con un Amén. Ese es Su
título, ese también es Su nombre.
Hemos leído: He aquí que viene con las nubes. Eso revela la
venida física de Cristo. Y cuando Juan, el autor, escribió: Y todo
ojo le verá, eso indica que será una aparición física corporal, que
podrá apreciarse visualmente. Según las Escrituras, cuando
Jesucristo retire y saque a la Iglesia de la Tierra, es decir a todos
los creyentes de este mundo, y los lleva a los Cielos, Él no será
visible. Nosotros vamos a encontrarnos con el Señor en las
nubes, según podemos leer en 1 Ts. 4:17.
Ahora, aquí dice que "todo ojo le verá". El énfasis en este libro
profético de Apocalipsis es sobre Su venida a la Tierra a
establecer Su reino, y aquí tenemos unas referencias al
respecto.
Se nos dice que todos los linajes de la tierra harán lamentación
por Él. Esta será la reacción de todos aquellos que rechazan a
Cristo. Es que, estimado amigo oyente, el mundo, los habitantes
de este planeta, no le darán la bienvenida.
Y la palabra "Amén" significa que, así será, porque Él es "fiel". Él
no va a cambiar Su plan, ni Su modo de pensar. Él es fiel, y
constante en todo, siempre. El versículo 8 de este capítulo 1 de
Apocalipsis continúa:
8
Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin, dice el Señor, el que
es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso. (Ap. 1:8)
Jesucristo dice que Él es el Alfa y la Omega. Esta afirmación es
muy importante porque en el idioma griego, el Alfa y la Omega
son la primera y la última letra del alfabeto griego; el principio y
el final. De un alfabeto se construye un lenguaje, por la
formación de palabras. Y Jesucristo es llamado El Verbo de Dios.
Él es la revelación completa, y Él es la comunicación inteligente,
comprensible, de Dios. Amigo oyente, Él es el único alfabeto, el
único lenguaje que usted puede usar para llegar al corazón de
Dios. El único idioma que Dios habla y comprende es este
idioma del cual Jesús es el Alfa y la Omega. El cubre el tiempo y
la eternidad, y agota el vocabulario de la excelencia. Él es la
fuente y la meta de la creación, y es Él quien comenzó y pondrá
fin al programa de Dios en el mundo. Si usted, amigo oyente,
quiere comunicarse con Dios, ya sabe, lo tendrá que hacer en el
Nombre de Jesucristo, por medio del Señor Jesucristo.
Ahora, el principio y el fin se refieren a la eternidad del Hijo, y a
Su inmutabilidad. Jesucristo es el mismo ayer, hoy y por los
siglos (Hebreos, 13, 8). Eterno en Su ser y el Todopoderoso en
poder. Significa que Él es el mismo. Él no ha cambiado. Él es
inmutable.
Ahora, se nos dice que Él es Principio y fin, Él abarca todo el
tiempo y toda la eternidad. Continúa el versículo: Dice el Señor.
Esta es una afirmación de la deidad del Señor Jesucristo. El que
es, esto es tiempo presente. El Cristo glorificado. Y que era,
tiempo pasado, la primera venida de Cristo, el Salvador. Y que
ha de venir, tiempo futuro, la segunda venida de Cristo, como el
soberano a esta tierra. Él es, era y ha de venir.
Hemos completamos esta primer y muy profunda sección, del
saludo de Juan, el escritor y también del Señor Jesucristo.
Continuamos ahora, el versículo 9 de este capítulo 1 de
Apocalipsis, leemos:
9
Yo Juan, vuestro hermano, y copartícipe vuestro en la
tribulación, en el reino y en la paciencia de Jesucristo, estaba en
la isla llamada Patmos, por causa de la palabra de Dios y el
testimonio de Jesucristo. (Ap. 1:9)
Esta expresión, "Yo Juan", se usa solamente tres veces en este
libro de Apocalipsis. Las dos últimas se encuentran al final del
libro. Dice: "Yo Juan, vuestro hermano, y copartícipe vuestro en
la tribulación". El apóstol Juan estaba teniendo graves
problemas. Usted recordará que Domiciano, el emperador
romano, le había exiliado en la isla de Patmos, en el mar Egeo,
porque Juan era muy activo en la iglesia de Éfeso. Pero, además
tenía a su cargo la supervisión de todas las demás iglesias. El
estaba privado de libertad a causa de su lealtad a la Palabra de
Dios y al testimonio de Jesucristo.
Yo Juan, vuestro hermano, y copartícipe vuestro en la tribulación.
¿Tribulación? Sí, la primera Iglesia, la mal llamada iglesia
"primitiva", también sabía lo que era padecer tribulación y
persecución.
Y continúa Juan diciendo: En el reino y en la paciencia de
Jesucristo, estaba en la isla llamada Patmos, por causa de la
palabra de Dios y el testimonio de Jesucristo. Permítanos
cambiar un poco la estructura y volver a leerlo. "Yo Juan, quien
soy vuestro hermano y copartícipe con vosotros en la
persecución por amor a Cristo, en el reino y en la paciencia de
Jesús, estaba en la isla llamada Patmos, a causa de la Palabra de
Dios y el testimonio de Jesucristo. Ahora, Juan no se está
refiriendo aquí a la Gran Tribulación, sino a la persecución que
ya estaba cayendo sobre los creyentes; al mencionar "el reino"
se refiere al reino, al que, por virtud del nuevo nacimiento entra
el pecador, que ha aceptado que Cristo le limpiara y lavara con
Su preciosa sangre. Juan se refiere al Reino de Cristo al que
pertenecemos todos los creyentes. No es el reino de los mil
años, el Milenio, que no ha sido establecido aún porque Cristo lo
va a instituir en Su Segunda Venida.
Juan relaciona la tribulación, la perseverancia, que es paciencia,
y el Reino de Dios. Y a continuación Juan explica la razón por la
cual se encuentra en la isla de Patmos. Su exilio se produjo entre
los años 86 al 96 D. C. Patmos es una isla volcánica, árida, en la
costa de Asia Menor, de unos 16 kilómetros de largo, por 10
kilómetros de ancho. Pero su cárcel, su aislamiento y privación
se convirtieron en una antesala del cielo al recibir las visiones de
la gloria y del poder de Dios, y las revelaciones acerca del juicio
establecido por Dios.
Estimado amigo oyente, continuaremos en nuestro próximo
programa. Le sugerimos adelantarse en el texto bíblico y leer
todo el capítulo 1 de Apocalipsis. Confiamos y pedimos al Señor
Jesucristo que las palabras oídas, las que con reverencia hemos
pronunciado aquí, hagan eco en su alma y corazón, para que
sólo Él reciba toda la gloria y honra, como sólo Él se merece.
¡Amén!
Apocalipsis 1
Versículos 10-18
Continuamos hoy, estimado amigo oyente, nuestro viaje por el
libro profético de Apocalipsis, el último libro del Nuevo
Testamento. Estamos en el capítulo primero y en el programa
anterior habíamos llegado hasta el versículo 9.
El apóstol Juan, autor de este libro, comenzó diciendo que la
visión le fue dada en la isla de Patmos. Domiciano, uno de los
emperadores romanos más brutales, le había enviado al exilio
en esa isla, el lugar al cual eran llevados los prisioneros del
gobierno romano. Allí, en ese lugar inhóspito estuvo Juan desde
cerca del año 86 al 96, pero lo que parecía ser la experiencia
más dura y difícil, se convirtió para Juan en una antesala del
mismo Cielo. La impactante y magnífica visión que Juan tuvo en
la isla de Patmos fue una visión del Cristo glorificado, Cristo en
un cuerpo glorificado y como el Sumo Sacerdote en el lugar
Santísimo.
Proseguiremos entonces con los versículos siguientes, los
versículos 10 y 11 de este primer capítulo de Apocalipsis,
leemos:
10
Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor, y oí detrás de mí
una gran voz como de trompeta, 11que decía: Yo soy el Alfa y la
Omega, el primero y el último. Escribe en un libro lo que ves, y
envíalo a las siete iglesias que están en Asia: a Efeso, Esmirna,
Pérgamo, Tiatira, Sardis, Filadelfia y Laodicea. (Ap. 1:10-11)
El Espíritu Santo está aquí desempeñando Su función, como
parte de la Trinidad. Esa es la razón por la cual oramos para que
Él, el Espíritu de Dios, tome las cosas de Cristo y nos las revele.
Eso es exactamente, como probablemente usted recordará
cuando estudiamos este tema hace algún tiempo atrás, lo que el
Señor Jesucristo dijo con respecto al ministerio o trabajo que el
Espíritu de Dios iba a realizar en la Tierra. Jesucristo prometió
que el Espíritu Santo iba a tomar las cosas de Cristo y nos las iba
a revelar. Él lo expresó de la siguiente manera, en el capítulo 16,
del evangelio de Juan, versículos 13 y 14: Pero cuando venga el
Espíritu de Verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no
hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que
oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir. Él me
glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber".
Ahora, estamos comenzando a vislumbrar esta visión de
Jesucristo glorificado. Sinceramente, nos sentimos
incompetentes para explicar todo lo que implican esos
tremendos versículos. Sólo el Espíritu de Dios puede revelar y
mostrarnos la grandiosidad de esta visión, para que sea real
para nosotros. Sin embargo el autor de la carta a los Hebreos
escribió en el capítulo 3, versículo 1 de esta carta: Por tanto,
hermanos santos, participantes del llamamiento celestial,
considerad al apóstol y sumo sacerdote de nuestra profesión,
Cristo Jesús.
Así es que, le estamos considerando a Él en Su profesión como
el Sumo Sacerdote. Ahora, Juan escribió que él estaba en el
Espíritu; es decir, que el Espíritu Santo estaba actuando sobre
Juan, y le estaba mostrando a él este cuadro panorámico, que
nos va a describir en detalle, con colores y sonidos. Juan escribió
que él escuchó un sonido como de trompeta. ¿Qué era? Él dice
en los versículos 12 y 13:
12
Y me volví para ver la voz que hablaba conmigo; y vuelto, vi
siete candeleros de oro, 13 y en medio de los siete candeleros, a
uno semejante al Hijo del Hombre, vestido de una ropa que
llegaba hasta los pies, y ceñido por el pecho con un cinto de oro.
(Ap. 1:12-13)
Esta es la descripción del cuadro que Juan vio y escuchó. Él dijo:
Oí detrás de mí una gran voz como de trompeta. Y podemos
agregar, una trompeta de guerra. Cuando el Señor Jesucristo
descienda del cielo a buscar a Su iglesia, lo hará de la siguiente
manera, y leemos en la Iª carta a los Tesalonicenses 4:16):
Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel,
y con trompeta de Dios, descenderá del cielo. Su voz será como
la de un arcángel, y Su voz será como la de una trompeta.
Juan continúa y menciona a estas siete iglesias; no vamos a
desarrollar los detalles acerca de estas diferentes iglesias, ya
que lo haremos cuando lleguemos a los capítulos 2 y 3. Cada
iglesia será presentada individualmente en los siguientes
capítulos.
Juan tiene ante sí un cuadro emocionante del Señor Jesucristo. Él
ve a uno semejante al Hijo del Hombre, que está vestido con
ropaje que le llega a los pies, y ceñido el pecho con un cinto de
oro. Los mencionados siete candeleros de oro nos recuerdan a
los elementos sagrados y santos del Tabernáculo; aquí, en lugar
de ser un solo candelabro con siete brazos, Juan ve siete
candeleros. Estos candeleros representan a siete iglesias
distintas, y la función de todos y cada uno será explicado más
adelante. El Señor Jesucristo dijo: "Yo soy la luz del mundo, pero
cuando yo me vaya, ustedes serán la luz en el mundo". La
Iglesia de Jesucristo, Su iglesia, debe ser una luz potente, un
faro, en el mundo. Es decir, que usted, amigo oyente, si es
creyente, es, o debería ser, una luz en el mundo.
Juan nos describe la escena, el cuadro que estaba
contemplando: el Señor Jesucristo, espléndido, asombroso,
majestuoso, como el Gran Sumo Sacerdote, en medio de los
candeleros, vestido con un ropaje especial. Por la descripción de
Juan sabemos que Él está vestido como sólo puede ir vestido el
Sumo Sacerdote. Podemos leer acerca de los exigentes y
rigurosos requisitos del ropaje sacerdotal en el libro de Éxodo,
capítulo 28, versículos 2 al 4. Allí se describe con detalle cómo
debía ser la vestimenta, estas ropas especiales, que representan
la justicia inherente de Cristo. El cinto que se menciona aquí, le
cruza el pecho. Según los escritos del famoso historiador Josefo,
los sacerdotes se ceñían el cinto sacerdotal a la altura del
pecho, aunque la costumbre popular era ceñírselo por la cintura.
El significado de esta escena nos habla acerca de Jesucristo
como nuestro Gran Sumo Sacerdote. Él está, en esta visión, en
medio de las iglesias. ¿Qué es lo que está haciendo? Está
juzgando, evaluando y observando a las iglesias. Él está
juzgando a los creyentes, para que la luz, Su luz, siga brillando.
Este capítulo es muy importante, porque, estimado amigo
oyente, la Escritura no nos deja en la oscuridad en cuanto a lo
que Él está haciendo en el presente. Se nos ha indicado de una
manera muy clara que está ocupado con tres ministerios
diferentes. En primer lugar; "Intercede"; tenemos la
"intercesión" de Cristo. Él es nuestro Gran Sumo Sacerdote. Él
está ante ese altar de oro en el cielo, en el presente, y hace
intercesión por nosotros. ¡Qué alentador es saber que tenemos
un intercesor permanente, que a pesar de todo, a pesar de
nosotros mismos, nos escucha, nos comprende, ama, y perdona!
El segundo ministerio: "Interviene"; es la "intervención" de
Cristo. No sólo tenemos la intercesión, sino la intervención de
Cristo; porque Él salió del lugar Santísimo al lavacro.
Recordemos las lecciones que estudiamos sobre el Templo y sus
diferentes secciones. Recordemos que al lugar Santísimo sólo
podía entrar el Sumo Sacerdote, una vez al año. Pero Jesucristo
aceptó por puro amor y obediencia a Su Padre Dios, salir de
presencia santa de Dios, para venir a este mundo. No sólo habló,
en lenguaje humano, del gran Plan de Salvación, sino también lo
ejecutó hasta las últimas consecuencias, su muerte en la cruz. Y
una de sus ocupaciones en la actualidad, hoy, es lavar los pies
de aquellos que Le pertenecen. ¿A quiénes está lavando? A
aquellos que traen sus pies, sus manos, sus ojos, todo su ser,
ante Él, y han confesado sus pecados. El Apóstol Juan en su
primera carta, capítulo 1, versículo 9, nos dice recuerda que: Si
confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar
nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. Nosotros, los
creyentes, si queremos mantener una fluida comunión con Él,
también tenemos que confesar nuestros pecados, errores y
omisiones.
Ahora, Jesucristo interviene constante y fielmente a nuestro
favor. Juan nos dice en su primera epístola: Hijitos míos, estas
cosas os escribo para que no pequéis. Y si alguno hubiere
pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el
justo. (1 Jn. 2:1). Él es nuestro abogado. Él está de nuestro lado
para defendernos de las acusaciones de Satanás, quien acusa y
señala a los hijos de Dios.
Jesucristo ejerce también un tercer ministerio: Inspecciona; es la
"inspección" de Cristo. Amigo oyente, lo que Jesucristo está
haciendo en el presente, hoy, está claramente indicado en la
Escritura. Él ha ascendido al cielo, se sentó a la diestra de Dios,
pero no está allí sentado, inactivo, contemplando a este mundo.
Cuando en este libro que estamos estudiando, el Apocalipsis, se
nos dice que Él se sentó, eso nos indica que Él ha terminado,
completado, la tarea de la redención aquí en la Tierra. Él murió
aquí para salvarnos, pero Él vive allí en los Cielos, para
interceder, limpiarnos una y otra vez, y mantenernos salvos.
De modo que, hemos reseñado las actividades o el ministerio de
"la intercesión" de Cristo y de "la intervención" de Cristo. Ahora
tenemos "la inspección" de Cristo. En la visión Juan vio a
Jesucristo en medio de los siete candeleros. Estos candeleros
representan a la nación de Israel. En el libro de Éxodo, se nos
describe el candelabro de oro, como el objeto más hermoso que
había en el Tabernáculo. El simbolismo y su significado también
resultan muy hermosos. El candelabro estaba labrado de oro
macizo, y del tronco principal salían tres brazos a cada lado; la
copa de cada brazo tenía forma de una flor de almendro abierta
en las que se colocaban las lámparas.
Ahora, las lámparas representan al Espíritu Santo. El candelero
de oro representa a Cristo, a Cristo glorificado, a Cristo, la
deidad. El candelabro de oro sostiene las lámparas, y las
lámparas, a su vez, revelan la belleza y la gloria del candelabro.
Este es el cuadro que Juan nos describe en este capítulo 1 de
Apocalipsis. Cristo envió al Espíritu Santo al mundo. El Espíritu
Santo aún, en este momento, desea revelarnos a Cristo y toda
Su gloria, el Espíritu Santo desea fervientemente descubrirnos
toda Su maravilla y hermosura. Pero, la actividad del Espíritu de
Dios también nos ayuda a vernos a nosotros mismos en la luz de
Su presencia, para Jesucristo pueda "inspeccionarnos".
El Sumo Sacerdote, en el Templo, llevaba a cabo varias tareas.
Sólo él podía cuidar del candelabro. Los demás sacerdotes
tenían otras responsabilidades, pero sólo el Sumo Sacerdote
encendía las luces de las lámparas; era quien las llenaba de
aceite; Él era el único que limpiaba y cortaba la mecha de cada
lámpara para que ésta diera su máxima luz. Él era el único que
podía apagar una lámpara que comenzaban a humear. Ahora, en
la visión, el Señor Jesucristo camina en medio de los siete
candelabros, es decir, en medio de Su iglesia, inspeccionando
individualmente a los creyentes que la componen. Esto nos
recuerda el texto en el evangelio de Juan, capítulo 15, en el que
Jesucristo explica la necesaria poda y limpieza de los pámpanos
de la vid. Esta es una de las razones por las que Él permite que
pasemos por ciertas pruebas, amigo oyente, porque quiere
sacar un bueno fruto de nosotros, los pámpanos.
Pero, Jesucristo hace algo más, para obtener una luz más
brillante en nosotros, Sus seguidores, sus discípulos, Él derrama
el Espíritu Santo. El Señor Jesucristo es la Cabeza de la Iglesia. Él
es quien envía el Espíritu Santo al mundo. Él prometió, antes de
ascender a los Cielos, que cuando el Espíritu Santo viniera, iba a
ejecutar ciertas cosas. Él está haciendo aquello que el Señor
Jesucristo le envió a hacer en el mundo. El Espíritu Santo está
hoy en el mundo; y el Señor Jesucristo quiere comunicarse en el
presente. Él quiere luz, y Él es quien derrama el Espíritu Santo
en los corazones de Sus hijos. Cualquier luz que salga de este
programa, es obra del Espíritu Santo.
Pero Jesucristo hace algo más, y esto nos hace temblar, por su
seriedad. Él, en ocasiones usa un "apagavelas". Si la lámpara no
da luz, y solamente llena el lugar de humo, el Señor Jesucristo
actúa, y la apaga. Eso es lo que Juan dijo: Hay pecado de
muerte. (1 Juan 5:16) Uno puede ser puesto a un lado, puede ser
"archivado". Hay una gran cantidad de personas que han sido
puestas a un lado, han sido apartados. ¿Por qué? Porque Él
quiere y espera luz, amigo oyente. Sigamos adelante y leamos
los versículos 14 y 15 de este capítulo 1 de Apocalipsis:
14
Su cabeza y sus cabellos eran blancos como blanca lana,
como nieve; sus ojos como llama de fuego; 15 y sus pies
semejantes al bronce bruñido, refulgente como en un horno; y
su voz como estruendo de muchas aguas. (Ap. 1:14-15)
Sus cabellos eran blancos como blanca lana, como nieve. Esta
figura nos habla de la eternidad, Él es el Anciano de Días (Dn.
7,9), y nos habla de Su dignidad. Sus ojos como llama de fuego.
Su vista es penetrante, tiene conocimiento perfecto,
discernimiento infalible, y escrutinio ineludible. Él sabe todo en
cuanto a usted, y Él sabe todo sobre mí, amigo oyente. Él ve lo
que le ofrecemos como ofrenda, nuestro tiempo, talentos,
bienes materiales. Recordemos la mirada de Señor Jesucristo a
Simón Pedro, después de que éste le había negado. Pedro salió y
lloró amargamente. Amigo oyente, Él nos está observando,
mirando. A continuación Juan observó que: Y sus pies
semejantes al bronce bruñido, refulgente como en un horno.
Esto habla de juicio. El bronce se asocia a ese altar de bronce
que había en el Templo, que nos habla de Su obra en esta tierra,
Su muerte por nuestros pecados. Él está juzgando a aquellos
que son Suyos.
Continúa el versículo Su voz como estruendo de muchas aguas.
Esa es la voz de la autoridad, la voz que llamó a este universo a
la existencia, la voz que va a resucitar a los Suyos de la tumba,
la voz que llamará a Su Iglesia a reunirse con Él. Todas estas
figuras añaden riqueza al cuadro para describir a Cristo como
nuestro Gran Sumo Sacerdote. El Espíritu de Dios desea
ayudarnos para verle en toda Su hermosura, en toda Su gloria.
Leemos el versículo 16 de este capítulo 1 de Apocalipsis:
16
Tenía en su diestra siete estrellas; de su boca salía una
espada aguda de dos filos; y su rostro era como el sol cuando
resplandece en su fuerza. (Ap. 1:16)
Tenía en Su diestra siete estrellas. Esto significa Su control sobre
todo el universo. Nos habla de posesión, poder, control y honra.
De Su boca salía una espada aguda de dos filos. La espada es la
Palabra de Dios, que es más aguda y penetrante que una
espada de dos filos.
y su rostro era como el sol cuando resplandece en su fuerza.
(Ap. 1:16)
Es imposible mirar directamente al sol. Amigo oyente, ¿piensa
que podrá mirar directamente al Creador que hizo el sol? ¿A
Aquel que hoy es Cristo glorificado? Leamos los versículos 17 y
18 que dicen:
17
Cuando le vi, caí como muerto a sus pies. Y él puso su diestra
sobre mí, diciéndome: No temas; yo soy el primero y el
último; 18 y el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo
por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte
y del Hades. (Ap. 1:17-18)
Juan, el apóstol y autor de este libro es el joven discípulo que se
reclinaba sobre Su pecho en el Aposento Alto. Pero, cuando él
vio al Cristo glorificado en la isla de Patmos, había una gran
distancia entre él y Jesucristo. Juan nos relata que cuando le vio,
cayó como muerto a Sus pies. Amigo oyente, el Señor Jesucristo
está hoy sentado a la diestra, a lado de Dios, y si pudiéramos
contemplarle a Él en toda Su gloria y esplendor no nos
acercaríamos con familiaridad, sino que también caeríamos ante
Él, como muertos. Volvamos a leer estos versículos 17 y 18:
17
Cuando le vi, caí como muerto a sus pies. Y él puso su diestra
sobre mí, diciéndome: No temas; yo soy el primero y el
último; 18y el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo
por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte
y del Hades. (Ap. 1:17-18)
Los detalles de estos grandes versículos los vamos a analizar
detenidamente en nuestro próximo programa. Como reflexión
final tenemos que admitir que la naturaleza humana se rebela
contra cualquier control, contra reglas y normas; no nos agrada
ser enjuiciados, observados, y analizados. Esa actitud también la
podemos observar en la iglesia, en la vida de los cristianos. No
queremos que nos incomoden y que nos confronten con la
verdad misma. Queremos una vida sin mayores complicaciones,
y la tendencia general es la de conformarse con el cumplimiento
de unas cuantas reglas mínimas, de ética y moral, y así creernos
que somos suficientemente "cristianos". Esa es la razón por la
cual Cristo se ocupa a inspeccionar a Su Iglesia. Él es Juez de la
Iglesia, y en la iglesia. Él no ignora, ni cierra sus ojos al pecado,
y a aquello que está mal. Su mandamiento a la iglesia es, como
lo veremos un poco más adelante: Arrepiéntete, y haz las
primeras obras; pues si no, vendré pronto a ti, y quitaré tu
candelero de su lugar. (Ap. 2:5).
Le animamos a leer todo el capítulo 1 de Apocalipsis y así
familiarizarse con el texto bíblico. Pedimos a Dios que envíe Su
Espíritu para que todo lo que se ha comentado en el programa
sea comprensible, y se haga luz, Su luz, en el corazón de cada
estimado amigo oyente que nos ha acompañado. Hasta el
próximo programa.
Apocalipsis 1
Versículos 10-20
Continuamos avanzando hoy, amigo oyente, por el libro
de Apocalipsis, el único libro profético del Nuevo Testamento,
que es la segunda parte de La Biblia, las Sagradas Escrituras.
Nos encontramos en el capítulo 1, y vamos a regresar al
versículo 10, para profundizar algunos conceptos que, a su vez,
nos servirá de repaso sobre la deslumbrante y hermosa visión
que tuvo el apóstol Juan durante su exilio en la isla de Patmos.
Leamos el versículo 10,
10
Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor, y oí detrás de mí
una gran voz como de trompeta, (Ap. 1:10)
En nuestro programa anterior mencionamos que Juan estaba en
el Espíritu, y que escuchó una gran voz, como de trompeta. Sin
embargo, no llegamos a comentar algo sobre el significado de
este "día del Señor". Según entendemos nosotros, esta
expresión día del Señor aquí indica lo que nosotros llamamos el
día domingo, el primer día de la semana; ese fue el día de la
resurrección de Cristo, de dos apariciones posteriores a sus
discípulos, el día del descenso del Espíritu Santo; los discípulos
se reunían para partir el pan, y Pablo instruyó a los corintios que
recogieran la colecta el día del Señor, el primer día de la
semana.
Vamos a seguir adelante, y considerar lo que nos dicen los
versículos 17 y 18. En el programa anterior mencionamos que
estamos observando el cuadro que nos relata Juan.
Contemplamos a Cristo glorificado, vestido y realizando una de
las funciones que también en nuestro tiempo le ocupan: es
nuestro Gran Sumo Sacerdote. Nuestro Gran Sumo Sacerdote
está llevando a cabo Su labor ante el altar de oro en el Lugar
Santo, donde intercede fiel y contantemente por nosotros. Un
poco más adelante veremos la importancia de este ministerio
que nuestro Señor Jesucristo realiza.
Vimos en el anterior programa que Él, como Sumo Sacerdote no
sólo intercede por nosotros, sino que Él hoy, ahora, está
dispuesto a lavar nuestros pies, ensuciados con el polvo de
nuestro caminar por la vida; lavar nuestras manos, ociosas o
ocupadas en asuntos superficiales; lavar nuestros ojos, cuya
visión está tan turbia por contemplar más las cosas terrenales
que las celestiales; y no se cansa de lavar todo nuestro ser, si
decidimos llegar a Su presencia, y pedirle con humildad el
perdón por nuestros pecados, por nuestros errores, nuestras
rebeliones, nuestra auto-suficiencia, soberbia, egoísmos,
indiferencias, y tantas cosas secretas que sólo lo sabemos
nosotros y Dios, que todo lo ve. Pero que maravillosa promesa: Y
si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo, y siempre
está dispuesto a limpiarnos y perdonarnos.
La escena que nos describe Juan es deslumbrante. Le
encontramos vestido con los ropajes de un Sumo Sacerdote en
medio de los 7 candelabros. Desde los tiempo de Moisés, cuando
Aarón su hermano era el Sumo Sacerdote, esta distinguida clase
de sacerdotes eran los que tenían a su cuidado las lámparas que
estaban en el candelabro de oro del Tabernáculo, y más tarde en
el Templo. Nuestro Señor Jesucristo, la Luz del mundo, en medio
de los candelabros, nos habla de la deidad de Cristo; las
lámparas de estos candelabros nos hablan del Espíritu Santo,
que Jesucristo prometió a sus discípulos enviar al mundo
después de su ascensión. El había dijo que enviaría al Espíritu
Santo, que les iba a consolar, les iba ayudar a recordar, que les
revelaría cosas celestiales, del Padre y de Él, Jesucristo. El
Espíritu Santo, dijo, iba a tomar las cosas de Cristo y nos iba
alumbrar el entendimiento para que pudiéramos brillar en la
oscuridad del mundo,
Aquí Él, Jesucristo en gloria y potestad está en medio de esos
candeleros, que representan a las iglesias, como lo veremos
algo más adelante. La misión de la Iglesia es ser luz del mundo
en el presente tiempo, representándole a Él, que fue la luz del
mundo, cuando se encontraba en este mundo. Pero, Jesucristo
también dijo que nosotros seríamos la luz del mundo. Como
Gran Sumo Sacerdote Él vela por el brillo de la luz, y donde hay
sombra, Él procura limpiar la mecha, para que nada empañe Su
luz.
En el programa anterior hablamos de que Jesucristo es nuestro
Gran Sumo Sacerdote, que también juzga a Su Iglesia, para su
purificación, para que su luz irradie con mayor poder y fuerza.
Juan, al contemplar la escena, atónito y deslumbrado escuchó
Su voz como estruendo de muchas aguas, en el versículo 15. Es
la voz de autoridad de Jesucristo. Es la voz que le dio existencia
a este universo, con un poderoso "hágase". Es la voz que
resucitará a los Suyos; que llamará a todos los que integran Su
Iglesia de este mundo, para reunirse y estar con Él. Veamos lo
que nos dicen los versículos 17 y 18 de este capítulo 1 de
Apocalipsis:
17
Cuando le vi, caí como muerto a sus pies. Y él puso su diestra
sobre mí, diciéndome: No temas; yo soy el primero y el
último; 18 y el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo
por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte
y del Hades. (Ap. 1:17-18)
La visión dejó completamente paralizado al apóstol Juan. Juan
era al más joven de los apóstoles, el que se recostó su cabeza
sobre el pecho de su amado Señor durante la Santa Cena en el
Aposento Alto. Juan tenía absoluta confianza en su Señor y
Maestro, era su amigo y compañero. Pero, la visión es tan
poderosa, tan impactante, lo que vio y oyó le hace caer a Sus
pies como muerto. Cuando usted y yo lleguemos a la presencia
del Señor Jesucristo Lo veremos también como el Cristo
glorificado. Estimado amigo oyente, creemos que se muestra
hoy en día mucha falta de respeto y reverencia hacía el Señor
Jesucristo. Recordemos que dijo: Vosotros sois mis amigos, si
hacéis lo que yo os mando. (Jn. 15:14).
Pero en su desmayo, paralizado por el deslumbramiento de esa
visión, Juan escucha la clara y firme voz de su amado Señor
Jesucristo, por el cual estaba sufriendo el exilio en la Isla de
Patmos, que le dice con mucha ternura: No temas. ¡Éste es
nuestro Señor y Salvador, este es nuestro Dios!, el que se
compadece de nuestra humanidad, que comprende nuestros
temores y desalientos; este "no temas" es la expresión, el
saludo de la deidad, que se dirige a la humanidad. Y a
continuación Jesucristo, el Señor, da cuatro razones, o motivos,
para no temer. Primera razón: Él dice Yo soy el primero y el
último. Eso habla de Su eterna deidad. Él salió de la eternidad, y
avanza hacia la eternidad. El salmista escribió: Antes que
naciesen los montes y formases la tierra y el mundo, desde el
siglo y hasta el siglo, tú eres Dios. (Sal. 90:2). Y esta palabra
"siglo" indica un punto en la lejanía que se desvanece en la
distancia. Así es que, desde un punto en la lejanía que se
desvanece en el del pasado, hasta un punto en la lejanía que se
desvanece en el futuro, Él es Dios. Él es el primero, porque no
hubo nadie antes de Él, y Él es el último, porque no hay nadie
que le pueda seguir.
La segunda razón por la cual no debemos sentir temor,
Jesucristo dice: Y el que vivo, y estuve muerto. Estas palabras
recordaron a Juan la realidad más importante de toda la historia
de la humanidad: Jesucristo murió, pero resucitó. Y eso es
exactamente lo que dijo el Apóstol Pablo, cuando formuló una
pregunta en su epístola a los Romanos, capítulo 8, versículo 34,
donde dice: ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió;
mas aun el que también resucitó, el que además está a la
diestra de Dios, el que también intercede por nosotros.
Este es un aspecto maravilloso acerca del perdón de Dios. Si
llegamos ante Él, con nuestras cargas, con nuestros pecados,
cualesquiera que sean, por muy graves y terribles, Dios nos
acepta incondicionalmente, si somos sinceros en nuestro
arrepentimiento. Dios nos escucha, nos limpia con la sangre que
Su Hijo Jesucristo vertió en la cruz, y aceptándole como nuestro
único Salvador, todo el lodo, toda la carga que nos aplastaba
queda removida. Y en la Biblia leemos que Dios tira todas
nuestras iniquidades, nuestro fardo de pecados, a lo más hondo
del mar, a lo más profundo, donde nadie podrá encontrarlo. Y es
más, dice la Palabra de Dios, que Él borra nuestros pecados,
pero también los borra de Su memoria. Eso significa que con
Dios podemos comenzar de nuevo, como personas nuevas,
como nacidas de nuevo. Ese es exactamente lo que significa "el
nuevo nacimiento" el comenzar como un bebé recién nacido
espiritualmente. Cristo murió por mí, por usted, estimado amigo
oyente, pero también Él resucitó para nuestra justificación, para
demostrar que somos perdonados, y que vamos a ir al cielo
algún día. El que además está a la diestra de Dios. Esto es
maravilloso, Él está vivo, Él intercede por nosotros, Él ora por
nosotros. ¡Sí, así es nuestro Dios!
La tercera razón por la cual no debemos temer, es esto: Mas he
aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén. Esta es una
afirmación que nos tranquiliza. Jesucristo nos recuerda que está
vivo HOY, en nuestro tiempo presente, que su acción es
continua; que Él no sólo está juzgando, sino que está
intercediendo, día tras día, cada día, cada mes, cada año.
La cuarta razón para no sentir temor que Jesucristo menciona es
esta: Y tengo las llaves de la muerte y del Hades. Estas llaves
nos hablan de Su autoridad y de Su poder. Él, el Señor Jesús,
tiene poder sobre la tumba y sobre la muerte ahora, ahora
mismo, gracias a Su propia muerte y resurrección. Ahora, Hades
aquí, es la palabra griega para "el mundo que no se ve". Puede
referirse a la tumba, o al lugar donde va el espíritu.
Uno no debe tener temor a nadie, con excepción de Aquel que
tiene autoridad y poder para quitarnos la vida. Pero Jesucristo, el
Señor afirma que Él tiene las llaves. Él es quien puede quitar de
nosotros ese temor de la muerte.
Llegamos ahora al versículo 19, y aquí tenemos la división de
tiempo y del contenido del Apocalipsis. Aquí tenemos el orden
cronológico y la división de este libro en sus tres tiempos:
pasado, presente y futuro. Leamos este versículo 19 del primer
capítulo de Apocalipsis:
19
Escribe las cosas que has visto, y las que son, y las que han
de ser después de estas. (Ap. 1:19)
Aquí en el capítulo 1, tenemos las cosas que has visto. Hasta
este momento, ¿qué es lo que Juan, el autor, ha visto? Él
contempló en su visión, con toda claridad, al Cristo glorificado.
Aquel que es el centro mismo, el tema, de este libro. Este libro
es totalmente Cristo-céntrico. Es el Señor Jesucristo quien es el
personaje. Él es quien ha sido, quien es, y quien será. Él es el
mismo ayer, y hoy, y para siempre. Y el Cristo glorificado ordena
a Juan escribir las cosas que ha visto.
Y también las que son. Ahora, ¿cuáles son esas "cosas que son"?
Bueno, es la Iglesia en el mundo. A pesar de las terribles
persecuciones, de muchas circunstancias adversas que batallan
por aniquilar la existencia y la evidencia del Evangelio, aún
estamos aquí, los cristianos, después de más de 2.000 años.
Este tema lo trataremos en los capítulos 2 y 3.
Luego, las cosas que serán después de estas, tienen que ver con
el programa de Jesucristo. El programa de Jesucristo abarca la
salida de la Iglesia de la Tierra, cuando es recogida por
Jesucristo, y las circunstancias y situaciones que tendrán lugar
sobre la tierra, después de haber partido la Iglesia. El Señor
Jesucristo sigue siendo el centro y corazón mismo de esta etapa
de la historia de la humanidad. El programa de Jesucristo está
contenido en los capítulos 4 al 22. Llegamos al versículo 20, el
último versículo de este capítulo 1 de Apocalipsis, leemos:
20
El misterio de las siete estrellas que has visto en mi diestra, y
de los siete candeleros de oro: las siete estrellas son los ángeles
de las siete iglesias, y los siete candeleros que has visto, son las
siete iglesias. (Ap. 1:20)
Notemos que el apóstol Juan utiliza un lenguaje sencillo para
presentarnos claramente cuándo utiliza símbolos, para
ayudarnos a comprender lo que esos símbolos significan. De
otro modo, él está hablando literalmente.
Ahora, Juan escucha la explicación o la revelación de un
misterio. Un misterio en las Sagradas Escrituras significa un
secreto sagrado, que no había sido revelado hasta ese
momento, hasta el momento en que fue dado a Juan. Y esta
revelación del misterio está relacionada específicamente a
aquello que Juan está viendo, la escena que está contemplando,
al Cristo glorificado.
El Apóstol Pablo, antes de su conversión y aceptación de que
Jesús era el Cristo, en su feroz persecución de los cristianos,
tuvo un encuentro que cambió toda su vida. Se encontró de
pronto con Jesucristo, en el camino a Damasco. Pero, ¿qué fue lo
que vio? Él mismo cuenta: Vi una luz del cielo que sobrepasaba
el resplandor del sol. (Hechos 26:13). Bueno, estimado amigo
oyente, ni siquiera podemos mirar al sol sin una protección
especial para nuestros ojos. Tampoco el Apóstol Pablo pudo
hacerlo, no lo pudo ver a Jesucristo, en toda Su gloria. Pero sabía
que estaba allí. Esa luz del cielo que sobrepasaba el resplandor
del sol causó una ceguera en Pablo que duró unos días, quizá
incluso le restó visión para el resto de su vida.
Jesucristo explica a Juan el significado de las siete estrellas, y las
identifica como los siete ángeles. Las estrellas representan
autoridad. En el libro de Judas, versículo 13, se les llama a los
apóstatas "estrellas errantes". La palabra "ángel", en griego
"angelos" significa literalmente "ángel" y "mensajero", y pueden
ser humanos, o divinos. Y aquí podría referirse a un mensajero
de las huestes angelicales del cielo, o también puede referirse a
alguien que está a cargo de una congregación, a un maestro.
Los siete candeleros representan a las siete iglesias de Asia.
Ellas a su vez representan, a la Iglesia en su totalidad. La Iglesia
como el cuerpo de Cristo.
Hemos llegado al capítulo 2 de Apocalipsis. Esto nos acerca a la
sección que habla acerca de la Iglesia, también llamada "el
cuerpo de Cristo". Él amó a la iglesia y por ella se entregó. La
Iglesia es el cuerpo, el conjunto de creyentes, los cuales le
fueron dados a Él por el Padre. En su oración, en el capítulo 17
del evangelio de Juan, Jesucristo le da las gracias al Padre por
ello "los que tú me diste". Ahora, aquí estaremos tratando con
siete iglesias, que representan a la totalidad de las iglesias. Ya
entraremos en detalle en este capítulo 2.
Y después del capítulo 3, ya no se menciona más a la Iglesia.
Hasta el capítulo 4, la iglesia es mencionada 19 veces. A partir
del capítulo 4, hasta el capítulo 20 donde tiene lugar el juicio
ante el Gran Trono Blanco, ya no se menciona más a la Iglesia. El
motivo es que la iglesia ya no se encuentra en el mundo. Ha
sido removida de este planeta.
Los siete mensajes, o cartas, tienen una interpretación y una
aplicación triple. La primera interpretación o aplicación es el de
darles un significado contemporáneo, es decir, que tienen un
mensaje directo para las iglesias locales que existían en el
tiempo del apóstol Juan. Nosotros vamos a acercarle, estimado
amigo oyente, en los próximos estudios, a la localidad de estas
siete iglesias. Describen la situación y condición que realmente
existía en las 7 iglesias locales en esa época. Sería maravilloso
que pudiéramos visitar estos sitios personalmente, porque
opinamos que uno se acerca más a la Biblia, visitando estas
siete iglesias. El comentarista Sir William Ramsey escribió hace
tiempo: "La persona que escribió estas siete cartas a las siete
iglesias tuvo que haber estado allí, porque evidentemente
conocía las condiciones locales".
Hay una segunda interpretación o aplicación es enfocar
el estudio como una visión de la Cristiandad en la tierra, en
cualquier momento de su historia. Los rasgos descritos en estas
cartas han existido en parte, al menos, en cada siglo después de
Pentecostés. O sea que, cuando leemos el mensaje a la iglesia
de Pérgamo, podemos encontrar un mensaje aplicable a nuestra
propia iglesia y para nosotros, personalmente.
Y luego, hay una tercera interpretación y aplicación, y es la que
vamos a enfatizar, y es una interpretación cronológica. Aquí se
presenta la historia panorámica de la iglesia. Hay siete períodos
definidos en la historia de la iglesia, y aparentemente nos
encontramos en el último en el presente, que sería el de la
iglesia de Laodicea, o creemos estar muy cerca a ese período.
Éfeso, la primera iglesia mencionada representa a la iglesia
apostólica, la iglesia que está en su mejor momento, pero había
dejado su primer amor. Laodicea, la última iglesia, representa a
la iglesia apóstata, tibia y alejada. Y este cuadro que Juan vio en
su visión en Patmos, tan patético, se ha cumplido en su gran
mayoría, y es ahora conocida como la historia de la iglesia.
Ahora, el Señor Jesucristo seguirá un formato muy definido al
dirigirse a cada una de las iglesias. Esa es la razón por la cual
decimos que el libro de Apocalipsis es un libro muy sencillo,
porque el material, su contenido está mejor organizado que
cualquier otro libro de la Biblia.
Vamos a terminar aquí nuestro estudio, y continuaremos en la
próxima oportunidad, comenzando a estudiar la "Iglesia en
Éfeso". Como siempre pedimos a Dios por usted, y por su
familia, estimado amigo oyente, para que el Todopoderoso, por
medio de Su Espíritu pueda alumbrar y revelar a su alma las
profundas verdades espirituales de Su amor, de Su Paz, y de Su
perdón.
Apocalipsis 2
Versículos 1-4
Continuamos hoy, amigo oyente, nuestro recorrido por el libro
de Apocalipsis, que como usted bien sabe es el último libro de la
Biblia y el que más habla de "las cosas por venir", es decir, del
futuro y de los últimos tiempos. Retomamos, pues, nuestro
estudio a partir del capítulo segundo de este apasionante libro.
Comienza aquí la segunda división principal de este libro, en la
que se mencionan diversos aspectos clave relacionados con la
iglesia. Estos aspectos clave o críticos serán abordados por el
autor de este libro, el Apóstol Juan, mediante una serie de cartas
o escritos en los que Dios se dirige a siete iglesias. En éste y en
posteriores programas analizaremos el contenido y el propósito
de cada una de estas cartas las cuáles, de manera clara y
directa, abordarán sus respectivas problemáticas.
Y si bien es cierto que estas siete iglesias eran congregaciones
históricas situadas en la zona de Asia Menor, muchas de ellas
fundadas décadas atrás por el Apóstol Pablo en sus viajes
misioneros, también es verdad que sirven para ejemplificar los
diferentes tipos de iglesias que han existido y que existirán a lo
largo y ancho de la historia de la humanidad. Como decía el
poeta: "¿Acaso hemos cambiado tanto a lo largo de los tiempos?
Apenas nada". Y como podremos ver, lo que Cristo dijo a estas
iglesias fue y sigue siendo relevante a lo largo de todos los
tiempos.
Antes de comenzar nuestra lectura, permítanos, querido oyente,
dibujar en el lienzo de este programa unos rápidos trazos para
esbozar la situación y el contexto en el cual se va a desarrollar
el texto bíblico estudiado hoy.
La escritura y envío de cartas fueron medios de comunicación
muy habituales durante el primer y segundo siglo de la era post
cristiana. Un complejo y eficiente sistema de correos sería para
unir las principales ciudades y mantener perfectamente
comunicado todas las provincias del vasto imperio romano.
Estas siete iglesias a las que se dirigen las cartas en los
capítulos 2 y 3 son muy significativas en diversas maneras. En
primer lugar, cuando Juan escribió este libro, estas iglesias eran
reales y estaban situadas en las ciudades que se mencionarán.
Sin embargo, aparentemente, no eran las más importantes de
aquellos días dado que sólo dos, Éfeso y Laodicea, aparecen
mencionadas anteriormente en la Biblia. No obstante y como ya
hemos mencionado, al igual que las cartas del Apóstol Pablo a
otras iglesias que él mismo fundó, el mensaje que contienen
concierne y resulta perfectamente válido para todas las iglesias
en todas partes y en todos los tiempos.
De todas las iglesias que se podían haber elegido (como
Jerusalén, Antioquía, Alejandría, Corinto, Roma, Colosas o
Hierápolis), sólo estas siete fueron seleccionadas. Otro aspecto
significativo es que cada carta va dirigida al "ángel" de cada
iglesia en particular; y la palabra ángel, bien podría aplicarse
aquí a seres humanos o sobre humanos, como más adelante
comentaremos. En cualquier caso, la aparente responsabilidad
de estos "ángeles" los hace compartir tanto la bendición como la
culpabilidad de sus propias y respectivas congregaciones.
Ahora bien, ¿por qué ocupa Éfeso el primer lugar en la lista de
las siete iglesias mencionadas por el Apóstol Juan? La respuesta
es sencilla y las razones son varias: En los tiempos de Juan,
Éfeso era el puerto más importante de toda Asia y era conocido
con el sobrenombre del "Mercado de Asia". Por si ello fuera poco,
todas las carreteras del valle del Caistro, que era el río a cuya
orilla Éfeso fue edificada, convergían en ella. De esta manera,
Éfeso era el pórtico de Asia para todos aquellos que provenían
desde Roma y era también el paso obligado para todos aquellos
que iban hacia Roma. Su peculiar situación terminó convirtiendo
a Éfeso en la ciudad más importante, rica y relevante de Asia en
aquella época.
Éfeso disfrutaba, además, de un elevado reconocimiento social,
dado que tenía el estatus de ciudad libre, honor sólo conferido a
algunas poblaciones por los servicios prestados al imperio
romano. En Éfeso, además, se celebraban los juegos atléticos
más importantes de Asia.
Recordemos que el Apóstol Pablo permaneció en Éfeso más
tiempo que en ninguna otra ciudad. Seguramente en ningún otro
lugar estuvo Pablo más íntimamente relacionado que con los
ancianos o responsable de la iglesia de Éfeso, como revela
íntimamente su discurso de despedida en el libro de los Hechos,
capítulo 20.
El segundo aspecto que deseamos comentar es la particularidad
de que sea un "ángel" el destinatario de cada una de las siete
cartas que analizaremos. Numerosos estudiosos de la Biblia han
interpretado que lo que Juan denomina "ángel" no es otro que el
pastor o el responsable de cada iglesia.
Un tercer aspecto a mencionar es que el comienzo de cada una
de estas siete cartas sigue siempre el mismo patrón, utilizando
las palabras: "Conozco tus obras". Dios, por medio de Juan,
desea de esta manera explicitar su conocimiento íntimo y
cercano a la realidad de cada una de las iglesias a las que se
dirige. Son, de hecho, "Sus iglesias". De la misma manera,
querido oyente, Dios nos conoce a todos y cada uno de nosotros
de manera personal e íntima, aunque, muy a su pesar, algunos
de nosotros no le conozcamos a Él como debiéramos. Para ello
es necesario comenzar, independientemente de su edad,
pasado y trasfondo, una nueva relación con Él, una nueva vida,
lo que los cristianos denominamos "nacer de nuevo" o
"conversión".
Y esta nueva relación o "conversión" no supone un acto litúrgico
que deba realizarse en una iglesia o ante un sacerdote;
cualquiera puede recibir a Cristo como su Señor y Salvador en la
soledad de su casa o en la intimidad de su habitación. La buena
noticia, querido amigo y amiga es que usted no necesita
mediador humano alguno para iniciar esta nueva relación con
Dios; porque el único mediador "valido" es Jesucristo, que es el
único mediador válido entre Dios y los hombres.
Sin embargo, si usted decide no realizar este paso y no desea
conocerle personalmente, Dios continuará conociendo sus actos
y su vida, tal y como lo hace con cada una de Sus iglesias.
Recuerde, estimado oyente, que el Reino de Dios no es tanto
usted caminando con Cristo como Cristo caminando con usted.
Un cuarto aspecto que nos llama la atención respecto a estas
cartas dirigidas a las siete iglesias es que en cada una de ellas
Juan dedica las primeras palabras para elogiar alguna conducta
o actitud digna de alabanza, tras lo cual pasa a exponer
brevemente un mal o incorrecto comportamiento. Sin embargo,
podemos observar algunas excepciones destacables: No hay
palabras de reproche, por ejemplo, para las iglesias de Esmirna
y Filadelfia. Esmirna fue la iglesia mártir. Y Filadelfia fue una
iglesia misionera, una iglesia que difundió la Palabra de Dios. En
el extremo opuesto nos encontraremos con la iglesia de
Laodicea, hacia la cual Juan no expresó alabanza alguna. La
razón: Laodicea fue una iglesia apóstata, es decir, una iglesia
que conociendo la verdad, la rechazó y se apartó de ella.
Un quinto aspecto destacable es el modo en que termina cada
una de las cartas; una advertencia: "El que tiene oído, oiga lo
que el Espíritu dice a las iglesias", lo cual nos otorga una idea de
la universalidad del mensaje expuesto, que trasciende a la
misma iglesia a la cual está dirigida y es aplicable a todas las
iglesias cristianas del mundo, independientemente de su
ubicación geográfica o su época.
Comencemos ahora con el estudio de la carta dirigida a la
iglesia de Éfeso, que es la primera de las siete cartas que
analizaremos. Ya hemos comentado la relevancia y la hermosura
de esta gran metrópoli de la antigüedad. Cuando el Apóstol
Pablo arribó a su puerto, pudo admirar su gran avenida de
mármol blanco, que aún se conserva hasta el día de hoy,
flanqueada a ambas orillas por hermosos edificios, templos,
numerosas tiendas y pequeños negocios donde se podía adquirir
prácticamente cualquier cosa.
Si continuamos nuestro recorrido, saliendo del puerto y hacia la
derecha, se abre un gran mercado, y más adelante, al lado de la
montaña, un gran teatro donde se podían sentar unas 20.000
personas. Más lejos, hacia la izquierda, un colosal anfiteatro con
aforo para unas 100.000 personas asombraba a cualquier turista
de la época. Todo ello convertía a Éfeso en el perfecto
emplazamiento para celebrar las más concurridas festividades y
juegos, durante los cuáles podían llegar a juntarse cerca de dos
millones de personas.
Fue en imponente urbe donde el Apóstol Pablo desarrolló uno
den sus principales ministerios, y donde más tarde el Apóstol
Juan, el Apóstol que más años vivió, cerca de cien, y el único de
los doce que no sufrió una muerte violenta sino natural, llegó a
ser pastor.
Como hemos mencionado, Éfeso era el centro de culto de la
diosa Artemisa (nombre griego) o Diana (nombre romano), y su
templo era una de las siete maravillas del mundo clásico. El
edificio estaba construido sobre un cimiento artificial de piel y
carbón lo cual lo hacía a prueba de terremotos. Sus puertas y su
escalinata fueron cuidadosamente talladas en madera de ciprés.
Sus dimensiones arquitectónicas eran realmente gigantescas
siendo, de hecho, el templo griego más grande que se haya
construido jamás, con unos 127 metros de largo por 60 de
ancho, es decir, unas cuatro veces más grande que el famoso
Partenón de Atenas. Exteriormente tenía más de 100 columnas
exteriores. Y sobrevivió hasta que fue finalmente destruido por
los godos allá por el año 256 D. C. Su decoración era digna de
una auténtica galería de arte, con obras maestras de los más
famosos artistas del momento: Praxíteles, Fidias, Escopas,
Policleto. En su interior, detrás de una cortina de color púrpura,
se adoraba al ídolo más sagrado del paganismo, Diana,
representada por una estatua femenina con múltiples pechos.
Adicionalmente, este lugar llegó a funcionar como un banco
donde se depositaba el dinero de Asia.
Sin embargo, pese a su innegable hermosura estética, el templo
era un lugar en el que sus sacerdotisas practicaban una especie
de prostitución sagrada. Los adoradores de la diosa Diana se
entregaban a ritos religiosos consistentes en orgías, bacanales y
todo tipo de vicios y excesos.
El Apóstol Pablo llegó a Éfeso en su tercer viaje misionero, lugar
donde permaneció por tres años. Pablo comenzó enseñando la
Palabra en la escuela de un conocido maestro local llamado
Tirano: "Pero estaré en Éfeso ? decía ? hasta Pentecostés;
porque se me ha abierto puerta grande y eficaz, y muchos son
los adversarios". Como hemos mencionado anteriormente, Juan,
el Apóstol del amor, apodado por sus compañeros Apóstoles
como "el hijo del trueno" debido a su fuerte carácter, llegó a ser
pastor de la iglesia cristiana del lugar hasta que fue finalmente
encarcelado por el emperador romano Domiciano y exiliado a la
isla de Patmos, a unos 80 km. de distancia, donde estuvo preso
10 años, al cabo de los cuales regresaría a Éfeso para morir y
ser sepultado en la basílica de San Juan, en el punto más
elevado de la ciudad.
Bien, estimado amigo y amiga, este era el contexto y la
situación social y económica del lugar al cual El Señor Jesucristo
se dirige a la primera iglesia, la de Éfeso, la cual se encontraba,
como podemos entender, establecida en un enclave producto de
la confluencia de múltiples culturas, influencias sociales,
tensiones políticas, tendencias religiosas paganas así como un
importante materialismo fruto de la prosperidad y relevancia
económica de la zona.
Iniciemos nuestra lectura de la Palabra en el versículo 1 del
capítulo 2, que dice así:
1
Escribe al ángel de la iglesia en Éfeso: El que tiene las siete
estrellas en su diestra, el que anda en medio de los siete
candeleros de oro, dice esto:
La iglesia cristiana de Éfeso fue establecida por el Apóstol Pablo
en su tercer viaje misionero (narrado en el libro de los Hechos de
los Apóstoles), y entre sus dirigentes espirituales se encontraban
Aquila y Priscila, Apolos, Timoteo y el mismo Juan. Las así
llamadas "siete estrellas" son los mensajeros que representan a
las siete iglesias; Cristo los tiene en Su mano y eso significa que
es Él quien controla a la iglesia. Los mencionados "candeleros de
oro" eran lámparas portátiles hechas de oro que daban luz a
partir del aceite que llevaban en sí. Cada candelero representa a
una iglesia y su luz representaba la verdad y vida que irradiaba
de cada una de esas comunidades. Recordemos que en las
Escrituras el número siete representa todo lo que es completo,
por lo que estos siete candeleros representan a las iglesias de
todos los tiempos. Leamos ahora el versículo 2:
2
Yo conozco tus obras, y tu arduo trabajo y paciencia; y que no
puedes soportar a los malos, y has probado a los que se dicen
ser apóstoles, y no lo son, y los has hallado mentirosos;
Es necesario que comprendamos que Dios está hablando a los
creyentes. Dios está alabando a esta iglesia por sus buenas
obras, por su sufrimiento (paciencia) así como por su capacidad
de discernimiento o sabiduría espiritual, sabiendo evaluar a los
hombres que afirmaban poseer el liderazgo espiritual,
analizando su doctrina y su conducta.
A lo largo de las Escrituras, podemos ver cómo Dios no le pide al
mundo que realice buenas obras con el fin de ganarse la
amistad de Dios y el perdón de los pecados. El Apóstol Pablo,
escribiendo en su carta a su discípulo y amigo Tito, dice en el
capítulo 3, versículo 5: "Nos salvó, no por obras de justicia que
nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el
lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu
Santo". Eso es lo importante. De la misma manera, en su carta a
los Romanos, capítulo 4, versículo 5, dice el Apóstol: "Mas al que
no obra, sino cree en aquel que justifica al impío, su fe le es
contada por justicia".
Cristo está hablando aquí a los Suyos, a los que forman la iglesia
de Éfeso y que ya que han sido salvos. Por eso alaba sus buenas
obras, no porque fueron realizadas para ganar Su perdón y
salvación, sino por amor a las personas como reflejo del amor de
Cristo por el ser humano. Por eso, el Apóstol Pablo escribió a la
iglesia de Éfeso una carta en la que les recordó lo siguiente:
"Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de
vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se
gloríe. Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para
buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que
anduviésemos en ellas" (Ef. 2:8-10).
Esto es importante de notar de nuestra parte, amigo oyente.
Alguien ha dicho que el creyente debería ser como un buen
reloj, todo de oro, con el rostro abierto, que marche
regularmente, en el que se pueda confiar y lleno de buenas
intenciones y buenas obras. Así es que, Él le está diciendo aquí a
esta iglesia, como lo dijo el Apóstol Pablo: "Sed llenos del
Espíritu Santo". (Ef. 5:18).
El Señor comienza pues alabando a estos creyentes por sus
buenas obras. A lo cual añade: "Y su arduo trabajo". ¿Cuál es la
diferencia entre "buenas obras" y "arduo trabajo"? La palabra
"trabajo" implica aquí una buena dosis de cansancio. La Palabra
nos dice cómo el Señor Jesús se cansaba en algunas de sus
jornadas y caminatas que realizó. Los discípulos se cansaron
trabajando con el Señor. Se cansaron por el trabajo. Ahora, la
tercera cosa que Él menciona aquí como conducta digna de
elogio es por su paciencia, la cual es consecuencia o "fruto" del
Espíritu Santo. El cuarto aspecto mencionado es "y que no
puedes soportar a los malos".
Un quinto aspecto a destacar es la siguiente mención: "Y has
probado a los que se dicen ser apóstoles, y no lo son, y los has
hallado mentirosos". Los cristianos de Éfeso tenían "inteligencia
espiritual" o don de discernimiento para probar a aquellos que
llegaban a la iglesia haciéndose pasar por apóstoles, los cuáles
rechazaban de inmediato.
Ahora, veamos el versículo 3 de este capítulo 2 de Apocalipsis:
3
y has sufrido, y has tenido paciencia, y has trabajado
arduamente por amor de mi nombre, y no has desmayado.
Observemos la expresión: "Has trabajado arduamente por amor
de mi nombre". Los creyentes de Éfeso, a pesar de haber
sufrido, estaban llevando la cruz porque habían creído en Cristo,
en que fue el hijo de Dios, creído en Su muerte y en su sacrificio
por toda la humanidad. Ellos sabían que ser cristiano no iba a
ser tarea sencilla en una ciudad como aquella, sabían que
tendrían que pagar un precio por ello, tal vez el precio del
desdén de sus vecinos, o del menosprecio de sus
conciudadanos, o el de la burla y el escarnio de los
desconocidos. Eso es lo que los cristianos denominamos "llevar
la cruz" y que significa sencillamente compartir los
padecimientos que Cristo sufrió en la tierra: incomprensión,
escepticismo, cansancio, ataques, burla, privaciones y
enemistad.
El séptimo motivo de alabanza hacia esta iglesia era que "no
había desmayado". Durante más de cuarenta años desde su
fundación, esta iglesia había permanecido fiel a la Palabra y al
Señor. En medio de dificultades y persecución, los creyentes
había persistido, impulsados no pos rus propias fuerzas sino por
la obediencia y la fe en Jesucristo. En realidad, podría
interpretarse que los creyentes de Éfeso no se habían cansado.
¿Qué es lo que Él quiere decir aquí? Anteriormente, Él había
dicho que se habían cansado, y ahora dice que no se han
cansado. Bueno, esta es una de las grandes paradojas de la fe
cristiana, y podemos ilustrarlo con lo que dijo el famoso
predicador cristiano Dr. Moody en cierta ocasión, al regresar a su
hogar tras de una campaña que le había dejado exhausto. Su
familia le rogó que no fuera a la siguiente reunión, pero él les
dijo: "Me canso en el trabajo, pero no del trabajo". Y hay mucha
diferencia, amigo oyente. Uno puede cansarse en la obra de
Cristo, pero es algo trágico cuando usted se cansa de la obra de
Cristo.
Esas son las palabras de alabanza que Él transmitió a su iglesia
en Éfeso. Siete palabras de halago. Sin embargo, el mensaje no
acaba aquí. A continuación leeremos lo que dice el siguiente
versículo, el 4, respecto a esta misma iglesia.
4
Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor. (Ap. 2:4)
Y permítanos cambiar un poquito esto que dice aquí para que
comprendamos mejor el significado: Pero tengo contra ti, que
has dejado tu mejor amor.
¿En qué consiste el ser cristiano? Ser cristiano, querido amigo y
amiga, significa una sola cosa: amar a Jesucristo. Sin embargo,
el fervor y la pasión de los efesios hacia Cristo habían sido poca
a poco reemplazados por una ortodoxia fría y mecanizada. Su
pureza doctrinal y moral, su celo inquebrantable por la verdad y
su servicio disciplinado no eran sustituto para el amor a Cristo
que habían descuidado y relegado a un segundo lugar en sus
vidas y en su iglesia.
Allí es donde se apartó del buen camino la iglesia por primera
vez, no en cuanto a la doctrina, sino en su relación personal con
el Señor Jesucristo. La Biblia nos demuestra que Dios no desea
mantener con el hombre una relación distante y de sumisión
respecto a sí mismo, sino que desea desarrollar una auténtica
relación de Padre a hijo, una relación de amistad eterna, hasta
tal punto que la propia escritura nos dice que desde el principio,
la intención de Él fue adoptarnos en su propia familia
trayéndonos hacia Él mediante Jesucristo. Por eso envió a su Hijo
a rescatarnos; porque anhelaba mantener con el hombre y la
mujer una auténtica relación de amor. Y hasta que usted no
comprenda esto, querido amigo y amiga, no podrá entender la
fuerza del evangelio: Dios le ama tanto que envió a Su propio
Hijo para morir por los pecados que usted cometería algún día.
Con esta maravillosa en mente queremos finalizar nuestro
encuentro de hoy. Esperamos, como siempre, volver a contar
con su presencia en nuestro próximo programa. Hasta entonces,
que Dios le bendiga mediante el estudio diario de Su Palabra,
que es la verdadera y auténtica fuente de vida, para usted y
para su familia.
Apocalipsis 2
Versículos 4-7
Continuamos hoy, amigo oyente, recorriendo este interesante
libro que se llama Apocalipsis, el único libro profético, y también
el último del Nuevo Testamento. De hecho es el último libro de la
Biblia, las Sagradas Escrituras.
Vamos a regresar a nuestro estudio del capítulo dos.
Anteriormente habíamos comentado que este capítulo tiene
como tema principal la Iglesia. Recordemos que, en la división
natural de este libro, que se divide en tres tiempos, el pasado, el
presente y el futuro, los capítulos 2 y 3, están relacionado con el
tiempo presente, el hoy y el ahora.
A partir del capítulo 2 comienzan las siete cartas que el Señor
Jesucristo redactó y comunicó al apóstol Juan, cuando éste se
encontraba exiliado en la Isla de Patmos. Por medio de Juan, el
Señor Jesucristo le ordenó que escribiera siete cartas a las siete
iglesias que se encontraban en Asia Menor, en lo que hoy se
conoce como Turquía. La mayoría de estas 7 iglesias se
encontraban cerca de la costa. Hay muchas personas que han
tenido el privilegio de visitar las ruinas de las 7 iglesias
mencionadas en este texto bíblico, y han mencionado que ha
sido una experiencia enriquecedora que les daba una nueva
comprensión sobre la situación vivida por los primeros
cristianos.
En nuestros programas anteriores hablamos sobre el personaje
principal de este libro que es el Cristo glorificado, el Señor
Jesucristo, en poder, gloria y autoridad. La grandiosa experiencia
de esta visión celestial cambió la perspectiva de Juan que estaba
sufriendo penalidades por su celo evangelizador y por sus
continuos viajes difundiendo las "buenas nuevas" de Jesucristo,
de Su amor, de Su perdón, y de su sacrificio en la cruz. La visión
comienza con un cuadro magnífico, Jesucristo, vestido con la
magnificencia de un Gran Sumo Sacerdote, en medio de 7
candeleros. El Señor Jesucristo le explicó a Juan que los 7
candeleros representaban a 7 iglesias. Y, aunque se sabe que
habían muchas más iglesias en ese tiempo en esa región, se
interpreta que estas 7 iglesia representan a la totalidad de lo
que conforma "la Iglesia de Jesucristo", a través de toda la
historia del Cristianismo.
A la primera iglesia que menciona el Señor Jesucristo es a la
iglesia en Éfeso. En nuestro programa anterior, hablamos de esa
comercial ciudad, una de las importantes de aquella época.
Éfeso también era un centro religioso y político. En ese tiempo
era una ciudad costera, aunque hoy en día ya no lo es. El
pequeño río Meandro bajaba cargado de arena y lodo, y llenaba
el puerto de tal manera que el puerto moderno ahora se
encuentra a unos 10 kilómetros de distancia. En los tiempos del
apóstol Juan las aguas prácticamente tocaban la base del
templo de la venerada diosa Diana. De hecho, el templo había
sido construido en un terreno pantanoso. Después de sufrir un
incendio, Alejandro Magno tuvo a su cargo la reconstrucción del
que llegó a ser una de las siete maravillas del mundo de aquel
entonces. En nuestro programa anterior comentamos que
probablemente fue el centro del paganismo más grande que
haya existido en esa época, el templo griego más grande que se
haya construido; cuatro veces más grande que el Partenón en
Atenas.
El apóstol Pablo tuvo un gran ministerio en Éfeso, que en esa
época tenía una población de alrededor de doscientas mil
personas. El impacto de su ministerio todavía se puede
encontrar entre las ruinas de la ciudad, a la entrada misma del
puerto. El puerto era bastante pequeño, pero los barcos de
aquellos tiempos podían entrar a él. Pablo, al llegar al puerto,
seguramente habrá caminado por el boulevard del puerto, una
ancha avenida de mármol blanco. Había un teatro para veinte
mil personas, y un gran anfiteatro que podía sentar a cien mil
espectadores. Era una hermosa ciudad de mármol blanco que se
utilizaba como lugar de recreo y vacaciones por los emperadores
romanos. Éfeso era un importante punto de encuentro, una
confluencia entre el Este y el Oeste, con mucho comercio, Como
testimonio del gran impacto que causó el mensaje de Jesucristo
predicado por los apóstoles Pablo y por Juan, fueron levantadas
cuatro altas torres o columnas en la entrada del puerto, cada
una terminando con el símbolo de la cruz. Estas cuatro grandes
columnas fueron construidos como monumentos en homenaje a
Mateo, a Marcos, a Lucas y Juan. Esto demuestra que el
evangelio fue aceptado y respetado, como también lo prueba el
hecho que algunos templos paganos fueron transformados en
iglesias cristianas. La iglesia en Éfeso llegó a ser una iglesia muy
grande y prominente. El apóstol Pablo la fundó, y el apóstol Juan
llegó a ser su pastor.
En nuestro programa anterior vimos que el Señor Jesucristo
tenía siete palabras de elogio, siete palabras muy positivas para
esta iglesia. La iglesia en Éfeso probablemente fue la mejor, la
más sólida y estable de todas las iglesias de ese tiempo. En un
programa anterior vimos que las siete cartas a las siete iglesias
representaban también las diversas épocas o etapas de la
Iglesia de Jesucristo, en los distintos momentos de la historia del
Cristianismo. Esta primera carta representa el primer período
apostólico, que abarca desde el Pentecostés hasta el año 100 D.
C. Éfeso representa a la iglesia en su estado más puro. Nunca
más la iglesia llegó a tal nivel espiritual como el de esa iglesia.
El Señor Jesucristo la elogió por los numerosos aspectos
magníficos que poseía la iglesia de Éfeso, aunque después
también expresó su descontento y desaprobación. Leemos el
versículo 4, de este segundo capítulo de Apocalipsis, en el cual
el Señor Jesucristo dice lo siguiente:
4
Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor. (Ap. 2:4)
¿Qué significa esta queja del Señor? Lo que él estaba diciendo
era: "Vosotros estáis abandonando vuestro mejor amor". El
Espíritu Santo había llevado a los creyentes en Éfeso a una
relación íntima y personal con el Señor Jesucristo, donde ellos
podían decirle a Él: "Señor Jesucristo, te amo". Los creyentes de
la iglesia en Éfeso, paulatinamente, se estaban apartando de
ese primer amor, entusiasta, entregado. Contagioso. Poco a
poco se estaban enfriando, aunque no se habían apartado de la
fe. Es difícil imaginarnos una iglesia tan dinámica, tan llena de
dones, tan entregada a la sociedad y sus necesidades. En
nuestro tiempo, tan frío e indiferente a los temas espirituales,
tan escéptica y cínica, la iglesia se ve cuestionada y desafiada
por ideologías, y muchos temas éticos y morales controvertidos
y discutibles. Todo lo que afecta a la sociedad también lo
podemos observar dentro de la iglesia; no nos podemos
sustraer, ni ignorar, los cambios que temas, considerados como
verdades bíblicas inamovibles, poco a poco aparecen como
temas relativos, circunstanciales, muy desdibujados y alejados
de su origen.
Los miembros de la iglesia de Éfeso, en sus comienzos, habían
experimentado una devoción intensa y un entusiasta
desbordante por la persona de Cristo. Esa era la característica
de la primera iglesia. Pero, imperceptiblemente, suavemente, se
fueron apartando, no de sus doctrinas, sino de su ferviente e
intenso amor a Jesucristo. Como consecuencia, su entusiasmo
por evangelizar a sus conciudadanos, con ese ímpetu, fervor y
testimonio personal fue decayendo. La iglesia de Éfeso había
llegado a ser muy poderosa, por sus esfuerzos evangelísticos, en
un área geográfico en donde había unos 25 millones de
personas. Aun los emperadores romanos y la nobleza de aquella
época habían llegaban a escuchar el evangelio, en su tiempo de
recreo o vacaciones en esas tierras. Era evidente la actuación
del Espíritu de Dios en esa iglesia, y a través de ella.
Hay muchos seguidores de Jesucristo, creyentes profundos y
consecuentes con su fe, que han llegado a tener esa relación
personal muy cerca con el Señor Jesucristo. A través de todos los
siglos ha habido personas que se han entregado en cuerpo y
alma a la misión evangelizadora. Misioneros, en inhóspitos
rincones remotos, han considerado las penalidades y privaciones
de comodidades y bienestar como un privilegio, un servicio al
Reino de Dios. Consideran imperiosamente necesario proclamar
el evangelio del amor y del perdón de Dios, y servir, sin
reservas, para que el mundo conozca este gran Dios nuestro.
Estimado amigo oyente, permítanos resumirlo en una pregunta:
¿cuál es su relación con Jesucristo? Si está escuchando este
programa significa que debe tener alguna inquietud o hambre
espiritual, pero ¿podría usted afirmar que ama al Señor
Jesucristo, o sólo lo admira, o le parece un personaje
interesante? No es tan importante qué hace o dice, lo que es, o
tiene. A qué iglesia asiste, o qué reglas espirituales, éticas o
morales sigue. Si usted no ama al Señor Jesucristo, entonces no
conoce la verdadera paz de espíritu, ni la profunda y gozosa
realidad de tener una relación personal con Su Creador, con el
dueño de todo el Universo, con Aquel que le ha amado, ama y
amará, a pesar de quien sea, como sea, lo que ha hecho, o
dejado de hacer. Una íntima relación personal con Jesucristo le
habilitará y le ayudará para que todas sus relaciones, y su
servicio cristiano se conviertan en puro. Todo cambia en una
vida que decide acercarse a Dios y acepta en su corazón el
poderoso y tierno amor de Jesucristo. Conocer a Jesucristo es
amarle, y cuánto más le conoce y estrecha su relación y
dependencia con el Señor, cuánto más le amará. Y ese amor,
que nace y crece en un alma agradecida, por haber recibido el
perdón de todos sus pecados, transforma la vida; la hace brillar,
y los que le rodean verán un gran cambio, a causa de los efectos
de ese amor por Jesucristo, Su Señor y Salvador.
Se cuenta la historia de dos jovencitas que trabajaban en una
fábrica textil. Una de ellas dejó de trabajar para contraer
matrimonio. El tiempo había pasado, y un día se encontraron en
la calle. Una preguntó a la otra: "¿Cómo te va? ¿Estás trabajando
todavía?" Y entonces, la amiga contestó: "No, no estoy
trabajando. Me he casado". Esta joven, cuando trabajaba en la
fábrica textil, siempre estaba observando el reloj, para salir ni un
minuto después de la hora. El trabajo era bastante duro, y no le
gustaba. Ahora se ha casado, pero ¿había dejado de trabajar?
Ahora se levantaba temprano para preparar el desayuno para su
esposo, preparaba la comida que él debe llevar a su trabajo;
cuidaba a sus dos hijos pequeños, además de las compras, la
colada y plancha de la ropa; y después de bañar y acostar a sus
pequeños, preparaba la cena, Pero, ella no le importaba, no se
quejaba. Estaba enamorada de su marido y amaba a sus hijitos.
Y eso es lo que marca la diferencia, estimado amigo oyente, "el
amor".
Volvemos al texto y observemos que el Señor Jesucristo
reprocha a la iglesia en Éfeso que se habían apartado del primer
amor, del mejor amor, de Su amor. Y, ¿cuál es la solución? ¿Qué
es lo que deben hacer ellos? Bueno, leamos el versículo 5 de
este capítulo 2 de Apocalipsis:
5
Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz
las primeras obras; pues si no, vendré pronto a ti, y quitaré tu
candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido. (Ap. 2:5)
Recuerda, por tanto. ? dice aquí. La memoria es algo
maravilloso. Alguien ha dicho que Dios nos ha dado memoria
"para tener rosas en diciembre", queriendo decir que no importa
el frío que pueda haber detrás de tus ventanas, si el recuerdo te
produce alegría y te hace sonreír. Alguien ha dicho también que
la memoria es un lujo que sólo un buen hombre, una buena
mujer, puede disfrutar. ¿Tiene usted, amigo oyente, buenos
recuerdos? Aquí el Señor Jesucristo animaba a los creyentes de
la iglesia de Efeso a recordar el momento cuando Le conocieron
y aceptaron como su Salvador, cada uno, personalmente. Les
instaba a regresar en su memoria al momento, a la circunstancia
cuando descubrieron la felicidad que les inundaba el corazón al
saberse libres de cargas y pesares, limpios y perdonados,
lavados por Su sangre, y restablecida la comunión con Dios el
Padre.
Y continúa Jesucristo amonestando: "Arrepiéntete". Y amigo
oyente, el hombre y la mujer del siglo XXI también debería
librarse de ese caparazón de autosuficiencia que nos cubre, de
esa corteza de vanidad, de ese escudo de sofisticación y
autocomplacencia. Debemos librarnos de esa fachada falsa de
piedad, de esa careta que llevamos. Debemos arrepentirnos.
Debemos volver a Dios. Arrepentimiento significa regresar,
volvernos a Él. El arrepentimiento es un mensaje para los
creyentes. No podemos decirle a una persona incrédulo que se
arrepienta. Lo que una persona incrédula necesita es volverse a
Jesucristo, y cuando se encuentra con Cristo, abandonará su
pecado, porque el Espíritu Santo le revelará su verdadera
condición de pecador perdido. Entonces, en arrepentimiento,
confesará y abrirá su alma para que Jesucristo pueda comenzar
Su obra salvadora y sanadora.
Arrepiéntete, y haz las primeras obras; pues si no, vendré pronto
a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres
arrepentido. Recuerda. . .arrepiéntete. . vuélvete a Él, pues si no,
vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te
hubieres arrepentido. Ahora Él dice aquí: Y quitaré tu candelero
de su lugar. Él aún está observando esos candeleros; Jesucristo
no se cansa de recortar la mecha, si ésta comienza a humear,
porque desea que esa lámpara de su máxima luz. Pero, también
puede apagarla, completamente, cuando esa lámpara no quiere
dar más luz, no quiere servir al propósito para el cual fue creado.
Luego, Jesucristo continúa hablándole a esa iglesia en el
versículo 6 del capítulo 2 de Apocalipsis:
6
Pero tienes esto, que aborreces las obras de los nicolaítas, las
cuales yo también aborrezco. (Ap. 2:6)
Esta palabra "nicolaítas" es una palabra compuesta, "nico" ?
significa gobernar o conquistar, y "laos" ? significa la gente, de
allí proviene nuestra palabra "laico". No está muy claro quiénes
eran los nicolaítas, y existen varias explicaciones. Hay algunos
que opinan que era una orden sacerdotal que estaba
comenzando a formarse, y que estaban tratando de gobernar a
la gente. Otros piensan que eran seguidores de un líder llamado
Nicolás.
Y luego, otra explicación que se ofrece es acerca de un hombre
llamado Nicolás de Antioquía, un apóstata que había formado un
culto gnóstico, autónomo, cuya doctrina era que había que
practicar y probar el pecado para poder comprenderlo. Ese
grupo se entregaba a todo tipo de prácticas con la explicación
de que estos pecados no tocaban el espíritu. Creemos que esta
es la mejor explicación. Y la iglesia en Éfeso aborrecía este
grupo. Más adelante vamos a ver que la iglesia en Pérgamo sí
los toleraba. Continuemos con en el versículo 7 de este capítulo
2 de Apocalipsis, leemos:
7
El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al
que venciere, le daré a comer del árbol de la vida, el cual está
en medio del paraíso de Dios. (Ap. 2:7)
Aquí dice: El que tiene oído, oiga. Lo que significa "el que tiene
un oído ungido con Su sangre". No todos son aptos para
escuchar la Palabra de Dios; pueden oír un sonido audible, oyen,
pero no captan el mensaje, no pueden "escuchar". Esta es una
frase que el Señor utiliza para alertar nuestros oídos sordos.
Usted recuerda que Él utilizó esta expresión: Tienen oídos para
oír, pero no oyen. Ahora, Él está hablando a aquellos que ya
tienen una percepción espiritual. Muy estimado oyente, ¿puede
usted escuchar el mensaje de Dios, o sólo lo oye, sin
comprenderlo realmente?
El Espíritu, que es el Espíritu Santo, el que enseña a la iglesia y
dice: Al que venciere. Eso se refiere a los "creyentes genuinos";
nosotros sólo podemos vencer a través de la sangre del Cordero,
es decir en la fortaleza de Aquel que derramó Su sangre por
nosotros.
Luego, Jesucristo continúa diciendo: le daré a comer del árbol de
la vida. Usted recordará que en el jardín del Edén, Dios le
prohibió específicamente a la primera pareja, a Adán y Eva, a
comer de este árbol. En el Cielo, ese cartel de "Prohibido comer"
será quitado de ese árbol, y todos nosotros tendremos el
privilegio de comer del "árbol de la vida". No sabemos
exactamente qué clase de fruto tiene ese árbol, pero creemos
que la oferta del Señor Jesucristo nos permitirá vivir de una
manera extraordinaria. Vamos a vivir plenamente, como nunca
antes habíamos vivido. Nuestra vida en la Tierra sólo se puede
calificar como una mera existencia, en comparación a los que
nos espera en la Eternidad, en los Cielos.
Jesucristo menciona el paraíso de Dios, que significa el jardín de
Dios. El cielo es un jardín donde prevalece lo verde, y no es
solamente un lugar con calles de oro.
La iglesia que acabamos de comentar en Éfeso, representa a la
iglesia apostólica, en su estado óptimo. A continuación veremos
la segunda carta, dirigida a la iglesia en Esmirna, una iglesia que
sufrió el martirio por su fe en Jesucristo. Esmirna, significa
"mirra", que implica "sufrimiento". Esta ciudad todavía existe,
con el nombre moderno de "Izmir", en Turquía.
En nuestro próximo programa hablaremos de esta iglesia en
Esmirna y del mensaje que Juan recibió para ella. Le invitamos,
pues, a acompañarnos mientras continuamos nuestro recorrido
por el capítulo 2 de Apocalipsis y observamos y estudiamos esta
carta que el Señor Jesucristo envía a la iglesia en Esmirna. Es
nuestra oración que se despierte en usted, estimado amigo
oyente, sed y hambre por conocer más al Señor Jesucristo.
Apocalipsis 2
Versículos 8-11
Continuamos hoy, amigo oyente, nuestro viaje por el libro
de Apocalipsis. Es un libro fascinante y poco conocido. Es el
último libro de la Biblia, las Sagradas Escrituras, y por lo tanto
"Palabra de Dios".
Para aquellos estimados amigos oyentes que hoy nos
acompañan por primera vez daremos unas breves pinceladas, a
modo de bosquejo general para que puedan seguirnos hoy en
nuestro estudio. El libro de Apocalipsis es un libro muy
estructurado, muy organizado y podemos encontrar tres
divisiones generales. El personaje principal es el Señor
Jesucristo, pero no Aquel que podemos contemplar al leer la
historia de la Navidad, o aquel Jesús que murió en una cruz, para
pagar las culpas y los pecados de cada ser humano. En
Apocalipsis tenemos al Señor Jesucristo glorificado, magnífico y
excelso, en la Gloria de los Cielos. El autor de este libro, el único
profético que está en el Nuevo Testamento, es el apóstol Juan
quien, exiliado en la Isla de Patmos, recibió una visión de las
cosas "que fueron", "las que son" y "las que serán". El capítulo
uno contiene la presentación y los saludos de Juan, el autor, y de
Jesucristo quien le ordena escribir todo cuanto ve y oye.
Los capítulos 2 y 3 de Apocalipsis, tratan de "las cosas que son",
es decir, se ocupa de temas que concierne a la Iglesia. A partir
del capítulo 2, el Señor Jesucristo le dicta siete cartas, a las siete
iglesias escogidas, que se encontraban en lo que en esos días se
llamaba "Asia Menor". En nuestro tiempo a esa región
geográfica la conocemos como Turquía. Estas siete iglesias
fueron seleccionadas por una razón muy bien definida. Cada una
de ellas tiene una característica que puede relacionarse con las
diversas épocas por las que ha pasado la historia de la iglesia,
hasta llegar a nuestros días.
Vimos en nuestro programa anterior que la iglesia en Éfeso, a la
cual fue dirigida la primera carta, representaba a las numerosas
iglesias de los primeros tiempos, a la iglesia apostólica. Esta
etapa comenzó en el día de Pentecostés, cuando miles de
personas aceptaron a Jesucristo como su único y suficiente
Salvador, hasta aproximadamente el año 100 D. C.
Hoy veremos a la iglesia en Esmirna, que representa a la
siguiente etapa de la Iglesia de Jesucristo. Se la llama también
"la iglesia mártir". Como dijimos en nuestro programa anterior,
ésta iglesia padeció el martirio, por su fe en Jesucristo. La
palabra "Esmirna" proviene del significado "mirra", que implica
la idea del "sufrimiento". Y esta se encuentra en Turquía y se
llama en la actualidad Izmir. Es una ciudad muy comercial y hay
quienes opinan que Izmir llegará a ser más grande que Estambul
algún día.
Izmir es una de las ciudades más hermosas de Asia, de hecho ha
sido llamada la corona de toda Asia. Su puerto, de gran tamaño,
es uno de los más hermosos. Se puede encontrar La Acrópolis el
monte Pagus. La fundación de la ciudad se remonta al año 2000
A.C., una ciudad hetea en las laderas del monte Pagus; más
tarde Alejandro Magno agregó muchos edificios de hermosa
construcción. La ciudad tenía grandes y hermosas avenidas a lo
largo de las laderas del monte Pagus. Se la llamó "la ciudad
coronada" porque estaba rodeada por hileras de flores, arbustos
y de árboles de arrayán. Hermosos templos y elegantes edificios
la adornaban. Había un templo para el dios Zeus, otro para la
Cibeles, que era la misma Diana, otro templo para Afrodita, y
uno para Apolo. Izmir también tenía un teatro y un audium, es
decir un centro musical. Los habitantes eran amantes de la
música, y también había un gran estadio. Fue en ese estadio
que Policarpo, un estudiante del apóstol Juan, quien como obispo
de Esmirna, fue martirizado allí en ese estadio, donde fue
quemado vivo, en el año 155 D. C.
Ya hemos mencionado que en la literatura cristiana, Esmirna se
identifica con el "sufrimiento". Al dirigirse a esta iglesia en
Esmirna, el Señor Jesucristo les dijo: "Conozco. . .tu tribulación, y
tu pobreza. . .". (Ap. 2:9). Él les hacía saber que conocía su
sufrimiento y su pobreza. No tuvo ninguna palabra de
condenación o reproche para los creyentes y miembros de esa
Iglesia, débil económicamente, pero fuerte en espíritu y fe. Solo
hay otra iglesia más, la de Filadelfia, que veremos algo más
adelante, a la cual el Señor Jesucristo tampoco acusó, ni
reprochó de falta alguna. Es interesante notar que sólo estas dos
iglesias han perdurado a través de los siglos, aunque
actualmente no practican su fe en el Señor Jesucristo
abiertamente, por la escasa libertad religiosa que todavía hoy
existe en ese país.
Así como los creyentes en la iglesia de Éfeso representan el
período apostólico de la Iglesia, así Esmirna representa la iglesia
mártir, que cubre un período desde el año 100 D.C., hasta
aproximadamente el año 314 D. C., desde la muerte del apóstol
Juan, hasta el Edicto de Tolerancia del emperador romano
Constantino, promulgado en el año 313 D. C., con el cual se
puso fin a la persecución de los cristianos, no sólo en Esmirna,
sino en todo el imperio romano, especialmente en Roma.
Pero prosigamos con el texto que se encuentra en el capítulo 2
de Apocalipsis, versículo 8. El Señor Jesucristo se dirige a esta
iglesia, en un mensaje muy breve; todo lo que les dice son
elogios y palabras de alabanzas y complacencia. Leamos el
versículo 8:
8
Y escribe al ángel de la iglesia en Esmirna: El primero y el
postrero, el que estuvo muerto y vivió, dice esto: (Ap. 2:8)
Este versículo es una referencia al capítulo 1, versículos 17 y 18,
donde leemos que el apóstol Juan comenta: "Cuando le vi, caí
como muerto a sus pies. Y él puso su diestra sobre mi,
diciéndome: No temas; yo soy el primer y el último; y el que vivo
y estuve muerto; mas he aquí que yo vivo por los siglos de los
siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades". El
Señor Jesucristo eligió de la visión que le otorgó a Juan, aquello
que era adecuado y representativo de Si mismo, para cada
iglesia. A la valiente iglesia de Esmirna, la iglesia mártir, el
Señor se describe a Sí mismo como "el primero y el último, que
estuvo muerto pero vivo".
La frase "el primero y el postrero" quiere decir que no hubo nada
antes de Él, y que no habrá nada después de Él. Él es quien
tiene a Su cargo la declaración final de todas las cosas. Los
creyentes que estaban siendo perseguidos necesitaban saber
que Él estaba a cargo de todo, y que sus sufrimientos, la
persecución y hasta la muerte, estaba en los planes y propósitos
de Dios.
Continuó diciendo el Señor: El que estuvo muerto y vivió. Estas
palabras contienen el verdadero mensaje para los mártires.
Habla de la muerte y resurrección de Cristo, y Su experiencia
personal con la muerte lo identifica con los cinco millones de
creyentes que fueron martirizados durante ese período. El
comentarista Fox, en su "Libro sobre los Mártires" menciona
como fidedigna la cifra asombrosa de 5 millones de personas
que murieron como mártires durante ese período en concreto.
Pero, el Señor Jesucristo triunfó sobre la muerte, y Él puede
salvar a todos aquellos que están soportando persecución y
martirio por su fe en Él. A continuación, Jesucristo sigue con su
mensaje a los creyentes de la iglesia de Esmirna. Leamos los
versículos 9 y 10 de este capítulo 2 de Apocalipsis:
9
Yo conozco tus obras, y tu tribulación, y tu pobreza (pero tú
eres rico), y la blasfemia de los que se dicen ser judíos, y no lo
son, sino sinagoga de Satanás. 10 No temas en nada lo que vas a
padecer. He aquí, el diablo echará a algunos de vosotros en la
cárcel, para que seáis probados, y tendréis tribulación por diez
días. Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida.
(Ap. 2:9-10)
Ahora, el Señor Jesucristo menciona siete características de esta
iglesia que el Señor elogia en la iglesia. Primero, menciona la
tribulación. Ahora, es cierto que en los mejores manuscritos del
original de esta carta no están incluid as las palabras "tus
obras", pero esto no altera para nada el sentido del mensaje. La
tribulación que se menciona aquí, no es una referencia al
período de la Gran Tribulación, sino a la terrible persecución que
estaba padeciendo la iglesia bajo el dominio romano. Su amor
por Jesucristo era tan fuerte y tan fiel que aceptaban incluso la
muerte, porque entendían que su fe en Él merecía ser vivida
hasta las últimas consecuencias. ¡Ojalá los cristianos en
nuestros días fuéramos tan valientes para proclamar nuestra fe,
a pesar de las críticas, las burlas, el desprecio y la
incomprensión que un auténtico cristiano suele recibir, al ser
consecuente con su fe y amor por Jesucristo!
Ahora, la segunda característica que Jesucristo elogia es su
desprendimiento de posesiones materiales, o la falta de interés
en ella "y tu pobreza (pero tú eres rico)". Estimado amigo
oyente, la primera iglesia estaba formada en su gran mayoría
por personas sin recursos, por gente obrera y por gente
necesitada de ayuda. Cuando se convertía alguna persona ricos,
como represalia, sus propiedades eran confiscadas, todo a causa
de su nueva fe en el Señor Jesucristo. Sigue el Señor: Pero tú
eres rico, y eso nos habla de otra clase de riqueza, que son las
bendiciones espirituales. Más adelante, cuando lleguemos a
estudiar el caso, o el mensaje dirigido a otra iglesia, la iglesia de
Laodicea, veremos un gran contraste. La iglesia en Laodicea era
rica, pero el Señor le tuvo que decir: "Tú eres pobre y no lo
sabes".
Esta iglesia mártir no podía jactarse de tener muchos bienes
materiales. Los miembros esa congregación eran gente pobre, y
muchos habían sido esclavos, esclavos que habían sido
liberados o que habían huido de sus amos.
Tercer característica: "y la blasfemia de los que se dicen ser
judíos, y no lo son, sino sinagoga de Satanás. La implicación es
que los judíos de Esmirna que habían llegado a aceptar a
Jesucristo, eran judíos íntegros, eran judíos en su interior y en su
exterior. El Apóstol Pablo, en Romanos 9, 6 dijo que no todo
Israel, es Israel. Un judío, un hebreo, no lo es solamente por su
raza, sino por seguir y practicar la religión del pueblo de Israel,
eso es lo que lo identifica. Había judíos que vivían en esa ciudad
pero que habían aceptado la cultura de esa región; a pesar de
decir que eran judíos, estilo de vida negaba la herencia histórica
de sus antepasados, como también la fe en los libros sagrados
del Antiguo Testamento.
La cuarta mención específica de Jesucristo fue: No temas en
nada. Este es el ánimo que da el Señor en medio de la
persecución. Y es la segunda vez en este libro que el Señor
ofrece esta clase de aliento. La historia de la iglesia, pero
también la secular relata de las multitudes de personas que se
enfrentaron a la muerte, cantando alabanzas a Dios.
En quinto lugar, Jesucristo menciona al diablo. Más adelante
estudiaremos a este terrible personaje. Aquí Cristo dice que
Satanás es responsable por el sufrimiento de los santos en
Esmirna. Nosotros, generalmente acusamos a las personas más
cercanas, o a las circunstancias, como instrumentos que Satanás
emplea para infligir dolor, angustia o problemas. Pero el Señor
Jesucristo indica la raíz misma del problema. El autor de
estos estudios bíblicos, el Dr. J. Vernon McGee, contaba que él
creía que podía clasificar todos los sufrimientos que padecen los
hijos de Dios como juicios o castigos de Dios. Pero cuando él
mismo comenzó a tener muchos problemas físicos estaba un
poco confundido. Muchas personas comenzaron a escribirle
diciendo que creían que Satanás era el responsable, y que esa
era la explicación por la cual tenía tantos problemas físicos. Por
lo tanto, el Dr. McGee llegó a la conclusión que esa debía ser la
explicación de tantas dolencias.
Ahora, la sexta cosa que el Señor Jesucristo menciona es: Y
tendréis tribulación por 10 días. Hubo 10 períodos de intensa
persecución contra los creyentes de parte de 10 emperadores
romanos, y queremos mencionarlos, porque opinamos que son
datos importantes. 1. Nerón, del año 64 al 68 D. C. El Apóstol
Pablo fue decapitado bajo el gobierno del emperador de Nerón.
2. Domiciano, desde el año 95 hasta el 96 D. C., y él fue todavía
mucho peor que Nerón. El apóstol Juan fue exiliado durante ese
período. 3. Trajano, de los años 104 al 117. Fue entonces cuando
Ignacio fue quemado en la hoguera. 4. Marco Aurelio, de los
años 161 al 180. Policarpo encontró el martirio en ese período.
5. Severo, del año 200 al 211; 6. Maximiano, del 235 al 237; 7.
Decio, del 250, al 253; 8. Valeriano, del 257, al 260; 9. Aureliano,
del 270, al 275, y 10. Diocleciano, el peor de todos los
emperadores, durante los años 303 al 313. Estos fueron, pues,
los 10 emperadores romanos que encabezaron una terrible
persecución de los creyentes.
Luego, la séptima cosa que el Señor Jesucristo menciona es: Sé
fiel hasta la muerte. Y ellos lo fueron. Los creyentes de Esmirna
fueron fieles hasta la misma muerte. Y Él promete que les dará
la corona de la vida. Es muy interesante notar que el Señor tiene
coronas especiales. Conocemos a muchos santos maravillosos
que van a recibir esa corona algún día. Y queremos decirle a
nuestros amigos oyentes que si alguien está sufriendo en estos
momentos y se pregunta si Dios realmente se preocupa,
podemos asegurar que no sólo usted es muy importante para Él,
sino que Él tiene algo bueno para usted preparado en la
Eternidad. El apóstol Santiago dice en su epístola, capítulo 1,
versículo 12: Bienaventurado el varón que soporta la tentación;
porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de
vida, que Dios ha prometido a los que le aman. Y esa corona de
la vida indica que la disfrutará por toda la Eternidad. ¡Qué cosa
más gloriosa le espera a todos aquellos que soportan
penalidades y sufrimientos, pero perseveran en su fe en Él, en
Jesucristo! Continúa el versículo 11 de este capítulo 2 de
Apocalipsis, dice:
11
El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. El
que venciere, no sufrirá daño de la segunda muerte. (Ap. 2:11)
Dwight L. Moody lo expresó de la siguiente manera: "Aquel que
ha nacido una vez tiene que morir dos veces. Aquel que ha
nacido dos veces, sólo debe morir una vez. Y quizá ni siquiera
tenga que morir una vez". No sufrirá daño de la segunda
muerte. Esa es la muerte que ningún creyente va a
experimentar. La primera muerte es la física, por la que todo ser
humano pasa, y tiene que ver sólo con su cuerpo físico. La
segunda muerte es la del alma y el espíritu, una separación
eterna de Dios. Eso es lo que significa la segunda muerte, y por
la que ningún creyente pasará.
Llegamos ahora a la carta del Señor Jesucristo a la iglesia de
Pérgamo. Izmir, la Esmirna de la antigüedad, es una gran ciudad
que puede ser visitada cuando se viaja a Turquía. ES una ciudad
moderna, con un aeropuerto y muchos hoteles. Si usted viaja
unos 100 kilómetros al sur, llegará a Éfeso. Pero si viaja unos
110 kilómetros al norte, llegaría a Pérgamo. Estas son tres
grandes ciudades. Eran ciudades de la realeza, y competían
entre sí. Izmir, o Esmirna, era el gran centro comercial. Pérgamo,
era el gran centro religioso. Y Éfeso, era el gran centro político.
Allí es donde permanecían los emperadores romanos. Allí
también hay una hermosa avenida de edificios revestidos de
mármol. Se puede contemplar el templo de Trajano, con una
gran fuente, y también está el templo de Adriano.
Pergamum, como se la llamaba hace muchos siglos, era la
capital del reino de Pérgamo. Sir William Ramsey dijo de ella:
"Era una ciudad que merecía el nombre de ciudad real, en la
cima de la montaña, una gran ciudad". Era una ciudad muy bien
fortificada, una ciudad real, con su acrópolis que dominaba toda
la región de hermosos y fértiles valles que eran bañados por dos
ríos. Pérgamo era muy pagana, debido a sus muchos templos,
dedicados a Atenea, Deméter, Hera, Dionisio, Esculapio (dios de
la medicina), y el gran altar de Zeus, estaban allí como un trono
en la cima de la acrópolis.
El apóstol Juan le dijo a esta iglesia en Pérgamo, que allí estaba
el trono de Satanás. Esto lo comentaremos en nuestro próximo
programa. Esperamos que usted, estimado oyente nos
acompañe también en nuestro siguiente estudio.
Mientras tanto, le sugerimos que usted lea los próximos
versículos, del versículo 12 hasta el versículo 17, que contienen
el mensaje del Señor Jesucristo a la iglesia en Pérgamo, y se
familiarice con su contenido.
Será entonces, hasta nuestro próximo programa, amigo oyente,
y es nuestra más ferviente oración para que también usted
sienta la necesidad de conocer más a Jesucristo, y las cosas que
han de ocurrir en el futuro en nuestro planeta Tierra.
Apocalipsis 2
Versículos 12-15
Estimados oyentes, continuamos hoy recorriendo juntos el libro
de Apocalipsis, que, como recordará, fue escrito por el Apóstol y
evangelista Juan en torno al año 95 D.C. Apocalipsis es el último
libro de la Biblia, las Sagradas Escrituras, y es el único libro
profético del Nuevo Testamento.
Como ya hemos comentado en programas anteriores, pero sirva
esta mención para refrescar nuestra memoria, el autor, Juan, fue
desterrado a la isla de Patmos por el emperador romano
Domiciano, donde estuvo aproximadamente desde el año 94 al
96. Patmos es una isleta rocosa y desértica, de unos 15 km. de
largo por 8 de ancho, con forma de media luna y los cuernos
hacia el Este. Se encuentra a 40 millas de la costa. El destierro a
una isla remota era una condena corriente en tiempos del
imperio romano. Se les imponía a los presos políticos, como
alternativa a castigos más severos. Tales destierros conllevaban
la pérdida de los derechos civiles y de las propiedades, a
excepción de las necesarias para la mera existencia. Para Juan,
su destierro significaba un castigo grave: él era un dirigente de
los cristianos, y los cristianos eran considerados en ese tiempo
unos delincuentes comunes. Lo extraño es que no le ajusticiaran
inmediatamente. El destierro supuso para el apóstol Juan
realizar trabajos forzados en las canteras. Sir William Ramsay
afirma que su castigo "iría precedido de azotes, marcado con
constantes cadenas, poca ropa, comida insuficiente, dormir en el
suelo desnudo, una prisión oscura y trabajar bajo el látigo de
supervisores militares".
Como sabemos, Juan fue desterrado en Patmos a causa de su
lealtad inquebrantable a la Palabra de Dios y por su insistencia
en predicar el Evangelio de Cristo. A la muerte del emperador
Domiciano, al ser revocados sus actos por el Senado romano, a
causa de su excesiva crueldad, Juan volvió a Éfeso, donde
ejercía como Pastor de la iglesia de Cristo en esa ciudad.
Sólo una mención previa, para los oyentes que hoy nos
acompañan por primera vez. Estamos estudiando las siete
cartas que Jesucristo, resucitado y ya en gloria, le dictó al
apóstol Juan en una vívida y gloriosa visión que éste tuvo, y en
la cual se le ordenó escribir todo lo que veía y oía. Se mencionan
a siete iglesias, aunque había muchas más, pero que eran una
representación de las diversas etapas que la Iglesia de Jesucristo
iba a vivir a lo largo de su historia. La primera carta a la iglesia
de Éfeso representaba la etapa de la primera iglesia, pura,
comprometida, pero que estaba perdiendo su "enamoramiento,
su primer amor por Jesucristo", que se puede ubicar dentro del
tiempo entre el Pentecostés, y la muerte de Juan, alrededor de
año 100. La segunda carta iba dirigida a la iglesia de Esmirna, y
su característica ejemplifica la iglesia sufriente o mártir, desde
el primer siglo al cuarto, sufriendo la persecución de los
emperadores romanos.
Regresemos ahora al capítulo dos, para leer la carta del
Jesucristo a la iglesia de Pérgamo. La carta a la iglesia de
Pérgamo es la tercer carta que estamos estudiando, que
abarcaría las características la etapa del cuarto y quinto siglo
D.J. El Dr. McGee llama a este período "del paganismo ilimitado".
En el versículo 12, de este capítulo 2 de Apocalipsis, leemos lo
siguiente:
12
Y escribe al ángel de la iglesia en Pérgamo: El que tiene la
espada aguda de dos filos dice esto:
Como acabamos de mencionar, nos encontramos ante la carta
de Cristo a la iglesia en Pérgamo, en una época en la que el
paganismo estaba muy extendido y arraigado, aún de manera
sutil en la vida de muchos cristianos, tal y como sucede hoy en
día. Tras la muerte de Cristo, de los Apóstoles y de las primeras
generaciones de cristianos, la iglesia comenzó, poco a poco, a
apartarse de la doctrina bíblica y de la persona de Jesús,
adoptando costumbres ajenas a la Palabra y que iban
claramente en contra de Dios.
Antes de comentar el contenido y propósito de esta carta, nos
gustaría trazar algunas ideas que nos permitan situarnos
mentalmente y con nuestra imaginación en aquella difícil época
de la historia del cristianismo.
La ciudad de Pérgamo ocupaba un lugar único en Asia. No se
encontraba en ninguna de las grandes carreteras del momento,
como Éfeso o Esmirna; pero históricamente fue la ciudad más
importante de Asia. El famoso filósofo Estrabón la llamaba
"ciudad ilustre" y Plinio "con mucho, la ciudad más famosa de
Asia". La razón era que, en el tiempo en que Juan estaba
escribiendo, Pérgamo hacía casi 400 años que era la capital del
reino de los Seléucidas.
Su posición geográfica hacía de Pérgamo una ciudad aún más
impresionante. Estaba construida en una alta colina cónica, que
se denominaba valle del río Caico, y desde el cual se podía
vislumbrar el Mar Mediterráneo a veinticinco kilómetros. Sir
William Ramsay la describió así: "Más que todas las otras
ciudades de Asia Menor, Pérgamo da al viajero la impresión de
ser una ciudad regia, la sede de la autoridad".
Aunque Pérgamo no llegó a tener nunca la importancia
comercial de Éfeso o Esmirna, como sede cultural sobrepasaba a
ambas. Era famosa por su biblioteca, que contenía no menos de
200.000 rollos de pergamino; sólo era superada por la
legendaria biblioteca de Alejandría.
Pérgamo fue, además, uno de los más importantes centros
religiosos. Tenía en particular dos famosos altares. En la carta de
Jesucristo a la iglesia de esa ciudad, como veremos, se dice que
Pérgamo era el lugar donde tiene su sede Satanás. La ciudad se
consideraba el ejemplo excelso, y modelo a seguir por su modo
de vivir y por su fervor de los cultos griegos. Delante del templo
de Atenea se había construido un imponente templo a Zeus, que
a quince metros de altura, se erigía sobre un saliente de la roca
que parecía un trono inmenso en la montaña. Todo el día estaba
subiendo el humo de los sacrificios que se ofrecían a Zeus.
Pérgamo estaba especialmente conectada con el culto a
Asclepio (para los latinos, Esculapio), dios griego de la medicina.
El emblema de Asclepio era la serpiente, la cual se hallaba
también tallada en las monedas de la ciudad y que todavía se
utiliza hoy como emblema de la profesión médica. En su
famosa Escuela se mezclaba medicina y superstición. Una de las
recetas médicas, por ejemplo, requería que el enfermo durmiera
en el suelo del templo y dejara que las culebras se arrastraran
sobre su cuerpo para inocularlo con poder sanador. Otro de los
dioses adorado con fervor y devoción en Pérgamos era Dionisio
o Baco, el dios de la vid.
Por otro lado, Pérgamo era el centro administrativo de Asia, lo
cual quiere decir que era el centro del culto al César para toda la
provincia. ¿Qué implicaba esto? Recordemos que cuando se
escribió Apocalipsis, el culto al César era una religión que cubría
todo el vasto imperio romano. Y fue por negarse a someterse a
sus exigencias por lo que fueron perseguidos y muertos los
cristianos. Su principio era que el emperador reinante, era un
dios. Una vez al año, todos los habitantes del imperio romano
tenían que presentarse a los magistrados y quemar un poco de
incienso a la divinidad del César y decir: "César es Señor",
después de lo cual cada uno podía ir a adorar a sus respectivos
dioses. Pero antes debían de pasar por aquella ceremonia so
pena de parecer desleales al César.
Esta ley colocó a los cristianos de Pérgamo en una situación
sumamente delicada, y sin duda esta era la razón por la cual era
la sede de Satanás; era un lugar donde se obligaba, bajo pena
de muerte, a tomar el nombre de Kyrios, Señor, y aplicárselo al
César en lugar de Cristo, y esa ofensa era una práctica que un
verdadero seguidor de Jesucristo, un leal cristiano, no haría
jamás. Esa ley, esa obligación, podía considerarse satánica.
Pérgamo fue, de hecho, la primera ciudad de Asia donde se
erigió un templo en honor a César.
Y aquí tenemos la explicación del comienzo de la carta a la
iglesia en Pérgamo. El Cristo resucitado y glorificado que se le
apareció al apóstol Juan en la Isla de Patmos, les dice a los
miembros de esa congregación que Él es el que tiene la espada
aguda de doble filo. Los gobernadores romanos se dividían en
dos clases: los que tenían el derecho a llevar la espada, y los
que carecían de ese privilegio. Los que tenían el derecho de la
espada, también tenían el derecho y el poder decidir entre vida
o la muerte; lo que significaba que su palabra era la sentencia
definitiva, que se ejecutaba en el lugar y el momento.
El procónsul, que tenía la sede en Pérgamo, tenía ese poder y
podía usarlo contra los cristianos en cualquier momento. Pero
esta carta les recordaba a los cristianos, que la "última palabra",
la tiene siempre el Cristo resucitado, que es el que tiene la
verdadera espada aguda de doble filo. El poder de Roma podía
ser satánicamente poderoso, pero el poder del Cristo Resucitado
era infinitamente mayor.
Ahora, se nos dice aquí que esta carta es para el ángel, para el
mensajero de la iglesia, y que viene de parte de El que tiene la
espada aguda de dos filos. Se trata de una espada ancha y larga
que tenía dos aristas, y representaba el juicio de Dios sobre los
que atacan y destruyen su iglesia. Esta espada aguda de dos
filos representa la Palabra de Dios. La Palabra de Dios, amigo y
amiga oyente, es la respuesta a las inquietudes y necesidades
del hombre, así como solución para su pecado. Leemos en el
siguiente versículo, el 13 de este capítulo 2 de Apocalipsis:
13
Yo conozco tus obras, y dónde moras, donde está el trono de
Satanás; pero retienes mi nombre, y no has negado mi fe, ni
aun en los días en que Antipas mi testigo fiel fue muerto entre
vosotros, donde mora Satanás.
Así pues, ser cristiano en Pérgamo era, como lo llamaría
Cromwell, "un compromiso muy difícil". El culto obligado al
César suponía una constante amenaza de muerte que podía
caer sobre ellos en cualquier momento, pero Jesucristo, el Cristo
Resucitado, les dice a los cristianos, "Yo sé dónde estás"; sé
dónde vives, en una ciudad, hermosa y culta, pero donde la
presencia y el dominio de Satanás es especialmente intenso.
Aquí hay algo de suma importancia que queremos compartir con
ustedes, estimados oyentes. La idea es la siguiente: el principio
de la vida cristiana no es la retirada, sino la conquista. Puede
que nos parezca que sería más fácil ser cristiano en algún otro
lugar, y en otras circunstancias, pero el deber del cristiano es
dar testimonio de Cristo donde la vida le ha colocado, en
cualquier circunstancia, en cualquier situación. Hace algún
tiempo nos comentaron de una joven que había aceptado a
Jesucristo en su corazón, había experimentado su conversión a
Dios. Era periodista y trabajaba en un periódico comercial,
secular; su primera decisión fue buscarse otro trabajo en un
pequeño periódico cristiano, para encontrarse en un ambiente
cristiano, porque quería estar permanentemente entre cristianos
practicantes. Eso es como salir huyendo de la realidad, de la
sociedad que nos rodea. Su decisión no nos pareció la más
adecuada y le hicimos el siguiente razonamiento que, cuánto
más difícil sea vivir y ser cristiano, en cualquier cúmulo de
circunstancias, mayor será la obligación de permanecer en
aquella situación. Dios está en control de nuestra vida y de
todos y cada una de las circunstancias a las que nos
enfrentamos. Él siempre está dispuesto a fortalecernos en la fe,
llenarnos de Su gozo y paz, y sólo así es como podemos ser
faros verdaderos que reflejan Su luz en un mundo lleno de
oscuridad y temor. Si los cristianos de los primeros días hubieran
salido huyendo cada vez que se les presentaba un compromiso
difícil, no habría existido la posibilidad de la extensión del
Evangelio, del Reino de Dios en el mundo.
Los cristianos de Pérgamo demostraron que era perfectamente
posible ser cristianos, incluso a pesar de sus difíciles
circunstancias. Hasta bajo pena de muerte y el martirio, ellos no
se acobardaban ante tan difícil circunstancia.
Pérgamo era pues cuartel general para la oposición satánica y
base de religiones falsas, en clara oposición a la fe cristiana. En
el versículo que acabamos de leer aparece un tal Antipas, que
quizá fue un pastor de la iglesia local. Aunque no sabemos nada
directo sobre esta persona, el historiador Tertuliano nos
transmite una leyenda según la cual murió asado lentamente,
encerrado en un toro de bronce. Pero hay un detalle sumamente
sugestivo en el original; el Cristo Resucitado lo llama "mi fiel
mártir", que en el idioma griego se traduce por "testigo". En la
iglesia primitiva ser testigo y ser mártir eran la misma cosa. Y el
testimonio conllevaba, con frecuencia, el martirio. Aquí hay una
seria advertencia. Muchos cristianos pueden y disfrutan dar
testimonio en los círculos cristianos, pero no tienen el mismo
valor cuando se enfrentan a la oposición, las burlas o a veces, a
decisiones que implican comprometer su ética y moral cristiana.
Desde el punto de vista de Jesucristo, desde los Cielos, la sede
de operaciones de Satanás estaba localizada en la ciudad de
Pérgamo. Para aquellos que piensan que Satanás se encuentra
en el infierno, o en algún lugar remoto, debemos indicar que
esta idea es falsa, dado que tal y como tendremos ocasión de
estudiar, este lugar, el infierno, sólo existirá después del llamado
Juicio Final; será el lugar donde serán arrojados todos los
incrédulos para vivir una eternidad de sufrimiento, "llanto y
crujir de dientes". Satanás no se encuentra hoy en el infierno,
sino que anda de un lugar a otro, en este mundo, "como león
rugiente, buscando a quien devorar", según nos explica la
Palabra de Dios.
Leemos en los versículos 14 y 15 lo siguiente:
14
Pero tengo unas pocas cosas contra ti: que tienes ahí a los
que retienen la doctrina de Balaam, que enseñaba a Balac a
poner tropiezo ante los hijos de Israel, a comer de cosas
sacrificadas a los ídolos, y a cometer fornicación. 15 Y también
tienes a los que retienen la doctrina de los nicolaítas, la que yo
aborrezco.
A pesar de la fidelidad y el valor que demostraba la iglesia de
Pérgamo, un grave error se cernía sobre sus miembros
creyentes. Entre ellos había quienes seguían la doctrina de
Balaam y de los nicolaítas. Estas personas ejercían su mala
influencia al tratar de persuadir a los cristianos de que no había
nada de malo en adaptarse prudentemente al mundo, a no ser
tan "radicales, ni tan fanáticos".
Querido amigo y amiga que nos escucha; el que no esté
dispuesto a ser diferente, no tiene por qué iniciar el camino
cristiano. La palabra más corriente para cristiano en el Nuevo
Testamento es háguidos, que quiere decir básicamente diferente
o aparte. El Templo es háguidos porque es diferente de los
demás edificios; el sábado es háguidos porque es diferente de
los otros días de la semana; Dios es supremamente háguidos
porque es totalmente diferente de los hombres, y el cristiano,
porque es diferente de las demás personas.
Ahora bien, debemos tener claro en qué consiste esa diferencia,
porque aquí hay una paradoja. El Apóstol Pablo exhortaba a los
cristianos de la iglesia de Corinto a ser "diferentes" del resto de
la gente: "Salid de en medio de ellos" (2 Co. 6:17). Esta
diferencia con el resto del mundo no implica separación física, ni
discriminación, ni por supuesto, odio. Pablo escribe a la misma
iglesia: "A todos me he hecho de todo para de esa manera
salvar a algunos" (1 Co. 9:22). No era cuestión de rebajar el
nivel de la fe y la práctica cristiana, sino de elevarlos a los no
creyentes, a los incrédulos, hasta el cristianismo.
Si recordamos brevemente la historia bíblica, Balaam intentó sin
éxito prostituir el don profético y maldecir a Israel por dinero que
le ofreció Balac, rey de Moab. Por eso ideó un plan perverso para
que las mujeres moabitas sedujeran a los hombres israelitas y
crear así uniones matrimoniales mezcladas. El resultado fue la
unión blasfema de Israel con la fornicación y participación en
banquetes idólatras.
Nicolaíta significa "el que conquista al pueblo". Ireneo escribió
que su fundador fue el mismo Nicolás que se eligió como
diácono en el libro de los Hechos, capítulo 6, pero que siempre
fue un creyente falso y luego se volvió apóstata. Gracias a las
credenciales que poseía, se las arregló para desviar a la iglesia
de su doctrina, y como Balaam, condujo al pueblo a conductas
inmorales y perversas.
Clemente de Alejandría dijo: "Se abandonaron al placer como
chivos, dedicados por completo a sus propias indulgencias". Su
enseñanza pervertía la Gracia y reemplazaba la libertad
cristiana con el libertinaje pecaminoso. Los nicolaítas eran,
según muchos eruditos bíblicos, un grupo de libertinos, que
enseñaban que los cristianos eran libres para practicar la
idolatría y darse a pecados sexuales, es decir, que se tomaban
la fe como algo muy fácil, seguían la política del mínimo
esfuerzo, para ahorrarse dificultades.
Bien, estimado amigo y amiga, hacemos una pausa aquí para
retomar el estudio en nuestro próximo programa, donde nos
sumergiremos de nuevo en este fascinante libro de Apocalipsis,
un libro realmente único que tiene grandes tesoros para
nosotros. Hasta entonces le invitamos a que haga de la lectura
bíblica de la Palabra un hábito diario. Nada más saludable que
dirigir su vida de acuerdo a la dirección que Dios le marca.
Recuerde que la Palabra es como una luz en su camino y una
brújula en estos difíciles tiempos. Recuerde, querido amigo y
amiga, que Dios tiene un propósito para usted. No se lo pierda.
Vale la pena descubrirlo. Y esta aquí, delante suyo, en la Palabra
de Dios.
Apocalipsis 2-3
Versículos 2:16 - 3:2
Continuamos hoy, amigo oyente, nuestro recorrido por el libro
de Apocalipsis, el último libro de la Biblia, la Palabra de Dios.
En nuestro programa anterior no llegamos a finalizar el estudio
del mensaje del Jesucristo a la iglesia en Pérgamo, ciudad
donde, según declaró Cristo, se encontraba el trono de Satanás.
Retomemos ahora nuestra lectura en el versículo 16 de este
capítulo 2 de Apocalipsis, donde leemos lo siguiente:
16
Por tanto, arrepiéntete; pues si no, vendré a ti pronto, y
pelearé contra ellos con la espada de mi boca.
El aviso del Cristo Resucitado es que va a declararles batalla.
Debemos fijarnos en que no dijo: "Pelearé contra vosotros" sino
"Pelearé contra ellos". Él no estaba disgustado con toda la
iglesia, con todos sus miembros, sino sólo con aquellos que
trataban de desviarla y apartarla de Él.
La amenaza del Cristo Resucitado es que peleará contra ellos
con la espada de su boca. Esta imagen se nos ofrece de manera
impactante y muy visual, recordándonos a la espada de los
conquistadores de la antigüedad, que servía para conquistar
nuevos territorios y defenderlos del enemigo. ¿Y cuál es la
espada de Cristo, estimado oyente? El autor del libro de los
Hebreos dice que la Palabra de Dios es más afilada que
cualquier espada de doble filo (Hebreos 4:12); y el Apóstol Pablo
dice que "la espada de Cristo es la Palabra de Dios" (Efesios
6:17). La espada de Cristo, es la Palabra de Cristo. ¿Por qué?
Porque en la Palabra de Jesucristo hay convicción de pecado; en
ella somos confrontados con la verdad, y con nuestro fracaso en
obedecerla. En la Palabra de Cristo está la invitación de Dios, la
que convence al hombre de pecado, y entonces le invita a
restablecer su relación con Él, y volver a su amor por medio de
Su Hijo. En la Palabra de Cristo hay promesa de salvación; le
conduce a la Cruz, y le da seguridad de que "no hay otro nombre
bajo el cielo dado a los hombres en que podamos ser salvos"
(Hechos 4:12). La conquista de Cristo es Su poder para ganar a
las personas al amor de Dios.
Dice así el versículo 17:
17
El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al
que venciere, daré a comer del maná escondido, y le daré una
piedrecita blanca, y en la piedrecita escrito un nombre nuevo, el
cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe.
Cuando Juan emplea la expresión Al que venciere se está
refiriendo al cristiano, es decir, para Juan, ser un "vencedor"
equivale a ser un cristiano. Y a continuación el Cristo Resucitado
ofrece dos promesas a toda persona que logre la victoria: la
primera es participar del maná escondido. ¿A qué se está
refiriendo?
Así como Israel recibió maná en el desierto, el alimento que le
permitió sobrevivir en medio del desierto, Dios promete dar a
todo creyente el verdadero pan espiritual que el mundo
incrédulo no puede ver: Su Hijo Jesucristo. Jesús dijo "Yo soy el
pan de la vida, el que a mi viene nunca tendrá hambre; y el que
en mi cree, no tendrá sed jamás" (Juan 6:35). Cristo es el pan de
la vida, y esta es la promesa: que, al que sea fiel, Cristo se le
dará a Sí mismo.
Si usted es creyente, querido amigo y amiga, usted necesita
alimentarse diariamente de Cristo. La Biblia nos dice que la vida
cristiana supone un crecimiento desde que uno nace de nuevo, y
es un "bebé espiritual" que se alimenta sólo de "leche
espiritual", hasta que uno comienza a andar en la madurez,
momento a partir del cual la "leche espiritual" no le es suficiente
para crecer y necesita de alimentos mucho más sólidos. Este
alimento es la Palabra de Dios, y el cristiano que no toma de ella
está avocado a ser un cristiano "bebé", o un inmaduro toda su
vida. La madurez cristiana no es cuestión de la edad, sino de la
calidad de su relación con Cristo. Y, ¿qué consecuencias tiene la
inmadurez en mi vida? Un cristiano inmaduro toma malas
decisiones para su vida, porque utiliza su sabiduría "humana" en
lugar de la "sabiduría divina" que proviene de Dios y está a su
alcance en la Biblia.
¿Desea usted crecer espiritualmente, conocer a Dios "de
verdad", íntimamente, ser su mejor amigo y comenzar una
nueva relación con Él? ¿Desea usted tener una guía segura en
estos difíciles tiempos que nos ha tocado vivir? Le invitamos a
que inicie o renueve su relación con Jesucristo y a que
fundamente su vida en la Palabra; no en buenos consejos de
amigos bienintencionados, en libros de auto ayuda, o en sus
propias experiencias pasadas; en la Palabra de Dios, que es
eficaz y como espada de dos filos.
La segunda promesa que hace el Cristo Resucitado es que les
dará una piedrecita blanca que contenga su nombre nuevo. ¿A
qué se está refiriendo exactamente?
Aunque se han ofrecido múltiples interpretaciones, es posible
que se refiera a lo siguiente: A los atletas que ganaban los
juegos griegos se les daba como parte de su galardón una
piedra blanca, que era la consigna de entrada a la celebración
que se hacía después, en honor de los vencedores. Esto podría
representar el momento en que el vencedor cristiano recibirá su
"entrada" a la celebración de la victoria eterna en el cielo. En
cuanto a la promesa de un nombre nuevo, esto es un mensaje
personal de Cristo para aquellos a quién Él ama, que sirve como
"permiso de entrada" a la gloria eterna. Y es tan personal que
sólo la persona que lo recibirá sabrá qué es.
Bien, llegamos así al versículo 18, y comienza la carta que
Jesucristo le dictó en una visión al apóstol Juan, y cuyo
destinatario era la iglesia de Tiatira.
Ubicada entre Pérgamo y Sardis, la ciudad de Tiatira había
estado bajo dominio romano durante casi tres siglos. Como
estaba localizada en un valle prolongado, que se extendía unos
64 kilómetros hasta Pérgamo, no contaba con defensas
naturales y tenía una larga historia de destrucciones y
reconstrucciones. En un comienzo fue habitada por los soldados
de Alejandro Magno y sólo se consideraba como un reducto
militar dedicado a la protección de Pérgamo.
Debemos recordar que Lidia, la empresaria y vendedora de
púrpura, que encontramos en el libro de los Hechos 16:14, con
la cual se encontró el Apóstol Pablo en Filipos, venía de hacer
negocios en Tiatira. La ciudad era, pues, un gran centro
comercial, especialmente de la industrial del tinte y del comercio
de artículos de lana. Hoy sabemos que en la ciudad había gran
cantidad de gremios comerciales. Veamos ahora lo que nos dice
el versículo 18 de este capítulo 2 de Apocalipsis:
18
Y escribe al ángel de la iglesia en Tiatira: El Hijo de Dios, el
que tiene ojos como llama de fuego, y pies semejantes al bronce
bruñido, dice esto:
Aquí, la más larga de las cartas va dirigida a la menos
importante de las ciudades. Tiatira no tenía ninguna importancia
por motivos religiosos, tan sólo un altar de adivinación que
presidía una pitonisa llamada Sambathe. La iglesia de Tiatira
tampoco corría peligro de sufrir persecución.
El Señor Jesucristo dice aquí en el versículo 19 de este capítulo 2
de Apocalipsis:
19
Yo conozco tus obras, y amor, y fe, y servicio, y tu paciencia, y
que tus obras postreras son más que las primeras.
Sabemos menos de Tiatira que de ninguna de las otras siete
ciudades. Y de todas las siete cartas, esta es la más enigmática.
Él dice: Yo conozco tus obras. La carta continúa en términos de
la más alta alabanza. El amor, la lealtad y el servicio y la
constancia de la iglesia invitan a su felicitación. Y aquí tenemos
seis palabras de alabanza para esta iglesia en esa época de
oscurantismo espiritual. Las obras son, en realidad, las
credenciales de los verdaderos creyentes. El siervo de Dios,
Santiago escribió: Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te
mostraré mi fe por mis obras. (San. 2:18). Había muchos que
vivían vidas sin manchas, y por medio de sus buenas obras
daban buen testimonio de la obra de Dios en sus vidas. Luego,
añade: Y amor. Era una iglesia que demostraba amor, que
reflejaba el amor de Dios en sus obras.
Y añade: "fe". Esta iglesia, además de obras de amor,
demostraba tener viva su fe, su esperanza y su certeza.
Además, añade: "servicio y tu paciencia", debido,
probablemente, a las pruebas que tuvieron que soportar durante
todos aquellos años. Y continúa: "Tus obras postreras son más
que las primeras". Es decir, que en esta iglesia, las obras se
incrementaron en lugar de disminuir con el tiempo. Estas cinco
virtudes, son generadas en el interior de los creyentes por la
obra y gracia del Espíritu Santo. Continuamos leyendo en el
versículo 20 de este capítulo 2 de Apocalipsis, dice el Señor:
20
Pero tengo unas pocas cosas contra ti: que toleras que esa
mujer Jezabel, que se dice profetisa, enseñe y seduzca a mis
siervos a fornicar y a comer cosas sacrificadas a los ídolos.
A continuación viene la condenación de una mujer llamada
Jezabel, que podría ser un seudónimo para aludir a cierta mujer
que ejerció gran influencia en la iglesia, similar a cómo Jezabel
influenció a los judíos del Antiguo Testamento para cometer
idolatría e inmoralidad. Aquí, ésta mujer, Jezabel, está acusada
de enseñar dos cosas: comer carne ofrecida a los ídolos, y
cometer fornicación.
El primer problema era más grave de lo que podría parecer a
simple vista, pues la carne ofrecida a los ídolos se vendía
habitualmente en las carnicerías. Por otro lado, la carne
sobrante del sacrificio, que era la mayoría del animal, era
comúnmente utilizada para realizar fiestas con los amigos y
vecinos. Por ello la prohibición de comer carne sacrificada a los
ídolos tenía una consecuencia de largo alcance: contribuía a
aislar a un cristiano de todas las ocasiones sociales con los no
cristianos; había por ello pocas ocasiones sociales, y casi ningún
banquete, en los que pudiera participar con los paganos. En
cuanto a la otra parte de la enseñanza de Jezabel, la fornicación,
no está tan clara, pues no sabemos si debemos tomar esta
referencia en sentido literal o metafórico. En las Escrituras, la
infidelidad a Dios se expresa en términos de fornicación y
adulterio. Bien puede ser que la enseñanza de Jezabel fuera que
los cristianos no tenían necesidad de ser exclusivos en su culto a
Jesucristo y, sobretodo, no tenían que negarse a decir: "César es
el Señor" y quemar un poco de incienso. La pretensión del
cristianismo no es que Jesucristo es "uno entre muchos
salvadores", ni siquiera que es "el principal de todos ellos", sino
que es "el único Salvador".
La conclusión parece ser la siguiente: Exteriormente, la iglesia
de Tiatira era fuerte y floreciente, abundante en energía y
mostraba ser generosa. Pero, faltaba algo esencial. Y aquí está
la advertencia. Una iglesia abarrotada de miembros, llena de
actividades no es necesariamente una iglesia real; puede que
sea un club cristiano de mucho éxito en vez de una verdadera
congregación.
Continuando con los versículos 21 y 22 de este capítulo 2 de
Apocalipsis:
21
Y le he dado tiempo para que se arrepienta, pero no quiere
arrepentirse de su fornicación. 22He aquí, yo la arrojo en cama, y
en gran tribulación a los que con ella adulteran, si no se
arrepienten de las obras de ella.
La expresión: "He aquí yo la arrojo a la cama" se refiere al lecho
de un enfermo. Tras haber dado tiempo suficiente a esta mujer
para que se arrepintiera, Dios se disponía a juzgarla con
enfermedad, y como ella se había dedicado a usar una suntuosa
cama para cometer inmoralidad, así como la silla en la que se
reclinaba para comer cosas ofrecidas a sus ídolos y dioses
falsos, por su pecado y falta de arrepentimiento recibiría una
cama en el infierno donde yacería para siempre. Luego, en el
versículo 23, se dice:
23
Y a sus hijos heriré de muerte, y todas las iglesias sabrán que
yo soy el que escudriña la mente y el corazón; y os daré a cada
uno según vuestras obras.
La iglesia de Tiatira tenía ya unos cuarenta años de existencia
cuando el Apóstol y evangelista Juan escribió estas palabras, y la
enseñanza de esta mujer había producido una segunda
generación que practicaba las mismas disipaciones.
Avanzando con nuestra lectura, leemos en el versículo 24:
24
Pero a vosotros y a los demás que están en Tiatira, a cuantos
no tienen esa doctrina, y no han conocido lo que ellos llaman las
profundidades de Satanás, yo os digo: No os impondré otra
carga;
¿A qué se refiere este versículo cuando habla de "las
profundidades de Satanás"? Se está refiriendo a la muy
extendida creencia de que era un deber experimentar toda clase
de pecados. Lo que pretendían era dejar que el cuerpo se
regodeara en el pecado y mantener el alma impoluta. Los que
conocían las profundidades de Satanás habían sondeado las
profundidades del mal. Este libertinaje inaudito formó más tarde
parte de la enseñanza del gnosticismo, según el cual uno puede
participar en todo tipo de actividades propias del dominio de
Satanás y cometer maldades y perversiones con el cuerpo, sin
hacer daño al espíritu. También es posible, que simplemente
Jezabel enseñara que un cristiano debe acomodarse al mundo;
en otras palabras, impulsaba a la iglesia a la infidelidad
espiritual que conduciría irremisiblemente a la fornicación física.
Pero sobre esto dijo el Apóstol Pablo: "No os conforméis a este
mundo, sino sed transformados por la renovación de vuestra
mente" (Ro. 12:2). Y Jesús dijo: "No podéis servir a dos amos, a
Dios y a las riquezas" (Mat. 6:24). Y queridos amigos y amigas,
la vieja disyuntiva sigue siendo la alternativa actual: escogeos
hoy a quién vais a servir" (Deut. 30:19)
Leamos los versículos 25 y 26 de este capítulo 2 de Apocalipsis:
25
pero lo que tenéis, retenedlo hasta que yo venga. 26 Al que
venciere y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré autoridad
sobre las naciones,
Las obras de Cristo se presentan aquí en contraste a las obras
de Jezabel. Las obras de Cristo fueron realizadas por el Espíritu
Santo. Nosotros vencemos, amigo y amiga oyente, mediante la
fe, no mediante nuestro propio esfuerzo. Y yo le daré autoridad
sobre las naciones, explica luego. El Apóstol Pablo escribió a los
Corintios y les dijo que vamos a gobernar sobre las naciones.
Avanzando un poco más, en los versículos 27 y 28 de este
capítulo 2 de Apocalipsis, leemos:
27
y las regirá con vara de hierro, y serán quebradas como vaso
de alfarero; como yo también la he recibido de mi Padre; 28 y le
daré la estrella de la mañana. 29 El que tiene oído, oiga lo que el
Espíritu dice a las iglesias.
Cuando dice "y las regirá con vara de hierro" se refiere a que
durante el reino milenario, Cristo hará cumplir Su voluntad y
protegerá a Sus ovejas con cetro de hierro de cualquier que
pretenda hacerles daño. Respecto a la imagen de "La estrella de
la mañana", Juan se refiere más adelante a Cristo como la
estrella resplandeciente de la mañana. Aunque este lucero de la
mañana ya ha salido en nuestros corazones (2 Pedro 1:19), un
día le tendremos en Su plenitud gloriosa. La promesa de la
estrella de la mañana es la promesa de Cristo mismo.
Y con esto, llegamos al capítulo 3, donde tenemos la carta de
Cristo a la iglesia en Sardis.
Sardis estaba ubicada un una acrópolis natural que se mantenía
elevada a unos 450 metros sobre el valle, por lo que era
considerada como una ciudad impenetrable al enemigo.
Alrededor del año 1200 a.C. se convirtió en la capital del reino
de Lidia. La industria ovejera era su principal fuente de riqueza,
y muchos de sus habitantes se dedicaban a obtener la lana y a
tintarla, así como a elaborar toda clase de prendas con ella. Sir
William Ramsay decía de Sardis que era el ejemplo más típico
del contraste melancólico entre un pasado esplendoroso y un
presente ruinoso. Sardis era una ciudad degradada. Setecientos
años antes de que su hubiera escrito esta carta, Sardis había
sido una de las mayores ciudades del mundo.
El primer versículo de este capítulo 3 de Apocalipsis, nos dice:
Escribe al ángel de la iglesia en Sardis: El que tiene los siete
espíritus de Dios, y las siete estrellas, dice esto: Yo conozco tus
obras, que tienes nombre de que vives, y estás muerto.
Al principio de esta carta, Jesucristo ya glorificado se describe a
si mismo en dos frases: Él es el que posee los siete espíritus de
Dios, lo cual es probablemente una referencia al candelero con
siete lámparas que se describe en Zacarías y que también es
una descripción del Espíritu Santo. Y se describe también "El que
tiene las siete estrellas", que representan a las siete iglesias y a
sus ángeles.
La terrible acusación que se hace contra la Iglesia de Sardis es
que, aunque tenía fama de estar vida, de hecho, estaba
espiritualmente muerta. El Nuevo Testamento compara
frecuentemente el pecado con la muerte. "La que se entrega a
los placeres, viviendo, está muerta" (1 Tim. 5:6). Pablo, el
apóstol, dijo que antes de la conversión a Dios, estábamos
muertos en nuestros delitos y pecados (Ef. 2:1-5). Por eso, los
cristianos decimos que "el pecado es la muerte de la voluntad"
(porque nos impide romper con nuestros malos hábitos, aunque
deseemos hacerlo): es "la muerte de los sentimientos", porque
petrifica el sentimiento y nos hace insensibles hacia lo que está
mal o bien. El pecado supone la muerte de todo lo amable; el
pecado es el cruel asesino de todo lo hermoso que hay en la
vida.
Dice el versículo 2 de este capítulo 3 de Apocalipsis:
2
Sé vigilante, y afirma las otras cosas que están para morir;
porque no he hallado tus obras perfectas delante de Dios.
La iglesia de Sardis no tenía problemas de herejía, sin embargo
le faltaba vitalidad. La iglesia de Sardis no estaba siendo objeto
de ningún ataque, ni por parte de los paganos, ni de los judíos.
La verdad es que estaba tan cercana a la muerta, que no valía la
pena atacarla. Porque una iglesia que esté llena de vida siempre
estará bajo ataques del enemigo: ¡"Ay de vosotros ?decía Jesús-
cuando todos los hombres hablen bien de vosotros!" (Lucas
6:26). Una iglesia que proclama el Evangelio auténtico siempre
levanta oposición a su alrededor. Y si hay algo que podemos
aprender de la ruina inminente de la iglesia de Sardis es que los
cristianos deben despertar del letargo mortal, y mantenerse
alerta. Este es el mandamiento que aparece con más frecuencia
en el Nuevo Testamento. El estado de alerta debe de ser la
actitud constante del cristiano: "Ya es hora ?decía el Apóstol
Pablo- de despertar del sueño" (Ro. 13:11). "Velad, estad firmes
en la fe, portaos varonilmente, esforzaos" (1 Co. 16:13).
Además, el cristiano debe estar vigilante frente a las tretas del
diablo (1 Pedro 5:8) porque el cristiano está permanentemente
bajo los ataques de los poderes que tratan de apartarle de
Cristo. Y a menudo estos ataques son sutiles. Y por último, el
cristiano debe estar en guardia contra la tentación: "Velad y
orad ?dijo Jesús- para no caer en tentación" (Mateo 26:41). La
tentación del enemigo de nuestra alma espera a que bajemos la
guardia para atacar, y derrotarnos.
Con este pensamiento nos despedimos por hoy. Esperamos
encontrarle de nuevo en nuestro próximo encuentro. Hasta
entonces, le invitamos a que no deje de leer la palabra de Dios,
pues sólo ella es fuente de vida eterna, para usted y para su
familia.
Apocalipsis 3
Versículos 2-6
Continuamos hoy, amigo oyente, recorriendo el libro
de Apocalipsis, el último y único libro profético del Nuevo
Testamento, que es la segunda parte de la Biblia, como ya saben
muchos de nuestros estimados oyentes.
Regresamos al capítulo tres de este fascinante libro, donde
finalizamos nuestro estudio en el programa anterior.
Recordemos que estamos estudiando las 7 cartas, dirigidas a 7
iglesias, que el Señor Jesucristo, ya glorificado, y desde el Cielo,
le dicta en una visión al apóstol Juan cuando este se encontraba
exiliado en la Isla de Patmos. Habíamos comentado que cada
iglesia representa, por sus características, una etapa de la
historia de la Iglesia de Jesucristo. Hemos llegado a la carta que
va dirigida a la iglesia de Sardis. En el panorama de la historia
de la Iglesia, Sardis representa la Iglesia Protestante durante
aproximadamente el período entre el año 1517 al 1800. El Dr.
McGee, autor de estos estudios, cree que comenzó esa etapa
cuando el sacerdote Martín Lutero clavó su escrito de protesta y
denuncia en las puertas de la iglesia en Wittenburg, Alemania.
Comenzó la era de la Reforma, que nos llevará al principio de un
gran movimiento misionero dentro de la historia de la Iglesia.
Tenemos que reconocer que la Reforma no recuperó toda la
verdad de la Palabra de Dios, y el versículo 1, del capítulo 3, que
estudiamos en nuestro anterior programa nos pone una señal de
aviso: "Yo conozco tus obras, que tienes nombre de que vives, y
estás muerto".
Continuemos entonces con el siguiente versículo 2 de este
capítulo 3:
2
Sé vigilante, y afirma las otras cosas que están para morir;
porque no he hallado tus obras perfectas delante de Dios. (Ap.
3:2)
Esta es la segunda palabra de condenación, y es un serio aviso
para los miembros de la iglesia en Sardis. Este es un versículo
tremendo. En vista de que la Iglesia de Jesucristo puede ser
removida de la Tierra, ese "arrebatamiento", o como también se
le llama "el rapto" puede tener lugar en cualquier momento, la
Iglesia tiene que estar alerta, vigilante. Sabemos que la fecha no
ha sido señalada, y tampoco el período en el cual Él, Jesucristo
se llevará a cada miembro, a cada cristiano auténtico, al Cielo,
para estar con Él. Y la razón para ese aviso es la siguiente: la
Iglesia tiene que estar constantemente alerta, esperando Su
venida, aguardando esa bendita esperanza. Amigo oyente, todos
debemos estar siempre preparados para una hora inesperada en
la que se escuchará Su voz. Eso es lo que el Señor está
advirtiendo a la iglesia en Sardis, que deben estar
constantemente en alerta.
Mencionábamos en nuestro programa anterior, que la ciudad de
Sardis estaba edificada sobre la cima de un monte. En aquel
tiempo, por su ubicación privilegiada, sólo se podía entrar en la
ciudad por una única entrada. Por lo tanto, solamente
necesitaban vigilar y guardar la ciudad en ese punto, porque era
inaccesible por cualquier otro lado. Pero en dos ocasiones, en la
historia de esa ciudad, fueron invadidos por los enemigos,
porque la guardia que vigilaba se quedó dormida, asumiendo
que la montaña los protegía de cualquier asalto.
Fue en el año 549 A.C., cuando los soldados medo-persas de
Ciro entraron en la ciudad, por ese motivo: porque la guardia se
había dormido. Y luego, en el año 218 D. C., Antioco el Grande
capturó la ciudad, también por el descuido de los confiados
centinelas. Sardis fue capturada en ambas ocasiones, porque
habían llegado a ser gente despreocupada y negligente.
Lo que el Señor le estaba diciendo a la iglesia era lo que leímos:
"Sé vigilante", ¡despierta! Con vergüenza debieron reconocer
que en dos ocasiones en la historia de la ciudad se les encontró
adormilados y desprevenidos. Así que, el Señor Jesucristo le
manda aviso a la iglesia de esa ciudad ¡no se os ocurra
quedaros dormidos!
Los cristianos, en general, han apartado sus expectativas del
anunciado regreso de Jesucristo, creyendo que primeramente
ciertos acontecimientos deben ocurrir, para que sea completado
el plan que Dios tiene para este planeta Tierra. No sabemos ni la
hora, ni el día, pero podría ser en cualquier momento. Nadie lo
sabe a ciencia cierta, ni siquiera Jesucristo lo sabía cuando
estaba en la Tierra. Pero, estamos advertidos. Esta es una
palabra de advertencia para esta iglesia, pero también para
nosotros.
La Reforma, que comenzó con Lutero recobró algunas grandes
verdades, como la autoridad de la Palabra de Dios, la doctrina
de la depravación total del hombre, y la doctrina de la
justificación por la fe.
El versículo 3, leamos: "Acuérdate, pues, de lo que has recibido
y oído; y guárdalo, y arrepiéntete. Pues si no velas, vendré sobre
ti como ladrón, y no sabrás a qué hora vendré sobre ti".
Jesucristo, en esta carta personal a la iglesia en Sardi les alerta y
avisa que retengan lo que han recibido y oído. En su pasada
historia, sus antepasados habían fallado, con consecuencias
gravísimas, en no velar lo suficiente. Otra vez fueron alertados,
porque no sólo debían temer a la llegada sorpresiva de un
enemigo, sino de Jesucristo mismo. Muchas iglesias han perdido
el interés en enseñar las verdades bíblicas, y se han acomodado
a las filosofías y el pensamiento actual. Muchas, para ser más
popular, para ganar audiencia y adeptos han desarrollado
importantes programas sociales, y muchas actividades de
entretenimiento. Todo esto no sería negativo, si la Palabra de
Dios tuviera la importancia, y la máxima relevancia, como
autoridad que gobierna y determina la doctrina y la conducta de
la iglesia. Todos debemos estar alerta y preparados, en todo
momento y circunstancia.
Ahora, en el versículo 4, de este capítulo 3 de Apocalipsis, el
Señor Jesucristo le dice a esta iglesia:
4
Pero tienes unas pocas personas en Sardis que no han
manchado sus vestiduras; y andarán conmigo en vestiduras
blancas, porque son dignas. (Ap. 3:4)
En Israel, los que se mantenían fieles a Dios, a través de toda su
historia, eran sólo unos pocos, un remanente, y nunca lo fue la
totalidad del pueblo. Siempre hubo un remanente que se
mantenía fiel a Dios, y a Sus leyes. Así es que, se nos dice de la
iglesia: Pero tienes unas pocas personas. A esto el Señor llamó
Su iglesia, y en el evangelio de Lucas, Jesucristo llamó a su
iglesia Su manada pequeña. El Cristianismo en el presente
también tiene aquellos santos que aman la Palabra, que son
fieles al Señor, aun en estos días, y se mantienen firmes en la
Palabra de Dios.
Podemos mencionar algunos nombres conocidos del pasado. El
Protestantismo ha producido grandes hombres, y aunque no
podemos nombrar a todos, sí podemos señalar algunos líderes
de la Reforma: Martín Lutero y Juan Calvino destacan, y
sobresalen sobre todos los demás. También nombramos a Juan
Knox, ese gran hombre de Dios que hizo tanto por Escocia. Más
tarde tenemos a Juan Bunyan, ese gran hombre de Dios, que
escribió el famoso libro "El Progreso del Peregrino", un relato de
su propia vida, y cómo Dios le salvó con mucha misericordia. Un
hombre relevante también lo fue Juan Wesley, el fundador de la
iglesia metodista. Dios le salvó de una manera maravillosa y le
utilizó de tal manera que los historiadores le adjudican haber
salvado a Inglaterra de una revolución, como la que destruyó a
Francia, permitiéndole a que llegara a ser una nación de primer
orden, nuevamente. Wesley ha sido llamado "el inglés más
grande de todos".
Luego, hubo un escocés, Juan Moffat, quien fue al África, al que
más tarde le seguiría David Livingston, quien exploró e hizo
conocer ese continente. Guillermo Carey fue a la India a predicar
las Buenas Nuevas, y más tarde le siguió un hombre joven,
llamado Henry Martín. El protestantismo ha tenido hombres que
no se contaminaron con otras filosofías y fueron fieles a la
Palabra de Dios. También el catolicismo ha producido grandes
hombres, abnegados, entregados y buscadores de La Verdad.
Pero Dios mira más allá de las grandes organizaciones, sus
métodos, y filosofías. Él mira el corazón, conoce las intenciones
del mismo, y sabe quién verdaderamente Le busca, y quien
desea conocerle más de cerca. Las instituciones, los organismos,
y ni siquiera todo lo que hacemos "en nombre de Dios", puede
darnos la salvación, si no es por la Fe en Jesucristo, como
nuestro único y suficiente Salvador y Señor.
Luego, Juan, el apóstol, sigue el dictado de Jesucristo y continúa
escribiendo la carta a la iglesia en Sardis, leamos el versículo 5:
5
El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no
borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre
delante de mi Padre, y delante de sus ángeles. (Ap. 3:5)
El verdadero vencedor, por supuesto, es aquel que triunfa por la
sangre de Cristo. Nunca vence, a las circunstancias, a sus
tendencias, a sus hábitos, a sus enemigos, a la adversidad,
NUNCA lo hace con su propia fuerza de voluntad, por de su
propia inteligencia o habilidad. El verdadero vencedor sabe que
sólo vencerá, y llegará a la meta, por el poder salvador, y
sanador, de la sangre de Jesucristo.
Continúa Jesucristo: Y no borraré su nombre del libro de la vida,
y confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus
ángeles.
Es interesante observar que leyendo las genealogías se pueden
identificar a dos libros: Primero, el libro de la generación de
Adán, como se nos dice en el Génesis, capítulo 5, versículo 1.
Todos estamos incluidos en ese libro, nuestros nombres figuran
en esa lista, por ser el libro de todo ser viviente, de toda la
humanidad, pero este registro es un "libro de la muerte".
Segundo, tenemos el libro de la genealogía de Jesucristo, en el
evangelio de Mateo, capítulo 1, versículo 1. La frase "el libro de
la genealogía" es una expresión poco común. Solamente la
encontramos en relación con Adán, el primer hombre, y en
relación con Jesucristo. El libro de la genealogía de Jesucristo es
"el libro de la vida". Creemos que se llega a ser incluido en este
libro por medio de la fe en Cristo. Ahora, esto nos lleva a
preguntarnos: "¿Es posible que estemos incluidos en "el libro de
la vida", y que luego seamos "borrado" del mismo? ¿Se puede
perder la salvación?" Sí esto fuera así, entonces el Señor
Jesucristo nunca lo habría mencionado. En el evangelio de Juan,
capítulo 10, versículo 28, Jesucristo dijo: "y yo les doy vida
eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi
mano". Una y otra vez, a través de toda la Sagrada Escritura,
encontramos que podemos estar seguros de nuestra salvación.
¿Qué es lo que quiere decir entonces? Bueno, permítanos leer
una porción de una declaración que hizo el Dr. Walwoord en su
libro sobre "La revelación de Jesucristo". Es una explicación muy
buena. Él escribió: "Algunos han indicado que aquí no hay una
declaración explícita de que cualquiera puede tener su nombre
borrado del libro de la vida, sino que se hace énfasis en que se
tiene la promesa de que su nombre no será borrado, a causa de
su fe en Cristo. Esto, sin embargo, se implica como una
posibilidad. Basándose en lo que el texto sugiere, algunos han
considerado que no es una lista de los que son salvos, sino más
bien una lista de todos aquellos por los cuales Jesucristo murió,
es decir, toda la humanidad, los que ha poseído una vida física.
Cuando los seres humanos, nosotros, llegamos a la madurez,
nos enfrentamos con la responsabilidad de aceptar o rechazar a
Jesucristo. Aquellos, que no llegan a recibir a Cristo como su
Salvador, verán que su nombre es borrado. Mientras que
aquellos que sí aceptan a Cristo como su Salvador, son
confirmados en su posición en el libro de la vida, y sus nombres
son confesados ante el Padre y los ángeles celestiales". Hasta
aquí la declaración del Dr. Walwoord.
Esta es una interpretación bien fundamentada. En Apocalipsis se
le da mucha importancia a este libro de la Vida. Hay seis
referencias más acerca de este libro de la vida Apocalipsis. 13:8;
17:8; 20:12 y 15; 21:27; 22:19. Hablaremos más detalladamente
sobre este "Libro de la Vida" especialmente cuando lleguemos a
la última mención, en el capítulo 22.
El pensamiento del texto que leímos significa, sencillamente,
que algunos en Sardis serían salvos, pero también que habría
algunos de los cuales Jesucristo dijo que sus nombres serán
borrados del libro de la vida. Él no dijo que cualquiera nombre
sería borrado. Aun en Sardis, algunos serían salvos. Es como esa
historia que ya hemos contado en cierta ocasión, de una
persona que sueña que va al cielo, y al llegar se sorprendió de
ver a otros que no esperaba encontrar, que sin embargo estaban
en ese lugar; pero, lo que realmente le impactó fue, que nadie
esperaba que él estuviera en el cielo. Bueno, amigo oyente, lo
más importante es estar seguro de que nuestro nombre está
inscrito en "el libro de la vida del Cordero". Creemos que
aquellos que se han arrepentido de sus pecados, los han
confesado a Dios, han pedido ser perdonados y limpiados por el
sacrificio de Jesucristo en la cruz, después de esa "conversión a
Dios", éstos son "salvos por la gracia de Dios". No creemos que
usted, o cualquier que es un hijo de Dios, por haber ingresado
voluntariamente, por gracia, a la Familia de Dios, pueda llegar a
perder la salvación.
Continuemos con el siguiente versículo, el versículo 6 del
capítulo 3 de Apocalipsis, que dice:
6
El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. (Ap.
3:6)
Nuevamente, debemos recalcar que el Señor se refiere aquí a la
audición de una persona que ya Le ha aceptado como su
Salvador personal, ha sido limpiado por Su sangre, y por lo tanto
tiene su oído afinado, y necesita oír la voz del Espíritu que
enseña, a través de la Palabra de Dios, el mensaje de Cristo a Su
iglesia hoy.
Llegamos ahora a la carta de Jesucristo a la iglesia de Filadelfia.
Esta iglesia representa lo que llamamos "la iglesia consagrada"
que podríamos ubicar en el período del siglo 19 hasta aquel día
futuro, cuando Jesucristo venga a recoger a Su Iglesia. Esta
congregación representa a la iglesia que ha regresado a la
Palabra de Dios, y pensamos que lo mismo está ocurriendo en
nuestros tiempos, entre los protestantes, o evangélicos, así
como también entre los que profesan la fe católica. La
correspondencia y llamadas que recibimos nos indica que
muchas personas están volviendo a la Palabra de Dios; en todas
partes del mundo hay gente que está descubriendo y
deseando escuchar la Palabra de Dios, que tiene hambre por
ella. La iglesia en Filadelfia tenía esta característica.
Ahora, debemos decir algo en cuanto a esta ciudad. Filadelfia
era una pequeña ciudad que todavía existe en el presente. Es
una pequeña localidad turca, bastante próspera. Esta ciudad
llamada Filadelfia se encuentra en el interior, a unos 200 Km de
la costa. Es una tierra que sufre una constante inestabilidad
sísmica y sus temblores han sido la causa de que la mayor parte
de su población se hubiese alejado de ella. En el tiempo del
apóstol Juan, era como una pequeña colonia griega, situada
sobre en un hermoso y amplio valle. La ciudad, que actualmente
se ha extendido considerablemente, fue construida sobre varias
colinas.
La iglesia de Jesucristo que había en Filadelfia tiene
características únicas. Esta congregación, junto con la que se
reunía en Esmirna, fueron las dos únicas iglesias para las cuales
el Señor Jesucristo no tuvo ninguna palabra de condenación o
reproche. ¿Por qué? Porque ambas iglesias había vuelto a la
Palabra de Dios. Y es interesante notar que las dos iglesias a las
cuales Jesucristo no tuvo que amonestar, ni fueron condenadas
por alguna práctica o actividad, ambas ciudades existe todavía.
En la ciudad llamada Filadelfia todavía existen las ruinas de una
iglesia bizantina que revela que el cristianismo estaba vivo y
activo en esa zona, hasta el siglo XII o XIII. El autor de
estos estudiosbíblicos, el Dr. J. Vernon McGee contaba que él
pudo visitar esa zona, y se encontró con los cuidadores de estas
ruinas, con las cuales no pudo conversar en su idioma, pero a
través de la amabilidad y generosidad, la bondad amistosa que
ellos demostraron, el pudo percibir que comunicaban un amor
que sólo pueden proyectar los auténticos cristianos.
En el siglo 17 un gran terremoto destruyó toda la ciudad. Fue el
mismo terremoto que también devastó la ciudad de Sardis y
otras importantes poblaciones de esa región turca. Había un
gran anfiteatro, el cual también está totalmente destruido a
excepción de una columna, oculta, entre los muchos árboles que
pueblan esa colina. Se asume que el gobierno turco removió
todo vestigio de ese anfiteatro porque los turcos Seljuk
asesinaron allí brutalmente a los cristianos de Filadelfia, y
querían librarse de los vestigio de esa viaja civilización. Pero,
esa iglesia, hasta al menos el siglo 13, fue una iglesia misionera,
que testificó por Cristo. Fue una iglesia que honró la Palabra de
Dios.
Vamos a detenernos aquí por hoy, y continuaremos con el
mensaje del Señor Jesucristo a la iglesia en Filadelfia en nuestro
próximo programa.
Mientras tanto, le sugerimos que lea el contenido de ese
mensaje, que está comprendido entre los versículos 7 al 13, del
capítulo 3 de nuestro libro, el Apocalipsis. Continuamos
intercediendo delante del Trono de Dios por usted, estimado
amigo, amiga, para que Su Presencia, Gracia, Paz y Amor
comiencen a ser muy real en su vida, y en su familia.
Apocalipsis 3
Versículos 7-12
Continuamos hoy, amigo oyente, nuestro recorrido por el
fascinante libro profético de Apocalipsis. Es el último libro de la
Biblia, la Palabra de Dios. Fue escrito por el apóstol Juan cuando
éste se encontraba exiliado a causa de su fe en Jesucristo, en la
Isla de Patmos.
Para nuestros estimado oyentes que hoy se han acercado a
nuestro programa por vez primera deseamos aclararles unos
datos previos acerca de este libro Apocalipsis. El apóstol Juan
recibió una visión magnífica y sobrecogedora en la cual vio a
Jesucristo glorificado, en esplendor y majestad, y quién le
ordenó escribir todo lo que iba a ver y escuchar. Jesucristo
entonces comenzó a dictarle 7 cartas, a siete iglesias, escogidas
por sus características que ejemplifican a las diferentes fases, o
etapas, que la Iglesia de Jesucristo ha vivido en estos veinte
siglos de su historia.
En nuestro programa anterior, comentamos algunos detalles
acerca de la ubicación geográfica de la ciudad de Filadelfia.
Todavía existe en la actualidad y se encuentra en las laderas de
un hermoso valle, alejado de la costa de Turquía. Estaba situada
en un extremo del ancho valle del río Cogamis, tributario del
Hermo, que desemboca en el mar cerca de Esmirna. La ciudad
tenía una gran acrópolis, un gran teatro. En el presente, la
ciudad se ha extendido por las colinas y es una típica ciudad
turca. Esa zona es muy propensa a sufrir movimientos sísmicos,
que desembocan en terremotos. La mayor parte de su población
abandonó esa región, primordialmente a causa de los
terremotos, y también, por las reiteradas guerras e invasiones
que sufrieron. En la época en que llegaron los Apóstoles, ya
dominaba el idioma griego, porque esa región era una típica
colonia griega. La ciudad de Filadelfia era una gran fortaleza que
cortaba el camino y retrasaba a los enemigos que se
aproximaba para destruir las grandes e importantes ciudades de
Éfeso, Esmirna y Pérgamo, aunque estas ciudades también eran
grandes fortalezas.
Filadelfia es una zona cuyo suelo sufre mucha erosión, pero su
tierra muy fértil. En ese valle crecen hermosos árboles de laurel,
cipreses, muchas variedades de flores, y plantas. En la ladera de
las montañas proliferan los viñedos, y la excelente calidad del
vino que desde siempre se producía, explica que uno de los
dioses importantes al que adoraba la gente en la antigüedad,
era Baco. Pero, también el Cristianismo había llegado a
arraigarse y afirmarse en esa zona.
La ciudad no obtuvo su nombre, como piensan algunos, de
la Biblia, de las Sagradas Escrituras. Su nombre, Filadelfia,
significa "amor fraternal", y recibió ese nombre por el amor que
existía entre Ciro II y su hermano Ecúmenes, quien era el rey de
Pérgamo. Este hombre sentía un gran amor y una fuerte lealtad
por su hermano, y esa fue el origen de que se llamara "la ciudad
del amor fraternal".
Habíamos comentado en nuestro anterior programa que en el
año 17 D. C., la ciudad fue sacudida por un gran terremoto que
la destruyó totalmente. Ese mismo terremoto también destruyó
completamente a Sardis, una de las ciudades que mencionamos
anteriormente por ser sus creyentes destinatarios de otra carta
de Jesucristo. Tiberio, el emperador, envió grandes sumas de
dinero para la reconstrucción de esas ciudades.
Filadelfia fue el lugar donde los cristianos y los sarracenos
lucharon durante las cruzadas, y también allí se enfrentaron en
batalla, Turquía y Grecia en el año 1.922. Parece que hay
algunos cristianos en Filadelfia, pero debido a la falta de libertad
religiosa, no pueden darse a conocer, para no sufrir severas
represalias.
La iglesia de Jesucristo se encontraba en una zona muy
estratégica para ser una iglesia misionera. A esta iglesia la
hemos llamado "la iglesia consagrada, viva". Fue una iglesia que
regresó a la Palabra de Dios, y que enseñó la Palabra de Dios.
Como ya mencionamos anteriormente, esta iglesia representa el
período en la historia de la Iglesia de Jesucristo, que habría
comenzado con la Reforma en el siglo 16, y se extenderá hasta
aquel día en que Jesucristo regrese para recoger a Su Iglesia.
Creemos que, a partir del siglo pasado, se está percibiendo un
nuevo interés por la Palabra de Dios en el mundo. Perdida, en un
mundo aparentemente tan globalizado, la gente busca su
identidad, tiene preguntas y profundas inquietudes espirituales.
Ahora, leamos el versículo 7 de este capítulo 3 de Apocalipsis:
7
Escribe al ángel de la iglesia en Filadelfia: Esto dice el Santo, el
Verdadero, el que tiene la llave de David, el que abre y ninguno
cierra, y cierra y ninguno abre: (Ap. 3:7)
Aquí queremos volver a recordarle, amigo oyente, que el ángel
aquí mencionado, no es un ser celestial, sino que es un
mensajero humano, es el pastor, el responsable de la iglesia.
Jesucristo se presenta en la visión que le permitió ver y oír al
apóstol Juan, como el Cristo glorificado, el Gran Sumo Sacerdote,
en Gloria y santidad. Y Él les recuerda, a los creyentes en
Filadelfia, que Él es santo. Él era santo, en el momento de Su
nacimiento. Fue santo, en Su muerte, y Él es santo, hoy, en Su
ocupación sacerdotal.
Probablemente usted, estimado oyente, recuerde que el ángel le
dijo a María, en el momento de la anunciación del Señor: Lo
santo que nacerá de ti. También Jesucristo en Su muerte, Él fue
santo. Todos nuestros pecados estaban sobre Él, todas las
terribles culpas de la humanidad, de cada persona, y aún así, Él
no era pecador, como nosotros. Él fue santo, manso, sin
contaminación, pero se dejó ensuciar con todas las terribles
cargas de cada uno de los pecados, de cada ser humano. En el
libro de los Hechos de los Apóstoles, capítulo 2, versículo 27,
leemos: porque no dejarás mi alma en el Hades, ni permitirás
que tu santo vea corrupción.
Jesucristo fue santo en Su muerte, y en Su resurrección. Ahora,
Él también es santo hoy, en el ejercicio de Su alta función
sacerdotal. En la epístola a los Hebreos, capítulo 7, versículo 26,
leemos: Porque tal sumo sacerdote nos convenía: Santo,
inocente, sin mancha, apartado de los pecadores, y hecho más
sublime que los cielos.
En Apocalipsis, se nos dice que Él es "verdadero". Recordemos lo
que Jesucristo dijo de sí mismo: YO soy el Camino, la Verdad y la
Vida. "Verdadero" aquí significa "genuino", adicional a la
perfección en su totalidad. El que tiene la llave de David. Estas
no son las llaves del Hades y de la muerte, que vimos al
principio, en el comienzo de Apocalipsis 1, versículo 18. Esta
llave nos habla de Su derecho real, reclamado como el
Gobernante de todo este Universo. Él ocupará el trono de Su
padre David, y en Su reino no habrá fin. Eso es lo que nos dice la
Palabra de Dios, en el evangelio de Lucas 1, versículos 32 y 33.
Él se sentará en el trono de David en el milenio, pero hoy, Él es
el Soberano. Él está sentado a la diestra del Padre, esperando
hasta que sus enemigos se conviertan en el estrado de sus pies.
Él es El que abre y ninguno cierra, y cierra y ninguno abre. Esto
es un gran consuelo para aquellos, para nosotros, que confiamos
en Él, en nuestra vida diaria. Continuamos leyendo lo que
Jesucristo le dice a esta iglesia aquí en el versículo 8 de este
capítulo 3 de Apocalipsis:
8
Yo conozco tus obras; he aquí, he puesto delante de ti una
puerta abierta, la cual nadie puede cerrar; porque aunque tienes
poca fuerza, has guardado mi palabra, y no has negado mi
nombre. (Ap. 3:8)
Este versículo es la "máxima" de nuestro programa "La Fuente
de la Vida", el lema del programa, por lo tanto, significa mucho
para nosotros. Ahora, Filadelfia es la iglesia que se ha mantenido
fiel a la Palabra de Dios, y por lo tanto, representa a todas
aquellas iglesias, a través de todo el mundo, que aún se
mantienen fieles a la Palabra de Dios. Vamos a detenernos en 7
puntos importantes, que son alabanzas y reconocimientos que
Jesucristo menciona en su carta a la iglesia en Filadelfia:
1.- El Señor les dijo: Yo conozco tus obras. El Señor Jesucristo,
amigo oyente, está buscando fruto. Él está buscando las "obras"
en las vidas de los creyentes. Hemos sido salvos por gracia, pero
también hemos sido creados en Cristo Jesús para buenas obras,
las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en
ellas. (Ef. 2:10). Amigo oyente, si usted se considera un
auténtico cristiano, pero no produce "obras, o frutos", eso
significa que algo no anda bien. Eso es lo que nos escribió el
apóstol Santiago, que era un hombre práctico, y que pasaba
mucho tiempo de rodillas, porque era un gran hombre de
oración. Santiago dijo: Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te
mostraré mi fe por mis obras. (San. 2:18). La fe salvadora
produce obras. Calvino dijo: "La fe, sola, salva, pero la fe que
salva, no está sola". Produce siempre algo.
2.- El Señor le dice: He aquí, he puesto delante de ti una puerta
abierta, la cual nadie puede cerrar. Esa podría ser una puerta al
"gozo del Señor", o al "conocimiento" de las Escrituras. Creemos
que significa que el Señor ha abierto una puerta al conocimiento
de las Escrituras, lo que significa que, si Él abre esa puerta, Él
quiere que usted entre, amigo oyente; Él abrirá una puerta a la
oportunidad, para testificar y proclamar la Palabra de Dios.
3.- Continuó Jesucristo en este mismo versículo 8, del capítulo 3
de Apocalipsis: Porque aunque tienes poca fuerza. Con esto nos
podemos identificar, tenemos pocas o ninguna fuerza. La
palabra griega para "fuerza", es "dunamin", de la cual deriva
también la palabra "dinamita". El Señor estaba diciendo a este
pequeño y humilde grupo de cristianos, "tenéis poco poder".
Ellos no eran muchos miembros en la iglesia, no tenían grandes
programas, ni edificios espectaculares. A Dios no le impresionan
ni la cantidad de personas que acuden a nuestra iglesia, ni la
imagen o el renombre que pudiéramos tener. Lo
verdaderamente importante para Dios es, si estamos
proclamando fielmente la Palabra de Dios. Dios sólo nos pide
fidelidad en usar adecuadamente aquello que Él nos ha
confiado. Es decir: si administramos correctamente, sincera y
limpiamente los recursos que él pone a nuestra disposición, sea
poco o mucho. Eso es lo que realmente cuenta para Dios.
4.- Has guardado mi palabra. Tanto en los días de la primera
iglesia, como en la actualidad, se ha cuestionado, o se ha
negado, la inspiración divina de las Sagradas Escrituras. Esa
iglesia en Filadelfia creía en la Palabra de Dios, y creía
sólidamente en la inspiración del Espíritu Santo para plasmar el
pensamiento de Dios, por escrito, en lo que hoy es la Biblia, el
libro más vendido, más traducido, más perseguido, y el único
que tiene poder para cambiar vidas, porque es la Palabra de
Dios. Un teólogo liberal del siglo XX, declaró que ninguna
persona inteligente podía creer en la inspiración verbal de la
Biblia. Creer en la inspiración de la Biblia no depende de nuestro
coeficiente intelectual, sino de la revelación que el Espíritu de
Dios, el Espíritu Santo, da a cada persona que busca
sinceramente la luz de la Verdad.
5.- Y no has negado mi nombre, continuó diciendo Jesucristo.
También en aquellos tiempos había personas que se burlaban de
los cristianos y del Nombre de su Dios. Tenemos que reconocer
que en nuestros tiempos se blasfema, se mancha Su Nombre
continuamente con frases soeces; se utiliza el nombre de Dios
para chistes e insultos; se toma en vano el nombre sagrado de
Dios, de Jesucristo. La deidad de Cristo se cuestiona, o se niega
abiertamente, hasta en ambientes supuestamente "cristianos".
Jesucristo aprueba, y anima a los creyentes en Filadelfia, porque
se mantuvieron firmes, fieles y confiados en Él, al proclamar que
Dios se hizo hombre, para mostrar Su amor al morir en
sustitución por todos los pecadores, por nosotros. Continúa el
versículo 9 de este capítulo 3 de Apocalipsis:
9
He aquí, yo entrego de la sinagoga de Satanás a los que se
dicen ser judíos y no lo son, sino que mienten; he aquí, yo haré
que vengan y se postren a tus pies, y reconozcan que yo te he
amado. (Ap. 3:9)
El remanente de Israel que había aceptado la obra salvadora de
Jesucristo, y le aceptaban como su Mesías, habían dejado las
prácticas en las sinagogas. El Apóstol Pablo afirmó, en su
epístola a los Romanos, que no todo Israel, era genuinamente
Israel. El apóstol Pablo consideraba como el verdadero Israel a
todos los que se había vuelto a Cristo.
Ignacio, según Trench, y reconocido por Vincent, se refirió en sus
escritos a una situación local, donde los judíos conversos a
Jesucristo predicaban la fe que antes habían despreciado. Es
interesante que en el imperio romano se enviaran grupos de
judíos a zonas lejanas e inhóspitas, con el propósito de colonizar
esa región, formando nueva colonias; esa fue la razón por la cual
había tantos judíos también en esa región.
6.- He aquí, yo haré que vengan y se postren a tus pies, y
reconozcan que yo te he amado. Ahora, el Señor Jesús también
quiere hacer saber, a los enemigos de la fiel iglesia de Filadelfia,
que Él ama a esta iglesia. Este es el sexto punto de su elogio.
Leamos lo que Él dice en el versículo 10:
10
Por cuanto has guardado la palabra de mi paciencia, yo
también te guardaré de la hora de la prueba que ha de venir
sobre el mundo entero, para probar a los que moran sobre la
tierra. (Ap. 3:10)
7.- Has guardado la palabra de mi paciencia Esta es la última
palabra de encomio a esta iglesia, que ha guardado la Palabra
de Cristo, en paciencia. Esto, evidentemente, tiene que ver con
la espera paciente por la venida de Cristo para recoger a los
Suyos. En el siglo pasado se comenzó a enfatizar más las
doctrinas de la escatología, el conocimiento y análisis de las
profecías relacionadas con todos los grandes acontecimientos
que están por delante, en un tiempo futuro. Creemos percibir un
renovado interés por tratar de entender lo que ocurrirá en un
futuro, según la Biblia.
Ahora, dijimos que el libro de Jesucristo es "el Libro de la Vida".
Sabemos que aquellos que son salvos, los genuinos creyentes,
serán llevados un día, todos juntos y de manera sobrenatural,
para encontrarse con el Señor en las nubes, que será el traslado,
o el arrebatamiento de la Iglesia. Pensamos que la iglesia de
Filadelfia tiene las características de "la iglesia del rapto". La
última iglesia que veremos más adelante, en nuestro próximo
programa, será la iglesia de Laodicea, muy diferente a la de
Filadelfia.
O sea que, las palabras de ánimo de Jesucristo a Su iglesia en
Filadelfia significan, que ésta no pasará por el período de la Gran
Tribulación. La iglesia será quitada del mundo, "arrebatada"
antes de ese período de sufrimiento, y ese es su consuelo; esa
es su esperanza; esa es su paciente espera por Cristo, por
medio de la fe y la paciencia, para heredar las promesas que
Dios ha anticipado a Sus hijos. La Iglesia no está aguardando la
Gran Tribulación, con su juicio, como podemos ver aquí en
Apocalipsis, sino que está esperando a que Él venga. Y
Jesucristo, a continuación dice en el versículo 11 de este capítulo
3 de Apocalipsis:
11
He aquí, yo vengo pronto; retén lo que tienes, para que
ninguno tome tu corona. (Ap. 3:11)
"Pronto", no quiere decir "inmediatamente". Indica que cuando
Él venga, las cosas sucederán rápidamente. Usted no puede
perder su salvación, si es un hijo, una hija de Dios, y pertenece a
la Familia de Dios. Pero, sí puede perder su corona. Puede perder
su recompensa. En el versículo 12 de este capítulo 3 de
Apocalipsis, dice:
12
Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y
nunca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de mi
Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la
cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo. (Ap.
3:12)
Hay dos columnas en la Filadelfia actual. Una, es la de la iglesia
bizantina, pero no creemos que el texto haga alusión a ésta; y
hay otra, una columna en la ladera de la montaña, oculta entre
los cipreses y los laurel; esa columna es todo lo que queda de la
ciudad original que existía en los tiempos de Juan. Yo lo haré
columna en el templo de mi Dios. La iglesia aquí abajo fue
destruida. Pero las columnas permanentes se encuentran allá
arriba.
Luego Jesucristo dice: Escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y
el nombre de la ciudad de mi Dios. . . y mi nombre nuevo. Esto
será una visa en un pasaporte del creyente que le autorizará a
ser considerado como ciudadano del Cielo.
Y escribiré en él mi nombre nuevo. Ese es Su nombre. Nosotros
no tendremos un nombre nuevo. Jesucristo dice que Él tendrá un
nombre nuevo, que nos lo dará a conocer en su momento. Este
nuevo nombre tiene que ver con la relación personal que
tendremos con Él en la Eternidad.
En nuestro próximo programa, hablaremos acerca de la iglesia
de Laodicea. Estimado oyente, le animamos a que nos
acompañe también en el siguiente programa. Como siempre, le
recordamos que Dios está muy cerca de usted, pero Él desea,
que usted se acerque a Él. Dios desea ofrecerle Su perdón, Su
paz y Su amor. Jesucristo es el puente, y el camino, que nos
permite llegar a la misma Presencia de la Santidad de Dios,
nuestro Padre Celestial, y el Creador de todo el vasto e inmenso
Universo. ¡Le animamos a que busque a Dios, y su vida nunca
más será la misma!
Apocalipsis 3
Versículos 10-16
Retomamos hoy, amigo oyente, nuestro recorrido por el libro
de Apocalipsis en el estudio de la carta del Cristo Resucitado, a
la iglesia de Filadelfia, la más joven de las siete iglesias que
estamos analizando, aunque, sin embargo, la que más
alabanzas recibirá por su buena conducta y actitud.
Antes de entrar en el estudio de la carta en sí, permítanos
contextualizarla para lograr así una mayor comprensión de su
contenido y propósito. Durante siglos Filadelfia fue la única
ciudad cristiana libre en medio de una tierra no cristiana, siendo
el último baluarte del cristianismo asiático hasta mediados del
siglo XIV, fecha en la que todas las demás iglesias habían
desaparecido, salvo la de Filadelfia, la única que por aquel
entonces seguía enarbolando la bandera de la fe cristiana.
Filadelfia estaba situada en una región montañosa a unos 50
km. de Sardis. Hoy en día esta ciudad es conocida como Alasehir
y está situada en lo que antes se conocía como Asia menor y
que actualmente es Turquía.
Filadelfia significa en griego "el que ama a su hermano" y
aunque la Biblia no menciona esta iglesia en ningún otro lugar,
es probable que fuera producto de uno de los viajes misioneros
del Apóstol pablo. La ciudad era un enclave comercial
importante en el camino imperial que conectaba Esmirna con
Frigia. Su fértil tierra la hacía ideal para el cultivo de vinos. La
zona, propensa a los terremotos, provocaba que la gente
prefiriera vivir fuera de la ciudad y evitara, en lo posible,
desplazarse hasta el centro, por miedo a sufrir heridas en algún
derrumbe.
La iglesia de Filadelfia era especial por varios motivos. Algunos
la han llamado la "iglesia misionera", debido a su celo a la hora
de expandir el evangelio. Otros, la han denominado la "iglesia
que sirve", aspecto que también era cierto. Otros la han llamado
la "iglesia viviente", lo cual también resulta adecuado. Sin
embargo, un sobrenombre que a nosotros nos resulta más
apropiado es el de la "iglesia viva", o la iglesia que cree en la
Biblia. Era esta una iglesia bíblica, que vivía la Palabra de Dios y
que estaba fundada en la Palabra de Dios. Sus cimientos eran
buenos. Sus fundamentos eran sólidos, porque, como el mismo
Señor Jesucristo enfatizó en Su carta: "Has guardado mi palabra,
y no has negado mi nombre". (Ap. 3:8).
Acompáñenos al versículo 10 de este capítulo 3 de Apocalipsis,
donde dice el Señor Jesucristo:
10
Por cuanto has guardado la palabra de mi paciencia, yo
también te guardaré de la hora de la prueba que ha de venir
sobre el mundo entero, para probar a los que moran sobre la
tierra.
Cristo hace aquí una descripción de un acontecimiento futuro
que por un periodo breve de tiempo someterá al mundo entero a
prueba. Debe de referirse al tiempo denominado tribulación, un
periodo de siete años antes de que el reino de Cristo sea
consumado, y que se caracterizará por una descarga de ira
divina en juicios expresados como sellos, trompetas y copas.
Este periodo se describirá en detalle en los capítulos 6 al 19.
Recordemos, estimados oyentes, que los judíos dividían el
tiempo en dos edades; la presente, que era totalmente mala; y
la por venir, que es totalmente buena. Entre ambas habría un
periodo de destrucción cuando caiga el juicio por el mundo. A
ese tiempo se refiere aquí Juan. Hasta cuando el tiempo llegue a
su fin, y el mundo, tal y como lo conocemos, deje de existir, el
que sea fiel a Cristo, estará a salvo bajo Su protección.
Creemos que hoy en día, Dios está mostrando Su paciencia para
con el mundo que ha rechazado de pleno Su Palabra. No sucede
ahora como en los antiguos días de Noé, época en la que el ser
humano no disponía de la Palabra escrita de Dios. Y a pesar de
ello, Dios le juzgó severamente. Pero ahora sí tenemos la
Palabra de Dios, encuadernada y editada en cientos de idiomas
diferentes. La Biblia es el libro más vendido del mundo, aunque,
paradójicamente, y en vista de cómo está hoy nuestro planeta
es, sin duda, el libro menos leído del mundo.
Sin embargo, esta iglesia, Filadelfia, era una iglesia que creyó en
la Palabra de Dios
11
He aquí yo vengo pronto; retén lo que tienes, para que
ninguno tome tu corona.
En este versículo podemos observar cómo se combinan una
advertencia y una promesa. El Cristo resucitado les dice que
está por venir pronto. Se ha dicho que en el Nuevo Testamento
la Segunda Venida de Cristo se presenta con dos claros
propósitos: En primer lugar, como advertencia a los
descuidados. El Apóstol Pablo ya advirtió a los Tesalonicenses
del terrible castigo que les espera a los desobedientes e
incrédulos, cuando Jesucristo sea revelado desde el cielo y
obtenga una victoria rápida y definitiva sobre sus enemigos (2
Tes. 1:7-9). También el Apóstol Pedro advirtió a los suyos que
tendrían que dar cuenta de sus acciones, al que viene a juzgar a
los vivos y a los muertos (1 P 4:5). En segundo lugar, la segunda
venida se utiliza para dar consuelo a los oprimidos; Santiago
exhorta a la resistencia paciente a sus fieles porque la venida
del Señor se aproxima (Santiago 5:8); pronto llegará el final de
sus angustias. Y el autor de la Epístola a los Hebreos exhorta a
la paciencia, porque muy pronto vendrá el que ha de venir (Heb.
10:37).
Pero además, observamos aquí otra advertencia; El Cristo
resucitado manda a los cristianos de Filadelfia que retengan lo
que tienen, para que nadie les prive de su corona. No se trata de
que nadie pueda robarle su corona, que les pertenece, sino de
que Dios se la retire y se la dé a algún otro, porque no sean
dignos de llevarla. En la Biblia encontramos numerosos ejemplos
al respecto: Esaú perdió su posición de primogénito ante Jacob;
Rubén, ante Judá, Saúl, ante David, Judas, ante Matías; los judíos
perdieron su posición ante los cristianos gentiles. En Su obra,
Dios asigna una tarea a cada persona; pero si ésta resulta
incapaz de realizarla, se la dará a alguna otra.
¿Ha reflexionado usted, querido oyente, si está llevando a cabo
con esfuerzo y diligencia la obra que Dios le ha encomendado?
¿Es usted digno de recibir la corona celestial que Dios ha
prometido a los que le sirven con excelencia? También nos
hacemos estas mismas preguntas, porque nos atañe a todos los
que somos "cristianos", los que seguimos a Cristo.
Continuemos ahora nuestra lectura a partir del versículo 12:
12
Al que venciere, yo le daré columna en el templo de mi Dios, y
nunca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de mi
Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la
cual desciende del cielo, de mi Dios y de mi nombre nuevo. 13 El
que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.
En este extenso versículo encontramos las promesas del Cristo
resucitado a los que Le son fieles; el cristiano será un pilar del
templo de Dios, como Pedro, Santiago y Juan fueron pilares de la
primera iglesia original en Jerusalén (Gal. 2:9). Además, el
cristiano fiel, no tendrá que salir más, lo cual puede significar
una promesa de seguridad en una ciudad frecuentemente
sacudida por terremotos, o bien la promesa de una bondad
inalterable que se vive cuando después de las batallas de la
tierra, alcanzamos la presencia de Dios. Otra de las promesas
que adornan este versículo es que Jesucristo escribirá en el
cristiano fiel su propio nombre nuevo.
Es importante señalar, además, que cuando Jesucristo dice aquí
"He aquí yo vengo pronto", no está avanzando un juicio
condenatorio como el que hemos podido leer versículos atrás, ni
como los que leeremos más adelante, sino que más bien se
trata de una palabra de ánimo y aliento por un acontecimiento
esperanzador. Porque Cristo regresará para librar a Su Iglesia de
la hora de la prueba.
Bien, estimados oyentes, a estas alturas del programa llegamos
ahora a la carta de Cristo a la iglesia de Laodicea, tal y como
podemos observar en nuestras Biblias, en el capítulo 3, versículo
14.
¿Qué tipo de iglesia era Laodicea? Laodicea tiene la distinción de
ser la única iglesia de la cual Jesucristo no pudo decir nada
positivo. Pero antes de entrar en el estudio del contenido de la
Carta detengámonos un momento para analizar el contexto de
la misma.
La ciudad estaba ubicada en el valle del río Lico, al Sur Oeste de
Frigia, y se convirtió en el centro de comercio de mayor riqueza
e importancia en la región. Era conocida por tres industrias
principales: El préstamos de dinero, la lana y la medicina (en
particular, el colirio, que era una nueva solución acuosa y
salubre para los ojos). No deja de ser una paradoja que una
ciudad tan orgullosa de sus habilidades médicas en el cuidado
de los ojos no reconociera lo ciega que estaba espiritualmente.
Por otro lado, la falta de una fuente adecuada de agua obligó a
la ciudad a construir un acueducto subterráneo. Las tres
industrias, junto con el suministro inadecuado de agua potable,
formaron parte del mensaje de la carta, como veremos más
adelante.
Las palabras de Jesucristo se refieren directamente a la
prosperidad y a la habilidad de las que Laodicea presumía, hasta
el punto de que habían eliminado la necesidad de Dios en las
mentes de sus ciudadanos, y aún, siendo esto más doloroso, en
su propia iglesia.
Añadiremos otro detalle significativo acerca de Laodicea; Estaba
en una zona en la que había una muy extensa población judía.
Puede que hubiera pocas ciudades en Asia Menor en la que los
judíos fueran tan ricos e influyentes como en Laodicea.
¿Cómo surgió esta iglesia? Esta iglesia comenzó por medio del
ministerio de Epafras mientras el Apóstol Pablo se dedicó a
ministrar en Éfeso (Col. 1:7); De hecho, Pablo nunca visitó
Laodicea en persona. Y, como ya hemos avanzado, de las siete
iglesias, ésta es la que se condena a si misma irremisiblemente.
No encontramos en ella ninguna cualidad redentora. Se dice que
Arquipo fue su primer obispo y cuando Pablo escribió a la vecina
iglesia de Colosas, incluyó la siguiente advertencia: "Decidle a
Arquipo: Mira que lleves a cabo la porción del servicio que te ha
encomendado el Señor" (Col. 4:17). ¿Significaban estas palabras
que Arquipo estaba fallando en el cumplimiento de su cometido?
Esto sucedió unos 30 años antes de que Juan escribiera el
Apocalipsis, pero parece ser que ya entonces se hubiese
introducido en la iglesia de Laodicea algún tipo de infección
espiritual. Leamos juntos el versículo 14 de este tercer capítulo
del Apocalipsis.
14
Y escribe al ángel de la iglesia en Laodicea: He aquí el Amén,
el testigo fiel y verdadero, el principio de la creación de Dios,
dice esto:
Al igual que las otras cartas, esta comienza nombrando una
serie de grandes títulos de Cristo. Él es el Amén, lo cual puede
significar, si acudimos en nuestras Biblias al libro de Isaías
65:16, dice "Dios de Verdad", que en hebreo se traduce como
"Dios del Amén". Con ello se resalta la idea de que Dios es digno
de toda credibilidad. Si hay alguien digno de confianza, si hay
alguien digno de crédito y en el que podemos reposar confiados,
ese es Jesucristo, amigo y amiga oyente.
Además, Él es el Testigo Fiel, es digno de toda confianza, veraz a
toda prueba. Esto revela que solamente el Señor Jesucristo es
quien puede revelarlo todo y contarlo todo.
Además, a Él se le llama el principio de la creación de Dios. Esto
podría indicar que Jesús fue la primera persona creada por el
Padre, o que Él puso en marcha el proceso de la creación. De
hecho, la conexión de Jesucristo con la creación se establece a
lo largo de todo el Nuevo Testamento de la Biblia. Juan empieza
su evangelio diciendo de la Palabra: "Todas las cosas fueron
hechas por medio de Él" (Juan 1:3). Y Pablo escribió: "En Él
fueron creadas todas las cosas" (Col 1:15, 18). ¿Por qué
podemos observar esta insistencia a lo largo de las Escrituras en
demostrar que el Hijo, Jesús, tuvo un papel esencial en la
Creación? Porque los no cristianos estaban enseñando que el
pecado y la enfermedad se debían a que el mundo había sido
creado por un Dios falso, malo e inferior. Los cristianos, en
cambio, insistieron que desde el principio, este mundo era la
creación de Dios, y que el pecado y el sufrimiento no existían
por culpa de Dios, sino por la desobediencia humana.
Decía un famoso escritor que a menudo se culpa a Dios de los
errores del hombre. Y si observamos a nuestro alrededor, el
estado del planeta, el calentamiento global de la atmósfera, el
agujero del ozono, la ruina moral de algunos gobiernos, las
quiebras de compañías debido al uso fraudulento de los
productos financieros o a las malas inversiones, el paro, el
terrorismo, las guerras, el hambre ocasionada por la mala
distribución de la riqueza, los genocidios, las crisis económicas?
¿podemos acaso eludir nuestra responsabilidad sobre todo lo
anterior y culpar a Dios de nuestras propios actos y decisiones?
Leamos ahora los versículos 15 y 16 de este tercer capítulo de
Apocalipsis:
15
Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses
frío o caliente! 16 Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente,
te vomitaré de mi boca.
La condenación de Laodicea comienza con un cuadro de gran
crudeza: Como los Laodicenses no son "ni fríos ni calientes"
tenían esa cualidad nauseabunda que haría que Jesucristo
acabase por vomitarlos de su boca. Conviene, además, fijarse en
el sentido original de la palabra "frío" que significa un frío tal
que puede llegar a la congelación. El término "caliente", en
cambio, alude a un calor tal que puede llegar a la ebullición.
¿No resulta verdad, estimado oyente, que las cosas tibias, como
por ejemplo el agua tibia, producen nauseas, o al menos, no es
agradable? Los alimentos fríos o calientes pueden resultar
apetitosos, pero la comida tibia a menudo revuelve el estómago.
Ahora bien, ¿qué actitud condena el Cristo resucitado aquí? La
única actitud que condena, irremisiblemente, es la indiferencia.
Y de todas las actitudes, la más difícil de combatir es la
indiferencia. ¿No es este el problema del evangelismo moderno?
El cristianismo de hoy en día no se enfrenta a la hostilidad, sino
a una más que evidente y cruda indiferencia. El problema es que
el cristianismo, como sistema de vida y de valores, ha dejado de
ser relevante para la mayoría de la gente. El mundo no percibe
ya al cristianismo como un modo de vida que pueda hacer que
la vida valga la pena: Y los cristianos, tal vez, deberíamos
realizar una sana autocrítica: ¿No será que el mundo no quiere
ser cristiano, porque no encuentra nada atractivo en ser
cristiano? ¿No será que los hombres y mujeres de este siglo XXI
no encuentran atractivo un estilo de vida que, observado en
algunos cristianos que proclaman ser "diferentes", no parece
ser, en realidad, tan diferente del suyo propio?
Gandhi dijo una vez: "Me gusta Cristo, pero no los cristianos".
Duras palabras de un gran hombre, y que deberían hacernos
reflexionar si, como cristianos, nuestra vida refleja a Cristo?o tan
sólo nos refleja a nosotros mismos. ¿A quién refleja su vida,
estimado oyente?
La única actitud que no se puede adoptar frente al cristianismo
es la neutralidad. Jesucristo obra por medio de personas como
usted y como yo, a pesar de todas nuestras imperfecciones
personales, a no ser, claro?que usted se lo impida. Si, no deja de
ser paradójico que el Ser supremo creador del universo no actúe
en y a través de usted, si usted no se lo permite. Efectivamente,
querido amigo y amiga, si usted, como cristiano, no se somete a
Él, se está resistiendo a Él. No hay término medio. O está con Él,
o está contra Él. ¿Le suena radical? Es que el cristianismo es
absolutamente radical. Por eso es rechazado por los modernos
movimientos sociales y tildado de intransigente y anti
humanista; porque el cristiano debe posicionarse, debe tomar
partido, debe decidir de qué lado está. Y no puede permanecer
en medio. A no ser que desee hacer suyas las palabras de
Jesucristo a la iglesia de Laodicea;
15
Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses
frío o caliente! 16 Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente,
te vomitaré de mi boca.
Querido amigo y amiga que nos escucha; por muy duro que nos
parezca, el sentido de esta terrible advertencia del Cristo
Resucitado es que es mejor no empezar siquiera el camino
cristiano que empezar y luego desviarse a un cristianismo
puramente ficticio, religioso, vacío de vida y de contenido, frío y
desapasionado. ¡Hay que mantener el fuego ardiendo! Jesús nos
está trasladando la idea de "el que está cerca de mí, está cerca
del fuego. El que está lejos de mí, esta frío, o lo que es peor,
tibio".
¿En qué lado del termómetro se encuentra usted, querido amigo
y amiga?
En definitiva, la tragedia de Laodicea es la tragedia que hoy
podemos ver en algunas iglesias cristianas y en no pocos
cristianos: era una comunidad de creyentes que se creía muy
rica, pero en realidad, era extremadamente pobre.
Humanamente hablando, se diría que era la iglesia más
próspera de Asia Menor. Espiritualmente hablando, era la
comunidad más menesterosa de las siete que hemos estudiado.
Y aunque era materialmente rica, con dinero no se puede
comprar la felicidad, ni la salud, ni la fe, ni un puesto en el Cielo.
Laodicea, además, presumía de su riqueza textil. Sus ropas se
habían hecho famosas en todo el mundo y la lana de las ovejas
de Laodicea era un conocido artículo de lujo de la época. Pero
Jesucristo les acusó de estar espiritualmente desnuda; si quería
estar vertida tenía que acudir a Cristo. Por ello, como veremos
en nuestro próximo programa, Jesucristo habla de "la vergüenza
de la desnudez de Laodicea". Por último, Laodicea era también
conocida por su famoso colirio ocular, pero paradójicamente era
ciega a su propia pobreza y desnudez.
Dejamos por hoy nuestro programa en este punto del estudio.
Esperamos que usted esté disfrutando de este recorrido por el
fascinante libro del Apocalipsis y deseamos encontrarle de
nuevo, aquí, en las ondas, en nuestro próximo encuentro.
Hasta entonces, querido amigo y amiga, que usted siga
disfrutando de la lectura diaria de la Palabra de Dios, que es la
verdadera fuente de vida eterna, para usted y para los suyos.
¡Que Dios le bendiga!
Apocalipsis 3
Versículos 16-19
Continuamos hoy, estimado amigo oyente, nuestro recorrido por
el libro de Apocalipsis, un libro profético que nos habla de
situaciones actuales, pero sobre todo, de los eventos que
ocurrirán en este planeta Tierra, según lo ha establecido el Dios
Todopoderoso y Eterno. En la mente del Creador de todo el
Universo hay un plan divino, que se cumple y se desarrolla
según Su Voluntad. Puede usted estar de acuerdo o no, pero
esto es lo que dice la Biblia, la Palabra de Dios. El libro
Apocalipsis es el último libro de La Biblia.
Vamos a regresar a nuestro estudio que dejamos en nuestro
programa anterior en el capítulo 3 donde Jesucristo amonesta y
reprocha en su carta a la iglesia de Laodicea. Hemos leído que ni
siquiera las obras que realizaban los creyentes, los miembros de
esa iglesia, recibían la aprobación de Dios. Son malas obras, y la
iglesia ? les decía el Señor ? no es fría, ni caliente. Vamos a leer
otra vez este texto, por la importancia que tiene todavía hoy,
para los que nos llamamos "cristianos", o seguidores de
Jesucristo. El que habla es Jesucristo, resucitado y en gloria,
quien en una asombrosa y magnífica visión le dicta 7 cartas a 7
iglesias escogidas, entre ellas la que se reunía en Laodicea.
Vamos a leer Apocalipsis 3, versículos 15 y 16:
15
Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses
frío o caliente! 16 Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente,
te vomitaré de mi boca. (Ap. 3:15-16)
En las seis cartas anteriores pudimos comprobar que Jesucristo
relacionaba Su mensaje con algo identificable para el receptor,
algo relacionado con la geografía, la historia, o las costumbres y
prácticas que ilustrara e hiciese más comprensible Sus palabras.
Estas duras y acusadoras palabras podían ser perfectamente
comprendidas por los creyentes de la iglesia que se reunía en la
ciudad de Laodicea.
Las palabras eres tibio, y no frío ni caliente tenían un significado
claro, porque estaba relacionado con una práctica local con la
que diariamente ellos convivían. Esta ciudad Laodicea estaban
ubicados en un valle, y la población sufría severas dificultades
para tener suficiente agua. A cierta distancia, hacía el sur hay
unas montañas frigias bastante elevadas cuyas cumbres,
todavía en el mes de junio, suelen estar cubiertas de nieve. Los
habitantes de Laodicea, pues, construyeron un acueducto para
bajar de las nevadas montañas esa agua fría, para su uso en la
ciudad. Cuando esa agua bajaba por de la montaña, era agua
helada. Pero para cuando llegaba a la ciudad, ya era agua tibia.
Y el agua tibia no es muy apetecible.
Ahora, en el valle, donde se une el río Lycus con el río Meandro,
hay una zona de aguas termales muy calientes que producen
vapor, a causa de su alta temperatura. También se canalizaron
estas calientes aguas hasta la ciudad de Laodicea, pero, para
desilusión de todos, esa agua ya llegaba en otras condiciones,
ya no era agua caliente, porque había perdido muchos grados y
se enfriaba tanto que sólo era agua tibia.
De modo que, cuando el Señor Jesucristo le dice a esta iglesia de
Laodicea: Que ni eres frío ni caliente, ellos sabían exactamente
de lo que Él estaba hablando. Ellos eran tibios, como esa agua
tibia que habían estado bebiendo por mucho tiempo. Ellos
reconocían, por experiencia propia, que el agua que bajaba de
las montañas, al iniciar su recorrido, era muy fría; como también
podían comprender que el agua que se traía de las termas del
río Meandro era muy caliente, aunque a su llegada a Laodicea,
no era ni fría, ni caliente, sino se había transformado en agua
tibia. Y el dictamen del Señor Jesucristo era que esta iglesia "no
era ni fría ni caliente", y añadió: Pero por cuanto eres tibio, y no
frío ni caliente, te vomitaré de mi boca.
¿Cómo sería "una iglesia fría"? Una iglesia fría tiene unas
características que no han cambiado a lo largo de la historia de
la Iglesia. Una iglesia espiritualmente fría es una iglesia que ha
negado todas las doctrinas fundamentales de la fe; que sólo vive
de formalidades, donde las formas son más importantes que el
contenido mismo; es una iglesia que hace una abierta oposición
a la Palabra de Dios y al Evangelio de Jesucristo. En la actualidad
existen corrientes de un frío liberalismo que se opone
activamente al Evangelio del Señor Jesucristo.
En contraste y opuesta, está "la iglesia caliente". En esta clase
de iglesia encontramos a los creyentes con verdadero fervor
espiritual, que sienten una pasión espiritual por las cosas de
Dios. Los creyentes de la iglesia en Éfeso habían tenido esa
clase de iglesia, ferviente y entregada, aunque en la carta que
recibió de parte de Jesucristo ya había un reproche, porque se
estaban apartando de ese su gran y primer amor. El Espíritu de
Dios les había llevado a una posición espiritual muy elevada en
su relación personal con Cristo, pero no estaban cuidando esa
relación.
Esta iglesia en Laodicea no podía ser considerada por el Señor
Jesucristo como "caliente". Pero tampoco estaba "fría"
espiritualmente. Sencillamente ¡era tibia! Y entre esas
condiciones extremas, de ser fría o caliente, tenemos esa fe
tibia. Al ver el panorama de las iglesias cristianas en la
actualidad, tristemente tenemos que reconocer que muchas de
ellas se han apartado de la fe sencilla y valiente, quizá por
indolencia, para evitar problemas o cuestionamientos de la
sociedad que nos rodea. Muchas iglesias no quieren, o quizá,
incluso, no pueden salir abiertamente en apoyo a la Palabra de
Dios, y de las grandes doctrinas de la fe cristiana. Pretenden e
intentan llevar una trayectoria "en el centro de la carretera", es
decir, sin llegar a ser demasiado liberal, pero tampoco
demasiado fundamental. Nuestra sociedad, tan democrática,
respetuosa con la individualidad y el derecho de toda persona,
sin embargo, se siente confrontada, desafiada y hasta
humillada, por un cristiano que se atreve a creer y a compartir
su fe en Jesucristo. Esta palabra de advertencia del Señor nos
debe, a los creyentes, sacudir profundamente para hacernos un
auto-examen personal. Las serias palabras de evaluación de
Jesucristo nos afectan a los que decimos que creemos en Él.
¿Cómo nos verá Jesucristo? ¿Tendremos que oír las terribles
palabras de Su labios: Te vomitaré de mi boca?
En sus inicios, con la Reforma, el protestantismo asumió la
posición de creer en todas las grandes doctrinas de la fe
cristiana. Los credos, de todas las ramas históricas, fueron
profundos y muy elocuentes. Fueron hermosos escritos, pero
¿quién realmente vive de acuerdo con estos credos? ¿Quién les
cree en el presente? Tienen apariencia de piedad, pero niegan la
eficacia de ella. Tienen un nombre de que están vivos, pero
están muertos en realidad. No son ni fríos ni calientes. Son
tibios. Este es un cuadro triste y terrible el que Jesucristo
encuentra al contemplar esta iglesia. Luego, en el versículo 17
de este capítulo 3 de Apocalipsis, leemos:
17
Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna
cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado,
miserable, pobre, ciego y desnudo. (Ap. 3:17)
La ciudad de Laodicea era una ciudad rica. Posiblemente las
ciudades de Laodicea y de Sardis eran las dos ciudades muy
ricas, quizá las más prósperas de toda esa zona en ese tiempo. Y
el Señor también aquí relaciona su estado económico, con sus
fallos espirituales porque les dijo: Porque tú dices: Yo soy rico, y
me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad.
Como muchos, también los creyentes en la ciudad de Laodicea
pensaban que el dinero, sus bienes materiales, su solvencia
económica era la respuesta a cualquier problema de la vida. Al
concluir la segunda guerra mundial, esa fue la suposición en la
que operó el gobierno norteamericano. Comenzó a distribuir
enormes sumas multimillonarias de dólares por todo el mundo,
como que si estuvieran comprando amigos, para hacer la paz,
para arreglar los problemas del mundo. Sin embargo, eso no
sucede de esta manera, los problemas no se solucionan con
dinero, estimado amigo oyente. El dinero no puede solucionar
todos los conflictos que padece el mundo, porque las riquezas
no resuelven aquello que tiene un problema de fondo. Esta
iglesia en Laodicea vivió en ese contexto, con esa filosofía. Yo
soy rico ? dijo en su corazón la iglesia, pero Jesucristo la miró en
profundidad y la encontró ?tú eres un desventurado, miserable,
pobre, ciego y desnudo.
Al parecer, esta iglesia se jactaba de sus posesiones materiales.
En cambio, la iglesia en Esmirna era pobre en cosas materiales,
y sin embargo, el Señor la elogió justamente por eso. Era una
iglesia de gente pobre, débil y menospreciada por el los
conciudadanos, por la sociedad de ese mundo. No había muchos
ricos y nobles en esa iglesia primitiva. El Apóstol Pablo, escribe
en su Primera Epístola a los Corintios, capítulo 1, versículo 26:
Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos
sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles.
Las iglesias suelen jactarse del número de miembros, o
feligreses, de la gente prominente que asiste, de las grandes
reuniones, de su potencial económico, de sus adornados
edificios, etc.
La riqueza material suele ser la regla para calibrar, y medir, el
potencial de una iglesia moderna. Los valores espirituales se han
perdido de vista, o se ignoran completamente. La iglesia no es
sólo rica en cuanto a posesiones terrenales, sino que también
parece estar en el negocio "de acumular riquezas".
Podemos llegar a la conclusión de que el estado espiritual de la
iglesia de Laodicea era lamentable. Su condición de ceguera
espiritual era más grave que en cualquiera de las otras iglesias
mencionadas en el libro de Apocalipsis. La pobreza espiritual
llega a una vida, a una iglesia, cuando ésta deja la Palabra de
Dios a un lado, cuando la obra salvadora de Jesucristo no se
proclama o se ignora, no se ejerce la fe, y tampoco puede
mostrar ninguna obra buena. Esa tibieza que demostraba la
iglesia de Laodicea estaba además caracterizada por el orgullo,
la ignorancia, la autosuficiencia y la complacencia. Pero lo más
grave era su ceguera en cuanto a su verdadera condición.
Para ilustrar esto, amigo oyente, permítanos mencionar una
carta que un pastor redactó para la gaceta parroquial, su boletín
de información, hace muchos años. La carta fue dirigida a un
personaje ficticio, pero que simbolizaba muy bien un sector de la
membresía de su iglesia. La carta dice lo siguiente: "Querida
Juana: Te estoy escribiendo para ayudarte a que te sacudas ese
sentimiento de inutilidad que se ha apoderado de ti. Muchas
veces tú has dicho que no puedes ver cómo Jesucristo puede
utilizarte, porque tú no eres "nadie en especial". Dios ha elegido
a los sencillos, aquellos que el mundo, la sociedad, llama
insensato, atrasados, anticuados, para avergonzar a los sabios.
Dios ha elegido lo que la sociedad llama débil, para avergonzar
a los fuertes. Dios ha elegido las cosas que tienen poca fuerza, y
poca relevancia social, para que ninguno pueda jactarse en la
presencia de Dios. Cuando el Señor Jesús eligió a Sus discípulos,
Él no buscó a campeones olímpicos, o a senadores romanos. Él
eligió a gente sencilla como tú, unos eran pescadores, uno era
un político extremista, otro, un publicano, un recaudador de
impuestos, un "don nadie" en esa sociedad. Pero estos hombres
sencillos, -ninguno fue un personaje relevante, -estos hombres
llegaron a trastornar el mundo romano, por amor a Cristo.
¿Cómo lo hicieron? ¿Por medio de su popularidad? No tenían
ninguna. ¿Por su posición? Tampoco la tenían. Su poder radicaba
en el poder de Dios, por medio del Espíritu Santo. Juana, no te
olvides de que nosotros, la Iglesia, necesitamos personas
ordinario, normales, que, en las manos de Cristo, lleguen a ser
extraordinarios, para trastornar al mundo". Hasta aquí, esta
carta que un pastor incluyó en el boletín de su iglesia, para
todas aquellas personas creyentes, que se consideran inútiles
ante Dios, por carecer de fama y poder.
Hay un antiguo himno que ya casi no se escucha en ninguna
parte que dice en su primera estrofa: "El cimiento de la iglesia
es Jesucristo, su Señor, ella es Su nueva creación por agua, y por
la Palabra. Del cielo Él bajó a buscarla, para hacerla Su esposa
santa. Con Su propia sangre la compró, y por su vida, Él murió".
Hay una inscripción en la catedral de Lubeck, en Alemania,
donde se puede leer lo siguiente; "Me llamáis Maestro, y no me
obedecéis; me llamáis Luz, y no me veis; me llamáis Camino, y
no andáis en él; me llamáis Vida, y no me elegís a Mí; me llamáis
Sabio, y no me seguís; me llamáis Bueno, y no me amáis; me
llamáis Rico, y no me pedís; me llamáis Eterno, y no me buscáis;
me llamáis Misericordioso, y no confiáis en mí; me llamáis Noble,
y no me servís; me llamáis Poderoso, y no me honráis; me
llamáis Justo, y no me teméis; si Yo, pues, os condeno, no me
culpéis".
Esta, amigo oyente, era la iglesia en Laodicea. Esta es la iglesia
de la cual hablaba Stanley Hyde cuando dijo: "La iglesia fracasa,
por no decirme que yo soy un pecador. La iglesia ha fracasado,
por no tratarme como una persona perdida. La iglesia ha
fracasado, por no ofrecerme la salvación que solamente hay en
Cristo Jesús. La iglesia ha fracasado, por no decirme de las
terribles consecuencias del pecado, de la certidumbre del
infierno, y del hecho de que solamente Jesucristo puede salvar".
Y luego, él agregó lo siguiente: "Necesitamos saber más del
Juicio Final, y menos de la regla de oro. Más, de un Dios viviente
y de un diablo viviente, también. Más, de un cielo que ganar, y
de un infierno que evitar. La iglesia debe traerme no un mensaje
sobre cultura, sino un mensaje del "nuevo nacimiento" . Pudiera
ser que yo le falle a esa clase de iglesia, pero esa iglesia, no me
fallará a mí".
Estamos viviendo, en este tiempo, en el período de la iglesia de
Laodicea, y la Iglesia está fracasando por no testificar acerca de
la gracia salvadora de Dios.
Jesucristo continuó hablando a la iglesia en Laodicea, en el
versículo 18 de este capítulo 3 de Apocalipsis:
18
Por tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en
fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y
que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus
ojos con colirio, para que veas. (Ap. 3:18)
Por tanto, ? dice ? yo te aconsejo que de mí compres oro
refinado en fuego, para que seas rico. Esta es la sangre preciosa
de Cristo. Y vestiduras blancas para vestirte; esto nos habla de
la justicia de Cristo. Y unge tus ojos con colirio, para que veas.
Jesucristo habla del Espíritu Santo que abre los ojos de los
creyentes hoy. Y luego, dice en el versículo 19:
19
Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso, y
arrepiéntete. (Ap. 3:19)
Este es el último de los 7 mensajes que envió Jesucristo a las 7
iglesias escogidas. La palabra "celos" significa estar o ser muy
ardiente. Y Jesucristo le aconseja a la última de estas 7 iglesias,
la que se reunía en Laodicea, que sea celosa, fervorosa,
ardiente, que se inflame por Dios. Él está ordenándole a esta
iglesia que abandone ese estado "tibio", y le dice: Arrepiéntete.
Esta iglesia necesitaba un verdadero arrepentimiento más que
ninguna de las otras iglesias. Y la voz de Jesucristo sigue, a
través de los siglos, llamando al arrepentimiento. Somos
conscientes de que no es un mensaje muy popular, que no va a
tener una gran aceptación, pero así es la Palabra de Dios: nos
confronta continuamente con nosotros mismos, para que no
caigamos en una ciega auto-complacencia.
Casi hemos concluido el capítulo tres de Apocalipsis, en los que
encontramos los mensajes que Jesucristo ordenó a anotar al
apóstol Juan en esa magnífica y sobrecogedora visión de Su
Gloria y Poder. Fueron siete mensajes a siete iglesias, escogidas
por sus características particulares, para que ellos supieran que
Él, Jesucristo, los estaba observando, evaluando y juzgando.
Pero cada uno de estos mensajes es también válido para
nosotros que vivimos en el siglo 21, para aprender de sus
errores y de sus aciertos. El mundo, nuestra sociedad, tiene que
ver, para creer; tiene que "ver" a los cristianos vivir y ser dignos
representantes de Cristo, para "creer" que la fe en Él es
poderosa, útil y deseable. ¿Cómo vamos a convencer a alguien,
a nuestro entorno, con un testimonio ambiguo, tibio, sin
coherencia? Estimados amigos oyentes, cristianos, cristianas,
despertemos del letargo, honremos a Aquel que murió de Amor,
y por Amor. Que no tengamos que escuchar un reproche de
Jesucristo, al Rey de Reyes, un día en la Eternidad.
En nuestro siguiente estudio, nos trasladaremos, junto con la
Iglesia, al Cielo. Le invitamos, pues, a que nos acompañe en
nuestro próximo programa.
Mientras tanto, le sugerimos leer los versículos finales de este
capítulo 3 de Apocalipsis, como también el capítulo 4 de este
mismo libro, para estar mejor preparado, para la siguiente
lección. Continuamos rogando a Dios que bendiga a cada
estimado amigo, amiga oyente, y que la Luz del Evangelio, y el
calor de Su Amor y Perdón llegue a alumbrar su corazón. ¡Le
esperamos!
Apocalipsis 3
Versículos 20-22
Continuamos hoy, amigo oyente, nuestro estudio del único libro
profético del Nuevo Testamento, y que también es el último libro
de la Biblia: el libro de Apocalipsis. En nuestro programa
anterior, habíamos llegado hasta el versículo 19 del capítulo 3
de Apocalipsis.
Se trata del mensaje que Jesucristo, glorificado, envió por medio
del apóstol Juan, a la iglesia en Laodicea, con una amonestación
y una recomendación. Retomamos el versículo 19, y leemos: Yo
reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso, y
arrepiéntete. (Ap. 3:19).
Así es que, los cristianos, miembros de esa iglesia, aún podían
volverse a Cristo, podía recobrar su celo y devoción de antaño.
Ahora, esa palabra celoso, significa "ser ferviente", "entregado".
Esta iglesia había llegado al punto de ser calificados por
Jesucristo como "tibios". Continuamos con el siguiente versículo
20. Es una invitación amplia y general de parte del Señor
Jesucristo, leamos:
20
He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y
abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo. (Ap.
3:20)
Este es un hermoso cuadro del Señor Jesucristo, esperando,
golpeando suavemente la puerta del corazón del pecador. Es
una ilustración preciosa de la amorosa y tierna paciencia del
Señor Jesucristo. El artista inglés Holman Hunt pintó un cuadro
de Cristo frente a una puerta, según su imaginación. Cuando
finalizó su obra, la expuso e invitó a sus amigos artistas a que lo
vieran, y expresaran su opinión al respecto. Uno de ellos le dijo:
"Holman, no incluiste una parte muy importante de la puerta. Te
has olvidado de pintar un picaporte, o un pomo en la puerta". Y
Holman contestó: "Bueno, es que esa puerta es un cuadro del
corazón humano, y el pomo, el picaporte de la puerta, se
encuentra por el lado de adentro de la puerta". Y, sí, estimado
amigo oyente, eso es exactamente lo que quiere indicarnos este
versículo. Él, Jesucristo está a la puerta y llama. Él no derriba
ninguna puerta. Él no impone Su presencia, ni obliga a nadie
"alojarlo" en su vida íntima, en su corazón. El Señor Jesucristo
moverá el cielo y la tierra para llegar a la puerta de su corazón,
estimado oyente, y cuando Él se encuentra cerca de usted, Él se
detiene y llama suavemente, pero con paciencia. Usted es quien
tiene que decidir si abrirá su corazón, su vida, o si por el
contrario, se niega a escuchar esa voz, y le grita para que Él se
marche, y le dice que le deje en paz, que no le necesita, que se
encuentra bien, y que no tiene ninguna necesidad de Su
compañía. Pero, aunque le hayamos rechazado una y otra vez,
Jesucristo siempre continuará esperando. Su más ferviente
deseo es transformarnos en verdaderos hijos de Dios,
perdonándonos, y amándonos.
Y Él dice: Entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo. Esto nos
habla de comunión, de comunicación, y de interacción con el Ser
Supremos de todo el Universo. El "cenar", indica el alimentarse
de la Palabra de Dios. Indica llegar a conocer a Jesucristo más
íntimamente, personalmente. Continuamos en el versículo 21:
21
Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono,
así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su
trono. (Ap. 3:21)
Debemos volver a recalcar que aquí Él nos está hablando de la
relación estrecha con Su Padre. Destaca el hecho de que cuando
Él está hablando de Su relación con el Padre, Él siempre
personaliza esa relación, la hace excluyente, única. Así lo vemos
aquí también. Jesucristo dice: Mi Padre. Cuando estaba en la
Tierra dijo, por ejemplo: Subiré a Mi Padre. (Jn. 14:28); no dijo
nuestro Padre, porque Su relación con el Padre siempre tiene
otras características muy personales.
Ahora, con las siguientes palabras Él nos está preparando para
la próxima escena que nos revela, dice: Y me he sentado con Mi
Padre en Su trono, ese es el cuadro que veremos en los
siguientes capítulos, y comentaremos en detalles, más a
delante. Luego, en el versículo 22 de este capítulo 3
de Apocalipsis, leemos:
22
El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.
(Ap. 3:22)
Este es un mensaje especial del Señor Jesucristo a todas las
iglesias, pero para escucharlo se necesita tener el oído
regenerado, limpio, ungido; cada hijo de Dios, que ya ha
aceptado al Salvador, es limpiado, y regenerado por Su sangre,
completamente. Su vista es la de Cristo, sus manos y pies, son
como las de Cristo, y su oído y su habla, son como los de Cristo,
o "como debieran ser". La facultad de comprender lo que
Jesucristo nos quiere comunicar no depende de nuestra
habilidad, ni de nuestra cultura y preparación académica. Y esa
es la razón por la cual debemos tener mucho cuidado en cuanto
a nuestro estudio de la Palabra de Dios. No debemos
adelantarnos al Espíritu de Dios, sino que debemos permitir que
Él sea nuestro maestro. Él quiere que usted le escuche, que
escuche lo que Él tiene que decirle. Sólo el Espíritu de Dios, el
Espíritu Santo, puede darnos la capacidad y la sensibilidad para
escuchar y entender los misterios de Dios.
Bien, con esto concluye el tema de las siete iglesias. Estas son
las "cosas que son". Hemos dedicado bastante tiempo a las siete
iglesias, porque cada una se relaciona con un período en la
historia de la iglesia de Jesucristo. Entender los tiempos, y
conocer el momento en el cual vivimos, nos afecta y afectan a
nuestra propia congregación; si somos miembros de Su iglesia,
también somos miembros de Su cuerpo, que comenzó con la
predicación del apóstol Pedro, en el día de Pentecostés. Su
cuerpo, Su Iglesia, ha sobrevivido a todos los vaivenes de la
historia, hasta la presente hora, y muchos millones ya han
confiado en el Señor Jesucristo como su único y suficiente
Salvador personal. Pero muchas almas todavía deben escuchar,
"mientras haya tiempo" las buenas noticias del regalo de la
salvación de su alma, por la Gracia de Jesucristo, de su Amor y
Perdón.
Ahora, hemos mencionado que cada una de estas siete iglesias
representaba un período de tiempo definido, que en su gran
mayor parte ya se han cumplido. Creemos que nos encontramos
en el período de las dos últimas iglesias. Y como ya hemos
mencionado anteriormente, creemos observar una bifurcación
en la visible y organizada iglesia de nuestro tiempo presente.
Hay una parte de la iglesia que se está apartando cada vez,
hasta llegar a la apostasía, que es representada por la iglesia de
Laodicea. Una iglesia, con mucha estructura y organización, en
la cual se podrá incluir todas las diversas familias del
Cristianismo, que todavía se consideran "iglesias cristianas",
pero que desde hace mucho se han apartado de la Palabra de
Dios, y de la persona de Cristo. Pero, también continuará la
iglesia que permanece cerca de la Palabra de Dios, representada
por la iglesia en Filadelfia. Esa es la iglesia que será removida y
quitada del mundo, cuando Jesucristo la llame. Una iglesia será
"rescatada y removida" por el Señor, pero la otra pasará por el
período de la Gran Tribulación.
Hay un claro mensaje en cada una de estas 7 iglesias. El autor
de estos estudios bíblicos, el Dr. J. Vernon McGee decía que él
había disfrutado mucho con el estudio de estas iglesias, porque
había podido realizar varios viajes a Turquía, a esa zona que
antes se llamaba el Asia Menor. Él tuvo la oportunidad de visitar
las ruinas de las siete iglesias mencionadas aquí. Y decía, que
cada vez que le tocaba estudiar cada una de estas iglesias,
podía visualizar en su memoria las ruinas que observó, y
recordar su situación actual. El Señor Jesucristo habló a cada
iglesia, dentro de su contexto local y su situación particular.
Cada una de estas 7 iglesias representan un período específico,
y juntas completan toda la historia de la Iglesia de Jesucristo
mientras ésta continúa aquí, en la Tierra.
Pero también encontramos, en cada una de ellas, un mensaje
para usted y para mí, amigo oyente, aplicable y práctico para
nuestra actualidad. A la iglesia de Éfeso, su mensaje contenía
una seria advertencia que es válido e importante también para
nosotros. Jesucristo había encontrado que a pesar de todas sus
excelentes cualidades, la iglesia se estaban apartando de su
primer, su mejor amor; se estaba enfriando en esa estrecha
relación personal que tenían con el Señor Jesucristo. Creemos
que la verdadera prueba para cualquier creyente hoy,
especialmente para aquellos que desean servirle, es la prioridad
que damos a nuestra relación con el Señor Jesucristo. ¿Le
amamos? ¿Le amamos, sobre todas las cosas? ¿Atesoramos y
cultivamos, como vital e insustituible, nuestra relación con el
Señor Jesucristo? Cuando le amamos, entonces tendremos una
relación íntima y personal con Él. Pero, cuando comenzamos a
apartarnos de la persona de Cristo, cuando otras cosas se
interponen, entonces nuestra relación se enfría, y llega a ser
"tibia". La iglesia apóstata de Laodicea, era culpable de ser tibia.
No parece ser esa una condición extremadamente mala, pero es
la peor condición en la que se puede encontrar una persona en
el plano espiritual.
Cierto predicador dijo en una ocasión: "Veinte creyentes tibios
dañan más la causa de Cristo, que un ateo beligerante". Y
estamos de acuerdo con esa observación. Una iglesia tibia es
una desgracia para la causa de Cristo.
Y, como mencionamos en otra ocasión, cada una de estas
iglesias tiene un mensaje que también es válido para nosotros. A
la iglesia en Esmirna, Jesucristo le dijo que no temiera al
sufrimiento. Pero, la posibilidad de sufrir nos llena de temor. No
queremos pagar el precio que implica el servir a Cristo. Y, sin
embargo, ese es muchas veces Su método para enseñarnos, y
hacernos madurar.
Luego, tenemos la iglesia en Pérgamo. Recordemos lo que
estudiamos en el capítulo 2 de Apocalipsis, versículos 14 y 15:
14
Pero tengo unas pocas cosas contra ti: que tienes ahí a los
que retienen la doctrina de Balaam, que enseñaba a Balac a
poner tropiezo ante los hijos de Israel, a comer de cosas
sacrificadas a los ídolos, y a cometer fornicación. 15Y también
tienes a los que retienen la doctrina de los nicolaítas, la que yo
aborrezco. (Ap. 2:14-15)
Esa iglesia estaba expuesta al peligro de muchas falsas
doctrinas. Éste grave peligro existe también hoy, enseñanzas
que se desvían y alejan de las verdades del Evangelio. Eso es lo
que andaba mal en la iglesia en Pérgamo. A la iglesia en Tiatira
Jesucristo le dijo, lo estudiamos en el mismo capítulo 2 de
Apocalipsis, versículo 20:
20
Pero tengo unas pocas cosas contra ti: que toleras que esa
mujer Jezabel, que se dice profetisa, enseñe y seduzca a mis
siervos a fornicar y a comer cosas sacrificadas a los ídolos. (Ap.
2:20)
Aquí está lo que se llama "la nueva moralidad", que es
presentada como un tema de ética moderna, tolerante y
respetuosa; sin embargo es un grave peligro para muchos que
no están firmes en su fe. Muchos creyentes piensan que pueden
aceptar a Cristo, y luego vivir de cualquier manera, a "su"
manera, pero no a la manera de Cristo. Pero, si usted es un
verdadero hijo de Dios, no se rebajará a ese nivel.
El mensaje a la iglesia en Sardis, se le advirtió del peligro de una
muerte espiritual. A ella le dijo Jesucristo: Tienes nombre de que
vives, y estás muerto. ¿Asiste usted, estimado amigo oyente a
una iglesia que Cristo evaluaría como "viva"? ¿Y usted, está
vivo, espiritualmente hablando?
Luego, hemos visto el mensaje a la iglesia de Filadelfia.
Jesucristo no tuvo ninguna palabra de condena para esa iglesia,
pero sí le hizo una recomendación. Le dijo: Retén lo que tienes.
¿Qué es lo que ellos tenían? Él les elogió porque guardaba
fielmente Su Palabra. Esa advertencia también nos afecta a
nosotros, porque debemos tener mucho cuidado en ser fieles a
Su Palabra, y guardarla como un tesoro. Tantas personas que
comenzaron su camino como cristianos comprometidos amaban
la Palabra de Dios, la guardaban, pero a lo largo de sus vidas, se
fueron apartando de la ley de Dios, negando la fe que tiempo
atrás les era tan importante.
Llegamos ahora al capítulo 4. Hemos visto la historia de la
iglesia en los 3 capítulos anteriores, pero ahora ¿qué ocurrió con
la Iglesia? A partir del capítulo 4, hasta el final del libro de
Apocalipsis, ya no se menciona más a la Iglesia, excepto al final
del libro. Pero de aquí en adelante, no vamos a encontrar la
palabra "iglesia", que sin embargo fue mencionada 19 veces en
los 3 primeros capítulos de Apocalipsis. ¿Por qué? Porque ha
tenido lugar "el arrebatamiento o la recogida" de todos los
miembros que pertenecían a esa Iglesia. Porque toda la Iglesia,
sorpresivamente, instantáneamente, y de manera sobrenatural
fue trasladada para encontrarse con Jesucristo en las nubes, y
es llevada por Él al Cielo. Este evento ocurrirá durante el
simbólico período de la iglesia de Filadelfia, quedando en la
Tierra una organización religiosa que sí pasará la Gran
Tribulación. A ese organismo lo volveremos a ver cuando se lo
denomina como la Gran Ramera, o prostituta. El capítulo 17 de
Apocalipsis es el cuadro más aterrador que encontramos en
la Biblia. ¿Veremos otra vez a la Iglesia? Sí, pero ya no es la
"Iglesia"; la veremos como una novia ? una novia adornada y
preparada para el esposo. Los capítulos 4 al 22 abarcan la última
división, la más amplia de este asombroso libro de Apocalipsis.
Recordemos que Jesucristo mismo le dio al apóstol Juan la
división de este libro. Le dijo: Escribe las cosas que has visto, y
las que son, y las que han de ser después de estas. (Ap. 1:19).
Esto es en griego, "meta-tauta", las cosas que han de ser
después de estas. Así es que, cuando llegamos a este capítulo 4
de Apocalipsis, ¿qué es lo que encontramos? Leamos el versículo
1 del capítulo 4:
1a
Después de esto miré, y he aquí una puerta abierta en el
cielo; y la primera voz que oí, como de trompeta, hablando
conmigo, (Ap. 4:1a)
Ese es el sonido de la trompeta que ha llamado a la Iglesia a las
nubes. ¿Y de quién era esa voz? La voz de Jesucristo. . .
1b
dijo: Sube acá, y yo te mostraré las cosas que sucederán
después de estas. (Ap. 4:1b)
¿Qué clase de cosas? Bueno, eso lo veremos ahora al considerar
este versículo 1. Son las cosas que sucederán después de estas.
¿Después de qué? Bueno, después de que la Iglesia completó su
trayectoria terrenal, será llevada a los Cielos. Llegamos ahora a
estas cosas, "meta-tauta", después de estas cosas. Vamos a
destacar varias hechos, o acontecimientos sorprendentes que
demuestran por sí mismas, que hemos entrado a una nueva
división al comenzar el capítulo 4 de Apocalipsis.
1.- A partir del capítulo 4 hasta el final de Apocalipsis, la Iglesia
ya no se menciona más. La última y breve referencia es el
testimonio final en el capítulo 22, versículo 16. En el evangelio
de Juan, capítulo 17, versículo 16, Cristo dijo de los Suyos: No
son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. Él también
dijo, en el versículo 3 del capítulo 14, del mismo evangelio de
Juan: Vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde
yo estoy, vosotros también estéis.
2.- La escena en el capítulo 4 ahora se desarrolla en el Cielo, y
ya que la Iglesia todavía es el tema principal, le seguimos a su
nuevo hogar. ¿Cómo llegó la Iglesia al Cielo? El Apóstol Pablo nos
da la respuesta; escribió: Luego nosotros los que vivimos, los
que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con
ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire. (1 Tes. 4:17). Y
él explica este acontecimiento en su Primera Epístola a los
Corintios, capítulo 15, versículos 51 y 52, del siguiente modo: He
aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos
seremos transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de
ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los
muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos
transformados.
Amigo oyente, la fe en el Señor Jesucristo nos permite ser parte
de esa iglesia verdadera que un día se encontrará con Él en el
aire. Los santos, los creyentes fieles, entrarán por la puerta
abierta al cielo. Esta es la reunión de la Iglesia con Jesucristo en
el cielo, desde donde Él se ocupará en dirigir los sucesos del
período de la Gran Tribulación, que se desarrollarán en la Tierra,
que veremos cuando lleguemos al capítulo 6 de Apocalipsis.
3.- La Iglesia no es un nombre, sino una definición de aquellos
que han confiado en Cristo en este tiempo. Debemos tener algo
claro en nuestras mentes: La palabra "iglesia" se deriva del
sustantivo griego, "ekklesia"; y ek-kaleo, significa "llamar fuera
de". Por lo tanto "ekklesia" quiere decir "un grupo de personas
llamado a salir (fuera) del mundo". Al llegar la iglesia a su
destino, al Cielo, pierde ese nombre por el cual era conocida en
el mundo. Ahora, se utiliza otros términos para describirla.
Vamos a verlo en el capítulo 4, como los 24 ancianos
representan a la iglesia en el Cielo. También veremos a la iglesia
en el Cielo como la Esposa, descendiendo a su nuevo hogar, la
nueva Jerusalén.
Mientras tanto continúa en el mundo la organización apóstata,
que se denominará con una terminología eclesiástica. Pero no se
le otorga el título de "iglesia", sino que es llamada con el terrible
nombre de la Gran Ramera, o prostituta. El Dr. George Gill dijo
en cierta ocasión: "Cuando tenga lugar el arrebatamiento, habrá
algunas iglesias que se reunirán al siguiente domingo, después
de ese desconcertante suceso mundial, y no echará de menos a
ninguno de sus miembros, todos estarán presente. ¿Por qué?
Porque esa será una iglesia como la de Laodicea".
4.- Si la Iglesia, la fiel seguidora de Jesucristo y de Su Palabra,
permaneciera en el mundo durante los juicios que se mencionan
a partir del capítulo 6, no habría armonía entre la Gracia y la
promesa que Dios ha hecho a la Iglesia de liberarnos del juicio.
5.- Finalmente, si continuamos del capítulo 3 al capítulo 4, sin
reconocer este cambio, sería ignorar la división natural y normal
del libro de Apocalipsis, la cual Jesucristo marcó cuando dijo: Las
cosas que has visto, y las que son, y las que han de ser después
de estas (Ap. 1:19). Esta última división se nos presenta con
todo Su juicio e ira, y conviene que mantengamos nuestro
enfoque sobre el Señor Jesucristo, porque Él es el centro. Él está
dirigiendo todos los eventos para llevarlos a una conclusión
efectiva y determinante. Apocalipsis 7, 17 dice: ...el Cordero que
está en medio del trono.... Él es el Cordero que murió por los
pecados del mundo. Y Él es Aquel que juzgará.
En nuestro programa de hoy, apenas hemos llegamos al umbral
de este capítulo 4, pero tenemos que resaltar que se utiliza esta
palabra "meta-tauta", que significa las cosas que han de ser
después de estas dos veces, como reforzando ese pensamiento.
En nuestro próximo estudio entraremos en más detalles para ver
a la Iglesia en el cielo, y veremos el Trono de Dios, a los 24
ancianos, y cuatro seres vivientes en este capítulo. Le sugerimos
adelantarse en su lectura de todo el capítulo 4. Pídale a Dios que
le ilumine y le haga entender esos grandiosos textos bíblicos de
la profecía de Apocalipsis. Hasta nuestro próximo programa,
entonces, ¡que el Señor le bendiga!
Apocalipsis 4
Versículos 1-6
Continuamos hoy, amigo oyente, nuestra particular andadura
por este apasionante libro que es el Apocalipsis, un libro lleno de
tesoros. Esperamos contar con su presencia, estimado amigo
oyente en este nuevo programa, el cual iniciamos hoy en el
capítulo 4.
Como usted recordará, en los capítulos 2 y 3 vimos al Cristo
Resucitado dirigiéndose desde el Cielo, a sus iglesias en la
Tierra. Ahora, el escenario va a cambiar por completo,
situándonos nada menos que en el Cielo. Esta es una de las
pocas descripciones del Cielo que nos ofrece la Biblia, y como
tal, la estudiaremos con el máximo cuidado y atención.
Ya vimos cómo en el capítulo 1, versículo 19, el apóstol Juan
recibió un breve bosquejo de sus visiones: este sencillo bosquejo
se aplicará a todo el libro y nos ayudará a comprender la
estructura del mismo. En este versículo se diferenciaba entre:
"Las cosas que has visto", en referencia a la visión que Juan
contempló en el capítulo 1; "las que son", en relación a las
cartas dirigidas a las siete iglesias (en los capítulos 2 y 3); y "las
que han de ser después de éstas", que tiene que ver con todas
las revelaciones de la historia futura (capítulos 4 al 22). Por ello,
y según este bosquejo, este cuarto capítulo de Apocalipsis da
inicio a la tercera y última sección del libro en la que se
describen "los acontecimientos que tendrán lugar tras la era
eclesiástica".
Leamos pues este primer versículo del capítulo 4 de Apocalipsis,
que dice así:
1
Después de esto miré, y he aquí una puerta abierta en el cielo;
y la primera voz que oí, como de trompeta, hablando conmigo,
dijo: Sube acá, y yo te mostraré las cosas que sucederán
después de estas.
En el libro de Apocalipsis encontramos mención de cuatro
puertas abiertas. La primera es "la puerta de la oportunidad": el
Cristo Resucitado dijo a la iglesia de Filadelfia-: "Yo te presento
una puerta que permanece abierta" (Ap.3:8) Esa era la puerta
de la oportunidad, por la que podía llevarse el mensaje del
evangelio a las regiones que no lo habían recibido todavía. La
segunda puerta es "la puerta del corazón humano". Dice el
Jesucristo Resucitado-: Yo estoy a la puerta, llamando" (Ap.3:20).
Es la puerta de cada corazón humano; cada uno puede escoger
entre abrir su corazón a Jesucristo, o rechazarle, y no abrir a su
llamado. La tercera puerta mencionada es "la puerta de la
revelación, en el versículo 1": "Vi ?dice Juan- una puerta en el
Cielo, que estaba abierta". Es la puerta que da acceso a Dios,
por medio de Jesucristo. Cuarta: En el capítulo 19, versículo 11,
veremos una puerta abierta en el Cielo, la cual atravesará Cristo
para Su regreso a la Tierra, que será Su 2ª Venida. El vendrá al
final de la Gran Tribulación para aplastar toda injusticia y
rebelión contra Dios y establecer Su Reino. ¿Cuál fue la "puerta
abierta en el Cielo" que vio Juan? Es probable que la puerta vista
por Juan fuera una puerta que estaba entre el cielo y la tierra. El
pensamiento judío primitivo concebía los cielos como una
bóveda inmensa sólida, y la idea aquí es que más allá de la
bóveda de los cielos está el Cielo, y que aquí se abre una puerta
en la bóveda para dar entrada al Cielo y al propio apóstol Juan.
Si miramos hacia atrás, al Antiguo Testamento, aunque también
en el Nuevo Testamento, podemos recordar que en más de una
ocasión "se abrieron los cielos". En el libro del profeta Ezequiel
leemos: "Los cielos se abrieron y vi visiones de Dios" (Eze. 1:1),
aludiendo a que Dios envía a los que Le buscan, la visión de Sí
Mismo y de Su verdad. En Marcos 1:10 leemos que cuando Jesús
fue bautizado por Juan, Jesús vio los cielos abiertos, y al Espíritu
descender sobre Él. Esto nos da a entender que, cuando la
mente y el alma de un hombre o una mujer se abren a las cosas
de Arriba, el Espíritu de Dios desciende a su encuentro. En otra
ocasión, Jesús prometió a Natanael y a sus discípulos, que vería
los cielos abiertos y a los ángeles ascendiendo y descendiendo
sobre el Hijo del Hombre (Juan 1:51). Y es que, amigo oyente,
algún día, los cielos se abrirán para desvelar la gloria de Cristo;
e inevitablemente ese día traerá una explosión de gozo a los
que Le hayan amado, y un temor indescriptible a los que Le
hayan despreciado.
Este expresión "Sube acá", es un mandato para que Juan fuera
transportado al Cielo "en el espíritu", de forma temporal y
sobrenatural, con el fin de recibir una revelación específica
acerca de sucesos futuros. Queremos, sin embargo, recalcar que
esto no fue un sueño; Juan fue transportado por medios
sobrenaturales, fuera del mundo material y experimentó
despierto esta visión que estaba fuera del alcance de los
sentidos normales. El Espíritu Santo capacitó sus sentidos para
recibir la revelación de Dios.
Leamos ahora los versículos 2 y 3 de este capítulo 4 de
Apocalipsis:
2
Y al instante yo estaba en el Espíritu; y he aquí, un trono
establecido en el cielo, y en el trono, uno sentado. 3 Y el aspecto
del que estaba sentado era semejante a piedra de jaspe y de
cornalina; y había alrededor del trono un arco iris, semejante en
aspecto a la esmeralda.
Cuando Juan entró por la puerta del Cielo vio un trono, no un
mueble físico, sino un símbolo de mando soberano, y de
autoridad absoluta. Este es el enfoque del capítulo 4, ya que
ocurre trece veces, y en once oportunidades se refiere al Trono
de Dios. De hecho, en el Antiguo Testamento, el Trono de Dios se
menciona numerosas veces. Un profeta dijo: "Yo vi al Señor
sentado en Su Trono, y todo el ejército de los cielos estaba junto
a Él" (1 Reyes 22:19). En el libro de los Salmos se canta la
siguiente alabanza: "Dios se sienta en Su santo Trono" (Sal.
47:8). El profeta Isaías vio al Señor "sentado en un trono alto y
sublime" (Is.6:1). Y en este libro del Apocalipsis se menciona
esto en todos los capítulos menos en el 2, 8 y 9. El Trono de Dios
representa Su Majestad. Cuando le preguntaron al compositor de
música Händel cómo había podido escribir el Mesías, respondió:
"Vi abrirse los cielos, y a Dios en Su gran Trono blanco".
Juan vio a Uno, es decir a Dios, sentado en el Trono. Y aquí hay
algo muy interesante; Juan ni siquiera intenta describir a Dios
como una figura humana. Lo describe en un relámpago de
colores como de piedras preciosas, pero no menciona ninguna
clase de forma. Debemos entender que este es el Trono del Trino
Dios, y las identificamos como 1º - Dios, el Espíritu Santo, en
versículos 2 y 5; 2º- Dios, el Padre, versículo 3; y 3º- Dios, el
Hijo, en versículo 5, del capítulo 5. Es la Trinidad en el Trono.
Juan ve en la visión una piedra como el Jaspe, la última piedra
mencionada en la composición del pectoral del Sumo Sacerdote,
el que cubría su vestimenta. (Ex 28,20). Se asume que aquí era
un diamante. La sardónice, recibía el nombre por ser original de
la zona de Sardis, de color roja sangre. Era la primera piedra
mencionada en el pectoral del Sumo Sacerdote.
La visión que tuvo Juan de la presencia de Dios era como un
destello cegador de un diamante al sol, con el brillo
deslumbrante del rojo-sangre de la sardónice; y brillaba a través
de ambos el verde más descansado de la esmeralda, porque
sólo así podía el ojo humano soportar semejante visión. El arco
iris, en griego, "iris", significa también "halo". El arco iris, desde
tiempos del gran diluvio universal, fue señal, de la fidelidad de
Dios a Su Palabra, Sus promesas y Su pacto con Noé (Gen.9:12).
El verde es el color de la tierra, y la sugerencia aquí es aquella
del profeta Habacuc: ". . .en la ira acuérdate de la misericordia"
(Hab. 3:2), y Dios hará eso.
Algunos han querido ver en que el jaspe quizá represente la
insoportable luminosidad de la pureza de Dios; las vetas como
de sangre de la sardónice o coralina, Su justa ira, y el más
benigno verde de la esmeralda, Su misericordia. gracias a la
cual podemos mirar Su pureza y Su justicia.
Leamos el versículo 4 de este capítulo 4 de Apocalipsis:
4
Y alrededor del trono había veinticuatro tronos; y vi sentados
en los tronos a veinticuatro ancianos, vestidos de ropas blancas,
con coronas de oro en sus cabezas. (Ap. 4:4)
Los veinticuatro ancianos aparecen repetidas veces en el
Apocalipsis, como representantes de toda la Iglesia, desde
Pentecostés hasta la "Recogida" de la Iglesia por Jesucristo, o
como también se le llama, el "Arrebatamiento", el ser "llevados
fuera" de la Iglesia, por Jesucristo. Creemos que la explicación
más probable es que los veinticuatro ancianos representan
simbólicamente al fiel pueblo de Dios. Sus vestiduras blancas
son las que les prometen a los fieles (Apocalipsis 3:4), y sus
coronas son las que les prometieron a los que fueran fieles hasta
la muerte (ap. 2:10). Los tronos son los que les prometió Jesús a
los que lo abandonan todo para seguirle (Mat. 19:27-29).
Estaban sentados alrededor del trono, vestidos de túnicas
blancas ? que simboliza la justicia de Jesucristo (2 Co 5,21); y
con coronas de oro (4:4, 14:3) que indica que la Iglesia reinará
con Jesucristo (1 Co 6,3); las coronas también serán
recompensas (2 Ti 4,8, Stg 1,12; 1 P 5,4); echaron sus coronas
delante del trono (4:10); adoraban y alababan a Dios
constantemente (5:11,14; 7:11, 11:16, 14:3, 19:4); le
presentaban a Dios las oraciones de los Santos (5:8); uno de
ellos animó a Juan cuando estaba triste (5:5); y otro actuó de
intérprete de una de las visiones (7:13).
Leamos ahora el versículo 5 del capítulo 4 de Apocalipsis, que
dice así:
5
Y del trono salían relámpagos y truenos y voces; y delante del
trono ardían siete lámparas de fuego, las cuales son los siete
espíritus de Dios.
Vemos como aquí Juan añade más detalles a su descripción
misteriosa e impresionante del cielo. Los relámpagos y los
truenos no son producto de la furia de la naturaleza, sino de la
justicia divina que desciende de un Dios temible y poderoso
sobre un mundo lleno de pecado.
Los truenos y relámpagos se relacionan a menudo con la
manifestación de Dios. En la visión del profeta Ezequiel, los
relámpagos salían del fuego resplandeciente que había
alrededor del trono (Ez. 1:13). El salmista nos dice que la voz del
trueno estaba en el torbellino, y lo relámpagos iluminaban el
mundo (Salmo 78:18). Dios envía sus relámpagos hasta lo
último de la tierra (Job 37:4). Y en el Monte Sinaí, cuando el
pueblo de Israel esperaba la promulgación de la Ley, podemos
leer en el libro del Éxodo, capítulo 19, versículo 16: "Hubo
truenos y relámpagos, una espesa nube cubrió el monte y se
oyó un toque imponente de trompeta.
Las siete lámparas es una clara referencia al Espíritu Santo. El
número "siete" significa en las Sagradas Escrituras la perfección,
e indica que algo se ha completado de tal modo que Juan se
propuso identificar aquí "la plenitud del Espíritu Santo".
Leamos ahora el versículo 6 de este capítulo 4 de Apocalipsis,
que dice así:
6
Y delante del trono había como un mar de vidrio semejante al
cristal; y junto al trono, y alrededor del trono, cuatro seres
vivientes llenos de ojos delante y detrás.
El mencionado "mar de vidrio" ha ejercido una extraña
fascinación en la mente de muchas personas. En el escrito
original no se dice que fuera un mar de vidrio sino "como si
fuera" un mar de vidrio. Este mar delante del Trono de Dios es
otra indicación que el énfasis no es la misericordia, sino en el
juicio. El mar representa la santidad y la justicia de Dios (Mt 5,8;
He 12, 14). En la Primera epístola a los Tesalonicenses, capítulo
3, versículo 13, se nos dice: Para que sean afirmados vuestros
corazones, irreprensibles en santidad delante de Dios nuestro
Padre, en la venida de nuestro Señor Jesucristo con todos sus
santos. El mar en calma indica la posición de descanso a la cual
ha llegado la Iglesia. Ella ya no es víctima de las tormentas de la
vida. Ya no está más en alta mar.
Llegamos ahora, estimados amigos oyentes, a otra de las figuras
simbólicas del Apocalipsis: los cuatro seres vivientes, o,
literalmente, "los cuatro seres que viven". La palabra griega es
"zoa", de lo que proviene la palabra zoo, y nuestra palabra
"zoológico". No son los animales salvajes de los que leeremos en
el capítulo 13, para lo cual se utilizan otras expresiones. Estos
cuatro seres vivientes aparecen frecuentemente a escala
celestial. ¿Qué dice el Apocalipsis de ellos? Un análisis
cuidadoso del texto nos permite observar lo siguiente: Estos
seres se encuentran siempre cerca del Trono de Dios y del
Cordero, se dedican a alabar y adorar a Dios (6:1, 7) y uno de
ellos entregará a los siete ángeles las siete copas de oro llenas
de la ira de Dios (15:7).
Los ángeles que se mencionan en el Nuevo Testamento siempre
están relacionados con la presencia, el poder y la santidad de
Dios. Y aunque la descripción de Juan no es idéntica a la del
profeta Ezequiel, es obvio que ambos se refieren a los mismos
seres sobrenaturales e indescriptibles, de los querubines (Ez.
1:4-25, 10:15). El profeta Isaías también menciona a los
serafines con características semejantes (Is. 6, 2 y 3). La
mención de que están "llenos de ojos" puede referirse a que
aunque no son omniscientes, un atributo sólo reservado para
Dios, estos ángeles tienen un conocimiento y una percepción
sobresaliente; nada escapa de su escrutinio (v.8).
Pero, ¿quiénes eran los querubines? Fueron los guardianes
puestos al este del Edén para impedir que Adán y Eva pudieran
llegar al "Árbol de la vida" después de su caída y expulsión del
paraíso (Ge.3:24). Cuando se construyó el arca del Tabernáculo,
se colocaron dos querubines formando una sola pieza,
dispuestos cara a cara, cada uno a un extremo, y cubriéndolo
con sus alas (Ex.25:18-20). Eran un símbolo de la presencia del
Señor; Su gloria es manifestada entre los querubines (Lv. 16:2).
Son numerosos los pasajes que hacen alusión a la presencia del
Señor entre los querubines. Había figuras de querubines
bordadas sobre los tapices del Tabernáculo. El Templo de
Salomón, mucho más espléndido, tenía dos gigantescos
querubines. Su altura era de casi 5 metros y la envergadura del
arco formado por sus alas era de 10 metros. De todo esto
podemos extraer la siguiente idea: los querubines son seres
angélicos que están cerca de Dios y son los guardianes de Su
trono.
¿Qué simbolizan estos cuatro seres vivientes? Es obvio que
resultan parte de la escenografía del cielo. Algunos autores
sostienen que estos cuatro seres vivientes representan todo lo
más noble, fuerte, sabio y veloz de la naturaleza. Cada uno tiene
preeminencia en una esfera particular: el león es supremo entre
las fieras; el buey entre el ganado; el águila entre las aves y el
hombre entre todas las criaturas. Tal y como podemos leer en el
versículo 7:
7
El primer ser viviente era semejante a un león; el segundo era
semejante a un becerro; el tercero tenía rostro como de
hombre; y el cuarto era semejante a un águila volando.
Los animales representan toda la grandeza y la fuerza, y la
belleza de la naturaleza, a la que vemos aquí sirviendo y
alabando a Dios. En los versículos que siguen veremos a los
veinticuatro ancianos alabando a Dios; y cuando los unimos los
dos cuadros obtenemos el de la Naturaleza y la Humanidad en
constante adoración a Dios.
Estimado amigo y amiga que nos escucha: aunque los seres
humanos no somos ángeles, ni querubines o serafines, fuimos
creados para agradar y adorar a Dios. "Porque tú creaste todas
las cosas; existen y fueron creadas para ser de tu agrado" (Ap.
4:11). El primer propósito de nuestra vida debería ser agradar a
Dios con nuestras propias vidas, vivir para complacerlo. Y en
la Biblia, agradar a Dios se conoce como adorar a Dios. El Salmo
147:11 dice: "Él se complace en los que lo adoran, en los que
confían en su gran amor". ¿Y qué es adoración? Todo lo que
hagas para complacer a Dios puede ser un acto de adoración.
Estimado amigo y amiga, Dios quiere todo de nosotros. Dios no
quiere una parte de nuestra vida, de su vida. Dios pide todo. El
primer mandamiento es: "Ama al Señor tu Dios con todo tu
corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus
fuerzas". A Dios no le conmueven, ni le interesan, los
compromisos a medias, la obediencia parcial o las sobras de
nuestro tiempo. Quiere devoción plena, no pedacitos de nuestra
vida. Una mujer Samaritana en cierta ocasión discutió con Jesús
acerca del mejor tiempo, lugar y estilo de adoración. Jesús le
contestó que esos aspectos eran irrelevantes. El lugar de
adoración no es tan importante como "el por qué adoramos" y
cuánto de nuestro ser le ofrecemos a Dios cuando lo hacemos. Y
cuando adoramos, Él mira más allá de nuestras palabras,
observando la actitud de nuestro corazón. Podemos adorarlo con
imperfecciones, pero no con falta de sinceridad. Debemos
adorar a Dios con nuestro corazón y con nuestra cabeza, con
esfuerzo y con energía.
Hasta aquí nuestro programa de hoy, estimados oyentes.
Esperamos encontrarle de nuevo en nuestra próxima cita, para
seguir avanzando juntos por este apasionante camino que
podríamos llamar "descubriendo las Escrituras". No puede haber
descubrimiento mayor que el de los tesoros que se esconden
entre las páginas de su Biblia; ábrala, estudie, analice, subraya y
"hágala suya", pero no la deje a un lado; no la mire a distancia,
como si fuera un libro sagrado intocable; La Biblia es un libro
sagrado, sí, pero su propósito es acercarnos a Dios para
facilitarnos la comprensión del Plan de Salvación que Dios
diseñó para la humanidad. ¿No quiere darle una oportunidad a
Dios para entrar en su vida y cambiarle para siempre? Hasta el
próximo programa, ¡que Dios le bendiga!
Apocalipsis 4-5
Versículos 4:7 - 5:1
Retomemos juntos nuestro estudio del libro profético del
Apocalipsis en el lugar que lo dejamos en el programa anterior,
esto es, en el capítulo 4, versículo 7.
Recordemos brevemente que en el anterior programa iniciamos
una serie de visiones de "las cosas por venir", es decir, de
hechos que tendrán lugar en el futuro, un futuro del que no
tenemos fecha pero que, sin duda, algún día llegará.
Esta es una de las conclusiones que podemos extraer de este
fascinante libro: tenemos que estar preparados; el cristiano
tiene que estar preparado para todo lo que ha de venir; nuestros
ojos deben estar en el Cielo más que en la tierra, lo cual no debe
implicar una pérdida del sentido de la realidad, sino un nuevo
sentido de la trascendencia y de la eternidad: El cristiano no sólo
debe ser "bueno", sino que, además, debe ser trascendente. Y
este libro, con todo su contenido, nos invitan a ser
trascendentes, a mirar más allá de lo que humanamente
podemos ver con nuestros sentidos naturales; más allá de lo que
podemos tocar, oír y sentir; Apocalipsis en una invitación a
desarrollar "una perspectiva eterna" porque nos invita a mirar al
Cielo, sin despegar los pies del suelo.
La Biblia nos cuenta el principio y el final de los tiempos. Y nos
conviene conocer ambos. Dice la Biblia que todo comenzó con
Dios: "Porque todo, absolutamente todo en el cielo y en la tierra,
visible e invisible, todo comenzó en él y para los propósitos de
Él" (Col. 1:16). Apocalipsis también nos habla del propósito de
nuestra vida. Y no se trata de nosotros. El propósito de nuestra
vida excede en mucho a nuestros propios logros, a nuestra
tranquilidad o incluso a nuestra felicidad. Para el cristiano el
propósito de la vida no es "ser feliz" sino "ser como Cristo". El
propósito de nuestra vida es mucho más grande que nuestra
familia, nuestra carrera, o aún nuestros sueños o anhelos.
Porque la Biblia dice que nacimos por Su voluntad y para Su
propósito. Y a diferencia de lo que dicen casi todos los libros de
auto-ayuda, no encontraremos el sentido de nuestra vida
buscando en nuestro interior. Y dado que usted no se creó a sí
mismo, tampoco hay probabilidad de que usted mismo pueda
saber para qué fue creado. Dios es el punto de partida. Usted,
amigo y amiga, existe tan sólo porque Él desea que usted exista.
Así de simple; así de increíble. Usted fue creado por Dios y para
Dios, y permítanos decirle que hasta que no lo entienda, su vida
no tendrá ningún sentido.
Apocalipsis nos ayuda a situar nuestra mente en el futuro
celestial. Nos ofrece un punto de vista que trasciende los
problemas de nuestro día a día. Es una ventana abierta hacia el
futuro, hacia un futuro que la Biblia denomina "los últimos
tiempos" y que a todo ser humano le interesa conocer.
Desde el origen de la vida el hombre ha realizado numerosas
cábalas acerca de nuestro destino en el universo. Y la Biblia nos
cuenta una historia; La Historia del ser humano, desde el punto
de vista de Dios. Muchos adivinos y profetas han aventurado
fechas sobre el fin del mundo, y la Biblia predice, de hecho, un
"fin del mundo", al menos tal y como lo conocemos. Conocerlo,
nos ayudará a valorar mejor nuestro presente, a invertir más en
nuestro futuro celestial y a trabajar más intensamente en lo que
es realmente importante: que toda criatura conozca el plan de
Dios para su vida para así poder vivir eternamente.
Situándonos en la Palabra, recordemos que versículos atrás, el
autor de este libro, el Apóstol Juan, había sido trasladado "en
espíritu" al cielo, donde fue espectador una serie de visiones
asombrosas. Juan apenas pudo traducir lo que vio en palabras:
el Trono de Dios, los veinticuatro ancianos que le adoraban y los
cuatro seres vivientes alrededor del Trono. En nuestro programa
anterior reflexionamos acerca de la posible interpretación de
estos particulares "cuatro seres vivientes", y mencionamos que
lo más probable es que se tratasen de querubines, unos ángeles
muy especiales que, según la Biblia, rodean y alaban a Dios
constantemente.
Por otro lado, también comentamos la importancia que Dios
otorga a la alabanza que Él desea recibir por parte de los demás
seres creados, y que la idea de la Naturaleza entera alabando a
Dios aparece más de una ocasión en el Antiguo Testamento de la
Biblia. Por ejemplo, el hermoso Salmo 48, es una cita imponente
de toda la naturaleza que se une para alabar a Dios.
Estimado amigo y amiga, la actividad más humilde e ignorada
del mundo puede ser un acto de verdadera adoración y culto a
Dios. Porque, ¿Cuál es el fin principal del hombre? Es glorificar a
Dios y gozar de Él para siempre. Y nosotros cumplimos este
cometido cuando hacemos lo que Dios nos envió a hacer en este
mundo. Un trabajo bien hecho, el que sea, en una oficina, en el
campo, en la iglesia, en cualquier lugar, se convierte en un acto
de adoración si lo realizamos con excelencia, "como si fuera
para Dios mismo", y se eleva al cielo como el mejor himno de
alabanza a Dios. Esto quiere decir que el hombre de ciencia en
su laboratorio, la maestra en su escuela, el dependiente de una
tienda, el técnico de una empresa o de una obra, el ama de casa
en sus labores, todos los que están haciendo un trabajo en el
mundo como Dios manda, participan en un acto de adoración
global.
Ahora bien, ¿Cuál es el simbolismo de estos cuatro seres
vivientes? Leamos de nuevo el versículo 7:
7
El primer ser viviente era semejante a un león; el segundo era
semejante a un becerro; el tercero tenía rostro como de
hombre; y el cuarto era semejante a un águila volando.
No pasó mucho tiempo antes de que la iglesia del primer siglo
encontrara ciertos simbolismos en los cuatro seres vivientes. En
particular el relacionarlos con los cuatro evangelios y sus
respectivos autores. La primera y más completa identificación la
hizo Ireneo, hacia el año 170 d.C. Mantenía que los cuatro seres
vivientes representaban cuatro aspectos de la obra de
Jesucristo, y que a su vez estaban representados en los cuatro
evangelios.
El primer ser viviente era semejante a un león. El primer
Evangelio representa al Señor Jesús como el Rey. Nació, vivió
murió, resucitó y volverá como un Rey. Todo lo que hace
Jesucristo en el Evangelio de Mateo lo hace como Rey. El león
representaba la Obra poderosa y efectiva del Hijo de Dios, Su
señoría y Su poder soberano.
El segundo ser viviente, el buey, representaba la proyección
sacerdotal de Su Obra, porque es el animal del sacrificio. En el
Evangelio de Marcos, Jesucristo es presentado como "el Siervo".
El tercer ser viviente, "El hombre" representaba Su Encarnación.
El Evangelio de Lucas presenta al Señor Jesús como "el Hijo del
Hombre". En este Evangelio se enfatiza Su humanidad. El cuarto
ser viviente, el águila, en el Evangelio de Juan se nos comunica
la deidad de Cristo.
Ireneo añadió, además, que estos cuatro seres vivientes
representaban los cuatro pactos principales que Dios hizo con la
raza humana. El primero lo hizo con Adán, antes del diluvio. El
segundo, con Noé, después del diluvio. El tercero, al dar la Ley
de Moisés. El cuarto fue el que renovó con el hombre por medio
de Cristo, "resucitando y llevando a los hombres en sus alas al
Reino celestial".
Más adelante, la identificación realizada por Agustín fue la que
llegó a aceptarse, dado que se correspondía mejor con los
hechos. Mateo está mejor representado por el león, porque
presenta a Jesús como el León de la tribu de Judá, Aquel en
quien se cumplieron todas las profecías de los profetas. Marcos
está mejor representado por el hombre, porque es el que más se
parece a un reportaje de la vida humana de Jesús. Lucas está
mejor representado por un buey, porque nos presenta a Jesús
como un sacrificio por todas las clases y condiciones de hombres
y mujeres en todas partes. Por último, Juan está mejor
representado por el águila, porque es el ave que vuela más alto,
y se dice que es la única criatura viviente que puede mirar al sol
sin deslumbrarse; y, sin duda, Juan es el evangelio que se
remonta más a las alturas.
Leamos ahora el versículo 8 de este capítulo 4 de Apocalipsis,
donde se menciona lo siguiente:
8
Y los cuatro seres vivientes tenían cada uno seis alas, y
alrededor y por dentro estaban llenos de ojos; y no cesaban día
y noche de decir: Santo, santo, santo es el Señor Dios
Todopoderoso, el que era, el que es, y el que ha de venir.
Aquí se nos presenta la incesante alabanza de la Naturaleza a
Dios. Esta breve doxología recoge tres atributos de Dios: En
primer lugar, se le alaba por Su Santidad. Santidad significa
"diferente" o "apartado". Y esto es supremamente cierto en
Dios. Él es diferente de todos los seres humanos. Precisamente
por eso somos movidos a adorarle. Y no es solamente santo,
sino tres veces santo. En segundo lugar, se le alaba por Su
omnipotencia. Dios es omnipotente, es decir, es todopoderoso, o
puede hacer cualquier cosa.
Las personas a las que iba dirigido el Apocalipsis vivían bajo la
constante amenaza del imperio romano, un poder que ninguna
persona o nación podía desafiar y quedar impune. Imagínese,
estimado oyente, lo que significaría para los cristianos de la
época estar seguros de que con ellos estaba el Todopoderoso, el
que todo lo puede. Y esa es la certeza que tenemos los
cristianos contemporáneos: disfrutamos de una seguridad que
no tiene que ver con la liberación de los problemas sino de saber
que a nuestro lado está Dios mismo, el Todopoderoso.
Y en tercer lugar, en esta doxología se le alaba por Su eternidad.
Los imperios surgen y desaparecen; aún los cielos y la tierra
perecerán; pero Dios es siempre el mismo, y Sus años no
acabarán, por lo cual Sus siervos habitarán seguros (Salmo 102:
25-28). El que era, el que es, y el que ha de venir. Y eso se
refiere a Cristo. Él se identificó a Sí mismo al principio mismo de
este libro de esta manera: Yo soy el Alfa y la Omega, principio y
fin, dice el Señor, el que es y que era y que ha de venir. (Ap.
1:8). Así se identifica Él para nosotros
Prosigamos nuestra lectura en los versículos 9 al 11 de este
capítulo 4 de Apocalipsis:
9
Y siempre que aquellos seres vivientes dan gloria y honra y
acción de gracias al que está sentado en el trono, al que vive
por los siglos de los siglos, 10los veinticuatro ancianos se postran
delante del que está sentado en el trono, y adoran al que vive
por los siglos de los siglos, y echan sus coronas delante del
trono, diciendo: 11Señor, digno eres de recibir la gloria y la
honra y el poder; porque tú creaste todas las cosas, y por tu
voluntad existen y fueron creadas. (Ap. 4:9-11)
Este es la primera escena de una adoración grandiosa. Ya hemos
visto que los cuatro seres vivientes representan a la naturaleza
en toda su grandeza, y a los veinticuatro ancianos a la gran
Iglesia unida en Jesucristo. Así es que cuando los ancianos y los
seres vivientes se unen en alabanza, se simboliza la Naturaleza
y la Iglesia unidas alabando a Dios. Una alabanza in-
interrumpida.
Juan utiliza aquí una figura muy conocida en el mundo antiguo:
Los ancianos rendían sus coronas ante el trono de Dios. En el
mundo antiguo aquel gesto era expresión de una sumisión total.
Cuando un rey se rendía a otro, echaba su corona a los pies del
vencedor. Y la doxología de los ancianos alaba a Dios por dos
cosas: Él es su Señor y Dios. Esta frase sería especialmente
impactante para los cristianos de aquella época, pues la
expresión original para Señor y Dios era Kyrios kai Theós, que
era el título oficial y exclusivo del emperador romano Domiciano.
Y era, precisamente, el que los cristianos no reconocieran
semejante pretensión del Emperador la razón por la que los
perseguían y asesinaban.
En segundo lugar, los ancianos alaban a Dios porque es el
Creador. Ahora, notemos lo que dice aquí: porque tú creaste
todas las cosas. Hay algo aquí que deseamos destacar, y el Dr.
Walvoord lo señala en su excelente libro sobre el Apocalipsis.
Usted puede notar que estos seres vivientes dan gloria y honra y
acción de gracias al que está sentado en el trono. Ellos le adoran
por Sus atributos, porque Él es quien es y por Su voluntad y
propósito todas las cosas existen. El ser humano ha adquirido
muchos poderes, pero no el de crear. Puede alterar, reformar o
destruir. Pero no crear. Únicamente Dios puede crear de la nada.
Y el universo entero le pertenece. .
Llegamos ahora, amigos y amigas oyentes, al capítulo 5 del
Apocalipsis, cuyo primer versículo dice así:
1
Y vi en la mano derecha del que estaba sentado en el trono un
libro escrito por dentro y por fuera, sellado con siete sellos.
Si un día, cuando Dios lo determine, vamos al Cielo, por ser hijos
de Dios, por haber nacido dentro de la Familia de Dios, por el
nacimiento espiritual que ocurre cuando aceptamos a Jesucristo
como Salvador, el único que puede limpiarnos de todo pecado y
quien nos promete una Eternidad con Él; si vamos un día al
Cielo, entonces deberíamos conocer algunos detalles de ese
lugar. ¿No le parece, estimado amigo, amiga oyente?
Hemos visto que la Iglesia se encuentra en el Cielo con Cristo. Él
dijo: Para que donde yo estoy, vosotros también estéis. (Jn.
14:3). Vamos a estar con Él. Eso lo vemos aquí en el capítulo 5,
que vamos a comenzar, como también lo vimos en el capítulo 4.
Hemos visto que el Trono es el centro del capítulo 4. El León y el
Cordero, ambos representando a Cristo, serán ahora el centro de
este capítulo 5. Él es el Cordero sobre el Trono. Él es el Soberano
y Salvador. Él está a cargo de todos los eventos que siguen.
La escena se desarrolla en el cielo, previo a los eventos de la
Gran Tribulación, que se desarrollará en la Tierra, pero la iglesia
ya está en el cielo con Él.
Ahora, Juan dice: Y vi en la mano derecha el que estaba sentado
en el trono. ¿Cuál es el testigo de estos sucesos? Es Juan, el
apóstol y él está viendo, con sus ojos físicos, estas escenas que
intenta describir.
Esta visión de Juan guarda un paralelismo extraordinario con
otra visión del profeta Ezequiel, el cual describió la siguiente
escena: "Miré y vi una mano extendida hacia mí, y en ella un
libro enrollado. Lo extendió delante de mí, y estaba escrito por
delante y por detrás; y había en él escritos de cantos fúnebres,
gemidos y ayes" (Eze. 2:9).
Aunque esta traducción de la Biblia, la Reina Valera de 1969
traduce la palabra "libro", en realidad se trataba más bien de un
rollo lo que Dios tenía en su mano. En el mundo antiguo, hasta
el siglo II, d.C., la forma en que se presentaba un escrito era en
un rollo, no en el formato de un libro, tal y como lo conocemos
en la actualidad. Estaba, además, "escrito por dentro y por
fuera". Esto era típico de diversos tipos de contratos en el
mundo antiguo, como los títulos de propiedad, actas
matrimoniales, acuerdos de arrendamiento, préstamos y
testamentos. Por dentro, el rollo contenía todos los detalles del
contrato y por fuera, o por la parte de atrás, un resumen del
documento en caracteres más grandes.
En este caso se trataba de un título de propiedad, la propiedad
de Dios sobre toda la Tierra. Este documento estaba, además,
sellado con siete sellos. Los romanos sellaban sus testamentos
siete veces en los bordes de cada rollo para impedir que fueran
abiertos por una persona no autorizada. Los títulos hebreos de
propiedad requerían un mínimo de tres testigos y tres sellos
diferentes, y las transacciones más importantes requerían
todavía más testigos y sellos. El caso es que el contenido de
este rollo era tan secreto que estaba sellado con siete sellos.
Pensamos que aquí se trata de un título de propiedad. Ahora,
hay varias explicaciones en cuanto a esto. Y creemos que es
necesario leer varios pasajes de las Escrituras que nos señalan
esto. En el capítulo 7 del libro de Daniel, versículo 13, dice:
Miraba yo en la visión de la noche, y he aquí con las nubes del
cielo venía uno como un hijo de hombre, que vino hasta el
Anciano de días, y le hicieron acercarse delante de Él. Creemos
que aquí tenemos una sugerencia que lo que se está entregando
al Señor Jesucristo, es el título de propiedad de este mundo, de
esta Tierra, en el cual usted y yo vivimos. Él la creó. Él la
redimió. Le pertenece a Él. Este es el cuadro que se nos
presenta aquí.
También tenemos una cita similar en el libro de Zacarías. Usted
recordará que dijimos que era necesario conocer el libro de
Zacarías para poder conocer Apocalipsis. Y en el capítulo 5,
versículo 1 de Zacarías, leemos: De nuevo alcé mis ojos y miré,
y he aquí un rollo que volaba. Luego, sigue diciendo en los
versículos 2 y 3: Y me dijo: ¿qué ves? Y respondí: Veo un rollo
que vuela, de veinte codos de largo, y diez codos de ancho.
Entonces me dijo: Esta es la maldición que sale sobre la faz de
toda la tierra; porque todo aquel que hurta (como está de un
lado del rollo) será destruido; y todo aquel que jura falsamente
(como está del otro lado del rollo) será destruido.
Vamos a finalizar nuestro programa de hoy leyendo los tres
siguientes versículos de este capítulo quinto del Apocalipsis,
aunque hoy no los comentaremos sino en nuestro próximo
programa. Dicen así estos versículos:
"Y vi a un ángel fuerte que preguntaba a gran voz: ¿Quién es
digno de abrir el libro y desatar sus sellos? Y ninguno, ni en el
cielo ni en la tierra ni debajo de la tierra podía abrir el libro, ni
aún mirarlo. Y lloraba yo mucho, porque no se había hallado a
ninguno digno de abrir el libro, ni de leerlo, ni de mirarlo".
Estimados oyentes, esperamos encontrarles de nuevo aquí, en
las ondas, en nuestra próxima cita, para seguir profundizando en
este apasionante libro, que tiene tanto que enseñarnos a los
hombres y mujeres del siglo XXI.
Hasta entonces, ¡que Dios le Bendiga!
Apocalipsis 5
Versículos 2-14
Continuamos hoy, amigo oyente, nuestro viaje por el libro
de Apocalipsis, el último libro de la Biblia, la Palabra de Dios. En
nuestro programa anterior, habíamos llegado al capítulo 5 y
comentamos un cuadro que contempló en su visión el apóstol
Juan, trasladado hasta el Cielo, para escribir todo lo que allí veía
y escuchaba. Comenzaba este capítulo con el versículo 1, que
dice:
1
Y vi en la mano derecha del que estaba sentado en el trono un
libro escrito por dentro y por fuera, sellado con siete sellos.
En el programa anterior tratamos de identificar este libro, o
"rollo", que era el formato que se usaba para los documentos
importantes en la antigüedad. Muchos estudiosos de los textos
sagrados de la Biblia han sugerido diversas interpretaciones al
respecto. Ahora, creemos que lo que representa este "libro" es el
nuevo pacto de Dios con Israel. Siglos antes, el profeta Jeremías
escribió: He aquí que vienen días, dice Jehová el Señor, en los
cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel, y con la casa de
Judá. (Jer. 31:31) Este nuevo pacto iba a escribirse no sobre unas
tablas, sino sobre sus corazones. El Apóstol Pablo, en su epístola
a los Romanos, capítulo 11, versículos 26 y 27, dice: Y luego
todo Israel será salvo, como está escrito: Vendrá de Sion el
Libertador, que apartará de Jacob la impiedad. Y este será mi
pacto con ellos, cuando yo quite sus pecados.
Y el autor a los Hebreos, en el capítulo 10 de su epístola,
versículo 16, dice:
Este es el pacto que haré con ellos después de aquellos días,
dice el Señor: Pondré mis leyes en sus corazones, y en sus
mentes las escribiré. Y agrega, en los siguientes versículos 17 y
18: y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones.
Pues donde hay remisión de éstos, no hay más ofrenda por el
pecado.
Amigo oyente, el antiguo pacto que Dios había hecho con Israel
dependía del hombre. Los Diez Mandamientos enfatizan lo que
no se debe hacer, y como resultado, fracasó, porque todo
dependía de la debilidad del hombre. La causa, no fueron los
Diez Mandamientos, o las leyes que Dios había dado. El
problema estaba dentro del hombre. En el Jardín del Edén
ocurrió algo semejante. Muchas personas piensan que el árbol, o
su fruto prohibido, tenían algo malo, fuera de lo común.
Pensamos que tanto el árbol, como su fruto, eran iguales a todos
los demás. El problema no radicaba en el fruto de ese árbol, sino
en esa pareja que lo codició. El problema radicó en su corazón, y
en su mente. Ahora, este "nuevo pacto" depende del poder del
Trono de Dios, porque depende del Señor Jesucristo. Leamos el
versículo 2 de este capítulo 5 de Apocalipsis:
2
Y vi a un ángel fuerte que pregonaba a gran voz: ¿Quién es
digno de abrir el libro y desatar sus sellos? (Ap. 5:2)
¿Quién tiene el derecho y el título de propiedad sobre este
mundo? ¿Quién puede gobernarlo? ¿Quién puede establecer
justicia y equidad? ¿Piensa usted, amigo oyente, que los
partidos políticos, el sistema financiero mundial, la Banca, o
entidades como las Naciones Unidas tal vez, pueden hacer?
Considerando la historia de este mundo, confiamos en que usted
no se haya hecho ilusiones en creer que el hombre, el ser
humano, puede resolver sus propios problemas. La Palabra de
Dios afirma contundentemente que el hombre, por si mismo, es
incapaz de encontrar soluciones duraderas a los complejos
problemas de este planeta.
El apóstol Juan vio que el que formuló esta pregunta era un
ángel fuerte, un ángel poderoso, con una potente y sonora voz.
Esto nos habla del poder que es necesario para hacer efectivo
ese nuevo pacto. Continuemos con el versículo 3 de este
capítulo 5 de Apocalipsis:
3
Y ninguno, ni en el cielo ni en la tierra ni debajo de la tierra,
podía abrir el libro, ni aun mirarlo. (Ap. 5:3)
Ningún hombre del linaje de Adán tiene el derecho de abrir el
libro y tomar el poder sobre la Tierra. Adán perdió el dominio, a
través del pecado. Moisés, el que dio la ley, también la
quebrantó. David y su linaje fracasaron. Nadie en el linaje de
Adán cumpliría con los requisitos. Tampoco no hay nadie,
ninguna personalidad, en la actualidad. Este gobernante tiene
que ser un Redentor, un Soberano; tiene que ser el Salvador de
la Humanidad; ¡Jesucristo es el ÚNICO que puede hacerlo!
Satanás está trabajando para conseguirlo, no acepta su derrota,
pero no lo podrá conseguirlo. ¿Quién entonces puede abrir el
libro, con plenos derechos, y ser el Soberano de la Tierra?
Sigamos leyendo el próximo versículo 4 de este capítulo 5 de
Apocalipsis:
4
Y lloraba yo mucho, porque no se había hallado a ninguno
digno de abrir el libro, ni de leerlo, ni de mirarlo. (Ap. 5:4)
El apóstol Juan estaba muy afligido. Ese hombre tenía una
verdadera pasión, sentía una devoción santa por su Señor, y una
curiosidad por todo lo que estaba ocurriendo. Él estaba
dispuesto a mirar y oír todo lo que Jesucristo quería que viera. Y
Juan ahora se encuentra participando en este drama.
¿Continuaría la Tierra en el pecado y la tristeza? ¿No había
ningún futuro, ninguna esperanza para la Tierra y sus
habitantes? El Apóstol Pablo en su epístola a los Romanos,
capítulo 8, versículo 23, dice: Y no sólo ella, sino que también
nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu,
nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos,
esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo. ¿No hay
alguien competente, capaz de gobernar la Tierra? Juan se sentía
conmovido y abrumado por la posibilidad de que no hubiera
nadie. El Apóstol Pablo, dice nuevamente en esa misma epístola
a los Romanos, capítulo 8, versículo 22: Porque sabemos que
toda la creación gime a una. Y a una está con dolores de parto
hasta ahora.
Opinamos personalmente que "la evolución" es la filosofía y la
teoría más pesimista que una persona puede creer. Si fueron
necesarios tantos millones de años para llegar al punto en el
que nos encontramos en el presente, ¿cuál es la esperanza para
el futuro? ¿No habrá nadie que pueda resolver este problema?
Los políticos nos prometen lograr la paz en nuestra época. Y
también la iglesia, los organismos religiosos, cree que puede
arreglar los asuntos de este mundo.
Estimado amigo oyente, no hay nadie capacitado para abrir este
libro, y que pueda hacerse cargo de esta Tierra en la cual nos
encontramos; y Juan llora desconsoladamente por este motivo.
Juan no tenía la respuesta, pero veremos a Alguien que sí puede,
con plenos derechos abrir el libro. Ahora nos acercamos a la
siguiente escena: vamos a contemplar a Cristo, el León de la
tribu de Judá, y el Cordero, que fue inmolado. Leamos el
versículo 5 de este capítulo 5 de Apocalipsis:
5
Y uno de los ancianos me dijo: No llores. He aquí que el León
de la tribu de Judá, la raíz de David, ha vencido para abrir el
libro y desatar sus siete sellos. (Ap. 5:5)
Observemos que un anciano, uno de los 24 que rodean al Trono
le habló a Juan. Los ancianos poseen una iluminación espiritual,
lo que los identifica como la representación de la Iglesia. El
Señor Jesucristo, todavía en la Tierra, recogido en el evangelio
según Juan, capítulo 15, versículo 15, dijo: Ya no os llamaré
siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os
he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre,
os las he dado a conocer.
El Señor Jesucristo es el UNICO que tiene el derecho y el título
de propiedad sobre la Tierra. Él no sólo le ha redimido a usted y
a mí, por Su sacrificio, sino que Él también redimió con ese acto
a toda la Tierra. Él se identifica aquí en todos sus ministerios que
están relacionados con la tierra.
Se le llama el León de la tribu de Judá, la raíz de David. Este
título Le identifica con la tribu de Judá. El anciano Jacob, cuando
estaba muriendo, llamó a su alrededor a sus doce hijos, y le dio
a su hijo Judá esta profecía que leemos en Génesis, capítulo 49,
versículos 9 y 10: Cachorro de león, Judá; de la presa subiste hijo
mío. Se encorvó, se echó como león, así como león viejo: ¿quién
lo despertará? No será quitado el cetro de Judá, ni el legislador
de entre sus pies, hasta que venga Siloh; y a él se congregarán
los pueblos.
Pero Jesucristo, el Señor, también es "la raíz de David". En el
Segundo libro de Samuel, capítulo 7, en este gran capítulo que
habla del pacto de Dios con David, Dios dice que Él levantará
después de David a UNO de su linaje, y este gobernará no sólo
sobre Su pueblo, sino sobre toda la tierra. El Señor Jesucristo
tiene el derecho a gobernar. Él es el cumplimiento de las
profecías hechas en el Antiguo Testamento relacionadas con el
futuro de este mundo. Todas esas profecías serán cumplidas en
Su Segunda Venida a este planeta cuando regrese para
establecer Su Reino. Ahora, leamos el versículo 6 de este
capítulo 5 de Apocalipsis:
6
Y miré, y vi que en medio del trono y de los cuatro seres
vivientes, y en medio de los ancianos, estaba en pie un Cordero
como inmolado, que tenía siete cuernos, y siete ojos, los cuales
son los siete espíritus de Dios enviados por toda la tierra. (Ap.
5:6)
Anteriormente hablamos del León de la tribu de Judá, como uno
de los títulos del Señor Jesucristo. Ahora Juan nos habla de que
vio un Cordero: Yo vi un Cordero. La Palabra "cordero" se
encuentra en diminutivo; literalmente significa "corderito". Esto
nos indica Su mansedumbre y Su disposición a ser sacrificado.
Jesucristo es el Cordero, limpio, santo, sin mancha que fue
llevado al matadero. Él no abrió su boca (Is 53,7). Él fue el
Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo (Jn 1,29).
Como inmolado, ? dice aquí. Eso indica la muerte sustitutiva,
redentora y vicaria de Cristo, y el énfasis se da al hecho de que
Él fue inmolado con violencia. Y allí, Él estaba en pie. Esto nos
habla de Su resurrección. Él ya no está sentado a la diestra de
Dios. Él ya se ha puesto en movimiento, se está dirigiendo a Su
posición de poder, Él está acercándose a esta Tierra. El juicio de
la Tribulación está por azotar a la Tierra. Los vientos ya están
soplando sobre la Tierra.
Y Juan vio que Jesucristo estaba en el medio del Trono. Esto
indica el hecho de que Él está delante del Trono y preparado
para actuar como un Juez justo. Los 7 cuernos demuestran "el
poder perfecto". Un cuerno habla de poder; el pasaje bíblico que
lo explica puede leerse en el capítulo 7 del profeta Daniel,
versículo 8.
Él es pues, Omnipotente, y los 7 ojos indican un conocimiento
perfecto. Jesucristo es, entonces, el Dios Omnipotente y
Omnisciente. Él actúa en la plenitud del Espíritu, que es el
Espíritu de sabiduría y entendimiento.
El Señor Jesucristo, es ambas, es el León y es el Cordero. El
carácter de León está relacionado con Su Segunda Venida. El
carácter de Cordero, con Su Primera Venida. El león simboliza Su
Majestad. El cordero simboliza Su mansedumbre. Como León, Él
es Soberano; como Cordero, Él es un Salvador. Como León, es un
juez; como Cordero, Él es el juzgado. El León representa el
Gobierno de Dios, y el Cordero representa la Gracia de Dios.
Continuemos con el versículo 7 del capítulo 5 de Apocalipsis:
7
Y vino, y tomó el libro de la mano derecha del que estaba
sentado en el trono. (Ap. 5:7)
Correctamente, en vez de decir "tomó", debería ser: "ha
tomado". Jesucristo se acerca al Trono, a través del tiempo de la
Tribulación. Él "juzga" al mundo en justicia, antes de "reinar" en
justicia. Él ya no es más "el intercesor" de la Iglesia, porque la
Iglesia ahora está con Él. Él comienza a actuar como Juez, y esta
secuencia en sus acciones es importante. Luego, en el versículo
8 leemos:
8
Y cuando hubo tomado el libro, los cuatro seres vivientes y los
veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero; todos
tenían arpas, y copas de oro llenas de incienso, que son las
oraciones de los santos; (Ap. 5:8)
Observemos que dice: Y cuando hubo tomado el libro. Esta es
una acción en tiempo pasado. Este es un gran movimiento que
implica y abarca a toda la creación, y Jesucristo, ahora, por fin,
está en control.
La escena que se desarrolla ahora es la adoración del Cordero,
de parte de los Cuatro Seres Vivientes, y de los 24 Ancianos. Las
arpas significan la alabanza. Los ancianos no tienen arpas,
porque ellos ya son una señal de alabanza a Dios. Por lo que
podemos deducir que no todos en el Cielo tendrán arpas,
contrariamente a lo que popularmente se describe como la
futura ocupación de los que estaremos allí.
Ahora, los 24 Ancianos aquí actúan como Sacerdotes. Sólo la
Iglesia ejercita el sacerdocio de los creyentes en el Cielo. El Dr.
Carl Armerding nos ofrece un pensamiento muy ilustrativo
acerca de este pasaje. Él dice: "La oración de Cristo en el
evangelio de Juan, capítulo 17, por los creyentes, es contestada
en los Ancianos, en que ellos puedan conocerle y estar delante
de Su presencia, y ver su Gloria. Ellos se encuentran rodeándole
a Él, para contemplar Su gloria en el Cielo".
Juan describe las copas de oro, llenas de incienso, que son las
oraciones de los santos. Allí está presente la Iglesia, el Cuerpo
de Cristo, por medio de los Ancianos, ejerciendo el sacerdocio. Y
luego, continuamos leyendo los versículos 9 y 10 de este
capítulo 5 de Apocalipsis:
9
y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el
libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu
sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y
pueblo y nación; 10 y nos has hecho para nuestro Dios reyes y
sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra. (Ap. 5:9-10)
Estos versículos indican que todos los Seres Vivientes y los
Ancianos cantaban este cántico. Las huestes angelicales se
sumaron la Iglesia en la alabanza, en cánticos dirigida al Cordero
con el libro. Jesucristo es alabado como el Redentor de los
hombres de todo linaje, razas y edades. Estimado amigo oyente,
un día los que creemos en Jesucristo y le hemos invitado a
nuestra vida, un día vamos a formar parte de ese coro, aunque
aquí en la Tierra no sepamos cantar muy bien, allí cantaremos
alabanzas a Aquel que nos amó, hasta la muerte. ¡No hay mayor
amor que ese!
Ahora, este "cántico nuevo" que se menciona es un cántico de
redención. El cántico de antaño era un cántico de creación. En el
libro de Job, los hijos de Dios cantaban, y ellos estaban cantando
a Dios, porque era el Creador. Ellos, en aquel entonces, no
conocían en realidad nada acerca del profundo, incondicional y
eterno amor de Dios. Pero, ahora nosotros sí podemos cantar a
este amor. Tenemos un Salvador que nos ama, el cual se entregó
a Sí mismo por nosotros.
La palabra "digno" revela que Él ahora llena todo el horizonte de
alabanza y de adoración. Eso es lo que significa la adoración,
devolver la dignidad a quien la merece. Toda la dignidad le
pertenece a Él, y Él es el único digno de alabanza. Y todos
cantan en el Cielo acerca de Su sacrificio y de Su sangre
derramada por amor.
Al final del versículo hemos leído nos has hecho para nuestro
Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra y esto es
una referencia a los santos. La Iglesia no reinará en el Cielo, sino
sobre la Tierra. En el siguiente versículo 11, del capítulo 5 de
Apocalipsis que estamos estudiando, podemos ver que millones
de ángeles se unen a este cántico nuevo. Leamos los versículos
11 y el 12 también:
11
Y miré, y oí la voz de muchos ángeles alrededor del trono, y
de los seres vivientes, y de los ancianos; y su número era
millones de millones, 12que decían a gran voz: El Cordero que
fue inmolado es digno de tomar el poder, las riquezas, la
sabiduría, la fortaleza, la honra, la gloria y la alabanza. (Ap.
5:11-12)
Juan escribe: Y miré, y oí la voz de muchos ángeles alrededor del
trono. Pero de ver a "muchos", Juan amplía su mirada, y ve una
gran multitud. Incalculable, incontable. Millones de millones. Las
inteligencias creadas por Dios, todas están alabándole. Y ahora,
a continuación tenemos la adoración universal del Salvador y
Soberano de todo el Universo. Leamos los versículos 13 y 14:
13
Y a todo lo creado que está en el cielo, y sobre la tierra, y
debajo de la tierra, y en el mar, y a todas las cosas que en ellos
hay, oí decir: Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea
la alabanza, la honra, la gloria y el poder, por los siglos de los
siglos. 14Los cuatro seres vivientes decían: Amén; y los
veinticuatro ancianos se postraron sobre sus rostros y adoraron
al que vive por los siglos de los siglos. (Ap. 5:13-14)
Toda criatura de Dios se une en este acto de adoración universal
en el Cielo y en la Tierra, hasta los animales de la tierra, y los
peces del mar, todos se unen en esta inmensa y sonora
alabanza.
Y todas las criaturas vivientes agregan su "amén". La iglesia
aquí se inclina, y se postra en una sobrecogedora, silenciosa,
adoración y alabanza.
Creemos, amigo oyente, que una forma apropiada de concluir
nuestro programa hoy sería cantando ese gran coro de aleluya.
Al llegar al fin de esta escena tan emocionante y magnífica en el
Cielo, vemos que toda la alabanza y el honor y la adoración
deben ir dirigidas al Señor Jesucristo. Quizá, estimado amigo,
amiga oyente, no está acostumbrado a alabar y adorar a Aquel
que le amó y murió por usted; pero Él está dispuesto a
perdonarle todos y cada uno de sus pecados y borrarlos, y
olvidarse de ellos para siempre. Si usted acepta el sacrificio de
Jesucristo, y le invita a su vida, para limpiarla y para dar sentido
a su camino, sabe, eso le convierte en un hijo de Dios, le
incorpora a la Familia de Dios. HOY mismo puede ser el mejor
día de su vida, si usted le dice a Jesucristo: "no te conozco
mucho, pero me han dicho, y la Biblia lo dice, que me amas tal
como soy. Por favor, te pido que me limpies y me hagas una
persona nueva; te acepto como mi Salvador y el Señor de mi
vida. Toma mi vida, y hazla de nuevo. Te necesito, Cristo.
Gracias, porque tu quieres cumplir Tu promesa de que si abro mi
corazón, tu entrarás y te quedarás conmigo, y nunca más estaré
sola, solo, porque Tu estarás conmigo, para siempre."
Si usted ha hecho esta oración, por favor, háganoslo saber.
Quisiéramos ayudarle en su nuevo caminar con Jesucristo. Y le
esperamos en nuestro próximo programa para continuar
estudiando los eventos que ocurrirán en un futuro, según la
Biblia, La Palabra de Dios.
Apocalipsis 6
Versículo 1
Continuamos hoy, amigo oyente, nuestro recorrido por el libro
de Apocalipsis. Este es el último libro de la Biblia, la Palabra de
Dios, y también el último, y el único libro profético del Nuevo
Testamento.
Y hoy comenzaremos el capítulo 6. Este particular capítulo
constituye una gran línea divisoria en el libro de Apocalipsis, que
es de suma importancia.
Es probable que hoy, en este programa, nos acompañen amigos
por primera vez a los que les cuesta entender el tema que aquí
tratamos. También, y a modo de repaso para nuestros estimados
oyentes habituales, vamos a dar un resumen a grandes rasgos.
Estamos estudiando un libro fascinante que habla de temas muy
relevantes para el hombre moderno, para todos nosotros que
vivimos en el siglo XXI. El autor de Apocalipsis fue el apóstol
Juan, quien estuvo exiliado a causa de su fe en Jesucristo, en la
Isla de Patmos. Allí recibió una visión maravillosa de parte de
Dios. Este libro está dividido en tres secciones mayores,
probablemente es el libro mejor organizado de toda la Biblia. En
el capítulo 1, versículo 19, Jesucristo le ordena al apóstol Juan:
Escribe las cosas que has visto, y las que son, y las que han de
ser después de estas. Aquí tenemos la primera sección: "escribe
las cosas que has visto", a Jesucristo glorificado, en el Cielo,
quien se le presenta vestido con el ropaje del Gran Sumo
Sacerdote; lleno de majestad, en pie, entre 7 candeleros, que
representan a la Iglesia, con su luz encendida en la Tierra. La
segunda sección de "las cosas que son", observamos a las siete
iglesias escogidas a las que Jesucristo les envía un mensaje
específico por medio de Juan. Por sus características particulares
esas 7 iglesias representan la experiencia total de la historia de
la Iglesia; cada una ilustra una de las 7 etapas por las que la
Iglesia iba a transitar. La iglesia, como "Cuerpo" comenzó el día
de Pentecostés; pero, un día será removida, retirada, de la
Tierra, para encontrarse con Su Señor, Jesucristo, quien la
introducirá en el Cielo. El capítulo 3 relata el final de la
trayectoria terrenal de la Iglesia.
La tercera división tiene que ver con la última parte de la frase
de Jesucristo "Escribe las cosas que has visto,.... y las que son,...
y las que han de ser después de estas, que es la tercera. En un
programa anterior mencionamos que se utilizó la palabra Meta-
tauta dos veces al comenzar el capítulo 4, como queriendo
enfatizar la secuencia histórica, el punto de vista histórico. Juan
recalcó: después de estas ? Meta-tauta, para demostrar las
cosas que tienen que suceder después. Así que a partir del
capítulo 4 comienzan las cosas... las que han de ser después de
estas. En los dos capítulos siguientes, los capítulos 4 y 5, Juan
describe unas escenas que se desarrollaron en el Cielo. Juan
escribe lo que vio: el Trono y al Señor Jesucristo, como el León
de la tribu de Judá, sentado a la diestra de Dios, esperando a
que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies.
En el capítulo 5, Jesucristo es descrito por Juan como el Cordero,
porque así había venido a este mundo, en Su primera venida,
como un "corderito indefenso, e inofensivo. Jesucristo es el
Cordero, que expió los pecados de la Humanidad; y porque Él es
el Redentor, el único entre todo ser viviente, sólo Él es capaz de
tomar en sus manos - con las marcas de sus heridas- ese
documento que representa el "título de propiedad" de esta
Tierra. ¿Sabe usted, estimado amigo, amiga oyente, que
Jesucristo es el Único con autoridad y poder, capaz de juzgar
esta Tierra? Porque, según la Biblia, habrá un juicio severo, pero
justo. Jesucristo es el que juzgará a este mundo no sólo por
Quien es, -Dios encarnado-, sino por lo que Él ha hecho. Él ha
creado esta Tierra, y esto le otorga el derecho sobre Su
propiedad. En el capítulo 4 Jesucristo es adorado como el
Creador. Pero, además, Él también es el Redentor de esta Tierra.
En el capítulo 5, Él es adorado como el Redentor, como el
Salvador; y porque Él es el Creador y el Redentor, Jesucristo es
el único digno de juzgar esta Tierra. Él es el único capaz de
gobernar la Tierra. Todas las naciones de este planeta tienen
algún tipo de leyes, y jueces que aplican las condenas y castigos
según esas leyes. Algunos sistemas judiciales son más justos
que otros, y algunos jueces más imparciales y justos que otros.
Lamentablemente, no hay ningún sistema perfecto, ni leyes
perfectas, ni jueces perfectos. Todos son humanos, y pueden
equivocarse en sus planteamientos y en sus juicios. Amigo
oyente, ¿quién es digno de actuar como el juez perfecto y justo
sobre la Tierra? Sólo el Señor Jesucristo, es digno; y este es el
cuadro que Juan nos describe al concluir el capítulo 5.
Hemos llegado al capítulo 6 del libro de Apocalipsis. Nos
encontramos en la tercera división principal de este libro. En el
capítulo 4 encontramos que Juan fue llevado de manera
misteriosa ?en el Espíritu- hasta el Cielo para relatar lo que allí
veía y oía, para escribirlo y dárnoslo a conocer. ¿Por qué? Para
que los que creemos en Jesucristo, los que Le hemos aceptado
como nuestro único y suficiente Salvador, - hemos "nacido de
nuevo" espiritualmente,- conozcamos de antemano el desarrollo
del plan de Dios para la Humanidad, y para este planeta Tierra.
El apóstol Juan ya no menciona más a la "Iglesia", que es el
nombre que se le ha dado aquí en la tierra al conjunto de
personas redimidas y salvas por el sacrificio de Jesús en la cruz;
ya no se menciona más a la "Iglesia" como tal, pero vimos que a
partir del capítulo 4 de Apocalipsis, la Iglesia se encuentra
representada por los 24 ancianos que rodean al Trono. La Iglesia
se encuentra ahora en el Cielo, porque en la Tierra había
ocurrido un acontecimiento asombroso. Prestemos atención a
esta profecía que anuncia que un día ?no sabemos cuándo, ni el
año, mes, día o la hora- Jesucristo llamará a cada hijo de Dios a
reunirse con Él en las nubes, y en un instante, de forma
sobrenatural, todos seremos quitados de este mundo. Se
formará un gran caos, por esa ausencia instantánea de millones
de personas, pero de esto hablaremos más adelante. El hecho
es que la Iglesia ya está en el Cielo, con Jesucristo. Solamente al
final del libro de Apocalipsis se menciona a la Iglesia en relación
a una invitación.
Llegamos ahora al capítulo 6, y el escenario cambia. Ahora es la
Tierra el tema que nos ocupará. Quizá nos preguntemos sobre
qué está sucediendo en la Tierra, desde que salió y se marchó la
Iglesia. Bueno, en la tierra ha comenzado el tiempo de "la Gran
Tribulación". Este período ocupa los capítulos 6 al 18. En los
capítulos 6 y 7, hasta el versículo uno del capítulo 8, veremos lo
que ocurre cuando se abre "el libro sellado con siete sellos". Con
la apertura de los siete sellos comienza en la Tierra "la Gran
Tribulación". El personaje principal de todo el Apocalipsis, el
Señor Jesucristo, es quien rompe los 7 sellos del documento de
propiedad que tiene en sus manos. Al abrir los sellos, comienzan
a galopar los 4 caballos. Veremos a los fieles, muertos por
martirio durante ese período, y la llegada del "Día de la Ira". El
séptimo sello provocará "el sonar de las siete trompetas"; lo
veremos más adelante, entre los capítulos 8 y 11. "El sonar de
las siete trompetas "que introduce a "a siete personas"
sorprendentes, en los capítulos 12 y 13.
En los capítulos 15 y 16 veremos a una bestia que sube de la
mar, y su presencia introduce "las siete copas de la ira". La
última "copa de la ira" nos llevará a la profecía del "juicio de
Babilonia". Los capítulos 17 y 18 describen el final del período
de "la Gran Tribulación", y es entonces cuando Jesucristo vuelve
a la Tierra. Esa será Su Segunda Venida a este planeta Tierra.
Es interesante observar que "Babilonia" es mencionada en el
primer juicio a la Humanidad y en el último. Babilonia, está
representada en la torre de Babel, porque es figura de la
primera rebelión organizada contra Dios. Eso lo vimos cuando
estudiamos el libro del Génesis, capítulo 11; y ahora nos
encontramos que se menciona a Babilonia como símbolo
representativo de la última rebelión contra Dios; ambas fueron
rebeliones religiosas, como lo leeremos en el capítulo 17 de
Apocalipsis, pero en el último evento, también es una rebelión
política, que veremos en el capítulo 18.
Lo importante en todo el desarrollo de esta profecía es mantener
nuestro enfoque sobre el personaje principal de Apocalipsis,
Aquel, que es el único digno de abrir ese documento, ese libro.
Él dirige todo, y está en control de todos los eventos. Esto nos
indica que este libro es una revelación; aquí se revela y se
descubre a Jesucristo. Juan ya no Le ve caminando entre los 7
candeleros, porque éstos, que simbolizan a la Iglesia, ya han
sido removidos de la Tierra. Jesucristo ya no es el Sumo
Sacerdote, presentándose como el fiel Intercesor, sino que
ahora, al abrir los sellos del libro, es Él quien ejecuta la Voluntad
de Dios sobre la Tierra, Todos los juicios de la Gran Tribulación se
suceden al abrir los sellos del libro, las trompetas, las personas,
y las copas de ira.
La Gran Tribulación será iniciada desde el cielo. Jesucristo,
personalmente va a dirigir toda la operación. El salmista, autor
del Salmo 2, versículo 9, también tuvo esta revelación, cuando
escribió: Los quebrantarás con vara de hierro.
Seguramente muchos de nuestros oyentes opinarán que esa
medida de castigos y juicios no son de su agrado, porque
muchos asumen que Dios es Amor, que ama, perdona, y olvida.
Eso es correcto, pero también Dios es JUSTO. Con paciencia
Jesucristo trata de atraer la atención del ser humano, para
salvarlo y para darle el regalo de la Vida Eterna. Su Amor cubre
"multitud de pecados", pero, tristemente la mayoría de las
personas no quieren saber nada de Jesucristo, y hablar de Dios
no es un tema muy popular. Y así como el ser humano desea ser
auto-suficiente, no quiere una intervención, ni una injerencia en
su vida, así tampoco ningún gobierno, ni partido político alguno
aceptaría a Jesucristo como la Autoridad Suprema. No
aceptarían a Jesucristo como la Autoridad máxima, como el Juez
justo. Pero, estimado amigo oyente, debemos reiterar que Él es
el Único que es digno. ¿Y cómo llegará Jesucristo al poder sobre
todas las naciones? Exactamente como nos lo expresa este
segundo Salmo que hemos leído. Los quebrantarás con vara de
hierro; eso lo veremos más adelante, cuando estudiemos el
juicio sobre la Tierra.
Ahora, la Iglesia será librada de este período. ¿Por qué? ¿Porque
son personas muy buenas? No, amigo oyente. Ellos eran
pecadores, pero fueron salvos por la Gracia de Dios. Sólo
aquellos que han rechazado la Gracia de Dios pasarán por el
período de la Gran Tribulación. Esa es la razón por la cual
creemos que Dios utiliza programas de radio, como éste, para
esparcir la Palabra de Dios a todos los confines de la tierra. Él va
a permitir que todos puedan escuchar el Evangelio, y dará
oportunidad a todas las personan para que tomen una decisión;
dependerá de esa decisión si se les será franqueada la entrada
en el Cielo, o si deberán pasar por la Gran Tribulación.
Los capítulos 4, en donde vimos el escenario del Trono y al Trino
Dios, y el capítulo 5, donde Juan nos describe el libro, ese
importante documento en manos del Señor Jesucristo, estos dos
capítulos constituyen la preparación para lo que sigue a
continuación ? el juicio en la Tierra. Destacaremos ciertos
factores que aumentan la intensidad y ferocidad de la Gran
Tribulación. Mencionaremos 5 de ellas.
1.- El Espíritu Santo ya no frenará la maldad. Eso no quiere decir
que el
Espíritu de Dios dejará la Tierra. El Espíritu Santo estuvo en el
mundo antes del día de Pentecostés, el día en que asumió un
nuevo ministerio, el de bautizar a los creyentes en el Cuerpo de
Cristo, de llenarlos y morar en ellos, guiándoles fielmente en
este mundo. Él removerá y trasladará a la Iglesia de la Tierra,
pero eso no quiere decir que Él también se ausentará. El Espíritu
Santo permanecerá en el mundo, pero ya no restringirá el mal.
2.- La verdadera Iglesia, como luz y sal, ya se habrá marchado
de la Tierra. La Iglesia no tiene mucho peso en el mundo, pero
cuando se marche de este mundo, ya no habrá ni siquiera esa
reducida influencia.
3.- El diablo sabe que sólo dispone de un tiempo muy breve, por
lo que tratará de aprovechar esta situación; y Dios le dará la
libertad para ello.
4.- Personas llenas de maldad gozarán de libertad para llevar a
cabo sus nefastos planes. Es decir, que el Anticristo podrá tomar
control de esta Tierra, por un breve período.
5.- Habrá un juicio directo de parte de Dios. Eso lo vemos en
este capítulo 6 y en el versículo 17, donde dice: Porque el gran
día de su ira ha llegado; ¿y quién podrá sostenerse en pie?
No creemos que la Gran Tribulación surgirá de repente, como un
gran tornado. La apertura de los 7 sellos del documento se hará
de forma ordenada y organizada, gradual, y cronológica;
Jesucristo romperá uno sello a la vez.
Al llegar a este capítulo queremos hacer una afirmación
cuidadosa, y es que, desde el capítulo 4 en adelante, este libro
nos presenta el futuro. Todo lo que estamos viendo revelado es
parte del futuro, de cosas que no han ocurrido todavía. Todavía
nos encontramos en el período de la historia que pertenece al
de las cosas que son, el tiempo de la iglesia, que todavía está
presente en la Tierra.
Cuando estudiamos a las siete iglesias y los mensajes que cada
una recibió de parte de Jesucristo, pudimos ubicar y relacionar a
cada una de ellas en un correspondiente tiempo en la historia
universal. Pero, todo lo que veremos a partir de ahora, no es
posible encuadrarlo en ella. La diferencia entre los dos
principales sistemas de interpretación de las profecías de
Apocalipsis, desde el punto de vista futurista, o el histórico, se
manifiesta en este punto. Como resultado, existen cerca de 50
sistemas diferentes de interpretación, según el profesor de
Biblia y teólogo Dr. Walvoord, que han salido de la perspectiva
histórica.
El apóstol Juan afirmó en este punto de su visión que hemos
llegado a los acontecimientos "futuros", y todo lo que él vio y
oyó, a partir de ahora hasta el capítulo 20, ocurrirá "en un
futuro". Aquí veremos el desarrollo cronológico, que por otra
parte, es muy lógico. Estos eventos no están ocurriendo en la
actualidad, y tampoco podemos afirmar que ya ocurrieron, que
ya son "historia".
Comenzamos una sección que titularemos "La apertura del
primer sello y el jinete del caballo blanco". El Señor Jesucristo ha
tomado en Sus manos el libro, el documento que tiene 7 sellos,
y rompe el primer sello. Leamos el versículo 1 de este capítulo 6
de Apocalipsis:
1
Vi cuando el Cordero abrió uno de los sellos, y oí a uno de los
cuatro seres vivientes decir como con voz de trueno: Ven y mira.
(Ap. 6:1)
El apóstol Juan, trasladado al Cielo para ser el testigo "de las
cosas que han de venir" recibe la orden: Ven y mira. El versículo
2, continúa:
2
Y miré, y he aquí un caballo blanco; y el que lo montaba tenía
un arco; y le fue dada una corona, y salió venciendo, y para
vencer. (Ap. 6:2)
Jesucristo va a abrir todos los sellos en el orden correcto. El
Señor está en control de todos los acontecimientos, de cada
movimiento, de cada palabra que se pronuncia, y toda criatura
en el Cielo está actuando según Su mandamiento. Al romper el
sello del documento, el apóstol Juan recibió la orden de mirar y
ver; y obedientemente, Juan escribe lo que vio y oyó. Juan vio un
caballo blanco, con un jinete sobre su lomo.
Ahora, el simbolismo del jinete en el caballo blanco ha dado
ocasión para muchas opiniones diferentes. Una interpretación
entre varios estudiosos es que este jinete representa a Cristo, y
se apoyan en el Salmo 45, y en el capítulo 19 de Apocalipsis.
Pero la mayoría de los expositores bíblicos contemporáneos de
la tendencia pre-milenarista interpretan que el caballo blanco y
su jinete representan al Anticristo. Esa es la posición teológica
que han tomado los doctores Scott, Ironside, Chafer, Walvoord,
Woodbridge, y Pentecost. Y esa es también nuestra posición, e
interpretación de esta primera figura, el primer jinete.
Ahora, el Anticristo no va a surgir como un malvado villano.
Después de todo, estimado amigo oyente, los ángeles de
Satanás son ángeles de luz. No se parecen a los demonios, así
como se los caricaturiza. No tienen cuernos, rabo, o cualquier
otra característica que pueda resultar repelente. Ocurrirá que el
Anticristo se dará a conocer como un hombre
extraordinariamente atractivo, carismático, que fascinará a
todas las naciones. Muchas situaciones y conflictos adversos
preparan el escenario apropiado para que surja un personaje
que prometerá paz, bienestar, equidad y justicia para todos.
Lenta, pero inexorablemente, las naciones buscarán a un líder
que tendrá el respaldo y el consenso mundial. Este personaje
será aclamado como el supuesto "salvador del mundo", y se le
ofrecerán todos los poderes necesarios para gobernar a nuestro
planeta. Se esperará que él logre la anhelada paz para un
mundo inestable.
En nuestro próximo programa hablaremos más sobre ese
personaje Y vamos a saber más detalles que Dios nos ha
revelado por medio del apóstol Juan, el autor de Apocalipsis. En
el siguiente programa también comentaremos el significado de
los demás jinetes que comienzan a galopar a medida que
Jesucristo abra los restantes sellos.
Le sugerimos, estimado oyente, que lea todo el capítulo 6 de
Apocalipsis, para estar más informado de los próximos temas a
tratar. ¡Qué Dios bendiga Su Palabra, y le bendiga usted, al
escucharla! Hasta nuestro próximo encuentro.
Apocalipsis 6
Versículos 1-8
Continuamos hoy, estimado amigo, amiga oyente, nuestra
marcha por el libro de Apocalipsis, el último de la Biblia.
Apocalipsis es un libro asombroso y fascinante, porque
contienen las profecías que Jesucristo reveló al apóstol Juan. El
tema tiene un extremado interés ya que analizamos las
profecías relacionadas con el futuro de la Humanidad y los
acontecimientos que en un futuro se desarrollarán sobre este
planeta Tierra.
Volvemos hoy al capítulo 6. Y vamos a comenzar leyendo los
primeros dos versículos de este capítulo:
1
Vi cuando el Cordero abrió uno de los sellos, y oí a uno de los
cuatro seres vivientes decir como con voz de trueno: Ven y
mira. 2 Y miré, y he aquí un caballo blanco; y el que lo montaba
tenía un arco; y le fue dada una corona, y salió venciendo, y
para vencer. (Ap. 6:1-2)
Como hemos dicho en nuestro programa anterior, el Anticristo
no aparecerá como un villano, como una figura siniestra o
repulsiva. Dijimos que Satanás tiene una hueste de ángeles que,
engañosamente, se presentan como ángeles de luz; no se
parecen en nada a los demonios, que se suelen caracterizar
como horrendas criaturas, con cuernos y rabo. El Anticristo
surgirá como un carismático, encantador y atractivo hombre que
fascinará al mundo, con un poder subyugante de convicción,
como no se ha visto jamás en toda la historia de la Humanidad.
Y mencionamos estas características porque, cuando Jesucristo
vino a la Tierra, los hombres, las personas a su alrededor no
vieron ningún atractivo especial en Él, algo que todavía ocurre
hoy en día. Sin embargo, todo el mundo, es decir, todas las
naciones aceptarán a este personaje tan encantador que
resultará ser el Anticristo, aunque por supuesto no tendrá este
nombre. Él llegará al escenario mundial con su propio nombre,
con una inusual habilidad e inteligencia, y todos le aclamarán,
desde las instituciones mundiales más renombradas, hasta los
gobiernos y partidos políticos, los científicos y pensadores, todos
unánimemente le pregonarán como "el salvador del mundo".
La opinión de que el primer jinete, sentado sobre el caballo
blanco es el Anticristo, parece satisfacer de una manera más
completa las demandas del texto. Cuando Cristo regrese sobre
un caballo blanco, como se menciona en el capítulo 19 de
Apocalipsis, seguirá el Reino del Milenio; pero este primer jinete
en el capítulo 6 inicia el período de la Gran Tribulación, y no el
período de los mil años, el milenio de paz bajo el reinado de
Jesucristo. Nosotros opinamos que este jinete es "el pequeño
cuerno" que se menciona en el capítulo 7 del libro del profeta
Daniel, que es identificado como "el hombre de pecado", "la
bestia de Apocalipsis", en el capítulo 13, ese gobernante del ya
restaurado imperio romano, quien será el último de los
dictadores mundiales. Llegará al poder con falsas promesas de
una paz mundial, que sin embargo el mundo no disfrutará bajo
su dictadura.
El profesor A. J. Toynbee, que fue director de estudios en el
Instituto Real de Asuntos Internacionales, del Reino Unido dijo
hace años: "Al forzar sobre la humanidad armamentos cada vez
más destructivos, y al mismo tiempo hacer que todo el mundo
sea más interdependiente económicamente, la tecnología ha
llevado a la humanidad a tal grado de desesperación que
nosotros ya estamos listos, preparados y maduros para divinizar
a cualquier César nuevo, que pueda tener éxito en dar unidad y
paz a nuestro mundo". Y el Apóstol Pablo, en su primera epístola
a los Tesalonicenses, capítulo 5, versículo 3, dice: Cuando digan:
paz y seguridad, entonces vendrá sobre ellos destrucción
repentina, como los dolores a la mujer encinta, y no escaparán.
G. K. Chesterton, por su parte declaró: "Una de las paradojas de
este tiempo es que es el tiempo del pacifismo, pero no es el
tiempo de la paz". Como nunca se están realizando esfuerzos en
pro de la paz, en incontables áreas conflictivos de la Tierra, pero
que, lastimosamente, no suelen ser muy efectivos.
Ahora, cuando el Anticristo llegue al poder, él va a hablar de
paz; y el mundo creerá que está entrando en un nuevo período,
sin precedentes, esperanzador, de paz, prosperidad, unidad, y
justicia para todos, - similar a una descripción del Milenio. Pero,
en realidad, bajo las mentiras y el engaño de ese personaje, que
parecerá un salvador, un cristo, la Humanidad estará entrando
en el período de la Gran Tribulación. La Gran Tribulación,
comenzará con la llegada del Anticristo, quien parecerá un
"cordero", pero resultará ser "un lobo hábilmente disfrazado". La
promesa de paz será la gran mentira que el mundo va a creer.
Ahora, este jinete no puede ser Jesucristo, ya que Juan vio a
Cristo en el Cielo, como el Cordero, en medio del Trono. Sólo Él
fue llamado "el León de la tribu de Judá", y "la raíz de David".
Desde el Cielo Él está dirigiendo todos los acontecimientos que
transcurrirán tanto en el cielo, como en la Tierra. Él es quien da
las órdenes precisas a los cuatro jinetes que saldrán a medida
que Él abre los sellos del documento. A Jesucristo lo podemos
identificar claramente en el capítulo 19 de Apocalipsis, mientras
en este capítulo 6 la identidad del jinete del caballo blanco es
bastante oscura, lo que nos sugiere que éste no es el Señor
Jesucristo, sino una imitación de Él; aquel que se hace pasar
como el supuesto "salvador del mundo". Llegamos ahora al
segundo sello, y los versículos 3 y 4 de este capítulo 6 de
Apocalipsis nos dicen:
3
Cuando abrió el segundo sello, oí al segundo ser viviente, que
decía: Ven y mira. 4 Y salió otro caballo, bermejo; y al que lo
montaba le fue dado poder de quitar de la tierra la paz, y que se
matasen unos a otros; y se le dio una gran espada. (Ap. 6:3-4)
Otro argumento por el cual creemos que el primer jinete no
podía ser Jesucristo, es que Él traerá la verdadera paz a esta
tierra, una paz permanente. Sin embargo, el período de paz
prometida por el Anticristo no durará mucho. Inmediatamente
después de la salida del primer caballo, el caballo blanco,
Jesucristo abre el segundo sello y sale un caballo bermejo, rojo,
de guerra, galopando hacia la Tierra. La paz que el jinete del
caballo blanco trajo a la Tierra era temporal, totalmente falsa. El
Anticristo se presentará a sí mismo como un gobernante que
puede traer la paz al mundo. Pero, él no la puede garantizar,
porque Dios dijo: No hay paz para los malvados, dice mi Dios.
(Is. 48:22).
¿Y no es eso lo que cada candidato que lucha para ocupar un
cargo político promete, una y otra vez? Siempre prometen que el
país, la nación, permanecerá gozando de una paz estable, que
no habrá más luchas; y todos anhelamos que sus palabras se
cumplan. Sin embargo, estimado amigo, amiga oyente, estamos
muy lejos de la paz que tantas veces ha visto su nombre en
elocuentes tratados y acuerdos, firmados por importantes
estadistas mundiales.
Con el segundo sello, sale el segundo caballo bermejo, que es el
color de la sangre, a recorrer la Tierra. El jinete del primer
caballo blanco tenía un arco en sus manos, sin embargo, no se
mencionan las necesarias flechas; este jinete no causará la
guerra real. El segundo jinete se le dio una gran espada, lo que
implica lucha, porque se utilizaba en el combate cuerpo a
cuerpo. No será hasta el segundo sello, con el jinete a lomo del
caballo rojo, que la paz es quitada de la Tierra. El segundo sello
contempla ejércitos invasores en una feroz guerra cuerpo a
cuerpo.
El versículo 5 comienza diciendo:
5a
Cuando abrió el tercer sello, oí al tercer ser viviente, que
decía: Ven y mira. Y miré, (Ap. 6:5a)
Juan menciona otra vez que "oyó, miró y vio". Reitera e implica
su sentido de la vista y del oído para enfatizar la realidad de su
experiencia. Y la segunda parte del versículo 5 y también el
versículo 6 nos dicen:
5b
y he aquí un caballo negro; y el que lo montaba tenía una
balanza en la mano. 6 Y oí una voz de en medio de los cuatro
seres vivientes, que decía: Dos libras de trigo por un denario, y
seis libras de cebada por un denario; pero no dañes el aceite ni
el vino. (Ap. 6:5b-6)
El color de este caballo negro indica el color del luto. Esto lo
podemos verificar en el Antiguo Testamento, expresado por los
profetas Jeremías, en capítulo 4, versículo 28, y en Malaquías,
capítulo 3, versículo 14. En estos textos bíblicos se menciona el
color negro como el de luto; y también nos habla de "hambre".
En otro libro del Antiguo Testamento, escrito también por
Jeremías, llamado Lamentaciones, en el capítulo 4, versículo 8,
leemos: Oscuro más que la negrura es su aspecto; no los
conocen por las calles; su piel está pegada a sus huesos, seca
como un palo.
Esto habla del hambre. El caballo negro con su jinete nos habla
de una hambruna que vendrá sobre la Tierra, un hambre
mundial, debido a la extrema escasez de alimentos que suele
ser la consecuencia de una guerra. Pero esta situación no tendrá
precedente alguno en toda la historia universal, porque jamás se
ha visto a todas las naciones afectadas al mismo tiempo.
El historiador griego Heródoto, habló de una medida de cebada
o de trigo, como la ración de consumo diario de un soldado. Un
denario era en aquel entonces una moneda romana que
equivalía al salario por un día de trabajo. Así es que, el
trabajador no podrá mantener a su familia en aquel día.
El aceite y el vino son símbolos de los lujos que solamente serán
disfrutados por personas sin dificultades económicas, los ricos.
El aceite correspondería a lo que llamamos "artículos de
belleza", que en tiempos de guerra y pos-guerra, solamente
pueden ser adquiridos por lo más pudientes, por ser artículos de
lujo.
El vino estará presente en abundancia. No habrá suficiente
comida, pero no faltará el vino, aunque el disfrute será sólo por
aquellos que podrán pagar su exorbitante precio.
Durante la segunda guerra mundial, las personas con recursos
económicos, los ricos, en su gran mayoría podían obtener carne.
Ellos conseguían cualquier cosa que les apetecía. Los ricos
siempre podrán obtener lo mejor, mientras que las personas de
pocos o nulos recursos, los pobres, tienen que conformarse con
ser ingeniosos y creativos para paliar el hambre y suplir al
menos sus necesidades básicas. Por lo que leemos aquí, en el
capítulo 6 de Apocalipsis, vemos que nada cambiará; que las
cosas en este día futuro, serán "más de lo mismo", como
siempre ha existido en toda la historia de la Humanidad. Así es
como se ha vivido en el pasado, y así también se vivirá en el
futuro. Por mucho que se prometa la creación de tecnologías
inteligentes para el desarrollo de novedosos programas agrarios,
respetuosos inclusive con el medio ambiente, con una mejor y
más organizada distribución de los sobrantes de los países del
primer mundo, esto no resolverá el problema de la pobreza. La
generación de más riqueza solamente ha conseguido que
algunos tengan buenos trabajos bien remunerados, pero hasta
el presente, esta afluencia no ha alcanzado a los
verdaderamente "pobres". Es penoso comprobar que por mucha
ayuda humanitaria que se envíe a países necesitados, estos
recursos no siempre llegan a su destino, o son utilizados
correctamente para su fin. Salvo honrosas excepciones, la
corrupción individual o colectiva siempre ha estado presente,
sobre todo en las esferas de poder e influencia. El egoísmo y la
avaricia del corazón humano no tienen límites, si no, este
problema mundial que afecta a miles de personas que mueren
cada día de "hambre", se hubiera podido resolver hace mucho
tiempo.
Estimado amigo, amiga oyente, ésta es nuestra realidad actual,
el fiel reflejo de lo que padece el mundo globalizado del siglo
XXI. El cuadro que se nos presenta con la llegada del tercer
caballo negro, significará más hambre y sufrimiento, como no se
ha conocido jamás. La única razón por la cual nos hemos
explayado un poco más sobre esta terrible situación que ocurrirá
en un futuro es que, hay suficientes indicios para poder
comprender la magnitud de esta profecía. Hoy por hoy, ya hay
millones que carecen de lo que en el primer mundo llamamos
"artículos de primera necesidad". Los "pobres" siempre los ha
habido, pero en ese tiempo será a escala mundial.
Ya en el año 1798, el Rev. Tomás Malthus llegó a la conclusión de
que la necesidad de la población era mucho mayor, que el poder
de la tierra para producir lo necesario para generar la suficiente
alimentación para satisfacer a todos los seres humanos. Él
predijo entonces de que llegaría un día cuando se presentaría un
hambre a escala mundial. En 1959, representantes de las 70
naciones que formaban las Naciones Unidas en ese tiempo se
reunieron en Roma para "combatir el hambre y la mal nutrición".
En esa reunión, el ya citado Toynbee, dijo: "Tarde o temprano
habrá un límite en la producción alimenticia, y entonces, si la
población continúa aumentando progresivamente, el hambre
realizará las ejecuciones que tuvieron lugar en el pasado por el
hambre, la peste y la guerra, todo combinado".
Sir John Boyd Orr, quien fue director general de la Organización
Alimento y de Agricultura de las Naciones Unidas, cuando
ocupaba este cargo, dijo: "Concluiré mi actuación dando una
última advertencia al mundo. Si esto no es resuelto, habrá un
caos mundial en los próximos 50 años. Las naciones del mundo
están enajenadas". Esta fue su declaración.
Millones de personas no saben lo que es vivir sin hambre. Miles
mueren cada día, no de enfermedad, sino de hambre y mala
nutrición. Pero nada será comparado a lo que sucederá un día, al
paso del caballo negro del Apocalipsis, capítulo 6. El hambre
siempre sigue a la guerra. Y ahora, en los versículos 7 y 8,
tenemos el cuarto sello en este capítulo, leemos:
7
Cuando abrió el cuarto sello, oí la voz del cuarto ser viviente,
que decía: Ven y mira. 8 Miré, y he aquí un caballo amarillo, y el
que lo montaba tenía por nombre Muerte, y el Hades le seguía;
y le fue dada potestad sobre la cuarta parte de la tierra, para
matar con espada, con hambre, con mortandad, y con las fieras
de la tierra. (Ap. 6:7-8
Aquí se describe a una enfermedad, a una plaga de proporciones
catastróficas que consumirá una cuarta parte de la población de
la Tierra. No habrá suficiente medicina, antibióticos o penicilina
para curar a todos los afectado en ese tiempo.
...Tenía por nombre Muerte.. Debemos resaltar notar que aquí se
le da al jinete el nombre "muerte", pero escrito con mayúscula.
En nuestro próximo programa comentaremos con más detalle
este texto, porque la "muerte" es mucho más que el simple cese
de toda actividad física. Es mucho más que eso, para un ser
humano. Comentaremos ese aspecto en la próxima ocasión.
El apóstol Juan ha descrito en su libro profético, el Apocalipsis,
una gran escena que vio y oyó en el Cielo. Nos ha relatado como
estos cuatro jinetes, salieron en estampida, uno tras otro, según
Jesucristo abría los 4 primeros sellos y así les ordenaba hacer.
Deseamos mencionar como conclusión, las palabras de
Jesucristo, registradas en el evangelio de Mateo, capítulo 24,
versículo 5, done Jesús habla de "las señales antes del fin"; dijo:
Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el
Cristo; y a muchos engañarán. Estas palabras forman parte de
Su discurso en el Monte de los Olivos. Es interesante observar la
secuencia de Sus palabras. Él dijo en primer lugar: Porque
vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo, y a
muchos engañarán. Ese sería la representación del jinete del
caballo blanco, el Anticristo, que se hará pasar por "el salvador
del mundo". Y oiréis de guerras y rumores de guerras. Estas
palabras se pueden aplicar al segundo jinete, cabalgando sobre
el caballo rojo, que desatará la guerra, muerte y destrucción.
Luego dijo: Mirad que no os turbéis. Y continuó diciendo: Porque
se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá
pestes, y hambres. Este es la descripción del tercer caballo, el
caballo negro, que sembrará hambre en el mundo. Y: Habrá
pestes. Ese es el cuarto caballo, de color amarillo. Y terremotos
en diferentes lugares; y todo esto será principio de dolores. Es el
comienzo del período de la Gran Tribulación sobre la Tierra. El
Señor Jesucristo anunció en Su discurso del Monte de los Olivos
lo que años más tarde le sería revelado a Juan en la Isla de
Patmos.
Bien, amigo oyente, vamos a detenernos aquí, para continuar
con este interesante estudio en nuestro próximo programa.
Mientras tanto, le sugerimos que continúe la lectura de este
capítulo 6 de Apocalipsis para familiarizarse con este texto que
comentaremos en nuestro próximo programa. ¡Que Dios bendiga
Su Palabra, que es vida, y vida en abundancia!
Apocalipsis 6
Versículos 7-17
Continuamos hoy, amigo oyente, nuestro viaje por el libro
de Apocalipsis, el libro que nos habla de las profecías que
Jesucristo reveló sobre hechos futuros que ocurrirán en nuestro
planeta Tierra. Estimado amigo, amiga oyente, es cierto que no
sabemos cuándo, que año, ni el día, pero aquí, en nuestro
mundo ocurrirán muchos eventos. Es necesario no sólo estar
informados, pero la más importante es ¡estar preparados!
En nuestro programa anterior, leímos los versículos 7 y 8 del
capítulo 6 que estamos estudiando del libro de Apocalipsis, los
cuales nos hablan acerca del cuarto sello que Jesucristo, el
Señor, abrió de ese importante documento que tenía entre Sus
manos. Al romper el precinto, ese cuarto sellos, vimos que
inmediatamente salió galopando un jinete sobre un caballo
amarillo en dirección a la Tierra. Este será el punto de partida
para nuestro estudio hoy. Veamos entonces, lo que nos dicen los
versículos 7 y 8 de este capítulo 6 de Apocalipsis:
7
Cuando abrió el cuarto sello, oí la voz del cuarto ser viviente,
que decía: Ven y mira. 8 Miré, y he aquí un caballo amarillo, y el
que lo montaba tenía por nombre Muerte, y el Hades le seguía;
y le fue dada potestad sobre la cuarta parte de la tierra, para
matar con espada, con hambre, con mortandad, y con las fieras
de la tierra. (Ap. 6:7-8)
Aquí se menciona la llegada de una enfermedad o epidemia de
proporciones catastróficas extendida sobre todo la Tierra. Una
cuarta parte de la población del mundo será destruida por este
juicio que le sobrevendrá. Aquí el autor de Apocalipsis, el apóstol
Juan, escribió el nombre del cuarto jinete, con mayúscula, se
llama Muerte. No habrá suficiente penicilina, antibióticos, ningún
antídoto para esta plaga epidémica. La muerte, en este caso
implica mucho más de lo que a veces pensamos. La muerte no
es sólo el cese de la actividad física del ser humano. Se nos dice
que el Hades le seguía. Desafortunadamente la palabra "Hades"
a veces es traducida por "infierno", en español. En el evangelio
de Lucas, capítulo 16, versículo 23, encontramos la historia que
Jesucristo relató sobre el hombre rico y Lázaro, leemos: Y en el
Hades alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio de lejos a
Abraham, y a Lázaro en su seno. En algunas versiones se utiliza
la palabra "infierno" en lugar de "Hades". Es una traducción
desafortunada, porque no se refiere en absoluto al infierno. Esto
nos habla de la muerte física, ya sea a dónde va el espíritu, o la
tumba en donde es colocado el cuerpo. Es decir, que mientras la
muerte se apodera del cuerpo, el hades es el lugar adonde se va
el espíritu del hombre perdido. El Señor Jesucristo lo presentó de
esa manera.
El apóstol Pablo escribió en su epístola a los Romanos capítulo 5,
versículo 14, "No obstante, reinó la muerte desde Adán hasta
Moisés, aun en los que no pecaron a la manera de la
transgresión de Adán, el cual es figura del que había de venir".
Amigo oyente, el pecado y la muerte entraron al mundo al
mismo tiempo. La muerte es el resultado del pecado, y durante
ese intervalo desde Adán hasta Moisés, los hombres no
cometieron el mismo pecado que cometió Adán. Sus pecados
tampoco fueron una transgresión de la ley, como lo fue el
pecado de Adán, porque aún Dios no les había dado los Diez
Mandamientos. Sin embargo en ese período los hombres
pecaban y morían. El pecado de Adán llegó a ser su propio
pecado, porque ellos murieron como murió Adán. Aun los niños
más pequeños murieron en el Diluvio.
La muerte tiene un triple significado que ordinariamente no le
damos. Pensamos en la muerte como algo que solamente está
relacionado con el cuerpo. 1º.- Esta muerte física, que
solamente se refiere al cuerpo. Esto le ocurre al hombre a causa
del pecado de Adán. 2º.- Esta la muerte espiritual. Esa es la
separación de Dios y la rebelión contra Él. Heredamos de Adán
una naturaleza de muerte; es decir, no tenemos capacidad para
acercarnos a Dios, y no tenemos ningún deseo de hacerlo,
tampoco. 3º.- Finalmente existe la muerte eterna, que es la
separación eterna de Dios. A no ser que el hombre, el ser
humano, sea redimido, esta es la inevitable consecuencia. Esta
es la segunda muerte sobre la cual leeremos más en
Apocalipsis, capítulo 20, versículo 14. Vamos a desarrollar estos
tres aspectos cuando estudiemos el capítulo 20 de Apocalipsis.
Amigo, amiga oyente, Dios le dijo a Adán antes de pecar por
primera vez: El día que de él comieres, ciertamente morirás.
(Gen. 2:17). Adán vivió físicamente algo más de 900 años, pero
él ya estaba espiritualmente muerto ante Dios. Él huyó de Dios.
Él ya no deseaba la comunión, la cercanía, ni la presencia de
Dios. Por su desobediencia y rebelión Adán murió
espiritualmente, y la muerte física fue una consecuencia, y así
es como ha entrado a la familia humana. La medicina moderna y
el maravilloso desarrollo de la ciencia procuran extender la vida
humana y retrasar al máximo el envejecimiento. Pero, le
realidad es que la raza humana se está deteriorando,
debilitando progresivamente; la vida sería mucho más breve, si
no fuera por el empeño de la ciencia.
A Adán se le identifica aquí de manera clara como una
"tipificación de Cristo". La introducción de la muerte a la vida
humana fue únicamente responsabilidad de Adán. Amigo, amiga
oyente, Dios no creó al hombre para morir. Ese castigo fue
impuesto porque Adán transgredió voluntariamente,
conscientemente, el mandamiento de Dios. Su transgresión es
también nuestra transgresión, y su muerte es también nuestra
muerte. Ahora, Cristo es la cabeza de una nueva creación, y esta
nueva creación sólo tiene vida en Él, en Cristo. Solamente Él
puede dar vida. Él es totalmente responsable por la vida eterna
de aquellos que son Suyos.
Durante el período de la Gran Tribulación, el jinete de la muerte
andará desenfrenado. El Señor Jesucristo expresó lo siguiente en
el evangelio de Mateo, capítulo 24, versículo 22, Él dijo: Y si
aquellos días no fuesen acortados, nadie sería salvo; más por
causa de los escogidos, aquellos días serán acortados. Más
adelante veremos que la muerte quedará finalmente destruida
cuando lleguemos a estudiar el juicio del Gran Trono Blanco, el
capítulo 20, 14. El Apóstol Pablo confirmó esto al escribir en su
Primera Epístola a los Corintios, capítulo 15, versículo 26: Y el
postrer enemigo que será destruido es la muerte.
El apóstol Juan también recalcó en Apocalipsis 21, versículo 4:
Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos, y ya no habrá
muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las
primeras cosas pasaron.
En este versículo 8 de Apocalipsis capítulo 6 que estamos
considerando, leemos que al cuarto jinete, la Muerte, le fue dada
potestad sobre la cuarta parte de la tierra, para matar con
espada, con hambre, con mortandad, y con las fieras de la
tierra. Ya siglos antes Dios le reveló al profeta Ezequiel lo
siguiente, que podemos leer en el capítulo 14, de Ezequiel,
versículo 21: Por lo cual así ha dicho Jehová el Señor: ¿Cuánto
más cuando yo enviare contra Jerusalén mis cuatro juicios
terribles, espada, hambre, fieras y pestilencia, para cortar de
ella hombres y bestias?
Este caballo amarillo representa las plagas, epidemias y la
pestilencia, lo cual incluye la posibilidad de una virulenta guerra
bacteriológica a escala mundial. El científico el Dr. Frank
Holtman, de la Universidad de Tennessee, en los Estados Unidos,
dijo ya hace unas décadas: "Mientras la mayor parte de la
población de una ciudad puede ser destruida por una bomba
atómica, el método bacteriológico, puede destruir fácilmente
toda la población en el término de una semana".
Hemos llegado al quinto sello. Leamos los versículos 9 y 10 de
este capítulo 6 de Apocalipsis, que dicen:
9
Cuando abrió el quinto sello, vi bajo el altar las almas de los
que habían sido muertos por causa de la palabra de Dios y por
el testimonio que tenían. 10Y clamaban a gran voz, diciendo:
¿Hasta cuándo, Señor, santo y verdadero, no juzgas y vengas
nuestra sangre en los que moran en la tierra? (Ap. 6:9-10)
Este altar se encuentra en el Cielo y evidentemente es el lugar
donde Cristo ofreció Su sangre por los pecados del mundo.
Nuestra posición es que la sangre de Jesucristo está literalmente
presente en el Cielo. Podemos confirmar esto con la cita de la
carta a los Hebreos, en el capítulo 9, versículos 23 y 24, donde
leemos: Fue, pues, necesario que las figuras de las cosas
celestiales fuesen purificadas así; pero las cosas celestiales
mismas, con mejores sacrificios que estos. Porque no entró
Cristo en el santuario hecho de mano, figura del verdadero, sino
en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante
Dios.
Las almas que se mencionan debajo del altar son los santos del
Antiguo Testamento. El Señor Jesucristo indicó que la sangre de
todos los profetas, que había sido derramada desde la fundación
del mundo, iba a ser requerida de esta generación, desde la
sangre de Abel hasta la sangre de Zacarías (Lc 11, 50-51). Aquí
también se incluyen a aquellos muertos durante el período de la
Gran Tribulación; ya hemos visto que una cuarta parte de la
población había sido destruida. Continuamos con el versículo 11
de este capítulo 6 de Apocalipsis, dice:
11
Y se les dieron vestiduras blancas, y se les dijo que
descansasen todavía un poco de tiempo, hasta que se
completara el número de sus consiervos y sus hermanos, que
también habían de ser muertos como ellos. (Ap 6:11)
Hemos llegamos a la apertura del sexto sello; y aquí comienza
"el gran día de la ira de Dios". Leemos los versículos 12 y 13 de
este capítulo 6 de Apocalipsis:
12
Miré cuando abrió el sexto sello, y he aquí hubo un gran
terremoto; y el sol se puso negro como tela de cilicio, y la luna
se volvió toda como sangre; 13 y las estrellas del cielo cayeron
sobre la tierra, como la higuera deja caer sus higos cuando es
sacudida por un fuerte viento. (Ap. 6:12-13)
Tenemos ante nosotros "el gran día de la ira de Dios". Este es el
comienzo de la segunda mitad del período de la Gran
Tribulación. Suceden grandes hechos en los cielos. Tanto en el
principio de la Tribulación, como también al fin del período de la
Gran Tribulación, suceden eventos en el universo natural. En el
libro del profeta Joel, capítulo 2, versículo 30, se nos dice: Y daré
prodigios en el cielo y en la tierra, sangre, y fuego, y columnas
de humo. Esta es una referencia al principio de la Tribulación, y
Joel, en capítulo 3, versículos 9 al 17 nos hablan del fin. El hecho
de que en el presente haya un aumento de terremotos, no
significan el cumplimiento de esta profecía. Aquí se habla del
período de la Gran Tribulación. Los terremotos en el pasado han
causado la muerte a gran cantidad de personas. El profesor R. A.
Daley, en uno de sus libros, escribió lo siguiente: "En los últimos
4.000 años, los terremotos han causado la pérdida de 13
millones de vidas, y aún están por suceder los peores
terremotos".
Esta mención es muy interesante porque vamos a ver más
adelante en el capítulo 16, versículo 18, de Apocalipsis, que
habrá un gran terremoto: Un terremoto tan grande, cual no lo
hubo jamás desde que los hombres han estado sobre la tierra.
(Ap. 16:18) Los terremotos actuales no son un cumplimiento de
esto. Sencillamente muestran lo que sucederá y la Palabra de
Dios así lo afirma. Ahora, el versículo 14 de este capítulo 6 de
Apocalipsis, dice:
14
Y el cielo se desvaneció como un pergamino que se enrolla; y
todo monte y toda isla se removió de su lugar. (Ap. 6:14)
Creemos que esta descripción del apóstol Juan, que escribe lo
que vio y oyó en el Cielo, tiene que ser tomada literalmente. En
el Antiguo Testamento, en el libro del profeta Nahum, capítulo 1,
versículo 5, tenemos una descripción similar, que veremos
nuevamente cuando lleguemos al capítulo 20, versículo 11 de
Apocalipsis. Continuemos con los versículos 15 al 17 de este
capítulo 6 de Apocalipsis:
15
Y los reyes de la tierra, y los grandes, los ricos, los capitanes,
los poderosos, y todo siervo y todo libre, se escondieron en las
cuevas y entre las peñas de los montes; 16 y decían a los montes
y a las peñas: Caed sobre nosotros, y escondednos del rostro de
aquel que está sentado sobre el trono, y de la ira del Cordero;
17porque el gran día de su ira ha llegado; ¿y quién podrá
sostenerse en pie? (Ap. 6:15-17)
Aquí se nos describe a gente que está rogándole a los montes y
a las peñas que caigan sobre ellos, porque quieren ocultarse.
¿De quién? De "la ira del Cordero". Se está desarrollando "el
gran día de la ira de Dios". Hemos llegado a una declaración
interesante, la ira del Cordero. La "ira de Dios" es aquel día, el
día de Jehová, aquel día que hemos visto a través de todo el
Antiguo Testamento, anunciado por los profetas. Pero aquí Juan
nos habla de la ira del Cordero. Esta es una declaración un poco
extraña.
La Biblia está llena de paradojas. ¿Qué es una paradoja? Bueno,
la definición de una paradoja es aquello que parece ser
contradictorio. Por ejemplo, se dice que el calor del sol es
insoportable, y que acercándose al sol el calor se hace cada vez
más insufrible. Sin embargo, en las islas de Hawaii, que disfruta
de un clima tropical, hay una gran montaña, el Mauna Kea, cuya
cumbre está cubierta de nieve. La cima helada, sin embargo,
paradójicamente, está más cerca del sol y de su calor. Esto es
una "paradoja".
También la vida cristiana es una serie de paradojas. Cuando soy
débil, entonces soy fuerte: escribió el apóstol Pablo. (2 Cor.
12:10). Bien, aquí tenemos otra paradoja: La ira del Cordero. El
"cordero" es una descripción muy conocida de Jesucristo. ¿Cómo
puede un pequeño cordero, cuya característica destacable es la
mansedumbre y humildad, cómo puede enojarse? Desde los días
de Abel, el hermano de Caín, hasta los tiempos de Juan el
Bautista, al Señor Jesucristo se le describe como un cordero.
Juan dijo: Él es el Cordero que fue inmolado desde el principio
del mundo. (Ap. 13:8). En otras palabras, Dios no eligió la figura
de un cordero porque éste poseía las características de Cristo.
Dios creó un animal que pudiera representar a Cristo. Cristo es
el Cordero inmolado ya desde antes de la fundación del mundo.
La mansedumbre es una de las destacadas cualidades de Cristo.
El dijo Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados. Yo
soy manso y humilde. (Mat. 11:28, 29). Él demostró su
mansedumbre en Su entrega y en Su obediencia a Dios Padre
para realizar el "plan de Salvación del ser humano", a pesar del
coste, del sacrificio, de esa entrega total y voluntaria. Jesucristo
fue totalmente inofensivo y fiable. Dijo Dejad a los niños venir a
mí, dice. (Mar. 10:14). Él era manso y humilde. Cristo llegó a
lavar los pies de los discípulos, para dejarles un modelo de
humilde entrega, servicio y amor. ¡El Rey de Reyes, inclinado
sobre los pies sucios del polvo del camino de sus discípulos! Qué
escena conmovedora en su sencillez y profundidad. Aquí
tenemos una vida que destaca por su encanto, por la sobriedad,
la autenticidad, y la coherencia. Su vida era como el perfume de
una flor hermosa y frágil. Su venida fue una doxología. Su
estadía entre la gente fue una innegable bendición. Y también lo
fue Su partida. A nadie dejaba indiferente, y hasta aquellos que
no creían en Él quedaban conmovidos por su ternura, sencillez y
sensibilidad. Un cordero dispuesto para el sacrificio. El patriarca
Abraham, siglos antes dijo: Dios se proveerá de cordero. (Gen.
22:8). Y Dios se proveyó a Sí mismo de un Cordero.
Y, ¿cómo se explica la ira? Pareciera que "la ira" no encaja con el
carácter de Dios, según nuestros esquemas o conceptos. Dios
ama lo bueno; Él aborrece el mal. Él no aborrece, ni odia, como
los hacemos los seres humanos. Él no es vengativo. Dios es
Justo. Dios es Santo. Dios aborrece todo aquello que es contrario
a Su propia naturaleza. Él se llama a Sí mismo "Jehová". Él es un
hombre de guerra. Él es fuerte y poderoso. Él es poderoso en la
batalla. El evangelio revela "la ira de Dios". El Apóstol Pablo dijo:
la ira de Dios se revela desde el cielo. (Ro. 1:18).
Observe a este mundo en el que vivimos, amigo oyente. Revela
la ira de Dios, el juicio de Dios. Sería como mezclar el fuego con
el agua, el reunir la ira y el manso Cordero, sin embargo toda la
furia de la ira de Dios es revelada en el Cordero. Amigo oyente,
cuando Jesucristo estuvo en la Tierra, hizo un látigo con unas
cuerdas y con él expulsó a los mercaderes, comerciantes y
cambistas de dinero fuera del recinto del sagrado Templo.
¿Estaba simplemente aparentando estar disgustado e iracundo?
No, estimado amigo, amiga oyente. Él llamó a los líderes
religiosos "una generación de víboras"; y "sepulcros
blanqueados". Jesucristo llegó a maldecir a una higuera. Cristo
rechazó a la ciudad de Jerusalén, pero con lágrimas y gran
tristeza. Él continúa controlando las fuerzas de la naturaleza, y
las utilizará para el juicio venidero. Dios ha declarado la guerra
al pecado. Él no va a disculpar, minimizar o pasar por alto todo
aquello que ha causado tal estrago a la familia humana. Llegará
un día en el que la ira del Cordero se hará evidente. Quizá algún
oyente pueda pensar: "Pero, yo pensaba que Él era manso,
bondadoso, y que comprende las debilidades humanas, y no las
castigaría como si fueran "pecado"". El salmista, autor del Salmo
2, versículos 10 y 12 nos advierte: Ahora, pues, oh reyes, sed
prudentes; admitid amonestación, jueces de la tierra. Honrad al
Hijo, para que no se enoje, y perezcáis en el camino; pues se
inflama de pronto Su ira.
Estimado amigo, amigo oyente, vamos a detenernos aquí. En
nuestro próximo programa continuaremos con el estudio de
estas importantes profecías relacionadas con el futuro de
nuestro planeta. Hasta entonces, continuamos pidiendo a Dios
que Él bendiga Su Palabra y que ésta le sirva a usted de luz y
guía en su camino.
Apocalipsis 7
Versículo 1
Continuamos hoy, estimados amigos, nuestro viaje por el libro
de Apocalipsis, llegando a su séptimo capítulo.
Podríamos titular este capítulo de hoy de la siguiente manera:
"Dios sella al remanente de Israel". La razón, tal y como
veremos, será que, algún día y de una manera que hoy
desconocemos, Él los sellará, los marcará, para salvar a los
gentiles, -a los no nacidos dentro del pueblo judío-, durante el
periodo denominado Gran Tribulación.
A pesar de que este libro contiene determinados pasajes que
indudablemente resultan complicados de interpretar,
recordemos brevemente que su estructura interna resulta muy
sencilla. Ya vimos cómo en el capítulo 1, versículo 19, a Juan se
le mostró un breve bosquejo de sus visiones: Este sencillo
bosquejo se aplicará a todo el libro y nos ayudará a comprender
la estructura del mismo. En este versículo, Apocalipsis 1:19, se
diferenciaba entre: "Las cosas que has visto", referidas a la
visión que Juan contempló en el capítulo 1, "las que son",
referidas a las cartas dirigidas a las siete iglesias (en los
capítulos 2 y 3), y "las que han de ser después de éstas",
referidas a la revelación de la historia futura (capítulos 4 al 22).
Sin embargo, a pesar de su sencilla estructura, para su correcta
comprensión, el libro de Apocalipsis debería ser abordado por el
lector una vez que éste se hubiera familiarizado con el resto de
las Sagradas Escrituras. El lector ávido de la Palabra de Dios que
previamente haya interiorizado, al menos en parte, el propósito
de los libros que preceden al Apocalipsis (que son 66 libros,
además de éste), no tendrá mayores dificultades para
comprender las verdades fundamentales que el Apóstol Juan nos
expone aquí.
Como usted recordará, en anteriores programas asistimos como
espectadores a la apertura de los siete sellos, aunque hasta el
momento sólo hemos podido ver y analizar la apertura de seis
de éstos. Tuvimos, además, la oportunidad de leer acerca de los
popularmente conocidos "cuatro jinetes del Apocalipsis" cuya
terrible acción sobre la tierra desatará el periodo conocido como
"La Gran Tribulación". Y hemos llegado a una altura de la lectura
en la cual a la iglesia ya no aparece menciona por nombre,
debido, según numerosos estudiosos, a que ésta ya no estará
físicamente presente en la tierra en aquel tiempo.
En los capítulos 2 y 3 de Apocalipsis, Jesucristo le ordenó a Juan
que escribiera lo que había visto. El Apóstol, con un lenguaje
humano, ofreció la visión del Cristo glorificado. Además, se le
ordenó que escribiera acerca de "las cosas . . . que son". Por
esta expresión entienden algunos estudiosos que se está
describiendo el actual periodo de la iglesia, espacio de tiempo
en el cual aún nos encontraríamos en la actualidad.
De la lectura del libro podemos deducir que la Iglesia va a ser
sacada de este mundo, en una forma y de un modo que hoy por
hoy nos resultan desconocidos. Es por ello que, a partir de ese
momento, no la volveremos a encontrar mencionada en el
Apocalipsis. En capítulos anteriores hemos podido leer acerca de
las circunstancias, fortalezas y áreas de mejora de siete iglesias
diferentes, y las conclusiones que extrajimos fueron tan
relevantes, para los cristianos de su época, como para los de la
nuestra.
A partir de los capítulos 4 y 5 es muy probable, según algunos
eruditos, que la Iglesia se encuentre ya en el cielo, disfrutando
de la presencia de Jesucristo, El Señor. Sobre los diferentes
puntos de vista acerca de si la Iglesia y los creyentes
atravesarán en la Tierra por el periodo conocido como "Gran
Tribulación" hablaremos más adelante.
Evidentemente estos juicios no son contra los creyentes sino
contra los no creyentes, pero sin embargo, como es lógico, éstos
también se verán indirectamente afectados. Por ello, como
usted podrá imaginarse, estimado oyente, no resultará ni fácil ni
sencilla la existencia humana sobre la Tierra, en especial para
los cristianos, cuya profesión de fe no sólo estará prohibida sino
también perseguida, reviviendo persecuciones tal y como las
que tuvieron lugar en el origen de la iglesia primitiva. Todo
cristiano que decida mantenerse firme en la fe, sufrirá por Cristo
tal y como Él sufrió, y como padecieron los Apóstoles y las
primeras generaciones de cristianos.
Ahora bien una pregunta que usted podría hacerse es la
siguiente: ¿Qué sucederá con la gente que se vuelva a Dios
durante este período de la Gran Tribulación? Cuando estudiamos
la Segunda Carta a los Tesalonicenses, vimos cómo el Apóstol
Pablo abordó indirectamente este asunto, aludiendo al tiempo
cuando el Espíritu Santo, que es el que detiene el mal, sea
quitado de la tierra, haciendo imposible que ninguna persona se
vuelva a Dios sin Su Obra, es decir, la obra del Espíritu Santo.
Es importante señalar que no hemos dicho que el Espíritu Santo
haya abandonado el mundo sino que, de alguna forma, por
algún tiempo, no va a detener o no va a limitar la obra de
Satanás en la Tierra. Recordemos que el Espíritu Santo ya
estuvo presente en la Creación, y a través de todo el Antiguo
Testamento podemos encontrar la obra del Espíritu Santo
trabajando en el corazón y las vidas de mujeres y hombres.
Multitudes llegaron al conocimiento de Dios, por el Espíritu de
Dios, pero en el día de Pentecostés, comenzó un nuevo
ministerio, tal y como se narra en el libro de los Hechos de los
Apóstoles, en el Nuevo Testamento de la Biblia. El cometido del
Espíritu Santo es el de capacitar a los creyentes para llevar a
cabo su misión en la iglesia y ser luz y sal en un mundo cegado
por el pecado y pos Satanás. Por este motivo, cuando la iglesia
sea quitada de este mundo, ese ministerio del Espíritu Santo
finalizará, pero Su presencia seguirá en la Tierra.
¿Cómo será posible que algunas personas se arrepientan de sus
pecados y se salven? Dado que nada ni nadie se opondrá al
diablo, ¿quién podrá oponérsele? Durante este periodo de juicio
de Dios sobre la Tierra debido a su rechazo hacia Jesucristo,
¿podrá, no obstante, ser salvo alguien?
Estimado amigo y amiga, es nuestra opinión personal que, si
bien no aparece explícitamente afirmado en las Sagradas
Escrituras, durante este periodo de siete años de pruebas y
tribulaciones habrá más personas que se salven que en
cualquier otro período de la historia de la humanidad. ¿Cómo
será esto posible?" La respuesta la encontramos en este capítulo
7 del Apocalipsis.
Acompáñenos ahora a la Palabra de Dios y leamos juntos los
primeros cuatro versículos de este capítulo 7 de Apocalipsis,
para tener una idea más clara de lo que la visión que tuvo el
Apóstol Juan en su exilio de la isla de Patmos:
1
Después de esto vi a cuatro ángeles en pie sobre los cuatro
ángulos de la tierra, que detenían los cuatro vientos de la tierra,
para que no soplase viento alguno sobre la tierra, ni sobre el
mar, ni sobre ningún árbol. 2 Vi también a otro ángel que subía
de donde sale el sol, y tenía el sello del Dios vivo; y clamó a
gran voz a los cuatro ángeles, a quienes se les había dado el
poder de hacer daño a la tierra y al mar, 3 diciendo: No hagáis
daño a la tierra, ni al mar, ni a los árboles, hasta que hayamos
sellado en sus frentes a los siervos de nuestro Dios. 4 Y oí el
número de los sellados: ciento cuarenta y cuatro mil sellados de
todas las tribus de los hijos de Israel. (Ap. 7:1-4)
Antes de estudiar este capítulo en detalle, conviene que
establezcamos el esquema general que presenta. El Apóstol
Juan está contemplando la visión de los últimos y terribles días
de la Tierra y, en particular, de la Gran Tribulación, que está por
venir, que no es comparable a nada que se haya podido vivir
desde el comienzo de los tiempos (Mt. 24:21, Mr.13:19). En esta
tribulación que ha de venir tenía que haber un asalto final de
todos los poderes del mal y una devastación final de la Tierra.
Los vientos estaban esperando para cumplir su misión en esta
devastación, para lo cual están siendo retenidos. Antes de que
venga este tiempo de terror y devastación, los fieles han de ser
marcados con el sello de Dios para que puedan sobrevivir. No es
que hayan de ser eximidos, sino que están a salvo, para superar
la situación.
Este es un cuadro terrible; aún cuando los creyentes hayan de
superar este tiempo terrible, sin embargo, tienen que sufrirlo, al
menos en parte, y esta perspectiva puede hacer temblar al más
valiente. Más adelante, en el versículo 9, la perspectiva
temporal de Juan se amplía aún más y ve a los fieles después de
la Gran Tribulación. Están en perfecta paz y satisfacción en la
misma presencia de Dios. Si sus sufrimientos iniciales han sido
indecibles, su gozo será también indescriptible cuando entren en
la presencia de Dios.
Hay realmente tres elementos en este cuadro: En primer lugar,
hay una advertencia; los últimos tiempos de tribulación están
cerca. En segundo lugar, hay seguridad: en ese tiempo de
destrucción los fieles sufrirán, pero saldrán a salvo al otro lado
porque están marcados con el Sello de Dios. Y en tercer y último
lugar, hay una promesa: Cuando hayan pasado por ese tiempo
entrarán en la bienaventuranza en la que ya no habrá más dolor
ni tristeza, sino sólo paz y gozo.
Esta visión se enmarca en la concepción del mundo vigente en
los tiempos de cuando Juan escribió el Apocalipsis: se asumía
que la tierra era plana y cuadrada, y por lo tanto, Juan vio que
en las cuatro esquinas hay cuatro ángeles esperando desatar los
vientos de la destrucción. El profeta Isaías habló de reunir a los
esparcidos de Judá por los cuatro confines de la tierra (Is. 11:12).
Para el profeta Ezequiel, "el fin viene de los cuatro extremos de
la tierra" (Ez. 7:2).
Los pueblos antiguos creían que los vientos que soplaban del
Norte, del Sur, del Este y del Oeste eran todos favorables; pero
lo que soplaban diagonalmente a través de la tierra eran todos
perjudiciales. Por eso estaban los ángeles apostados en las
cuatro esquinas de la Tierra. Estaban a punto de desatar los
vientos que soplaban diagonalmente. Los antiguos judíos
pensaban que todas las fuerzas de la naturaleza estaban a cargo
de ángeles; así leemos sobre el ángel del fuego (Ap. 14:18) y el
ángel de las aguas (Ap. 16:5). Estos ángeles se llamaban "los
ángeles del servicio" y eran los de menor rango entre todos los
ángeles porque estaban de guardia constantemente y por lo
tanto no podían guardar el sábado como día de reposo. Por ello,
a los israelitas piadosos que sí guardaban este día de reposo se
decían que estaban por encima de estos ángeles de servicio.
Tal y como hemos leído, a estos cuatro ángeles se les había
ordenado retener los vientos hasta que se acabara la labor de
sellar a los fieles. Y una de las ideas que encontramos a lo largo
del Antiguo Testamento es que los vientos son los siervos y
agentes de Dios. Esto se aplicaba especialmente al terrible
viento conocido como Siroco, un viento tremendamente intenso
del Sureste, con ráfagas tan candentes como si salieran de un
horno que llegaba a secar la vegetación. El profeta Zacarías
mencionó las carrozas de los vientos que se ponen en marcha
después de presentarse al Señor de toda la Tierra (Zac. 6:1-5).
El profeta Nahúm habló del Señor, que marchaba sobre la
tempestad y el torbellino (Nahúm 1:3). El Señor avanza entre los
torbellinos del Sur (Zac. 9:14). Tan terrible era el efecto del
siroco que se le reservó una escena en el cuadro de los últimos
días. Uno de los terrores que debían preceder al fin era una
terrible tormenta. Dios destruiría a sus enemigos como
hojarasca delante del viento (Salmo 83:13). El día de Dios sería
como un torbellino (Amós 1:13). La tempestad del Señor sale
con toda su furia y cae sobre la cabeza de los impíos (Jer. 23:19,
30:23). El viento del Señor, el siroco, vendrá del desierto y
destruirá la fertilidad de la tierra.
Aparentemente, este y otros versículos sugieren que durante el
período de la Gran Tribulación habrá una gran cantidad de
personas que serán salvas al aceptar a Jesucristo como su Señor
y Salvador. Ahora bien, la cuestión que podemos plantearnos es,
¿cómo van a ser salvos? Juan nos aclara esta cuestión: van a ser
sellados. Pero, ¿cómo serán sellados?, podríamos preguntarnos.
El Espíritu Santo estará allí, no sólo para regenerarlos sino que Él
llevará a cabo un ministerio especial durante dicho período de
tiempo para sellarlos. El Espíritu Santo garantiza que ellos
podrán pasar a través del período de la Gran Tribulación. Y si Él
no estuviera allí para sellarlos, entonces, ellos no podrían
soportar ese terrible período de tiempo.
Tal y como usted habrá podido observar, nos encontramos aquí
con un interludio temporal antes que se abra el séptimo sello. En
la escena descrita por Juan, un ángel ordena que se detengan
los vientos, los vientos del juicio, los vientos de período de la
Gran Tribulación, porque es necesario sellar a esta gente; de
otra manera, no lograrían pasar por ese período. Y habrá dos
grandes multitudes de personas: los de la nación de Israel y
aquellos que pertenecen a las naciones gentiles o no judías.
Ahora, quizá alguien se pregunte: "¿Dónde está la iglesia?". La
iglesia ya no está aquí en la tierra sino que se encuentra en la
presencia de Cristo. Él dijo que iba a preparar un lugar para
aquellos que eran salvos. Volvamos ahora a leer lo que nos dice
el primer versículo de este capítulo 7 de Apocalipsis:
1
Después de esto vi a cuatro ángeles en pie sobre los cuatro
ángulos de la tierra, que detenían los cuatro vientos de la tierra,
para que no soplase viento alguno sobre la tierra, ni sobre el
mar, ni sobre ningún árbol.
Observamos que el comienzo de este versículo: "Después de
esto" indica un tiempo posterior a los cuatro jinetes del
Apocalipsis, y creemos que aquí se nos está ofreciendo una vista
panorámica del período de la Gran Tribulación, de la cual
veremos algunos detalles más. Leamos una vez más el versículo
1:
1a
Después de esto vi a cuatro ángeles en pie sobre los cuatro
ángulos de la tierra, (Ap. 7:1a)
En cierta ocasión, un joven desconocido interrumpió al
predicador, Dr. Ironside, en mitad de una conferencia y le
espetó: "Ya le dije que la Biblia no era nada científica. ¿La Biblia
enseña que la tierra es plana, por qué aquí dice que tiene cuatro
ángulo?" El Dr. Ironside le miró con atención y tras una
prologada pausa que llenó el auditorio de tensión, le respondió
con absoluta calma: "Mi amigo, me sorprende usted. ¿No sabía
usted que la tierra tiene cuatro ángulos?" Y este joven
respondió: "No. ¿Dónde están?" Y el Dr. Ironside respondió:
"Norte, sur, oriente y occidente. Esos son los cuatro ángulos de
la tierra".
Si continuamos leyendo en este versículo 1 del capítulo 7 de
Apocalipsis, dice así:
1b
que detenían los cuatro vientos de la tierra, para que no
soplase viento alguno sobre la tierra, ni sobre el mar, ni sobre
ningún árbol. (Ap. 7:1b)
Aquí se refiere a los vientos de juicio. Dios utilizará el viento en
Su juicio, por Él controla el viento. Dice allá en el Salmo 148,
versículo 8: El fuego y el granizo, la nieve y el vapor, el viento
de tempestad que ejecuta su palabra.
Así es que, los vientos del juicio son detenidos. Y nada puede
moverse hasta que Dios logre Su propósito. Y, ¿cuál será este
propósito? No creemos que Dios permitirá que pase algún
tiempo en esta tierra, sin que haya alguien que se vuelva a Dios,
porque ese es Su propósito. No creemos que Él jamás permitiría
que este mundo continuara, si es que no hubiera gente que
estuviera volviéndose a Él, que estuviera acudiendo a Dios. Así
es que, este será un período donde multitudes de personas,
"hambrientas de Dios", acudirán a Él.
¿Está usted "hambriento de Dios", estimado amigo y amiga?
Jesús dijo: "Yo soy el pan de vida, el que viene a mi no tendrá
hambre, y el que cree en mi nunca tendrá sed" (Juan 6:35); "Yo
soy el pan de vida" (Juan 6:48).
Con este pensamiento queremos despedimos de usted hoy.
Esperamos que haya disfrutado con este programa tanto como
nosotros con su amable atención. Será un placer volver a
encontrarle aquí en nuestro próximo encuentro. Hasta entonces
le invitamos a que siga leyendo y meditando la Palabra de Dios,
la única que es viva y eficaz para guiar su vida y saciar su
hambre espiritual.
¡Que Dios le bendiga!
Apocalipsis 7
Versículos 2-4
Continuamos hoy, amigo oyente, avanzando por este fascinante
libro de la Biblia llamado Apocalipsis, el cual ha despertado el
interés y la curiosidad de numerosos estudiosos y buscadores de
la verdad. Para nosotros, los cristianos, la Biblia es verdad y todo
lo que contiene es verdad. Por eso estamos realizando esta serie
de programas, con el fin de ayudarle a descubrir a usted, amigo
y amiga que nos sintoniza, todos sus tesoros y darle respuesta a
sus preguntas e inquietudes sobre Jesucristo, el plan de
salvación para el hombre, la vida eterna, el castigo eterno y un
largo etcétera.
Le invitamos pues a que nos acompañe nuevamente hoy y se
embarque con nosotros en este interesantísimo viaje, no como
un turista más, preparado a sacar unas cuantas fotografías, sino
como un auténtico viajero, dispuesto a adentrarse con nosotros
en las profundidades y en las verdades que la Biblia, un libro
que tiene que mucho que ofrecer para el hombre y la mujer del
siglo XXI.
Dicho esto, comenzaremos nuestro estudio de hoy en el
versículo 2 del capítulo siete del Apocalipsis.
Tan sólo un apunte más antes de comenzar: muchos
exploradores de lo misterioso y lo místico han querido ver en
Apocalipsis una simple colección de símbolos incomprensibles y
esotéricos, más destinados a confundir y a ocultar que a
enseñar. Pero nada más lejos de la verdad, querido oyente:
Pocos libros de la Biblia poseen una estructura interna más clara
y fácil de seguir. Y si bien es evidente que el Apocalipsis está
poblado de numeroso símbolos, esto no lo convierte en un libro
oscurantista sino, por el contrario, es el libro de la Biblia que
más luz arroja hacia un tema absolutamente fascinante: el final
de los tiempos de la humanidad; un final que está cerca pero no
sabemos cuándo acontecerá, y un final para el cual Dios no
desea que tengamos todos los detalles, sino tan sólo una serie
de pistas. Al igual, que una serie de trazos rápidos en un lienzo,
no para quedarnos absortos admirando la fluida agilidad de las
líneas, sino para admirar y vislumbrar por un instante la Gloria
de Jesús en Su Segunda Venida, el triunfo de lo bueno, el castigo
de los malos y el comienzo del reinado de paz y justicia de Jesús
en la tierra. Así es como debería de haber sido desde un
comienzo, si el hombre no hubiese desobedecido a Dios y le
hubiera dado la espalda desde el principio, tal y como se relata
en el libro del Génesis.
De esta manera, estimado lector, cuando el Apóstol Juan nos
intenta poner en palabras sus visiones, utiliza símbolos e
imágenes que pueden resultar difíciles de entender en sí
mismas, pero que representan verdades y principios que
podemos observar a lo largo de toda la Biblia. Si nos limitamos a
ver los símbolos e imágenes y no miramos más allá, hacia los
principios que apuntan, sólo estaremos realizando malabarismos
bíblicos tratando de que su significado respalde alguna
suposición previa nuestra.
Recordemos que a esta altura de nuestro estudio, en el capítulo
7 del Apocalipsis, la iglesia ya no está en este mundo sino que
ha sido sacada de la tierra y disfruta de la presencia del Señor.
Fue el Apóstol Pedro quien dijo que no había ninguna profecía de
interpretación privada. ¿Qué quiere decir esto? Que uno no
puede extraer un versículo de su contexto y utilizarlo como un
pretexto para apoyar su tesis. A eso lo podríamos denominar,
con cierto toque de humor, como "bibliomancia", que es lo que
hacen algunos cristianos cuando abren su Biblia al azar para que
Dios les revele Su voluntad en una decisión difícil que deben
tomar. ¡Cómo somos los humanos!, ¿verdad, querido oyente?
Nos acordamos de Dios cuando vienen las crisis de la vida,
cuando ya hemos tomado malas decisiones, cuando hemos
provocado el conflicto y no somos capaces de salir adelante. Es
entonces cuando el cristiano inmaduro, el que es inconstante y
carnal, es decir, que se mueve por impulsos y según su propia
sabiduría, decide acudir a La Palabra como último auxilio. Espera
que Dios le hable y le diga lo que debe hacer para recuperar su
trabajo, a pesar de haber sido negligente, o a salvar su
matrimonio, a pesar de haber sido infiel física o mentalmente, o
a encauzar a su hijo, cuando no lo ha educado con la sabiduría y
con los valores que enseña la Biblia. Amigo y amiga que nos
escucha: Dios hace milagros, pero Dios no va hacer algo que
usted debería haber hecho. La Biblia le enseñará el camino a
seguir, pero usted decide seguirlo o no; o recorrerlo lentamente
y parándose a menudo, o ágilmente hacia su meta. Usted elige.
Pero, desde aquí le desafiamos a iniciar, o a retomar el mayor
viaje de su vida, un viaje sin retorno hacia la vida eterna. Fíjese
que no hemos dicho "un viaje hacia la felicidad", tal y como
prometen muchos libros de autoayuda. Y es que estamos siendo
absolutamente sinceros con usted: la finalidad del cristiano no
es ser feliz, sino ser como Cristo. Así de sencillo. Así de difícil. Así
de increíble. ¿Nos acompaña en este viaje?
Entre la apertura del sexto sello y la del séptimo, se inserta este
capítulo 7 en el cual se introducen dos grandes multitudes, una
en la Tierra (vv. 1-8) y otra en el Cielo (vv. 9-17). Juan, el
Apóstol, tendrá dos visiones, en las que encuentra consuelo,
protección y símbolos de victoria para los hijos de Dios. En este
y el próximo programa estudiaremos el significado de la multitud
que Juan vio en la tierra: 144.000 judíos, sellados con el sello
protector de Dios mismo. Ya en el programa anterior vimos la
actuación de cinco ángeles (vv. 1-3) y después analizaremos el
número de los sellados de cada una de las tribus (vv. 4-8).
Anteriormente habíamos asistido a la apertura de los seis sellos,
y estos seis sellos contenían un mensaje muy claro, a la vez que
revelaban sucesivos eventos del periodo denominado como
Gran Tribulación. Estos sellos, como vimos, avanzaban cuatro
grandes catástrofes que acontecerían sobre nuestro planeta al
comienzo del juicio. El quinto sello nos habla de aquellos que
serían martirizados. El sexto nos presentó algunos de los signos
o señales de anarquía que vendrán sobre el mundo, durante
este período de la Gran Tribulación.
También comentamos que una gran multitud de personas iban a
ser salvas, tantas como nunca en la historia de la iglesia ha
sucedido. En ningún otro periodo de tiempo como en estos siete
años de tribulación tanta gente se volverá hacia Dios. Esto
revela que los juicios o castigos lograrán uno de los propósitos
de Dios, provocará que multitudes de personas se vuelvan a Él
en este período, pero también se verá que muchos otros se
vuelvan aún más contra Él. Dios quiere tener una gran familia y
que todos se salven, que ni uno sólo se pierda, y para ello usará
todo lo que tiene a Su alcance para que usted tenga la
oportunidad de aceptarle voluntariamente como su Señor y
Salvador. Pero Él no le obligará; tan sólo llamará a su puerta.
Sólo si usted le invita a pasar, Él entrará. En caso contrario, no lo
hará. Esa es la increíble e incomprensible libertad de decisión
que Dios ha regalado al hombre y a la mujer para hacer lo que
deseen con su vida.
Cómo nos gustaría poder interpretar todos los detalles de la
profecía de Apocalipsis, pero por alguna razón que
desconocemos, Dios, en Su sabiduría, ha decidido no revelarnos
todos los detalles acerca del futuro; quizá para que nos
obsesionemos con Él; quizá para que nos enfoquemos más en
arreglar nuestro presente y nuestra relación con Él, interrumpida
por nuestro pecado; o quizá porque para Dios hay cosas mucho
más importantes que desvelarnos el futuro; como que nos
volvamos a enamorar de Él, restauremos nuestra amistad e
intimidad con Él, que Le obedezcamos, crezcamos y seamos
maduros; que hablemos a muchos de Él, que muchos escuchen
este mensaje de certeza y esperanza: que hay una vida nueva
en Cristo y que está al alcance de todos.
Todo lo que el hombre necesita para vivir está en las Sagradas
Escrituras, en la Biblia. Y todo lo que la Iglesia necesita
comprender es que hemos sido librados de pasar a través de
este período denominado Gran Tribulación. En el evangelio de
Juan, capítulo 5, versículo 24, el Señor Jesucristo dijo: "De cierto,
de cierto os digo: El que oye mi Palabra, y cree al que me envió,
tiene (en este instante) vida eterna; y no vendrá a condenación"
? Esta "condenación" es el juicio de la Gran Tribulación.
Nosotros, los cristianos que conformamos la Iglesia, no vamos a
pasar por eso. Así se lo prometió también a la iglesia de
Filadelfia. En Apocalipsis, capítulo 3, versículo 10, leemos: "Por
cuanto has guardado la palabra de mi paciencia, yo también te
guardaré de la hora de la prueba". Él dijo que los libraría de esa
hora. ¿De qué hora? De la hora de la prueba, de esta tribulación.
Leamos ahora, juntos, los versículos 2 y 3 de este capítulo 7 de
Apocalipsis, que dicen lo siguiente
2
Vi también a otro ángel que subía de donde sale el sol, y tenía
el sello del Dios vivo; y clamó a gran voz a los cuatro ángeles, a
quienes se les había dado el poder de hacer daño a la tierra y al
mar, 3 diciendo: No hagáis daño a la tierra, ni al mar, ni a los
árboles, hasta que hayamos sellado en sus frentes a los siervos
de nuestro Dios.
Recordemos, amigos oyentes, que en el versículo anterior, Juan
observó a cuatro ángeles de pie, situados en los cuatro puntos
cardinales, que controlaban los vientos y las tempestades. Ello
nos recuerda que la meteorología puede ser un instrumento en
las manos de Dios, lo mismo para bendecir que para castigar.
Juan dice aquí: Vi también a otro ángel, y esto quiere decir que
había un quinto ángel allí. Aparentemente tiene un rango
superior a los otros cuatro porque les está dando órdenes. Como
pudimos ver en el libro de Daniel, y también en la epístola a los
Efesios, hay ciertos grados de ángeles, tanto buenos como
malos. Satanás y ejército de ángeles caídos están organizados
en grados y categorías: posiblemente sería similar a los rangos
militares: Generales, Tenientes Generales, Coroneles, Tenientes,
y Sargentos, y muchos soldados rasos. Dios también tiene
organizadas sus huestes celestiales en rangos y categorías.
Ahora, Juan ve subir del Oriente un ángel diferente de los cuatro
anteriores, "de donde se levanta el sol", literalmente "de donde
viene la luz o la salvación". Por su rango y cometido, podríamos
pensar que éste ángel se trata de un arcángel, de categoría
superior. El sello que lleva en su mano significa que el grupo
concreto del que se va a hablar en seguida, recibirá protección
divina en las aflicciones de la gran tribulación. Este ángel o
arcángel comunica a los otros cuatro la orden de no hacer
ningún daño, por el momento, ni a la tierra ni al mar (en el cielo,
todo está a salvo). Los daños que han de producirse en la Tierra
quedan en suspenso hasta que se haya efectuado el sellado de
los 144.000. Así, antes de que la gran tribulación azote la Tierra,
los fieles tienen que ser marcados con el sello de Dios. "Sello" se
refiere con frecuencia a un anillo emblemático que se utilizaba
para imprimir la imagen que tenía sobre un documento con cera
derretida. La impronta producida indicaba la autenticidad
implícita del dueño y protegía el documento. En este caso, la
marca es el nombre de Dios.
Y recordemos, estimados oyentes, que el Sello en las Escrituras
significa tres cosas: Para proteger, en primer lugar, de forma
que lo sellado queda a buen recaudo de cualquier daño o
violación (Mt. 27:66, Ap. 5:1). Dios Padre siempre protege, de un
modo u otro, a los que son Suyos. En segundo lugar, el sello
sirve para marcar propiedad o posesión. Isaías 44:1-5 nos
adelanta esta idea. Según el original, el remanente llevará
tatuado en la mano el nombre del Señor. En tercer y último
lugar, el sello garantiza y certifica, la promesa de protección a
los sellados.
Y este ángel le está dando órdenes a los otros cuatro. Dice aquí:
"y clamó a gran voz". Y en el griego esta palabra es fonea-mega.
Si usted invierte el orden de estas dos palabras fonea y mega,
entonces, resulta megá-fonea. De allí es donde obtenemos la
palabra megáfono. Mega quiere decir grande. Fonea indica voz.
Y aquí tenemos la indicación de que un juicio terrible está a
punto de derramarse sobre la Tierra. Por ello, resulta necesario
asegurar a los siervos de Dios. Si Él no los sellara, entonces, no
podrían pasar a través de ese período. Tienen que ser guardados
del día de la ira que vendrá sobre la Tierra. El Señor Jesucristo
mismo mencionó esto en el evangelio de Mateo, capítulo 24,
versículos 21 y 22: "Porque habrá entonces gran tribulación,
cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora,
ni la habrá. Y si aquellos días no fuesen acortados, nadie sería
salvo; mas por causa de los escogidos, aquellos días serán
acortados".
Note usted: . . . mas por causa de los escogidos. O sea, de los
sellados. Ahora, ¿cuál es la señal que se coloca sobre sus
frentes? Bueno, amigo y amiga oyente, tenemos que confesar
que no tenemos todas las respuestas, y que no sabemos en
realidad, qué tipo de marca o señal será. Pero tampoco creemos
se eso sea lo relevante.
Se nos dice en el Apocalipsis que durante este período habrá
aquellos que no podrán comerciar, cuando el Anticristo llegue al
poder, a no ser que tengan la marca de la bestia. Esta marca
aquí es en contraste a esa marca de la bestia. Pensamos que
esta marca es una marca espiritual que estará en sus vidas.
Recuerda usted que el Señor Jesucristo dijo: "Por sus frutos los
conoceréis", es decir, por sus vidas. Creemos que será la marca
de los que pertenecen a Dios, durante ese período, porque los
no creyentes van a ser verdaderamente malvados. No nos
podemos ni imaginar cómo podrán ser peores que los hoy en
día. Pero la Palabra de Dios dice que van a ir mucho más lejos de
lo que han ido en la actualidad.
Por eso decimos que este capítulo séptimo se constituye como
el interludio entre dos partes de una misma sinfonía de tonos
altamente dramáticos, dividiéndose en dos partes: Primero, son
sellados 144.000 israelitas (vv. 1-8) y en segundo lugar, son
salvadas un sinnúmero de personas no israelitas o gentiles (vv.
9-17).
Ahora, observemos cómo cuando Dios trata con Israel, suele
utilizar fechas o números. El Apóstol Pablo nunca entregó un
informe a nadie de cuántos habían sido salvos en cada uno de
sus viajes misioneros. Sin embargo, cuando Dios se refiere a
Israel, suele mencionar números y también fechas. Leamos
ahora el versículo 4 de este capítulo 7 de Apocalipsis, que dice
así:
4
Y oí el número de los sellados: ciento cuarenta y cuatro mil
sellados de todas las tribus de los hijos de Israel. (Ap. 7:4)
Ciento cuarenta y cuatro mil será el número de los sellados de la
Nación de Israel. Y este número no se refiere ni a la iglesia ni a
ningún otro grupo de creyentes existente en la actualidad.
Durante la Gran Tribulación, 144.000 personas de entre todas
las tribus de Israel serán salvadas. Hay personas que dicen que
esta cantidad de ciento cuarenta y cuatro mil es un símbolo, que
representa otra cantidad. Bueno, ¿no puede Dios decir lo que
quiere decir? Si Él dice que son ciento cuarenta y cuatro mil,
pues, creemos que en realidad Él quiera decir ciento cuarenta y
cinco mil. Creemos que quiere decir exactamente eso.
El Apóstol Pablo dijo en su epístola a los Romanos, capítulo 9,
versículo 8: "Esto es: No los que son hijos según la carne son los
hijos de Dios, sino que los que son hijos según la promesa son
contados como descendientes".
Y esto es cierto en la actualidad. En la misma epístola a los
Romanos, capítulo 11, versículos 4 y 5, dice: "Pero ¿qué le dice
la divina respuesta? Me he reservado siete mil hombres, que no
han doblado la rodilla delante de Baal. Así también aun en este
tiempo ha quedado un remanente escogido por gracia".
El Apóstol Pablo dijo que en su día había un remanente que
estaba en la Iglesia. Hoy también hay un remanente que está en
la Iglesia. Ahora, durante la Gran Tribulación habrá un
remanente de 144.000 personas. Se nos dice aquí que ellos van
a dar testimonio de Cristo durante el período de la Gran
Tribulación. El Señor Jesucristo dijo, tal y como podemos leer en
el Evangelio de Mateo, capítulo 24, versículo 14: "Y será
predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para
testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin".
También hay quien se ha aventurado a afirmar que el evangelio
que prediquen estos judíos será un evangelio diferente, pero no
lo será. Recordemos que "Evangelio" significa "Buenas Noticias",
porque el evangelio es una buena noticia para la humanidad,
para el hombre y la mujer, al mostrar claramente el único
camino hacia la salvación. Y este camino se llama Jesucristo. El
evangelio del reino es el evangelio de la muerte y resurrección
de Cristo; y ese evangelio va a despertar a la nación de Israel y
muchos se volverán a Cristo. Pero ellos tendrán algo que añadir
a su mensaje del Evangelio, algo que hoy en día no podemos
afirmar; ellos podrán afirmar, sin temor a equivocarse: "No
pasará mucho tiempo hasta que Él regrese aquí". Ellos podrán
decir eso. Nosotros no podemos afirmar esto en la actualidad,
porque no sabemos ni el día ni la hora cuando Él vendrá.
Tal y como podemos leer en las Escrituras, estos judíos estarán
divididos en tribus, y se nos dice aquí cuántos serán de cada
tribu: 12.000 personas. Pero permítanos, estimado oyente, no
avanzar acontecimientos y tratar este asunto un poco más
adelante. Mientras tanto, le sugerimos leer los siguientes
versículos de este capítulo 7 de Apocalipsis para estar mejor
preparado para nuestro próximo estudio.
Nos despedimos por hoy de usted y, como siempre, le invitamos
a retomar con nosotros este apasionante viaje hacia el futuro,
pero sin perder la perspectiva de nuestro presente, para poder
así cambiar lo que tengamos que cambiar. El mundo necesita a
Cristo, y el cambio que necesitamos en nuestra sociedad, en
nuestra comunidad, en nuestro barrio, en nuestra propia familia,
ese cambio empieza en nosotros mismos. ¡Hasta nuestro
próximo programa, estimado amigo, amiga, oyente!
Apocalipsis 7
Versículos 5-12
Continuamos hoy, amigo oyente, nuestro recorrido por el libro
de Apocalipsis, ese libro profético que nos revela los futuros
acontecimientos que este planeta tendrá que enfrentar un día.
¿Cuándo? Dios ha revelado en Su Palabra la cronología de los
eventos futuros, pero no ha revelado ni el año, ni el día. Por eso
es tan importante estar alerta, vigilante, y sobre todo, estar en
paz con Dios, para que no nos sorprendan las circunstancias, si
es que ocurran en nuestro tiempo.
Vamos a comenzar nuestro estudio, leyendo un pequeño poema
titulado: "Ella se preocupa". Dice:
Ella se preocupa - no importa lo que haya sido,
Tampoco interesa el por qué;
Es algo natural para esta alma el llorar y preocuparse.
Ella se preocupa.
Ella se preocupa por sus amigos que pueden estar enfermos,
por la tormenta que puede matar;
por el clima, si es muy frío
Ella se preocupa.
Ella se preocupa porque el mundo está en desorden,
porque los pobres no tienen dinero;
Creo que se ha olvidado de Dios,
Ella se preocupa."
Muchas veces, queridos amigos, nos preocupamos por
numerosos asuntos, pero Dios no es un tema que nos quita el
sueño, y ni si quiera nos inquieta nuestra relación personal con
Él, ¿verdad? Al final, lo que realmente importa en la
vida cristiana no es acumular grandes conocimiento de la Biblia,
ni sumar puntos por una fiel asistencia a la iglesia, ni siquiera
haber ejecutado buenas obras; lo que resulta verdaderamente
relevante, trascendente, y determinante, es nuestra relación
personal con el Señor Jesucristo. Y es Jesucristo sobre quien
versa este interesantísimo libro del Apocalipsis: todo gira en
torno a Él y todo apunta hacia Él. Él es mucho más importante
que todas las figuras y símbolos que sucesivamente se nos van
presentando. Como espectadores, estamos contemplando un
escenario imponente, unos personajes a veces maravillosos,
otras, terroríficos: jinetes del Apocalipsis, las bestias, las plagas,
el Anticristo, los juicios sobre la tierra, y así, un largo etcétera.
Y todo, al final, apunta hacia el Señor Jesucristo. ¿No cree usted,
querido amigo y amiga, que lo mismo debería suceder con
nuestras propias vidas? ¿Apuntan éstas hacia Jesús, o hacia
cualquier otra cosa?
En nuestro programa anterior, concluimos en el capítulo 7,
versículo 5. Este capítulo daba respuesta a la pregunta de si
alguien iba o no a ser salvo durante el período de la Gran
Tribulación. Y tal como comentamos, la realidad es que
probablemente este vaya a ser el período de la historia del
Cristianismo en el que más personas acudan a Cristo para
pedirle que sea su Salvador personal y el Señor de sus vidas.
También mencionamos que el Espíritu Santo finalizará su misión,
ya que la Iglesia se encuentra en el Cielo con Jesucristo, y ya no
necesaria su obra en los creyentes para capacitarles para vivir y
expandir el evangelio sobre toda la tierra. El Espíritu Santo
terminó ese aspecto de su ministerio, pero no abandona la
Tierra. Él estará presente para regenerar a aquellos que serán
salvos, que serán sellados por el Espíritu Santo. El sello será la
garantía de su pertenencia a Jesucristo. El ministerio especial
durante este tiempo de la Gran Tribulación será el sellar a los
que serán salvos. Sin el Espíritu Santo esto no sería posible,
porque será Él quien garantizará que estas personas resistan
ese difícil período de la Gran Tribulación.
Antes de retomar nuestra lectura desde el versículo 5,
recordemos brevemente que entre la apertura del sexto y el
séptimo sello, se inserta este capítulo 7 en el cual se introducen
dos grandes multitudes, una en la Tierra (vv. 1-8) y otra en el
Cielo (vv. 9-17). Juan, el Apóstol, tendrá dos visiones, en las que
encuentra consuelo, protección y símbolos de victoria para los
hijos de Dios. En este programa estudiaremos el significado de
la multitud que Juan vio en la tierra: a los 144.000 judíos,
sellados con el sello protector de Dios mismo, así como el
número de los sellados de cada una de las tribus (v. 4-8), 12.000
por cada una de las doce tribus. Leamos juntos ahora los
versículos 5 al 8 de este capítulo 7 del Apocalipsis:
5
De la tribu de Judá, doce mil sellados. De la tribu de Rubén,
doce mil sellados. De la tribu de Gad, doce mil sellados. 6 De la
tribu de Aser, doce mil sellados. De la tribu de Neftalí, doce mil
sellados. De la tribu de Manasés, doce mil sellados. 7 De la tribu
de Simeón, doce mil sellados. De la tribu de Leví, doce mil
sellados. De la tribu de Isacar, doce mil sellados. 8 De la tribu de
Zabulón, doce mil sellados. De la tribu de José, doce mil
sellados. De la tribu de Benjamín, doce mil sellados.
Bien, tenemos a doce mil de cada tribu, así es que son 144.000
divididos por 12. La duodécima parte se encuentra en cada
tribu. Parece bastante claro que aquí se está refiriendo a los
judíos, si bien es cierto que otros estudiosos de
la Biblia sostienen que este número representa la perfección (12
x 12 x 1000 = 144.000) y que incluirá tanto judíos como no
judíos, ya que uno de los pensamientos básicos del Nuevo
Testamento es que la Iglesia es el verdadero Israel, y que el
Israel nacional ha pasado todos sus privilegios y promesas a la
Iglesia.
Ahora, aquí se nos presentan estas 12 tribus, y cierto escritor
indica que éstas aparecen mencionadas 13 veces en la Biblia, en
pasajes que aluden expresamente a "las 12 tribus". Otro escritor
incrementa a 18 las veces que estas tribus son mencionadas. En
cualquier caso, es importante mencionar lo siguiente: En primer
lugar, observamos que Judá encabeza esta lista, en lugar de la
tribu de Rubén, la cual debería ocupar el primer lugar porque
Rubén fue el primogénito; sin embargo, no es así, a causa de su
pecado, tal y como podemos leer en el libro del Génesis,
capítulo 49, versículos 3 al 10. Rubén cometió un grave pecado
de inmoralidad, y consecuentemente perdió su primer lugar.
Pero no lo perdió todo. Se plantea en ocasiones la cuestión de si,
cuando un creyente peca, pierde su salvación, y debemos
contestar, amigo oyente, que no la pierde, pero que, en cambio,
sí puede perder su recompensa. Por este motivo, muchos
creyentes que son salvos, pero se han entregado al pecado, y no
viven una vida coherente con su fe cristiana, perderán sus
recompensas, en el Cielo y posiblemente, también en la Tierra.
De esta manera, Judá ocupa el primer lugar, y fue de esta tribu
de la que vino el Mesías. Además, podemos ver que las tribus de
Dan y Efraín han sido omitidas de la lista. Estas dos tribus eran
culpables de haberse entregado a la idolatría, tal y como
podemos leer en el libro de Deuteronomio, capítulo 29,
versículos 18 al 21. La tribu de Dan fue la primera tribu que cayó
en la idolatría (Jueces, capítulo 18, versículo 30). Y más
adelante, la tribu de Dan llegó a ser el centro mismo de la
adoración del becerro de Oro. El rey Jeroboam hizo que Israel
pecara, tal y como podemos leer en el primer libro de los Reyes,
capítulo 12, versículos 18 al 30.
Ahora bien, Efraín también había caído en la idolatría, como
podemos comprobarlo en el versículo 17 del capítulo 4, del
profeta Oseas: "Efraín es dado a ídolos; déjalo". Esa es una
referencia al reino del norte, pero recordemos que Efraín era el
líder, y Efraín era la tribu que causó la división del reino. En el
primer libro de los Reyes, capítulo 11, versículo 26, leemos:
"También Jeroboam hijo de Nabat, efrateo de Sereda, siervo de
Salomón, cuya madre se llamaba Zerúa, la cual era viuda, alzó
su mano contra el rey".
Por este motivo, en la lista de las doce tribus José ocupa el lugar
de Efraín, y Leví ocupa el lugar de Dan. Leví, y su familia eran la
tribu sacerdotal, los levitas, y ellos serán también testigos en el
período de la Gran Tribulación. Sin embargo, a pesar de nuestros
pecados, Dios nunca nos abandona, como tampoco ha
abandonado a estas dos tribus que Le desobedecieron. Él le dijo
a Efraín: Oh, Efraín, ¿cómo puedo abandonarte? Dios no la
abandonó a pesar de todo, y por este motivo podrán pasar a
través del período de la Gran Tribulación, aunque no lleguen a
ser testigos de Dios durante ese período.
Leamos ahora los versículos 9 y 10 de este capítulo 7 de
Apocalipsis:
9
Después de esto miré, y he aquí una gran multitud, la cual
nadie podía contar, de todas naciones y tribus y pueblos y
lenguas, que estaban delante del trono y en la presencia del
Cordero, vestidos de ropas blancas, y con palmas en las
manos; 10 y clamaban a gran voz, diciendo: La salvación
pertenece a nuestro Dios que está sentado en el trono, y al
Cordero.
Aquí tenemos el principio de la visión de la bienaventuranza
futura de los mártires. Las palabras iniciales de Juan: "Después
de esto miré", nos indican que él está viendo y oyendo lo que
sucede ante sus ojos. Y aquí dice: He aquí una gran multitud, la
cual nadie podía contar. Gente de toda nación y tribu y pueblo y
lengua. Esto indica que el evangelio, aun durante la Gran
Tribulación, será predicado a través de todo el mundo. Estos
testigos, los 144.000 lograrán durante los siete años de
tribulación, lo que la iglesia cristiana no ha conseguido en sus
más de 2.000 años de historia.
Nos encontramos aquí con palabras de aliento. Se está
acercando en la Tierra un tiempo de terror como no se ha
conocido nunca, y Juan les está diciendo que, si lo soportan
hasta el final, la gloria que recibirán habrá valido la pena,
cualquier pena. De esta manera, Juan presenta lo infinitamente
rentable que es el aceptar todo los sufrimientos que puedan
implicar el martirio aquellos que sufrirán por su fidelidad al
Señor Jesucristo.
Juan utiliza aquí una frase a la que es muy aficionado. Escribe
que los fieles de Dios procederán de todas las razas, tribus,
pueblos y lenguas (Apocalipsis 5:9, 11:9, 13:7, 14:6, 17:15). En
cualquier puerto o mercado de Asia se reunían personas de
muchas tierras, que hablaban muchos idiomas diferentes. A
cualquier evangelista se le inflamaría el corazón al llevar el
mensaje de Cristo a una multitud tan diversa de personas. Y
aquí tenemos la promesa de que toda esta multitud cosmopolita
de numerosas naciones y lenguas llegará a ser el rebaño del
Señor Jesucristo.
Es además en victoria como llegan los fieles a la presencia de
Dios y del Cordero. Aparecen no gastados, vapuleados y
gastados, ¡sino victoriosos! La túnica blanca mencionada en el
versículo era una señal de victoria; un general romano desfilaba
en su triunfo, vestido de blanco. La palma es también un
elemento de victoria, la victoria de Jesucristo. Por último, el grito
de los fieles adscribe la salvación a Dios. Es Dios quien los ha
sacado con bien de sus luchas, pruebas y tribulaciones; y es Su
gloria la que ahora comparten. Jesucristo es el gran Salvador, el
gran Libertador de Su pueblo. La liberación que Jesucristo ofrece
no libra a la persona de los problemas, sino que la guía y
conduce, en medio de cualquier situación. No hace que la vida
sea más fácil, sino la hace grandiosa. La vida cristiana consiste
en que una persona, EN Cristo, puede soportar cualquier clase
de dificultad, manteniéndose firme, y salir con victoria de esa
adversidad.
Regresando a los versículos que acabamos de leer, volvemos
brevemente sobre algunos de los detalles que nos resultan
interesantes: están vestidos de ropas blancas. Esto nos habla,
además de lo anteriormente comentado, de la justicia de Cristo,
porque nosotros no nos podemos presentar ante Dios gracias a
nuestra propia justicia. En la Biblia se nos dice, siempre de
forma clara y directa, que nuestra justicia es "como trapos de
inmundicia", es decir, que no es limpia sino sucia, y no creemos
que usted, ni yo, estimado oyente, osara presentarse ante el
Dios Todopoderoso y Creador del universo, vestido con ropas
inmundas.
Otro detalle a mencionar es el siguiente: Y con palmas en las
manos. El original griego (el Apocalipsis, fue escrito en griego)
utiliza el término "palmeras". Como ya hemos mencionado, ése
era el símbolo de la victoria, de la victoria en Cristo. Esta
multitud formará parte de la comitiva de bienvenida en la gran
entrada triunfal de Cristo en su regreso a la tierra, de manera
similar al suceso narrado en los Evangelios cuando Jesús realizó
su entrada triunfal en la ciudad de Jerusalén. En aquella ocasión
la multitud no sabía que Jesús iba en camino hacia la cruz. En un
futuro cercano, pero cuya fecha desconocemos, cuando Él
regrese a la Tierra, esa gran multitud, que habrá sufrido el
martirio de los siete años de tribulación, regresará.
Veamos ahora lo que dicen los versículos 11 y 12 de este
capítulo 7 de Apocalipsis:
11
Y todos los ángeles estaban en pie alrededor del trono, y de
los ancianos y de los cuatro seres vivientes; y se postraron
sobre sus rostros delante del trono, y adoraron a
Dios, 12 diciendo: Amén. La bendición y la gloria y la sabiduría y
la acción de gracias y la honra y el poder y la fortaleza, sean a
nuestro Dios por los siglos de los siglos. Amén.
De nuevo, Juan nos presenta aquí una escena absolutamente
extraordinaria y maravillosa: una adoración al Dios de todo el
Universo, por parte de todas Sus criaturas: los ángeles, la
Iglesia, los santos del Antiguo Testamento, así como los santos
de la Tribulación.
Si bien es cierto que en ningún lugar de la Biblia se mencione
que los ángeles cantan, lo importante aquí es que todas estas
criaturas están aquí adorando y agradeciéndole a Dios por Su
redención y por la salvación. Sin embargo, los ángeles alaban a
Dios por Sus atributos y por Su bondad, pero no por la salvación.
¿Por qué? Porque los ángeles son criaturas sin pecado, no son
pecadores redimidos, como nosotros, los cristianos.
La escena que Juan nos traslada está formada por una serie de
grandes círculos concéntricos de habitantes del cielo. En el
círculo exterior están todos los ángeles. Más cerca del trono, los
veinticuatro ancianos; aún más cerca, los cuatro seres vivientes,
y delante del trono están los mártires vestidos de blanco. Los
mártires acaban de entonar su cántico de alabanza a Dios, y los
ángeles entran en la alabanza y la hacen suya diciendo: "¡Así
sea!" Dicen "Amén" a las alabanzas de los mártires, y luego
entonan su propio cántico, en el que todas las palabras
adscriben la bendición, la gloria, la sabiduría, la acción de
gracias, el honor, el poder y la fuerza a Dios. Adscriben la
bendición a Dios por su Bondad en la creación y en la redención
del hombre; Adscriben gloria a Dios porque Él es el Rey de reyes
y el Señor de señores. Adscriben sabiduría a Dios porque Él es la
fuente de toda verdad y conocimiento. Ofrecen la acción de
gracias a Dios porque Él es el dador de la salvación, el creador
del mundo y el sustentador de todo lo que hay en él. Adscriben
el honor a Dios porque Él es único que merece ser adorado; a Él
debemos rendirnos con todo lo que somos y tenemos. Adscriben
también el poder a Dios, porque su poder nunca disminuye y lo
maravilloso es que lo usa con amor con los hombres. Y,
finalmente, adscriben fuerza a Dios. El problema de la vida es
encontrar la fuerza para cumplir sus tareas, sus
responsabilidades, sus exigencias. Por eso el cristiano puede
decir: "Seguiré adelante, con la fuerza del Señor".
Querido amigo y amiga; no hay ejercicio más excelente en la
vida devocional que meditar en esta alabanza de los ángeles, y
hacerla nuestra.
Confiamos, estimados oyentes, que estos breves esbozos del
cielo le ayuden a ampliar su visión y su entendimiento de lo que
será el Cielo. Algunas personas opinan, y creemos que
equivocadamente, que los únicos que llegarán a estar algún día
en el Cielo serán aquellos que pertenecen a su pequeño grupo, a
su pequeña iglesia. Pero lo que realmente encontramos aquí es
que allí habrá una multitud de personas que no pertenecen a
ninguna iglesia. Y es muy posible que si usted va al Cielo, llegue
a sorprenderse encontrando algunas personas que jamás pensó
que vería allí, y quizá no encontrando otras personas que
pensaba que sin duda estarían allí.
¿Está usted listo para ir al cielo, estimado amigo y amiga? ¿Ha
pensado ya en ello, o espera a hallarse a las puertas de la
muerte para dedicar su atención a este tema vital? La Biblia
tiene un mensaje maravilloso para usted, tan increíble que
cuesta creer que sea cierto. Y este mensaje es que Dios le ama
tanto que decidió enviar a Su propio Hijo para que muriese en
lugar de usted. Y, de este modo, que usted pudiera tener acceso
a la vida eterna; a la vida después de la vida; una vida sin final
en la que podrá disfrutar de una existencia sin problemas ni
dolor, algo difícil de imaginar durante nuestra esforzada vida
terrenal.
Con estas palabras deseamos terminar por hoy nuestro
programa; no sin antes desearle que Dios le bendiga
abundantemente a usted y a su familia. Le invitamos, como
siempre, a volver a acompañarnos en nuestro próximo
encuentro, en el que seguiremos profundizando en este
apasionante libro, Apocalipsis. Rogamos a Dios que Él añada Su
luz sobre estos textos que hemos expuesto aquí, y bendiga la
meditación de Su Palabra.
Apocalipsis 7
Versículos 13-17
Continuamos hoy, amigo oyente, nuestro viaje por el libro
de Apocalipsis, un libro muy interesante que se encuentra en al
final de la Biblia, las Sagradas Escrituras pero no por eso menos
importante; al contrario, es un libro que despierta no pocas
expectativas por ser un libro que trata sobre la última etapa de
la Humanidad, y de los impactantes acontecimientos que
ocurrirán en nuestro planeta Tierra. Este libro nos acerca a las
diversas profecías que recibió el apóstol Juan directamente de
Jesucristo, cuando se encontraba exiliado en la Isla de Patmos.
El estudio de este sagrado libro no es comparable a la lectura de
un horóscopo, o una supuesta adivinación de acontecimientos
futuros. El Apocalipsis es el fiel relato de las visiones que el
apóstol y discípulo amado de Jesucristo vio y escuchó al ser
trasportado sobrenaturalmente a dimensiones celestiales
desconocidas por el ser humano. Por lo tanto, el estudio riguroso
de este libro es vital para conocer más sobre lo que le espera a
la Humanidad, y especialmente, cómo debemos prepararnos
para enfrentar esos acontecimientos, sin precedentes en toda la
historia universal, si éstos eventos ocurrieran en nuestro época.
Dios reveló muchos detalles, cronológicamente ordenadas, pero
no comunicó ni el año, mes o día, del comienzo de todos estos
acontecimientos. Por ello, tenemos que estar informados, y
preparados.
Y regresamos a este maravilloso capítulo 7 de Apocalipsis; es
maravilloso, porque aclara las muchas preguntas que
pudiéramos tener sobre la gente que se salvará durante el
período de la Gran Tribulación. Hemos leído que grandes
multitudes serán salvas por aceptar a Jesucristo como el
Salvador de sus almas, y Señor de sus vidas. Juan describió a
dos grandes multitudes, ambas claramente diferenciadas. El
apóstol nos habla en este capítulo de una gran multitud que
pertenece a la nación de Israel, concretamente de 144.000
personas, sellados en sus frentes como siervos de Dios. Este
numeroso grupo de 144.000 judíos pertenecen a las 12 tribus;
cada tribu está representada por 12.000 miembros. También
vimos en nuestro anterior programa a un multitud tan numerosa
que ningún hombre podía contarla, procedente de todas las
naciones y tribus y pueblos y lenguas, que estaban delante, en
la presencia de Jesucristo en el Cielo. Esta multitud eran
personas de las naciones gentiles, que se salvaron por su
probada fe en Jesucristo durante el período de la Gran
Tribulación
En anteriores programas hemos mencionado que la Iglesia, ese
gran grupo de personas que tuvieron una relación personal con
Jesucristo, -por medio de su arrepentimiento y confesión de
pecados, y su fe en Él-, ya no se menciona a partir del capítulo
3. En el capítulo 4, Juan vio a 24 ancianos, alrededor del Trono
de Dios, los cuales representan a la Iglesia en el Cielo. ¿Qué
ocurrió con los miembros de la Iglesia? La Biblia nos explica que
en la Tierra sucederá algo impactante, inexplicable. Todos los
verdaderos cristianos, todos juntos, en un mismo instante serán
removidos, quitados, llevados fuera de la Tierra, para reunirse
con Jesucristo quien los llevará al Cielo. Nos podemos imaginar
el caos y el desconcierto que este hecho provocará en todas las
naciones de nuestro planeta al desaparecer millones de
personas en un instante. Y porque la Iglesia ya se encuentra en
el Cielo, no se la vuelve a mencionar con ese nombre.
El Antiguo Testamento está lleno de profecías, como ya hemos
podido apreciar en nuestros anteriores estudios. Una profecía, y
una promesa, fue reiterada innumerables veces. Dios prometió,
y así fue profetizado que Su pueblo escogido, el pueblo hebreo,
que Él iba a hacer de Su pueblo una nación para siempre; y Dios
también les prometió que iban a regresar a la tierra que les
había dado por heredad, como ocurrió, para asombro del
mundo, al aceptarse en las Naciones Unidas, la creación legal
del Estado de Israel en 1947.
Si Dios hubiera querido llamar al pueblo de Israel, "la Iglesia", o
Su Iglesia, lo habría clarificado. Como la Iglesia ya ha sido
removida, quitada del mundo y se encuentra en el Cielo, ya no
se la menciona más. Por tanto, cuando Juan identifica a la
multitud de 144.00 sellados, de las 12 tribus del pueblo de
Israel, tenemos que interpretar este texto literalmente. Este fiel
remanente judío testificará de Jesucristo, con gran esfuerzo,
sacrificio y oposición, pero gracias a su ministerio de
proclamación del evangelio, una gran multitud de gentiles
encontrarán la salvación durante este difícil período de
persecución.
Ahora, vemos una inmensa multitud, que nadie podía contar,
delante del trono y en la presencia de Jesucristo. La mayoría de
estos testigos fueron martirizados durante este período, pero
soportaron y sufrieron hasta el fin. ¿Por qué? El Señor Jesucristo,
cuando se encontraba en la Tierra, habló de este específico
período en el sermón que dio en el Monte de los Olivos.
Podemos leer lo que el Señor Jesús dijo acerca de los "señales,
antes del fin", en el evangelio de Mateo, capítulo 24 y 25. En el
capítulo 24, versículo 13 dijo: "Mas el que persevere hasta el fin
éste será salvo".
Juan vio a esta innumerable multitud que aclamaban a gran voz
dándole todo el crédito de su salvación "a Dios que está sentado
en su trono, y al Cordero", Jesucristo. A esta multitud se unieron
gran multitud de ángeles, que alababan a Dios, no por su
salvación, -porque por su naturaleza angelical son criaturas sin
pecado. Leamos los versículos 12 y 13, del capítulo 7 de
Apocalipsis, para refrescar nuestra memoria y como introducción
a los versículos siguientes que veremos inmediatamente:
11
Y todos los ángeles estaban en pie alrededor del trono, y de
los ancianos y de los cuatro seres vivientes; y se postraron
sobre sus rostros delante del trono, y adoraron a
Dios, 12 diciendo: Amén. La bendición y la gloria y la sabiduría y
la acción de gracias y la honra y el poder y la fortaleza, sean a
nuestro Dios por los siglos de los siglos. Amén.
¡Qué escena grandiosa e imponente! Es difícil captar con
nuestra imaginación limitada la majestuosidad de este cuadro
que con palabras tan sencillas describe el apóstol Juan.
Continuamos con los siguientes versículos 13 y 14 de este
mismo capítulo 7 de Apocalipsis, que dicen:
13
Entonces uno de los ancianos habló, diciéndome: Estos que
están vestidos de ropas blancas, ¿quiénes son, y de dónde han
venido? 14 Yo le dije: Señor, tú lo sabes. Y él me dijo: Estos son
los que han salido de la gran tribulación, y han lavado sus ropas,
y las han emblanquecido en la sangre del Cordero.
Uno de los 24 ancianos se acercó a Juan y le pregunta: "¿quiénes
son éstos vestidos de ropas blancas?" Juan, al no reconocer a
esta multitud vestida de ropas blancas, le respondió: "Señor, tú
lo sabes". Ahora, el anciano le explicó: Estos son los que han
salido de la gran tribulación. Si esta gente, que estaba reunida
delante del trono hubiera sido "la Iglesia", los creyentes que
fueron llevados fuera de la Tierra por Jesucristo, el anciano que
entabló esta conversación con Juan, con toda seguridad se lo
hubiera aclarado. Juan no sabía quienes eran aquellos que
forman esta multitud, pero el anciano quien, junto con otros 23
ancianos representa a la Iglesia en el Cielo, él sí lo sabe. Esta
multitud es diferente: "son los que han salido de la Gran
Tribulación". Esta es una multitud especial, de toda tribu y
nación, pueblo y lengua, que ha salido de la Gran Tribulación.
Por lo tanto creemos que la iglesia no va a pasar por la Gran
Tribulación.
Hemos comentado en otras ocasiones que Dios estableció unas
líneas divisorias en la familia humana. Por un lado, tenemos a
"los salvados", por la gracia y la fe en Jesucristo, y al otro lado,
están "los perdidos", los que han rechazado reiterada y
obstinadamente el regalo de la salvación que Dios ha ofrecido
por el sacrificio de Jesucristo en la cruz. Pero Dios también
agrupa a la humanidad en tres grupos. El Apóstol Pablo en su
primera epístola a los Corintios, capítulo 10, versículo 32, lo
explica así: No seáis de tropiezo ni a judíos ni a gentiles, ni a la
iglesia de Dios.
Pablo está diciéndole a los Corintios que hay tres grupos: los
judíos, los gentiles y la Iglesia de Dios. Esa es una de las
divisiones que la Escritura hace de la Humanidad y que continúa
vigente.
Ahora, en este específico tiempo que estamos estudiando,
solamente habrán quedado dos grupos, los judíos y los gentiles,
que recordemos, este último grupo son todas las personas que
no han nacido dentro del pueblo judío. ¿Dónde está el tercer
grupo, la Iglesia de Dios? La Iglesia ya fue al Cielo, fue quitada
de la Tierra en un instante de manera sobrenatural, para estar
con Jesucristo. El Señor Jesucristo dijo en el evangelio de Juan,
capítulo 14, versículo 2 y 3: "Voy, pues, a preparar lugar para
vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez y
os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros
también estéis". Y en este texto que estamos leyendo en
Apocalipsis, la Iglesia, los millones de creyentes en Jesucristo, ya
están con Él. El apóstol Pablo, escribió acerca de la Iglesia en la
Primera Epístola a los Corintios, capítulo 12, versículo 13, lo
siguiente: Porque por un sólo Espíritu fuimos todos bautizados
en un cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a
todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu.
Esto nos da a entender que Dios de ambos grupos, de judíos
como también de los gentiles, hoy en día, en nuestro tiempo,
Dios todavía está formando un grupo nuevo, diferente, un
pueblo para Sí, que es la Iglesia. Estimado amigo, amiga oyente,
con mucha paciencia Dios está haciendo exactamente lo que Él
dijo que iba a hacer, que iba a separar un pueblo para Sí. Dios
está separando un grupo, la Iglesia. Y será la Iglesia la que se
reunirá con Jesucristo antes de que comiencen a cabalgar los
"cuatro jinetes" con sus terribles consecuencias, sobre la faz de
la Tierra, como estudiamos anteriormente.
Juan observa que ese gran grupo, esa multitud que contempla
en el Cielo es diferente, que no es el grupo de la Iglesia. Este
grupo ha salido de la Gran Tribulación, le explicó el anciano.
¿Sabía, estimado oyente, quien usó este término de "la Gran
Tribulación? Fue el Señor Jesucristo. Lo podemos leer en el ya
citado capítulo 24 del evangelio de Mateo, versículo 21, donde
Jesucristo dijo: Porque habrá entonces gran tribulación, cual no
la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la
habrá.
En ambas citas, tanto en la del evangelio de Mateo, como
también en Apocalipsis, la expresión original en griego es similar
y de difícil traducción. Lo más parecido podría ser "la tribulación,
la grande", como para enfatizar la diferencia con otros tiempos
de penurias y dificultades.
De modo que cuando uno de los ancianos le preguntó a Juan,
quiénes eran estos de la multitud, Juan no puede identificarlos.
No era la Iglesia, no eran los santos israelitas del Antiguo
Testamento, Juan hubiera sabido eso. Fueron identificados como
gentiles redimidos que han salido de la Gran Tribulación, están
vestidos con vestiduras blancas, lo cual habla de la justicia de
Cristo. Y, ¿cómo obtuvieron esas vestiduras? Porque creyeron en
que Cristo derramó Su sangre, para lavar toda culpa y pecado.
Esa es la única manera por la cual usted y yo, amigo oyente,
podremos estar delante de Él, creyendo que Él pagó el castigo
de nuestros pecados. Él murió para que usted y yo vivamos
eternamente. Esa fue la experiencia de este grupo aquí presente
ante el trono de Dios.
Dios ha establecido sólo una manera para salvar a la
humanidad. Y ha sido siempre la misma, y es por fe en la muerte
y resurrección de Jesucristo. Leamos unos textos alusivos de la
Palabra de dios. En su Primera Epístola a los Corintios, capítulo
15, versículos 1 al 4, el Apóstol Pablo escribió acerca de lo que
es el evangelio: Además os declaro, hermanos, el evangelio que
os he predicado, el cual también recibisteis, en el cual también
perseveráis; por el cual asimismo, si retenéis la palabra que os
he predicado, sois salvos, si no creísteis en vano. Porque
primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que
Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y
que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las
Escrituras. Pablo manifestó que él había recibido esa verdad, esa
revelación. Pablo, en la soledad y privación durante los dos años
que pasó en el desierto de Arabia, tuvo tiempo, sosiego y
silencio como para cultivar su relación personal con el Señor
Jesucristo quien un día le derribó no sólo de un caballo, sino
todos sus argumentos, su orgullo, su autosuficiencia. Así fue
como el apóstol Pablo recibió estas enseñanzas: Que Cristo
murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue
sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras.
Esto es el verdadero evangelio. El evangelio verdadero no es
que Dios le pida a usted que haga "algo" por o para Él. Es Dios
diciéndole a usted que Él ya ha hecho algo por usted. El
verdadero evangelio no es usted dándole "algo" a Dios. El
auténtico evangelio es Dios dándole algo a usted. El regalo, el
obsequio de Dios es vida eterna en Cristo Jesús. ¿Cómo puede
recibir ese regalo? Solo por fe. Esa es la única manera de recibir
ese regalo. Por ejemplo: supongamos que usted me trae un
regalo a mí, por Navidad. Usted se acerca y me comenta: "Aquí
traigo un regalo para usted". ¿Qué se suele hacer para recibir un
regalo? ¿Sería normal que yo le contestara: muchas gracias,
para recibir el regalo iré a su casa y le arreglo la fontanería, o la
electricidad, o le pinto la casa? Usted seguramente insistiría: "yo
no le he pedido que hiciera eso; le traigo un regalo". Si yo le
respondo y le dijera que quiero pagar el regalo que me ha
traído, usted estaría enojado por mi actitud. Y supongamos que
yo le dijera: "Bueno, tengo unos cuantos céntimos en mi bolsillo,
le entregaré ese dinero a cambio de su regalo." Eso sería
prácticamente un insulto. Pero, estimado oyente, se confunde el
regalo de Dios con una mera transacción comercial. Este no es
el verdadero evangelio de Jesucristo. El auténtico evangelio es lo
que Dios ha hecho y está haciendo por nosotros.
En su epístola a los Efesios, capítulo 1, versículo 7 el apóstol
Pablo dijo: En quien tenemos redención por Su sangre, el perdón
de pecados según las riquezas de su gracia. Y Dios, amigo
oyente, tiene abundancia de Su gracia, disponible para todo
aquel que se acerca con un corazón sincero y arrepentido. Dios
no hace acepción de personas, no importa quien sea, quien ha
sido o lo que ha hecho con su vida. Él puede salvarle. Él puede y
quiere salvar aún al peor de los pecadores. Estamos en tiempos
de Gracia. ¿Nos permite, estimado amigo y amiga, preguntarle si
ya ha recibido el regalo de su salvación, de su justificación, el
regalo de la vida eterna, de la absolución de todos sus pecados,
ya es un hijo de Dios?
Esta gran multitud que el apóstol Juan contempló en el Cielo no
era parte de la Iglesia, pero sí eran redimidos y salvos por la
Gracia de Dios. Este cuadro es una lección para que ampliemos
nuestra ciertamente limitada concepción de quienes son "los
redimidos" a tal punto que traspase los límites de nuestro
concepto de quien conforma la iglesia. Desde luego trasciende
los límites de nuestra apreciación, y va más allá de nuestro
propio y conocido grupo. Continuemos ahora con el versículo 15,
del capítulo 7 de Apocalipsis, leemos:
15
Por esto están delante del trono de Dios, y le sirven día y
noche en su templo; y el que está sentado sobre el trono
extenderá su tabernáculo sobre ellos.
Le sirven de día y de noche en Su templo. Aquí encontramos una
confirmación de que esta multitud no es "la Iglesia". A la iglesia
nunca se la identifica con el templo. La iglesia nunca tendrá un
templo. Habrá un templo sobre la tierra, en Jerusalén, pero no
habrá uno en el cielo donde esté la Iglesia. Así es que, estos no
puede ser la Iglesia. Leamos entonces los versículos 15 al 17
juntos:
15
Por esto están delante del trono de Dios, y le sirven día y
noche en su templo; y el que está sentado sobre el trono
extenderá su tabernáculo sobre ellos. 16 Ya no tendrán hambre
ni sed, y el sol no caerá más sobre ellos, ni calor
alguno; 17 porque el Cordero que está en medio del trono los
pastoreará, y los guiará a fuentes de aguas de vida; y Dios
enjugará toda lágrima de los ojos de ellos.
Esta multitud que Juan vio había pasado a través del terrible y
difícil período de la Gran Tribulación. Probablemente la mayoría
de ellos entregaron sus vidas por Cristo, o, al menos, no les fue
fácil aceptar y mantener su fe en Jesucristo por la gran
persecución que eso implicaría. Se mencionan una serie de
circunstancias que tuvieron que soportar. Ellos ya no pasarían
más hambre, o sed., ni tendrían que soportar más el calor del
sol. Se deduce por ello que sufrieron penalidades extremas. Pero
no sólo sufrieron por la privación de las cosas materiales, sino
también por las cosas espirituales. Sus sufrimientos provocaron
muchas lágrimas, y por ello "Dios enjugará toda lágrima de los
ojos de ellos". Con gran sacrificio, a causas de su fe pudieron
pasar a través del período de la Gran Tribulación, por la Gracia
de la sangre del Cordero, en cuya presencia ahora se
encontraban.
De este último texto nos damos cuenta que Él, el Señor
Jesucristo, el Pastor, tiene más ovejas de las que cuida con igual
ternura y dedicación. Él mencionó este tema a Sus discípulos,
pero fue difícil para ellos comprender lo que el Señor quería
enseñarles. Jesucristo les dijo que tenía otras ovejas de las que
ellos no sabían nada. No eran de ese redil. Él tiene autoridad
como para decir también a la Iglesia de nuestro tiempo, como lo
dijo en el evangelio de Juan, capítulo 10, 16: "Tengo otras ovejas
que son de otro redil...", El Cordero, Jesucristo también
pastoreará a estas otras ovejas que están delante de Él, delante
del trono, que han sido redimidas, en ausencia de la Iglesia, y no
forman parte de ella. Nos detenemos aquí por hoy, y
continuaremos nuestro próximo estudio comenzando con el
capítulo 8 de Apocalipsis. Le recomendamos leer este capítulo,
para alcanzar una mayor comprensión del texto bíblico profético
de este fascinante y asombroso libro de Apocalipsis.
Continuamos pidiendo que Dios ilumine con Su Palabra nuestros
corazones y entendimiento, para comprender la profundidad de
Su mensaje, que es un mensaje de Amor, Gracia y Perdón para
todos aquellos que desean conocerle personalmente.
Apocalipsis 8
Versículo 1
Continuamos hoy, amigo oyente, nuestro recorrido por el libro
profético de Apocalipsis, que se encuentra en el Nuevo
Testamento, como último libro de La Biblia. El autor de este
fascinante libro fue el apóstol Juan quien, por su fe en Jesucristo
a quien conoció personalmente, fue perseguido y exiliado en la
Isla de Patmos. Allí sufrió las penalidades de su cautiverio, hasta
que Dios dispuso revelarle, por medio de una visión y un
traslado sobrenatural al Cielo, los eventos que ocurrirán en la
Tierra en un futuro. Se le ordenó a Juan el escribir todo lo que
veía y oía, y es notable la sencillez con la que el apóstol
describe, en primera persona, esas vivencias sublimes, pero
también terroríficas.
En el programa anterior concluimos el capítulo 7 y por lo tanto
hoy comenzaremos con el capítulo 8. En este nuevo capítulo
veremos la apertura del séptimo sello del libro que Jesucristo
sostenía en Sus manos. Tan sagrado era su contenido que nadie
más que Él, podía abrir y romper los sellos que certificaban la
autenticidad y la extrema importancia de ese documento.
Después de haber visto el paréntesis que constituye el capítulo
7, donde Juan describió a las dos multitudes que fueron sellados,
judíos y gentiles, ahora llega el momento de la apertura del
último sello. Hemos visto, en programas anteriores, como
Jesucristo abría un sello detrás de otro, y las consecuencias que
cada uno provocaba. Ya habíamos llegado el sexto sello. Solo
falta la apertura del séptimo sello, que comienza ahora en este
capítulo 8. La apertura del séptimo sello presenta a siete
ángeles que tocan siete trompetas, cuatro de estas trompetas se
encuentran en este mismo capítulo.
El apóstol Juan va a comenzar a explicar los próximos eventos
utilizando un bosquejo que nos facilitará comprender los
próximos sucesos. Juan describirá una serie de sietes elementos,
de los cuales cuatro están relacionados con el período de la
Gran Tribulación. Juan primeramente presentará seis de estas
series para luego hacer un paréntesis que ayudará a la
comprensión de los temas que está explicando. Finalmente
relatará el comienzo de la última serie, la séptima, lo que nos
indica que todas estas series de diversos elementos están
interrelacionados; están unidos, y pertenecen al mismo período
de tiempo.
Así es que, hemos llegado a la apertura del séptimo sello, que
introducirá a los siete ángeles, con las siete trompetas.
En programas anteriores habíamos comentado que todo lo que
leamos a partir del capítulo 4, todo tiene que ver con "el futuro",
con "las cosas que han de ser, después de estas", como leíamos
en Apocalipsis 1:19. Nosotros, hoy, en este tiempo presente,
vivimos "en el período de la iglesia". Hay muchas personas que
dicen: "No quiero saber nada del futuro, me inquieta demasiado
el libro de Apocalipsis". Debemos admitir que, comenzando con
la llegada, de los 4 jinetes del Apocalipsis, uno detrás de otro,
terribles y terroríficos juicios comenzarán a azotar nuestro
planeta Tierra. Serán tiempos verdaderamente angustiosos para
todos los que vivan en esos días. Pero, sabemos que estos
desastres ocurrirán en la Tierra, después de la salida de la
Iglesia de Jesucristo de este mundo. Así que, sabemos dónde
nos encontraremos, todos aquellos los que somos de Cristo, los
que seguimos genuinamente a nuestro Salvador y Señor. Y, si
usted también es un hijo de Dios, usted sabe que ha sido sellado
por el Espíritu Santo, como propiedad de Dios. Y cuando la
Iglesia salga de este mundo para reunirse con el Señor
Jesucristo, usted, estimado amigo y amiga, se encontrará en ese
grupo que no padecerá la Gran Tribulación. Esta es la bendita
esperanza de la Iglesia.
Ahora, estas siete trompetas, de los siete ángeles que
estudiaremos en los próximos versículos, nos acercarán al fragor
de la intensidad de este período llamado "la Gran Tribulación".
Hemos estudiado en programas anteriores que los siete sellos
que consecutivamente eran abiertos, presentaban los juicios
que son el resultado natural de las actividades del ser humano
que vive separado de Dios, es decir, en pecado, a los ojos de
Dios. Con la apertura del sexto sello, Juan nos describió el
terrible juicio en el que Dios utiliza toda la furia de la naturaleza.
Ahora, con el séptimo sello, que se compone de un conjunto de
siete trompetas veremos el juicio directo y sobrenatural de Dios
al juzgar a una raza rebelde.
Ahora, los siete sellos, las siete trompetas, las siete
personalidades, y las siete copas de la ira, que estudiaremos
próximamente, todos estos conjuntos tiene relación con el
mismo período, pero vistos desde otra perspectiva, desde un
ángulo un poco diferente.
1.- En "los siete sellos" encontramos los juicios que son el
resultado de la actividad deliberada e intencionada del hombre.
El juicio de Dios vendrá sobre el ser humano pecador que vive
alejado de Dios e indiferente al evangelio. En el primer sello
vimos el galopar del jinete sobre el caballo blanco que prometía
una paz, que resultaba falsa. Dirán: paz, paz, ? pero, de pronto,
vendrá la destrucción.
El segundo sello fue desató al caballo rojo, bermejo, de la
guerra. ¿Cómo se llega a crear una guerra? Las guerras nacen
porque están en el corazón del hombre. Muchas personas
opinan que si no existieran armas de fuego, si no hubiera
ninguna clase de armamento, ni bombas atómicas, o cualquier
otro material destructivo, entonces viviríamos en paz. Estimado
amigo, amiga oyente, la guerra está en el corazón del hombre;
primeramente tendríamos que cambiar el corazón del ser
humano, para poder librarnos de las guerras.
2.- Con "las siete trompetas" que vamos a considerar a partir de
este programa, veremos el juicio que es el resultado de la
intervención directa de Dios.
3.- Cuando lleguemos, próximamente, a estudiar "las siete
personalidades", veremos el juicio que será el resultado de la
lucha de Satanás contra Dios. Satanás será expuesto
abiertamente.
4.- En "las siete copas de la ira" veremos "el juicio final de la
Gran Tribulación", el cual será una acción directa de parte de
Dios, a causa de la rebelión del hombre y de Satanás. Dios
juzgará a ambos.
Al llegar a esta sección en la que se nos presentan símbolos,
debemos recordar que un símbolo es un símbolo de algún hecho
concreto. Vamos a ver que hay ciertas extrañas y poderosas
similitudes entre las plagas que tuvieron lugar en Egipto en los
días de Moisés, y "los juicios de las trompetas". Creemos que es
bastante lógico y razonable llegar a la conclusión de que, si las
plagas de la época de Moisés, fueron literales, entonces las
plagas que vendrán en "la Gran Tribulación" también serán
literales. Los símbolos que se utilizan son símbolos de la realidad
que vendrá. Es decir, el lenguaje común no nos aclararía lo
terrible y trágico que será la Gran Tribulación. Superará toda
descripción, por lo que Dios agotado el lenguaje humano, nos
intenta explicar los hechos futuros por medio de los símbolos.
Debemos recordar que este libro es una revelación del Señor
Jesucristo. Ahora lo vemos en su nuevo cargo y posición,
actuando como Juez. Estos juicios, que se explican por medio de
símbolos, no son símbolos misteriosos, envueltos en una
nebulosa que puede disiparse fácilmente bajo un análisis
hermenéutico. Cuando se utilizan símbolos, y en este libro
abundan diversas clases de símbolos, siempre también se nos
da una clave. La Palabra de Dios, las Sagradas Escrituras, nos
ofrecerá una explicación, y no es necesario utilizar nuestra
propia imaginación. Como ya hemos mencionado anteriormente,
el Apocalipsis es el último libro en la Biblia por la sencilla razón,
que es necesario conocer también los 65 libros anteriores. Y el
conocimiento de esos 65 libros es un requerimiento básico para
poder entender este lenguaje tan vívido.
A toda persona que se acerca por primera vez a la Palabra de
Dios le recomendamos que no comience con el estudio del libro
de Apocalipsis; es mucho más útil y comprensible comenzar con
el primer libro, con Génesis. O, si lo desea, comenzar con los
Evangelios, pero, para comprender el libro de Apocalipsis se
necesitan más herramientas y un conocimiento bíblico previo.
Debemos recordar, estimado amigo, amiga oyente, que en
nuestro programa de "La Fuente de la Vida", ya hemos pasado
casi cinco años estudiando la Biblia. Creemos que esto nos da
autoridad para enseñar ahora el libro de Apocalipsis. Fue el
Apóstol Pedro quien escribió: Entendiendo primero esto, que
ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada. (2
Pedro 1:20). No podemos interpreta Apocalipsis por sí mismo,
como aislado de los 65 libros que le preceden. Los eventos y los
símbolos que se nos describen aquí representan una realidad
terrible, que llegarán indudablemente a materializarse un futuro
en nuestro planeta Tierra.
Ahora, volviendo a nuestro texto, comenzando el capítulo 8
vamos a ver que Jesucristo romperá el séptimo y último sello del
documento que porta en Sus manos. Esto desencadenará una
serie de nuevos eventos. Veremos que el séptimo sellos
contiene los juicios que traerán consigo las siete trompetas que
siete ángeles harán sonar consecutivamente. Como ya
comentamos, veremos una serie de conjuntos y grupos de
personas, hechos y símbolos que paulatinamente explicaremos.
Aunque el libro de Apocalipsis es un relato real de lo que ocurrirá
en un futuro cuya fecha sólo Dios sabe, a pesar del drama que le
aguarda al mundo, los creyentes no deberíamos sentir temor o
angustia. El futuro debería servirnos como un gran consuelo, un
aliciente para cualquier circunstancia adversa que pudiéramos
estar atravesando. Podemos dar gracias a Dios, porque en Su
perfecta justicia, todos los juicios serán justos, y aquellos que
han perjudicado Su Creación, tanto a Sus criaturas como a Su
entorno medio-ambiental, Él juzgará, todo lo juzgará
correctamente. Y las buenas noticias, en medio de tantas
terribles es ¡que todavía están a tiempo todos aquellos que no
conocen a Dios, a volverse hacia Él, y buscarle con
arrepentimiento y sinceridad de corazón! Todavía está a tiempo
a llegar a ser un hijo de Dios todos aquellos que sólo son
criaturas de Dios, pero no perteneces a Su familia. Todavía
estamos a tiempo para pregonar que hay esperanza para todo
aquel que quiere estar y tener PAZ con Dios, por medio del único
Mediador válido, que es JESUCRISTO, el Señor. Esta certeza y
verdad nos produce gratitud y confianza que un día estaremos
reunidos con Aquel que nos amó hasta la muerte. La tarea o
misión de los hijos de Dios es más importante que nunca.
Nuestra tarea consiste en, sencillamente esparcir la semilla del
amor de Jesucristo, la de predicar la Palabra de Dios, por todos
los medios a nuestro alcance, como lo es en estos momentos,
las ondas de la radio.
El juicio y la ira de Dios serán terribles. El amor de Dios es
incondicional, y no hace distinción de raza, edad, sexo, cultura,
poder económico o fama; pero tampoco nada Le impresiona,
nada Le compra, y ni siquiera las buenas obras que se pudieran
realizarse en Su nombre. A un corazón humilde y arrepentido
Dios abre Sus brazos para recibir a cualquier pecador como
aquel Padre amoroso y ansioso de la parábola del "hijo pródigo".
¡Cuánto está haciendo Dios para llamar nuestra atención, tan
distraída, por las muchas cosas que nos ocupan! "Dios, de tal
manera amó al mundo, -a todos los seres humanos- que dio a Su
Hijo unigénito para que todo aquel que en Él cree -y esto
personaliza e individualiza la salvación- no se pierda, más tenga
vida eterna. Porque no envió Dios a su hijo al mundo para
condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por Él. El
que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido
condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito hijo
de Dios". Esta es una cita textual de Jesucristo que podemos leer
en el evangelio según Juan, capítulo 3, versículos 16 al 18. Él,
Jesucristo, le conoce por nombre y apellido; El murió por usted,
Él le ama, Él quiere salvarle, estimado amigo, amiga oyente,
pero si usted no quiere saber nada de Él, si usted Le rechaza,
sentimos mucho tener que advertirle que en un futuro, si no hay
arrepentimiento, habrá un juicio aterrador. Y sólo hay una
manera de salvarse: aceptar a Jesucristo, el que murió como su
Salvador en una cruz, para que Su sacrificio pagara el precio de
sus pecados.
Quizá alguien pueda pensar que estamos intentando asustar a la
gente. Bueno, estimado oyente, si estas reflexiones pudieran
hacerle meditar en sus caminos, y consiguieran acercarle a Dios,
entonces cualquier esfuerzo habrá merecido la pena. Pero,
amigo oyente, nos sentimos en la obligación de avisar que el
juicio de Dios se aproxima a esta Tierra. La misericordia y la
paciencia de Dios tienen un límite. Esto es lo que la Palabra de
Dios nos advierte. Bien, comenzaremos con el capítulo 8. Y
leemos el primer versículo:
1
Cuando abrió el séptimo sello, se hizo silencio en el cielo como
por media hora.
Bien, comenzamos un pasaje que tiene mucha solemnidad. Ya
hemos visto la apertura de los primeros seis sellos y las
consecuencias que conllevaron cada uno. Ahora comienza un
período distinto, nuevo. El Señor Jesucristo aún está en control
de todas las situaciones. Él dirige la acción desde el cielo. Él está
a cargo de todo. Y Él está dirigiendo todo lo que está ocurriendo.
No pierda de vista, estimado oyente, el hecho de que el
Apocalipsis presenta al Señor Jesucristo en Su Gloria y Poder, y
como el propietario de toda la Tierra, y por lo tanto, también su
Juez y Señor.
Si usted alguna vez ha pensado que Jesucristo era sólo ese bebé
indefenso que se suele colocar en un pesebre, o lo recuerda
como inerte Cristo perpetuamente clavado en una cruz,
entonces, probablemente la imagen y la idea que pueda tener
acerca de Jesucristo no es la correcta. Jesucristo, durante su vida
aquí en la Tierra, era bueno, manso y humilde, y solamente
hacía cosas buenas para la gente. Eso es totalmente correcto,
pero eso no es todo. El apóstol Juan, en el evangelio que lleva su
nombre escribió acerca de Él: He aquí el Cordero de Dios que
quita el pecado del mundo. (Juan 1:29). El ser humano no está
"perdido" porque es pecador; está perdido porque ha rechazado
a Jesús quien ha muerto por él. No importa lo que usted haga,
amigo oyente, usted puede ir a una eternidad de perdición, si no
ha aceptado a Cristo. Él ya ha muerto por usted, y si usted no se
aprovecha esa obra redentora, gratuita y llena de amor,
entonces con su rechazo por esa obra que Él realizó en la cruz,
usted la menosprecia, le resta valor, e invalida todos los
beneficios que de ella deriva.
Estamos ante una escena majestuosa, muy solemne. Todo se ha
detenido, nada ni nadie se mueve sin Su autorización. En el
capítulo anterior, el capítulo 7 ya vimos cómo cesaran las
fuerzas naturales en la Tierra cuando ordenó que se sellara y
salvara a esas dos multitudes, el grupo de fieles judíos, y el de
los fieles gentiles, que mencionamos antes. Y ahora se ha
producida una densa calma, en un silencio celestial. Godet
definió esta escena de la siguiente manera: "Este silencio es una
pausa para la acción". Es la calma antes de que se desate toda
la furia de la tormenta. ¿Por qué sucede este tan extraño
silencio? Su paciencia no se ha agotado todavía. Cuando se
abrió el sexto sello y la naturaleza respondió con una convulsión
poderosa, los hombres de valor se atemorizaron por unos
momentos; Cristo les dio la oportunidad de arrepentirse. Pero,
como sucedió con Faraón en Egipto, en el pasado, cuando se
quitó la presión, su corazón engañoso volvió a su intención
original. Así también ocurre con todos los seres humanos, que
regresan a su antigua vida y conducta, cuando existe la calma.
Probablemente, hasta se reprocharán a sí mismos, por haber
dado muestra de cobardía. Después de todo, habrán pensado
algunos, sólo era la naturaleza la que estaba reaccionando. No
era Dios, después de todo. Y todas las situaciones nuevas se
tratan de racionalizar o se busca una explicación que incluya las
causas naturales. Pero, amigo oyente, esa calma que se
describe es el silencio que se produce antes de comenzar la
tormenta; como alguien dijo en el pasado: "Los pasos de Dios,
desde la misericordia al juicio son siempre lentos, medidos y
como que no quiere darlos".
Dios es un Dios lento para la ira, el juicio es una operación
extraña. El profeta Isaías escribió en el capítulo 28, de su
profecía, versículo 21: Porque Jehová se levantará como en el
monte Perazim, como en el valle de Gabaón se enojará; para
hacer su obra, su extraña obra, y para hacer su operación, su
extraña operación.
¿Qué es tan extraño acerca de Dios? Que Él juzga, que Él es un
Dios de amor, pero es un Dios de amor que juzga a Sus
criaturas. Él dice que no siente ningún placer en la muerte de
aquel que muere. Este silencio del versículo 1 de este capítulo 8
de Apocalipsis, marca la transición entre La Gracia y El Juicio. Él
está esperando. Y amigo oyente, Él está esperando hoy. Él está
esperándolo a usted, si usted todavía no ha ido a Él. Usted
todavía está "a tiempo" y puede acercarse a Él ahora mismo; Él
es un Salvador misericordioso. Acuda a Él en esta hora y será
salvo por toda la Eternidad.
Bien, amigo, amiga oyente, vamos a detenernos aquí por hoy.
Nos permitimos sugerirle que usted continúe leyendo el resto de
este capítulo 8 y se familiarice con su contenido para que así
esté mejor preparado para nuestro próximo programa. ¡Que el
Señor misericordioso, de perdón y paz, le muestre el camino
hacia la Cruz de Cristo! Nunca se arrepentirá haber tomado a
Jesucristo en serio. No hay mayor bien para una vida que
conocer, amar y ser amado por Dios.
Apocalipsis 8
Versículos 2-5
Bienvenidos, estimados oyentes, a una nueva cita con La
Palabra, con la Palabra de Dios, la cual estamos estudiando, en
su último libro, el Apocalipsis. Como muchos de nuestros
habituales oyentes han podido comprobar, es un libro
fascinante, y apasionante donde los haya, que tiene mucho que
enseñarnos a los hombres y mujeres del actual siglo XXI.
En nuestro programa anterior apenas pudimos esbozar el inicio
del capítulo 8 de este interesantísimo libro. En la presentación
de este capítulo octavo habíamos mencionado que contiene la
apertura del séptimo sello, y que el autor, el apóstol Juan,
observa que hay siete ángeles en pie ante Dios. Ahora
comenzarán a ocurrir una serie de juicios que transcurrirán en
una rápida sucesión de eventos a nivel mundial. Comenzarán los
siete juicios de las trompetas, y algo más adelante, los siete
juicios de las copas (capítulo 16:1-21), que siguen de inmediato
tras la séptima trompeta, y todo ello sucederá justo antes del
regreso de Cristo.
Recordemos, además, que en el capítulo 5 vimos como Cristo
fue el único que se halló digno de abrir el documento que tenía
en sus manos, el libro que representa el título de propiedad del
universo entero. A medida que Jesucristo va rompiendo cada
uno de los siete sellos que aseguran el documento, cada sello
desata una nueva demostración del juicio de Dios sobre la Tierra
y el desenlace del periodo futuro de Tribulación. Estos juicios de
los siete sellos incluyen todos los juicios, hasta el fin.
El séptimo sello del documento contiene las siete trompetas, y la
séptima trompeta contiene las siete copas. Juan, privilegiado
espectador y testigo excepcional de estas visiones, relató el
silencio de estupefacción que se hizo en el Cielo, no por un
instante sino por nada menos que media hora, en señal de
asombro y anticipación por la realidad cruenta de los juicios que
Dios estaba a punto de desatar.
Hoy abordaremos la apertura del séptimo y último sello.
Recordemos, para aquellos oyentes que se incorporan a nuestro
programa a estas alturas del mismo, que estamos analizando un
periodo de tiempo de siete años denominado "Gran Tribulación",
y que tendrá lugar en la Tierra poco antes de que el Señor
regrese para establecer Su Reino en nuestro planeta. Un poco
más adelante en nuestra lectura, llegaremos a la visión de "las
trompetas", las cuáles marcarán el comienzo del periodo más
intenso y dramático de la Gran Tribulación.
En nuestro programa anterior leímos cómo el apóstol Juan, el
autor de este libro y protagonista de estas visiones, asistió a un
sobrecogedor silencio en el cielo que duró una media hora. En
este primer versículo del capítulo 8, un silencio intensamente
dramático recorre el cielo y parece ser un respiro o un momento
de preparación antes de otra revelación arrolladora. Realmente,
el silencio absoluto, el silencio de la calma que precede a una
devastadora tormenta, puede resultar más aterrador que el
sonido del trueno.
En algunos lugares del mundo donde las tormentas son
habituales, las personas suelen construir en el sótano de sus
casas un refugio especial donde guarecerse y resistir hasta que
amaine el temporal. Fenómenos meteorológicos como los
huracanes o los ciclones tienen un devastador efecto sobre
ciudades, pueblos y bienes. La gente de la zona construye
incluso habitaciones o sótanos especiales para protegerse de las
inclemencias que son comunes en ese lugar. El autor de
estos estudios bíblicos, el Dr. J. Vernon McGee relataba que
cuando en su infancia, su padre había construido un refugio en
el sótano, por las tormentas que solían azotar aquella zona,
especialmente en la primavera y la primera parte del verano. En
cierta ocasión, él y su padre observaron cómo una tormenta que
se aproximaba a su casa se desvió hacia una ciudad situada a
unos 15 kilómetros de distancia. Para asombro de ambos, antes
que se desatara la terrible tormenta, se hizo un silencio y una
calma absolutamente terrorífica. Hasta aquel momento el viento
había soplado con fuerza y había estado lloviendo
torrencialmente; numerosos truenos y relámpagos poblaban el
cielo. Sin embargo, de pronto, todo se detuvo y por unos
momentos hubo un silencio sepulcral. Instantes después se
desató un viento huracanado, sin dejarles apenas tiempo para
poder cerrar la puerta del sótano y protegerse de la furia del
huracán. Y es así, de esta misma manera, súbita, sin aviso
previo, cómo se desatará la Gran Tribulación sobre la Tierra.
A partir de ahora, desde este versículo dos del capítulo 8 y hasta
el capítulo 11, asistiremos al toque y al sonido de siete
trompetas. Veamos ahora lo que nos dice el versículo 2 de este
capítulo 8 de Apocalipsis:
2
Y vi a los siete ángeles que estaban en pie ante Dios; y se les
dieron siete trompetas.
En Apocalipsis las trompetas anuncian juicios inminentes. Las
trompetas tienen mayor intensidad que los sellos, pero no son
tan destructivas como los siguientes juicios finales de las copas.
(capítulos 16 al 21). Ocurren durante los últimos tres años y
medio, pero no sabemos cuál es el tiempo exacto de cada uno,
excepto que los efectos del quinto juicio de trompeta durarán
cinco meses. Como veremos, las primeras cuatro trompetas
anuncian la destrucción divina de la ecología terrestre, mientras
que las últimas tres corresponden a la devastación demoníaca
de la tierra.
Aquí se nos presenta a siete ángeles formando un grupo muy
especial. Creemos que Gabriel se encuentra en este grupo
porque la Biblia nos dice que él estaba delante de Dios. Eso fue
lo que el propio Gabriel le dijo al sacerdote Zacarías, cuando
anunció el futuro nacimiento de su hijo, Juan el Bautista. Él le
dijo: "Yo soy Gabriel, que estoy delante de Dios". (Lucas 1:19)
Estos ángeles tenían un honor muy especial. En las cortes reales
orientales sólo los cortesanos favoritos tenían el derecho de
acceder a la presencia del Rey.
Estos siete ángeles portaban siete trompetas. Estas siete
trompetas tenían un significado muy especial en Israel. En las
visiones del Antiguo y Nuevo Testamento, la trompeta siempre
ha sido símbolo de la intervención de Dios en la Historia. En el
libro de Números podemos leer cómo Moisés recibió
instrucciones de parte de Dios para preparar dos trompetas de
plata. Y estas trompetas solían ser utilizadas en la marcha por el
desierto con un propósito doble. En primer lugar, para convocar
al pueblo a reunión; y, por otro lado, para dar la señal de
partida. Leamos el capítulo 10 de Números, versículo 2, que dice
así: "Hazte dos trompetas de plata; de obra de martillo las
harás, las cuales te servirán para convocar la congregación, y
para hacer mover los campamentos". Cuando, más adelante,
Israel entró a la Tierra Prometida, estas trompetas iban a ser
utilizadas para un nuevo propósito, distinto a los anteriores. El
capítulo 10 de Números, versículos 9 y 10, dicen así: "Y cuando
saliereis a la guerra en vuestra tierra contra el enemigo que os
molestare, tocaréis alarma con las trompetas; y seréis
recordados por Jehová vuestro Dios, y seréis salvos de vuestros
enemigos. Y en el día de vuestra alegría, y en vuestras
solemnidades, y en los principios de vuestros meses, tocaréis las
trompetas sobre vuestros holocaustos, y sobre los sacrificios de
paz, y os serán por memoria delante de vuestro Dios. Yo Jehová
vuestro Dios".
En ese mismo capítulo 10 de Números, versículo 4, leemos
también: "Mas cuando tocaren sólo una, entonces se
congregarán ante ti los príncipes, los jefes de los millares de
Israel". Podríamos interpretar, por lo tanto, que esta trompeta
mencionada aquí, sería aquella mencionada por el Apóstol Pablo
en su primera epístola a los Corintios, capítulo 15, versículos 51
y 52 donde dice: "He aquí, os digo un misterio: No todos
dormiremos; pero todos seremos transformados, en un
momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta;
porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados
incorruptibles, y nosotros seremos transformados".
Algunos opinan que esta última trompeta o "final trompeta" aquí
mencionada es la misma que la séptima trompeta del
Apocalipsis. Sin embargo, no tiene ninguna relación. El Apóstol
Pablo menciona al Señor Jesucristo en su Primera epístola a los
Tesalonicenses, capítulo 4, versículo 16, donde dice:"Porque el
Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con
trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo
resucitarán primero".
Lo que tenemos aquí es la voz del Señor Jesucristo. Él da una
voz de mando, poderosa. La trompeta de Dios es Su propia voz.
Su voz sonará como una trompeta, tal y como leemos en las
Escrituras. En el primer capítulo de Apocalipsis, versículo 10, ya
observamos algo similar. Aquí Juan nos dice que él escuchó una
gran voz como de trompeta. Y que él se volvió para ver, y ¿qué
fue lo que vio? A Cristo glorificado. Algún día el Cristo glorificado
llamará a los Suyos, con la que Pablo menciona como la "final
trompeta", los muertos resucitarán.
Ahora bien, observamos aquí un detalle que posee especial
relevancia. La trompeta era utilizada como señal de alarma para
iniciar las largas jornadas de marcha de Israel a través del
desierto. Y esa alarma se hacía sonar para que comenzara a
marchar cada sección en la que estaba distribuido el pueblo.
Recordemos que las tribus estaba dividida en cuatro grupos de
tres familias cada una situadas respectivamente en los cuatro
lados del tabernáculo. Tres familias de Leví llevaban los objetos
del tabernáculo: la de Gersón, la de Coat, y la de Merari. Cuando
se hacía sonar la trompeta, comenzaba a marchar, en primer
lugar, el arca de la Alianza, que era transportada y custodiada
por los coatitas. A continuación se ponía en marcha la tribu de
Judá, y las dos familias bajo la bandera de Judá, y así
sucesivamente hasta que al séptimo toque de trompeta todo el
pueblo estaba ya en movimiento. Como podemos observar, el
orden y la organización eran aspectos muy importantes en el
campamento israelita. Cada familia conocía su lugar. Cada
hombre mantenía su posición, no había ningún tipo de desorden
en el campamento de Israel. Muchos años después, el apóstol
Pablo escribiría: "pero hágase todo decentemente y con orden".
(1 Corintios 14:40). De la misma manera, ¡a cuántas iglesias no
les vendría nada mal una pequeña dosis de organización y
planificación para ser más eficientes y eficaces en sus esfuerzos,
en sus metas, en su gestión de recursos, en su gestión de
persona!
Según algunos estudiosos bíblicos, las siete trompetas de
Apocalipsis tendrán como consecuencia el retorno de los
israelitas a su tierra natal, a Israel. No creemos, sin embargo,
que el actual regreso de muchos judíos a Israel pueda
considerarse el cumplimiento de esta profecía, que recién será
una realidad durante el período de la Gran Tribulación, cuando
sean tocadas las siete trompetas, como sucedió mucho atrás en
su larga marcha por el desierto hasta la Tierra Prometida.
Continuemos ahora nuestra lectura de la Palabra en el versículo
3, donde leemos:
3
Otro ángel vino entonces y se paró ante el altar, con un
incensario de oro; y se le dio mucho incienso para añadirlo a las
oraciones de todos los santos, sobre el altar de oro que estaba
delante del trono.
Aquí tenemos a otro ángel, que desde luego no es Cristo. El
Señor Jesucristo ya no se encuentra desempeñando el rol de
Intercesor de la Iglesia ante Dios Padre, tal y como pudimos leer
en los capítulos 4 y 5. Es a Él, a Jesús, a quien se le da el libro
con los siete sellos. Sólo Él es digno de recibirlo. Y a partir de
aquí, todo lo que suceda en Apocalipsis estará bajo Su control y
dirección. Recordemos que Él ya se encuentra en el cielo con la
Iglesia y no es más su intercesor, sino que está ocupando Su
lugar, como Juez en este juicio, y mantiene en Sus manos, tal y
como Juan nos relata, este libro de los siete sellos, dirigiendo
toda la actividad desde el Trono.
Cierto es que en alguna ocasión, en el Antiguo Testamento,
Jesucristo se apareció en forma de ángel, pero creemos que
desde entonces no ha vuelto a hacerlo, sino que, como ya
hemos mencionado, hoy en día está en el Cielo, a la diestra del
Padre. Algún día le volveremos a ver, con Su cuerpo glorificado,
es decir, transformado, de la misma forma que algún día todos
los cristianos recibiremos un cuerpo glorificado, eterno, perfecto,
sin enfermedad ni defecto alguno, un cuerpo para vivir por
siempre con nuestro Señor.
Regresemos a la escena que Juan nos describe, en la que
aparece ahora un altar de oro en el cual se ofrecen las
oraciones, es decir, un lugar de intercesión. Y el incienso suele
compararse en la Biblia a las oraciones de los creyentes. En el
Salmo 141, versículo 2, el Rey David escribió: "Suba mi oración
delante de ti como el incienso, el don de mis manos como la
ofrenda de la tarde".
Una oración en el nombre de El Señor Jesús representa el
verdadero incienso que a Dios le agrada escuchar en los labios
de sus Hijos. Él dijo: "todo lo que pidiereis al Padre en mi
nombre". (Juan 14:13) Y ese es Su mandato. Cuando oremos
debemos pedir en Su nombre, en el nombre de Jesús. Creemos
que esto es muy importante, y que finalizar una oración
diciendo: "En el nombre de Jesús, amén" es mucho más que un
simple formalismo. Por el contrario, supone la afirmación de que
todo lo que pedimos y anhelamos en oración, lo pedimos en el
nombre de Jesús, es decir, como si fuera Él quien lo pidiera al
Padre. Esto nos debe llevar a reflexionar acerca de nuestra
responsabilidad respecto a las cosas que pedimos en oración.
Aquí vemos que se está ofreciendo incienso, un incienso de
fragancia dulce. Piense usted, amigo o amiga que nos escucha,
que su oración se eleva como el incienso dulce hasta el Señor, y
lo que realmente importa no son la riqueza de su vocabulario, ni
lo florido de su prosa; lo que realmente importa es la actitud y la
disposición de su corazón y que lo que usted esté pidiendo en
esa oración lo haga como si fuera el mismo Jesús quien lo
pidiera: "En el nombre de Jesús, amén".
Otro detalle de la narración de Juan que nos llama la atención es
la figura de un incensario; un utensilio dorado del cual colgaba
una cadena y que se utilizaba para llevar tizones encendidos del
altar de bronce al altar del incienso, con el fin de encender el
incienso, que representaba las oraciones del pueblo. Esto se
hacía en el Templo hebreo dos veces al día, a la hora de los
sacrificios de la mañana y la tarde.
Acabamos de leer el relato de Juan sobre el incienso que es
entregado a un ángel. Las oraciones de los santos que fueron
ofrecidas en el quinto sello, reciben su respuesta ahora, a causa
de la persona y el sacrificio de Cristo aquí. Leamos los versículos
4 y 5 de este capítulo 8 de Apocalipsis, que dicen así:
4
Y de la mano del ángel subió a la presencia de Dios el humo
del incienso con las oraciones de los santos. Y ahora la oración
recibirá su respuesta a causa de Jesucristo. 5 Y el ángel tomó el
incensario, y lo llenó del fuego del altar, y lo arrojó a la tierra; y
hubo truenos, y voces, y relámpagos, y un terremoto.
La escena que nos describe Juan se divide en dos partes. En la
primera, el ángel ofrece a Dios las oraciones de los santos. En el
pensamiento judío era el arcángel Miguel el que hacía las
oraciones por el pueblo de Israel. El ángel se encuentra ante el
altar. El altar es una figura que aparece frecuentemente en el
escenario celestial de Apocalipsis (6:9, 9:13, 14:18). No puede
ser el altar de los holocaustos, porque no hay sacrificios de
animales en el cielo, sino que debe tratarse del altar del
incienso. Éste estaba delante del lugar Santo, en el Templo de
Jerusalén (Levítico 16:12; Números 6:46). Estaba hecho de oro y
tenía una base cuadrada de medio metro de lado por un metro
de altura. En cada extremo tenía cuernos; era hueco y estaba
cubierto de una plancha de oro, y tenía alrededor como una
barandilla, como una balaustrada en miniatura, para impedir
que cayeran los carbones encendidos al suelo. En el Templo se
quemaba y se ofrecía incienso antes del primer sacrificio del día
y después del último. Era como si las ofrendas del pueblo
ascendieran a Dios envueltas en un perfume de incienso.
Aquí tenemos la idea de que la oración es como un sacrificio que
se ofrece a Dios; las oraciones de los santos se ofrecen en el
altar, y como todos los otros sacrificios, se elevan a Dios,
envueltas en el grato olor del incienso. Pudiera ser que alguna
persona no tenga nada que ofrecer a Dios; pero sí puede
ofrecerle su oración, en el nombre de Jesucristo.
Pero ahora Juan describe la siguiente escena de este cuadro. El
mismo ángel toma el incensario, lo llena de brasas del altar, y lo
arroja a la tierra; y esto es el preludio del trueno y el terremoto,
el comienzo de más terrores. Un estudioso de la Biblia lo definió
de la siguiente manera: "Las oraciones de los Santos vuelven a
la tierra en ira". Sus oraciones habían ascendido a los cielos, y
ahora la respuesta baja a la tierra. Los santos de la Tribulación
había orado pidiendo justicia y juicio, y ahora los pueblos de la
Tierra, habiendo rechazado la muerte de Jesucristo para
justificación y perdón de sus pecados, ahora tienen que soportar
el juicio de sus propios pecados.
En el versículo que acabamos de leer, el Apóstol describió lo
siguiente: "y hubo truenos"; eso anticipa la cercanía de la
tormenta del juicio de Dios. Y luego menciona: "y voces", ? eso
revela que todo lo que está sucediendo es producto de la
dirección de Dios, y no es obra de las fuerzas de la naturaleza.
Dios, repetimos, está en control de todo lo que está sucediendo.
Estimados amigos y amigas, finalizamos aquí nuestro programa
de hoy. Esperamos que este estudiodel Apocalipsis esté siendo
de su agrado y provecho. Como habitualmente hacemos, le
invitamos a que nos acompañe nuevamente en nuestra próxima
cita, aquí, en La Fuente de Vida.
Apocalipsis 8
Versículos 6-13
Bienvenidos estimados amigos y amigas oyentes a un nuevo
programa de La Fuente de La Vida, en el cual estamos
recorriendo, uno a uno, los libros de La Biblia, que es "el gran
libro", el "libro de los libros" que es la Palabra de Dios, y
contiene los principios, la conducta y el pensamiento cristiano.
Como siempre recomendamos desde aquí, léala y hallará vida,
paz y sabiduría. Hallará mucho más que esperanza; hallará
certezas inquebrantables, más necesarias hoy que nunca. El
hombre y la mujer de hoy necesitan algo más, aparte de sus
propias fuerzas para salir adelante en la vida. Necesitan algo
mucho más grande que ellos, necesitan una guía, una brújula.
Muchos encuentran esta orientación en los libros de auto ayuda,
en la meditación trascendental o, simplemente, en los placeres y
deleites de la vida. Desde aquí, una vez más, le invitamos para
que inicie la mayor aventura de su vida, sumergiéndose en las
páginas de un libro llamado La Biblia, capaz de cambiar su vida;
no porque ésta sea mala, sino porque puede ser mucho mejor,
mucho más equilibrada, mucho más satisfecha y mucho más
feliz.
Por eso, le invitamos a que prepare su Biblia y nos acompañe,
una vez más, en un programa en el que volveremos a
sumergirnos de lleno en el libro de Apocalipsis, uno de los libros
más impactantes del mundo. Apocalipsis es un libro fascinante,
pero, a la vez, de los menos comprendidos. Mucho se ha escrito
de él, pero poco se ha entendido. Y para eso estamos hoy aquí,
para abrirlo, leerlo y entenderlo. Retomamos el viaje que
comenzamos hace ya unos cuantos programas, situándonos en
el versículo 6 del capítulo 8:
6
Y los siete ángeles que tenían las siete trompetas se
dispusieron a tocarlas.
Para refrescar nuestra memoria, y en beneficio de los oyentes
nuevos que se incorporan por vez primera a nuestro programa,
recordemos que en el capítulo 5 el apóstol Juan, el autor de
estas revelaciones que Jesucristo le hizo "ver y escuchar" en
unas visiones extraordinarias, vimos como Cristo fue el único
que se halló digno de abrir un libro que tenía en sus manos. Ese
libro o documento, representa el título de propiedad de todo el
Universo. Siete sellos acreditan la importancia de ese
documento y, a medida que Jesucristo va abriendo cada uno de
los siete sellos que aseguran el documento, cada sello desata
una nueva demostración del juicio de Dios sobre la Tierra y el
desenlace del periodo futuro de Tribulación. Los siete sellos
incluyen todos los juicios hasta el fin.
El capítulo ocho comienza con la apertura del séptimo sello del
documento. El apóstol Juan, como privilegiado espectador y
testigo excepcional, relató el silencio que se hizo en el Cielo, en
señal de asombro y anticipación por los juicios que Dios estaba a
punto de desatar.
Recordemos que estamos analizando un periodo de tiempo de
siete años llamado la "Gran Tribulación", que tendrá lugar en la
Tierra poco antes de la Segunda Venida de Jesucristo que
regresará para establecer Su Reino en el mundo. La visión de
"las trompetas", marcarán el comienzo del periodo más intenso
y dramático de la Gran Tribulación.
Comentamos, a modo de introducción a este capítulo ocho que
la apertura del séptimo sello desenlaza los juicios de las siete
trompetas, y con la última, la séptima trompeta comenzará los
juicios de las siete copas, que veremos en el capítulo16. Todos
los juicios se enlazarán uno con el otro, en rápida sucesión justo
antes del regreso de Jesucristo.
También comentamos que hubo una tensa media hora de
silencio. Las oraciones de los santos que habían sufrido
persecución y hasta muerte de martirio por su fe en Jesucristo,
pidiendo justicia y juicio, han sido escuchadas por Dios. Se ha
dado la orden para que comiencen a sonar las trompetas. Los
ángeles, atentos, toman su posición para ejecutar la orden de
Dios, y al tocar sus trompetas la ira divina se desatará sobre la
Tierra. Aunque nos puede sonar extraño pensar en Dios o en los
ángeles tocando trompetas, esta figura contiene una verdad
simbólica. En el Antiguo y también en el Nuevo Testamento las
trompetas y su sonido siempre tuvieron un significado
importante. Podían significar un toque de alarma, para despertar
de un sueño o advertir de un peligro. También podía significar el
sonido que anunciaba la llegada de un rey. También es el
símbolo adecuado para expresar que el Rey de Reyes va a
invadir el tiempo y el espacio de la Tierra. Por último, también
podría indicar un zafarrancho de combate. Dios siempre está
llamando a los hombres a que tomen partido en la lucha entre la
verdad y la falsedad, y para que se alisten como soldados del
Rey de Reyes.
Dice el versículo 7 de este capítulo 8 de Apocalipsis:
7
El primer ángel tocó la trompeta, y hubo granizo y fuego
mezclados con sangre, que fueron lanzados sobre la tierra; y la
tercera parte de los árboles se quemó, y se quemó toda la
hierba verde.
Lo que aquí tenemos es una descripción de las fuerzas
elementales de la naturaleza lanzadas en juicio contra el mundo.
A cada toque de trompeta es atacada una parte diferente del
mundo; la destrucción que se produce no es total, porque esto
no es más que el preludio del fin. Como acabamos de leer, el
primer toque de trompeta produce destrucción en la tierra,
luego, sobre el mar, luego sobre el agua dulce de los ríos y
manantiales, luego, sobre los cuerpos celestes. Así, la marea de
la destrucción se desata sobre cada parte del universo creado.
En esta primera ocasión, el juicio de Dios cae sobre toda la vida
vegetal, desde el pasto o hierba hasta los grandes árboles. Toda
clase de vida botánica se ve afectada. Notemos, sin embargo,
que aquí se menciona que solamente es afectada una tercera
parte. Pero es, sin duda, un golpe muy duro sobre la tierra. El
fuego es el gran instrumento usado por Dios. En el primer juicio
global, Dios utilizó el agua en el Diluvio; ahora será el fuego el
que purificará la Tierra. Las praderas y los bosques cubiertos de
hierbas serán destruidos parcialmente por el fuego. Tal y como
nos relata el libro del Génesis, la vida vegetal fue la primera
creada por Dios y será la primera en sufrir sus destrucción.
Encontramos una similitud extraordinaria entre las plagas en
Egipto, narradas en el libro del Éxodo, y los juicios de las
trompetas. Tanto aquellas como éstas son plagas reales, no
metafóricas, ni simbólicas; son absolutamente reales y su
cumplimiento será literal. En el capítulo 9, versículo 18 de
Éxodo, podemos leer lo siguiente: "He aquí que mañana a estas
horas yo haré llover granizo muy pesado, cual nunca hubo en
Egipto, desde el día que se fundó hasta ahora". Y cuando cayó
este granizo sobre la Tierra, se nos dice que destruyó la hierba
del campo en el país de Egipto. Y en el versículo 25 leemos: "Y
aquel granizo hirió en toda la tierra de Egipto todo lo que estaba
en el campo, así hombres como bestias; asimismo destrozó el
granizo toda la hierba del campo, y destruyó todos los árboles
del país". Se nos dice que destruyó todos los árboles del país.
Fue una destrucción total, del cien por cien. Ahora, en
Apocalipsis se menciona una tercera parte de la Tierra. Veamos
ahora lo que dice la segunda trompeta; leamos los versículos 8 y
9 de este capítulo 8 de Apocalipsis:
8
El segundo ángel tocó la trompeta, y como una gran montaña
ardiendo en fuego fue precipitada en el mar; y la tercera parte
del mar se convirtió en sangre. 9 Y murió la tercera parte de los
seres vivientes que estaban en el mar, y la tercera parte de las
naves fue destruida.
Ahora se habla del mar, que ocupa la mayor parte de la
superficie terrestre. El apóstol Juan no está diciendo aquí que
una montaña ardiendo cayó o se precipitó al mar. Juan describe
que era una masa, como si fuera una gran montaña ardiendo
que se precipitó en el mar. Podría tratarse de un meteorito o un
asteroide que, al penetrar en la atmósfera en estado
incandescente causará un impacto tal que creará un oleaje de
enormes Tsunamis que destruirá la tercera parte de las naves y
barcos del mundo. Al referirse aquí Juan a que "el mar se
convirtió en sangre", podría tratarse de un acontecimiento
conocido como marea roja, motivado por la contaminación
masiva del agua debido a la presencia de miles de millones de
microorganismos muertos, causado por la colisión de la
mencionada "gran montaña ardiendo en fuego fue precipitada
en el mar". Aunque también podría tratarse de sangre literal,
como resultado directo del juicio de Dios, tal y como sucedió en
una de las plagas del antiguo Egipto.
En el libro del profeta Jeremías, capítulo 51, versículo 25, leemos
lo siguiente: "He aquí yo estoy contra ti, oh monte destruidor,
dice Jehová, que destruiste toda la tierra; y extenderé mi mano
contra ti, y te haré rodar de las peñas, y te reduciré a monte
quemado". Esta masa literal cae a un mar literal y una tercera
parte llega a ser sangre literal, y una tercera parte de todas las
criaturas vivientes literalmente en una mar literal mueren una
muerte literal. Nada puede ser más claro que todo esto. Los
hombres hablan con metáforas, pero Dios no.
Por otro lado, no podemos ni imaginarnos el golpe que puede
representar la pérdida de una tercera parte de los barcos,
buques, navíos, petroleros, veleros, submarinos, etc., del
mundo. Un golpe económico y un terrible impacto y drama
social, por la pérdida de bienes pero, sobre todo, de miles de
vidas humanas,
Llegamos ahora a la tercera trompeta. Leamos los versículos 10
y 11 de este capítulo 8 de Apocalipsis:
10
El tercer ángel tocó la trompeta, y cayó del cielo una gran
estrella, ardiendo como una antorcha, y cayó sobre la tercera
parte de los ríos, y sobre las fuentes de las aguas. 11 Y el nombre
de la estrella es Ajenjo. Y la tercera parte de las aguas se
convirtió en ajenjo; y muchos hombres murieron a causa de
esas aguas, porque se hicieron amargas.
Aquí leemos cómo otro cuerpo celeste, quizá un cometa, dado
que a su paso va dejando una estela gigante, se desintegrará al
aproximarse a la tierra y los escombros contribuirán a
contaminar aún más la Tierra. Aquí Juan denomina a esta
estrella con un extraño nombre. "Ajenjo". ¿Qué significa? El
ajenjo es una sustancia amarga y venenosa que se obtiene de
una raíz. Aunque normalmente no causa la muerte, produce
ebriedad y enajenación. Pero los israelitas las temían por su
amargura. Dice el libro de Deuteronomio (29:17) que el ajenjo
era el fruto de la idolatría. Dios amenazó a los falsos profetas
por medio de Jeremías de que les haría comer ajenjo y beber
agua envenenada (Jeremías 9:14, 23:15). El ajenjo representa,
pues, la amargura del juicio de Dios sobre los desobedientes.
En este caso, el ajenjo causará la contaminación del agua dulce
y eso sólo significa una cosa: muerte y sequía. Si algo necesita
el ser humano es el agua. Sin agua no es posible la vida, ni el
cultivo, ni la producción industrial, ni muchas de las actividades
cotidianas humanas. ¡Cuánto depende el hombre del agua de los
ríos! Y aquí tenemos que el juicio de Dios caerá sobre este vital
y precioso elemento llamado agua. Israel tuvo, hace ya miles de
años, una experiencia similar tras huir de Egipto y cruzar el Mar
Rojo; llegaron a un lugar llamado Mara y, sedientos como
estaban, se encontraron con que las aguas eran amargas.
Moisés, el líder del pueblo judío, oró a Dios y éste le indicó que
tomara un árbol y lo arrojara en las aguas amargas para que se
convirtieses en dulces.
Y vemos que ahora sucede exactamente lo contrario. Durante la
Gran Tribulación, las aguas dulces se convertirán en amargas
debido a la contaminación producida por un meteorito o cometa.
Leamos ahora el versículo 12 de este capítulo 8 de Apocalipsis:
12
El cuarto ángel tocó la trompeta, y fue herida la tercera parte
del sol, y la tercera parte de la luna, y la tercera parte de las
estrellas, para que se oscureciese la tercera parte de ellos, y no
hubiese luz en la tercera parte del día, y asimismo de la noche.
Con cada sonido de trompeta vemos que un terrible juicio
gradual desciende sobre la Tierra. En este caso, de forma
sobrenatural, Dios reducirá en una tercera parte la luminosidad
de los cuerpos celestes. La pérdida de luz y calor solar
producirá, inevitablemente, una reducción radical de la
temperatura, produciendo cambios drásticos en la meteorología
y en los ciclos biológicos y botánicos. Sin embargo, veremos que
esta medida es temporal. Pero veremos hasta qué punto, la vida
en la tierra, sus cosechas, la energía, etc., depende de la luz
solar.
El libro del Génesis relata que fue en el cuarto día de la creación
cuando estos cuerpos celestiales aparecieron. Habían sido
creados antes, pero fue entonces cuando fueron iluminados; y
ahora es como si esta luz fuera disminuida en una tercera parte.
Dios había permitido que estas luces iluminaran, la lumbrera
mayor para que señorease en el día, y la lumbrera menor para
que señorease en la noche. ? dice en Génesis 1:16. Estas
lumbreras también eran para servir de señales para las
estaciones. (Génesis 1:14). El Señor indicó que en la Gran
Tribulación habría señales especiales en los cuerpos celestiales.
El Señor Jesucristo mencionó este tema en el evangelio de
Mateo, capítulo 24, versículo 29, donde dice: "E inmediatamente
después de la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá,
y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y
las potencias de los cielos serán conmovidas".
Y como acabamos de mencionar, las leyes de la naturaleza se
verán severamente alteradas debido a esta ausencia de la luz
solar. En cierta ocasión, en una ciudad industrial del noreste de
los Estados Unidos hubo necesidad de clausurar muchas plantas
o fábricas y varios miles de trabajadores fueron despedidos, por
lo que muchos se vieron obligados a dejar la ciudad para buscar
su sustento en alguna otra parte. Uno de estos trabajadores, sin
perder su sentido del humor, colocó en llamativo cartel a la
salida de la ciudad que decía: "El último que abandone la
ciudad, por favor, apague las luces". Y siguiendo esta metáfora,
vemos cómo Dios apagará literalmente las luces de la tierra. El
Señor dijo claramente en el libro de Génesis, capítulo 8,
versículo 22: "Mientras la tierra permanezca, no cesarán la
sementera y la siega, el frío y el calor, el verano y el invierno, y
el día y la noche". Pero esto parece paradójico, ¿verdad? Un
estudioso de la Biblia llamado Roberto Govett escribió lo
siguiente: "Aún continuará el día, aunque su brillantez se haya
visto disminuida. Dios demuestra así Su poder para cuestionar el
derecho del hombre con respecto a esta promesa, a este pacto,
dado que no ha cumplido con los términos de ese pacto".
Leamos a continuación el versículo 13, el último versículo de
este capítulo 8 de Apocalipsis, que dice así:
13
Y miré, y oí a un ángel volar por en medio del cielo, diciendo a
gran voz: ¡Ay, ay, ay, de los que moran en la tierra, a causa de
los otros toques de trompeta que están para sonar los tres
ángeles!
Aquí tenemos de nuevo una de las pausas de la historia que
Apocalipsis usa tan eficazmente. Tres terribles ayes, están a
punto de caer sobre la Tierra, cuando los tres restantes ángeles
den los últimos toques de trompeta; pero de momento, hay una
pausa. En esta pausa, Juan ve un águila ?no un ángel, como
dicen algunas traducciones bíblicas, aunque la Reina-Valera de
1995 ya pone "águila" en una nota. Es posible que el original
quiera decir "un águila solitaria". La expresión "por medio del
cielo" quiere decir el cenit del cielo, donde el sol está
posicionado al mediodía. Aquí tenemos una figura muy
impactante y dramática, de un cielo vacío y un águila solitaria
volando a través del cénit, augurando una maldición por venir.
Esta figura implica que Dios usa la naturaleza para enviar
mensajes a los hombres. El Señor Jesucristo dijo en Mateo,
capítulo 24, versículo 28: Porque dondequiera que estuviere el
cuerpo muerto, allí se juntarán las águilas. Y eso será después
de esa gran Batalla de Armagedón. Y con esta idea, queridos
amigos, concluimos hoy estudio del capítulo 8 de Apocalipsis.
No deje de acompañarnos en nuestro próximo programa, en el
que nos sumergiremos nuevamente en la apasionante lectura
del capítulo 9 de Apocalipsis, en cuyo primer versículo el quinto
ángel de la quinta trompeta, tocará su instrumento, desatando
un nuevo y terrible juicio sobre el mundo. Por nuestra parte
continuamos rogando a Dios que Su Palabra, que es viva y
eficaz, hallen eco y respuesta en el corazón y mente de cada
uno de nuestros oyentes, no por el temor al futuro anunciado en
este libro profético de Apocalipsis, sino por la revelación de
Jesucristo como el único Mediador capaz de reconciliarnos con
Dios, por medio del Amor que demostró al ser juzgado en
nuestro lugar, por nuestros pecados, en la cruz del Calvario.
Apocalipsis 9
Versículos 1-6
Continuamos, muy estimados amigos oyentes, este interesante
viaje que iniciamos programas atrás por el libro de Apocalipsis,
que como usted ya sabe, es el último libro de la Biblia, el libro de
los libros, el cual contiene toda la sabiduría que usted necesita
para vivir en una época difícil y llena de incertidumbres, en la
que el ser humano necesita menos palabras, menos promesas y
más certezas.
Jesucristo es esa certeza. Toda la Biblia, y todo este fascinante
libro apunta hacia esa única certeza: Jesucristo. Él es el Hijo de
Dios. Él murió para saldar sus cuentas, las suyas, con Dios; para
que usted pudiera tener vía libre a la vida eterna, y a una vida
terrenal muy diferente a lo habitual. Una vida con Jesucristo es
una vida con gozo, a pesar de los innumerables problemas que
nos atenazan; es una vida llena de alegría y esperanza, a pesar
de vivir una época en la que el temor y la inseguridad crean
ansiedad. Y miramos hacia el cielo buscando salidas y señales, o
algo que pueda ofrecer estabilidad, tranquilidad y sosiego. Pero
sí hay algo que nos da respuesta y guía para cualquier situación
que pudiéramos estar atravesando. ¿Qué es? Es La Biblia,
estimado oyente. Programa a programa, estamos desgranando y
meditando en ella, para conocer más el Autor de la Vida, quien
nos ofrece un plan personal para obtener una póliza de vida,
ilimitada y eterna, con total garantía de cumplimiento de un
contrato que fue firmado con sangre. La Biblia es La Palabra de
Dios, y los principios de vida que en ella encontramos son
absolutamente útiles y válidos para el hombre y la mujer del
siglo XXI.
Nuestra travesía de hoy parte del capítulo 9 de Apocalipsis,
capítulo en el que el apóstol Juan, autor de este libro y
privilegiado espectador de estas visiones, continuará
relatándonos las terribles consecuencias del juicio de Dios sobre
aquellos seres humanos que se han negado a aceptar la
evidencia de Su existencia y Su señoría sobre ellos. En el
programa anterior hemos leído el capítulo 8, donde Jesucristo
rompió el séptimo y último sello del documento que sólo Él
podía tocar. Al abrir ese séptimo sello, vimos que todo el Cielo
enmudeció, se hizo silencio total, y siete ángeles se presentaron
ante Dios, cada uno portando una trompeta. También vimos
como los primeros cuatro ángeles, al tocar sucesivamente sus
trompetas, provocaron terribles males sobre la Tierra. El toque
de la primera trompeta provocó granizo y fuego, y se quemaron
la tercera parte de los árboles y toda hierba verde. El toque de
la segunda trompeta causó la caída de una masa de fuego al
mar, y la tercera parte del mar se convirtió en sangre, muriendo
la tercera parte de seres vivientes y naves que estaban en el
mar. El toque de la tercera trompeta inició la caída de una gran
estrella, y la tercera parte de las aguas que se convirtieron en
venenosas y muchos murieron de sed. Y el toque de la cuarta
trompeta trajo el oscurecimiento de la tercera parte del sol, la
luna y las estrellas.
Las tres últimas trompetas están separadas de las primeras
cuatro, que ya hemos visto, por tres terribles ayes que están por
caer sobre la tierra cuando estos tres últimos ángeles toquen
sus trompetas. Se produce una pausa en la que un ángel
anuncia las terribles consecuencias para los habitantes de la
tierra. Leamos el último versículo del capítulo 8:
13
Y miré, y oí a un ángel volar por en medio del cielo, diciendo a
gran voz: ¡Ay, ay, ay, de los que moran en la tierra, a causa de
los otros toques de trompeta que están para sonar los tres
ángeles!
Los tres ayes son un lamento por cada toque restante; aunque
las consecuencias de los cuatro primeros fueron inconcebibles,
no serán nada en comparación con los tres que faltan. En este
noveno capítulo de Apocalipsis escucharemos el sonido del
toque de la quinta y sexta trompeta, así como a los horribles
acontecimientos que se producen en la Tierra.
Estimados amigos y amigas oyentes; lo que hoy vamos a leer
trata de los tremendos acontecimientos sobrenaturales de los
últimos tiempos; es el juicio de Dios sobre los malvados. Hemos
comentado muchas veces que Dios es amor, pero también es
justicia. Su Santidad, demanda Justicia absoluta. Recordemos
que hemos llegado a un punto de la historia de la Humanidad en
la los hombres han alcanzado el cénit de su maldad y
desobediencia hacia Dios. Dios tiene que poner en práctica su
justicia; de lo contrario sería un Dios injusto, y cada persona
nunca recibiría su castigo o recompensa eterna. Mucho se ha
hablado del amor y perdón de Dios; de su paciencia y
misericordia. Pero a menudo nos olvidamos de que Dios
demuestra en la Biblia tener sentimientos, no como aquellos
falsos dioses griegos que permanecían impasibles e indiferentes
a las acciones y motivaciones humanas: Dios no se mantiene
indiferente a nuestras acciones, conducta, y vida. Por increíble
que pudiera parecernos, a Dios le interesa muchísimo cada
detalle de su vida. ¿Somos realmente conscientes de esto?
Recordamos que, según numerosos estudiosos bíblicos, la Iglesia
no tendrá que sufrir las terribles consecuencias de la ira de Dios
sobre la Tierra. La Iglesia ha sido ya rescatada y llevada al cielo,
y disfruta ya de la presencia de Dios.
Esos ayes marcan el inicio de la parte más intensa y dolorosa del
período de la Gran Tribulación, que podría corresponder a los
últimos tres años y medio de la septuagésima semana descrita
por el profeta Daniel, que probablemente serán los años más
oscuros de toda la existencia humana.
También querríamos añadir que enfrentamos un pasaje de difícil
interpretación, por lo que seremos especialmente cautos y no
dogmáticos; muchos reconocidos intérpretes de La Biblia
coinciden en las líneas principales, pero no en los pequeños
detalles, y tampoco nosotros pretendemos ir más allá. Leamos
los versículos uno y dos del capítulo 9 de Apocalipsis, que dicen
así:
1
El quinto ángel tocó la trompeta, y vi una estrella que cayó del
cielo a la tierra; y se le dio la llave del pozo del abismo. 2 Y abrió
el pozo del abismo, y subió humo del pozo como humo de un
gran horno; y se oscureció el sol y el aire por el humo del pozo.
A diferencia de las otras estrellas que habían caído sobre la
tierra (en los capítulos 6:13 y 8:8), ésta será un ser angelical,
quizá el mismo Satanás. El denominado "pozo del abismo" se
menciona siete veces en Apocalipsis y siempre se refiere a la
prisión donde algunas de las hordas demoníacas serán
encarceladas, un lugar donde se experimenta con mayor
severidad el tormento y proscripción. Este abismo, denominado
también "pozo sin fondo", es el lugar intermedio de castigo de
los ángeles caídos, los demonios, la bestia, el falso profeta y
Satanás (9:2, 2, 11; 11:7, 20:1,3). El lugar final es un destino
horrible, el denominado infierno: un lago de fuego y azufre
(20:10, 14, 15), cuyo fuego no puede ser apagado (Marcos
9:43), un lugar de vergüenza y confusión perpetua (Daniel 12:2),
un horno de fuego (Mateo 13:41-42), un lugar con llantos y crujir
de dientes (22:13) y con tinieblas (8:12).
Creemos que esta estrella es Satanás. Algunos creen que podría
tratarse del Anticristo, lo cual sustentaría la hipótesis de que el
Anticristo es Satanás encarnado, pero nuestra opinión es que el
Anticristo es exactamente lo que su nombre indica: un personaje
que representa los valores, la conducta, el pensamiento y la
voluntad opuesta, contraria a la de Cristo. Sin duda, será alguien
motivado, sustentando y protegido por Satanás. Pero no será
Satanás. Las razones en las cuáles basamos nuestra posición las
encontramos en las mismas Escrituras, tal y como podemos leer,
por ejemplo, en el libro del profeta Isaías capítulo 14, versículo
12, que dice: "¡Cómo caíste del cielo, oh Lucero, hijo de la
mañana! Cortado fuiste por tierra, tú que debilitabas a las
naciones".
El mismo Señor Jesucristo dijo en el evangelio de Lucas, capítulo
10, versículo 18: "Yo veía a Satanás caer del cielo como un
rayo". Una imagen que nos rememora a una estrella fugaz. Y el
apóstol Pablo en su Segunda epístola a los Corintios, capítulo 11,
versículo 14, escribió: "Y no es maravilla, porque el mismo
Satanás se disfraza como ángel de luz". Juan declarará más
adelante que Satanás fue expulsado del cielo, y arrojado a la
tierra, en Apocalipsis capítulo 12, versículos 7 al 9. Ahora, si
hemos establecido el hecho de que estamos hablando de
Satanás, arrojado del cielo, ¿qué es lo que él va a hacer, cuál
será su misión? La Biblia dice que a Satanás le es entregada una
llave, lo cual, aparentemente, significa que Dios está
permitiéndole que lleve a cabo lo que leeremos a continuación.
La llave demuestra autoridad y poder, recibida directamente de
Dios. No olvidemos que Dios está en control de todo.
El "pozo del abismo", hemos comentado que significa un pozo
profundo, que conduce al abismo, el mismo que nos volveremos
a encontrar en Apocalipsis 20. El "abismo" y "el Hades" pueden
ser expresiones sinónimas, pero el "abismo" y "el infierno" no
son lo mismo, como matizaremos a continuación.
Probablemente el Señor Jesucristo se refirió a este lugar en el
capítulo 12 del evangelio de Mateo, versículo 40, donde leemos:
"Porque como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y
tres noches, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la
tierra tres días y tres noches". Muchos estudiosos coinciden en
señalar que, posiblemente, Jesús se estaba refiriendo a Su
descenso al corazón de la tierra. Esto respondería a la
interesante cuestión de ¿dónde estuvo o qué estuvo haciendo el
Señor Jesucristo durante los tres días que permaneció muerto,
antes de resucitar, al tercer día? Aunque no podamos saberlo
con certeza, es posible que en el pasaje que acabamos de leer
se refiera al "abismo", a la así denominada por el pensamiento
antiguo judío, "morada de los muertos", a lo que la Biblia se
menciona como el Hades o el Seol. El apóstol Pedro nos dice que
los demonios están allí, como prisioneros. El Señor Jesucristo dijo
en el evangelio de Lucas, capítulo 8, versículos 30 y 31: "Y le
preguntó Jesús, diciendo: ¿Cómo te llamas? Y él dijo: Legión.
Porque muchos demonios habían entrado en él. Y le rogaban
que no les mandase ir al abismo". Recordemos brevemente que
los judíos llamaban Seol (o Hades, en griego) al lugar donde se
dirigían los muertos, bienaventurados o no. En muchos pasajes
del Antiguo Testamento hallamos alusiones a la existencia de
almas en el Seol. Los judíos creían que el Seol se dividía en dos
partes: una, reservada a los impíos, es decir, a los no creyentes
que habían muerto, atormentados ya desde el mismo comienzo
de su llegada al Seol; y la otra, reservada a los bienaventurados,
es decir, exclusiva para los creyentes, llamada "paraíso" o "seno
de Abraham". El mismo Jesús empleó estas expresiones y dio
notables precisiones acerca de la morada de los muertos (Lucas
16:19-31). Desde su partida de este mundo, el creyente gozará
de consuelo y reposo. Éste era el "paraíso" prometido al ladrón
de la cruz el mismo día de su muerte (Lucas 23:43). En cambio,
el impío, en plena posesión de sus facultades y memoria, sufre
en un lugar del que no puede salir. Este lugar de tormento es un
encarcelamiento previo, en espera a que se produzca la
resurrección de los impíos, el Juicio Final, y la reclusión eterna
que tendrá lugar en el infierno. Sin embargo, se produjo un gran
cambio en la "morada de los muertos" bienaventurados al
descender allí Cristo. Según la profecía, el Señor no fue dejado
allí (Salmo 16:8-11) por cuanto era imposible que Él fuera
retenido por los lazos de la muerte (Hechos 2:24). Salido de la
tumba, "subiendo a lo más alto, llevó cautiva a la cautividad, y
dio dones a los hombres" (Efesios 4:8-10). Por ello, los
comentaristas creen que, en Su glorificación, Cristo liberó del
Seol a los muertos creyentes, y los llevó con Él al cielo mismo. El
hecho es que desde entonces, todos los que mueren en la fe, en
lugar de descender a la morada de los muertos, van
directamente a la presencia del Señor. Así, el apóstol Pablo
afirmará que prefiere partir y estar con Cristo, lo cual es mucho
mejor (Filipenses 1:21-24). Por ello, para los cristianos, la muerte
viene a ser "ganancia", y de hecho, deja de ser "muerte" como
tal. (Juan 11:25).
Siendo tan horrendo el castigo en el mundo venidero, nuestro
principal interés debiera ser evitarlo a cualquier precio. Éste es
también el deseo de Dios para nosotros, y la condición que Él ha
puesto para ello es de lo más simple. Él ha dado a Su Hijo a fin
de que todo aquel que crea en Él no se pierda (Juan 3:16). Todo
el que oye su palabra y cree tiene la vida eterna y no vendrá a
condenación, sino que ha pasado de muerte a vida (Juan 5:24).
Apocalipsis dice: "El que quiera, tome del agua de la vida
gratuitamente" (Apocalipsis 22:17). En resumen, y aunque
suene muy duro decirlo, van al infierno los que quieren, y van a
cielo los que quieren. Y aunque algunos que opinan que el Cielo
y el Infierno son productos de la mitología destinada al consumo
de mentes poco cultas, poco racionales y muy supersticiosas, los
cristianos tenemos la certeza de que lo que la Palabra de Dios
enseña acerca del Cielo y del Infierno es real y literal.
Leamos ahora los versículos 3 y 4 de este noveno capítulo de
Apocalipsis, que dicen así:
3
Y del humo salieron langostas sobre la tierra; y se les dio
poder, como tienen poder los escorpiones de la tierra. 4 Y se les
mandó que no dañasen a la hierba de la tierra, ni a cosa verde
alguna, ni a ningún árbol, sino solamente a los hombres que no
tuviesen el sello de Dios en sus frentes.
La devastación y el terror que pueden causar las langostas son
casi increíbles. Por todo el Antiguo Testamento las langostas son
el prototipo de destrucción. La descripción más gráfica, realista
y terrible y de su poder destructivo se encuentra en los dos
primeros capítulos del libro del profeta Joel: arruinaron viñas y
desnudaron los árboles de su corteza; los campos estaba
arruinados y destruyeron las cosechas de cereales; todos los
árboles del campo fueron destruidos y se secaron; las ovejas y
las cabras se murieron de hambre porque no quedaba pasto.
(Joel 1: 7-18; 2:1-11).
Las langostas se reproducen en lugares desiertos e invaden y
devoran cultivos. Tienen unos cinco centímetros de largo, y una
envergadura en las alas de diez a doce. Son de la misma familia
que el grillo casero y el saltamontes. Viajan en columnas de 30
metros de profundidad y hasta siete kilómetros de frente.
Cuando aparece una nube de langostas es como si hubiese
habido un eclipse de sol, y no pueden verse grandes edificios a
una distancia de cincuenta metros. La destrucción que causan
es increíble. Cuando han pasado por un área, no queda ni una
brizna de hierba. Las langostas ordinarias devastan la
vegetación pero no son peligrosas para las personas, pero las
langostas aquí mencionadas, las del abismo, son diferentes:
tienen un aguijón como un escorpión. La víctima de un escorpión
se retuerce en agonía, produce espuma en la boca y rechinan
sus dientes por causa del dolor. Es así como los demonios en
forma de langostas serán capaces de infringir daño físico y quizá
también espiritual, como un escorpión. Su ataque durará cinco
meses, tal y como podemos leer en el siguiente versículo cinco:
5
Y les fue dado, no que los matasen, sino que los atormentasen
cinco meses; y su tormento era como tormento de escorpión
cuando hiere al hombre.
El sufrimiento que causarán estas langostas será tal que la
gente querrá morirse, pero no podrá. Continúa el versículo 6 de
este capítulo 9 de Apocalipsis:
6
Y en aquellos días los hombres buscarán la muerte, pero no la
hallarán; y ansiarán morir, pero la muerte huirá de ellos.
Los atormentados no hallarán alivio durante esos interminables
cinco meses. Hasta sus intentos inimaginables de poner fin a su
miseria por medio del suicidio serán fallidos. Evidentemente,
Satanás no deseará que esa multitud de personas atacadas por
el juicio de Dios muera, y pase al Seol o Hades, pues allí
perdería ya toda potestad sobre ellos, dejándole de ser útiles en
esta batalla espiritual que está manteniendo en la Tierra.
Satanás los herirá porque se está llevando a cabo una batalla
entre la luz y las tinieblas. Otros comentaristas opinan, en
cambio, que quizá Dios no permita que mueran porque el
hombre pecaminoso debe hacerle frente a las consecuencias de
las cuales no hay escape.
No es asunto trivial, querido amigo y amiga, rechazar a
Jesucristo. Las consecuencias de su decisión, serán eternas. Y
aunque usted pueda pensar que estos temas son asunto de
religiosas, o ancianos al borde de la muerte, no se engañe; la
vida es fugaz y breve y, en ocasiones, como decía el poeta,
muerde sin previo aviso. A lo largo del día y de su vida usted
tomará muchas decisiones, algunas más acertadas y otras no
tanto, pero todas de alguna manera afectan y afectarán su
diario vivir.
Pero ninguna de estas decisiones será jamás tan importante
como la de aceptar o rechazar a Cristo. Aceptarle supone la vida
eterna. Rechazarle supone el castigo eterno. Y muchas cosas
ocupan hoy el segundo, tercer o cuarto lugar en su vida, pero
¿qué ocupa realmente el primer lugar de su existencia? ¿Se ha
hecho alguna vez esta simple pero trascendental pregunta? Lo
más probable, querido amigo, es que usted mismo ocupe el
primer lugar en su vida; y es lógico, porque todos nos queremos
mucho a nosotros mismos. Pero si usted es lo más importante
para usted mismo, ¿qué quedará cuando usted haya muerto? La
importancia de una persona no se mide por cuánto tenía o
conocía, sino por la magnitud del hueco que ha dejado. ¿Quién
dijo que a los cristianos no nos importa la muerte? ¿Quién
escribió que incluso "nos agrada" la muerte? Esa idea es falsa.
La Biblia dice que la muerte es nuestro mayor enemigo; y será,
de hecho, el último enemigo que será vencido por Dios. La
muerte de un ser querido es, para nosotros, los creyentes, tan
penosa y dolorosa como para cualquiera. Pero hay un aspecto
que nos servirá de consuelo el resto de nuestros días: la certeza
de que volveremos a ver al ser querido, también creyente, en el
cielo.
Hoy queremos despedirnos de usted con este pensamiento: Dios
sí existe y usted puede disfrutar desde hoy mismo una vida
nueva en Jesús; y no porque su actual existencia sea mala,
infeliz o desgraciada, sino porque ¡puede ser mucho mejor!
Jesús da vida, y el murió para que usted tuviera "vida en
abundancia". Jesús es el camino hacia la Vida, después de la
vida. Es su mano está aceptarle o rechazarle. No hay punto
intermedio.
Nos despedimos ya, estimados oyentes, hasta nuestro próximo
programa, en el que seguiremos ahondando en las
profundidades de este impresionante libro de la Biblia. ¡Que Dios
bendiga Su Palabra!
Apocalipsis 9
Versículos 7-21
Continuamos hoy, amigo y amiga oyente, nuestro apasionante
recorrido por el interesante libro de Apocalipsis, un libro
profético que nos ofrece una aproximación a los hechos y
eventos que ocurrirán en la Tierra, en el tiempo que Dios ha
determinado. No todo es negativo, a pesar de que la mayor
parte de este libro, que es la Palabra de Dios, habla de juicios y
muchas catástrofes, de muertes y sufrimientos. Es inevitable
que "toda acción, trae una reacción". Nuestro hermoso "planeta
azul", como algunos lo llaman, está sufriendo unos cambios
dramáticos por el mal uso, y el abuso egoísta, que los seres
humanos hacemos de sus recursos. Pero el libro de Apocalipsis
va mucho más allá. Pero, a la vez que nos describe unas
escenas dantescas, también nos describe la majestad y la gloria
del Cielo, el lugar preparado por Aquel que es el propietario
absoluto de todo el Universo, y reina en el Cielo. A ese Cielo
accederemos todos los que hemos creído en Jesucristo como
nuestro único y suficiente Salvador, no por ser mejores, o haber
dado más ofrendas y limosnas, o participado en actos benéficos,
o cualquier cosa que pudiéramos considerar como merecedores
de más "puntos", y por ello ser más buenos. Allí estaremos los
que hemos aceptado el regalo de la salvación.
En nuestro anterior programa habíamos llegado al versículo 6
del capítulo 9. Para refrescar nuestra memoria, y darle un poco
de orientación a los estimados oyentes que hoy se incorporan
por primera vez a este espacio, diremos que el apóstol Juan,
discípulo de Jesucristo y autor de estas revelaciones proféticas
que recibió por medio de visiones, nos describe todo lo que vio y
oyó, tanto en el Cielo, como lo que ocurrirá en la Tierra.
Jesucristo, en la gloria del Cielo, ha abierto un documento que
tenía siete sellos, y al romper cada sello algún evento ocurría en
la Tierra. Vimos en el programa anterior que, abierto el séptimo
sello, se presentaron siete ángeles, cada uno con una trompeta
delante de Jesucristo. Sucesivamente, con el sonar de las cuatro
primeras trompetas hubo destrucción y muerte, en la naturaleza
y entre los habitantes de la Tierra. Hoy comenzaremos
nuestro estudio con el versículo 7. Ya ha sonado la quinta
trompeta, y comentamos anteriormente que ésta, y las dos
restantes trompetas son llamadas por Juan, "las trompetas de
los ayes".
Hemos visto que al tocar esta quinta trompeta, del humo
salieron enjambre de langostas capaces de infligir un atroz dolor
como el de la picadura de un escorpión. Para ayudarnos en
nuestra comprensión de la gravedad de esta plaga, el apóstol
describe a estas langostas en los versículos 7 al 10 de este
capítulo 9 de Apocalipsis. Leamos estos versículos:
7
El aspecto de las langostas era semejante a caballos
preparados para la guerra; en las cabezas tenían como coronas
de oro; sus caras eran como caras humanas; 8 tenían cabello
como cabello de mujer; sus dientes eran como de
leones; 9 tenían corazas como corazas de hierro; el ruido de sus
alas era como el estruendo de muchos carros de caballos
corriendo a la batalla; 10 tenían colas como de escorpiones, y
también aguijones; y en sus colas tenían poder para dañar a los
hombres durante cinco meses. (Ap. 9:7-10)
La descripción de estas langostas es aterradora, misteriosa. Sin
embargo, hay una cierta similitud con las langostas de Palestina.
El Dr. Marvin Vincent escribió lo siguiente en su comentario
sobre Apocalipsis: "La similitud de la langosta a un caballo,
especialmente a un caballo con armadura, es tan sorprendente
que este insecto es llamado en el idioma alemán "heupferd"
(pronunciado: hoiferd), es decir, caballo de heno; y en italiano es
"cavaletta". Este es el nombre que se les ha dado a estas
langostas. Juan nos dice que las caras de las langostas se
asemejaban a las caras de los hombres, y que las antenas de las
langostas pueden ser comparadas al cabello de una muchacha.
El profeta Joel comparó los pies de la langosta con los de un
león, en Joel, capítulo 1, versículo 6.
En cuanto a este ruido o sonido extraño que producen las
langostas, el Dr. Vincent cita a Olivier, un escritor francés: "Es
difícil expresar el efecto que nos produce el ver llenarse toda la
atmósfera, todo cuanto alcanza abarcar la mirada, y hasta una
considerable altura, de innumerable insectos cuyo vuelo es lento
y uniforme, y producen un sonido que se asemeja al de la
lluvia".
Estos extraños insectos, estas langostas con cola de escorpión
serán un arma que Dios utilizará en el período de la Gran
Tribulación. "...tenían poder para dañar a los hombres durante
cinco meses". Eso significa que serán cinco meses de terrible
agonía para aquellos que hayan sido atacados por esos extraños
insectos. Pero recordemos lo que leímos en el versículo 4 que
vimos en nuestro programa anterior: su poder era limitado, y se
les prohibió que dañasen la vegetación. Sus víctimas eran "los
hombres que no tuviesen el sello de Dios en sus frentes", es
decir, los incrédulos. Continuamos con el versículo 11 de este
capítulo 9 de Apocalipsis, leemos:
11
Y tienen por rey sobre ellos al ángel del abismo, cuyo nombre
en hebreo es Abadón, y en griego, Apolión. (Ap. 9:11)
Otra característica que diferencia a estas langostas de las
comunes es que éstas tendrán un rey sobre ellas. Este rey que
se menciona aquí es uno de los ángeles caídos; lo que nos hace
pensar que es el hombre de confianza, el secuaz principal de
Satanás, y a él se le permite, por primera vez, encabezar esta
invasión de la Tierra. Será algo verdaderamente aterrador. En
Hebreo su nombre "Abadón" significa "destrucción", y en griego
es "destructor", en ambos casos tiene el mismo significado. Esta
visión de la invasión de las langostas confirma lo que profeta
Daniel escribió acerca del mundo de los demonios, los ángeles
caídos. Daniel reveló que los demonios están divididos en
jerarquías de diferentes grados; que hay generales, coroneles,
tenientes, sargentos, y soldados rasos. Es interesante notar que
todo lo que ocurre en las esferas celestiales tiene su imitación
en las esferas satánicas. Porque los ángeles de Dios tienen
categorías y rangos distintos, como lo vimos al estudiar la carta
del apóstol Pablo a los Efesios. Continuamos con el versículo 12
de este capítulo 9 de Apocalipsis, leemos:
12
El primer ay pasó; he aquí, vienen aún dos ayes después de
esto. (Ap. 9:12)
El primer de los ayes, la quinta trompeta, ha sido el que
acabamos de contemplar, la terrorífica e infernal invasión de
langostas que cubrían toda la Tierra. Creemos que este evento
que se anuncia de 5 meses de duración, tendrá lugar en la
última mitad del período de la Gran Tribulación, durante los
últimos tres años y medio. Aparentemente, los últimos dos ayes,
la sexta y séptima trompeta, cubrirán el período restante. Ahora,
hay la advertencia aquí, que indica que vendrán catástrofes
mayores. Llegamos ahora a la sexta trompeta, al segundo "ay".
Leamos los versículos 13 y 14:
13
El sexto ángel tocó la trompeta, y oí una voz de entre los
cuatro cuernos del altar de oro que estaba delante de
Dios, 14 diciendo al sexto ángel que tenía la trompeta: Desata a
los cuatro ángeles que están atados junto al gran río Éufrates.
(Ap. 9:13-14)
Cuando el sexto ángel tocó la trompeta, se escuchó una voz de
mando que provenía de los cuernos del altar de oro. Ese altar de
oro vincula el siguiente juicio con las oraciones del oprimido
pueblo de Dios. El sexto ángel no sólo toca la trompeta, sino que
recibe la orden de desatar a cuatro ángeles que estaban atados
en el río Éufrates. La orden es dada por una voz que proviene
del altar. ¿De quién es esa voz? Aquí se nos dice: Y oí una voz de
entre los cuatro cuernos del altar de oro. Bueno, estimado amigo
oyente, es Jesucristo quien da las órdenes. Él ha abierto el
séptimo sello, y este séptimo sello dio comienzo a las 7
trompetas, evento que nos llevará a otros conjuntos o grupos de
símbolos y representaciones que veremos más adelante, como
son las siete personalidades, y las siete copas de la ira.
Ahora, estos ángeles atados evidentemente son demoníacos,
perversos, porque si no, no estarían atados. Dejarlos en libertad
desatará una ola de destrucción en la Tierra. Estos cuatro
ángeles se encontraban atados y aparte de los demás; creemos
que es debido a la enormidad de sus crímenes.
Ahora, ¿por qué estaban ellos atados en ese lugar en particular,
junto al río Éufrates? Aunque esto es algo difícil de explicar, la
importancia de esta zona en las Escrituras no puede ser dejada
de lado. El jardín del Edén se encontraba en alguna parte de
esta área. Allí comenzó el pecado de la humanidad, y allí se
cometió el primer asesinato. Allí se llevó a cabo la primera
guerra, y allí fue donde comenzó el Diluvio y se extendió sobre
toda la Tierra. Y aquí es donde se erigió la Torre de Babel. A esta
zona fueron llevados los israelitas a sufrir la cautividad
babilónica. Babilonia fue la fuente de la idolatría, y aquí tenemos
la ola final del pecado que cubrirá la Tierra durante el período de
la Gran Tribulación.
Se considera que el río Éufrates señala la división entre el
Oriente y el Occidente. Fue Kipling quien dijo: "El oriente es el
oriente, y el occidente es el occidente, y nunca llegarán a
reunirse". Bueno, ese es cierto hasta cierto punto. Quizá ha
habido una reticencia cultural y restricciones ideológicas que
han contenido a las multitudes del Oriente para no cruzar las
fronteras de lo que se considera el Occidente; pero algún día ese
freno será roto. Fue Napoleón quien dijo: "China es un gigante
dormido, y que Dios tenga piedad de la generación que lo
despierte". Bueno, el Continente Asiático, ya se ha despertado,
está muy despierto y activo; allí se encuentra una cuarta parte
de la población del mundo; y si consideramos los pueblos del
"lejano oriente", entre el río Yang Tse Kiang o río Azul, y el río
Éufrates, allí se concentra la mayor población del mundo.
Supongamos que los habitantes de esas regiones comiencen a
desplazarse, a avanzar hacia las regiones consideradas ya como
el Occidente; eso es lo que ocurrirá algún día. Desde la época de
Alejandro Magno, el río Éufrates ha sido la franja divisoria entre
esos dos mundos.
Quizá recordará, estimado oyente, que el profeta Zacarías, cuyo
libro profético ya estudiamos hace algún tiempo, en el capítulo 5
ubica a Babilonia como el último baluarte de la religión falsa. Y
ese será el último baluarte de Satanás. En la primera parte del
versículo 15 de este capítulo 9 de Apocalipsis, leemos:
15a
Y fueron desatados los cuatro ángeles que estaban
preparados para la hora, día, mes y año, (Ap. 9:15a)
Debemos tomar esta declaración de manera literal, amigo,
amiga oyente. La hora exacta ha sido señalada, conforme
leemos en la segunda parte de este versículo 15:
15b
a fin de matar a la tercera parte de los hombres. (Ap. 9:15b)
Al tocarse esta sexta trompeta, una tercera parte de la
población del mundo será quitada. Ya hemos visto que murieron
una cuarta parte de los habitantes del mundo, con la apertura
del cuarto sello (6,8); y ahora, una tercera parte es quitada; más
de la mitad de la población de la Tierra ha sido destruida en el
período de la Gran Tribulación. No nos sorprende entonces que
el Señor Jesucristo hubiera dicho: Y si aquellos días no fuesen
acortados, nadie sería salva. (Mt. 24:22). Continuemos con el
versículo 16 de este capítulo 9 de Apocalipsis, dice:
16
Y el número de los ejércitos de los jinetes era doscientos
millones. Yo oí su número. (Ap. 9:16)
El tamaño de este ejército es grandioso. El apóstol recalca que él
oyó claramente el número de doscientos millones. Entre China,
India, y Japón se podrían reunir esa cantidad de hombres para el
mismo día de mañana.
Lo que aquí tenemos es una invasión total del mundo por los
demonios, representado por medio de las langostas. Están
motivados para luchar en una guerra mundial. En realidad, hasta
el presente no hemos tenido una verdadera guerra mundial
donde todas las naciones del mundo haya participado, pero eso
sí tendrá lugar en el período de la Gran Tribulación. Aquí
tenemos un inmenso ejército de doscientos millones, aunque
Juan no comenta si está formado por seres humanos. Podría ser
factible reunir un ejército tan numeroso, pero también la
realidad es que, creemos, se trata de una invasión de los
demonios, por el hecho que Satanás abrió la puerta del pozo que
lleva al abismo (capítulo 9, ver. 1). La siguiente descripción de
estos jinetes confirma este hecho. Leamos los versículos 17 y 18
de este capítulo 9 de Apocalipsis:
17
Así vi en visión los caballos y a sus jinetes, los cuales tenían
corazas de fuego, de zafiro y de azufre. Y las cabezas de los
caballos eran como cabezas de leones; y de su boca salían
fuego, humo y azufre. 18 Por estas tres plagas fue muerta la
tercera parte de los hombres; por el fuego, el humo y el azufre
que salían de su boca. (Ap. 9:17-18)
Numerosos estudiosos bíblicos opinan que aquí se hace una
referencia al poderío de los tanques, preparados para la guerra.
Bueno, no nos oponemos a esta posibilidad. Pero, no podemos
afirmarlo con toda certeza. Estamos hablando aquí de un
período que aún está en el futuro. Podría ser correcta esa
interpretación, pero nos imaginamos que para entonces habrá
un armamento mucho más refinado y sofisticado del que existe
en la actualidad.
Los colores de las corazas de estos jinetes son llamativos. El
fuego es un rojo vivo, el zafiro tiene un color azul oscuro, y el
azufre es de un color amarillento. El apóstol describe el caballo
como el animal de esta guerra. Lo que está sucediendo ahora,
en realidad es que el sub mundo de los demonios está
batallando contra la Humanidad. Estas criaturas resultan fuera
de lo común, y probablemente son demonios o seres controlados
por los demonios. Aquí tenemos una descripción literal de ellos.
El Dr. William R. Newell dice en su libro sobre Apocalipsis, lo
siguiente: "Cree, y, prácticamente no necesitarás ningún
comentario adicional". El problema de muchas personas es que,
cuando llegan al libro de Apocalipsis dicen: "es muy difícil de
comprender, e imposible de interpretar", y por lo tanto no
pueden creer en el mensaje de Apocalipsis. Si simplemente se
cree que está leyendo la Palabra de Dios, entonces creerá lo que
está leyendo, y todo se hace mucho más sencillo. Fuerzas
infernales, demoníacas estarán desatando su furia en este
período. Volvamos a leer el versículo 18:
18
Por estas tres plagas fue muerta la tercera parte de los
hombres; por el fuego, el humo y el azufre que salían de su
boca. (Ap. 9:18)
Estas tres plagas mencionadas aquí, son plagas reales que
debemos tomar de manera literal; el fuego es literal, y también
lo es el humo y el azufre. Creemos que el mundo, toda la
Humanidad, en el período de la Gran Tribulación, será peor que
en los tiempos de Sodoma y Gomorra. Hay muchas
características similares que se acentuarán en ese espacio de
tiempo. Hoy en día hay muchas prácticas que van en contra de
las leyes de Dios, y sin embargo son considerados ya normales,
aceptables en el actual estilo de vida. La ética y la moral dejarán
de tener sentido y serán dejados de lado, como andrajos de los
cuales conviene despojarse, para vestirse con una vestimenta
más moderna de tolerancia y aceptación que satisfaga las
apetencias personales de cada individuo. Dios ha puesto límites
al ser humano, pero éste, en su auto-suficiencia y libre albedrío,
se ha rebelado contra cualquier ley que pudiera coartar su
libertad. Y como antaño, en la tierra de Sodoma y Gomorra, Dios
dijo "basta ya".
Sigamos adelante. 18Por estas tres plagas fue muerta la tercera
parte de los hombres. Una tercera parte de la población mundial
ha muerto, y una tercera parte del medio ambiento, la
naturaleza, ha sido afectada por los juicios que vimos
anteriormente, pero la Humanidad no había sido tocada con
juicios de esta magnitud hasta ese momento. Si en ese tiempo
la población del mundo fuera de sólo 6.000 millones, esto
indicaría que dos mil millones de personas morirían. Recordemos
que una "cuarta parte de la población mundial ya había muerto
bajo el juicio del cuarto sello. El que la población del mundo
pueda ser diezmada de manera tan terrible parecía
incomprensible, hasta que cayó la primera bomba atómica sobre
Hiroshima. A partir de ese trágico evento, los hombres han
comenzado a utilizar un lenguaje más aterrador aun que el de
este libro de Apocalipsis. Ahora ya se habla con toda naturalidad
sobre la existencia real de armas que podrían lograr la
aniquilación total de los habitantes de la tierra. Pero el Señor
Jesucristo dijo que Él no iba a permitir eso. Él dijo: Y si aquellos
días no fuesen acortados, nadie sería salvo. (Mt. 24:22). En el
versículo 19 de este capítulo 9 de Apocalipsis, leemos:
19
Pues el poder de los caballos estaba en su boca y en sus
colas; porque sus colas, semejantes a serpientes, tenían
cabezas, y con ellas dañaban. (Ap. 9:19)
Por la descripción de estos caballos se desprende que no se
trata de los nobles animales que conocemos, no se parecen en
nada. Son capaces de dar muerte con sus bocas, porque Juan
escribe que de su boca salían fuego, humo y azufre, que serán
las tres plagas que darán muerte a la tercera parte de los
hombres. No sólo matan los caballos con sus bocas, sino que
también hieren con sus colas serpentinas. En los dos últimos
versículos de este capítulo 9 de Apocalipsis, los versículos 20 y
21, leemos:
20
Y los otros hombres que no fueron muertos con estas plagas,
ni aun así se arrepintieron de las obras de sus manos, ni dejaron
de adorar a los demonios, y a las imágenes de oro, de plata, de
bronce, de piedra y de madera, las cuales no pueden ver, ni oír,
ni andar; 21 y no se arrepintieron de sus homicidios, ni de sus
hechicerías, ni de su fornicación, ni de sus hurtos. (Ap. 9:20-21).
Estimado amigo y amiga oyente, antes de concluir el programa
de hoy queremos decir lo siguiente. La palabra que se ha
traducido aquí por "hechicería" proviene de la palabra griega
"farmakeia". De allí viene la palabra "farmacia", e indica
"prácticas relacionadas con drogas". Será un período en el que
no se podrá controlar el uso de las drogas. ¡Qué cuadro
dantesco y terrible! Vamos a detenernos aquí.
En el próximo programa comenzaremos el capítulo diez, y le
invitamos a acompañarnos. Como siempre, pedimos a Dios que
bendiga Su Palabra que hemos meditado juntos, en este espacio
radiofónico. Y recuerde, estimado amigo, amiga, que si todavía
no tiene una relación personal con Dios, como un hijo, una hija
con su padre, hoy está a tiempo para acercarse a Dios y pedirle
el perdón total de sus pecados, porque Jesucristo ya ha pagado
con su vida el precio para la cancelación de la deuda que tiene
con Dios. ¡Qué Dios le bendiga!
Apocalipsis 9-10
Versículos 9:20 - 10:3
Continuamos hoy, estimado amigo y amiga oyente, nuestro viaje
por el interesante libro de Apocalipsis, un libro profético que nos
adelanta e informa sobre los importantes eventos que ocurrirán
en nuestro planeta Tierra. No sólo nos advierte de estos
dramáticos sucesos, sino que nos relata la secuencia de los
mismos. Dios quiere advertir a la Humanidad de Sus planes
futuros, planes que afectarán a la naturaleza, como también a
todo el reino animal y vegetal, pero también al ser humano.
¿Cuándo ocurrirán esos eventos? Sólo Dios lo sabe. No ha
revelado el calendario de los eventos. ¿Cómo podemos saber
que estas profecías son ciertas? El libro de Apocalipsis, o como
también se le llama "El libro de la Revelación de Jesucristo" es el
último libro de la Biblia, que es La Palabra de Dios. El discípulo
"amado", el apóstol Juan, sufriendo el exilio por su fe en la isla
de Patmos, recibió estas revelaciones por medio de visiones tan
reales, que su relato de las mismas es muy descriptivo. ¿Porqué
Dios, el Soberano dueño de todo el Universo, se preocupó por
dar un aviso con tanta antelación del terrible juicio que le espera
en un futuro no determinado a este planeta? La respuesta es:
por AMOR. Porque Él ama a cada ser, a cada persona con un
amor incondicional, ferviente y entregado. El aviso de alerta que
nos da a través de estas revelaciones proféticas son motivadas
por el amor y el deseo de atraernos a la Familia de Dios; Su
invitación para llegar a ser un hijo, una hija de Dios es válida
para hoy. Solamente hay salvación y vida eterna en la fe en
Jesucristo, Su Hijo, quien saldó con Su muerte, el precio de todas
nuestras culpas y pecados. Es un regalo, es una oferta gratuita,
y solamente tenemos que pedir perdón por nuestros pecados,
por nuestro alejamiento, desobediencia, auto-suficiencia,
orgullo, y aceptar a Jesucristo en nuestro corazón y vida. Tan
sencillo como una oración, pero esto provocará un cambio de
limpieza de nuestra alma, y estaremos en paz con Dios. A partir
de ese momento seremos verdaderamente Su hija, Su hijo, y nos
espera una Eternidad con Él, en los Cielos. Y los que somos de
Su Familia, todos los males del Apocalipsis no nos afectarán. ¿No
le parece razón suficiente como para meditarlo?
Hoy volvemos al capítulo 9. En nuestro programa anterior
estábamos considerando los dos últimos versículos de este
capítulo 9. Y vamos a leerlos una vez más; versículos 20 y 21 del
capítulo 9 de Apocalipsis, dicen:
20
Y los otros hombres que no fueron muertos con estas plagas,
ni aun así se arrepintieron de las obras de sus manos, ni dejaron
de adorar a los demonios, y a las imágenes de oro, de plata, de
bronce, de piedra y de madera, las cuales no pueden ver, ni oír,
ni andar; 21 y no se arrepintieron de sus homicidios, ni de sus
hechicerías, ni de su fornicación, ni de sus hurtos. (Ap. 9:20-21)
En nuestro programa anterior, resaltamos la palabra
"hechicería". La palabra que se ha traducido aquí por
"hechicería" proviene de la palabra griega "farmakeia". De allí
viene la palabra "farmacia", e indica "prácticas relacionadas con
drogas". Los lugares donde se venden drogas, aunque sean
medicinales, en el presente son llamados "farmacia". Por lo
tanto, en el período de la Gran Tribulación habrá un gran
consumo de drogas entre aquellos que vivan en ese tiempo.
Podemos suponer que el uso indiscriminado de drogas les
permitirá soportar los juicios que ya hemos visto en programas
anteriores, y que se desarrollarán en el período de la Gran
Tribulación. Estamos seguros de que muchas personas se
entregarán a las drogas al sufrir el ataque y las picaduras de las
langostas con colas de escorpión. El dolor, la angustia, las
molestias continuas, una plaga detrás de otra, serán una
experiencia terrible. Las picaduras no serán mortales, pero la
agonía seguramente será aliviada por las drogas.
Será una cultura dedicada a paliar los efectos de los dolores
físicos y emocionales con sofisticadas drogas de diseño; será
como una religión, esa fe en las drogas, en el período de la Gran
Tribulación.
Quisiéramos citar un artículo que fue escrito hace mucho tiempo
por el Dr. J. A. Seiss. El libro del cual extraemos estas líneas fue
impreso en 1.906, hace más de un siglo atrás. Esta declaración
podría haberse escrito ayer, o como un artículo de opinión para
el periódico de mañana. Sobre este versículo y concretamente
sobre el sentido de la palabra "hechicería"; dice: "Sólo es
necesario pensar en el uso de estimulantes alcohólicos, del opio,
del tabaco, del amplio abanico de los cosméticos, y
medicamentos para aumentar supuestamente la atracción
amorosa; los recurso de las farmacopeas en relación con la
sensualidad -- de los agentes mágicos, y los pretendidos
tratamientos que alegan provenir del mundo espiritual para el
beneficio de la gente en este mundo terrenal -- de las miles de
imposiciones en forma de medicinas y agentes curativos, que
animan a los hombres a transgredir imprudentemente, ciertas
fronteras éticas, con la esperanza de poder reparar fácilmente
los daños de la naturaleza ? del aumento creciente de crímenes
que fueron inducido por estas cosas, que desatan y estimulan la
actividad de viles pasiones, que están carcomiendo la moralidad
de la sociedad ? son los comienzos de esa degeneración moral a
la cual se refiere el profeta como características de este período,
cuando se toca la sexta trompeta". Hasta aquí, la declaración
del Dr. Seiss.
Podríamos pensar que el autor había escrito estas reflexiones
para nuestros días, para nuestra sociedad. Pero, hace un siglo
atrás las drogas, el alcohol, y otros estupefacientes y
estimulantes no se utilizaban como en la actualidad. Todavía no
existía la cultura de las drogas de diseño que tanto daño
irreparable causan entre jóvenes y mayores. Las actuales
estadísticas sobre la edad de iniciación a las drogas es
escalofriante; son todavía niños los que comienzan a jugar con
alguna mal llamada droga "blanda", que en poco tiempo
necesitarán mayores y más fuertes estímulos, para satisfacer su
creciente dependencia.
Las drogas también son estimulantes requeridos en las prácticas
de todos estos cultos y sectas actuales, en los que se utiliza el
sexo indiscriminado como un aliciente atractivo; por eso el texto
menciona
21
y no se arrepintieron de sus homicidios, ni de sus hechicerías,
ni de su fornicación, ni de sus hurtos. (Ap. 9:21)
Aunque dos terceras partes de la Humanidad sobrevivió a estas
plagas, no se arrepintieron, ni se convirtieron para apartarse de
sus homicidios, ni sus hechicerías, ni de su fornicación, que es la
inmoralidad sexual, ni de sus hurtos. El castigo y el sufrimiento
no puede cambiar el carácter del pecador; sólo el nuevo
nacimiento puede lograrlo, es decir, el pedirle a Jesucristo que
nos limpie de todos nuestros pecados, sólo eso nos puede
cambiar y transformar.
Es alarmante la forma abierta y desinhibida de la práctica del
adulterio en nuestra sociedad. Las personas que han adoptado
una filosofía de supuesta libertad y modernidad no creen en una
positiva y satisfactoria relación de amor, fidelidad, entrega,
respeto, sacrificio y compromiso que puede existir en una
pareja, en una familia. En nombre de una mal entendida libertad
se fomentará la promiscuidad, los engaños, las traiciones, y
poco falta para que la mermada moralidad llegue a afectar la
ética de la propiedad. Los robos y los hurtos, a pequeña y gran
escala, aumentarán. Creemos que ese siniestro personaje, pero
del todo real, el Anticristo, utilizará estas tres graves deficiencias
morales de la sociedad para controlar a la Humanidad. Este
texto nos da la pauta para comprender que, bajo esa corrupción
material y espiritual, la sociedad, el ser humano, será engañado
fácilmente, al encontrarse bajo la influencia destructiva de una
libertad sin límites. Debilitados en su razonamiento y condición
moral, las personas aceptarán a un líder fuerte que promete
cambiar el rumbo de su destino, gratificando generosamente a
sus aliados y seguidores.
Eso es lo que hará triunfar al Anticristo. Eso es exactamente lo
que el Apóstol Pablo dijo en su Segunda Epístola a los
Tesalonicenses, capítulo 2, versículos 9 y 10; dijo el Apóstol:
Inicuo, cuyo advenimiento es por obra de Satanás, con gran
poder y señales y prodigios mentirosos, y con todo engaño de
iniquidad para los que se pierden, por cuanto no recibieron el
amor de la verdad para ser salvos. Esa es la razón por la cual
pensamos que el evangelio podrá ser escuchado por toda
criatura, por todos los pueblos, antes de la salida de la Iglesia de
la Tierra, pero cada persona también va a escuchar el mensaje
de Jesucristo, durante el período de la Gran Tribulación. El
Apóstol Pablo nos dice nuevamente en esta misma Segunda
Epístola a los Tesalonicenses, capítulo 2, versículos 11 y 12: Por
esto Dios les envía un poder engañoso, para que crean la
mentira, a fin de que sean condenados todos los que no
creyeron a la verdad, sino que se complacieron en la injusticia.
En el momento en que usted, estimado amigo, y amiga oyente,
rechaza el evangelio, y cierra su corazón a Dios, usted es un
blanco perfecto para recibir los dardos del enemigo, el
Mentiroso, experto en todo tipo de mentiras. Aquellos que hoy
no se mantienen firmes por la Palabra de Dios, y en la Palabra
divina, serán presas fáciles de los cultos y sectas, cada vez más
extravagantes y extrañas.
Hemos llegado al capítulo 10 de Apocalipsis. El capítulo 10 de
Apocalipsis es un paréntesis, un interludio, entre la sexta y la
séptima, la última trompeta. Esta es la segunda vez que nos
encontramos con un paréntesis, con un interludio. El primer
paréntesis lo pudimos contemplar entre el sexto y el séptimo
sello, donde contemplamos a dos grupos de personas, el grupo
de los gentiles redimidos, ya en el Cielo, y el grupo de los 144
mil judíos sellados de las 12 tribus. Ahora, entre la sexta
trompeta, que acabamos de ver y la siguiente, la séptima
trompeta, se nos presentan a tres personalidades. La primera la
veremos ahora en el capítulo 10 en donde se nos describe a un
ángel fuerte y poderoso, y en los primeros versículos del capítulo
11, encontraremos a los "dos testigos". Leamos lo que nos dice
el primer versículo de este capítulo 10 de Apocalipsis:
1
Vi descender del cielo a otro ángel fuerte, envuelto en una
nube, con el arco iris sobre su cabeza; y su rostro era como el
sol, y sus pies como columnas de fuego. (Ap. 10:1)
Hay desacuerdo entre los eruditos bíblicos destacados sobre
quién es este ángel fuerte. Aquí tenemos un texto en el cual
algunos teólogos pudieran diferir en sus opiniones al identificar
al "ángel poderoso" como Jesucristo, pero también hay otro
grupo que considera a este ángel con mucho poder y autoridad,
pero no como si fuera el mismo Cristo. Entre muchos otros, el Dr.
Walvoord mantiene este punto de vista, como así también
nosotros.
Creemos que hay suficiente evidencia para demostrar que este
es sólo un ángel poderoso, pero Jesucristo no aparece en
Apocalipsis como un ángel. Es cierto que en el Antiguo
Testamento, se ha visto a Cristo, pre-encarnado, como el "Ángel
de Jehová". Pero, al venir a la Tierra, al encarnarse a Sí mismo
en humanidad, vivió, murió y resucitó. Jesucristo tiene ahora un
cuerpo glorificado, y Juan nos lo describe en su visión como Le
vio en el Cielo, en el lugar de gran poder y gloria, a la diestra de
Dios.
Cuando Él estuvo aquí en la Tierra, en Su humanidad, Él no era
un ángel. Él era un hombre de carne y huesos. Por tanto, Él es
revelado en el libro de Apocalipsis definitivamente como nuestro
Señor Jesucristo glorificado, como Cristo post-encarnado. Él es
exaltado hasta lo Sumo, al grado más alto de los Cielos, y
conviene tener presente en todo momento que este libro es "la
revelación de Jesucristo". En cada capítulo se exponen nuevas
glorias de Su persona, y de Su poder, y de Sus hechos. Él es
Aquel que ahora está juzgando a una Tierra que Le ha rechaza
como el Salvador, como el Mediador, el único, entre Dios todo
Santo, y la Humanidad, alejada y rebelde, apartada de Su
Creador.
Bien estimado amigo, amiga oyente, consideremos
cuidadosamente lo que nos dice este texto. Aquí se nos dice que
este es otro ángel fuerte. Bueno, aquí "otro" significa en
realidad, que hay alguien más de la misma clase. Otros ángeles
fuertes ya se nos presentaron en el capítulo 5, versículo 2, y allí
no había ningún argumento. La vestimenta de este ángel ha
llevado a algunos estudiosos a identificarlo como Cristo. Aunque
todos los ángeles son siervos de Jesucristo, en este último libro
de la Biblia tenemos a este ángel que es un enviado especial de
Cristo. Él es otro gran ángel. Y él lleva todas las credenciales de
su alta jerarquía y posición. Él desciende del cielo, de la
presencia de Cristo, Aquel que está en el medio del trono.
Ahora, este ángel fuerte está "envuelto en una nube, con el arco
iris sobre su cabeza". Este es su vestimenta como enviado
especial de Cristo. Hay otra clase de nubes, las "nubes de gloria"
que están relacionadas con la Segunda Venida de Cristo, pero el
ángel al que Juan describe aquí sólo está envuelto por una nube.
Más aún, esta no es la Segunda Venida de Cristo a la Tierra, que
será cuando Jesucristo establezca Su Reino, el Reino de los Mil
años. En Su lugar, este ángel hará un anuncio de que Él viene
pronto.
Usted recordará que los ángeles anunciaron Su Primera Venida,
y ellos anunciarán asimismo la Segunda Venida de Jesucristo a
esta Tierra.
Este ángel fuerte, poderoso, luce sobre su cabeza un arco iris.
Éste es un recordatorio del pacto que Dios hizo con el hombre,
de que, a pesar de los juicios, rápidos y sucesivos, extraños,
misteriosos y terribles, que superan toda descripción, el arco iris
es una señal que indica que Dios no enviará otro Diluvio para
destruir a la Humanidad otra vez.
Juan relata que su rostro era como el sol. Esa es su insignia de
identificación. Esa es la firma del Cristo glorificado (Ap. 1,16).
¿Por qué? Recordemos que el rostro de Moisés brilló después de
haber estado en la presencia de Dios. El rostro de este ángel
brilla porque él había estado en la presencia de Cristo. Lucas, en
su evangelio, capítulo 24, versículo 4 describió la escena de las
mujeres a lado de la tumba vacío de Jesucristo: Aconteció que
estando ellas perplejas por esto, he aquí se pararon junto a ellas
dos varones con vestiduras resplandecientes.
Más adelante, en Apocalipsis, capítulo 18, versículo 1 también se
menciona a un ángel, "otro ángel" que alumbraba la Tierra con
su gloria, pero aun así nadie declara que Él es Jesucristo. Por
tanto, creemos que el mencionado ángel del capítulo 10 no es
Cristo, sino un ángel poderoso.
Sus pies son como columnas de fuego. Es parte de su
vestimenta. Él había salido de la presencia de Jesucristo con una
misión a cumplir, para realizar el anuncio especial y solemne del
juicio próximo. Todas estas características que le identifica,
como su vestimenta, son sus credenciales como el enviado
especial y le relacionan con la persona de Cristo. El Señor
Jesucristo continúa al frente de todos los eventos que se están
desarrollando, en el Cielo como en la Tierra, con toda autoridad
y poder. Él es el juez de toda la Tierra. Continuamos con los
versículos 2 y 3 de este capítulo 10 de Apocalipsis, leemos:
2
Tenía en su mano un librito abierto; y puso su pie derecho
sobre el mar, y el izquierdo sobre la tierra; 3 y clamó a gran voz,
como ruge un león; y cuando hubo clamado, siete truenos
emitieron sus voces. (Ap. 10:2-3)
La mención de este "pequeño librito" nos llama la atención.
¿Qué es este librito? ¿Es el mismo libro que el Señor Jesús tomó,
el documento con los 7 sellos? Aquí Juan menciona el detalle
que el librito está "abierto". ¿Es el mismo entonces? ¿O existe
algún otro libro, y qué puede significar este libro?
Al llegar a este punto también hay una variedad de opiniones al
respecto. Pero, dado que nuestro tiempo ha finalizado vamos a
esperar hasta nuestro próximo programa para analizar esta
cuestión.
Estimado amigo y amiga oyente, sinceramente esperamos que
usted nos acompañe también en nuestro próximo programa. Y
mientras tanto, le sugerimos leer los siguientes versículos de
este capítulo 10 de Apocalipsis para estar más informado de su
contenido, lo que le permitirá comprender mejor lo que
consideraremos en nuestro próximo encuentro.
Pedimos a Dios, que por medio de Su Santo Espíritu, Su Palabra
toque su vida de una manera especial. Dios siempre está listo y
esperando a cualquier alma, no importa su condición, ni lo que
es o ha sido, siempre Él está esperando que alguien se acerque
a la cruz de Cristo, para pedir el perdón de sus pecado y errores;
Dios quiere llenar su vida con propósito y sentido, pero sobre
todo, quiere regalarle Su amor, la salvación de su alma y la vida
eterna. ¿Quién es capaz de rechazar este regalo de Amor?
Apocalipsis 10
Versículos 2-7
Continuamos hoy, estimado amigo, amiga oyente, nuestro
recorrido por el libro de Apocalipsis. Como ya saben los amigos
que habitualmente nos acompañan, este es un libro muy
especial, es original, y único. El tema de Apocalipsis es
fascinante, porque trata de nuestro futuro, el futuro de toda la
Humanidad, y de nuestro planeta Tierra. El libro pertenece a la
Biblia, y su ubicación en el último lugar se debe a que, así como
las Sagradas Escrituras comienzan con el relato del principio de
todas las cosas, el libro del Génesis, el libro de los libros, la
Palabra de Dios, termina con el fin de los tiempos, el final que
nos espera más adelante, en un tiempo sólo conocido por Dios.
Esperamos que usted continúe acompañándonos hasta concluir
el programa, porque creemos que esta serie de estudios, con
sus reflexiones y pensamientos resultarán muy útiles a la hora
de tomar decisiones importantes que pueden marcar el rumbo
de nuestra vida.
Regresamos hoy al capítulo 10 de este libro profético que el
apóstol Juan escribió después de tener estas visiones en la Isla
de Patmos donde estaba recluido a causa de su fe en Jesucristo.
Recordemos que nos encontramos en una sección que resulta
ser un interludio, un paréntesis, entre la sexta y séptima
trompeta. Esta pausa la llena el capítulo 10, y los primeros 13
versículos del capítulo 11. En este capítulo 10 hablaremos de un
ángel poderoso, fuerte que portaba un librito. Pero, vamos a ir
leyendo el texto ordenadamente para comentarlo a
continuación, Retomamos la lectura en el versículo 2. Leemos:
2a
Tenía en su mano un librito abierto; (Ap. 10:2a)
En nuestro anterior programa ya hemos hablado de este ángel
poderoso que desciende del Cielo. No intentaremos a identificar
a este ángel poderoso, ya que Juan tampoco menciona su
nombre y no da más datos o detalles. Él era "otro ángel", fuerte,
potente, y, comentábamos en el pasado estudio, que existen
diferentes clases o categorías de estas huestes celestiales, los
ángeles. Juan no destaca ninguna particularidad de este ser,
pero sí describe su apariencia, su vestimenta. Hemos
comentado anteriormente que no creemos que se trate del
Señor Jesucristo, ya que, en el Cielo, Él es el personaje principal,
el que ordena los acontecimientos que se desarrollan en la
Tierra y en el Cielo.
Este ángel fuerte portaba un librito. Leamos a continuación la
segunda parte del versículo 2, y el siguiente versículo 3:
2b
y puso su pie derecho sobre el mar, y el izquierdo sobre la
tierra; 3 y clamó a gran voz, como ruge un león; y cuando hubo
clamado, siete truenos emitieron sus voces. (Ap. 10:2b-3)
Cabe la pregunta, ¿de qué librito se trata? Hay varias razones
por las cuales creemos que este es el mismo documento que
aquel libro, que vimos anteriormente sellado por siete sellos. Es
cierto que hay una diferencia en la palabra utilizada aquí para
expresar el objeto, el "libro"; aquí no se usa la palabra griega
"biblion", que fue utilizada para describir al libro de los siete
sellos; pero eso no impide la posibilidad de ser el mismo libro. Al
comienzo, el libro o documento estuvo en las manos del Padre
en el Cielo. Lo hemos leído en Apocalipsis, capítulo 5, versículo
1. Dios lo entregó en las únicas manos dignas de sostenerlo, las
manos perforadas, marcadas, por los clavos de la cruz. El libro
pasó de Dios a Su Hijo, al Señor Jesucristo. Él era el único digno
y merecedor de abrir ese documento. Ahora ya ha sido abierto,
ya se rompieron sus siete sellos. Al abrir el Señor Jesucristo un
sello después de otro, hemos visto como se desarrollaban
diferentes eventos, tanto en la Tierra, como en el Cielo. La
sección que nos ocupa en estos momentos todavía pertenece a
esta pausa que hay entre la sexta y la séptima trompeta, es
decir, que ya se ha escuchado el sonido de la sexta trompeta.
Cuando el Señor Jesucristo abrió el séptimo sello, recordemos,
se presentaron ante Dios siete ángeles, portando cada uno, una
trompeta. Y comenzaron, uno tras otro a tocar su instrumento, lo
cual desató otra serie de juicios en la Tierra. Después de haber
abierto el último sello Jesucristo entregó ese documento, ese
librito, al ángel. Recordemos que ese documento era el título de
propiedad de la Tierra, que contiene los juicios del período
llamado "la Gran Tribulación". Al finalizar este período de tiempo
el Señor Jesucristo volverá a la Tierra, lo que será su Segunda
Venida, pero será con poder y gloria. Una vez abierto este libro,
los diversos juicios se fueron cumpliendo, según fueron
ordenados por Jesucristo. Este libro abierto, ahora en las manos
del ángel, le da la autoridad para reclamar la propiedad para el
Señor Jesucristo, porque "puso su pie derecho sobre el mar, y el
izquierdo sobre la tierra" es decir, reclamó el mar y la tierra
como propiedad de Cristo. En el libro de Levítico, capítulo 25,
versículo 23, el Señor dio instrucciones al pueblo de Israel en
cuanto a la tierra que Él les había dado, y les dijo: La tierra no se
venderá a perpetuidad, porque la tierra mía es; pues vosotros
forasteros y extranjeros sois para conmigo.
De Jehová es la tierra y su plenitud, el mundo y los que en él
habitan. ? nos afirma la Palabra de Dios como lo menciona el
Salmo 24:1.
Dios no sólo reclama para Sí la tierra, sino que también reclama
el mar. En el Salmo 8, versículos 6 al 8, leemos: Le hiciste
señorear sobre las obras de tus manos; todo lo pusiste debajo
de sus pies: ovejas y bueyes, todo ello, y asimismo las bestias
del campo, las aves de los cielos y los peces del mar; todo
cuanto pasa por los senderos del mar.
Dios afirma que todo Le pertenece, el mar, la tierra, así como
también al hombre, al ser humano que él puso sobre este
planeta. Nosotros, somos como inquilinos en la Tierra. Nos
encontramos sobre este pequeño "planeta azul", en medio de un
sistema solar, del que solamente tenemos unos conocimientos
limitados, en medio de sistemas y constelaciones asombrosas,
que no acabamos de entender por las limitaciones de la ciencia,
a pesar de las sofisticadas investigaciones, y exploraciones
espaciales, que se realizan continuamente.
Este ángel reclama la tierra y la mar para el Señor Jesucristo.
Para entender esta escena podemos recordar que cuando
Cristóbal Colón llegó a tierras desconocidas, él desembarcó, y
allí en la orilla plantó la bandera de España, reclamando
simbólicamente ese lugar en nombre de los Reyes a quienes
servía. Él colocó la bandera de España, en señal de la toma de
posición de esos lugares, en nombre de las Autoridades a
quienes él representaba. Esa era la manera, el método, que se
ha utilizado desde tiempos inmemoriales. Así también, con el
título de propiedad en su mano, este ángel fuerte colocó su pie
derecho sobre el mar, y el izquierdo sobre la tierra, y con voz
poderosa voz reclamó los derechos de propiedad para el Señor
Jesucristo. Un día, todos los reinos de este mundo estarán bajo
la autoridad de Jesucristo, pero después de experimentar los
juicios de Dios. Como Creador y Redentor, el mundo le
pertenece a Él.
Este importante documento que Juan vio en las manos de este
poderoso ángel es descrito por él como un "librito", un libro
breve. Y la razón por la cual pensamos que se le llama de esta
manera es que el tiempo de la Gran Tribulación no es muy
extenso. Entendemos que ese momento marca prácticamente la
mitad de este período. En la epístola a los Romanos, capítulo 9,
versículo 28: Porque el Señor ejecutará Su sentencia sobre la
tierra, con justicia y con prontitud. El período de la Gran
Tribulación es en realidad un tiempo breve en toda la historia de
la Humanidad. El Señor Jesucristo también mencionó que iba a
ser un espacio de tiempo corto. El profeta Daniel lo identificó
como un período de 7 años. Eso no representa mucho tiempo en
el calendario de este mundo.
La última frase del versículo 3 dice, leemos: "?y cuando hubo
clamado, siete truenos emitieron sus voces." Los siete truenos
que observamos aquí creemos que es el amén de Dios a la
acción del ángel. En el Salmo 29, versículo 3, dice: Voz de
Jehová sobre las aguas; truena el Dios de gloria, Jehová sobre las
muchas aguas. Y en el libro de Job, capítulo 37, versículo 5,
leemos: Truena Dios maravillosamente con su voz; Él hace
grandes cosas, que nosotros no entendemos.
El Dr. Vincent escribió un comentario que aclara este texto, dijo:
"Los judíos estaban acostumbrados a hablar del trueno como de
las siete voces de Dios". Cuando estuvimos estudiando el libro
de los Salmos, comentamos que el breve Salmo 29, mencionaba
siete veces la voz de Jehová, como las siete voces de Dios. Ellos
hablan del trueno como la voz de Dios, por lo tanto era un
ejemplo bien comprendido por el pueblo de Israel.
El apóstol Juan relata que estos 7 truenos son la voz de Dios.
Creemos que es la voz del Señor Jesús que está en el Cielo,
confirmando lo que el ángel ha reclamado, porque Él llegará a
reclamar Su propiedad y Su derecho al poder en esta Tierra.
Continuemos con el versículo 4 de este capítulo 10 de
Apocalipsis, leemos:
4
Cuando los siete truenos hubieron emitido sus voces, yo iba a
escribir; pero oí una voz del cielo que me decía: Sella las cosas
que los siete truenos han dicho, y no las escribas. (Ap. 10:4)
Lo que aquí observamos es que el sonido de estos 7 truenos
Juan lo podía entender, y tenemos su confirmación, porque Juan
estaba anotando todos los detalles de las visiones que le
estaban siendo reveladas. Recordemos que en el capítulo 1,
versículo 11, de Apocalipsis ya se le encomendó a escribir todo
lo que oía y veía. Él estaba preparándose para escribir lo que
había escuchado en estos 7 truenos. Debieron ser palabras
audibles, pero ahora, por primera vez, se le prohibió escribir lo
que había oído. Siendo este un libro de revelación de las
profecías, ¿por qué se le dice Juan que selle lo que estas voces
de trueno habían hablado? Este es el único lugar en el libro de
Apocalipsis donde un episodio es sellado, y cerrado. Ninguna
otra cosa fue sellada. Al final del libro, Dios afirma que Él ha
revelado todo, que Él no mantiene nada oculto, ni ha retenido
ninguna información del hombre. Pero aquí, parece haber una
contradicción. A Juan se le dijo en el capítulo 22, versículo 10:
No selles las palabras de la profecía de este libro, porque el
tiempo está cerca. Sin embargo, en este particular mensaje no
se le permite escribir lo que presenció. Si este ángel hubiera
sido el Señor Jesucristo, lo más probablemente es que Juan se
habría postrado ante Él, y Le hubiera adorado. Juan hizo
precisamente eso, al principio, en el primer capítulo de
Apocalipsis, cuando vio a su amado Señor Jesucristo glorificado,
rodeado de toda la majestad en el Cielo. Hay bastantes
especulaciones y suposición sobre lo que Juan podría haber
escuchado en las voces de los siete truenos. Han habido
personas que pretendieron entender "el qué" hablaron y "el por
qué" Juan no debía escribir lo que las voces de los truenos
habían revelado. Hubo un personaje llamado Vitringa que
interpretó este episodio como una explicación para las 7
cruzadas de la Cristiandad; una total insensatez. Otro personaje,
Danbuz, dijo que estos truenos revelaban las 7 naciones que
habían recibido la Reforma. ¡Qué disparate! Elliott afirmó que
estos eran las bulas del Papa contra Lutero. Esto tampoco puede
ser cierto. Varios de los cultos y sectas se han jactado de poseer
la revelación las cosas que fueron pronunciadas. Estimado
amigo, amiga oyente, el Señor Jesucristo le ordenó a Juan: Sella
las cosas que los siete truenos han dicho, y no las escribas. Y
hasta el día de hoy estas palabras han permanecido en secreto.
No sabemos ni podemos saber lo que se ha dicho, porque
permanecen sellados, cerrados, porque así lo quiso el Señor
Jesucristo.
Aunque en este libro se nos revelan muchos eventos del futuro,
y sobre todo, se nos revela el señorío y la majestad de
Jesucristo, hay muchas cosas que Dios no nos hace saber, no
nos ha revela todo. Continuemos con nuestra lectura en este
capítulo 10 de Apocalipsis; leamos ahora los versículos 5 y 6:
5
Y el ángel que vi en pie sobre el mar y sobre la tierra, levantó
su mano al cielo, 6 y juró por el que vive por los siglos de los
siglos, que creó el cielo y las cosas que están en él, y la tierra y
las cosas que están en ella, y el mar y las cosas que están en él,
que el tiempo no sería más, (Ap. 10:5-6)
Claramente podemos ver que este ángel aquí no podía ser
Cristo, ya que este ser comienza a jurar por el Creador Eterno. Él
levantó su mano al cielo y juró por el Creador eterno: Por el que
vive por los siglos de los siglos. Ahora, si él fuera Jesucristo, él
hubiera jurado por Sí mismo; recordemos lo que vimos en la
epístola a los Hebreos, capítulo 6, versículo 13, que dice: Porque
cuando Dios hizo la promesa a Abraham, no pudiendo jurar por
otro mayor, juró por sí mismo.
Dios no podía jurar por ninguna otra cosa, ni por ningún otro
nombre porque no hay nadie que sea mayor que Él, el Altísimo.
Este ángel aquí juró, pero no por sí mismo. ¿Por qué? Porque él
no era Dios, ni era el Señor Jesucristo. El Señor Jesucristo es el
Dios Eterno. En el evangelio de Juan, capítulo 1, los primeros dos
versículos, leemos: En el principio era el Verbo, y el Verbo era
con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios.
El Señor Jesucristo mismo dijo lo siguiente en el capítulo 8 del
evangelio de Juan, versículo 58: De cierto, de cierto os digo:
Antes que Abraham fuese, yo soy. Cristo es el Creador. Escuche
lo que se dice de Él en el capítulo 1 del evangelio de Juan,
versículo 3: Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada
de lo que ha sido hecho, fue hecho. Y el Apóstol Pablo en su
epístola a los Colosenses, Capítulo 1, versículo 16, escribió:
Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los
cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos,
sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue
creado por medio de él y para él.
Así es que el ángel fuerte y poderoso 6y juró por el que vive por
los siglos de los siglos, que creó el cielo y las cosas que están en
él, y la tierra y las cosas que están en ella, y el mar y las cosas
que están en él . El ángel jura en el nombre de Cristo, quien está
en el Cielo, y como el representante de Cristo, él reclama todo
para Cristo. La última parte de este versículo 6, indica que ya no
habrá más demora. ¿Cuánto durará? El significado es que en
breve regresará Cristo a la Tierra. Esto confirma las palabras
pronunciadas por Jesucristo mismo en el discurso del Monte de
los Olivos, cuando dijo en el capítulo 24 del evangelio de Mateo,
versículo 22: Y si aquellos días no fuesen acortados, nadie sería
salvo; más por causa de los escogidos, aquellos días serán
acortados. El ángel proclama a los creyentes escogidos y
sellados que están padeciendo ese terrible período de la Gran
Tribulación que Él no demorará mucho más. ¿Cuánto tiempo
más, cuánto más tenían que perseverar y esperar? El tiempo
exacto no lo sabemos, no fue revelado, y sólo lo conoce Dios.
Ahora, el versículo 7 de este capítulo 10 de Apocalipsis, dice:
7
sino que en los días de la voz del séptimo ángel, cuando él
comience a tocar la trompeta, el misterio de Dios se consumará,
como él lo anunció a sus siervos los profetas. (Ap. 10:7)
Todo esto tendrá lugar cuando el séptimo ángel comience a
tocar su trompeta. Esto indica que la séptima trompeta
presentará la conclusión, el final de la Gran Tribulación. En este
momento es cuando el misterio de Dios se aclarará finalmente.
Hay muchos aspectos de ese misterio, hay muchas cosas que
Dios no ha revelado. Es un misterio todo relacionado con la
nación de Israel, en cuanto al juicio, al sufrimiento, a la
injusticia, en cuanto al silencio de Dios, y al Reino que vendrá. El
problema básico es este: ¿Por qué permitió Dios que "el mal"
exista, y por qué lo ha tolerado por tanto tiempo? ¿Quiere saber
algo, amigo, amiga oyente? Se puede estudiar teología por
muchos años, y conocer las respuestas que los demás teólogos
ofrecen, pero Dios aún no ha dado Su respuesta. Lo hará, en Su
momento, en Su tiempo, sin duda. ¡Tenemos tantas preguntas
que hacerle! Este pasaje de la Escritura, y el hecho de que hay
temas que fueron "sellados", indican que Dios aún tiene mucho
que comunicarnos. Cuando lleguemos a Su presencia, Él nos
revelará todos los misterios, y se hará plena luz.
Estimado amigo, amiga oyente, nosotros no sabemos cuál
podrían ser las respuestas a sus problemas particulares, los
enfrenta usted en el día de hoy, pero sabemos Quien sí las
conoce. Y queremos decirle con toda convicción que no es
necesario que tengamos las respuesta a todas nuestras
preguntas, porque podemos poner nuestra mano en la mano
extendida de Dios, porque Él nos anima y nos dice: "Hijo, hija,
camina junto a mí, a través del túnel, a través de la oscuridad.
¡Sólo confía! Juntos llegaremos al otro lado, a la luz, y cuando
lleguemos allí, entonces comprenderás". Por experiencia
personal propia y la de muchos, podemos invitarle a que usted
también coloque su mano, en la mano de su Creador y Redentor,
aquel cuyas marcas de Su sufrimiento son señales del inmenso
amor que le tiene. Jesucristo es el único que tiene las respuestas
a todas sus preguntas.
Y aquí nos detenemos por hoy. Será entonces, hasta nuestro
próximo programa y esperamos que sintonice nuevamente este
espacio radiofónico que sólo desea acercarle a Dios y a Su
Palabra. ¡Que Dios bendiga Su Palabra, y ésta halle respuesta y
eco en su corazón!
Apocalipsis 10 - 11
Versículos 10:8 - 11:2
Continuamos hoy, estimado amigo, amiga oyente, nuestro viaje
por este profundo y fascinante libro de Apocalipsis, que, como
ya lo hemos mencionado anteriormente, es el último libro de la
Biblia, Las Sagradas Escrituras, la Palabra de Dios. Muchas
personas confiesan que no han leído este libro porque está lleno
de símbolos, figuras extrañas, y porque su temática es tan
catastrófica y lúgubre. Pero, nuestros oyentes habituales ya han
podido comprobar una y otra vez, que este libro es una
declaración del amor infinito de Dios, Creador de todo el
Universo y de todo lo que en él existe; de Dios, Padre amoroso,
amante y protector de todos aquellos que han aceptado Su
regalo de amor y perdón, que es Su Hijo Jesucristo. Apocalipsis
es una carta de amor de Dios a Sus hijos en la que el
Todopoderoso recuerda a los Suyos que Él también es un Juez
Justo y fiel, que no es indiferente al sufrimiento humano y que
todos aquellos que lo han provocado sufrirán las consecuencias
de sus actos. Sí, un día habrá un juicio justo para todos los que
se han declarado enemigos de Su bondad y misericordia, de
todos los que no se han arrepentido de su indiferencia, rebelión,
o ataques a aquellos que Él ama, Sus hijos. Y todos los juicios
terribles que en Apocalipsis se anuncian son las consecuencias
provocadas por una Humanidad que vive alejada de las leyes y
los principios éticos, morales y espirituales que Dios había
establecido.
Juan, el apóstol y discípulo de Jesucristo, quien es el autor y el
privilegiado profeta que vio y oyó estas escenas en visiones,
cuando se encontraba exiliado y prisionero en la isla de Patmos,
nos escribió todo lo que Dios quería comunicarnos. Pero, entre
todas las revelaciones cronológicamente relatadas de los
eventos que se desarrollarán en nuestro planeta, no está ni el
día, ni la hora del comienzo de los "últimos tiempos", del fin de
este mundo y el principio de uno nuevo, totalmente distinto,
pero mejor, donde reinarán la paz y la justicia entre todos los
seres.
Hoy regresamos al capítulo 10, y comenzaremos
nuestro estudio con el versículo 8, que dice:
8
La voz que oí del cielo habló otra vez conmigo, y dijo: Ve y
toma el librito que está abierto en la mano del ángel que está en
pie sobre el mar y sobre la tierra. (Ap. 10:8)
Juan recibe esta orden que viene del Señor Jesucristo quien
desde el Cielo dirige todos los eventos y las operaciones
registradas en este libro de Apocalipsis. Él tiene el control
completo; Él es la autoridad y Juan le contempla ya no como el
buen Maestro, ni siquiera como el Cristo sufriente, despreciado y
finalmente crucificado. Ahora lo ve como el Señor absoluto,
rodeado de gloria y poder, que es el dueño y juez de toda la
Tierra, Dios, ensalzado supremamente, a Quien se le ha dado
Nombre sobre todo nombre.
Aparentemente Juan, después de haber sido llamado al Cielo
para presenciar varias escenas allí, ahora ha regresado a la
Tierra en el Espíritu, porque el librito que había estaba en la
mano de Dios el Padre, y en las del Señor Jesucristo, ahora le
sería entregado, o transferido, a Juan. Leemos los versículos 9 y
10 de este capítulo 10 de Apocalipsis:
9
Y fui al ángel, diciéndole que me diese el librito. Y él me dijo:
Toma, y cómelo; y te amargará el vientre, pero en tu boca será
dulce como la miel. 10 Entonces tomé el librito de la mano del
ángel, y lo comí; y era dulce en mi boca como la miel, pero
cuando lo hube comido, amargó mi vientre (Ap. 10:9-10)
Juan ahora es un participante en este gran drama que se está
desarrollando ante nosotros. El ángel le requiere hacer algo muy
extraño. Por supuesto, esta acción de "comer" el librito tiene un
significado. Juan come ese librito siguiendo las instrucciones del
ángel, y el resultado es que el sabor dulce se transforma en
amargo, tal como se lo había anunciado el ángel. El comer el
librito significa, por supuesto, el recibir la Palabra de Dios con fe,
es decir, recibir las enseñanzas de la Palabra de Dios. El profeta
Jeremías, en el capítulo 15, versículo 16, leemos: Fueron
halladas tus palabras, y yo las comí; y tu palabra me fue por
gozo y por alegría de mi corazón; porque tu nombre se invocó
sobre mí, oh Jehová Dios de los ejércitos.
De modo que, Jeremías compara a la palabra y el apoderarse de
ella, con el degustar, saborear, y comerla. Lo mismo nos
describe el profeta Ezequiel, en el capítulo 3, versículos 1 al 3,
donde dice: Me dijo: Hijo de hombre, come lo que hallas; come
este rollo, y ve y habla a la casa de Israel. Y abrí mi boca, y me
hizo comer aquel rollo. Y me dijo: Hijo de hombre, alimenta tu
vientre, y llena tus entrañas de este rollo que yo te doy. Y lo
comí, y fue en mi boca dulce como miel.
No se está hablando de pan, pero así es la Palabra de Dios. Es
pan, pero también puede resultar agridulce. Nuevamente
podemos leer en Proverbios, capítulo 16, versículo 24, dice:
Panal de miel son los dichos suaves; suavidad al alma y
medicina para los huesos. Y en el Salmo 119, versículo 103,
dice: ¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras! Más que la
miel a mi boca.
Era dulce para Abraham, cuando Dios le dijo: ¿Encubriré yo a
Abraham lo que voy a hacer? Dios le dijo "somos amigos, y yo te
voy a decir lo que voy a hacer". (Gn. 18:17). Es dulce conocer y
experimentar el amor, la misericordia y la fidelidad constante y
permanente de nuestro gran Dios. Pero ese aspecto dulce y
reconfortante también tiene otra faceta, cuando descubrimos
que inevitablemente se acerca un juicio. Y, estimado amigo,
amiga oyente, Juan recibió con asombro y entusiasmo la Palabra
de Dios, pero contemplar los juicios que seguirían, le produjo
gran pena en su alma, y tristeza de corazón. Fue dulce en su
boca, pero amargo en su digestión. Si usted y yo nos deleitamos
en leer esta sección de la Palabra de Dios, y disfrutamos
anticipando los juicios justos que caerán sobre la Tierra,
entonces necesitamos pedir a Dios que Él nos permita ver cómo
Él ve las cosas, para comprender Su pensamiento compasivo y
redentor. Cuando miramos a nuestro alrededor, y vemos que
nuestra sociedad rechaza a Cristo, o simplemente le ignora, no
podemos alegrarnos ante estas circunstancias. Conocer el
destino final, y el gran sufrimiento que el justo juicio conllevará,
nos dejará un sentimiento triste y amargo.
Hay muchas personas que comienzan a estudiar las profecías
con entusiasmo. Cuando descubren que hay una aplicación
práctica a la vida diaria, y que las enseñanzas o el conocimiento
de ellas demandan compromisos personales que implican un
cambio de hábitos en el estilo de su vida, pierden el interés en
ellas. El compromiso que el conocimiento implica llega a ser
amargo. Hay personas que nos comentan: "yo no quiero oír nada
sobre Apocalipsis. No me gustan las profecías. Me asustan".
Estimado amigo, amiga oyente, se supone que ese es uno de los
efectos deseados. La esperanza de una Eternidad con Dios,
debería resultarnos dulce, reconfortante y esperanzadora.
Desafortunadamente, muchas personas disfrutan al estudiar las
profecías, pero simplemente porque son curiosos por naturaleza.
Quieren conocer el futuro, pero entonces descubren que en la
Palabra de Dios se enfatiza la importancia de vivir una vida
santa, especialmente en el estudio de la profecía. Y todo aquel
que tiene esta esperanza ? dice Juan, ? se purifica a sí mismo. (1
Jn. 3:3).
No podemos vivir una vida sucia, manchándonos con pecados
que ensucian el alma, la mente y el corazón, que nos aparta de
la santidad de Dios, y seguir estudiando las profecías. Esto es
porque la Palabra de Dios no está dando resultado en nuestro
corazón. Desafortunadamente hay muchas personas que se
interesan por las profecías, pero no en la forma cristiana de vivir.
El autor de estos estudios, el Dr. McGee comentó en alguna
ocasión que no era difícil reunir a una nutrida audiencia, que
llenaba el aforo, cuando enseñaba temas de profecías
relacionadas con el libro de Apocalipsis; pero era llamativo que
ya no acudía tanta gente si el tema estaba relacionado con
algún otro libro de las enseñanzas apostólicas como Romanos,
por ejemplo. Descubrió que muchas personas están más
interesadas en saber más acerca del Anticristo, que de Cristo y
de sus enseñanzas.
Bien, continuemos con este capítulo 10 de Apocalipsis y leamos
ahora el versículo 11, que dice:
11
Y él me dijo: Es necesario que profetices otra vez sobre
muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes. (Ap. 10:11)
Juan estaba convencido que todas las naciones y todos los
pueblos, de todas las razas y lenguas, deberían escuchar la
Palabra de Dios. No sólo debían escuchar las "buenas noticias"
del amor de Dios, sino que debían ser advertidos del juicio
venidero que se acerca. Y aquellos que un día pasarán por el
período de la Gran Tribulación, sabrían en ese primer tiempo de
aparente paz y estabilidad, que ese tiempo no era el Milenio,
sino que era todo lo opuesto. Y cuando comenzaran las terribles
agonías de los eventos futuros, que no pensaran que habían
entrado en el mismo infierno. Por toda esa carga de
conocimientos previos de los hechos que un día ocurrirían, el
apóstol Juan sentía gran dolor y tristeza.
Esa es la verdadera razón por la cual estas visiones resultaron
dulces y amargas a la vez. Era necesario que él profetizara a
muchos antes de la Segunda Venida de Jesucristo, antes del
regreso de Cristo para comenzar Su Reino del Milenio. Y todavía
muchas profecías le serían reveladas. Aún no hemos llegado a la
mitad de este libro de Apocalipsis, y todavía faltan muchas
profecías contra las naciones y contra pueblos y gente. Una
nueva serie de profecías comenzará a partir del capítulo 12, y se
revelará que Dios tiene todavía mucho que decir.
Creemos que el estudio de las profecías siempre tiene un efecto
o resultado muy definido sobre el que se acerca a ellas. El
estudiar este libro de Apocalipsis puede tener dos efectos: o le
acercará más a Cristo, o le separará y le alejará de Él.
Y con esta observación hemos llegado al capítulo 11 de
Apocalipsis, y aquí el tema continúa con este paréntesis o
interludio que comentamos al principio, esa pausa que
encontramos entre el toque de la sexta y la séptima trompeta.
En este momento que nos encontramos, al concluir el capítulo
10, veremos que restan 42 meses "del Tiempo de los Gentiles",
y que aparecen dos personajes que son llamados los "Dos
Testigos" que profetizan en este período de tiempo. Eso lo
encontramos todo en este capítulo 11, al que hemos dividido de
la siguiente manera:
En los primeros dos versículos tenemos la fecha de la conclusión
"del Tiempo de los Gentiles". Luego, en los versículos 3 hasta el
12, tenemos la duración de la profecía de los "Dos Testigos".
Después, en los versículos 13 y 14, tenemos la condena del
"segundo ay", el gran terremoto, y el toque de la "Séptima
Trompeta", y la apertura del Templo en el Cielo. Eso lo veremos
en los versículos 15 al 19.
Este capítulo nos devuelve, nos hace regresar, al terreno y
tiempo del Antiguo Testamento. Volveremos a recordar al
Templo. Trataremos con los diferentes tiempos y períodos y las
distinciones que se hace entre los judíos y los Gentiles, lo cual
nos indica que estamos otra vez en la época de los tiempos del
Antiguo Testamento.
Cronológicamente, la séptima trompeta nos lleva al regreso de
Cristo, al fin del período de la Gran Tribulación. Vamos a seguir
avanzando en este texto. En los primeros dos versículos
tenemos la fecha para el fin o la conclusión del "Tiempo de los
Gentiles". Recordemos que la Iglesia, ya no está en la Tierra. Ha
sido llevada de manera sobrenatural, "arrebatada" al Cielo. Aquí
en la Tierra habrá testimonio de la fe salvadora en Jesucristo,
pero para esos creyentes será muy difícil creer, vivir y ser fieles
a su fe por las persecuciones y las crecientes demandas que el
Anticristo, dictador, y soberano sobre toda la Tierra ejecutará
despóticamente. Veamos entonces, los primeros dos versículos
de este capítulo 11 de Apocalipsis:
1
Entonces me fue dada una caña semejante a una vara de
medir, y se me dijo: Levántate, y mide el templo de Dios, y el
altar, y a los que adoran en él. 2 Pero el patio que está fuera del
templo déjalo aparte, y no lo midas, porque ha sido entregado a
los gentiles; y ellos hollarán la ciudad santa cuarenta y dos
meses. (Ap. 11:1-2)
Ese es el período del cual el Señor Jesucristo habló, cuando Él
dijo que Jerusalén iba a ser hollada por los gentiles hasta que se
cumpliera "el tiempo de los gentiles". Muchas personas
pensaron que cuando la nación de Israel reconquistó a su ciudad
y capital Jerusalén, que ese tiempo había comenzado. Pero no
fue así.
Recordemos que el período de la Gran Tribulación ha sido
dividido en dos partes, y hemos llegado a la última mitad de ese
período, porque se nos explica que "el Tiempo de los Gentiles"
finalizará en 42 meses, es decir, su duración máxima será de
tres años y medio. Esta es la mitad del período de "la Gran
Tribulación".
En este primer versículo Juan escribe que se le entregó una vara
para medir. Cada vez que se habla de mediciones en el Antiguo
o el Nuevo Testamento, esto indica que Dios está comenzando a
tratar algún asunto con el pueblo de Israel. Eso ocurrió en el
libro del profeta Zacarías, capítulo 2, y también en el del profeta
Jeremías, capítulo 32. Esta caña que le es entregada a Juan era
como la vara que utiliza un pastor; una vara es utilizada para
castigo y juicio, como leemos en el Salmo 2, versículo 9: Los
quebrantarás con vara de hierro; como vasija de alfarero los
desmenuzarás.
Estamos tratando aquí con la medición y la duración del "Tiempo
de los Gentiles", después del cual caerá sobre ellos el juicio.
Ahora, la vara también es un elemento de ayuda y consuelo. En
el Salmo 23, versículo 4, leemos: Aunque ande en valle de
sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás
conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán aliento.
Así es que en este capítulo, encontramos juicio y consuelo. La
mención del Templo de Dios, se limita al lugar santo y al lugar
Santísimo. El Templo de Dios nos remonta otra vez al Antiguo
Testamento, porque recordemos, no hubo ningún templo que se
le haya dado a la Iglesia de Jesucristo. En realidad, la Iglesia es
el templo del Espíritu Santo; es decir, los creyentes, cada uno,
somos templo, porque ahora ya no se trata de un edificio. El
Apóstol Pablo escribió en su epístola a los Efesios, capítulo 2,
versículos 21 y 22: En quien todo el edificio, bien coordinado, va
creciendo para ser un templo santo en el Señor, en quien
vosotros también sois juntamente edificados para morada de
Dios en el Espíritu.
Ahora, "el altar" mencionado en este texto aquí se refiere al
altar de oro de oración ya que el altar del holocausto no estaba
dentro de la corte del templo, sino que estaba en el patio de
afuera.
Juan recibió la orden de medir el Templo, el altar y hasta
aquellos que adoran en él tenían que ser medidos. Dios cuenta a
aquellos que Le adoran. Y a continuación se le indicó: Pero el
patio que está fuera del templo déjalo aparte. Esto incluye todo
aquello que no pertenece propiamente al templo. Fuera del
mismo se consideraba al altar del holocausto, donde se
quemaban las ofrendas, como también el altar de bronce. Como
el altar ha sido considerado una representación, un cuadro, de la
cruz de Cristo, esto nos parece indicar que el evangelio de la
cruz de Cristo, el mensaje de la salvación para todos los que
buscan el perdón de sus pecados, aún estará al alcance de toda
la Humanidad durante la intensidad de este breve tiempo. No
debía ser medido, para estar al alcance de todos. 2Pero el patio
que está fuera del templo déjalo aparte, y no lo midas, porque
ha sido entregado a los gentiles?
Es dado a los Gentiles significa que, aunque este período de
tiempo todavía pertenece a los Gentiles, su dominio ha sido
limitado a 42 meses. Esto confirma las palabras del Señor
Jesucristo. Como ya hemos mencionado, 42 meses es el período
identificado con la última mitad del período de la Gran
Tribulación. En el capítulo 13 de Apocalipsis, en el versículo 5, se
repite esa cifra: También se le dio boca que hablaba grandes
cosas y blasfemias; y se le dio autoridad para actuar cuarenta y
dos meses.
Esta es la última mitad del reino del Anticristo sobre esta Tierra.
Ahora, ese período de 3 años y medio es mencionado otra vez
en Apocalipsis, capítulo 12, versículo 14, donde dice: Y se le
dieron a la mujer las dos alas de la gran águila, para que volase
de delante de la serpiente al desierto, a su lugar, donde es
sustentada por un tiempo, y tiempos, y la mitad de un tiempo.
Es decir, un tiempo que es un año, más dos tiempos, que
significan dos años más el medio. Esto nos hace regresar al libro
del profeta Daniel. Daniel también había recibido muchas
revelaciones proféticas relacionadas con este período de la Gran
Tribulación. En el capítulo 7, versículo 25, Daniel dice: Y hablará
palabras contra el Altísimo, y a los santos del Altísimo
quebrantará, y pensará en cambiar los tiempos y la ley; y serán
entregados en su mano hasta tiempo, y tiempos, y medio
tiempo. Esto es, tres años y medio, porque Daniel vuelve a decir
en el capítulo 12, versículo 11: Y desde el tiempo que sea
quitado el continuo sacrificio hasta la abominación desoladora,
habrá mil doscientos noventa días. Esos días resultan ser tres
años y medio. Y también hay otra referencia del profeta Daniel,
hablando del Anticristo, dice en el capítulo 9, versículo 27: Y por
otra semana confirmará el pacto con muchos; a la mitad de la
semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda. Después con la
muchedumbre de las abominaciones vendrá el desolador, hasta
que venga la consumación, y lo que está determinado se
derrame sobre el desolador.
Aquí la Gran Tribulación está dividida en dos partes iguales. Esta
"semana" de Daniel dura siete años, y es la septuagésima
semana de Daniel, o el período de la Gran Tribulación.
Bien, amigo oyente, vamos a detenernos aquí por hoy, y
continuaremos en nuestro próximo programa. Le invitamos
pues, a que sintonice nuevamente este programa que desea ser
de ayuda y aliento para su vida. Mientras tanto, le sugerimos
que usted continúe la lectura del capítulo 11 de Apocalipsis,
para familiarizarse con su contenido. Continuamos rogando a
Dios que por Su misericordia, Su Palabra encuentre eco y
respuesta en el corazón de nuestros oyentes. Cordialmente le
saludamos deseándole ¡que Dios le bendiga!
Apocalipsis 11
Versículos 3-13
Continuamos hoy, estimados amigos y amigas, nuestro viaje por
el libro de Apocalipsis, retomando nuestro estudio a partir del
versículo 3 del capítulo 11. Se ha escrito que este capítulo 11 es,
simultáneamente, el más importante y el más difícil de todo el
Apocalipsis. Su dificultad es obvia, dado que contiene problemas
de interpretación de cuya solución no se tiene absoluta certeza.
Y su importancia radica en que contiene una especie de sumario
del resto del libro; Juan, el Apóstol, autor del libro, profeta y
vidente de estas tremendas visiones, trazará en este capítulo 11
las líneas maestras del resto del libro. Tan seguro está, del curso
de los acontecimientos, que a partir de este capítulo 11 cambia
el tiempo de su narración y habla de los hechos futuros, como si
ya hubieran pasado; este es recurso literario que caracteriza a
los profetas del Antiguo Testamento.
Pero antes de comenzar y para una mejor comprensión de este
capítulo, permítanos avanzar un breve esquema del mismo: En
nuestro programa anterior asistimos, en los versículos 1 y 2 de
este capítulo 11, a la escena de la medición del Templo.
Recordamos, además, que estamos en una sección del libro
donde se describen los devastadores efectos del toque de las
siete trompetas. Y ahora, nos encontramos en el intervalo, una
pausa, entre la sexta y la séptima trompeta. De los versículos 3
al 6 leeremos sobre la predicación de los Dos Testigos, que son
los heraldos del fin. En los versículos 7 al 10 surge por primera
vez el Anticristo, en forma de bestia del abismo, y su temporal
triunfo que resulta en la muerte de los Dos Testigos. En los
versículos 11 al 13 se nos presenta la restauración de la vida de
los Dos Testigos y el consiguiente arrepentimiento y conversión
de los judíos. En los versículos 14 al 19 encontramos un primer
boceto del triunfo final de Cristo, Su reinado inicial, el
levantamiento y derrota de las naciones, el juicio de los muertos
y el establecimiento del reino de Dios y de Su Ungido. Leamos
ahora el versículo 3 de este capítulo 11 de Apocalipsis, que dice
así:
3
Y daré a mis dos testigos que profeticen por mil doscientos
sesenta días, vestidos de cilicio.
Estos dos testigos son individuos investidos del poder de Dios y
una autoridad especial para predicar un mensaje de juicio y
salvación durante la segunda mitad del período de la Tribulación.
Estos dos profetas serán la culminación del testimonio de Dios a
Israel, por medio de un mensaje contundente sobre el juicio
divino y su oferta gratuita del evangelio a todos los que se
arrepientan y crean. Y la primera pregunta a la que nos
enfrentamos aquí es: ¿Quiénes serán estos dos testigos? El
Apóstol Juan no aporta ninguna aclaración al respecto. Un
estudioso de la Biblia, llamado Godet escribió: "Éstas son las
figuras más asombrosas de este asombroso libro".
Sin embargo, si la identidad de estos dos Testigos fuera algo
esencial para la comprensión de este libro, estamos convencidos
que Juan habría apuntado más detalles; pero no es el caso. Por
este motivo, mucho se ha especulado a este respecto.
Siempre formó parte del pensamiento judío la idea de que Dios
enviaría a un mensajero especial que anunciaría a los hombres
la llegada del "Día del Señor", un día en el que Dios, finalmente,
haría justicia y pagaría a las naciones impías su justo castigo por
su violencia hacia su querido pueblo, Israel. El profeta Malaquías
escribió: "Yo os envío al profeta Elías antes de que llegue el día
Grande y Terrible del Señor" (Mal. 4:5). Así pues, en este pasaje
nos encontramos con la llegada de estos profetas del Señor
antes de que se produzca la contienda final.
Estos Mensajeros tienen la misión de profetizar; y profetizarán
1260 días, es decir, tres años y medio. Su mensaje será sombrío
porque están vestidos de cilicio, de luto. Será un mensaje de
condenación: el escucharlo será como una tortura, y la gente se
alegrará cuando maten a los dos Testigos, como veremos en el
versículo 10.
Pero, ¿quiénes serán estos dos testigos? Dos investigadores,
Seiss y Govett, afirman que posiblemente se trate de Enoc y
Elías. En la Biblia se nos da a entender que ninguno de ellos
murió. El libro del Génesis podemos leer lo siguiente: "Caminó
pues Enoc con Dios, y desapareció porque Dios se lo llevó" (Gn.
5:24). Elías fue arrebatado en un torbellino y en un carro de
fuego (2 Reyes 2:11); y Tertuliano, uno de los antiguos padres de
la Iglesia, se refiere a la creencia de que Dios los guardaba en el
cielo para que dieran muerte al Anticristo.
Los comentaristas Bíblicos Dean Alford, Walter Scott y Donald
Grey Barnhouse piensan que estos dos Testigos podrían ser
Moisés y Elías, a quienes los judíos consideraban,
respectivamente, el más grande legislador y el más grande de
los profetas. Fueron estos dos personajes quienes se aparecieron
a Jesús en el Monte de la Transfiguración (Marcos 9:4) y todas
los poderes que se atribuyen a los dos Testigos fueron proezas
realizadas previamente por ambos personajes bíblicos. Sobre
Elías, podemos leer en el libro del profeta Malaquías, capítulo 4,
versículo 5: "He aquí, yo os envío el profeta Elías, antes que
venga el día de Jehová, grande y terrible". Y el mismo Señor
Jesucristo dijo, tal y como recoge el capítulo 17 del evangelio de
Mateo, versículo 11: "Respondiendo Jesús, les dijo: A la verdad,
Elías viene primero, y restaurará todas las cosas". Volvamos
ahora a la Palabra, en el versículo 4, donde podemos leer:
4
Estos testigos son los dos olivos, y los dos candeleros que
están en pie delante del Dios de la tierra.
Observemos que esta era precisamente una de las expresiones
favoritas del profeta Elías. En el primer libro de los Reyes,
capítulo 17, versículo 1, podemos leer: "Entonces Elías tisbita,
que era de los moradores de Galaad, dijo a Acab: Vive Jehová
Dios de Israel, en cuya presencia estoy, que no habrá lluvia ni
rocío en estos años, sino por mi palabra". Otros comentaristas
sugieren, por otra parte, que Juan el Bautista podría ser el
segundo testigo. Él fue el precursor de Cristo en Su primera
venida. También cierta similitud con el profeta Elías, en la
manera de exponer su mensaje. Los dos conocían muy bien a
las fuerzas malignas enemigas de Dios, y lo que era ejecutar
órdenes de Dios contra fuerzas sobrenaturales. Podríamos
incluso apuntar la idea de que Juan el Bautista fue el testigo del
Nuevo Testamento, mientras que Elías fue el testigo del Antiguo
Testamento. En cualquier caso, en el Antiguo Testamento
siempre se requerían dos o más testigos para confirmar la
legalidad de un testimonio (Dt. 17:6, 19:15).
Se nos antoja, sin embargo, bastante improbable que Enoc
pudiera ser uno de los testigos, ya que él era gentil, y el hecho
de que no muriera no lo convierte automáticamente en
candidato para asumir esta misión.
Ahora bien, aquí se mencionan mil doscientos sesenta días
durante los cuales ambos testigos desempeñarán su función
profética. Y la característica más reseñable acerca de ambos
testigos no es su identidad, sino el momento de su aparición. Y
aunque la Biblia no señala fecha alguno, es posible que sea
conocida su presencia durante la primera mitad, dado que ellos
testifican hasta que aparece el Anticristo, también llamada la
Bestia, para luego morir como mártires. Leamos ahora, los
versículos 4 y 5 de este capítulo 11 de Apocalipsis, que dicen
así:
4
Estos testigos son los dos olivos, y los dos candeleros que
están en pie delante del Dios de la tierra. 5 Si alguno quiere
dañarlos, sale fuego de la boca de ellos, y devora a sus
enemigos; y si alguno quiere hacerles daño, debe morir él de la
misma manera.
Esta imagen está relacionada con el Antiguo Testamento,
concretamente con el libro del profeta Zacarías, en su capítulo 4.
La visión de Zacarías iba a tener cumplimiento en un futuro
próximo, que para él sería la reconstrucción del Templo a cargo
de Josué y Zorobabel; pero también tenía una proyección más
lejana, en el futuro lejano, que serían los dos Testigos, cuyo
ministerio apunta hacia la restauración final de Israel, en el
Milenio. ¿Qué significado pueden tener aquí "los dos olivos" y
"los dos candeleros"? El aceite de oliva se utilizaba para
encender las lámparas, así que los olivos junto a los candeleros
representan la luz de avivamiento espiritual. Por ello, la lectura
de estos versículos sugieren con fuerza la idea de que la
predicación de estos dos Testigos será la chispa que encenderá
un avivamiento, tal y como sucedió con la intervención de Josué
y Zorobabel, en Israel tras el cautiverio en Babilonia. La lectura
del versículo 5 arroja, además, la idea de que ambos Testigos
serán totalmente intocables e inmunes a cualquier ataque del
hombre, hasta su muerte final a manos del mismo Anticristo.
Este versículo advierte literalmente que "Si alguno quiere
dañarlos, sale fuego de su boca y devora a sus enemigos". Se
trata de una referencia probable a un fuego literal. Ambos
Testigos serán invencibles durante su ministerio, protegidos por
un poder sobrenatural e inexplicable para el resto de la
Humanidad. Y el falso profeta imitará, con fraudulencia, esta
señal, tal y como podremos apreciar en Apocalipsis 13:3.
Leamos ahora el versículo 6 de este capítulo 11 de Apocalipsis:
6
Estos tienen poder para cerrar el cielo, a fin de que no llueva
en los días de su profecía; y tienen poder sobre las aguas para
convertirlas en sangre, y para herir la tierra con toda plaga,
cuantas veces quieran.
Si echamos una mirada atrás, podremos ver que a lo largo de
toda la Biblia, en numerosas ocasiones, los milagros han servido
para autentificar a los profetas del Señor. Aquí, la sequía de tres
años y medio (tal y como sucedió en la época de Elías) añadirá
un tormento inconmensurable a aquellos que estén sufriendo los
desastres globales de la Tribulación, y exacerbará su odio hacia
los dos Testigos. Y es, de hecho, esta referencia a la sequía, lo
que ha motivado que destacados comentaristas se hayan
decantado por pensar que los dos Testigos serán el profeta Elías,
que tuvo poder para parar la lluvia, y Moisés para desencadenar
las temibles plagas en Egipto.
También menciona este pasaje que ambos Testigos poseen la
facultad de convertir las aguas en sangre. Recordemos que el
agua de la Tierra ha sido devastada por la segunda y tercera
trompetas, por lo que dejará de ser apta para el consumo
humano y esto aumentará en gran medida el sufrimiento
causado por la sequía. Continuando ahora con nuestra lectura,
leamos los versículos 7 al 10:
7
Cuando hayan acabado su testimonio, la bestia que sube del
abismo hará guerra contra ellos, y los vencerá y los matará. 8 Y
sus cadáveres estarán en la plaza de la grande ciudad que en
sentido espiritual se llama Sodoma y Egipto, donde también
nuestro Señor fue crucificado. 9 Y los de los pueblos, tribus,
lenguas y naciones verán sus cadáveres por tres días y medio, y
no permitirán que sean sepultados. 10 Y los moradores de la
tierra se regocijarán sobre ellos y se alegrarán, y se enviarán
regalos unos a otros; porque estos dos profetas habían
atormentado a los moradores de la tierra.
Los Testigos han de predicar el tiempo que se les ha señalado, y
luego vendrá el Anticristo como la Bestia del abismo;
seguidamente Dios les retirará su protección sobrenatural y
ambos serán asesinados, algo que nadie había podido hacer con
éxito por el momento. Esta es la primera de las treinta y seis
referencias a la Bestia que encontramos en Apocalipsis, que es
nada más y nada menos que el llamado Anticristo. El hecho de
que ascienda del abismo indica que su poder es de origen
satánico. Toda esta escena sucede en Jerusalén, que aquí recibe
los nombres de Sodoma y Egipto. Mucho tiempo atrás, el profeta
Isaías se había dirigido a los gobernantes de esta ciudad
llamándolos gobernadores de Sodoma; y al pueblo de Jerusalén
como el pueblo de Gomorra (Is. 1:9). Sodoma y Gomorra
representaban los prototipos del pecado. La maldad de Jerusalén
ya había crucificado a Jesucristo, y en los días por venir,
contemplará la muerte de Sus testigos con gozo. Los habitantes
de Jerusalén odiarán a los dos Testigos hasta tal punto que
dejarán sus cadáveres en la calle sin enterrar. Para los judíos era
algo terrible no dar sepultura a un cadáver. Cuando los paganos
atacaron al pueblo de Dios, para el salmista era la mayor
tragedia de todas que no hubiera nadie que los enterrara (Salmo
79:3).
El comentarista Dr. Newell lo describe de la siguiente manera:
"Aquí se presenta la verdadera revelación del corazón del
hombre. La avaricia, la enajenación, lo inhumano, brutal,
infernal, la humanidad entera se regocija por la muerte de estos
hombres. Se envían regalos los unos a los otros. Hacen de este
asesinato una hermosa celebración, una especie de Navidad del
diablo, una celebración de lo que el Anticristo ha hecho, en lugar
de celebrar la venida de Cristo a Belén". Leamos, el versículo 11
de este capítulo 11 de Apocalipsis, que dice así:
11
Pero después de tres días y medio entró en ellos el espíritu de
vida enviado por Dios, y se levantaron sobre sus pies, y cayó
gran temor sobre los que los vieron.
Los hechos no acaban aquí y los acontecimientos se precipitan,
tomando un cariz cada vez más intenso y dramático: algo está a
punto de suceder que cambiará esta celebración en gran temor
para los hombres: a los tres días y medio (una vez más nos
encontramos con esta cifra), cuando la fiesta por la muerte de
ambos Testigos esté quizá en su punto álgido, cuando quizá las
cámaras de televisión estén aún enfocando la imagen de ambos
cadáveres, súbitamente éstos recobrarán vida y se pondrán de
pie. Dice la Biblia que "cayó un gran temor sobre los que los
vieron". ¿Qué sucedió a continuación? El versículo 12 nos lo
cuenta:
12
Y oyeron una gran voz del cielo, que les decía: Subid acá. Y
subieron al cielo en una nube; y sus enemigos los vieron.
Aún habrían de suceder hechos increíbles; a la vista de todos,
los dos Testigos fueron subidos al cielo, re-presentando, como si
dijéramos, la primera partida de Elías al cielo en el torbellino y
carro de fuego (2 Reyes 2:11). A continuación un gran terremoto
arrasó una décima parte de la ciudad, produciendo la muerte de
siete mil de sus habitantes; leámoslo en los versículos 13 y 14
de este capítulo 11 de Apocalipsis:
13
En aquella hora hubo un gran terremoto, y la décima parte de
la ciudad se derrumbó, y por el terremoto murieron en número
de siete mil hombres; y los demás se aterrorizaron, y dieron
gloria al Dios del cielo. 14 El segundo ay pasó; he aquí, el tercer
ay viene pronto.
El resultado fue que los que habían visto estos acontecimientos
aterradores y escaparon con vida, dieron gloria a Dios; es decir,
se arrepintieron, porque esa era la única manera real de dar la
gloria a Dios. Y el gran interés de este pasaje es el hecho de que
los incrédulos fueron ganados mediante la muerte sacrificial y la
resurrección de los Testigos. Aquí tenemos una rememoración de
la historia de la Cruz y la Resurrección. El mal debe ser
conquistado y las personas ganadas, no por la fuerza sino por la
aceptación del sufrimiento por el nombre de Cristo.
A los siete mil fallecidos en esta ocasión debe ser agregada la
cuarta parte de la población mundial que murió al principio de
las plagas. Es decir, una cuarta de la población mundial; y
posteriormente, otra tercera parte de la población del planeta,
es decir, más de la mitad de la población mundial; y ahora siete
mil más. No nos sorprende entonces que el Señor hubiera dicho,
muchos siglos atrás: "Y si aquellos días no fuesen acortados,
nadie sería salvo".
Bien, queridos amigos y amigas; aquí ponemos punto y final a
nuestro estudio de hoy; esperamos que le haya resultado
interesante e instructivo. Pero sobre todo, que le haya resultado
de bendición. Más de un oyente amigo, y amiga pensará en
estos momentos: ¿Cómo puede ser de bendición un libro tan
extraño y dramático como Apocalipsis? ¿No está acaso plagado
de sucesos terribles y extraños, muertes y persecuciones?
¿Cómo puede bendecirme a mí un libro tan trágico y
catastrófico?
Apocalipsis es un libro indiscutiblemente extraño, pero que vale
la pena estudiar. Su ubicación, detrás de los evangelios y de las
Epístolas, al final del Nuevo Testamento, representa como último
acto del Evangelio, sin el que éste quedaría incompleto. Resulta
difícil imaginarse la Biblia sin su colofón final: el Apocalipsis, y
claro que tiene que ser distinto del resto del Nuevo Testamento;
es el único libro de la Biblia que trata del fin de los tiempos, del
fin que aún está por cumplirse, que anunció el Apóstol Pablo al
hablar de la victoria de Cristo: "Luego, el fin: cuando entregue el
Reino al Dios y Padre, cuando haya suprimido todo dominio y
poder y autoridad. Preciso es que Él reine, hasta que haya
puesto a todos sus enemigos bajo sus pies" (1 Co. 15:25). Así,
querido amigo y amiga, en el Apocalipsis podemos ver, como en
ningún otro libro, que al final de toda la historia de la
Humanidad, Cristo es el que vence; Cristo es el que reina; Cristo
es el que juzga y con Él viviremos eternamente en un mundo
perfecto. "Un mundo perfecto"; extraña expresión para nuestros
difíciles tiempos, ¿verdad? Pero es lo que Cristo ofrece; un
mundo perfecto cuando Él venga por segunda vez a este
mundo, no ya a morir por nuestros pecado, sino para reinar por
siempre. ¿Quiere usted formar parte de la ciudadanía del Cielo?
Su pasaporte para la eternidad es gratuito y se llama Jesucristo.
Es gratuito porque es un regalo de Dios para usted. Sólo tiene
que tomarle. La salvación es un regalo. Ahora bien, la vida
cristiana no es fácil; al contrario, está llena de dificultades. Pero
creemos que vale la pena recorrerla. Vale la pena recorrer este
camino.
Hasta nuestro próximo Programa, ¡que Dios le bendiga!
Apocalipsis 11 - 12
Versículos 11:13 - 12:2
Continuamos hoy, amigos oyentes, nuestro recorrido por este
interesantísimo libro llamado Apocalipsis. Un libro sin igual, lleno
de hechos sorprendentes acerca de un tema que durante siglos
ha intrigado al hombre: ¿Cómo será el final de los tiempos?
¿Existirá realmente un "final de los tiempos" o se trata más bien
de una fábula religiosa más, propia de mentes supersticiosas,
insensatas y poco instruidas? ¿Pueden el hombre y la mujer
modernos creer y pensar en un "más allá", en una "vida después
de la vida"? Los cristianos creemos que la Biblia es la verdad, y
que contiene el plan de Dios para el hombre, el ser humano. La
Biblia dice que hubo un comienzo y habrá un final. Que el
hombre se reveló contra Dios desde el comienzo mismo de la
Historia, y decidió vivir la vida por su lado, un plan muy alejado
del mundo perfecto que Dios había creado. Pero gracias al
sacrificio de Jesús en la Cruz, hoy tenemos libre acceso al
perdón de nuestros pecados y a la vida eterna. Por eso solemos
decir desde aquí que la Biblia es la fuente de vida, vida
abundante para usted y su familia. Y ahora estamos dedicando
estos programas a hablar del fin, del fin del mundo, para
conocerlo, aprender a vivir sabiamente y a valorar las
oportunidades que nos ofrece la vida para demostrar al mundo
el amor de Dios por el hombre.
Reiniciemos nuestro estudio en el versículo 13 del capítulo 11.
Para que nos situemos, estamos en la pausa o intermedio que se
produce entre la sexta y la séptima trompeta, y en un intervalo
entre el segundo ay y el tercer hay, del que leeremos en breve.
Recordemos que el segundo ay está relacionado con la sexta
trompeta. Leímos en nuestro programa anterior la sobrenatural
resurrección de los Dos Testigos, después de los tres días y
medio que sus cuerpos estarán expuestos en las calles de
Jerusalén. Después de su ascensión al Cielo, delante de todos los
atónitos testigos, se producirá un devastador terremoto, que
aparentemente sólo afectará a la ciudad de Jerusalén, al igual
que sucedió en el mismo momento que Jesús murió, en esta
ocasión habrán siete mil víctimas mortales. Recordemos
también que a estas alturas de estos terribles acontecimientos
ya ha fallecido el equivalente a la mitad de la población mundial.
Releamos el versículo 13 que ya avanzamos en nuestro
programa anterior, el cual dice así:
13
En aquella hora hubo un gran terremoto, y la décima parte de
la ciudad se derrumbó, y por el terremoto murieron en número
de siete mil hombres; y los demás se aterrorizaron, y dieron
gloria al Dios del cielo.
Dios marcará la ascensión de sus profetas con un terremoto
devastador. La destrucción y la pérdida de vidas afectarán a los
líderes de las fuerzas del Anticristo. La expresión: "y los demás
se aterrorizaron", se refiere a los judíos que sigan con vida y que
aún falten por acudir a la fe en Cristo. Esta experiencia genuina
de salvación entre los judíos supervivientes, a diferencia de
aquellos que blasfemaban y se negaban a glorificar a Dios,
constituirá un cumplimiento clave de la profecía de Zacarías
(12:10 y 13:1) así como del Apóstol Pablo (Ro.11:25, 26).
Leamos ahora el versículo 14 que dice así:
14
El segundo ay pasó; he aquí, el tercer ay viene pronto
Aquí concluye el segundo ay y el interludio entre la sexta y la
séptima trompeta. El arrepentimiento final de Israel conducirá a
la inauguración del Reino milenario, pero antes deberán suceder
los fulminantes juicios finales. Sin embargo, lo que hace difícil
estos pasajes, los que hoy estudiaremos, es que parecen indicar
que las cosas han acabado en una victoria definitiva, cuando
aún nos queda la mitad del libro. La explicación, como ya
mencionábamos en nuestro anterior programa, es que este
texto bíblico es una especie de compendio de todo lo que sigue,
y que básicamente podríamos resumir en los siguientes sucesos:
Tendrá lugar una victoria en la que los reinos de este mundo
llegan a ser los reinos del Señor y de Su Ungido, lo cual es
realmente una cita del Salmo 2:2 y es otra manera de decir que
ha comenzado el reinado mesiánico. En vista de esta victoria,
los veinticuatro ancianos, es decir, la Iglesia Universal, romperá
en acciones de gracias. Esta victoria dará comienzo al tiempo en
el que Dios asumirá Su autoridad suprema (versículo 17),
introduciendo el reinado de los mil años, un periodo de absoluta
paz y prosperidad. Al final del Milenio, se producirá un ataque
final de todos los poderes hostiles (versículo 18), que serán
finalmente derrotados, y entonces recién tendrá lugar el Juicio
Final. En el versículo 19 regresaremos al presente. Habrá una
visión del Templo celestial abierto, y del Arca del Pacto. La
séptima trompeta nos presentará las siete personalidades o los
siete personajes que nos encontramos en los capítulos 12 y 13.
El tercer ay comenzará cuando Satanás, uno de estos
personajes, sea arrojado a la Tierra, tal y como se menciona en
el capítulo 12, versículo 12 de este libro de Apocalipsis.
En el versículo 15 asistiremos al toque de la séptima trompeta,
que marcará el final de la Gran Tribulación, y la apertura del
Templo en el cielo. Leamos ahora los versículos 15 al 18:
15
El séptimo ángel tocó la trompeta, y hubo grandes voces en el
cielo, que decían: Los reinos del mundo han venido a ser de
nuestro Señor y de su Cristo; y él reinará por los siglos de los
siglos. 16 Y los veinticuatro ancianos que estaban sentados
delante de Dios en sus tronos, se postraron sobre sus rostros, y
adoraron a Dios, 17 diciendo: Te damos gracias, Señor Dios
Todopoderoso, el que eres y que eras y que has de venir, porque
has tomado tu gran poder, y has reinado. 18 Y se airaron las
naciones, y tu ira ha venido, y el tiempo de juzgar a los muertos,
y de dar el galardón a tus siervos los profetas, a los santos, y a
los que temen tu nombre, a los pequeños y a los grandes, y de
destruir a los que destruyen la tierra.
El séptimo toque de trompeta tiene un gran significado y es
especialmente relevante para la correcta comprensión del resto
del libro. El programa de Dios nos lleva cronológicamente al
comienzo de la Eternidad, que dará principio exactamente en el
capítulo 21 de Apocalipsis. La séptima trompeta incluirá los
"siete juicios finales de las copas" que se detallarán en el
capítulo 16, así como todos los sucesos que conducen al
establecimiento del Reino milenario (cap. 20); y la coronación de
Jesús como Rey Soberano (cap. 19). La lista siguiente nos
ayudará a centrar estos eventos en nuestras mentes:
1.- Al toque de la séptima trompeta se nos dice que hubo
grandes voces en el cielo. Como usted recordará, cuando se
abrió el séptimo sello, hubo un gran silencio en el cielo. Aquí
tenemos un contraste, porque al tocarse la séptima trompeta se
revelará definitivamente el programa de Dios y todas las
criaturas creadas por Dios podrán ver el final, manifestando un
gran júbilo al anticipar la inminente derrota del mal.
2.- Los reinos del mundo (el cosmos) han venido a ser de
nuestro Señor y de su Cristo; y él reinará por los siglos de los
siglos. Aunque en este pasaje se utiliza la expresión "reinos del
mundo" la verdad es que, el vocablo original dice literalmente
"reino" ? en singular. Esto sucede porque a pesar de las
numerosas diferencias políticas y culturales, la Biblia considera
al mundo entero en sentido espiritual, como un solo reino que
ha estado bajo el dominio de un solo tirano, Satanás (Juan
12:31, 14:30, 16:11, 2 Co. 15:24). La mayoría de los
gobernantes humanos han seguido el ejemplo de Satanás y han
sido hostiles a Cristo (Sal 2:2, HH. 4:26). La prolongada rebelión
del reino del mundo terminará con el regreso victorioso del
Señor Jesucristo para derrotar a Sus enemigos y establecer Su
Reino mesiánico (Ib. 2:2, 3). Esto demuestra el hecho de que los
reinos de este mundo en el presente están bajo Satanás; todos
están unidos bajo su dominio. Algunas personas creen,
erróneamente, que Satanás controla cierta parte de este mundo
y que el Señor controla otra parte. Pero en realidad, la Biblia
afirma que todos los reinos de este mundo pertenecen a
Satanás.
Mucho se jacta el hombre de haber creado una moderna
sociedad civilizada de paz y prosperidad, de justicia e igualdad,
de oportunidades y libertad; pero nada de ello es cierto,
¿verdad, estimados oyentes? Nuestro mundo sufre los efectos
de una pésima gestión de los recursos naturales, del egoísmo de
las naciones, de la maldad de algunos gobernantes, de la
indiferencia de muchos políticos y de la ambición desmesurada
por el materialismo. Es una civilización condenada a la
autodestrucción que se está dirigiendo hacia juicio de Dios. Este
mundo llegará a ser de Cristo algún día, tal y como podemos
leer aquí: "De nuestro Señor y de Su Cristo". Todo este reino será
de Él algún día, y no será por voluntad humana, ni por ningún
poder terrenal que mediante edulcorados discursos de
hermandad y amor entre los seres humanos, persuada a nadie.
Este mundo será entregado a Él, al Señor, y Él reinará, tal y
como se menciona en el Salmo 2, versículos 2 y 3: "Se
levantarán los reyes de la tierra, y príncipes consultarán unidos
contra Jehová y contra Su Ungido, diciendo: Rompamos sus
ligaduras, y echemos de nosotros sus cuerdas". Esta fue la
situación que caracterizará a la Iglesia cristiana primitiva, o
primera, tal y como podemos leer el libro de los Hechos de los
Apóstoles, capítulo 24, versículos 23 al 26. En el Salmo 2,
versículo 9 dice: "Los quebrantarás con vara de hierro; como
vasija de alfarero los desmenuzarás".
3.- 16 Y los veinticuatro ancianos que estaban sentados delante
de Dios en sus tronos, sobre sus rostros, y adoraron a
Dios, 17 diciendo: Te damos gracias, Señor Dios Todopoderoso, el
que eres y que eras y que has de venir, porque has tomado tu
gran poder, y has reinado. Esta imagen implica a la Iglesia al
completo, en un acto común de adoración y celebración por la
Segunda Venida de Cristo a la Tierra. Esta será la respuesta a
nuestras oraciones de: "Venga Tu reino. Hágase Tu voluntad,
como en el cielo, así también en la tierra".
4.- 18 Y se airaron las naciones También hemos leído que las
naciones se mostraban airadas. Esto nos revela el hecho de que
la rebelión obstinada del hombre continuará aún hasta el mismo
fin, hasta momento del Juicio Final. Desde el pecado de Adán y
Eva, al comienzo de la existencia del hombre sobre la Tierra, el
corazón obstinado del hombre siempre ha estado en abierta
rebelión contra Dios. Y esta vieja naturaleza, esta naturaleza
carnal que usted y yo tenemos, es desobediente con Dios.
Estimado oyente, aunque le suene extraño, por mucho que lo
intente, usted jamás podrá obedecer a Dios. No importa lo que
usted haga. A esto se refería el Apóstol Pablo en su carta a los
romanos, capítulo 8, versículo 7 cuando escribió: "Por cuanto los
designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se
sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden". Nadie puede
controlar lo que denominamos "la vieja naturaleza". Sólo en
Cristo Jesús, es decir, sólo mediante las fuerzas que da Jesús,
podremos vivir sabiamente y sin pecado. Porque la obediencia
es anti natural en nosotros.
5.- y tu ira ha venido... Las naciones se mostraban airadas
porque habían creído solamente en la supuesta bondad
perdonadora de dios, de un dios que no juzga, porque el hombre
se está transformando en un ser más bueno y más tolerante,
comprensivo y libre, cuando la realidad de la Humanidad, del ser
humano, demuestra todo lo contrario
6.- "Y el tiempo de juzgar a los muertos". Esto nos lleva al Gran
Trono Blanco, que veremos más adelante, en el capítulo 20 de
Apocalipsis. El derramamiento final de la ira de Dios incluye el
juicio de los muertos (M. 25:31-46; Jn. 5:25-29).
7.- "Y de dar el galardón a tus siervos los profetas, a los santos,
y a los que temen tu nombre, a los pequeños y a los grandes".
La Iglesia ya habrá entrado a Su presencia. Los creyentes ya
habrán recibido su recompensa. Ya vimos las coronas sobre las
cabezas de los ancianos. Aquí se refiere a los santos del Antiguo
Testamento, a los santos de la Tribulación que han sido incluidos
en la primera resurrección, pero en un momento diferente, y
estos ahora van a recibir su recompensa al iniciarse el Reino.
8.- y de destruir a los que destruyen la tierra. El juicio tiene dos
partes: Primero Dios recompensa a los Santos del Antiguo
Testamento (Dt. 12:1-3; cp. 22:12; 1 Co. 3:8; 4:5), también
recompensa a la Iglesia "arrebatada", que ha sido llevada al
cielo antes del comienzo de la Tribulación (1 Co. 15:51,52; 1 Tes.
4:13-18), así como también a los Santos de la Tribulación (20:4).
En segundo lugar, Dios condena a los incrédulos y los envía para
siempre al lago de fuego (20:15). Dios destruirá a los que
destruyen la tierra. Y esto es al hombre y a Satanás. El hombre
es tan destructor como lo es Satanás. Se nos ha advertido en las
Escrituras: "Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el
diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien
devorar" (1 P. 5:8). Continuemos con el versículo 19 de este
capítulo 11 de Apocalipsis:
19
Y el templo de Dios fue abierto en el cielo, y el arca de su
pacto se veía en el templo. Y hubo relámpagos, voces, truenos,
un terremoto y grande granizo.
Este pasaje nos confirma una vez más que habrá un templo en
el cielo. Este santuario, el templo de Dios en el Cielo, estará
abierto ("fue abierto en el cielo") dando lugar a permanente
adoración y acceso a Dios. El lugar Santísimo celestial donde
Dios mora en gloria ya había sido identificado capítulos atrás (4
y 5) como Su trono. El Apóstol Juan ya había visto el trono (4:5).
El altar (6:9, 8:3-5) y aquí, el lugar santísimo. Aparece también
otra mención: "Y el arca de su pacto se veía en el templo". Esto
nos recuerda que Dios es un Dios de pactos; a diferencia del
hombre, Dios siempre cumple. El arca del pacto se mantenía en
el Templo y en el Tabernáculo del Antiguo Testamento,
simbolizando la presencia de Dios así como Su expiación y Su
pacto con Su pueblo. El Arca de la alianza terrenal sólo fue una
representación del Arca celestial (He. 9:23; 10:20). Allí Dios
suministró misericordia y expiación por el pecado, así como el
lugar Santísimo terrenal fue abierto tan pronto se pagó el precio
del pecado (Mt. 27:51; He. 10:19, 20), el lugar Santísimo en el
cielo también es abierto en cumplimiento del Nuevo Pacto de la
salvación de Dios y de Su propósito redentor en medio del juicio
divino.
"Y hubo relámpagos, voces, truenos, un terremoto y grande
granizo". Esta frase nos habla de los juicios que acontecerán.
Y con esto se introduce el capítulo 12. ¿Qué veremos de aquí en
adelante? Asistiremos al conflicto final entre Israel y Satanás
después que éste haya sido arrojado del cielo. Y como último
acto de esta tremenda representación del fin, asistiremos a la
puesta en escena de siete personajes, siete protagonistas que
desempeñarán un papel dominante en la Gran Tribulación: Una
mujer, un dragón escarlata; un hijo varón, el arcángel Miguel; el
remanente de Israel y las dos bestias. Estas son los siete
personajes sobre los que pivotará la historia y que analizaremos
aquí. Tras ello, seremos, una vez más, espectadores del
derramamiento de las siete copas de la ira así como de la
destrucción final de la Babilonia comercial y la Babilonia
religiosa.
Ahora bien, los siete misteriosos personajes anteriormente
mencionados no son imágenes metafóricas o simbólicas: son
personas reales, naturales o sobrenaturales, físicas o
espirituales, gobernantes o naciones, y la identificación que
hagamos de cada uno de ellos será muy reveladora para la
adecuada comprensión del libro de Apocalipsis. Leamos ahora
los versículos 1 y 2 de este capítulo 12 de Apocalipsis, que dicen
lo así:
1
Apareció en el cielo una gran señal: una mujer vestida del sol,
con la luna debajo de sus pies, y sobre su cabeza una corona de
doce estrellas. 2 Y estando encinta, clamaba con dolores de
parto, en la angustia del alumbramiento.
Juan nos relata la primera de siete señales de la segunda mitad
de Apocalipsis. Y la pregunta aquí es: ¿Quién es esta mujer?
Para algunos comentaristas, especialmente aquellos que siguen
la posición católico-romana, se trata de una representación de la
virgen María. Otros, en cambio, interpretan que la mujer es la
iglesia cristiana de todas los siglos. Ha habido incluso algunas
mujeres que han fundado sectas asegurando ser la encarnación
de la mujer aquí mencionada, como el caso de Joanna Southcott,
quien insistió en ser la mujer de Apocalipsis capítulo 12,
afirmando que en octubre de 1.814 tendría un hijo varón, cosa
que aunque nunca sucedió, lo cual no impidió que unas 200.000
personas la siguieran como discípulos. Y aunque no podemos ser
dogmáticos a la hora de interpretar algunos pasajes de
Apocalipsis, sucede que debemos prestar cuidadosa atención a
los detalles que aparecen en este pasaje, como son el sol, la
luna y las estrellas, señales que en la Biblia siempre han estado
íntimamente ligadas al pueblo de Israel, como sucedió en el
sueño que tuvo el personaje bíblico José, hijo de Jacob. La
historia la encontramos en Génesis, capítulo 37, versículos 9 y
10: "Soñó aún otro sueño, y lo contó a sus hermanos, diciendo:
He aquí que he soñado otro sueño, y he aquí que el sol y la luna
y once estrellas se inclinaban a mí. Y lo contó a su padre y a sus
hermanos; y su padre le reprendió, y le dijo: ¿Qué sueño es este
que soñaste? ¿Acaso vendremos yo y tu madre y tus hermanos a
postrarnos en tierra ante ti?"
Es nuestra opinión que no nos encontramos ante una mujer en
sentido literal, sino de una alusión simbólica al pueblo de Israel,
que también se representó en el Antiguo Testamento como
prometida y esposa de Dios. (Is. 54:5, 6; Jer. 3:6-8). En
Apocalipsis aparecen otras tres mujeres simbólicas: Jezabel,
quien representa al paganismo (2:20), la mujer vestida de
púrpura y escarlata (17:3-6) que simboliza la iglesia apóstata, y
la esposa del cordero (19:7), que es el símbolo de la Iglesia
verdadera. El contexto deja claro que esta mujer no representa a
la iglesia. El hecho de que esté "vestida de sol" alude a la gloria,
a la dignidad y a la posición exaltada de Israel, el Pueblo de la
Promesa, que será salvo y recibirá de Dios un reino. La imagen
de la luna bajo los pies es una posible descripción de la relación
del pacto que Dios mantuvo con Israel, ya que las nuevas lunas
se asociaban con la adoración (1 Cr. 23:31, 2 Cr. 2:4; 8:13; Esd.
3:5, Sal. 81:3). Las doce estrellas podrían representar las doce
tribus de Israel.
Queridos amigos y amigas, nos gustaría despedirnos de usted
con la siguiente idea: Sólo hay dos maneras de pasar por la
vida: con sabiduría o sin ella. La sabiduría no sólo es necesaria
para interpretar las Sagradas Escrituras sino también para poder
vivir seguro y en paz. Los que caminan con sabiduría pueden
estar seguros de que tendrán una vida de contentamiento y paz:
una vida rebosante de confianza en el amor y la presencia de
Dios en cada día de su vida. Los que caminan sin sabiduría, en
cambio, pueden estar seguros de que tendrán una vida llena de
conflictos, decepciones y descontento. Y si caminar con
sabiduría nos reporta tales beneficios, ¿por qué no somos más
los que nos apropiamos de dichos beneficios? ¿Qué estamos
pasando por alto?
Ante tantas opciones e ideas diferentes sobre lo que es una vida
abundante, plena y gratificante, ¿cómo podemos actuar con
sabiduría en nuestras relaciones, a la hora de tomar decisiones y
al establecer nuestras prioridades?
Estimado amigo y amiga; en la Biblia, la Palabra de Dios, usted
encontrará todo lo que necesita para alcanzar una vida plena,
por medio de una relación personal con Jesucristo. Esperamos
que estos programas le estén ayudando a comprender mejor las
Escrituras, no para aumentar su conocimiento, sino para mejorar
su vida. Ya lo dijo una vez un famoso predicador de las
Escrituras: "La Biblia no nos ha sido dada por Dios para saber
más, sino para vivir mejor, para vivir sabiamente". Porque
admitámoslo: todos tenemos áreas que necesitan desarrollarse:
nuestro carácter, nuestra paciencia, nuestra disciplina, nuestras
prioridades, nuestra relación de pareja, nuestro comportamiento
como maridos, como padres, como esposas, como madres, y un
largo etcétera. Y la Biblia puede proveerle de los recursos, las
fuerzas y la orientación necesaria para ello. Le animamos desde
aquí a que la lea cada día, que la medite, que la ponga a
prueba, que la incorpore a su vida diaria y cotidiana; usted
puede existir sin la Biblia, pero no puede vivir plenamente sin
ella.
Hasta nuestro próximo encuentro, ¡que Dios le bendiga
abundantemente!
Apocalipsis 12
Versículos 1-6
Estimados amigos y amigas, oyentes de nuestro Programa
Fuente de Vida, bienvenidos a una etapa más en nuestro
recorrido por este fascinante libro de Apocalipsis. Y nuevamente,
es un placer hacerlo en su compañía. Durante estos programas
hemos estado estudiando cuidadosamente la Palabra de Dios,
teniendo la certeza de estar ante un libro excepcional, la Biblia,
un libro de libros que ha cambiado la historia de la humanidad y
que ha ayudado a muchas personas de todas las razas y
condiciones sociales a establecer su vida en la verdad, y sobre la
verdad. En estos tiempos, difíciles y llenos de incertidumbre, no
hay nada mejor que tener una vida con fundamento, esto es,
asentada sobre unos buenos cimientos, los cuáles son, para
nosotros, los cristianos, la verdad de Dios. Porque al final
siempre acabarán llegando vientos y tormentas a nuestras
vidas, que pretenderán golpear nuestro ánimo y derribar nuestra
casa, la casa de nuestra vida, de nuestra familia, de nuestra
tranquilidad. Pero si ésta está bien fundamentada, nada de lo
que pueda suceder podrá acabar con nosotros.
Queridos amigos y amigas, sabemos que estamos ante un libro
excepcional, la Biblia, y también ante uno de sus libros más
enigmáticos: el Apocalipsis, escrito por Apóstol y Evangelista
Juan, durante su cautiverio en la isla de Patmos. El Apocalipsis
no fue escrito para entretenernos con sofisticados simbolismos y
rocambolescas visiones; tampoco fue escrito para que
ejercitásemos nuestra imaginación o nuestra capacidad de
desentrañar extraños enigmas ocultos. Nada de eso. Muy por el
contrario, el Apocalipsis era el necesario colofón de la Biblia, y
por ello ocupa el último lugar en esta colección de libros. El
Apocalipsis nos habla del fin, del final de los tiempos, de cuando
Cristo regrese por segunda vez para reinar en esta tierra, de
cómo Dios juzgará la maldad de los hombres que
conscientemente le dieron la espalda, y de cómo comenzará la
eternidad. Por supuesto que nos estamos encontrando con
extrañas imágenes y con sorprendentes personajes, pero no
podía ser de otra manera: Juan, un hombre sencillo del siglo I
está intentando describirnos con sus propias palabras lo que ven
sus ojos, y que apenas puede ser trascripto: cómo es el Cielo,
cómo es el Trono de Dios, cómo y quiénes son los habitantes del
cielo, cómo serán las plagas que azotarán a la Humanidad en un
futuro cuya fecha él, pero también nosotros, ignoramos. Pero lo
importante no es todo esto; lo importante es que toda la Biblia
y, por supuesto, todo el Apocalipsis señala en una sola dirección:
Jesús. Él es el Hijo de Dios. Dios creó todo el universo para Él. Y
Dios le envió a esta tierra para cumplir la última oportunidad de
rescate del ser humano. ¿Y sabe qué es lo realmente increíble,
estimado amigo y amiga? Que Jesús quisiera viniera. ¡Eso es
increíble! El Cristianismo es la única religión del mundo que
presenta la historia de un Dios que se preocupa personalmente
por todos y cada uno de sus hijos. Jesús vino y no sólo eso, sino
que se quedó entre nosotros, habitó entre nosotros, sufrió una
existencia humilde, sufrió las penurias propias de su época, y ya
adulto, a los 30 años, comenzó Su ministerio que sólo duraría
tres años. Finalmente, murió es una cruz para salvarnos. ¡Pero
resucitó; la muerte no pudo retenerle! Y ahora en el Cielo, junto
a Dios Padre, todavía sigue intercediendo por nosotros, a la
espera de que todas estas visiones anticipadas siglos antes por
el Apóstol Juan, sucedan. Por eso estamos estudiando el
Apocalipsis. Si usted es cristiano, estos estudios le ayudarán a
comprender mejor la profundidad del mensaje del Evangelio, y
para que comiences a disfrutar de todo lo bueno que habrá de
venir, por dulce o amarga que sea su realidad actual. Y si usted
no es cristiano, Apocalipsis le ayudará a entender que usted
tendrá que tomar una decisión: o está con Cristo, o está en
contra de Cristo. Así de claro, así de sencillo. Las consecuencias
de su decisión son eternas, pero decida lo que decida, Cristo
volverá y reinará por toda la Eternidad. Y la Biblia dice que Dios
no quiere que ni una de sus criaturas se pierda; ni una sola. ¡Y
usted no es una excepción! Dios le ama. Haga lo que haga, Dios
le ama. Y aunque usted le odiara, con todas sus fuerzas, Él
seguiría amándole. No lo olvide. El Evangelio no es tanto usted
caminando con Jesús, sino Jesús caminando junto a usted.
Pero regresemos a la Palabra de Dios, las Sagradas Escrituras.
En nuestro programa anterior llegamos al capítulo 12. El tema
de este capítulo es el conflicto final entre Israel y Satanás,
después de ser echado fuera del Cielo. Siete nuevos personajes
serán presentados, en el capítulo 12 y 13, con el sonar de la
séptima trompeta durante el período de la Gran Tribulación. Y,
aunque la séptima trompeta nos acompaña a través de la Gran
Tribulación y el Milenio, el Reino de los Mil Años de Jesucristo
hasta los umbrales de la Eternidad, hasta ahora mucho es lo que
se ha omitido. Comenzando este capítulo 12 esto será
compensado en la presentación de siete personajes prominentes
que desarrollarán un protagonismo dominante en el período de
la Gran Tribulación. Algo más adelante, centraremos nuestra
atención en las siete copas de la ira, cuyas consecuencias serán
peores, si cabe, que los mismos juicios. A partir de aquí,
asistiremos a la caída de la Babilonia religiosa y comercial. Estos
siete personajes representan a personas, tanto físicas como
sobrenaturales, gobernantes y naciones físicas y espirituales. La
identificación y la clarificación de éstos será esencial para una
correcta comprensión de estas revelaciones de Apocalipsis.
Al comenzar con la primera personalidad, hemos llegado a un
punto muy importante en la interpretación de todo el libro de
Apocalipsis. La identificación de una mujer nos será como una
llave que abrirá nuestro entendimiento de este libro profético.
Centrémonos en los dos primeros versículos de este capítulo 12
de Apocalipsis:
1
Apareció en el cielo una gran señal: una mujer vestida del sol,
con la luna debajo de sus pies, y sobre su cabeza una corona de
doce estrellas. 2Y estando encinta, clamaba con dolores de
parto, en la angustia del alumbramiento.
¿Quién es esta mujer? Las marcas características de esta mujer
son el sol, la luna y las estrellas. Estas señales pertenecen a
Israel, como fueron también parte del sueño de José.
Recordamos la historia, narrada en el Antiguo Testamento, del
patriarca Jacob, hijo de Isaac y nieto de Abraham. Uno de sus
doce hijos, José, predilecto de su padre, tuvo un extraño sueño;
José vio al sol, a la luna y a 11 estrellas, postrándose ante él,
que era la duodécima estrella. Jacob, su padre, así como sus
once hermanos interpretaron el sueño como un desmesurado
afán de protagonismo: "¿Debemos tu madre y yo y tus
hermanos postrarnos y adorarte?" le preguntó Jacob. Muchos
años más tarde, fue precisamente lo que hicieron, cuando se
encontraron con un José adulto, lleno de sabiduría y mano
derecha del Faraón.
Como indicábamos en nuestro programa anterior, la mujer era la
señal en el Cielo, pero su misión se desarrollaría aquí en la
Tierra. No era una mujer en el sentido literal, sino era un símbolo
que corresponde a Israel, que dio a luz, a Cristo, el Mesías.
Durante la época navideña algunos textos de las Escrituras son
los más populares. Uno de estos relacionados con el nacimiento
de Cristo se encuentra en el capítulo 9, versículo 6 del libro de
Isaías, que dice: "Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado,
y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre
Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de
paz".
Ahora bien, ¿a quién está refiriéndose aquí Isaías cuando
menciona: "porque un niño nos es nacido"? ¿A la iglesia?
Evidentemente no, dado que aún no existía como tal. Se está
refiriendo a la nación de Israel; Isaías les estaba anunciando no
la llegada de un salvador, sino de un Gobernante, de un Rey, a
alguien que vendría y gobernaría sobre ellos. Porque un niño nos
es nacido, hijo nos es dado. Y añade: será el principado sobre su
hombro. No está, aparentemente, refiriéndose aquí a un
Salvador, sino a alguien que viene a gobernar. Y sigue diciendo
el profeta Isaías: Y se llamará su nombre Admirable, Consejero,
Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz. Esto es interesante,
dado que sugiere que no habrá paz verdadera y permanente
hasta que Él venga. Porque cuando los gobernantes de este
mundo digan: Paz y seguridad, entonces vendrá sobre ellos
destrucción repentina. (1 Ts. 5:3). Cuentan los anales de la
Historia que cuando se desató la primera guerra mundial, un
ejército de diplomáticos se hallaba reunido en una gran
conferencia de paz en Holanda. Y la mayoría de ellos debieron
eludir las balas para retornar a sus propios hogares. Tristemente,
el ser humano desconoce el verdadero significado de la palabra
"paz", pues aunque la desee racionalmente, su corazón es
egoísta e incapaz de evitar la guerra, el conflicto, los propios
intereses, la codicia. La Biblia nos dice que el problema del
hombre es el propio hombre, es su corazón. Y a causa de esto,
sólo Jesucristo puede traerle paz., siendo uno de sus nombres,
precisamente, "Príncipe de Paz".
Isaías continúa hablando a Israel: Porque un niño nos es nacido.
Y esa es la figura que el Apóstol Juan toma y desarrolla esa
figura en el Apocalipsis. Otro escritor del Nuevo Testamento, el
de la Carta a los Hebreos, escribió en su capítulo 7, versículo 14:
Porque manifiesto es que nuestro Señor vino de la tribu de Judá,
de la cual nada habló Moisés tocante al sacerdocio. Y luego, el
Apóstol Pablo afirma en su epístola a los Romanos, capítulo 9,
versículo 5: de quienes son los patriarcas, y de los cuales, según
la carne, vino Cristo, el cual es Dios sobre todas las cosas,
bendito por los siglos. Amén.
Pablo, refiriéndose a Israel, comenzó en el versículo 4
formulando la pregunta: "¿Quiénes son los israelitas?" Y ellos
son de los cuales, según la carne, vino Cristo. La mujer junto al
pozo le preguntó a Jesús: ¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí
de beber, que soy mujer samaritana? (Jn. 4:9) El profeta Miqueas
escribió en el capítulo 5, y versículo 2 de su libro: Pero tú, Belén
Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá, de ti me
saldrá el que será Señor en Israel; y sus salidas son desde el
principio, desde los días de la eternidad. Estas profecías
avanzaban el nacimiento del Salvador en Belén, cuando Él
viniera a este mundo desde la Eternidad. En Isaías, capítulo 66,
versículos 7 y 8 podemos leer: Antes que estuviese de parto, dio
a luz; antes que le viniesen dolores, dio a luz hijo. ¿Quién oyó
cosa semejante? ¿Quién vio tal cosa? ¿Concebirá la tierra en un
día? ¿Nacerá una nación de una vez? Pues en cuanto Sion
estuvo de parto, dio a luz sus hijos. Jesucristo nación en Belén,
pero vino desde la Eternidad.
Los profetas anunciaban desde hacía varios siglos antes el
nacimiento de Aquel Hijo. Por eso identificamos a la mujer de la
visión de Juan con la nación de Israel; ni siquiera con la
Iglesia cristianaen general, sino solamente con el pueblo de
Israel. Y esta mujer iba a ser (y de hecho fue) atormentada; la
verdad es que el mundo siempre ha sido, en general, de
orientación antisemita. Muy pocos son lo que se declaran
abiertamente amigos de Israel, tanto en el presente como en el
pasado. E independientemente del comportamiento actual de
sus gobernantes, parece claro que Satanás, el archi-enemigo de
Dios siempre ha tenido como objetivo destruir a esta nación
escogida por Dios.
Continuando con la lectura de la visión de Juan, se presenta a
otro personaje, descrito por el Apóstol como "un dragón
escarlata". Leamos los versículos 3 y 4 del capítulo 12 de
Apocalipsis:
3
También apareció otra señal en el cielo: he aquí un gran
dragón escarlata, que tenía siete cabezas y diez cuernos, y en
sus cabezas siete diademas; 4y su cola arrastraba la tercera
parte de las estrellas del cielo, y las arrojó sobre la tierra. Y el
dragón se paró frente a la mujer que estaba para dar a luz, a fin
de devorar a su hijo tan pronto como naciese.
¿Quién es este dragón escarlata? Es el enemigo original de la
mujer, Satanás, enemistado con ella por Dios a causa de su
pecado. Así podemos comprobarlo un poco más adelante, en el
versículo 9, donde dice: y fue lanzado fuera el gran dragón, la
serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás. Satanás
aparece como un dragón un total de trece veces en este libro.
El color escarlata alude al derramamiento de sangre. Las siete
cabezas, los diez cuernos y las siete diademas describen en un
lenguaje figurado el dominio de Satanás sobre siete reinos
mundanos en el pasado y diez reinos en el futuro. Satanás
siempre ha dominado y dominará el mundo hasta que suene la
séptima trompeta (cp. 11:5). Ha infligido dolor sin interrupción
sobre Israel (Dn. 8:24) con el deseo intenso de matar a la mujer
antes de que pudiera parir al hijo que le destruiría para siempre.
Satanás tiene control sobre las naciones del mundo, y se las
ofreció al Señor Jesucristo a condición de que postrado le
adorara, porque lo que Satanás desea fervientemente es ser
adorado como si fuera Dios. Juan, en el capítulo 8, versículo 44
de su evangelio, nos dice que él ha sido homicida desde el
principio, y que desprecia la vida humana.
Juan le llama el dragón. ¿Por qué? A causa de su perversidad. Él
fue creado como Lucifer, el hijo de la mañana (Ez. 28, 12-19). Él
es la personificación del mal, y la degradación absoluta, lo
opuesto a Dios, el más peligroso de todos los seres de la
creación de Dios; él es, estimado amigo, amiga oyente, su
encarnizado enemigo y el mío, si usted es un hijo de Dios.
Más adelante se nos presentará en el capítulo 13 a la
denominada bestia. La bestia del capítulo 13 es similar al
dragón. ¿Por qué? Porque, como ya veremos, será el dragón
quien traiga a la bestia.
Juan describe a un dragón con siete cabezas. Y algunos
comentaristas bíblicos sugieren que esto alude la perfección y
sabiduría con la que Satanás fue creado, como querubín
protector. El profeta Ezequiel, en el capítulo 28, versículos 12 al
16, de su libro, nos habla de su origen, en paradójica
contraposición con la idea popular acerca de Satanás, imaginado
como un ser desagradable, estéticamente repulsivo y
físicamente repelente. Pero nada más lejos de la realidad,
querido amigo y amiga. Si Satanás fuese un ser repugnante no
habría sido seguido en su rebelión contra Dios por nada menos
que un tercio de los ángeles. Si el pecado fuese algo
desagradable, nadie pecaría, ¿verdad?
La manera de representar al mismo Satanás, con cuernos, patas
de caballo y una cola ahorquillada es, en realidad, una
representación del dios Pan al que adoraban los griegos y
romanos. Pero, este ser, evidentemente, no es Satanás, aunque
Satanás está detrás de cualquier adoración a un Dios falso.
Satanás es inteligente, sagaz, hermoso y astuto. Nosotros jamás
podríamos hacerle frente, salvo con el poder de Jesús, el cual ya
le venció en la cruz. Saldremos vencidos si pretendemos
enfrentarnos a él mediante sólo nuestras propias fuerzas. Juan
nos lo describe como un ser con 10 cuernos lo cual podría estar
aludiendo a la división final del imperio romano dominado por
Satanás, así como las coronas sobre estos cuernos, y no sobre
las cabezas, significan el poder delgado a Satanás. Estas
coronas representan la autoridad y su real poder.
En su visión, Juan sigue relatando lo siguiente: "su cola
arrastraba la tercera parte de las estrellas del cielo". Este pasaje
nos habla de la rebelión de Satanás en su origen (Is. 14:12;
Ez.28:11) que logró la adhesión de la tercera parte de las
huestes angelicales la cual se unió a él para convertirse en
demonios. Y añade Juan: "Y el dragón se paró frente a la mujer
que estaba por dar a luz, a fin de devorar a su hijo tan pronto
naciese". Y el dragón aborrece al niño que esa mujer va a
alumbrar, ¿por qué? En Génesis, capítulo 3, versículo 15, se nos
dice: Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente
y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en
el calcañar. Al verse incapaz de impedir el nacimiento del Cristo
de una virgen, Satanás trató de matar al niño por medio de una
masacre generalizada y arbitraria de los bebés varones que fue
ordenada por Herodes.
En los versículos 5 y 6 se nos presenta al niño de esta mujer.
Leamos los versículos 5 y 6 de este capítulo 12 de Apocalipsis:
5
Y ella dio a luz un hijo varón, que regirá con vara de hierro a
todas las naciones; y su hijo fue arrebatado para Dios y para su
trono. 6Y la mujer huyó al desierto, donde tiene lugar preparado
por Dios, para que allí la sustenten por mil doscientos sesenta
días.
Jesucristo en su encarnación fue de origen judío (Mt. 1.1). A
pesar de los esfuerzos del diablo para destruir a Israel y el linaje
del cual nacería el Mesías, el nacimiento de Jesús tuvo lugar tal
y como lo habían anunciado los profetas (Is. 7:14; 9:6; Mi. 5:2).
La "vara de hierro" describe la coronación de Jesús como Rey
sobre las naciones del mundo. Y cuando menciona: "su hijo fue
arrebatado para Dios" esto alude a la ascensión de Jesús (Hch.
1:9). Dice el escritor a los Hebreos, capítulo 12, versículo 2: hoy
tenemos puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la
fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz,
menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de
Dios.
¿Qué significan las alusiones al desierto descritas aquí por Juan?
Significa que Dios protegerá a la mujer, al remanente de Israel,
de Satanás al suministrarle un escondite en el desierto durante
la parte más intensa del período de la Gran Tribulación. Israel
será protegido por Dios. Hay quien incluso asegura que Israel irá
a refugiarse a la ciudad enclavada en la peña, en Petra, en la
actual Jordania. Pero lo importante de este pasaje es que este
niño aquí mencionado no es otro que Cristo, y no representa en
ningún caso a la iglesia, como algunos han defendido. Él es el
Pastor, que regirá a las naciones con vara de hierro (Salmo 2,
versículo 9).
Debemos recordar, amigo oyente, que este libro es la revelación
de Cristo glorificado y ascendido al Cielo. El libro de Apocalipsis
descansa en el hecho de la ascensión. Cristo es Aquel que algún
día abrirá los sellos del libro que desencadenarán el juicio sobre
la tierra y los hombres que le han rechazado conscientemente.
Se nos dice aquí que ella dio a luz a un hijo varón.
Para terminar el Programa de hoy, comentamos la alusión del
profeta y Apóstol Juan respecto a los 1.260 días mencionados en
su visión. En el punto medio de la tribulación, el Anticristo
romperá su pacto con Israel, detendrá el culto y los servicios del
Templo, colocando en su interior la así denominada
"abominación desoladora" (Dt. 9:27, Mt. 24:15), devastará a
toda Jerusalén (11.2). En aquel tiempo, muchos judíos huirán
para salvar su vida (Mt. 24:16). Dios los preservará durante
1.260 días (42 meses o tres años y medio), que corresponden a
la denominada Gran Tribulación.
Estimados amigos oyentes, finaliza nuestro programa de hoy,
pero no olvide que tenemos una nueva cita, en nuestro próximo
encuentro, aquí, en La Fuente de la Vida. Hasta entonces, que
Dios bendiga Su Palabra.
Apocalipsis 12
Versículos 5-9
Continuamos hoy, estimados oyentes, nuestro viaje por el libro
de Apocalipsis. Y nuevamente, agradecemos su tiempo e interés
en acompañarnos en esta apasionante trayectoria. Para
comenzar nos vamos a situar en el capítulo 12, versículos 5 y 6,
que dicen así:
5
Y ella dio a luz un hijo varón, que regirá con vara de hierro a
todas las naciones; y su hijo fue arrebatado para Dios y para su
trono. 6 Y la mujer huyó al desierto, donde tiene lugar preparado
por Dios, para que allí la sustenten por mil doscientos sesenta
días.
En el programa anterior comentamos que en este capítulo 12 de
Apocalipsis se nos presenta un grupo de siete nuevos personajes
que desempeñarán un papel sumamente relevante durante el
período de la Gran Tribulación, es decir, durante los últimos tres
años y medio de la Tribulación, cuya duración total será de 7
años. En este aspecto, la opinión de los estudiosos de
la Biblia es variada y oscila entre la idea de que la iglesia no se
verá sometida a sufrimiento alguno durante este periodo de
siete años (dado que será arrebatada, quitada, de la Tierra y
llevada al Cielo), hasta los que mantiene la posición contraria,
que la Iglesia sí deberá soportar los terribles juicios durante
estos siete largos años, hasta el final, cuando Cristo venga por
segunda vez. Una tercera opinión mantiene que la iglesia sólo
soportará los terribles juicios durante los primeros tres años y
medio, siendo arrebatada al Cielo justo antes del comienzo de la
segunda mitad, los terribles últimos tres años y medio,
conocidos como la Gran Tribulación.
Los amigos y amigas oyentes que nos han acompañado desde el
comienzo de este estudio del libro profético de Apocalipsis
recordarán que nosotros mantenemos la posición de que la
Iglesia de Jesucristo, será quitada, o arrebatada, al Cielo antes
de que comiencen los juicios que por siete años asolarán a este
planeta Tierra. Ocurrirá un día, por el cual de manera
sobrenatural, todos los fieles creyentes en Jesucristo, aquellos
que confiesan Su Nombre y han recibido el perdón de sus
pecados, Jesucristo los sacará de este mundo, y millones de
creyentes desaparecerán simultáneamente.
Como usted recordará, unos versículos atrás, en el versículo 3,
el Apóstol Juan tuvo una visión en la cual un dragón escarlata
hacía su extraña aparición, y al cual identificamos como
Satanás, tal y como la propia Escritura aclara pocos versículos
después, en el versículo 9. Este dragón escarlata es el enemigo
del pueblo de Dios, al cual desea, con todas sus fuerzas
demoníacas, destruir a cualquier precio.
Posteriormente analizamos dos nuevas figuras que desfilaban
ante nuestros ojos: una mujer, que estaba dando a luz, y a su
hijo varón. Vimos, con apoyo de los textos bíblicos
correspondientes, que la mujer representa a Israel, y el hijo
varón, a Jesucristo. Juan añadió que éste hijo varón "regirá a las
naciones con vara de hierro". Él es el Pastor que regirá a las
naciones con vara de hierro. Él es Aquel que viene del linaje de
David a ocupar el trono de David, y a reinar sobre este mundo.
Él dominará sobre todo enemigo, rebelión u oposición que existe
sobre esta tierra. ¿Cómo lo hará? La Biblia dice: Los
quebrantarás con vara de hierro; como vasija de alfarero los
desmenuzarás. (Sal. 2:9) No hay otra manera de hacerlo.
Supongamos que Él se apareciera de pronto en cualquier capital
del mundo. ¿Piensa usted que esa gente estaría presta y
dispuesta a rendirse a Él y a entregarle el mundo en Sus manos,
así, sin más? Resulta evidente que el mundo de hoy está en
abierta rebelión contra Dios, y la única manera en que Dios
puede llegar a tomar el control es, dominando esta rebelión.
A continuación, se nos dice en la Escritura que este niño "fue
arrebatado para Dios y para Su trono". Esta es una referencia a
la ascensión de Cristo al cielo tras su muerte en la cruz. Las
cartas de Pablo, que constituyen muchos de los libros del Nuevo
Testamento, ponen un especial énfasis no sólo en la muerte,
sino también en el maravilloso hecho de la resurrección de
Cristo. Cristo venció a la muerte y resucitó, por lo cual hay vida
y esperanza para todos nosotros. Leamos a continuación
algunos pasajes de las Escrituras respecto a esta idea:
En el libro de los Hechos de los Apóstoles, capítulo 1, versículos
9 al 11, leemos: "Y habiendo dicho estas cosas, viéndolo ellos,
fue alzado, y le recibió una nube que le ocultó de sus ojos. Y
estando ellos con los ojos puestos en el cielo, entre tanto que él
se iba, he aquí se pusieron junto a ellos dos varones con
vestiduras blancas, los cuales también les dijeron: Varones
galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que
ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis
visto ir al cielo".
Este pasaje describe con sencillez la Ascensión de Cristo. Y el
libro de Apocalipsis es la revelación del Cristo ascendido, del
Cristo glorificado, del Cristo que viene en gloria y majestad. El
libro de Apocalipsis se basa en el hecho de que Él ha ascendido,
que está en el Cielo, y que algún día regresará como Rey
soberano sobre todas las naciones de la tierra. En la epístola a
los Hebreos, capítulo 12, versículo 2, se nos dice: "Puestos los
ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo
puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y
se sentó a la diestra del trono de Dios".
Dice en Apocalipsis que ella dio a luz a un hijo varón. Israel es la
nación de la cual vino Cristo. La Iglesia vino de Él, pero Él, según
la carne vino de Israel, como escribió el Apóstol Pablo en su
epístola a los Romanos, capítulo 9, versículos 4 y 5: "Que son
Israelitas, de los cuales son la adopción, la gloria, el pacto, la
promulgación de la ley, el culto y las promesas; de quienes son
las patriarcas, y de los cuales, según la carne, vino Cristo, el cual
es Dios sobre todas las cosas, bendito por los siglos. Amén".
Y en su epístola a los Gálatas, capítulo 4, versículos 4 y 5, Pablo
escribió: "Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios
envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, para que
redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que
recibiésemos la adopción de hijos". ¿A qué ley se refiere? A la
ley de Moisés. ¿Quiénes debían obediencia a la ley de Moisés?
Los Israelitas. Nacido bajo la ley. ¿Por qué? Porque Él era un
israelita. El versículo 5 que acabamos de leer decía: "Para que
redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que
recibiésemos la adopción de hijos".
Y luego en el capítulo 3 de la misma epístola a los Gálatas,
versículo 16, leemos: "Ahora bien, a Abraham fueron hechas las
promesas, y a su simiente. No dice: Y a las simientes, como si
hablase de muchos, sino como de uno. Y a tu simiente, la cual es
Cristo". Dios le dijo a Abraham antes de que la nación llegara a
existir: "Yo haré de ti una gran nación, y a través de la nación
enviaré una semilla, una simiente, no varias, sino una, y esta
simiente es Cristo".
Hace muchos siglos, el profeta Isaías escribió en el capítulo 9,
versículo 6 de su libro: "Porque un niño nos es nacido, hijo nos
es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su
nombre Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe
de Paz".
La palabra "nos", en plural, hace referencia a la nación de Israel.
El profeta Isaías era un Israelita. Él se estaba dirigiendo a Israel.
Él no le estaba hablando ni a la Iglesia, ni a los gentiles, sino a
su propio pueblo.
Prosigamos ahora nuestra lectura de Apocalipsis leyendo los
versículos 7 al 9 de este capítulo 12, donde vamos a reconocer a
otro personaje: el arcángel Miguel, que luchará contra este
temible dragón.
7
Después hubo una gran batalla en el cielo: Miguel y sus
ángeles luchaban contra el dragón; y luchaban el dragón y sus
ángeles; 8 pero no prevalecieron, ni se halló ya lugar para ellos
en el cielo. 9 Y fue lanzado fuera el gran dragón, la serpiente
antigua, que se llama diablo y Satanás, el cual engaña al mundo
entero; fue arrojado a la tierra, y sus ángeles fueron arrojados
con él.
Aquí Juan nos hace una revelación sorprendente: una guerra en
el Cielo entre el Dragón (que es la Serpiente Antigua nombrada
en el libro del Génesis, o Diablo o Satanás), y el Arcángel Miguel,
con todos sus Ángeles. Los acontecimientos tumultuosos que
suceden en la Tierra durante la Tribulación tienen su paralelo en
el Cielo. Desde la caída de Satanás, el ángel de luz, el Universo
ha vivido un estado de guerra permanente (Dn. 10:13, Jud.9).
Satanás y sus demonios fueron expulsados del Cielo en el
momento de su rebelión original pero todavía tienen acceso a la
presencia de Dios (Job 2:6; 2:1). Este acceso les será negado en
este punto y ya nunca más podrán acercarse al Cielo. Recuerde,
estimado oyente, que en el libro de Job, Satanás se presentaba
ante Dios junto con los hijos de Dios. Él aparentemente tenía el
mismo derecho de acceso que ellos tenían. No olvidemos que Él
fue la criatura más perfecta y elevada o cercana a Dios jamás
creada, tal y como estudiamos en el capítulo 3 de Zacarías, en
sus primeros 7 versículos. Los versículos 1 y 2 del capítulo 3 de
Zacarías dicen lo siguiente: Me mostró al sumo sacerdote Josué,
el cual estaba delante del ángel de Jehová, y Satanás estaba a
su mano derecha para acusarle. Y dijo Jehová a Satanás: Jehová
te reprenda, oh Satanás; Jehová que ha escogido a Jerusalén te
reprenda. ¿No es éste un tizón arrebatado del incendio?
Vemos cómo Satanás tenía acceso a Dios. Él todavía tiene
comunicación con Dios. En el evangelio de Lucas, capítulo 22,
versículo 31, leemos: "Dijo también el Señor: Simón, Simón, he
aquí Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo".
El ángel Miguel aquí mencionado es el arcángel Miguel. Esto se
nos revela en el libro de Judas, versículo 9, donde dice: Pero
cuando el arcángel Miguel contendía con el diablo, disputando
con él por el cuerpo de Moisés, no se atrevió a proferir juicio de
maldición contra él, sino que dijo: El Señor te reprenda.
Muy probablemente deben existir otros arcángeles. Pero veamos
lo que dice el libro del profeta Daniel, porque el arcángel Miguel
desempeña un ministerio muy particular en relación con la
nación de Israel. Dice el capítulo 10, versículo 13 de Daniel:
"Mas el príncipe del reino de Persia se me opuso durante 21
días; pero he aquí Miguel, uno de los principales príncipes, vino
para ayudarme, y quedé allí con los reyes de Persia".
Con total certeza existen muchos otros ángeles, pero las
Escrituras sólo nos nombran a Miguel y a Gabriel. En el versículo
21 de este mismo capítulo 10 de Daniel, leemos: Pero yo te
declararé lo que está escrito en el libro de la verdad; y ninguno
me ayuda contra ellos, sino Miguel vuestro príncipe.
Él está hablando con el profeta Daniel, y este pasaje se refiere al
pueblo de Daniel, la nación de Israel. Dice el primer versículo del
capítulo 12: "En aquel tiempo se levantará Miguel, el gran
príncipe que está de parte de los hijos de su pueblo; y será
tiempo de angustia, cual nunca fue desde que hubo gente hasta
entonces; pero en aquel tiempo será libertado su pueblo, todos
los que se hallen escritos en el libro".
Este tiempo de angustia alude a la Gran Tribulación de la cual
estamos hablando. Y en Apocalipsis leemos que Miguel actúa
nuevamente y expulsa a Satanás del cielo. ¿Por qué? Porque él
es el príncipe que cuida de la nación de Israel.
En este capítulo 12 de Apocalipsis el apóstol Juan nos relata que
vio una gran batalla en el Cielo. Satanás no iba a retirarse
fácilmente, pero Miguel y sus ángeles prevalecieron, y el
enemigo y sus ángeles fueron arrojados del Cielo. El Señor Jesús
se refirió a esto en un versículo que se menciona en el evangelio
de Lucas, capítulo 10, versículo 18: "Y les dijo: Yo veía a Satanás
caer del cielo como un rayo".
Es imposible equivocarnos en cuanto a esta criatura llamada
dragón, a pesar de que hoy muchos duden de su existencia y
miren con incredulidad y cierto desdén intelectual a aquellos
que sí creemos en su existencia. Pero la estrategia de Satanás
nos resulta clara y evidente: Si un enemigo puede hacerle creer
que no existe, usted estará totalmente indefenso ante sus
ataques, al igual que sucede en la estrategia militar; si el
enemigo es invisible ante sus ojos, usted estará completa y
absolutamente indefenso ante sus ataques. Y el hecho de que
algunos miren hacia otro lado y nieguen su existencia no
invalida la realidad de que, según la Biblia, y así lo creemos
nosotros, Satanás sí existe y usted, yo y todos nosotros somos
su objetivo. Y recordemos que su forma, apariencia y hasta sus
maneras no son ni desagradables, ni grotescas, ni violentas; él
es mucho más sutil e inteligente, recuerde que le lleva a usted
miles de años de ventaja, y que la Biblia lo describe como un
ángel de luz.
La descripción que Juan hace de él es muy elocuente: 1º.- lo
llama la serpiente antigua, lo cual nos lleva de regreso al Jardín
del Edén, el lugar donde habitaron los primeros seres humanos
sobre la tierra, un lugar tan idílico que apenas podemos
imaginar. El Señor Jesús mencionó en el Evangelio de Juan,
capítulo 8, 44 que Satanás había sido un homicida desde el
principio. Y estas palabras, antigua y principio son similares,
según el comentarista bíblico Dr. Vincent. Satanás es esa
serpiente antigua, aquel que estuvo al principio en el jardín del
Edén. 2º.- La palabra "diablo" proviene de la palabra griega
"diabolos", que significa calumniar o acusar falsamente. En el
versículo 10 de este capítulo 12 de Apocalipsis, se le llama a él
el acusador de nuestros hermanos. Esa es la razón por la cual
los creyentes necesitan hoy un Abogado ante Dios Padre. Y lo
queramos creer o no, usted y yo tenemos un enemigo que no es
de carne y hueso y que no sólo nos está causando problemas
aquí en la Tierra, sino también en el Cielo. Pero el Señor
Jesucristo es nuestro Abogado personal. En la primera epístola
del Apóstol Juan, capítulo 2, versículo 1, se nos dice: "Hijitos
míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno
hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a
Jesucristo el justo".
Gracias a Dios que tenemos un Abogado para con el Padre, a
Jesucristo, el Justo. Él está allí para defendernos. Él es nuestro
Abogado. ¿Por qué? Porque Satanás es quien nos está acusando;
y muchas veces no necesita inventar nada, dado que le damos
sobrados motivos para presentar cargos contra nuestra
conducta, nuestra doble moral, nuestra falta de constancia,
nuestra falta de amor y de solidaridad. Todas nuestras faltas son
las balas que Satanás utiliza como munición contra nosotros.
3.- Al Diablo también se le llama Satanás, que significa
"adversario". Y él es el terrible adversario de Dios y de todo
aquel que es hijo de Dios. Y se nos dice: "Sed sobrios, y velad;
porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda
alrededor buscando a quien devorar" (1P 5:8) Mantengamos
nuestra vista puesta en el Señor Jesucristo, porque ese es el
lugar de donde proviene la salvación. Él está allí para ayudarle,
amigo oyente.
4.- También se nos menciona aquí lo siguiente: "el cual engaña
al mundo entero". Satanás, durante la Gran Tribulación, podrá
engañar totalmente a los hombres; hoy, en nuestro tiempo
actual, sólo lo puede hacer parcialmente. Satanás engaña al
hombre y a la mujer sobre quién y cómo es Dios, y sobre lo que
nos dice la Palabra de Dios. Él provocó a Eva para que no
confiara en Dios: "¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo
árbol del huerto?"
No contento con esto, Satanás también engaña al hombre con
respecto a si mismo. Él nos hace creer que valora al ser
humano, cuando en realidad nos desprecia y odia
profundamente. Por eso intenta persuadirnos de que podríamos
llegar a ser dioses, que todos somos una especie de dios, y que
todo está "dentro de nosotros". ¡Qué terrible mentira!
Estimado amigo y amiga oyente, cuando usted y yo llegamos a
creer que somos lo suficientemente fuertes y sabios como para
vencer "al mundo, la carne y al diablo", nos estamos olvidando
de que en realidad apenas podemos dominarnos a nosotros
mismos. La realidad es que el mundo es demasiado tentador,
atractivo y seductor. Dios desea que usted disfrute de la vida,
pero que lo haga bajo Su dirección y voluntad. Los cristianos
disfrutamos y sufrimos las circunstancias de la vida tanto como
usted, pero mantenemos nuestros ojos puestos en Jesús, y los
problemas, lejos de desaparecer, siguen ahí, pero no nos quitan
la paz de saber que Cristo vive en nosotros y que algún día
viviremos eternamente con Él.
Satanás, estimado oyente, también engaña al mundo en cuanto
al mensaje y propósito del evangelio. A él no le preocupa lo más
mínimo que los hombres acudan a una iglesia. Lo que de verdad
le preocupa es ver que usted pone en práctica lo que dice la
Palabra de Dios, y que comience a hacer pequeños o grandes
cambios en su vida, obedeciendo a Dios. Satanás detesta a los
cristianos comprometidos en cambiar su vida y el mundo; éstos
sí constituyen su verdadero estorbo, y no los cristianos
dominicales, cuya perezosa conducta y adormilada voluntad no
representan amenaza alguna para sus destructivos planes. La
Biblia dice que Dios quiere que todos los hombres sean salvos.
Pero Satanás tiene el objetivo contrario; que se salven los menos
posibles. El Apóstol Pablo en su Segunda epístola a los Corintios,
capítulo 4, versículo 4, dice: "en los cuales el dios de este siglo
cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no los
resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es
la imagen de Dios".
Satanás debe ser respetado como enemigo, amigo oyente. Él es
como un león rugiente que busca el menor motivo para
devorarle, no lo olvide. Y cuando uno comete el error de
despreciar o minusvalorar al enemigo, es cuando cometemos las
mayores torpezas; y el enemigo se aprovecha y ataca. Él tiene
que ser temido también como a una serpiente, y él tiene que ser
más temido aún como un ángel de luz, tan atractivo y seductor
que puede encandilar multitudes, entre las cuales puede estar
usted, o su mejor amigo o amiga, incluso alguien de su familia.
Hoy deseamos finalizar nuestro programa con un mensaje muy
positivo, que aparece en el Evangelio de Juan 8:32: "Y
conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres". Esta es la
promesa de Jesús para usted, estimado amigo y amiga. La
promesa de que con Jesús a su lado vivirá en victoria.
El Apóstol Pablo habló de la guerra espiritual a la que
diariamente nos enfrentamos, que muy a menudo pasamos por
alto, y que se traduce en las tácticas de Satanás para provocar,
confundir, difamar y dañar. Nuestro adversario no puede destruir
ni a Dios, ni a Jesucristo; pero intentará con todas sus fuerzas
destruirle a usted y a su familia. "Y conoceréis la verdad, y la
verdad os hará libres". La verdad se llama Jesús. Y de Él habla la
Biblia; toda la Biblia, de principio a fin.
Hasta nuestro próximo programa, estimado amigo y amiga, ¡que
Dios bendiga Su Palabra!
Apocalipsis 12
Versículos 10-17
Un día más continuamos con nuestro estudio de un libro
extraordinario y diferente que ha fascinado a millones de
personas a través de muchos siglos. Para los amigos y amigas
oyentes que nos acompañan por primera vez les aclaramos que
desde hace varios programas, estamos recorriendo el libro de
Apocalipsis. Es el libro con el que concluye La Biblia, las
Sagradas Escrituras, cuyo tema son las profecías reveladas al
apóstol y evangelista Juan, cuando éste se encontraba exiliado
en la Isla de Patmos. No es un libro tan complejo, ni tan
misterioso. Sólo hay que conocer las claves del significado de los
muchos símbolos que Juan describe. También es de suma
importancia conocer los libros anteriores, tanto del Antiguo
como del Nuevo Testamento, porque sólo así podremos
comprender los mensajes y avisos que el Señor Jesucristo nos
envió por medio de las visiones de Juan.
Regresamos al capítulo 12 de Apocalipsis, y vamos a leer los
versículos 10 al 12:
10
Entonces oí una gran voz en el cielo, que decía: Ahora ha
venido la salvación, el poder, y el reino de nuestro Dios, y la
autoridad de su Cristo; porque ha sido lanzado fuera el acusador
de nuestros hermanos, el que los acusaba delante de nuestro
Dios día y noche. 11 Y ellos le han vencido por medio de la
sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos, y
menospreciaron sus vidas hasta la muerte. 12 Por lo cual
alegraos, cielos, y los que moráis en ellos. ¡Ay de los moradores
de la tierra y del mar! porque el diablo ha descendido a vosotros
con gran ira, sabiendo que tiene poco tiempo. (Ap. 12:10-12)
El apóstol Juan dice: Entonces oí una gran voz. Juan es un
espectador privilegiado al que se le ha ordenado escribir todo lo
que ve y oye. Es testigo presencial de unos hechos reales. En
nuestro programa anterior, leímos como el enemigo de Dios y
del ser humano, Satanás, había sido arrojado del Cielo. Esto
causó gran regocijo entre la multitud de redimidos que ya están
en el Cielo. Sabemos que se trata de un gran grupo de santos
personajes del Antiguo Testamento, y de santos que fueron
martirizados hasta este momento en ese período que se llama la
Tribulación. Por fin El acusador de los hermanos había sido
arrojado de la presencia de dios, porque recordemos, él tenía
acceso hasta ese momento ante el Trono para acusar y difamar
con toda su furia a los creyentes fieles que viven ese difícil
tiempo de pruebas.
Esta es la primera gran demostración de poder ejecutada contra
"el mal" después de la muerte y resurrección de Cristo: la
expulsión o el lanzamiento de Satanás fuera del Cielo. Este es el
comienzo de una serie de acciones que llevarán al Señor
Jesucristo a tomar el control del gobierno mundial, y que
comience Su reinado sobre toda la Tierra.
Cuando Cristo murió en la cruz, Él preparó el camino para que
Satanás pudiera ser arrojado del Cielo, fuera de la presencia de
Dios Padre. El Apóstol Pablo escribió en su epístola a los
Colosenses, capítulo 2, versículo 14: Anulando el acta de los
decretos que había contra nosotros, que nos era contraria,
quitándola de en medio, y clavándola en la cruz. Eso es la obra
de Cristo en la cruz. Jesucristo hizo posible, con su muerte, la
salvación del ser humano. Dios canceló nuestra deuda de
pecado al clavarlos en la cruz de Cristo. Jesucristo pagó nuestras
deudas con Dios con Su propia muerte. El precio fue su sangre
inocente. Pablo continuó en el versículo 15: Y despojando a los
principados y a las potestades, los exhibió públicamente,
triunfando sobre ellos en la cruz.
Opinamos que cuando Él ascendió al Cielo, Él llevó a una gran
multitud de almas consigo. Él llevó a la presencia de Dios los
santos cautivos en cautividad, del Antiguo Testamento; creemos
que ellos se encuentran en ese grupo que ahora está
proclamando, en el texto que leímos, que la salvación ha
llegado. Leímos:
10
Entonces oí una gran voz en el cielo, que decía: Ahora ha
venido la salvación, el poder, y el reino de nuestro Dios, y la
autoridad de su Cristo
¿Qué significa esto? Vamos a puntualizar las cuatro libertades
celestiales que han sido compradas por medio de Su sangre;
cuatro libertades que se completarán cuando el Señor Jesucristo
regrese a la Tierra, Su Segunda Venida:
1.- La salvación ? la consumación de la salvación sólo está en la
persona de Cristo. Nuestra salvación se consumará cuando
estemos en Su presencia. Juan en su 1ª carta, capítulo 3,
versículo 2 escribió: Aún no se ha manifestado lo que hemos de
ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos
semejantes a él, porque le veremos tal como él es. Esto llegará
a realizarse cuando Él regrese aquí, a la Tierra. Creemos que
aquí se nos habla de Su regreso visible a nuestro planeta.
2.- Luego dice: Y el poder ? Controlar el poder no es tarea fácil, y
en la mayoría de las naciones ha habido muchos abusos, y mal
uso, del poder. Algunas grandes naciones han sido capaces de
provocar y disputar guerras, que como un gran incendio en una
pradera, se desparramaron a otras naciones, destruyen
ciudades y matando a millones de personas. Todas las naciones
de la Tierra han abusado del poder. El reinado de Jesucristo
sobre todas las naciones será totalmente diferente. Cuando Él
tome el poder y el control sobre esta Tierra, reinará la justicia
perfecta y la paz perfecta.
3.- La tercera gran libertad que tenemos es el reino de nuestro
Dios que se establecerá sobre la Tierra. Hasta entonces no
conoceremos la verdadera paz, la justicia, y la auténtica libertad
sobre la Tierra. Será maravilloso cuando este reino perfecto
llegue y gobierne en nuestro mundo. Esta declaración en tiempo
futuro revela que Su reino no ha sido establecido en la primera
venida de Cristo.
4.- La cuarta libertad es la autoridad de Jesucristo. Eso
demuestra que Cristo aún no ha tomado el control y la autoridad
para regir este mundo. Él no está construyendo Su Reino en el
presente. Él no está estableciendo Su Reino. Todos Sus juicios,
que ya hemos visto, son una mera preparación para Su regreso
a esta tierra. Jesucristo está dando al hombre, a nosotros, una
seria advertencia y una oportunidad para volverse a Él, ? y
multitudes lo harán. Y observemos, siempre hay una nota de
gracia y misericordia en el juicio de Dios.
Termina el versículo 10: porque ha sido lanzado fuera el
acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba delante de
nuestro Dios día y noche, revela que esta es una parte de la
presente estrategia de Satanás que trata de frustrar, de anular
los propósitos de Cristo con Su Iglesia hoy en día, y en un futuro,
con los santos que vivirán durante el período de la Tribulación.
Eso hace necesario el presente ministerio de Cristo como
Abogado nuestro, de Sus hijos que ya le hemos aceptado como
Salvador y Señor de nuestras vidas.
Pero hay victoria de los santos que han sido acusados por el
enemigo. Lo veremos por medio de tres vías que es mencionan
en este texto que ya hemos leído.
1.- Por medio de la sangre del Cordero. Hay un milagroso poder
en la sangre del Cordero. No se olvide de eso. No tratemos de
minimizarlo. Las muchas referencias a la sangre del Cordero
validan su mención en el Cielo. Esta no es una concepción cruda
de su sacrificio. En realidad, lo ofensivo, crudo y cruel está en
nuestros pecados, que han hecho necesario que "alguien", sin
pecados propios, pagara por nuestras culpas. Y por ese motivo
Él tuvo que derramar, y pagar, con Su sangre. Y si usted y yo
obtenemos alguna victoria en nuestra vida como cristianos, será
porque Él derramó Su sangre por usted y por mí, estimado
amigo, amiga oyente. Usted y yo nunca, nunca seremos capaces
de vivir una vida victoriosa sobre el pecado. Las personas más
espiritualmente "derrotadas" pueden ser personas que
supuestamente deberían estar viviendo una vida "victoriosa",
parecen anémicos, sin vitalidad, sin fuerzas, sin gozo, ni paz.
Pero si somos vencedores, sólo es por medio de la sangre del
Cordero.
2.- La segunda razón para su victoria es la palabra del
testimonio de ellos, que revela que eran auténticos mártires.
Aquellos que pertenecemos a Cristo no podemos negarle, aún
poniendo en peligro nuestra vida. Jesucristo dijo, y lo podemos
leer en el evangelio de Mateo, capítulo 10, versículo 33: Y a
cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también le
negaré delante de mi Padre que está en los cielos. Un testimonio
personal de nuestra fe debe estar respaldado por una vida que
no contradice la Fe que nuestros labios proclaman. Es fácil
hablar de nuestra relación personal con Jesucristo en un
ambiente religioso, pero el lugar donde se debe presentar con
claridad nuestro mensaje de esperanza, debe ser la sociedad
que nos rodea, donde problemas, angustias, dramas humanos,
donde haya conflictos, incredulidad, y oposición a cualquier
tema espiritual. La sociedad, sus amigos, su familia debe saber
que usted pertenece a Cristo, y que usted está en Cristo.
Estimado amigo, amiga oyente, el Señor Jesucristo dice que si
nosotros Le negamos delante de los hombres, Él nos negará
ante el Padre en el Cielo. Estos son verdaderos mártires, porque
la palabra mártir, en griego "martus", significa "testigo".
3.- Lo siguiente que se menciona es que estos menospreciaran
sus vidas hasta la muerte. Aquí se refiere a un plano más
elevado en nuestra relación personal con el Señor Jesucristo; es
cuando el primer amor en nuestra vida es el Señor Jesucristo, y
todo lo demás, sin restarle importancia, sin embargo queda en
un segundo o tercer lugar. Debemos colocarle a Él en el primer
lugar, y cuando Él ocupa ese puesto, entonces nos será difícil
vivir para Él aquí en la Tierra. ¿Qué hay detrás de las reglas por
las cuales usted, estimado oyente, dirige su conducta, su vida?
Esto es lo que necesitamos: que la sangre del Cordero nos limpie
de todos nuestros pecados; que nuestro testimonio de palabra y
de hechos sean coherentes, y que Le amemos sobre todas las
cosas. El amor es la base de una vida de servicio. El Señor
Jesucristo preguntó al Apóstol Pedro si le amaba; y cuando
Simón Pedro, después de tres intentos, pudo expresarle su amor
rendido, el Señor Jesucristo le dijo que le iba a usar para
alimentar sus ovejas (Juan 21, 15-17). Fue el apóstol Pedro quién
predicó el primer mensaje de la iglesia y varios miles aceptaron
la oferta del perdón de sus pecados, por el sacrificio de
Jesucristo en la cruz.
Observemos ahora que hay dos reacciones radicales por la
expulsión de Satanás del Cielo. Hay regocijo en el cielo, porque
esta serpiente terrible, traicionera, peligrosa y mortífera ha
salido de allí para siempre. Pero hay un "ay" en la Tierra. Aquí
encontramos el tercer ay que se extenderá a través del período
del "derramamiento de las siete copas de la ira". El único
consuelo para la Tierra es que la permanencia de Satanás es por
un breve espacio de tiempo, por sólo unos 42 meses, los últimos
tres años y medio de la Gran Tribulación, cuando la intensidad
de las tribulaciones aumentará.
Ahora, Juan nos describirá otra escena: Satanás es arrojado a la
Tierra, que comienza a perseguir "a la mujer". Este relato ocupa
los versículos 13 al 16. Veamos los versículos 13 y 14 del
capítulo 12 de Apocalipsis:
13
Y cuando vio el dragón que había sido arrojado a la tierra,
persiguió a la mujer que había dado a luz al hijo varón. 14 Y se le
dieron a la mujer las dos alas de la gran águila, para que volase
de delante de la serpiente al desierto, a su lugar, donde es
sustentada por un tiempo, y tiempos, y la mitad de un tiempo.
(Ap. 12:13-14)
Esta será la última ola del antisemitismo que se expandirá sobre
toda la Tierra, pero será la más cruel. Satanás, arrojado de la
presencia de Dios, sabe que le queda poco tiempo. Él aborrece a
nación de Israel porque Cristo se encarnó y vino al mundo, por
medio de ese pueblo, por esa nación. No podemos regocijarnos
en el regreso de los judíos a Su tierra prometida. Hay personas
que opinan que ellos han regresado allí para la llegada del
milenio, el reinado del anhelado Mesías. Pero no es así. Según la
Palabra de Dios, ellos han regresado para sufrir primero el
período de la Gran Tribulación.
Juan nos dice en el versículo 14: Se le dieron a la mujer las dos
alas de la gran águila, para que volase de delante de la
serpiente al desierto. Hay quienes ven en esto una mención de
un avión, que los llevará a un lugar donde ocultarse, y muchos
creen que el lugar elegido será la ciudad de Petra, una ciudad
enclavada en la roca, que podría servir como un lugar de
refugio.
Estas dos alas de una gran águila que se le da a "la mujer" no es
una mención extraña para el pueblo de Israel. Nos recuerda la
gracia de Dios al librar en el pasado a Israel del dominio de
Egipto. Dios, en el libro de Éxodo, capítulo 19, versículo 4:
Vosotros visteis lo que hice a los egipcios, y como os tomé sobre
alas de águilas, y os he traído a mí.
Amigo, amiga oyente: el pueblo hebreo no había salido por su
propio esfuerzo, o gracias a su propia habilidad de Egipto. Ellos
pudieron marcharse de allí porque Dios les había sacado
milagrosamente, y las alas de águila llegaron a ser un símbolo
para ellos. Nuevamente en el tiempo de la Gran Tribulación,
Israel no podrá librarse a sí misma, y no obtendrá ayuda, pero
Dios lo sacará sobre alas de águila, por medio de Su Gracia.
Continua Juan: Para que volase . . .al desierto, a su lugar. No
especifica ni señala ningún lugar en particular. Petra no es el
único lugar posible. En el evangelio de Mateo capítulo 24, 16,
Cristo dijo que "huyeran a los montes". Creemos que la mención
de un desierto será un desierto literal. El período que el pueblo
de Israel pasó en el desierto bajo el liderazgo de Moisés fueron
40 años, y este tiempo anunciado será de 42 meses. Ese es el
significado de un tiempo y tiempos y la mitad de un tiempo.
Pero, recordemos que lo importante no es el lugar del refugio,
sino el hecho de que Dios les protegerá por Su Gracia.
Se nos dice que ella, "la mujer", que es figura del pueblo de
Israel,"es sustentada". Eso nos recuerda que en el pasado Dios
los alimentó milagrosamente con el diario maná del cielo, y con
el agua que manaba de la roca. Él les alimentará nuevamente,
posiblemente de la misma manera. Leemos los siguientes
versículos 15 y 16 de este capítulo 12 de Apocalipsis:
15
Y la serpiente arrojó de su boca, tras la mujer, agua como un
río, para que fuese arrastrada por el río. 16 Pero la tierra ayudó a
la mujer, pues la tierra abrió su boca y tragó el río que el dragón
había echado de su boca. (Ap. 12:15-16)
Debido a que creemos que Juan se refiere a un desierto literal, el
agua también debe ser literal. Dios, había librado dos veces al
pueblo de Israel del agua al comienzo de su larga marcha por el
desierto, ante el Mar Rojo, y nuevamente, al finalizar su viaje, en
el río Jordán. Sin embargo, aquí, cuando se habla de que "la
serpiente arrojó de su boca, tras la mujer, agua como un río,
para que fuese arrastrada por el río, se habla de agua como un
río; podría tratarse de ejércitos que fluyen como un río sobre
ellos. Esta figura retórica ha sido utilizada por el profeta Isaías
en el capítulo 8 y versículos 7 y 8 de su libro.
El libro del profeta Ezequiel describe el cuadro de los últimos
días, en el que el rey del norte marcha sobre Israel. ¿Cómo será
detenido? Satanás usará todo tipo de estrategia para destruirlos.
Ninguna nación está presente para detenerle. Pero aquí está
Dios, y Él le destruirá, con las fuerzas naturales, cuando ese rey
invada la tierra que Dios les había dado. Ezequiel, capítulo 38,
versículo 22, dice: Y yo litigaré contra él con pestilencia y con
sangre; y haré llover sobre él, sobre sus tropas y sobre los
muchos pueblos que están con él, impetuosa lluvia, y piedras de
granizo, fuego y azufre. Eso nos ofrece más detalles de los que
Juan menciona. En el versículo 17 de este capítulo 12 de
Apocalipsis, el último versículo del capítulo 12, leemos:
17
Entonces el dragón se llenó de ira contra la mujer; y se fue a
hacer guerra contra el resto de la descendencia de ella, los que
guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de
Jesucristo. (Ap. 12:17)
Ahora, el resto de la descendencia de ella se debe referir al
remanente, los fieles testigo de Dios durante este período, los
144.000 judíos que han sido sellados. Ellos están testificando a
través de todo el mundo. Son los que guardan los
mandamientos de Dios. Esta mención los coloca a este grupo
nuevamente bajo la ley, y por ello creemos que se excluye la
posibilidad de que estos testigos sean la Iglesia.
Todo antisemitismo es inspirado por Satanás. Satanás
finalmente culminará su odio al realizar un supremo esfuerzo
para destruir a esta nación, algo que ha tratado de hacer a lo
largo de toda la historia de la Humanidad, desde la esclavitud,
bajo el faraón egipcio, al patíbulo de Amán, en tiempos de la
Reina Esther, al edicto cruel de Herodes, al matar a todos los
recién nacidos en Belén, a través de la infamia del Holocausto,
con Hitler al poder, hasta los tiempos de la Gran Tribulación,
donde Satanás encabezará el ataque definitivo contra ese
pueblo a causa de este Hijo varón, Jesucristo.
Y así llegamos al capítulo 13 de Apocalipsis, y aquí veremos a
los últimos 2 personajes, de los 7 que habíamos mencionado en
programas anteriores. Serán las dos bestias: la bestia que sale
de la mar, y la bestia que sale de la tierra. En el capítulo 12, que
hemos finalizado, se nos presentó a la mujer, a Israel; al dragón
escarlata, que es Satanás; al hijo o niño de la mujer, que es
Cristo; a Miguel, el arcángel; y al remanente, los 144.000
sellados de Israel. Y ahora, veremos a los dos últimos personajes
del Apocalipsis
En nuestro próximo programa hablaremos del Anticristo, y estos
dos personajes que salen del mar y de la tierra. Nos detenemos
aquí y esperamos que usted nos acompañe en la continuación
de este interesante estudio del libro de Apocalipsis. Pedimos a
Dios que Él nos ayude a comunicar Su Palabra y que ésta, como
una sencilla semilla, germine en la mente y el corazón de cada
oyente. Y recuerde, estimado amigo, amiga oyente, Dios está
muy interesado en usted, en sus problemas, dificultades, en sus
sueños y deseos. ¿Por qué no Le da una oportunidad a Dios,
para que Él pueda demostrarle lo valioso, valiosa, que es ante
Sus ojos? ¡Que Dios bendiga Su Palabra!
Apocalipsis 13
Versículo 1
Tenemos ante nosotros uno de los libros más impactantes que
se hayan escrito jamás en todos la historia de la Humanidad;
nos referimos al libro de Apocalipsis, el último libro de la Biblia.
Así como el libro de Génesis es el primer libro de Las Sagradas
Escrituras, explicando y relatando el principio de todas las cosas,
Apocalipsis nos anticipa el final de los tiempos. En programas
anteriores hemos podido observar que, a pesar de los juicios y
situaciones apocalípticas que se describe como hechos
ineludibles que acontecerán en un futuro en nuestro planeta
Tierra, siempre encontramos reiteradamente la paciente
misericordia de Dios.
Cordialmente le invitamos, estimado amigo, amiga, oyente a
acompañarnos en nuestro estudio del impresionante capítulo 13
de Apocalipsis. Aquí se nos presentarán dos personajes, los
últimos de los siete que hemos visto en programas anteriores.
Este grupo de los 7 personajes fueron apareciendo al ser tocada
la séptima trompeta. Vimos a 5 personalidades en el capítulo 12,
que fueron: la mujer, que representa al pueblo de Israel; al
dragón escarlata, que figurativamente es Satanás; al niño de
esta mujer, que es Cristo, afirmando así su procedencia de linaje
judío; a Miguel, el arcángel; y el remanente, es decir, los
144.000 fieles judíos que fueron sellados por Dios y que van a
pasar como testigos a través del período de la Gran Tribulación.
Ahora, en este capítulo 13 el apóstol Juan, autor de estas
visiones proféticas, nos presenta a los dos últimos personajes;
uno es la Bestia que sube del mar. Éste personaje encarnará un
poder político, pero también es una persona. Eso lo veremos en
los primeros 10 versículos.
El último personaje será la Bestia que sube de la tierra; éste
será un líder religioso, como veremos a partir del versículo 11 al
18. Pero antes de comenzar a ver más detalles, queremos hacer
algunas aclaraciones y comentarios previos.
Aquí se nos revelará la encarnizada guerra que se mantiene
entre la LUZ y la Oscuridad, entre Dios y Satanás. Ahora se
manifestará, con toda crudeza, la terrible lucha que desde los
comienzos han mantenido el Dios Creador y Satanás, el más
hermoso de todos los ángeles, quien quiso ser como Dios, e
inició una rebelión arrastrando consigo a un tercio de las
huestes celestiales. Este enemigo, aun sabiendo que ha sido
derrotado en la muerte y la resurrección de Jesucristo, el Hijo de
Dios, quiere arrastrar consigo, hacia su castigo final, a cuantas
almas pudiera conquistar.
En este capítulo veremos a dos Bestias, que en su traducción
literal serían "bestias salvajes". Existe desacuerdo entre
expositores bíblicos de reputación en cuanto a la identidad de
las bestias. Algunos consideran que la primera bestia es una
persona, mientras que otros relacionan esta figura con el
imperio romano. Algunos tratan a la segunda bestia como el
hombre de pecado, mientras que otros la tratan meramente
como a un profeta, o, como un acompañante de la primera
bestia, como lo fue Juan el Bautista, para Jesucristo.
Estas dificultades se presentas, según nuestra opinión, porque
es imposible separar al rey, de su reino. Un dictador tiene que
tener un feudo sobre el cual regir o gobernar, de otro modo no
podría ser un dictador. Aun cuando es difícil distinguir a los dos,
parece ser que la primera Bestia es el Anticristo, el gobernante
sobre el restaurado Imperio Romano. En el capítulo 16, versículo
10, se nos habla del trono de la bestia. De esa mención
podemos deducir que tiene que haber alguien que se sentará
sobre ese trono, que sería la Bestia menciona aquí.
Después de determinar la identidad de la primera Bestia, no es
difícil identificar a la segunda. Es un hombre, el Falso Profeta, el
líder religioso, quien tiene a su cargo guiar y llevar a cabo, la
adoración de la primera Bestia, que es el Anticristo.
Hay otro punto de vista que se mantiene, de que el Anticristo es
la "actitud de negación" de la persona de Cristo, en lugar de ser
"una persona" concreto. Es decir, que anticristo sería una
doctrina falsa, en lugar de ser un personaje que aún no ha sido
revelada. Creemos que podemos dar una respuesta a esta
cuestión. La explicación de esta palabra "Anti cristo" creemos,
se encuentra en el significado de la preposición "anti", que tiene
2 aplicaciones: "anti" tiene el significado de "ser contra"; y el
segundo es "en lugar de". Vemos estos dos significados también
en las Escrituras. El apóstol Juan, en su primera y segunda
epístola, menciona al anticristo. Él es el único que utiliza esa
expresión. Creemos que explica estas 2 características o
acepciones: "estar en contra" de Cristo, y la otra, "imitar ser"
Cristo. El anticristo es ambas cosas; y ¿cómo se puede reunir
estas características en una persona? Vamos a dedicar algo de
tiempo para ver lo que Juan quiere comunicarnos. Ya habíamos
visto estos textos bíblicos cuando estudiamos la Primera Epístola
del Apóstol Juan. En su Primera Epístola, el capítulo 2, versículo
18, leemos: Hijitos, ya es el último tiempo; y según vosotros
oísteis que el anticristo viene, así ahora han surgido muchos
anticristos; por esto conocemos que es el último tiempo.
Observemos su expresión: Hijitos, ya es el último tiempo. Eso lo
escribió hace casi 2.000 años. Parece que "este último tiempo"
abarca una gran extensión de tiempo. Juan no sólo afirma que
vendrá o habrá un anticristo, sino que en sus días ya había
"muchos anticristos". Ahora, ¿cómo se identificaba a un
anticristo? Bueno, leamos el capítulo 2, de esta su primera
epístola, versículo 22, dice: ¿Quien es el mentiroso, sino el que
niega que Jesús es el Cristo? Ese es anticristo, el que niega al
Padre y al Hijo.
El Anticristo niega la deidad de Cristo. Él está en contra de
Cristo, él es el enemigo de Cristo sobre la Tierra.
Juan, en el capítulo 4, señala unos hechos adicionales acerca del
Anticristo. En los versículos 1 al 3, de este capítulo 4 de su
primera epístola, él dice: Amados, no creáis a todo espíritu, sino
probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos
profetas han salido por el mundo. En esto conoced el Espíritu de
Dios: Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en
carne, es de Dios; y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo
ha venido en carne, no es de Dios; y este es el espíritu del
Anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene, y que ahora ya
está en el mundo.
Es decir, cualquier persona, grupo o libro que niega la deidad de
Cristo, eso es anticristo. Existen películas, obras de teatro, libros
y escritos supuestamente reveladores acerca de aspectos
desconocidos, misteriosos, místicos y ocultos sobre la vida de
Jesucristo, su nacimiento vida, muerte, y detalles fantásticos
que, honestamente debemos considerar, como anticristo. Va en
contra de Cristo Jesús, revelado en la Biblia, las Sagradas
Escrituras. Cualquier religioso que niega la "deidad de Cristo" es
anticristo; él está contra Cristo. En la segunda epístola del
Apóstol Juan, versículo 7, él dice: Porque muchos engañadores
han salido por el mundo, que no confiesan que Jesucristo ha
venido en carne. Quien esto hace es el engañador y el Anticristo.
El Anticristo es un engañador. El pretende ser Cristo, y aparenta
ser como Cristo, pero no lo es, no es el Señor Jesucristo. Eso es
exactamente lo que el Señor Jesucristo anunció. Él dijo que
vendrían muchos en Su nombre, usando Su nombre, diciendo
que eran cristos. Porque no todo espíritu es de Dios, y se nos
recomienda probarlos.
Estimado amigo, amiga oyente, deberíamos probar, analizar y
sacar las conclusiones más honestas sobre nuestra fe, en quién
creemos, a quién seguimos, quienes dirigen, influyen o
gobiernan nuestra vida. Podríamos encontrarnos con la sorpresa
que lo que hacemos, creemos, lo que dicta nuestras costumbres,
hábitos y el modo de enfocar y vivir nuestra vida, es contraria a
Jesucristo y sus enseñanzas; eso significaría que el espíritu del
anticristo está también presente en nuestra vida cotidiana. El
Señor Jesucristo, en su discurso en el Monte de los Olivos, como
lo relata el evangelio de Mateo, capítulo 24, versículo 24, dijo:
Porque se levantarán falsos Cristos, y falsos profetas, y harán
grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si
fuere posible, aun a los escogidos.
Observemos: Se levantarán falsos Cristos. Es decir, habrá
personas capaces de realizar milagros. Y la última bestia,
veremos, será una persona que realizará muchos milagros. Él
será un anticristo religioso, así como la primera bestia será un
anticristo político. Ni siquiera el diablo pudo reunir todo el poder
político y religioso en una sola persona. Creemos que estas dos
bestias serán dos personas, y que son el Anticristo.
Bien, regresemos entonces a nuestro texto en Apocalipsis, y
leamos los dos primeros versículos de este capítulo 13 de
Apocalipsis:
1
Me paré sobre la arena del mar, y vi subir del mar una bestia
que tenía siete cabezas y diez cuernos; y en sus cuernos diez
diademas; y sobre sus cabezas, un nombre blasfemo. 2 Y la
bestia que vi era semejante a un leopardo, y sus pies como de
oso, y su boca como boca de león. Y el dragón le dio su poder y
su trono, y grande autoridad. (Ap. 13:1-2)
El apóstol Juan habla aquí en primera persona. En los
manuscritos más fiables se presenta como "él" se paró sobre la
arena del mar. ¿De quién estábamos hablando en el anterior
capítulo 12? Leímos sobre el dragón, Satanás, echado de la
presencia de Dios, arrojado fuera del Cielo. Ahora, se paró sobre
la arena del mar. Juan escribe: Y vi subir del mar una bestia.
¿Quién es el que hace salir del mar a la bestia? Bueno, es
Satanás. Él es quien hace salir del mar a esta primera bestia. El
mar, en las Escrituras, es un cuadro que representa a las
naciones del mundo, a toda la Humanidad, y se la describe
como un mar agitado. Esta bestia tenía siete cabezas y diez
cuernos; y en sus cuernos diez diademas; y sobre sus cabezas,
un nombre blasfemo.
El aspecto de esta bestia es terrorífico. El Dragón, sobre la arena
del mar, hace salir a la Bestia salvaje del mar y la domina. Esta
es su obra maestra. Él es una persona real quien encabezará el
resurgir del antiguo Imperio Romano. Recordemos que Roma
simplemente se desintegró; este personaje será el único capaz
de volver a reunirlo nuevamente. Hablábamos de estas
circunstancias detalladamente cuando estudiamos el libro del
profeta Daniel. Como vemos es necesario conocer el libro de
Daniel para poder estudiar Apocalipsis con las claves que nos
ofrece ese profeta del Antiguo Testamento.
Aparentemente Dios no interviene en la Tierra por un tiempo, y
la entrega a Satanás. Personalmente, creemos en la justicia
divina, y debido al hecho de que "el mal" ha aparecido, y
Satanás ha llegado a ser quien es, Dios debe permitirle a él
demostrar que, aunque le deja dominar y dirigir los eventos "a
su manera", Satanás no será capaz de producir nada más que
agonía, sufrimiento y violencia. Satanás podría recriminar a
Dios, al enfrentarse a su destino, que es el lago de fuego: "Tú
nunca me diste una oportunidad. Si Tú no hubieras intervenido
en el mundo y me hubieres dejado sólo, entonces yo sí hubiera
sido capaz de realizar mi propósito y establecer un segundo
reino". Satanás no podrá reprochar nada a Dios.
Para entender este texto bíblico debemos recordar un pasaje
similar, porque esta Bestia salvaje es similar a la cuarta bestia
descrita en el capítulo 7 de Daniel. Allí se representa la historia
profética del Imperio Romano, hasta el pequeño cuerno y su
destrucción. Esa bestia parecía como dormida por un corto
tiempo. De una de sus 7 cabezas salieron 10 cuernos, y otro
cuerno pequeño. En Daniel, capítulo 7, versículo 8, leemos:
Mientras yo contemplaba los cuernos, he aquí que otro cuerno
pequeño salía entre ellos.
En los tiempos de Juan, la mayor parte de la profecía de Daniel
ya se había cumplido. Las primeras 3 bestias que vio Daniel
fueron: el león, que era Babilonia; el oso, que representaba al
imperio Medo-Persa; y el leopardo símbolo del imperio Greco-
Macedonio. Daniel presentó estas profecías siglos antes, y la
visión de las tres primeras bestias tuvo su cumplimiento en los
tiempos de Juan. Por lo tanto Juan concentra su atención en la
última bestia y en el pequeño cuerno. La última Bestia,
considerada como representativa del Imperio romano se estaba
desintegrando. El apóstol Juan estaba viviendo en el tiempo del
Imperio romano, habiendo sido exiliado en la isla de Patmos por
el Emperador romano, Domiciano. Ya se percibían señales de
debilidad, desintegración y deterioro. Juan fue un espectador
presencial de aquello que para el profeta Daniel significaban
hechos futuros. En el Apocalipsis el énfasis está dado sobre el
gobierno del cuerno pequeño de Daniel, capítulo 7, y este
cuerno pequeño se describe como una bestia salvaje, que
gobierna y controla el restaurado Imperio romano, en la profecía
de Juan.
El cuerno pequeño de Daniel y la Bestia salvaje de Apocalipsis
13 son idénticos. Aquellos estimados oyentes que habitualmente
nos escuchan y son estudiantes de la Biblia, podrán comprender
la importancia de un conocimiento previo de otras profecías
complementarias, como sucede en este caso.
La Bestia salvaje es el Hombre de pecado, un anticristo, y el
último dictador mundial. Y el último versículo de ese capítulo 13
de Apocalipsis confirma este criterio. Dice el versículo 18: Aquí
hay sabiduría. Él que tiene entendimiento, cuente el número de
la bestia, pues es número de hombre. Y su número es 666.
Volveremos sobre este tema. Estamos hablando de aquel
hombre que será el último dictador mundial. Y vamos a ver el
desarrollo aquí en este capítulo 13 de Apocalipsis.
Hace ya varios años se hablaba con desbordante entusiasmo
sobre el proyecto de reunir a las diferentes naciones en lo que
actualmente conocemos como el "Mercado Común Europeo".
Estimado amigo, amiga oyente, han habido muchos los que han
tratado de reunir y unificar otra vez a Europa. Carlomagno lo
intentó y fracasó. El Sacro Imperio Romano estaba centrado en
Viena, Austria. También lo intentaron Napoleón, el Kaiser
Guillermo, Hitler y Mussolini. Pero, el tiempo de Dios no era ese;
y Dios no permitirá que nadie se le adelante hasta que comience
la Gran Tribulación. El cumplimiento de ese proyecto del
Mercado Común Europeo es un tema muy interesante. No,
porque veamos que se está cumpliendo la profecía, sino porque
nos damos cuenta que se está preparando el escenario que
demuestra que la profecía puede ser cumplida. A través de los
siglos muchos personajes han manifestado, que reunir otra vez
a Europa, es una tarea imposible. Será imposible, hasta que Dios
tenga todo preparado. Satanás proveerá ese hombre poderoso,
embaucador, fascinador, que al principio parecerá ser realmente
un instrumento de paz y justicia, pero después demostrará toda
la crueldad de su amo y señor, Satanás.
Los 10 cuernos con las 10 diademas revelan la división en 10
partes del Imperio romano en el tiempo de la Gran Tribulación.
Los 10 cuernos significan los 10 reyes que gobernarán a estas
10 divisiones. Esta interpretación es confirmada en Apocalipsis
capítulo 17, versículo 12.
El cuerno pequeño que ha aparecido entre los 10 cuernos llegará
al poder al derribar primero a 3 líderes o gobernantes. Después,
él dominará a los otros siete gobernantes, y llegará a ser el
dictador mundial, como lo veremos más adelante. Las 7 cabezas
de la Bestia no son identificadas fácilmente. En el capítulo 17,
versículos 9 y 10, y también el versículo 17, se hace referencia a
7 reyes. Estos no reinarán simultáneamente, como los harán los
10 gobernantes que son representados por los 10 cuernos
coronados con diademas. Pero sí aparecerán en orden
cronológico. Algunas estudiosos han interpretado a estos 7 reyes
como la representación de ciertos emperadores romanos, como
Domiciano, quien era el gobernante en el tiempo del apóstol
Juan. Otros han interpretado estas 7 cabezas como formas de
gobierno a través de las cuales transcurrió el Imperio romano.
Hubo reyes, concilios, dictadores, tribunos militares,
emperadores y déspotas.
El tercer punto de vista es que las siete cabezas representan
algunas grandes naciones de la Antigüedad que blasfemaron
contra Dios: Roma, Grecia, Media y Persia, Caldea, Egipto y
Asiria. El reino de la Bestia que aún está por venir, sería el
séptimo. El comentarista y erudito Seiss toma esa posición.
Otro criterio probable es que las 7 cabezas corresponden a las 7
cabezas del dragón, y que esto es una muestra de una sabiduría
excepcional. Satanás le da energía extraordinaria al hombre de
pecado, como también se le llama al último dictador.
Ahora, las siete cabezas son culpables de blasfemar. La
blasfemia se manifiesta de dos maneras, según expresa el
comentarista Govett: (1) "Haciéndose a sí mismo igual a Dios,
usurpando Su lugar, y (2) calumniando y tomando el nombre de
Dios en vano". Los emperadores de Roma eran culpables de la
primera forma mencionada. Ellos se proclamaban a sí mismo de
ser dios. En el imperio romano existía la adoración del
emperador. Los fariseos eran culpables de lo segundo, cuando
blasfemaban contra el Espíritu Santo. La Bestia aquí es culpable
de ambas formas, como veremos más adelante, cuando
estudiemos este capítulo.
Bien, estimado amigo, amiga oyente, solamente hemos
presentado una introducción al capitulo 13. Esperamos que nos
acompañe en nuestro próximo programa donde hablaremos con
más detalle de la presencia y la actuación de estas dos Bestia.
Continuamos pidiendo a Dios por usted y para que Él bendiga Su
Palabra que hoy hemos meditado.
Apocalipsis 13
Versículos 2-8
Estimado amigo, amiga oyente: le damos una cordial
bienvenida. Estamos seguros que los próximos minutos que
compartiremos juntos resultarán muy amenos e interesantes.
Hace algunos programas atrás comenzamos un viaje que nos
lleva a navegar por las páginas de un libro extraordinario, que
deslumbra y fascina. Algunas personas han reconocido su
desconcierto y su temor al estudiar de cerca ciertos
acontecimientos futuros que se nos revelan, pero queremos
reiterar que el libro de Apocalipsis, a pesar de las catástrofes
que anuncia, también es un precioso mensaje de esperanza, de
amor y de justicia. Pueden parecernos complicados los símbolos
y las escenas que el apóstol Juan relata en primera persona,
pero el conocimiento previo de otras profecías que ya
estudiamos, y las mismas palabras de Jesucristo, nos desvelan la
cronología de los eventos futuros.
Continuamos entonces nuestro viaje por el libro de Apocalipsis.
Hemos llegado al capítulo 13, versículo 2. En nuestro programa
anterior dedicamos bastante tiempo a la introducción de este
capítulo, ya que Juan nos presentan a dos personajes
extraordinarios, y sorprendentes. En el versículo 1 Juan observó
cómo una extraña Bestia salvaje salía del mar, y analizamos el
significado de sus 7 cabezas y 10 cuernos, coronados por 10
diademas. Continuemos con el versículo 2 de este capítulo 13 de
Apocalipsis, leemos:
2
Y la bestia que vi era semejante a un leopardo, y sus pies
como de oso, y su boca como boca de león. Y el dragón le dio su
poder y su trono, y grande autoridad.
Esta criatura es sumamente extraña, nunca visto en el mar, en
la tierra, o en el aire. Ni siquiera los hallazgos arqueológicos más
antiguos han encontrado fósiles comparables a la descripción de
semejante monstruo. Era una bestia que recordaban a Juan a un
leopardo, un oso y a un león. Esta descripción nos lleva a la ya
mencionada visión del profeta Daniel que vimos en el capítulo 7
de su libro. Aquellos amigos oyentes que nos acompañan
habitualmente podrán relacionar con más facilidad la simbología
que ambos libros proféticos describen. Esta Bestia salvaje nos va
a ayudar a reconocer algunas de las características que tendrá
el Anticristo. Juan observa que ciertos aspectos de estas bestias
representan a los reinos que también fueron mencionados por el
profeta Daniel en su libro, en el Antiguo Testamento. Veamos
tres aspectos coincidentes: El profeta Daniel, en el capítulo 7,
versículo 6 escribió: "Después de esto miré, y he aquí otra,
semejante a un leopardo, con cuatro alas de ave en sus
espaldas; tenía también esta bestia cuatro cabezas, y le fue
dado dominio."
1.- "semejante a un leopardo": El "leopardo" en Daniel 7
simboliza a Grecia, al imperio macedonio. Grecia se destacó por
su brillantez, por su progreso en las artes y las ciencias. Fue muy
importante por su filosofía, arquitectura, y su maravillosa
literatura. El idioma griego de por sí es un idioma extraordinario.
2.- "sus pies como de oso": Esta mención nos recuerda a la
segunda bestia que el profeta Daniel, en el capítulo 7, versículo
5, comenta: "Y he aquí otra segunda bestia, semejante a un oso,
la cual se alzaba de un costado más que del otro, y tenía en su
boca tres costillas entre los dientes; y le fue dicho así:
Levántate, devora mucha carne."
El oso representa al imperio Medo Persa, que destacó por su
esplendor pagano, poderoso, como un enorme gigante
insaciable. El reinado de la Bestia tendrá la fortaleza y riqueza
comparable a la que tenía el imperio de Media y Persia.
3.- "su boca como boca de león": También el profeta Daniel
mencionó esta característica al describir a la primera bestia en
su capítulo 7, versículo 4, que dice: "La primera era como león, y
tenía alas de águila. Yo estaba mirando hasta que sus alas
fueron arrancadas, y fue levantada del suelo y se puso enhiesta
sobre los pies a manera de hombre, y le fue dado corazón de
hombre."
Esta era la autocracia babilónica que ejerció el rey
Nabucodonosor cuando ordenó dar muerte a los sabios de su
corte, y más adelante hizo preparar este horno de fuego para los
tres jóvenes hebreos. Nadie cuestionaba su autoridad. Y así
también será el poder y la autoridad que ejercerá el Anticristo, la
Bestia que Juan nos describe. Este mismo personaje, al que
también se le llama "el hombre de pecado", está representado
en la impresionante visión de Daniel por uno de los dedos de los
pies de esa imagen, él gobernará con la autoridad autocrática y
dictatorial de Nabucodonosor.
Este último dictador mundial llegará a la escena bajo la
protección de Satanás quien le elevará al cenit del poder y le
otorgará la energía y vitalidad para la tarea dictatorial que debe
realizar. Este personaje será lo más cercano a la encarnación de
Satanás que podamos encontrar en las Sagradas Escrituras.
El evangelista Lucas escribió en el capítulo 22, versículo 3, que
Satanás había entrado a Judas Iscariote. Cristo también utilizó
un lenguaje similar cuando habló con Su discípulo Simón Pedro,
en Mateo, capítulo 16, versículo 23. ¿Será éste llamado hombre
de pecado, el Anticristo la encarnación de Satanás? Lo cierto es
que Satanás lo ha poseído, ha entrado dentro de él. El Apóstol
Pablo escribió en su Segunda Epístola a los Tesalonicenses,
capítulo 2, versículos 9 y 10, lo siguiente: "Inicuo cuyo
advenimiento es por obra de Satanás, con gran poder y señales
y prodigios mentirosos, y con todo engaño de iniquidad para los
que se pierden, por cuanto no recibieron el amor de la verdad
para ser salvos."
Continuemos con el versículo siguiente, el versículo 3 de este
capítulo 13 de Apocalipsis, leemos:
3
Vi una de sus cabezas como herida de muerte, pero su herida
mortal fue sanada; y se maravilló toda la tierra en pos de la
bestia,
Este versículo, en particular, junto con el versículo 8 del capítulo
17, ha llevado a muchos estudiosos bíblicos a pensar que
Satanás, en un momento dado hará resucitar a la Bestia de los
muertos. El versículo 8 de capítulo 17 dice: "La bestia que has
visto, era, y no es; y está para subir del abismo e ir a perdición;
y los moradores de la tierra, aquellos cuyos nombres no están
escritos desde la fundación del mundo en el libro de la vida, se
asombrarán viendo la bestia que era y no es, y será."
Satanás no tiene ningún poder para resucitar a los muertos. Este
poder no se le ha otorgado. Sólo el Señor Jesucristo es el único
que tiene el poder para resucitar y dar vida a los muertos. Él
dijo: "De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree
al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación,
mas ha pasado de muerte a vida." Esas palabras las
encontramos en el evangelio de Juan, capítulo 5, versículo 24. Y
en el versículo 21 de este mismo capítulo Jesucristo dice:
"Porque como el Padre levanta a los muertos, y les da vida, así
también el Hijo a los que quiere da vida." En los siguientes
versículos 28 y 29 del mismo capítulo 5 leemos: "No os
maravilléis de esto; porque vendrá hora cuando todos los que
están en los sepulcros oirán su voz; y los que hicieron lo bueno,
saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron lo malo, a
resurrección de condenación."
Lo importante aquí es destacar que sólo el Señor Jesucristo tiene
poder sobre la muerte, sólo Él puede resucitar a los muertos.
Satanás no tendrá jamás ese poder, y por lo tanto entendemos
que ocurrirá una resurrección falsa, fingida, o simulada. La
primera iglesia cristiana pensaba que este texto se refería al
emperador Nerón. San Agustín confirmó también ese
pensamiento. Dijo que algunos cristianos suponían que el
Apóstol Pablo no habló con más claridad, aunque esperaba que
sería comprendido como aplicable al cruel emperador Nerón,
cuyas actuaciones se parecían mucho a las del Anticristo. De ahí
que algunos sospecharan que él resucitaría de los muertos,
como el Anticristo.
Hay otros investigadores bíblicos que interpretan que la
mencionada Bestia se refiere a la restauración sorprendente del
Imperio Romano, y a su forma de gobierno. En realidad no sería
una "resurrección" de ese poderoso impero, porque Roma nunca
murió. Roma solamente se desmoronó, y basta reunir las piezas
para que resurja su poder y alcance. Aún pervive el Imperio
Romano en las naciones de Europa; el Anticristo reunirá, y
juntará, todas las piezas otra vez.
Ambos puntos son interesantes, aunque también hay serias
objeciones. No puede haber una verdadera resurrección de un
hombre malo antes que ocurra "el juicio del Gran Trono Blanco",
un hecho que veremos más adelante. Sólo Cristo puede
resucitar a los muertos. Y será Cristo quien levantará a los
muertos que deberán presentarse ante el Gran Trono Blanco. Él
dijo: "Porque vendrá hora cuando todos los que están en los
sepulcros oirán su voz; (la voz de Cristo); y los que hicieron lo
bueno, saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron lo
malo, a resurrección de condenación." (Evangelio de Juan. 5:28-
29).
El imperio romano será revitalizado y reunido de una manera
milagrosa bajo el férreo gobierno de un dictador mundial, la
Bestia, el Anticristo. Creemos que la Bestia será un hombre real
que hará una falsa exhibición, una engañosa imitación de una
resurrección. Ése será el gran engaño, la gran mentira que todos
creerán en ese difícil período de la Gran Tribulación. Dios
permitirá que la gente crea esa gran mentira. Estimado amigo,
amiga oyente, las personas que vivan en ese tiempo no habrán
querido aceptar la resurrección de Cristo, pero sí aceptarán una
supuesta resurrección del Anticristo. Esa engañosa demostración
le hará ganar más poder, que utilizará para amenazar y
aterrorizar a quien se atreva a presentar algún tipo de oposición.
Ahora, hemos leído en Apocalipsis capítulo 13, versículo 3 que
su herida mortal fue sanada, esto es una imitación blasfema de
la muerte y resurrección de Cristo. En aquel día gritarán: "¿Qué
ha hecho Cristo, que el Anticristo no ha hecho?" Él podrá imitar,
pero nunca podrá "duplicar". Pero aún así, el Anticristo lo
intentará con tal éxito que engañará al mundo.
Los creyentes decimos que "Cristo ha resucitado", y ellos se
jactarán en aquel día y dirán: "También ha resucitado el
Anticristo". El imperio romano se unirá nuevamente, gobernado
bajo la mano cruel de un hombre que falsificó una resurrección,
y un mundo crédulo aceptará y creerá tal falsedad.
Comenzamos a reunir las piezas de un cuadro que describe al
Anticristo. En Apocalipsis capítulo 6 vimos al jinete del caballo
blanco que traía una paz falsa al mundo. La Humanidad ha
registrado más de 2 mil guerras; se han firmado unos 8.500
tratados de paz, y sin embargo, a lo largo de toda su historia el
hombre sólo ha podido disfrutar quizá de unos 200 o 300 años
de paz.
Acertó G. K. Chesterton cuando puntualizó este matiz: "Una de
las paradojas de esta era es que, se llama la era del pacifismo,
pero no es la era de la paz". El Anticristo se presentará con una
plataforma o un programa político engañoso prometiendo la paz
mundial.
Vamos a leer dos citas que creemos son importantes. Una
proviene del que fue director de estudios en el Real Instituto de
Asuntos Internacionales, Arnold Toynbee, historiador inglés, que
dijo en el año 1.953: "Al obligar a la humanidad a desarrollar
armas cada vez más letales, y al mismo tiempo hacer que todos
los habitantes del mundo dependan más y más unos de los otros
económicamente; tecnológicamente, ha llevado a la humanidad
a tal grado de angustia que estamos listos, ya, para deificar a
cualquier César nuevo que llegue a tener éxito en dar al mundo
unidad y paz". Hasta aquí la cita del Sr. Toynbee.
Y eso será lo que el Anticristo ofrecerá al mundo cuando llegue
su tiempo. Él dirá: "Yo voy a traer la paz". Y todos dirán:
"Aleluya", y le elegirán para que ocupe ese alto cargo. Todas las
naciones, el mundo entero colocará al Anticristo en el poder más
absoluto.
El conocido obispo Fulton J. Sheen dijo lo siguiente: "El anticristo
vendrá disfrazado como un gran humanitario. Él hablará de paz,
de prosperidad y de abundancia, no como un medio, sino como
un fin. Él llegará a explicar y justificar psicológicamente el
sentimiento de culpabilidad; Él hará que los hombres se
avergüencen si sus contemporáneos les critican diciendo que no
son tolerantes, liberales, de mente abierta. El Anticristo hará
expandir la mentira de que el hombre nunca será mejor, hasta
que no logre una sociedad mejor". Hasta aquí, las palabras del
Obispo Sheen.
Estamos de acuerdo con esta declaración. El Anticristo está aún
por llegar. ¿Y qué es lo que sucederá? Bueno, por extraño que
nos pueda parecer, veremos que querrá ser un dios. Leamos el
versículo 4 de este capítulo 13 de Apocalipsis:
4
y adoraron al dragón que había dado autoridad a la bestia, y
adoraron a la bestia, diciendo: ¿Quién como la bestia, y quién
podrá luchar contra ella?
Éste será el momento supremo para Satanás. Él anhela
fervientemente ser adorado, y todo el mundo le adorará durante
este período. Estimado amigo, amiga oyente, si el Espíritu Santo
de Dios se apartara de este mundo, si nos dejara desprotegidos
a las hijos de Dios que ya hemos aceptado a Jesucristo como
nuestro único y suficiente Salvador, probablemente muchos de
nosotros nos apartaríamos también de Dios. Y si apareciera el
Anticristo, con tantas promesas, probablemente, también le
creeríamos y le seguiríamos.
¿Quién como la bestia? ? dice el versículo que leímos. ¡Qué
parodia! Es la adoración a un líder que con engaños y mentiras
se hace proclamar ser dios! La gente dirá: "Miren, estamos
adorando a alguien más maravilloso que el Dios de la Biblia".
Continuemos en el versículo 5 de este capítulo 13 de
Apocalipsis, leemos:
5
También se le dio boca que hablaba grandes cosas y
blasfemias; y se le dio autoridad para actuar cuarenta y dos
meses.
Aquí, que el apóstol Juan nos da una buena noticia. Este dictador
mundial sólo gobernará durante 42 meses, es decir, por tres
años y medio. Al escribir Juan que: "También se le dio boca que
hablaba grandes cosas y blasfemias", nos está indicando que
este personaje será un gran hablador, alguien que se llenará la
boca prometiendo muchas cosas, un charlatán. También el
profeta Daniel menciona esta característica. Estimado amigo,
amiga oyente, es necesario que comprobemos todo aquello que
oímos en nuestro tiempo. El Anticristo será un charlatán, tendrá
mucho carisma, será capaz de promoverse a sí mismo, para
obtener el favor de este mundo que rechaza a Jesucristo. Ahora,
el versículo 6, dice:
6
Y abrió su boca en blasfemias contra Dios, para blasfemar de
su nombre, de su tabernáculo, y de los que moran en el cielo.
La blasfemia del Anticristo no tendrá límites. Él, instigado,
dominado y lleno del espíritu de Satanás hará todo lo posible
para erradicar a cualquier vestigio cristiano sobre la Tierra,
porque todo su ser está en contra de Cristo y de Su Iglesia, que
ya se encuentra en el Cielo. Leamos la primera parte del
versículo 7 de este capítulo 13 de Apocalipsis, dice:
7a
Y se le permitió hacer guerra contra los santos, y vencerlos.
Habrá santos durante el período de la Tribulación, aunque no
son "la Iglesia", porque ésta ya se encuentra en el Cielo,
arrebatada, quitada del mundo. Habrá santos que serán
aniquilados por la brutalidad de la Bestia. En la voluntad de Dios
muchos creyentes, ambos, judíos y gentiles sufrirán el martirio
por su fe en Jesucristo, y por rechazar el señorío y la supuesta
divinidad del Anticristo. La segunda parte del versículo 7 y
también el versículo 8 de este capítulo 13 de Apocalipsis, dicen:
7b
También se le dio autoridad sobre toda tribu, pueblo, lengua y
nación. 8 Y la adoraron todos los moradores de la tierra cuyos
nombres no estaban escritos en el libro de la vida del Cordero
que fue inmolado desde el principio del mundo.
Los que ya disfrutamos de una relación personal con Jesucristo,
por haberle pedido perdón por nuestros pecados y fuimos
limpiados por su sangre inocente, -que fue el precio de nuestra,
de mi culpa,- ahora tenemos paz con Dios, y sabemos que
nuestro nombre está inscrito en el Libro de la Vida. Ahora
formamos parte de la gran Familia de Dios. Ahora el Espíritu de
Dios, el Espíritu Santo mora en nosotros, nos guía, dirige y nos
hace saber lo que Jesucristo espera que hagamos; y también
sabemos que Él, el Hijo de Dios, Cristo Jesús, está intercediendo
continuamente ante el Padre, como Abogado, Amigo, como
Salvador y Señor nuestro.
Muy estimado amigo, amiga oyente. Permítanos preguntarle si
usted tiene esa convicción de pertenecer a la Familia de Dios, de
saberse amado, perdonado y aceptado por Dios. Acuda a
Jesucristo, tal como es, y Él no sólo le demostrará Su
incondicional Amor, sino que su vida puede ser transformada
por el Poder de Dios. ¡Qué Dios bendiga Su Palabra, y a usted,
estimado oyente!
Apocalipsis 13
Versículos 9-18
Continuamos hoy, amigo oyente, nuestra travesía por el libro de
las profecías del apóstol Juan llamado Apocalipsis. Habíamos
terminado el programa anterior con la descripción de la primera
de dos bestias, que salen del mar y de la tierra,
respectivamente. Regresamos al capítulo 13, y comenzamos a
leer los versículos 9 y 10, que nos hablan de la primera bestia.
Leamos:
9
Si alguno tiene oído, oiga. 10 Si alguno lleva en cautividad, va
en cautividad; si alguno mata a espada, a espada debe ser
muerto. Aquí está la paciencia y la fe de los santos.
Ésta es sin lugar a dudas una de las declaraciones más
inspiradoras que podemos encontrar en la Palabra de Dios: "Si
alguno". Esta es una invitación que se repite tres veces, al oído
de cualquiera para que escuche la Palabra de Dios, en cualquier
momento, y en cualquier época. El apóstol Pablo también
escribió en Romanos 10:17 que la fe viene por el oír, y el oír por
la Palabra de Dios. Y también dice: "El que tiene oído, oiga."
Nuevamente nos enfrentamos a la posibilidad de ejercer la
libertad de nuestra voluntad, y la libertad de la elección. "Si
alguno". Alguno quiere decir cualquier hombre, cualquier
persona. "Si alguno tiene oído". Bueno, ¿no tenemos todos los
seres humanos, oídos? Sí, naturalmente, pero hay personas que
no oyen, aunque tengan oídos. Hay personas que sencillamente
no escuchan lo que oyen.
Una gran cantidad de personas necesitarían un audífono
especial para escuchar la Palabra de Dios. Pero no quieren oírla.
Por mucho que nos empeñamos en ofrecer la Palabra de Dios,
como lo estamos haciendo desde hace ya casi 5 años, de forma
totalmente gratuita, como también gratuito es el material que
ofrecemos al finalizar el programa, y aun con todo ello, muchas
personas cambian el dial... porque no quieren saber nada de
Dios, y rehúyen Su Palabra. "Si alguno" ? dice el apóstol Juan,
por orden de Jesucristo. Eso significa usar nuestra "libre
voluntad", nuestro libre albedrío. Dios desea que por libre
elección y deseo prestemos oído a lo que Él, el Creador, el Autor
y dueño de todo el Universo quiere comunicarle. ¿No es
asombroso un Dios que espera tener una cita, una audiencia
personal, con cada uno de nosotros? Ningún personaje famoso,
ya sea político, gobernante, ejecutivo de alguna multinacional,
ninguno estaría dispuesto a esperar pacientemente para que le
concedamos unos momentos de nuestro tiempo. Y sin embargo,
así es nuestro gran Dios, quién por medio de Jesucristo nos ha
explicado en lenguaje humano cuánto nos ama, y cómo desea
restablecer con cada uno de Sus criaturas, la relación, la
comunión rota en el Edén, por el pecado de la desobediencia, la
incredulidad, y falta de fidelidad.
"10 Si alguno lleva en cautividad, va en cautividad; si alguno
mata a espada, a espada debe ser muerto". Lo que escribe el
apóstol Juan aquí, no es para nosotros, al menos, no es para mí,
porque cuando estudiamos el capítulo 4 de Apocalipsis, vimos
que la Iglesia ya no estaba en la Tierra, había sido quitada ?
arrebatada como dice algún texto bíblico- y fue llevada al Cielo,
con Jesucristo. A partir de ese momento comienza el final de los
tiempos, el período de la Gran Tribulación. Por ello sabemos
donde estaremos los que ya somos hijos de Dios, y parte de Su
Iglesia. Aquí el apóstol Juan está hablando a los santos de Dios
que vivan en ese tiempo tan difícil. Recordemos que durante la
Tribulación el Anticristo será el Dictador del mundo. Como
veremos más adelante, nadie podrá comprar, ni vender, sin
permiso. No podrán viajar sin su autorización. Este dictador
gobernará al mundo como nadie ha gobernado en toda la
historia de la Humanidad.
Dios le está diciendo a aquellos que son Suyos: "No le resistáis a
ese dictador". En primer lugar, no les haría ningún bien, y
segundo, que esa será "la paciencia y la fe de los santos" de
aquel entonces. Si usted se encontrara viviendo en ese tiempo,
durante la Gran Tribulación, entonces usted tendría que soportar
con paciencia y fe las pruebas terribles que vendrán, aun sobre
aquellos que acepten a Jesucristo como su Salvador y,
consecuentemente lleguen a ser también hijos de Dios. Así es
que, aparentemente Dios se apartará del mundo, y lo entregará
a Satanás. Estimado amigo, amiga oyente, hoy, en nuestro
tiempo actual el Espíritu de Dios, el Espíritu Santo se encuentra
en el mundo. Él limita, apaga la resistencia, y detiene el mal.
Quizá no le parezca que el Espíritu Santo realmente está
obrando en el mundo, pero, estimados oyentes, cómo será la
vida cuando Él, el Espíritu de Dios sea quitado y se le permita al
"mal" actuar libremente. Satanás tendrá control sobre todo.
Como ya hemos dicho anteriormente, aunque parezca una
contradicción con el amor y la bondad de Dios, en realidad es
"justa" justicia divina. Satanás y sus ejércitos del mal y aquella
humanidad perdida nunca podrán decirle a Dios: "Tú nunca nos
diste una oportunidad. Si tú nos hubieras dado la oportunidad,
hubiéramos podido solucionar las cosas a nuestra manera".
Bueno, Dios les va a dar esa oportunidad, pero por un breve
período. Y si este tiempo no fuera breve, nadie sería salvo, como
dijo el Señor Jesucristo.
Ahora con esto, llegamos a la segunda Bestia. Recordemos que
la primera Bestia salía del mar, y representar a un futuro líder
político, un poder y a una persona política, cuyo poder será
mundial. Ahora esta extraña criatura sale de la tierra. Esta figura
representa a un personaje que será un líder religioso. Aquí en el
versículo 11 de este capítulo 13 de Apocalipsis, tenemos una
descripción de esa bestia, y se nos dice:
11
Después vi otra bestia que subía de la tierra; y tenía dos
cuernos semejantes a los de un cordero, pero hablaba como
dragón.
Esta bestia salvaje es más fácil de identificar que la primera, al
haber establecido las características de la primera Bestia del
mar. ¿Cuál es la diferencia entre las dos bestias? Hemos
comentado que el mar es la representación de los pueblos del
mundo. Los pueblos agitados de este mundo, se parecen como
un mar agitado.
La tierra de la que procede esta segunda Bestia se refiere
simbólicamente a la tierra de Israel. Se piensa que la segunda
bestia saldrá de Israel. En primer lugar, ese personaje será como
un mesías, e Israel no le aceptaría a no ser que provenga de su
propia tierra, y fuese uno de ellos.
Juan describe a esta segunda Bestia como que tenía dos cuernos
semejantes a los de un cordero. Esto nos sugiere su imitación de
Cristo. La primera Bestia, recodemos, se oponía a Cristo, es el
Anti-Cristo. La segunda Bestia imita a Cristo. Él también es
Anticristo, porque como ya hemos visto "anti" significa también
"en vez de, o "en lugar de"; este segundo personaje actuará
como si fuera Cristo. Tiene 2 cuernos, como los de un cordero,
pero es un lobo con piel de oveja. Él imita al Cordero de Dios que
quita el pecado del mundo, sólo que este seudo-cordero no
quitará el pecado, sino que agrega y lo multiplica en todo el
mundo. Él no viene a hacer su propia voluntad, sino la voluntad
de la Primera Bestia. Él es un Cristo falso. Y hablará mucho
acerca del amor, en amar a todos, pero todo resultará falso, será
una bestia peligrosa, engañando a todo el mundo. El Señor
Jesucristo dijo en el evangelio según Mateo, capítulo 7, versículo
15: "Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con
vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces."
Vemos que serán necesarias dos personas para llenar la posición
que Cristo había llenado cuando estuvo en la tierra, y por
supuesto, ambos, juntos no llegan a abarcar toda la proyección
de Jesucristo, ni sus obras y ministerio. Nuevamente citamos las
palabras de Señor Jesucristo quien dijo, y esta vez nos referimos
a Sus palabras en el evangelio según Mateo, capítulo 24,
versículo 24: "Porque se levantarán falsos Cristos, y falsos
profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera
que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos."
En el versículo 12 de este capítulo 13 de Apocalipsis, leemos:
12
Y ejerce toda la autoridad de la primera bestia en presencia
de ella, y hace que la tierra y los moradores de ella adoren a la
primera bestia, cuya herida mortal fue sanada.
Esta segunda bestia ejerce una autoridad delegada de la
primera Bestia. Lo que le convierte en un siervo, un subalterno
de la primera Bestia, pero que está al mismo nivel, tiene el
mismo poder. Esta bestia encabezará un movimiento para
exterminar a "la ramera", la prostituta, que veremos al llegar al
capítulo 17 de Apocalipsis. Ésa será la falsa iglesia que
atravesará el período de la Gran Tribulación. El apóstol Juan ni
siquiera distingue o dignifica a esa agrupación como a una
iglesia, porque no es una iglesia. Juan la llama "la ramera". La
verdadera Iglesia, recordemos, ya estará recogida en el Cielo, y
por ello, La Iglesia había sido llamada "la Esposa de Cristo". Aquí
en la Tierra tendremos el último vestigio de una iglesia apóstata
con todo su humanismo. Eso lo podremos comprender mejor
cuando lleguemos a estudiar el capítulo 17.
El falso profeta, que es la segunda Bestia, le ofrecerá al mundo
algo nuevo, distinto para adorar: es a la primera Bestia, el último
dictador mundial. Por amor al tiempo no podemos retroceder
para ver otras Escrituras ya estudiadas anteriormente, aunque
aquellos que nos han acompañado durante algún tiempo,
recodarán nuestro estudio del libro del profeta Daniel, capítulo
11, versículo 36 al 39. Otra referencia la tenemos en el
evangelio según Mateo, capítulo 24, versículo 24, citada hace un
momento, como también la segunda epístola a los
Tesalonicenses, capítulo 2 y versículos 3 y 10: "los moradores de
ella adoren a la primera bestia, cuya herida mortal fue sanada".
Juan nos relata que esta Bestia, que tiene toda autoridad del
Anticristo, ensalzará a éste, la primera bestia, hasta una
posición de adoración. Juan vio como una herida,
supuestamente mortal, fue sanada; esto revelará que ambas, la
primera y la segunda bestia, son sanadores, que obran milagros.
Ésa será la gran mentira, y el engaño que vendrá en este
mundo, y que será creído por toda la población. Ahora, los
versículos 13 y 14 de este capítulo 13 de Apocalipsis, nos dicen:
13
También hace grandes señales, de tal manera que aun hace
descender fuego del cielo a la tierra delante de los hombres. 14 Y
engaña a los moradores de la tierra con las señales que se le ha
permitido hacer en presencia de la bestia, mandando a los
moradores de la tierra que le hagan imagen a la bestia que
tiene la herida de espada, y vivió.
Este falso profeta obra señales y milagros. El Señor Jesús nos
advirtió hablando de esa persona que vendrá en un día futuro.
En su engaño llegará a imitar al profeta Elías, al hacer bajar
fuego del cielo. Él también será la combinación de Janes y
Jambres. Usted recordará lo que ocurrió en Egipto; leemos lo que
se nos dice en Éxodo, capítulo 7, versículos 11 al 13: "Entonces
llamó también Faraón sabios y hechiceros, e hicieron también lo
mismo los hechiceros de Egipto con sus encantamientos; pues
echó cada uno su vara, las cuales se volvieron culebras; mas la
vara de Aarón devoró las varas de ellos." Es decir que aquellos
eran buenos hechiceros o magos. Creemos que tenían poder
satánico, y este Falso Profeta, el líder religioso, compañero del
Dictador Mundial, también ejercerá poder satánico al fin del
tiempo. En el evangelio según Mateo, capítulo 3, versículo 11,
leemos: "Yo a la verdad os bautizo en agua para
arrepentimiento; pero el que viene tras mí, cuyo calzado yo no
soy digno de llevar, es más poderoso que yo; él os bautizará en
Espíritu Santo y fuego." Este profeta falso va a imitar, para
aumentar su credibilidad. Pero el fuego, por supuesto, es en
realidad juicio.
Este falso profeta juega con fuego hasta que es echado en "el
lago de fuego" como veremos más adelante. El mundo será
engañado, con la excepción, por supuesto, de los escogidos,
sellados y guardados por Dios. Ellos no podrán ser engañados.
Este Falso Profeta demostrará su poder, ordenando que se
construya una imagen del líder, del gobernante, que es hombre
de pecado. La palabra griega para imagen es "ikon", que indica
semejanza o parecido. Lo que él reproducirá es "ikono", una
semejanza que enfatiza la herida mortal, que fue sanada. Es
interesante destacar que el Señor Jesucristo no permitió que
nada relacionado con Su apariencia física sobreviviera, y será el
ikono, la semejanza del Anticristo que estará evidentemente
colocada en el templo en Jerusalén. Y creemos que ésta es la
"abominación desoladora" de la que hizo referencia el Señor
cuando dijo allá en Mateo, capítulo 24, versículo 15: "Por tanto,
cuando veáis en el lugar santo la abominación desoladora de
que habló el profeta Daniel, (el que lee, entienda)."
Si usted desea leer más acerca de las profecías relacionadas con
este evento le recomendamos los texto mencionadas en el libro
del profeta Daniel, en el capítulo 12, versículo 11; también, el
capítulo 11, versículo 31; capítulo 9, versículo 27. Seguramente
estas lecturas complementarias le serán de ayuda. Creemos que
será la imagen del Anticristo, la primera bestia la que se
expondrá públicamente. Continuamos leyendo ahora los
versículos 15 al 17 de este capítulo 13 de Apocalipsis, se nos
dice:
15
Y se le permitió infundir aliento a la imagen de la bestia, para
que la imagen hablase e hiciese matar a todo el que no la
adorase. 16Y hacía que a todos, pequeños y grandes, ricos y
pobres, libres y esclavos, se les pusiese una marca en la mano
derecha, o en la frente; 17 y que ninguno pudiese comprar ni
vender, sino el que tuviese la marca o el nombre de la bestia, o
el número de su nombre.
Este ídolo, este ikono será diferente. Isaías y todos los demás
profetas han mencionado que los ídolos no pueden hablar. El
apóstol Pablo también hace referencia a este tema, pero aquí
Juan describe los que él vio: un ídolo que hablará. Creemos que
se convocarán a todos científicos del mundo para observar a
esta imagen, y ellos llegarán a la conclusión que están ante algo
incomprensible, algo inexplicable. Dirán que es un milagro. Esta
situación dramática e impactante llevará al mundo a reconocer
y a adorar a la Bestia. La bestia, el Anticristo unificará la religión
y el comercio en todo el mundo. Y establecerá por ley que será
necesario tener la marca de la bestia para poder hacer cualquier
transacción comercial, para comprar y para vender.
En la época de Juan, los soldados eran marcados por sus
comandantes, los esclavos eran marcados por sus amos, y
aquellos que estaban unidos a ciertos rituales en algunos
templos paganos, también eran marcados con una marca
específica del dios, o la diosa, a quien servían. Hace ya algunos
años un periodista escribió un artículo titulado: "Viviendo por los
Números". Él se quejaba del hecho de que es necesario llevar
tantas tarjetas de identificación y concluyó diciendo: "Sería
mucho más sencillo si el gobierno nos asignara a cada
ciudadano un número especial, que pudiera ser grabado en
nuestras frentes, para evitarnos el problema de llevar tantas
tarjetas". Existe hoy en día, el implante de un microchip, o esas
marcas invisibles a simple vista, pero que por un tipo de luz se
hacen visible, hoy en día ya no extrañan a nadie. No podemos
decir que este procedimiento es el cumplimiento de la profecía
hoy, pero demuestra que la marca de la bestia puede y será una
realidad un día.
¿Cuál será la marca de la bestia? Juan no nos lo explica con más
claridad. No se nos dice esto aquí, pero eso no ha evitado que
muchos eruditos intentaran a desentrañar esta información.
Leamos ahora el versículo 18 de este capítulo 13:
18
Aquí hay sabiduría. El que tiene entendimiento, cuente el
número de la bestia, pues es número de hombre. Y su número
es seiscientos sesenta y seis.
"Aquí hay sabiduría" ? dice. Esta podría ser considerada como
una declaración un poco irónica, cuando consideramos todo ese
laberinto de especulación que se ha venido acumulando a través
de los siglos acerca de este versículo. En el griego es un arreglo
muy hermoso de este número. Se dice: hexakosioi, hexekonta,
hex; "Seiscientos sesenta y seis". Se otorga un valor numérico a
cada letra. Nosotros debemos dejarlo como el número visual de
la Bestia, y su significado tendrá que esperar hasta el día de su
manifestación en la Gran Tribulación. No hay nadie hoy que
pueda asegurar lo que significa este número.
Sugerimos no perder el tiempo tratando de identificar a una
persona a través de este número. En vez de esto, lo que sí
debemos hacer es presentar al Señor Jesucristo como el único
Salvador, que nos ha abierto la puerta a la salvación, a la vida
eterna, a la comunión con el Padre, porque sólo Él es el único
camino, la verdad y la vida; debemos compartir el evangelio de
las "buenas noticias" a todos aquellos que no conocen el
inmenso, inagotable e incondicional amor de Dios, hecho carne
en Jesucristo.
Nosotros estamos muy agradecidos por conocer y haber
aceptado a Jesucristo como nuestro Salvador. Podemos decir con
el apóstol Pablo, en su epístola a los Filipenses, capítulo 3,
versículo 10: "A fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y
la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante
a él en su muerte."
También se nos advierte que no debemos confiar en el hombre.
El profeta Jeremías escribió en el capítulo 17, versículo 5: "Así ha
dicho Jehová: Maldito el varón que confía en el hombre, y pone
carne por su brazo, y su corazón se aparta de Jehová."
Y en el versículo 7 de este mismo capítulo 17 de Jeremías, dice:
"Bendito el varón que confía en Jehová, y cuya confianza es
Jehová." Por muy interesante que nos pueda resultar el saber
algo más sobre el Anticristo, o el número de la bestia, o
cualquier cosa relacionado con los eventos futuros, mucho más
importante es conocer más acerca del Señor Jesucristo. Nuestra
esperanza es estar con Él, no por lo que somos, o lo que hemos
hecho, sino porque Jesucristo murió por nosotros sobre la cruz
del calvario, y por Su gracia vamos a estar en Su presencia. Por
eso estamos agradecidos hoy.
Bien, estimado amigo, amiga oyente, vamos a detenernos aquí
por hoy. Continuaremos en nuestro próximo programa y
confiamos que usted nos sintonice de nuevo. ¡Que Dios bendiga
Su Palabra, y pedimos que Su Espíritu le revele lo mucho que
usted significa para Dios!
Apocalipsis 14
Versículos 1-5
Estimados amigo, amiga oyente, permítanos comenzar hoy con
la siguiente pregunta: ¿Ha hablado usted hoy con Dios? ¿Ha
escuchado hoy Su voz? ¿Sabía usted que puede dirigirse a Él y
ser escuchado, en cualquier momento del día y de la noche, los
365 días al año? ¿Sabía usted que Dios es un Dios personal y
que esto significa que se preocupa personalmente por cada
detalle de su vida, por ínfimo o insignificante que le parezca?
Dios dice, que le ama a usted, a través de todas y cada una de
las páginas de la Biblia. En todos y cada uno de los libros que
hemos estado estudiando hemos podido comprobar que Dios
nos ama, íntima, personal, e incondicionalmente. Nos ama con
pasión; le ama a usted, no por quién es, por lo que tiene y ni
siquiera, por lo que hace, o deja de hacer. Pero, ¿podría usted
decir lo mismo, que ama a Dios? ¿Le ama usted realmente,
confiado, como un niño que confía en su padre, o simplemente
se limita a admitir la existencia de "algo o alguien superior", que
está "en alguna parte", pero con el que no tiene ningún tipo de
contacto o relación?
Hoy hemos querido empezar con estas reflexiones, porque
nuestro deseo es suscitar en usted preguntas acerca de Dios,
acerca de Jesús y acerca de la Biblia, a la cual llamamos la
Palabra de Dios. Todos estos programas no tienen como
propósito satisfacer nuestra curiosidad o nuestro apetito de
conocimiento, sino aprender a dirigir nuestra vida sabiamente
para cambiar aquellos aspectos que pueden y deben ser
cambiados. Somos seres complejos, y si realmente deseamos
ser más felices, deberemos ser capaces de reconocer tanto
nuestras fortalezas como nuestras áreas de mejora, y actuar en
consecuencia.
Bien, comenzamos entonces nuestro estudio del libro de
Apocalipsis. Hemos llegado al capítulo 14 de este libro, una
sección que es descrita por el apóstol Juan como un interludio,
una pausa en la que veremos temas tales como el cántico de los
144.000, el Cordero en el Monte de Sion, la predicación del
evangelio en todo el mundo, el juicio contra aquellos que llevan
la marca de la Bestia y contra Babilonia, la oración por aquellos
que murieron por el Señor y una visión anticipada de la batalla
de Armagedón.
Este capítulo 14 constituye el punto más álgido en la serie de los
siete extraños personajes que concluimos en el programa
anterior. Se trata de un nuevo interludio ocurre después de
haber visto el séptimo personaje, que representa a las dos
bestias salvajes; la primera, que sube del mar, y la segunda, que
sube de la tierra. Ambas deben ser consideradas
conjuntamente, como una especie de hermanos gemelos
siameses, en los cuales apenas podemos distinguir dónde acaba
uno y comienza el otro.
Al igual que los siete personajes que ya hemos comentado, en
este capítulo nos encontraremos otros cuya peculiar forma y
actuación comentaremos más adelante. En los siguientes
capítulos nos hallamos ante las horas más oscuras de la historia
de la Humanidad. ¿Qué sucedió con el pueblo de Dios durante
este período? ¿Cómo pudieron soportar hasta el final, sufriendo
persecución, privaciones y martirio? La respuesta a esta y otras
cuestiones la hallaremos en este capítulo 14 de Apocalipsis.
El Pastor, el Señor Jesucristo que comenzó con 144.000 ovejas
ahora es identificado como el Cordero. Juan nos relata que
continúa cuidando a Su rebaño, a las 144.000 ovejas, como
comentamos en otro programa anterior; Él no dejó que ni una
sola se perdiera. Porque Él las redimió, las selló, y las guardó,
porque Él es el Gran Pastor de las ovejas. Él logró que todas Sus
ovejas pudieran atravesar este terrible período. Éste es el
cuadro que se nos describe al comenzar este capítulo 14. Él, el
Señor Jesucristo es quien tendrá la última palabra; no serán las
horrendas dos Bestia, que vimos en nuestro encuentro anterior.
El Señor Jesucristo será quien tenga la última palabra, el
Cordero. Caerá Babilonia, que será la gran capital política, la
gran capital comercial, y la gran capital religiosa del mundo
durante la Gran Tribulación. Todos los seguidores de la Bestia, el
Anticristo, serán derrotados y juzgados. Muchos de los creyentes
que vivan en ese tiempo sufrirán el martirio, pero, a pesar de su
sufrimiento y muerte, ellos no serán los perdedores, los
derrotados por el mal. Podemos adherirnos a las palabras de
Calvino, el gran reformador, de que es preferible estar del lado
de los que "parecen estar perdiendo", pero que ganarán al final,
en lugar de estar del lado de los que hoy se proclaman auto
vencedores, pero se enfrentarán a la derrota eterna y a la
destrucción final.
Más adelante, en el capítulo 19, el Cordero, Jesucristo regresará
a la Tierra. Leamos ahora este primer versículo del capítulo 14
de Apocalipsis:
1
Después miré, y he aquí el Cordero estaba en pie sobre el
monte de Sion, y con él ciento cuarenta y cuatro mil, que tenían
el nombre de él y el de su Padre escrito en la frente.
La siguiente visión de Juan se abre con el Cordero de pie en
triunfo en el Monte de Sion, y con Él los 144.000 que ya fueron
mencionados en el capítulo 7. En sus frentes hay una marca:
están marcados con Su nombre y el de Su Padre. Esta marca es
todo lo opuesto a la marca de la Bestia, el 666. Esta marca
constituye el sello que identificará a los 144.000 que dará
testimonio de que pertenecen a Dios. Ambas marcas, las de la
bestia, como la de Jesucristo representarán propiedad, lealtad,
protección, dependencia, incluso inmunidad.
El Cordero aquí mencionado es el Señor Jesucristo, tal y como
vimos en el capítulo 5 de Apocalipsis, versículos 6, 8, 12, 13, y
posteriormente en el capítulo 6, en el versículo 1, y en el
capítulo 13. El monte de Sion es Jerusalén. Ésta es la cuidad del
Mesías, a la cual Él regresará. Es la capital desde la cual el Señor
Jesús reinará por Mil Años. Él la llamó la ciudad del Gran Rey, tal
y como podemos leer en el Salmo 2, versículo 6: "Pero yo he
puesto mi rey sobre Sion, mi santo monte".
Creemos que los 144.000 mencionados aquí son los mismos que
fueron sellados en el capítulo 7. Tuvieron que pasar a través de
la Gran Tribulación de la misma manera en que en tiempos del
Antiguo Testamento, los 3 jóvenes hebreos, protagonistas del
libro de Daniel, pasaron a través del horno de fuego ardiente.
Dios no quiere que ni una sola alma se pierda, y así lo afirma la
Biblia. Y todos los cristianos deberíamos anhelar una mayor
amistad con Dios, una mayor cercanía, una mayor intimidad, al
igual que sucede con un familiar querido o con nuestro mejor
amigo o amiga. Ojalá usted y yo podamos conocerle más y
mejor, para que Él ocupe el lugar que le corresponde en
nuestras vidas, día a día.
Como cristianos estamos convencidos de que el Señor Jesucristo
es "la respuesta" a todos los problemas que el ser humano
enfrenta hoy. No necesitamos más libros de autoayuda o nuevos
métodos de superación personal, ni más sobre el "pensamiento
positivo". Si algo ha de ayudarme? ¡tiene que ser algo superior a
mí! No puedo buscar en mi interior las respuestas porque,
sencillamente, no las encontraré. Las respuestas están fuera de
mí. Y hoy en día, estimado amigo y amiga, necesitamos a Cristo
más que nunca. Necesitamos conocerle. Necesitamos
acercarnos más a Él, con la confianza de un amigo, la
expectativa de un hijo suyo, y el respeto de un siervo rendido a
Su amor.
¿Ha hablado usted hoy con Dios, amigo oyente? ¿Cuándo fue la
última vez que usted Le dijo que le amaba? Él le dice a usted
que le ama en todas y cada una de las páginas de la Biblia. Y si
queremos ser unos buenos hijos, deberíamos corresponder a Su
amor. Regresemos ahora a las Escrituras para leer los versículos
2 y 3 de este capítulo 14 de Apocalipsis:
2
Y oí una voz del cielo como estruendo de muchas aguas, y
como sonido de un gran trueno; y la voz que oí era como de
arpistas que tocaban sus arpas. 3 Y cantaban un cántico nuevo
delante del trono, y delante de los cuatro seres vivientes, y de
los ancianos; y nadie podía aprender el cántico sino aquellos
ciento cuarenta y cuatro mil que fueron redimidos de entre los
de la tierra.
Juan comienza este pasaje con una descripción maravillosa de la
voz de Dios. ¿Le gustaría a usted conocer cómo es el tono, el
volumen y la intensidad de la voz de Dios? Juan nos lo relata lo
que oyó: El sonido era como el sonido de muchas aguas. ¿Ha
visitado alguna vez una catarata o un gran salto de agua? La
experiencia resulta ser imborrable. Si usted visita, por ejemplo,
las cataratas de Iguazú, entre Argentina y Brasil, lo que más le
impresionará será, probablemente, no el maravilloso paisaje,
sino el indescriptible sonido, la intensidad y inmenso poder del
agua; el rugido de miles de toneladas de agua cayendo desde lo
alto nos recuerda el poder de la voz de Dios. Juan también nos
dice que Su voz era como el retumbar de un trueno imponente.
Si usted ha tenido la oportunidad de viajar por pueblos de
montaña, quizá haya podido escuchar el tremendo estruendo de
un trueno en la tormenta: el eco de las montañas aumenta su
volumen y resulta realmente impresionante. Juan también nos
explica que era como la música de arpistas que estuvieran
tañendo sus arpas; nos recuerda la melodía de la voz de Dios.
Hay en ella una gracia noble de la música suave que calma el
corazón angustiado.
Ante los ojos, y los oídos de Juan, se está desarrollando una
escena impresionante: Los 144.000 unen sus voces al coro
celestial en el Milenio. ¿Ha escuchado usted alguna vez un coro
de 144.000 voces, estimado amigo? La compañía del Cordero
estaba cantando un himno que sólo ellos podían aprender. Y
aquí tenemos una verdad que se repite a lo largo de nuestra
vida: Para aprender ciertas cosas uno tiene que pasar por ciertas
experiencias. Los 144.000 habían sufrido mucho. Y hay ciertas
cosas que sólo el dolor nos puede enseñar. La aflicción, en
nosotros, puede producir resentimiento, pero también fe, paz y
un himno nuevo. Además, los 144.000 habían demostrado su
fidelidad. Este cántico de redención que es entonado por todos
los santos redimidos conforma un coro gigantesco como jamás
se ha escuchado. Se regocijan por el cumplimiento total de la
obra salvadora de Dios antes del regreso de Cristo.
Recordemos que los 144.000 que fueron sellados y protegidos
durante la Gran Tribulación, eran el remanente fiel del pueblo
escogido de Dios, el pueblo judío. Ellos serán los testigos fieles
de la Gracia de Dios, en Jesucristo su Hijo. Sufrirán mucho, pero
serán protegidos de una manera especial por la marca que
tendrán en sus frente "....aquellos ciento cuarenta y cuatro mil
que fueron redimidos de entre los de la tierra". Ellos no
murieron, ni fueron al Cielo, habían sido comprados para poder
entrar al Milenio en la Tierra. Habían sido comprados de entre
los de la Tierra, lo que quiere decir que van a vivir en la tierra.
"y nadie podía aprender el cántico sino aquellos ciento cuarenta
y cuatro mil que fueron redimidos de entre los de la tierra."
Y nadie puede cantar este canto nuevo sino los redimidos. Nadie
puede cantar alabanzas a Dios sino los redimidos. Esto es lo
que, en realidad, dice el salmista: "Alabad a Jehová, porque él es
bueno; díganlo los redimidos de Jehová." (Salmo 107:1-2). Los
"redimidos" son aquellos que han sido salvados por la sangre de
Jesucristo, el precio de la deuda que teníamos con Dios. Esa es
la razón por la cual necesitamos un cristianismo que afirme y
que viva claramente en esa certeza, que ¡Dios es bueno!
Continuemos ahora leyendo los versículos 4 y 5 de este capítulo
14 de Apocalipsis:
4
Estos son los que no se contaminaron con mujeres, pues son
vírgenes. Estos son los que siguen al Cordero por dondequiera
que va. Estos fueron redimidos de entre los hombres como
primicias para Dios y para el Cordero; 5 y en sus bocas no fue
hallada mentira, pues son sin mancha delante del trono de Dios.
Aquí se dice que estos no se contaminaron con mujeres, pues
son vírgenes. ¿Cuál es el significado de esta frase? Su
interpretación resulta difícil y ha sido fuente de reflexión e
interminable interrogante para muchos comentaristas bíblicos.
Podría simplemente tratarse de una ilustración del poder de Dios
para mantener puros a los creyentes en medio de grandes
dificultades. Esta frase indica que los 144.000 judíos no sólo
habrán resistido el sistema perverso del Anticristo, sino que
también resistirán todas las tentaciones de incurrir en relaciones
sexuales ilícitas. Otra posible interpretación, de carácter más
espiritual, podría ser la que entiende que estos judíos se habían
guardado del adulterio espiritual, es decir, de toda infidelidad a
Jesucristo. Una y otra vez encontramos en el Antiguo Testamento
que se dice del pueblo de Israel que se había prostituido con
dioses extraños (Éxodo 34:15; Deuteronomio 31:16; Jueces 2:17,
Oseas 9:1).
Juan dice que estos 144.000 siguen al cordero por donde quiera
que va. Esto nos dice mucho de su fidelidad inquebrantable;
indica que se trata de personas incondicionales de Jesucristo; su
lealtad indoblegable, "cueste lo que cueste".
La vida del profeta Jeremías transcurrió también durante una
época bastante difícil: el exilio y la cautividad del pueblo de
Israel en Babilonia. Dios les prohibió casarse. Jeremías dijo en el
capítulo 16, versículos 1 al 4 de su profecía: "Vino a mí palabra
de Jehová, diciendo: No tomarás para ti mujer, ni tendrás hijos ni
hijas en este lugar. Porque así ha dicho Jehová acerca de los
hijos y de las hijas que nazcan en este lugar, de sus madres que
los den a luz, y de los padres que los engendren en esta tierra:
De dolorosas enfermedades morirán; no serán plañidos ni
enterrados; serán como estiércol sobre la faz de la tierra; con
espada y con hambre serán consumidos, y sus cuerpos servirán
de comida a las aves del cielo y a las bestias de la tierra."
Usted recordará que el Señor Jesucristo pronunció "un ay", un
lamento hacia aquellas que estuvieran embarazadas durante la
Gran Tribulación. En el evangelio según Mateo, capítulo 24,
versículo 19 leemos: "Mas ¡ay de las que estén encintas y de las
que críen en aquellos días!". El apóstol Pablo escribió sobre este
tema en su Primera Epístola a los Corintios, capítulo 7.
Es muy posible que el período de la Gran Tribulación estará
marcado por una gran inmoralidad sexual, que está prohibida y
censurada por Dios. Pero según se desprende de este pasaje, los
144.000 se mantendrán alejados de los pecados propios de ese
periodo; se apartarán del pecado de la inmoralidad, tanto sexual
como espiritual, considerando la adoración a la Bestia y a su
imagen como adulterio en sentido espiritual. Recordemos que ya
mencionamos anteriormente que la idolatría era clasificada
como fornicación, adulterio espiritual en el Antiguo Testamento.
El ejemplo clásico lo tenemos en el capítulo 16 del profeta
Ezequiel, donde encontramos una severa advertencia a Israel
contra la fornicación y el adulterio espiritual, que es la idolatría.
En conclusión, cuando leemos en el pasaje: "éstos son los que
no se contaminaron con mujeres, pues son vírgenes", Juan está
posiblemente queriendo decir que se guardaron a sí mismos de
la inmoralidad reinante durante el período de la Gran
Tribulación. Debido a la severidad de la época en la que les tocó
vivir, ellos no se casaron, ni se entregaron a la inmoralidad, ni
sexual ni espiritual.
Bien, queridos amigos y compañeros de viaje, hacemos aquí un
alto hasta nuestro próximo programa en el cual retomaremos las
asombrosas visiones del apóstol y evangelista Juan, según las
revelaciones que recibió al encontrarse exiliado en la Isla de
Patmos.
Para finalizar este tiempo de reflexión deseamos responder la
pregunta que abría nuestro programa de hoy, ¿la recuerda?: ¿Ha
escuchado hoy a Dios? Muchos de nosotros, cuando nos
volvimos a Cristo, nos convertimos en cristianos, descubrimos el
gozo de oír cómo Dios nos hablaba de un modo personal. Sin
embargo, muy a menudo, la pureza y la originalidad de esa
experiencia inicial con Dios se han visto empañadas por la rutina
diaria de la vida. El clamor de otras voces, a veces más
atractivas y menos exigentes, ha enturbiado, con frecuencia, lo
que oímos y nos deja desconcertados y frustrados en nuestra
relación con Dios.
Estimado amigo, amiga; Si usted aún no ha escuchado hoy a
Dios no tiene más que abrir su Biblia y leer Su palabra; porque
ella proviene de Dios y encierra los pensamientos de Dios, que
son pensamientos buenos, agradables y perfectos para su vida,
la de sus amigos y la de su familia. ¡Dele una oportunidad a Dios
para demostrarle que Él realmente se interesa por usted de un
modo personal e intransferible. Nada tiene que perder, pero sí,
en cambio, tiene mucho que ganar. ¡Que Dios bendiga su
Palabra!
Apocalipsis 14
Versículos 5-8
Estimado amigo, amiga oyente, hoy continuaremos con la serie
dedicada al estudio del libro de Apocalipsis, retomando su
lectura en el capítulo 14, versículos 4 y 5. En nuestro anterior
programa mencionamos que este capítulo suponía un nuevo y
breve interludio, o paréntesis, en la cadena de sucesos
apocalípticos narrados por el apóstol Juan, profeta y vidente de
todas estas visiones, el autor del libro. Una serie de aterradores
personajes hicieron su aparición unos versículos antes que
ejecutaban nuevos juicios sobre el planeta Tierra.
La intensidad narrativa del apóstol va aumentando de forma
paralela al desencadenamiento de los juicios sobre la Tierra.
Cronológicamente, nos encontramos ya hacia el final del
segundo periodo de los siete años de tribulación, los tres años y
medio, conocidos como la Gran Tribulación. En programas
anteriores comentamos las diversas opiniones que expertos en
la materia mantienen sobre este periodo final de la historia de la
humanidad, cada una de las cuales ofrece diferentes
perspectivas de interpretación: La denominada postura "pre-
tribulacionista", defendida, entre otros muchos, por el autor de
estos estudios bíblicos, el profesor de Biblia y Teólogo Sr. Vernon
McGee. Esta orientación teológica asume como buena la postura
de que la Iglesia no se verá sometida al sufrimiento de la
Tribulación durante este periodo de siete años, debido a que
será "arrebatada", "recogida" de la Tierra y llevada al Cielo. Una
perspectiva situada en el polo opuesto, conocida como "post-
tribulacionista" mantiene la posición de que la Iglesia sí que
deberá soportar hasta el final, cuando Cristo venga por Segunda
vez, y que sufrirá estos terribles juicios sobre la Tierra durante
siete largos años. Uno de sus también numerosos defensores
escribió lo siguiente: "En el día de hoy existe un movimiento
superficial del cristianismo. Aquellos que no tienen raíces
profundas en Cristo que tratan de apartarse de la idea de que
Dios probará a Su pueblo con la tribulación, o que Él utilizará el
sufrimiento para ayudarle a la iglesia a prepararse como la
esposa de Cristo. Muy claramente, por cierto, el sufrimiento es el
camino a la gloria. A eso hemos sido llamados. ¿Por qué? Porque
Cristo también sufrió, dejándonos un ejemplo para que
siguiéramos en Sus pasos. Como resultado de esta forma de
pensar, yo ya no enseño más a los creyentes que ellos no van a
pasar a través de la tribulación. Quizá no sea así. Pero puedo
hacer más por ellos preparándolos para que hagan frente a esta
prueba en Su nombre, que enseñándoles que el Señor va a
arrebatarlos y sacarlos de la hora de la prueba". Para defender
esta opinión, su autor se apoyaba en el versículo 13 de Efesios,
capítulo 6, en cuanto a que existe un gran crecimiento en la
persona que toma todas las herramientas, la armadura de Dios,
para que pueda resistir en el día malo. Sin embargo y aunque no
podemos ser dogmáticos a este respecto, el período de la Gran
tribulación no es llamado en la Biblia "el día malo", sino el "día
de la ira de Dios", el Gran Día de la Ira de Dios.
Finalmente, una tercera opinión nos ofrece una perspectiva
diferente a las dos anteriores, situándose en el punto medio de
ambas; afirma que la Iglesia sólo soportará parte del sufrimiento
desencadenado por los juicios divinos, los correspondientes a la
primera mitad de la Tribulación, o a los primeros tres años y
medio. Tras éstos, según los defensores de esta perspectiva, la
Iglesia será arrebatada al cielo, quitada de la Tierra, justo antes
de que comience la segunda mitad del periodo de siete años, la
temible Gran Tribulación, que durará otros tres años y medio
más.
Si leemos atentamente los sucesos apocalípticos narrados por el
apóstol Juan, no resulta fácil pensar que semejantes hechos
pudieran, en modo alguno, purificar a la Iglesia, sino, más bien,
destruirla. Cuando Cristo murió en la cruz, Él nos dio acceso
para entrar en la presencia del Padre, no por nuestros propios
méritos, sino por los de Cristo. Y no parece razonable equiparar
la denominada hora de prueba con el gran día de la ira de Dios,
que, poco a poco y de manera inexorable, está aproximándose
sobre esta Tierra. Creemos, por este motivo, que la Iglesia ha
sido librada de este sufrimiento. Los 144.000 testigos, el
remanente del pueblo judío, ellos sobrevivirán, guardados
especialmente por Dios durante ese período de Gran Tribulación.
Y aunque, como iglesia cristiana, no vayamos a pasar por el
periodo de tribulación apocalíptica, resulta más que evidente
que ello no nos eximirá de otro tipo de tribulación, o aflicción
derivada de ser cristianos en un mundo cada vez más hostil
hacia cualquier creencia absoluta que, como la nuestra, afirma
estar en posesión de "la única verdad". Tarde o temprano los
cristianos seremos tildados de dogmáticos, intransigentes y
poco abiertos al diálogo; acusados de intolerantes y hasta
peligrosos para la convivencia con otras creencias no tan
radicales como la nuestra. Cuando esto llegue, tarde o
temprano, sólo nos quedarán dos caminos: o abrirnos y aceptar
como válidas otras creencias, renunciando así a determinados
principios básicos cristianos, o insistir en un cristianismo, según
Jesucristo y ser acusados de radicales e intolerantes. Llegará el
día en que usted, si es cristiano, deberá escoger entre mantener
y expresar su opinión desde una perspectiva cristiana,
granjeándose así la antipatía de la sociedad, o renunciar a
posicionarse, a defender su fe. ¿Qué hará usted entonces?
¿Hablará o mantendrá un prudente silencio? La elección es suya,
querido amigo y amiga, y en cualquier caso, es y será
absolutamente respetable, porque el Cristianismo es una forma
de vida absolutamente voluntaria pero poco apta para
mentalidades poco comprometidas, y sin deseo de cambio.
No conocemos a ningún creyente que esté exento de problemas
y dificultades, y a veces recordamos que nadie nos advirtió de
que "ser cristiano es para valientes". Mucho es lo que sufriremos
en esta Tierra, pero mucho es lo que nos deleitaremos con
nuestro Señor por toda la Eternidad. El apóstol Pablo dijo una
vez que todos los sufrimientos del mundo no eran nada,
comparados con el gozo y la felicidad que algún día
experimentaremos al lado de Jesús, y aquellos que también
profesaron su fe en Él. Y mientras llega ese día, Dios utilizará los
problemas y dificultades que nos acucian para madurar nuestro
carácter y prepararnos para mayores responsabilidades. Porque
en la Iglesia (y su futuro reino milenario) no estamos llamados a
"ser" sino a "pertenecer" y a "servir". El cristianismo pasivo no
existe, y si usted se considera a sí mismo "pasivo", debería, tal
vez, preguntarse en qué está malgastando su tiempo: ¿En
asuntos temporales o en asuntos eternos? Recuerde, querido
amigo y amiga, que el cristiano está llamado a trascender, a
mirar más allá de lo evidente, de lo superficial de las cosas que
nos rodean, y a fijar sus ojos en Cristo. Todo lo que empañe su
visión de Cristo representa para usted una amenaza para su
salud espiritual y personal. La miopía espiritual implica no ver
más allá de nuestra sombra; y triste es para un hombre o una
mujer no poder mirar más allá de ésta.
En todo caso, nuestra opinión, sin el menor ánimo de ser
dogmáticos, es que la gran mayoría de los creyentes no sufrirá
la Gran Tribulación. Durante estos siglos, millones de cristianos
han fallecido y disfrutan ya de la presencia de Cristo. El autor de
estos estudios bíblicos, el Dr. J. Vernon McGee comentó en cierta
ocasión cómo el Señor le había ayudado durante las enormes
dificultades y sufrimientos que tuvo que soportar durante su
proceso de tratamiento médico contra el cáncer; tras dos
operaciones, comentó agotado, cómo sentía en su cuerpo y en
su ánimo los efectos de esa "pequeña tribulación". Un amigo
suyo, también predicador, le comentó que se notaba una gran
diferencia en su forma de comportarse y de trabajar para la
Iglesia y para el Señor, porque la situación por la que había
pasado le había dejado una profunda huella en su carácter.
El Señor permitió esta enfermedad en la vida del Dr. McGee con
un claro propósito; transformar su carácter para hacerlo más
parecido al de Cristo. No olvidemos que los cristianos no
estamos llamados a "ser felices", como claman casi todos los
libros de auto ayuda y pensamiento positivo publicados hoy en
día, o como cantan muchas de las canciones que escuchamos
por la radio. Los cristianos estamos llamados, no a ser felices,
sino a ser como Cristo; y eso es muy diferente, querido amigo o
amiga que nos escucha. Ha de saber usted que el camino
cristiano no es fácil, ni de rosas; muy al contrario está lleno de
retos y espinas, con las que hemos de lidiar diariamente. Pero
contamos con las fuerzas que nos da el Espíritu Santo, que es
Dios mismo en la Tierra.
Estimado oyente; Dios no pretendió atemorizarnos escribiendo
para nosotros el último libro de la Biblia, llamado Apocalipsis;
tampoco pretendió editar un libro de terror con el cual asustar a
sus lectores para ganar así adeptos para su causa. Dios no hace
proselitismo, ni busca seguidores; Dios busca a Sus hijos, y les
ofrece el regalo de la salvación, no porque ellos se lo merezcan,
sino porque Jesús ya pagó por ellos el precio de esta salvación.
Por eso ésta es gratuita, y no por obras, ni por buenas
intenciones. Usted puede ser el hombre o la mujer más bueno
del mundo; pero no podrá salvarse a no ser que confíe en Jesús.
A ser "cristiano" no se llega ni por miedo, ni por obligación, sino
por convicción y por amor, ¿amor a quién? Amor a Cristo. Eso es
lo único que cuenta.
El Apocalipsis no fue escrito para ser temido, sino para ser una
ventana por la cual poder vislumbrar un breve destello del
poder, gloria y majestad de Cristo. Muchos de los símbolos
utilizados por el apóstol Juan obedecen a las limitaciones para
expresar mediante un lenguaje humano inteligible las maravillas
que vio; y, por otro lado, a nuestra incapacidad para comprender
muchos aspectos del mundo espiritual. Hay muchas cosas que
jamás comprenderemos del Apocalipsis, hasta que éstas
sucedan. Pero hay una que nos debe quedar clara: se trata de
algo auténticamente terrible, como jamás se ha visto en toda la
historia de la Humanidad. Es la descripción que la Biblia nos da
del fin los tiempos.
Ahora, en el versículo 4 se nos dice que ellos son primicias para
Dios y para el Cordero. Ésta es una clara referencia a la nación
de Israel. El apóstol Pablo, en su epístola a los Romanos, capítulo
11, versículos 15 y 16, escribió: "Porque si su exclusión es la
reconciliación del mundo, ¿qué será su admisión, sino vida de
entre los muertos? Si las primicias son santas, también lo es la
masa restante; y si la raíz es santa, también lo son las ramas."
Así es como es descrita Israel, en especial estos 144.000, que
ocuparán un lugar muy especial en el Reino milenario. Ellos
serán evidentemente la vanguardia del Cordero, cuando Él
regrese a establecer el Reino, tal y como veremos un poco más
adelante, en el capítulo 19 de Apocalipsis. Y al igual que la
ofrenda de los primeros frutos en el Antiguo Testamento, estos
hombres fueron apartados para un servicio especial a Dios.
Se nos dice en cuanto a ellos: "y en sus bocas no fue hallada
mentira". ¿Por qué se menciona este aspecto? Porque los
144.000 no participaron de las mentiras de la Bestia, el
anticristo. Por el contrario, comunicarán la verdad de Dios con
precisión y fidelidad, sin exageración, ni acomodación alguna. Si
usted lo recuerda, el Señor Jesucristo dijo que algunos escogidos
serían engañados, pero no se refería a éstos. Además, dice aquí
que son sin mancha. ¿A qué se refiere? ¿Porque han pasado a
través de la Gran Tribulación y han sido purificados? ¿Porque
están acaso libres de pecado? No, amigo oyente, sino porque
han sido santificados y están revestidos de la justicia de Cristo.
Así es como nosotros, los cristianos, partimos hacia el Cielo. No
vamos al cielo porque somos buenos. Hay muchos "no
cristianos" más buenos y que hacen mejores obras que los
propios cristianos. Nadie es tan bueno como para merecer el
cielo, y tal y como dice la Biblia, la salvación es un regalo
gratuito de Jesús para nosotros porque si hubiera dependido de
nuestros propios esfuerzos, nadie se habría podido salvar y el
Cielo habría permanecido vacío por siempre. Vayamos ahora a la
Biblia para leer los versículos 6 y 7, del capítulo 14 de
Apocalipsis:
6
Vi volar por en medio del cielo a otro ángel, que tenía el
evangelio eterno para predicarlo a los moradores de la tierra, a
toda nación, tribu, lengua y pueblo, 7 diciendo a gran voz:
Temed a Dios, y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha
llegado; y adorad a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y
las fuentes de las aguas.
Una de las señales que habrían de preceder al "fin del mundo"
era, que el Evangelio (que significa "buenas noticias") sería
predicado en todo el mundo como testimonio a todas las
naciones (Mateo 24:14). Aquí tenemos el cumplimiento de esa
profecía. Este ángel llega con el mensaje del evangelio a todas
las naciones, razas, tribus, lenguas y pueblos.
El ángel trae un "evangelio eterno". Eterno podría querer decir
que el Evangelio es válido eternamente, que Su verdad se
mantiene, hasta en un mundo en desintegración. El apóstol
Pablo escribió la gran doxología en la carta a los Romanos que
"Jesucristo es la revelación del misterio que había estado
escondido desde el principio del mundo" (Romanos 16:25). Esto
implicaría que el Evangelio es el propósito eterno de Dios para la
humanidad y que trata de las cosas que son eternas. En todo
caso, el ángel predica las buenas nuevas acerca de la vida
eterna y la entrada al reino de Dios. Urge así a los habitantes de
la Tierra a que transfieran su lealtad de la Bestia, al Cordero. Y
en todo el mundo se podrá oír esta predicación por parte del
ángel, algo hoy perfectamente posible dado que cualquier
evento puede retransmitirse en directo por televisión a todo el
mundo, vía satélite.
Puede que parezca extraño que la figura del "ángel con el
evangelio" siga inmediatamente a los "ángeles de la
condenación", pero no olvidemos, amigos y amigas, que el
evangelio tiene por necesidad un doble filo: es la buena noticia
para los que lo reciben, pero el juicio para los que lo rechazan.
Dice el evangelio de Juan, capítulo 3, versículo 19: "En esto
consiste la condenación: porque la luz vino al mundo, y los
hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras
eran malas". La condenación está justificada porque a los que lo
rechazaron se les dio previamente la oportunidad de aceptarlo.
No olvide esto, querido oyente; Dios llama a la puerta pero no
entrará a menos que usted decida invitarlo a pasar. Las palabras
del ángel son interesantes. Son una invitación a dar culto a Dios,
que es el Creador de todas las cosas. Y este mensaje no es
específicamente cristiano, sino la base de todas las religiones. Y
el ángel dice: "Temed a Dios". No a Satanás, ni al Anticristo. Y
este es el tema de las Escrituras: llamar a los seres humanos a
dar honor, gloria, alabanza, reverencia y adoración a Dios. Y el
ángel añade algo más: "?la hora de su juicio ha llegado". Así
llega el último momento para arrepentirse antes de que la ira de
Dios sea derramada.
Llegamos ahora al versículo 8, donde encontramos el anuncio
del juicio de Babilonia. Leamos este versículo 8 del capítulo 14
de Apocalipsis:
Otro ángel le siguió, diciendo: Ha caído, ha caído Babilonia, la
gran ciudad, porque ha hecho beber a todas las naciones del
vino del furor de su fornicación.
La falta de respuesta al mensaje del primer ángel lleva a que un
segundo ángel pronuncie este juicio. La referencia a "Babilonia"
significa lo que está relacionado a todo el reino político,
económico y religioso del Anticristo. La ciudad original de
Babilonia fue la cuna en la antigüedad de la idolatría; allí los
hombres construyeron la famosa torre de Babel como un
monumento a la rebelión y a toda religión falsa. Esa idolatría se
dispersó después por el mundo, después de que Dios
confundiera el lenguaje humano (Génesis 11:1-9). Y añade el
ángel: "porque ha hecho beber a todas las naciones del vino del
furor de su fornicación": Estas palabras ilustran cómo Babilonia
provocó que el mundo se embriagara con sus deleites
pecaminosos y participara en una orgía de rebelión,
aborrecimiento e idolatría en abierta rebelión contra Dios. La
fornicación es prostitución espiritual en el sistema engañoso del
Anticristo, que caerá como resultado de su maldad.
Hace bastantes años se publicó un libro escrito por Alexander
Hislop donde se habla de dos Babilonia. Hislop sostenía la idea
que Babilonia había sido el cuartel general de Satanás desde el
mismo principio de los tiempos. Allí fue donde nació la idolatría.
Sumeria fue la esposa del rey Nimrod. Otros opinan que era su
madre, la cual se casó con su propio hijo. En cualquier caso, ella
fue la reina de Babel, que más adelante llegó a ser Babilonia.
Ella misma acuñó la historia en la que había nacido de un huevo
recogido del río Éufrates; ella misma rompió su cáscara y salió
de él como una persona adulta. Su historia se convirtió en
leyenda y fue objeto de adoración, introduciendo el concepto
femenino de deidad. Por ello de suele mencionar a Babilonia
como cuna de falsas religiones.
El segundo ángel que aparece en escena en la visión de Juan,
anuncia lo que vendrá, pero utiliza un tiempo verbal como si ya
hubiera sucedido: "Ha caído, ha caído Babilonia". Las palabras
proféticas de Dios son tan seguras, que se expresan como si los
hechos ya hubiesen tenido lugar. Babilonia será reedificada
durante el período de la Gran Tribulación, aunque en un lugar
diferente. El profeta Isaías en el capítulo 13 de su libro, alude
este aspecto, así como el juicio de Dios sobre esta ciudad.
En Jeremías, capítulo 51, versículo 7, leemos: "Copa de oro fue
Babilonia en la mano de Jehová, que embriagó a toda la tierra;
de su vino bebieron los pueblos; se aturdieron, por tanto, las
naciones". Y el siguiente versículo dice así: "De repente cayó
Babilonia, y se hizo pedazos". La conquista de Babilonia por
parte del Rey Ciro de Persia fue uno de los acontecimientos más
llamativos de la historia antigua. En aquellos días, Babilonia
había sido para los profetas la misma encarnación del poder, la
maldad, el lujo y el pecado. El profeta Isaías escribió (Isaías
21:9): "Cayó, cayó Babilonia, y los ídolos de sus dioses
quebrantó en tierra".
Se dice que Babilonia había hecho beber a todas las naciones el
vino de la ira de su fornicación. En esta frase se funden dos
concepciones del Antiguo Testamento. En el libro del profeta
Jeremías 51:7 se dice de Babilonia: "Una copa de oro que
embriagó a toda la tierra fue Babilonia en la mano del Señor. De
su vino bebieron los pueblos; se aturdieron las naciones". La
idea es que Babilonia fue una fuerza corruptora, que había
seducido a las naciones hacia una especia de inmoralidad
demente. El trasfondo es el cuadro de una prostituta
emborrachando a un hombre para poder conducirlo a la
inmoralidad, desprovisto de la alerta necesaria para no caer en
sus redes. El otro cuadro es el de la copa de la ira de Dios. El
libro de Job dice del malvado: "Verá con sus propios ojos su
quebranto y beberá de la ira del Todopoderoso (Job 21:20). Y el
profeta Isaías, en su libro, capítulo 13, versículo 11, dice: "Y
castigaré al mundo por su maldad, y a los impíos por su
iniquidad; y haré que cese la arrogancia de los soberbios, y
abatiré la altivez de los fuertes. Y nuevamente, debemos decir
que en Jeremías, capítulo 25, encontramos que la ira de Dios
viene sobre este mundo. En Isaías, de nuevo leemos en su
capítulo 13, versículo 19: "Y Babilonia, hermosura de reinos y
ornamento de la grandeza de los caldeos, será como Sodoma y
Gomorra, a las que trastornó Dios."
Más adelante, en los capítulos 17 y 18 de Apocalipsis, veremos,
respectivamente, el juicio a la Babilonia religiosa y la Babilonia
comercial.
Nos despedimos aquí, estimados amigos, y le invitamos a
acompañarnos nuevamente en nuestro próximo programa, en el
cual seguiremos desgranando, poco a poco, el mensaje que el
libro de Apocalipsis tiene hoy para nosotros. Hasta entonces,
¡que Dios bendiga Su Palabra, y a usted, estimado oyente!
Apocalipsis 14
Versículos 9-20
Continuamos, estimado amigo, amiga oyente,
nuestro estudio del libro de Apocalipsis, que hoy retomaremos
desde el capítulo 14, versículo 9. Le invitamos a acompañarnos
durante unos minutos a disfrutar de la lectura de la Palabra de
Dios, que es palabra viva y eficaz para ayudarnos en nuestra
vida.
Abrimos nuestra Biblia y vamos a comenzar a leer los versículos
9 al 12, que dicen así:
9
Y el tercer ángel los siguió, diciendo a gran voz: Si alguno
adora a la bestia y a su imagen, y recibe la marca en su frente o
en su mano, 10 él también beberá del vino de la ira de Dios, que
ha sido vaciado puro en el cáliz de su ira; y será atormentado
con fuego y azufre delante de los santos ángeles y del
Cordero; 11 y el humo de su tormento sube por los siglos de los
siglos. Y no tienen reposo de día ni de noche los que adoran a la
bestia y a su imagen, ni nadie que reciba la marca de su
nombre. 12 Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan
los mandamientos de Dios y la fe de Jesús.
En el capítulo 13 habíamos comentado del poder de la Bestia y
de la marca que tratará de imponerles a las personas. Ahora,
hay una seria advertencia a los que fallen en este tiempo de
prueba. Y resulta significativo que esta es la advertencia más
terrible de todas. De todas las condenaciones, según
el Apocalipsis, la peor es la de los apóstatas, es decir, aquellos
que niegan o abandonan la fe en Jesucristo. Cuando el apóstol
Juan escribió estas líneas, inspirado por el Espíritu Santo,
alrededor del año 95 D.C., la Iglesia estaba batallando por su
propia existencia. Si había de continuar su expansión, el
cristiano individual debía estar mejor preparado para
enfrentarse con el sufrimiento, la persecución, la cárcel y la
muerte. El cristiano no se podía rendir, o moría la Iglesia. En
nuestro tiempo, el cristiano, como individuo, como persona,
también tiene una importancia capital. Aunque su función ahora
no consiste en "proteger la fe" afrontando persecución, la
muerte y el martirio, al menos en los países occidentales, el reto
actual que afronta el cristiano consiste en presentar el Evangelio
a los demás, con disposición de vivirla diariamente.
La condenación del apóstata se presenta aquí con los colores
más lúgubres del más terrible juicio que jamás haya caído sobre
la tierra ?el de las ciudades de Sodoma y Gomorra: "El humo
subía de la tierra como el humo de un horno" (Génesis 19:28).
Hemos leído: "Él también beberá del vino de la ira de Dios." Ésta
es una figura adoptada del Antiguo Testamento, concretamente
del Salmo 75, versículo 8, donde leemos: "Porque el cáliz está en
la mano de Jehová, y el vino está fermentado, lleno de mistura,
y él derrama del mismo; hasta el fondo lo apurarán, y lo beberán
todos los impíos de la tierra."
"Y será atormentado con fuego y azufre", los malvados serán
destruidos en la presencia de los santos ángeles y del Cordero.
Estos dos elementos se asocian en las Escrituras con el
tormento del castigo divino. Aquí se hace referencia al infierno,
que es el lago de fuego.
Ahora, notemos que el infierno es "visible" para Cristo y para sus
ángeles; no dice que sea también visible para los 24 ancianos,
aquellos que representan a toda la Iglesia. ¿Debemos pensar por
ello que la iglesia no sabe o no puede ver lo que está
sucediendo en la tierra? Aunque es difícil saberlo, nos inclinamos
a pensar que la Iglesia no verá lo que está ocurriendo en la
tierra durante el período de la Gran Tribulación, aunque,
evidentemente, Cristo y los santos ángeles si estarán
observando lo que ocurre. En el versículo 11 dice que "el humo
de su tormento sube por los siglos de los siglos". Se trata
evidentemente de una referencia a la perpetuidad del infierno.
El tormento consistirá en descarga incesante de dolor
insoportable que ha sido ordenada para todos los que sean
leales al líder de Satanás, la Bestia, el Anticristo. El final del
versículo ya leído, el 12 del capítulo 14 de Apocalipsis dice:
12
Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los
mandamientos de Dios y la fe de Jesús.
Todos aquellos que pertenecen a Dios deberán ser pacientes y
esperar la Segunda Venida de Cristo. Él dice: "aquí está la
paciencia de los santos" ? y ellos son los que esperan. En el
evangelio según San Mateo, capítulo 24, versículo 13, el Señor
Jesucristo dice: "Mas el que persevere hasta el fin, éste será
salvo." El que perdure podrá sobrevivir porque ha sido sellado
por el Espíritu de Dios, y ha sido vestido con la justicia de Cristo,
y lavado por la sangre del Cordero. El Señor dijo en Lucas,
capítulo 21, versículo 19: "Con vuestra paciencia ganaréis
vuestras almas." Eso es todo lo que podemos hacer: aguantar la
tormenta y tener paciencia. Éste es un respaldo excelente para
la doctrina bíblica de la "perseverancia" que asegura que todos
los creyentes verdaderos en Cristo nunca perderán su fe. Los
regenerados resistirán de principio al fin, en obediencia a la
verdad, sin importar qué pueda arremeter en su contra.
En el versículo 13, nos encontramos con una alabanza o
bendición para aquellos que murieron en el Señor. Éste es un
versículo que podemos escuchar en algunos entierros, si bien su
utilización en estas situaciones no resulta adecuada, dado que
aquí Juan se está refiriendo exclusivamente al periodo de la
Gran Tribulación. Leamos en nuestras Biblias este versículo 13
del capítulo 14 de Apocalipsis:
13
Oí una voz que desde el cielo me decía: Escribe:
Bienaventurados de aquí en adelante los muertos que mueren
en el Señor. Sí, dice el Espíritu, descansarán de sus trabajos,
porque sus obras con ellos siguen.
Después de las terribles profecías de los terrores por venir, y de
las severas advertencias a los falsos cristianos, viene una
promesa de gracia y bendición. La idea de morir "en el Señor"
aparece más de una vez en el Nuevo Testamento. El apóstol
Pablo habla de los muertos en Cristo (1Tesalonicenses 4:16) y de
los que han dormido en Cristo (1 Corintios15:18). Significa: os
que llegan al final de su vida todavía unidos a Cristo. Todo se
confabulaba para apartarnos de Él; pero la felicidad suprema
está reservada para aquellos que llegan al final del camino de su
vida todavía inseparablemente unidos al Maestro que los amó y
se entregó por ellos. Y lo que Jesucristo promete es el descanso:
Descansarán de sus labores. El descanso es tanto más dulce
cuando sigue al esfuerzo más agotador.
Y añade: "Sus obras siguen con ellos". Revela que serán
recompensados por su fidelidad, paciencia y obras en este
período de tiempo. Apocalipsis no nos enseña que la salvación
es por obras, si entendemos bien lo que el apóstol Juan dice.
Juan habla de las obras de los Efesios -su arduo trabajo y
perseverancia (2:2); de las de los creyentes de Tiatira ?su amor,
su servicio y su fe (2:19). Juan entiende las obras como algo
inherente al carácter cristiano. Es como si estuviera diciendo:
"Cuando dejéis esta tierra, todo lo que podéis llevaros es a
vosotros mismos. Si llegáis al final de esta vida todavía unidos a
Cristo, seréis aprobados y probados como el oro, que refleja algo
de Su Persona".
Ahora, la palabra de bendición para ellos es: "Bienaventurados
de aquí en adelante los muertos que mueren en el Señor.
Descansarán de sus trabajos, porque sus obras con ellos
siguen". Esta no es una declaración para los cristianos de
nuestros días. Aparentemente muchos de los santos de la
tribulación, tanto los 144.000, como los de la multitud de los
gentiles que no se podía contar, se salvarán, si entregan sus
vidas por Cristo, a pesar de afrontar una muerte segura como
mártires. Cristianos o no, ninguno de nosotros desea morir. La
muerte nos resulta antinatural, porque fuimos creados para vivir
para siempre. Por eso no podemos entenderla, ni asimilarla. La
mayoría de nosotros queremos vivir, y la Biblia dice que la
muerte será el último enemigo que Jesús derrocará. El apóstol
Pablo escribió en su epístola a los Filipenses, capítulo 1,
versículo 21: "Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es
ganancia." El cristianismo siempre va contra la corriente: lo que
para el resto del mundo es morir, para nosotros significa "vivir";
vivir por siempre.
Prosigamos nuestro recorrido por el libro de Apocalipsis;
tenemos ahora por delante los versículos 14 al 20 de este
capítulo 14, donde leeremos acerca de la visión de Armagedón;
la batalla o guerra de Armagedón. El versículo 14, de este
capítulo 14 de Apocalipsis, dice así:
14
Miré, y he aquí una nube blanca; y sobre la nube uno sentado
semejante al Hijo del Hombre, que tenía en la cabeza una
corona de oro, y en la mano una hoz aguda.
Dice Juan: "Y he aquí una nube blanca, y sobre la nube uno
sentado semejante al Hijo del Hombre." La imagen de del Señor
en una nube es del profeta Daniel (Daniel 7:13,14), y hace
hincapié en Su majestad. En el evangelio según Mateo, capítulo
24, versículo 30, se nos dice: "Entonces aparecerá la señal del
Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las
tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las
nubes del cielo, con poder y gran gloria."
La corona de oro en su cabeza nos trae a la mente la corona del
vencedor en la guerra o en una competición atlética, hecha por
una rama de laurel y utilizada en la celebración de la victoria.
Cristo porta aquí esta corona particular, que en este caso está
hecha de oro, como un conquistador triunfante que sale invicto
del Cielo para prevalecer sobre sus enemigos.
Y luego Juan añade a esta visión un detalle revelador: "Y en la
mano una hoz aguda." Esta hoz era una herramienta para la
siega formada por una cuchilla tajante y curvada, hecha de
hierro, y un mango de madera. Los agricultores de la antigüedad
la utilizaban para cortar el grano, y aquí representa el juicio
divino veloz, preciso y devastador. El comentarista Dr. Newell
señala la palabra "hoz" que sólo aparece en 12 ocasiones en
toda la Biblia, siete de las cuales se encuentran en los versículos
de esta sección. Y la palabra "aguda" se menciona 7 veces en
Apocalipsis, 4 de ellas aquí. Leamos ahora los versículos 15 y 16
de este capítulo 14 de Apocalipsis:
15
Y del templo salió otro ángel, clamando a gran voz al que
estaba sentado sobre la nube: Mete tu hoz, y siega; porque la
hora de segar ha llegado, pues la mies de la tierra está
madura. 16 Y el que estaba sentado sobre la nube metió su hoz
en la tierra, y la tierra fue segada.
Creemos que esta imagen se corresponde con la Segunda
Venida de Cristo. "Mete tu hoz y siega", se refiere al juicio del
hombre en la tierra. La metáfora del juicio como cosecha la
encontramos en varios lugares, como en el evangelio según
Mateo, con la parábola del trigo y la cizaña en la que la cosecha
representa una alegoría del juicio. El Señor Jesucristo es el Hijo
del Hombre, y la semilla es la Palabra de Dios. Y el campo es
todo el ancho mundo. Y Él la está esparciendo por todo el
mundo. Algún día la cosecha estará ya lista para ser recogida, y
esto será al fin de los tiempos. Y nuestra misión como cristianos
es esparcir la semilla, que es la Palabra de Dios. El evangelio
necesita sembradores diligentes y efectivos. Porque esta es
nuestra tarea, sembrar la semilla; y la de Dios es la cosecha. Y la
cosecha o la siega es el juicio del fin de los tiempos. En el Salmo
2, versículos 7 al 9, podemos leer lo siguiente: "Yo publicaré el
decreto; Jehová me ha dicho: Mi hijo eres tú; Yo te engendré hoy.
Pídeme, y te daré por herencia las naciones, y como posesión
tuya los confines de la tierra. Los quebrantarás con vara de
hierro; como vasija de alfarero los desmenuzarás."
¿Cuándo tendrá lugar esto? ¿Tuvo lugar en Su Primera Venida?
No, estimados oyentes. Esto tendrá lugar en la segunda venida,
en el juicio.
Y aquí en este capítulo 14, versículo 15 de Apocalipsis, dice:
"Porque la hora de segar ha llegado." Esta declaración
concuerda con las palabras de Cristo. La siega o la cosecha, al
fin de las edades, o de los tiempos, se menciona en el evangelio
según Mateo, capítulo 13, versículo 39. Nuestra tarea como
cristianos es sembrar, y el Espíritu de Dios hará el resto, tal y
como escribió el profeta Joel, en su capítulo 3, versículos 13 y
14: "Echad la hoz, porque la mies está ya madura. Venid,
descended, porque el lagar está lleno, rebosan las cubas; porque
mucha es la maldad de ellos. Muchos pueblos en el valle de la
decisión; porque cerca está el día de Jehová en el valle de la
decisión."
Y retornando al capítulo 14 de Apocalipsis, leamos los versículos
17 y 18:
17
Salió otro ángel del templo que está en el cielo, teniendo
también una hoz aguda. 18 Y salió del altar otro ángel, que tenía
poder sobre el fuego, y llamó a gran voz al que tenía la hoz
aguda, diciendo: Mete tu hoz aguda, y vendimia los racimos de
la tierra, porque sus uvas están maduras.
El templo se refiere a la morada celestial de Dios y no al templo
en Jerusalén durante la tribulación. La hoz aguda implica el
juicio. Y las uvas están maduras implica un cambio en la
metáfora para la guerra de Armagedón, tal y como nos presenta
el profeta Isaías, en su capítulo 63, versículos 1 al 6, donde dice:
"Quién es éste que viene de Edom, de Bosra, con vestidos rojos?
¿Éste hermoso en su vestido, que marcha en la grandeza de su
poder? Yo, el que hablo en justicia, grande para salvar. ¿Por qué
es rojo tu vestido, y tus ropas como del que ha pisado en lagar?
He pisado yo solo el lagar, y de los pueblos nadie había
conmigo; los pisé con mi ira, y los hollé con mi furor; y su sangre
salpicó mis vestidos, y manché todas mis ropas. Porque el día de
la venganza está en mi corazón, y el año de mis redimidos ha
llegado. Miré, y no había quien ayudara, y me maravillé que no
hubiera quien sustentase; y me salvó mi brazo, y me sostuvo mi
ira. Y con mi ira hollé los pueblos, y los embriagué en mi furor, y
derramé en tierra su sangre."
Este pasaje no se refiere a la Primera, sino a la Segunda Venida
de Cristo. En el Antiguo Testamento se compara el juicio de Dios
con la pisada de las uvas. Y Él ha pisado el lagar. El lagar era el
lugar donde las uvas eran pisadas para extraer su precioso
líquido, y es como si en lugar de zumo de uva, en este lagar
hubiese sangre, sangre de los impíos. Cuando Él vino por
primera vez, Él derramó Su sangre por ellos, pero fue rechazado.
Y ahora deben ser juzgados. Él les reunirá, como se nos dice en
Apocalipsis, capítulo 16, versículo 16, en un lugar que en hebreo
se llama Armagedón, donde se librará la mayor batalla, o quizá,
la mayor guerra de todas cuantas ha habido.
Realmente, a estas alturas de Apocalipsis, cuando parece que
nada de lo que el apóstol Juan pueda decirnos nos sorprendería,
entra en escena la batalla o guerra de Armagedón. Para arrojar
más luz sobre este asunto, leamos los versículos 19 y 20 de este
capítulo 14 de Apocalipsis, que dicen así:
19
Y el ángel arrojó su hoz en la tierra, y vendimió la viña de la
tierra, y echó las uvas en el gran lagar de la ira de Dios. 20 Y fue
pisado el lagar fuera de la ciudad, y del lagar salió sangre hasta
los frenos de los caballos, por mil seiscientos estadios.
Esta vívida imagen describe el horror de la muerte o el
derramamiento masivo de sangre. Aquí se refiere a la muerte
violenta de todos los enemigos de Dios que todavía estén vivos
y ahora se enfrentan a la destrucción en el Armagedón, la
batalla final de los enemigos de Dios, en la planicie de
Esdraelón. La imagen sangrienta deriva del jugo fresco que se
produce al pisar y machacar las uvas a medida que pasan por
diferentes niveles de trituración y quedan reducidas por
completo.
Bien, queridos amigos, hasta aquí el programa de hoy.
Esperamos encontrarle de nuevo aquí, en las ondas, en nuestro
próximo encuentro. Hasta entonces, le enviamos un cordial
saludo. Y como siempre pedimos a Dios que ¡Él bendiga Su
Palabra y a usted, estimado amigo, amiga oyente!
Apocalipsis 14 -15
Versículos 14:19 - 15:1
Continuamos hoy, estimado amigo, amiga oyente, nuestro viaje
por el libro de Apocalipsis. En nuestros estudios anteriores vimos
que este libro contiene mucha información cronológica sobre
acontecimientos que un día sucederán en nuestro planeta
Tierra. Apocalipsis no sólo es un compendio de malas noticias,
de juicios, de epidemias, de grandes cataclismos cósmicos, de
un futuro gobierno mundial tenebroso; también es un mensaje
de Amor de Dios, porque Él desea salvar a la Humanidad del
nefasto fin que enfrentarán todos aquellos que no Le reconocen
como Dios, y permanecen alejados e indiferentes a Su oferta de
perdón y amor. Dios desea informarnos acerca de los futuros
eventos, que fueron revelados en visiones muy reales al apóstol
y evangelista Juan cuando éste se encontraba en la Isla de
Patmos, exiliado por el emperador Domiciano. Dios es Amor, un
amor entregado, fiel, incondicional, que no hace acepción de
personas, pero también es justo; consecuentemente, la injusticia
y todo lo que es contrario a Sus Leyes recibirá el anunciado justo
castigo. Pero, mientras tanto, a todos aquellos que no Le
conocen, y se encuentran lejos de Su Presencia, Su bondad y
misericordia, les envía Dios el mensaje de esperanza que
todavía no es "demasiado tarde" para aceptar el regalo que Él
nos ofrece en Jesucristo, el Salvador, Su Hijo, quien llevó todos
nuestros pecados a la cruz, para saldar así la "cuenta pendiente"
que teníamos con Él.
Al finalizar nuestro programa anterior, leímos los dos últimos
versículos del capítulo 14, y quisiéramos considerarlos hoy un
poco más en profundidad. Así es que vamos a leer una vez más
los versículos 19 y 20 de este capítulo 14 de Apocalipsis:
19
Y el ángel arrojó su hoz en la tierra, y vendimió la viña de la
tierra, y echó las uvas en el gran lagar de la ira de Dios. 20 Y fue
pisado el lagar fuera de la ciudad, y del lagar salió sangre hasta
los frenos de los caballos, por mil seiscientos estadios.
El período de la Gran Tribulación será una época de cosecha,
pero no como nos la imaginamos. Muchos son de la opinión que
durante este período se ganarán muchas almas para Cristo.
Pero, no es en esos términos que se aplica el concepto de la
cosecha aquí.
La escena que nos relata Juan, tal cual él la vio, es
impresionante. Tenemos que regresar al Antiguo Testamento, al
libro del profeta Isaías, capítulo 63, porque Isaías también hace
referencia a la Segunda Venida del Señor Jesucristo a la Tierra.
Leamos del capítulo 63 de Isaías los dos primeros versículos:
"¿Quién es éste que viene de Edom, de Bosra, con vestidos
rojos? ¿Éste hermoso en su vestido, que marcha en la grandeza
de su poder? Yo, el que hablo en justicia, grande para salvar.
¿Por qué es rojo tu vestido, y tus ropas como del que ha pisado
en lagar?"
Algunos lectores de la Biblia creen que es una descripción
relacionada con la muerte de Cristo en la cruz. Pero, no tiene
ninguna referencia a ese evento, y los siguientes versículos lo
aclararán; leamos los versículos 3 al 6, de este capítulo 63 de
Isaías: "He pisado yo solo el lagar, y de los pueblos nadie había
conmigo; los pisé con mi ira, y los hollé con mi furor; y su sangre
salpicó mis vestidos, y manché todas mis ropas. Porque el día de
la venganza está en mi corazón, y el año de mis redimidos ha
llegado. Miré, y no había quien ayudara, y me maravillé que no
hubiera quien sustentase; y me salvó mi brazo, y me sostuvo mi
ira. Y con mi ira hollé los pueblos, y los embriagué en mi furor, y
derramé en tierra su sangre."
Esta vívida escena no es de Jesucristo en su Primera Venida a
este mundo, sino de Cristo, regresando, para juzgar. En los
tiempos de Isaías, y aún en la actualidad existen pueblos donde
se celebra la cosecha y la vendimia de una manera todavía
tradicional; para extraer su apreciado zumo, la gente pisa
alegremente los racimos de uvas maduras colocadas en grandes
recipientes, manchando su vestimenta al aplastar el fruto. El
cuadro que vemos en este versículo es el del espectador que
observa cómo se está manchando la magnífica vestimenta de
Jesucristo al pisar y aplastar el contenido de la prensa. En Su
Primera Venida al mundo, fue Él, Jesucristo, quien derramó Su
vida, Su sangre; pero le rechazaron, y ahora Él está pisando el
lagar, y es la sangre de los malvados la que mancha su
vestimenta. Él los reunirá, como lo veremos en Apocalipsis 16,
versículo 16 "en el lugar que en hebreo se llama Armagedón".
Este evento no será una única batalla, sino una guerra, la guerra
de Armagedón.
El texto que leímos del profeta Isaías relata que Él, Jesucristo,
está pisando el lagar solo; una escena aterradora. No nos
sorprende entonces que, llegado ese período de juicio, los
hombres clamen a las rocas para que cayeran sobre ellos, para
ocultarse de la Ira del Cordero. Éste será el triste final de la
civilización, que en la construcción de la Torre de Babel
demostró una rebelión activa contra Dios, que fue creciendo y
aumentando desde entonces, y que desatará toda su furia en el
período de la Gran Tribulación. En el capítulo 19 de Apocalipsis
veremos cómo el Señor Jesucristo, aplacará toda rebelión contra
Dios y pondrá orden para establecer Su Reino aquí en la Tierra.
Como dice el Salmo 2, versículo 9: "Los quebrantarás con vara
de hierro; como vasija de alfarero los desmenuzarás."
Estimado amigo, amiga oyente, ese Jesús tan manso, humilde y
pacífico del que siempre hemos escuchado, esa persona tan
extraordinariamente buena que generalmente se nos presenta,
no es el Jesucristo de la Palabra de Dios. El Señor Jesucristo Él es
el Salvador del mundo, pero Él también es el Juez sobre todo el
mundo. Si usted no acepta la obra de la sangre del Justo y
Santo, que fue derramada en la cruz por sus pecados, y los mío,
entonces Le está rechazando. Si el tiempo de la Gran Tribulación
tuviera lugar durante nuestra vida, personalmente, yo sé que no
lo viviría, porque estaré recogido y guardado en el Cielo, con la
Iglesia; pero todo depende de qué lado estamos, a quién hemos
elegido como el Señor de nuestra vida.
Ningún estudio cuidadoso de la Palabra de Dios puede llevarnos
a pensar que los "últimos días", los "tiempos finales", el período
de la Gran Tribulación será una época parecida a nuestro diario
vivir, que sólo será un poco más dramática que nuestra
actualidad, en la que se podrá seguir viviendo con cierta
normalidad.
El profeta Isaías, en el capítulo 34 nos describe la siguiente
escena que vamos a leer a continuación, Isaías, capítulo 34,
versículos 1 al 4, y también el versículo 6: "Acercaos, naciones,
juntaos para oír; y vosotros, pueblos, escuchad. Oiga la tierra y
cuanto hay en ella, el mundo y todo lo que produce. Porque
Jehová está airado contra todas las naciones, e indignado contra
todo el ejército de ellas; las destruirá y las entregará al
matadero. Y los muertos de ellas serán arrojados, y de sus
cadáveres se levantará hedor; y los montes se disolverán por la
sangre de ellos. Y todo el ejército de los cielos se disolverá, y se
enrollarán los cielos como un libro; y caerá todo su ejército,
como se cae la hoja de la parra, y como se cae la de la higuera.
Llena está de sangre la espada de Jehová, engrasada está de
grosura, de sangre de corderos y de machos cabríos, de grosura
de riñones de carneros; porque Jehová tiene sacrificios en Bosra,
y grande matanza en tierra de Edom."
¡Qué cuadro terrible el que tenemos aquí descrito por el profeta
Isaías señalando al tiempo de la Gran Tribulación! Ahora será la
sangre de aquellos que han desafiado a Dios, de los que creerán
en la Bestia, y la adorarán como su dios; ésta sangre, un día,
cubrirá toda la Tierra. Será terrible. Será como aplastar una uva
madura. Así le ocurrirá al hombre, a todo ser, cuando caiga en el
lagar del juicio de Dios. Esta será la guerra de Armagedón, el
lugar de la matanza.
Veamos ahora el versículo 20 de Apocalipsis capítulo 14, que
leímos: "Y fue pisado el lagar fuera de la ciudad, y del lagar salió
sangre hasta los frenos de los caballos, por mil seiscientos
estadios." Juan se refiere a la ciudad de Jerusalén al comentar,
"Y fue pisado el lagar fuera de la ciudad", y cuando menciona
que la sangre llegará hasta los frenos de los caballos, eso indica
la profundidad de un metro, aproximadamente. Los mil
seiscientos estadios, revela una distancia de unos 288
kilómetros. Ésa es la distancia entre Dan y Beerseba, es decir,
toda la tierra que antiguamente se llamó "Palestina", será la
escena de esta guerra final que concluye con el llamado
"Armagedón". Es una campaña que comenzará alrededor de la
mitad del período de la Gran Tribulación, y concluirá con el
regreso personal de Cristo a esta Tierra.
En el Salmo 45, versículos 3 al 7 leemos: "Ciñe tu espada sobre
el muslo, oh valiente, con tu gloria y con tu majestad. En tu
gloria sé prosperado; cabalga sobre palabra de verdad, de
humildad y de justicia, y tu diestra te enseñará cosas terribles.
Tus saetas agudas, con que caerán pueblos debajo de ti,
penetrarán en el corazón de los enemigos del rey. Tu trono, oh
Dios, es eterno y para siempre; cetro de justicia es el cetro de tu
reino. Has amado la justicia y aborrecido la maldad; por tanto, te
ungió Dios, el Dios tuyo, con óleo de alegría más que a tus
compañeros."
El Salmo 45 es un Salmo mesiánico. Dios no pide disculpas, ni
pide ser comprendido. Dios sólo nos pide que habláramos
claramente sobre lo que Él mismo ha revelado en su Palabra. El
ser humano tiene que ser confrontado con la verdad, porque
para Dios el pecado significa la separación de Su santidad. El
hecho es que: Usted y yo somos pecadores; y el pecado está en
el mundo; usted y yo merecemos el castigo de Dios. El único
remedio es aceptar la completa redención que Cristo ofreció
cuando Él derramó Su sangre por usted y por mí, pagando así el
castigo de nuestros pecados. Y usted y yo merecemos el juicio
de Dios, y nuestra única salida es el aceptar la obra de Cristo en
la cruz del Calvario, por nosotros. La Biblia hace una pregunta
que ni siquiera Dios puede responder. Y es: ¿Cómo escaparemos
nosotros, si descuidamos una salvación tan grande? (Hebreos
2:3) Escaparemos ¿de qué? Del juicio, la Gran Tribulación es un
juicio y la forma de evitarlo es ¡aceptar a Cristo! Podemos
llamarlo "un mecanismo de escape", pero, por ejemplo, si mi
casa se incendiara, trataré de escapar por la ventana, o por
donde pueda salir, ¿verdad?
Este juicio vendrá inevitablemente sobre las personas que
rechacen a Cristo. La Humanidad Le ha rechazado; se ha
blasfemado, burlado, ridiculizado a Jesucristo, y Su sacrificio en
la cruz, para la gran mayoría de las personas, sólo es un
referente religioso durante la Semana Santa, cuando se realizan
algunos ritos y ceremonias. Se ha pisoteado e ignorado al Hijo
de Dios, y si Dios es Justo, que lo es, entonces habrá un juicio.
Las generaciones de nuestros tiempos necesitan saber esto,
deben enterarse de que Dios demandará justicia. Estimado
amigo, amiga oyente, no hay nada que pueda ayudarle a usted
a enderezar su vida, como el saber que Dios es un Dios Santo, y
que el Señor Jesucristo es Justo. Él no tolerará el pecado en su
vida, ni en la mía.
Hemos llegado al capítulo 15 de Apocalipsis. Aquí, nuevamente
tenemos otra señal en el cielo, y Juan ve a siete ángeles que
tenían las siete últimas plagas. Los capítulos 15 y 16 están
relacionados porque veremos el derramamiento de las Siete
Copas de la Ira. Tal vez, la mayoría de nuestros estimados
oyentes habrán pensado que los peores juicios ya habían
pasado, pero no es así. Lo peor está aún por venir. Cada uno de
estos conjuntos de sietes, comenzando, con los "siete sellos", las
"siete trompetas", y los "siete personajes", han sido terribles,
pero ahora llegamos a las "siete copas de la ira", que serán lo
peor de todo.
Recordemos que el propósito de la Gran Tribulación es el Juicio,
no es un tiempo de purificación para Su Iglesia; y también para
darle a Satanás su oportunidad final. Dios va a sacar a Su iglesia
de la Tierra, en un acto sobrenatural, debido a Su Gracia
maravillosa. Si usted está dispuesto a aceptar Su Gracia,
entonces podrá escapar del Juicio. Estas Siete Copas de la Ira no
son "la bendita esperanza", que todos los creyentes esperan con
ansias. No, nosotros estamos esperando la bendita esperanza y
la venida gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo.
Amigo oyente, usted no va a pasar a través de todo este
período, si confía en Cristo. Pero usted necesita saber por lo que
van a pasar los demás, para tener más celo e interés en
testificar por Cristo hoy. Ésa es la razón por la cual estamos
hablando de la Palabra de Dios en este programa.
Alguien dijo de ese gran predicador que fue el Dwight L. Moody,
que durante su vida él había mirado a los ojos a más gente que
ningún otro hombre; que por su trabajo evangelizador, él había
reducido la población del Infierno en unos dos millones de
almas. Se habla hoy de reducir la población y de frenar el
aumento de la natalidad. Se ha ido poblando la Tierra, pero así
también el infierno. También a nosotros nos gustaría ayudar a
reducir ese número, como Moody.
Bien, llegamos ahora a estas siete copas. El capítulo 15 de
Apocalipsis es el más breve de todo este libro; en realidad es el
prefacio de esta serie final de juicios que vendrán sobre la Tierra
durante el período de la Gran Tribulación. Estos juicios son los
más intensos y devastadores que los anteriores.
Antes de profundizar sobre estos siete ángeles que comenzarán
a derramar las copas de ira, mencionaremos que aun en esos
tiempos tan terribles, bajo el férreo puño dictatorial del
Anticristo, y a pesar de las persecuciones, la pena de muerte y
el seguro martirio, sí habrá creyentes que desafiarán el poder
del gran embustero, el "lobo disfrazado de cordero". Estos
próximos textos darán amplia respuesta a este tema.
Primeramente, veremos la preparación para el juicio final de la
Gran Tribulación. Los primeros cuatro versículos nos hablarán de
los santos de la Tribulación, que están en el Cielo y adoran a
Dios, porque Él es Santo. Este próximo texto también es un
interludio. Leamos el primer versículo de este capítulo 15 de
Apocalipsis:
1
Vi en el cielo otra señal, grande y admirable: siete ángeles que
tenían las siete plagas postreras; porque en ellas se consumaba
la ira de Dios.
Esto nos acerca al fin del período de la Gran Tribulación.
Estimado amigo, amiga oyente, me alegro poder llegar al final
de este período, porque a continuación veremos la Venida de
Cristo a la Tierra.
El apóstol Juan reitera en este versículo que él todavía es un
espectador de estos hechos, al decir: "Vi en el cielo" ? Él está
presenciando el ensayo general del último acto de la historia del
hombre sobre la Tierra.
"Vi en el cielo otra señal" conecta este capítulo 15 con el
capítulo 12, versículo 1, de Apocalipsis, donde vimos la primera
señal, que era Israel. Los ángeles de la ira están unidos a los
juicios que seguirán hasta que Cristo venga, lo cual ocurre en el
capítulo 19. Desde el capítulo 12 hasta el regreso de Cristo,
tenemos una serie de eventos que están íntimamente
relacionados. Ahora, esto no quiere decir que haya un orden
cronológico, sino más bien un orden lógico, que es el contar los
mismos eventos de otra manera, con más detalles. Este método,
es la firma original, o la señal personal del Espíritu Santo. Lo
observamos, por vez primera en Génesis 1 al 2. En el capítulo 1
de Génesis, se nos relata La Creación, y los siete días que
describen el trabajo de Dios. En el capítulo 2, el Espíritu Santo
vuelve a hablar de la creación del hombre pero esta vez agrega
más detalles. Este método se conoce como "la ley de la
recapitulación", que se nos presenta una y otra vez, a lo largo de
todas las Sagradas Escrituras.
Por ejemplo, se nos ofrecen las leyes de Moisés en el libro de
Éxodo y algo más adelante, en el libro de Deuteronomio, se da la
interpretación de la Ley, con cuarenta años de experiencia en el
desierto, y con muchos detalles añadidos.
También, cuando llegamos al Nuevo Testamento, tenemos cuatro
evangelios, no sólo uno, o dos, porque el Espíritu Santo ha
considerado que era necesario cuatro evangelios, para presentar
los muchos aspectos de la gloriosa Persona de Jesucristo que
vino a la Tierra hace algo más de dos mil años.
Recordemos que hemos leído como Satanás había sido ? y lo
será en un futuro que sólo Dios conoce- arrojado a la Tierra, y
cómo él demuestra su ira contra el "Remanente de Israel";
también él lleva a cabo un avance final para lograr el dominio
mundial, a través de las dos Bestias. A continuación Dios
realizará un despliegue final de Su ira, que pondrá el punto final
a la sórdida tragedia del pecado en la Tierra.
"Jehová dijo a mi Señor: Siéntate a mi diestra, hasta que ponga
a tus enemigos por estrado de tus pies" leemos en el Salmo 110,
versículo 1.
"Vi en el cielo otra señal, grande y admirable: siete ángeles que
tenían las siete plagas postreras; porque en ellas se consumaba
la ira de Dios", leímos en versículo 1 de este capítulo 15 de
Apocalipsis. En griego esa expresión "se consumaba" "aeres", es
usado en un tiempo que presenta un evento del futuro como si
éste ya se hubiera desarrollado.
Juan menciona la ira de Dios, y eso señala el juicio final de la
Gran Tribulación. Dios ha sido muy lento para expresar Su
cólera, Su santa Ira, pero aquí concluye Su Paciencia. El juicio en
las últimas etapas del Día de la Ira, procede de Dios, no de
Satanás, ni de las Bestias, sino que sale directamente del Trono
de Dios. Dios juzgará.
Vamos a ver ahora la preparación para este cuadro final del
período de la Gran Tribulación. Leamos lo que nos dice el
versículo 2 de este capítulo 15 de Apocalipsis:
2
Vi también como un mar de vidrio mezclado con fuego; y a los
que habían alcanzado la victoria sobre la bestia y su imagen, y
su marca y el número de su nombre, en pie sobre el mar de
vidrio, con las arpas de Dios.
Ahora, aquí se habla de un mar de vidrio mezclado con fuego.
Esto representa la angustiosa persecución de la Bestia, durante
el período de la Gran Tribulación. Pero, vamos a detenernos aquí
y en nuestro próximo programa, consideraremos este versículo y
los siguientes con más detalle. Le recomendamos leer todo el
capítulo 15 de Apocalipsis, para así tener una información previa
del texto que comentaremos en nuestra próxima cita en "La
fuente de la Vida". ¡Qué Dios bendiga Su Palabra, y le bendiga
también a usted al escucharla!
Apocalipsis 15
Versículos 2-8
Estimado amigo y amiga oyente, bienvenidos a nuestro
encuentro de hoy en "La Fuente de Vida". Continuaremos
nuestro apasionante viaje por un libro realmente singular:
el Apocalipsis, escrito por el apóstol y Evangelista Juan hace casi
dos mil años, en unas circunstancias muy difíciles y que hoy
podemos leer cómodamente en nuestras Biblias. Para nosotros,
los cristianos, la Biblia es la Palabra de Dios, escrita por manos
humanas, pero inspirada por el Espíritu Santo. Por ello, creemos
que la Biblia no se equivoca, que todo lo que dice es verdad y
que ha llegado hasta nosotros con un único motivo, de cambiar
y transformar nuestras vidas. ¿Por qué estamos leyendo y
estudiando un libro tan extraño y, en ocasiones, difícil de
entender como el Apocalipsis? Creemos que Dios quería abrir
una pequeña ventana hacia el futuro que nos aguarda; o mejor
dicho: cómo comenzará la vida, la verdadera vida, la vida
eterna; cómo será el fin de la Humanidad, cómo será la batalla
final entre Jesucristo y Satanás. En definitiva, el propósito de
Dios es el darnos ánimos para persistir, porque al final, el Bien
vence sobre el Mal.
Pero antes de esto, como estamos viendo, muchas cosas habrán
de suceder. Y con el Apocalipsis de Juan podemos levantar la
vista de nuestros problemas diarios y ver a Cristo en el Cielo, en
plena gloria y majestad, sentado en Su Trono, reinando por
siempre. Y nosotros, estaremos con Él. Esta certeza nos debe
llenar de esperanzas y fuerzas, nuestra lucha diaria como
cristianos, no es en vano.
Estamos situados en el capítulo 15 y en nuestro programa
anterior leímos solamente el primer versículo. Anteriormente
vimos los Siete Sellos iniciales, así como el toque de las Siete
Trompetas. A continuación abordaremos, en este capítulo 15, las
Siete Copas de la Ira, que representan los juicios finales de Dios
sobre el hombre al final del periodo de Tribulación de los siete
años. Los juicios de las Copas vienen en una especie de ráfaga
progresiva, cada uno de ellos más fuerte en furia e intensidad
que el anterior. Las copas serán las últimas plagas que caerán
sobre los hombres tras el toque de la séptima trompeta.
Recordemos que las 7 Trompetas pertenecen al séptimo Sello,
que cerraba el libro que nadie era digno de abrir, con excepción
de Jesucristo.
Antes de hablarnos de los Siete Ángeles con las Siete Copas de
la Ira, Juan describe la escena que leeremos a continuación, que
transcurre en el Cielo. Leámoslo el versículo 2 de este capítulo
15 de Apocalipsis, que dice así:
2
Vi también como un mar de vidrio mezclado con fuego; y a los
que habían alcanzado la victoria sobre la bestia y su imagen, y
su marca y el número de su nombre, en pie sobre el mar de
vidrio, con las arpas de Dios.
Se menciona aquí "un mar de vidrio mezclado con fuego", que
representa, posiblemente, la terrible persecución que la Bestia
someterá a los cristianos durante el período de la Gran
Tribulación. Durante este período ningún hombre podrá comprar,
ni vender, a no ser que tenga grabada en su mano o en su
frente la Marca de la Bestia, el número 666. Quizá nuestro Señor
Jesucristo tenía en mente este difícil período cuando, en Su
discurso en el Monte dijo: "Cualquiera que os diere un vaso de
agua en mi nombre os aseguro que tendrá su recompensa."
(Marcos 9:41). En ese tiempo de la Tribulación, nadie podrá
ofrecer ni un vaso de agua fresca a uno de los 144.000 Testigos
judíos, sellados y protegidos por Dios, pero perseguidos
ferozmente por la Bestia; ese valiente pondrá en serio peligro su
propia vida, al poder ser acusados de apoyar o cobijar a un
supuesto criminal o terrorista. Serán estos días muy difíciles, en
los que ningún cristiano sobrevivirá a no ser que haya sido
sellado con la Marca de Dios.
Este versículo nos declara que no sólo soportarán ese período,
sino que habían alcanzado la victoria sobre la bestia y su imagen
y su marca y el número de su nombre. Aquí tenemos a los
santos de la Tribulación, que han pasado a través del fuego de la
persecución y aún así no han cesado su cántico. Ellos tienen las
arpas de Dios, y veremos, más adelante cómo, juntos,
entonarán su particular canción de alabanza a Dios.
A pesar de que la mayoría de los cristianos, en la actualidad, no
sufrimos privaciones, persecución, o martirio a causa de nuestra
fe en Jesucristo, muchos no viven, ni transmiten gozo y paz;
posiblemente, la multitud de pequeños o grandes problemas
que a diario enfrentamos desvían nuestra mirada del Cielo, al
centrarnos en nosotros mismos. Todos albergamos pequeñas
raíces de amargura, ¿verdad? Hay que esforzarse para evitar
que en nuestra mente y espíritu anide y crezca esa mala hierba,
que es la amargura. ¿Sabía usted que el apóstol Pablo se
enfrentó con este mismo problema? Él advirtió a los creyentes
que tuvieran cuidado, porque esa pequeña raíz de amargura, al
crecer, nos roba el gozo, la paz y las bendiciones de Dios.
Durante muchos años el autor de estos estudios bíblicos, el Dr.
McGee, en su juventud albergó en su corazón amargura y
resentimiento contra una familia de mucho poder económico,
cuya hija él estaba cortejando; le cerraron las puertas cuando
supieron que iba a estudiar Teología. Esta actitud le hizo mucho
daño, y sólo años más tarde pudo perdonarlos. Sólo el perdón
pudo extraer esa dolorosa raíz en sus recuerdos. Quizá usted,
amigo, amiga oyente, está pasado por una experiencia similar,
por un problema laboral, un desencuentro familiar, crisis de
pareja, dificultades con la educación con los hijos, los eternos
problemas económicos para llegar a fin de mes, etc. ¿Se ha
preguntado usted si está permitiendo que pequeñas raíces de
amargura estén creciendo en su corazón? La Biblia nos advierte
contra la amargura, porque elimina de nuestras vidas el gozo de
ser cristianos y la alegría de conocer a Cristo; la amargura nos
convierte en seres desgraciados, rencorosos, infelices. Los
cristianos hemos sido llamados a ser luz, a pesar de nuestros
problemas. La amargura puede arruinar su vida cristiana de la
misma manera que una plaga arruina una hermosa cosecha. Y
por esto, es sorprendente ver cómo estos santos que habían
pasado a través de la Gran Tribulación aún tenían ganas de
cantar. La poetisa Ophelia Guyon Browning escribió un poema
sobre la fe y la oración, que traducido dice así:
"¿Sin respuesta aún? La fe no puede quedar sin respuesta.
Sus pies están plantados firmemente sobre la roca.
En medio de la tormenta salvaje se mantiene impávida,
Ni se acobarda ante el resonar de los truenos.
Sabe que la omnipotencia ha oído su oración
Y clama: se realizará alguna vez, en algún lugar.
¿Sin respuesta aún? No. No digas que no se ha concedido,
Quizá tu parte aún no se ha realizado completamente.
La obra comenzó cuando tu primera oración tomó voz,
Y Dios concluirá aquello que ha comenzado.
Si continúas quemando allí el incienso,
Su gloria contemplarás, alguna vez, en algún lugar."
Amigo, amiga oyente, los cristianos no somos perfectos; tan sólo
somos hombres y mujeres que un día decidimos poner nuestras
vidas y nuestra fe en una persona llamada Jesús, que existió
físicamente hace unos 2.000 años, y que no vino a fundar
ninguna religión, sino a ofrecernos una nueva relación: Una
relación entre Dios y los hombres. Hoy, su mensaje ha sido
utilizado y hasta tergiversado por muchos. Pero eso no invalida
Su mensaje original, recogido en los Evangelios de la Biblia. Y Su
mensaje es el siguiente: Dios quiere tener una relación personal
de amistad con usted. ¿No le parece increíble? ¿No es
absolutamente sorprendente que el mismo Dios que creó el
Universo se preocupe personalmente por usted? Aunque usted
no lo haya visto, Dios estaba ahí cuando usted nació; la Biblia
dice que su embrión vio a Dios, quien le conoce por nombre.
Dios estaba, cuando tuvo ese grave problema, cuando usted
cayó en una desesperación pensando en que estaba solo. Dios
estaba a su lado, pero ¿estaba usted con Él? Quizá usted se
sintió solo porque no sabía que Él estaba con usted. Dios hoy
sigue interesado por usted, y sigue ofreciendo Su amistad. No
permita, querido oyente, que la amargura estrangule su vida y
estropee una amistad única, entre Él y usted. Dios nunca
prometió solucionar todos sus problemas, muchos de los cuáles
han sido producto de sus propias decisiones; sin embargo, sí
prometió ayudarle en medio de ellos.
El Salmista nos dice en el Salmo 30, versículo 5: "Porque un
momento será su ira, pero su favor dura toda la vida. Por la
noche durará el lloro, y a la mañana vendrá la alegría."
Con el transcurrir de los años hemos aprendido que Dios nunca
permite que nada, o nadie, cruce nuestro camino, aun un
enemigo, sin que eso nos enseñe una lección. Dios ha permitido
cada problema con algún propósito, para madurar nuestro
carácter. Por eso debemos practicar el hábito de la oración, para
no caer en la trampa de perder "la alegría de la salvación". ¡Los
cristianos debemos ser gente alegre! Un cristiano triste es una
contradicción. Con este pensamiento en mente retomemos
nuestra lectura del capítulo 15 de Apocalipsis, leyendo los
versículos 3 y 4:
3
Y cantan el cántico de Moisés siervo de Dios, y el cántico del
Cordero, diciendo: Grandes y maravillosas son tus obras, Señor
Dios Todopoderoso; justos y verdaderos son tus caminos, Rey de
los santos. 4 ¿Quién no te temerá, oh Señor, y glorificará tu
nombre? pues sólo tú eres santo; por lo cual todas las naciones
vendrán y te adorarán, porque tus juicios se han manifestado.
Si usted desea conocer el cántico de Moisés, lo encontrará en el
libro de Éxodo, capítulo 15, versículos 1 al 21; y también en
Deuteronomio, capítulo 32, versículos 1 al 43. Ambos cánticos
hablan de la libertad que ofrece Dios, de Su salvación y Su
fidelidad.
Este cántico fue entonado por el pueblo de Israel después de
haber pasado el Mar Rojo al ser librados del ejército egipcio. Es
un cántico de victoria y liberación con el que se identificarán los
redimidos que venzan al Anticristo y a su sistema de maldad.
Estos dos cánticos, el de Moisés y el del Cordero celebran los
dos sucesos más grandes en la historia de la salvación de Dios:
su liberación del cautiverio egipcio, de la mano de Moisés y la
liberación de los pecadores del pecado, por medio de Cristo.
"Grandes y maravillosas son tus obras". Esta declaración exalta
las obras poderosas de Dios en la Creación y su sustento
providencial de todo el Universo. El libro de Apocalipsis es
Cristo-céntrico. Quiere decir que está centrado, basado, en
Cristo. No permita, estimado oyente, que los cuatro jinetes, el
dramatismo de las plagas y los juicios le distraigan del
protagonista principal: Jesucristo. Alrededor de Él giran todos los
acontecimientos. Mantengamos nuestros ojos centrados en
Cristo. Él es el Señor, Él está en control de todo. En este libro,
tenemos la máxima revelación de Jesucristo, en Su plena
santidad, en todo Su poder y en toda Su gloria. Leemos que a Él
se le llama "Rey de los santos", "Rey de las edades" o "Rey de
las naciones". Cristo será el objeto de la adoración universal y
del reconocimiento universal. ¡Él será adorado en toda la tierra!
Hemos leído: "¿Quién no te temerá, oh Señor, y glorificará tu
nombre?" En la actualidad existe muy poco temor reverencial
hacia Dios, aun entre los creyentes. Estamos tan convencidos de
que Dios, es un Dios personal de Amor, ? y por supuesto lo es,
nunca perdamos de vista esta verdad ? pero muchas veces
olvidamos que Dios también es Luz, y que es Santo; temible y
capaz de demostrar Su Ira. La Biblia habla de la Ira de Dios. Y si
usted es "un hijo de Dios", amigo oyente, quizá sería una buena
idea comportarnos como si lo fuéramos realmente; la paciencia
de Dios es limitada y puede agotarse. Si usted cree que Dios no
va a permitirle tener problemas o dificultades, tal vez esté
equivocado. Dios debe ser temido. Nuestro Dios es un Dios
santo, que no tolera el pecado; mi pecado, y su pecado. Dios le
ama intensamente, pero rechaza, con igual intensidad, su
pecado.
Hemos leído: "Por lo cual todas las naciones vendrán y te
adorarán." Llegará el día cuando las naciones vendrán, y Le
adorarán, aunque ese evento está hoy lejos de ser una realidad.
Algunos creyentes afirman vivir en "una nación cristiana", pero
esta idea no es del todo correcta. Aparentemente, no hay
ninguna nación cristiana, o al menos, que se comporte como tal.
A pesar de ello, la Biblia afirma que llegará un día en el cual
toda nación le adorará. Este conocimiento nos otorga ánimo, a
pesar de ver cómo nuestras naciones se encaminan en una
dirección equivocada. Algún día, Dios quitará a los hombres
rebeldes y sólo dejará a aquellos que le adoren. En el Salmo 2,
versículo 8, se nos dice: "Pídeme, y te daré por herencia las
naciones, y como posesión tuya los confines de la tierra". Y en el
libro del profeta Isaías, capítulo 11 y versículo 9, dice: "No harán
mal ni dañarán en todo mi santo monte; porque la tierra será
llena del conocimiento de Jehová, como las aguas cubren el
mar". El profeta Jeremías, dice en el capítulo 23 de su libro,
versículo 5: "He aquí que vienen días, dice Jehová, en que
levantaré a David renuevo justo, y reinará como Rey, el cual
será dichoso, y hará juicio y justicia en la tierra."
El apóstol Pablo escribió en Carta a los Filipenses, capítulo 2,
versículos 9 al 11, dice: "Por lo cual Dios también le exaltó hasta
lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que
en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en
los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua
confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre".
Aunque, a pesar de las demostraciones de Su juicio, hombres y
mujeres que renegaron de Dios, no tendrán más remedio que
reconocer Su Poder y Autoridad.
Regresando al libro de Apocalipsis, al final del versículo 4 del
capítulo 15 leímos: "Porque tus juicios se han manifestado." Esta
declaración proviene de los labios de aquellos que han pasado a
través de la Gran Tribulación. El testimonio de personas que
hayan pasado a través de este período será sin duda,
impresionante. Dios es Justo y si usted cree lo contrario, es muy
libre de hacerlo, pero tal vez debería reconsiderar su posición. El
carácter santo y perfecto de Dios demanda de forma inevitable
que Él juzgue, según Sus reglas, mandamientos y leyes. El
Salmo 7, versículo 9, nos dice: "Fenezca ahora la maldad de los
inicuos, mas establece tú al justo; porque el Dios justo prueba la
mente y el corazón." Y el Salmo 11, versículo 7 dice: "Porque
Jehová es justo, y ama la justicia; el hombre recto mirará su
rostro." En el Salmo 107, leemos los versículos 1, 40 y 42, que
dicen: "Alabad a Jehová, porque él es bueno; porque para
siempre es Su misericordia. Él esparce menosprecio sobre los
príncipes, y les hace andar perdidos, vagabundos y sin camino.
Véanlo los rectos, y alégrense, y todos los malos cierren su
boca." Bien, volviendo nuevamente a Apocalipsis, veamos lo que
nos dicen los versículos 5 y 6 de este capítulo 15:
5
Después de estas cosas miré, y he aquí fue abierto en el cielo
el templo del tabernáculo del testimonio; 6 y del templo salieron
los siete ángeles que tenían las siete plagas, vestidos de lino
limpio y resplandeciente, y ceñidos alrededor del pecho con
cintos de oro.
En el libro de Apocalipsis, se hace referencia al templo en 15
ocasiones, lo cual es indicativo de su importancia. En la primera
parte de Apocalipsis, hasta el capítulo 3, se menciona la Iglesia
pero ¡No hay templo! Sin embargo, a partir de aquí, tenemos
una escena en la cual el templo se abre en el Cielo, aunque
también aparece un templo en la tierra, hecho según el modelo
del que está en el Cielo.
El Tabernáculo del Testimonio es un título corriente en el Antiguo
Testamento para el Tabernáculo que tuvo el pueblo hebreo en el
desierto. Parece claro, por lo tanto, que lo que Juan está viendo
en esta visión, no es el Templo de Jerusalén, sino que está
relacionado con el antiguo Tabernáculo. Es desde el interior del
Tabernáculo de donde salen los siete ángeles. Recordemos que
en el centro del Tabernáculo, estaba el Lugar Santo, donde se
encontraba el Arca de la Alianza, el arcón donde se conservaban
las Tablas de los Diez Mandamientos, la esencia de la Ley de
Dios. Es decir, Juan vio que estos ángeles salían del lugar donde
descansa la Ley de Dios. Están vestidos con túnicas de un
blanco resplandeciente, y con el pecho ceñido con cintos de oro.
Las túnicas de los ángeles representan tres cosas: 1) Son
vestiduras sacerdotales, dado que, al igual que el sacerdote era
el representante de Dios entre los hombres, estos ángeles serán
sus representantes vengadores de Dios. 2) Su atuendo es regio.
El lino blando y el cinto de oro son las vestiduras de los reyes y
de los príncipes; y estos ángeles están revestidos con la
soberanía del Rey de Reyes. 3) Sus vestiduras son celestiales; y
los ángeles son los habitantes del Cielo que vienen a la Tierra a
ejecutar los decretos de Dios. Leamos ahora los versículos 7 y 8:
7
Y uno de los cuatro seres vivientes dio a los siete ángeles siete
copas de oro, llenas de la ira de Dios, que vive por los siglos de
los siglos. 8 Y el templo se llenó de humo por la gloria de Dios, y
por su poder; y nadie podía entrar en el templo hasta que se
hubiesen cumplido las siete plagas de los siete ángeles.
Es uno de los Cuatro Seres Vivientes el que entrega a los
ángeles las Copas de la Ira de Dios. Cuando pensamos en los
cuatro seres vivientes que aparecieron en escena, en
Apocalipsis, capítulo 4:7, vimos que el primero era parecido a un
león, en segundo a un becerro, el tercero a un ser humano y el
cuarto a un águila; entre todos simbolizan "lo más fuerte, bravo,
sabio y veloz" de la naturaleza. En este caso, es apropiado que
uno de ellos les entregue a los Ángeles, las Copas de la Ira.
Éstas han de traer desastres en la naturaleza del mundo; y el
simbolismo bien puede ser que la naturaleza se esté entregando
a Dios, para mantener Su propósito.
Acabamos de llegar a las siete últimas plagas del Apocalipsis,
cada una de ellas contenida en una Copa, sostenida por un
Ángel. Son las 7 copas de oro. A veces hemos escuchamos que
el número 7 es el número de la perfección, pero realmente
simboliza la plenitud de lo completo; a veces, el número de "lo
completo" también es "lo perfecto". Recordemos que Dios creó
los Cielos y la Tierra en 6 días. Él descansó en el día séptimo, no
sólo porque Su obra estaba completa, sino porque era
"perfecta". Estas series de sietes demuestran que algo se está
completando, como por ejemplo, la historia completa de la
Iglesia, en las siete iglesias aludidas al comienzo de Apocalipsis.
Encontramos el período completo de la Gran Tribulación, en
cada una de las series de "sietes". En primer lugar, vimos en los
7 sellos iniciales, un esquema general. Luego, al avanzar, Dios
nos indica lo que ocurrirá durante los últimos tres años y medio,
la última mitad del período de la Gran Tribulación. En nuestro
próximo programa, asistiremos al derramamiento de las Copas
de la Ira de Dios.
Bien, estimados oyentes, hasta aquí nuestro programa de hoy.
Como siempre, pedimos a Dios que bendiga Su Palabra y a cada
amigo, amiga oyente al recibirla. Esperamos contar con su
presencia en nuestro próximo encuentro.
Apocalipsis 15 -16
Versículos 15:7 -16:9
Estimado amigo, amiga oyente, bienvenidos a un nuevo
Programa de "La Fuente de Vida" donde hoy retomaremos
nuestro viaje por el libro de Apocalipsis, quizá uno de los más
fascinantes que jamás se hayan escrito. Le invitamos a
acompañarnos en esta interesantísima travesía por la última
sección de la Biblia, y a adentrarnos en una época futura, la cual
no ha sucedido aún, pero que algún día lo hará, sin lugar a
dudas. ¿De qué época estamos hablando? Del fin de los tiempos,
del fin de la Humanidad, y del final de la Historia y del Mundo,
tal y como lo conocemos en la actualidad. Comencemos, pues.
Si traemos a nuestra memoria el pasado programa, bien
podríamos haber pensado que el apóstol Juan, autor de
Apocalipsis, pudiera haber finalizado su relato después de haber
hablado de la siega del juicio. Sin embargo, la intensidad del
relato de Juan va en aumento, y adquiere tintes cada vez más
dramáticos. El apóstol aún tendrá mucho que relatarnos acerca
de sus visiones sobre los horrores finales de la Gran Tribulación,
del reinado de los mil años de los santos, la gran batalla final y
de la bienaventuranza final.
Como usted recordará, ya aludimos al libro con los siete sellos,
al toque de las siete trompetas y a continuación abordaremos el
derramamiento de las Siete Copas de la Ira de Dios. Veremos
que estos elementos se organizan siguiendo la costumbre de los
escritores apocalípticos, en grupos de siete y de tres,
considerando que los tres grupos de siete son el cenit de algo
completo y perfecto.
El capítulo 15, en el cual estamos situados, presenta las siete
Copas de la Ira que representan los juicios finales de Dios, en el
último período de la tribulación de los siete años. Los juicios de
las copas vienen en una ráfaga sucesiva y cada uno de ellos es
más fuerte en furia e intensidad que el anterior. Las copas serán
las últimas plagas que caerán tras el toque de la séptima
trompeta, y concluirán la apertura del séptimo sello.
La escena que leeremos a continuación transcurre en el Cielo. Y
antes de hablarnos de los siete ángeles, con las siete copas de
la ira, Juan ha descrito a los creyentes que pasaron el martirio
por Cristo. Éstos están de pie, junto al mar que parecía como si
fuera de vidrio mezclado con fuego. Se dice que los mártires han
surgido victoriosos de su contienda con las fuerzas del
Anticristo. Y aquí hay algo muy significativo: los mártires
sufrieron las muertes más salvajes y, sin embargo, se nos dice
que surgieron victoriosos. Fue el hecho de morir, lo que les hizo
vencer. Si hubieran continuado viviendo, pero infieles a su fe, al
final habrían sido derrotados.
Abramos ahora nuestra Biblia por los versículos 7 y el 8 del
capítulo 15 de Apocalipsis, que dicen así:
7
Y uno de los cuatro seres vivientes dio a los siete ángeles siete
copas de oro, llenas de la ira de Dios, que vive por los siglos de
los siglos. 8 Y el templo se llenó de humo por la gloria de Dios, y
por su poder; y nadie podía entrar en el templo hasta que se
hubiesen cumplido las siete plagas de los siete ángeles.
Vemos que se reitera la repetición del número siete, que no
siempre significa la "perfección", sino también algo que está
completado, terminado. En Apocalipsis las diversas series de
"sietes" denotan que se están completando a la perfección el
cumplimiento de las profecías.
La idea de la Gloria de Dios, simbolizada en humo, es habitual a
lo largo del Antiguo Testamento. En la visión del profeta Isaías,
todo el templo se llenó de humo (Isaías 6:4). Además, la idea de
que nadie podía acercarse mientras hubiera humo, también está
relatado en el Antiguo Testamento.
Juan ve que estas siete copas de la ira se vaciarán sobre la
Tierra en el período final de la Gran Tribulación. Estas copas eran
utilizadas en el servicio del templo de Jerusalén. Una copa de
sangre era llevada por el Sumo Sacerdote un día al año, al lugar
Santísimo, simbolizando el perdón de los pecados del pueblo,
gracias al derramamiento de sangre. Recordemos que este ritual
pertenece sólo al periodo del Antiguo Testamento, puesto que, a
partir de la muerte de Cristo en la Cruz, de Su sacrificio y del
derramamiento de Su propia sangre inocente por nuestros
pecados, ya no fue necesario continuar con dicha costumbre.
Ahora, los siete ángeles con vestiduras sacerdotales derramarán
las Copas de la Ira sobre un mundo que rechaza a Cristo; un
mundo que rechaza la sangre de Jesucristo, y que ahora deberá
soportar el juicio y el castigo por sus reiterados pecados.
Este juicio es una acción directa del Señor Jesucristo sobre la
Tierra; Jesús, de carácter manso y humilde, manifestará de esta
forma Su ira por los pecados y la rebelión del hombre. Resulta
difícil imaginarse a Jesucristo, a quien se compara con un manso
cordero, estar lleno de ira, ¿verdad? Es más fácil, en cambio,
pensar en un león rugiendo. La Biblia nos dice que algún día el
mundo quedará sorprendido y aterrorizado de la Ira del Cordero,
la ira del Señor sobre hombres y mujeres que, a pesar de
múltiples avisos y demostraciones sobrenaturales, se niegan a
aceptar a Jesucristo como su Señor y Salvador personal. Ya
hemos comentado que Jesús no fuerza a nadie a aceptarle como
su Señor y Salvador; esto es voluntario y, por ello, depende de
usted, y no de Dios, ser salvo y disfrutar de la vida eterna.
Estos siete Ángeles, con sus siete Copas de oro, representan los
juicios de Dios. Llegamos ahora al capítulo 16 de Apocalipsis y al
derramamiento de las 7 Copas de la Ira; leamos el versículo 1:
1
Oí una gran voz que decía desde el templo a los siete ángeles:
Id y derramad sobre la tierra las siete copas de la ira de Dios.
La voz del Templo es la voz de Dios ordenando a Sus mensajeros
celestiales a provocar sus terrores sobre la Humanidad; con esta
orden dará comienzo el derramamiento sobre la tierra de las
últimas y terribles plagas, las peores de todas. Éstas tendrán
una cierta similitud con las diez plagas de Egipto, y con los
terrores que siguieron al toque de las siete trompetas del
Apocalipsis, capítulos 8 al 11.
Recordemos que, cuando el Señor Jesucristo abrió el Libro de los
Siete Sellos se inició una serie de sucesos relacionados con el
número siete, que indica la perfección absoluta. Jesucristo
continúa en el control de los acontecimientos hasta el final de
Apocalipsis. Él es Quien está marchando hacia la victoria, a
quien pertenecen el poder, y la gloria, y la majestad. Dios le ha
entregado a Jesucristo la ejecución del juicio, y será Él Quien dé
la orden para actuar a los ángeles, los cuáles actuarán sin
demora alguna. Es difícil aceptar la idea de un Dios amoroso y
misericordioso, provocando tremendas catástrofes y
destruyendo el mundo, aun siendo este rebelde y hostil hacia
Dios. Pero así es. Dios es amor; pero también es Santo y Justo, y
como tal, debe actuar con justicia; ello implica juzgar y emitir un
veredicto de inocencia o culpabilidad; y al final, lo creamos o no,
todos nosotros seremos juzgados en el Tribunal de Cristo.
Amigo, amiga oyente, la Biblia dice que absolutamente todo,
algún día, desaparecerá al igual que el humo. Tal vez usted
recuerde la historia cuando los apóstoles le dijeron al Señor
Jesucristo en cierta ocasión que mirara y admirara la hermosura
del Templo de Jerusalén. Él les respondió que, algún día, no
quedaría piedra sobre piedra en aquel lugar, hecho que sucedió
en el año 70, cuando Jerusalén fue literalmente arrasada por el
Imperio Romano en venganza por su sublevación.
Amigo oyente, todo lo que nos rodea está sujeto al juicio de
Dios. Dios va a juzgar a los habitantes de la Tierra. Y todo
desaparecerá como el humo. Es por eso que la Biblia nos invita a
tener tesoro, no en esta Tierra, sino en el Cielo, y a realizar
nuestras inversiones allí, donde ni la polilla ni el orín corrompen,
y donde ladrones no minan ni hurtan. (Mateo 6:19). Muchos
mantienen la fe en sus inversiones, en los ahorros bancarios, en
sus bienes materiales, y olvidan que algún día todo será
quemado por el fuego, por la Ira de Dios. Leamos ahora lo que
nos dice el versículo 2 de este capítulo 16:
2
Fue el primero, y derramó su copa sobre la tierra, y vino una
úlcera maligna y pestilente sobre los hombres que tenían la
marca de la bestia, y que adoraban su imagen.
La primera Copa, el primer terror, traerá una plaga sin
precedentes de úlceras malignas y purulentas. La palabra
original es la misma que se usa para describir los granos y las
llagas de la plaga de Egipto (Éxodo 9:8-11); los dolores que
siguen a la desobediencia de Dios (Deuteronomio 28:35) y la
llaga maligna de Job (Job 2:7).
El comentarista bíblico Dr. Vincent escribió: "Cada ángel, al
llegar su turno, se retira de la escena celestial, para derramar su
juicio de ira sobre la tierra"; es decir, que abandona el lugar de
la misericordia celestial, para ejecutar su correspondiente juicio.
La primera copa de juicio está relacionada con gérmenes y
bacterias, que atacarán a los seguidores del Anticristo. La
Sagrada Escritura declara que la vida de la carne se encuentra
en la sangre (Levítico 17:11). También la muerte está en la
sangre, y las llagas o úlceras malignas que aparecerán serán
más dolorosas que la lepra o el mismo cáncer. En el momento en
que el hombre descubra un antídoto para una enfermedad, otra
plaga peor aparecerá. De esta manera y por medio de estos
juicios, Dios revelará físicamente lo que es el ser humano
moralmente, totalmente corrupto. Esta plaga, como veremos, es
similar a la sexta plaga de Egipto, siendo, al menos en
apariencia, la misma clase de llaga o úlcera que se presentaba
allí. Y lo interesante es que Moisés predijo que algún día vendría
un juicio sobre Israel, como podemos leer en el libro de
Deuteronomio en su capítulo 28, versículo 15: "Pero acontecerá,
si no oyeres la voz de Jehová tu Dios, para procurar cumplir
todos sus mandamientos y sus estatutos que yo te intimo hoy,
que vendrán sobre ti todas estas maldiciones y te alcanzarán".
Más adelante en el versículo 27, continúa: "Jehová te herirá con
la úlcera de Egipto, con tumores, con sarna, y con comezón de
que no puedas ser curado". Más adelante, en el versículo 35 de
este mismo capítulo 28 de Deuteronomio, leemos: "Te herirá
Jehová con maligna pústula en las rodillas y en las piernas,
desde la planta de tu pie hasta tu coronilla, sin que puedas ser
curado".
Moisés ya predijo esta plaga, que ahora vemos dirigida hacia
aquellos que han recibido la Marca de la Bestia. Sin embargo,
aquellos que han rechazado ser marcados con la señal de la
Bestia, se encontrarán en una situación igualmente dramática:
no podrán comprar, ni vender. Esto implicará que no podrán
comprar alimentos, ni dar de comer a su familia. Pero aquellos
que tienen grabada la marca de la Bestia, y disfrutaron los
privilegios de su protección, Dios les juzgará con esta úlcera
maligna, dolorosa y pestilente al final de la Gran Tribulación.
Sin embargo, vemos en Apocalipsis que los juicios de Dios no
siempre provocan la conversión de la gente a Dios. Leamos
ahora el versículo 3 de este capítulo 16 de Apocalipsis, que dice
así:
3
El segundo ángel derramó su copa sobre el mar, y éste se
convirtió en sangre como de muerto; y murió todo ser vivo que
había en el mar.
Si comparásemos las 10 plagas de Egipto con la lista de los
terrores que siguieron al toque de las siete trompetas y las
plagas narradas en este capítulo, veríamos elementos comunes;
el granizo, las tinieblas, las aguas que se vuelven sangre, las
heridas ulceradas, y la llegada de las hordas más allá del
Éufrates. También observamos la diferencia entre los terribles
sucesos que siguen a las siete trompetas que vimos
anteriormente, donde la destrucción fue limitada a una tercera
parte de la Tierra, y las consecuencias de una destrucción
completa por el derramamiento de las Copas.
La segunda Copa, el segundo terror, es la conversión de todas
las aguas del mar en sangre. Éste y el próximo acontecimiento,
la conversión de los ríos y de las fuentes de agua dulce en
sangre, nos recuerda a la plaga de Egipto, cuando el agua del
Nilo se convirtió en sangre (Éxodo 7:17-21). Ahora, todo el mar
se convertirá en sangre: se convirtió en sangre como de muerto.
El mar se convertirá en la tumba de toda la vida que allí habita.
La refrescante brisa del mar se tornará en un hedor irrespirable
debido a los cuerpos de millones de animales marinos muertos
que flotarán en su superficie. Y, aunque la Biblia no lo menciona,
es evidente que el poco comercio que aún quedaba, quedará
totalmente paralizado.
La tercera Copa de la Ira hace su aparición en los versículos 4 al
7 del capítulo 16 de Apocalipsis:
4
El tercer ángel derramó su copa sobre los ríos, y sobre las
fuentes de las aguas, y se convirtieron en sangre. 5 Y oí al ángel
de las aguas, que decía: Justo eres tú, oh Señor, el que eres y
que eras, el Santo, porque has juzgado estas cosas. 6 Por cuanto
derramaron la sangre de los santos y de los profetas, también tú
les has dado a beber sangre; pues lo merecen. 7También oí a
otro, que desde el altar decía: Ciertamente, Señor Dios
Todopoderoso, tus juicios son verdaderos y justos.
El agua dulce, que para entonces será un bien escaso, tras una
prolongada sequía, - lo vimos en Apocalipsis 11, versículo 6-
ahora correrá la misma suerte que los océanos. Además del
sufrimiento provocado por la sed, los adoradores del Anticristo
no tendrán agua limpia ni para lavar sus llagas. Esta plaga,
similar a la de la tercera Trompeta, es nuevamente mucho más
severa y dramática. En aquella ocasión sólo quedó afectada una
tercera parte del agua dulce del planeta. Ahora, en cambio, la
totalidad del agua potable terrestre se tornará en "no potable". Y
como usted sabe, la vida sin agua es inviable, por lo que esta
plaga implicará necesariamente la destrucción de la vida a una
escala sin precedentes en la historia de la Humanidad.
El versículo 6, expresa cómo el Dios Eterno juzgará con justicia a
los asesinos de los creyentes y los predicadores del Evangelio.
Esta mortandad no tendrá paralelo en la historia (Mateo 24:21),
como tampoco lo tendrá la venganza de Dios (Romanos 12:19-
21). El ángel del versículo 6, dice: "Por cuanto derramaron la
sangre de los santos y de los profetas, también tú les has dado a
beber sangre; pues lo merecen", y con ello exonera a Dios de
cualquier acusación posible en el sentido de que sus juicios sean
demasiado severos. Porque la generación perversa, sin paralelo
en la historia, que vivirá en aquel entonces derramará más
sangre inocente que cualquier otra antes de ella; sangre de los
santos (6:9 y 17:6) y profetas (11:7-10). El juicio de Dios,
estimados oyentes, aunque aquí pueda parecer lo contrario,
siempre es y será, justo y proporcional.
Amigo, amiga oyente, cualquier cosa que Dios haga es justa.
Muchos son los que le echan la culpa a Dios por cosas que hace
el hombre, como las guerras, las hambrunas, los genocidios, los
desastres naturales, la pobreza, las enfermedades, la injusticia
social, las desigualdades económicas. Lo crea o no, Dios creó un
mundo perfecto que el hombre, poco a poco, ha ido
destruyendo. La Biblia dice que las guerras y, en general, todos
los conflictos son provocados por el egoísmo del corazón del
hombre, capaz sólo de pensar en sí mismo. Siendo así, habiendo
el hombre provocado el caos en la Creación en todos los niveles
posibles: económico, social, político, ambiental, etc., ¿quiénes
somos nosotros para tachar a Dios de cruel e injusto? Tengamos
cuidado con lo que decimos, pues la Biblia también dice que
algún día cada uno de nosotros compadecerá ante el Tribunal de
Cristo para dar cuenta de cada palabra que salió de nuestra
boca.
Veamos ahora lo que dicen los versículos 8 y 9 acerca del
derramamiento de la cuarta copa:
8
El cuarto ángel derramó su copa sobre el sol, al cual fue dado
quemar a los hombres con fuego. 9 Y los hombres se quemaron
con el gran calor, y blasfemaron el nombre de Dios, que tiene
poder sobre estas plagas, y no se arrepintieron para darle gloria.
Nuestro Señor Jesucristo predijo que habría señales en el sol
durante el período de la Gran Tribulación: "Entonces habrá
señales en el sol, en la luna y en las estrellas, y en la tierra
angustia de las gentes, confundidas a causa del bramido del
mar y de las olas". Eso lo leemos en el evangelio según Lucas,
capítulo 21, versículo 25. El sol, que siempre ha suministrado
luz, calor y energía, se convertirá ahora en un agente
destructivo y mortal. Sin agua para beber, los habitantes de la
tierra quedarán expuestos a un calor insoportable. Algunos
estudiosos del tema han especulado incluso que esto podría
llegar a derretir gran parte de los glaciares (suponiendo que,
cuando esto suceda, quede aún algún glaciar sin derretir) lo cual
aumentaría en unos 60 metros el nivel de los océanos. De ser
esto cierto, muchas de las ciudades más grandes del mundo
quedarían totalmente inundadas, lo cual resultará en una
pérdida de vidas todavía más catastrófica. La interrupción
resultante en el transporte marítimo, debido a la anegación de
casi la totalidad de puertos marítimos, dificultaría enormemente
la distribución de los escasos víveres y agua potable aún
disponible.
En el versículo 9 expresa que, por increíble que parezca, los
pecadores se empecinarán en no acceder al arrepentimiento y,
en lugar de ello, blasfemarán a Dios, pues conocerán
perfectamente que es Él quien ha causado todas sus aflicciones.
Seamos cristianos o no, por nuestra propia naturaleza humana,
solemos preferir seguir nuestro propio camino, a nuestra
manera. Muchos niños, cuando aprender a hablar, lo primero
que dicen es "yo solo". Y de adultos, muchos seguimos
repitiendo esta misma frase a lo largo de toda nuestra
existencia: "Yo solo"; "yo solo puedo", "yo solo soy capaz", "yo
solo puedo alcanzarlo todo", o "yo solo me basto para ser feliz".
Amigo y amiga que nos escucha: Usted, solo, no puede, ni sabe,
ni llega, ni es capaz. Usted necesita a otros. Nadie es
autosuficiente. Y es más, usted, quizá, necesite de algo o
Alguien más grande que usted mismo, para lograr trascenderse
a sí mismo, lograr sus objetivos y vivir plenamente feliz y
realizado. Quizá usted necesita a Dios, pero aún no lo sabe. ¿No
desea darle una oportunidad?
Éste es el pensamiento con el cual nos despedimos hoy de
usted. ¡Que Dios bendiga Su Palabra, y a usted, estimado
oyente!
Apocalipsis 16
Versículos 8-18
Continuamos hoy, amigo oyente, avanzando en
nuestro estudio de las profecías del apóstol Juan que Dios le
reveló por medio de unas visiones terribles y le ordenó escribir
todo lo que veía y oía. El relato de estas profecías está
recopilado en el último libro de la Biblia, el Apocalipsis. Muchas
personas piensan que ese libro es muy complicado, difícil de
entender por los muchos símbolos que allí se relatan, pero,
como ya hemos comentado, son más comprensibles si hay un
conocimiento previo de los demás libros de la Biblia. Hemos
llegado al capítulo 16 donde Juan nos relata los últimos juicios
que ocurrirán en la Tierra. Estamos viendo el último período
llamado la Gran Tribulación. En los primeros versículos de este
capítulo hemos visto el derramamiento de tres Copas que
contenían severos juicios: primero la Tierra sufriría unas
enfermedades terribles, seguido de la conversión de todos los
mares, y de todas las aguas dulces, en sangre. Hemos llegado a
la cuarta copa. Vamos a leer los versículos 8 y 9 de este capítulo
16 de Apocalipsis que estamos estudiando:
8
El cuarto ángel derramó su copa sobre el sol, al cual fue dado
quemar a los hombres con fuego. 9 Y los hombres se quemaron
con el gran calor, y blasfemaron el nombre de Dios, que tiene
poder sobre estas plagas, y no se arrepintieron para darle gloria.
El mismo Señor Jesucristo, cuando estaba en la Tierra advirtió
que en los "últimos tiempos" habría señales en el cielo. Leemos
esa mención en el evangelio según Lucas, capítulo 21, versículo
25. Él dijo: "Entonces habrá señales en el sol, en la luna y en las
estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, confundidas a
causa del bramido del mar y de las olas."
En el Antiguo Testamento encontramos
mucha información relacionado con los futuros juicios del
período de la Gran Tribulación. Hay una referencia a este juicio
de la cuarta Copa en Deuteronomio, capítulo 32, versículo 24,
que dice: "Consumidos serán de hambre, y devorados de fiebre
ardiente y de peste amarga; diente de fieras enviaré también
sobre ellos, con veneno de serpientes de la tierra." El profeta
Isaías, en el capítulo 24 de su profecía, versículo 6 dice: "Por
esta causa la maldición consumió la tierra, y sus moradores
fueron asolados; por esta causa fueron consumidos los
habitantes de la tierra, y disminuyeron los hombres." También el
profeta Malaquías, en el capítulo 4, versículo 1 escribió: "Porque
he aquí, viene el día ardiente como un horno, y todos los
soberbios y todos los que hacen maldad serán estopa; aquel día
que vendrá los abrasará, ha dicho Jehová de los ejércitos, y no
les dejará ni raíz ni rama."
Todo lo que tendría que hacer Dios es retirar una o dos capas de
la atmósfera, y las repercusiones sobre nuestro globo terráqueo
serian terribles. Sólo con desviar un poco la órbita de nuestro
planeta, sufriríamos nefastas consecuencias que pondrían en
peligro la supervivencia de todo tipo de vida sobre la Tierra.
El Señor Jesucristo ya advirtió que si aquellos días no fuesen
acortados, nadie sería salvo. (Mateo 24:22). Pero, los Suyos, los
hijos de Dios, serán guardados. En el Salmo 121, versículo 6
leemos: "El sol no te fatigará de día, ni la luna de noche." Esta
es una promesa que no tiene tanto significado para nosotros, en
nuestro tiempo, pero que será de mucho consuelo para el
creyente que vivirá durante la Gran Tribulación. A pesar de todo
el sufrimiento, nos escribe el apóstol Juan, los hombres no se
arrepentirán, sino blasfemarán el nombre de Dios.
El corazón humano, amigo, amiga oyente, es rebelde,
indomable, y a menos que Dios lo cambie por Su Gracia, al
recibir el perdón de nuestros pecados, seguiremos buscando ser
libres e independientes, cuando en realidad somos esclavos de
nosotros mismos. Este período de sufrimiento durante la Gran
Tribulación no es para la purificación de la Iglesia, que ya se
encuentra en el Cielo; es un tiempo de juicio sobre la Tierra. Y
llegamos ahora a la quinta Copa de la Ira. Leamos los versículos
10 y 11 de este capítulo 16 de Apocalipsis:
10
El quinto ángel derramó su copa sobre el trono de la bestia; y
su reino se cubrió de tinieblas, y mordían de dolor sus
lenguas, 11 y blasfemaron contra el Dios del cielo por sus dolores
y por sus úlceras, y no se arrepintieron de sus obras.
Aquí se menciona el trono de la bestia, y esto nos aclara que la
primera Bestia que vimos en el capítulo 13 de Apocalipsis será
un ser humano, un hombre. Él representará un reino, del cual él,
el Anticristo, el gobernante mundial, será la autoridad máxima,
será su rey.
Se nos dice: "y su reino se cubrió de tinieblas." Esta será una
tiniebla extraña, llamada "luz negra". El poder del sol aumenta,
el calor será mayor, pero habrá menos luz. Encontramos una
extraordinaria similitud con las tinieblas experimentadas en
Egipto, durante la novena plaga (Éxodo 10, 21-22).
Los profetas del Antiguo Testamento comentaron en varias
ocasiones este juicio de la oscuridad. No podemos citarlos a
todos, pero el profeta Isaías, en el capítulo 60, versículo 2, dice:
"Porque he aquí que tinieblas cubrirán la tierra, y oscuridad las
naciones; mas sobre ti amanecerá Jehová, y sobre ti será vista
su gloria." El profeta Joel expresó lo siguiente en el capítulo 2 de
su libro, versículos 1 y 2: "Tocad trompeta en Sion, y dad alarma
en mi santo monte; tiemblen todos los moradores de la tierra,
porque viene el día de Jehová, porque está cercano. Día de
tinieblas y de oscuridad, día de nube y de sombra; como sobre
los montes se extiende el alba, así vendrá un pueblo grande y
fuerte; semejante a él no lo hubo jamás; ni después de él lo
habrá en años de muchas generaciones."
Los profetas Nahum, Amós y también Sofonías mencionaron este
juicio. El apóstol Juan sencillamente nos está diciendo: "Aquí, en
el período de la Gran Tribulación, será donde las profecías de
hace muchos siglos atrás, cumplirán el programa de Dios".
El Señor Jesucristo confirmó esto, que está recogido en el
Evangelio según Marcos 13:24 cuando dijo: "Pero en aquellos
días, después de aquella tribulación, el sol se oscurecerá, y la
luna no dará su resplandor."
El final del versículo 10 de Apocalipsis 16, que leímos, dice: "Y
mordían de dolor sus lenguas." Lamentablemente, la intensidad
del sufrimiento y el terror que estas Copas de la Ira causarán, no
lograrán que las personas que vivan en ese tiempo, busquen a
Dios.
Aquí hay dos realidades que debemos señalar. 1º. Dios es justo
al derramar las Copas de la Ira; debemos recordar esto.
Jesucristo es el justo Juez. Él es el encargado de impartir el
castigo. 2º. El ser humano, sin embargo, no llega al
arrepentimiento por el sufrimiento. El apóstol Pablo escribió lo
siguiente en su epístola a los Romanos, capítulo 2, versículos 3
al 5: "¿Y piensas esto, oh hombre, tú que juzgas a los que tal
hacen, y haces lo mismo, que tú escaparás del juicio de Dios? ¿O
menosprecias las riquezas de su benignidad, paciencia y
longanimidad, ignorando que su benignidad te guía al
arrepentimiento? Pero por tu dureza y por tu corazón no
arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el día de la ira y de
la revelación del justo juicio de Dios." Aquí tenemos el justo
juicio de Dios, pero el hombre continúa endureciendo su
corazón, y se niega a arrepentirse. Llegamos al versículo 12 de
este capítulo 16 de Apocalipsis:
12
El sexto ángel derramó su copa sobre el gran río Éufrates; y el
agua de éste se secó, para que estuviese preparado el camino a
los reyes del oriente.
El Éufrates es llamado "el gran río" en la Biblia, como también se
denomina al Mar Mediterráneo, "el gran mar". La importancia
del río Éufrates en la Palabra de Dios no puede ser minimizada.
Es mencionado, primeramente, en Génesis, capítulo 2, y 25
veces en toda la Biblia. Fue importante en los principios del
hombre sobre la Tierra, y aquí vuelve a ser mencionado, en el
tiempo de la Gran Tribulación. Estas tierras fueron la cuna de la
civilización humana y, según las profecías de Apocalipsis, serán
la tumba de la civilización del hombre. Era la frontera entre el
Oriente y el Occidente, con un recorrido de unos 2.900
kilómetros, y la mitad del mismo era navegable. Ancho y
profundo, era una barrera muy difícil para un ejército que
quisiera cruzarlo. Al patriarca Abraham se le llamó "hebreo", lo
que según algunos intérpretes significa que él provenía "del otro
lado del río Éufrates". Era la orilla Este de este río que Dios le
prometió a Abraham. En Josué, capítulo 1, versículo 4, se nos
dice: "Desde el desierto y el Líbano hasta el gran río Éufrates,
toda la tierra de los heteos hasta el gran mar donde se pone el
sol, será vuestro territorio."
El Éufrates también llegó a ser la frontera Este del Imperio
Romano. Según el juicio de la Sexta Copa, el Éufrates se secará
milagrosamente, borrando así la frontera entre el Oriente y el
Occidente, para que estuviese preparado el camino a los reyes
del oriente, cuando éstos se trasladen para la batalla de
Armagedón. En el pasado, Tamerlán, el conquistador tártaro,
salió del oriente y arrasó esas llanuras con sus tremendas
hordas. Gengis Kan, otro conquistador tártaro, fundador del
primer imperio mongol, hizo lo mismo. Ésas fueron sólo
pequeñas demostraciones de lo que sucederá en los últimos
tiempos, cuando la frontera, que separa el Oriente del
Occidente, desaparezca. La mayor población del mundo se
encuentra en el Este, y un día éstas avanzarán hacia el
Occidente, invadiendo el área de la Tierra Prometida bajo su
líder, el dictador mundial, el Anticristo. Cruzarán el lecho seco
del río Éufrates. El cuadro es terrorífico. Cientos de millones
fluyendo hacia las tierras bíblicas, las luchas provocarán que la
sangre suba hasta los frenos de los caballos, como comentamos
en un programa anterior.
Entre la sexta y la séptima Copa de Ira encontramos un
paréntesis. Ya hemos señalado que en cada serie de 7 que
hemos visto, a excepción de los 7 personajes, hay una
interrupción, un paréntesis. Aquí tenemos ese paréntesis o
interludio, que añade algunos detalles, leamos los versículos 13
y 14:
13
Y vi salir de la boca del dragón, y de la boca de la bestia, y de
la boca del falso profeta, tres espíritus inmundos a manera de
ranas; 14 pues son espíritus de demonios, que hacen señales, y
van a los reyes de la tierra en todo el mundo, para reunirlos a la
batalla de aquel gran día del Dios Todopoderoso.
Este será la guerra de Armagedón, nombre que encontramos en
el versículo 16. No será una única batalla, sino una guerra. Para
nuestra mayor comprensión, leamos los dos siguientes
versículos también, versículos 15 y 16 del capítulo 16 de
Apocalipsis:
15
He aquí, yo vengo como ladrón. Bienaventurado el que vela, y
guarda sus ropas, para que no ande desnudo, y vean su
vergüenza. 16 Y los reunió en el lugar que en hebreo se llama
Armagedón.
Entre la sexta y séptima copa tenemos este interludio. Ahora,
esto nos lleva a Armagedón. Alrededor de la mitad del período
de la Gran Tribulación comenzarán a bajar del Norte un inmenso
ejército que se instalará a lo largo de la Tierra Prometida, hasta
el valle de Josafat, y las montañas de Edom. Es decir que estará
presente por aproximadamente 3 años y medio, y finalizará con
la venida del Señor Jesucristo, para establecer Su Reino. "Nacerá
el sol de justicia, y en sus alas traerá salvación." (Malaquías 4:2).
Ahora, aquí se nos presenta la trinidad del infierno: Satanás, el
Anticristo, y el falso profeta. Ellos actúan al unísono obligando a
las naciones del mundo a marchar contra Israel en un intento
por destruir el propósito de Dios en esta Tierra. Amigo, amiga
oyente, Dios le había hecho ciertas promesas a Abraham, y a
aquellos que vinieron después de él. Él hizo ciertos pactos con
los hebreos, el pueblo judío, y estos pactos van a mantenerse,
de la misma manera como se mantiene el texto de Juan 3:16 en
el presente.
Existe un sistema de teología, de tendencia conservadora, que
afirma que Dios ya no tiene nada que ver con la nación de Israel,
que todos esos pactos han sido cancelados, que Dios ya no
cumpliría Sus promesas, a pesar de que, literalmente, hay
cientos de ellas en el Antiguo Testamento. Debemos recordar
que la Biblia es un libro literal. El propósito de Satanás es el de
destruir los pactos que Dios hizo con el pueblo judío, para que
no se cumplan. Y ésa es la razón por la cual él actúa llevando a
todas las demás naciones en contra de esa pequeña nación. La
prueba final será la más cruel, durante el período de la Gran
Tribulación.
Juan escribió: "Y vi salir de la boca del dragón, y de la boca de la
bestia, y de la boca del falso profeta, tres espíritus inmundos a
manera de ranas" las ranas, ¿serán literales o simbolismos?
Bueno, fueron ranas literales en las plagas de Egipto, y lo
pueden ser aquí también, aunque Juan dice: "a manera de
ranas." Juan siempre tiene mucho cuidado en presentarnos un
cuadro correcto de lo que ve. El Dr. J. A. Seiss comenta en su
libro "El Apocalipsis" lo siguiente: "Éstos son espíritus inmundos,
son espíritus demoníacos; son enviados a actuar por la trinidad
del dragón. Son los ángeles elegidos para despertar al mundo
que tratan de erradicar a Dios de la Tierra. Se parecen a las
ranas porque procedentes de las nocivas pestilentes ciénagas
del universo, y realizarán su tarea en medio de las naciones, con
su demostración vociferante, hasta que logren que todos los
reyes y los ejércitos de toda la tierra se unan con entusiasmo al
aplastamiento final del Cordero y todos Sus poderes".
A nadie se le escapa el poder de los medios de comunicación,
llamado con razón, el cuarto poder, por su fuerza y credibilidad
en la formación de la opinión pública. Los medios de
comunicación pueden llegar a ser fenomenales agentes
propagandista para lograr los propósitos de hombres, o
entidades que aparentemente están detrás de las escenas. Eso
será exactamente lo que esta trinidad del mal llevará a cabo.
Ellos van a lograr que todas las naciones del mundo marchen
contra Israel.
Y el único que puede detenerles es el Señor Jesucristo. La ayuda
del pueblo judío no vendrá del norte o del sur, del este o del
oeste. Su ayuda vendrá del Señor, el Creador del Cielo y de la
Tierra.
El versículo 15 de este capítulo 16 de Apocalipsis, comienza
diciendo: "He aquí, yo vengo como ladrón." Jesucristo nunca
vendrá como un ladrón a Su Iglesia. El apóstol Pablo escribió en
la primera epístola a los Tesalonicenses, capítulo 5, versículo 4:
"Mas vosotros, hermanos, no estáis en tinieblas, para que aquel
día os sorprenda como ladrón." Él no vendrá como ladrón a la
iglesia. En la epístola de Pablo a Tito, capítulo 2, versículo 13,
escribió: "Aguardando la esperanza bienaventurada y la
manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador
Jesucristo." Al principio de Apocalipsis vimos que toda la Tierra
se lamentará a causa de Jesucristo; nadie querrá que Él venga;
quisieran olvidarlo y evitar que Él regrese a esta tierra.
"Bienaventurado el que vela, y guarda sus ropas, para que no
ande desnudo, y vean su vergüenza", escribió Juan. ¿Qué ropa
serán esas? Bueno, el comentarista Edersheim explicó que el
capitán del Templo realizaba ciertos recorridos por la noche para
comprobar si los guardas estaban despiertos y alertas. Si alguno
estaba dormido, se le golpeaba o se quemaban sus ropas, lo
cual le despertaba rápidamente. Esto significa "estad alerta, no
os durmáis, cuidad para estar vestidos con la justicia de Cristo,
cuando Él regrese."
"Y los reunió en el lugar que en hebreo se llama Armagedón."
Leemos en el versículo 16 la única mención de la palabra
"Armagedón" en las Escrituras. El Dr. McGee, autor de
estos estudios bíblicos, visitó este lugar y comentó que
Armagedón significa el "Monte de Megido". El pequeño monte
que se encuentra en el valle de Esdraelón, y un lugar muy fértil.
Muchas batallas se llevaron a cabo en ese lugar. Estuvieron
Nabucodonosor, los Asirios, y Napoleón Bonaparte ?quien dijo
que era el lugar por excelencia para llevar a cabo una batalla;
los Sirios, los cruzados cristianos, franceses anticristianos,
egipcios, persas, turcos, árabes, y muchos otros. "Y los reunió en
el lugar..." escribió Juan, y aunque Satanás, el Anticristo y el
Falso Profeta actuarán conjuntamente al forzar a las naciones
del mundo a marchar contra Israel, sin embargo ellos estarán
cumpliendo la Palabra de Dios.
Continuamos con los siguientes versículos 17 y 18 y aquí
tenemos el derramamiento de la Séptima Copa de la Ira de Dios.
Leamos los versículos 17 y 18 de este capítulo 16 de
Apocalipsis:
17
El séptimo ángel derramó su copa por el aire; y salió una gran
voz del templo del cielo, del trono, diciendo: Hecho está.
18Entonces hubo relámpagos y voces y truenos, y un gran
temblor de tierra, un terremoto tan grande, cual no lo hubo
jamás desde que los hombres han estado sobre la tierra.
Las Copas de la Ira es la última serie de 7 juicios antes de la
Venida de Cristo, y éste es el séptimo y el último de este grupo
de juicios. Es decir, nos encontramos en el final mismo de la
Gran Tribulación. El único que puede librar a la población
mundial, establecer un reino justo en la Tierra, y traer paz al
mundo, será el Señor Jesucristo.
Vemos que la séptima Copa de la Ira es derramada por el aire,
en el espacio; no se nos da una localidad geográfica; el Señor
Jesús también controla el espacio. El templo ha sido mencionado
varias veces, con las Copas de la Ira, las Trompetas, y los Sellos;
de hecho fue mencionado en todos los juicios; con las Copas de
la Ira fue mencionado 6 veces. No hay ningún templo en la
Nueva Jerusalén, por la tanto la mención no tiene relación
alguna con la Iglesia, que ya está recogida en el Cielo, y aquí se
menciona otra vez. Israel, la nación, pasará a través de la Gran
Tribulación. El remanente sellado de los files 144.000 judíos
vivirán durante este período. No sabemos cuántos más, pero
muchos más serán salvos; una gran multitud de los gentiles
fueron también sellados que también pasarán la Gran
Tribulación.
Pero amigo, amiga oyente, recordemos que la Iglesia no va a
tener que vivir ese terrible período. Dios salvará a mucha gente
en el período de la Gran Tribulación, pero no a la Iglesia, porque
ella ya ha sido sacada de la Tierra.
A continuación Juan relató que "salió una gran voz del templo
del cielo, del trono." Esa voz no es identificada, concretamente,
pero creemos que es la voz del Hijo de Dios. Se menciona su
mensaje, que dice: "Hecho está." Esta es la segunda vez que
escuchamos que Jesucristo pronuncia estas palabras: cuando
estaba clavado en la cruz, exclamó "Consumado es" ? o sea ?
hecho está. Y aquí exclama la misma frase. Cuando Él logró la
redención de nuestras almas en la cruz, leemos en el Evangelio
según Juan, capítulo 19, versículo 30, dijo: "Consumado es".
Jesucristo pagó el precio de nuestros pecados, y ofrece, todavía
hoy, una redención completa, una salvación completa. Si usted,
muy estimado amigo, amiga oyente, la rechaza, entonces un día
tendrá que enfrentarse a un juicio. El escritor de la epístola a los
Hebreos, planteó esta pregunta: "¿Cómo escaparemos nosotros,
si descuidamos una salvación tan grande?" (Hebreos 2:3).
Bien, vamos a dejar aquí nuestro estudio de Apocalipsis, que
continuaremos en nuestro próximo encuentro. ¡Que Dios
bendiga Su Palabra y a cada corazón que se abre para buscar la
única Verdad, que está en el Señor Jesucristo, Salvador y Señor
nuestro!
Apocalipsis 16-17
Versículos 16:19 - 17:5
Una cordial bienvenida a nuestro estudio de uno de los libros
más apasionantes que existen, el libro de Apocalipsis, un escrito
cronológico de profecías sobre un tiempo futuro que le aguarda
a nuestro planeta Tierra. En programas anteriores leímos el
relato de Juan, el autor de estas visiones apocalípticas que, a
pesar de los juicios que caerán sobre la Tierra, sin embargo nos
hace saber que en medio de los "últimos tiempos", Dios, el
Creador, está cercano a aquellos que Le buscan con un corazón
sincero y arrepentido. Finalizamos el último programa con el
versículo 18 del capítulo 16 de Apocalipsis que relata un gran
terremoto, de tal magnitud como nunca visto sobre la Tierra,
porque el séptimo ángel había derramado el contenido de la
séptima Copa de la Ira de Dios sobre el planeta. Leamos lo que
nos dicen los versículos 19 al 21 de este capítulo 16:
19
Y la gran ciudad fue dividida en tres partes, y las ciudades de
las naciones cayeron; y la gran Babilonia vino en memoria
delante de Dios, para darle el cáliz del vino del ardor de su
ira. 20 Y toda isla huyó, y los montes no fueron hallados. 21 Y cayó
del cielo sobre los hombres un enorme granizo como del peso
de un talento; y los hombres blasfemaron contra Dios por la
plaga del granizo; porque su plaga fue sobremanera grande.
Jerusalén será la ciudad que sufrirá un gran terremoto que la
dividirá en tres partes. Aunque el epicentro del terremoto será
Jerusalén, parece que no estará limitado a esa zona solamente,
porque las ciudades de las naciones caerán también. Esto nos
da una idea de la extensión y la vasta destrucción de este
terremoto. Aquí se menciona específicamente a Babilonia, que
ya fue mencionada también en el capítulo 14, versículo 8, y
volveremos a ver más detalles en los próximos dos capítulos.
Y leemos que "toda isla huyó" esto nos indica que aun las islas
están cambiando de un lugar a otro por este extenso terremoto.
Y luego, "un enorme granizo como del peso de un talento" Un
talento griego pesaba unos 25 kilos. El talento judío pesaba
alrededor de 52 kilos. Es interesante recordar que en el libro de
Josué hay una mención acerca del granizo, en el capítulo 10,
versículo 11, leemos: "Y mientras iban huyendo de los israelitas,
a la bajada de Bet-horón, Jehová arrojó desde el cielo grandes
piedras sobre ellos hasta Azeca, y murieron; y fueron más los
que murieron por las piedras del granizo, que los que los hijos
de Israel mataron a espada."
De acuerdo con el historiador Josefo, las catapultas romanas
lanzaron piedras del peso de un talento, sobre Jerusalén, en el
año 70 D. C., cuando Tito derribó la ciudad, a pesar de su gran
resistencia. Con esta terrible granizada concluirá el período de la
Gran Tribulación.
En los siguientes capítulos 17 y 18 veremos los juicios de las dos
Babilonias. En primer lugar veremos a la iglesia apóstata
durante la Gran Tribulación, en el capítulo 17. Y luego veremos
no sólo la Babilonia religiosa, sino la Babilonia comercial en el
capítulo 18.
Muchos grandes temas están relacionados con la Gran
Tribulación y es difícil mantenerlos separados. No debería
inquietar al creyente en Jesucristo que muchos detalles no serán
revelados hasta que el mundo comience a entrar en ese período
y tenga que afrontar las diversas crisis de la Gran Tribulación.
Esto es evidente especialmente con respecto a las dos
Babilonias en los próximos capítulos 17 y 18. La pregunta es:
¿Hay dos Babilonias, y se encuentran en dos diferentes áreas
geográficas? ¿Son representaciones de dos sistemas? ¿Habrá
dos ciudades literales, o serán la misma? Creemos que las
respuestas a estas preguntas serán más evidentes al acercarse
ese tiempo, que también será el de nuestra redención, porque
los creyentes en Jesucristo seremos recogidos, arrebatados,
milagrosamente, antes de estallar el primer juicio de Dios sobre
esta Tierra. Nuestro criterio, en el presente, es que se trata de
dos ciudades.
Veamos pues, lo que nos dicen los primeros cinco versículos de
este capítulo 17 de Apocalipsis:
1
Vino entonces uno de los siete ángeles que tenían las siete
copas, y habló conmigo diciéndome: Ven acá, y te mostraré la
sentencia contra la gran ramera, la que está sentada sobre
muchas aguas; 2 con la cual han fornicado los reyes de la tierra,
y los moradores de la tierra se han embriagado con el vino de
su fornicación. 3 Y me llevó en el Espíritu al desierto; y vi a una
mujer sentada sobre una bestia escarlata llena de nombres de
blasfemia, que tenía siete cabezas y diez cuernos. 4 Y la mujer
estaba vestida de púrpura y escarlata, y adornada de oro, de
piedras preciosas y de perlas, y tenía en la mano un cáliz de oro
lleno de abominaciones y de la inmundicia de su fornicación; 5y
en su frente un nombre escrito, un misterio: BABILONIA LA
GRANDE, LA MADRE DE LAS RAMERAS Y DE LAS
ABOMINACIONES DE LA TIERRA.
"un misterio: BABILONIA". Los estudiosos de la Biblia afirman
que se trata de "un gran sistema religioso y comercial" basado
en Roma. Muchos creen que el capítulo 17 describe a la
Babilonia religiosa, y el capítulo 18 comenta su aspecto
comercial. La Babilonia religiosa incluye desde luego a la
Cristiandad apóstata, tanto protestante como católica, y puede
que represente a la iglesia ecuménica mundial. Aún en las
actualmente denominadas "iglesias bíblicas independientes", no
todos serán auténticos creyentes, y también ellos se integrarán
en las grandes organizaciones que se llamarán a sí mismas "la
iglesia", pero no será la Iglesia de Jesucristo, en ese primer
período de la Gran Tribulación.
La Biblia, la Palabra de Dios, le ha dado el título de ramera, y no
podría ser más nefasto. Este será un sistema eclesiástico de
"una iglesia mundial". La sede de esa iglesia mundial podría
estar ubicada en Roma, la ciudad edificada sobre las siete
colinas, aunque también se han barajado otras posibles
ubicaciones. "la gran ramera, la que está sentada sobre muchas
agua", controlando grandes áreas del mundo gentil "con la cual
han fornicado los reyes de la tierra" es decir, que ha seducido a
líderes políticos con sus contemporizaciones e intrigas, con
alianzas entre la iglesia y el estado durante ese período. "Con la
cual han fornicado los reyes de la tierra, y los moradores de la
tierra se han embriagado con el vino de su fornicación", lo que
significa que multitudes caerán bajo su malévola influencia,
totalmente ajena al auténtico "ser de Jesucristo, y seguir a
Jesucristo".
Juan, el autor, escribió "vi a una mujer sentada sobre una bestia
escarlata". Recordemos que en el capítulo 13 de Apocalipsis
vimos a dos grandes Bestias: una surge del mar, y la otra de la
tierra, es decir, de la Tierra de Israel. Ambas Bestias simbolizan
a dos hombres que jugarán un importante papel durante el
período de la Tribulación. Entre las dos grandes Bestias
combinarán los rasgos de las cuatro bestias del profeta Daniel,
que vimos en el capítulo 7, versículos 3 al 7. La primera gran
Bestia será la cabeza visible, aquel el que gobernará a este
reavivado Imperio Romano, que volverá a existir en forma de 10
reinos, representados por sus diez cuernos. El imperio de los
reinos y su gobernante, la gran Bestia escarlata, recibirán
fuerzas sobrenaturales de Satanás, el cual se nos describió
como el Gran Dragón, y la Serpiente antigua, en el capítulo 12
de Apocalipsis.
La iglesia apóstata, la mujer ramera, es vista por Juan "sentada
sobre una bestia escarlata", este cuadro representa al reavivado
Imperio Romano; "llena de nombres de blasfemia", eso
demostrará cuánto se ha apartado la religión, del Cristo viviente.
Continúa Juan diciendo "que tenía siete cabezas y diez cuernos",
que es la descripción de la primera gran Bestia que ya vimos en
el capítulo 13. Por un tiempo, la falsa iglesia dominará el
imperio. Se sentirá en pleno estado de gloria, llevando los
símbolos de sus vastas riquezas y exhibiéndolas, como dice el
versículo 4: "estaba vestida de púrpura y escarlata". Ése era el
color predominante del imperialismo romano. Cada senador y
cónsul de la época llevaba una tira de color púrpura como un
distintivo de su posición, color que también ostentaban las
vestimentas del emperador.
Sigue el versículo 4, "y adornada de oro, de piedras preciosas y
de perla." Estos adornos nos hablan de la belleza de un
despliegue externo; pero, como los fariseos, por dentro es
corrupción e inmundicia. Materiales preciosos, genuinos, pero
son adornos exteriores, una imitación superficial de una fe
genuina.
El Señor Jesucristo dijo en el evangelio según Mateo, capítulo 23,
versículo 25: "¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!
Porque limpiáis lo de fuera del vaso y del plato, pero por dentro
estáis llenos de robo y de injusticia."
Juan continúa describiendo a esta mujer, la iglesia apóstata,
idólatra y falsa: "y tenía en la mano un cáliz de oro lleno de
abominaciones" Esta es la intoxicación religiosa de la anti-
iglesia, -no contra el Anticristo-, sino contra la verdadera iglesia;
será una seudo religión falsa, un cristianismo falso de un
evangelio falso, en resumen, será un sistema engañoso. Ésta es
la copa que embriagará al mundo. Copa de oro fue Babilonia en
la mano de Jehová, que embriagó a toda la tierra; de su vino
bebieron los pueblos; se aturdieron, por tanto, las naciones. Esto
cita lo leemos en el libro del profeta Jeremías, capítulo 51,
versículo 7. Continúa el versículo 5: y en su frente un nombre
escrito, un misterio: BABILONIA LA GRANDE, LA MADRE DE LAS
RAMERAS Y DE LAS ABOMINACIONES DE LA TIERRA.
Ahora, se la llama "un misterio: BABILONIA", debido a su origen.
En el libro de Génesis, capítulo 11, leemos sobre la Torre de
Babel, y las absurdas intenciones de ese pueblo de llegar con su
edificación hasta el Cielo. Bajo el rey Nimrod, Babilonia llegó a
ser el origen y la cuna de todas las religiones falsas. Ahora,
aparentemente, el sueño de grandeza de Nimrod llegará a
realizarse durante la primera parte del período de la Gran
Tribulación, porque la "iglesia cósmica, universal, apóstata",
dominará a la Gran Bestia. Ésta es la iglesia que dirá: "Yo soy
rica y tengo abundancia de cosas, y no tengo necesidad de
nada". Cuando estuvimos considerando las características de las
"siete iglesias", en los capítulos 2 y 3 de Apocalipsis, dijimos que
el perfil y el tipo de iglesia como la de Filadelfia será la que Dios
recogerá en el momento del arrebatamiento de la Iglesia, antes
del comienzo del período de la Gran Tribulación. Él le dijo a esa
iglesia: "Yo también te guardaré de la hora de la prueba que ha
de venir sobre el mundo entero". Esa hora, que es un período
relativamente breve en la historia de la Humanidad, es la
referencia acerca del período de la Gran Tribulación, "la prueba
que ha de venir sobre el mundo entero".
La verdadera Iglesia no pasará por este período de prueba y
tribulación. La verdadera Iglesia será recogida milagrosamente.
Todos sus miembros, fieles y verdaderos, conjuntamente y en un
instante, en lo que se llama "el arrebatamiento", una asombrosa
desaparición de todos aquellos que profesan su fe en Jesucristo,
serán llevados al Cielo, a la presencia de Jesucristo. Pero, ¿a
quiénes recogerá Dios? No será a las diferentes iglesias, ni los
grupos eclesiales, sino la verdadera Iglesia de Jesucristo, que
está formada por los creyentes en Cristo, aquellos que han
aceptado Su regalo de la salvación, conquistado en la cruz;
aquellos que han confesado ser pecadores, aceptaron el perdón
de Dios, y continúan en una relación personal con Jesucristo. Ése
será el grupo que Dios quitará de la Tierra, y el resto, una gran
multitud de supuestos miembros, de muchas iglesias,
permanecerá en la Tierra y se enfrentará a los terribles siete
años que durará el período de la Tribulación.
El Dr. George Gill acostumbraba a decir que algunas iglesias
continuarán funcionando el domingo siguiente al
"arrebatamiento", de la desaparición de millones de personas en
todo el mundo, como si nada hubiera pasado realmente. Hasta
es posible que después de ese asombroso evento, en muchas
iglesias, no faltará ninguno de sus miembros. Ese grupo pasará
por el período de la Gran Tribulación. Pero, debemos comprender
que estos supuestos cristianos no serán verdaderos creyentes.
Ésta no será la verdadera iglesia del Señor Jesucristo, y nunca
será llamada Su Iglesia, la cual ya se halla en la presencia de
Dios, en el Cielo.
El Dr. Pentecost en su libro sobre "Las cosas que vendrán",
escribe este comentario: "La gran Bestia, que será dominada por
el sistema de la Ramera (Apocalipsis 17:3), se levantará contra
ella, y la destruirá completamente, a ella y a su sistema. Sin
duda alguna, el sistema de la ramera estará en competencia con
el sistema religioso de la gran Bestia, que será promocionado
por el Falso Profeta, y se llevará a cabo su destrucción, para que
la Bestia sea el único objetivo de la falsa adoración, en su
aspiración en ser Dios". Hasta aquí, el comentario del Dr.
Pentecost.
Recordemos lo que mencionamos anteriormente, que se califica
como "Babilonia" a un gran sistema religioso y comercial.
Babilonia será reedificada un día, como ya lo leímos en los libros
de los profetas Isaías y Jeremías, pero ambos sistemas serán
nuevamente aniquiladas, como veremos en los capítulos 17 y
18. La Babilonia eclesiástica, que será la iglesia apóstata
mundial, será destruida por la gran Bestia, que es el Anticristo,
gobernante de un nuevo orden mundial, soberano sobre todos
los imperios y reinos. La Babilonia comercial será destruida al
regresar Jesucristo en Su Segunda Venida. La Babilonia
eclesiástica, la iglesia mundial, será aborrecida por la Bestia, el
Anticristo, quien demandará la exclusividad de toda la gloria y
adoración. La Babilonia comercial será amada por el mundo. La
Babilonia eclesiástica, la supuesta iglesia mundial, será
destruida al "comienzo" de los últimos tres años y medio de la
Gran Tribulación. Recordemos que este período durará siete
años, y está dividido en dos tiempos de tres años y medio cada
uno. La Babilonia comercial será destruida al "final" de la
segunda mitad, de la Gran Tribulación. El profeta Zacarías en el
capítulo 5 de su libro mencionó algo también interesante al
respecto.
El cuadro que el apóstol Juan nos describe es aterrador. La
ramera, o prostituta, cabalga, sobre la Bestia Escarlata. La gran
Bestia escarlata, el Imperio Romano que parecía derrumbado
hace muchos siglos, resurgirá, y se reagrupará por las gestiones
del gobernante que resultará ser el Anticristo. Creemos que con
la ayuda de esa iglesia falsa, apóstata, el Anticristo, al que entre
todos los pueblos del mundo levantarán como a un ansiado
libertador, un mesías, él controlará todos los sistemas y
gobiernos del mundo. Esa falsa iglesia ayudará activamente
para extender la influencia de la gran Bestia, quien a su vez,
usará a la iglesia apóstata para controlar las masas; la supuesta
iglesia se rendirá a este arreglo por conveniencia política y su
poder.
Estimado amigo, amiga oyente, en nuestros días se oyen con
cierta frecuencia de que "en realidad todos somos iguales,
porque todos los caminos llevan a Dios, no importa cómo le
llamamos, o qué nombre tiene, todos somos peregrinos en
busca de La Verdad, y que nadie está en posesión de TODA LA
VERDAD. También hay quienes creen que uniéndose todos los
que creemos en un único Dios, todos juntos y unidos, seríamos
una formidable fuerza espiritual, convincente y visible, que
podría cambiar y mejorar al mundo". Esta filosofía no proviene
de Dios, no está en el pensamiento de Dios unificar y reunir a
todas las personas de "buen corazón y buenas intenciones".
Este sería el perfecto patrón de la iglesia falsa que aparecerá.
Será una paradoja que deslumbrará a las multitudes "no
pensantes"; ellas, las grandes masas quedarán bajo la influencia
de la gran Bestia que salió del mar, y de la gran Bestia que salió
de la tierra.
Estimado amigo, amiga oyente: cuando se rechaza lo genuino,
entonces uno es un blanco fácil para lo falso. Eso es lo que el
apóstol Pablo le dice a los Tesalonicenses en su Segunda Carta,
capítulo 2, versículo 10: "por cuanto no recibieron el amor de la
verdad para ser salvos . . . sino que se complacieron en la
injusticia".
Leímos al comienzo el versículo 1 de este capítulo 17 de
Apocalipsis, pero no lo hemos comentado todavía: "Vino
entonces uno de los siete ángeles que tenían las siete copas, y
habló conmigo diciéndome: Ven acá, y te mostraré la sentencia
contra la gran ramera". La copa de juicio será acercada a los
labios de la ramera, la iglesia apóstata, pero ¿quién será el que
hará esto? ¿Quién la destruirá? Será la misma Gran Bestia. El
Anticristo, la primera gran Bestia, y su secuaz, la segunda gran
Bestia, el Falso Profeta, no tolerarán la existencia de esa iglesia
mundial, después de que ella sirvió a sus propósitos ocultos. El
Falso Profeta impulsará la adoración exclusiva del Anticristo, el
gobernante mundial, y no permitirá ningún tipo de competencia.
La iglesia apóstata al menos hablará algo sobre Dios, aunque
mezclará muchas filosofías y pensamientos ajenos al verdadero
Evangelio, y no predicará una posible salvación gratuita en la fe
de Jesucristo.
El apóstol Juan escribió al comienzo del versículo 3, en este
capítulo 17: "Y me llevó en el Espíritu al desierto." Recordemos
que Juan se encontraba en la isla de Patmos y por el Espíritu le
fue otorgado tener la visión del Cristo glorificado y recibir el
mensaje de Jesucristo a las siete iglesias. En el Espíritu, Juan fue
llevado al Cielo. Desde ese cuadro celestial que presenció, y que
le fue ordenado escribir todo lo que viera y oyera, desde
entonces la escena cambió del Cielo, a la Tierra. Juan nos
escribe que estaba en el Espíritu. Ahora, ¿necesitaba él un
nuevo "ungimiento del Espíritu" para esta visión? Creemos que
era así. ¿Es un desierto literal? Bueno, amigo, amiga oyente,
usted recordará que éste es un capítulo en el cual se utilizan
símbolos. Alrededor de Babilonia y de Roma existía un desierto
literal, que es como un área virgen, agreste, que ha sido
registrado en la historia. Babilonia debía llegar a ser un desierto,
como podemos leer en los capítulos 47 y 48 del profeta Isaías; y
también los capítulos 50 y 51 del profeta Jeremías.
El desierto en las afueras de Roma era llamado La Campiña.
Creemos que el desierto mencionado en este versículo, es
literal. Pero también es una señal de la condición caótica del
mundo, provocada por la convulsión religiosa de Babilonia. Y es
una imitación sórdida de una religión genuina.
Vamos a continuar en nuestro próximo programa, pero
deseamos dejar muy claro lo que Dios ha desvelado y revelado
sobre la próxima iglesia universal. Ésa no será formada por
creyentes que un día se acercaron a Jesucristo, pidiendo el
perdón de sus pecados y aceptando el perdón gratuito de Dios.
A esta acción se la llama "conversión a Dios", retornar y volverse
a Dios. A partir de ese momento Dios considera a ese pecador
"un hijo redimido por la Gracia", por la sangre de Jesucristo
vertida en la cruz por cada uno de nosotros.
Le invitamos a sintonizar el próximo programa donde
continuaremos estudiando este interesante y revelador escrito
profético de Apocalipsis. Y continuamos pidiendo a Dios, para
que Él bendiga Su Palabra y a usted al escucharla.
Apocalipsis 17
Versículos 3-18
Nos encontramos nuevamente, estimado amigo, amiga oyente
para considerar algunos temas de máxima importancia, acerca
de ¡nuestro futuro, de su futuro! El tiempo, nos parece,
transcurre tan deprisa, porque tanto los adultos, los jóvenes e
incluso los niños, todos vivimos al ritmo acelerado y vertiginoso
de nuestra actualidad. Tanto es, que el muy conocido dicho, "el
tiempo es oro" se ha hecho una realidad comprensible, como
nunca antes en la historia de nuestro mundo.
A nuestro alrededor hay mucha inseguridad. La mayoría de las
noticias, no son "buenas noticias". ¿Qué nos deparará el futuro a
nivel personal, hoy, mañana, dentro de un año o diez? Algunas
personas leen y confían en su horóscopo diario; otras acuden a
adivinos, a la bola de cristal, los posos del café, el peligroso
tablero de la uija, y tantos otros supuestos sistemas de
información "paranormal", para saber el qué, el cómo, el cuándo
y el dónde, para tomar decisiones importantes en sus vidas. Hoy
vamos a continuar hablando de un tema fascinante, terrible y
sin embargo, también esperanzador. Continuaremos
considerando las profecías del libro de Apocalipsis, que desvelan
el futuro de la Humanidad, y de nuestro planeta Tierra. Le
invitamos a prestar atención, por unos minutos, a unos textos
muy antiguos, pero de plena actualidad.
Habíamos llegado en el programa anterior al capítulo 17 del libro
de Apocalipsis, y para refrescar nuestra memoria, leeremos
nuevamente los versículos 3 al 5 de este capítulo 17 que dicen:
3
Y me llevó en el Espíritu al desierto; y vi a una mujer sentada
sobre una bestia escarlata llena de nombres de blasfemia, que
tenía siete cabezas y diez cuernos. 4 Y la mujer estaba vestida
de púrpura y escarlata, y adornada de oro, de piedras preciosas
y de perlas, y tenía en la mano un cáliz de oro lleno de
abominaciones y de la inmundicia de su fornicación; 5 y en su
frente un nombre escrito, un misterio: BABILONIA LA GRANDE,
LA MADRE DE LAS RAMERAS Y DE LAS ABOMINACIONES DE LA
TIERRA.
Al regresar a este texto, vamos a resaltar varios detalles
significativos de este pasaje. El apóstol Juan, el autor de estas
visiones proféticas, vio a una mujer sentada sobre una bestia
escarlata. Esa gran Bestia ha sido identificada en el capítulo 13
como el Anticristo, el que llegará a ser el gobernante y dictador
mundial, y el que logrará restaurar el antiguo Imperio Romano,
un conjunto de 10 naciones. Llegará al poder mundial de una
manera asombrosa, con promesas que no podrá cumplir;
ofrecerá la paz mundial, la justicia universal, y todas las
naciones, fascinadas, atraídas por su carisma y simpatía
personal, le apoyarán en esta supuesta labor social y política.
Pero, llegado al poder, el gobernante se transformará. Será un
dictador que perseguirá sola y exclusivamente sus propios fines
y beneficios, instaurando un régimen de terror, especialmente
contra aquellos que cuestionan su proceder.
Hemos visto anteriormente que la mujer en este texto
representa un nuevo sistema religioso universal, una única
supuesta" iglesia" que será más una agrupación de personas y
entidades muy diversas, que nombrarán a Dios como "alguien",
pero no con los valores absolutos de Las Sagradas Escrituras.
Tampoco predicarán la salvación gratuita y eterna, ni el perdón
de pecados por gracia y fe en Jesucristo y en Su obra en la cruz.
Esa "iglesia falsa" no mencionará que todo hombre tiene que
tomar una decisión a favor o en contra de Dios, que hay una
Eternidad con Dios, o sin Dios. Ese sistema religioso, mundial,
establecerá su centro en Roma, la ciudad sobre las siete colinas.
Horacio escribió: "Los dioses miran con favor sobre las siete
colinas". Y Ovidio agregó: "Pero Roma mira alrededor de todo el
globo desde sus siete colinas; el asiento de su imperio y el
domicilio de los dioses". San Agustín, por su parte, lo expresó de
la siguiente manera: "Babilonia es una forma de Roma, y Roma
es una Babilonia postrera". La mujer ramera, que significa
"prostituta", es aquí la representación de un sistema religioso
único y oficial que existirá durante la primera parte del período
de la Gran Tribulación. Recordemos, que, por los textos bíblicos
que ya vimos anteriormente, ese período de la Gran Tribulación
serán siete años, divididos en dos bloques de unos tres años y
medio aproximadamente. Este período comenzará a partir de un
evento desconcertante: alrededor de todo el planeta y en un
mismo instante, desaparecerán millones de personas; ocurrirá, y
el desconcierto será tan grande, como incomprensible. Ese
evento la Biblia lo denomina "el arrebatamiento de la iglesia"; es
decir que Dios quitará, de manera sobrenatural, a aquellas
personas que, a Sus ojos, son creyentes auténticos y fieles a
Jesucristo, a quién han aceptado, personalmente, en sus
corazones, como su único Salvador y Señor. No importará su
procedencia o a qué tipo de iglesia asistían. Dios los quitará, los
salvará, para que no tengan que padecer los siguientes siete
años bajo el terror de los anunciados y profetizados juicios
justos, que irremisiblemente caerán sobre esta Tierra. La
llamada "iglesia apóstata" universal, comenzará a actuar como
una iglesia "sustituta" a partir de ese evento, y por tres años y
medio, será el sistema religioso que dominará y controlará al
reavivado Imperio Romano. Más adelante veremos que el
dictador mundial, en el segundo período, que son los últimos
tres años y medio de la Gran Tribulación, será proclamado como
única autoridad política, pero también espiritual. Como a los
antiguos emperadores, se le adorará como un "mesías
encarnado", como a una deidad. El versículo 5 que ya leímos,
del capítulo 17 de Apocalipsis, dice:
. . . . un misterio: BABILONIA LA GRANDE, LA MADRE DE LAS
RAMERAS Y DE LAS ABOMINACIONES DE LA TIERRA.
En el Antiguo Testamento, recordemos, concretamente en el
libro de Génesis capítulo 11, leímos como bajo el rey Nimrod se
construyó la Torre de Babel, en un intento de llegar al Cielo, para
estar a la altura de Dios. Allí comenzó la confusión de lenguas y
la dispersión de la gente. Se la considera a Babilonia la cuna y la
fuente de toda religión falsa; la rebelde Babilonia representa en
La Biblia, a todos los credos y las prácticas antagonistas a
cualquier cosa relacionada con Dios, Sus leyes y mandamientos.
La "verdadera" Iglesia de Dios es un misterio que no fue
revelado en los tiempos del Antiguo Testamento. Y la "iglesia"
que se menciona en este primer período de la Gran Tribulación,
en Apocalipsis 17, en ningún momento fue llamada "iglesia" en
el Nuevo Testamento. Se la denomina con un término que ilustra
su práctica seudo-religiosa: es llamada ? una ramera, una
prostituta, porque se prestará a alianzas y acuerdos con los
poderes políticos y fácticos, incorporando filosofías y prácticas
totalmente contrarias a las leyes éticas, morales y espirituales,
diseñados por el Creador. Porque, recordemos, la "verdadera"
Iglesia ya ha dejado la Tierra, ya se encuentra en el Cielo, en la
presencia de Dios. Una buena pregunta es: y ¿qué sucederá a
aquellos que aparentaban ser cristianos, y hasta eran miembros
de alguna iglesia cristiana, pero que fueron "dejados atrás"? Lo
hemos comentado anteriormente: según La Palabra de Dios,
todos los que quedaron en la Tierra y no fueron llevados por Dios
al Cielo, en el "arrebatamiento de la Iglesia", ellos sufrirán el
período de la Gran Tribulación. El sistema religioso, que se
llamará a sí mismo "la iglesia global, universal" continuará unos
tres años y medio; al principio actuará bajo la benevolencia del
dictador mundial, pero en el segundo período, durante los
últimos tres años y medio de la Gran Tribulación, también será
perseguida, y martirizados aquellos que no aceptarán la auto-
proclamada deidad del Anticristo. Esa iglesia apóstata, la "anti-
iglesia" será la antítesis de la "verdadera Iglesia", la cual es la
esposa de Jesucristo. Es el misterio Babilonia, porque así ha sido
denominada, LA MADRE DE LAS RAMERAS Y DE LAS
ABOMINACIONES DE LA TIERRA.
El apóstol Pablo nos dice en su Segunda Epístola a los
Tesalonicenses, capítulo 2, versículo 7: "Porque ya está en
acción el misterio de la iniquidad; sólo que hay quien al presente
lo detiene, hasta que él a su vez sea quitado de en medio."
Continuamos con el versículo 6 de este capítulo 17 de
Apocalipsis, leemos:
6
Vi a la mujer ebria de la sangre de los santos, y de la sangre de
los mártires de Jesús; y cuando la vi, quedé asombrado con gran
asombro.
Esta es la primera vez que Juan, el autor emite un observación
tan personal: se siente verdaderamente asombrado. Él había
observado muchas escenas terribles, dramáticas, pero también
asombrosas y sobrecogedoras. Vio las maravillas del Cielo,
escuchó el canto y la música de millones que adoraban y
alababan al Señor Jesucristo, como el Redentor, el Salvador y el
Señor, pero también vio las devastadoras plagas, enfermedades,
terremotos, la destrucción y demás juicios, caer sobre la Tierra,
pero ahora expresa su gran asombro. Esa organización que se
denominará a sí misma "iglesia" mundial, universal, es calificada
por Dios como apóstata, promiscua y totalmente alejada de Su
Palabra, de los mandamientos y leyes de Dios. Recordemos que
será un sistema compuesto por muchas religiones. Esta seudo
iglesia estará como "ebria" por el poder y el dominio que ha
adquirido en poco tiempo sobre toda la Tierra, causará mucho
sufrimiento, hará pasar a los que acepten a Jesucristo como su
Salvador por una durísima persecución diabólica, e incluso
inducirá al martirio a aquellos santos. Esa será la sangre de los
mártires de Jesucristo derramada durante ese período, escribe el
apóstol Juan. Habrá muchas personas que buscarán "el camino,
la verdad y la vida", en ese caótico período de la Tribulación;
muchas clamarán a Dios, pero se encontrarán con que tendrán
que ir a Jesucristo primeramente, "porque nadie puede ir al
Padre, sino por mí", dijo el Señor Jesús, en el evangelio de Juan,
capítulo 14, versículo 6. Muchos "casi-creyentes", y otros, que
no se dejarán cegar por las promesas y propuestas del Anticristo
y de esa seudo-iglesia universal, recibirán el perdón de sus
pecados, y aceptarán el regalo de la salvación eterna; serán
hechos hijos de Dios, a pesar de los peligros y privaciones a los
que se expondrán, por su fe en Jesucristo.
Al diferenciar el apóstol Juan "la sangre de los santos", de "la
sangre de los mártires de Jesús" creemos que se refiere a los
santos de los tiempos del Antiguo Testamento, y los mártires de
Jesús, a los santos del Nuevo Testamento. Esto indica que el
término "Babilonia" implica más que un solo credo o fe; es una
amalgama, la suma de todas las religiones reunidas, que será la
religión oficial de aquellos "dejados atrás", al producirse "el
arrebatamiento" de los creyentes fieles en Jesucristo. Babilonia
fue la cuna de idolatría, fue donde comenzó a construirse la
Torre de Babel; todo ese reino fue antagónico contra Dios, y el
pueblo judío, el pueblo de Dios fueron llevados allí en cautiverio,
como esclavos; toda la historia del profeta de Daniel transcurrió
en Babilonia, donde Dios le salvó reiteradas veces, como
también a sus tres amigos que no quisieron adorar a la estatua
del rey Nabucodonosor. Continúa Juan su relato en el versículo 7:
7
Y el ángel me dijo: ¿Por qué te asombras? Yo te diré el misterio
de la mujer, y de la bestia que la trae, la cual tiene las siete
cabezas y los diez cuernos.
Hasta ese momento, el apóstol Juan había observado con más
detenimiento a la mujer, a la gran ramera, que es figura de la
iglesia universal, pero ahora el ángel le dará la explicación sobre
la gran Bestia. Veamos ahora lo que nos dicen los versículos 8 al
10 de este capítulo 17 de Apocalipsis:
8
La bestia que has visto, era, y no es; y está para subir del
abismo e ir a perdición; y los moradores de la tierra, aquellos
cuyos nombres no están escritos desde la fundación del mundo
en el libro de la vida, se asombrarán viendo la bestia que era y
no es, y será. 9 Esto, para la mente que tenga sabiduría: Las
siete cabezas son siete montes, sobre los cuales se sienta la
mujer, 10 y son siete reyes. Cinco de ellos han caído; uno es, y el
otro aún no ha venido; y cuando venga, es necesario que dure
breve tiempo.
Veremos estos tres tiempos aquí mencionados: la bestia que
era, habla del pasado histórico del Imperio Romano; y no es, se
refiere a la condición actual de aquel imperio fragmentado que
ha sido desparramado por las naciones de Europa. "Y está para
subir del abismo", esto indica que volverá a resurgir el Imperio
Romano, instigado y fomentado por el gobernante mundial,
quien recibirá una fortaleza sobrenatural de Satanás, el dragón,
o la serpiente antigua, mencionada en el capítulo 12. Muchos
personajes históricos intentaron reunir las piezas de ese
poderoso impero; Carlomagno, Napoleón, Hitler y Mussolini,
entre ellos. La gran Bestia, el Anticristo, lo conseguirá.
Ahora, cuando dice: "La bestia que has visto, era, y no es; y está
para subir del abismo e ir a perdición . . . e ir a perdición" indica
la subsiguiente destrucción del Imperio Romano por la próxima
venida de Cristo. La reaparición del Imperio Romano con gran
poder, ganará la admiración del mundo. Las naciones respetarán
y adorarán al Anticristo por su brillantez. Los santos de Dios, que
sobrevivirán en esos días, tendrán la mente del Espíritu Santo, y
una comprensión profunda de las verdades espirituales. Juan
escribió en su primera epístola, capítulo 2, versículo 27: "Pero la
unción que vosotros recibisteis de él permanece en vosotros, y
no tenéis necesidad de que nadie os enseñe; así como la unción
misma os enseña todas las cosas, y es verdadera, y no es
mentira, según ella os ha enseñado, permaneced en él."
La mención de siete reyes. Cinco de ellos han caído es
interpretada por algunos eruditos excelentes, como lo son
Newell y Govett, como cinco personajes gobernantes, y
presentan la siguiente lista: "Julio César, fue asesinado. Tiberio
fue envenenado, o ahogado. Calígula, asesinado. Claudio,
envenenado, y Nerón se suicidó. Esos son los cinco reyes y la
mención de: "uno es", se cree que es una referencia al
emperador Domiciano, vivo en la época de Juan, pero asesinado
unos años más tarde. "Y el otro aún no ha venido"; esto sería el
gobierno del futuro Anticristo."
Otros expositores bíblicos dicen que los reyes representan a
grandes potencias mundiales: Egipto, Asiria, Babilonia, Persia,
Grecia, Roma y el futuro Imperio Romano reavivado.
Continuemos leyendo los versículos 11 al 14 de este capítulo 17
de Apocalipsis:
11
La bestia que era, y no es, es también el octavo; y es de entre
los siete, y va a la perdición. 12Y los diez cuernos que has visto,
son diez reyes, que aún no han recibido reino; pero por una hora
recibirán autoridad como reyes juntamente con la
13
bestia. Estos tienen un mismo propósito, y entregarán su
poder y su autoridad a la bestia. 14 Pelearán contra el Cordero, y
el Cordero los vencerá, porque él es Señor de señores y Rey de
reyes; y los que están con él son llamados y elegidos y fieles.
Juan escucha la explicación del ángel: "Es también el octavo, y
es de entre los siete." Esto relaciona al Anticristo con el regreso
del restaurado Imperio Romano. Es la octava cabeza en estos
siete, pero aun así es uno de los siete, al restaurar la última
forma de gobierno a Roma. "Los diez cuernos", lo mencionamos
anteriormente, serán diez naciones, y son los mismos que
describe el profeta Daniel, en el capítulo 7, versículo 7.
La Bestia generalmente significa el Imperio Romano, pero
también es la última, o la octava cabeza, es decir, el emperador,
como persona, como individuo, a aquel que será el Anticristo.
Cuando él llegue al poder, ya lo vimos en las profecías de
Daniel, capítulo 7, el Anticristo, el pequeño cuerno, dominará a
tres cuernos, es decir, a tres reyes.
Leamos los versículos 15 al 18 de este capítulo 17 de
Apocalipsis:
15
Me dijo también: Las aguas que has visto donde la ramera se
sienta, son pueblos, muchedumbres, naciones y lenguas. 16 Y los
diez cuernos que viste en la bestia, éstos aborrecerán a la
ramera, y la dejarán desolada y desnuda; y devorarán sus
carnes, y la quemarán con fuego; 17 porque Dios ha puesto en
sus corazones el ejecutar lo que él quiso: ponerse de acuerdo, y
dar su reino a la bestia, hasta que se cumplan las palabras de
Dios. 18 Y la mujer que has visto es la gran ciudad que reina
sobre los reyes de la tierra.
La ramera, este gran sistema religioso que dominará con mucho
poder sobre los pueblos, muchedumbres, naciones y lenguas
durante los primeros tres años y medio de la Tribulación, caerá
en desgracia, y poco a poco, será aborrecida, relegada y
desprovista de su autoridad por el Anticristo y los reyes;
Los diez cuernos, que representan a los diez reyes, y que
gobernarán sobre las diferentes divisiones del Imperio Romano,
ellos entregarán sus reinos a la Bestia. Este hecho solidificará al
reavivado Imperio Romano y le permitirá a la Bestia, el
carismático líder prometedor de paz, estabilidad y justicia, es
decir, el Anticristo, elevarse a sí mismo como un dictador
mundial. Por un período el Anticristo estará dispuesto, por
conveniencia, a compartir su lugar de poder y exaltación con "la
ramera", la iglesia universal, ese conglomerado de filosofías,
pensamientos y prácticas que reunirá a todas las religiones y
sectas bajo su auspicio. Los diez reyes se unirán al Anticristo
para destruir el poder de esta "iglesia. El Anticristo no sólo
quebrantará su pacto con Israel, sino que también romperá su
relación con la iglesia apóstata de una forma violenta y cruel.
La falsa iglesia será destruida por el Anticristo. En esto, el
Anticristo y sus diez aliados cumplirán las profecías de la Palabra
de Dios. Dios, muchas veces ha permitido que sus enemigos
ocupen una posición que al final impulsará Sus propósitos y
proyectos, cumpliendo así Su perfecto plan en la historia de la
Humanidad. El profeta Isaías, en el capítulo 10 nos ofrece un
claro ejemplo de cómo Dios usó a los asirios, para cumplir Su
propósito. De la misma manera, el emperador César Augusto
dictó la ley de empadronamiento para recaudar los impuestos,
que obligó a la virgen María y a José a viajar hasta la pequeña
aldea de Belén, para que se cumpliesen las profecías de la
Escritura.
Eliminado el sistema religioso de la falsa iglesia apóstata, el
camino quedará libre, y con la ayuda de su Falso Profeta, el
Anticristo logrará ser aclamado y adorado en todo el mundo.
El final de la iglesia apóstata será terrible, pero justo. Sin
embargo, esto no mejorará la situación espiritual, porque
entonces comenzará el período más tenebroso para la historia
del mundo; el reino mundial y la religión del Anticristo serán la
hora más oscura que la Tierra haya conocido jamás.
Vamos a detenernos aquí por hoy, y continuaremos con este
mismo interesante tema en nuestro próximo estudio, al cual le
invitamos muy cordialmente. ¡Que Dios bendiga Su Palabra, y la
haga florecer, en cada corazón que busca el camino, la verdad,
y la vida!
Apocalipsis 18
Versículos 1-8
Es un placer volver a encontrarnos, estimado amigo, amiga
oyente, para contemplar juntos, las profecías sobre el futuro de
este maravilloso, sufrido, y tan castigado mundo nuestro, que
llamamos Tierra. Todos los días escuchamos nuevos informes
sobre el deterioro y el desgaste que sufre nuestro planeta.
Científicos, investigadores y especialistas alertan y auguran, con
estadísticas, cifras y cálculos un mañana difícil para la vida
sobre el globo terráqueo, por el mal uso, indiscriminado e
irresponsable, que hacemos de sus limitados recursos. Los
múltiples intereses creados aceleran el proceso ya irreversible
de destrucción de medios y materias primas. La ciencia no
podrá suplir, ni frenar, esta carrera hacia los grandes cambios
que las próximas generaciones tendrán que enfrentar.
Ésta es sólo una parte de la realidad que debemos enfrentar el
género humano. Hay otra realidad que ha sido revelada hace
muchos siglos atrás por el Creador de nuestro planeta, Aquel
que lo ha puesto en la órbita adecuada para la supervivencia de
la vida. Las profecías que Dios reveló a la Humanidad han sido
reunidas en las Sagradas Escrituras, la Biblia, en las que el
Creador advierte de las consecuencias de nuestras decisiones y
acciones. El libro que estudiamos en "La Fuente de la Vida", la
Palabra de Dios, es el compendio de los mensajes de Dios, llenos
de Amor y compasión por Su Creación, cada vez más alejada e
indiferente a Sus mandamientos y leyes. Dios es Amor, pero
también es Justicia y Verdad, como nos revela el último libro de
La Biblia, el Apocalipsis. Aquellos estimados amigos oyentes que
habitualmente siguen este programa han visto como Dios
reitera, con absoluta fidelidad, Su preocupación por Sus hijos,
los que han aceptado a Su Hijo Jesucristo como el único
Mediador, y el único Salvador. Los que ya hemos aceptado el
regalo del perdón de nuestros pecados, por el sacrificio de
Jesucristo en la cruz, sabemos que Él nos guarda, cuida, protege,
nos guía y alienta en todo momento.
Al estudiar las revelaciones de Dios sobre los últimos tiempos
que este mundo tendrá que enfrentar, hemos visto que Dios
quitará, o "arrebatara" de forma sobrenatural a todos los que
somos Sus hijos, que formamos la verdadera Iglesia a los ojos de
Dios. No pasaremos las calamidades y terrores, ni las plagas
apocalípticas que en un futuro este planeta sufrirá. La fecha,
Dios no la ha revelado, pero al apóstol Juan, autor de este libro,
le fueron dados visiones extraordinarias para que escribiera todo
lo que veía y oía, y así registrar el orden cronológico de estos
acontecimientos, para que estemos atentos y alertas a los
acontecimientos.
Continuamos entonces, estimado amigo, amiga oyente, con la
lectura del capítulo 18 de Apocalipsis. En el capítulo anterior
vimos el final de un seudo- cristianismo que llegará a integrarse
en un sistema religioso universal en el cual confluirán todas las
creencias, religiones y sectas apóstata, representadas en una
mal llamada "iglesia" universal, global. Después de tres años y
medio, con gloria y un creciente poder, esa "iglesia" será
perseguida y destruida por los reyes de la Tierra, bajo el
mandato dictatorial del único gobernante mundial que habrá
llegado también de forma asombrosa al poder sobre todas las
naciones de la Tierra.
En el capítulo 17 vimos la destrucción del poder religioso, al que
se le llama "Babilonia" por las implicaciones que tiene su
nombre. Babilonia no es sólo una ciudad o un territorio; por su
significado en la historia de la Humanidad, también es una
filosofía y una manera de ser y actuar. Fue la cuna donde
nacieron las religiones más antagónicas y rebeldes a Dios. En la
Biblia es la ciudad más nombrada, después de Jerusalén.
Babilonia es el símbolo de poder, tanto religioso, como político
comercial. El poder religioso de esa anti-iglesia, apóstata e infiel
a todos los preceptos de Dios, será destruido en medio de ese
período llamado la Tribulación, en el capítulo 17. Creemos que la
sede de ese poder religioso podría ser la ciudad de Roma,
edificada sobre las famosas siete colinas.
La Babilonia religiosa y la Babilonia política comercial, no serán
una misma organización o entidad, ni son una misma ciudad.
Cuando la Babilonia religiosa, representada en esa supuesta
iglesia universal sea destruida, el centro seudo religioso llegará
a ser la ciudad de Jerusalén, porque en ese lugar colocará el
Falso Profeta la imagen del Anticristo, para ser venerada y
adorada, como el mesías.
Ahora, la Babilonia política comercial será la antigua Babilonia
reedificada como la capital comercial del mundo. Desde allí
regirá el único gobernante mundial su imperio que abarca a toda
la Tierra. Este supuesto "salvador de la Humanidad", que
prometerá traer la paz y la justicia al mundo, por el poder que le
entregarán los reyes y gobernantes de las naciones, se
transformará en un cruel déspota. Es interesante notar que toda
la gran zona del Oriente medio concentra un poder inmenso, por
sus yacimientos petrolíferos. Ése recurso poderoso se traduce
también en una riqueza comercial inmensa que controla los
precios de la mayoría de los artículos básicos del mundo. No
hace falta mucha imaginación para pensar que Babilonia podría
ser reconstruida, para llegar a ser el gran centro comercial de
todo el mundo.
En una ocasión, un periodista judío preguntó al ministro de
Turismo de esa nación en una rueda de prensa: "¿Cómo es que
todos los países que rodean a Israel tienen petróleo, pero Israel
no lo tiene?" Y la respuesta fue: "Dios le dio a los árabes el
petróleo, y a nosotros, los judíos, la Biblia. ¿Quiere usted
cambiarlos? Dios no lo permita. El petróleo se acabará un día,
pero la Biblia permanecerá para siempre."
Ha habido cierta diferencia de opinión entre los estudiosos
bíblicos sobre si la Babilonia antigua será reedificada. El autor de
estos estudios bíblicos, el Dr. J. Vernon McGee opinó: "Por
muchos años tomé la postura de que no sería reedificada en el
sentido literal. Pero ahora creo que sí lo será. Isaías, capítulo 13,
versículos 19 al 22, nos habla del hecho de que la Babilonia
antigua será reedificada y destruida, y esa destrucción se
menciona en el capítulo 18 de Apocalipsis. No creo, sin
embargo, que sea reedificada en el mismo lugar, porque el río
Éufrates ha desplazado su cauce unos 20 kilómetros alejados de
la antigua ciudad". Hasta aquí el comentario del Dr. McGee.
Comencemos ahora con este capítulo 18 de Apocalipsis. En los
primeros 8 versículos, veremos el anuncio de la caída de la
Babilonia comercial y política. Leamos el versículo 1:
1
Después de esto vi a otro ángel descender del cielo con gran
poder; y la tierra fue alumbrada con su gloria.
Aquí tenemos otra vez esta declaración interesante de Juan:
"después de esto". En griego es "meta-tauta". Ya hemos dejado
atrás la serie de los diversos grupos de los conjuntos de los
"sietes". Hemos estudiado ya en anteriores programas: los 7
sellos, las 7 trompetas, los 7 personajes, y las 7 copas de la ira.
Nos estamos acercando al final de los siete años de la gran
Tribulación.
Juan continúa siendo un espectador que tiene que registrar lo
que ve. Él dice: "Vi a otro ángel". Eso nos hace regresar al
capítulo 14, donde se mencionó una serie de 6 ángeles con la
sola identificación de "otro ángel". Éste, ahora, es un mensajero
celestial, sobrenatural, de Dios, sin rostro y sin nombre, con la
única excepción que este ángel tiene gran autoridad. Esto indica
que este ángel era superior en rango a los otros ángeles, y él es
el portavoz de un mensaje de gran importancia. Se nos dice aquí
que "la tierra fue alumbrada con su gloria" que destaca la
relevancia y categoría de este ángel. El versículo 2 dice:
2
Y clamó con voz potente, diciendo: Ha caído, ha caído la gran
Babilonia, y se ha hecho habitación de demonios y guarida de
todo espíritu inmundo, y albergue de toda ave inmunda y
aborrecible.
Hubo un anuncio preliminar de la caída de Babilonia en el
capítulo 14, versículo 8, pero el ángel que tenemos aquí tiene
mayor autoridad que el ángel del primer anuncio. El anuncio es:
"Ha caído, ha caído la gran Babilonia." En el idioma griego existe
un tiempo que expresa lo que sucederá en el futuro como si ya
hubiese sucedido, y ese tiempo se emplea aquí. Cuando Dios
dice que algo va a suceder, es como si ya hubiera sucedido,
porque así será.
Ésta es la realidad del plan y el calendario de Dios. Es como si
ya todo hubiese tenido lugar, porque Él conoce el fin, desde su
mismo principio. Babilonia será el gran centro político comercial
del mundo, y será destruida. Dice: "Se ha hecho habitación de
demonios y guarida de todo espíritu inmundo, y albergue de
toda ave inmunda aborrecible."
Esto nos indica que aquí, en este lugar serán encarcelados,
aprisionados, los demonios del mundo espiritual y las aves
inmundas del mundo físico durante el Milenio, el Reino de los mil
años del Señor Jesucristo sobre la Tierra. Los profetas Isaías y
Jeremías también confirman este suceso, en Isaías, capítulo 13,
versículos 19 y 22; y Jeremías, capítulo 50, versículos 38 al 40.
Estas profecías de Isaías y Jeremías encontrarán cumplimiento
final en la destrucción general de Babilonia, en el capítulo 18 de
Apocalipsis. Si esto será así, entonces no hay ninguna profecía
contraria para que Babilonia llegue a ser reedificada
literalmente. Babilonia será la sede de los demonios, como ya
fue un lugar de rebelión contra Dios, a través de los siglos.
Continuemos con el versículo 3 de este capítulo 18 de
Apocalipsis, dice:
3
Porque todas las naciones han bebido del vino del furor de su
fornicación; y los reyes de la tierra han fornicado con ella, y los
mercaderes de la tierra se han enriquecido de la potencia de sus
deleites.
Éste será el juicio de Dios contra los grandes multi mega
negocios, que sin escrúpulos, controlan los mercados mundiales,
ignorando la ética y la moral, las normas y los códigos de las
leyes, todo en beneficio propio. Con sus cálculos y frialdad
comercial, ajenos a las necesidades de la gran parte de la
Humanidad, la única meta será el enriquecimiento de unos
pocos. Este proceder es claramente contrario a las leyes y
mandamientos de Dios, que premia, incluso, el ofrecer un vaso
de agua, dado con el corazón. Ese poder económico sólo será
posible por pactos y alianza vergonzosas con el gobierno de la
única autoridad mundial, el Anticristo, ese fascinante personaje
que embaucará a todos, pero que se transformará en un
peligroso, vengativo y cruel dictador.
La palabra "mercaderes, no es una referencia a los productores
o fabricantes, sino aquellos que son los intermediarios, los que
buscan un gran beneficio económico, que están involucrados en
los negocio para obtener grandes cantidades dinero. Y Dios
juzgará al comercialismo degradante, que no acata los
parámetros legales y se lucra de los débiles. Ahora, el versículo
4 de este capítulo 18 de Apocalipsis, dice:
4
Y oí otra voz del cielo, que decía: Salid de ella, pueblo mío,
para que no seáis partícipes de sus pecados, ni recibáis parte de
sus plagas;
Este versículo revela que el pueblo de Dios estará en el mundo
hasta el mismo final. Aquí no se habla de la Iglesia, que ya ha
sido removida, "arrebatada" de este mundo, antes de la Gran
Tribulación. Pero Dios contará con fieles creyentes en Jesucristo
también en este terrible período. Ellos lograrán sobrevivir a
estos años de durísimas pruebas y juicios que caerán sobre la
Tierra. Recordemos que en el capítulo 7 de este libro de
Apocalipsis, Juan nos describió como fueron sellados los 144.000
judíos, de las 12 tribus, y ellos, todos, "sin faltar ninguno",
llegarán al final de la gran Tribulación. Dios es fiel, y no quiere
que nadie se pierda, como lo enseñó el Señor Jesucristo en la
parábola del pastor que tenía 100 ovejas. Al faltarle una, no se
conformó con las 99 restantes. Él salió a buscar aquella oveja
que se había perdido, para tener completo su redil.
El que ahora está hablando en este versículo es el Hijo de Dios y
Él está llamando a Su pueblo para que salgan de esa ciudad
antes del juicio que caerá sobre ella. "Salid de ella, pueblo mío."
Esto significa una separación física, como aquella que
experimentó Lot, el sobrino de Abraham, cuando fue advertido
por los mensajeros de Dios que debía salir de la ciudad Sodoma
para escapar del castigo del fuego consumador. De la misma
manera ahora, Jesucristo advierte a los fieles creyentes para
evitarles el próximo castigo que esa ciudad de Babilonia sufrirá.
Reiteradas veces encontramos en las Sagradas Escrituras que
Dios tiene misericordia de Su pueblo, y envía mensajes de
advertencia y avisos para que se salven a tiempo.
Pero esta es una doble advertencia. Ellos, los creyentes no
debían tener ninguna comunión, no debían mezclarse con los
pecados de Babilonia; y debían huir de ella, antes que tenga
lugar el juicio.
Creemos que este texto tiene una aplicación muy pertinente
también para nosotros. Esto debe servirnos de advertencia, no
porque Dios no salvará aquellos que Le pertenecen, sino porque
Él quiere que nosotros vivamos de acuerdo a Su voluntad,
separados, apartados de aquellas cosas que nos pueden apartar
de Él. No debemos complacer a nuestra vieja naturaleza, sino
que los hijos de Dios debemos andar por el Espíritu, y lleno del
mismo. Si los creyentes no enfrentamos y confrontamos el
pecado, nuestros pecados en nuestra propia vida, confesándolos
al Señor Jesús, y renunciando al mismo, Él los juzgará ahora, o
cuando nos tengamos que presentar ante el Tribunal de Cristo.
Dios nos da ahora la oportunidad para juzgar, renunciar y
confesar nuestro pecado. El apóstol Pablo dice en su Primera
Epístola a los Corintios, capítulo 11, versículo 31: "Si, pues, nos
examinásemos a nosotros mismos, no seríamos juzgados."
¿Cómo podemos juzgar nuestro propio pecado? Bueno, el
apóstol Juan en su primera epístola, capítulo 1, versículo 9, dice:
"Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para
perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad."
Y "confesar", significa ver el pecado desde el punto de vista de
Dios. Amigo, amiga oyente, damos tantas excusas por nuestros
pecados. Hasta que usted y yo estemos dispuestos a llamarle
"pecado", no hemos hecho una confesión sincera.
Personalmente, espero tener todas mis cuentas arregladas aquí
en la Tierra, porque si Dios no nos disciplina inmediatamente,
esto no quiere decir que nos está dejando salir "con la nuestra".
Nadie, es un hijo de Dios, si se sale con la suya. Es mejor
arrepentirse, sinceramente, de corazón, antes que sufrir el juicio
de Dios. Leamos ahora el versículo 5 de este capítulo 18 de
Apocalipsis:
5
porque sus pecados han llegado hasta el cielo, y Dios se ha
acordado de sus maldades.
Babilonia tiene una historia muy larga de pecados acumulados.
Es una de las ciudades más antiguas en la historia de la
Humanidad, y con excepción de Jerusalén, es mencionada más
que cualquier otra ciudad en la Biblia. Y en el versículo 6,
leemos:
6
Dadle a ella como ella os ha dado, y pagadle doble según sus
obras; en el cáliz en que ella preparó bebida, preparadle a ella
el doble.
Ésta es verdadera justicia divina. El juicio de Dios puede
demorarse, pero siempre llega. La copa de maldad de Babilonia,
de sus muchos pecados, ha llegado a llenarse hasta su borde.
Dios es justo y recto en lo que hace, como lo dice el Salmo 137.
Ahora, leamos el siguiente versículo 7 de este capítulo 18 de
Apocalipsis:
7
Cuanto ella se ha glorificado y ha vivido en deleites, tanto
dadle de tormento y llanto; porque dice en su corazón: Yo estoy
sentada como reina, y no soy viuda, y no veré llanto;
La asombrosa prosperidad de Babilonia llegará a enceguecer a
todos los que en ella habitarán, y no entenderán que han
traspasado todos los límites posible. El comercio será muy
activo; en el mercado de valores, se comprará y se venderá
hasta el mismo momento del juicio. El lujo, la arrogancia, el
orgullo, el pecado, y el auto-engaño, caracterizará el espíritu de
esta ciudad impía. Creerán que la paz mundial está a la vista, y
el optimismo será el espíritu del día. Sólo los profetas habrán
presentado una advertencia, pero éstos habrán sido acallados y
aislados. En el Antiguo Testamento vimos la historia de Noé,
quien clamó y advirtió del casi inminente juicio de Dios quien, en
forma de Diluvio, al final castigó a todos los que no se
arrepintieron de sus pecados. Y en el versículo 8, leemos:
8
por lo cual en un solo día vendrán sus plagas; muerte, llanto y
hambre, y será quemada con fuego; porque poderoso es Dios el
Señor, que la juzga.
Esto nos indica que Babilonia sufrirá una destrucción repentina,
y que será por medio de fuego. Su pena y dolor será tan grande
que el llanto será considerado como una plaga más, junto con la
muerte y el hambre. La muerte, el llanto y el hambre son tres de
los jinetes que pisotearán verdaderamente a Babilonia. La
destrucción será total y final. En las Escrituras, ésta es la
primera ciudad de importancia, con una larga trayectoria, llena
de eventos históricos, pero pecaminosa en extremo, verá su fin
por el juicio de Dios que caerá sobre ella.
"Porque poderoso es Dios el Señor, que la juzga." Dios será
quien la destruya, porque Él es el único que puede hacerlo. Y Él
lo hará, creemos, para que Cristo regrese en Su Segunda Venida
a la Tierra. El profeta Isaías expresó en el capítulo 63, versículos
1 al 4 de su libro, lo siguiente: "¿Quién es éste que viene de
Edom, de Bosra, con vestidos rojos? ¿Éste hermoso en su
vestido, que marcha en la grandeza de su poder? Yo, el que
hablo en justicia, grande para salvar. ¿Por qué es rojo tu vestido,
y tus ropas como del que ha pisado en lagar? He pisado yo solo
el lagar, y de los pueblos nadie había conmigo; los pisé con mi
ira, y los hollé con mi furor; y su sangre salpicó mis vestidos, y
manché todas mis ropas, porque el día de la venganza está en
mi corazón, y el año de mis redimidos ha llegado."
En Su Segunda Venida, Cristo será visto como procedente de
Edom, con sus vestiduras salpicados de sangre. Creemos que Él
pasará primeramente por Babilonia, y ejecutará Su juicio contra
esa ciudad impía. Hablaremos de la Segunda Venida del Señor
Jesucristo cuando lleguemos al capítulo siguiente de Apocalipsis,
el capítulo 19. ¿Cuál será la reacción a la destrucción de esa
gran ciudad? Bueno, habrá gran angustia en el mundo. Pero
también veremos el regocijo que habrá en el Cielo a causa del
juicio de Babilonia.
Y aquí nos detenemos por hoy. Esperamos contar con su
presencia, estimado amigo, amiga oyente para continuar con
este interesante estudio sobre el futuro de nuestra Humanidad,
y de nuestro planeta Tierra. ¡Que Dios bendiga Su Palabra y a
usted, estimado amigo y amiga!
Apocalipsis 18
Versículos 9-24
Bienvenidos, muy estimados amigos oyentes y compañeros de
viaje "a través de la Biblia", y a todos aquellos que nos escuchan
por primera vez. Continuamos nuestro estudio de las profecías
del último libro, de Apocalipsis, y retomaremos hoy la lectura en
el capítulo 18, en el cual vemos el juicio de Dios contra la ciudad
llamada Babilonia, capital económica, comercial y política del
imperio de aquel que será el dictador que controlará y
gobernará todas las naciones del mundo, el Anticristo, o también
llamado "la gran Bestia", el gran Dragón. Muchos estudiosos
creen que su brazo derecho, al que se le denomina "el Falso
Profeta", tendrá su base de operaciones en la ciudad de
Jerusalén, donde colocará la imagen del Anticristo para ser
venerada y adorada por todos los habitantes del mundo.
Babilonia será reconstruida por el Anticristo a orillas del río
Éufrates, pero más tarde, como veremos, Dios la destruirá; allí
es donde, según historiadores y arqueólogos, comenzó la
civilización, y donde, según la Biblia, se edificó la Torre de Babel.
Babilonia llegó a ser una importantísima ciudad en la
antigüedad, hasta ella fueron llevados los judíos en cautividad, y
en esa ciudad vivieron retenidos, el profeta Daniel y sus amigos.
Es la ciudad más nombrada después de Jerusalén y se le
atribuye ser la cuna de las religiones paganas, y demás
extravagancias religiosas. En nuestro programa anterior ya
vimos cómo un juicio divino destruirá esta importantísima
ciudad. Leamos ahora los versículos 9 y 10 de este capítulo 18
de Apocalipsis para comprender la angustia que se apoderará
del mundo a causa del juicio y destrucción de Babilonia:
9
Y los reyes de la tierra que han fornicado con ella, y con ella
han vivido en deleites, llorarán y harán lamentación sobre ella,
cuando vean el humo de su incendio, 10 parándose lejos por el
temor de su tormento, diciendo: ¡Ay, ay, de la gran ciudad de
Babilonia, la ciudad fuerte; porque en una hora vino tu juicio!
Como acabamos de leer, los líderes políticos del mundo llorarán
por la pérdida de la espléndida nueva capital mundial. Este
suceso marcará la hora final del imperio del Anticristo, y con él,
la pérdida de poder de todo su sistema. Recordemos que el
Anticristo será un dictador mundial quien con perfecto engaño
fascinará a los gobernantes con promesas de paz universal y
bienestar para todos. El mundo entero se postrará a sus pies;
será adorado y venerado por todas las naciones. El centro
neurálgico de su imperio del mal será, precisamente, la ciudad
de Babilonia; un centro de influencias políticas y económicas.
Nadie en su sano juicio habría pensado que semejante bastión
mundial de poder pudiera ser atacado, y mucho menos,
destruido. Pero así será: el juicio divino sobre la ciudad reducirá
en instantes sus edificios, instituciones, funcionarios y
habitantes a un puñado de cenizas. Al final del día, Babilonia no
será más que escombros, humo y polvo. Cuando la notica se
propague, el mundo quedará conmocionado, entrará en estado
de shock y se llenará de lamentos.
Como usted recordará, en el capítulo 17 leímos que los reyes de
la Tierra odiarán al sistema seudo-religioso de esa "iglesia
universal apóstata" que se creará a partir de la "salida de los
creyentes", del "arrebatamiento" de los cristianos fieles que Dios
sacará sobrenaturalmente de esta Tierra, antes de dar comienzo
al período "de la Tribulación". El Anticristo perseguirá a esa
seudo-iglesia, y la eliminará, con la ayuda de los demás
gobernantes territoriales, para ser adorado como el mesías y el
salvador del mundo, sin impedimento, ni oposición alguna.
Ahora, en el capítulo 18 vimos, en cambio, cómo los reyes o
gobernantes de la Tierra amarán a Babilonia, porque, gracias a
ella, aumentaron y multiplicaron sus propias riquezas y tesoros.
En realidad, aquí se denomina a este acto de materialismo
desenfrenado, como "fornicación". Y no resulta difícil imaginarse
cómo en la sede del comercio mundial todas las compañías
importantes tendrán sus propias delegaciones; los gobiernos,
sus sedes diplomáticas y los lobbies, sus especialistas en tráfico
de influencias.
El texto bíblico, además, detalla que la destrucción acontecerá
"en una sola hora". Para tener una idea más aproximada de
cómo esta noticia afectará a la Humanidad, leamos los
versículos 11 hasta la primera parte del versículo 17 de este
capítulo 18 de Apocalipsis:
11
Y los mercaderes de la tierra lloran y hacen lamentación sobre
ella, porque ninguno compra más sus
mercaderías; 12 mercadería de oro, de plata, de piedras
preciosas, de perlas, de lino fino, de púrpura, de seda, de
escarlata, de toda madera olorosa, de todo objeto de marfil, de
todo objeto de madera preciosa, de cobre, de hierro y de
mármol; 13 y canela, especias aromáticas, incienso, mirra,
olíbano, vino, aceite, flor de harina, trigo, bestias, ovejas,
caballos y carros, y esclavos, almas de hombres. 14 Los frutos
codiciados por tu alma se apartaron de ti, y todas las cosas
exquisitas y espléndidas te han faltado, y nunca más las
hallarás. 15 Los mercaderes de estas cosas, que se han
enriquecido a costa de ella, se pararán lejos por el temor de su
tormento, llorando y lamentando, 16 y diciendo: ¡Ay, ay, de la
gran ciudad, que estaba vestida de lino fino, de púrpura y de
escarlata, y estaba adornada de oro, de piedras preciosas y de
perlas! 17a Porque en una hora han sido consumidas tantas
riquezas.
Al leer estos versículos tenemos la sensación de habernos
trasladado de la narración de un profeta religioso del siglo I, el
Apóstol Juan, a cualquiera de los numerosísimos centros
comerciales que pueblan nuestras grandes ciudades. Paseando
por sus inmensas instalaciones, admirando sus atractivos
escaparates, sus luces, el bombardeo de estímulos y reclamos
publicitarios, casi todo lo que el hombre pueda desear, allí lo
puede encontrar. Productos de una sociedad acomodada y
anestesiada contra la pobreza. Todos los artículos mencionados
por Juan en su lista eran productos de gran valor y precio en
aquella época. Analicemos ahora en detalle el versículo 11 de
este capítulo 18 de Apocalipsis, que dice así:
11
Y los mercaderes de la tierra lloran y hacen lamentación sobre
ella, porque ninguno compra más sus mercaderías;
Los lamentos de reyes y comerciantes deberían leerse en
paralelo al lamento sobre la ciudad de Tiro, la capital de los
Fenicios, en el libro del profeta Ezequiel, en su capítulo 26, dado
que ambos tienen mucho en común. La tristeza de los
comerciantes será puramente egoísta. Todo su lamento se
producirá por la desaparición de un mercado del cual sacaban
enormes beneficios. A partir de este versículo, Juan nos detalla
algunos de estos lujosos productos: Mercadería de oro, de plata,
de piedras preciosas, de perlas. En la época de Juan había en
Roma una auténtica pasión por la plata que llegaba de España.
Había un desaforado gusto por las piedras preciosas y las perlas.
Lino fino, de púrpura, de seda, de escarlata: El lino fino procedía
de Egipto; era la tela de las vestiduras de los reyes y sacerdotes.
Era extremadamente caro, al igual que la púrpura, que era
mucho más roja que la moderna. El tinte de la púrpura se
obtenía de un molusco, del cual sólo se podía extraer una gota.
El historiador Plinio nos dice que por aquel entonces, había en
Roma una "manía apasionada por la púrpura". La seda,
procedente de la lejana China, tenía también un precio
incalculable. Juan también nos relata más objetos de lujo, tales
como: toda madera olorosa, de todo objeto de marfil, de todo
objeto de madera preciosa, de cobre, de hierro y de mármol.
Más artículos mencionados por Juan: Y canela, especias
aromáticas, incienso, mirra, olíbano. La canela, por ejemplo, era
un artículo de lujo procedente de la India que alcanzaba en
Roma precios fabulosos. Juan sigue añadiendo: vino, aceite, flor
de harina, trigo, bestias, ovejas. Todos ellos, artículos para una
sociedad acostumbrada a vivir bien, al lujo y a la opulencia. Y no
sólo eso, se nos dice también que comerciaban con caballos y
carros, y esclavos y almas de hombres. Hasta los hombres eran
comprados y vendidos como esclavos; sólo en el Imperio
Romano hubo unos 60 millones de esclavos. Leamos ahora el
versículo 15 de este capítulo 18 de Apocalipsis, que dice así:
15
Los mercaderes de estas cosas, que se han enriquecido a
costa de ella, se pararán lejos por el temor de su tormento,
llorando y lamentando,
Al comienzo del versículo siguiente, el 16, leeremos de nuevo:
¡Ay, ay, de la gran ciudad! Los mercaderes de la Tierra estarán
frente a sus pantallas de televisión, y se lamentarán porque, en
sólo una hora, habrá sido destruida esa gran ciudad. Y es
significativo que tanto unos como otros observarán y se
lamentarán desde lejos, no vaya a ser que les alcance algo de la
desgracia que sobrevino a Babilonia. No le ayudarán en su
agonía; nunca sintieron afecto por ella, porque su única
vinculación era el lujo y los negocios que producía. Como ya
hemos mencionado, el profeta Ezequiel (en los capítulos 26 y 27
de su libro) predijo el juicio divino contra Tiro, la capital de los
fenicios. Tiro era para el mundo antiguo lo que hoy es la ciudad
de Nueva York para la economía mundial, y lo que será Babilonia
para el imperio del Anticristo. Leamos la segunda parte del
versículo 17 y leamos hasta el versículo 19:
17b
Y todo piloto, y todos los que viajan en naves, y marineros, y
todos los que trabajan en el mar, se pararon lejos; 18 y viendo el
humo de su incendio, dieron voces, diciendo: ¿Qué ciudad era
semejante a esta gran ciudad? 19 Y echaron polvo sobre sus
cabezas, y dieron voces, llorando y lamentando, diciendo: ¡Ay,
ay de la gran ciudad, en la cual todos los que tenían naves en el
mar se habían enriquecido de sus riquezas; pues en una hora ha
sido desolada.
Los capitanes de barco lamentarán la pérdida de Babilonia y el
negocio lucrativo del transporte que había generado para su
beneficio. Ahora bien, estas imágenes de lujo tienen también
una aplicación directa para nosotros; ¿Cómo reaccionamos ante
el desaforado consumismo de este mundo? ¿Lo vemos tal y
como es en realidad? Hablamos mucho hoy en día acerca de la
espiritualidad y de las cosas espirituales, pero, ¿qué hacemos
realmente para cambiar esta situación de injusticia social y
económica?
Una vez, uno de los discípulos de Jesús le dijo, admirando a los
edificios y al Templo de la ciudad de Jerusalén: "Mira . . . qué
edificios." El Señor Jesucristo le dijo: "¿Los ves? No quedará
piedra sobre piedra, que no sea derribada." Y eso fue lo que
sucedió, literalmente. ¿Dónde está su corazón, estimado amigo,
amiga oyente? ¿Está en el Cielo, establecido y anclado en Cristo,
con una perspectiva de la Eternidad, o en sus bienes materiales,
en su cuenta bancaria, en su vehículo, en su trabajo? Su actitud,
estimado amigo, amiga, marca la diferencia. El Señor Jesucristo
dijo que no podemos tener nuestro corazón lleno de Dios, y a la
vez, un amor desmedido al dinero; debemos escoger.
A partir de los versículos 20 al 24 de este capítulo 18 de
Apocalipsis, entramos en una nueva sección, cuya temática será
la anticipación del gozo en el Cielo, a causa del cumplimiento
del juicio divino sobre la ciudad de Babilonia. Leamos a
continuación el versículo 20:
20
Alégrate sobre ella, cielo, y vosotros, santos, apóstoles y
profetas; porque Dios os ha hecho justicia en ella.
En medio de todas las lamentaciones llega una voz de júbilo, la
voz de los que se alegran de ver la venganza de Dios sobre Sus
enemigos y sus perseguidores. El ángel exhortará a los mártires
de la Tribulación a que se regocijen, no por la muerte de los que
serán condenados al Infierno eterno, sino a causa de la justicia y
rectitud de Dios, que prevalecerá sobre todo.
Leamos ahora los versículos 21al 23 de este capítulo 18 de
Apocalipsis, que dicen así:
21
Y un ángel poderoso tomó una piedra, como una gran piedra
de molino, y la arrojó en el mar, diciendo: Con el mismo ímpetu
será derribada Babilonia, la gran ciudad, y nunca más será
hallada 22 Y voz de arpistas, de músicos, de flautistas y de
trompeteros no se oirá más en ti; y ningún artífice de oficio
alguno se hallará más en ti, ni ruido de molino se oirá más en
ti. 23 Luz de lámpara no alumbrará más en ti, ni voz de esposo y
de esposa se oirá más en ti; porque tus mercaderes eran los
grandes de la tierra; pues por tus hechicerías fueron engañadas
todas las naciones.
En estos pasajes, Juan nos describe el cuadro de la desolación
final de Babilonia. Empieza con una acción simbólica: Un ángel
fuerte levanta una gran piedra de molino y la arroja al mar, que
se cierra sobre ella como si no hubiera existido nunca. Así será
borrada Babilonia. Esta metáfora ilustra la violencia de la caída
de Babilonia, que pondrá fin a cualquier apariencia de
normalidad que todavía existiese en el mundo después de todos
los sellos, trompetas y copas. La vida será trastocada por
completo y el fin estará ya muy cerca. No habrá más música, ni
comercio, ni industria, ni preparación de alimento (por la alusión
a "ruido de molino"), ni más poder para alumbrar y por
supuesto, no habrá más bodas porque Dios destruirá a
engañadores y engañados por igual.
En la última parte de este versículo 23, se habla de las
hechicerías o brujería. En aquellos días aumentará el número de
religiones, sectas, cultos e iluminados. Será, sin duda, una
estrategia de engaño y desorientación espiritual promovida por
el mismo Satanás, con el fin de apartar la mirada de los
buscadores de la verdad hacia falsos dioses.
Nunca más se oirá ningún sonido de alegría. La condena del
profeta Ezequiel contra la ciudad de Tiro decía: "Haré callar el
bullicio de tus canciones y no se escuchará más el sonido de tus
cítaras" (Ezequiel 26:13). Nunca más se escuchará el ruido del
artesano realizando su trabajo. Nunca más se escuchará el ruido
de la actividad doméstica. Ya no habrá más luz en las calles ni
en las plazas. Ya nunca más se escuchará el sonido alegre de
una fiesta de bodas. Jeremías utilizó las mismas imágenes:
"Haré que desaparezca de entre ellos la voz del gozo y la voz de
la alegría, la voz del novio y la voz de la novia, el ruido del
molino y la luz de la lámpara" (Jeremías 25:10).
Babilonia se convertirá en una terrible desolación silenciosa. Y
este castigo le vendrá por ciertas razones determinadas. Le
sobrevendrá, porque rindió culto al lujo y a la riqueza y porque
vivió desenfrenadamente, sólo para buscar más placer en las
cosas materiales. Será castigada porque descarrió muchas
personas con sus hechicerías, y por ser culpable de sangre, tal y
como leemos en el siguiente versículo, el 24:
24
Y en ella se halló la sangre de los profetas y de los santos, y
de todos los que han sido muertos en la tierra.
Los sistemas políticos, religiosos y comerciales personificados
por Babilonia, cometerán atrocidades inauditas contra el pueblo
de Dios. Cuando el historiador inglés Eduardo Gibbon escribió
entre los años 1.776 a l.778 su famosa obra: "Decadencia y
caída del Imperio Romano", expuso cinco razones por las que
grandes civilizaciones habían desaparecido: En 1º lugar, la
dignidad e integridad del hogar fue socavada, las cuales, ambas,
constituyen la base de la sociedad humana; en 2º lugar,
impuestos cada vez más elevados; el gasto poco acertado del
dinero público para dar pan y circo gratis al populacho; en 3º
lugar, la locura insensata por el placer; los deportes se
convirtieron cada año más excitantes, más brutales, más
inmorales; en 4º lugar, la acumulación de grandes armamentos,
cuando el verdadero enemigo estaba "dentro": que fue la
decadencia de la responsabilidad individual y personal; y 5º
lugar, la decadencia de la religión. La fe que se diluyó en mera
religiosidad disfrazada de ritos vacíos de contenido; la religión
pierde así contacto con la vida real de las personas; pierde su
poder para guiar a la gente hacia la verdad.
Queridos amigos y amigas; hoy queremos despedirnos de usted
con el siguiente pensamiento: ¿Qué es lo que nos aleja de la fe?
El pecado. Porque nadie peca involuntariamente. Lo hacemos
porque el pecado nos ofrece algún tipo de promesa de felicidad.
Y esta falsa creencia nos esclaviza, hasta que descubrimos que
Dios es más deseable que la mayor tentación que usted y yo
podamos tener. Si usted lee la Biblia, estimado amigo, amiga
oyente, encontrará multitud de promesas de Dios para su vida;
promesas que si usted las atesora en su memoria y en su
corazón, le darán a usted las fuerzas necesarias para desterrar
de su vida, las raíces de pecado que se aferran, tales como el
orgullo, la ansiedad, la vergüenza, la impaciencia, la avaricia, el
abatimiento y la lujuria. ¡Comience hoy mismo a disfrutar de las
promesas que Dios tiene para usted, y para mí en la Biblia, y
comprobará que hay una nueva vida en Cristo!
¡Que Dios bendiga Su Palabra! Confiamos en encontrarnos,
nuevamente, aquí en nuestro próximo programa, en su cita con
La Fuente de la Vida.
Apocalipsis 19
Versículo 1
Muy estimado amigo, amiga oyente: hemos llegado hoy, en
nuestro interesante maratón, -que hemos comenzado hace
varios años a través del "libro de los libros", la Biblia,- al capítulo
19 de Apocalipsis; es un capítulo clave dentro de este singular
libro. Juan, el apóstol, evangelista y autor del mismo, continúa
narrando todo lo que él vio y oyó, tanto en el Cielo al que fue
llevado en sus dramáticas visiones, como en la Tierra, donde
presenció la cadena de acontecimientos que aquí ocurrirán en
"los últimos días" de nuestro planeta. Recordemos que Juan nos
relató el orden cronológico de eventos por acontecer en un
futuro cuya fecha no le ha sido revelada. Dios, por amor, le
reveló al apóstol Juan el futuro de la Humanidad, y de nuestro
"hábitat", la Tierra; Dios quiere enviar a los creyentes un
mensaje de aliento en la justicia divina, y a aquellos que le
rechazan o ignoran, una seria advertencia e invitación al
arrepentimiento.
Hemos llegado a un capítulo muy relevante que narra, nada
menos, que la Segunda Venida de Jesucristo al mundo. Dada la
especial relevancia de este impactante y trascendental evento,
que ocurrirá y será visto por todos los habitantes de nuestro
planeta, para su adecuada comprensión, hoy centraremos
nuestra atención al contexto y antecedentes de este capítulo. Si
nos acompaña por unos minutos, juntos, vamos a disfrutar, una
vez más, de la lectura de la Palabra de Dios.
El tema del capítulo 19 de Apocalipsis, se hace eco de las
alabanzas en el Cielo motivadas por las denominadas "Bodas del
Cordero y el regreso de Cristo" a la Tierra para juzgar y
gobernar, ya como rey, a las naciones durante Su reino de los
mil años. Pero antes de embarcarnos de lleno en la lectura en
este capítulo, echemos un rápido vistazo hacia atrás para
recapitular los hechos que nos han llevado hasta este punto.
Juan escribió este libro después de haber vivido esas visiones
del futuro, y por lo tanto lo hace en tiempo pasado, pero como
todo el contenido es una profecía de hechos todavía no
acontecidos, los relataremos en tiempo futuro. El Anticristo se ha
hecho con poder absoluto mundial como dictador. Su lema: paz
y seguridad. En la primera parte de la Tribulación, ese período
de siete años divididos en dos partes, su política estará marcada
por cambios radicales que, en primera instancia, beneficiarán a
la Humanidad. Como consecuencia, una aparente paz se
extenderá rápidamente por todo el mundo. Su poder llegará a
extenderse hasta el punto de llegar a dominar políticamente a
los demás gobiernos nacionales, así como otros ámbitos
colaterales, tales como la religión. Para aquel entonces, la
verdadera iglesia, denominada en las Sagradas Escrituras como
la esposa de Cristo, ya habrá sido trasladada sobrenaturalmente
de la Tierra al Cielo, antes del mismo comienzo de la Tribulación.
En medio de aterradores sucesos, provocados por la ira y el
juicio de Dios sobre la Tierra, Israel volverá a convertirse en el
testigo de Dios en la historia, representada por una multitud de
144.000 judíos, embajadores de Su Palabra, especialmente
sellados por Dios para ser protegidos mientras dan testimonio
de Él. Adicionalmente a éstos, encontraremos otra gran
multitud, de gentiles, también sellados con la marca protectora
de Dios.
En algún momento cerca de la mitad del período de Tribulación
de siete años, un rey del norte se levantará contra Israel y será
juzgado por Dios de la misma manera que sucedió en el pasado
con los malvados ciudadanos de las poblaciones de Sodoma y
Gomorra, ambas destruidas por Él, tal y como se relata en el
capítulo 38 del libro del profeta Ezequiel.
Este suceso abrirá las exclusas de un canal de inmensa aflicción
para la población del mundo, para el ser humano, el cual
seguirá, a pesar de las evidencias sobrenaturales, renegando y
blasfemando contra Dios. En este punto de la Historia, el
Anticristo comenzará a actuar sin engaño ni disimulo, sin
máscara alguna para disimular su verdadera identidad
demoníaca. La Humanidad dominada bajo el control de Satanás,
comenzará así la última milla en el camino de su inexorable
autodestrucción. El mundo, tal y como hoy lo conocemos,
comenzará a desintegrarse, a semejanza de un fruto maduro,
listo para la cosecha de la ira de Dios. El denominado hombre de
pecado, el Anticristo, el dictador mundial, romperá su pacto con
la nación de Israel. El Medio Oriente será durante este periodo,
el centro neurálgico de los principales sucesos mundiales. Al
comienzo de la Tribulación el dictador, el Anticristo apoyará a
una seudo-iglesia, que será la unidad de todas las religiones,
credos y sectas, con su sede, posiblemente, en la ciudad sobre
las siete colinas, Roma. Esta iglesia adquirirá tal poder que el
Anticristo la destruirá totalmente, para autoproclamarse como
única divinidad, objeto de culto y adoración sobre la Tierra,
semejante a los emperadores romanos. Por tanto, los reyes de la
Tierra se mostrarán serviles y sumisos ante él.
Cuando el Anticristo llegue al poder mundial, reconstruirá el
antiguo Imperio Romano, unirá a diez naciones que le darán el
poder y la fuerza para dominar el resto del mundo. También
reedificará la ciudad de Babilonia, como capital de su imperio
mundial. Recordemos cómo la antigua Babilonia, sobre el río
Éufrates, llegó a ser el centro económico y político del mundo
antiguo.
Los juicios de Dios se sucederán de manera rápida e inexorable
sobre un mundo blasfemo que ha rechazado a Dios, no una, sino
numerosísimas veces. De un solo golpe, una cuarta parte de la
población del mundo será eliminada. Posteriormente, una
tercera parte del mundo será destruido. La naturaleza se verá
enormemente afectada; la vegetación, los árboles, todo se
secará, gran parte de la fauna marina dejará de existir; también
se secarán los ríos, y el comercio marítimo será muy mermado.
El mundo, tal y como lo conocemos, será completamente
destruido. El sol, la luna y las estrellas también serán tocados. Y
sobre la tierra, un desastre tras otro acontecerá; pero el corazón
del hombre, seguirá sin arrepentirse; lejos de ello, levantará su
puño contra el cielo, -dice Apocalipsis-, y blasfemará contra
Dios.
Después de estos acontecimientos, el relato bíblico nos traslada
a un escenario bélico en la tierra de Israel. Millones de hombres
serán movilizados para intervenir en una contienda militar que
no es una simple batalla sino la guerra de Armagedón. Hasta tal
punto llegará la masacre que la Biblia utiliza una expresión que
no deja lugar a dudas: la sangre de los soldados llegará hasta
los frenos de los caballos. Recordemos que antes de que todo
esto suceda, los verdaderos hijos de Dios, los que han creído y
aceptado al Hijo de Dios, a Jesucristo como su único Salvador y
Señor, que forman Su iglesia, serán sacada de la Tierra para
estar con Él en el Cielo, aunque, posteriormente, regresarán con
Él a la Tierra.
Nosotros, como cristianos, realmente no tenemos esa actitud
"de esperar" los hechos narrados a partir del capítulo 4 hasta el
capítulo 18 de Apocalipsis. El Apocalipsis es un libro profético
escrito hace casi 2.000 años, pero cuyo cumplimiento se sitúa
en el futuro. Nuestra expectativa se basa en la esperanza de
encontrarnos cara a cara con nuestro Dios y Salvador, Jesucristo.
Ni siquiera sabemos el día, o el año aproximado en el que Él
regresará; pero sin duda, lo hará. Puede que sea pronto; puede
que sea hoy mismo, incluso antes de concluir este programa.
Pero también podría ser dentro de cien años o, incluso, cientos
de años; nadie puede predecirlo con certeza. Cualquier persona
que pretenda fijar una posible fecha para Su regreso yerra, dado
que la Biblia afirma que ni siquiera el Hijo de Dios, Jesucristo,
conoce dicha fecha, sino sólo el Padre. El Dr. Bill Anderson, un
conocido estudioso de la Biblia, solía decir: "Dios está
preparando el escenario. Parece que viene pronto".
Ahora bien, una vez dicho todo esto, llegamos al capítulo 19 de
Apocalipsis donde leeremos acerca de las Bodas del Cordero y el
regreso de Jesucristo para ejercer su juicio sobre los hombres y
sobre las naciones. En este capítulo nos encontramos, en primer
lugar, cuatro "aleluyas", tal y como apreciaremos en los
primeros 6 versículos. Posteriormente leeremos sobre la Esposa
del Cordero y la cena de las Bodas del Cordero, en los versículos
7 al 10. En tercer lugar, asistiremos al regreso de Jesucristo
como Rey de reyes y Señor de señores, en los versículos 11 al
16. A partir de aquí se desencadenará la batalla, la guerra de
Armagedón, en los versículos 17 y 18. A continuación, veremos
el castigo del Anticristo y de su Falso Profeta en los versículos 19
al 21.
Como puede ver, estimado amigo y amiga, el capítulo 19 de
Apocalipsis recoge numerosos acontecimientos, además de
suponer un drástico cambio en el tono narrativo del propio libro.
La destrucción de la ciudad de Babilonia, capital del reino del
Anticristo, el Dictador, la Bestia, señalará el fin de la Gran
Tribulación. Después de todos los dramáticos y terribles
acontecimientos que hemos vivido de la mano del profeta y
apóstol Juan, ahora podemos, al fin, vislumbrar un rayo de
esperanza. Los terribles días del juicio han finalizado. Y
asistiremos al evento más esperado de la historia, al menos por
los cristianos, tras la muerte y resurrección de Jesucristo: Su
Segunda Venida a la Tierra para establecer Su Reino. Es por ello
que los estudiosos de la Biblia denominan a este capítulo el
puente entre la Gran Tribulación y el Milenio, el reino milenario
que el Señor Jesucristo establecerá en la Tierra.
Ahora bien, retrocediendo al comienzo del capítulo,
observaremos con mayor detalle dos hechos de gran significado:
Las Bodas del Cordero y el regreso de Jesucristo a la tierra. Un
evento sigue al otro.
El capítulo 19 de Apocalipsis, comienza con un sonoro
multitudinario aleluya. La traducción de esta palabra hebrea
aparece cuatro veces en el Nuevo Testamento y todas en este
capítulo. Esta exclamación significa "Alabado sea el Señor" y
ocurre con frecuencia en el Antiguo Testamento. Cuando leamos
el capítulo completo, observaremos que hay cinco razones por
las que ellos alaban a Dios: 1º) Ha librado a su pueblo de sus
enemigos (v.1); 2º) porque ha administrado justicia (v.2); 3º)
porque ha aplastado de forma permanente la rebelión humana
(v.3); 4º) se ha mostrado soberano (v.6) y 5º) porque ha
mantenido la comunión con Su pueblo (v.7). Leamos pues el
versículo primero de este capítulo 19 de Apocalipsis, que dice
así:
1
Después de esto oí una gran voz de gran multitud en el cielo,
que decía: ¡Aleluya! Salvación y honra y gloria y poder son del
Señor Dios nuestro;
Juan comienza utilizando la expresión: "Después de esto";
procedente del griego "meta-tauta". ¿A qué se está refiriendo
exactamente? Se trata, sin duda, a una referencia al tiempo
cronológico transcurrido tras la destrucción de Babilonia al final
de la Gran Tribulación, justo antes de que sea establecido de
denominado Reino Milenario de Cristo en la Tierra, en el capítulo
20.
Juan también añade: "Después de esto oí una gran voz de gran
multitud en el cielo". Posiblemente Juan se está refiriendo a
ángeles, porque los Santos se suman a ellos más adelante (v.5).
El motivo parece claro: el regreso inminente del Señor Jesucristo
a la Tierra es la causa de semejante profusión de alabanza.
Podemos observar aquí cómo los "aleluyas" han sido reservados
hasta la victoria final, y resulta interesante constatar cómo esta
palabra, "aleluya" es habitualmente utilizada en el libro de los
Salmos, como por ejemplo en el Salmo 146 y también en el
Salmo 150. El Salmo 150 es un hermoso cántico de alabanza
que bien pudiera haber sido entonado por tal multitud en el
cielo. La Gran Tribulación ya ha pasado. ¡Cristo viene! La iglesia
será unida a Cristo a semejanza de una unión matrimonial. El
Salmo 104, versículo 35, dice: "Sean consumidos de la tierra los
pecadores, y los impíos dejen de ser." ¿Qué es lo que quiere
decir eso? Y continua: "Bendice, alma mía, a Jehová. Aleluya."
Aleluya porque Dios viene a juzgar y los impíos serán quitados
de la tierra. Aleluya como una expresión de alabanza de regocijo
ante el comienzo de la última etapa de la "historia de la
salvación".
El apóstol Pablo, en su epístola a los Romanos, capítulo 8,
versículos 18 al 23, ya habló a este respecto: "Pues tengo por
cierto que las aflicciones del tiempo presente no son
comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de
manifestarse. Porque el anhelo ardiente de la creación es el
aguardar la manifestación de los hijos de Dios. Porque la
creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino
por causa del que la sujetó en esperanza; porque también la
creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a
la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Porque sabemos que
toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto
hasta ahora; y no sólo ella, sino que también nosotros mismos,
que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también
gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la
redención de nuestro cuerpo".
Muy estimado amigo, y amiga que nos escucha: el reloj de la
historia avanza inexorablemente hacia el cumplimiento perfecto
del plan de Dios para la Humanidad. Se acerca el día en el que la
Tierra será liberada de la esclavitud del pecado y la Creación
dejará de gemir por el mal trato recibido por parte del hombre.
El autor de estos estudios bíblicos, el Dr. J. Vernon McGee
relataba que en su juventud encargó la construcción de una
casa con escaleras para subir a las diferentes plantas. Con el
devenir de los años, el sencillo ejercicio de subir y bajar aquellas
hermosas escaleras se tornó, paulatinamente en una pequeña
tortura. Las antaño hermosas escaleras se tornaron en un
horroroso instrumento de tortura en el que cada escalón era
capaz de arrancarle un doloroso gemido. Su esposa le decía que
no era necesario gemir a cada paso, pero él le solía responder
que el gemido era algo santo y bíblico: "Nosotros también
gemimos dentro de nosotros mismos", dice la Escritura.
Anécdotas aparte, estimado oyente, algún día ya no habrá más
gemidos, sino sólo "Aleluyas". De esto nos habla toda la Biblia, y
especialmente este pasaje. Algún día ya no habrá más
problemas, ni sufrimientos, dolores, ni problemas de salud, ni
guerras entre los hombres, ni entre éstos y Dios.
Lo cierto, estimado amigo, es que Dios merece ser alabado
porque de Él proviene nuestra salvación; Él merece ser alabado
por Su inmensa gloria y Su infinito poder. Cada uno de estos tres
atributos debería despertar en nuestros corazones un intenso
sentimiento de alabanza, no por obligación, sino por gratitud y
amor hacia Él. Su Gloria, debería despertar nuestra reverencia. Y
Su inmenso poder, siempre ejercido con amor, y justicia, debería
despertar en nosotros confianza y descanso. Estos tres
elementos; la gratitud, la reverencia y la confianza, son los
ingredientes de la verdadera alabanza.
En este pasaje, Dios es alabado porque ha ejercido su Justo y
Verdadero juicio. El juicio es la consecuencia inevitable del
pecado. El famoso científico T.S. Kepler solía afirmar lo siguiente:
"No se puede quebrantar la ley moral más fácilmente que la ley
de la gravedad". Dios es el único perfecto en Sus juicios por tres
razones: 1ª, porque sólo Él puede ver los pensamientos y deseos
íntimos de una persona. 2ª, porque Él es el único que tiene esa
pureza capaz de juzgar sin prejuicios. Y 3ª, porque sólo Él posee
la sabiduría para encontrar el juicio correcto y que tiene el poder
para aplicarlo.
La iglesia falsa, la seudo-iglesia, aquella que pretenderá
aglutinar a todas las religiones, pero sin proclamar a Jesucristo,
el Hijo de Dios en quien hay perdón y salvación eterna; quien
por Su obediencia y amor vino a este mundo para saldar la
deuda de los pecados y transgresiones del ser humano
muriendo en una cruz, y quien resucitó al tercer día para
interceder, como abogado defensor, ante el Dios Padre, hasta su
regreso a la Tierra; esa iglesia falsa, llamada también "la gran
ramera", será juzgada por Dios, porque habrá corrompido al
mundo. Dicen, que el peor de los pecados, es el de enseñar a
pecar a otros. Y aquí encontramos otra razón para regocijarse: El
juicio justo de Dios es la garantía fiel de que Dios nunca
abandona a los Suyos de manera indefinida.
Juan, el apóstol, tiene siempre un doble propósito: el primero,
relatarnos las cosas que habrán de suceder cuando Jesucristo
regrese de nuevo, con el ánimo de alentarnos a "estar
preparados y vivir cada día con la pasión y con la excelencia de
como si fuera el último". El segundo; desafiarnos a alcanzar
mayores cotas espirituales, a seguir sumergiéndonos en las
profundidades de la Palabra para disfrutar lo que está por debajo
de la superficie, y que antes nos quedaba oculto a los ojos. Juan,
el último autor de la Biblia, nos recuerda que hay "vida después
de la vida", y que está a nuestro alcance decidirnos, mientras
tengamos tiempo.
Los ángeles que alaban a Dios a gran voz nos enseñan aun otra
cosa que no deberíamos olvidar: a llevar una vida de alabanza,
por el sencillo motivo de que deseamos honrarle sobre todas las
cosas, porque Le amamos de todo corazón, hasta tal punto, de
que deseamos obedecerle en todo, cueste lo que cueste.
El verdadero sentido de la alabanza y adoración va mucho más
allá de cualquier expresión musical, lingüística o cultural. Es una
actitud, un código universal que solamente comprenden quienes
han hecho de sus propias vidas una manifestación constante de
alabanza y adoración a Dios. No necesitamos ir a una iglesia
para alabar a Dios, porque podemos hacerlo mientras
trabajamos, mientras cocinamos, hacemos deporte,
conducimos, mientras esperamos en la cola para pagar la
compra. Y, además, no sólo podemos alabar a Dios con palabras
o pensamientos, sino también con nuestros actos; podemos
alabar a Dios mientras estamos haciendo algo "como si fuera
para Él". Si usted trabaja de manera excelente y realiza cada
una de sus tareas con la mayor excelencia, "como si fuera para
Dios", está alabando a Dios. Y aunque usted no fuera valorado
por su jefe en su trabajo, si trabaja como para Dios, eso es
adoración: es dedicarle a Él todo lo que usted hace, todo lo que
usted dice, todo lo que usted piensa. La alabanza, querido
amigo y amiga, son más que palabras: es un estilo de vida.
Estimados oyentes, hasta aquí nuestro estudio de hoy. No se
pierda nuestro siguiente programa, donde seremos testigos, de
la mano del apóstol y evangelista Juan, de la Segunda Venida de
Cristo. ¡Que Dios bendiga Su Palabra y a usted, estimado amigo,
amiga oyente!
Apocalipsis 19
Versículos 2-12
Continuamos hoy, estimados amigos, amigas oyentes y
acompañantes en nuestra travesía en esta interesante incursión
en el libro de Apocalipsis. Un auténtico viaje apocalíptico, que,
programa a programa, continua sorprendiéndonos en cuanto a
intensidad y dramatismo; el Apocalipsis no es sólo una historia
grandiosa y magnífica; es la historia del retorno del señor
Jesucristo a nuestro planeta Tierra; es la historia del fin del
mundo tal y como lo conocemos; es la historia de la caída y la
destrucción del enemigo de Dios, del Anticristo y de sus
secuaces, y del juicio final de la Humanidad, pero también nos
relata el comienzo de "unos cielos nuevo y una tierra nueva".
En nuestras Biblias, estimados amigos, hay muchos más tesoros
de los que sospechamos, y Apocalipsis es, sin lugar a duda, una
joya especial. A lo largo de muchos programas hemos ido
desgranando las visiones del apóstol Juan, y nos hemos ido
internando en los mensajes que, tras casi veintiún siglos, han
llegado hasta nosotros por medio de las Sagradas Escrituras.
La Biblia, que quizá tenga en alguna estantería, estimado amigo
y amiga, ha costado sangre, sudor y lágrimas. Muchos tuvieron
que morir como mártires para que la Biblia llegara hasta
nosotros. Y nadie muere por algo que no valga la pena, ¿verdad?
La Biblia es y ha sido siempre el centro y la razón de nuestros
programas. La Biblia es sin duda, el libro más famoso del
mundo: el más famoso, pero no el más leído; el más vendido
pero también, el más ignorado.
Vamos ahora a abrir nuestra Biblia para disfrutar de su palabra y
su mensaje. Nos estamos acercando al final de este fabuloso
libro. Hoy, regresaremos al capítulo 19, versículo 2; un capítulo
singular, donde asistiremos a una boda: la denominada "Boda
del Cordero", es decir, la unión de Jesucristo con la iglesia fiel,
así como el posterior banquete nupcial. Hoy también asistiremos
al regreso del Señor Jesucristo a la Tierra. Leamos los versículos
2 al 4 del capítulo 19:
2
porque sus juicios son verdaderos y justos; pues ha juzgado a
la gran ramera que ha corrompido a la tierra con su fornicación,
y ha vengado la sangre de sus siervos de la mano de ella. 3 Otra
vez dijeron: ¡Aleluya! Y el humo de ella sube por los siglos de los
siglos. 4 Y los veinticuatro ancianos y los cuatro seres vivientes
se postraron en tierra y adoraron a Dios, que estaba sentado en
el trono, y decían: ¡Amén! ¡Aleluya!
El ejército angélico entona su segundo aleluya, alabando a Dios
porque el humo de la Babilonia destruida se elevará por siempre
jamás; es decir, que ya nunca más volverá a resurgir de sus
ruinas. A ésta, le sigue la alabanza de los veinticuatro ancianos y
de los cuatro seres vivientes. Recordemos que los veinticuatro
ancianos aparecieron al comienzo del libro, al igual que los
cuatro seres vivientes. Ya vimos que los veinticuatro ancianos
representan posiblemente a los doce patriarcas de Israel y a los
doce apóstoles, y por tanto, representan a la totalidad de la
Iglesia. Los cuatro seres vivientes, como el león, el buey, el
hombre y el águila, guardianes del Trono, seres que adoran a
Dios, juntos se postran ante la majestad y la autoridad de Dios
en adoración.
En el versículo 2 leímos lo siguiente: "Y ha vengado la sangre de
sus siervos de la mano de ella." A los creyentes se nos prohíbe
vengarnos por nosotros mismos; un cristiano jamás deberá
tomarse la justicia por su mano. El apóstol Pablo escribió en su
Carta a los Romanos, en el capítulo 12, versículo 19: "No os
venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la
ira de Dios; porque escrito está: mía es la venganza, yo pagaré,
dice al Señor."
Si usted ha sido menospreciado o maltratado por causa de su fe,
no busque venganza; entregue su deseo de justicia en las
manos de Dios, y Él la ejecutará algún día. Leamos ahora, los
versículos 5 y 6 de este capítulo 19 de Apocalipsis:
5
Y salió del trono una voz que decía: Alabad a nuestro Dios
todos sus siervos, y los que le teméis, así pequeños como
grandes. 6 Y oí como la voz de una gran multitud, como el
estruendo de muchas aguas, y como la voz de grandes truenos,
que decía: ¡Aleluya, porque el Señor nuestro Dios Todopoderoso
reina!
La voz que procede directamente del Trono, probablemente, de
uno de los querubines: "Alabad a nuestro Dios ?dice la voz-
vosotros todos Sus siervos, vosotros, los que le teméis".
El grandioso final: "¡Aleluya, porque el Señor nuestro Dios
Todopoderoso reina!" son las alabanzas de la multitud de los
redimidos. Toda esta inmensa multitud lanzará su grito de
alabanza porque la promesa de Cristo a Sus hijos se ha cumplido
completamente.
En el evangelio según San Lucas, capítulo 1, versículos 32 y 33,
leemos: "Éste será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el
Señor Dios le dará el trono de David su padre; y reinará sobre la
casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin." Él va a
venir. Pero antes de que Él venga, tendrá lugar esta gran boda.
Fijémonos ahora en un detalle muy significativo, muy propio de
Juan: Este pasaje nombra a Dios y le llama El Todopoderoso. La
palabra griega original, "pantokrator", quiere decir, literalmente,
"el que controla todas las cosas". Lo significativo de esta palabra
es que aparece diez veces en todo el Nuevo Testamento, y
nueve de ellas en Apocalipsis. En otras palabras: éste es un
título de Dios muy característico en Apocalipsis.
Recordemos que cuando el apóstol Juan escribe el Apocalipsis,
no ha habido otro momento en la Historia en que estuvieran
coaligadas contra la iglesia tantas fuerzas destructivas. No ha
habido ningún otro tiempo en el que un cristiano fuera llamado a
pasar por tales sufrimientos y a aceptar la perspectiva de una
muerte cruel. Y, sin embargo, aún en tales circunstancias, Juan
llama a Dios pantokrator, es decir, Todopoderoso. Esto es fe y
confianza; y la grandeza de este pasaje está en que esa fe y esa
confianza son reiteradas, a pesar de las circunstancias. Los
versículos 7 y 8 de este capítulo 19 de Apocalipsis, dicen:
7
Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han
llegado las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado. 8 Y
a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio y
resplandeciente; porque el lino fino es las acciones justas de los
santos.
Ésta será sin duda la experiencia más emocionante de la Iglesia
en toda su existencia. La Iglesia, formada por los creyentes
desde el día de Pentecostés, -el día en que el Espíritu Santo vino
a la Tierra, tal y como narra el capítulo 2 del libro de los Hechos
de los Apóstoles-, hasta el momento del arrebatamiento, la
sobrenatural recogida, antes del comienzo del período de la
Tribulación, es ahora presentada como una novia al Señor
Jesucristo, siguiendo la similitud de una boda, para unirse con Él,
como Su esposa.
En la escena de las bodas del Cordero y Su novia representa la
unión final entre Jesucristo y Su Iglesia. La idea de la relación
entre Dios y Su pueblo en términos "de matrimonio" se remonta
al Antiguo Testamento. Una y otra vez, los profetas hablaron de
Israel como la esposa del Señor. Y puede que ésta nos parezca
una metáfora extraña, pero refleja mejor que ninguna otra una
serie de grandes verdades: 1º) Está presente un intenso amor,
dado que un matrimonio sin amor es una contradicción; 2º) está
la íntima comunión, tan íntima que el marido y la esposa llegan
a ser una sola carne, y participan de una común personalidad. Y
es que, querido amigo y amiga, la relación del cristiano con
Cristo debe ser la más íntima y personal de nuestra vida. 3º)
También nos encontramos con el gozo: No hay nada comparable
al gozo de amar, y ser amado. Si el Evangelio no produce gozo,
entonces es estéril. 4º) Y está la fidelidad, dado que ningún
matrimonio puede existir sin fidelidad; y el cristiano debe ser tan
fiel a Jesucristo, como Jesucristo lo es con él. El apóstol Pablo en
su epístola a los Efesios, en este capítulo 5 que mencionamos,
versículos 25 al 27: "Maridos, amad a vuestras mujeres, así
como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella,
para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del
agua por la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una
iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga, ni cosa
semejante, sino que fuese santa y sin mancha."
El Señor Jesucristo amó tanto a la Iglesia, que se entregó a Sí
mismo por ella. Recuerde lo que Él dijo en la oración sacerdotal
del capítulo 17 del evangelio según Juan, versículos 23 al 26,
dijo: "Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad,
para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has
amado a ellos como también a mí me has amado. Padre,
aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy, también
ellos estén conmigo, para que vean mi gloria que me has dado;
porque me has amado desde antes de la fundación del mundo.
Padre justo, el mundo no te ha conocido, pero yo te he conocido,
y éstos han conocido que tú me enviaste. Y les he dado a
conocer tu nombre, y lo daré a conocer aún, para que el amor
con que me has amado, esté en ellos, y yo en ellos."
Juan, además nos dice aquí que el vestido de la iglesia es las
acciones justas de los santos. Se refiere aquí, no a la justicia de
Cristo, sino a los resultados prácticos de esa justicia en la vida
de los creyentes, es decir, la manifestación exterior de la virtud
interior. El apóstol Pablo escribió en su epístola a los Filipenses,
capítulo 3, versículo 9: "Y ser hallado en él, no teniendo mi
propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de
Cristo, la justicia que es de Dios por la fe."
Ahora bien: ¿Por qué dice entonces el apóstol Juan que el
vestido de boda es las acciones justas de los santos? De la
misma forma que el vestido de novia se utiliza una sola vez,
nosotros estaremos vestidos con la justicia de Cristo por toda la
Eternidad. Nosotros, como hijos de Dios, creyentes redimidos
por la sangre de Cristo, compadeceremos ante el Tribunal de
Cristo, no para ser juzgados por nuestros pecados, sino para
recibir nuestra recompensa. A través de los siglos, los creyentes
han estado llevando a cabo actos de justicia, o buenas obras, no
para salvación, regalo que nos ofrece Cristo gratuitamente,
hagamos o no buenas obras, sino como una consecuencia
externa de un cambio interno; y son precisamente estas buenas
obras u obras de justicia las que se han acumulado para adornar
este hermoso vestido de boda.
Esta idea nos lleva a reflexionar sobre lo siguiente: "¿Qué estoy
haciendo para adornar ese vestido de bodas? ¿Qué estoy
haciendo para el Señor?" El apóstol Pablo escribió en su Primera
Epístola a los Corintios, capítulo 3, versículos 12 al 14: "Y si
sobre este fundamento alguno edificare oro, plata, piedras
preciosas, madera, heno, hojarasca, la obra de cada uno se hará
manifiesta; porque el día la declarará, pues por el fuego será
revelada; y la obra de cada uno cuál sea, el fuego la probará. Si
permaneciere la obra de alguno que sobre-edificó, recibirá
recompensa."
Utilicemos otra metáfora: el oro, la plata, y las piedras preciosas,
sobrevivirán el fuego, pero el heno y la madera y la hojarasca,
se convertirán en humo. Es por ello que se dice que las buenas
obras son el vestido de bodas de la iglesia. "Porque somos
hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las
cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en
ellas." (Efesios 2:10). La Iglesia reflejará la Gloria del Señor, y no
la suya propia. En la Carta del apóstol Pablo a sus amigos y
hermanos en la fe, los Efesios 2:7, se nos dice: "Para mostrar en
los siglos venideros las abundantes riquezas de Su gracia en Su
bondad para con nosotros en Cristo Jesús."
Juan, como resulta habitual en él, nos obsequia con otro detalle
de inmensa significación: nos dice que la Iglesia, la Esposa de
Cristo, está vestida de lino fino, puro y resplandeciente. Hay un
contraste con el escarlata y el oro de la Gran Ramera, la iglesia
apóstata, la seudo-iglesia. El lino fino representa las buenas
obras de los consagrados a Dios; es decir, es el carácter del
verdadero cristiano lo que forma el vestido de la Esposa de
Cristo. Y de la misma forma, esto nos lleva a reflexionar: ¿Refleja
mi carácter que soy cristiano? ¿Refleja mi carácter el de Cristo?
¿Alguien que no fuese cristiano sabría que lo soy, debido a mi
carácter?
Ahora, los versículos 9 y 10 de este capítulo 19 de Apocalipsis,
nos dicen:
9
Y el ángel me dijo: Escribe: Bienaventurados los que son
llamados a la cena de las bodas del Cordero. Y me dijo: Estas
son palabras verdaderas de Dios. 10 Yo me postré a sus pies para
adorarle. Y él me dijo: Mira, no lo hagas; yo soy consiervo tuyo,
y de tus hermanos que retienen el testimonio de Jesús. Adora a
Dios; porque el testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía.
Los judíos tenían la idea de que, cuando viniera el Mesías, el
pueblo de Dios sería invitado por Dios a un gran banquete
Mesiánico. ¿Por qué dice Juan: "Bienaventurados los que son
llamados a la cena de las bodas del Cordero"? ¿Quiénes son los
llamados? Juan no se está refiriendo aquí a la esposa (la Iglesia),
sino a los invitados. La esposa no es la invitada, porque es ella la
que invita. Éstas son las personas que fueron salvas antes de
Pentecostés, todos los creyentes fieles y salvos por la Gracia
mediante la fe que vivieron hasta el nacimiento de la iglesia,
narrado en el libro de los Hechos, capítulo 2. Y, aunque aquí no
son "la Esposa", todos ellos serán glorificados y reinarán con
Cristo en el Reino milenario. Entre los invitados se incluirán los
Santos de la Tribulación, y lo creyentes que vivan en un cuerpo
terrenal durante el reino milenario. La Iglesia es la Esposa
durante la fiesta de presentación en el Cielo, que después
acompañará al Señor Jesucristo en Su regreso a la Tierra, para la
celebración del banquete en el Reino del Milenio. Tras ello,
vendrá el nuevo orden y el matrimonio será consumado.
Así pues, estimado amigo, amiga oyente, las Bodas del Cordero
tendrán lugar en el Cielo, mientras que, posteriormente, la cena
o Banquete de bodas, será celebrado en la Tierra. En el capítulo
25 del evangelio según Mateo, versículos 1 al 13, Jesucristo
relata la parábola de las 10 vírgenes, donde ninguna de ellas era
Su esposa; Él sólo tiene una esposa: la iglesia. Los judíos fieles y
los gentiles que entrarán al Milenio lo harán como los invitados
al Banquete de bodas, que representa, evidentemente, el
Milenio. ¿Se puede imaginar usted una "luna de miel" que dure
mil años? Amigo oyente, eso sólo será el principio.
Abrumado por la grandiosidad de la visión, Juan cayó tendido en
adoración delante del ángel. El ángel, le responde: "No lo
hagas". La Biblia prohíbe el culto a los ángeles (Colosenses
2:18,19). Los ángeles son sólo "espíritus ministradores enviados
para servicio a favor de los que serán herederos de la salvación"
(Hebreos 1:14), y la adoración sólo se la debemos dar a Dios.
¡Qué reproche el que tenemos aquí para Satanás, el Anticristo, y
el Falso Profeta, que pretenderán ser adorados! Nunca
olvidemos que con la venida de Jesucristo, no se necesita ningún
otro intermediario entre Dios y la Humanidad. Sólo Dios debe ser
adorado y Jesucristo es el único Mediador. Nadie, querido
oyente, absolutamente nadie, puede mediar entre usted y Dios.
Dios no necesita intermediarios humanos. Jesucristo mismo dijo
que sólo Él es "el camino" al Padre, excluyendo cualquier otro
camino, cualquier otro mediador.
Leamos el versículo 11 del capítulo 19 de Apocalipsis:
11
Entonces vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el
que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga
y pelea.
Aquí tenemos uno de los momentos más dramáticos del
Apocalipsis: el surgimiento de Jesucristo, el Conquistador. El
caballo blanco es el símbolo del conquistador, porque un general
romano cabalgaba en un caballo blanco cuando desfilaba en
triunfo por Roma. Cristo, en una imagen distinta de la
mansedumbre que nos relatan los evangelios, desciende aquí
con poder y gloria. Se le llama Fiel y Verdadero. La palabra fiel
en griego, "pistós", significa literalmente "absolutamente digno
de toda confianza". Además, es Verdadero, cuyo original en
griego, "alethinós", tiene dos significados: Quiere decir
"verdadero", en el sentido que Jesucristo es el único que trae la
verdad y que nunca, en ningún tiempo, dice nada que contenga
la menor falsedad. Pero, además quiere decir "genuino", que es
todo lo opuesto a falso. En Jesucristo entramos en contacto con
la realidad libre de toda falsedad. Juan, añade: "Y con justicia
juzga y pelea". Una traducción alternativa podría ser: "Que juzga
y hace la guerra con integridad". Juan, sabía a su avanzada edad
todo lo que se podía saber sobre la perversión de la justicia: no
se podía esperar justicia de un tirano pagano caprichoso. En Asia
Menor, hasta el tribunal del procónsul estaba sujeto a soborno y
a mala administración. Las guerras eran asunto de ambición,
tiranía y opresión, más que de justicia. Pero cuando Cristo el
Conquistador venga, ejercerá su poder con justicia.
Leamos el versículo siguiente, el 12, que dice así:
12
Sus ojos eran como llama de fuego, y había en su cabeza
muchas diademas; y tenía un nombre escrito que ninguno
conocía sino él mismo.
Aquí empieza la descripción de Cristo el Conquistador. Sus ojos
son como una llama de fuego. Ya vimos este detalle en
Apocalipsis 1:14 y en 2:18. Representa el poder irresistible de
Cristo el Conquistador. Sobre Su cabeza luce muchas coronas. La
palabra original que se usa aquí es "diadema", que es la corona
real, distinta de "stéfanos", que es la corona de la victoria.
Tiene, además, un nombre que no lo conoce nadie más que Él
mismo. No sabemos cuál es este nombre, pues el pasaje no lo
dice, y resulta inútil conjeturar. Hay cosas que nunca
comprenderemos en esta vida. Y es que solamente el Hijo de
Dios puede entender el misterio de Su propio Ser. "Nadie conoce
al Hijo, sino el Padre (Mateo 11:27, Lucas 10:22).
Como vemos, el apóstol Juan, nuevamente, apunta a Jesucristo
como único protagonista del Apocalipsis.
Estimado amigo, amiga oyente, deseamos finalizar hoy nuestro
programa con una pregunta provocadora: ¿Apunta nuestra vida
hacia Jesucristo, o hacia nosotros mismos? Nuestros apetitos
dictan la dirección de nuestras vidas; ya sean los anhelos de
nuestro estómago, el deseo apasionado por las posesiones o el
poder, o nuestro amor espiritual por Dios. Pero, para el cristiano,
el hambre por cualquier otra cosa que no sea Dios puede llegar
a ser su mayor enemigo. ¿Sentimos esa hambre de Él? Si no la
sentimos, es probable que la causa radique que hemos estado
picoteando demasiado en las diversas ofertas en la mesa del
"mundo", es decir, estamos saciados, por aquellas cosas que no
tienen nada que ver con Dios, y con Su buena voluntad para con
nuestra vida. ¿Tenemos quizá el alma demasiado llena de
pequeñas cosas que no dejan espacio para las importantes? Si
estamos llenos, ¿cómo habría sitio para Dios?
Le invitamos, muy estimado amigo, y amiga, a reflexionar sobre
este pensamiento. Esperamos volver a contar con su presencia
en nuestro próximo programa, que ya se acerca a su fin. ¡Que
Dios siga bendiciendo Su Palabra con poder, paz, perdón y
esperanza, que pueden hoy ser suyos, si acepta a Jesucristo
como su Salvador y Señor! No demore esa decisión, que pudiera
ser vital para usted.
Apocalipsis 19
Versículos 11-21
Hoy, estimado amigo, amiga oyente, continuamos nuestro viaje
por el fascinante libro de las profecías de Apocalipsis.
Recordemos que el autor es el apóstol y evangelista Juan quien
relata las impresionantes visiones que Dios le permitió "ver y
oír". Juan relata ahora, en primera persona, lo que leemos en el
capítulo 19, versículos 11 y 12, que nos dicen:
11
Entonces vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el
que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga
y pelea. 12 Sus ojos eran como llama de fuego, y había en su
cabeza muchas diademas; y tenía un nombre escrito que
ninguno conocía sino él mismo.
Tanto para ayudar a los nuevos oyentes que hoy nos
acompañan, como aquellos amigos ya habituales, vamos a
recordar algunos detalles comentados en programas anteriores.
Hemos llegado al momento del regreso del Señor Jesucristo a la
Tierra. ¡Qué suceso más emocionante, amigo oyente! Esta
Segunda Venida del Hijo de Dios es el clímax, ya que hasta
ahora, hemos visto en este libro de Apocalipsis, la historia de la
iglesia, desde el día de Pentecostés, hasta el momento en que la
iglesia fue llevada, o "arrebatada", al Cielo en un evento
sobrenatural.
A partir del capítulo 4 y hasta el capítulo 18, nos hemos
encontrado sumergidos, contemplando los siete años que dura
el período de la Gran Tribulación, que tendrá dos fases o
tiempos, de tres años y medio cada uno. Ese período concluye
con la Venida de Jesucristo a la Tierra para establecer Su Reino.
Existe una idea muy vaga sobre el futuro de nuestro planeta
Tierra. Algunos no creen en nada específico, otros reducen todos
los crecientes males presentes como subsanables con el empleo
de los vertiginoso avances tecnológicos; algunos han oído "algo"
acerca del Apocalipsis, pero lo relacionan con alguna película de
Hollywood, y los menos, saben, pero no se aclaran muy bien,
que un día, ese Jesús considerado "histórico", volverá a la Tierra,
pero no ya como un indefenso niño, sino como Rey, para
instaurar la paz verdadera, en un Reino presidido por el amor, la
justicia, la unidad entre todos los pueblos. También piensan que
Jesucristo pondrá a los "buenos" en un lado, que sería el cielo, y
a los "malos" en otro, que se llama el infierno eterno. Estimado
amigo y amiga oyente: no será tan sencillo, ni tan simple. Al leer
la Palabra de Dios somos conscientes del hecho de que Dios
tiene un plan, un propósito y programa para esta Tierra que Él
está siguiendo de manera muy clara y rigurosa.
Debemos reiterar que este será el momento de la historia
universal, el clímax hacia el cual todos los eventos se están
dirigiendo. El contraste que aquí observamos, con respecto a Su
primera Venida, es muy revelador, absolutamente
extraordinario.
Amigo oyente, cuando Él vino por primera vez, Él vino como lo
expresa poéticamente George McDonald: "Estaban esperando a
un rey que destruyera a sus enemigos, que los elevara muy en
alto, y Él vino, como un pequeño bebé, que hizo llorar a una
mujer". Así es como entró al mundo, Jesús. Fue manso y
humilde. El Salvador, el que murió por los pecadores. Ahora le
veremos regresar en toda Su gloria y poder. ¡Qué visión! Ésta es
la manifestación final de la Ira de Dios sobre los pecadores en el
mundo. La rebelión de Satanás, de los demonios y de la
humanidad es detenida y juzgada. Él aplastará toda injusticia
antes de establecer Su Reino de justicia. El Cielo se abrió en
Apocalipsis, capítulo 4, versículo 1, para permitir que Juan, como
representante de la Iglesia, entrase al Cielo donde pudo
contemplar a los Ancianos, es decir, al conjunto de la Iglesia,
que ya está allí. Y ahora, en el capítulo 19 el Cielo vuelve a
abrirse para la magnífica salida del Señor Jesucristo. El caballo
blanco sobre el cual está montado es un animal de guerra.
Cuando Jesús estuvo en la Tierra, Él entró en Jerusalén montado
en un pollino, un asno joven, que, aunque era un animal de
reyes, significaba paz, y no guerra. Juan le ve montado en un
caballo blanco, lo que habla de guerra.
Jesucristo es llamado aquí "Fiel", porque Él ha venido a llevar a
cabo este extenso programa de Dios, y todo aquello que ya
había sido profetizado. Aquellos que se burlaban decían:
"¿Dónde está la señal de Su venida?" La señal es que Él ya ha
llegado, está aquí. Él es fiel, siempre. El Señor Jesucristo es el
único en el cual usted y yo, amigo, amiga oyente, podemos
confiar, y en el cual podemos descansar, porque Él es, ha sido, y
será siempre FIEL.
También se Le llama aquí "Verdadero". Intrínsecamente, Él es
verdadero. Él dijo: "Yo soy la verdad". (Juan 14:6). Él no es
alguien "que dice la verdad". Él es la verdad. Él es quien
establece las normas de la verdad. Él es la vara que mide la
verdad. Él hoy es la verdad. ¡Qué maravilloso es tener a Alguien
en quien confiar! Y aquí vemos que Él ha venido a juzgar y a
pelear, no para morir otra vez en una cruz.
Luego Juan continúa describiéndole: "Sus ojos eran como llama
de fuego." En el capítulo 1, recordemos, versículo 14, leímos que
Sus ojos eran como llamas, mientras caminaba por las iglesias,
juzgándolas. Ahora había llegado la hora de juzgar la Tierra y
derrotar toda injusticia.
Y dice: "Y había en su cabeza muchas diademas." Esto nos
indica que Él será el único gobernante de esta Tierra. Su
gobierno no hará concesiones, será una completa y absoluta
dictadura celestial.
Para aquellos que no hayan aceptado a Jesucristo como su
Salvador personal, para los que vivan en ese tiempo será un
período incómodo, porque Él será un dictador, pero justo y
verdadero. Él será el Rey de reyes y el Señor de señores.
En el versículo 12 leemos: "Tenía un nombre escrito que ninguno
conocía sino Él mismo." ¿Cuál será ese nombre? Aquí se Le dan
cuatro nombres, los cuales corresponden a los cuatro
Evangelios. En 1º lugar, es llamado el Rey de reyes. Ese título
corresponde al Evangelio según Mateo, porque Mateo presenta a
Jesucristo, como un Rey. 2º.- Él es llamado Fiel y Verdadero. El
Evangelio de Marcos Le presenta como el Siervo de Dios; la
característica más importante en un siervo no es su genealogía,
sino "si es confiable". A un siervo se le pide fidelidad y
confianza, ser "fiel y verdadero". 3º. El Señor Jesucristo es
llamado la Palabra de Dios. Esto lo leemos en el Evangelio según
Juan, donde se le denomina así: "En el principio era el Verbo . . .
y aquel Verbo fue hecho carne." (Juan. 1:1,14). El Verbo de Dios,
la Palabra de Dios.
¿Cuál es este nombre que ninguno conoce? Bueno, nosotros
tenemos una sugerencia. Corresponde, en 4º lugar a lo que dice
el Evangelio de Lucas, donde es presentado como Jesús, el Hijo
del Hombre. Y éste es el nombre que tenemos aquí: Jesús. Hoy
en día existe demasiada familiaridad en la utilización de ese
nombre; se lo utiliza para jurar y blasfemar. Pero éste es un
nombre que usted y yo vamos a tener que proclamar a través de
la Eternidad. Él es Jesús, el Hijo del Hombre. ¿Conoce usted
verdaderamente a Jesús, amigo oyente?
Ésa es la razón por la cual el apóstol Pablo podía decir, no al
principio de su ministerio, sino al final, antes de ser ejecutado,
en su epístola a los Filipenses: "A fin de conocerle, y el poder de
su resurrección." (Filipenses 3:10). Nadie conoce al Hijo sino el
Padre. Creemos que para los verdaderos cristianos, los
auténticos hijos de Dios, cuando lleguemos al Cielo, lo más
grandioso será el conocer a Jesucristo, verle ¡cara a cara!
Hay muchas personas que cuando se las llega a conocer bien,
ya no resultan tan atractivas como nos parecía, ¿verdad? Pero,
con Jesucristo es todo lo contrario; cuánto más Le conocemos,
más cercanía e intimidad experimentamos en Su presencia;
nuestro amor por Él aumenta como también nuestro deseo de
"ser como Él es", y de hacer lo que Él nos pide. En el evangelio
según Juan, capítulo 14, versículo 7 Jesucristo dijo: "Si me
conocieseis, también a mi Padre conoceríais; y desde ahora le
conocéis, y le habéis visto." Y en el capítulo 14 del mismo
evangelio según Juan, versículo 9, dice: "Jesús le dijo: ¿Tanto
tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido,
Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues,
dices tú: Muéstranos el Padre?" Y luego en esta oración
intercesora que Él pronunció en el capítulo 17 del mismo
evangelio de Juan, en el versículo 3 leemos: "Y esta es la vida
eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero."
El aprendizaje de conocer a Jesucristo es como una escuela, en
la cual se comienza en el grado inferior. Cuando llegamos a
Jesucristo, cargados con nuestras penas, dolores, quebrantos,
angustias y todos nuestros pecados, Jesucristo se nos revela
como nuestro Salvador y Amigo personal. Y a medida que
continuamos nuestro camino a Su lado, más se nos revelará,
más conocimiento tendremos, y nuestra confianza y fe
aumentará a medida que caminemos junto a Él. El autor de
estos estudios bíblicos, el Dr. J. Vernon McGee contaba que
después de jubilarse Su deseo ferviente era conocer mejor aún
al Señor Jesús. Cada mañana al levantarse, le daba gracias al
Señor por otro día más de vida. Le decía: "Señor Jesús, te amo,
te amo aun cuando no entiendo bien, aun cuando pareces estar
muy lejos. ¡Quiero conocerte mucho más!" Y pedía que el
Espíritu de Dios le ayudara a conocer más a la persona de
Jesucristo. El dulce nombre de "Jesús", amigo, amiga oyente,
tiene un poder extraordinario que apacigua y calma a nuestra
alma en momentos de extrema angustia y dolor; infunde aliento,
esperanza y fuerza, porque su "Nombre, es sobre todo nombre".
En el Cielo tendremos toda una Eternidad para conocer al Señor
Jesucristo.
Los versículos 13 al 16 de este capítulo 19 de Apocalipsis, dicen:
13
Estaba vestido de una ropa teñida en sangre; y su nombre es:
EL VERBO DE DIOS. 14 Y los ejércitos celestiales, vestidos de lino
finísimo, blanco y limpio, le seguían en caballos blancos. 15De su
boca sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones,
y él las regirá con vara de hierro; y él pisa el lagar del vino del
furor y de la ira del Dios Todopoderoso. Y en su vestidura y en su
muslo tiene escrito este nombre: REY DE REYES Y SEÑOR DE
SEÑORES.
El versículo 13 comienza diciendo: "Estaba vestido de una ropa
teñida en sangre". Y también en el versículo 15, leemos: "Él pisa
el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso. " Eso
nos hace regresar al libro del profeta Isaías. Usted recordará que
leímos en el capítulo 63, los primeros 3 versículos que dicen:
"¿Quién es este que viene de Edom, de Bosra, con vestidos
rojos? ¿Éste hermoso en su vestido, que marcha en la grandeza
de su poder? Yo, el que hablo en justicia, grande para salvar.
¿Por qué es rojo tu vestido, y tus ropas como del que ha pisado
en lagar? He pisado yo solo el lagar, y de los pueblos nadie
había conmigo; los pisé con mi ira, y los hollé con mi furor; y su
sangre salpicó mis vestidos, y manché todas mis ropas."
Esta es una referencia a la Segunda Venida, no a la primera
venida de Cristo. El apóstol Juan comenta que Él regirá con vara
de hierro. Eso nos recuerda lo que dice el Salmo 2. Él es Aquel
de quien Dios dijo: "Pero yo he puesto mi rey sobre Sion, mi
santo monte. Yo publicaré el decreto; Jehová me ha dicho: mi
hijo eres tú; yo te engendré hoy. Pídeme, y te daré por herencia
las naciones, y como posesión tuya los confines de la tierra."
¿Cómo llegará a obtenerlas? En Su Primera Venida padeció hasta
la muerte, pero ahora regresa para, como dice el Salmo 2,
versículos 6 al 9: "Los quebrantarás con vara de hierro; como
vasija de alfarero los desmenuzarás." De este evento nos está
hablando Juan aquí en Apocalipsis. La Segunda Venida de
Jesucristo, a esta Tierra.
El furor de Su ira, en Su Segunda Venida, será un gran contraste
con la mansedumbre que demostró en Su Primera Venida. Sin
embargo, en ambos se revela la Ira del Cordero.
Llegamos ahora al final de la "guerra de Armagedón". Esta es la
definitiva batalla final. Leamos los versículos 17 y 18 de este
capítulo 19 de Apocalipsis:
17
Y vi a un ángel que estaba en pie en el sol, y clamó a gran
voz, diciendo a todas las aves que vuelan en medio del cielo:
Venid, y congregaos a la gran cena de Dios, 18 para que comáis
carnes de reyes y de capitanes, y carnes de fuertes, carnes de
caballos y de sus jinetes, y carnes de todos, libres y esclavos,
pequeños y grandes.
Para nuestra mente moderna este texto de las Escrituras es
incomprensible y repugnante. Observemos que Dios lo incluye al
final de Su Palabra, como para recordarnos lo repugnante y
nauseabundo que resultan para Él "las obras de la carne". Los
hombres que viven "en la carne", -que significa "vivir a mí
manera", con una mente materialista, hedonista, consumista;
todo este conjunto de auto-gratificación significa "la carne"- las
personas que vivan "en la carne", verán su carne destruida. Al
final de la gran batalla que pondrá fin a la "guerra de
Armagedón" un ángel invitará a las aves carroñeras a que
acudan a esta gran cena, a este banquete en la Tierra, donde
podrán saciarse, -dice: "Para que comáis carne de reyes y de
capitanes, y carnes de fuertes." Es terrible rebelarse contra Dios
Todopoderoso, porque Él juzgará a todos los que "no están con
Él, sino en contra de Él". Ahora, continuemos con los versículos
19 y 20 de este capítulo 19 de Apocalipsis, donde, por primera
vez, se abre el Infierno:
19
Y vi a la bestia, a los reyes de la tierra y a sus ejércitos,
reunidos para guerrear contra el que montaba el caballo, y
contra su ejército. 20 Y la bestia fue apresada, y con ella el falso
profeta que había hecho delante de ella las señales con las
cuales había engañado a los que recibieron la marca de la
bestia, y habían adorado su imagen. Estos dos fueron lanzados
vivos dentro de un lago de fuego que arde con azufre.
La Bestia y el Falso Profeta desafiarán a Dios hasta el último
momento. La bestia mencionada aquí es el Anticristo, ese
gobernante político que llegará a ser el dictador mundial, y su
brazo derecho, el Falso Profeta, el gobernante seudo-religioso,
responsable de propagar la adoración y la veneración de este
falso "salvador del mundo", que incluso fabricará una imagen
del gobernante mundial y la colocará en Jerusalén como objeto
de culto, ambos serán tomados. Y el versículo 21 nos dice:
21
Y los demás fueron muertos con la espada que salía de la
boca del que montaba el caballo, y todas las aves se saciaron de
las carnes de ellos.
La rebelión del hombre contra Dios es inútil y absurda. Estos dos
grandes tiranos rebeldes, el Anticristo y el Falso Profeta, tienen
la dudosa distinción de ser los primeros en ser arrojados al
Infierno. Todavía no es la hora del castigo de Satanás, el diablo,
Él todavía no ha llegado a ese terrible lugar.
Surge, naturalmente, la pregunta de si el lago de fuego es un
sitio real, y si hay que interpretarlo de forma literal. Bueno,
amigo, y amiga oyente, vamos a regresar a este tema cuando
estudiemos el siguiente capítulo 20 de Apocalipsis. Si este sitio
no es real, entonces se demostrará que será peor, peor que un
lago de fuego que arde con azufre. Piense en esto hasta que
lleguemos a estudiar el capítulo 20.
"Con la espada que salía de Su boca." ¿Qué será esto?
Claramente vemos en la Palabra de Dios lo que significa "la
espada". Es la misma Palabra de Dios. Es Su Palabra. "Porque la
Palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada
de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las
coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las
intenciones del corazón", Carta a los Hebreos, capítulo 4,
versículo12. Y el apóstol Pablo escribió en su epístola a los
Efesios, capítulo 6, versículo 17: "Y tomad el yelmo de la
salvación, y la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios."
El profeta Isaías, en el capítulo 11, versículo 4 de su libro, nos
dice: "Sino que juzgará con justicia a los pobres, y argüirá con
equidad por los mansos de la tierra; y herirá la tierra con la vara
de su boca, y con el espíritu de sus labios matará al impío."
Indudablemente es la Palabra de Dios. Y fue la Palabra de Dios la
que creó este universo. Es la Palabra de Dios la que nos salvará.
El apóstol Pedro en su primera epístola, capítulo 1, versículo 23
dice: "Siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de
incorruptible, por la Palabra de Dios que vive y permanece para
siempre." Así es como se nace de nuevo, estimado amigo, y
amiga oyente, y será por la Palabra de Dios que será destruido
todo lo impío al fin de este tiempo. ¿Se ha percatado que hasta
ese momento Satanás no ha sido castigado, todavía no está en
el Infierno? Bueno, vamos a ver este tema en nuestro próximo
programa y confiamos que usted vuelva a sintonizar nuestro
programa.
¡Que Dios bendiga su Palabra, y a usted al escucharla!
Apocalipsis 20
Versículos 1-5
Continuamos hoy, estimado amigo, amiga oyente, avanzando
nuestro interesante recorrido por el libro de Apocalipsis. Hemos
llegado al capítulo 20, y veremos que Juan describe varias
escenas, con diferentes temáticas como el Milenio, el reinado
del Señor Jesucristo, Satanás, los santos de la Tribulación, la
resurrección, la Tierra y al Gran Trono Blanco.
Desafortunadamente, muchos en el pasado, incluyendo al
reconocido profesor Dr. B. B. Warfield, uno de los grandes
pensadores de la iglesia, pensaban que no valía la pena
considerar el capítulo 20 de Apocalipsis, porque el Milenio, ese
período de mil años, sólo se menciona en este texto.
Prácticamente dejaba el capítulo 20 a un lado por completo.
Es cierto que el Milenio se menciona solamente en este capítulo.
La palabra "Milenio" viene del latín, y significa "un mil", y en el
contexto de nuestro libro profético, "Milenio" significa mil años.
También en griego, la palabra "kilioísmo" significa literalmente
"mil" y ésa fue la manera en que la primera iglesia cristiana se
refería a este particular tiempo.
Como resultado de los diversos criterios que existen acerca del
Milenio, han surgido tres escuelas muy definidas en el área de la
interpretación de este capítulo 20 de Apocalipsis. Ya hemos
hablado anteriormente sobre esa cuestión. Trataremos de
explicarlo de manera muy sucinta. La primera escuela es el
"post-milenarismo", que asumía que Cristo vendría a la
conclusión de ese período de mil años. Es decir, que sería el ser
humano quien traería el reino, por medio de la predicación del
Evangelio. Éste es un punto de vista muy optimista que
prevaleció a principios del siglo XX. Se pensaba que llegaría a
tener lugar una conversión a Cristo de carácter mundial, y que
toda la población mundial sería convertida, llevada al
conocimiento de Jesucristo.
Pero ese punto de vista ya ha sido considerado como anticuado,
obsoleto. No pudo superar la primera mitad del siglo XX que
produjo dos guerras mundiales, una depresión mundial, el
surgimiento del comunismo, y la bomba atómica. Por tanto, el
post-milenarismo ya no es considerado como una interpretación
válida.
Otro punto de vista es el "a-milenarismo". Cuando en el griego
se antepone una "a", significa, en este particular caso, que no se
acepta el Milenio. Ésta ha llegado a ser una postura popular
solamente en los últimos años, y ha reemplazado en su mayor
parte al post-milenarismo. No mantiene un optimismo falso, y en
su mayor parte sí enfatiza la Segunda Venida de Cristo. Su
debilidad principal es que espiritualiza los mil años, como
también lo hace con todo el libro de Apocalipsis. Coloca al
Milenio en la era presente. En realidad, la interpretación del Dr.
Warfield de que el Milenio se está desarrollando en el Cielo,
mientras la tribulación tiene lugar aquí en la Tierra, es difícil de
sostener, porque creemos que en el Cielo se mantendrá un
Milenio, no sólo por mil años, sino de Eternidad a Eternidad. Ése
es un punto de vista.
Ahora, el pre-milenarismo, por el contrario, toma el capítulo 20
de Apocalipsis "al pie de la letra", aplicando una interpretación
literal, como lo hace con todo el libro de Apocalipsis, a no ser
que el contexto instruya de otra manera. Tuvimos un ejemplo de
esto en el capítulo 19, donde dice que cuando el Señor venga, lo
hará con una espada que saldrá de Su boca. Creemos que las
Sagradas Escrituras presentan claramente, que se hace
referencia a la Palabra de Dios, la cual es "como una espada". Es
una cita del apóstol Pablo, que escribió en Efesio 6, versículo 17,
que debemos tomar la espada del Espíritu, que es la Palabra de
Dios. Es necesario tener una razón bíblica para cualquier la
interpretación.
Ahora, debemos declarar que el enfoque de
nuestros estudios bíblicos se puede considerar como pre-
milenarista, como también pre-tribulacionista. Entendemos que
esto es lo que enseña el apóstol Juan aquí. El autor de estos
estudios bíblicos, el Dr. J. Vernon McGee hace tiempo enfatizó
que no puede haber un reino de paz y justicia absoluta de mil
años con el Señor Jesucristo como el Gobernante mundial,
llamado "Milenio", hasta que Satanás sea quitado de la escena
terrenal. No podrá existir en nuestro planeta ese estado ideal, si
Satanás continúa en libertad.
En segundo lugar, la "maldición del pecado" debe ser quitada de
la Tierra física antes de que pueda establecerse el Milenio. Las
profecías anuncian que entonces "el desierto florecerá" como
una rosa, algo que no ha ocurrido ni está ocurriendo en la
actualidad.
En tercer lugar, la "resurrección de los santos del Antiguo
Testamento", tiene que tener lugar al principio de los mil años,
después del período de la Tribulación. El profeta Daniel presentó
esta cronología claramente en el capítulo 12 de su libro. El Señor
Jesucristo no los va a resucitar hasta que concluya el período de
la Gran Tribulación. En el capítulo 12 de Daniel, versículos 1 y 2,
leemos: "En aquel tiempo se levantará Miguel, el gran príncipe
que está de parte de los hijos de tu pueblo; y será tiempo de
angustia, cual nunca fue desde que hubo gente hasta entonces;
pero en aquel tiempo será libertado tu pueblo, todos los que se
hallen escritos en el libro. Y muchos de los que duermen en el
polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna, y
otros para vergüenza y confusión perpetua."
Ahora, aquí se está hablando de Israel. Así es que tenemos aquí
el período de la Gran Tribulación y la resurrección de "los santos
del Antiguo Testamento". Veremos más adelante la resurrección
de "los santos de la tribulación". En cuarto lugar, "los santos de
la tribulación" están incluidos también en la resurrección de "los
santos del Antiguo Testamento". Ya llegaremos a ver esto
también algo más adelante, porque ellos reinarán con el Señor
Jesucristo durante el Milenio.
El Milenio es la prueba final del ser humano bajo condiciones
ideales. Ésta es la respuesta a aquellos que afirman que no hay
nada malo en el hombre, que las circunstancias y las
condiciones son las que le condicionan. Pero el ser humano,
hombre y mujer, es un pecador incurable, incorregible. Aun así,
al fin del milenio, después de haber disfrutado del gobierno
perfecto y justo de Jesucristo, todavía habrá rebelión contra
Dios. No nos damos cuenta de nuestra verdadera condición, que
somos pecadores, estimado amigo oyente. Si usted y yo
pudiéramos vernos a nosotros mismos, como Dios nos ve, no
asombraríamos, probablemente no podríamos soportar
semejante visión de nosotros mismos. Creemos que, viendo lo
que hay a nuestro alrededor, somos bastante buenos, ¿verdad?
Pero, Aquel que tiene el poder para escudriñar con Sus ojos
santos los profundos abismos de nuestra alma, esos recovecos
tan escondidos, sólo Él sabe qué y cómo somos realmente.
El milenio será la prueba final de la Humanidad antes del
comienzo del estado divino. El Milenio es la respuesta de Dios a
la oración que casi todos conocemos de memoria: "Venga Tu
reino", en esa oración ejemplar que Jesucristo enseñó y a la que
llamamos "El Padre Nuestro". Cuando esta oración dice: "Venga
tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la
tierra," (Mateo 6:10), este reino al que se refiere el Señor Jesús
es aquel que se establecerá en la Tierra, al que se le denomina
"el Milenio". Ése es el reino que le fue prometido a David; Dios
juró que iba a establecer ese reino. Este reino fue profetizado en
los Salmos y en los libros de los profetas. Todos los profetas
hablaron de este reino, tanto los profetas mayores, como los
menores. En realidad, el reino teocrático establecido sobe esta
Tierra, es el tema de todos los profetas del Antiguo Testamento.
Bien, veamos ahora lo que nos dice el texto del capítulo 20 de
Apocalipsis; vamos a leer los primeros tres versículos:
1
Vi a un ángel que descendía del cielo, con la llave del abismo,
y una gran cadena en la mano. 2Y prendió al dragón, la
serpiente antigua, que es el diablo y Satanás, y lo ató por mil
años; 3 y lo arrojó al abismo, y lo encerró, y puso su sello sobre
él, para que no engañase más a las naciones, hasta que fuesen
cumplidos mil años; y después de esto debe ser desatado por un
poco de tiempo.
En estos tres primeros versículos se mencionan dos veces la
expresión "mil años" y unas seis veces en todo este capítulo 20.
Es cierto que "el Milenio" sólo se menciona en este capítulo",
pero si Dios lo menciona 6 veces, será que Él le otorga una
especial importancia. Aquí la referencia de los mil años está
relacionada con Satanás, el diablo, que es arrojado al profundo
abismo por ese período de tiempo.
Algunos expositores bíblicos separan este evento del Milenio, es
decir, que lo clasifican como la escena final del ya mencionado
"Día de la Ira". Este punto de vista le resta impacto a la crasa
distinción que habrá en la Tierra cuando Satanás será quitado,
atado y recluido. Él estará encarcelado durante el reinado de
Jesucristo sobre la Tierra, durante el Milenio, y por lo tanto
estará ausente. Esto significará un trascendental cambio para
todo el planeta, porque la luz penetrará la Luz del Mundo,
Jesucristo. Satanás es el gobernante de este mundo, el príncipe
de la potestad del aire, (Efesios 2:2), y su poder e influencia en
el mundo va mucho más allá de lo que en general se pueda
entender, o creer. Su salida de este mundo ?será atado y echado
al abismo- abre el camino al Milenio. Satanás tiene que ser
quitado de la escena terrenal, para que produzca el comienzo
del reino anunciado proféticamente del Hijo de Dios.
En nuestro tiempo actual, más que nunca grandes personajes
hablan sobre la paz, firman tratados y convenios en un intento
de traer paz a nuestro planeta la Tierra. Y llegará un personaje
carismático, que fascinará a todos los gobiernos y naciones con
esa promesa de traer la anhelada paz y la esperada justicia
social. Ese personaje será el Anticristo, quien aún contando con
el apoyo de todas las naciones, y gobernando como único
soberano mundial, no será capaz de lograr una paz estable,
duradera, aunque por un corto período de tiempo parecerá tener
éxito. El poder de Satanás se reducirá, porque como hemos
leído, un ángel sin categoría especial lo reducirá y lo llevará
cautivo. Será confinado al abismo, pero notemos que este no es
el Lago de fuego y azufre, que será su último destino; esto lo
veremos algo más adelante. Después de esos mil años, el
reinado del Milenio, Satanás será liberado por un breve tiempo.
Aquí es donde nos encontramos con una pregunta muy válida, y
que nos resulta un dilema, ¿por qué es liberado Satanás, al que
también se le llama la Serpiente antigua, el Dragón? Después de
haber sido reducido, encadenado y arrojado al abismo, ¿por qué
le deja Dios en libertad por un breve período de tiempo? Bueno,
el Dr. Lewis Sperry Chafer, respondió a esta pregunta lo
siguiente: "Si me pudieran explicar por qué Dios le dejó libre en
el primer lugar, en la antigüedad, entonces podría responder por
qué Dios le dejará libre en el segundo lugar, en el futuro".
¿Por qué le dejó Dios libre? Bueno, Dios tiene un propósito que
no nos ha sido revelado, y nuestra mente humana no ha podido
comprender muchos de Sus misterios, entre ellos el gran
problema del mal. ¿Por qué ha permitido Dios que exista "el
mal"? En Su tiempo, en Su momento, Dios nos revelará lo que
hoy sólo podemos admitir por fe. Todo lo que Dios nos pide es
que andemos por fe, no por nuestro conocimiento, ni nuestra
inteligencia, o sentido común. Confiamos en Dios, y le
animamos, estimado amigo, amiga oyente a emprender también
ese camino de fe y confianza en la sabiduría y la grandeza de
Dios Padre, del Creador, el autor y dueño de todo el macro y el
micro cosmos.
El autor de estos estudios bíblicos, el Dr. J. Vernon McGee
contaba esta experiencia personal: "Recuerdo que cuando yo
era pequeño, mi padre me llevó en un viaje que hicimos en un
carruaje tirado por un caballo. De pronto se desató una fuerte
tormenta, y yo tenía mucho miedo. Soplaba el viento, y la
tormenta estaba sobre nosotros; hacía frío, llovía, y nos
estábamos mojando". Y recuerda el Dr. McGee: "Nunca me
olvidaré que mi padre puso su brazo alrededor mío, y me dijo: ?
Hijo, puedes confiar en mí?. Y así lo hice. Me acerqué a mi papá,
y confié en él. Me sentí abrigado, protegido, y ya no tenía miedo
a los relámpagos, ni los truenos. Y conseguimos salir de esa
tormenta sin más consecuencias. Ahora, mi padre terrenal se
marchó muy pronto. Murió cuando yo tenía sólo 14 años. No he
tenido un padre terrenal por mucho tiempo, pero he tenido un
Padre Celestial por muchísimos años más. Y así es que, a través
de las tormentas de esta vida, y con todos los problemas que se
me han presentado, he tenido en Quien confiar". Nos gustaría
tener una respuesta muy concreta para explicar la existencia del
"Mal", pero no nos ha sido revelado. Y sólo podemos confiar y
descansar en nuestro Padre Celestial.
Ahora, leímos que Dios encarcelará a Satanás por mil años. No
se podrían cumplir las numerosas profecías acerca del Milenio, el
reinado de paz sobre la Tierra, si el enemigo eterno de Dios
ronda por el mundo. Continuamos leyendo ahora el versículo 4
de este capítulo 20 de Apocalipsis, nos dice:
4
Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron
facultad de juzgar; y vi las almas de los decapitados por causa
del testimonio de Jesús y por la palabra de Dios, los que no
habían adorado a la bestia ni a su imagen, y que no recibieron la
marca en sus frentes ni en sus manos; y vivieron y reinaron con
Cristo mil años.
A los que aquí menciona el apóstol Juan son los santos de la
Tribulación, los mártires que sufrieron hasta la muerte, ahora
son resucitados. Los "santos de la Tribulación" harán un cambio
muy interesante: los tres años y medio de sufrimiento durante la
primera etapa de la Tribulación, por resucitar y vivir los mil años
del reinado de Jesucristo. Serán creyentes que soportarán todo
tipo de aflicciones, privaciones y tormentos, siendo perseguidos
por su fe, porque esos tres años y medio será terribles.
Continuemos con el versículo 5 de este capítulo 20 de
Apocalipsis, nos dice:
5
Pero los otros muertos no volvieron a vivir hasta que se
cumplieron mil años. Esta es la primera resurrección.
Fijémonos en esta afirmación: "Esta es la primera resurrección."
Juan nos informa que la primera resurrección incluye a la Iglesia.
En primer lugar, fue Jesucristo quien fue resucitado. Luego, la
Iglesia es resucitada; luego "los santos del Antiguo Testamento";
y entonces "los santos de la tribulación". Todo esto constituye la
primera resurrección. Y esa es la resurrección de los salvos, de
los creyentes en Jesucristo. La resurrección de los perdidos, los
que nunca aceptaron a Jesucristo como Hijo de Dios, y como su
Salvador personal, su resurrección tomará lugar por separado.
Ya veremos este evento cuando lleguemos a ese
pasaje bíblico que estudiaremos algo más adelante.
Muchas personas tienen una idea completamente equivocada
con respecto al "fin del mundo". Piensan que Jesucristo vendrá
algún día; que todos los muertos resucitarán, y que Cristo
colocará a la gente "buena" en un lado, y los "no tan buenos",
en otro, y entonces, todos vivirán eternamente y para siempre.
Estimado amigo, amiga oyente, Dios tiene un programa, un
plan, y Él sigue Su programa, Su plan ya establecido.
Pero la nota de esperanza con la cual vamos a concluir nuestro
programa de hoy es que ¡todavía estamos a tiempo para
acercarnos a Dios, quien nos espera con los brazos abiertos,
como el Padre esperó a su hijo pródigo, para perdonarle, quitarle
toda la suciedad que se le había pegado a su cuerpo y alma,
para revestirle con un traje de justicia, que implica el perdón
total de nuestros pecados y errores! ¿No quiere darle una
oportunidad a Dios para convertirle, a usted hoy, ahora, en un
hijo suyo? ¿No quiere experimentar la paz de Dios, y la paz con
Dios? Jamás podrá ser lo suficientemente bueno, ni hacer lo
suficiente, para ganarse el perdón de Dios. Sólo y
exclusivamente se puede obtener el perdón y la paz de Dios al
aceptar que Jesucristo es Su Hijo quien vino a esta Tierra para
abrir Sus brazos en la cruz. Sólo por Su muerte inocente,
podemos llegar a ser justificados delante de Dios. Pero, tenemos
que tomar esa decisión individualmente, personalmente, para
así recibir la salvación y el perdón personal de Dios. Le
animamos a simplemente "hablar" con Dios, Él siempre escucha.
Bien, amigo oyente, vamos a detenernos aquí por hoy.
Esperamos que usted nos acompañe cuando en nuestro próximo
programa continuemos con el estudio de este capítulo 20 de
Apocalipsis. Mientras tanto, le sugerimos que usted mismo
continúe la lectura de este capítulo, para así familiarizarse con
su contenido.
¡Que Dios bendiga Su Palabra y a usted que la ha recibido!
Apocalipsis 20
Versículos 4-9
Continuamos, estimado amigo, amiga oyente, nuestra incursión
en el relato cronológico de las profecías que el apóstol y
evangelista Juan reseñó en el último libro de la Biblia, el
Apocalipsis. Hemos llegado ya al capítulo 20 de este importante
libro que nos advierte, de parte de Dios, de los acontecimientos
que un día enfrentará este planeta. Apenas tres capítulos nos
separan del final, pero quedan muchos temas que veremos en
nuestros próximos programas. Hoy comenzaremos leyendo
nuevamente los versículos 4 al 6 del capítulo 20:
4
Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron
facultad de juzgar; y vi las almas de los decapitados por causa
del testimonio de Jesús y por la palabra de Dios, los que no
habían adorado a la bestia ni a su imagen, y que no recibieron la
marca en sus frentes ni en sus manos; y vivieron y reinaron con
Cristo mil años. 5 Pero los otros muertos no volvieron a vivir
hasta que se cumplieron mil años. Esta es la primera
resurrección. 6 Bienaventurado y santo el que tiene parte en la
primera resurrección; la segunda muerte no tiene potestad
sobre éstos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y
reinarán con él mil años.
El apóstol Juan utiliza en los primeros 9 versículos del capítulo
20 de Apocalipsis la expresión "mil años" en seis ocasiones.
Recordemos que en la actualidad existen tres criterios respecto
a este tema de los "mil años" del reinado del Señor Jesucristo en
la Tierra. Está la postura pre-milenarista, que defiende la
interpretación de que se trata de un periodo de tiempo literal de
mil años durante los cuales Jesucristo, en cumplimiento de
numerosas profecías del Antiguo Testamento, reinará sobre la
Tierra. La postura post-milenarista, en cambio, explica el texto
bíblico como un periodo simbólico de mil años que
correspondería a una era de justicia y prosperidad espiritual, que
se iniciaría con la propagación del Evangelio y que culminaría
con el regreso de Jesucristo. La tercera postura se llama A-
milenarista e interpreta los mil años como una simple alusión
simbólica a un periodo extenso de tiempo que ya se habría
cumplido en la Iglesia.
La primera iglesia cristiana, la que se formó después de
Pentecostés, creía en los mil años literales. En el griego se
utilizaba la palabra "kiloísmo", que significa, efectivamente
"mil". La iglesia primitiva creía en lo que era conocido entonces
como "kilias", y ése era su mensaje y predicación. Aquellos que
rechazaban esta interpretación eran considerados como "en un
estado de herejía".
Más adelante comenzaron las diversas corrientes de
interpretación, cuando se pensó que quizá los mil años serían
una consecuencia del ministerio de la Iglesia. Que la iglesia
produciría un "mundo perfecto", y que Jesucristo podría venir y
encontrar este mundo funcionando de una manera ordenada, y
en paz. Pero este pensamiento es contrario a lo que leemos en
este texto bíblico. Jesucristo vendrá con juicio, y si todas las
naciones estuvieran en orden, disfrutando de una espléndida
paz y un bienestar de justicia y prosperidad, entonces Él no
tendría que afrontar ninguna situación de rebeldía, no habría ni
guerra o juicio. Hubo una época en la que teólogos y religiosos
pensaban y creían que la Iglesia iba a formar un reino aquí en la
tierra. En el año 1.883, un comentarista llamado Justino A. Smith
hizo la siguiente declaración: "? qué fuerza más tremenda es la
del Cristianismo en la actualidad, cuando ya se ha dicho todo.
¿Cómo se puede concebir que este auspicioso poder, que tan
rápidamente se está apoderando de toda la Tierra, pueda ir a
parar en esa imbecilidad que parecen predecir algunos de los
que defienden el Milenio?" Hasta aquí la cita. Estimado amigo,
amiga oyente, hace sólo algo más de un siglo a los que
interpretamos La Biblia, las profecías de manera "literal" nos
hubieran acusado de ser pesimistas. Creemos que la situación
de nuestro planeta va degenerando, a todos los niveles, y que
habrá una apostasía abierta y resistente a las enseñanzas de
Jesucristo, y a Su Iglesia.
Hace algo más de un siglo atrás, el Cristianismo era vigoroso y
la predicación del Evangelio atraía a millones de personas
hambrientas de la Palabra de Dios. Se estaba convencido de que
el Evangelio de las "Buenas Noticias" se extendería por todo el
mundo, y que llegaría a influenciar a los gobiernos y las
naciones con el mensaje de paz, amor y justicia de tal manera
que esas virtudes serían adoptadas universalmente, creando así
un mundo estable, justo y en paz. Obviamente, no fue así, y este
planeta sufrió dos contiendas a gran escala, las dos guerras
mundiales, que trajeron la muerte y el sufrimiento a miles de
millones de personas.
Bueno, estimado amigo, amiga oyente, la triste realidad es que,
la así llamada civilización europea, o civilización cristiana, se
está desintegrando, y sus gobiernos, y la sociedad que los
compone, ya poco tienen que ver con los principios originales
que le dieron una fortaleza espiritual.
El Dr. Charles Hodge, un estudioso de La Biblia y destacado
teólogo, dijo lo siguiente: "El tema de las profecías no puede ser
discutido correctamente si no se ha realizado
un estudio profundo de todas las enseñanzas proféticas de las
Escrituras, tanto en el Antiguo, como en el Nuevo Testamento.
Esta tarea no puede desarrollarse satisfactoriamente por una
persona que no ha realizado un estudio profundo y exhaustivo
de las profecías, y lo ha hecho su especialidad".
Hoy en día, en nuestra actualidad encontramos que hay mucho
interés en el tema de las profecías. Creemos que las profecías
constituyen una materia muy importante, de hecho es una
materia vital. El autor de estos estudios bíblicos, que presenta
"La Fuente de la Vida", el Dr. J. Vernon McGee, afirmaba que él
había estudiado estos temas durante más de 40 años, y que les
había prestado una atención especial. En cierta ocasión se le
preguntó acerca del motivo por el cual él hablaba con tanta
insistencia acerca de la profecía. El Dr. McGee respondió que le
preocupaba la ignorancia y el profundo desconocimiento que
observaba hasta en personas que se dedicaban a la enseñanza
bíblica.
Ciertas sectas y grupos religiosos se han aventurado en
establecer fechas para ese gran evento que se denomina "el
arrebatamiento de la Iglesia", que es cuando Dios, de una
manera sobrenatural recogerá a todos los creyentes genuinos en
la fe en Jesucristo, en un instante, y los llevará al Cielo, justo
antes del comienzo del período llamado "la Tribulación". Todos
los que se arriesgaron a dar una fecha determinada, resultado
de equilibrios matemáticos y bíblicos, han tenido que
desdecirse. No creemos que se pueda predecir ni fijar fecha
alguna en términos absolutos. Este evento podría ocurrir el día
de mañana, o cualquier otro día. Dios tiene Su propio horario, Su
propio plan, Su propio programa, y no ha sido revelado en qué
día, año o mes este evento que marcará el comienzo de los
"últimos días", los siete años que constituyen el período más
difícil y doloroso en toda la historia de la Humanidad. Pero sí, por
muchos detalles estamos viendo la preparación del adecuado
escenario para que se cumplan todas las profecías que ya fueron
anunciadas en el Antiguo y en el Nuevo Testamento.
Bien, en la primera parte del versículo 4 del capítulo 20 de
Apocalipsis, leemos:
4a
Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron
facultad de juzgar; y vi las almas de los decapitados por causa
del testimonio de Jesús
El apóstol Pedro, en su segunda epístola, capítulo 1, versículo 20
escribió: "Entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la
Escritura es de interpretación privada." O sea, que no es
admisible sacar un versículo de las Sagradas Escritura, fuera de
su contexto, aisladamente y utilizarlo como base para una
doctrina; es necesario tener, además, la corroboración, la
confirmación, de otras Escrituras. Un texto bíblico, como el que
estamos contemplando, es una declaración de hechos literales,
que calzan en el programa completo de la profecía que hemos
estado siguiendo. El tratar de reducir y cambiar este texto e
interpretarlo en términos de símbolos figurados, transformarían
este pasaje en algo incomprensible.
Creemos que los tronos son tronos literales. Los mártires, son
mártires genuinos. Jesucristo es literalmente el Hijo de Dios, y
Salvador nuestro. La Palabra de Dios es literal. La Bestia, la
imagen y la marca de la Bestia, es literal. Y los mil años, el reino
del Milenio, son literales. Todo es literal, y los mil años, significa
nada más, ni nada menos que mil años. Si Dios hubiera querido
decir que ese período era eterno, pues, creemos que así lo
habría afirmado. Si Dios ya nos reveló tantos detalles concretos,
¿por qué diría Dios algo diferente a lo que realmente quiso
decir? Cuando Dios dijo "mil años", estimado amigo, amiga
oyente, más vale creerle, porque Él así lo afirmó.
Ahora, la palabra "resurrección" que aquí se menciona es
interesante, porque es la misma palabra que el apóstol Pablo
usa en su Primera Epístola a los Corintios, capítulo 15, para la
resurrección de Cristo y de los creyentes, y significa una
resurrección corporal, como lo indica la palabra del texto original
en griego "anastasei."
El apóstol Juan escribió: "Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos."
¿Quiénes son los que se sentaron? Creemos que deben ser
aquellos que participaron en la primera resurrección, a todos los
que fueron salvos a través de todas las edades. Permítanos
repetir lo siguiente: la primera resurrección comenzó con la
resurrección de Jesucristo. Esta primera conquista sobre la
muerte posibilita la resurrección de la Iglesia, durante el
"arrebatamiento, o la salida de los creyentes de la Tierra, antes
del comienzo de la Gran Tribulación, como ya lo hemos
estudiado en Apocalipsis, capítulo 4. Ahora, al finalizar los siete
años de la Gran Tribulación, ocurrirá la resurrección de los
santos de la tribulación, que serán las almas de los decapitados
por causa del testimonio de Jesús y por la Palabra de Dios, los
que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, y también la
resurrección de los santos del Antiguo Testamento, como vimos
en el capítulo 12 del profeta Daniel, versículo 1 y 2. Dios sigue
Su plan, Su guión de los eventos. Esta no es una idea ingenua, o
un producto de una mente fantasiosa. Este es un programa
organizado y detallado que Dios determinó, que Él ha
presentado en Su Palabra, y que Él concluirá según Su plan y
propósito.
Los santos de la tribulación y los santos del Antiguo Testamento
evidentemente reinarán en esta Tierra con el Señor Jesucristo
durante el Milenio. La Iglesia, todos los creyentes que fueron
quitados del planeta en el "arrebatamiento", la esposa de Cristo,
residirá en la Nueva Jerusalén, donde reinará junto con Él, desde
ese lugar tan relevante, pero además, creemos, que también
sobre gran parte de la creación de Dios. Ya vamos a ver esto en
el próximo capítulo. Cristo se trasladará de la Nueva Jerusalén,
ubicada en el Cielo, a la antigua ciudad de Jerusalén en la Tierra.
La iglesia también se trasladará de un lado hasta el otro, desde
su hogar celestial y la Tierra. Multitudes de personas de Israel y
como también de los Gentiles vivirán en el período del Reino del
Milenio, con sus cuerpos físicos naturales, al no haber muerto
antes, y estos serán los que, junto con aquellos que nacerán
durante el Milenio, los que serán probados durante ese período.
Así como el Señor Jesucristo, después de Su resurrección, ya con
un cuerpo glorificado, se mostró, y anduvo, con Sus apóstoles y
cientos de seguidores, así mismo, la Iglesia, los creyentes, en un
cuerpo glorificado, se mezclará con las multitudes que vivan en
sus cuerpos naturales, aquí en la Tierra. Todos los miembros de
la Iglesia, que habían sido recogidos anteriormente y llevados al
Cielo, regresarán nuevamente a la Tierra, pero con cuerpos
glorificados.
Ahora, en el versículo 6, se nos dice que ellos serán sacerdotes
de Dios y de Cristo. Esta mención se refiere exclusivamente a la
nación de Israel, y ése es el propósito original de Dios para
Israel. Dios dijo en Éxodo, capítulo 19, versículo 6: "Y vosotros
me seréis un reino de sacerdotes, y gente santa. Estas son las
palabras que dirás a los hijos de Israel." Ahora, Abraham fue un
sacerdote en su familia. Leví fue el sacerdote de la tribu, con la
familia de Aarón sirviendo como el sumo sacerdote. En el reino
teocrático sobre esta tierra, toda la nación de Israel llegará a ser
sacerdotes.
En las Sagradas Escrituras encontramos más profecías acerca
del Milenio que sobre cualquier otro período. El Reino fue el gran
tema de los profetas del Antiguo Testamento. Hay mucho
silencio alrededor de las profecías de los profetas del Antiguo
Testamento. Sin embargo mucha gente está esperando algo y a
alguien que pueda ofrecer, y garantizar, la paz entre las
naciones y la justicia y la prosperidad de todos los pueblos. Ese
anhelo de un gobierno universal, que distribuya con más justicia
los recursos de nuestro planeta, fomentará la llegada al poder, y
al escenario mundial, del líder político que prometerá satisfacer
todas las necesidades, pero que se transformará en el dictador
mundial absoluto. Nuestra Tierra no conocerá la verdadera paz y
justicia hasta que no llegue el período del Milenio, el Reino de
Jesucristo sobre la Tierra.
Leamos ahora los versículos 7 al 9 de este capítulo 20 de
Apocalipsis:
7
Cuando los mil años se cumplan, Satanás será suelto de su
prisión, 8 y saldrá a engañar a las naciones que están en los
cuatro ángulos de la tierra, a Gog y a Magog, a fin de reunirlos
para la batalla; el número de los cuales es como la arena del
mar. 9 Y subieron sobre la anchura de la tierra, y rodearon el
campamento de los santos y la ciudad amada; y de Dios
descendió fuego del cielo, y los consumió.
Todo el libro profético de Apocalipsis es un relato cronológico de
los últimos eventos que ocurrirán durante los últimos tiempos de
nuestra Tierra. Aquí se nos describe la última rebelión de
Satanás y de hombres que él embaucará, en su último intento
de derrocar a Dios. El Milenio será un período de prueba bajo el
cual los hombres, la población mundial, vivirán bajo condiciones
ideales, perfectas. Y como lo demuestra este texto, tan pronto
como Satanás es liberado de su cautiverio, una gran multitud
que había estado bajo el Reino personal de Cristo, y bajo
circunstancias ideales, se dejarán seducir y seguirán a Satanás,
el Diablo, el engañador, o como también se le denomina, la
Serpiente antigua, el Dragón. Como ya mencionamos, no sólo
serán multitudes de personas que constituirán la población
mundial y que presenciarán el comienzo del Milenio bajo la
autoridad del Señor Jesucristo, sino que multitudes nacerán
durante el Milenio. Eso lo podemos confirmar al leer en el libro
del profeta Isaías, capítulo 11, versículo 6; y también en el
capítulo 65, y versículo 20.
Éste será un tiempo histórico en el que ocurrirá la mayor
explosión demográfica de la Humanidad sobre la Tierra. Bajo el
reinado del Señor Jesucristo se eliminará la enfermedad, y la
maldición del pecado será quitada de la tierra física, la cual
producirá suficiente alimento como para nutrir a esta gran
población mundial. Pero, sólo una cosa no cambiará de
naturaleza, y eso será el corazón humano, que no cambiará, a
pesar de vivir en un clima de total paz, justicia y prosperidad.
Muchos aún le darán la espalda a Dios, y se dejarán engañar al
seguir a Satanás, una vez que él sea soltado de su prisión en el
abismo, al final de los mil años del reinado del Señor Jesucristo.
Esto parece increíble, ya que bajo la autoridad de Jesucristo
todas las necesidades podrán ser cubiertas, con justicia y
equidad. Pero, parece que en realidad no es ese estado ideal el
que aspira el ser humano. Lo que hará que esta gente anhele
salir de la férrea disciplina de Jesucristo y del orden que Él
instaurará, será el deseo de vivir libremente "a su propia
manera", sin control, sin acatar la autoridad superior de Aquel
que es un Juez justo, nuestro Señor Jesucristo.
Vamos a finalizar con este pensamiento, y continuaremos con
este mismo tema, que trataremos más ampliamente en nuestro
próximo programa. Esperamos que usted nos pueda acompañar
y nos permitimos sugerirle que continúe leyendo este capítulo
20 hasta el final, para estar más familiarizado con los siguientes
temas que abordaremos en nuestro próximo estudio.
Continuamos pidiendo a Dios que Él bendiga Su Palabra que
hemos compartido hoy con usted, estimado amigo, amiga
oyente. Oramos para que el Espíritu de Dios, el Espíritu Santo, le
revele el amor infinito, incondicional que Dios tiene para usted, y
para que pueda experimentar, personalmente la Luz y la Paz de
la Verdad, que inunda cada alma que se acerca y acepta a
Jesucristo como su Salvador y Señor.
Apocalipsis 20
Versículos 9-13
Bienvenidos a un nuevo programa de "La Fuente de Vida", en el
que juntos, una vez más, seguiremos avanzando por los
senderos del libro de Apocalipsis, adentrándonos cada vez más
en el relato del apóstol Juan, su autor. Estamos a punto de llegar
al clímax del libro: la Segunda Venida de Cristo a la Tierra. Un
suceso proféticamente prometido, que desde la muerte y
resurrección de Jesucristo, los cristianos de todos los tiempos
hemos estado esperando.
Comencemos hoy abriendo nuestra Biblia para leer el versículo
9 del capítulo 20 de Apocalipsis:
9
Y subieron sobre la anchura de la tierra, y rodearon el
campamento de los santos y la ciudad amada; y de Dios
descendió fuego del cielo, y los consumió.
Al cumplirse el periodo de los mil años establecidos por Dios,
Satanás, el Diablo, es soltado de su cautiverio pero,
aparentemente, no ha aprendido la lección, y reanudará su
actividad allí donde fue interrumpido, y encarcelado. Volverá a
engañar al hombre y predisponer a las naciones contra Dios. De
esta manera, Satanás reunirá a las naciones para intentar un
último ataque contra Dios. Como acabamos de leer, los ejércitos
hostiles, bajo la dirección de Satanás, el Diablo, se dirigirán
contra el campamento del pueblo de Dios y contra la ciudad
amada, es decir, contra Jerusalén. Pero estos ejércitos serán
consumidos por fuego del cielo, Satanás será arrojado al Lago de
fuego y azufre, al igual que en el pasado fueron echados allí
Anticristo, o la Bestia, y el Falso Profeta. Ahora, la victoria de
Cristo será al fin, completa y definitiva.
La rebelión de Satanás y del hombre, tras el milenio, revela la
persistente dureza e impermeabilidad del corazón del ser
humano. El profeta Jeremías dijo en el capítulo 17 de su libro,
versículo 9: "Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y
perverso; ¿quién lo conocerá?" Sólo el ser humano es capaz de
alcanzar las más altas y las más bajas cotas éticas y morales de
conducta, tanto en positivo, como en negativo; construimos
maravillosas catedrales, pero también la bomba atómica;
componemos hermosos poemas y deliciosas sinfonías, pero
también diseñamos campos de concentración y cámaras de gas;
¡Cuán separados podemos, los seres humanos, llegar a estar de
Dios! Lo que la Biblia denomina "vieja naturaleza" no es sino
nuestra natural tendencia a hacer lo malo, por puro egoísmo, así
como hacer el mal, por puro placer. Tal y como escribió el
apóstol Pablo, en su Carta a los Romanos, capítulo 8, versículo 7:
"Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios;
porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden."
Resulta muy llamativa, por otra parte, la adhesión de ejércitos
de hombres y mujeres dispuestos a secundar la última y
definitiva rebelión de Satanás, el Diablo, más aún cuando estas
personas habrán tenido la oportunidad de vivir en las
condiciones ideales que caracterizarán el reinado de mil años de
Cristo. Si usted lo recuerda, en anteriores programas tuvimos la
oportunidad de ver cómo cuando Jesucristo reine, lo hará con
vara de hierro, como un dictador. Y puede ser que, precisamente
por ello, a muchos les disguste este tipo de reinado, que si bien
será "perfecto" desde el punto de vista de Cristo, no lo será
tanto para muchos, deseosos de llevar a cabo sus propios planes
en un nuevo orden mundial. Y tal vez por ello, cuando se les
ofrezca la oportunidad de rebelarse, aún bajo la bandera de
Satanás, el mismo que engañó a las naciones en el pasado,
antes del Milenio, accederán. Sin embargo, ésta será la última
rebelión de Satanás
Y aquí llegamos, estimado amigo, amiga oyente, a una figura
que se grabó profunda y misteriosamente en el pensamiento
judío: la figura de Gog y Magog. De hecho, a esta rebelión, la
que acabamos de leer en Apocalipsis, se la denomina Gog y
Magog. La encontramos por primera vez en el libro del profeta
Ezequiel, capítulos 38 y 39. Allí, Gog, de la tierra de Magog,
príncipe soberano de Mesec y de Tubal, va a lanzar un ataque
contra Israel que no tendrá éxito y que acabará por destruirle a
él. Puede ser que Gog se conectara originalmente con los
Escitas, pueblo bárbaro y extremadamente violento, cuya
invasión temían todos los hombres. Conforme fue pasando el
tiempo, en el pensamiento judío, Gog y Magog llegaron a
representar todo lo que se opone a Dios. Los rabinos enseñaban
que los ejércitos de Gog y Magog se asociarían con sus ejércitos
contra Jerusalén, y acabarían cayendo a manos del Mesías.
Leamos ahora, el versículo 10 del capítulo 20 de Apocalipsis:
10
Y el diablo que los engañaba fue lanzado en el lago de fuego y
azufre, donde estaban la bestia y el falso profeta; y serán
atormentados día y noche por los siglos de los siglos.
En este breve y sencillo pasaje asistimos, al fin, a la destrucción
definitiva de Satanás, el príncipe de este mundo y engañador
del hombre desde el principio, el ángel más hermoso jamás
creado, cuyo corazón se llenó de orgullo hasta el punto de
querer ser igual a Dios. Aquel, que se rebeló en el Cielo contra el
Padre y fue expulsado del mismo junto con sus seguidores, un
tercio de los ángeles. Satanás, la Serpiente antigua, que
pretendió tentar a Jesucristo en el desierto, sin lograrlo, y el
mismo que llenó de codicia el corazón de Judas, para que
traicionara a su Maestro; Satanás, aquel que desde el mismo
comienzo de la historia humana ha intentando destruirnos por
todos los medios, con el único fin de malograr la perfecta
Creación de Dios, nuestra íntima comunión con Él y el posterior
Plan de Salvación puesto en marcha por Dios para rescatar al
hombre de sus pecados.
Al igual que sus demonios acuciarán a los ejércitos del mundo a
lanzarse contra Israel, en la Batalla de Armagedón, Satanás
también conducirá a las engañadas naciones a un ataque
suicida contra Cristo y Su pueblo.
Aquí Juan nos desvela varias ideas que contradicen la cultura
popular entorno al Diablo. En primer lugar, Satanás no es el
actual habitante más ilustre del Infierno. El infierno aún no
existe y tan sólo será una realidad tras el gran Juicio Final. Dice
la Biblia que Él es el príncipe de la potestad del aire, es decir, el
príncipe de este mundo. Él es quien hoy controla el planeta en el
que vivimos. Dios, por supuesto, le ha impuesto ciertos límites,
si bien durante la Gran Tribulación tendrá casi absoluta
autoridad en la Tierra, durante cierto tiempo.
En segundo lugar, Satanás no será el primero en ser arrojado al
infierno. El Anticristo, la Bestia, y el Falso Profeta, ambos le
precedieron, mil años antes. Ambos fueron echados a un infierno
descrito de manera aterradora: un lago de fuego y azufre.
¿Qué dice la Biblia acerca de este lugar, el Infierno? Juan el
Bautista, el profeta enviado por Dios para preparar la llegada de
Jesús, dijo, tal y como recogió Lucas, el evangelista, en su
capítulo 3, versículo 7: "Y decía a las multitudes que salían para
ser bautizadas por él: ¡Oh generación de víboras! ¿Quién os
enseñó a huir de la ira venidera?" Algo después, el Señor
Jesucristo mismo fue quien expuso la descripción más detallada
que tenemos del Infierno. Escuche los siguientes versículos del
capítulo 25 del evangelio según Mateo, versículo 41: "Entonces
dirá también a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al
fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles." El capítulo
8 del evangelio según San Mateo, versículo 12, dice: "Mas los
hijos del reino serán echados a las tinieblas de afuera; allí será
el lloro y el crujir de dientes." Esto debería, al menos, hacernos
reflexionar.
Por otro lado, ¿cómo puede ser una tiniebla total y aún un fuego
literal? En el evangelio según Mateo, capítulo 13, versículo 42,
leemos: "Y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el
crujir de dientes." Y luego el Señor Jesucristo dijo en el evangelio
según Marcos, capítulo 9, versículo 44: "Donde el gusano de
ellos no muere, y el fuego nunca se apaga." ¿Puede usted
pensar, amigo oyente, en un fuego, que sea más ardiente que el
de un hombre que se encuentra en el Infierno, y escuche allí la
voz de un hijo o hija suya, diciéndole: "Papá, te he seguido
aquí"?
En cierta ocasión, un hombre espetó al Dr. Bill Anderson:
"Supongamos que lleguemos allí y descubramos que esto no es
cierto". "Bueno", respondió el Dr. Anderson, "entonces
tendremos que pedirle disculpas y decir que hemos entendido
mal al Señor. Pero, supongamos que llegamos allí y tenemos
razón, y que usted está equivocado. ¿Qué sucedería entonces?"
Esta sencilla pregunta, ha hecho perder el sueño a muchas
personas. ¿Y si todo esto no son fábulas para ancianas, ni
folklore popular, ni invenciones de pastores cristianos, deseosos
por aumentar la membresía de sus iglesias? ¿Y si todo lo que
dice la Biblia es verdad? Desde luego, las Escrituras son
contundentes al respecto: Tan real como que esta vida existe,
hay también un Cielo y un Infierno. El enemigo, Satanás, ha
intentado desde el principio trivializar y ridiculizar ambas ideas,
sabedor que de ese modo, pocos creerán y muchos se perderán.
A todos nos gusta mucho el capítulo 3 del evangelio según Juan,
versículo 16, ¿recuerda?: "Porque de tal manera amó Dios al
mundo que dio a Su Hijo primogénito, para que todo aquel que
cree en Él, no se pierda, mas tenga vida eterna". Esto es, sin
duda, una realidad. La otra, es el fuego eterno, vivir separado de
Dios por toda la Eternidad, un lugar de tormento consciente.
Leamos a continuación el versículo 11 de este capítulo 20 de
Apocalipsis, que dice así:
11
Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él, de
delante del cual huyeron la tierra y el cielo, y ningún lugar se
encontró para ellos.
Juan nos describe aquí el Gran Trono Blanco, que aparece
mencionado en Apocalipsis un total de 50 veces. Se trata, como
vemos, de un trono de juicio que permanece elevado, puro y
santo. Dios se sienta en él como Juez representado en la
persona del Señor Jesucristo. Pero aún no estamos asistiendo al
popularmente conocido "juicio final". Recordemos que todos los
perdidos, de todos los tiempos, van a ser resucitados para ser
juzgados aquí, pero aún no ha llegado ese instante. Por otro
lado, todos los que han sido salvos, han sido ya resucitados en
la primera resurrección, incluyendo a los santos muertos
durante la Tribulación. Esta es, ahora, la Segunda Resurrección,
reservada sólo para aquellos que serán exclusivamente
resucitados aquí para recibir su juicio, una evaluación justa,
equitativa de todas sus obras.
En una ocasión, cierto Pastor cristiano visitó a un hombre en su
lecho de muerte. El enfermo, muy seguro de sí mismo, le dijo:
"Predicador, no es necesario que malgaste su escaso tiempo
hablándome de mi futuro. Creo que Dios será justo y aceptará
de buen agrado mis numerosas buenas obras". El Pastor le
respondió: "Está usted en lo cierto; usted es una persona justa y
recta y lo más probable es que Dios esté ansioso por conocer
sus buenas obras; seguro que las aprobará. Pero también hay
algo más. La Biblia dice que la salvación es un regalo de Jesús,
no un premio que usted obtiene mediante buenas obras. Hay
mucha gente que hace buenas obras; hay, de hecho, gente
mucho más buena, más caritativa, más generosa y más solidaria
que los cristianos; pero no por ello serán salvos. La Biblia dice
que nadie puede salvarse a sí mismo realizando buenas obras,
sino tan sólo por medio de la fe en Jesucristo. Usted podría
pasarse toda la vida haciendo buenas obras, pero si no acepta a
Jesucristo como su Señor y Salvador personal, no se salvará e irá
al Infierno. La Biblia también añade que los cristianos tenemos el
deber, la obligación y el privilegio de demostrar el amor de Jesús
al mundo realizando buenas obras; La Biblia dice que somos
salvos para hacer buenas obras, no por hacer buenas obras, lo
cual es muy diferente."
¿No ha observado usted a un niño pequeño juntando un
ramillete de flores para su madre o abuela? Mientras él se las
lleva, en sus manos las flores se marchitan y pierden su
hermosura. Sin embargo, la madre o abuela agradece mucho el
detalle de su hijo o nieto. Pero Dios, querido amigo, amiga, no
actúa de la misma forma; cuando muchos lleguen a la presencia
de Dios y se presenten ante Cristo, ante ese Cristo que han
rechazado una y otra vez, al cual no han obedecido, ni permitido
que gobierne su vida, al cual han reducido a una tediosa religión
de ritos vacíos y esporádicos, y les muestren su pequeño
ramillete de flores marchitas, es decir, sus buenas obras,
esperando que Él reaccione como su madre o abuelita, dándole
unas palmaditas en la cabeza, éstas "buenas" personas, se
llevarán un gran chasco. Amigo, amiga oyente, esto es algo
tremendamente serio. Es necesario que usted tenga un Salvador
personal para poder estar en Su presencia, y este salvador se
llama Jesucristo, que vivió y murió por usted hace
aproximadamente 2.000 años. Para presentarse ante el Tribunal
de Cristo usted necesita, no un ramillete de buenas obras, sino
estar revestido con la justicia de Cristo, cuando Él nos limpia de
todos nuestros pecados. Nos guste o no, todos nosotros,
cristianos incluidos, somos por naturaleza, pecadores. Desde
que nacimos, queremos seguir nuestros propios impulsos
humanos, a movernos con egoísmo, por instinto de
supervivencia, por anhelo de poder y de posesiones materiales.
Nuestros deseos guían nuestra vida y nuestros impulsos
nuestras acciones. A pesar de ello hay mucha gente buena,
gente solidaria, que, independientemente de su religión o credo,
ama al prójimo, es solidaria, es generosa. Y eso es maravilloso.
Sin esta gente, el planeta sería, un lugar mucho peor. Sin
embargo la Biblia es muy clara al respecto de los requisitos para
ser salvo: Y sólo hay uno, ¿Cuál? Confiar en Jesús como nuestro
Señor y Salvador personal. Por favor, querido amigo y amiga que
nos escucha, no estamos despreciando las buenas obras; al
contrario, son un deber, no una opción, del cristiano. Un
cristiano sin buenas obras, es una contradicción en sí mismo. Un
cristiano sin buenas obras, no es un cristiano; es un religioso, un
místico, un intelectual, pero no un cristiano tal y como fue Jesús;
un cristiano sin obras, es un cristiano sin fe y sin amor. Pero una
cosa es la solidaridad y otra, muy diferente, es creer poder ser
salvo, sólo gracias a mis buenas obras; esta idea errónea ha
llevado a muchos a pensar que, por el hecho de ser donantes,
colaboradores de ONG, o esforzados voluntarios sociales, van a
poder ganarse el cielo. No es así, estimados oyentes, y lo
afirmamos con todo nuestro cariño y respecto, por estas
personas, a las cuáles admiramos como ejemplo de entrega y
generosidad.
Fue Samuel Johanán quien escribió: "Cada hombre conoce
aquello de sí mismo que no se atreve a contarle ni a su mejor
amigo". Usted se conoce bien a sí mismo, ¿no es así, estimado
amigo o amiga? Sólo usted conoce cosas que ha tapado y
ocultado, y que no quisiera revelar por nada del mundo. Pues
bien, amigo oyente, el Señor Jesucristo conoce todo su ser y
abordará éstos cuando usted se le acerca a Él con su pequeño
ramillete.
Regresando al texto bíblico, el que está sentado sobre el trono
es el Señor Jesucristo. ¿Cómo sabemos esto? Porque el Padre a
nadie juzga, sino que todo el juicio dio al Hijo. Porque como el
Padre tiene vida en sí mismo, así también ha dado al Hijo el
tener vida en sí mismo; y también le dio autoridad de hacer
juicio, por cuanto es el Hijo del Hombre. No os maravilléis de
esto; porque vendrá hora cuando todos los que están en los
sepulcros oirán su voz; y los que hicieron lo bueno, saldrán a
resurrección de vida; ? eso nos dice el capítulo 5 del evangelio
según Juan. Ahora, ¿cuál es la obra de Dios? Creer en Aquel a
quien Él ha enviado. Éstos son los que hicieron lo bueno. Ellos
han aceptado a Cristo. Entonces ellos saldrán a resurrección de
vida. Esta es la primera resurrección. Ya hemos hablado en
cuanto a esto. Y los que hicieron lo malo, ¿a qué clase de
resurrección? Bueno, dice: "A resurrección de condenación." Ese
es el Gran Trono Blanco.
Juan nos menciona, además, algo sorprendente; nos está
hablando del gran Trono Blanco y de Aquel que está sentado en
él, y añade lo siguiente: "De delante del cual huyeron la tierra y
el cielo." Juan vio como el universo viejo y contaminado dejó de
existir. El apóstol Pedro describió también ese preciso momento
en su libro 2ª de Pedro 3:10: "Pero el día del Señor vendrá como
ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande
estruendo, y los elementos ardiendo serán desechos, y la tierra
y las obras que hay en ella serán quemadas". El universo entero
dejará de existir mediante un acto divino que es todo lo opuesto
a la Creación original. Los versículos 12 y 13 del capítulo 20 de
Apocalipsis dicen así:
12
Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los
libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro
de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que
estaban escritas en los libros, según sus obras. 13 Y el mar
entregó los muertos que había en él; y la muerte y el Hades
entregaron los muertos que había en ellos; y fueron juzgados
cada uno según sus obras.
Juan, buen observador, nos sigue trasladando pequeños detalles
sin perder la visión global de la escena que está presenciando.
Lo que ahora sigue es el juicio de la Humanidad. Es el juicio de
los grandes y pequeños, es decir, que no hay nadie ni tan
grande o importante, ni tan pequeño o insignificante, capaz de
escapar del juicio de Dios; y todos estarán de pie ante Dios, al
igual que suele suceder en un juicio con los prisioneros que son
culpables y condenados, y se situarán delante del tribunal de
justicia divina.
Se mencionan aquí dos clases de libros. El primero contiene el
informe de todas las obras humanas. Este libro registrará todos
los pensamientos, palabras y obras de los pecadores, fielmente
recogidos gracias a la omnisciencia divina, y servirán para
proveer una fuente irrefutable de evidencias para su
condenación. Y es importante ser consciente de que el autor de
ese libro no es Dios, sino nosotros mismos, con las decisiones
que tomamos y las acciones que realizamos, día a día, en
nuestra vida diaria y personal. Nada escapa al ojo de Dios. Todo
lo oculto será revelado y sacado a la luz.
El segundo libro mencionado por Juan es el denominado "Libro
de la Vida", el cual contiene los nombres de todos los redimidos
o salvos. Este libro aparece, al igual que el anterior,
frecuentemente, a lo largo de toda la Biblia. Moisés estaba
dispuesto a que Dios lo borrara del libro de la vida si así Éste
salvaba al pueblo (Éxodo 32:32); El salmista ora para que los
malvados sean borrados del Libro de la Vida y no inscritos con
los justos (Salmo 69:28). El apóstol Pablo habla de sus
colaboradores, cuyos nombres están escritos en el Libro de la
Vida (Filipenses 4:3). La promesa del Cristo resucitado a la
iglesia en Sardes es que el que salga victorioso no será borrado
del Libro de la Vida (Apocalipsis 3:5). La idea es que, aquellos
cuyos nombres estén inscritos en este libro, son los ciudadanos
vivos y activos del Reino de Dios.
Pero si usted es salvo, estimado oyente, entonces no tendrá que
asistir a este juicio. Sus obras serán juzgadas como un hijo de
Dios, en el Tribunal de Cristo, lo cual ya tuvo lugar durante la
Gran Tribulación.
Este juicio es sólo para los perdidos. El Señor Jesucristo había
dicho: "Y no queréis venir a mí para que tengáis vida" (Juan
5:40). Los que nunca quisieron ir a Él, sin embargo desearán ser
juzgados según sus propias obras. Creen que ésta es su
oportunidad y dado que el juicio será justo, se salvarán. Pero
olvidan que Jesús ya advirtió que nadie podría nunca salvarse a
sí mismo mediante sus buenas obras, sino sólo por medio de Él,
de Jesús mismo. Con ese fin vino Jesucristo a la Tierra. Por eso
murió en una cruz. Y por eso resucitó, venciendo a la muerte y a
Satanás. Él ha ganado para nosotros el derecho de ser salvos. Si
nosotros despreciamos esto, le estamos despreciando a Él;
también estamos despreciando Su sacrificio en la cruz y le
estamos diciendo: "Gracias por tu muerte, pero creo que no la
necesito, dado que soy tan bueno, tal y como mis buenas obras
atestiguan, que puedo salvarme sin necesidad de recurrir a ti".
Pero ninguno será salvado por sus propias buenas obras.
Y luego leemos: "Y el mar entregó los muertos." En el tiempo de
juicio se dice que el mar devolverá sus muertos; Ha habido
multitudes que han fallecido o desaparecido en el mar, y serán
resucitados para el juicio. Debemos pensar que esto no supone
problema alguno para el Creador.
Juan añade: "Y la muerte y el Hades", el lugar donde van los
espíritus de los que están perdidos, "entregaron los muertos que
había en ellos; y fueron juzgados cada uno según sus obras."
Recordemos que muerte y Hades son términos que describen el
estado de la muerte. Todos los muertos injustos y pecadores se
presentarán en el juicio del Gran Trono Blanco, y ninguno de
ellos escapará. De todos los lugares en los que se hubieran
depositado los cuerpos de los muertos no justos, saldrán
cuerpos nuevos, preparados para el Infierno. Desde luego esta
es una escena terrible que debiera hacer reflexionar a muchos.
Con esta idea nos despedimos de usted, no sin antes pedir a
Dios que bendiga Su Palabra que acabamos de leer, y que ésta
haga mella e impacto en su vida. Esperamos encontrarle en
nuestro próximo programa, estimado amigo, amiga oyente, para
continuar con este fascinante libro, el Apocalipsis.
pocalipsis 20 - 21
Versículos 20:14 - 21:2
Bienvenidos, estimados oyentes, a un nuevo programa de La
Fuente de Vida, en el cual proseguiremos nuestra andadura a
través de este particular y fascinante libro, el Apocalipsis del
apóstol y evangelista Juan.
Hoy, retomaremos nuestro camino en los últimos versículos del
capítulo 20, los versículos 14 y 15. Pero antes, permítanos
refrescar nuestra memoria con unas rápidas pinceladas de los
últimos acontecimientos. En el capítulo 19 hablamos sobre el
gozo universal que producirá la destrucción de la ciudad de
Babilonia, sede central del poder del Anticristo, el dictador
mundial, también llamado "la Bestia", que estará dominado
completamente por Satanás. Sigue la descripción del
surgimiento del Caballo Blanco en el que cabalga Uno, que es
Fiel y Verdadero, es decir, el mismo Señor Jesucristo. A
continuación viene la alianza de los poderes hostiles contra
Cristo, el Conquistador (19:19); luego, la derrota de las fuerzas
contrarias; como consecuencia, la Bestia y el Falso Profeta serán
arrojados al Lago de fuego y azufre, y tendrá lugar la matanza
del resto de sus seguidores (19:20). El capítulo 20 se inicia con
que Satanás es atado, en el Abismo, por un periodo de mil años;
sigue la resurrección de los Mártires que reinarán con Cristo
durante el Milenio, aunque los demás muertos resucitarán más
tarde. Al cumplirse los mil años, Satanás es soltado por un breve
periodo de tiempo, el suficiente para organizar una batalla final,
pero los enemigos de Cristo, serán destruidos con fuego del
cielo, mientras que Satanás será arrojado para siempre al Lago
de fuego y azufre (20:7-10). Sólo entonces, vendrá la
resurrección general y el Juicio Final. La descripción de Nuevos
Cielos y Nueva Tierra ocupan los capítulos 21 y 22.
Vamos a abrir nuestra Biblia en los versículos 14 y 15 del
capítulo 20 de Apocalipsis para comenzar nuestro estudio de
hoy:
14
Y la muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego. Esta
es la muerte segunda. 15 Y el que no se halló inscrito en el libro
de la vida fue lanzado al lago de fuego.
La muerte y el Hades son esencialmente expresiones sinónimas
en la Biblia, pero la muerte es la condición mortal en sí, y el
Hades equivale al término Seol del Antiguo Testamento, que es
el lugar de los muertos. En la versión anterior de nuestra Biblia
en castellano esta palabra se había traducido incorrectamente
como "infierno", dado que las palabras "Seol" en el Antiguo
Testamento y "Hades" en el Nuevo Testamento, no significan
infierno. En el pensamiento judío, el Seol/Hades era el lugar al
que iban los muertos a morar hasta el día del "juicio final". Los
judíos pensaban que estaba dividido en dos secciones. El Señor
Jesucristo, en su relato del hombre pobre y del rico, donde
ambos habían muerto, lo dividió en el paraíso y en el "lugar de
tormento". El paraíso quedó vacío cuando Cristo llevó consigo,
en su ascensión, a los creyentes del Antiguo Testamento. Así
podemos leerlo según relata el apóstol Pablo en su epístola a los
Efesios, capítulo 4, versículos 8 al 10: "Por lo cual dice: Subiendo
a lo alto, llevó cautiva la cautividad, y dio dones a los hombres.
Y eso de que subió, ¿qué es, sino que también había descendido
primero a las partes más bajas de la tierra? El que descendió, es
el mismo que también subió por encima de todos los cielos para
llenarlo todo."
Él hizo dos cosas: otorgó dones a los hombres, y se llevó consigo
al Cielo, o Paraíso, a aquellos santos del Antiguo Testamento que
habían muerto. Sin embargo, en el lugar de tormento residirán
los perdidos hasta el Día del Juicio ante el Gran Trono Blanco,
como vimos en nuestro programa anterior. Todos los que deben
que presentarse a ese juicio son los denominados perdidos, que
serán arrojados al Lago de Fuego, que es la muerte segunda; la
primera muerte es sólo física, pero la segunda es espiritual y
eterna, en el Lago de Fuego Eterno, que es el Infierno.
Sea o no literal esta terrorífica descripción del infierno, podemos
estar seguros que será el peor lugar del universo; un lugar
donde, tal vez, el mayor sufrimiento sea conocer su eterna
separación de Dios; Porque, ¿puede haber algo peor que estar
eternamente condenado a vivir separado de Dios?
La muerte, ese letal y último enemigo del hombre, será
finalmente eliminado y ya no se podrá volver a utiliza la
expresión de que "todos morimos en Adán". La muerte será
lanzada al lago de fuego, porque es el gran enemigo del
hombre. En el Antiguo Testamento, en el libro del profeta Oseas,
capítulo 13, versículo 14, leemos: "De la mano del Seol los
redimiré, los libraré de la muerte. Oh muerte, yo seré tu muerte;
y seré tu destrucción, oh Seol; la compasión será escondida de
mi vista." Luego el apóstol Pablo escribió en su Primera Epístola
a los Corintios, capítulo 15, versículo 26: "Y el postrer enemigo
que será destruido es la muerte." Y en el versículo 55 de ese
mismo capítulo 15 añade Pablo: "¿Dónde está, oh muerte, tu
aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?"
El Hades, prisión de las almas de los pecadores muertos, será
también arrojado al lago de fuego. ¿Por qué? Porque ya no será
necesario, al haber quedado desocupado de los perdidos, los
cuáles ya habrán salido de allí para ser echados en el Lago de
fuego, el mismo destino al que han sido condenados Satanás, la
Bestia, el Falso Profeta y todos sus seguidores.
Necesitamos confrontar nuestras creencias, las que sean, con la
idea de que si el hombre no acepta la vida eterna que Dios le
ofrece, entonces sólo le queda la otra única alternativa. Dios
nunca creó al hombre para condenarlo, sino para amarlo y
disfrutar de su compañía. Pero el hombre, el ser humano, se ha
empeñado desde el comienzo de los tiempos en rechazar a Dios,
desobedecerle y despreciar el sacrificio que hizo su Hijo Amado,
Jesucristo, en la cruz. Curiosamente, a muchos no les impresiona
esta idea, -la de una muerte eterna-, según se desprende de su
actitud aparentemente pasiva y reactiva al respecto. Sin
embargo, no pocos, al enfrentar la muerte de un familiar o
incluso la suya propia, temen lo que se pueda encontrar "al otro
lado" de la vida. La realidad nos demuestra que el hombre
desprecia a Dios hasta que se halla a las mismas puertas de la
muerte. Pareciera que sólo cuando nos enfrentamos con ésta,
cara acara, somos capaces de aceptar, e incluso abrazar, la idea
de un Dios real. Pero tal vez, entonces, pueda que sea
demasiado tarde para volver atrás y deshacer una vida tejida de
nudos, dobleces y desengaños, fracasos y malas decisiones, que
hicieron daño a las personas que más queríamos y, además, a
nosotros mismos. Por eso decimos que nunca es demasiado
pronto para convertirse en un "hijo de Dios", no por temor, sino
por amor, amor hacia Aquel que se entregó y murió por nosotros
en la Cruz: Jesucristo.
Nunca es demasiado pronto para arrepentirse y nosotros, desde
aquí, tenemos que ser coherentes con lo que dice la Biblia e
invitarle, una vez más, a que usted acepte a Jesucristo como su
único Señor y Salvador personal; "Señor", porque, si usted toma
una decisión afirmativa, Jesucristo pasará a gobernar su vida.
También es su "Salvador", porque si usted responde
afirmativamente, estará aceptando que Jesucristo es el Hijo de
Dios, que vino a esta Tierra con la exclusiva misión de salvarle a
usted de sus pecados personales; los que usted ya cometió, los
que está cometiendo y también los que cometerá en el futuro.
Pero claro, estimado oyente, esto jamás supone un cheque en
blanco para "pecar", dado que el pecado, en la vida del
cristiano, es como la langosta que devora las bendiciones que
Dios tiene preparadas para usted, en esta Tierra. Y, por último
diremos que Jesucristo le invita a una relación de "amistad
íntima" o "personal", porque uno de los mayores misterios de
este Universo es que Dios nos creara, dado que no necesitaba
hacerlo, pero lo hizo, para amarnos, como hijos de Su Familia. Y,
por si esto no fuera poco, Dios quiere ser un Dios "personal", es
decir, que se preocupa personal e individualmente por usted. Lo
crea o no, estimado amigo y amiga, a Dios le interesan hasta los
más pequeños detalles de su vida. Por eso decimos que el
Cristianismo no es una religión; no olvidemos que Jesús no vino
a fundar una religión, sino a ofrecer una nueva relación con el
hombre, un nuevo pacto de amistad. Jesús, hoy, le invita
nuevamente a iniciar o, si usted ya es cristiano, a renovar, una
relación de auténtica e íntima amistad con usted, para siempre y
eternamente.
En el capítulo 20, por fin, se le quita el velo a la Eternidad; un
nuevo Cielo, una nueva Tierra y una nueva Jerusalén; una nueva
era, y la morada eterna de la Esposa del Cordero, la Iglesia, y el
Cordero, el Señor Jesucristo. Los hijos de Dios seremos nueva
creación en Cristo Jesús, despojados al fin de esta vieja y
dolorosa naturaleza corporal que hoy en día nos atormenta con
enfermedades y tentaciones.
Al fin hemos llegado a la puerta de acceso a la Eternidad que se
revela ante nosotros. En los versículos 1 y 2 del capítulo 21
podemos ver el Nuevo Cielo, la Nueva Tierra, y la Nueva
Jerusalén. Pero, ¿qué es, en realidad, el Cielo? Hoy en día
existen, a nuestro modesto parecer, bastantes ideas
desenfocadas acerca de la realidad celestial. Para la Biblia el
Cielo no es un estado mental, como pronostican muchos gurús
de la "autoayuda" y de la filosofía oriental, sino una realidad
radicalmente palpable. Si usted es creyente, en el Cielo habrá
una casa para usted. Y cuando decimos casa, nos referimos a un
edificio real, hecho con materiales reales, no imaginarios, o
etéreos. El Cielo, estimado amigo, amiga es tan real como la
vida misma, y así lo describe la Biblia.
Y no sólo estamos asistiendo al comienzo de la Eternidad, sino
también a una nueva creación. Los que han sido salvos,
perdonados de sus pecados, y por su fe en Jesucristo, éstos han
recibido unos cuerpos nuevos, perfectos, glorificados. Todas las
cosas han sido hechas nuevas. Y un nuevo Universo implicará,
evidentemente, nuevas formas y leyes de vida. Nuestro estilo de
vida cambiará radicalmente.
Por ejemplo, experimentaremos una ausencia total del pecado,
tentación y pruebas; ya no tendremos que luchar, como en esta
vida, contra las tentaciones, las pruebas y los sinsabores de una
naturaleza humana que nos induce habitualmente a
desobedecer a Dios y a darle la espalda para hacer sólo nuestra
voluntad.
Pero lo más importante será que allí estará la presencia
constante de Cristo y de Dios, juntos, con el Trono de Dios hecho
visible.
Leamos a continuación el primer versículo del capítulo 21 de
Apocalipsis:
1
Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y
la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más.
Juan vio el destino de los condenados, y ahora ve el de los
salvos. El Señor Jesucristo dijo: "El cielo y la tierra pasarán." En
el libro del profeta Isaías, capítulo 66, versículo 22, dice: "Porque
como los cielos nuevos y la nueva tierra que yo hago
permanecerán delante de mí, dice Jehová, así permanecerá
vuestra descendencia y vuestro nombre."
Dios prometió a Abraham una tierra para siempre. Y a David un
trono para siempre. Daniel profetizó que Su reino nunca sería
destruido. La nueva tierra será el cumplimiento de todas estas
profecías. El escritor de la Carta a los Hebreos, en su capítulo 11,
versículos 13 al 16, dice así: "Conforme a la fe murieron todos
éstos sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos, y
creyéndolo, y saludándolo, y confesando que eran extranjeros y
peregrinos sobre la tierra. Porque los que esto dicen, claramente
dan a entender que buscan una patria; pues si hubiesen estado
pensando en aquella de donde salieron, ciertamente tenían
tiempo de volver. Pero anhelaban una mejor, esto es, celestial."
Ahora, eso de "celestial" no quiere decir que ellos van al Cielo,
sino que el Cielo está descendiendo a la Tierra; esto es lo que
nosotros queremos decir en el Padre Nuestro cuando decimos:
"Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así
también en la tierra." (Mateo 6:10). Volviendo a la Carta a los
Hebreos, versículo 16 de este capítulo 11, continúa diciendo:
"Por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos;
porque les ha preparado una ciudad."
Veamos ahora lo que nos dice el apóstol Pedro en su segunda
carta, capítulo 3, versículo 13: "Pero nosotros esperamos, según
sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora
la justicia." Y en el versículo 7, él dice: "Pero los cielos y la tierra
que existen ahora, están reservadas por la misma palabra,
guardados para el fuego en el día del juicio y de la perdición de
los hombres impíos." Luego, en el versículo 10, dice: "Pero el día
del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos
pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán
deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán
quemadas. Puesto que todas estas cosas han de ser deshecha,
¡cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de
vivir!"
Leamos a continuación el versículo 2 de este capítulo 21 de
Apocalipsis:
2
Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del
cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su
marido.
Aquí tenemos un sueño de los judíos que nunca murió: el sueño
de la restauración de la ciudad santa de Jerusalén. La visión que
tuvo Juan de la Nueva Jerusalén, usa y amplía mucho los sueños
de los profetas. Y aquí está la fe: aunque en el momento en que
Juan escribe el Apocalipsis, Jerusalén ya había sido borrada del
mapa por los ejércitos romanos, los judíos nunca perdieron la
confianza en que Dios la reedificaría algún día. Es verdad que
expresaban sus esperanzas en términos de riqueza material;
pero ésta era meramente un símbolo de la seguridad de que hay
una bienaventuranza eterna para el pueblo fiel del Señor.
En este punto de la cronología de Apocalipsis, los Santos del
Antiguo Testamento, los Santos de la Tribulación y todos los que
se convirtieron a Dios durante el Reino Milenario habrán sido
incorporados en unidad como la esposa redimida que morará en
la Nueva Jerusalén. Juan describió la consumación de todas las
cosas en Cristo y el descenso de la Nueva Jerusalén como para
dar inicio al estado eterno.
Esta ciudad, la Nueva Jerusalén, es la capital del cielo, un lugar
de santidad perfecta. Juan la ve "descender del cielo" y esto
indica que este lugar ya había existido desde siempre, pero que
ahora desciende al nuevo cielo y a la nueva tierra en su lugar
eterno y sublime. Ésta es la ciudad donde vivirán los santos.
Llegados a esta altura del Apocalipsis, seguro que usted se
habrá preguntado: ¿Cómo es el Cielo? Cuando alguien habla de
ir al Cielo, ¿en qué piensa usted? Para la mayoría de la gente, es
como una hermosa isla en algún lugar. Para los cristianos, como
ya hemos adelantado antes, el Cielo es un lugar bien definido,
una ciudad real y tangible, cuyo nombre es la Nueva Jerusalén,
que veremos en detalle más adelante, aunque en la Biblia se
nos dice muy poco en cuanto al Cielo.
Tal vez no exista una descripción más hermosa para la Iglesia de
Cristo que la utilizada por Juan en su narración: "Dispuesta como
una esposa ataviada para su marido." Todos nosotros hemos
presenciado muchas ceremonias matrimoniales. Y es muy poco
probable que hayamos visto alguna vez a una novia "fea", o
poco agraciada. Su sonrisa, su vestido, su felicidad, todo
resultan ya, de por sí, muy hermoso. Al igual que la sonrisa y la
expresión de felicidad del novio, al observar a su futura esposa
avanzar, paso a paso hacia él. Es ésta la forma en la que Juan
nos describe la Nueva Jerusalén, la ciudad eterna, donde
viviremos por siempre; Ataviada para su esposo.
En el Nuevo Testamento, la metáfora de la Iglesia como esposa
de Cristo se utiliza frecuentemente. Aquí, la imagen de Juan se
extiende a partir de la tercera parte de las bodas judías, que era
la Ceremonia. Los creyentes (la esposa) que están en la Nuevo
Jerusalén salen al encuentro de Cristo (su marido) en la
ceremonia final de la historia divina de la salvación del hombre.
Toda la ciudad, ocupada por todos los Santos, constituye la
llamada esposa, todos ya están incluidos en la imagen de la
esposa. De esta forma, Dios ha traído a casa una esposa para su
Amado Hijo, que es Su amada Iglesia. Todos los Santos vivirán
por siempre con Cristo, en la Casa de Dios, una promesa hecha
antes de que la Iglesia comenzara, en Juan 14:2 y 3. El Señor
Jesucristo dijo que iba a preparar este lugar para usted, para mí,
y todos que creyesen en Él, hace más de dos mil años. Y desde
entonces, Él ha estado preparando este lugar para su esposa, la
Iglesia.
En nuestro próximo programa, hablaremos de la Nueva
Jerusalén, nuestro destino final. No olvide, estimado amigo,
amiga oyente, que, en esta Tierra, sólo somos forasteros,
visitantes temporales, de una realidad con fecha de caducidad.
Pero la alegría del Cristianismo nos recuerda, una vez más, que
hay esperanza, que hay esperanza en Jesucristo y que gracias a
Él, más allá de la muerte, nos espera un destino eterno,
maravilloso y real, todavía más real que esta vida.
Éste será el tema que trataremos en nuestro próximo programa,
en el cual confiamos volver a encontrarnos con usted, estimado
oyente. Continuamos pidiéndole a Dios que bendiga Su Palabra,
y que ésta halle eco en el corazón y la mente de cada oyente de
"La Fuente de la Vida".
Apocalipsis 21
Versículos 2-5
Bienvenido, estimado amigo, amiga oyente, a un nuevo
programa de La Fuente de La Vida, un espacio de reflexión en el
que nos sumergiremos nuevamente en un libro apasionante,
el Apocalipsis, el último libro de la Biblia y su culminación. Fue
escrito y narrado en primera persona por Juan, el apóstol y
evangelista, alrededor del año 95, durante la cruel persecución
del emperador romano Domiciano, azote y perseguidor de los
cristianos, mientras se encontraba encarcelado en la Isla de
Patmos. En Apocalipsis, el resucitado Jesucristo es el eje
alrededor del cual gira todo el libro. El título del Apocalipsis ya
nos da la clave para su lectura, puesto que es uno de los pocos
libros con un título oficial: "Apocalipsis de Jesucristo" (1:1).
Significa la revelación del Jesús triunfante. Cristo es la clave del
triunfo en medio de la persecución. El libro pretende dar
felicidad, gracia y paz a los seguidores de Jesús (1:4); Feliz el
que lea este libro y feliz el que lo escuche (1:3); feliz el que hace
caso de él (22:7).
Regresemos al capítulo 21 de Apocalipsis para descubrir y
desentrañar los misterios y maravillas de siete nuevos
elementos: los cielos nuevos, la nueva tierra, la nueva gente, la
Nueva Jerusalén, el nuevo templo, la nueva luz y,
posteriormente, en el capítulo 22, el paraíso y su río de agua de
vida. En nuestro programa anterior dejamos nuestro estudio en
el versículo 2 del capítulo 21, que decía así:
2
Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del
cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su
marido.
Mencionamos en nuestro anterior encuentro que todas las
novias, al menos en el momento de la ceremonia nupcial,
resultan extremadamente hermosas. Quizá no lo sean antes, y
quizá no lo sean después, pero en ese día especial, pareciera
que todas lucen una belleza radiante, una hermosura sin igual.
Por ello, el apóstol Juan no encuentra mejor metáfora para
presentar la unión definitiva y eterna entre el Señor Jesucristo y
Su Iglesia. Recordemos que en el Nuevo Testamento, la metáfora
de la Iglesia como esposa de Cristo, fue muy frecuentemente
utilizada. Los creyentes (la esposa) que ya se encuentran en el
Cielo, en la Nueva Jerusalén, saldrán al encuentro de Cristo (su
esposo) en la ceremonia final de la historia divina de la salvación
del hombre. De esta forma, Dios traerá a casa una esposa para
su Amado Hijo, que es la Iglesia. Todos los Santos vivirán por
toda la Eternidad, con Cristo en la Casa de Dios, que fue una
promesa del Señor Jesucristo pronunciada antes de que
comenzara a constituirse la Iglesia, como leemos en el evangelio
según Juan 11, versículo 2.
La Nueva Jerusalén es la morada, el hogar que el Señor Jesús
está preparando para la iglesia. El Señor Jesucristo dijo: "Voy,
pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os
preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para
que donde yo estoy, vosotros también estéis" (Juan 14:2-3). Juan
nos está describiendo una nueva y gloriosa visión difícil de
encerrar en palabras humanas, aunque logra dar unas
pinceladas para mostrarnos el cuadro más asombroso jamás
pintado. La culminación de la historia de la humanidad, y la
culminación de la esperanza de miles de cristianos que, a lo
largo de sus vidas, lucharon por Cristo, y se esforzaron en
mantener la fe a pesar de las pruebas; de tantos que se
enfrentaron al pecado en sus vidas, tropezaron, una y más
veces, pero finalmente vencieron y acabaron su carrera,
recibiendo la corona de vida que Dios ha prometido a los que le
aman.
El apóstol Pablo escribió a los creyentes de Éfeso, refiriéndose al
amor de un esposo por su esposa: "Maridos, amad a vuestras
mujeres, así como Cristo amó la iglesia, y se entregó a sí mismo
por ella, para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento
del agua por la Palabra." (Efesios 5:25). En el Tribunal de Cristo
todos los creyentes tendremos que comparecer y seremos
juzgados de acuerdo a nuestras obras, pero también por los
pecados no confesados, no entregados, no limpiados. Todo
pecado será confrontado. Habrá los correspondientes castigos y
recompensas. Pero el Señor Jesucristo hará algo más: Él limpiará
a Su iglesia mediante Su Palabra. La Palabra de Dios es un
agente limpiador muy poderoso a fin de presentársela a sí
mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni
cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha. Este es el
cuadro que Juan nos describe aquí, en Apocalipsis 21, la ciudad
santa, la Nueva Jerusalén, descendiendo del cielo, ataviada
como una esposa para su marido.
En la misma Carta a los Efesios, el apóstol Pablo continúa
hablando en cuanto a esta maravillosa relación entre Cristo y la
Iglesia, comparándola al matrimonio entre un hombre y una
mujer, aquí en la Tierra. En el mismo capítulo 5 de esta epístola
a los Efesios, versículos 28 al 32, leemos: "Así también los
maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos.
El que ama a su mujer, a sí mismo se ama. Porque nadie
aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la
cuida, como también Cristo a la iglesia, porque somos miembros
de su cuerpo, de su carne y de sus huesos. Por esto dejará el
hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos
serán una sola carne. Grande es este misterio; mas yo digo esto
respecto de Cristo y de la iglesia."
La relación matrimonial fue diseñada por Dios para ser la
relación más hermosa, cercana, íntima y maravillosa. Si no ha
llegado a serlo, no ha sido culpa de Dios, sino responsabilidad
del hombre y la mujer. El matrimonio fue, en realidad, la única
ceremonia que Dios instituyó para el hombre, y ésta se remonta
al mismo Jardín del Edén, al principio de todo, en el mismo
comienzo de toda la historia de la Humanidad, lo cual revela su
importancia para el mismo Dios.
Aquí debemos intentar comprender la expresión de que la
esposa es la misma carne que el marido. ¿Cómo es esto posible
y a qué se refiere Pablo utilizando este símil? Bueno, ¿ha visto
usted algún niño que se parezca a la madre, pero que tenga el
temperamento del padre, o viceversa? En el niño se ven los dos
en una misma carne. Pero esta idea es mucho más profunda.
Cuando un hombre ama de veras a su mujer, en realidad, se
está amando a sí mismo. Y lo mismo ocurre con ella. Cuando ella
ama de verdad a su marido, se está amando, en realidad, a sí
misma. ¿Puede acaso existir algo más íntimo que la unión
matrimonial tal y como la diseñó Dios? Y ¿no será ésta la causa
por la que Dios compara la unión perfecta entre Cristo y Su
Iglesia con el matrimonio?
Si yo me lastimo un pie, no puedo ignorarlo. Acudo al médico,
tomo analgésicos, lo cuido? y en cualquier caso, no puedo
dejarlo fuera de casa, porque es parte de mi cuerpo. De la
misma manera, mi esposa es parte de mí. Es como, si de alguna
manera, no fuera otra persona separada de mí sino una parte
más de mi propio cuerpo, de mi propia carne. Somos la misma
carne y eso es un misterio difícil de comprender. Pero, también
nos describe la relación íntima que Jesucristo desea tener con Su
Iglesia, y esta idea persiste a lo largo de toda la Biblia desde la
misma creación del hombre y la mujer. No podemos entrar en
muchos detalles, pero en el capítulo 2 de Génesis, versículos 23
al 25, leemos: "Dijo entonces Adán: Esto es ahora hueso de mis
huesos y carne de mi carne; ésta será llamada varona, porque
del varón fue tomada. Por tanto, dejará el hombre a su padre y a
su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne. Y
estaban ambos desnudos, Adán y su mujer, y no se
avergonzaban."
Se trata, pues, de una relación tan íntima, personal y
maravillosa, ¿Por qué suceden hoy tantos casos de violencia
machista en la pareja, en el matrimonio? ¿Por qué hoy en día se
desintegran más parejas de las que se crean? ¿Qué está
sucediendo con el matrimonio en nuestra sociedad? ¿Fue acaso
un mal invento por parte de Dios, una unión imposible entre dos
seres antagónicos y difíciles de integrar? ¿Le echaremos, de
nuevo, la culpa a Dios o asumiremos la responsabilidad por
nuestras propias incorrectas decisiones?
Siguiendo con la metáfora de la lesión en una parte de mi
cuerpo, como por ejemplo podría ser un pie; si nos duele algo,
seguro que no ignoraremos semejante molestia, ¿verdad? Nadie
en su sano juicio se enfadaría con su pie, con su propio cuerpo. Y
a ninguna persona cuerda se le ocurriría reaccionar contra su
propia lesión dándole un puntapié, o maltratándolo, porque de
hacerlo, tendría más problemas aún. Lo que haremos con un pie
dolorido, o cualquier otra parte de nuestro cuerpo, será cuidarlo,
mimarlo, para que se restablezca y se sane lo antes posible.
Es por ello que ante los problemas, la pareja debe sentarse y
hablar, comunicarse con respeto y franqueza, aunque no
compartan el mismo punto de vista; su pareja, aunque a veces
lo parezca, estimado oyente, no es su enemigo. Permítanos
repetirlo: su marido, o su mujer, no es su enemigo. El enemigo
no está dentro de casa, sino "fuera": su enemigo es Satanás,
que busca destruir todo lo bueno que Dios creó, y entre esas
cosas, está su matrimonio, que es único para Dios. Ambos
cónyuges, él y ella, son una misma carne; son uno solo, ante
Dios, unidos por siempre de una forma íntima y maravillosa,
donde cada uno ha dejado a su familia de origen, a su padre y a
su madre, a sus hermanos y a sus hermanas, y se ha unido a su
mujer, a su marido, y son una sola carne. Juntos han comenzado
una nueva creación. Y éste es el modelo de relación
matrimonial. ¡Qué hermoso es encontrarse con una familia
donde el esposo y la esposa no tienen barreras, nada que los
separe! Ella le conoce a él como a un libro abierto, y lo mismo
ocurre con él. Se conocen el uno al otro y se aman, y se
respetan el uno al otro, a pesar de sus diferencias. El
matrimonio, amigo oyente, es mucho más que un contrato para
vivir juntos y dormir juntos. Cuando un hombre elige a una
esposa y viceversa, ambos se unirán y serán una sola carne.
Y Juan, el apóstol y autor del Apocalipsis, utiliza esta metáfora
para describir la unión íntima de Cristo y Su iglesia. En su
primera Carta, capítulo 3, versículo 2, el propio Juan escribió:
"Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha
manifestado lo que hemos de ser, pero sabemos que cuando él
se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal
como él es." Nosotros vamos a tener un cuerpo glorificado,
como Él. Vamos a ser uno con Él, parte de Su mismo Cuerpo.
Vamos a estar unidos a Él. Él dijo que iba a preparar lugar para
nosotros, para que donde Él habite, nosotros también
habitemos. Para que, juntos, compartamos toda la Eternidad
viviendo en el lugar más glorioso del Universo. Y hasta donde
sabemos, ninguna otra criatura, ni siquiera los ángeles del Cielo,
disfrutarán de esa relación perfecta e íntima con el Señor
Jesucristo.
Leamos ahora los versículos 3 y 4 de este capítulo 21 de
Apocalipsis:
3
Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo
de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su
pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios. 4Enjugará
Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni
habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas
pasaron.
Juan menciona aquí "el tabernáculo de Dios". La palabra
traducida aquí como Tabernáculo significa morada o lugar, la
Casa de Dios, donde Él vive. Ésta es una expresión a la que se
ha hecho referencia con anterioridad, especialmente en el
Nuevo Testamento, donde leímos que Verbo o La Palabra se hizo
carne y habitó entre nosotros (Juan 1:14). Esa carne fue
crucificada en la cruz, y resucitó con un cuerpo glorificado. Y
nosotros también disfrutaremos de un cuerpo glorificado, para
vivir con Él en la Nueva Jerusalén, de la que más adelante
tendremos una breve descripción. Pero sus calles de oro no son
lo importante. Lo relevante será el hecho de estar allí, en la
ciudad de Dios, en Su Casa. Aquí se nos dice: "Y ellos serán su
pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios."
También hemos leído: "Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de
ellos." Cierto periodista escribió en una ocasión que por cada
bombilla que brilla en Broadway, la deslumbrante meca mundial
del teatro, hay un corazón roto. Al contemplar las innumerables
luces de la ciudad, podemos intuir que tras esas luces se
esconden, al igual que en cualquier parte del mundo, hogares
desechos, ilusiones rotas, vidas malogradas. Puede que haya
muchas personas alegres y felices en el mundo, pero también
hay muchas otras que no lo son. En el Cielo, sin embargo, nunca
habrá lágrimas, porque no habrá nada que provoque la tristeza.
Juan nos recuerda la siguiente certeza, que ha sido la roca de la
esperanza para muchos mártires cristianos: en la Nueva
Jerusalén, no habrá más llanto, ni más lágrimas; un cambio
radical respecto a nuestro bello pero, en muchas ocasiones,
cruel e injusto mundo actual. Además, Juan añade aún más
esperanza a nuestras ilusiones, y dice: "Ya no habrá muerte."
Mientras usted escucha estas palabras ha habido números
nacimientos, y también cuantiosos entierros. Un poeta comparó
la tierra con un gran cementerio. A cierto ingeniero se le
preguntó en una ocasión cual era su labor más complicada a la
hora de planificar las vías de comunicación que articulan un
país, y con cierta sorna, no exenta de crudo realismo, respondió:
"La tarea más compleja no es la de subir las montañas, o
atravesar los valles, o cruzar los ríos; el problema más grande es
evitar los cementerios". ¿Es la Tierra, nuestro mundo, como un
gran cementerio? En cualquier caso, Juan nos recuerda que, a
pesar de que todos tenemos "fecha de caducidad", en la Nueva
Jerusalén no habrá ni muerte, ni funerales, ni cementerio alguno.
No serán necesarios los médicos, enfermeras, ni hospitales,
porque no habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las
primeras cosas pasaron. Ahora, el versículo 5 de este capítulo
21 de Apocalipsis, dice:
5
Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago
nuevas todas las cosas. Y me dijo: Escribe; porque estas
palabras son fieles y verdaderas.
Él dice: "He aquí, yo hago nuevas todas las cosas". Y esta
sencilla frase encierra para nosotros un tremendo y poderoso
significado. Tal vez no sea su caso, pero muchos de nosotros no
nos sentimos verdadera y completamente satisfechos con
nuestra vida. Muy a menudo nos sentimos frustrados, atrapados
en un trabajo que no nos llena, en un cuerpo enfermo y
debilitado, en una relación de pareja insatisfactoria, en una
paternidad frustrante, en una iglesia imperfecta. La lista es casi
infinita, ¿verdad, estimado oyente? La verdad es que pocos han
llegado exactamente hasta donde se proponían. Pocos hemos
llegado a ser la persona que habíamos planeado ser. Ni el padre
que me propuse ser. Ni el marido que prometí ser. Y mucho
menos, el modélico y perfecto cuasi-angelical hijo de Dios que
una vez quise ser. Siempre nos quedamos algo cortos en la
consecución de nuestros deseos, ¿verdad?
Sin embargo el Señor Jesucristo me dice a mí, y le dice a usted
también: "Yo hago nuevas todas las cosas." ¡Vamos a poder
comenzar todo de nuevo, amigo, amiga oyente! Y añade:
"porque estas palabras son fieles y verdaderas." Dios nos
recuerda que todo lo que Él dice es cierto y verdadero; y Él será
fiel para cumplir Sus promesas, tal cual usted y yo las estamos
escuchando en estos mismos instantes, a través de las ondas.
Dios ha sido y será siempre fiel y verdadero. Su Palabra es
SIEMPRE fiel y verdadera; porque Él siempre es FIEL y
VERDADERO.
Esperamos expectantes el día en que todas las cosas serán, al
fin, hechas nuevas. Entonces, podremos comenzar de nuevo.
¿Nunca ha deseado usted poder comenzar de nuevo, volver
hacia atrás para corregir una mala decisión o una mala elección?
¿Se ha detenido usted a pensar alguna vez, amigo oyente, en el
enorme potencial que usted tendrá en sus manos al poder
volver a comenzar todo de nuevo? ¿Al aprender todo de nuevo?
¿Y que nada pueda detenerle ya, ni la muerte, ni los problemas
de la vida, ni los ataques de Satanás, sino continuar avanzando
siempre, hacia la Eternidad? Su potencial radica en que fue
creado para ser eterno y vivir por siempre con Dios.
¿Rechazará usted esta posibilidad, por el simple hecho que no
puede ver o palpar a Dios, de la misma forma que podría tocar
con sus dedos una máquina o una mesa? ¿Rechazará usted a
Dios por el simple hecho que no puede usted conversar con él,
cara a cara, tal cual haría con su vecino? ¿Rechazará usted a
Dios porque lo relaciona con sinónimos de castigo, infierno y
pecado? ¿No se da cuenta, acaso, que Dios es exactamente lo
contrario; Dios es perdón, amor, amistad, alegría, esperanza,
fuerzas, certeza, futuro, libertad? La libertad es quizá la máxima
aspiración del ser humano. ¿Y sabe usted cómo se define la
libertad? Libertad es no tener miedo. Y los cristianos no
tenemos, o no deberíamos tener miedo, a nada, ni a nadie.
Porque tenemos a Cristo.
¿No se da cuenta, estimado amigo, y amiga, que "lo que se ve"
es temporal, y que lo que "no se ve" es eterno? Hoy, la muerte
es nuestro punto final; sí, pero sólo en esta Tierra. Para los
cristianos la muerte, aunque triste, es la puerta al Cielo, el
acceso a "la vida después de la vida", la cita esperada con Dios,
la promesa de una vida eterna sin miedo, dolor ni sufrimiento.
Tal vez usted piense que estas ideas son sólo palabras huecas
dirigidas a mentes simples, el "opio para el pueblo", como dijo
Karl Marx; un escapismo que nace de la negativa del hombre a
aceptar un punto final, una muerte definitiva. Pero, ¿sabe qué,
querido oyente? Los cristianos podemos equivocarnos en
muchas cosas, y muchas veces, pero no así la Biblia: La muerte
no es el punto final. Es el punto y seguido a "la verdadera vida".
Bien pensado, ¿a quién no le gustaría comenzar ya un viaje así?
Sería un viaje muy hermoso, ir a esta ciudad donde Dios está, y
donde nosotros podamos estar con Él por siempre. Seguro que
muchos compraríamos de inmediato nuestro pasaje al Cielo, si
no fuera por las muchas cosas que nos atan a esta Tierra:
nuestra querida familia, nuestra iglesia, nuestros amigos,
nuestro hogar, que con tanto esfuerzo y sacrificio hemos
levantado de la nada, y un largo etcétera. Pero Dios no desea
que usted abandone esta Tierra antes de tiempo; antes del
tiempo que Él ha estipulado para usted. Y hasta entonces, hasta
que Él le llame a Su presencia, usted tiene varias misiones que
cumplir: Cuidar a su familia, al igual que hizo Jesús con la suya
hasta que comenzó su ministerio, a la edad de 30 años; dar
testimonio de Él a todas las personas que se mueven en su
círculo de influencia; crecer y madurar como hijo de Dios,
honrarle en cada actividad que realicemos, por pequeña e
insignificante que a parezca; amar al prójimo, aunque sea
nuestro peor enemigo, perdonar a los demás? Es nuestra
obligación como hijos e hijas del Rey; y es nuestro privilegio: el
ser heraldos de la verdad y ejemplos, modelos, de lo que el
poder transformador de Jesucristo, en nosotros, personas
normales, humildes y corrientes, puede hacer.
Nos despedimos de usted, estimado amigo, amiga oyente, y
confiamos encontrarnos nuevamente en nuestro próximo
programa. Tal vez no conozcamos su nombre, pero cada día
oramos por usted, para que Dios le bendiga por medio de Su
Palabra, la Biblia, el único libro capaz de cambiar su vida y de
darle a usted vida y vida en abundancia. Sólo tiene que creerla;
porque es "la Palabra de Dios".
Apocalipsis, que recopila las profecías que el apóstol y
evangelista Juan recibió en visión por el mismo Señor Jesucristo.
Hollywood ha ofrecido más de una versión de algunos supuestos
eventos apocalípticos. Se dice que "la realidad siempre supera la
ficción", y éste también es el caso acerca de lo que ocurrirá en
nuestro planeta, según la Palabra de Dios. Lo que las películas y
los libros no reflejan es que en las verdaderas profecías acerca
de este tiempo futuro, cuyo calendario nadie más que Dios
posee, siempre hay una palabra de esperanza, de amor y de
perdón de parte de Dios. A través de todo el libro Dios llama al
ser humano al arrepentimiento, a "volverse a Él", a no vivir de
espaldas a Dios.
También de esto trata el capítulo 21 de Apocalipsis, cuyos
primeros versículos vimos en nuestro programa anterior. Sólo
nos restan ya un capítulo más para finalizar nuestro estudio de
este fascinante libro. Retomaremos hoy la lectura en los
versículos 5 al 7 de este capítulo 21. Leamos:
5
Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago
nuevas todas las cosas. Y me dijo: Escribe; porque estas
palabras son fieles y verdaderas. 6 Y me dijo: Hecho está. Yo soy
el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al que tuviere sed, yo le
daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida. 7 El que
venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será
mi hijo.
Nos encontramos ante una importante sección del libro. En
nuestro anterior programa comentamos la idea de que todas las
cosas, absolutamente todas, serán hechas nuevas, pudiendo así
comenzar de nuevo pero sin la perspectiva de un final, como
sucede aquí en la Tierra con la muerte. Jesucristo ya nos advirtió
que Su Reino no tendría fin, que será un reino donde podríamos
crecer y desarrollarnos de manera constante e infinita.
El apóstol Juan oyó las solemnes palabras: "Yo soy el Alfa y la
Omega, el principio y el fin." Al inicio del libro de Apocalipsis nos
encontramos esta declaración del Cristo resucitado, capítulo 1,
versículo8, por lo que suponemos que quien ahora está
hablando es el Señor Jesucristo. Alfa es la primera letra del
alfabeto griego y Omega la última. Dios es el principio y el fin. Y
la palabra griega original para "principio" no significa
simplemente el "primero en el tiempo", sino el "origen" de todas
las cosas. Y la palabra "fin" no significa sólo un final, es decir en
cuanto a la dimensión del tiempo, sino que es la "meta". Juan
está diciendo que toda la vida comienza y termina en y con
Dios.
Con tal descripción Juan intenta aproximarnos a un Dios infinito,
que nos puede parecer tan alejado, tan distante del ser humano,
porque para Él, no seríamos más que infinitas, diminutas e
insignificantes motas de polvo. Sin embargo, Juan añade en el
versículo 6: "Al que tuviere sed, yo le daré gratuitamente de la
fuente del agua de la vida." Esta cita trae a nuestra mente otra
similar en el libro del evangelio según Mateo, capítulo 5,
versículo 6: "Bienaventurados los que tienen hambre y sed de
justicia, porque ellos serán saciados." Con esta referencia se nos
recuerda que toda la inmensidad de Dios se ha acercado al ser
humano hasta el punto de suplir sus necesidades más básicas,
como el agua. Además, Dios utiliza su grandeza para satisfacer
la mayor sed posible: la sed de un corazón anhelante de
respuestas, anhelante de amor y esperanza para el hombre y la
mujer de hoy.
Juan continuó escribiendo lo que le fue dictado:" El que venciere
heredará todas las cosas." Aquí se nos recuerda que estas
bienaventuranzas no son para todos los seres humanos, para
todo el mundo, sino sólo para los que se mantienen fieles
aunque todo se confabula para que abandonen su lealtad a
Jesucristo. Y a estos creyentes Dios les regala la mayor de Sus
promesas: "Yo seré su Dios y él será mi hijo." Esta frase encierra
un pensamiento muy profundo. Esta promesa de Dios a aquellos
que terminen victoriosos las batallas de la fe, es la misma
promesa que hizo a Abraham, el patriarca, fundador del pueblo
elegido. No hay mayor honor en todo el Universo que Dios
otorgue el título de "hijo" al ser humano, a aquel que le ha sido
fiel. En la Primera Epístola del apóstol Juan, capítulo 3, versículo
2, podemos leer: "Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no
se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que
cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le
veremos tal como él es."
Si los creyentes podemos derrotar el mal, venciendo la tentación
de gobernar nuestra propia vida, a nuestro antojo, no es gracias
a nuestras propias fuerzas, débiles y limitadas, sino por el poder
de la fe. En la Primera Epístola del apóstol Juan, capítulo 5,
versículo 4, leemos: "Porque todo lo que es nacido de Dios vence
al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra
fe." Luego, en el evangelio según Juan, capítulo 1, versículo 12,
leemos: "Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su
nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios." Y serán
éstos los que heredarán todas las cosas, promesa dada a los
hijos de Dios. El apóstol Pablo en su Carta a los Romanos,
capítulo 8, versículos 16 y 17, nos dicen lo siguiente: "El Espíritu
mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de
Dios. Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y
coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él,
para que juntamente con él seamos glorificados." Regresamos a
Apocalipsis, capítulo 21, y continuamos con el siguiente
versículo 8:
8
Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas,
los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos
tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es
la muerte segunda.
Como acabamos de leer, también se hace mención a aquellos
condenados por sus delitos y falta de arrepentimiento. Los
cobardes son los que evitan la confrontación del pecado con la
verdad, aquellos que por vergüenza o temor no dieron muestras
de su fe, temiendo más las represalias, o la pérdida de estima,
su status social, los que por palabra o hechos negaron a Cristo,
avergonzados de dar evidencias de quiénes eran y a quién
servían. Pero no será el miedo lo que les condenará, sino su
cobardía de negar a Jesucristo. Los incrédulos o infieles son los
que se niegan a aceptar el Evangelio, o aquellos que lo aceptan
de manera superficial, pero con sus vidas demuestran que no
han creído realmente en la obra redentora de Jesucristo. Los
abominables son los que se han dejado saturar por las
abominaciones del mundo. Los asesinos pueden que sean los
que mataban a los cristianos en las persecuciones. Los
inmorales, se refiere el Señor especialmente a la inmoralidad
sexual, lacra del imperio romano y también una lacra en nuestro
tiempo. La ciudad de Éfeso estaba llena de hechiceros, idólatras,
que rendían culto a falso dioses, y los mentirosos, culpables de
falsedad, y del silencio, que es muchas veces un consentimiento
de una mentira.
Varios aspectos nos llaman la atención en este versículo. En
primer lugar, la creación de un Nuevo Cielo y una Nueva Tierra,
independiente del Lago de Fuego, y de los perdidos que en él se
encuentran. En segundo lugar, que no existirá ninguna
posibilidad de arrepentimiento y salvación para todos los que
han pecado siendo cobardes, incrédulos, mentirosos, homicidas,
y todo lo demás. Nadie podrá acceder ya al Nuevo Cielo y a la
Nueva Tierra. El pecado y su potencial para contaminar al
hombre, estará ya siempre separado de la nueva creación. En
tercer y último lugar, que el Lago de Fuego es eterno. Es la
denominada segunda muerte, y no habrá ya una nueva
resurrección; se trata de una separación eterna de Dios, y no
existe nada más terrible que esa condición.
Llegamos ahora al versículo 9 con una descripción de la Nueva
Jerusalén. En el versículo 9 de este capítulo 21 de Apocalipsis,
leemos:
9
Vino entonces a mí uno de los siete ángeles que tenían las
siete copas llenas de las siete plagas postreras, y habló
conmigo, diciendo: Ven acá, yo te mostraré la desposada, la
esposa del Cordero.
¿Se ha preguntado usted, estimado amigo, amiga oyente, cómo
es el Cielo? El apóstol Juan va dedicar los siguientes versículos
de su relato para describirnos a grandes rasgos algunas de sus
principales características. En este primer versículo, se nos narra
el comienzo de la que será la ciudad de Dios. Desde luego, la
portentosa personalidad del portador de esta nueva visión
celestial debe haberle producido un fuerte impacto en el ánimo
de Juan: se le ha acercado, nada menos, que uno de los ángeles
que tenían las siete copas, portadoras de las siete últimas y
terribles plagas que cayeron sobre la Humanidad. Y la última vez
que nos encontramos con un ángel así era el portador de la
visión de la destrucción de Babilonia, la Gran Ramera. Ahora, en
cambio, el ángel levantará unos momentos la cortina que
ocultaba a la que será la ciudad celestial.
El aspecto de esta ciudad es, según se desprende del relato de
Juan, la quinta esencia de la belleza, la magnificencia, llena de
felicidad. La Nueva Jerusalén es la ciudad que estará lista y será
desvelada después del Reino del Milenio de Jesucristo, que ya
estaba en la mente de Jesucristo cuando Él dijo en el Evangelio
según Juan, capítulo 14, versículo 2: "Voy, pues, a preparar lugar
para vosotros."
La Nueva Jerusalén será para la Eternidad, lo que la Jerusalén
terrenal será para el Milenio. Podemos observar ciertos
paralelismos entre ambas: La Jerusalén terrenal tendrá, así pues,
continuidad en la Jerusalén celestial. Durante el milenio la
justicia reinará en Jerusalén, y así sucederá, de la misma
manera en la nueva Jerusalén. La imperfección y la rebelión
existirán, en cierto grado, en la Jerusalén milenaria, pero la
perfección y la ausencia del pecado identificarán a la ciudad
celestial. La Nueva Jerusalén trascenderá infinitamente a su
antecesora en la Tierra.
Esta ciudad, la Ciudad de Dios, será la morada eterna preparada
para la Iglesia. A continuación, en el capítulo 21 de Apocalipsis,
podremos contemplar, por breves instantes, los planos del
maestro arquitecto: "Ven acá, yo te mostraré la desposada, la
esposa del Cordero" dice el ángel al apóstol Juan.
Lo que sigue ahora es una descripción de la ciudad eterna. Este
pasaje revela el amor y el valor que el Esposo, el Señor
Jesucristo ha conferido a Su Esposa, la Iglesia. El versículo 10 del
capítulo 21 de Apocalipsis, dice así:
10
Y me llevó en el Espíritu a un monte grande y alto, y me
mostró la gran ciudad santa de Jerusalén, que descendía del
cielo, de Dios,
La nueva Jerusalén adquiere aquí el carácter de sus habitantes,
que son los redimidos de Dios. Juan ve descender del cielo la
ciudad santa de Jerusalén. Esta ciudad ha sido construida por el
mismo Jesucristo. Él es Quien la ha diseñado. Muchos han
planteado distintos puntos de vista extremos a la hora de
interpretar la Nueva Jerusalén. En el principio mismo de la
era cristiana, diversas herejías, aplicaban todo el pasaje de la
nueva Jerusalén, a la Jerusalén terrenal.
Los gnósticos, por su parte, otra herejía antigua, fueron al otro
extremo de híper espiritualizar este pasaje para manifestar que
es una referencia al Cielo. Otras muchas sectas modernas
aplican las características de la Nueva Jerusalén a sí mismos, y
seleccionan una localidad geográfica para representarla.
Prosigamos con nuestra lectura en el versículo 11:
11
teniendo la gloria de Dios. Y su fulgor era semejante al de una
piedra preciosísima, como piedra de jaspe, diáfana como el
cristal.
En este pasaje la traducción resulta algo difícil. La palabra que
aquí hemos traducido por "fulgor" se usa en el original griego
para describir a las luminarias que alumbran el cielo, como el
sol, la luna y las estrellas. ¿Quiere decir esto que el cuerpo que
ilumina la ciudad es como una piedra preciosa? ¿O quiere decir,
más bien, que la luz que irradiaba toda la ciudad era como los
destellos del jaspe? Más adelante se nos dice claramente que la
ciudad no necesitará de un cuerpo celeste, como el sol o la luna,
para que proyecten luz, porque Dios mismo será su luz. Por otra
parte, la palabra aquí utilizada como "jaspe" se trata de una
transliteración, no de una traducción, es decir, no corresponde a
la piedra opaca que se conoce por ese nombre, sino que el
término alude más a un diamante transparente, una gema
perfecta que refleja con nitidez la luz brillante de la Gloria de
Dios, que emite con fulgor y que se esparce por los nuevos
cielos y la nueva tierra.
El apóstol Pablo instruye a los creyentes a regocijarse en la
esperanza de la gloria de Dios, tal y como podemos leer en su
epístola a los Romanos, capítulo 5, versículo 2: "por quien
también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual
estamos firmes y nos gloriamos en la esperanza y en la Gloria
de Dios". Esta esperanza tendrá su cumplimiento en la ciudad
santa. El hombre ha vivido en pecado desde los comienzos,
nunca ha podido ser testigo de la revelación plena de la gloria
de Dios. El pueblo de Israel, en su travesía por el desierto,
aprendió que cada vez que había una rebelión en el
campamento, la Gloria de Dios se manifestaba en juicio y se
apartaba de ellos.
Existen dos aspectos que permiten en esta ciudad la
manifestación de la Gloria de Dios. En primer lugar, la presencia
misma de Dios, que convierte a esta ciudad en la fuente de
radiación de Su Gloria y bendición para todo el universo.
Segundo, los santos, cuya presencia no impide, ni limita, la
manifestación de la Gloria de Dios. Pero en esa ciudad, todo es
diferente y la limitación de la presencia del pecado ya no
existirá. El hombre, ya redimido y actual conciudadano de Dios,
teniendo la gloria de Dios, podrá vivir y disfrutar eternamente en
su presencia. La ciudad revela el elevadísimo propósito de Dios
para Su Iglesia: llevar muchos hijos a la gloria. (Hebreos 2:10).
La Nueva Jerusalén es como un diamante engarzado en oro. Esta
ciudad es como el anillo de compromiso de la esposa. En
realidad, es el anillo de matrimonio. Es el símbolo del
compromiso y de la boda de la Iglesia con Cristo. Ahora, el
apóstol Juan nos habla del muro y de las puertas de la ciudad.
Veamos lo que dicen los versículos 12 al 16 de este capítulo 21
de Apocalipsis:
12
Tenía un muro grande y alto con doce puertas; y en las
puertas, doce ángeles, y nombres inscritos, que son los de las
doce tribus de los hijos de Israel; 13 al oriente tres puertas; al
norte tres puertas; al sur tres puertas; al occidente tres
puertas. 14 Y el muro de la ciudad tenía doce cimientos, y sobre
ellos los doce nombres de los doce apóstoles del Cordero. 15 El
que hablaba conmigo tenía una caña de medir, de oro, para
medir la ciudad, sus puertas y su muro. 16 La ciudad se halla
establecida en cuadro, y su longitud es igual a su anchura; y él
midió la ciudad con la caña, doce mil estadios; la longitud, la
altura y la anchura de ella son iguales.
La ciudad estará rodeada con una muralla grande y alta. La
interpretación más sencilla de la misma es "el inaccesible
baluarte de la fe". La fe es la muralla tras la cual los santos
están seguros frente los asaltos del mundo, de la carne y del
diablo. Los muros, afirma Juan (v.17), tenían una altura de 144
codos, o sea unos 65 metros. El historiador Heródoto estima que
los muros de la antigua ciudad de Babilonia eran de 50 codos de
ancho, y 200 de altura, lo cual la convertían en una ciudad
inexpugnable. Los muros de la Nueva Jerusalén serán, sin
embargo, más modestos, por la razón que más adelante
comentaremos.
Doce puertas dan acceso a la ciudad: habrá tres puertas en cada
uno de los cuatro lados de la misma, y sobre cada puerta, figura
el nombre de una de las 12 tribus de Israel. Además, la palabra
griega original traducida como "puerta" no es la habitual, sino es
la que se utilizaría para describir una gran puerta que da acceso
a un castillo fortificado.
Recordemos que en tiempos del Antiguo Testamento, la tribu de
Leví era la tribu sacerdotal cuya misión exclusiva era la de servir
en el Tabernáculo, el recinto sagrado que transportaban con
ellos y que servía de templo de Dios, quien había dado
instrucciones específicas sobre su diseño. La Nueva Jerusalén
también rememora al antiguo Tabernáculo, en el que ahora la
Iglesia, será el sacerdote que servirá a Dios constantemente.
Debemos fijarnos también en el diseño de la ciudad. En la
antigüedad era bastante común que las ciudades se edificaran
en cuadrado; tanto Babilonia como Nínive, por ejemplo, eran así.
Pero la Ciudad Santa no será simplemente cuadrada: será
perfectamente cúbica: su longitud, altura y anchura tendrán las
mismas medidas. Esto es significativo. El cubo es el símbolo de
la perfección. Por ejemplo, tanto Platón, como Aristóteles, se
refieren al hecho de que en Grecia se solía decir que el "hombre
era cúbico". Y lo mismo sucedía entre los judíos. El altar de los
holocaustos y el de los inciensos y el pectoral del sumo
sacerdote tenían la forma de un cubo. Una y otra vez aparece
esa forma en las visiones de la Nueva Jerusalén y de su nuevo
templo en el libro del profeta Ezequiel (Ezequiel 41:21, 43:16,
45:2, 48:20). Pero más importante aún: en el Templo de
Salomón, el lugar Santísimo era un cubo perfecto (1 Reyes
6:20). Todo ello nos hace comprender que la totalidad de la
ciudad santa, la morada de Dios, es el lugar Santísimo.
Por otro lado, debemos fijarnos en las dimensiones de la ciudad.
Cada uno de sus lados tenía doce mil estadios. Un estadio
equivale a 180 metros, por lo que cada lado tenía una longitud
de 2.160 km. Unas sencillas operaciones aritméticas nos revelan
que el área de la ciudad era de algo más de 3,2 millones de
kilómetros cuadrados ó 2.240 km. cúbicos. Para hacernos una
idea de semejantes magnitudes podríamos decir que con los
datos que Juan aporta, la Ciudad Santa mediría una distancia
aproximada a la existente entre Nueva York y Londres, teniendo
la extensión del Océano Atlántico Norte.
Si ahora comparamos la altura de la muralla, unos 65 metros,
con el tamaño de la ciudad, vemos que no hay comparación
posible. Ello nos indica que la muralla no puede ser para la
defensa, porque todos los seres hostiles, humanos y espirituales,
han sido ya arrojados al lago de fuego y ya no pueden hacer
daño a la Iglesia de Dios. Parece entonces claro que lo único que
permite la muralla es delimitar los límites de la misma. Y el
hecho de que sea relativamente baja muestra que dicha
delimitación tiene una importancia relativa. Dios está mucho
más interesado en incluir a más personas que en excluirlas. Y así
debe ser Su iglesia.
Hasta aquí el programa de hoy, muy apreciado amigo, amiga de
La Fuente de la Vida. Nos despedimos hasta el siguiente,
invitándole a que vuelva a acompañarnos nuevamente. Hasta
entonces, que Dios le bendiga mediante la lectura y diaria
meditación de Su Palabra, la única que da vida, vida eterna, y
vida en abundancia.
Apocalipsis 21
Versículos 12-20
Continuamos hoy, amigo oyente, descubriendo nuevas
características de la denominada Nueva Jerusalén, la ciudad
celestial, la Ciudad de Dios que el Señor Jesucristo está
construyendo para Su Iglesia y en la que los creyentes
moraremos eternamente, junto con Él. Nos hallamos situados en
el capítulo 21 de Apocalipsis y estamos a punto de terminar
nuestra serie de programas, tras cinco años de compartir con
ustedes la Palabra de Dios en un recorrido casi diario a lo largo y
lo ancho de toda la Biblia; un libro enriquecedor y fascinante; el
libro de los libros, el libro de la vida, la mejor guía para recorrer
el camino de nuestra vida, el mejor mapa para no perdernos, y
la mejor brújula para nunca perder el norte. Le invitamos pues,
estimado amigo, y amiga, que nos escucha, a acompañarnos en
estos últimos tres programas de La Fuente de la Vida y a poner
toda su atención, y su corazón, en lo que Dios, por medio de
Juan, autor del Apocalipsis, tiene que decirnos, a usted y a mí,
por medio de Su Palabra.
Como usted recordará, en nuestro anterior programa
comenzamos a vislumbrar cómo será el Cielo, o al menos
algunas características del mismo, y nos enfocamos en la
Ciudad Celestial, un lugar muy especial que el apóstol Juan
apenas logra describir con palabras humanas. Si a nosotros nos
cuesta, en ocasiones, describir una puesta de sol o una escena
especialmente emotiva, imagínese el esfuerzo del Evangelista
en trasladarnos imágenes tales como las del fin del mundo, el
Anticristo, las plagas del juicio divino, los ángeles de Dios, el
mismo Trono de Dios, la voz de Jesucristo, Su mirada, Su poder,
el Juicio Final, el Lago de Fuego del Infierno y, finalmente, como
colofón, el Cielo y su increíble ciudad celestial.
Muchos hablan del Cielo pero en realidad, ¿qué es lo que de
verdad conocemos? La Biblia no dice mucho a este respecto y se
concentra más en el esfuerzo de Dios, por acercarse al hombre y
salvarle, que por hablar del Cielo. Y posiblemente, no sea por
casualidad: Dios pretende que usted se salve y que no se pierda
eternamente; Dios anhela poder ser su mejor amigo y que usted
disfrute en Su presencia; Dios desea que usted le obedezca y
conduzca su vida según un código ético, moral y espiritual,
reflejado en Las Escrituras. Lo que Dios no desea es que usted
viva en la Tierra pensando sólo en el cielo; eso sería "escapismo
o evasión espiritual" o un ejercicio poco saludable de
desconexión de la realidad y del mundo que le rodea.
Resulta saludable elevar nuestra mirada de vez en cuando para
recordar que no somos más que forasteros y peregrinos en este
mundo, pero Dios desea que nuestras manos y nuestros ojos
apunten hacia la Tierra, hacia el prójimo, personas con defectos,
como usted y como yo, y que, a pesar de todo, las ame, las sirva
y les dé testimonio de lo que Dios ha hecho en su vida. Dios no
necesita abogados; pero sí quiere testigos, y la Biblia nos
desafía a ser sus testigos, aquí en la Tierra; testigos de lo que
Jesús hizo por usted hace 2.000 años, muriendo por sus
pecados, y resucitando. Testigos, de lo que Dios ha hecho hoy en
mi vida y la suya, cambiándola y transformándola, no en una
experiencia mística o religiosa, sino profundamente espiritual, y
profundamente humana.
Quizá por ello la Biblia no dedique más que algunos párrafos a
hablar del Cielo; porque ahora, hoy, en nuestro tiempo, lo que
importa no es el Cielo; sino que el ser humano se salve, ¿de
quién? De sí mismo. De nuestra tendencia al pecado; de nuestro
empecinamiento en hacer lo que nos place; de nuestra ceguera
espiritual; de nuestro egoísmo; de nuestra actitud de rebeldía
hacia Dios. Y es que la Biblia es siempre clara y directa a este
respecto: todos estamos espiritualmente muertos, hasta que
Jesús nos da el regalo de la vida. Puede gustarnos o no, pero así
está escrito.
Al principio del Apocalipsis (1:3), Juan escribió: "Bienaventurado
el que lee y oye las palabras de esta profecía, y guardan las
cosas en ella escritas; porque el tiempo está cerca".
Comencemos hoy nuestro estudio siendo conocedores que
nuestro viaje está próximo a su fin, y que una vez finalizado,
usted tendrá que tomar una decisión: ¿qué hará con el resto de
su vida? Sea o no cristiano, es una decisión necesaria. No
sabemos cuánto tiempo nos queda; usted no sabe cuánto
tiempo le queda. Ninguno lo sabemos, pero Dios si lo sabe. Por
eso, debemos aprovechar el tiempo. ¿En qué? Eso, estimado
amigo, amiga, es decisión suya. Los cristianos, sí tenemos muy
claro en qué: en vivir la vida como si Él estuviera presente en
cada acto, pensamiento y palabra, en todo lo que hacemos,
pensamos y decimos; en ser sus testigos, en levantarnos,
cuando caemos, en seguir corriendo la buena carrera, aunque
sea cuesta arriba, en tener fe cuando todo alrededor se cae, en
mantener nuestros ojos fijados en la meta, a pesar de todas las
lágrimas que en el mundo tendremos que soportar. Así es la vida
cristiana: una permanente carrera, llena de obstáculos que sólo
con la fuerza que el Señor Jesucristo nos da, por medio de Su
Palabra, la Biblia podemos terminar.
Regresemos ya a Apocalipsis y releamos los versículos 12 al 16
del capítulo 21 para tener una mejor visión de la escena narrada
en primera persona por el propio apóstol Juan:
12
Tenía un muro grande y alto con doce puertas; y en las
puertas, doce ángeles, y nombres inscritos, que son los de las
doce tribus de los hijos de Israel; 13 al oriente tres puertas; al
norte tres puertas; al sur tres puertas; al occidente tres
puertas. 14 Y el muro de la ciudad tenía doce cimientos, y sobre
ellos los doce nombres de los doce apóstoles del Cordero. 15 El
que hablaba conmigo tenía una caña de medir, de oro, para
medir la ciudad, sus puertas y su muro. 16 La ciudad se halla
establecida en cuadro, y su longitud es igual a su anchura; y él
midió la ciudad con la caña, doce mil estadios; la longitud, la
altura y la anchura de ella son iguales.
Resulta cuanto menos complicado encerrar en términos y
palabras humanas lo que Juan está viendo con sus propios ojos.
Las dimensiones de la Ciudad Santa son perfectas: un cubo
simétrico y exacto, con el mismo alto, ancho y largo;
recordemos que el cubo era el símbolo de la perfección absoluta
y que el lugar Santísimo del Templo de Jerusalén, se diseñó así
por este motivo. Es como si la Ciudad Santa fuese, toda ella, un
lugar Santísimo.
Las dimensiones que Juan menciona, son enormes, el ángel
midió la ciudad con la caña, doce mil estadios; la longitud, la
altura y la anchura de ella son iguales. Esto nos da un total de
2.242 km por cada lado, por lo que su superficie es de 3,2
millones de kilómetros cuadrados, aproximadamente la
superficie del Océano Atlántico y una distancia equivalente a la
existente entre Londres y Nueva York. Estas distancias,
analizadas en detalle por los Doctores Seiss, Walter Scott y otros
nos dan las medidas de una ciudad magnífica e imponente,
como no podía ser menos para una ciudad cuyo maestro
arquitecto ha sido el propio Dios; todo lo que Él hace es bueno,
abundante y perfecto. Y eso también es aplicable a lo que Él
hace o puede hacer en nuestras vidas, ¿verdad? Todo lo que él
hará con nosotros y a través de nosotros, es bueno, abundante y
perfecto. Esta ciudad ha sido diseñada por Dios y construida por
su Hijo el Señor Jesucristo. Volvamos ahora a leer los versículos
17 y 18 de este capítulo 21 de Apocalipsis:
17
Y midió su muro, ciento cuarenta y cuatro codos, de medida
de hombre, la cual es de ángel. 18El material de su muro era de
jaspe; pero la ciudad era de oro puro, semejante al vidrio limpio;
Si ahora comparamos la altura de la muralla, unos 65 metros,
con el tamaño de semejante ciudad, vemos que no hay
comparación posible. Ello nos indica que la muralla no puede
estar pensada para la defensa, porque todos los seres hostiles,
humanos y espirituales, ya han sido arrojados al Lago de Fuego,
y ya no pueden hacer daño a la Iglesia de Dios. Parece entonces
que la única razón que permite la muralla es delimitar los
perímetros de la misma. Dios está mucho más interesado en
incluir a más personas, que en excluirlas.
El apóstol Juan nos relata que la ciudad era de oro puro, tan puro
que parecía vidrio transparente. Ello nos recuerda una
característica de la Jerusalén terrenal, la ciudad eterna, la capital
de Israel. El historiados Josefo describió así el Templo de
Herodes: "Ahora bien, la cara exterior del templo por la parte de
la fachada?estaba totalmente cubierta con planchas de oro de
gran peso, y a los primeros rayos del sol naciente reflejaba tan
fiero resplandor, que obligaba a quienes querían contemplarlo a
desviar la vista, como si estuvieran mirando al mismo sol".
(Josefo: Las guerras de los judíos, 5.5.6)
Juan continúa hablando de los doce cimientos de la ciudad.
Entre las doce puertas había doce espacios, y la idea es que
entre estos espacios había una gran piedra. Es posible que Juan
tuviera en mente las grandes piedras de los cimientos del
Templo de Jerusalén; en el pasaje que acabamos de citar, Josefo
menciona que las piedras de los fundamentos del Templo de
Jerusalén tenían casi veinte metros de longitud, dos y medio de
altura y casi tres de anchura. En el versículo 14, Juan dijo que las
piedras llevaban inscritos los nombres de los doce Apóstoles de
Jesucristo. Ellos fueron los primeros seguidores de Jesús, y Sus
embajadores; fueron, literalmente, los cimientos de la Iglesia.
Estos hombres predicaron el primer sermón. Ellos organizaron
las primeras iglesias y llegaron a ser los primeros mártires
porque optaron por no renunciar a su fe en Jesucristo. ¡Nada les
podía hacer callar!
El apóstol Pablo nos dice en su Carta a los Efesios, capítulo 2,
versículo 20: "Edificados sobre el fundamento de los apóstoles y
profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo."
Cuando Cristo regresó al Cielo, él entregó el cuidado de las
ovejas, los primeros cristianos, a los Apóstoles. Por eso podemos
decir que la Iglesia estaba en las manos de aquellos doce
hombres que habían convivido con Jesús durante tres años. El
libro de los Hechos de los Apóstoles, su autor, Lucas, escribió:
"En el primer tratado, oh Teófilo, hablé acerca de todas las cosas
que Jesús comenzó a hacer y a enseñar, hasta el día en que fue
recibido arriba, después de haber dado mandamientos por el
Espíritu Santo a los apóstoles que había escogido." (Hechos 1:1-
2). Es muy posible, que, como apóstol, Matías no fue quien
reemplazó a Judas, sino Pablo. De hecho, Matías nunca más es
mencionado en las Escrituras. La decisión de buscar a alguien
para reemplazar a Judas, el traidor, podría haber sido más un
impulso del impetuoso Pedro, que a la voluntad del Espíritu
Santo. Pablo, escogido directamente por Jesucristo, cumplió bien
su función, fundó iglesias y expandió el Evangelio casi por todo
el mundo conocido por aquel entonces.
Con estos doce hombres normales, ordinarios, Dios hizo cosas
extraordinarias. Pero ¿quiénes eran estos hombres, los así
denominados Apóstoles? De la lectura de la Biblia podemos
fácilmente deducir que no eran santos, ni eruditos. Ni siquiera
eran sabios o religiosos. Lo asombroso con respecto a estos
doce discípulos es que Jesús los haya seleccionado. Entre ellos
había unos sencillos pescadores, un odiado recaudador de
impuestos romanos, considerado un traidor a la patria, y un
activista político perteneciente a un grupo conocido por su
extrema violencia y odio hacia el imperio romano. ¿No es éste
un hecho sin precedentes? Jesús viene a la Tierra para cumplir el
plan divino de salvación para el ser humano, y escoge, de entre
todos, a un equipo de colaboradores que hoy, posiblemente, no
hubiera pasado de la primera entrevista de selección. Su perfil
era francamente dudoso y sus credenciales, bastante poco
recomendables. ¿Por qué entonces los escogió Dios para la
misión de hacer conocer Su mensaje de salvación para toda la
Humanidad?
El Salvador escogió a hombres comunes y corrientes; humanos y
sin distinción alguna, pero que, sin embargo, fueron capaces de
dejarlo todo al instante para seguirle. Estando ocupados,
estuvieron disponibles. Teniendo cada uno su propia vida, lo
dejaron todo, para dedicársela al Maestro. Aunque muchas
veces dudaron y no entendieron, ni compartieron muchas cosas,
siguieron adelante y Le obedecieron. No pretendieron entender,
sino obedecer. No pretendieron tener razón, sino obedecer. Por
eso eran extraordinarios, y por eso se convirtieron en una fuerza
que cambió al mundo para siempre. ¿Somos usted y yo así?
Jesucristo así nos demostró que su equipo favorito no es el de
los sabios, el de los poderosos, el de expertos teólogos, el de los
más inteligentes o el de los más fuertes. El equipo favorito de
Dios es de aquellos que están disponibles para Él. Su equipo
soñado es el de los que lo dejan todo por Él; el de los que
establecen que Jesucristo es la prioridad en sus vidas, por
delante de su merecido ocio, de su merecido tiempo de
descanso, de su esforzadamente ganado dinero, de su trabajo e,
incluso, de su propia familia.
Y la pregunta es: ¿Calificaríamos usted y yo para formar parte
de ese equipo?
Estimado amigo y amiga; usted puede caminar en las sandalias
de un verdadero discípulo, al igual que lo hicieron estos doce
apóstoles. Sólo tiene que dejarlo todo y seguirle. ¿Le parece una
petición desproporcionada? Compare su vida con la vida
después de la vida, con la Eternidad. ¿Le sigue pareciendo una
petición desproporcionada? ¿Acaso no vale la pena el premio?
¿Acaso no vale la pena el esfuerzo? ¿Acaso no es apetecible la
meta? Si Dios pudo cumplir Sus propósitos por medio de doce
hombres tan comunes y corrientes como los discípulos,
imagínese lo que Él tiene en mente para usted; imagínese lo que
Dios podría hacer por medio de usted.
El apóstol Juan nos dice que en la Ciudad de Dios, las piedras
fundacionales eran piedras preciosas. El jaspe no era el jaspe
opaco moderno, sino un cristal de roca traslúcido de color verde.
El Dr. Seiss, al hablar de la Nueva Jerusalén, la describe como
algo claro y puro, brillante como un carámbano transparente al
fulgor del sol. El zafiro aparece en la historia del Antiguo
Testamento como la piedra del embaldosado donde estaba Dios
(Éxodo 24:10): "Y había debajo de sus pies como un
embaldosado de zafiro, semejante al cielo cuando está sereno."
El comentarista Moffatt, describe esta piedra como una piedra
azul. El comentarista Pliny, la describe como una piedra opaca
con manchas doradas, tal y como opina otro estudioso, el Dr.
Petrie.
La calcedonia era un ágata de color verde que se encontraba
cerca de las minas de Calcedonia. Pliny la describe como una
variedad de esmeralda que se forma en las montañas de
Calcedonia. Otro erudito, el Dr. Robinson dice que es
posiblemente un silicato verde de cobre.
La esmeralda era como la moderna, que Plinio describe como la
más verde de todas las piedras verdes. El ónice era blanco
interrumpido por capas de rojo y marrón. La sardónice o coralina
tomaba su primer nombre de la ciudad de Sardes, era un ágata
de color sangre; era la piedra preciosa más corriente en la
joyería de la época.
La identificación del crisólito, que etimológicamente quiere decir
piedra de oro, no es segura; su nombre hebreo quiere decir
piedra de Tarsis, nos indica que es probable que fuera de
Tartessos, en España. Plinio la describe como de un dorado
reluciente. El comentarista Moffatt le da un matiz dorado.
Robinson dice que es un color dorado como el topacio.
El berilo es una variedad de la esmeralda, de color azul marino o
verde marino. Así lo describe Pliny. Es como una esmeralda, dice
Robinson. El topacio era una piedra transparente, verde y
dorada, muy apreciada por los judíos. Robinson la llama una
piedra dorada verdosa. La crisopasa era un ágata de color
manzana verde. Robinson la describe como una hoja dorada.
También es descrita como de color verde mar. El Jacinto es
descrito por los escritores antiguos como azul-púrpura-violeta.
Es probable que fuera el equivalente del moderno zafiro. Es de
color violeta recuerda la flor del mismo nombre. Pliny le da el
color violeta. La amatista se describe como semejante al Jacinto,
pero más brillante. Su color es púrpura. Aunque la Enciclopedia
Bíblica Internacional Estándar la menciona como rubí, Robinson
la describe como de color púrpura.
La pregunta es, estimado oyente, ¿tienen estas piedras algún
simbolismo? Ocho de estas gemas coinciden con otras tantas
incrustadas en el pectoral del Sumo Sacerdote (Éxodo 28:17-20).
Quizá Juan tuviera en mente dicho pectoral para describirnos
que en la Ciudad de Dios, todos seremos sacerdotes de Dios.
También es posible que Juan pretendiera hacer notar el
resplandor de la ciudad en la que hasta los cimientos eran
piedras preciosas de un valor incalculable. Pero lo más increíble
de las piedras precisas es que cada una de las puertas de la
ciudad fueran una gran perla. En la antigüedad, las perlas eran
las joyas más valoradas. Toda la vida se pasaba el mercader
buscando una perla de gran precio, y entonces vendía todo lo
que tenía para adquirirla, como también lo relató Jesucristo en
Mateo 13:46. Las puertas de perla son un símbolo de una
belleza insuperable.
Como puede usted ver, los cimientos de la Nueva Jerusalén son
piedras preciosas de gran valor, pureza y brillo. Y no es para
menos, si recordamos que entre sus habitantes estará el mismo
Dios, Creador del Universo, y su Hijo, Jesús. En esta ciudad
habita la luz del Universo. Es una ciudad de luz, de color. Dios es
luz, y si Él está allí, será imposible describir con palabras el brillo
y la luminosidad.
La ciudad entera se describe como una piedra de jaspe, clara
como el cristal. Su color, su luminosidad irradiará luz hacia todo
el universo. En la Nueva Jerusalén una luz que brilla desde
adentro y multiplicada por efecto de la piedra preciosa de jaspe,
que actúa como un prisma, dará un color que ni el artista más
talentoso podría lograr en su paleta de colores.
Bien, estimado oyente, hasta aquí nuestro programa de hoy.
Sólo restan dos estudios más para finalizar el libro de
Apocalipsis, y le invitamos a que no se pierda el final del mismo,
en el que hablaremos del río de la vida que recorre la Ciudad
eterna, del Árbol de la Vida, que habita en medio de la misma, la
gran invitación final y la gran advertencia final de Juan. Y nos
despedimos de usted con el siguiente pensamiento. Hoy hemos
hablado del Cielo, de la Ciudad de Dios en la cual habitarán los
creyentes eternamente, en la presencia de Dios. Una ciudad
perfecta para una Iglesia perfecta, transformada a semejanza de
Jesucristo.
Pero ésta es una ciudad futura. Es nuestro destino, nuestra
meta, pero no es nuestro presente. Apocalipsis, último libro y
colofón de la Biblia, nos anima a mirar hacia delante. Pero una
vez hecho esto, debemos mantener la mirada en el Cielo, pero
con los pies en la Tierra. Y mientras nuestra futura ciudad en el
Cielo está siendo edificada por el mismo Jesús, tal y como Él nos
prometió, aquí abajo hay otra casa que debe ser construida y
edificada por usted mismo. Y podríamos decir que ésta es, sin
lugar a duda, la "casa favorita de Dios". ¿A qué casa nos
estamos refiriendo?
Si usted guarda agradables recuerdos de su hogar, de la casa en
la que creció, nos comprenderá muy bien. Si acaso Dios llegara
a añorar algunos de los lugares en los que fue adorado aquí en
la Tierra, ¿cuál sería ese lugar? ¿Sería el Tabernáculo de Moisés?,
¿el Tabernáculo de David?, ¿el Templo de Salomón?
Desde el tiempo del Jardín del Edén, Dios ha estado
escudriñando la Tierra en busca de hombres y mujeres que le
rindan una sincera e íntima adoración. Personas corrientes, pero
entregadas a Él; capaces de renunciar a cosas lícitas, por Su
causa. Y algunas veces encontró a hombres y mujeres que así lo
hicieron, y sus nombres forman parte de la Biblia. Pero otras
muchas veces, Su búsqueda fue en vano, y no halló corazones
dispuesto a rendirse incondicionalmente a Él. ¿Qué sucedería si
hoy reconstruyéramos los magníficos Templos y Santuarios
antiguos? ¿Vendría Él a morar a ellos? ¿Y si edificáramos
magníficas iglesias con altísimas cúpulas y costosos adornos?
¿Vendría entonces Él a morar en medio de nosotros?
Posiblemente no. Porque, ¿sabe usted cuál es la Casa favorita de
Dios? La Casa favorita de Dios es, querido amigo y amiga que
nos está escuchando, usted mismo. Usted es la Casa favorita de
Dios. Y si usted la edifica, ¡Él la habitará! Dios no desea morar
en un templo de piedra, sino en usted. Y cuando usted recibe a
Jesús como su Salvador personal, y como el Señor de su vida, la
Biblia dice que algo sorprendente sucede: antes usted estaba
"espiritualmente muerto" y ahora está "espiritualmente vivo". Es
decir, antes usted estaba muerto, y ahora vive. Y Dios mismo
viene a morar en su vida. El Espíritu Santo viene a morar en
usted, por lo tanto, será un templo para Él.
Apocalipsis 21 - 22
Versículos 21:22 - 22:2
Continuamos hoy, muy estimado amigo, amiga oyente, nuestro
recorrido por el fascinante y extraordinario libro de las profecías,
el Apocalipsis, el último libro de las Sagradas Escrituras, la
Biblia. Sólo nos restan dos programas para concluir nuestro
estudio de Apocalipsis, con lo cual "La Fuente de la Vida"
concluye un ciclo de cinco años que nos ha permitido
aproximarnos a todos los libros de La Palabra de Dios. Nuestra
única razón ha sido, y es, la de divulgar de una manera sencilla
la Palabra de Dios, hacer conocer el mensaje de Dios, y ayudar a
nuestros amigos oyentes, a profundizar en las verdades bíblicas
que en tiempos tan complicados como los actuales nos ofrecen
guía, fuerza y valor para transitar en nuestro camino personal de
la mano del Señor Jesucristo. En tiempos complicados, tan
inseguros e inciertos, necesitamos una roca, La Roca, para
afirmar nuestros pies y no resbalar cuando las tormentas y los
huracanes nos hacen tambalear.
Vamos a regresar al capítulo 21. A modo de resumen
recordemos brevemente los hechos narrados por Juan, el apóstol
y autor de este extraño pero fascinante libro. Juan nos describe
un nuevo cielo, una nueva tierra y una Nueva Jerusalén; todo
ello lo vimos en los primeros dos versículos del capítulo 21.
También mencionamos una nueva era que dará comienzo, tal y
como tuvimos ocasión de leer, en los versículos 3 al 8.
Posteriormente, nos adentramos en los versículos 9 al 21 donde
pudimos reflexionar sobre la Nueva Jerusalén, morada eterna de
la iglesia.
Comenzaremos leyendo los versículos 22 y 23 de este capítulo
21 de Apocalipsis, que dicen así:
22
Y no vi en ella templo; porque el Señor Dios Todopoderoso es
el templo de ella, y el Cordero. 23 La ciudad no tiene necesidad
de sol ni de luna que brillen en ella; porque la gloria de Dios la
ilumina, y el Cordero es su lumbrera.
El apóstol Juan describe aquí una característica única de la
Ciudad de Dios: No habrá en ella ningún templo. Como ya
hemos comentado en nuestro programa anterior, esta ciudad
que Jesucristo está preparando en los Cielos será imponente, y
asombrosa, difícil de describir. Esta ciudad tiene unas
dimensiones muy extensas en forma tridimensional, un cubo
perfecto, la misma figura que tenía el "lugar Santísimo" en el
Tabernáculo y en siguientes Templos, indicando con ello que
toda la ciudad será el "Lugar Santísimo", porque en ella
habitará, en plenitud y todo esplendor la presencia de Dios, y de
Su Hijo, el Señor Jesucristo.
Aquí hay un simbolismo fácil de comprender: No es el edificio el
que hace "la iglesia", ni la liturgia, ni la forma de gobierno, ni el
modo de alabanza, ni la estructura de un culto. Lo único que
hace realidad a La Iglesia, es la presencia del Señor Jesucristo.
Sin Su presencia, no hay iglesia; con Su presencia, cualquier
reunión de personas, congregadas en el nombre de Jesucristo, al
que han reconocido como su único y suficiente Salvador y Señor,
es una "verdadera iglesia".
El apóstol Juan añade que la Ciudad de Dios no necesita una luz
creada, porque Dios, la Luz en sí misma, estará en medio de
ella. El profeta Isaías dijo: "El Señor te será por luz eterna"
(Isaías 60:19); Uno de los autores del libro de los Salmos afirmó:
"En tu luz veremos la luz" (Salmo 36:9). Y es que sólo cuando
vemos las cosas a la luz de Dios, las vemos como realmente son.
Algunas cosas que nos parecen permisibles, se tornan en
peligrosas cuando se ven a la luz de Dios; otros asuntos que
parecen importantes, bajo la luz de Dios pierden su relevancia.
Otras, que nos parecen insoportables, se tornan como posibles y
llevaderas, cuando se las contempla bajo la luz de Dios. Dios,
estimados amigos, es el mejor consejero, el mejor guía, porque
nunca falla, nunca se equivoca, y sólo busca nuestro bien.
El Señor Jesucristo es la luz del mundo en un sentido espiritual.
Él dijo allá en el evangelio según San Juan, capítulo 8, versículo
12: "Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en
tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida." Pero en la nueva
creación, Él será tanto la luz física, como la luz espiritual. En el
Antiguo Tabernáculo había un candelero de oro, el cual tenía un
profundo significado simbólico que representaba a Jesucristo.
Recordemos que en los dos primeros capítulos de Apocalipsis
vimos que se simboliza el testimonio de Dios, las primeras
iglesias en la Tierra, mediante los 7 candeleros (1:12, 20; 2:1,5;
11:4). En la Nueva Jerusalén, Jesucristo será el candelero de oro,
Su luz dará una luz única.
La Nueva Jerusalén, toda ella un Lugar Santísimo, llena de luz,
será probablemente el primer lugar donde Dios hará Su
aparición personal. El autor de estos estudios, el Dr. Vernon
McGee, basándose en el versículo 10 del capítulo 21, que
menciona que Juan vio la ciudad santa, la Nueva Jerusalén,
descender de los cielos, pero no se menciona que llegó a tocar
la Tierra, opina que la Nueva Jerusalén no estará asentada sobre
la Tierra. El Dr. McGee piensa, como algunos estudiosos de la
Biblia, que la Nueva Jerusalén estará ubicada a una cierta
distancia, como si fuera un satélite, aunque lo más probable
será que la Tierra se convertirá en un el satélite de esta ciudad
celestial. Ésta será el centro de todas las cosas. Toda la actividad
y la Gloria de Dios se centran en ella. Dios establecerá su sede,
y Su Universo es Teo-céntrico. La Nueva Jerusalén tiene su
origen en el Cielo, su constructor y arquitecto es el mismo Señor
Jesucristo. Leamos los siguientes versículos 24 al 27 del capítulo
21, que dicen así:
24
Y las naciones que hubieren sido salvas andarán a la luz de
ella; y los reyes de la tierra traerán su gloria y honor a ella.
El apóstol Juan nos menciona a "las naciones"; ¿A qué
"naciones" se está refiriendo? El griego original dice literalmente
"pueblos": las personas salvas de todas las naciones y grupos
étnicos habitarán en la luz del cielo. No especifica Juan de que
estos pueblos, estas naciones, creyentes y salvos vivan en la
misma ciudad, pero que ellos andarán "a la luz de ella". Es decir
que la Nueva Jerusalén dará luz que alumbrará a la Tierra, ya
nos será el sol ni la luna. No sólo vendrá Israel a adorar a Dios
en ese lugar, sino las naciones del mundo que han entrado en la
eternidad; no viven en ella, pero irán a ella para adorar al Señor.
La Iglesia de Jesucristo, en la cual cada creyente es llamado a
ser un "sacerdote" ante el dios Altísimo, allí todos los creyentes
ejerceremos nuestro sacerdocio.
Juan nos describe aquí un cuadro de todas las naciones viniendo
a Dios, y de sus reyes, trayéndole sus dones. En otras palabras:
aquí tenemos un cuadro de la salvación universal, sin distinción
ni diferencias de raza. Esta idea choca frontalmente con el
pensamiento judío de la época de Juan, que esperaban la
destrucción de los Gentiles, es decir los no judíos. Uno de los
dichos de la época que mejor ejemplifican esta idea era el
siguiente: "Dios creó a los gentiles para usarlos como leña para
el fuego del infierno". En cambio, podemos ver que todas las
naciones traerán su honor y gloria a la Ciudad Santa.
En la Nueva Jerusalén no habrá ningún Templo. El Templo, que
reemplazó al antiguo Tabernáculo utilizado por el pueblo judío en
su largo peregrinaje por el desierto hacía la Tierra Prometida, no
era más que una especie de receptáculo o recipiente terrenal de
la gloria de Dios, o "Shekiná". Era el testimonio de la presencia
de Dios, y también de la exclusión del pecado. A causa del
pecado el ser humano sólo se podía acercar a Dios por medio de
laboriosos y complejos ritos. Sin embargo, en la Nueva Jerusalén
el pecado ya no será un problema, ha sido erradicado
totalmente. En la Ciudad de Dios el pecado no nos impedirá,
nunca más, el poder disfrutar de la presencia y las bendiciones
de Dios.
El versículo siguiente, el 25 del capítulo 21 de Apocalipsis,
leemos:
25
Sus puertas nunca serán cerradas de día, pues allí no habrá
noche.
Evidentemente la Ciudad de Dios no necesita protección, dado
que todos aquellos que podrían desear su destrucción, están ya
condenados por toda la Eternidad en el Lago de Fuego. La idea
que el apóstol Juan nos desea transmitir aquí es que el acceso a
la ciudad será permanente y libre, no se pondrá coto ni
limitaciones a la posibilidad de ir a rendir alabanza y adoración a
Dios. Juan, además insiste, una vez más, en que no habrá noche
en la ciudad de Dios. Los pueblos antiguos, como los niños,
tenían miedo a la oscuridad, al terror de la noche. Pero en el
nuevo mundo ya no habrá ninguna temible oscuridad, porque la
presencia de Dios será la luz eterna. En los versículos 26 y 27,
se nos dice:
26
Y llevarán la gloria y la honra de las naciones a ella. 27 No
entrará en ella ninguna cosa inmunda, o que hace abominación
y mentira, sino solamente los que están inscritos en el libro de
la vida del Cordero.
El apóstol Juan finaliza el capítulo con una advertencia: Sólo los
que estén inscritos en el Libro de la Vida entrarán a la Ciudad
Eterna. Los que no abandonen su mal camino, estarán excluidos
de la Ciudad de Dios. Pero aquí reside una idea que deseamos
recalcar. A veces, cuando la Biblia habla de las personas "malas"
o "impías", a nuestra mente acuden las imágenes del ladrón, el
violador, el asesino, etc. Pero no es así; o mejor dicho, no es sólo
así. El abanico es, de hecho, mucho más amplio: La Biblia
denomina impío o malo a todo aquel que camina de espaldas a
Dios, que sigue sus propios dictados, que no tiene a Dios en
cuenta para nada. La Biblia dice que no basta con ser bueno
para entrar al Cielo; hay que ser salvo. Y también dice que uno
sólo puede ser salvo si ha aceptado a Jesús como el Señor y
Salvador de su vida.
Alguien dijo: "Entré al corazón de Cristo a través de la herida
provocada en su costado por la lanza". Él fue herido, amigo,
amiga oyente, por nuestras, mis, transgresiones. Él fue
ridiculizado, humillado, despreciado, molido, azotado, como si
fuese el peor y más cruel reo, y siendo inocente, fue crucificado
por nuestros pecados. Su muerte y Su Resurrección fueron el
evento cósmico más importante. Jesucristo, el Amor de Dios,
hecho carne, murió por Amor. Y de ello, la Iglesia será el
testimonio vivo de Su gracia por la eternidad. Recordemos que
la palabra "gracia" significa, aquí, un regalo inmerecido. El
apóstol Pablo dice en su epístola a los Efesios, capítulo 2,
versículo 7: "Para mostrar en los siglos venideros las abundantes
riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo
Jesús."
El apóstol Pablo dice: Para mostrar en los siglos venideros. Esto
significa eternidad. Y usted y yo merecíamos el Infierno, no por
ser necesariamente malos. Sino porque nacimos espiritualmente
muertos y llevábamos en nuestro interior la tendencia innata de
rebelarnos contra Dios para hacer sólo nuestra propia y
soberana voluntad. Pero, el Señor Jesucristo murió por nosotros,
pagando así un precio inmenso. Por Él hemos sido aceptados. Y
por Él hemos sido amados. Por eso, la Iglesia será la joya más
preciosa de todas.
En el libro de la vida del Cordero, están inscritos los nombres de
los redimidos, o los salvados, de todos los tiempos. A nadie, que
no haya sido redimido por la sangre de Jesucristo se le permitirá
entrar en la Ciudad de Dios. Un gran abismo separará a los
salvos, de los perdidos. El gran gozo que cautivará el corazón de
los habitantes de la Ciudad será el de poder morar en la
presencia de el Señor Jesucristo por toda la Eternidad. Ya lo dijo
Jesús: "Para que donde Yo estoy, vosotros también estéis." (Juan
14:2) Eso es lo que Él dijo, y se refería al Cielo, amigo oyente, el
estar con Él.
Cuando se nos dice: "Y las naciones que hubieren sido salvas
andarán a la luz de ella; y los reyes de la tierra traerán su gloria
y honor a ella." Se refiere, según numerosos estudiosos de los
textos sagrados de La Biblia, a las naciones gentiles salvas que
ocuparán la nueva tierra junto con Israel, por la eternidad. Estas
naciones, al igual que Israel, no pertenecerán a la Iglesia; Fueron
redimidos después de que la Iglesia fue sacada de la Tierra, y
antes de que la Iglesia llegara a existir. Vendrán a la Nueva
Jerusalén como visitantes a la ciudad, para adorar y alabar a
Dios. En el capítulo 12 de la Carta a los Hebreos, versículo 22, se
nos dice: "sino que os habéis acercado al monte de Sion, a la
ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía de
muchos millares de ángeles." Así pues vemos que la ciudad
posee un marcado carácter cosmopolita, al acudir los
representantes de todas las nacionalidades. Y entre esas
multitudes, no hay ninguno que traiga mancha o pecado alguno.
¡Qué diferencia abismal encontramos aquí al compararla con el
Jardín del Edén, donde la mentira de Satanás abrió una brecha
que dio entrada para el pecado! Ni la mentira, ni el mentiroso,
entrarán por las puertas de la ciudad celestial de Jerusalén.
Todos sus habitantes y todos sus visitantes no sólo habrán sido
rescatados del pecado, sino que habrán perdido su amor hacia
el pecado, porque recordemos que el pecado no es algo horrible,
ni desagradable, sino generalmente, es deliciosamente
tentador; por eso se denomina "pecado". Y al concluir este
capítulo 21 de Apocalipsis, quisiéramos mencionar las palabras
que escribió Bernardo de Cluny en el siglo XII: "Ciudad del Rey
Eterno, de perlas son tus puertas, continuamente abiertas al
mísero mortal; y en tu recinto moran, los que por fe elevan, y el
sello augusto llevan, del verbo celestial".
Desde luego, cuando caminemos por la Ciudad Eterna, por la
Gracia de Dios, echaremos seguramente una divertida y
sorprendida mirada hacia atrás, recordando cómo, por medio de
las palabras de Juan, intentábamos vislumbrar un breve destello
de la Ciudad de Dios. Porque la realidad que viviremos será
infinitamente mayor a cualquier imagen que hayamos podido
plasmar aquí.
Bien, estimados oyentes, iniciamos a continuación, el último
capítulo de Apocalipsis, el capítulo 22, donde veremos el Río de
Agua de Vida, el Árbol de la Vida, y la promesa del regreso de
Cristo a la Tierra, antes de que sucedan todas estas cosas. Pero
eso no es todo; como no podía ser de otra manera, la Biblia
finaliza con una invitación. ¿Cuál será? Pero antes de llegar a
este punto, en primer lugar leeremos sobre el río de agua de
vida y el árbol de la vida, en los versículos 1 al 5; luego
escucharemos la promesa del regreso de Cristo, en los
versículos 6 al 18; la invitación final y la advertencia, en los
versículos 17 al 19, y la última promesa y oración final en los
versículos 20 y 21. Con esto finalizaremos Apocalipsis,
terminaremos la Biblia y nuestro viaje de cinco años de
recorrido Bíblico a través de este programa, La Fuente de la
Biblia.
Hoy abordaremos sólo el principio del capítulo y en nuestro
próximo programa lo terminaremos. Este capítulo 22 nos
traslada a las escenas finales de este gran libro. Y del mismo
modo, nos lleva al fin de la Palabra de Dios. Dios nos dejará unas
palabras finales. Con éstas, Dios habrá dicho al hombre todo lo
que quería decirle, y el hombre habrá podido escuchar todo lo
que necesitaba escuchar.
La Biblia comienza con una escena cuyo protagonista es Dios.
"En el principio creó Dios los cielos y la tierra." (Génesis 1:1). Y
concluye con otra escena, en la que Jesús, Su Hijo, será el
protagonista absoluto. El profeta Isaías, en el capítulo 53 de su
libro, versículo 11, lo expresó de la siguiente manera: "Verá el
fruto de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho; por su
conocimiento justificará mi siervo justo a muchos, y llevará las
iniquidades de ellos."
En los primeros 5 versículos del capítulo 22 de Apocalipsis, nos
encontramos con el Río de Agua de Vida y con el Árbol de la
Vida. Leamos a continuación los primeros dos versículos del
capítulo 22, que dicen:
1
Después me mostró un río limpio de agua de vida,
resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del
Cordero. 2 En medio de la calle de la ciudad, y a uno y otro lado
del río, estaba el árbol de la vida, que produce doce frutos,
dando cada mes su fruto; y las hojas del árbol eran para la
sanidad de las naciones.
Hasta ahora hemos hablado del exterior de la ciudad eterna;
ahora la escena se traslada al interior. Primero, se nos describe
el Río de Agua viva. Este cuadro refleja muchos pasajes del
Antiguo Testamento. En su trasfondo se encuentra el río que
regaba el Huerto del Edén (Génesis 2:8-16). Aún más cerca se
encuentra la descripción de Ezequiel, del río que salía del
Templo (Ezequiel 47:1-7). Uno de los autores del libro de los
Salmos cantaba al río cuyas corrientes alegraban la ciudad de
Dios (Salmo 46:4). Y el profeta Joel escribió: "Saldrá una fuente
de la Casa del Señor" (Joel 3:18). Y el profeta Zacarías: "Aguas
vivas saldrán de Jerusalén" (Zacarías 14:8). Íntimamente
relacionada con ésta nos encontramos en las Escrituras con La
Fuente de la Vida; que en Apocalipsis encontramos en el 7:17 y
21:6. Anteriormente, el profeta Jeremías se quejaba de que el
pueblo de Dios hubiera dejado a Dios, que es la fuente de aguas
vivas.
En la Nueva Jerusalén habrá un río de agua de vida, y el Trono
de Dios es una fuente viviente de la cual mana abundancia de
agua. El Árbol de la vida es un árbol frutal, que produce 12
clases de frutos diferentes, uno cada mes. El Árbol de la vida es
un símbolo de la vida eterna así como de una bendición
continua. El árbol, con sus doce frutos, uno por mes, es símbolo
de la provisión, abundancia y variedad que habrá en esa ciudad
celestial. La palabra "terapéutico" se deriva de la palabra griega
que aquí se ha traducida "para la sanidad". Las hojas del árbol,
de algún modo, enriquecen la vida celestial para que ésta sea
plena y celestial.
Bien, estimados oyentes, aquí finalizamos nuestro programa de
hoy. Esperamos encontrarle en nuestro próximo estudio cuando
culminaremos el libro de Apocalipsis. Hasta entonces, estimado
amigo y amiga, que Dios le bendiga mediante la lectura diaria
de Su Palabra, que es Palabra de Vida; recuerde que Dios quiere
tener un encuentro personal con usted; el Dios, Creador del
Universo desea tener una relación de amistad con usted. Una
relación eterna, que bien puede comenzar ahora, y no tener fin,
jamás.
Apocalipsis 22
Versículos 2-21
Continuamos hoy, estimado amigo, amiga oyente,
nuestro estudio en el extraordinario y único libro de Apocalipsis,
el libro de las profecías reveladas, por voluntad de Dios, al
apóstol y evangelista Juan, cuando éste se encontraba en el
exilio, a causa de su predicación del Evangelio alrededor del año
95 D.C. Los amigos oyentes que nos han acompañado en el
largo recorrido de cinco años por las páginas de todos los libros
de la Biblia, han escuchado reiteradas veces, el mensaje lleno
de ternura y amor que Dios envía a todas Sus criaturas, sin
distinción de raza, ni color, preparación intelectual, rango social
o económico. Y para que pudiésemos comprender más Su
"historia de amor" con nosotros, para con toda la Humanidad,
Dios envió a Su Hijo, para que Él nos hablara y demostrara ese
amor incondicional, que llegó hasta la muerte. Esa muerte, del
inocente y santo Hijo de Dios, Jesucristo, es el regalo que
cancela la deuda que cada uno teníamos pendiente con nuestro
Creador.
Lo trágico es que ese mensaje de amor, perdón y salvación se
ha diluido, cambiado y confundido. Aquellos que ya hemos
aceptado el regalo de la salvación, los creyentes en Jesucristo,
tenemos la gran responsabilidad de "ser luz y sal" a todos los
que nos rodean, a nuestra familia, en nuestro entorno social y
profesional, y esa es la razón por la cual hemos preparado esta
serie de estudios de La Biblia, para que todos puedan conocer a
Dios Padre y al Hijo Jesucristo, por la revelación que el Espíritu
de Dios, el Espíritu Santo, trae a nuestro corazón y mente.
Hoy retomaremos nuestro estudio en el último capítulo de
Apocalipsis, el capítulo 22. En este capítulo Dios nos envía Sus
últimas palabras, y por ello, adquieren una singular importancia.
Hemos sido llevados al final del camino del ser humano. Esta
trayectoria deja muchas circunstancias, sin las explicaciones que
desearíamos, muchas preguntas, sin respuestas, y problemas
sin resolver. Sabemos que cuando entremos en la Eternidad, en
una recuperada comunión con Dios, todo adquirirá sentido y
habrá respuesta para todos los misterios que no fueron
revelados en detalle. La Biblia comienza con la presencia de
Dios en la primera escena: "En el principio creó Dios los cielos y
la Tierra", Génesis, capítulo 1, versículo 1. Y ahora la Biblia
concluye con Dios en la escena, y en total control sobre todo y
todos. El Señor Jesucristo vino, sufrió, pagó el precio de nuestra
redención, murió, resucitado y glorificado, es Suya la victoria y
la gloria. Leamos los versículos 1 y 2, que dicen:
1
Después me mostró un río limpio de agua de vida,
resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del
Cordero. 2 En medio de la calle de la ciudad, y a uno y otro lado
del río, estaba el árbol de la vida, que produce doce frutos,
dando cada mes su fruto; y las hojas del árbol eran para la
sanidad de las naciones.
En la ciudad que el apóstol Juan vio, la indescriptible, brillante y
luminosa Nueva Jerusalén, habrá un río cristalino, limpio, de
Agua de Vida, y el Trono de Dios será la fuente viva que la
suplirá en abundancia. El Árbol de la Vida que aquí se menciona
es un árbol frutal. Esto nos lleva al libro de Génesis, capítulo 1,
versículos 29 y 30, dice: "Y dijo Dios: He aquí que os he dado
toda planta que da semilla, que está sobre toda la tierra, y todo
árbol en que hay fruto y que da semilla; os serán para comer. Y
a toda bestia de la tierra, y a todas las aves de los cielos, y a
todo lo que se arrastra sobre la tierra, en que hay vida, toda
planta verde les será para comer. Y fue así."
Hasta este capítulo podría parecernos que los elementos que
constituyen la Nueva Jerusalén son minerales, por la descripción
del fulgor deslumbrante de las gemas descritas. Pero ahora se
nos presentan elementos vegetales que adornarán con una rica
variedad esta ciudad de belleza inigualable. El río del primer
Jardín de Edén, que se bifurcaba en cuatro brazos, nunca fue
nombrado como "aguas de vida". En Edén también estaba
situado, entre muchos otros árboles, el Árbol de la Vida, que
aquí se menciona nuevamente: un árbol frutal que ofrecerá doce
variedades de fruta, lo cual indica que en la Eternidad también
nos alimentaremos, aunque aquí parecen sugerirnos el texto que
será una variada dieta vegetariana, como lo fue en el principio.
Algunos estudiosos de la Bibliaespiritualizan este pasaje
compararlo, o relacionándolo con los frutos del Espíritu Santo.
Personalmente, preferimos mantener el punto de vista de la
interpretación literal. Ahora, el apóstol Juan nos comenta que las
hojas de los árboles tienen un valor medicinal. ¿Por qué en ese
nuevo universo perfecto habrá necesidad de medicinas? Ésa es
una cuestión algo difícil de resolver. El Dr. McGee, autor de este
estudio interpreta que los habitantes que morarán en la
Eternidad en el planeta Tierra, tendrán un cuerpo diferente al de
los creyentes en la Iglesia, que habitarán la Nueva Jerusalén. Los
creyentes, los que formamos la Iglesia de Jesucristo, seremos
transformados "como Él es", es decir, que nuestros cuerpos
serán semejantes al de el Señor Jesucristo. Por ese motivo el Dr.
McGee deduce que los cuerpos de los que habitan en la Tierra
puedan necesitar renovación de tiempo en tiempo. Esa podría
ser la razón por la cual las naciones de la Tierra se acercarán a
la Nueva Jerusalén, no sólo para adorar, sino también para ser
renovados, físicamente y espiritualmente. Más explícitos son los
siguientes versículos 3 hasta el 5 de este capítulo 22
de Apocalipsis, leemos:
3
Y no habrá más maldición; y el trono de Dios y del Cordero
estará en ella, y sus siervos le servirán, 4 y verán su rostro, y su
nombre estará en sus frentes. 5 No habrá allí más noche; y no
tienen necesidad de luz de lámpara, ni de luz del sol, porque
Dios el Señor los iluminará; y reinarán por los siglos de los
siglos.
La primera creación fue arruinada por la maldición del pecado, y
esta vieja Tierra, en la cual vivimos, soporta las cicatrices de la
maldición del pecado. Pero, esta nueva creación no conocerá el
pecado. Potencialmente estaba presente en el Jardín del Edén,
en el Árbol del Conocimiento del Bien y del Mal. Ahora, la misma
presencia de Dios y del Cordero nos garantiza la ausencia de
todo pecado. El Trono de Dios y del Cordero, que es la figura del
Señor Jesucristo, estarán situados como el centro de la Nueva
Jerusalén. Notemos que se menciona a Dios Padre, y a
Jesucristo, pero observamos la ausencia notable de cualquier
referencia al Espíritu Santo, y esto necesita una aclaración.
Recordemos que en el relato de la primera creación, en el
principio, el Espíritu Santo vino para renovar esta Tierra
desordenada y vacía. Génesis 1, versículo 2 dice: "Y el Espíritu
de Dios se movía sobre la faz de las aguas." El Espíritu Santo es
el instrumento de regeneración en el corazón y en la vida de los
pecadores, pero también en el de los creyentes. En la nueva
creación, Cielo nuevo, y Tierra nueva, ya no habrá necesidad de
Su obra y ministerio.
Luego leemos: "Y sus siervos le servirán." El cielo no será un
lugar de desocupación, sino que habrá una incesante actividad.
Allí no habrá necesidad de descansar para darle al cuerpo una
oportunidad para recuperarse. La palabra que se utilizó para
describir el "servicio" es una palabra muy especial; el profesor,
el Dr. Vincent, afirma que era usada por los judíos para
demostrar que como pueblo especial, ellos podían rendirle
"servicio" a Jehová, a Dios. Eso lo vemos en el capítulo 9,
versículo 1 de la epístola a los Hebreos, donde dice: "Ahora bien,
aun el primer pacto tenía ordenanzas de culto y un santuario
terrenal." Y luego, en el versículo 6, dice: "Y así dispuestas estas
cosas, en la primera parte del tabernáculo entran los sacerdotes
continuamente para cumplir los oficios del culto."
Este va a ser un servicio que los creyentes, la Iglesia, vamos a
brindar en particular, ante Dios, por toda la Eternidad. ¿En qué
consistirá? No lo sabemos. Creemos que habrá una continua
actividad; por fin, todo hijo de Dios cumplirá su destino y llegará
a satisfacer los deseos de su corazón, porque, llegaremos a ver
el rostro de Dios. Éste fue el deseo supremo expresado por
Moisés, en el Antiguo Testamento, y por Felipe, en el Nuevo
Testamento. A través de toda su historia el ser humano ha
tenido unas ansias insatisfechas de trascendencia, de eternidad,
de llenar ese "agujero negro" de su alma, que sólo la dimensión
de la presencia de Jesucristo puede suplir. ¡Por fin seremos
"completos en Él"! Cada hijo de Dios llevará el nombre de Cristo.
Seremos como Él, aunque con las propias características de la
original individualidad con la que fuimos creados.
A continuación Juan, el apóstol, comenta que no habrá
necesidad de ninguna clase de alumbrado, ni siquiera del sol, o
de la luna, porque ya no habrá noche. Dios mismo es la fuente
que iluminará a todo el universo, porque Dios es la luz.
En la Eternidad, la Iglesia reinará junto con Cristo. Cómo, o en
qué consistirá, no lo sabemos, pero podría ser que Dios le dé a
cada santo un mundo, o un sistema solar, o un sistema
galáctico, para gobernar. Recordemos que a Adán se le dio
dominio sobre toda la creación de la Tierra. Veamos ahora lo que
nos dicen los versículos 6 y 7 de este capítulo 22 de Apocalipsis:
6
Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el
Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para
mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto. 7¡He
aquí, vengo pronto! Bienaventurado el que guarda las palabras
de la profecía de este libro.
Lo importante a resaltar aquí son estas palabras: ¡He aquí,
vengo pronto! Esto significa "rápidamente", y se repite en el
versículo 12 y en el versículo 20, tres veces, en este capítulo
final. ¡He aquí, vengo pronto! No dentro de poco, ni
inmediatamente, ni siquiera, enseguida. Lo que el Señor
Jesucristo está diciendo es que todos estos hechos narrados en
Apocalipsis, comenzando desde el capítulo 4 en adelante,
tendrán lugar durante un período de unos 7 años. Vimos que la
mayoría de los sucesos estarán limitados a los últimos tres años
y medio.
Las palabras de ánimo del Señor Jesucristo: "¡He aquí, vengo
pronto!, están destinadas a las personas que vivan durante ese
terrible tiempo de la Tribulación y juicio. Y el Señor Jesucristo
certifica y pone su propio sello sobre este libro, y afirma: "estas
palabras son fieles y verdaderas. Creemos que esto significa que
nadie debe espiritualizar incorrectamente, o reducir el contenido
de este libro a una serie de símbolos carentes de significado.
Recordemos que, al comienzo de este libro, hubo palabras de
bendición para aquellos que lo leyeran. Ahora, ya en la
conclusión, el Señor Jesús repite esa bendición para los que han
leído estas palabras. Continuamos con los versículos 8 al 11 de
este capítulo 22 de Apocalipsis, nos dicen:
8
Yo Juan soy el que oyó y vio estas cosas. Y después que las
hube oído y visto, me postré para adorar a los pies del ángel
que me mostraba estas cosas. 9 Pero él me dijo: Mira, no lo
hagas; porque yo soy consiervo tuyo, de tus hermanos los
profetas, y de los que guardan las palabras de este libro. Adora
a Dios. 10 Y me dijo: No selles las palabras de la profecía de este
libro, porque el tiempo está cerca. 11 El que es injusto, sea
injusto todavía; y el que es inmundo, sea inmundo todavía; y el
que es justo, practique la justicia todavía; y el que es santo,
santifíquese todavía.
Esta es la última declaración del apóstol Juan, reiterada con
frecuencia, de ser un oyente y un espectador de las escenas
descritas en este libro, por orden y mandato de Jesucristo. Juan
estaba tan impactado que su reacción natural fue la de
postrarse y adorar al ángel que lo acompañaba. La inmediata
reacción del ángel impresiona por su sencillez y humildad.
Aunque los ángeles fueron creados en un plano superior al del
ser humano, este ángel se identifica a sí mismo como un
consiervo de Juan, de los otros profetas, y de aquellos que
guardan las palabras de este libro; él era sólo un mensajero para
comunicar la Palabra de Dios a Juan. El ángel desvía
inmediatamente toda la atención hacía Quién es el único que
merece ser adorado: hacia Dios. Jesucristo es el tema central del
libro de Apocalipsis. No nos confundamos, ni perdamos de vista
esta realidad, estimado amigo, amiga oyente.
El ángel le dijo a Juan que no debía sellar este escrito; y
recordamos, sin embargo, que al profeta Daniel, en cambio, se
le advirtió que "sellara el libro" de las profecías que le fueron
reveladas. ¿Por qué esa diferencia? Creemos que el propósito
era la distancia en el tiempo, para el cumplimiento de esos
acontecimientos profetizados por Daniel. Ahora, Juan relata que
se le ordena a no sellar estas profecías. Recordemos que en el
tiempo del apóstol Juan, el proceso del cumplimiento de las
profecías ya había comenzado. Han transcurrido casi veinte
siglos, y la Iglesia de Jesucristo ha pasado por algunos de los
períodos caracterizados por las 7 iglesias mencionadas en los
primeros cuatro capítulos de Apocalipsis. Nosotros, los creyentes
y seguidores de Jesucristo, la Iglesia de Jesucristo en la Tierra,
nos encontramos todavía en alguno de los períodos descritos en
los capítulos 2 y 3. ¿Cuál será? Sólo Dios tiene esa respuesta.
A continuación el apóstol Juan escribe: "El que es inmundo, sea
inmundo todavía." Amigo, amiga oyente, parece ser que, el no
arrepentirse, el no volver a Dios, endurece la condición rebelde
del que peca, conduciendo al pecador a la obcecada ceguera,
que al final le llevarán a la condenación eterna. El pensamiento,
de que muchas personas se están dirigiendo alegremente, con
total indiferencia hacia ese destino fatal, es realmente terrible.
Leamos ahora los versículos 12 al 16 de este capítulo 22 de
Apocalipsis:
12
He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para
recompensar a cada uno según sea su obra. 13 Yo soy el Alfa y la
Omega, el principio y el fin, el primero y el
14
último. Bienaventurados los que lavan sus ropas, para tener
derecho al árbol de la vida, y para entrar por las puertas en la
ciudad. 15 Mas los perros estarán fuera, y los hechiceros, los
fornicarios, los homicidas, los idólatras, y todo aquel que ama y
hace mentira. 16 Yo Jesús he enviado mi ángel para daros
testimonio de estas cosas en las iglesias. Yo soy la raíz y el linaje
de David, la estrella resplandeciente de la mañana.
El ángel presenta una palabra muy personal de parte del Señor
Jesucristo, o bien, es el Señor quien interrumpe y comunica
personalmente a Juan su promesa de un regreso. Ningún
creyente puede dudar o negar que esta es una promesa
importante y personal del Señor Jesucristo. Él, personalmente,
recompensará a cada creyente individualmente, a aquellos
miembros de la Iglesia que serán arrebatados, quitados del
mundo; también a los de Israel y a los Gentiles, cuando Él
regrese para establecer Su Reino en el Milenio sobre la Tierra.
No nos sorprende que el apóstol Pablo escribiera a los Filipenses,
en el capítulo 3 de su epístola, versículos 10 al 14: "A fin de
conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de
sus padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte,
si en alguna manera llegase a la resurrección de entre los
muertos. No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto;
sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui
también asido por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no
pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando
ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está
delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento
de Dios en Cristo Jesús."
Y a continuación, nuevamente, el Señor Jesucristo declara Su
deidad: "Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin, el
primero y el último." Así lo afirma al comienzo del libro de
Apocalipsis, y así también lo concluye. Sólo los creyentes,
pecadores arrepentidos, que han sido perdonados y lavados por
la sangre de Cristo, tendrán derecho a acercarse a la Eternidad,
confiados en tener libre acceso a la presencia de Dios, a la
Nueva Jerusalén, la ciudad santa, y al árbol de la vida. Esto es
excluyente, inaccesible, para todo aquel que ha muerto en sus
delitos y pecados, sin llegar a arrepentirse, sin buscar a Dios,
pero también, todo aquel que no ha mostrado fruto de su
arrepentimiento, aquel que sólo de labios, pero no de corazón,
dicen creer y tener fe en Jesucristo, Hijo de Dios, Salvador y
Señor nuestro.
El Señor Jesucristo afirma y ratifica que ha enviado a Su ángel
con este mensaje personal, al mencionar Yo Jesús. Él toma aquí
el nombre que recibió cuando asumió Su humanidad. Los
creyentes, los hijos de Dios pasaremos la Eternidad centrados en
Él, en Su persona. Él es llamado "la Raíz y el linaje de David"
esto une a Jesucristo con el Antiguo Testamento. La estrella
resplandeciente de la mañana, esto es Jesucristo para la Iglesia;
la estrella resplandeciente de la mañana que aparece en el
momento más oscuro de la noche, la que indica que el sol saldrá
dentro de breve, pronto. El Antiguo Testamento concluye con las
palabras del profeta Malaquías diciendo que el sol de justicia se
levantaría con sanidad en Sus alas. Ésa era la esperanza del
Antiguo Testamento. Pero para nosotros, los creyentes, la Iglesia
de los redimidos y salvos, Él es la estrella resplandeciente de la
mañana, que vendrá en el momento más tenebroso y oscuro.
Los siguientes versículos 17 al 19, presentan una la invitación y
hay una advertencia. Leamos:
17
Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y
el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la
vida gratuitamente. 18 Yo testifico a todo aquel que oye las
palabras de la profecía de este libro: Si alguno añadiere a estas
cosas, Dios traerá sobre él las plagas que están escritas en este
libro. 19 Y si alguno quitare de las palabras del libro de esta
profecía, Dios quitará su parte del libro de la vida, y de la santa
ciudad y de las cosas que están escritas en este libro.
Esta es una doble invitación: una invitación para que Jesucristo
venga, y una invitación a los pecadores a ir a Cristo, antes que
Él venga. El Espíritu Santo está activo en el mundo. El Espíritu
Santo está realizando Su poderosa obra en la Tierra,
convirtiendo y convenciendo a los pecadores. Él se une a la
oración de la Iglesia: "Señor Jesús, ven, ven". El Espíritu de Dios
obra a través de Su Palabra y a través de cada creyente que
ama, proclama, vive, y obedece la Palabra de Dios. La invitación
que Dios ya extendió desde el Antiguo Testamento, por el
profeta Isaías, en su capítulo 55:1 es tierna, dulce e insistente:
"A todos los sedientos: Venid a las aguas; y los que no tienen
dinero, venid, comprad y comed. Venid, comprad sin dinero y sin
precio, vino y leche." A lo que el Señor Jesucristo agrega: "Si
alguno tiene sed, venga a mí y beba." (Juan 7:37). La invitación
sigue en pie. Si usted, muy estimado amigo, amiga oyente, está
cansado de beber del pozo negro de este mundo, Jesucristo hoy
le extiende una cariñosa invitación personal a venir a Él. ¡Qué
invitación! ¡El rechazar o aceptarla tendrán consecuencias
eternas para usted! Y ahora llegamos a la última promesa y
oración de bendición. Leamos los últimos versículos 20 y 21:
20
El que da testimonio de estas cosas dice: Ciertamente vengo
en breve. Amén; sí, ven, Señor Jesús. 21 La gracia de nuestro
Señor Jesucristo sea con todos vosotros. Amén.
El Antiguo Testamento termina con una frase de amenaza y
maldición, pero el Nuevo Testamento concluye con una
bendición de gracia sobre los creyentes, los hijos de Dios.
Bendita Gracia que Jesucristo extiende libre y gratuitamente a
todos los seres humanos, sin tener en cuenta nuestra condición,
ni siquiera aquello que pudiéramos considerar como "méritos o
logros propios".
Al concluir con el libro de Apocalipsis este ciclo de cinco años de
estudio de la Palabra de Dios, la Biblia, muy estimado amigo,
amiga oyente, vamos a elevar a Dios, una oración:
"Amado Padre que estás en los Cielos: al volver nuestra mirada
a los cinco años transcurridos, te damos muchas gracias por
ayudarnos en nuestra travesía por las páginas de Tu Palabra. Te
agradecemos por la obra del Espíritu Santo al provocar el
convencimiento, y el arrepentimiento, en los corazones de
muchos de nuestros oyentes, que con esta decisión pasan "de
muerte a vida". Oh Dios, Te rogamos que muchos lleguen al
conocimiento de tu incondicional amor, de tu total perdón, de
esa nueva y plena vida que regalas a cada persona que se
acerca a Ti, con sinceridad. Señor, te pedimos que continúes
bendiciendo las semillas de fe que hemos intentado esparcir por
las ondas; y al comenzar con un nuevo ciclo de programas,
ayúdanos a todos a acercarnos más al Señor Jesucristo, para que
podamos verle tal como Él es: ¡el Rey de reyes y Señor de
señores! Todo lo pedimos en Su bendito nombre. Amén".
Estimado amigo, amiga oyente: en nuestro próximo programa,
daremos principio a un nuevo ciclo, comenzando desde el libro
de Génesis, en adelante. Le invitamos muy cordialmente a
unirse a nosotros en la contemplación de la Palabra de Dios. En
este mundo incierto y cambiante, sólo hay una roca sobre la
cual podemos afirmar nuestro presente y futuro, que es la
Palabra de Dios, la que nos revela a Dios. Recuerde las palabras
de Jesucristo, en el Evangelio según Juan, capítulo 3, versículo
16: "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a Su
Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree, no se pierda,
más tenga vida eterna."

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