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ISFD N°21 Dr.

Ricardo Rojas
Profesorado en Historia
Historia Americana
Prof.:Elena Salerno
Estudiante: Matías Topacio

La condición jurídica y la adquisicion de la libertad de los negros en Estados


Unidos

En 1607, los ingleses establecieron su primer asentamiento norteamericano permanente en


Virginia. En 1650 ya encontramos documentos que testimonian la esclavitud negra en el
lugar. En 1705 Virginia aprueba su primer Slave Code, que compendia las leyes de
apropiación y compraventa de los negros. La esclavitud no fue un fenómeno exclusivo de
las colonias inglesas sureñas, si bien en el norte, su abolición se produjo, mayoritariamente,
antes o poco después de la independencia del país. Ello obedece al escaso arraigo de una
economía basada en grandes propiedades agrarias, así como por la presencia de corrientes
religiosas puritanas que entendían que la esclavitud atentaba contra la doctrina cristiana.
En 1776, la Declaración de Independencia proclamó que todos los hombres tienen derecho
a “la vida, la libertad y la búsqueda de la igualdad”. Su autor, Thomas Jefferson no vio
incoherencia alguna entre escribir estas palabras y poseer esclavos.
La mejor solución era una emancipación escalonada seguida de la deportación a África. En
1822 la Sociedad Americana de Colonización adquirió Liberia del Imperio Británico, lugar al
que se propuso enviar a todos los esclavos liberados y afroamericanos en general. Este
proyecto alcanzó su cumbre con la proclamación de la independencia de aquel país en
1847. Sin embargo, por alguna razón, los estadounidenses afroamericanos no tuvieron
demasiado interés en volver a un continente que ni siquiera conocían.
Como Jefferson, todos los primeros presidentes de la nación salvo los Adams, padre e hijo,
fueron propietarios de esclavos. En 1793 Washington sancionó la Ley de Esclavos
Fugitivos. Esta contenía una importante demanda de los propietarios de esclavos sureños:
todo esclavo fugado debía ser castigado y devuelto a su dueño, sin importar si llegaba a un
Estado libre. La ley también preveía castigos para quien ayudara al esclavo en su huída.
En las postrimerías de su presidencia, Jefferson sancionó la Ley 1 de enero de 1808, que
dando cumplimiento a la sección 9ª del art. 1 de la Constitución, prohibió la importación de
nuevos esclavos desde África. Si bien no la “exportación interna” de esclavos a los
territorios que se iban poblando a medida que el país crecía hacia el oeste. Jefferson había
triplicado la extensión del país, al comprarle La Lousiana a Napoleón en 1803.
Empezó entonces una carrera entre norte y sur por colonizar esos nuevos territorios a fin de
convertirlos en nuevos Estados esclavistas o libres. En 1819, los Estados libres fueron por
vez primera, desde la fundación del país, mayoría respecto a los esclavistas. Esto implicaba
que tenían más votos en el senado. A fin de evitar una escalada de tensión, el Presidente
Monroe afianzó la política de equilibrios impulsando el Compromiso de Missouri en el
Congreso. Según sus términos, el Congreso permitió la incorporación del Estado de
Missouri a la Unión como esclavista, a la vez que la esclavitud se prohibía en la mayoría de
territorios incorporados por la adquisición de La Louisina, exactamente al norte del paralelo
36º 30’.
Los compromisos no consiguieron reducir las tensiones, al contrario, el frágil status quo se
tambaleaba por momentos cada vez que se formaba un nuevo Estado y debía decir si
aprobaba o no la esclavitud. Sin embargo, todo saltó por los aires con la sentencia Dred
Scoot vs Standford (1857) considerada por la práctica unanimidad de la doctrina como la
más aberrante aportación de la Corte Suprema a los anales del derecho estadounidense.
De un plumazo, por mayoría de siete magistrados contra dos, el Alto Tribunal rechazó que
un esclavo libre adquiriese la libertad por vivir en un Estado donde no existiera la esclavitud,
negó así mismo que un negro pudiese adquirir la ciudadanía norteamericana y declaró
inconstitucional la Ley federal de 1820 por la que se sustanció el Compromiso de Missouri.
En otras palabras, se abría la puerta a legalizar la esclavitud en todos los territorios
integrantes de La Louisina y en general del país, según el designio de los Estados.
La discriminación racial tiene su origen en dos momentos determinados de la historia
americana; el primero es el período de la esclavitud, en el que se forja la separación entre
las dos anteriormente denominadas razas, erigiéndose la blanca en rectora y definiéndose
como superior. El segundo momento es el de la época de la Reconstrucción, a partir de la
cual el blanco no se limita ya a despreciar al negro, sino que comienza a odiarle, por ver en
él un posible competidor, sobre todo en materia de empleo. La discriminación, tal y como
hoy se presenta, arranca de este último período. En 1854 el Congreso votó la ley Kansas-
Nebraska, que autorizaba a ambos Estados a decidir por sí mismos sobre la legalidad o
ilegalidad de la esclavitud en sus territorios; la lucha entre esclavistas y abolicionistas fue
tomando cada vez mayor importancia, hasta la rebelión del líder abolicionista John Brown,
que murió á manos de los partidarios de la esclavitud.
En esta situación fue elegido Presidente de los Estados Unidos Abraham Lincoln, en 1860.
El destino había de convertirle en el libertador de los negros; pero esto merece una
aclaración. Desde luego, es cierto que Lincoln odiaba la esclavitud, pero él esperaba
resolver el problema con una emancipación gradual y voluntaria por parte de los Estados,
con una compensación del Gobierno Federal a los propietarios de esclavos y mediante una
colonización voluntaria de los negros fuera de los Estados Unidos. Su objetivo al alcanzar la
Presidencia fue el de salvar a la Unión frente a la secesión con que amenazaban algunos
Estados. Para ello decidió la liberación de los esclavos, que no fue sino un medio para
conseguir un fin. El mismo dijo: “Si pudiese salvar la Unión sin libertar a ningún esclavo, lo
haría; y si pudiera hacerlo' liberando a algunos y dejando a otros, también lo haría”. Sin
embargo, las circunstancias exigieron que promulgase la Proclama de Emancipación,
complementada después con las Enmiendas XIV y XV a la Constitución.
El negro era visto como un esclavo y existía una tendencia general a mantenerlo asi o a que
se convirtiera en un esclavo cuando era libre. En los Estados Unidos, todos los estados
esclavistas ponían restricciones a la manumisión de esclavos negros. En Mississippi,
Alabama y Maryland, la manumisión por testamento era nula. En Carolina del Sur, Georgia,
Alabama y Mississippi sólo era válida si mediaba el consentimiento de la legislatura estatal.
En Georgia se imponia una multa al amo que intentara manumitir a un esclavo sin el
consentimiento previo de la legislatura, a quienes liberaran mediante testamento o si se le
permitía trabajar por fuera de las órdenes del amo. En Carolina del Norte se requería un
seguro de mil dólares antes de la manumisión, como garantía de la buena conducta del
esclavo liberado, y el liberto debía abandonar el Estado y no debía volver.
En Mississippi se exigia un escrito que justificara un acto meritorio.
El esclavo no contaba con un protector alguno a quien apelar, el amo tenía sumo poder
sobre él, tampoco se le permitía adquirir propiedades ni transmitirla ni donarla. Toda
posesión de un esclavo pertenece a su amo y no puede disponer de nada ni recibir nada
por donación, por venta o herencia u otro recurso. En Carolina del Sur, se le negó la
posibilidad de la cría de ganado y el cultivo para uso propio ni adquirir más dinero Además
su salario para la compra de la libertad de sus hijos. La descendencia de las mujeres
esclavas era considerada parte del servicio. Un acto de manumisión no era más que una
supresión de los derechos del amo, no le confería la ciudadanía al negro. Se tendía a
colocarlos en la misma condición que a los esclavos en su contacto con los blancos.
Se le era negado el juicio por jurado, no podían predicar el evangelio ni comerciar por fuera
de la ciudad donde residían, las restricciones colocaban a los libertos apenas por encima de
la condición de esclavos.
La ley, la iglesia y la política impedían la identificación del negro liberado con la comunidad,
se lo mantenía como un segregado, inferior, a pesar de la manumisión no se lo consideraba
moralmente libre.
El negro comenzó a participar en la vida política, manejado generalmente por los intereses
industriales del Norte y apoyado por los demócratas conservadores del Sur. Sin embargo,
cuando acabó el período de la Reconstrucción y los ejércitos del Norte se retiraron, el Sur
tuvo que enfrentarse con un problema: el de la falta de objetivos comunes para el futuro de
negros y blancos. Los blancos pedían al negro que se elevara, pero le negaban los medios
para poder hacerlo. Además, fue configurándose el odio de los “blancos pobres” del Sur
hacia el capitalismo industrial del Norte, culpándole de la miseria de su región.
Debido a los movimientos migratorios hacia el Norte, el negro pudo comenzar a recibir la
misma o similar instrucción que el blanco. En las escuelas, el negro adquirió no solamente
el saber y los medios de desarrollar sus posibilidades, sino también una nueva concepción
de sí mismo, en tanto que individuo con los mismos derechos y privilegios que los demás
americanos. Simultaneamente, América tomó conciencia de la aparición de este nuevo
negro, muy distinto del esclavo del Sur.
Una de las causas que motivaron la discriminación en las escuelas fue sin lugar a dudas de
tipo económico. La gran pobreza del Sur en relación con el Norte contribuía a que los
Estados del Sur pudiesen gastar menos en enseñanza pública. Y como la gran mayoría de
los negros estaba precisamente en el Sur, las Legislaturas de estos Estados decidieron
gastar más en la educación de los blancos que en la de los negros; de esta forma, las
diferencias entre ambos grupos raciales se acentuaron cada vez más, pues al estar menos
educados (aunque ciertamente no por su culpa), la convivencia con ellos tenía que dar cada
vez más sensación de “superioridad” al blanco.
En 1880 comenzaron ya aprobarse varias leyes Jim Crow (discriminatorias), muchas de las
cuales se referían precisamente a la segregación racial en la vivienda. En 1917, el Tribunal
Supremo declaró inconstitucional la ordenanza de segregación que prohibía a los negros
habitar en barrios o distritos de blancos, y a éstos, en distritos de negros. Esta sentencia
sostenía que tal prohibición constituía una violación directa de la enmienda XIV.
Con ello se puso fin, legalmente, a una serie de ordenanzas segregacionistas aprobadas
por diversas ciudades durante la primera guerra mundial.
Los sistemas de segregación en cuanto a vivienda son cuatro:
1), concentración muy marcada de todos los negros en un área relativamente pequeña de la
ciudad, como ocurre en la mayoría de las ciudades del Norte (New York, Chicago, Detroit);
2), concentración en diversas zonas, amplias de la ciudad, además de estar también
ligeramente diseminados por las restantes. Esto se da en algunas ciudades del Sur
(Richmond, Memphis, Atlanta);
3), en algunas ciudades antiguas del Sur (Charleston), la gran, masa de población negra
está diseminada por toda la ciudad;
4), por último, en algunas ciudades del Norte, donde hay pocos negros, se encuentran. En
una pequeña zona de la ciudad y, en cierto modo, diseminados por este área (Minneapolis,
Gary, Akron, Des Moines).
El derecho de los negros a participar en la vida política de la sociedad norteamericana ha
sido uno de los primeros en ser reconocido, pero también uno de los que más impedimentos
legales ha encontrado para su auténtico ejercicio. Los Estados del Sur que ya se habían
reincorporado a la Unión con todos sus derechos empezaron a aprobar en respuesta a las
tres enmiendas constitucionales un importante número de leyes que garantizaba la
segregación racial en los espacios públicos, junto con los denominados Black Codes, o
leyes civiles especiales para negros. En cierto modo así se producía el “cambiarlo todo para
no cambiar nada”, especialmente en las zonas rurales del sur donde muchos negros no
notaron grandes diferencias entre libertad y esclavitud. En la clandestinidad surgió el Ku
Klux Klan, inicialmente concebido como un grupo de resistencia a la ocupación yanqui, que
no tardaría en convertirse en una grupo criminal racista que perseguía y asesinaba a los
negros que cuestionaban la supremacía blanca.
La decimocuarta enmienda, de 1868, concedió a los negros la ciudadanía americana y la
del Estado en que residiesen, al mismo tiempo que les prometía igual protección ante las
leyes. Más tarde, en 1870, la decimoquinta enmienda completaba a la anterior y a la
decimotercera (por la que se abolió la esclavitud), y concedía a todos los ciudadanos el
derecho al voto, sin distinción de raza, color, o antigua condición de servidumbre. Sobre
estas tres enmiendas se basan las demandas de los negros por conseguir una igualdad
efectiva. Otra ley de 1870, aprobada por el Congreso, bajo el nombre de Ley de
Observaciones forzosas, daba al Gobierno federal amplios poderes para hacer cumplir las
enmiendas XIV y XV, pero el Tribunal Supremo lo anuló en 1876 so pretexto de que
concedía excesivos poderes al Gobierno
federal.
En este punto la Corte Suprema inició un deslucido camino que limitó las facultades de
Congreso para luchar contra la discriminación racial. La sentencia Slaughter House Cases
(1873) confirma la validez constitucional de la 14ª Enmienda, aunque limitando poderes de
la Federación en favor de las facultades de policía de los Estados, mucho menos
interesados en la igualdad racial.

El Congreso no se quedó de brazos y en 1875 aprobó la Ley de Derechos Civiles con un


contenido casi análogo a la que noventa años más tarde impulsaría el Presidente Kennedy.
Esta pretendía anular la legislación racista de los Estados meridionales. Desgraciadamente
topó dos peligrosos obstáculos: uno político y otro judicial.
Llegaron con las elecciones presidenciales de 1877 y con ellas el fin del compromiso
republicano con la causa racial. Quizás merezcan considerarse las elecciones más
polémicas de la historia del país. Por mayoría absoluta el Colegio Electoral otorgó la
presidencia al republicano Hayes, pese a que el demócrata Tilden obtuvo mayoría absoluta
del voto popular. La victoria de Hayes sólo fue posible gracias a los votos electorales de
Carolina del Sur, Florida y Louisiana, únicos Estados del Sur con gobernador republicano.
Muchos historiadores consideran que la contrapartida de garantizar estos votos fue la
renuncia del Partido Republicano a seguir ahondando en la igualdad racial y se refieren a
este episodio como “El Compromiso de 1877“.
Por su parte la Corte Suprema siguió minando el espíritu de la carta magna. La sentencia
Civil Right Cases (1883), en consonancia con la doctrina de Slaughter House Cases (1873),
desestimó las múltiples apelaciones que ciudadanos negros interponían contra la legislación
racial de sus Estados al amparo de la Ley de Derechos Civiles. El Alto Tribunal falló que la
XVª Enmienda no autorizaba al congreso a prohibir la discriminación entre particulares,
ergo, no podía actuar contra bares, teatros, escuelas o iglesias “sólo para blancos”. De
hecho, certificó así la defunción de la Ley de 1875.
Para colmo, la sentencia Plessy vs Ferguson (1896) consagró el principio “separados pero
iguales“. Como declara el jurista norteamericano Cass R. Sunstein con un nefasto
“minimalismo burkeniano” la Corte Suprema le espetó a los ciudadanos negros que la
segregación no suponía en sí misma desigualdad racial, eso era una “percepción de los
negros” ya que aunque viviendo por separado ambas razas podían ser iguales. Únicamente
el voto particular del juez John Marshall Harlan abogó por una color-blind Constitution,
afirmando que la segregación en sí misma atentaba contra la igualdad material de las razas.
A causa de esta sentencia la segregación sería una realidad integrada en el ordenamiento
jurídico de muchos Estados por más de setenta años.
Poco después la sentencia Williams v. Mississippi (1898) confirmó la admisibilidad de de
una ley electoral que condicionaba la posibilidad de inscribirse en el censo a superar una
prueba de alfabetización y el pago de una serie de tributos directos. Ambos factores
combinados aseguraban que el voto negro se convirtiera en residual. Un fallo posterior, la
sentencia Giles v. Harris (1903) confirmó una ley similar en Alabama.
En un principio, los votos negros sirvieron para someter el Sur al Norte, pero cuando éste se
encontró allí afianzado, abandonó a los negros a sus antiguos amos. No es extraño por eso
que en los años que siguieron a la Guerra civil, los negros llegasen a contar con 14
diputados y un Gobernador impuestos, desde luego, por los carpetbaggers nordistas). A
partir de entonces, los segregacionistas comenzaron a utilizar diversos ardides con los que
impedir el sufragio de los negros. Uno de los primeros subterfugios fue el de la llamada
cláusula del abuelo, iniciada por South Carolina en 1895 y continuada por Louisiana, North
Carolina y Oklahoma (entre 1898 y 1910). Esta cláusula establecía que sólo podrían votar
aquellas personas cuyos abuelos ya votaran antes de la Guerra de Secesión; fue declarada
inconstitucional en 1915.
Entre los derechos políticos hay que contar el de la igualdad ante la ley, para el cual es
esencial la participación de los negros en la composición de los jurados. Ya en 1880 el
Tribunal Supremo invalidó la ley de West Wirginia que excluía a los negros de los jurados
(basándose en que iba contra la enmienda XV).
La integración en el Ejército es total y se hizo más rápidamente de lo planeado. Los negros
han luchado bajo las banderas de los Estados Unidos desde los tiempos de la
Independencia, contribuyendo a ésta con 4.000 hombres.
En la Guerra de Secesión su número fue de 250.000; en la primera guerra mundial,
500.000, y en la segunda, de 1.150.000. Durante el curso de esta última, en 1945, se
proyectó un plan de integración, que se inició durante la campaña de Alemania. Más tarde,
en 1948, el Presidente Truman, por Orden Ejecutiva No. 9981, declaró la igualdad de trato y
oportunidades en los servicios armados, poniendo fin a la segregación en el Ejército.
En el siglo XX comienza un cambio. La sentencia Guinn vs United States (1915) anuló la
denominada “cláusula del abuelo” que varios Estados, entre otros Oklahoma, habían
incorporado a sus constituciones. Esta cláusula eximía de pasar la prueba de alfabetización
para inscribirse en el censo electoral a quien tuviese un antepasado directo registrado como
votante antes del 1 de enero de 1866. Por si quedaba la duda, apenas unos meses después
de la XIIIª Enmienda, casi ningún negro se encontraba en el censo.
En la década de los cuarenta empezaron a articularse todo tipo de movimientos sociales
que clamaban por hacer de la igualdad racial una realidad, para que la Constitución de los
Estados Unidos dejara de sufrir aplicaciones. Si bien muchos de estos movimientos fueron
criminalizados mediante la generalización de algunas escisiones violentas, lo cierto es en su
más que amplia mayoría, incluso los grupos más radicales como el Black Panter Party,
siempre desarrollaron su lucha por cauces pacíficos.
En los cincuenta, poco a poco, se consolidó un discurso antirracista en ambos partidos del
Congreso. Con la sentencia Brown v. Board of Education of Topeka (1954) declaró ilegal la
segregación escolar, poniendo fin así a la nefasta doctrina de “separados pero iguales”.

Biografía

Historia legal del racismo en EE.UU. Disponible en:


https://hayderecho.expansion.com/2020/06/21/historia-legal-del-racismo-en-ee-uu/

Salustiano del Campo,U; Diez Nicolas, Juan. El negro americano. España. Revista de
estudios políticos. Nº 120.1961

Tannenbaum.F. El negro en la américas. Esclavo y ciudadano. Buenos Aires.


Paidos.1968

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