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Por otro lado, las diferencias en libertades políticas son muy notorias en cuanto
al nivel de participación. En el primer país, Cuba, los afrodescendientes podían
participar en la toma de decisiones a nivel local en los cabildos municipales.
Además, la ley permitía de que, si la población de pardos y morenos libres era
mayoritaria, ellos podían constituir su propio gobierno local. Este es el caso de
La villa Santiago del Prado. Sin embargo, después de 14 años, los blancos
intervinieron para arreglar ese “error” en la ley. Después de a gran contienda
por la independencia, para pacificar a la colonia, los libertos podían tener
participación política local. Es importante resaltar que las leyes electorales ya
no tomaban en cuenta un criterio racial. En el segundo país, Brasil, todos los
ciudadanos tenían acceso al voto. Llama la atención de que no había
restricciones respecto a leer y escribir como en los otros dos países. Los
afrodescendientes podían obtener cargos altos; sin embargo, eran pocos los
que lo lograban. Esto era una prueba de la diferencia de la teoría y la realidad
del discurso igualitario. En el tercer país, EEUU, los estados podían elegir a
quienes dar este derecho de voto guiándose del discurso de la igualdad. Sin
embargo, cada vez las restricciones debido a la raza siguieron en aumento,
hasta que el sufragio de los afrodescendientes de volvió una excepción. Así,
las leyes electorales eran una herramienta eficaz para restringir la ciudadanía
política a la población afrodescendiente en los Estados Unidos.
Por otra parte, en la línea de los derechos económicos de los “libres de color”,
Kemmer señala que el fenómeno de la propiedad privada - incluida la humana -
está presente en las tres sociedades esclavistas americanas. Sin embargo,
difieren en ciertos aspectos. El autor señala que el derecho a la propiedad
privada en cuanto al poseer un esclavo fue el derecho más estable dentro de
las tres sociedades y que nunca fue puesto en duda legalmente por una razón:
de cierta forma se convirtió en una medida eficiente para contener la
conflictividad de la población afrodescendiente libre. Para este sector de la
población, en las tres sociedades, la esclavitud o la explotación de la mano de
obra se convertía en una necesidad económica - o en su principal fuente - de la
cual dependían sus ingresos y significaba el primer paso del avance
económico. Por otra lado, este derecho de propiedad le hacía un favor a todos
aquellos señores de poder dentro del sistema, ya que permitió cierto control en
la formación de alianzas antihegemónicas, pues quien quería proteger su
propiedad no conspiraba contra el poder colonial ni abogaba por el
abolicionismo. De esta forma, poseer esclavos era percibido por las
autoridades y legisladores como la prueba definitiva de la existencia de
respaldo hacia el sistema colonial por parte la población afrodescendiente libre.