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¿Por qué se puede afirmar que el sistema político de EEUU

discriminaba más a la población afrodescendiente que en


Brasil o Cuba?
Entre el siglo XVIII y XIX, Cuba, Brasil y EEUU alojaron gran cantidad de
población de color (entre esclavos y libres). Sin embargo, dichos países
presentaban un sistema político, económico-social que, en su mayoría,
favorecía a blancos, excluía a esclavos y condicionaba a los libres de color. De
entre todos estos contextos, la realidad norteamericana era la peor con
respecto a los afrodescendientes, debido a la ambigüedad de su Constitución
de 1787, los requisitos y la plenitud de los derechos que suponían la
ciudadanía no garantizaban la igualdad de condiciones. En los siguientes
párrafos se presentarán las diferencias y similitudes entre Cuba, EEUU y Brasil
con respecto a la aplicación de derechos sobre los africanos y
afrodescendientes libres; lo que permitirá explicar con precisión el porqué es
posible afirmar que el sistema político estadounidense discriminó a la población
de color en mayor medida que las políticas cubanas y brasileñas.

En cuanto a las libertades políticas, la principal similitud de EE.UU., Brasil y


Cuba tiene que ver con el cumplimiento real de las medidas teóricas. Tanto en
Cuba como Brasil, los afrodescendientes podían elegir y ser elegidos en
diferentes cargos que en su mayoría eran menores (cabildos). Sin embargo, en
muchos casos, las limitaciones en cuanto temas patrimoniales reducían la
representación de los afrodescendientes a una pequeña cantidad. En EE.UU.
las limitaciones eran más evidentes, pues la igualdad política no estaba
garantizada en los estamentos de la nación. En varias ocasiones estos servían
a los intereses de los grupos de poder y estos excluían del voto a las
afrodescendientes. Es decir, los tres sistemas no aplicaban a la realidad la
representación política que los afrodescendientes podían tener, por lo que la
mayor parte de su población estaba excluida de sus facultades políticas en el
aspecto práctico.

Otra similitud, viene dada como consecuencia de la notoria discrepancia de la


realidad con los dictámenes legales generaba conflictos por la representación
afrodescendiente que se resolvían a favor del bien nacional. Si bien es cierto,
en Cuba, los derechos políticos de los afrodescendientes estaban reducidos,
aún existían zonas en las cuales la falta de presencia blanca ameritaba el
autogobierno afrodescendiente. Dicha administración estaba mal vista por el
gobierno español, en vista que podría generar un levantamiento
afrodescendiente. Por esta razón es que se buscaban maneras para
deslegitimar este gobierno o reducir sus potestades. En Brasil, la
representación afrodescendiente fue mermada con la incorporación de criterios
de alfabetización que redujeron el número de representantes. La relativa
protesta hecha en el periódico O Homen ante la nueva representación ameritó
el despido de los protestantes en pro de salvar la unidad de la Monarquía. En
EE.UU. existían continuos debates sobre el rol político de los
afrodescendientes cada vez que un Estado deseaba su incorporación. Las
diferencias entre los estados esclavistas y los que no lo eran, también, causan
tensión en la legislación nacional. En pocas palabras, se puede hablar que el
rol político de los afrodescendientes aún no estaba del todo determinado, pues
aún dependían de la administración nacional y lo que decidiese para el bien
común.

Por otro lado, las diferencias en libertades políticas son muy notorias en cuanto
al nivel de participación. En el primer país, Cuba, los afrodescendientes podían
participar en la toma de decisiones a nivel local en los cabildos municipales.
Además, la ley permitía de que, si la población de pardos y morenos libres era
mayoritaria, ellos podían constituir su propio gobierno local. Este es el caso de
La villa Santiago del Prado. Sin embargo, después de 14 años, los blancos
intervinieron para arreglar ese “error” en la ley. Después de a gran contienda
por la independencia, para pacificar a la colonia, los libertos podían tener
participación política local. Es importante resaltar que las leyes electorales ya
no tomaban en cuenta un criterio racial. En el segundo país, Brasil, todos los
ciudadanos tenían acceso al voto. Llama la atención de que no había
restricciones respecto a leer y escribir como en los otros dos países. Los
afrodescendientes podían obtener cargos altos; sin embargo, eran pocos los
que lo lograban. Esto era una prueba de la diferencia de la teoría y la realidad
del discurso igualitario. En el tercer país, EEUU, los estados podían elegir a
quienes dar este derecho de voto guiándose del discurso de la igualdad. Sin
embargo, cada vez las restricciones debido a la raza siguieron en aumento,
hasta que el sufragio de los afrodescendientes de volvió una excepción. Así,
las leyes electorales eran una herramienta eficaz para restringir la ciudadanía
política a la población afrodescendiente en los Estados Unidos.

Por otra parte, en la línea de los derechos económicos de los “libres de color”,
Kemmer señala que el fenómeno de la propiedad privada - incluida la humana -
está presente en las tres sociedades esclavistas americanas. Sin embargo,
difieren en ciertos aspectos. El autor señala que el derecho a la propiedad
privada en cuanto al poseer un esclavo fue el derecho más estable dentro de
las tres sociedades y que nunca fue puesto en duda legalmente por una razón:
de cierta forma se convirtió en una medida eficiente para contener la
conflictividad de la población afrodescendiente libre. Para este sector de la
población, en las tres sociedades, la esclavitud o la explotación de la mano de
obra se convertía en una necesidad económica - o en su principal fuente - de la
cual dependían sus ingresos y significaba el primer paso del avance
económico. Por otra lado, este derecho de propiedad le hacía un favor a todos
aquellos señores de poder dentro del sistema, ya que permitió cierto control en
la formación de alianzas antihegemónicas, pues quien quería proteger su
propiedad no conspiraba contra el poder colonial ni abogaba por el
abolicionismo. De esta forma, poseer esclavos era percibido por las
autoridades y legisladores como la prueba definitiva de la existencia de
respaldo hacia el sistema colonial por parte la población afrodescendiente libre.

Las tres sociedades ofrecen la posibilidad de poder comprar y poseer esclavos


a las personas morenas y pardos libres, en vista que esta situación no era
negada para esa población de color y el ser amo implicaba cierto poderío, a
mitad de siglo XIX. Sin embargo, es en tal punto en el cual se observa la
principal diferencia, a nivel económico, entre Estados Unidos y Cuba/Brasil. En
los dos últimos países la posesión de esclavos era un fenómeno global, es
decir, era un derecho, que implicaba a cualquier persona de color libre.
Mientras que, en Estados Unidos, específicamente en el sur, la población
afrodescendiente, que adquirió la compra de esclavos era en su mayoría:
aculturados, mestizos, algunos ilegítimos de un padre blanco. Se interpreta que
el Gobierno americano prohibió la manutención de esclavos para impedir el
crecimiento de la población de color libre, de cierta manera, ya que los libres de
color no podían comprar la libertad de sus parientes: familiares o amigos. Así,
Kemmer concluye que la situación económica de los afrodescendientes en el
sur de EE. UU empeoraba y vivían en dependencia y pobreza ya que la compra
de esclavos era el primer sustento de ingreso para la población de color, el cual
fue impedido a cierto sector.

En el caso de los derechos civiles, podemos encontrar similitudes entre Brasil y


Cuba. Por el lado del país insular, si bien las personas de ‘color’ no eran
reconocidos ciudadanos como tal, recibían libertades dentro del margen como
colonia española; se les estaba permitido declarar en contra de una persona
blanca al igual que en Brasil donde las declaraciones no tenían ninguna
diferencia de valor. Si bien el imperio brasileño no era el lugar soñado de los
pardos y morenos, ellos tenían la posibilidad de opinar libremente, recibir
educación, ser tratados con igualdad ante la ley, etc., ya que los derechos
civiles de los ciudadanos brasileños estaban protegidos por la Constitución de
1824; por ende, las limitaciones impuestas a las personas de ‘color’ fueron
anuladas. Obviamente que lo tipificado en las leyes no siempre coincide con la
práctica de las mismas; sin embargo, las realidades de Cuba y Brasil no eran
tan malas comparadas con Estados Unidos donde las pocas similitudes que
fueron encontradas en la primera mitad del siglo XIX en las cuales se les
permitía declarar contra un blanco y tener libertad de movimiento, fueron
derogadas y solo permanecieron en una pequeña zona norte del país
ocasionando fuertes deseos de abolición.
  
En relación a los afrodescendientes, EE. UU, al ser un poder federal dirigido en
su mayoría por blancos, no regían las mismas leyes para cada estado. Es
decir, cada estado tenía su propia autonomía. Por ello, la constitución de 1787
era interpretada a merced de los estados anti-abolicionistas (mayormente del
sur), caso contrario ocurría en los estados norteños que sancionaban la
esclavitud. Como, por ejemplo, el surgimiento de las leyes Jim Crow (XIII, XIV y
XV enmiendas). Mientras que, en Brasil y Cuba, al seguir siendo colonias
ibéricas, el tema de la esclavitud era visto con mucha cautela por temor a una
sublevación por parte de sus pobladores que en su mayoría eran personas de
etnia negra. Esto explica por qué eran más “condescendientes” con la
población negra en sus territorios. Por ejemplo, en Cuba los afrodescendientes
tenían permitido la libertad de expresión o el derecho a denunciar, así como en
Brasil el artículo 179 de la constitución de 1824 que incluía aspectos como el
derecho a la propiedad o el acceso a educación que recién fue habilitado en
EE. UU a partir de la segunda mitad del siglo XX con la llegada de los derechos
civiles. 
En base a lo evidenciado, se puede concluir que Estados Unidos era un país
que discrimina mucho más a la población afrodescendiente, que Brasil y Cuba.
La discriminación se puede ver mediante lo mancillados que están los derechos
civiles en EEUU, ya que, mientras en Cuba y Brasil, la población
afrodescendiente puede acceder en cierto punto al derecho a ejercer sus
derechos civiles como ejercer libre profesión y desplazarse en el territorio, en
EEUU aún se mancillaron varios derechos como el de libre tránsito e integridad
física.  Además, los derechos políticos eran más ejercidos en ambos países
latinoamericanos, mientras que, en EEUU, no existía representación política de
la comunidad afrodescendiente ni podían ejercer su voto, incluso su testimonio
era inválido si testificaban contra un crimen realizado por un blanco.
Finalmente, a pesar de que en razón a lo económico los tres países permitían
que cualquier ciudadano pueda tener propiedad de esclavos, en EEUU la
situación económica de la población afrodescendiente era más deplorable,
pues sus trabajos se limitaban a la servidumbre, los salarios eran
remarcablemente menores, y hasta que tuvieron estatus de ciudadanos (cosa
existente en Brasil y Cuba) no podían acceder a beneficios económicos del
gobierno de EEUU, por lo que su calidad de vida era inferior.

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