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Año del Bicentenario de la Declaración de la Independencia Nacional

Poder Judicial de la Nación


JUZGADO CIVIL 1

“KOZAK Patricio Eduardo c/CIRCULO POLICIA FEDERAL y


otro s/daños y perjuicios” (Expte. 26.181/2015)
SENTENCIA DEFINITIVA

Buenos Aires, de diciembre de 2016.


VISTOS:
Los autos caratulados: “Kozak Patricio Eduardo
c/Círculo Policía Federal y otro s/daños y perjuicios” (Expte. Nº
26.181/2015), en trámite ante este Juzgado Nacional de Primera
Instancia en lo Civil Nº 1, de cuyas constancias resulta:
1) A fs. 31/43 se presentó Patricio Eduardo Kozak y
promovió demanda contra el Círculo Policía Federal, por los daños y
perjuicios sufridos cuando el día 30 de mayo de 2013, se encontraba
en las instalaciones de las canchas de tenis que la demandada posee en
el predio de Av. del Libertador de la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires, donde se encontraría con tres amigos para jugar un partido de
tenis. Para ello, solicitó la asignación de una de las canchas y, un rato
después, comenzó a jugar con dos de los amigos citados. Relató que
en determinado momento del juego, al correr una pelota que se dirigía
a su derecha, y dado que es zurdo, en el desplazamiento para contestar
con la izquierda, se patinó en el polvo y se le trabó el pie en la línea
lateral derecha (fleje) que no estaba debidamente fijada al piso porque
alguno de los remaches estaban salidos, lo que le ocasionó una
fractura de tobillo izquierdo transidesmal (a través de la sindesmosis).
Ante ello, debió ser intervenido quirúrgicamente implantándole una
placa de titanio fijada mediante seis clavos que deberá llevar de por
vida.
Sostuvo que la lesión padecida nada tiene que ver con
las patologías que podrían aparecer propias de la práctica del tenis,
sino que se debió al mal estado de la cancha, cuyo mantenimiento es
responsabilidad de la demandada. Siendo una práctica amateur —dijo

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— es el prestador de las instalaciones quien está obligado al cuidado
del lugar para que los que concurren, no sufran lesiones relacionadas
con el estado del predio. Sostuvo que en el caso, la lesión por él
sufrida se debió al estado de la cancha y no a una mala maniobra de su
parte.
Expuso que su especialidad es la de entrenador de
competidores de natación; en el año 1999 se recibió de guardavidas y
posteriormente en el 2001 obtuvo el título de Instructor Técnico
Deportivo en Natación y luego en 2003 el de Entrenador Técnico
Deportivo en Natación. Sostuvo que con ello trató de ganarse la vida,
pero todo se vio truncado con lo que le sucedió; al momento del
accidente trabajaba en la dirección del taller de natación en el Instituto
Jesús de los Olivos, pero en el mes de marzo del año 2014 fue
despedido, presuntamente por su minusvalía física.
Atribuyó la responsabilidad del accidente a la
demandada, solicitó la citación en garantía de Nación Seguros S.A. y
reclamó provisoriamente por los siguientes rubros y montos: 1)
incapacidad sobreviniente, $ 320.000; 2) movilidad, $ 7.000; 3)
medicamentos, $ 10.000; 4) pérdida de chance, $ 320.000; 5) daño
moral, $ 334.500; lo que hace un total de novecientos noventa y un
mil quinientos pesos ($ 991.500). Ofreció prueba y fundó su derecho
en los arts. 205, 519, 522, 1069, 1078 del Código Civil; Convención
Interamericana de Derechos Humanos (Pacto de San José de Costa
Rica), art. 5°.
2) A fs. 75/79 se presentó el letrado apoderado de
Círculo Policía Federal y contestó la demanda solicitando el rechazo,
con costas. Negó la autenticidad de la documental y todos los hechos
invocados en el inicio que no fueron de su expreso reconocimiento.
Sostuvo que el accionante nunca se lesionó con el fleje
lateral de PVC, ya que se encontraba bien fijado al piso y sin tener
remaches salidos. Afirmó que la lesión sufrida por el Sr. Kozak es

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producto del deporte practicado por él y negó que tuviera contacto con
el fleje para causarle la lesión que manifiesta. Afirmó que la
demarcación de la línea lateral derecha es correcta y nunca existió
deficiencia en la conservación del fleje, negando que el accionante se
hubiera enganchado con él. Concluyó diciendo que el actor se
trastabilló por su propia torpeza al hacer deporte. Impugnó la
liquidación practicada y ofreció prueba.
3) A fs. 112/125 se presentó el letrado apoderado de
Nación Seguros S.A. y contestó la demanda solicitando su rechazo,
con costas. Reconoció que a la fecha del evento, existía vigente un
contrato de seguro por responsabilidad civil por daños a terceros o a
cosas de terceros, por lo que —dijo— responderá en la medida del
seguro. Negó todos los hechos que no fueron de su expreso
reconocimiento así como la autenticidad de toda la documental
acompañada.
Relató que aproximadamente a las 19.55 horas del día
mencionado, el personal de la empresa demandada fue avisada de que
en la cancha N° 2 se encontraba una persona lesionada, quien
manifestaba un fuerte dolor en el tobillo izquierdo, luego de haber
efectuado un salto durante el juego. Ante ello, fue atendido por una
médica de guardia quien lo colocó en una silla de ruedas y solicitó una
ambulancia que lo trasladó a la Clínica Bazterrica. Sostuvo que al
momento de ocurrencia del hecho, el accionante manifestó que el
dolor se debía a un salto propio del juego, sin señalar algún defecto en
la cancha, por lo que el verdadero responsable del presunto accidente
fue él, quien con su propia torpeza provocó la lesión por la que
reclama. Impugnó la liquidación practicada por improcedente y
solicitó la aplicación del art. 72 del CPCC, por considerar que la
actora incurrió en pluspetición inexcusable y ofreció prueba.
4) A fs. 137/139 obra el acta que da cuenta de la
celebración de la audiencia prevista por el art. 360 del CPCC, tras la

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que se abrió la causa a prueba, proveyéndose la considerada
conducente y se fijó la audiencia de vista de causa, que se llevó a cabo
a fs. 222/223vta., con la concurrencia de las partes y del testigo, al
término de lo cual, los comparecientes hicieron uso de su derecho de
alegar, quedando todo registrado en audio y video.
A fs. 230, previo dictamen de la Sra. Fiscal, se llamó
autos para sentencia, providencia que se encuentra consentida y firme.
CONSIDERANDO:
I.- En razón de la fecha del hecho por el que se demanda y
de lo dispuesto en el artículo 7º del CCCN, aplicaré al juzgamiento
del caso las normas del Código Civil y de la Ley de Defensa del
Consumidor vigentes hasta el 1º de agosto de 2015.
II.- Como lo sostuvo hace tiempo la Corte Suprema de
Justicia de la Nación, al pronunciarse en el caso “Gunther” (Fallos
308:1118, del 5 de agosto de 1986) “…los arts. 1109 y 1113 del
Código Civil sólo consagran el principio general establecido en el art.
19 de la Constitución Nacional, que prohíbe a los hombres perjudicar
los derechos de un tercero. El principio alterum non laedere,
entrañablemente vinculado a la idea de reparación, tiene raíz
constitucional…”.
En nuestro sistema jurídico, la conformación de un
supuesto de responsabilidad civil requiere la reunión de cuatro
elementos: 1) antijuridicidad; 2) verificación de un factor de
atribución de responsabilidad suficiente; 3) daño y 4) relación
adecuada de causalidad.
El perfil con el que habitualmente se presentan estos
requisitos ha variado en los últimos años, pero no así la finalidad
general del derecho de daños, que es la de la reparación del daño
injusto. Cercanamente, se ha sostenido que, verificado un daño y
establecida la injusticia de su padecimiento, podemos considerar
reunidos los presupuestos generadores del deber de resarcir (Messina

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de Estrella Gutiérrez, Graciela N., “Los presupuestos de la


responsabilidad civil: situación actual”, en “Responsabilidad por
daños, homenaje a Jorge Bustamante Alsina”, p. 53. Abeledo Perrot.
Buenos Aires, 1990; el planteamiento originario de esta concepción lo
podemos encontrar en López Olaciregui, “Esencia y fundamento de la
responsabilidad civil”, RDCO, 1978-941).
La antijuridicidad opera de diferente modo en los
supuestos de responsabilidad fundada en factores objetivos de
atribución, como el riesgo, frente a los casos de responsabilidad
subjetiva. En estos últimos es posible hacer un reproche a la conducta,
de algún modo a priori, mediante una confrontación con el
ordenamiento normativo, aun cuando no provoque un daño en
concreto. En tal caso, la conducta antijurídica no generará
responsabilidad, aunque se la pueda calificar como obrar antijurídico
y culpable. Pero cuando se trata de responsabilidad fundada en
factores objetivos, no es posible hacer ese juicio de calificación a
priori. La antijuridicidad del resultado dañoso es siempre un posterius,
y lo es precisamente porque a priori no hay conducta reprochable.
Crear un riesgo implica un peligro en abstracto, no en concreto. Por
eso es que la actividad riesgosa es, en sí misma, lícita, en tanto no
fuere expresamente prohibida por las leyes (conf. Zannoni, Eduardo
A., “El daño en la responsabilidad civil”, 3ª ed., p. 10. Ed. Astrea.
Buenos Aires, 2005).
No hay responsabilidad civil sin daño causado (art. 1067
del Código Civil). Es claro que, cuando evaluamos supuestos de
lesiones, el daño considerado no se limita hoy a la proyección
exclusivamente patrimonial del hecho, sino que abarca los aspectos
vinculados con la frustración de parte o de la totalidad del programa
de vida del sujeto afectado, y aún —cualquiera sea el ropaje
semántico con el que los identifiquemos, para su inclusión en uno u

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otro rubro— los perjuicios que parte de la doctrina y de la
jurisprudencia identifica como “daño biológico”.
En cuanto a la vinculación lógica que debe presentar el
material fáctico considerado, cabe recordar que se considera que, en
materia de causalidad, nuestro Código Civil adoptó la teoría de la
causalidad adecuada, aun cuando su enunciación por Von Kries —
aprox. 1888— es posterior a la sanción de nuestra norma. En este
marco conceptual, no todas las condiciones necesarias de un resultado
son equivalentes; sino que debe ser considerada causa aquélla que
según el curso natural y ordinario de las cosas es idónea para producir
el resultado. Las demás condiciones, que no producen normal y
regularmente ese efecto, son solamente condiciones antecedentes o
factores concurrentes. La adecuación de la consecuencia a la causa se
juzga en relación a la previsibilidad en abstracto (conf. Bustamante
Alsina, Jorge, Teoría General de la Responsabilidad Civil, 6ª ed.
actualizada, p. 223 y sgts. Ed. Abeledo Perrot. Buenos Aires, 1989) y
es esa previsibilidad la que permitirá establecer si estamos ante
consecuencias inmediatas, mediatas o casuales.
Al respecto, cabe establecer que, de conformidad a lo
establecido por los arts. 901 y 903 del Código Civil, debe reputarse
que media causalidad jurídicamente relevante cuando entre el hecho
antecedente y el consecuente, el primero cuenta con virtualidad para
producir el segundo.
Esa relación de causalidad requerida, no es la meramente
material, que no necesariamente resulta jurídicamente suficiente para
concluir que el autor del hecho dañoso de que se trate deba afrontar la
reparación (conf. Llambías Jorge J. “Tratado de Derecho Civil –
Obligaciones”, Tº I, p. 356/357), que debe contar con una entidad
jurídica tal que permita reputar que los daños son consecuencia de los
hechos.

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III.- De acuerdo a lo establecido en el art. 42 de la


Constitución Nacional, los consumidores y usuarios de bienes y
servicios tienen derecho, en la relación de consumo, a la protección de
su salud, seguridad e intereses económicos.
La Ley 24240, en su art. 2º, establece que quedan
obligados al cumplimiento de sus previsiones todas las personas
físicas o jurídicas de naturaleza pública o privada que, en forma
profesional, aun ocasionalmente, produzcan, importen, distribuyan o
comercialicen cosas o presten servicios a consumidores o usuarios.
En el caso, si bien corresponde considerar que entre el
actor y la demandada Circulo de la Policía Federal existió un vínculo
que puede ser encuadrado dentro del concepto amplio de relación de
consumo, por el que el Sr. Kozak utilizaba las canchas de tenis del
establecimiento, y las partes no han discrepado en cuanto a que el
nombrado hubiera tenido que ser retirado del lugar por medio de una
ambulancia en razón de lesiones que padeció mientras jugaba al tenis,
no se ha acreditado que ello ocurriera por haberse trabado el pié del
actor en un fleje mal instalado.
La defensa del actor propuso la declaración de dos
testigos presenciales, uno de ellos domiciliado en la ciudad de
Pinamar. En la audiencia preliminar le hice saber que debía manifestar
si lo haría comparecer o si bien dispondríamos que declarara mediante
videoconferencia; a fs. 220, la parte dijo que había solicitado su
declaración por exhorto y que desistía de su testimonio, en lugar de
requerir su incorporación. Con ello, esa parte sólo produjo la
declaración del Sr. Jorge Darío Villafañe, quien al declarar en la
audiencia del día 21 de noviembre de este año dijo claramente que no
observó el estado del fleje (minuto once diez segundos de esa
audiencia, registrada en audio y video) y que la relación entre ese
elemento y lo ocurrido le fue manifestada por el actor, en
conversaciones posteriores. Cabe considerar que si la cuestión del

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estado del fleje hubiera sido evidente en el momento —y no a partir
de la elaboración posterior del accionante, transmitida al testigo—, el
Sr. Villafañe la habría notado.
No existe, pues, ningún elemento de prueba directa que
permita tener por acreditado que el hecho ocurrió por mal estado de la
cancha, pues ello no puede ser establecido sólo a partir de la
presunción enunciada por el perito médico en su informe de fs.
209/212 en cuanto a que por la mecánica narrada por el actor, el hecho
descripto en la demanda debió haber sido el causante de la lesión;
pues un mero recorrido por Internet permite verificar la existencia de
numerosas lesiones de este tipo, padecidas por tenistas de primer
nivel, sin intervención de fleje alguno. Sólo a título de ejemplo cito
los casos de Juan Martín Del Potro: https://youtu.be/29SjQR8X2ZY;
la tenista Azarenka en Wimbledon, 2013:
https://youtu.be/xhfe7jm2VAc o Pico Mónaco, en Montecarlo, 2012:
https://youtu.be/gOMyD3FOv1c.
En razón de lo expuesto, y dada la ausencia de prueba
idónea, corresponde rechazar la demanda planteada en autos.
IV.- Impongo las costas al actor, por no encontrar
elementos para apartarme en el caso de la regla de la derrota objetiva
(art. 68 del CPCCN).
En cuanto a la regulación de los honorarios
profesionales, la Corte Suprema de Justicia de la Nación ha decidido
que cuando se rechaza la demanda interpuesta por quien cuenta con
beneficio de litigar sin gastos, para regular los honorarios de los
abogados que debe afrontar el demandado vencedor, corresponde
prescindir del monto de la pretensión, debiendo acudirse sólo a las
pautas generales del arancel (ins, b a f del art. 6º de la ley 21.839) y,
de ser factible, a las constancias objetivas de la causa que permitan
mensurar la entidad de los daños objeto del resarcimiento [C.S.J.N.
“Martín, Jorge Alberto c. Shing Dong Sik”, Fallos 318:558, del

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20/04/1995]. En similar sentido, la Corte Interamericana de Derechos


Humanos, el 28 de noviembre de 2002, al pronunciarse en el caso
“Cantos v. Argentina”, dijo: “... 55. Este Tribunal estima que para
satisfacer el derecho de acceso a la justicia no basta que en el
respectivo proceso se produzca una decisión judicial definitiva.
También se requiere que quienes participan en el proceso puedan
hacerlo sin el temor de verse obligados a pagar sumas
desproporcionadas o excesivas a causa de haber recurrido a los
tribunales... 56. La Corte Suprema de Justicia ha aplicado también una
ley interna que toma como base el monto de la demanda para regular
los honorarios de los abogados intervinientes (los del señor Cantos,
los del Estado y los de la Provincia de Santiago del Estero), del
consultor técnico del Estado y de los peritos (supra 43 q.r.s). A la luz
de los mismos razonamientos de los párrafos anteriores, este Tribunal
considera que el cobro de honorarios profesionales regulados con base
en el monto de la litis, en los términos en que se ha hecho en este caso
particular, impone ... una carga desmedida y se transforma, en
definitiva, en un elemento obstructor de la efectiva administración de
justicia. El Tribunal se permite aclarar que los honorarios a los que se
refiere este párrafo son los regulados y no los transados entre la parte
y los abogados correspondientes....62... existen normas internas en la
Argentina que ordenan liquidar y pagar por concepto de tasa de
justicia y de honorarios de abogados y peritos sumas exorbitantes, que
van mucho más allá de los límites que corresponderían al cubrimiento
razonable de los costos y costas generados por la administración de
justicia y a la equitativa remuneración de un trabajo profesional
calificado. Por otra parte, también existen disposiciones que facultan a
los jueces para reducir el cálculo de la tasa y de los honorarios
aludidos a límites que los hagan razonables y equitativos...”.
Teniendo en cuenta ello y lo que surge de las constancias
de autos, establezco que la demanda pudo haber prosperado por la

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suma de capital de ciento ochenta y cinco mil pesos ($ 185.000),
alcanzada por la siguiente composición, elaborada según las pautas
establecidas en el artículo 165 del CPCCN: $ 100.000 por incapacidad
sobreviniente (conf. fs. 53/69; fs. 155 y 158); $ 3.000 por gastos de
medicamentos; $ 2.000, por gastos de movilidad y $ 80.000 por daño
moral; no se habría fijado resarcimiento por pérdida de chance por no
haberse acreditado tal perjuicio en factores no coincidentes por los
ponderados al evaluar la incapacidad sobreviniente.
Al capital enunciado, deben adicionarse los intereses
reclamados en la demanda (conf. CNCiv., Sala “F”, “Rosenfeld c.
Schmidt de Knoblauch s. daños y perjuicios”, del 13 de mayo de
1996, id. H. 41.013, del 6 de diciembre de 1988; id. sala A , “Tejidos
Argentinos S. A. c. Municipalidad de Buenos Aires”, del 10 de febrero
de 1993, entre otros), los que deberán calcularse desde la fecha del
hecho a la tasa activa cartera general (préstamos) nominal anual
vencida a treinta días del Banco de la Nación Argentina, y hasta el
efectivo pago. En consecuencia, la base que consideraré a los efectos
de la formulación de la regulación de los honorarios profesionales en
esta sentencia queda establecida en la suma de trescientos cincuenta
mil doscientos treinta y dos con setenta y cinco centavos ($
350.323,75).
La determinación de los emolumentos correspondientes
a cada profesional se efectuará teniendo en consideración la
extensión, mérito y eficacia de su labor, así como su contribución a la
resolución de la causa. En el caso de los abogados, ella tendrá en
cuenta lo establecido en los artículos 3, 6, 7, 8, 9, 10, 38 y
concordantes de la Ley 21.839, modificada por la 24.432 y en el del
mediador, lo pautado en el Decreto 2536/2015.
En mérito a lo expuesto, oída que fue la Sra. Fiscal,
FALLO: I.- Rechazando la demanda planteada por Patricio Eduardo
Kozak contra el Círculo Policía Federal, por la que fue citada en

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garantía Nación Seguros S.A.; II.- Imponiendo las costas al actor,


objetivamente vencido y regulando los honorarios de los profesionales
intervinientes en las siguientes sumas, que deberán ser pagadas dentro
del plazo de diez días, adicionando el porcentaje correspondiente al
IVA, en los casos de profesionales inscriptos en el tributo, bajo
apercibimiento de ejecución: a) cincuenta mil pesos ($ 50.000) por la
actuación del Dr. José Visciglio, en el carácter de patrocinante de la
parte actora, en las tres etapas; b) sesenta y ocho mil trescientos pesos
($ 68.300) por el desempeño del Dr. Roberto C. Ausades, en el
carácter de letrado apoderado de la demandada, en las tres etapas; c)
sesenta y ocho mil trescientos pesos ($ 68.300) por la labor
desarrollada por el Dr. Ignacio Varela, en el carácter de letrado
apoderado de la citada en garantía, en las tres etapas; d) diecisiete mil
pesos ($ 17.000) por la actuación del perito médico Dr. Mario C.
Bustamante; e) siete mil cuatro con sesenta y cinco centavos ($
7.004,65) por el desempeño del mediador Dr. Fernando M. Mamone.
Disponiendo que se copie, se registre, se notifique a las partes por
cédulas que se confeccionarán por Secretaría, a la Sra. Fiscal en su
despacho y oportunamente se archive.

Gustavo Caramelo
Juez

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