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I.- Los antecedentes
Presentaré, resumidas, las posiciones sostenidas por los sujetos
procesales intervinientes en la causa y las aristas dirimentes del
conflicto suscitado que estimo útiles para su elucidación (CSJN,
Fallos 228:279 y 243:563).
Relatan los actores, que el día 28 de noviembre de 2020
aproximadamente a las 7:45 horas, circulaban en la motocicleta marca
Yamaha dominio A016VSK por la avenida Maipú de la localidad de
Olivos, provincia de Buenos Aires, con sentido hacia San Isidro.
Indican, que el rodado era comandado por Oscar Santander
Benítez, siendo trasladado en calidad de acompañante Ismael
Santander Benítez,
Exponen, que el demandado circulaba al mando del automóvil
Chevrolet Cruze dominio AD910DG por la misma arteria y en
idéntico sentido de circulación, por el carril izquierdo, mientras que la
motocicleta en la cual se desplazaban ellos lo hacía por el carril de la
derecha.
Alegan, que en esas circunstancias, repentinamente y de forma
imprevista el demandado intentó doblar a la derecha sin poner luz de
giro y sin fijarse que por el carril más cercano a la vereda venían
circulando a bordo de la motocicleta, a la misma altura que el
demandado, ni más atrás ni más adelante.
Sostienen, que esa maniobra provocó que el automóvil del
demandado los encierre, hasta embestirlos con su parte delantera
derecha en el costado izquierdo de la motocicleta.
Invocan, que a causa del impacto cayeron bruscamente sobre el
pavimento, y que producto de las lesiones sufridas fueron trasladados
en ambulancia al “Hospital de Vicente López”, donde le realizaron las
primeras curaciones.
Detallan las menguas padecidas.
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II.- La decisión recurrida
Para decidir como lo hizo, el sentenciante de grado sopesó que
al encontrarse reconocido por el accionado el siniestro de marras y el
contacto entre los rodados intervinientes, la cuestión queda
comprendida en la previsión del art. 1769 del Código Civil y
Comercial de la Nación, que prevé que las normas referentes a la
responsabilidad derivada de la intervención de cosas se aplican a los
daños causados por la circulación de vehículos. Asimismo, recordó
que la ley Nacional de Tránsito dispone que para realizar un giro debe
advertirse la maniobra con suficiente antelación, mediante la señal
luminosa correspondiente y circular desde treinta metros antes por el
costado más próximo al giro a efectuar. En base a ello y al análisis de
los medios probatorios producidos en autos que allí efectuó, concluyó
que el demandado no acreditó haber cumplido con la mentada
prescripción legal, por lo que fue su omisión de su deber de circular
por la derecha previo a emprender el giro lo que provocó el
embestimiento. Adicionó, que tampoco se aportó elemento probatorio
alguno que permita demostrar que los accionantes circulaban a
excesiva velocidad o que intentaran adelantarse sobre la derecha del
vehículo del demandado, extremo que fuera alegado por éste para
fundar la configuración de un supuesto hecho de la víctima que lo
exonere de responsabilidad. Por último, destacó que a partir de las
fotografías obrantes a fs. 26/30 de las actuaciones penales y del propio
informe pericial allí efectuado, se observa que la motocicleta no
presentaba daños en su parte frontal. A partir de todo ello consideró
que la presunción objetiva de responsabilidad no ha logrado ser
desvirtuada por el demandado ni por la citada en garantía.
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testimonios se condicen con las constancias de autos, al haber
manifestado ambos que la motocicleta había embestido el lateral
derecho del automóvil. Plantean, que el conductor de la motocicleta
ha actuado con impericia, imprudencia o negligencia, y con su actuar
ha desencadenado el siniestro que nos atañe, o en su caso, y a todo
evento, contribuido para que se produzca el accidente que motivara
las presentes actuaciones, al haber sobrepasado por la derecha al
rodado que lo precedía, el cual ya se encontraba culminando de
realizar la maniobra de giro hacia su derecha, y por resultar agente
mecánico embistente, al embestir el lateral medio del rodado, no en la
parte delantera. A continuación, se alzan contra la procedencia y
cuantía de las partidas indemnizatorias admitidas en concepto de
incapacidad física y daño moral, y contra la tasa de interés
establecida.
IV.- La solución
a) Adelanto que seguiré a los recurrentes en las alegaciones que
sean conducentes para decidir este conflicto (conf.CSJN
Fallos:258:304, entre otros) pues recuerdo que como todas las pruebas
no tienen el mismo peso, me apoyaré en las que resulten apropiadas
para resolver el caso (conf.CSJN, Fallos:274:113) las que produzcan
mayor convicción en concordancia con los demás elementos de mérito
de la causa. Se considerarán, entonces, los hechos “jurídicamente
relevantes” (Aragoneses Alonso, Pedro, Proceso y Derecho Procesal);
o “singularmente trascendentes” (Calamandrei, Piero, La génesis
lógica de la sentencia civil).
b) Responsabilidad
La normativa aplicable al caso que nos ocupa resulta ser la
preceptuada por el artículo 1769 del Código Civil y Comercial, que
prevé una regulación específica para el supuesto de daños causados
por la circulación de vehículos, disponiendo expresamente la
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causado por el riesgo o vicio con indiferencia de toda idea de culpa; c)
pesan presunciones concurrentes sobre el dueño o guardián, quienes
deben afrontar los daños causados a otro, salvo que prueben la
existencia de circunstancias eximentes y la neutralización de los
riesgos no puede dejar de lado los factores de atribución de
responsabilidad que rigen en este ámbito; d)el actor debe probar la
legitimación activa y pasiva; la existencia del daño (que comprende,
en la práctica, la prueba del hecho); y la relación causal entre el hecho
y el daño. En palabras de la Corte Federal, al damnificado le “basta
con probar el daño y el contacto con la cosa dañosa, para que quede a
cargo de la demandada, como dueña o guardiana del objeto riesgoso,
demostrar la culpa de la víctima o de un tercero por quien no debe
responder”; e)la conducta de la víctima adquiere entidad de causal
liberatoria de su propio daño cuando, siguiendo la jurisprudencia
francesa, adquirió un “rol activo” en el evento; f)la culpa de la víctima
(y la de un tercero) con aptitud para cortar totalmente el nexo de
causalidad entre el hecho y el perjuicio debe aparecer como única
causa del daño, aparte de revestir las características de
imprevisibilidad e inevitabilidad propias del caso fortuito o fuerza
mayor; g)en materia de eximentes, se sostiene que lo gravitante es el
hecho, el comportamiento o la conducta (aun no culposa) de la
víctima o de un tercero como causa única o concurrente de eximición
del daño en caso de que no pudiera endilgárseles culpa. En tal caso, la
eximente para el dueño o guardián radica en la fractura total o parcial
del nexo causal; h) la prueba de las eximentes debe ser fehaciente e
indubitable, dada la finalidad tuitiva de la norma. El sindicado como
responsable, y una vez acreditado el riesgo de la cosa, debe asumir un
rol procesal activo para demostrar la causa ajena y exonerarse total o
parcialmente (GALDOS, José Mario, en Código Civil y Comercial de
la Nación Comentado, T. VIII, pags. 581 y sgtes, ed. Rubinzal -
Culzoni).
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citada (conf. CNCiv., Sala A, voto del Dr. Picasso en disidencia
parcial “in re”, “Vivas Silvina Olga c. Cordi Patricio Andrés s/ daños
y perjuicios”, 29/12/11; esta Sala Expte. nº 24312/2016 “GUICHOU,
José Octavio y otro Antonio c/ CABRERA, Pablo Andrés y otro s/
daños y perjuicios”, del 4/6/2021).
En nada altera la aplicación de esta doctrina el hecho de que la
motocicleta del actor tenga menos masa o entidad física que el
automóvil del demandado, pues su accionar lo es a motor, por lo cual
no puede ser considerada un vehículo menor, sino que se encuentra en
la misma situación de los automóviles (conf. Llambías, Jorge Joaquín,
"Obligaciones", T IV-A, pág.485, núm. 2581, Kemelmajer de
Carlucci, Aída. en Belluscio-Zannoni, Código Civil comentado, T 5,
pág. 530, núm. 51).
En este orden de ideas, reconocido el hecho en las piezas de
constitución del proceso, era a cargo de los accionados acreditar
alguna de las eximentes legales previstas.
Desde ese piso de marcha, la directiva del artículo 377 del
Código Procesal pone a cargo del damnificado que ejerció la acción
resarcitoria, la prueba del daño sufrido y el contacto con la cosa de la
cual el mismo provino, en tanto el emplazado en su condición de
dueño o guardián de esa cosa, para eximirse de responsabilidad o
disminuir la que se le atribuye, debe acreditar alguno de los extremos
antes citados.
Sentado lo expuesto, adelanto que coincido con la solución
arribada en la sentencia de grado.
Son contestes las partes en la ocurrencia del siniestro en las
circunstancias de personas, tiempo y lugar, aunque discrepan respecto
de la mecánica del accidente y de la atribución de responsabilidad, por
lo que me adentraré directamente al análisis de los medios probatorios
producidos en autos.
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comenzó a escuchar un sonido que reconoce como el de las frenadas
de las motos, que no llegó a ver…que inmediatamente después de eso
sintió un fuerte estruendo y sintió como una moto impactó el lateral
derecho, arrancando el espejo retrovisor de ese lado, dice que por
suerte el conductor del auto iba a baja velocidad y que clavó los
frenos ni bien empezó a doblar, sino el accidente hubiera sido de más
gravedad…”.
Por su parte, a fs. 19 prestó declaración testimonial Tomás
Alejo Boland, quien refirió que “…en el día de la fecha, siendo las
07:45 horas aproximadamente iba en el rodado “taxi”, propiedad de
Nahuel, junto a Sasha, se desplazaban por la calle avenida Maipú, en
dirección a la calle Italia siendo que iban hacia ahí cuando escuchó
una frenada de una moto, que Nahuel frenó el rodado y fue ahí que
observó como una motocicleta embistió el lateral derecho del auto, y
arrancó el retrovisor del auto de ese lado, que visualizó que la moto
siguió de largo y que finalmente impactó contra el poste del semáforo
que se encuentra implantado en esa esquina, que él venía sentado en
el asiento trasero y que Sasha iba sentada en el asiento del
acompañante…”.
Asimismo, a fs. 25 de la causa seguida ante el fuero represivo a
la que me vengo refiriendo se encuentra el acta de inspección de los
rodados, del que emerge que la motocicleta marca Yamaha FZ S
dominio A016VSK presentaba rotura de ambos espejos retrovisores,
rota la cacha plástica del lado derecho y deterioro de la pintura; y que
el automóvil marca Chevrolet modelo Cruze, taxi, dominio
AD910DG, exhibía en el lateral derecho, en ambas puertas,
abolladura en la chapa, faltante del espejo retrovisor de ese lado y la
pintura rayada.
A fs. 26/30 se agregaron fotos de ambos rodados donde se
percibe claramente -como marcó el anterior sentenciante- que la
motocicleta no presentaba daños en su frente.
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El dictamen no mereció cuestionamiento de las partes.
En materia de procesos de daños y perjuicios la pericia técnica
que no resulte controvertida por otros elementos de prueba deviene
relevante ya que el informe del experto no es una mera apreciación
sobre la materia del litigio, sino un análisis razonado con bases
científicas y conocimientos técnicos fruto del examen objetivo de
circunstancias de hecho, y de aplicación de los principios científicos
inherentes a la especialidad.
Recuerdo, asimismo, que aunque las opiniones de los peritos no
resultan vinculantes para el juzgador (arg. arts. 386 y 477, Cód.
Procesal), cabe asignarles una importancia significativa, sobre todo
cuando -como ocurre en el sub lite- la materia sometida a peritación
excede -por su naturaleza eminentemente técnica- los conocimientos
propios de un juez. En estos casos, el apartamiento de las
conclusiones del experto requiere razones serias y elementos objetivos
que acrediten la existencia de errores de entidad que justifique
prescindir de sus datos.
No se trata de exponer meras discrepancias con la opinión del
perito o de formular consideraciones genéricas que pongan en duda
sus conclusiones, sino -antes bien- de demostrar con fundamentos
apropiados que el peritaje es equivocado, lo cual debe ser hecho de
modo muy convincente, toda vez que el juez carece de conocimientos
específicos sobre el tópico (conf. CNCiv, Sala J, causas 6200/92 del
8/5/2000 y 485/97 del 26/12/2000).
Dicho esto, al no contar con otros elementos de prueba que
permitan desvirtuar las conclusiones arribas en el dictamen pericial
supra referido, estaré a sus conclusiones (conf. Art. 386 y 477 del
CPCC).
En este cuadro de situación advierto que el siniestro ha sido
reconocido por el demandado, pero éste no ha logrado acreditar los
extremos en los que fundó su defensa e insiste en sus agravios, esto es
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que circulaba por el carril derecho de la avenida Maipú y que tomó los
recaudos necesarios previo a emprender el giro, anunciándolo con la
señal lumínica correspondiente, así como que el motociclista se
desplazaba a exceso de velocidad y que intentó sobrepasarlo por la
derecha cuando estaba culminando la maniobra de giro, habiéndolo
impactado con el frente de la motocicleta en el lateral derecho de su
rodado.
Por el contrario, de las fotografías e informe técnico de los
rodados que obran en la causa penal se deprende que el contacto fue
lateral, pues el frente de la motocicleta se encontraba en óptimo
estado y poseía daños en su sector lateral derecho (lo que hace
presumir que haya sido en la caída posterior luego del impacto) y el
vehículo del accionado en su sector lateral derecho en ambas puertas,
con todo ese sector rayado y desprendimiento del espejo retrovisor de
ese lado, lo que robustece la hipótesis del contacto lateral (entre el
sector derecho del automóvil y el izquierdo de la motocicleta) y
descarta el avance en la maniobra de giro e impacto de la moto con su
sector delantero, como postuló el accionado en su responde.
En este sentido, cabe además apuntar que los testigos que
declararon en sede penal, amigos del demandado y que se trasladaban
con éste al momento del siniestro, no vieron la secuencia previa al
impacto y sólo hicieron alusión a que escucharon la frenada de la
moto. Tampoco mencionaron el carril de circulación por el que se
desplazaba el automóvil ni hicieron alusión a si previamente a intentar
la maniobra de giro había anunciado su intención mediante la señal
lumínica correspondiente.
En la misma dirección cuadra señalar que la testigo Fernández
Crespi claramente expuso que el demandado “…clavó los frenos ni
bien empezó a doblar…”, lo que lo que desbarata definitivamente que
estuviera culminando el giro.
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Por el contrario, esa afirmación hace presumir que no debió
percibir al motociclista que se desplazaba a su derecha, si a pesar de
haber frenado repentinamente apenas emprendió la maniobra de giro
no pudo evitar el contacto lateral.
El dictamen pericial mecánico producido en autos, más allá de
haber calificado a la motocicleta como “embistente accidentológico”,
tampoco beneficia al demandado desde que el experto sostuvo que no
se contaba en autos con elementos que permitan establecer la posición
previa y final de los rodados, su trayectoria pre y post impacto, y el
punto y ángulo de contacto, como así tampoco la velocidad
desarrollada en ese momento.
Por ello, el croquis agregado por el perito en la parte final de su
dictamen no pasa de una mera hipótesis sin apoyo fáctico en pruebas
de la causa, lo que conduce a que no pueda ser considerado para
dilucidar la posición de los vehículos al momento del contacto.
En este cuadro de situación no puede pasarse por alto que el
artículo 43 de la ley 24.449 (al que adhiere la Provincia de Buenos
Aires mediante ley 13.927) establece que “…Para realizar un giro
debe respetarse la señalización, y observar las siguientes reglas: a)
Advertir la maniobra con suficiente antelación, mediante la señal
luminosa correspondiente, que se mantendrá hasta la salida de la
encrucijada; b) Circular desde treinta metros antes por el costado
más próximo al giro a efectuar. c) Reducir la velocidad
paulatinamente, girando a una marcha moderada…”, y que el
demandado no ha logrado acreditar que haya tomado dichos recaudos
de modo previo a emprender la maniobra en cuestión.
Del mismo modo, como deje entrever más arriba, tampoco
justificó la velocidad excesiva que atribuye al accionante, ni la
maniobra de sobrepaso por la derecha, pues no se ha podido
determinar la trayectoria pre y post impacto de los rodados ni su
localización en la calzada.
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Constitución Nacional, entre los cuales pueden citarse el artículo 21
punto 2 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, al
expresar que ninguna persona puede ser privada de sus bienes excepto
mediante el pago de indemnización justa. Asimismo, el artículo 5 del
mismo cuerpo normativo, de jerarquía constitucional, ampara el
derecho a la integridad personal al expresar que toda persona tiene
derecho a que se respete su integridad física, psíquica y moral (Bidart
Campos, Manual de la Constitución Reformada, T. II, p. 110, Ed.
Ediar). En ese contexto, el derecho al resarcimiento y a la reparación
del daño se encuentran incluidos entre los derechos implícitos (art. 33,
CN), especialmente si se tiene en cuenta que otras normas como los
artículos 17 y 41 de la Constitución Nacional refieren casos
específicos (conf. CNCiv., CNCiv. Sala L, in re “SJA c/ HPA s/ daños
y perjuicios”, del 4/7/2017 y sus citas, Sala J, 15/10/2009, “L.S. y otro
c/ Hospital Británico y otro s/daños y perjuicios”, E.D. 9/02/2010, n°
12.439).
Estos principios fueron recogidos en el nuevo ordenamiento
jusprivatista, sobre la base de la doctrina y de la jurisprudencia ya
elaboradas y teniendo en mira, precisamente, la incorporación de las
normas de rango constitucional y convencional. Así, el artículo 1737
da una definición genérica y abarcativa del concepto de daño, en tanto
que el artículo 1738 determina que la indemnización comprende la
pérdida o disminución del patrimonio de la víctima, el lucro cesante
en el beneficio económico esperado de acuerdo a la probabilidad
objetiva de su obtención y la pérdida de chances. Incluye
especialmente las consecuencias de la violación de los derechos
personalísimos de la víctima, de su integridad personal, su salud
psicofísica, sus afecciones espirituales legítimas y las que resultan de
la interferencia en su proyecto de vida. A su vez, el artículo 1740
consagra expresamente el principio de la reparación plena, y el
artículo 1746 establece pautas para fijar la indemnización en caso de
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principio de la inviolabilidad de la persona humana (art.51
Cód.Civ.yCom. de la Nación). Luego, la utilización de cálculos
matemáticos o tablas actuariales surgen como una herramienta de
orientación para proporcionar mayor objetividad al sistema y, por
ende, tienden a reflejar de la manera más exacta posible el perjuicio
patrimonial experimentado por el damnificado (conf.Acciari, Hugo,
“Fórmulas y herramientas para cuantificar indemnizaciones por
incapacidad en el nuevo Código”, diario LA LEY, del 15/7/2015). No
obstante, existe otra serie de elementos que complementan este
método y que permiten al juez mayor flexibilidad para fijar el monto
del daño atendiendo a pautas que, aunque concretas, reclaman ser
interpretadas en cada caso. Se trata, en definitiva, de las denominadas
“particularidades” de cada situación específica que, en muchísimos
casos, son insusceptibles de ser encapsuladas dentro de fórmulas ni
pueden ser mensuradas en rígidos esquemas aritméticos. Por lo tanto,
en el caso, tomaré en cuenta los guarismos que surgen a partir de la
fórmula, enriquecidos y complementados con la ponderación de
elementos vitales que surjan acreditados en la causa, a fin de evitar
que la frialdad de una ecuación aritmética cierre la mirada a lo justo
en concreto que es, en definitiva, aquello que los jueces tenemos que
resolver mediante una resolución razonablemente fundada (art.3º
Cód.Civ.y Com. de la Nación) (CNCiv.Sala M, “M., S.M. y otros
c/Automóvil Club Argentino y otros s/daños y perjuicios”, del
13/10/2017, en diario LA LEY, del 16/02/2018).
Así las cosas, la indemnización por este rubro está dirigida a
establecer la pérdida de potencialidades futuras, causadas por las
secuelas permanentes y el resarcimiento necesario para la debida
recuperación, teniendo funda-mentalmente en cuenta las condiciones
personales de los damnificados, sin que resulte decisivo a ese fin el
porcentaje que se atribuye a la incapacidad, sino que también debe
evaluarse la disminución de beneficios, a través de la comparación de
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en relación a aquélla (conf. CNCiv. Sala "E", L-49.829, del 5/8/98,
voto del Dr. Mirás).
En autos se cuenta con copia de la historia clínica de los actores
del “Hospital Municipal Dr. Bernardo Houssay” remitida por la
Municipalidad de Vicente López el 2/8/2021 y con la contestación de
oficio del 6/7/2021 de la Dra. Graciela Kiryc, quien reconoce que el
30/11/2020 atendió a los actores en la calle Gral. Güemes 1388 de la
localidad de Hurlingham como consecuencia de lesiones por
accidente de tránsito y adjunta copias de las constancias que obran en
su poder respecto de la atención médica dispensada a los accionantes.
Pues bien, de acuerdo con la pericia médica de fecha 20/5/2022
“…SANTANDER BENITEZ ISMAEL ha sido víctima de accidente DE
TRANSITO; siendo la mecánica invocada idónea en la génesis de las
lesiones sufridas (politraumatismos). Se constatan secuelas
traumáticas a nivel Cervical con limitación de la movilidad
configurando un cuadro de cervicalgia con signos clínicos y
radiológicos, que encuentra sustrato anatómico en el resultado de la
RMN DE CC solicitada en ocasión del presente IP (02-05-2022 RMN
DE COLUMNA CERVICAL rectificación de la lordosis cervical.
Protrusión posteromedial del disco C4- C5. Dr. Vergara Víctor mp
36086). Se constatan secuela traumática a nivel de hombro izquierdo
con limitación de la movilidad que encuentra sustrato anatómico en
la RMN DE HOMBRO DERECHO solicitada en ocasión del presente
IP (02-05-2022 RMN DE HOMBRO DERECHO defecto a nivel de la
inserción humeral del tendón del supraespinoso. Injuria del manguito
rotador. Se conserva la estructura del complejo articular
glenohumeral, su espacio, estructura del labrum y contorno óseo.
Signos de efusión de la bursa subacromio subdeltoidea. Dr. Vergara
Víctor mp 36086). Se constata secuela traumática a nivel de rodilla
izquierda con hipotrofia de cuádriceps y limitación de la movilidad
que encuentra sustrato anatómico en el resultado de la RMN DE
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Evaluar injuria del manguito rotador. Signos de efusión de la bursa
subdeltoidea – subacromial. Dr. Vergara Víctor mp 36086).
LIMITACIÓN EN LA MOVILIDAD DE MANO Y MUÑECA Y 4º y 5º
DEDOS MANO IZQUIERDA producto de las heridas cortantes a
nivel de mano IZQUIERDA (afectación de 4º y 5º dedos) y producto
de la tumoración que se constata a nivel de muñeca izquierda que
encuentra sustrato anatómico en el resultado de la RMN DE MANO Y
MUÑECA IZQUIERDA solicitada en ocasión del presente IP: (02-05-
2022 (RMN MUÑECA IZQUIERDA pérdida en la alineación del
complejo articular radio carpiano. Secuela postraumática. Aumento
de líquido intrarticular. Dr. Vergara Víctor mp 36086 Y EN LA RMN
DE 02-05-2022 RMN MANO IZQUIERDA aumento del líquido
intrarticular. Dr. Vergara Víctor mp 36086). SINDROME MENISCAL
RODILLA IZQUIERDA que encuentra sustrato anatómico en el
resultado de la RMN actualizada (02-05-2022 RMN RODILLA
IZQUIERDA Menisco externo: signos de desgarro que altera la
estructura de su cuerpo y asta anterior. Aumento de líquido
intrarticular. LCA; LCP, LLI y LLE conservados. Dr. Vergara Víctor
mp 36086). Se compulsa documentación médica que da sustento
médico legal a la relación etiocronológica entre el tipo de accidente y
las lesiones sufridas con motivo del mismo. GRADO DE
INCAPACIDAD consultando el Baremo de uso habitual en mi
especialidad (ORTOPEDIA Y TRAUMATOLOGIA) y teniendo en
consideración las lesiones y / o secuelas que actualmente presenta
SANTANDER BENITEZ OSCAR; le corresponde el siguiente grado
de incapacidad: 1ª SECUELA LIMITACIÓN DE LA MOVILIDAD
DEL HOMBRO IZQUIERDO 10%, 2ª SECUELA LIMITACIÓN DE
LA MOVILIDAD DE RODILLA IZQUIERDA 8%, 3ª SECUELA
LIMITACIÓN DE LA MOVILIDAD DE MUÑECA – MANO Y 4º Y 5º
DEDOS 5, 4ª SECUELA CICATRICES MIEMBRO INFERIOR 2%,
TOTAL INCAPACIDAD 25 %...”.
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que dicha mecánica resulta idónea en las lesiones encontradas en
cada uno de los actores. POR TODO LO ANALIZADO RATIFICO
PLENAMENTE EL % DE INCAPACIDAD ASIGNADO A CADA
UNO DE LOS ACTORES Y MI INFORME MÉDICO PERICIAL EN
SU TOTALIDAD…”.
Así las cosas, debe recordarse que el apartamiento de las
conclusiones del experto requiere razones serias y elementos objetivos
que acrediten la existencia de errores de entidad que justifique
prescindir de sus datos. No se trata de exponer meras discrepancias
con la opinión del perito o de formular consideraciones genéricas que
pongan en duda sus conclusiones, sino -antes bien- de demostrar con
fundamentos apropiados que el peritaje es equivocado, lo cual debe
ser hecho de modo muy convincente, toda vez que el juez carece de
conocimientos específicos sobre el tópico.
Aun cuando el dictamen pericial carece de valor vinculante para
el órgano judicial, el apartamiento de las conclusiones establecidas en
aquél debe encontrar apoyo en razones serias, es decir, en
fundamentos objetivamente demostrativos de que la opinión de los
expertos se encuentra reñida con principios lógicos o máximas de
experiencia, o de que existen en el proceso elementos probatorios
provistos de mayor eficacia para provocar la convicción acerca de la
verdad de los hechos controvertidos. Sin embargo, cuando el peritaje
aparece fundado en principios técnicos inobjetables y no existe otra
prueba que lo desvirtúe, la sana crítica aconseja, frente a la
imposibilidad de oponer argumentos científicos de mayor valor,
aceptar las conclusiones de aquél (conf. Palacio, Lino E., Derecho
Procesal Civil, t. IV, pág. 720 y jurisprudencia allí citada; Morello-
Sosa-Berizonce, Código Procesal Civil y Comercial, comentado y
anotado, pág. 455 y sus citas; Falcón, Código Procesal Civil y
Comercial de la Nación, anotado, concordado y comentado, pág. 416
y sus citas).
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Por ende, le habré de otorgar a la misma la fuerza probatoria del
artículo 477 del Código Procesal, en consonancia con lo dispuesto por
el artículo 386 del mismo cuerpo legal.
Por otra parte, debo señalar que el magistrado de grado, dado
que los actores no han alegado ni probado que las cicatrices descriptas
en el informe pericial posean concreta repercusión económica, no las
consideró al cuantificar esta partida, lo que no ha merecido reproche
de los demandantes, por lo que del mismo modo lo haré en esta
instancia (conf. art. 271 del CPCC), ello sin perjuicio de valorarlo al
conocer respecto del daño moral, tal como hizo el sentenciante.
En cuanto al porcentaje de incapacidad, debe tenerse presente
que los peritos la califican de manera genérica y abstracta, y los jueces
el modo e intensidad con que aquella trasciende en la existencia
productiva y total del damnificado. De ahí que para determinar la
cuantía de la indemnización no debe estarse sólo a los porcentuales de
incapacidad determinados por el perito, sino que también deben
valorarse otras circunstancias como la edad, empleo, estado civil,
además de la concreta incidencia patrimonial que las secuelas pueden
tener sobre la víctima. Ocurre que los porcentajes estimados
pericialmente constituyen sólo una pauta para cuantificar el
resarcimiento y no obligan, en consecuencia, a efectuar cálculos
matemáticos, pues lo que interesa es determinar la medida en que la
disfunción puede repercutir en la situación concreta de la víctima (cfr.
CNCivil, sala “H”, in re “Di Feo de Lapponi, Ana C/ Libertador
S.A.C.I. y otro S/ Daños y Perjuicios”, L. 271.705, de febrero de
2000).
En ese sentido, resulta pertinente recordar el derecho que tiene
toda persona a una reparación integral de los daños sufridos. Este
principio basal del sistema de reparación civil encuentra su
fundamento en la Constitución Nacional y está expresamente
reconocido por el plexo convencional incorporado al artículo 75,
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de los magistrados de adecuar el monto de la reparación a las
circunstancias y condiciones personales del damnificado habida
cuenta el margen de valoración de que aquellos gozan en la materia
(artículo 165 del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación),
sino recurrir a pautas meramente orientadoras que permitan arribar a
una solución que concilie de la mejor manera posible los intereses en
juego y evite –o cuando menos minimice- valoraciones sumamente
dispares respecto de un mismo daño sin motivos razonables y/o de
entidad que lo justifiquen. Ello máxime cuando, como en el caso, la
ponderación cuestionada por insuficiente atañe al daño material.
En función de las consideraciones señaladas, ponderadas a la
luz del prisma del derecho a una reparación integral, el cimero
Tribunal entiende que resulta ineludible que, al tiempo de determinar
el monto indemnizatorio por incapacidad sobreviniente y valor vida,
los magistrados intervinientes tengan en cuenta como pauta
orientadora las sumas indemnizatorias que establece el régimen de
reparación de riesgos del trabajo para esos mismos rubros, lo que
coadyuvará a arribar a una decisión que -más allá de las
particularidades propias de cada régimen indemnizatorio- no
desatienda la necesaria armonía que debe regir en el ordenamiento
jurídico cuando no se evidencian razones de entidad para un proceder
diferente.
Ello, pues no resulta razonable que a un trabajador en relación
de dependencia se le otorgue protección mayor que a cualquier otro
habitante cuando lo que se intenta resarcir de manera integral es el
mismo concepto. Esta diferenciación, sin otro fundamento más que la
condición señalada, conduce a vulnerar el derecho de igualdad ante la
ley previsto por el artículo 16 de la Constitución Nacional. Recurso de
hecho deducido por la parte actora en la causa (conf.CSJN. “Grippo,
Guillermo Oscar; Claudia P. Acuña y otros c/ Campos, Enrique Oscar
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Superintendencia de Riesgos del Trabajo en
https://www.argentina.gob.ar/srt/art/pagos-art/incapacidad-laboral-
permanente-50; lo normado por la leyes 24.557 (art.14) y 26.773,
cuyo artículo 8° dispuso que los importes por I.L.P. previstos en las
normas que integran dicho régimen, se ajustarán de manera general
semestralmente según la variación del índice Remuneración
Imponible Promedio de los Trabajadores Estables (RIPTE), publicado
por la Secretaría de Seguridad Social del M.T.E. y S.S., a cuyo efecto
dictará la resolución pertinente fijando los nuevos valores y su lapso
de vigencia y el salario mínimo vital y móvil establecido conforme
Resolución 10/2023 del “Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad
Social” (B.O.17/7/2023); ponderando la entidad de las lesiones, el
porcentaje de incapacidad física estimado por el perito interviniente,
las condiciones personales de los damnificados Oscar Nicolás
Santander Benítez contaba con 32 años a la fecha del hecho dañoso e
Ismael Santander Benítez con 27 años, vivían juntos y ambos
trabajaban en el rubro de la construcción como albañil y techista
(conforme surge de los antecedentes personales volcados en el
informe pericial y de las declaraciones testimoniales de fecha 8/2/22
del incidente sobre beneficio de litigar sin gastos N°18610/2021/1), y
demás elementos que surgen de las presentes actuaciones, propongo al
Acuerdo confirmar esta partida en relación al coactor Ismael
Santander Benítez y elevar la correspondiente al codemandante Oscar
Nicolás Santander Benítez a la suma de pesos dos millones trescientos
mil ($2.300.000) (art. 165 CPCCN).
ii) Consecuencias no patrimoniales (daño moral)
El sentenciante acordó por este concepto la suma de $1.400.000
para cada uno de los demandantes.
Con respecto a los agravios vertidos en torno a la cuantía del
“daño moral”, actualmente denominado consecuencias no
patrimoniales -contempladas en el art. 1741 del Código Civil y
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“Tratado de Derecho Civil, Obligaciones, Tº I, p. 13, ed. Abeledo
Perrot; CSJN., 06/10/2009, “Arisnabarreta, Rubén J. c/ E. N. (Min. De
Educación y Justicia de la Nación) s/ juicios de conocimiento”; Ídem.,
07/11/2006, “Bianchi, Isabel del Carmen Pereyra de c/ Buenos Aires,
Provincia de y Camino del Atlántico S.A. y/o quien pueda resultar
dueño y/o guardián de los animales causantes del accidente s/ daños y
perjuicios”, Fallos 329:4944; Id., 24/08/2006, “Ferrari de Grand,
Teresa Hortensia Mercedes y otros c/ Entre Ríos, Provincia de y otros
s/ daños y perjuicios”, Fallos 329: 3403; Id., 06/03/2007, ORI,
“Mosca, Hugo Arnaldo c/ Buenos Aires, Provincia de (Policía
Bonaerense) y otros s/ daños y perjuicios”, Fallos 330: 563, entre
muchos otros).
Asimismo, el actual art. 1741 del CCyCN in fine establece que
“el monto de la indemnización debe fijarse ponderando las
satisfacciones sustitutivas y compensatorias que pueden procurar las
sumas reconocidas” delimitando la actividad jurisdiccional y
acentuando sus funciones reparatorias.
En otras palabras, el monto del resarcimiento debe permitir
procurarse un placer que compense o sustituya el displacer sufrido,
criterio que jurisprudencialmente se viene aplicando de manera
inveterada por nuestros tribunales.
En cuanto a su valuación, cabe recordar lo señalado por la
Corte Suprema de Justicia de la Nación en el sentido que el dolor
humano es apreciable y la tarea del juez es realizar la justicia humana;
no se trata de una especulación ilícita con los sentimientos sino de
darle a la víctima la posibilidad de procurar satisfacciones
equivalentes a lo que ha perdido.
Señaló nuestro Máximo Tribunal que "Aun cuando el dinero
sea un factor muy inadecuado de reparación, puede procurar algunas
satisfacciones de orden moral, susceptibles, en cierto grado, de
reemplazar en el patrimonio moral el valor que del mismo ha
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El demandado y su compañía de seguros solicitan se aplique
desde la mora la tasa del 8% anual hasta la sentencia de grado, para
luego sí aplicarse la tasa activa del Banco Nación.
De su lado, la parte actora peticiona mande actualizar la
condena conforme lo dispuesto por el artículo 770, incido b, del
CCCN, y que además de los intereses compensatorios fijados se
adicionen intereses moratorios para el caso de demora en el
cumplimiento de la misma.
Cabe recordar que la indemnización resulta un equivalente del
daño sufrido y el interés compensa la demora en su reparación al no
haber el responsable cumplido inmediatamente con su obligación de
resarcir.
Se trata entonces de una estimación “actual” que el juez de
grado ha tenido en cuenta para sopesar la variación patrimonial de la
prestación debida, considerando para ello que estamos ante una
indemnización de daños que, lejos de resultar una obligación
“dineraria” en la que se adeuda un quantum y resulta insensible a la
variación del poder adquisitivo, importa una verdadera obligación “de
valor” en la que se debe un quid y, por tanto, sí admite o reconoce las
alteraciones sufridas por el poder adquisitivo (Casiello, Juan, Méndez
Sierra, Eduardo, “Deudas de dinero y deudas de valor. Situación
actual”, LL 28/08/03, pág. 1).
Sabido es que la fijación judicial de intereses para las deudas en
mora procura resarcir al acreedor por la demora en percibir su crédito
y castigar al incumplidor, quien se apartó de los términos de la
obligación asumida en origen, ya que el orden jurídico requiere, como
pauta general de conducta, que toda persona cumpla con las
obligaciones que legítimamente asume o le impone la ley.
Ahora bien conforme la jurisprudencia y doctrina mayoritaria
imperante en el fuero la tasa que corresponde aplicar desde el inicio
de la mora y hasta el efectivo pago del capital de condena, es la tasa
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que puntualmente utiliza el CCyCom. para designar al instituto en
cuestión, aunque lo cierto es que al mismo también se lo conoce como
«convenio de pago de intereses sobre intereses», «capitalización de
intereses» o «interés compuesto» este último porque exigir réditos por
los intereses, que con tal fin se agregan al capital, constituye, en
verdad, la formación de un interés compuesto, ya que se consideran
los intereses devengados como nuevo capital, que rinde a su vez los
suyos.
El anatocismo constituye una práctica de capitalización de
intereses que, en principio, se encuentra prohibida, salvo las
excepciones expresamente autorizadas por la propia ley. Se ha dicho
que la prohibición obedece al hecho de que mediante tal acumulación
de capital e intereses, la suma adeudada podría llegar a incrementarse
en forma exagerada en muy poco tiempo; lo que llevaría a que se
convierta en uno de los medios más refinados de usura. En este
sentido, cabe señalar que el art. 770 del CCyC establece como
principio general que no se deben intereses de los intereses. Vale
decir, reitera -como primera premisa- la prohibición de anatocismo
que regía durante el Código Civil sustituido, esto es, la posibilidad de
capitalizar los intereses que se vayan devengando de modo que,
acumulándose al capital, constituyan una misma unidad productiva de
nuevos intereses. Es lo que se denomina también “interés compuesto”
(conf. Cazeaux- Trigo Represas, “Derecho de las obligaciones”, T. I,
p. 603; Pizarro- Vallespinos, “Instituciones de Derecho Privado.
Obligaciones”, ed. Hammurabi T. 1, p. 430).
Seguidamente, prevé las excepciones. Dos de ellas no hacen
más que reproducir aquellas contempladas en el art. 623 del
ordenamiento derogado, luego de la reforma introducida por la ley
23.928. Así, en el apartado a) autoriza la capitalización en caso de que
“una cláusula expresa autorice la acumulación de los intereses al
capital con una periodicidad no inferior a seis meses”, extremo que no
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del deudor hasta un límite que excede los de la moral y las buenas
costumbres. (Conf. CNCiv Sala J, 25/11/2021, Expte N° 82851/2018
“Galarza, Carla c/ Ttes. Santa Fe SACI y otros s/ Ds. y Ps.”; Ídem
28/12/2021; Expte. N° 80921/2015 “Coiazzet, Roxana Verónica c/
Scelzi, Virginia María y otros s/ Ds. y Ps.”, íd. “F. F, GD C/ G, C y
otro s/ Ds. y Ps.”, Expte. N° 62.941/17, y “O G, M A C/F F, G D s/
Ds. y Ps.”, Expte. N° 45.962/18, del 5/12/2022).
Por lo demás, sabido es que la prohibición legal de anatocismo
constituye una norma de orden público (CSJN, fallos 316:3131;
Ameal, Oscar, en “Código Civil....”, dir/coord. Belluscio-Zannoni,
ed.Astrea, 1981, t° 3, pág. 131 y stes.) y aun cuando la norma autoriza
la capitalización de los intereses con un criterio más amplio que en la
redacción anterior, sigue limitándola a los supuestos expresamente
contemplados, los cuales -dado el carácter excepcional de la regla- no
pueden ser interpretados extensivamente (Fallos 316: 3134), por lo
que cabe desestimar el agravio incoado al respecto.
Por último, en lo que hace al pedido de la parte actora de que se
fije un interés adicional para el supuesto de demora en el
cumplimiento de la condena, si bien en anteriores oportunidades he
considerado que resultaba prematuro expedirse al respecto al
momento de dictar sentencia por no haberse configurado aún demora
en el pago de la condena, una nueva mirada sobre el tema me
persuade de hacer lugar al planteo ensayado desde que “establecer una
tasa diferencial para el supuesto de falta de cumplimiento en término
del pago del monto final de condena con sus aditamentos implica un
justo proceder, toda vez que el deudor que no satisface su débito
queda en una situación de inexcusable renuencia, la que legitima y
autoriza, a partir de allí y hasta que se produzca la cancelación íntegra
y efectiva, la fijación de una tasa diferenciada de interés estimulante
de la finalidad de proceso y disuasiva de conductas antijurídicas que
pugnan contra el principio de eficacia de la jurisdicción” (Grisolía,
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VIII.- Por todo lo que dejo expresado, doy mi voto para que:
I.- Se modifique la sentencia y se eleve la partida conferida en
concepto de incapacidad sobreviniente para Oscar Nicolás Santander
Benítez a la suma de pesos dos millones trescientos mil ($2.300.000).
II.- Se establezca que, de configurarse demora en el
cumplimiento de la condena, a los intereses dispuestos se acumule
otro tanto de la tasa activa prevista en el plenario “Samudio” desde el
día de vencimiento del plazo fijado para el cumplimiento de la
condena hasta el efectivo pago.
III.- Se confirme la sentencia recurrida en lo demás que decide
y fue motivo de apelación y agravio.
IV.- Costas de Alzada al demandado y a la citada en garantía
sustancialmente vencidos (art. 68 de rito).
Así mi voto.
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Con lo que terminó el acto. MAXIMILIANO L. CAIA -
GABRIEL G. ROLLERI – La vocalía restante no interviene por
encontrarse vacante.
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Por ante mí, que doy fe. Notifíquese por Secretaría y devuélvase. La
vocalía restante no interviene por encontrarse vacante.
Maximiliano L. Caia
11
Gabriel G. Rolleri
12
Daniel S. Pittalá
Secretario
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