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Poder Judicial de la Nación

CAMARA CIVIL - SALA F

Expte. 35635/2011. “MENDOZA, OSCAR ELÍAS, c./ VARGAS,


DARÍO LUIS, Y OTROS, s./ DAÑOS Y PERJUICIOS” (J. 67).
En Buenos Aires, Capital de la República Argentina, a los 10
días del mes de septiembre de dos mil veinte,
reunidos en Acuerdo los Señores Jueces de la Excma. Cámara
Nacional de Apelaciones en lo Civil, Sala F, para conocer en los autos
del epígrafe, respecto de las cuestiones sometidas a su decisión a fin
de determinar si es arreglada a derecho la sentencia apelada.
Practicado el sorteo correspondiente, resultó el siguiente
orden de votación: ZANNONI – GALMARINI – POSSE
SAGUIER.
A la cuestión propuesta el DOCTOR ZANNONI,
dijo:
1. La sentencia de fs. 419/425 hace lugar a la demanda
promovida por Oscar Elías Mendoza contra Darío Luis Vargas y
Patricia Mónica Vargas quienes son condenados a pagarle, en el plazo
de diez días, la suma de $ 154.500 con más intereses y costas. Hace
extensiva la condena a Liderar Compañía General de Seguros S.A. en
la medida del seguro (art. 118, ley 17.418).
El capital de condena constituye el resarcimiento
dispuesto por las secuelas del accidente sufrido por el actor el 29 de
enero de 2010 a las 17:00 mientras circulaba al comando del Renault
11 por el Boulevard de los Italianos en Avellaneda, Provincia de
Buenos Aires. Según relató al demandar cruzó contando con semáforo
verde que le habilitaba el paso la intersección del Boulevard con calle
Crisólogo Larralde, apareció a su izquierda el Renault Clío que
avanzaba por esta última arteria y estaba al mando de Darío Vargas,
que no detuvo su marcha a pesar de que así se lo exigía la
señalización lumínica. El demandado afirmó en cambio que el
semáforo no funcionaba. Lo cierto es que no probó su afirmación.
Sobre la base de esta premisa y, a todo evento, por aplicación de la

Fecha de firma: 11/09/2020


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doctrina legal de “Valdez c./ El Puente”, la sentencia hizo lugar a la
demanda en los términos que anticipé.
2. De lo resuelto apelaron el actor quien vierte agravios a
fs. 435/437, en tanto, por no producir el correspondiente memorial, el
recurso de los demandados fue declarado desierto a fs. 461. La citada
en garantía expresó agravios a fs. 443/450. Los memoriales fueron
oportunamente respondidos.
3. Debe quedar aclarado que el presente caso, en atención
a la fecha en que acaeció el accidente, está regido por las normas del
Código Civil de Vélez Sársfield. También lo está lo atinente a la
reparación de los daños que reconocen su causa en dicho evento
aunque la sentencia se dicte con posterioridad a la entrada en vigencia
del Código Civil y Comercial.
4. Atribución de la responsabilidad. Las quejas que sobre
el punto vierte la citada en garantía no constituyen una crítica concreta
y razonada de los fundamentos del fallo en los términos del art. 265
del CPCC. Sostener que la sentencia no hizo una completa valoración
en las presentes actuaciones procesales que exonerarían de
responsabilidad por el accidente, total o parcialmente, al conductor del
rodado asegurado, sin explicitar a qué actuaciones se refiere e inferir
que la atribución de responsabilidad en cabeza del demandado es
arbitraria, no obstante que la sentencia condenatoria dictada “…se ha
basado exclusivamente en las constancias de autos” dista de constituir
un agravio hábil.

Voto, en consecuencia por declarar desierto el agravio.

5. Incapacidad sobreviniente. A consecuencia del


impacto el actor sufrió traumatismos en hombro y rodilla izquierda y,
por el esfuerzo realizado para abrir la puerta del conductor que había
sido deformada y poder descender, apareció una hernia inguinal. El
perito médico, doctor Waldimer Volij (fs. 268/269), informa que el

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actor no presenta secuelas anatómicas ni funcionales en su columna


causadas por el accidente y que sólo subsiste como tal la hernia
inguinal que le provoca una incapacidad estimada en el 6%. A su
turno la perito psicóloga, Licenciada Teresita Figueroa, señala que el
actor no padece ningún trastorno derivado del hecho de autos. En
consecuencia, al no haber cuadro psicopatológico no se halla
incapacidad sobreviniente (fs. 277/283).
Respecto de la incapacidad psíquica las conclusiones —
no observadas— de la pericia permiten descartar la admisibilidad de
los agravios del actor. En cuanto a los agravios de la incapacidad
física, la citada en garantía en modo alguno logra fundar la
exorbitancia de la indemnización fijada en el pronunciamiento ($
100.000). En cuanto al memorial del actor, forzoso resulta señalar que
en el memorial se confunden las lesiones sufridas con sus secuelas.
Así sucede cuando se sostiene que dado el término transcurrido desde
el accidente hasta la realización de la pericia médica, el síndrome o
secuelas atribuibles al mecanismo del “latigazo” han desaparecido. Si
así ha ocurrido es simplemente porque la incapacidad no es
subsistente. En el memorial no se realiza la distinción entre la
incapacidad derivada de las lesiones que comprende todo el periodo
de convalecencia —y que da lugar en su caso a la indemnización del
daño moral— y la incapacidad derivada de las secuelas que se
estiman permanentes (incapacidad definitiva).
Por ello voto por confirmar lo resuelto en la sentencia
apelada.
6. Daño moral. Ambos apelantes —el actor y citada en
garantía— vierten agravios acerca de la cuantía del resarcimiento del
daño moral, que la sentencia estima en $ 50.000. Tiene en cuenta el
pronunciamiento las circunstancias personales del actor, edad al
tiempo del hecho (49 años), que tiene hijos mayores de edad, que no
permaneció internado ni perdió el conocimiento ni le han quedado

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cicatrices (daño estético). Considero que las quejas vertidas en los
respectivos memoriales apenas se sostienen en una pretensión de
orden económico: cobrar más o pagar menos. Al no existir críticas
concretas y razonables de los fundamentos de la Señora Juez de
grado, para aumentar o para reducir el monto de la condena, considero
que debe ser confirmado.
7. Rechazo de la demanda contra Héctor Javier Luján.
Este codemandado resultó tal en razón de la ampliación de la
demanda que realizó el actor cuando la aseguradora denunció al
tomador del seguro que amparaba al automóvil de los codemandados
Vargas. Sin embargo la contratación del seguro no lo sitúa entre los
responsables, esto es: dueño o guardián.
Quien denunció al tomador del seguro fue la aseguradora
citada de garantía, y más tarde fue el actor, quien amplió la demanda
contra él y quien, ahora, se agravia del rechazo de la demanda. Luján
explicó al contestar la demanda que aseguró el automotor, del cual no
es dueño ni guardián, por el pedido de la remisería donde trabaja,
como ayuda a un compañero de trabajo. Es indudable que esa sola
circunstancia no lo hace responsable de los daños causados por el
automóvil asegurado.
El actor al fundar su agravio entiende que el mencionado
Luján no carecía de legitimación pasiva para ser parte en este proceso.
Nadie ha sostenido semejante cosa. De hecho fue parte y estuvo en
condiciones de ejercer su derecho de defensa; ni él ni nadie opusieron
la excepción o defensa de falta de legitimación pasiva. Pero no se
colige de ahí que la demanda debería ser admitida a ultranza si, como
bien lo explica la Señora Juez de primera instancia, no se dan a su
respecto los presupuestos que configuran la responsabilidad por el
riesgo o el vicio de la cosa.

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8. Gastos de traslado, de farmacia, atención médica y


otros. Hay agravios de la aseguradora citada en garantía en razón de la
estimación de dichos gastos en la suma de $ 1.500.
Aunque el damnificado haya sido asistido en un
nosocomio público, ello no impide el reconocimiento de gastos
médicos, farmacéuticos y de traslados, aun en ausencia de
comprobantes o facturas, pues, sabido es, existen erogaciones que no
son cubiertos totalmente por el establecimiento público o por las obras
sociales. Se trata de la estimación del magistrado ante la ausencia de
prueba de esos gastos (art. 165 del CPCC), presumiendo que el actor
ha debido incurrir en tales gastos durante la convalecencia.
Obviamente se trata de gastos ordinarios, pues si fuesen
extraordinarios deberían acreditarse.
Entiendo que la suma estimada es razonable y propongo
confirmarla.
9. Tasa de interés. La sentencia dispone que el capital de
condena devengará intereses desde la fecha en que se produjo el
perjuicio hasta el efectivo pago a la tasa activa cartera general
(préstamos) nominal anual vencida a treinta días del Banco de la
Nación Argentina. Se trata de la doctrina legal vigente en el fuero a
partir del fallo plenario dictado por esta Cámara en autos “Samudio
de Martínez, Ladislaa c./ Transportes Doscientos Setenta S.A. s./
Daños y perjuicios” dictado el 20/4/2009.
La aseguradora citada en garantía considera que al
estimar el monto del capital a valores actuales corresponde aplicar
hasta la sentencia un interés puro (propone el 8%) y a partir de ella, en
caso de mora a la tasa activa. Entiende que aplicar esta última desde el
hecho implicaría enriquecer al demandado debido a que los montos de
la condena computan una depreciación monetaria.
Como no advierto que en el caso la aplicación de la tasa
de interés implique una alteración del significado económico del

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capital de condena que configure un enriquecimiento indebido,
entiendo que debe confirmarse lo resuelto. El argumento del
enriquecimiento —lo he sostenido en diversos precedentes de la Sala
— sólo tendría significación en los casos en que el capital de condena
se tradujese en sumas actualizadas por índices que miden la
depreciación monetaria acaecida entre la mora, o el día en que se
produjo el perjuicio objeto de reparación, y el dictado de la sentencia.
Esto así porque, en ese caso, la actualización monetaria ya habría
recuperado el valor del capital. Si a dicho capital de condena,
actualizado, se le adicionara una tasa activa que incluyese el plus
destinado a recomponer, justamente, el valor del capital, se originaría
un enriquecimiento sin causa pues se estaría condenando a cargar no
sólo con la depreciación monetaria, sino con un interés cuya tasa la
computa nuevamente. Es decir, se obligaría al deudor a pagar dos
veces por la misma causa. Tales fueron los fundamentos que llevaron,
en la década de los setenta, a consagrar tasas de interés “puro” que
excluían la prima por la desvalorización monetaria que ya había sido
calculada al actualizarse el capital mediante el empleo de índices.
A partir de la ley 23.928, en 1991, quedó prohibida toda
“indexación” por precios, actualización monetaria, variación de costos
o cualquier otra forma de repotenciación de las deudas, prohibición
que ha mantenido el art. 4º de la vigente ley 25.561, denominada de
emergencia económica. “En ningún caso –dice esta última norma– se
admitirá actualización monetaria, indexación por precios, variación de
costos o repotenciación de deudas, cualquiera fuere su causa, haya o
no mora del deudor”.
La circunstancia de que, cuando se trata de resarcimientos
derivados de hechos ilícitos, el juez en la sentencia estima ciertos
rubros indemnizatorios a valores actuales —como suele decirse—, a
los fines de preservar en equidad el carácter resarcitorio de la
indemnización, no significa que se actualicen los montos reclamados

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en la demanda o se apliquen índices de depreciación monetaria. Tales


procedimientos de actualización están prohibidos, reitero, por las
leyes antes citadas. Y aunque pudiera argumentarse que, aun así, la
obligación de resarcir daños constituye una típica obligación de valor
que se liquida en dinero, según la clásica nomenclatura, existe
consenso –por lo menos a partir del dictado de la ley 23.928– que los
montos liquidados por quien reclama el resarcimiento en juicio,
constituyen parámetros que deben respetarse en acatamiento del
principio de congruencia, salvo lo que, en más o en menos, surja de la
prueba producida durante el proceso.
Voto, en consecuencia, por confirmar lo resuelto.
10. Síntesis. Si se comparte este voto, correspondería
confirmar la sentencia apelada en todo lo decidido que fue materia de
agravios. En ese caso, con las costas de esta instancia a cargo de la
aseguradora citada en garantía por aplicación del principio del
vencimiento (art. 68 Cód. Procesal).
Los Dres. Galmarini y Posse Saguier dijeron:
Si bien en anteriores oportunidades hemos hecho un
distingo para calcular la tasa de interés a aplicar, según la fecha de
determinación de los montos resarcitorios, un nuevo planteo de la
cuestión, ante la actual situación económica del país, nos lleva a
modificar el criterio que veníamos sosteniendo hasta el fallo dictado
por esta Sala el 14 de febrero de 2014 en los autos “Zacañino Loloir
Z. c/AYSA s/Daños y perjuicios” (Expte N° 16243/2010). En
consecuencia, entendemos que la tasa activa prevista en la doctrina
plenaria no representa un enriquecimiento indebido, pues de ningún
modo puede considerarse que ello implique una alteración del
significado económico del capital de condena.-.
Con esta aclaración, adherimos en su totalidad al voto del
Dr. Zannoni. Con lo que terminó el acto.

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17 EDUARDO A. ZANNONI.

16 JOSÉ LUIS GALMARINI

18 FERNANDO POSSE SAGUIER

//nos Aires, septiembre 10 de 2020.


Y VISTOS:
Por lo que resulta de la votación que instruye el Acuerdo
que antecede, se confirma la sentencia apelada en todo lo decidido
que fue materia de agravios. Con las costas de esta instancia a cargo
de la aseguradora citada en garantía por aplicación del principio del
vencimiento (art. 68 Cód. Procesal). Los honorarios profesionales
serán regulados una vez definidos los de la instancia anterior.
Notifíquese y devuélvase.

Fecha de firma: 11/09/2020


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