Está en la página 1de 15

UNIVERSIDAD DE NICARAGUA

UNIP-CAMPUS MANAGUA

MAESTRÍA EN PSICOLOGÍA CRIMINAL


MENCIÓN FORENSE

MÓDULO:
VICTIMOLOGIA
TEMA:
VICTIMAS OCULTAS
CATEDRÁTICA:
MSC.FARA LISSETH LOPEZ ESTRADA
MAESTRANTES:
KELIN LLALENY MURILLO CARRANZA

26 DE FEBRERO 2023

1
ÍNDICE

-INTRODUCCIÓN……………………………………………………………….…3

- VICTIMIZACIÓN OCULTA……………………………………………….…4

-MENORES VÍCTIMAS DE ABUSO SEXUAL………………………….…10

-VÍCTIMAS DE AGRESIÓN SEXUAL………………………………………11

- LAS VÍCTIMAS INVISIBLES DE LA VIOLENCIA DE GÉNERO….....……11


-TRATA DE PERSONAS: UN CRIMEN INVISIBLE DE HUELLAS
PROFUNDAS………………………………………………………………………12
-LA CIFRA NEGRA……………………………………………………..….……..13
-CONCLUSIONES……………………………………………………………..14

-BIBLIOGRAFÍA………………………………………………………………..15

2
INTRODUCCIÓN

En el presente informe damos a conocer cuáles son las victimas que


están ocultas o en silencio, y algunas que se encuentran en una lista
negra ya sea por falta de conocimiento de las autoridades policiales o
por falta de acción por parte de ellos, también aquellas a la que la
sociedad las obliga a callar por falta de atenciones, indiferencia al mal y
el dolor de los demás sin tener ningún tipo de conciencia.

3
VICTIMIZACIÓN OCULTA

o Delitos invisibles, que no se denuncian, no se esclarecen o no


quedan registrados en las estadísticas.
o Ausencia de registros, información y denuncias sobre los delitos.
o Invisibilidad, por diversas causas, de los delitos, las víctimas y
los riesgos de victimización.

De tercer grado o víctimas ocultas: Integran los equipos de respuesta ante la


emergencia, quienes se ven afectados por el peligro al que se exponen y por
el desgaste emocional y mental que supone tal situación

4
VICTIMA OCULTA
Cuando ocurre un evento traumático, se sabe que existen víctimas. Es algo de
conocimiento general. Lo que no muchos conocen, es que existen tipos de
víctimas. 
Las víctimas de primer grado son aquellas que sufren el impacto directo a través
de pérdidas materiales o daño físico. Las víctimas de segundo grado son
familiares o amigos de las víctimas de primer grado. Las víctimas de tercer
grado son aquellas que se conocen como las víctimas ocultas, ya que son los
integrantes de los equipos de primera respuesta, quienes atienden a las víctimas
anteriores. 
Las víctimas de cuarto grado corresponden a la comunidad que se ve afectada
como conjunto luego de un incidente y por último, las víctimas de quinto
grado son aquellas víctimas que se enteran de los sucesos a través de medios de
comunicación. Las víctimas de sexto grado son aquellas que no se encontraban
en el lugar de los acontecimientos por algún motivo. 
En este caso, me concentraré en las víctimas de tercer grado o víctimas ocultas. 
¿Por qué son víctimas ocultas? 
Esto es sencillo, se espera que las personas que atienden en estos casos críticos
y eventos traumáticos de gran impacto emocional no sean afectadas por dicho
evento y se comporten de manera eficaz. Mientras el resto de las víctimas se le
permite expresar el desequilibrio ocasionado por la situación, a este tipo de
personas no se les permite y es reprochado que exhiban dichos
comportamientos. 
El sufrimiento ajeno y la motivación para dedicarse a ayudar a otros puede proveer
de un sentido de vida a cualquier persona que se dedique a la atención a víctimas.
Esto incluye a los terapeutas. Sin embargo, es necesario reconocer que este tipo
de profesión puede ser un riesgo a la salud mental debido al efecto acumulativo de
dichos eventos e incidentes críticos tienen sobre la psique de una persona. Estas
situaciones pueden llevar al aumento del burn-out y el aumento de los síntomas de
la fatiga por compasión o desgaste por empatía, lo que puede llevar al profesional
a un desborde y a requerir de ayuda profesional especializada. 
Los profesionales que atienden víctimas, se encuentran en riesgo de
desestabilización y de padecer diferentes malestares debido a sus circunstancias.
Ellos se ven negativamente afectados o agravados por factores propios del
profesional, como lo sería su historia personal y experiencias previas, al igual que
factores propios de la situación o de las circunstancias vitales tras un incidente. 
En este caso, me gustaría concentrarme en lo más habitual en terapeutas o
profesionales de la salud mental. Los problemas más comunes que pueden
manifestar son estrés, burn-out, desgaste por empatía y fatiga por compasión. 

5
El estrés es un síntoma habitual, correspondiente a un proceso adaptativo ante
cualquier cambio que modifica la rutina cotidiana y provoca el síndrome general de
adaptación frente a una amenaza para el equilibrio del organismo. Esta respuesta
de estrés se da en tres fases. La primera, es la fase de alarma, donde el
organismo reacciona y sufre cambios fisiológicos o psicológicos. 

Se puede dar en dos partes, la fase de shock y la fase de contra-shock. La


primera se refiere a baja temperatura corporal, palpitaciones y distensión
muscular, entre otros. Mientras que la fase de contra-shock son descargas
hormonales que preparan al cuerpo para la lucha o huida, pupilas dilatadas,
aumento de presión sanguínea y frecuencia cardíaca. La segunda fase, es la fase
de resistencia o de adaptación a la situación estresante mediante procesos
cognitivos, fisiológicos, motores y emocionales. 

La última, es la fase de agotamiento, en donde una amenaza que se repite con


frecuencia o se mantiene mucho tiempo hace que los mecanismos de adaptación
dejen de ser eficientes y se produce una pérdida importante de las capacidades
fisiológicas.

El Burn-Out es un “síndrome de quemarse por el trabajo” que se caracteriza por


el cansancio emocional, despersonalización (un cambio de actitud hacia el trabajo
de manera impersonal y fría) y una menor realización persona (la propia
evaluación negativa de sí mismo) especialmente en individuos que trabajan en
contacto con clientes y usuarios.

En el caso del burn-out, existen algunas estrategias para afrontarlo de manera


tanto individual como grupal. Algunas estrategias individuales son: el
favorecimiento del entrenamiento en asertividad, olvidar los problemas laborales al
terminar el trabajo, hacer pequeños descansos y marcar metas factibles a
conseguir. Dentro de esta estrategia incluye delegar responsabilidades, no creerse
indispensable y solicitar ayuda cuando el trabajo es excesivo o no se está
preparado para afrontarlo y por último, compartir problemas, dudas y opiniones
con compañeros. 

6
De manera grupal, se pretende crear un apoyo social amplio y desarrollar grupos
informales donde se intenta reducir los sentimientos de soledad y agotamiento
emocional en los profesionales. Este tipo de estrategias mencionadas también
combaten el desgaste por empatía y el estrés traumático secundario o la fatiga de
compasión.

El estrés traumático secundario o fatiga por compasión es el resultado de la


exposición a las historias relatadas por las víctimas, unido a la empatía que se
experimenta hacia estos pacientes. Se observa en manifestaciones que giran en
torno a reacciones cognitivas, reacciones emocionales, reacciones motoras y
reacciones somáticas. Este es probamente uno de los padecimientos más
observados en terapeutas. Nuestra labor consiste, principalmente, en escuchar las
historias de los pacientes sobre sus experiencias de vida y los motivos por los
cuales asisten a terapia. 

Algunas historias pueden ser tragedias y otras historias simplemente pueden


afectar emocionalmente al terapeuta debido a su propio historial y experiencias de
vida. La empatía de un terapeuta es un arma de dos filos que debe utilizarse
adecuadamente. Mientras que pretendemos entender y comprender el dolor del
paciente para crear una relación terapéutica, no podemos experimentarlo de la
misma manera que el paciente y permitirnos, lo que coloquialmente se diría,
"ponernos a llorar con el paciente". 

La fatiga por compasión puede deberse a una falta de conciencia de sí mismo por
parte del terapeuta. Es importante que durante la práctica profesional estar al
pendiente de sus propias reacciones, emociones y pensamientos sobre lo que
escucha dentro del espacio clínico. De no estar en control de sí mismo, podría
afectar negativamente al paciente y padecer de este tipo de malestar.

Algunas consecuencias del estrés traumático secundario son la sintomatología


ligera como lo son los síntomas psicosomáticos leves, problemas en el sueño,
problemas de alimentación y cansancio. También pueden presentar conductas
evitativas como las prevenciones supletorias al igual que respuestas de estrés
postraumático como imágenes que se reviven después del incidente.

Otro problema común es el desgaste por empatía. La empatía consiste en


comprender las emociones que otra persona sufre y un fuerte deseo de aliviar el
dolor o resolver la causa de este sufrimiento. Sin embargo, esta empatía puede
ser negativa cuando el cuidado no logra distinguir entre su propia realidad y la del
enfermo, sintiéndose abrumado y desarrollando reacciones similares al enfermo.
Esto ocasiona un desgaste por empatía, que se caracteriza por la fatiga física y
mental e implica cansancio, pérdida de energía y vigor ante la tarea de ayudar a
las personas afectadas.

7
Es importante hacer mención que estas reacciones requieren de ayuda profesional
psicológica. Por ende, es necesario tomar en cuenta que al ver que existe un
malestar clínico que perjudique la capacidad para desenvolverse con normalidad,
existan cambios en el estado anímico notorios y cambios de conducta, así como
alucinaciones u otras alteraciones en los distintos ámbitos de la persona, se debe
pedir ayuda profesional.

En el caso de los profesionales de la salud mental, hablando específicamente de


los terapeutas, esta recomendación no es opcional. Recibir atención psicológica
es de gran importancia para el terapeuta y ayuda a mantener sus propias
reacciones y la contratransferencia bajo control. De igual manera, la atención
psicológica puede proveer una oportunidad de recibir una supervisión del trabajo
realizado con el paciente, garantizando la objetividad y eficacia del mismo.

Ir al psicólogo no es una ofensa y no significa nada malo. Que el psicólogo no


vaya al psicólogo, sí lo es. Conocemos mejor que nadie los beneficios de la
terapia y lo necesario que es para la salud mental. ¿Por qué no debería de ir?

En el caso de las crisis, con el personal de rescate, cuando exista resistencia a


abandonar el lugar donde se encuentran las víctimas al finalizar su turno,
frecuentes visitas a víctimas o llamadas telefónicas y sintomatología física similar
a las víctimas, es importar pedir el apoyo de un profesional de la psicología que
pueda atender dicha situación de manera adecuada.

Además del apoyo profesional psicológico, también existen estrategias para hacer
frente a estas dificultades. Una de las más conocidas es Debriefing, que consiste
en un método grupal que pretende ayudar a calmar y procesar los aspectos
emocionales mediante la educación preventiva y un proceso de apoyo. Es una
técnica que dura de 1 a 4 horas, con hasta 4 sesiones en grupos
semiestructurados de 6 a 15 personas, conducidos por hasta dos psicólogos luego
de un accidente. 

Este consiste en diversas fases, iniciando con la fase introductoria donde se


exponen las especificaciones de la dinámica, seguida por la fase conductual
donde se expone lo que los integrantes han hecho durante el incidente. Se
continúa con la fase cognitiva, donde explican lo que han pensado, y la fase
emocional, que explican sus emociones al momento del incidente. Luego, está la
fase educacional donde se explican las reacciones que pueden aparecer durante
los siguientes días y por último, la fase de reentrada, en donde se reitera el
ofrecimiento de ayuda o contacto individual.

Otra técnica es la de Defusing, que es un encuentro grupal semiestructurado y


breve (más breve que el debriefing) que consta de una sesión inmediata y una
sesión de seguimiento. Esta técnica promueve y facilita oportunidades de

8
ventilación y la reposición del profesional tras las horas de dedicación a la
situación crítica. Esta técnica motiva a los intervinientes afectados hacia el empleo
proactivo e inmediato de recursos psicológicos de afrontamiento al igual que a
identificar participantes que garanticen un funcionamiento autónomo básico y
participantes que necesiten apoyo adicional o enlace con otros recursos de ayuda.

Adicionalmente, existen estrategias para afrontar el estrés. Entre ellas estás


las técnicas para modificar la activación fisiológica, en donde se aprovecha la
conexión directa entre el cuerpo y la mente para aprender a reducir los niveles de
tensión psicológica a través de la relajación física, como lo son las técnicas de
relajación progresiva, el control de la respiración y otros. También están
las técnicas para modificar la activación cognitiva, en donde se busca cambiar
la forma de ver la situación, la percepción, la interpretación y la evaluación del
problema con técnicas como la reestructuración cognitiva, las auto-instrucciones y
la detención del pensamiento. Por último, están las técnicas para modificar la
activación motora, que buscan el autocontrol de las acciones a emprender con el
objetivo de disminuir los problemas de ejecución en el desempeño del trabajo.

También cabe mencionar que no solamente se cuentan con estas estrategias para
afrontar la situación y sus efectos secundarios, también existen otro tipo de
recursos disponibles para los profesionales de la emergencia.

Existen diversos sitios web dirigidos a este tipo de profesionales, web y foros de
emergencias al igual que otros recursos sociales. Los sistemas de Peer Support
son dispositivos formales de apoyo psicológico proporcionado por profesionales de
rol similar al personal afectado, formados y capacitados para la provisión de
primeros auxilios psicológicos.

También existen líneas de atención inmediata, que es un servicio que se puede


activar tras la ocurrencia de situaciones de alto impacto como accidentes con
múltiples víctimas o desastres en donde psicólogos especializados en intervención
en situaciones críticas proveen de apoyo y asesoramiento a las personas que
llaman.

MENORES VÍCTIMAS DE ABUSO


SEXUAL

El abuso sexual infantil no es sino una forma más de victimización en la infancia


(Echeburúa,2004). Parece existir cierto consenso en torno a la consideración del
maltrato
como toda acción u omisión, no accidental, que impide o pone en peligro la
seguridad de los menores de 18 años y la satisfacción de sus necesidades físicas

9
y psicológicas básicas (Palacios ,1998).Entre las formas más frecuentes de
maltrato encontramos: el abandono o la negligencia, mal-trato emocional, maltrato
físico, maltrato prenatal, mendicidad, corrupción, explotación laboral, síndrome de
Manchasen por poderes (se provoca en el menor síntomas físicos patológicos que
requieren hospitalización o tratamiento médico reiterado), maltrato institucional y,
por último, el abuso sexual, que no es más que un grave y especial tipo de
maltrato. Es importante señalar que frecuentemente la víctima sufre
combinaciones en las que se da más de un tipo de maltrato; por ello, los efectos
psicológicos producidos en el menor están referidos, como en los demás traumas,
a la situación de desamparo en que se encuentra el niño (Finkelhor, 1999 cit. en
Echeburúa, 2004) Según el Nacional Center o Child Abuse and Neglect (NCCAN),
el abuso sexual infantil con-prende
“los contactos e interacciones entre un niño y un adulto, cuando el adulto (agresor)
usa al niño para estimularse sexualmente él mismo, al niño o a otra persona. El
abuso sexual también puede ser cometido por una persona menor de 18 años,
cuando ésta es significativamente mayor que el niño (la víctima) o cuando (el
agresor) está en una posición de poder o control sobre otro menor.”
Existen dos conceptos claves siguiendo a López, Hernández y Carpintero (1995) a
la hora de definir qué es el abuso sexual infantil:1.
Coerción
: uso de la fuerza física, presión o engaño.2.
 Asimetría de edad 
: impide la libertad de decisión e imposibilita una actividad sexual consentida, ya
que los participantes tienen experiencias, grados de madurez y expectativas
diferentes. Teniendo en cuenta estos dos conceptos, Berlines y Elliot
(1996) definen el abuso sexual infantil como cualquier actividad sexual con un niño
en la que se emplee la fuerza o amenaza de utilizarla, con independencia de la
edad de los participantes, y cualquier contacto sexual entre un adul-tos y un niño,
con independencia de que haya engaño o de que el niño comprenda la naturaleza
sexual de la actividad. Puede incluir penetración, tocamientos o actos sexuales
que no impliquen contacto como la exposición o voyerismo.

VÍCTIMAS DE AGRESIÓN SEXUAL

No existe en principio ninguna característica específica que haga a la mujer


víctima de la agre-sión sexual, salvo su mera condición femenina. En comparación
con otros acontecimientos, la vio-lación es el delito más frecuente del que es
víctima la mujer (Koss, Gidycz y Wisniensky, 1987; Russell, 1984 cit. en
Echeburúa, 1995). Una de cada seis mujeres será víctima de una agresión sexual
a lo largo de su vida, de entre las cuales un alto porcentaje cree que podría ser
violada otra vez (Esbec, 2000). Pero a pesar de que, como mencionábamos, no
emerge ninguna característica específica que pueda convertir per se a una mujer

10
en víctima de este tipo de suceso, las víctimas de estos delitos presentan unas
características con una frecuencia relativa, que nos permite conocer algunas
características generales. La edad de la mujer es variable. Suele oscilar entre los
4 y 70 años, con dos picos en los grupos de menos de doce años y entre los 23 y
30 años. La víctima suele ser conocida por su agresor (50% de los casos) y
cuando no lo es, frecuentemente existen circunstancias que han podido favorecer
la victimización de algún modo (prostitución, salir sola por la noche y por lugares
solita-ríos,). Otros, autores como Echeburúa (2004), establecen el rango de edad
entre los 16 y los 30años por el mayor atractivo de esta edad, la mayor exposición
a situaciones de riesgo y una menor percepción del mismo que se refleja en la
mayor facilidad para establecer relaciones espontáneas, así como en la falta de
desconfianza respecto al entorno

Las víctimas invisibles de la Violencia de Género


Violencia familiar

El término violencia familiar hace referencia a cualquier forma de abuso, ya sea


físico, psicológico o sexual, que tiene lugar entre los miembros de una familia 2.
Como todo abuso, implica un desequilibrio de poder, y es ejercido desde el más
fuerte hacia el más débil con el fin último de conseguir un control sobre la relación.
Tradicionalmente, en nuestra sociedad, dentro de la estructura familiar jerárquica
actualmente predominante, los dos principales ejes de desequilibrio los han
constituido el género y la edad, siendo las mujeres, los niños y los ancianos las
principales víctimas de la violencia dentro de la familia.

Según diferentes estudios, se estima que en torno al 60-70% de los niños, niñas y
adolescentes que viven en hogares violentos son víctimas más o menos directas
de situaciones de maltrato. Asimismo, en los últimos diez años se han constatado
en nuestro país algunos datos realmente preocupantes entre los que cabe señalar,
a título de ejemplo, los dos siguientes. El primero hace referencia al hecho de que
se han contabilizado, al menos, 53 casos de niñas y niños asesinados por sus
progenitores varones. Dichos asesinatos, en la mayoría de los casos, tuvieron
lugar durante el cumplimiento del régimen de visitas establecido en la sentencia de
separación o divorcio. El segundo dato es el procedente del número de menores
de edad secuestrados por sus progenitores que no tienen su guarda y custodia y
que asciende a un total de, aproximadamente, 150.

TRATA DE PERSONAS: UN CRIMEN INVISIBLE DE HUELLAS


PROFUNDAS

Existen crímenes que dejan huellas profundas en la comunidad que los padece.
Uno de ellos es la trata de personas. Seguramente cada uno de nosotros puede
recordar el nombre de alguna mujer en nuestro país que desapareció para luego
ser identificada como víctima de trata. Las narraciones del drama de las víctimas y
la lucha de las familias permanecen con aquellos que las viven, incluso a través de
la prensa, e incitan emociones extremas como el miedo, la rabia y la impotencia.

11
¿Qué es la trata de personas?

La trata de personas es un delito. Ocurre cuando se captura y/o traslada a


personas para su explotación, a través de engaños, amenazas, uso de la fuerza,
abuso de poder o de una situación de vulnerabilidad. Las personas víctimas de
trata pueden ser obligadas a realizar trabajos forzados, a participar de actividades
delictivas, o también pueden ser víctimas de explotación sexual (este es el caso
para la gran mayoría de víctimas mujeres) e incluso de extracción de órganos.

Se estima que, en 2018, 2,5 millones de personas en el mundo fueron víctimas de


trata. Sin embargo, este es un tema con un amplio problema de sub-reporte. Los
expertos calculan que, por cada víctima identificada, hay por lo menos 20 más sin
identificar. La trata requiere de una respuesta contundente y coordinada entre
sectores y organizaciones públicas y entre los países de la región. 

¿Un problema doméstico o transfronterizo?

Muchos de nosotros confundimos la trata de personas con el tráfico de personas.


El tráfico de personas supone el tránsito ilícito de fronteras a cambio de un pago
monetario. Contrario a la percepción general, la trata de personas en la mayoría
de los casos no implica un tránsito internacional. Por el contrario, las víctimas
permanecen mayoritariamente en su país de origen. Esta tendencia se observa a
nivel global pero también en nuestra región. En Centroamérica y el Caribe, el 75%
de las víctimas es identificado en su propio país o en la misma subregión. En
Sudamérica, esta cifra asciende al 93%.

LA CIFRA NEGRA

Este silencio de la víctima implica el descubrimiento de conductas antisociales que


no llega al conocimiento de la policía, y que se ha bautizado como "cifra negra
policial" A tal fin, resulta interesante a la Victimología la investigación acerca del
sexo, edad, clase social, origen racial, profesión, religión, estado civil, familia,
parentesco, y las razones que llevaron a la víctima a no realizar la denuncia. Se
han realizado varios estudios con el fin de dilucidar los alcances y los porqués de
esta "cifra negra ".
CIFRA NEGRA RODRIGUEZ MANZANERA

12
("Victimización de una ciudad mexicana ", abril de 1981), quien realizó un estudio
en la ciudad de Jalapa, en el Estado de Veracruz, México. Con ayuda de alumnos
de distintas Universidades, se llevó a cabo una encuesta a 3000 personas, con los
fines de establecer la victimización oculta, o, por ende, de la "cifra negra" de la
criminalidad entre similar cantidad de mujeres y hombres. Así resultó que una de
cada dos personas fue víctima de un delito en 1988 (53,85%), lo que llamó la
atención al investigador debido a la alta tasa de hechos que no llegaron al
conocimiento de la justicia.

 LAS CONCLUSIONES FINALES REFLEJARON DATOS COMO LOS


SIGUIENTES:
42 % conocía a sus victimarios por su "cercanía victimal". 69 % de los victimarios
eran jóvenes menores de 25 años. 22,3 % denunció el delito.

Ello implica que aproximadamente 4 de cada 5 delitos quedan en la "cifra negra".


Los motivos que los llevan a no denunciar fueron: 44 % dijo "no se hace nada",
"es inútil", "sólo se pierde tiempo". 26 % consideró que "el hecho no valía la pena".
15 % tuvo "miedo a la venganza". 9,1 % tuvo "temor o vergüenza a la
investigación judicial".

Miedo a venganza por parte del autor del delito. Por considerar que la conducta
lesiva de la cual fue víctima no constituye delito o no es grave. Desconfianza en el
sistema judicial. Temor a perjudicar al autor cuando este es miembro de la familia.
La pérdida de tiempo e inconvenientes relacionados a la formulación de la
denuncia y los trámites judiciales posteriores.

Históricamente la Relatividad del Delito, la Cifra Negra de la Delincuencia, y los


Delitos de Cuello Blanco, surgen específicamente con la desacreditación de
los postulados de la Escuela Positiva o el Positivismo Criminológico, a quien
le hacen sombra.
Un delito de cuello blanco es uno cometido por una persona de estatus social
alto, posición social privilegiada, y/o que en el curso de su ocupación
transgrede la ley y el orden como cualquier individuo.

CONCLUSIONES

-del trabajo anterior se concluye que la violencia intrafamiliar con sus múltiples
expresiones se considera dañina y en la actualidad no se puede señalar con
exactitud cuánto afecta la salud psicológica, física, social y sexual de las
personas que la sufren.

13
-El silencio de la víctima deber ser estudiado desde una doble perspectiva, y en
este sentido comprende desde la falta de interposición de denuncia contra el
maltratador, hasta la negativa a declarar ante la autoridad judicial cuando es citada
para ello.
-El desvalorizar, culpabilizar, el control sobre el cuerpo y sobre los vínculos
de amistad, el control del dinero, acoso, la imposición de decisiones que
involucran a la pareja y la familia, son tipos de violencias invisibles, siendo estas
mucho más frecuentes que las violencias visibles

BIBLIOGRAFÍA
www.google.com
https://www.google.com/search?q=conclusi
%C3%B3n+de+las+v
%C3%ADctimas+ocultas&sxsrf=AJOqlzWwC9GiYJXmHGl3iVS

14
inGgLSjJAXA
%3A1677372041390&ei=iar6Y9q4F7XixgGlyre4Dw&oq=con
clusi%C3%B3n+de+una+v
%C3%ADctima+en+silencio&gs_lcp=Cgxnd3Mtd2l6LXNlcnA
QEkoECEEYAFAAWABgAGgAcAF4AIABAIgBAJIBAJgBAKABBg
&gs_ivs=1&sclient=gws-wiz-serp

15

También podría gustarte