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“PROTECCIÓN DE LA SALUD MENTAL EN SITUACIONES DE DESASTRES Y

EMERGENCIAS”

1. FICHA TÉCNICA

Título: Protección de la salud mental en situaciones de desastres y emergencias.


Serie Manuales y Guías sobre Desastres, Nº 1
Organización Panamericana de la Salud
Oficina Regional de la Organización Mundial de la Salud
Programa de Preparativos para Situaciones de Emergencia y Socorro en Casos de
Desastre
Programa de Salud Mental de la División de Promoción y Protección de la Salud
Washington, D.C., Agosto 2002

2. RESUMEN

El manual, que trataremos a continuación, se distribuye en los siguientes cuatro


capítulos:
1. Antecedentes y consideraciones generales
2. Lecciones aprendidas
3. Manifestaciones psicosociales y pautas generales de actuación
4. Hacia un plan de salud mental en situaciones de desastres

En el primer punto se da una visión general del tema. Comienza por acercarnos a
una definición lo más exacta posible sobre el término “emergencia”, así como los
diferentes tipos de emergencias y desde las diversas perspectivas.

En el contexto de este manual, se considera como emergencia una situación


catastrófica o desastre que se produce por un evento natural (terremoto, erupción
volcánica, huracán, deslave, grandes sequías, etc.), accidente tecnológico (ejemplo:
explosión en una industria) o directamente provocada por el hombre (conflicto armado,
ataque terrorista, accidentes por error humano, etc.) en la que se ve amenazada la vida
de las personas o su integridad física y/o se producen muertes, lesiones, destrucción y
pérdidas materiales, así como sufrimiento humano. Por lo general, se sobrecargan los
recursos locales, que se tornan insuficientes, y quedan amenazadas la seguridad y
funcionamiento normal de la comunidad.

El termino “Salud mental” utilizado en el manual implica las diferentes facetas del
proceso salud-enfermedad con sus aspectos sociales que tanto influyen en el bienestar
de la población. Es decir la enfermedad, las manifestaciones emocionales como la
aflicción, que pueden considerarse normales, las conductas problemáticas o
desadaptadas (como la violencia y el consumo de sustancias) y el conjunto de la
dinámica psicosocial individual y colectiva que se desarrolla en situaciones de
emergencias. También hace referencia a la prestación de servicios que se ejecutan en lo
preventivo, promoción, atención, tratamiento y rehabilitación.
En cuanto al término “Psicosocial” se ha usado más para significar la dinámica y
la gama de problemas y manifestaciones psicológicas y sociales que aparecen en
situaciones de desastres y algunos autores e instituciones lo refieren básicamente a lo no
patológico, desde una visión humanística, más que sanitarista.

Brevemente se tratan las siguientes cuestiones: Desastres naturales, Violencia y


sus efectos psicosociales, Terrorismo y Vulnerabilidad psicosocial.

El desarrollo de programas de salud mental es tratado en el segundo punto,


resumiendo las principales tendencias en los campos de la salud mental y las
emergencias que sustentan, en gran medida, los enfoques del manual. Se desarrollan los
siguientes tres apartados:

a) Preparativos del sector salud para la protección de la salud mental en


situaciones de desastres y emergencias.
b) Manifestaciones psicosociales más frecuentes en los desastres naturales y
conflictos sociales.
c) Mitos y realidades.

En cada uno de los apartados se introducen casos reales que ayudan a tener una
visión más real y cercana del tema tratado.

En el tercer capítulo se recogen las manifestaciones psicosociales y las pautas


generales de actuación en situaciones de desastre. Se realiza un análisis sobre las
reacciones no patológicas y los trastornos psíquicos más frecuentes ante eventos
traumáticos, sus manifestaciones, recomendaciones así como los criterios generales para
la remisión a un especialista, uso de medicamentos y hospitalización.

En lo referente a las reacciones no patológicas ante eventos traumáticos en


personas adultas, se manifiesta que ante una situación anormal -como los desastres-
ciertos sentimientos y reacciones son frecuentes. También queda claro que la exposición
a eventos traumáticos debe producir un mayor nivel de tensión y angustia en las
personas, así como que el recuerdo de lo sucedido será parte de la vida de las víctimas y
no se borrará de su memoria. Pero se ha demostrado que sólo algunos sujetos
experimentarán problemas más serios o duraderos que podrán calificarse como
psicopatología. La gran mayoría no sufre en ese momento de ninguna enfermedad
mental, sólo están experimentando reacciones esperadas ante un suceso vital
significativo. Sin embargo, las respuestas institucionales más frecuentes están basadas
en la atención psiquiátrica individual y sirven sólo a un número muy reducido de las
personas afectadas. Se ha demostrado que si existe una rápida y adecuada intervención
psicosocial estas reacciones pueden disminuir y los sujetos volver al funcionamiento
normal.
Los trastornos psíquicos más frecuentes en situaciones de emergencias, son de
tipo depresivo y de ansiedad, así como los trastornos por estrés agudo y por estrés
postraumático.

Los criterios para la remisión a un especialista (psicólogo o médico psiquiatra)


son:
- Síntomas persistentes y/o agravados que no se han aliviado con las medidas
iniciales. Un tiempo promedio sugerido en los cuadros depresivos y ansiosos es
de tres meses, aunque esto puede variar de acuerdo con otros factores
adicionales.
- Intensidad del cuadro que genera gran sufrimiento.
- Dificultades marcadas en la vida familiar, laboral o social.
- Riesgo de complicaciones, en especial el suicidio.
- Problemas coexistentes como alcoholismo u otras adicciones.
- Las psicosis y el trastorno por estrés postraumático son trastornos psiquiátricos
severos que, por lo general, requieren de atención especializada.

El uso de medicamentos debe ser restringido a los casos estrictamente necesarios


y solos prescritos por facultativos. No es recomendable el uso indiscriminado y
frecuente de ansiolíticos y antidepresivos, ya que pueden tener riesgos adicionales como
la adicción a las mismas.
En este mismo capítulo también se recoge los problemas psicosociales generados
en la población infantil y juvenil así como las pautas de intervención a llevar a cabo
durante los momentos de crisis. Para finalizar se tratan las ventajas y las pautas del
trabajo en grupo.

En el último capítulo del manual se recogen las consideraciones generales para


preparar un plan de salud mental en situaciones de desastres y emergencias.

3. VALORACIONES

Tal y como se resalta en el manual, afortunadamente, en los últimos años, se ha


comenzado a prestar atención al componente psicosocial, que siempre está presente en
estas tragedias humanas, pero dimensionando lo psicosocial en un sentido amplio que
abarca no solo la enfermedad psíquica, sino también otra gama de problemas como la
aflicción, el duelo, las conductas violentas y el consumo excesivo de sustancias
adictivas. La respuesta ante situaciones de desastre y emergencia debe de ser, pues, una
respuesta integral que contemple las necesidades físicas, psicológicas y sociales.

Durante la lectura del manual, una de las partes con las que más he conectado ha
sido la referente a la utilidad de los grupos para generar confianza y crear espacios de
intercambio de experiencias, expresión de sentimientos y búsqueda de alternativas de
afrontamiento. Los procesos grupales pueden ser de una gran riqueza terapéutica, ya
que, entre otros muchos beneficios, te permite facilitar la exteriorización y
reconocimiento de las emociones, favorece un aprendizaje interpersonal, ofrece una
apertura a diferentes formas de pensamiento y fomenta un espíritu solidario.
Es muy importante no ver solo al grupo sólo como una forma de "juntarse para hacer
catarsis" (si bien tiene mucho de terapéutico en el sentido de aprendizaje y de modificar
conductas). En el grupo sus miembros comparten tiempo y espacio, van sosteniendo o
reparando su identidad perdida o mellada, potenciando la solidaridad ante la crisis, así
como removiendo obstáculos emocionales y de conocimiento.

Las principales líneas de acción para llevar a cabo el Plan de Salud Mental me han
resultado prácticas y de vital importancia. Uno de los aspectos que destacaría seria el
aumento del nivel de resolutividad psicosocial en los trabajadores que actúan en
primera línea de contacto con la población (trabajadores de la atención primaria en
salud, maestros en las escuelas, voluntarios, personal socorrista y de ayuda humanitaria,
agentes comunitarios) ya que, por lo general, constituyen la primera ayuda psicológica
en el período crítico. Una de las líneas de actuación contiene un punto que considero
clave, favorecer la organización comunitaria y la participación de la población como
entes activos y no sólo como receptores pasivos de ayuda, en otras palabras, convertir a
la gente en protagonistas de su propia recuperación y la de otros. Trabajar en esto nos
podría aportar múltiples beneficios, para empezar cambia el rol de victima que
enlentece y perjudica al proceso de recuperación.

El resto de las actuaciones también son vital importancia, seguramente mayor que
la de algunos de los puntos que yo he comentado. Soy consciente de que la elección del
material de mis comentarios viene desde el apasionamiento que me produce la parte
más psicológica o humanista de los temas a tratar.

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