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Publicado en INFORMACIONES PSIQUIÁTRICAS Nº126-127/Trims.4º,1991/1º,1992 .

Barcelona.

A TRAVÉS DEL ESPEJO MÁGICO

IRENE HENCHE ZABALA Psicóloga – Psicodramatista. Madrid

RESUMEN

E l trabajo examina las características deseables de personalidad en un psicodramatista


infantil.

ABSTRACT

This paper examines the desirable personal ity features for the psychodramatist working with
children.

EL MARCO TEÓRICO

Esta comunicación es el fruto de algunas reflexiones acerca de mi trabajo en Psicodrama


Infantil dentro del ámbito de la escuela.
Me sitúo en un marco conceptual que intenta sintetizar las aportaciones de la Teoría de la
Comunicación y de los Sistemas y el Psicodrama.
Según este marco, lo terapéutico tiene lugar en una situación de comunicación en la que el
terapeuta es una parte del sistema relacional que se configura, sea éste un grupo o una díada.
Dentro de este sistema relacional, existe, por definición, una relación de complementariedad,
en la que el terapeuta ocupa la posición primaria superior, y el grupo o sujeto, ocupa la
posición secundaria inferior.
Esta relación de complementariedad va a servir como recreación de aquellas otras relacio nes de
complementariedad básicas, a través de las cuales el niño ha ido configurando su iden tidad.
En la interacción con las figuras significativas de referencia (padres, familia, maestros...),
constituye la definición de sí mismo a imagen de la que le dan sus complementarios significa -
tivos.
Unida a este proceso, tiene lugar la construcción de la propia imagen (la autopercepción), y la
de su relación original con la realidad, es decir, el significado profundo que el niño otorga a la
vida.
Este proceso de diferenciación tiene lugar en la relación con los tú significativos, cuya repre-
sentación puede ser interiorizada y formar el núcleo del sí mismo. Al mismo tiempo que el niño
realiza esta diferenciación, tiene lugar la construcción del tú y también del mundo, como
pertenecientes al no yo, y por consiguiente de su relación básica con el otro y, en última ins-
tancia, su relación original con la realidad.
Cuando la autopercepción es el resultado de múltiples rechazos o desconfirmaciones, la con -
figuración del significado resulta dañada¹.
El cambio terapéutico consiste en modificar la autopercepción así como la relación del niño
con la realidad, abriendo nuevas alternativas².
Esta modificación de la autopercepción y del significado, se produce, en buena medida, en la
interacción con el psicodramatista, que favorece la reconstrucción de la identidad, mediante las
nuevas definiciones del sí mismo que el terapeuta propone al niño en el marco de la relación
terapéutica.
Este proceso está ligado a la relación del propio psicodramatista con la realidad, es decir, su
concepción del mundo, su postura existencial.

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Los efectos que emanan de este ámbito poseen un poderoso influjo en la


comunicación humana. Nos situamos en el área de la empatía, donde tiene
lugar el cambio terapéutico³.
La filosofía de la vida del psicodramatista va a proyectarse también en
el área relacionada con su trabajo terapéutico. Sus creencias y supues tos
van a influir de manera determinante, aunque sutil, en los procesos y
resultados que va a posibilitar.
Existirá una variación considerable según si entiende los conflictos del
niño como expresión de dificultades en su proceso de individuación, dentro
de los sistemas de que forma parte, o como trastornos intrapsíquicos,
propios de una personalidad patológica.
Será diferente que considere lo terapéutico como una intervención
imparcial para conseguir la curación, o como una mediación empática,
favorecedora de la autoexpresión y de la experiencia correctiva, a través de
la espontaneidad, la propia y la del niño y/o grupo.
Con esta concepción abierta, se posibilita la puesta en movimiento de
la capacidad genuina en el ser humano de crecimiento y autoestima, tan
enorme en la infancia.
Así, la intervención psicodramática tiene un carácter terapéutico y
también preventivo.

EL NIÑO INTERNO DEL PSICODRAMATISTA INFANTIL

De la misma manera que la relación padre-hijo recrea la del padre con


sus propios padres, y por consiguiente hace aflorar su propia niñez, su parte
de hijo; así la del terapeuta que trabaja con niños, evoca y desvela el ámbito
de su propia niñez.
Quisiera detenerme en dos consideraciones:
- La unidad psicológica básica es el rol, que se genera en la interacción, el
vínculo.
A través del vínculo, el niño configura su identidad y se desarrolla
tanto desde el punto de vista cognitivo, como afectivo.
- Existe un ámbito dentro del proceso de cons trucción del sí mismo, unido al
juego y a la creatividad, que confiere sentido global al crecimiento, y por
consiguiente a la vida.
El desarrollo y potenciación de este espacio -que según WINNICOTT
tiene vinculación directa con la calidad y cantidad de la formación de un
ambiente lo suficientemente bueno en las primeras etapas de la
experiencia vital de cada bebé- está unido a la calidad y riqueza que el
ambiente ofrece al individuo.

Teniendo en cuenta las ideas antes citadas, destaco como factor


fundamental en esa calidad de la experiencia, el desarrollo de la creatividad
en el psicodramatista; pues solamente puede facilitar el crecimiento,
partiendo de ese potencial propio.
Dicho potencial se encuentra ligado, en última instancia, a la escena
primigenia del psicodramatista, siendo más espontáneo y genuino cuanto
más esta escena primigenia esté basada en el amor 4, o cuanto mejor sea el
ambiente afectivo que la madre ofrece al niño en ese trán sito de la
subjetividad pura a la relación de objeto 5.
Se podría concluir, por tanto, que la intervención del psicodramatista
sólo podrá posibilitar una auténtica rematrización en el amor o la
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confirmación, si su propia identidad está configurada o rematrizada de ese


modo.
Lo terapéutico se produce, por tanto, a través del juego, en el que se
posibilita el verdadero protagonismo del niño, así como las condiciones de
contención adecuadas para poder jugar. Así, el niño puede mirarse en el
espejo del psicodramatista y/o del grupo, y verse de nuevo, viéndose a sí
mismo6.

EL CASO DE LILIANA

Deseo narrar un momento especialmente significativo en la evolución


de esta niña, en el que, a mi entender se produce un cambio cualitati vo, que
puede ejemplificar los aspectos analizados anteriormente.
Liliana es una niña de nueve años de edad, diagnosticada de psicótica
por el Servicio de Orientación Escolar, que presentaba estas carac terísticas
en el momento de ser realizado dicho diagnóstico, contando la niña seis
años de edad:

- Un aislamiento total en el plano relacional dentro de su grupo de clase.


- Importantes trastornos de conducta.
- Un grave retraso en todas las áreas de aprendizaje escolar, no
relacionado con su capacidad intelectual normal.
- Una confusión entre fantasía y realidad.

Estas características, que ya se habían manifestado con menor


intensidad, se acentuaron enormemente en el momento de ser evaluada,
coincidiendo con la muerte de su hermano mayor.
Consideramos adecuado incluir a la niña en uno de los grupos de
Psicodrama Infantil que estamos llevando en la escuela.
Gracias a esta intervención, la niña empezó a mejorar muy pronto, a
pesar de lo cual, han sido necesarios dos cursos de tratamiento para llegar
al momento al que me voy a referir más adelante.
La mejoría inicial se manifestó en los siguientes aspectos:
- El establecimiento de relación con un niño de su grupo de clase y
posteriormente con un subgrupo reducido.
- La participación activa de la niña tanto en el grupo de dramatización
como en las actividades de clase más motivadoras para ella, relacio nadas
con las áreas de expresión.
- La diferenciación entre fantasía y realidad.
- Mayor autonomía y autocontrol.

En este período, a través del material que Liliana aportaba al grupo,


se aprecia:
- La necesidad de simbiosis con una figura ma terna al mismo tiempo que
el miedo a ser devorada por ella.
- La fantasía de muerte como posibilidad de renacimiento y la amenaza de
muerte como aniquilación.

Considero que Liliana pudo expresar estos contenidos gracias al


continente positivo de la matriz grupal.

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Sin embargo, su rendimiento escolar seguía siendo muy bajo,


manifestándose en su incapacidad para aprender a leer y escribir, pese a
encontrarse en segundo curso de EGB tras haber repetido primero.
A finales del primer trimestre de este curso (Segundo de EGB), Liliana
propone dramatizar la siguiente escena:

ESCENA MANIFIESTA

Geppeto ha construido a Pinocho de madera. Al verlo tan bonito,


expresa que le gustaría que fuese de verdad. Es de noche y Geppeto se
va a dormir. En mitad de la noche, llega un hada que, con su varita
mágica, da vida a Pinocho. Cuando Geppeto se levanta, se pone muy con -
tento al verle y los dos se abrazan.
En la casa había también otros muñecos: un soldadito de plomo, una
bailarina, un gato y dos muñecas de trapo. Pinocho era el preferido. Al
final, por deseo de Pinocho, todos los demás muñecos cobran vida.

Es importante destacar que Liliana elige el personaje de Pinocho y


da a la psicodramatista el papel de hada.
La dramatización se desarrolla en un clima especialmente intenso y
trascendente, en el que la acción fluye de una manera suave y armoniosa.
Cuando el hada da vida a Pinocho, Liliana, ésta despierta como de
un sueño profundo y se mira a sí misma, lentamente, llena de sorpresa y
felicidad.
Se da cuenta de que se puede mover ella sola y de que puede andar,
entonces comienza a explorar la habitación.
En un momento de la dramatización, Liliana siente la necesidad de
que los otros muñecos cobren vida también.
El hada da vida a los muñecos y Pinocho- Liliana va relacionándose
con ellos de manera diferenciada.

Esta dramatización está expresando de manera condensada el


cambio y la rematrización de Liliana.
Liliana es capaz de volver a nacer a la vida, con ayuda del hada
(madre adoptiva, matriz de identidad positiva). En ese espacio, puede con -
figurar una nueva identidad y recrear el mundo y el tú (los otros muñecos),
que también cobran vida.
El mundo se ha vuelto algo coloreado y vivo, y por tanto significativo
para ella. Es el mundo que Liliana ha creado y es también el mundo que su
madre le había creado (rematrización en la confirmación).
Un dato que me parece muy importante destacar es el de que la niña
empieza a mostrar interés por la lectoescritura a partir de ese momento.
En estos momentos Liliana está aprendien do, con satisfacción
propia y de su maestra, a leer y escribir.
Este aprendizaje puede producirse porque se ha dado un proceso
de simbolización en ella que le permite transitar a través del puente de
sus símbolos personales, que han cobrado signifi cado, hacia otros
símbolos consensuales (los signos lingüísticos), a los que a partir de ese
momento, puede investir también de sus significados.

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ALGUNAS CONSIDERACIONES

Dentro de las características de personalidad del


psicodramatista, destaco aquellas que se re fieren a su postura
existencial, sus valores, su manera de estar en el mundo.
Considero que estos aspectos ejercen un importante influjo en
los procesos y resultados que posibilita en su práctica terapéutica con
niños.
La persona del psicodramatista es, en la ex periencia
psicodramática, entendida como posibilidad de reestructuración del sí
mismo y de transformación del significado, un elemento esencial
dentro de todo aquello que podemos considerar la creación de un
ambiente lo suficientemente bueno, en el que pueda tener lugar el
crecimiento psicoafectivo.
Dando un valor importantísimo a la forma ción técnica y teórica, se
podría afirmar que el cambio terapéutico en la práctica psicodramática
infantil está muy unido a:

- La creatividad y capacidad de juego del psico dramatista.


- El contacto con el propio niño interno, en cuan to a la capacidad de
recreación de la realidad.
- Unas expectativas abiertas y de confianza bá sica en las
posibilidades de crecimiento y autoexpresión en el niño.
- Un marco de intervención sistémico y flexible, basado en el cambio
a través de lo relacional: intervención en tele y con el protagonista.

CITAS

Los párrafos que aparecen a continuación forman parte de libros


citados en la bibliografía.

(1)«O puede aceptar (confirmar) la definición que P da de sí mismo. En


nuestra opinión, esta confirmación por parte de O de la visión que P
tiene de sí mismo es probablemente el factor que más pesa en el
desarrollo y la estabilidad mentales de los que hemos podido detectar
hasta el presente a partir de nuestros estudios so bre comunicación.»
WATZLAWICK, P

(2)«Dice MORENO: La catarsis de integración es engendrada por la


visión de un nuevo universo y por la posibilidad de un nuevo creci -
miento.»
ROJAS BERMUDEZ, J. G.

(3)«Este cuarto nivel parece estar muy cerca de los límites de la mente
humana... Creemos que ésta es el área de la intuición y de la empatía...
y por cierto, el área donde tiene lugar el cam bio terapéutico.»
WATZLAWICK, P

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© Irene Henche, 1992 pág.5 de 6
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(4)«Si en la escena primigenia ha predominado el componente AMOR y


el yo-auxiliar madre, que aparece progresivamente distanciado y en -
frentado, persiste en una actitud emocional amorosa, la resultante
dialéctica no es un freno al crecimiento; lo satánico no tiene fuerza opo -
nente, y la base de identidad creada en la esce na primigenia, impulsada
por el hambre de actos, juega con el nuevo rol que encuentra frente a sí
mismo para crear la nueva escena con dos protagonistas cada vez
mejor diferenciados.»
POBLACIÓN KNAPPE, P.

(5)«Al ser humano le preocupa, desde su nacimiento, el problema de la


relación entre lo que se percibe en forma objetiva y lo que se conci be
de modo subjetivo, y en la solución de este problema no hay salud para
el ser humano que no fue iniciado lo bastante bien por la madre.»
WINNICOTT, D. W:

(6)«¿Qué ve el bebé cuando mira el rostro de la madre? Yo sugiero que,


por lo general, se ve a sí mismo. En otras palabras, la madre lo mira y
lo que ella parece se relaciona con lo que ve en él...
Pero muchos bebés tienen una larga experiencia de no recibir de
vuelta lo que dan. Miran y no se ven a sí mismos.»
WINNICOTT, D. W.

BIBLIOGRAFÍA

AJURIAGUERRA, D E J . : Manual de Psiquiatría Infantil. Editorial Masson,


Barcelona, 1983.
BOSZORMENYI-NAGY, l. y SPARK, G-: Lealtades invisibles. Editorial
Amorrortu, Buenos Aires, 1983.
FREUD, S.: Psicoanálisis del Arte. Alianza Editorial, Madrid, B973.
MORENO, J. L.: Psicodrama. Editorial Paidós, Buenos Aires.
MORENO, J. L.: Psicoterapia de grupo y Psicodrama. Fondo de Cultura
Económica, México, 1979.
POBLACIÓN KNAPPE, P.: La escena primigenia y el proceso diabólico.
Revista Encuentro. Boletín del Instituto de Técnicas de Grupo y
Psicodrama, octubre, 1985.
ROJAS BERMÚDEZ, J. G.: Qué es el Psicodrama. Editorial Celcius, Buenos
Aires, 1984.
WATZLAWICK, P. y otros: Teoría de la Comunicación humana. Editorial
Herder. Barcelona, 1983.
WINNICOTT, D . W . : Realidad y juego. Editorial Gedisa, Barcelona, 1979.

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© Irene Henche, 1992 pág.6 de 6

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