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COMO ESCRIBIR UNA NOVELA, y no morir en


el intento

Escrito por: Juan Carlos Sánchez Clemares


COMO ESCRIBIR UNA NOVELA, y no morir en el intento

PRESENTACIÓN
Hola, mi nombre es Juan Carlos y soy escritor. Escritor profesional,
puesto que he escrito muchas novelas, cuentos cortos y relatos y he
publicado varios libros y cobrado por ello. Es lo que entendemos como
escritor profesional, ¿verdad? Al menos para los profanos en la materia,
porque, entre tú y yo, escritor profesional es aquel que un buen día, sin
saber porque, le entra en la cabeza que lo suyo es escribir historias y que los
demás las lean. No importa que se publique o no, o que te paguen por tus
obras, lo que importa es la dedicación, las ganas, el esfuerzo y los
sacrificios que hagas para plasmar en letras las ideas e historias que rondan
por tu cabeza. Si eres de los que dedicas cierto tiempo regular a escribir, de
los que se ponen delante del papel o la pantalla de ordenador y se pone a
escribir aún sin cobrar por ello, sin que se tenga posibilidad de publicar,
simplemente porque te gusta, lo anhelas y deseas que se propague a los
cuatro vientos, entonces, querido lector (o lectora y de aquí en adelante
utilizaremos el nombre genérico tanto para lector como para escritor) eres
un escritor profesional.
Dejando esto muy claro, has de tener en cuenta lo siguiente: si
decides ser escritor, debes serlo a pesar de sus consecuencias y debiendo
llegar hasta el final. Los escritores somos cuenta-cuentos, narradores de
historias. No importa que se escriba sobre guerras, héroes, romances,
historia, matemáticas, erotismo, aventura…, lo que importa es que lo que
escribas se comparta con el resto de los mortales, porque si un escritor no
escribe para los demás entonces no es escritor. Entendámonos, cualquiera
puede escribir: la lista de la compra, la lista de las venganzas por cumplir, la
de amantes que nos han abandonado por no ganar dinero, rellenar un
cuestionario, una carta a un amigo, un e-mail a un alma gemela…, pero
escribir no convierte a una persona en escritor. Lo que le convierte en
escritor es que sepa plasmar historias y las comparta en forma de novela,
cuento, relato, etc. Los autores tenemos una función: narrar historias. Y un
público ansioso de pasar momentos de su vida soñando y aprendiendo con
esas historias: los lectores.
Puedes elegir qué historia narrar, pero no puedes elegir guardártela,
porque entonces no serías un escritor, sino otra cosa. También puedes elegir
el método para narrar tu historia. Puede ser en forma de novela, relato corto,
guión de cine o de cómic, a través de la música, de viva voz, en imágenes,
en fotografías, pinturas… Hay muchas maneras de contar historias, pero
nos vamos a ceñir en contar historias a través de la escritura, en concreto, a
través de novelas o relatos cortos. Tanto el guión de cine como el de cómic
tienen mucha semejanza con escribir novelas, pero también diferencias que
hacen que cada medio de propagación de historias tenga sus propias
técnicas, trucos y experiencias únicas. No obstante, los inicios son los
mismos. Tanto si deseas escribir una novela como un guión de cine, lo aquí
plasmado en este, podemos llamarlo curso aunque yo prefiero llamarlo
compartir experiencia, te puede servir.

¿QUÉ VAMOS A ENCONTRARNOS POR AQUÍ?

A través de diferentes capítulos, que irán saliendo de forma sucesiva


en el blog, iremos explorando las diferentes facetas de la creación de una
novela, desde la chispa vital que se enciende en nuestra imaginación que da
forma a la obra, hasta la manera en que se plasma en el papel, pasando por
sencillas técnicas que harán que lo que escribamos tenga mayor calidad, la
recreación de situaciones, lugares, emociones, personajes, diálogos y hasta
que tenemos que tener en cuenta a la hora de ponernos a escribir y como
conseguir que nos publiquen la obra. No se trata de imponerte nada, ni de
obligarte a tener mi estilo narrativo, sino que esto, al fin y al cabo, es una
serie de consejos que decido compartir contigo, compañero escritor, y de la
experiencia adquirida por mi a través de mis años como autor. Muchas
veces, en el pasado, y todavía me ocurre, me sentí amargado y triste porque
no podía acudir a nadie en busca de ayuda, de consejos que me hicieran
mejorar en mi faceta de escritor. ¿Cómo mejorar mi estilo, de que manera
puedo enriquecer mi obra, como crear personajes creíbles y atrayentes? Hoy
en día existen multitud de obras que sirven como guía, con las técnicas
adecuadas, pero antaño no era así. Por otro lado, la inmensa mayoría de
estos libros guías y de auto-ayuda suelen ser fríos, o escritos de manera
pretenciosa, que no logran conectar con el escritor novel o quien desea
empezar en este difícil mundo; y no en pocas ocasiones imponen de qué
forma debes escribir, o sea, la del autor del libro guía.
A través de mi experiencia compartida pretendo ayudarte a dar los
primeros pasos como escritor, a que superes las primeras e inevitables
barreras con las que te vas a encontrar y a que tengas una referencia que te
impulse a conseguir que escribir sea un placer, no un calvario. Llegará un
momento en que mis consejos y ayudas ya no te sirvan, porque habrás
evolucionado como escritor, habrás encontrado tu propio estilo, tus propias
técnicas y la música de las palabras fluirán de tu mente y corazón de forma
sencilla, natural y artística. A través de un estilo ameno y directo espero que
mi obra te pueda servir.
De igual modo, huiré de las llamadas “técnicas muy técnicas”, que
puede significar que aquí no encontrarás ecuaciones complicadas ni
términos pretenciosos ni grandilocuentes como suele ocurrir en otros libros
al uso. No emplearé tiempo ni palabras (que son preciosas) en intentar
explicar que una buena novela está dividida en varias partes, ni que tienes
que madurar el argumento a partir del tercio de la novela y meter por X o Y
tal y cual técnica en tal y cual párrafo. Aquí vamos a tratar las cosas como
son y al natural, con ejemplos claros y un lenguaje que cualquiera puede
comprender. No te dejes engañar por los tópicos que muchos suelen blandir
como dogmas absolutos.
Lo que tienes que tener en cuenta es que escribir es como componer
música, las palabras deben estar escritas correctamente, respetando las
reglas de la gramática y el juego que tu mismo impongas. A no ser que en
una obra quieras especificar que tal estilo es a propósito, siempre debes
intentar que el lector cuando lea lo haga de manera fluida, amena y musical.
Por ejemplo:

“yo querer eso, mi volver loco si no tener”

Si estamos viendo una película del Oeste de John Wayne y John


Houston quizás pensemos que un indio navajo está hablando y pide algo.
En ese contexto la frase puede valer, pero si estamos escribiendo una obra
donde un protagonista ama a una persona que no le corresponde y su amor
no correspondido se convierte en obsesión, entonces algo falla. Las palabras
no fluyen adecuadamente, no están escritas de forma correcta, la frase
puede decir mucho y nada. Quizás sea más adecuado, entonces, escribirla
así:

“si no tengo lo que tanto anhelo, me volveré loco de amor”

Ahora ya nos suena un poco mejor, aunque sacada fuera de contexto


la frase podría significar cualquier cosa, pero, al igual que una nota musical,
cada palabra, frase y párrafo debe estar colocado en su sitio justo para que
la obra se convierta en una pieza musical, en una historia.
Tampoco te voy a dar lecciones de gramática, sería muy pretencioso
por mi parte, pues no soy la persona adecuada para ello, aunque sí puedo
aconsejarte sobre ciertas cosas. Y tampoco exigiré que lo que yo diga sea la
única verdad absoluta. Debes tomar la obra como un gran consejo que un
amigo le diría a otro. Si ya estás dispuesto, vamos a adentrarnos en la
aventura de escribir juntos, a ver hasta donde llegamos.
CAPÍTULO 1
¿HAY ALGÚN REQUISITO PARA SER ESCRITOR?

Antes de empezar a trabajar en el desarrollo de la novela, vamos a


conversar un poco sobre que se necesita para ser escritor y la preparación
necesaria que todo autor debe poseer antes de dedicarse a narrar historias.
Por supuesto, si lo consideras superfluo, puedes obviar estos apartados e ir
directamente a lo que te interesa. Pero si eres novel y además curioso, de
mente abierta y siempre dispuesta a aprender, entonces sigue conmigo un
rato más y deja que comparta contigo estos momentos.
No todo el mundo sirve para ser escritor. Es una verdad que se tiene
que aceptar. Como he explicado antes, el escribir no te convierte en escritor,
como aporrear un trozo de mármol con un martillo no te convierte en
escultor. Una de las lecciones más importantes que te da la Vida, y que si
eres sabio la aceptarás, es que uno tiene limitaciones y debe aceptarlas.
Empeñarse en intentar ser el mejor en algo para lo que no sirves es
desperdiciar tiempo, ilusión y ganas, además de convertirte en una persona
amargada, triste y sin sentido. Quizás no valgas para escritor, pero puedes
destacar en otras cosas.
Mas si ya has aceptado que lo tuyo es contar historias, y encima te
atrae el mundo de la literatura y ves que no se te da tan mal el escribir,
entonces ya tienes lo que necesitas para ser escritor. El mayor requisito para
ser escritor es tener imaginación. La imaginación es un don de Dios, no se
sabe, por mucho que nos intenten vender lo de la herencia genética, porque
algunas personas son más imaginativas que otras. Si naces con una mente
imaginativa tienes una mente creadora. Eres un diamante en bruto, sólo
hace falta pulirte. Este es el primer requisito, pero si encima se añade la
curiosidad, la intuición y la ambición entonces ten por seguro que tienes
todo lo necesario para convertirte en autor.
O casi, porque solamente con imaginación uno no llega a
convertirse en escritor (se tenga éxito o no). Además de tener el Don hay
que trabajarlo, como hay que trabajar la mente, educar la inteligencia para
saber explotar al máximo tu imaginación. Existen muchas personas
imaginativas, pero por no saber pulir la técnica, por no trabajar lo suficiente
ni educar la inteligencia no llegan a convertirse en escritores. De igual
manera, existen muchos “autores” que hacen gala de poseer una técnica
impecable, alardean de poseer muchos datos, pero carecen de imaginación,
por tanto, son unos pésimos narradores y sus historias no nos llenan ni
convencen. ¿Qué significa esto? Que si no trabajas por si solo el Don no te
va a llevar a ser escritor, y aunque nazcas sin él eso no significa que debas
renunciar a tus sueños. Te debes a ti mismo intentar, aunque sea una vez,
convertirte en escritor. Un escritor nace, pero también se hace, aunque será
más difícil para el que se hace.

PASOS NECESARIOS PARA SER UN BUEN ESCRITOR

Dado que la palabra es nuestra herramienta, debemos conseguir que


ésta sea lo más afinada y precisa posible. Como ya he dicho, y no me
importa repetir, escribir es similar a componer música. Las palabras tienen
un orden adecuado, y ese orden conlleva a que tus historias sean
interesantes porque se potencia el mensaje que quieres transmitir o la
historia que deseas narrar. Puedes tener mucha imaginación, ser un narrador
nato, pero si no sabes expresar tus ideas, si no tienes unos mínimos
conocimientos del lenguaje, de la ortografía y la literatura entonces no te
podrás convertir en un buen escritor sencillamente porque no sabes escribir.
De igual modo, para ser un escritor con cierto éxito (y éxito para
nosotros es conectar con los lectores y que a estos les gusten nuestras
historias) se está obligado a tener un mínimo de cultura del mundo de la
literatura en general y del mismo modo de la “vida real”. Me explico. Si
deseas ser un escritor, pongamos, de novela histórica ambientada en España
en el siglo X, deberás estudiar mucho sobre esa época para que tus novelas
sean creíbles y lo más exactas posibles, aunque luego quieras meter fantasía
y no seas muy exacto con la Historia, pero tus personajes y situaciones
tienen que ser de la época. Si escribes ciencia-ficción al menos deberás
estar al día en cuestiones de Ciencia, de Astronomía, de Exobiología, de
muchos factores que harán que tus escritos queden mucho mejor. Y si
pretendes escribir novela romántica deberás conocer y sentir las emociones
que quieres describir en tus historias. Un escritor que no conoce el amor ni
el dolor que produce perder al ser amado difícilmente puede escribir sobre
ello.

PRIMER PASO: LEER MUCHO

Un escritor está obligado a leer mucho. Debe leer siempre, no


importa el que, ya sea a Cervantes, Robert E. Howard, Spiderman o la
receta del medicamento de la farmacia. Se debe leer, pues leyendo
aprendemos tanto de la gramática como de la vida. Un libro, por muy malo
que sea, siempre te enseña algo: una frase bien puesta, una idea, una
hermosa palabra, una situación, un pequeño mensaje, lo que no se debe
hacer… A través de la comparación con los grandes escritores, los
inmortales, podremos mejorar nuestra forma de escribir y aprender de sus
técnicas. No se está obligado a hacerlo, pero la lectura de los clásicos de la
literatura es una tarea casi obligada (valga la redundancia). Puedes pasar de
ellos, pero entonces serás como el pastor que aún siendo muy inteligente y
teniendo experiencia no sabe leer. Le falta algo, él lo sabe, y por eso nunca
estará completo. Lo mismo ocurre con los clásicos. Leer a los clásicos, o
inmortales, te abrirá la mente a nuevos conceptos, ideas, te dará cultura,
información, te transportará a otros niveles a los que son muy difíciles de
acceder por uno mismo, te educarás y sobre todo será una lección de
humildad. Cuando uno se cree que es muy bueno, que ya nada nos puede
superar, leer a los clásicos te devolverá a la realidad.
Por tanto, mi consejo es que leas, devores con fruición libros,
haciendo especial hincapié en los inmortales de la literatura de todos los
tiempos. Una cosa que hay que tener en cuenta es que no disponemos de
tiempo para leer todos los libros del mundo, así que nos vemos obligados a
elegir, y hay que elegir con sentido de la prioridad. Pongamos que lees cada
dos meses cuatro libros. Puedes optar porque dos sean elegidos por tu gusto
personal (de evasión, para soñar) y los otros que sirvan para mejorarte como
escritor (un clásico y otro que sea un ensayo). Esto que te digo es tan sólo
un ejemplo, tú mismo puedes optar por hacer lo que más te convenga.
Si decides elegir los clásicos debes leer todos los que puedas.
Pueden ser griegos, latinos, españoles, rusos, franceses, ingleses… No
importa que no te guste el género o el estilo de ciertos maestros, porque de
lo que se trata es de aprender. A mí, personalmente, y es una opinión, no me
gusta Shakespeare, y excepto “El mercader de Venecia” y “Hamlet” el resto
de sus obras me parecen pretenciosas y aburridas. Pero Shakespeare es un
maestro de la escritura, como lo es Camilo José Cela (de quien no me
gustan sus novelas). Que no te guste una obra no quita que se reconozca que
su autor sea un genio. Tanto Shakespeare como Cela son soberbios
escritores que hacen gala de unas técnicas magistrales y depuradas. Su
dominio del lenguaje, del tiempo de las historias, de los personajes son
ejemplos a seguir por todo escritor que se precie de serlo, al igual que
Tucícides lo es, por su neutralidad, para cualquier historiador. No hay
mejores maestros que ellos, los inmortales de la Literatura. Es un fantástico
viaje que no te puedes perder.

SEGUNDO PASO: ESCRIBIR MUCHO

Esto puede parecer obvio, pero es un error que suelen cometer


muchos escritores al inicio de su carrera: escribir poco. Tienen una idea,
piensan en el argumento, en los personajes, pulen detalles y cuando se
sientan a escribir no pueden trabajar en la novela porque sencillamente no
saben escribir. Escribir no es fácil, lo parece, pero no lo es, y si haces la
prueba, pongamos con tus amigos, diles que te escriban lo que hicieron el
día anterior y que lo hagan al detalle, con unas quince líneas como mínimo;
comprenderás entonces (y ellos también lo harán) que escribir no era tan
sencillo como parecía al principio.
Hay muchos escritores que se quedan atorados porque no saben
describir las emociones, a las personas, las situaciones, ni tan siquiera saben
cómo ordenar las palabras y no tienen fluidez ni estilo. Todo esto llevará a
que su obra sea mala, mediocre y aburrida, careciendo de interés para el
lector que enseguida la desechará. Antes de ponerse a escribir hay que
poseer fluidez con la palabra y conocer las más rudimentarias técnicas, y
ambas cosas se consiguen escribiendo mucho.
Un buen truco para coger soltura puede ser escribir todos los días un
correo electrónico (e-mail) a un amigo, familiar o la pareja. No hace falta
que sea una carta extensa, sino un párrafo donde describas que has hecho;
intenta que sea al detalle. Si has comido un helado, por ejemplo, describe
como era el helado (cremoso, suave, rico, el sabor, no te gustó, la textura,
los colores, como te fue servido, el precio, donde lo tomaste, porque lo
tomaste…) y que sentiste al comer el helado (glotonería, te sentías mal y
deseabas tener un pequeño placer, te sentiste fatal, era muy caro, no era tan
bueno como creías, al comerlo pensaste en esa persona que tanto
quieres…). Ayuda mucho también el escribir como te sientes al
experimentar una cosa. Has estado viendo un partido de fútbol de tu equipo
y ha perdido. Describe la desilusión, la tristeza, el momento de euforia
cuando creías que se podría ganar, como te has sentido cuando terminó el
partido, esas cosas. Otra cosa muy buena también es describir donde has
estado y qué clase de personas has conocido o visto. Por ejemplo, estabas
en un bar tomando una cerveza y viste a una chica guapa que te llamó la
atención; explica cómo era la chica, como vestía y porque te llamó la
atención. Describe el bar al detalle, sin necesidad de escribir diez párrafos,
con uno te vale.
Aunque no lo creas, hacer esto todos los días, durante unos años, te
lleva a poseer una técnica increíble, un manejo extraordinario de las
situaciones, de los ambientes y de las personas, de esos pequeños detalles
que en realidad conforman las grandes obras. No tiene porque ser un e-mail,
puede ser tu diario, o notas pequeñas, o lo que quieras, pero debes escribir
para coger práctica y fluidez. Es imprescindible escribir, de tal manera que
cuando te sientas delante de la pantalla del ordenador para comenzar con tu
novela lo que menos te deba preocupar es si sabrás realmente escribir.
Claro, ahora muchos preguntarán: ¿y para esto no será mejor tener estudios
superiores o universitarios? Ciertamente ayuda mucho, sobre todo en esta
sociedad elitista y tan amiga de poner etiquetitas y certificados para
demostrar tu valía. Es indudable que si tienes una carrera en filología
española, pongamos por caso, tendrás los suficientes conocimientos
técnicos sobre la materia como para que seas un escritor de forma, pero no
lo serás de contenido.
Esto lo repetiré varias veces a lo largo de esta obra, ya que nunca
está de más el hacerlo. Hoy en día hay muchos licenciados, maestros,
rectores, universitarios, etc., que se dedican a escribir libros gracias a sus
enormes conocimientos técnicos sobre la literatura y ortografía o sobre
cierto género en particular (es por esto que la novela histórica ha tenido un
auge en estos últimos años), llenando páginas y páginas de letras y creando
libros impecablemente bien escritos pero realmente aburridos, pues les falta
estilo, “vida” propia y sobre todo carecen de narrativa. La universidad te
enseñará a colocar bien los tiempos verbales, o acentuar correctamente las
palabras, pero no te enseñará el dolor que se siente cuando la persona que
amas te traiciona y se va con otro, o la alegría inmensa cuando tus planes
salen bien, o a crear personalidades atrayentes para los personajes de tus
novelas. Tampoco te enseñará a imaginar, ni a inventar historias, tramas,
traiciones, amores, secretos, anhelos y todo eso que lleva una novela y que
es lo que hará que tu obra sea una obra “viva” que cale en la mente y
corazón de los lectores.
Si tienes la oportunidad, estudia y, si puedes, sácate una carrera
universitaria acorde con el oficio de escritor. Pero si la Vida no te deja
estudiar, o no vales para los estudios (son cosas que pasan y hay que
asumirlas), no debes desanimarte y abandonar tu sueño. Los más grandes
escritores fueron autodidactas. Los estudios son una herramienta que hará
que tus novelas sean mejores, pero no son el requisito imprescindible para
que seas escritor; escribir mucho sí lo es.

TERCER PASO: ESCUCHAR MUCHO

El mundo gira bullicioso a tu alrededor, repleto de miserias y


maravillas, con una variedad tal que ni la mente más imaginativa puede
crear. Ese mundo ahí afuera está para que aprendas de él, sobre todo de las
personas que lo habitan. Escucha lo que la gente te tiene que decir, lo que la
Naturaleza te comenta y el viento te susurra entre las hojas de los árboles.
Cuando estés con personas, amigos, familiares o no, escúchales
hablar. Cada persona se expresa de una manera, lo hará impulsado por su
educación, cultura y nivel de inteligencia; también por las modas del
momento y por el medio ambiente en el que se mueve. Escucha a todos,
sean hombres, mujeres o niños, jóvenes o ancianos, no importa la raza o la
religión, ni el pensamiento político que tengan. Cuando escuchas no debes
juzgar, debes aprender.
Escuchando hablar a los demás aprendes de cara a crear para tus
novelas personajes más variados, reales y “verdaderos”. Muchas veces me
comentan que mis obras se caracterizan porque los personajes mantienen
diálogos rápidos, muy reales, cargados de personalidad, y eso lo he
conseguido porque he escuchado hablar a la gente que me rodea. De ellos
he aprendido como se expresan realmente las personas y puedo trasladar ese
conocimiento a mis novelas. No importa que escribas novela histórica, o
que tus novelas se ambienten en el futuro, o que sean obras de teatro con
monólogos largos y recargados, todo ello se nutre de la realidad que nos
rodea, de la gente que habla y habla sin parar.
Esto no significa que debas ser un fisgón y andes por la calle con la
oreja lista, pero el día a día te da muchas oportunidades de escuchar a
diferentes personas. Oirás de qué manera se expresa una ama de casa de
cincuenta años, y que tipo de conversaciones mantienen los jóvenes de
dieciséis años, o como dialogan dos hombres maduros de clase media alta,
o muy alta, y no es lo mismo una persona de ciudad que una de campo, ni
una que tiene estudios a otra que no, ni el que está acostumbrado a hablar
en público que aquel que es tímido y le cuesta relacionarse con los demás.
Ellos son los que te darán la base para crear conversaciones fluidas en tus
novelas, la inspiración para crear personajes con una historia detrás, con
motivos e impulsos que les lleven a hacer lo que tienen que hacer en la
obra. En resumidas cuentas: personajes que se expresan como lo hacen las
personas en la vida real y ello hará que el lector conecte mejor con tu
novela.
Quizás pueda parecer una contradicción, porque no es lo mismo
como hablan las personas del siglo XXI a como lo podrían hacer las del
siglo XVI. Sí y no, pero hay que saber distinguir entre la forma y el
contenido. En la forma, una persona del siglo XXI no habla igual que una
del siglo XVI, pero la forma es fácil de averiguar. Ahora nos tuteamos, en el
siglo XVI no. Ahora decimos unas expresiones que antes no, y así se puede
investigar un poco hasta dar con la forma más o menos parecida a como se
expresaban en el dicho siglo pasado. Pero en el contenido a las personas nos
ha movido siempre lo mismo. A las personas del siglo XXI y del XVI les
preocupa el dinero, el amor, la venganza, sus líderes, el mundo, las guerras,
las enfermedades, los dioses, como conseguir aquello, envidiar al vecino,
los oscuros secretos…, y hablan de ello en sus conversaciones, unos de una
forma y aquellos de la otra, pero en el fondo siempre es lo mismo. Así pues,
con un poco de práctica, es muy fácil trasladar las conversaciones de ahora
con las de cualquier época, y es más, lo harás tan “real” que parecerá que
tus personajes del siglo XVI realmente se están expresando a como lo
debían hacer en verdad.
Son muy importantes las conversaciones, a través de ellas puedes
contar historias, expresar la personalidad de los personajes y captar la
atención del lector, y crear diálogos interesantes es bastante difícil.
Escuchando a los demás podrás aprender y mejorar tus novelas. Pero no te
ciñas en escuchar solamente a las personas, presta también atención a lo que
te diga la Naturaleza. Siéntate en el campo y escucha el viento, el sonido de
las ramas de los árboles al mecerse, el trinar de los pájaros, el movimiento
de los conejos y ratones, el discurrir del agua por el riachuelo, el murmullo
de fondo del bosque, de la montaña, del desierto, del mar, de la playa, de
todo aquello que, en definitiva, nos rodea. También aprenderás y servirá
para que te puedas expresar y escribir mejor.

CUARTO PASO: OBSERVA A TU ALREDEDOR

Añade, siguiendo con todo lo expuesto hasta el momento, el


observar todo lo que te rodea. Un escritor debe sabe describir cualquier
cosa, desde una puesta de Sol, hasta el bullicio de una calle principal de una
gran ciudad. Para eso, no debes caminar sin más, sino que debes observar y
retener, aprender de lo que veas. Presta también especial atención a las
personas, como se mueven, como visten, se expresan a la hora de hablar, las
manías que tengan… A esto se le suele llamar “viajar y parar de cuando en
cuando para oler las rosas”. Es cierto que puedes aprender mucho mirando
fotografías, Internet es una gran herramienta para el escritor, pero es mucho
más fácil aprender directamente de la Vida misma. Por eso procura ser
observador, hazlo de manera natural, sencillamente mira todo lo que te
llame la atención. Tu cerebro es como una gran computadora de enorme
potencial, retiene todo aquello que tu subconsciente crea que te puede
servir, y a la hora de escribir verás como toda esa información acumulada
durante años te servirá aunque creas que no. Es muy importante este paso,
ten en cuenta que si estas escribiendo una situación, por ejemplo, donde dos
protagonistas están en un restaurante italiano, ¿cómo pretendes describir el
restaurante si previamente no tienes esa información en el cerebro? Puedes
mirar la fotografía correspondiente, ¿pero, esa foto te dará una idea del
jolgorio del lugar, de los olores, de las sensaciones, te describirá al detalle el
restaurante, o lo hará mil veces mejor tu experiencia personal?
Obviamente, uno se encuentra con las limitaciones que la Vida
impone. Deseas describir Roma y a sus habitantes, pero no puedes viajar a
la capital italiana porque tu presupuesto no te lo permite. Bueno, no te
queda más remedio que tirar de fotografías y videos, más información que
puedas acumular, pero es indudable que te ayudará mucho el que,
previamente, hayas observado a otras personas de otras grandes ciudades, la
tuya, por ejemplo, y te hayas sumergido de pleno en la vibrante existencia
de una urbe parecida a la italiana.
En cuanto a observar a las personas, también es muy importante.
Como visten, hablan, mueven, comen, beben y un sinfín más te puede dar
una información muy valiosa sobre la personalidad de esa gente. Todos
dejamos pedazos de nuestro ser en lo que hacemos y lo exponemos a los
demás, sea deliberadamente o no. Aunque ahora no es el momento de
hablar de ello, bueno será que ponga un ejemplo de lo que digo. Imagina la
siguiente situación en tu novela:

—Tú, tráeme mi copa.


—Sí, señor.

¿Qué significa esto? Prácticamente nada más allá de la acción que


se comenta. En el contexto completo de la novela seguramente obtengamos
más información. Pero si deseas añadir trozos de la personalidad de ambos
personajes en esa breve conversación puedes añadir lo siguiente:

—Tú, tráeme mi copa —anunció el conde con voz imperiosa y seco ademán
de la mano.
—Sí, señor —el sirviente se inclinó muy humildemente, pero cuando se
volvió para cumplir la orden un gesto de desprecio asomó a sus labios.
Ahora comprendemos un poco mejor a los personajes. Uno es un
noble arrogante y el otro un criado cobarde, cuanto es dócil ante su señor
pero le aborrece y no se atreve a decírselo a la cara. En ambos casos lo
intuimos por sus gestos o movimientos: el seco ademán de la mano, el gesto
de desprecio… Se puede cambiar, describir la posición social de los
personajes mediante la ropa, el porte, el tono de voz (descrita) y múltiples
opciones más. Fíjate en las personas, te darás cuenta de esto que te digo y
que te puede servir para tus novelas. Una persona con seguridad, confianza
en sí misma camina decidida, casi por la mitad de la calle, sin mirar a los
lados, pero sí de frente. Una persona tímida lo hará con cuidado, por los
laterales, a ser posible pegado a los edificios, esquiva a las personas, sus
pasos son rápidos, pero no seguros… Puedes ofrecer trozos de la
personalidad de tus personajes a los lectores a través de estos detalles,
hacerles viajar a mil lugares y paisajes diferentes a través de tus vividas
descripciones. Todo esto lo puedes conseguir si, durante el viaje, te detienes
un momento para oler las rosas.

QUINTO PASO: ¿HABLAR MUCHO?

Ja, ja, ja, pues sí, hablar bastante también es importante en el


proceso de convertirse en un buen escritor. No se trata de subir a un
pedestal y dar un imponente discurso de cincuenta páginas, ni de martirizar
a los amigos y familiares con banales, floridos y largos debates sobre
cualquier cosa. Cuando me refiero a hablar lo hago a hablar “bien”. Si eres
una persona taciturna, parca en palabras, lo vas a pasar fatal con esto, pero
ya hemos dicho que para ser escritor hay que realizar ciertos sacrificios;
pues bien, este es uno de ellos.
Las palabras, la fluidez, el correcto orden, variedad de palabras, el
saber expresarte…, lo conseguirás más fácilmente si hablas correctamente.
Hablar en público, delante de tus conocidos, te dará mayor soltura a la hora
de escribir, te hará ser más experto en comunicación y no hay que olvidar
que narrar historias es también comunicarte con los demás. No te pido que
reniegues de tu personalidad, te pido que te conviertas en un buen escritor.
Intenta hablar correctamente ante los demás, sin necesidad de coletillas tipo
“¿no?”, “macho”, “¿verdad?”, “tía” y cosas parecidas. De la misma forma,
procura decir cuántas menos palabras malsonantes (tacos e insultos) mejor,
e intenta también hablar con mucha variedad de palabras. Por ejemplo, si en
una conversación estáis hablando de perros, a ver de cuantas formas puedes
decir la misma cosa pero de diferentes maneras (perro, can, canido, chucho,
animal, pelanas…). Ten en cuenta que al ser escritor debes conocer
múltiples formas de hablar y comunicar, puesto que todo eso luego lo
escribirás en tus obras, empapando a tus personajes y situaciones con tu
personalidad y experiencia personal. Así, si solamente sabes hablar como
un delincuente callejero sin ningún tipo de cultura, todos tus personajes
hablarán de la misma forma dado que tú no sabes hablar de otra. Quien no
sabe hablar, realmente lo tiene difícil para crear un personaje que sí sabe
hacerlo.
Al contrario es más fácil. Si dominas muchas formas de hablar, si
tienes una forma de hablar culta, fluida y amena, serás capaz de hacer
expresar a tus personajes de las formas que quieras. Podrás hacer que sea un
pobre hombre ignorante que hable con coletillas o mucha inseguridad, o un
poderoso hombre de negocios educado en una universidad con un lenguaje
medido y culto. Practica el hablar, enriquece tu lenguaje con las
conversaciones, amplia tu vocabulario y podrás convertirte en un escritor
con múltiples recursos.

***

Debes entender que todo lo expuesto es un conjunto, no puedes


elegir solamente una cosa y dar de lado las otras. Cada cosa se une a la otra,
ya lo verás, y todo junto te ayudará a convertirte en un buen escritor.
Digamos que es un aprendizaje con ejercicios que nunca debes dejar de
efectuar. Llegará un momento en que harás todo de manera natural, sin
darte cuenta, y tus novelas se verán beneficiadas enormemente. Si tienes
talento innato para ponerte a escribir en el mismo momento que deseas
hacerlo, y además lo haces bien, felicidades, eres un súper dotado. Pero, por
normal general, en todos los aspectos de la vida antes hay que pasar por un
periodo de aprendizaje y pruebas que te preparen para afrontar con cierta
garantía de éxito aquello en lo que has decidido convertirte. Te voy a poner
un ejemplo personal.
A los cinco años ya sabía escribir y leer, cortesía de mi madre, que
me enseñó a hacerlo con libros y cómics de la época. A los doce años
escribí mi primera novela de ciencia-ficción. Me sentí muy orgulloso y me
dije: “quiero ser escritor”. Más adelante, cuando era un poco más mayor,
me di cuenta de que mi primera novela era sencillamente horrible: mal
escrita, personajes planos, copiados de otros personajes que me habían
influenciado, descripciones pobres, argumentos manidos y sin desarrollar…
Es difícil reconocerlo, pues el ego muchas veces nos lo impide, pero mi
novelilla era basura. Consternado, me di cuenta que tener sólo imaginación
y ganas no te convierte en escritor, se necesita pulir el estilo, trabajar el
Don. Tuve que tomar una decisión que me costó mucho, pero era necesario:
era obligado que antes de convertirme en narrador de historias, debía
trabajar y estudiar la técnica de la escritura, tardara lo que tardara.
Las vicisitudes de la Vida me impidieron ir a la Universidad, pero,
por fortuna, me topé con un hombre sabio (sí, aunque parezca mentira,
existen personas verdaderamente sabias en la vida; pocas, pero las hay) que
me dio acertados consejos y me explicó que se necesitaba para ser un
escritor. Me dijo lo mismo que te he dicho a ti, amable lector, a través de los
pasos ya citados anteriormente, y me dijo también que durante un tiempo
tendría que practicar y practicar, prepararme para cuando llegara el
momento adecuado.
Eso hice, y desde el momento que me dije “quiero ser escritor
profesional” hasta que me vi con confianza y suficiente capacidad para
escribir una novela pasaron varios años, pero la espera, el trabajo y la
paciencia dieron sus frutos, y los resultados colmaron mis expectativas. Y
otra cosa afortunada es que se sigue mejorando, pues lo que antes lo hacías
de manera forzada, ahora lo haces de forma fluida, casi mecánica, dejándote
la mente libre para atender tus historias. Ya eres escritor, y deseas escribir
una novela; no demoremos más la cuestión. A ello.
CAPÍTULO 2
INSPIRACIÓN, ¿MITO O VERDAD?

Entre la gran mayoría de las personas se fomenta una especie de


leyenda acerca del momento en que a un escritor le viene una idea con tanta
fuerza, que decide que tiene que convertirla en una novela. A eso se le
llama inspiración, y siguiendo con la cuestión de la leyenda, se cree que la
inspiración suele acudir a altas horas de la madrugada, cuando uno menos
se la espera o en una especie de flases mentales que dejan como mínimo
aturdido al escritor. Pero no acaba aquí la cosa, pues también entre la
imaginería popular cunde la certeza de que los escritores somos gente
bohemia, “rara”, que dormimos por el día porque preferimos trabajar por la
noche ya que son horas de mayor silencio y, sobre todo, porque la
inspiración acude más fácilmente y del mismo modo nos es más fácil poder
escribir nuestra obra.
Bueno, pues todo esto es falso. Según mi experiencia personal, y la
de los escritores que conozco y de prácticamente todos los escritores del
mundo que comparten sus experiencias, la inspiración no es como se la
imaginan tantos y, mucho menos, te ayuda a escribir por las noches. Si eres
escritor y te levantas a las cuatro de la madrugada para esperar a que te
venga la inspiración para que te escriba la novela entonces estas apañado,
porque nunca tú novela va a estar terminada. Lamentándolo mucho por los
románticos, la vida de un escritor es de una rutina increíble, seguida por
mucho trabajo, esfuerzos, sacrificios y horas y horas de estudio. Para que
quede claro, digamos que en la vida de un escritor la inspiración es el 1% y
el resto, el 99%, es trabajar, escribir y no dejar de escribir. Visto así, ahora
no resulta ni tan bohemia ni romántica la profesión de un escritor, ¿verdad?
Pero, ¿qué es la inspiración? ¿De dónde surgen las ideas que nos
llevan a escribir libros? ¿Qué se ha de hacer cuando te viene una idea, o
varias y no sabes cual elegir? ¿Cómo tengo que preparar esa idea para que
de ella surja un libro? ¿Tengo qué esperar a tener una idea original para
trabajar, o lo hago con la primera que me venga? Hay muchas preguntas
acerca de la idea, o inspiración, que se hacen los escritores, sobre todo los
principiantes y más que nadie los que por primera vez se sientan en su
escritorio para escribir lo que se convertirá en su primera novela. Para
empezar, podemos decir, y con esto no pretendo ser tajante ni llegar al
pesimismo, que prácticamente todo está ya escrito. No existen ideas nuevas
en literatura, pero no significa que no se pueda inventar nada que parezca
diferente. Sé que muchos de ustedes me dirán entonces que es la novela de
ciencia-ficción o la moderna novela histórica, pero aunque pueda parecer
que esos géneros son nuevos en realidad lo que mueve a los personajes, las
tramas y los argumentos, no. Y, aunque se escriba una novela de ciencia-
ficción ambientada en el siglo XXX y el escritor pretenda ser original,
anticipador, en realidad está escribiendo la novela en el siglo XXI
apoyándose en sus conocimientos y experiencias literarias contemporáneas
y de todos aquellos que le han precedido anteriormente, desde Isaac
Asimov, pasando por Arthur Conan Doyle, Cervantes hasta Virgilio. No
importa que escribas una novela donde los personajes sean seres gelatinosos
y sus preocupaciones consistan en poseer la suficiente antimateria para
impedir que su sol se colapse y se convierta en supernova. La cuestión es
que desde la época de los clásicos griegos y latinos, e incluso más atrás, del
Antiguo Egipto y las culturas de Mesopotamia, ya se ha escrito de todo
esto, incluida la ciencia-ficción.
Que los personajes de tu obra se conecten a un mundo virtual a
través de un enlace cerebral, o que sus cuerpos sean de energía y puedan
desafiar las leyes de la ciencia es lo de menos, porque eso es lo superficial
de una novela, lo que la define para que se pueda catalogar en un género.
Lo que importa es que las novelas, sean del género que sean, siempre se
basan en lo mismo: en las vidas de los personajes de ficción y sus objetivos.
Venganza, amor, sexo, poder, riqueza, conocimiento… un objetivo, una
trama que lleva a los personajes a la consecución de sus fines o no. Y para
conseguir esos fines se emplea de todo: brujería, el sexo, la traición, una
pistola de rayos láser, un veloz caballo, la fuerza, la paciencia, la ayuda de
los dioses, de una mujer, de un bárbaro con una afilada espada… Casi se
puede decir que el género es lo de menos, casi, pues lo más importante en
una novela son los personajes y la trama o tramas. Así pues, teniendo esto
en cuenta, ¿crees aportar algo completamente nuevo que no se haya
aportado ya teniendo en cuenta que desde que nosotros sepamos el ser
humano lleva narrando y escribiendo historias desde hace más de diez mil
años? Si tu respuesta es sí, enhorabuena, eres un titán, un ser superior y
estarás llamado a pertenecer al panteón de los grandes literarios. Si tu
respuesta es no, tranquilo, es lo normal a responder.
Puede parecer superfluo todo esto que te estoy explicando, pero en
realidad ten paciencia, pues se trata de que comprendas lo que quiero decir
para luego conectar con el asunto de la inspiración o la idea. Si todavía no
tienes claro lo que te estoy diciendo, déjame ponerte estos ejemplos bien
diferentes de grandes maestros de la narrativa: Cervantes, Shakespeare, H.
P. Lovecraft y Asimov. ¿Piensas que estos maestros han inventado algo
nuevo en sus obras? Puede parecer que sí, pero puede ser que no. Lo que
han hecho, y ahí radica su genialidad, es tomar ideas que ya habían sido
plasmadas en otras obras y darles un giro completamente diferente, dando
pinceladas de su maestría hasta convertir sus novelas en obras de obligada
referencia y haciendo que se presenten como una total novedad. Pero, si se
analizan sus obras, podemos llegar a unas sugerentes conclusiones.
Tomemos “El Quijote”, “Hamlet”, “Las montañas de la locura” o la saga
“Fundación” por citar algunas. La primera trata de un sueño de un loco que
es incapaz de aceptar la realidad que le rodea, viviendo una fantasía que le
lleva a embarcarse en una desquiciada aventura; la segunda sobre una
venganza perpetrada por un príncipe contra el asesino de su padre; la
tercera el viaje de un investigador a una tierra desconocida donde realiza un
demencial descubrimiento; la cuarta sobre el poder corrupto de un estado
totalitario que pretende gobernar y controlar todo y de un personaje que
creía tenerlo todo controlado y analizado hasta que descubre que no es así.
Bien, son resúmenes muy someros sobre tales obras, y vistos así ya no
parecen tan originales. Cuentos sobre venganzas se han escrito miles,
incluso antes de “Hamlet”; de locos que se creen lo que no son igual; de
terrores desconocidos, de estados totalitarios, de epopeyas humanas y sobre
viajes extraordinarios igual, pero lo que hicieron estos cuatro maestros fue
tomar esas ideas y, como ya he dicho antes, hacer algo nuevo con ellas.
Crearon personajes fascinantes a los que dotaron de magnificas
personalidades, para bien o para mal; imaginaron tramas impresionantes
que se separan para luego terminar enlazando entre sí como si fueran una
perfecta obra de ingeniería; ambientaron sus novelas en épocas fascinantes
que nos hacen soñar; dotaron a su narrativa con un poder y una sugestión
tal, que de inmediato no podemos hacer otra cosa que rendirnos ante la
evidencia de que nos encontramos frente a maestros; dominaban la técnica
de tal manera que podían hacer que sus letras fluyeran con una facilidad
pasmosa y supieron captar nuestro interés desde la primera página.
Tomaron ideas que ya habían sido plasmadas en anteriores obras y
decidieron ir más allá. Imaginando que una idea es como un tornillo,
hicieron que ese tornillo diera una vuelta más, cuando el resto de mortales
pensaban que era imposible que ese tornillo pudiera volver a girar. Crearon
cuatro obras maestras literarias.
Por supuesto, no es fácil hacer lo que hicieron ellos, esa es la
trampa, porque parece sencillo ponerse a escribir y decir “voy a darle una
vuelta a ese tornillo” sólo para descubrir que no, no es tan fácil. Pero con
esto te quiero decir lo siguiente: no desesperes, no te rindas; las buenas
ideas a veces te acuden a la primera, o puede que tarden meses en aparecer,
o quizás sólo tengas una o dos en tu vida. No importa, cuando vislumbres
en tu mente una idea y te atraiga hasta el punto que decidas escribir una
novela no te pares, da todo lo que tengas para crear una obra que te
satisfaga plenamente. De igual modo, tampoco te frustres si en un momento
dado se te ocurre escribir, pongamos por ejemplo, sobre la historia de un
príncipe que desea vengarse del asesino de su padre. No te lleves las manos
a la cabeza y digas aquello de: “¡Oh, no! No puedo escribir sobre eso
porque Shakespeare ya lo hizo”. Si Shakespeare se hubiera detenido a
pensar lo mismo jamás hubiera escrito Hamlet. No te preocupes, adelante,
si tu idea es sobre un príncipe que desea venganza, no te prives y narra la
historia, intenta darle ese toque que la haga tuya, busca como sea la forma
de dar otra vuelta al tornillo, o no des vueltas al tornillo, simplemente
escribe y fin de la historia.

TENGO UNA IDEA, ¿QUÉ HAGO CON ELLA?

Por norma general las ideas acuden de dos formas: en un momento


súbito, o se maduran durante días, semanas o meses, puede que años. De
todas formas, las ideas o inspiraciones no vienen de la nada, no nacen
espontáneamente, sino que se forjan por inspiraciones (y de ahí el nombre)
que te da todo lo que te rodea. Cuanta mayor sea tu cultura y mayor tu
experiencia en los azares de la vida, más fácilmente acudirán ideas a tu
mente que podrás convertir en estupendas novelas. Quizás un día salgas del
cine después de ver una película de suspense y pienses: “Me ha gustado
mucho la trama, pero creo que no ha sido bien explotada del todo”;
entonces te pones a madurar en que hubieras cambiado de la película en
caso de haber sido tu el guionista, que te gustaría añadir o quitar para
mejorar la historia. Entonces te surge la idea y conviertes esa película en
algo nuevo, original, que poco a poco se va separando de la película y
convirtiéndose en otra cosa, en algo diferente: en tu idea, tu novela.
En otras ocasiones algo nos pasa por la mente, puede ser un sueño,
la lectura de un libro, una experiencia personal, una historia que nos ha
contado un amigo, una noticia dada en la televisión, un hecho real acaecido
trescientos años antes de nuestro nacimiento… es algo que sacude nuestra
mente. Algo pasa fugaz y alienta nuestro espíritu creativo. Queremos contar
una historia sobre eso que nos ha estimulado, pero no estamos muy seguros
y de momento aparcamos la idea. Pero no dejamos de pensar en ella. Con el
paso del tiempo vamos madurando la idea, añadiendo detalles, pensando en
tramas, personajes y situaciones y poco a poco nuestra idea se convierte en
una novela.
La cuestión es que, ya sea de forma súbita o pausada, si queremos
escribir tarde o temprano tendremos la idea, esa inspiración que dará forma
a nuestra futura novela. Pero, ¿qué pasa si en vez de tener una idea tengo
dos, o hasta tres y cuatro ideas? Bueno, mi consejo es que si eres un escritor
novel o vas a afrontar la dura prueba de ponerte a escribir tu primera obra,
deja de lado todas las ideas menos una. Escoge la que más te guste o llame
la atención y dedica todo tu tiempo y esfuerzo en terminarla. Hay escritores
que son capaces de trabajar en varias obras a la vez sin perder la trama de
ninguna, porque tienen mucha experiencia y años de escribir a sus espaldas.
Aunque no es muy recomendable si te agobian los plazos de entrega es una
buena opción, pero cuando se es novato o se empieza con la primera novela
lo mejor es aplicar el dicho de “empieza y termina”. Conozco demasiados
escritores que tienen muchas ideas, empiezan a escribir un montón de
novelas y no terminan ninguna y, por supuesto, jamás llegan a publicar. Hay
que tener disciplina, paciencia y tenacidad. Escoge tu idea, desarróllala y
ponte a trabajar con ella. Cuando hayas escrito la novela entonces puedes
comenzar a pensar en otra.
Si has tenido varias ideas buenas no las tienes porque desechar.
Apunta en un papel esas ideas y déjalas para más adelante, pueden ser tus
futuras novelas.
Supongamos, por ejemplo, que has tenido tres ideas y las quieres ver
convertidas en una novela:
1ª idea: Te apetece escribir una novela de piratas. El protagonista es un
joven que desea convertirse en pirata como sea, pues ha escuchado que los
piratas son personas libres que viven aventuras y la vida inmensamente
rápido. Desea viajar y forjarse su propio destino. Lo malo es que la realidad
no es tan romántica como se había pensado y descubre que la vida de pirata
es sucia, vulgar y criminal, y se ve inmerso en una espiral de violencia hasta
que finalmente es ahorcado por sus crímenes.
2ª idea: La siguiente trata de un hombre que trabaja en Barcelona, pero
tiene la familia y la novia de toda la vida en Sevilla. Él tiene que trabajar
mientras su prometida realiza los preparativos de la boda. Son de una
familia adinerada y es muy importante que todo salga bien. Él no está muy
convencido de querer casarse, pero es demasiado tarde para echarse atrás.
Al final tiene que viajar a Sevilla para la boda, pero durante el trayecto se
encuentra con una amiga de la infancia; los dos paran en Madrid tanto por
negocios como para descansar y a partir de entonces el protagonista se
plantea seriamente el no casarse.
3ª idea: Como ahora está de moda la literatura de zombis y de vampiros,
deseas hacer una novela donde salgan ambas cosas. No lo tienes muy claro,
quizá, un amor imposible entre zombi y vampiresa (¡y tan imposible!).
Bueno, tienes tres ideas completamente diferentes unas de otras.
Comienzas a meditar en cual quieres que sea tu primera novela. Hay que
reconocer que la tercera idea, la de los zombis y vampiros, no es
precisamente la mejor. Es muy vaga, no lo tienes claro y quizás no te
apetezca escribir algo así en estos momentos. Es muy comercial, cierto,
pero deseas escribir algo que implique sentimientos, conflictos entre
personas, algo más profundo. Siguiendo la coherencia de tu pensamiento, se
descarta entonces la primera idea, la de los piratas. Es buena, pero no te
encuentras preparado para escribir una novela que aunque sea de aventuras
no deja de ser histórica por el trasfondo. Trabajar en una novela histórica es
muy difícil, se necesita experiencia y estudiar mucho la época en la que tus
protagonistas se desenvuelven. La dejas para más adelante.
Descartadas por tanto primera y tercera idea, te queda la segunda:
la del hombre que trabaja en Barcelona y debe viajar a Sevilla para casarse.
Felicidades, ya tienes tu idea, comienza el proceso de creación y el
convertir esa idea en una novela.
CAPÍTULO 3
CONVERTIR LA IDEA EN UN ARGUMENTO

De ahora en adelante trabajaremos con la idea elegida y la


pondremos como ejemplo. Pero una idea no es suficiente para crear una
buena historia que convertir en una novela. Necesitamos ampliar esa idea,
crear tramas, personajes, situaciones de conflicto y un principio y un final.
Una buena forma de comenzar a pensar en cómo desarrollar la historia es
pensar en el principio y en el final.
Está claro que el principio de la novela será el personaje principal en
Barcelona, donde trabaja y realiza su vida a la espera de poder viajar a
Sevilla para casarse con su novia. Vamos a ponerles nombres y él será
Alberto y ella Susana. El final del libro es la boda; si se casan o no ya lo
veremos. No tienen por qué ser estos los principios y finales, pero así lo has
decidido y así se hará. Pero hay un problema, del principio al final existe
algo llamado en medio, y es muy grande y hay que rellenarlo y no como sea
precisamente, pues se trata del argumento del libro y lo que hará que los
lectores se enganchen con la lectura o dejen de lado la novela. Está es una
parte muy importante de la obra, donde se desarrolla la trama, o tramas, y
donde presentamos a los personajes, el mundo donde se mueven y sus
objetivos. Si nos limitamos a escribir sobre Alberto, su trabajo en
Barcelona, el viaje a Sevilla, la parada en Madrid, contacta con su amiga de
la infancia, sigue viaje a Sevilla y llega a tiempo para la boda nos quedamos
con que escribimos un libro de veinticuatro páginas; y eso es un relato
corto, no una novela como Dios manda.
Es decir, hay que pararse a pensar y crear un argumento que no
solamente nos haga tener una novela de, pongamos, unas trescientas
páginas (que está muy bien, es la media de páginas para este tipo de obras)
sino que además haga que el lector lo pase bien con su lectura. Tienes que
pensar en situaciones, en los protagonistas y en sus reacciones a lo que les
vaya sucediendo en la aventura; tienes que crear un argumento que haga
avanzar la historia. Hay muchos escritores noveles que piensan en un
argumento, lo graban a fuego en la cabeza y se ponen a escribir. Al cabo de
varios días tienen que parar porque se les olvida, o tienen ideas repentinas
que les hacen creer que mejorará la novela y vuelven hacia atrás para
rescribir, o simplemente se pierden con la trama principal y las secundarias
sin tener muy claro por dónde deben continuar. Para evitar esto y trabajar en
balde recomiendo siempre crear un somero resumen de tu novela, o como
yo lo llamo: la chuleta de la novela.
Como ya he explicado antes, un escritor debe tener disciplina,
paciencia y tenacidad. Has de crear personajes sólidos, con carácter propio,
un argumento convincente y atrayente, junto con otras tramas secundarias
pero que están conectadas con la principal y situaciones en las que tus
personajes se desarrollarán como tales y donde puedan actuar para
conseguir sus fines. Dado que ya tienes la idea general de la novela muy
clara ahora hay que desarrollarla más. Una vez que tengas la chuleta creada,
tan sólo se trata de sentarse y escribir y ampliar el resumen de tu obra. Se
puede empezar a crear el resumen o chuleta por donde quieras, así que
vamos a empezar primero con los personajes.

CREANDO PERSONAJES

La creación de los personajes es una parte fundamental a la hora de


escribir novelas de cualquier género. Son el alma de los relatos. Un
personaje con una atractiva y marcada personalidad y una convincente
“vida” conseguirá que los lectores se identifiquen con él o ella. No importa
que le adoren, le odien, teman o desprecien, porque eso sólo significaría que
has conseguido tu propósito: atraer la atención del lector por el personaje.
Lo malo es que tus personajes principales causen desinterés; entonces es
más que seguro que la trama tampoco convenza ni guste a los lectores por
muy buena que sea. El argumento, por sí solo, no se puede sostener, igual
que el protagonista, por genial que sea, tampoco puede sostenerse si detrás
no existe una buena historia.
Vamos a comenzar por crear los personajes principales, en este caso,
serán tres: Alberto, el hombre que trabaja en Barcelona; Susana, la mujer
que le espera en Sevilla para casarse y Raquel, la amiga de la infancia con
la que se encuentra Alberto en Madrid (y a la que todavía no habíamos
puesto nombre). ¿Por qué tres personajes principales? Pueden ser cinco,
seis o siete, incluso más, pero en este caso en ellos tres es donde la historia
se centrará. Puede que a medida que vayamos desarrollando la historia se
vayan creando otros personajes principales, puede que no, pero un consejo:
cuantos más personajes principales metas en la novela, más confundirás al
lector. Hay que ser muy bueno para manejar un par de docenas de
personajes principales y no perder el hilo de las múltiples tramas principales
que con ellos se crean. Normalmente, aunque en una novela existan, por
ejemplo, trece personajes principales, se tiende a llevar el peso de la historia
en tres o cuatro.
Esto me ocurrió en “Crónicas de un conquistador”, mi trilogía de
novela histórica ambientada en el siglo XVI y en la Conquista de México
por parte de Hernán Cortés. El personaje principal es un capitán llamado
Diego de la Vega, amigo y soldado de confianza de Cortés. Diego de la
Vega tiene sus amigos y Cortés también, y todos juntos participan en la
campaña contra los mexicas (aztecas). Dado que la novela es histórica me
vi en el dilema de tener que lidiar con al menos veinte personajes de gran
importancia, muy relevantes en la Conquista, y que no podía eliminar
puesto que la novela pretendía ser lo más fiel posible a la Historia. Tener
veinte personajes principales acaparando la atención del lector es algo
confuso y pesado, así pues, lo que hice fue tomar cinco de aquellos
personajes y darles un primer plano y mayor importancia, no en la historia,
sino en el trato con el personaje Diego de la Vega (puesto que él era quien
hacía avanzar la trama) y al resto convertirlos en secundarios y sin que
dejaran de tener su importancia en los sucesos históricos, convertidos en
puentes que hacían también avanzar la historia. Si crees necesario tener
muchos personajes en tu novela ponlos, pero no todos pueden ser
principales; los secundarios son muy necesarios, tienen gran importancia
como verás más adelante.
Aclarado esto, vamos entonces a crear personajes principales.

LOS PERSONAJES PRINCIPALES

Dado que hemos aclarado que tres serán los personajes principales
de la novela, vamos a entretenernos en ellos un poco puesto que merece la
pena. No en vano son eso, principales, los que llevarán el peso de la trama y
harán captar la atención de los lectores con sus sentimientos, pensamientos
y peripecias. A la hora de crear personajes hay que tener en cuenta dos
cosas muy importantes: su personalidad y sus motivaciones; y ambas cosas
van de la mano. Un personaje que no sea ambicioso, fuerte de carácter y
decidido, no puede aspirar a conquistar el mundo. Por tanto, hay que
mostrar un poco de coherencia con la creación de la personalidad y las
motivaciones que mueven al personaje a hacer lo que hace. Es cierto que las
personas en ocasiones somos impredecibles, pero en la mayoría de las veces
no, y lo que se trata es de sorprender y atraer al lector. Si creas personajes
que se contradicen constantemente, que cada pocas páginas realizan actos
que nada tienen que ver con su carácter entonces estarás confundiendo al
lector. Te voy a poner dos ejemplos de lo que digo.
Un guerrero en la época de la Roma imperial está acostumbrado a
matar, desde pequeño le han criado para tomar la espada y ver el saqueo de
las provincias imperiales como una buena forma de buscarse la vida. Por
tanto, para el guerrero, el matar será algo “normal” y violar a las mujeres
romanas una cosa más de la vida. No puedes hacer que un personaje así, en
pleno saqueo de una aldea, no maté a un oponente ni violé a una mujer y se
ponga, a cambio, a filosofar consigo mismo sobre si lo que hace es bueno o
malo. Ese personaje no es creíble.
Un oficinista de una empresa de seguros, introvertido, nunca ha
realizado ejercicio físico, apenas tiene amigos y es endeble tanto de mente
como de físico, no puede un día coger un arma y enfrentarse violentamente
a una panda de mafiosos que están extorsionando a los chinos de la tienda
de su barrio, así, de repente, y que haga uso de una fuerza y sed de sangre
increíbles. Ese personaje no es creíble.
Hay que ser coherentes y hacer que tanto el guerrero como el
oficinista se muevan acorde con su personalidad. El guerrero mata y viola
sin cargo de conciencia y el oficinista contempla con cobardía como los
mafiosos pegan una paliza a su vecino de origen chino. Pero, esto es
importante, puedes hacer que los personajes cambien y hagan lo que
quieras. El guerrero, durante un saqueo, ahíto de matar y violar, decide
perdonar la vida a una hermosa mujer; la violará más tarde. Ella es cristiana
y se convertirá en la amante a la fuerza del guerrero, cosa que aprovechará
para inculcar en el guerrero algo de compasión y comprensión hacia los
demás. Dado que el guerrero, ya desde pequeño, siempre se vio atraído por
las canciones del bardo de su aldea natal y posee una mente abierta e
imaginativa, es un poco más sensible que el resto de sus compañeros y poco
a poco, con mucho esfuerzo, la mujer consigue hacer cambiar al guerrero.
Esto es una trama que durará toda la novela hasta llegar al desenlace creíble
y fantástico. El guerrero, acorde a su personalidad abierta a los cambios, y a
la influencia de la mujer a la que llega a amar y aprende hasta ciertos
límites a respetar, cambia; eso es creíble. El oficinista está locamente
enamorado de la linda hija del chino, y ella, igual de tímida que él, un día le
da un beso. El oficinista de repente nota que su vida, gris y vulgar, se
convierte en algo más bonito. Siempre ha sido un chico del que abusaron, y
en su niñez unos chicos mayores le hicieron la vida imposible hasta el punto
de que le traumatizaron; es una persona que guarda en su interior rabia,
resentimiento y cólera. Los mafiosos, en busca del dinero que no tiene el
chino, raptan a la muchacha china, la violan y matan salvajemente. En el
interior de la mente del oficinista algo estalla y desde ese día consagra su
vida a la venganza. Cambia su forma de ser, entrena, durante años se
prepara y finalmente lleva a cabo una terrible y sangrienta venganza.
Son personajes que se mueven acorde con su personalidad, una
personalidad que previamente has creado para que cuando llegue el gran
cambio (el guerrero deja de violar mujeres y el tímido oficinista se
convierte en una máquina de matar) sea creíble y satisfaga al lector. El
cambio puede ser producido por un hecho traumático, repentino, o poco a
poco, o cualquier otra opción, es ya cosa tuya, pero debe ser lógico y dentro
de lo posible. Si no hubieras creado la personalidad al oficinista (su cólera
reprimida, su amor arrebatado cruelmente, sus traumas…), jamás hubieras
podido justificar que termine tomando una pistola y mate gente. Ese tipo de
errores los cometen los malos escritores o los que tienen prisa por terminar
una historia y les da igual como quede porque la cuestión es cobrar dinero,
o porque no tienen talento. Por eso hoy en día se hacen muchas malas
películas en cine.
Aclarado el tema de la personalidad y las motivaciones, vamos a
crear a los tres personajes principales de nuestra novela ejemplo: Alberto,
Susana y Raquel.

¿Cómo creamos personajes?

Hay muchas maneras de crear personajes. Cada escritor tiene sus


propios trucos. Hay autores a los que les basta con dar cuatro pinceladas a
su personaje y luego desarrollarlo a medida que se va creando la obra, pero
por lo general es porque ya tienen mucha experiencia y arte en escribir. Una
buena manera, y muy fácil, es hacer preguntas y contestarlas. Vamos a
empezar con Alberto.
Alberto trabaja en Barcelona, vive en Sevilla y debe viajar para
casarse con la novia de toda la vida.
Esta frase ya nos está diciendo como es Alberto a grandes rasgos.
¿Por qué trabaja en Barcelona? Recibió una oferta interesante de trabajo, y
dado que en Sevilla es más difícil encontrar trabajo viajó a Barcelona.
¿Por qué alguien le daría trabajo a Alberto, que vive en Sevilla, y no a
alguien de Barcelona? Pues porque Alberto es una persona que se ha
graduado con las mejores notas, o posee una gran experiencia en su puesto
de trabajo, da el perfil de trabajador que la empresa busca, muchas cosas…
A medida que vamos planteando preguntas y dando respuestas, la
personalidad de Alberto y su vida van surgiendo ante nuestros ojos. Alguien
que deja atrás la ciudad en la que se crió, a su familia y a sus amigos para
marchar a otra ciudad completamente distinta a la suya nos indica que ese
alguien debe ser decidido, emprendedor, ambicioso y otras características
similares. Ya comienza Alberto a perfilarse casi por sí solo. Por supuesto,
ten en cuenta que hay muchas posibles respuestas a las preguntas, pero casi
siempre las respuestas salen por sí solas. Las respuestas también tienen que
coincidir con la idea prefijada (si no la tienes no pasa nada) que tengas ya
de Alberto y con la trama que ya has concebido. Sabemos que Alberto tiene
novia “de toda la vida”. Es una expresión que nos dice que Susana, aunque
puede que no haya sido la primera novia, es una mujer que lleva mucho
tiempo siendo pareja de Alberto hasta el punto que ambos se van a casar.
Eso nos dice que Alberto, en cuanto a relaciones, es una persona tranquila,
sentimental, fiel y leal a su pareja, puede que no sea ni mujeriego ni dado a
fiestas ni salir de noche de juergas. O todo lo contrario, pero no vamos a ir
por ahí puesto que la personalidad de Alberto ya está un poco prefijada.
Sigamos con las preguntas.
¿Quiere Alberto a Susana? Obviamente sí, pues se van a casar.
¿Quiere Alberto realmente casarse? No está tan seguro, pues Alberto
considera que todavía no es el momento y que puede afectar a su carrera
profesional.
¿Por qué puede afectar a su carrera profesional? Pues porque tiene que
tomar una grave decisión: volver a Sevilla y perder el trabajo en Barcelona,
o llevarse a Susana a Barcelona, pero a Susana no le gusta abandonar
Sevilla ni a su familia, está muy apegada a ella, y eso podría plantear
conflictos de pareja que terminarían afectando a Alberto y su vida laboral.
¿No será que bajo la excusa del trabajo en realidad Alberto quiere a Susana,
pero ya no está enamorado de ella? Sí, esa es la verdad que Alberto se niega
a escuchar.
Fíjate como con estas preguntas ya voy perfilando una personalidad
simple al principio más compleja a medida que se van realizando preguntas
y dando respuestas. Y piensa que cada pregunta tiene muchas respuestas.
Pero lo mejor es que además de crear la personalidad voy plantando ya
pequeños argumentos y conflictos que añadir a la trama principal que
enriquecerán la novela y a los personajes (el trabajo de Alberto, la vida
apegada de Susana a su familia y su negativa a ir a Barcelona, Alberto no
está enamorado de su novia…).
Y todavía podemos hacer muchas más preguntas. Fíjate en la
siguiente lista:
¿Se lleva bien Alberto con sus padres?
¿Y con la familia de Susana?
¿Cómo era Alberto de pequeño; un niño callado, malo, travieso…?
¿Cuáles son las aficiones de Alberto; o dedica su vida en exclusiva al
trabajo?
¿Tiene algún secreto, un vicio inconfesable?
¿Sufrió algún trauma en su adolescencia?
¿Cuándo tuvo su primera relación sexual; fue satisfactoria, traumática?
¿Tiene enemigos; le envidian?
¿Envidia Alberto a alguien?
Así puedo seguir durante mucho tiempo, rellenando páginas y
páginas con preguntas y respuestas y creando una personalidad tan real que
parecería que Alberto en realidad sí existe. Pero no se trata tampoco de
pasarse y cuanto más rápidamente y conciso creemos al personaje mejor.
Con este buen consejo de hacer preguntas has comprobado que es más fácil
de lo que parece crear complejas y atrayentes personalidades. Lo único que
tienes que tener en cuenta es el medio ambiente y la época histórica en
donde se mueva el personaje y la clase social a la que pertenezca. Y que
tengas imaginación, por supuesto, clave principal para todo.
En cuanto a las preguntas, como consejo, en un principio intenta
escribirlas en papel u ordenador y darlas un poco de vueltas en la cabeza,
pero al final verás como terminas creando y respondiendo preguntas
mentalmente y con rapidez. Nada como la práctica. Supongamos que ya
hemos formulado muchas preguntas y que hemos encontrado por fin el
perfil de Alberto. Para simplificar diremos lo siguiente sobre uno de
nuestros personajes principales:
ALBERTO: tiene 29 años, de Sevilla, y como casi todos los andaluces un
gracioso acento y cierto desparpajo que le hace destacar de los catalanes,
más serios y con un fuerte acento. Es alto, 1,80 de altura, delgado y moreno
de piel, pelo negro y ojos marrones. Es varonil y suele atraer la atención de
las mujeres, pero él sólo piensa en su trabajo. Es disciplinado, obediente,
trabajador, algo maniático con el orden y la limpieza, estudioso, responsable
y educado. Parece el hombre perfecto, pero Alberto tiene ciertos defectos,
entre ellos carece de iniciativa propia, no tiene mucha imaginación, aunque
sí cierta inteligencia, pero carece de astucia, casi no tiene ideas propias y
suele seguir las de los demás. Es demasiado zalamero con sus superiores, lo
que le hace no tan popular entre sus compañeros. Es un poco cobarde en
según qué cosas. Tuvo valor para irse a trabajar a Barcelona, pero no lo
tiene para decir a su novia, Susana, que no la ama y en realidad no quiere
casarse con ella. Pero no se atreve a decírselo por varios motivos: no quiere
dañar a Susana, no quiere defraudar a sus padres que ya están preparando la
boda, no quiere quedar mal ante los amigos y el resto de la familia, le
afectan mucho los comentarios negativos de las demás personas y siempre
intenta pasar desapercibido (excepto en el trabajo, donde se refugia de todos
sus males).
Sus grandes aficiones son el fútbol (es del Sevilla y cuando ve
fútbol su personalidad cambia) y practicar deporte en el gimnasio. Aparte
de eso, su vida es poco más que el trabajo, aunque tiene una pasión oculta
que no suele contar a nadie: le encantaría viajar por todo el mundo y ser un
aventurero, un sueño que desde niño siempre ha tenido. Siendo pequeño era
imaginativo, pero sus padres le obligaban a estudiar y trabajar demasiado
pues querían que fuera “alguien” con un buen futuro, y las aspiraciones y
sueños del niño se vieron frustrados. Además, de pequeño e incluso de
adolescente Alberto no era ni violento ni fuerte y fue el blanco de
gamberros que le amargaron al quitarle el dinero para el almuerzo, darle
palizas o robándole la bicicleta. Tampoco tenía éxito entre las chicas, pues
por entonces los granos y su pobre físico no le hacían muy popular; estuvo
locamente enamorado de una chica que le rompió el corazón.
En la actualidad Alberto ha cambiado, es más guapo y el deporte le
ha hecho tener un esbelto y buen cuerpo, pero por dentro sigue siendo ese
niño asustado del que todos abusaban y que desea ser un aventurero como
Indiana Jones, pero que se encuentra atrapado en un mundo sin color y sin
emoción. La rutina y el trabajo serán la fórmula perfecta de Alberto para
escapar de todo e incluso de sí mismo. Conoció a Susana con 21 años y
desde entonces son novios. Susana es quien lleva la voz cantante en la
relación.
Este es Alberto a grandes rasgos, y digo a grandes porque si quisiera
podría escribir cuatro páginas contando la vida de Alberto y quien es, pero
no hace falta tanto, pues creo que ha quedado muy claro que queremos y
esperamos de Alberto, ¿verdad? El proceso de crear un personaje, algo que
al principio parecía muy difícil, ahora no se nos antoja tan imposible. La
cuestión es pensar un poco, echarle imaginación y tiempo para plasmar que
buscamos. A veces los personajes los tendremos perfecta y maquinalmente
pensados y otras saldrán por sí solos. Ellos saldrán de nuestra mente y se
darán forma, haciéndonos pensar que no tenemos control sobre su creación.
Te voy a contar un secreto: he creado a Alberto, pero mientras escribía
sobre él he ido añadiendo cosas que espontáneamente, casi sin pensar, me
han surgido y pienso que para la novela que se quiere crear la personalidad
de Alberto ahora es mucho más sugerente y atractiva.
Leyendo los pocos párrafos sobre la personalidad de Alberto y su
vida resumida, ya nos damos cuenta de quién es, como va a reaccionar y
que dirección va a tomar durante la novela, y cuando tratemos el personaje
de Alberto ya sabremos qué hacer con él. Incluso no hace falta escribir más
sobre él, pues ya hemos sentado las bases con las que trabajar y explotar
durante el proceso de creación de la novela. Lo que debemos hacer ahora es
ser fieles al personaje y su carácter, a sus motivaciones, ambiciones e
historia y salirnos de ella si la trama lo exige o por causas traumáticas o
evoluciones de personalidad (las personas vamos cambiando según la vida
y las experiencias que nos tocan vivir). El proceso de crear un personaje
mediante preguntas es muy fácil y nos da mucho juego, ya lo has
comprobado. Existen más métodos, claro, algunos muy enrevesados, otros
muy simples, pero todos comienzan con la pregunta de: ¿Qué tipo de
persona es?, para seguir a continuación con: ¿Qué le motiva? y ¿qué es lo
que quiere? (y una cosa es querer y otra muy distinta conseguirlo). Más o
menos es como las preguntas que lleva haciéndose el Hombre toda la vida:
¿Quiénes somos, de dónde venimos y adónde vamos? Como estás leyendo,
crear un personaje es jugar un poquito a ser un filosofo y, porque no decirlo,
cierto dios (creas mundos, personajes, situaciones y eres el que decide que
va a pasar y que no…)
Teniendo ya creado el personaje de Alberto y claro el proceso de
cómo ha sido creado, podemos pasar a los siguientes personajes principales:
Susana y Raquel. Para resumir, vamos a dejar de lado el realizar preguntas
para las dos mujeres (se supone que ya lo hemos hecho) y pasamos
directamente a reseñar sus personalidades y de forma muy resumida para no
alargar demasiado esto.
SUSANA: novia de Alberto, de pelo castaño, aunque siempre teñido de
rubio. Mujer típica del sur de España en cuanto a físico, cintura estrecha,
pechos un poco más grandes de la media y buen trasero, pero sin llegar a
ser gordo. Guapa de cara, ojos marrones, piel blanca aunque ya bronceada
por el sol, pues le gusta mucho la playa. Su personalidad es muy fuerte, es
quien manda en la relación. Le gusta tenerlo todo controlado, tiene
planeado no sólo cada detalle de la boda sino de toda la vida: “me caso a
los 24 años, tengo mi primer hijo a los 27, a los 29 el segundo, la parejita,
a los 31…” y así sucesivamente. No es inteligente, pero sí astuta y
maquinadora, bastante maquiavélica y suele meterse mucho en la vida de
los demás. Le importa mucho el qué dirán y vive para las apariencias. Tiene
estudios, pero no trabaja ni estudia pues considera que bastante tendrá con
cuidar la casa y a sus futuros hijos. No le gusta que Alberto esté en
Barcelona, pues es muy celosa (inseguridad y falta de confianza en sí
misma), pero el dinero que gana Alberto le permite pagar una bonita casa y
acometer planes para el futuro…
Podría seguir, como en el caso de Alberto, con la descripción de
Susana, pero ya vemos que ella también está bien definida y que da mucho
juego. Ahora viene el personaje de Raquel, que es quien torpedeará la
“perfecta” vida de Alberto y Susana, contrapunto perfecto y motivo de
conflictos que son los que harán que la trama de la novela sea interesante.
Para añadir un poco más de morbo a la cosa, podemos hacer que Raquel sea
aquella chica que rompió el corazón de Alberto en su adolescencia.
RAQUEL: amiga de Alberto, pero no de Susana. Las dos mujeres fueron
juntas al mismo colegio, pero no fueron amigas. Raquel es de pelo moreno
y liso, piel oscura y profundos ojos negros capaces de derretir casi todos los
corazones masculinos. Es muy sensual, de curvas y pechos generosos. No
es que sea muy guapa, pero es tremendamente consciente de su gran
sensualidad y lo aprovecha para hacer lo que quiere de los hombres.
Siempre fue la chica más popular. Es inteligente, manipuladora, egoísta,
ambiciosa y no suele tener escrúpulos a la hora de conseguir sus objetivos.
Mujer de acción, directa y casi sin miedos, se ha hecho a sí misma. De
pequeña pasó muchas necesidades pues sus padres eran muy pobres debido
a que su padre era un borracho que se gastaba todo el dinero en alcohol. Por
tanto, Raquel no tuvo una infancia feliz y no poseyó muchas cosas, lo que
la hizo sentirse acomplejada ante los demás niños; se prometió que nunca
más pasaría penurias y tendría todo lo que se le antojara. Materialista, su
lema favorito es: “prefiero una maleta llena de dinero a estar enamorada”;
pero esto no es del todo cierto. Aunque lo niegue es una romántica
empedernida y suspira por el hombre que la haga feliz. Pero un hombre de
verdad, no esos que se le acercan babeando por su físico o pechos. De
adolescente gustaba (y de mayor también pero ya menos) atormentar a los
chicos haciéndoles enamorarse de ella para luego abandonarles. Eso hizo
con Alberto, a quien destrozó el corazón, pero Raquel intuyó que Alberto
no era como los demás y nunca se perdonó haberle hecho eso a su amigo,
aunque jamás lo reconocería en voz alta…
Ya tenemos a los tres personajes principales perfilados y sus
personalidades bien asentadas. A partir de aquí, podemos hacer con ellos lo
que queramos pero con cierta lógica. Una vez que ya sabes cómo son tus
personajes verás que al escribir sus peripecias prácticamente te saldrá todo
hecho y fácil, pues es como si ellos mismos te dijeran que poner. Esto es así
porque ya sabes como son, como van a reaccionar e incluso como van a
hablar. Tus personajes han cobrado vida, y eso se nota.
Consejos finales. Aunque hayas creado una larga y compleja vida y
personalidad, no estás obligado a poner todo en la novela, no tienes porque
reseñar con detalles la vida de cada protagonista, pues puedes ralentizar la
acción o simplemente aburrir al lector, o quitar interés al personaje. Tener la
personalidad bien definida es de cara a ayudarte a escribir, no un dogma
obligado a reseñar en la novela. A veces un personaje misterioso es muy
atrayente por eso mismo, por no saberse nada sobre él; el lector se sentirá
atraído sobre ese personaje y su misterioso y desconocido pasado o vida.
Pero si previamente tú ya tienes la “ficha” de ese personaje al detalle,
tendrás una ventaja muy grande a la hora de plasmar al personaje en tu obra
y eso lo notará el lector aunque ni él mismo se dé cuenta. Sabrá que ese
personaje está bien definido, creado y que es interesante. Si, por el
contrario, deseas dar a conocer grandes facetas de la vida y personalidad de
tu protagonista, tienes varios métodos para hacerlo: a través de la trama, en
pequeñas dosis; una presentación en un determinado y adecuado momento;
o a través de los ojos de otros personajes. Cada opción presenta a su vez
numerosas opciones, pero no vamos a enumerarlos pues no se trata de eso.
Un personaje bien trabajado y pensado, que se mueve siguiendo su
personalidad y motivaciones, con una vida detrás suya es un personaje que
enriquecerá tu novela, la hará maravillosa y atraerá la atención de los
lectores. Es muy recomendable que dediques tiempo y esfuerzo a crear a tus
personajes. Ahora, vamos con otros personajes que, a pesar de su nombre,
son bastante importantes: los secundarios.

LOS PERSONAJES SECUNDARIOS

Tal y como dice su nombre, los personajes secundarios no son los


protagonistas, pero sus papeles en la trama no en pocas ocasiones son tan o
más importantes que el de los protagonistas. Los secundarios nos sirven
para presentar las tramas o a los protagonistas principales, son fuente de
conflicto, de apoyo y de muchas cosas útiles en la novela. Por tanto, la
creación de los personajes secundarios es muy importante. Suelen ser muy
numerosos y varían en importancia. Hay que tratar, a la hora de crear a los
secundarios, de crear una especie de lista que nos indique que secundarios
son realmente importantes y cuales son únicamente para dar información al
lector sobre algo relacionado con la trama.
En el caso de nuestra novela ejemplo, digamos que unos personajes
secundarios importantes serían los padres de Alberto, ya que ellos fueron
quienes educaron al personaje y tuvieron un papel crucial en la creación de
su carácter. Es más, los padres de Alberto siguen influyendo en su vida y
por tanto sus decisiones afectan mucho a nuestro personaje. Gracias a estos
secundarios podemos conocer cosas de Alberto que de otra forma no
podríamos plasmar en la novela. A través de los ojos de los padres veremos
facetas íntimas de Alberto que harán que los lectores conozcan más al
personaje. También nos sirven como fuente de conflictos emocionales para
que la obra sea más rica en este tipo de cosas. No hay que olvidar que los
conflictos son los que moverán a los personajes y atraerán el interés de los
lectores. Dado que los padres de Alberto son tan importantes (dentro de su
carácter de secundarios), bueno sería dedicarles unos momentos para
plasmar sus historias y personalidades. Les vamos a llamar Ramón y
Martha. Otros personajes secundarios importantes pueden ser amigos,
antiguas novias, compañeros de trabajo… Hay un montón para elegir, y
cuanto más cercanos sean a Alberto, más cosas podrán decir de este.
Pero ojo, ten cuidado con esta regla: los secundarios nunca pueden
ser más importantes que los principales, pues entonces se cambiarían las
reglas. Claro que puedes empezar con un secundario haciendo que al
principio lo sea para luego, por la trama, cambiar al papel de protagonista,
pero eso será porque así lo has deseado. Los secundarios son ideales como
complemento para los principales. Si Alberto no tiene un gran sentido del
humor, un amigo puede ser muy gracioso y así formar una pareja
diametralmente opuesta que puede dar mucho juego. A través del contraste
de un Alberto muy serio y solemne con un secundario más gracioso y
desinhibido podemos crear un montón de conflictos (sean buenos o malos)
que darán mayor profundidad a tu novela. Tienes un montón de facetas con
las que jugar y explorar. De la misma forma, en ocasiones algún secundario
demuestra poseer una personalidad muy interesante, pero ten cuidado y no
caigas en la tentación de explotar demasiado a dicho secundario, pues
entonces correrías el riesgo de convertir ese interés en monótono. Es un
problema muy común entre los escritores. De tanto abusar de ese punto de
interés de un secundario terminan por aburrir al lector.
En resumidas cuentas, los personajes secundarios son indispensables
para la novela, al igual que para los personajes principales. Sin ellos la
trama no avanzaría, no conoceríamos a los principales puestos que estos no
interactuarían con nadie y sus vidas serían planas y vacías.
Luego están el resto de personajes de la trama, los que son menos
que los personajes secundarios. Son personajes que aparecen para cumplir
un determinado papel y poco más, pero en ocasiones ese papel a cumplir
también es muy importante. Te voy a poner unos ejemplos. Digamos que
Alberto va a un hotel y un recepcionista le entrega un sobre con un mensaje
muy importante. Al recepcionista le han asegurado que el sobre es de vital
importancia y debe ser entregado en mano a Alberto. Este recepcionista
cumple un cometido: entregar el sobre al personaje principal. Pongamos
que el mensaje es en verdad tan importante, tanto, que cambia la vida de
Alberto. Podemos decir que el recepcionista ha cumplido su cometido, pero
no va más allá de entregar el sobre. Por tanto, no cometas el error de darle
una extrema personalidad al recepcionista. Muchos escritores cometen ese
error creyendo que inventar una historia hasta para alguien como el
recepcionista les hace mejores escritores y gusta a los lectores. No es así.
Lo único que consigues es confundir a los lectores y retardar la trama. Si
haces que el recepcionista pare la trama para explicar su vida, obras y
milagros, haces creer al lector que el recepcionista, como personaje, es
mucho más importante de lo que parece. O sea, dedicas tres o cuatro
extensos párrafos, o una o dos páginas, para explicar quién es el
recepcionista, por que trabaja en ese hotel y que su mujer le engaña con su
mejor amigo y él lo sabe para que luego todo termine con que entrega el
sobre a Alberto y fin de su historia, no aparece más en la trama. Aparte que
es absurdo abrir otros argumentos que luego no tendrán resolución, lo único
que consigues es confundir al lector y sobre todo, y esto es muy peligroso,
desilusionarle y desengañarle. ¿De qué sirve crear un personaje atrayente
como el recepcionista, despertar las expectativas del lector, para que luego
todo termine en nada? No hagas eso, no conduce a ningún sitio.
Sólo si estás seguro que un personaje que saldrá poco es
relativamente importante expón algo de él. Tampoco hace falta extenderse
demasiado, con una frase o unas pocas palabras puedes definir
superficialmente, pero de manera interesante, una personalidad de un
personaje que no tendrá demasiado peso en el argumento. Pongamos que
Alberto va todos los días a desayunar al mismo restaurante. Quien le sirve
el café con tostadas es un hombre de cincuenta años, que está teniendo
problemas porque su sobrino, que es camarero, le coge dinero de la caja
para irse con los amigos. El hombre está preocupado y sufre, pues no se
atreve a decir a su hermana que su hijo es un ladrón. Es demasiada historia
para un personaje que apenas va a aparecer, pero si Alberto va siempre a
desayunar allí y conoce a ese hombre y conversa con él, puedes hacer que a
través del conflicto del sobrino ladrón se dé a conocer un poco más la
personalidad de Alberto. Y no hace falta dedicar toda una página para
describir el conflicto, te basta con un par de frases en una conversación.
Esta pequeñita trama no irá a ningún lado, pero es lo que te dicho antes: a
través de los ojos del resto de personajes y de sus conflictos, se irán
perfilando las personalidades de los personajes principales.
Crear personajes secundarios es una tarea importante, es tiempo
bien invertido dedicarles atención. No enmarañes demasiado la trama
principal con múltiples y pequeñas tramas de personajes que no van a
ningún lado. Si la historia lo demanda entonces hazlo, pero si no, es mejor
seguir adelante.
Si te has dado cuenta he comenzado a hablar sobre conflictos en la
trama, con los personajes, las situaciones… El conflicto es lo que hace
avanzar la historia, lo que permite que la novela sea interesante y los
personajes puedan evolucionar y actuar dentro del argumento que hayas
creado. Pero del conflicto hablaré un poco más adelante, en el siguiente
capítulo que vamos a dedicar integro al argumento o trama de la novela;
bien lo merece.

CAPÍTULO 4
CONVERTIR LA IDEA EN UN ARGUMENTO, segunda parte
EL ARGUMENTO

Aunque pueda parecer obvio, sin el argumento no hay novela. Es tan


obvio que a muchos escritores se les pasa esta gran verdad. Se trabajan los
personajes, las técnicas, se depuran en cuanto a la escritura, estudian, se
preparan, analizan esto y aquello y cuando terminan la novela sencillamente
no es interesante, aburre o no cuenta nada por carecer de argumento. Esto
ocurre sobre todo en la actualidad en un género, que es la novela histórica,
y que me permitirá explicar exactamente lo que quiero decir.
La novela histórica es uno de los géneros literarios que más vende y
mueve millones de euros al año en ventas de libros. Es normal que muchos
escritores deseen probar suerte con este género porque abre muchas puertas
que le facilitarán su carrera como escritor. Así mismo, están luego los
escritores a los que les apasionan la novela histórica y sobre todo
determinados siglos, como es mi caso. La cuestión es que muchos se suben
al carro del éxito y se ponen a escribir novela histórica; incluso quienes no
son escritores y carecen del Don de narrar historias. Muchos profesores,
licenciados en Historia, divulgadores…, aprovechan sus conocimientos para
escribir novelas, y otros escritores estudian a fondo durante muchas
semanas o incluso años determinada época para luego escribir su obra.
Desean ser lo más perfectos posibles, acercarse a ese momento histórico
con la mayor exactitud. Cuando escriben sus personajes son
cuidadosamente tratados, bien creados y los eventos históricos se basan en
los más modernos y prestigiosos estudios, añadiendo además los extensos
conocimientos del que escribe. Esto se traduce en que la obra estará llena de
aciertos históricos, pero algo falla. Y lo que falla es que mucho estudiar la
Historia, mucho preparar los datos y rellenar párrafo tras párrafo de la
novela con los extensos conocimientos que se posee, pero, ¿y la historia a
contar? ¿Dónde se encuentra esa trama que haga que el lector se enganche a
la novela? Para este tipo de escritores la trama es lo de menos, pues
consideran que lo más importante es demostrar que buenos son a la hora de
escribir novela histórica. Se equivocan y lo pagan cuando los lectores dejan
de lado sus obras. Y los que consiguen vender son flor de un verano, no
más. Si lo que deseas es demostrar cuan enormes son tus conocimientos
sobre, digamos, el Imperio Romano, entonces escribe un ensayo, pero
estamos hablando de novela, y si la novela no tiene una trama interesante,
por muy exacto que seas a la hora de poner fechas los lectores te dejarán de
lado. La trama es lo más importante junto a los personajes.
Puedes crear el argumento antes o después de crear a los personajes,
o incluso a la vez, eso ya es cosa de cada uno. Pero lo que tienes que tener
claro también es esta sencilla formula: la novela comienza en un punto, A.
Termina en un punto, C, y entre medias está un enorme B llamado
argumento o trama. El argumento principal es el que debe unir a A con C, y
puede tener un montón de pequeños argumentos que se entrecrucen o no,
pero que deben ayudar a que el argumento principal continúe adelante. Si
Alberto viaja a Sevilla desde Barcelona, en Madrid se encuentra con
Raquel, comen, se replantea el casarse con Susana y cuando llega a Sevilla
decide no casarse, entonces lo cierto es que el argumento es bastante pobre.
No nos da ni para llenar diez páginas. Hay que crear un argumento sólido
que explique porque el final tiene que ser que Alberto no se case con
Susana, la novia de toda la vida. ¿Cómo podemos empezar a trabajar con el
argumento, por donde se comienza, que es lo que hace que surja el
argumento que desarrolla la historia? Como estás viendo, tener una buena
idea para una novela no significa que puedas escribirla, porque si no sabes
cómo enlazar A con C entonces estas acabado. Aquí es donde surge tu
imaginación, tu Don para inventar historias y narrarlas de forma adecuada.
Pero seguimos en las mismas: ¿de dónde sacamos el argumento? Una ayuda
puede ser del conflicto.

EL CONFLICTO
Una vez escuché a un personaje de una famosa serie de televisión
decir una gran verdad: a los seres humanos nos mueven tres cosas: las
matemáticas, el sexo y la biología. Es bien cierto, pero el punto de unión de
todas esas cosas son los conflictos, algo a lo que todos los días los seres
humanos nos enfrentamos en mayor o menor medida. El conflicto nos
impulsa, nos hace crear más conflictos y nos desarrolla como personas,
haciendo salir a la luz nuestros más íntimos pensamientos o nuestra
personalidad más oculta. ¿No lo crees así? Pues atento.
Pongamos que estoy viviendo en casa con mi pareja. Mi novia a la
hora de la comida me planta en la mesa un plato de judías verdes. Odio las
judías verdes. Tengo mucha hambre, he ido a practicar deporte al parque y
tras correr cuarenta minutos lo que menos me apetece es comer un plato de
judías verdes. Desilusionado y algo enfadado digo: “No me gustan las
judías verdes”, a lo que mi novia responde: “No hay otra cosa”. Ya
tenemos un conflicto. Este conflicto puede ser pequeño o grande, pues
puedo optar por callarme y comerme las judías o seguir adelante con la
discusión. No quiero comer las judías, pero mi pareja se empecina en decir
que no hay otra cosa. La discusión aumenta de tono y cada cual nos
enrocamos en nuestra postura. De nuevo puedo optar por recular y comer
las judías o decidir seguir adelante. La discusión se agria aún más y de
repente, sin saber cómo ni porque, a la discusión de las judías se unen otros
conflictos anteriores y latentes. Mi novia me reprocha que no cocine yo, o
yo la reprocho que no sepa comprar y sólo compre comida por sus gustos,
que sé yo, mil cosas, y ese pequeño conflicto inicial podemos inflarlo e
inflarlo y crear un conflicto tremendo que evidencie que entre nosotros hay
una relación no muy buena, pues con una mera discusión ambos nos
enfrentamos violentamente. El conflicto de las judías nos ha hecho
reaccionar y ha creado una historia en la que podemos profundizar. ¿Qué ha
hecho que la pareja se enfrente? ¿Qué hay en verdad tras la discusión de las
judías? Es más, el conflicto de las judías sienta las bases para futuros
enfrentamientos que continúen deteriorando la relación de los novios, de tal
manera que más adelante incluso no se hablen o rompan la relación.
Si no sabes cómo iniciar un argumento busca conflictos entre los
personajes. En este caso, si repasamos las historias de los personajes
principales, comprobarás que están sentadas las bases de un montón de
conflictos, puestos intencionadamente o no. El conflicto inicial ya está
preparado: el viaje de Alberto a Sevilla para la boda con Susana. Conflicto:
Alberto no está convencido del todo de la boda. ¿Por qué tiene que dejar
Barcelona y el trabajo allí si se encuentra muy a gusto en la ciudad condal?;
este es un conflicto a explotar.
El mayor conflicto se debe dar cuando Alberto se encuentra con
Raquel. Raquel, cuando era joven, destrozó el corazón de Alberto y jugó
con sus sentimientos. Conflicto: ¿Cómo reaccionará Alberto ante Raquel?
Lo más posible que mal, puesto que Alberto tiene la vida solucionada y en
su rutina encuentra la seguridad. El encuentro con Raquel puede echar por
tierra esa falsa sensación de seguridad y romper su rutina. ¿Por qué?
Conflicto: porque a Alberto todavía le gusta Raquel y porque, a pesar de los
años, sigue dolido por la humillación sufrida a manos de Raquel.
Pero es indudable que Alberto y Raquel deben permanecer juntos,
puesto que la relación con Raquel en Madrid hará que Alberto se replanteé
su vida y decida no casarse con Susana. Es decir, debe haber otro conflicto
aún mayor que haga que Alberto y Raquel tengan que estar juntos a pesar
que entre ellos hay un montón de conflictos sin solucionar y otros por
explotar. Por ejemplo: Raquel descubre que Alberto ha cambiado, es más
guapo, tiene dinero y parece que un buen trabajo. Conflicto: a pesar que
Raquel trata a los hombres como objetos y sólo desea de ellos lo que le
interesa, no puede evitar sentirse atraída por Alberto, sobre todo porque ya
desde adolescente se sentía un poco enamorada de él. Este es un conflicto
interno de Raquel que puede afectar a la trama, puesto que Raquel deberá
luchar entre sus sinceros sentimientos y el egoísmo innato en ella. Pero con
todo, con muy interesante que pueda ser esto, seguimos sin argumento, sólo
tenemos conflictos y más conflictos. ¿No habíamos dicho que gracias a los
conflictos tendríamos el argumento? Sí y no, tranquilo, no te he engañado.
Pero si exponiendo un montón de conflictos sigues sin tener argumento,
bueno, entonces hay un problema.
Sigamos con este tema. Debes añadir conflictos entre los personajes,
además de conflictos internos de los propios personajes, que debatan
consigo mismos, con lo que desean, codicien o sus metas personales. El
conflicto impulsará la novela, enriquecerá el argumento y hará más
interesante la trama. Hemos creado a los personajes, hemos añadido
conflictos, tenemos claro que debemos crear una interesante trama… Ya
deberías tener a estas alturas el argumento, pero por si no, tranquilo, ahora
sí, en el próximo apartado vamos a hablar del argumento.
SOCORRO, QUE NO ME SALE UN MALDITO ARGUMENTO

No nos pongamos nerviosos. Lo más difícil ya lo tenemos: la idea,


los personajes, los conflictos y ambiciones que les impulsan… En realidad,
teniendo ya estas bases es bien fácil sacar una trama que te guste y sea
lógica con la historia que pretendes narrar. El proceso es el mismo que
cuando hemos creado una idea: siéntate, relájate y saca a relucir todas las
cosas que se te ocurran acerca de la obra. Escribe en un papel todo lo que te
vaya viniendo a la mente, aunque te parezca absurdo; ya tendremos tiempo
de decidir que vale y que no. La cuestión principal es que tenemos una idea
y un conflicto que hará que la novela tenga un argumento: el conflicto es el
encuentro entre Raquel y Alberto en Madrid, hecho que cambiará todo y
hará que la historia vaya por otros derroteros. Pues a pensar se ha dicho.
Vamos a imaginar que tras muchos días de pensar, de dar vueltas en
la cama e ir caminando por las calles como un zombi sin mente has llegado
a idear varios posibles argumentos para tu novela. Tras descartar ideas y
tramas hay tres argumentos que te llaman más la atención; por supuesto,
todo esto es un ejemplo.

-Argumento 1: Alberto llega a Madrid y, por coincidencias del destino, en el


hotel donde se aloja se encuentra con Raquel, la amiga de la infancia que le
rompió el corazón. Pensando que lo pasado, olvidado está, los dos
personajes salen juntos para cenar y disfrutar de la noche madrileña. Ambos
beben mucho alcohol en las discotecas de moda y se emborrachan, y para
cuando se quieren dar cuenta están en el hotel, en la misma cama y
haciendo el amor. A la mañana siguiente Alberto no quiere hablar del tema,
pero Raquel siente que sus antiguos sentimientos por Alberto han renacido
y no desea perderle. Desde ahora, y hasta la llegada a Sevilla, Raquel hará
lo posible por evitar la boda de Alberto.

-Argumento 2: Muy parecido al primero, excepto que tras la noche de sexo


Raquel decide utilizar a Alberto. Raquel tiene una vida de todo lujo y eso es
debido a que gana mucho dinero vendiendo información privilegiada de las
empresas en las que trabaja a la competencia. Pero ya la Policía y detectives
privados de las empresas perjudicadas van tras ella, pues posee una
información vital relacionada con, digamos, súper conductores de
electricidad, baratos y de alta tecnología que van a revolucionar el mundo
de las comunicaciones. Raquel lleva encima información que debe dejar en
un lugar seguro antes de que la detengan con ella encima, o pasársela a
alguien de confianza para que la lleve ante sus contactos. Alberto es esa
persona, así que decide utilizarle. Sin decirle nada, y aprovechándose de sus
sentimientos hacia su persona, Raquel engaña a Alberto y decide
acompañarle hasta Sevilla; Alberto portará la información sin darse cuenta,
por tanto, se convierte en cómplice de la astuta Raquel. A partir de aquí se
sucede una trama un poco aventurera, donde detectives privados y la Policía
van tras la pareja, incluidos unos matones de otras empresas que les quieren
robar la información. Pasan momentos de verdadero apuro, incluso sus
vidas se llegan a encontrar en peligro, Alberto no entiende lo que está
pasando y la Policía les sigue muy de cerca. Mientras todo esto ocurre, a
pesar que en un principio intentan olvidar lo que sucedió esa noche en el
hotel, Alberto y Raquel vuelven a sentirse atraídos y su amor parece crecer.
Llegan a Sevilla y aquí se inicia un trío sentimental cuando Susana entra en
juego. Alberto ya no es el mismo, las aventuras vividas durante el trayecto
(que se ha alargado por el espacio de tres días nada menos, más los cuatro
días en Madrid) le han convertido en otro hombre. Ya no tiene nada seguro
que quiera casarse con Susana y la novia, intuyendo que Raquel es la
culpable de todo, presiona aún más a Alberto para adelantar la ceremonia.
Pero la Policía interviene al fin y detienen a Alberto, acusándole de
espionaje industrial y de robar documentos. Raquel aprovecha la situación
para irse de Sevilla, pues ahora es libre para seguir adelante, pues ha
conseguido copiar (en un momento dado de la trama) la información y corre
para encontrarse con sus contactos. Pero su conciencia le hace debatir la
mala situación en la que ha quedado Alberto, quien aparte de estar detenido
a la espera de juicio tiene que enfrentarse a una histérica Susana y su
familia.

-Argumento 3: Lo mismo que el argumento 1, pero cuando Alberto y


Raquel salen de Madrid para Sevilla lo hacen en un coche privado,
dispuestos a correrse una juerga por el camino como fiesta de despedida
para Alberto. Una noche en un motel de carretera son abducidos, o parece
que lo son, por un OVNI. Desaparecen tres días sin dejar rastro y Susana,
desesperada, llama a la Policía denunciando la desaparición de su novio.
Alberto y Raquel aparecen en otra carretera sin saber que ha pasado los tres
últimos días, pero a partir de ese momento sus vidas cambian y Alberto,
sobre todo, siente que ha estado viviendo una gran mentira.

Estos son tres posibles argumentos que, como ya he dicho un poco


antes, son los que más te atraen para convertir en novela. Los tres son
iguales más o menos hasta la llegada a Madrid, siendo la diferencia de
Madrid en adelante. En el primero es un trío amoroso repleto de conflictos
sin más, en el segundo se añade la trama del robo de documentos y se da
mayor peso al personaje de Raquel, y el tercero es una especie de
Expediente X a la española con relación sentimental de por medio, donde
podemos jugar con si en verdad hubo una abducción o simplemente una
mentira por parte de Alberto y Raquel para justificar que estuvieron tres
noches de soberana juerga. Vamos a suponer que tras intensos días de
meditar seriamente has decidido quedarte con el argumento 2. ¿Por qué con
ese y no con otro? ¿Y por qué no? Sería la mejor respuesta. Quizás el
segundo argumento sea el mejor porque al conflicto emocional se le añade
otro físico que es el tema del espionaje industrial y la Policía, y se le podría
sumar también que sería una novela conocida como thriller, donde no sería
tan importante la acción y si los sentimientos de los personajes llevados al
límite en una situación extrema, ideal para dar un vuelco a las vidas
supuestamente confortables y grises de Alberto y Susana. Otra explicación
es que puede que te sea más divertido escribir algo con un poco de intriga y
acción que no simplemente una novela romántica sin más.
Qué más da, si eliges un argumento, sea cual sea, es tu elección y
por tanto debes ir hasta el final con él, que no es otro que escribir la novela.
Aquí hemos elegido el argumento segundo sencillamente porque
necesitamos un ejemplo y me servirá para explicarte lo “fácil” que es
intentar encontrar un argumento para tu obra. Sí, claro, no es demasiado
original, historias como estas las hay a montones. ¿Y qué? Recuerda lo que
he dicho antes sobre el tornillo y dar una vuelta más, recuerda que no
importa tanto la originalidad de la obra y sí la pasión, la fuerza y la emoción
que imprimas a tu relato. Si la historia y los personajes son buenos, si
realmente crees en lo que estas escribiendo, entonces tu novela será leída
con agrado por los lectores, que al final es lo que cuenta. Eso, y que estés
satisfecho con tu libro.
OTROS ARGUMENTOS

Por supuesto, dentro de la trama principal puedes intentar meter


otras tramas o sub-argumentos para enriquecer la historia, pero no olvides
que sin dejar de lado la trama y sin que esta se vea comprometida o
entorpecida por los excesivos sub-argumentos. Por ejemplo, dado que se ha
elegido el tema de la Policía y el espionaje industrial podemos añadir que
Raquel, ambiciosa, ansiosa de ganar dinero y vivir la gran vida, haya tenido
problemas en el pasado que ahora la están acosando, de ahí que tenga una
necesidad grande de obtener dinero para marcharse del país y empezar una
nueva vida. Si repasamos la personalidad de Raquel sabemos que le gusta
jugar con los hombres, enloquecerlos de pasión y amor para luego
abandonarles. ¿Pero, y si hubiera jugado sentimentalmente con el hombre
equivocado? Digamos que sedujo a un importante hombre de negocios,
obtuvo de él lo que quiso y luego le abandonó. Este importante hombre de
negocios es un personaje oscuro, pues maneja ciertos negocios no
demasiados legales, como apuestas y contrabando, incluso algo de drogas.
Raquel se ve obligada a huir de este hombre que busca venganza porque le
dejó con el corazón destrozado y encima le quitó dinero (o lo que sea). Esto
hará que el personaje de Raquel se vea dominado por dos poderosos
factores: la ambición y la desesperación. Y movida por tales impulsos
Raquel hará lo que sea y como sea con tal de conseguir sus metas y salvar
su integridad, incluido volver a destrozar la vida de Alberto.
Incluso podemos ir más allá y hacer que Susana no sea la persona
tan banal y aparentemente sosa que puede ser. Podemos complicar un poco
más su vida y crear conflictos que enturbien su relación con Alberto. Cierto
es que Susana ya ha planificado su boda, ¿pero, quiere realmente a Alberto?
¿Y si en realidad Susana lo que busca es una vida acomodada con el
hombre que ella cree adecuado y formar una familia estable porque siempre
ha sido ese el sueño de su vida? Quien conozca la ciudad de Sevilla y la
difícil situación social y económica que atraviesa Andalucía sabe que
muchas familias poseen humildes orígenes, siendo de pueblos o comarcas
pobres y rurales que emigraron a las ciudades en busca de una mejor vida
para terminar, en la mayor parte de los casos, agrupados en barrios
marginales. Podemos hacer que Susana se haya criado en una familia muy
humilde y en un barrio azotado por la miseria, la delincuencia y la droga. A
base de tesón y esfuerzo consiguió salir de allí, conoció a Alberto y desde
entonces se ha propuesto casarse con él y formar parte de su familia, de
clase alta y bien acomodada. Por supuesto, Alberto sabe del origen humilde
de su novia, pero no le importa, pues le gusta tal y como es. Lo que
desconoce es lo siguiente.
Susana tiene un hermano mayor, un drogadicto al que la adicción a
la heroína y otros estupefacientes le han convertido en un delincuente
peligroso. De cuando en cuando acude a su hermana en busca de dinero.
Susana, con ese alto sentido del deber familiar que suelen poseer los
componentes de las familias humildes, a pesar que sabe que su hermano es
una hiena que sólo busca satisfacer sus viles y egoístas necesidades, se ve
en la obligación de ayudarle y eso que su sola presencia puede echar por
tierra todos sus planes de matrimonio. Susana se ha visto tentada en
ocasiones de olvidar definitivamente a su hermano, pero no ha podido
hacerlo por un terrible secreto que guarda en lo más profundo de su mente,
un secreto que su hermano conoce y que le sirve para chantajear a Susana
en caso de que esta no quiera darle dinero para droga. Susana, antes de
conocer a Alberto, para sobrevivir en el duro mundo que le tocó vivir tuvo
que ejercer de prostituta en un burdel, pero logró salir a tiempo antes de
verse mancillada para siempre. Su hermano lo sabe y siempre le amenaza
con contarle ese secreto a Alberto si no le da dinero. Susana hará lo que sea
para que nunca se sepa ese aspecto tan desesperado y oscuro de su vida. Si
la familia de Alberto, o él mismo, lo supiera seguramente anularían la boda;
Susana enloquecería y cometería una locura. ¿Se puede imaginar mayor
drama que este? E imagina también el impacto que sería en Susana el que
Alberto le dijera que no se casa con ella porque en su vida ha vuelto a entrar
Raquel.
Como has podido comprobar hemos creado dos pequeñas historias
que encajan dentro de la historia mayor y que la hacen más dramática e
intensa, cargándola de conflictos que pueden estallar con mucha fuerza.
Con tan sólo pensar un poco, realizar preguntas y darles vueltas a las
historias de los personajes se han perfilado nuevas situaciones. Y podríamos
continuar, pero como ejemplo creo que con esto es suficiente. ¿Te das
cuenta ahora como es cierto que el tener conocimientos de las cosas en
general y de la vida en particular te sirven para crear argumentos y
personajes creíbles y atrayentes? Y muy importante: ¿has comprobado
cómo el argumento principal de la novela se ha visto cambiado por la
introducción de estas tramas secundarias? Con esto te quiero exponer que,
de momento, el argumento no está cerrado a variantes, ni tampoco las
historias de los personajes, y que puedes realizar un montón de cambios
siempre y cuando creas que van a mejorar la obra y tampoco van a cambiar
en exceso la idea original, esa que has concebido como tu novela.

RESOLUCIÓN FINAL

Hemos llegado al momento mágico, ese momento en el que creemos


que ya tenemos perfilado el argumento de la novela y los caracteres de los
personajes principales. Tras dar muchas vueltas a historias, tramas,
situaciones, conflictos, tras andar todo el día pensando, preguntando qué es
lo mejor y que es lo peor e incluso desesperar porque no logramos pensar
nada hemos conseguido tener lo que parece ser la historia de nuestra novela.
Este es un paso muy importante, porque es el que por fin nos va a poder
permitir comenzar a escribir, a dar cuerpo a la idea que anteriormente
habíamos imaginado de forma nebulosa. No nos llevemos a engaño: llegar
hasta aquí ha sido una tarea de titanes, pues el trabajo de soñar, imaginar y
crear una historia es bien difícil, aunque haya parecido que nos ha venido
rodada.
Pero hemos comprobado cómo a partir de lo que parecía una idea
simple, a base de preguntar, razonar y pensar se ha conseguido crear un
argumento que parece sólido. Cada cual lo puede hacer como le da la gana,
pero no pierdas de vista mis consejos porque son el fruto de la experiencia;
ojalá te puedan servir.
Ya con el argumento más o menos terminado y puesto a disposición
del autor, pasamos entonces a crear la chuleta argumental o, como dirían
algunos más técnicos, el guión de la novela.

CAPÍTULO 5
LA CHULETA ARGUMENTAL

Ya he hablado anteriormente de la chuleta argumental, de la


necesidad de tener algo físico a la hora de trabajar en tu novela, pero no está
de más el volver a insistir en ello. A riesgo de parecer pesado y repetitivo,
volver a insistir en que lo que más hace un escritor es escribir, o sea,
trabajar duramente. Ahora viene la parte más pesada, a veces frustrante,
otras vivificante y gratificante, pero la más necesaria de todas, que es
escribir, escribir y mil veces escribir hasta terminar la obra. Y es en este
paso cuando el 80% de los escritores fallan y se vienen abajo, no llegando
nunca a concluir su novela. Y es que el proceso de escribir es similar al
crisol de un herrero donde el fuego separa las impurezas dejando
únicamente el más noble de los metales.
Aquí es donde se demuestra de la madera que está hecho el escritor,
si es capaz de concienciarse sobre que la novela no se va a escribir sola y
que son necesarias muchísimas horas de arduo trabajo para conseguir la
meta final. Es un trabajo, no nos confundamos, pasado el momento de la
inspiración, el crear de la nada la historia, de inventar personajes y vivir
momentos fabulosos ahora nos tenemos que bajar al suelo y sentarnos
delante del ordenador a escribir y vivir momentos tediosos en muchas
ocasiones. Pero es lo que toca y hay que hacerlo lo más llevadero posible, y
sobre todo lo más fluido que se pueda, trabajando sin prisa pero sin pausa.
Y esto se consigue si desde el primer momento ya tienes muy claro a donde
quieres ir y que quieres hacer.
Esto lo saben prácticamente casi todos los escritores, sobre todo los
profesionales. Si cuando te sientas a escribir ya tienes la historia
perfectamente pensada entonces trabajarás más rápido y mejor, de manera
más eficiente y con menos frustraciones. Hay ejemplos de escritores que
guardan en la mente el argumento, se ponen a escribir y constantemente
tienen que parar porque la mente les dice que deben cambiar la historia, ese
personaje no es creíble o se le ocurren nuevas ideas. El escritor comete el
error de dejarse aconsejar por su propia mente y constantemente está
realizando interrupciones, tirando a la basura lo que ya lleva escrito y
volviendo a empezar cada dos por tres. No, no y no. Esto no se hace.
La mente de los escritores generalmente suele ser creativa e
imaginativa, no digamos hiperactiva, es lo que popularmente se conoce
como “vivir en las nubes”. Pero si en ocasiones esa imaginación es una gran
ventaja, en otras es una terrible desventaja. El proceso de escribir es un
proceso mecánico, no exento claro está de pasiones y sueños, pero más bien
se basa en el esfuerzo, el sacrificio y la disciplina. En ese momento la
imaginación es nuestra enemiga, porque nuestra mente nunca estará
satisfecha con lo que hacemos, es insaciable, no deja de pensar, de sacar
punta a todo y de criticar cualquier frase que escribamos. Si hacemos caso a
la mente entonces no vamos a terminar nunca de escribir, lo que lleva
inevitablemente a que no tendremos la novela, nos frustraremos,
maldeciremos, pensaremos que no valemos para ser escritores y
abandonaremos nuestra carrera.
O peor todavía, la pesadilla de muchos autores, que la mente se te
quede en blanco. Resulta que después de semanas de arduos pensamientos,
de sesudas reflexiones, de noches en vela, de no leer cómics de superhéroes
o de dar de lado a los amigos, tras conseguir dar forma al argumento de la
novela nos ponemos a escribir y de repente la mente nos traiciona, se nos
queda en blanco y no sabemos qué hacer, a donde dirigir el argumento y la
acción, no tenemos ni idea que hacer con los personajes. ¡Pero si hace dos
días lo teníamos claro! ¿Cómo es posible que se nos haya olvidado? Pues
muy sencillo: porque la vida genera estrés, porque el escribir genera,
además de estrés, inseguridad, miedos, dudas…, porque el mundo es
cambiante, al igual que la mente humana, y esta misma mente decide
archivar tus pensamientos y ya no tienes manera de acceder a ellos porque
tú mismo entras en pánico, te bloqueas y pierdes el argumento, ya no eres
capaz de generar nada. Incapaz de escribir el autor maldecirá, pensará que
es imposible terminar la novela, que la “inspiración” le ha abandonado, que
no sirve para escritor (aumentando con ello las dudas y la culpabilidad) y
dejará de lado la novela, no la terminará nunca y con ello se ha vuelto a
perder otra historia y a otro escritor.
Estas son las dos maneras más comunes por las que un escritor no
suele terminar de escribir. Hay muchas más, claro, la pereza, la falta de
tiempo libre, el trabajo, graves situaciones familiares, un accidente…, pero
sin lugar a dudas estas dos son los riesgos más graves a los que se enfrenta
un autor a la hora de ponerse a trabajar con su novela. Para evitarlo
echamos mano de una herramienta muy útil, algo que se utiliza en cine,
teatro, el cómic, nos referimos a la tan traída chuleta argumental.

EL PORQUE DE UNA CHULETA ARGUMENTAL

Bueno, llamo a esto chuleta por el término empleado en las


chuletas de los estudiantes, esas pequeñas trampas que son todo un arte,
pues se trata de en un espacio reducido escribir la mayor cantidad posible
de información con la menor cantidad posible de palabras y, esto es muy
importante, todo ordenado de forma coherente y que sirva para el fin para la
que se ha creado. Para lo mismo sirve la chuleta argumental, que otros más
serios que yo la llamarían esbozo argumental, guión de la novela, pre-
trabajo, etc. Una chuleta argumental es una herramienta muy útil, sirve para
múltiples cosas, la principal de ellas asegurarnos que la novela está
perfectamente pensada, con principio y final, y con los argumentos ya
firmemente estables. Al crear el argumento ponemos orden en nuestro caos
y definimos la trama y como los personajes se moverán en ella.
Desglosamos la novela en pequeños resúmenes y lo único que debemos
hacer a continuación es simplemente desarrollar de manera adecuada esos
pequeños resúmenes, en un trabajo que, sin estar exento de creación, es casi
puramente mecánico.
Tener el argumento de la novela escrito, aunque sea de forma
resumida, nos permite liberar la mente y dedicarla a otras tareas. Ya no
tenemos porque esforzarnos más en pensar en argumentos, conflictos y
tramas porque lo tenemos plasmado en el papel. Así pues, podemos
dedicarnos a pensar en nuestra siguiente novela mientras no dejamos de
escribir la presente, o dedicar la imaginación a enriquecer la obra en la que
estamos trabajando. Es más, imaginemos que por los motivos que sean,
trabajo, por ejemplo, no podemos escribir en varios meses. No pasa nada,
porque al tener la chuleta argumental podemos perfectamente dejar de lado
la obra y volver a ella pasado un tiempo. Todo está ahí, nuestro esfuerzo
imaginativo, el sacrificio, la obra, está en la chuleta. Ella nos recordará por
dónde íbamos escribiendo, que es lo que viene a continuación y los pasos a
dar.
Y aún mejor, pues es en la chuleta donde veremos por fin una
imagen completa de la obra y, al hacerlo, podremos comprobar lo que está
mal o lo que es correcto. Es en la chuleta donde podemos hacer todos los
cambios que creamos convenientes, no en el resultado final que es la novela
ya escrita. Trabajando con la chuleta podremos ver los puntos débiles de la
trama y reforzarlos, agregar o quitar personajes, eliminar sub-argumentos,
simplificar conflictos o complicarlos mucho más, en fin, es como si
tuviéramos una pizarra en la cual escribir y borrar todas las veces que haga
falta hasta que demos con la solución que nos parezca adecuada. La chuleta
argumental también nos sirve como presentación de la novela a los editores,
así se hace en otros países, como en Estados Unidos, por ejemplo. En
España, a no ser que seas un autor famoso, debes enviar tu obra ya escrita,
acompañada de cartas de presentación, resúmenes y otras cosas. En Estados
Unidos lo puedes hacer también, pero lo común es entregar un resumen de
tu novela pormenorizado; ni más ni menos que la chuleta. En Estados
Unidos es todo un arte escribir este tipo de resúmenes de novelas, pues
aparte de crear el argumento en pocas páginas debes hacerlo de tal manera
que el editor se enganche con su lectura y quiera publicar tu obra. Muchos
autores estadounidenses se dedican únicamente a escribir argumentos
resumidos y hasta que no obtienen una respuesta positiva por parte de una
editorial no escriben la novela. Pueden pasar años hasta que consiguen un
contrato por su obra, pero no importa, porque la chuleta les permite escribir
el libro porque todo está ahí, como no me canso de repetir. ¿Ves lo útil que
es tener una chuleta argumental de tu novela? Pues vamos a crear entonces
una.

EL ARGUMENTO

Dado que se trata de un ejemplo tampoco nos vamos a explayar


con la chuleta argumental, pero te servirá para que te hagas una idea sobre
ella. Como siempre, vamos a trabajar con nuestra novela ejemplo. De
momento no tenemos título para la obra, pero sobre eso ya hablaremos más
adelante. Aquí va.

-Alberto trabaja en Barcelona, está progresando en el trabajo, sus


superiores están muy contentos con él, le prometen ascensos y llegar muy
alto en la empresa. Es una empresa que se dedica a exportar recursos
humanos a otras empresas a nivel mundial (ingenieros, arquitectos,
licenciados…) y a importar alta tecnología a empresas españolas además
de ofrecer servicios de otras firmas industriales (hay que estudiar un poco
sobre el tema de este tipo de negocios). Alberto puede trabajar en la
sección de relaciones públicas de la subsidiaria española afincada en
Madrid y Barcelona. Pero para poder lograr sus metas se tiene que dedicar
por completo a la empresa. Y justo en su mejor momento es cuando Susana
le pide que vuelva a Sevilla para la boda.

-Esto es todo un problema, porque Susana no quiere ir a vivir a Barcelona


tras la boda y seguramente no acepte que Alberto se vaya a vivir solo a la
ciudad condal. Es cierto que los dos habían planeado vivir en Sevilla, pero
ahora Alberto no está tan seguro de que sea lo mejor. En un principio había
pensado que lo pasaría mal en Barcelona, pero lo cierto es que se
encuentra a gusto. Se lleva bien con sus compañeros (en realidad, no sabe
que le tienen por un pelota) y sus perspectivas de mejora salarial y laboral
han mejorado y mucho. Lo que en un principio únicamente era un trabajo
para ganar dinero para la boda, para Alberto ahora se ha convertido en la
oportunidad que esperaba. Pero desde Sevilla Susana presiona para que
vuelva lo antes posible y los padres de Alberto, Ramón y Martha, hacen lo
mismo.

-Alberto no desea ir a Sevilla para casarse, además, le entran dudas sobre


su amor por Susana. Y está convencido que sus jefes no verán bien que se
vaya a otra ciudad, se case y tome un periodo de vacaciones. Justo ahora
que están negociando importantes contratos y donde él tiene un papel
relevante. Pero, posiblemente, sea la excusa que necesitaba para no
casarse, porque en realidad quiere a Susana, pero no la ama. El problema
es que no tiene el valor para decírselo y teme la reacción de su familia. Su
familia es pudiente y de clase alta, sería todo un escándalo anular la boda
ahora que los preparativos están tan adelantados (nota: hay que incidir
que los padres de Alberto han ejercido de siempre un férreo control sobre
su hijo; sería interesante resaltar esto mediante conversaciones telefónicas
o un par de recuerdos de conflictos familiares anteriores).

-Mientras, en Sevilla, Susana recibe la indeseada visita de su hermano,


Joaquín. Este sigue enganchado a las drogas y una vez más pide dinero a
Susana. Ella se niega, pues necesita todo el dinero posible para la boda y
la vida que vendrá a continuación, pero Joaquín chantajea a Susana a
cuenta de un oscuro pasado de ella (el asunto de la prostitución cuando
Susana era muy joven). Susana se desespera y desea terminar con su
hermano, pero desea fervientemente casarse con Alberto y cede ante el vil
chantaje. Cree que así se va a librar de su hermano, pero Joaquín decide
quedarse en Sevilla por un tiempo.

-Alberto toma la decisión de viajar a Sevilla para la boda. Habla con sus
jefes y como se temía comprueba que no se toman bien esa decisión. Llega
a un acuerdo: se casa, pero debe dejar la luna de miel para más adelante,
pues su presencia como negociador principal en los contratos es
indispensable. Alberto cede a la presión de sus superiores y acepta esas
condiciones. Toma pasaje para Sevilla, pero decide finalmente viajar en
coche. Es más lento, pero le dará tiempo para pensar que hacer. ¿Cómo se
tomará Susana el no tener luna de miel? ¿Y su familia? ¿Y si no se casara?
Podría posponer la boda, o decir sencillamente la verdad: no quiere
casarse. Pero no se atreve y viaja a Sevilla sin tener muy claro que hacer.
Ante sus padres y novia pone la excusa de que necesita parar en Madrid
para cerrar un negocio, la despedida de soltero de sus compañeros y se
compromete a estar en pocos días en Sevilla.

-Joaquín anda metido en un grave apuro. Por culpa de su drogadicción, y


sencillamente porque es un canalla cobarde, ha robado dinero a un grupo
de delincuentes que se dedican al trapicheo de droga, coches robados y
prostitución (investigar un poco sobre el tema, en Sevilla existe un
problema de verdad con este tipo de delincuencia y mafias) y se ha gastado
todo ese dinero en juergas, mujeres y drogas. Ahora le buscan para que les
devuelva el dinero más intereses o le matarán. Joaquín por eso no se ha
ido de Sevilla y chantajea otra vez a Susana. Pero es muchísimo dinero lo
que pide y Susana no lo tiene, ¿de dónde lo puede sacar? Joaquín se
muestra inflexible y amenaza con pedir el dinero a los padres de Alberto.
Susana se desespera.

-Alberto llega a Madrid y se hospeda en un buen hotel en el centro. No


conoce mucho Madrid y cree que un par de días de turismo y diversión le
harán olvidar los problemas y a lo mejor incluso le ayuden a tomar una
decisión respecto a la boda. En una de esas casualidades en el hotel topa
con Raquel, su novia del instituto y la que le rompió el corazón. Pero no ha
sido una casualidad, Raquel ya sabía de la presencia de Alberto pues fue a
por él en Barcelona para descubrir que había iniciado viaje a Sevilla. Le
siguió entonces y gracias a que paró en Madrid le pudo alcanzar. Preparó
el encuentro en el hotel como si fuera casual y se mostró encantada de ver
a Alberto.

-Raquel sigue siendo tan sensual y exuberante como siempre, ahora más,
gracias a la experiencia y la edad, veintiséis años. Alberto hace como que
la presencia de Raquel no le afecta, pero no es cierto. Descubre, para su
pesar, que sigue enamorado de ella y se comporta como ese joven apocado
y tímido delante de ella, justo lo que no quiere. Pero sigue siendo una vieja
amiga y juntos deciden salir de marcha por Madrid. Alberto le dice a
Raquel que se va a casar con Susana y Raquel piensa que es el momento
ideal de realizar viejos ajustes. No solamente va a utilizar a Alberto para
sus planes, sino que se vengará de Susana, ya que en la época de
estudiantes las dos chicas se odiaban bastante.

-Raquel es tan astuta, inteligente, déspota, banal y egoísta como antaño.


Pero también está metida en un buen apuro. Se ha pasado los últimos años
ganando mucho dinero a través del espionaje industrial, haciéndose pasar
por dama de compañía de grandes hombres de negocios, ricos y poderosos
(investigar también el tema del espionaje industrial, como funciona ese
mundo, la información más demandada, esas cosas). Obtenía de ellos
informaciones, secretos o proyectos para luego venderlos al mejor postor,
aunque también hacía trabajos por encargo. Pero su último trabajo fue
mal, pues el hombre a quien robó la descubrió y anda tras ella. Raquel
suele enamorar a sus presas y abandonarlas, pues se considera como un
gran felino, para desaparecer por un tiempo en algún país extranjero, pero
esta vez ha cometido un error fatal. El hombre de negocios al que ha
engañado y dañado sentimentalmente es un cabecilla importante de la
poderosa y cruel mafia rusa y ha puesto precio a su cabeza. Raquel le ha
robado dinero, cierta información industrial y, lo que es peor, le ha
humillado (investigar las mafias rusas instaladas en España, sobre todo en
la costa mediterránea). Ahora Raquel necesita mucho dinero para
abandonar Europa y marchar a Asia o Latinoamérica para perderse al
menos un año hasta que la olviden, e intenta contactar con sus clientes y
proveedores para que le vendan la información que posee.

-El problema de Raquel es que le persigue la mafia rusa por un lado y la


Policía por el otro, ya que esa información también la necesita la Policía
española para poder desmantelar operaciones de la mafia rusa en la costa
mediterránea (asuntos de drogas, armas, contrabando, prostitución,
asesinatos…), y dado que Raquel es una ladrona y espía industrial la
Policía puede arrestarla. Sus contactos le informan que necesitan tiempo
para poder colocar la información robada y que hasta entonces lo mejor
que puede hacer es esconderse o viajar fuera del país, pero Raquel ahora
mismo no tiene dinero en efectivo y no se atreve a utilizar las tarjetas. Sabe
que los mafiosos la están buscando con ahínco y la tienen muy fichada.
Estando en Barcelona se entera por casualidad de que Alberto trabaja allí.
Entonces piensa en un plan. La familia de Alberto es de las más
importantes y adineradas de Sevilla, con muchas tierras, inmuebles y
negocios a su nombre. Sabe que Alberto está enamorado locamente de ella,
siempre logra ese efecto en los hombres en los que planta sus garras, y que
si le “trabaja” bien puede conseguir de él lo que quiere, que es convencerle
para que se vaya con ella a realizar un crucero de placer por el
Mediterráneo recalando por las más importantes y exuberantes ciudades
costeras. En algún puerto Raquel desembarcaría y se escaparía, no sin
antes sacar mucho dinero a Alberto a resultas de inventarse algún cuento o
negocio urgente, ya lo pensaría. Además, puede pasar la información
(escondida en un pequeño disco duro portátil) a Alberto sin que este se dé
cuenta y de esta forma, si la pillaran, ya fueran unos u otros, poder decir
que ella sólo era una intermediaria y quitarse culpa, o negociar su vida y
libertad a cambio de decir donde está oculta la información, o simplemente
para esconderla para que nunca la encuentren. Que Alberto pueda ser
detenido, su vida arruinada para siempre o incluso sufra graves daños
físicos no es algo que a Raquel le importe mucho de momento.

-Así pues, Raquel se “topa” por casualidad con Alberto en Madrid y con la
excusa de celebrar la boda se van a una discoteca, bailan, lo pasan bien y
beben mucho alcohol, de tal manera que a la noche una ambiciosa y
ardiente Raquel consigue que un Alberto borracho, y que sigue locamente
enamorado, se acueste con ella. Al día siguiente Alberto se muestra
enfadado y decide viajar para Sevilla lo antes posible, pero Raquel le
cuenta una historia acerca de unos problemas de negocios que tiene.
Llorando, le pide ayuda y le engaña (pensar un poco qué clase de mentira
cuenta a Alberto). La cuestión es que consigue que Alberto crea que ella
está enamorada de él y le necesita. Alberto se encuentra en un grave
dilema: por un lado se siente mal por haber engañado a Susana y desea
irse a Sevilla, y por otro encuentra que la mujer de sus sueños le pide
ayuda y encima está enamorada de él. Pero, a fin de cuentas, la
responsabilidad puede más que su deseo y decide volver a Sevilla, pero
quedándose un par de días en Madrid para ayudar a Raquel con sus
deudas y problemas.
-Alberto llama a sus padres para decirles que se queda unos días más en
Madrid, los negocios se complican. Los padres se enfadan mucho, pero más
se enfada Susana que está teniendo graves problemas con su hermano. Los
padres de Alberto amenazan con ir a Madrid como en esa misma semana
Alberto no vaya a Sevilla. Raquel se entera de los problemas de Alberto e
intenta seducirle poniendo mayor énfasis, consiguiendo volver loco de
pasión a Alberto. Raquel miente a Alberto al asegurarle que está
enamorada de él, lo estaba desde que iban al instituto, pero entonces era
una chica algo superficial. Pero ahora, al volver a verle y con más
madurez, se da cuenta de que sus sentimientos no han cambiado. Alberto la
cree, pues desespera por creerla, y finalmente opta por abandonar a
Susana e irse con Raquel. Entonces aparecen los secuaces rusos y les
raptan a los dos una noche que están de cena por algún sitio de Madrid.

-Les llevan a una finca en el norte de Madrid, por la zona de la sierra, y les
conducen a un chalet solitario. Allí se encuentra uno de los hombres de
confianza del mafioso al que Raquel ha engañado y robado (tengo que
poner nombre a este personaje). Separan a los dos y a Alberto (que ya tiene
en su equipaje el disco con la información aunque no lo sabe) los matones
le pegan una buena paliza, pero no le dejan lisiado ni nada por el estilo,
simplemente es el principio para que se vaya haciendo idea de lo que le
espera. Le interrogan acerca de una información y de su relación con
Raquel. Obviamente, Alberto no sabe nada de eso y lo único que consigue
es enfurecer aún más a los rusos, que le dejan atado en un garaje para que
pase una noche helada y se lo piense mejor.

-Raquel es conducida ante el jefe principal y este le dice que tiene órdenes
de matarla, pero que la puede dejar libre si devuelve lo que ha robado.
Raquel no es tonta y sabe que la matarán de todas formas, pero miente al
mafioso al asegurarle que la información está en Madrid y que al día
siguiente pueden ir a por ella. Alberto no es más que un peón que le sirve
sin saber de qué va todo. El mafioso tampoco es tonto y no se fía de Raquel,
pero se pasa de listo y no comprende que la mujer le está empezando a
seducir. Aunque parezca manido y un poco tópico, Raquel, de corazón duro
como la piedra y muy experimentada, consigue atraer la atención y
ambición del mafioso y le seduce finalmente. El mafioso está muy confiado,
pues en su desprecio machista no ve que Raquel pueda ser ningún peligro
sobre todo porque en la casa hay cuatro matones rusos más.

-Raquel deja que el mafioso se confíe y le dice que en su maletín de viaje


lleva un seductor camisón. Le confía al mafioso un secreto, que es que la
información le puede hacer ganar mucho dinero, suficiente para los dos, y
que el jefe de la mafia no tiene porque saber que la ha encontrado. Pueden
repartirse el dinero y ella será sólo para él a cambio de que la deje con
vida y escaparse. El mafioso la deja decir, porque él también tiene sus
propios planes: acostarse con una hermosa mujer y coger todo el dinero;
luego la matará y llevará el dinero a su jefe junto con la información.
Raquel se cambia y se pone el camisón, con un juego de recoge pelo estilo
japonés, y se acuesta con el mafioso. En pleno acto sexual Raquel echa
mano del recoge pelo, que es un fino estilete de metal, y lo clava en la nuca
del mafioso, al que mata en el acto, con suma frialdad. A partir de aquí
todo transcurre con mucha rapidez. Raquel encuentra la pistola del
mafioso, al que deja tapado con las sabanas en la cama, se viste y pretende
escapar, siendo relativamente fácil, pues los secuaces andan en otra
estancia cenando y bebiendo. Por un momento piensa en escapar sola, pero
entonces recuerda a Alberto y decide liberarle (el mafioso le contó mucho
antes donde le tenían encerrado); Alberto todavía le puede ser de ayuda y
además, aunque no lo confesaría, lo cierto es que alberga sentimientos por
él y no desea verlo en tan amargo trámite.

-Raquel consigue sacar a Alberto del garaje y se meten en un coche que


tiene las llaves puestas (tal es la arrogancia de los rusos), pero entonces les
descubren y dan la alarma. Salen huyendo con el vehículo, pero ninguno de
los dos se conoce bien esa parte de la sierra de Madrid y se equivocan,
internándose por carreteras secundarias. Comienza una persecución
endiabla, pues los delincuentes les siguen muy de cerca. Llegan a un pueblo
pequeño, de calles desiertas, pues es muy avanzada la noche y está cayendo
la helada. Encuentran un teléfono público y Alberto decide llamar a la
Policía, pero Raquel no le deja, esgrimiendo más excusas.

-Mientras, en Sevilla, Susana tiene más problemas con Joaquín. Como no


obtiene el dinero, y está perdiendo la paciencia, decide hablar con los
padres de Alberto y pedirles a ellos el dinero. Susana, loca de sufrimiento,
suplica a su hermano para que no lo haga, se entabla una fuerte discusión
y Joaquín pega brutalmente a Susana, pero ella se defiende y por accidente
le clava un cuchillo en el cuello. Joaquín muere desangrado y Susana
desesperada, y con mucho miedo, intenta deshacerse del cadáver. Lo sube,
rodeado de mantas, al maletero de su coche y conduce al campo, lejos de la
ciudad, para enterrarlo. Casi por milagro consigue hacerlo, en plena
noche, y retornar a Sevilla, pero por el camino, presa de los nervios, sufre
un accidente pues se sale de la carretera y choca contra la valla, por
ejemplo. Sufre una fuerte conmoción y tiene que ser hospitalizada. La
Guardia Civil de Tráfico, investigando por rutina las causas del accidente,
descubre las mantas manchadas de sangre en el maletero. A partir de aquí
se iniciará una investigación criminal que dará como resultado el
descubrimiento del cuerpo de Joaquín.

-Raquel no consigue convencer a Alberto para que no llame la Policía. Lo


más que ha conseguido es que permanezcan escondidos en un motel de
carretera durante tres días, pero al tener los teléfonos móviles estropeados
(los rusos se encargaron de eso), Alberto no puede comunicar con sus
padres y se desespera. Raquel comprende que Alberto no es tan fácil de
manipular después de todo y que su decisión de llamar a la Policía es
firme. Hace un trato con él. Que viaje a Sevilla para hablar con sus padres
y contarles que pasa y desde allí, ya a salvo con su familia, llamar a la
Policía. Ella, por su parte, para despistar a los rusos, viajará por otro lado
y se pondrá en contacto con la empresa para la que trabaja y la envíen
ayuda (una nueva mentira que contar a Alberto). Para intentar atar más a
Alberto a su voluntad, Raquel le dice que en cuanto pueda volverá a su
lado para casarse y viajar por todo el mundo en una fantástica y
maravillosa luna de miel.

-Alberto se deja convencer. Siempre ha llevado una vida rutinaria y a pesar


de las palizas, del dolor y el miedo descubre que la terrible aventura que
está viviendo le hace latir el corazón y sobre todo le hace sentir más vivo.
Descubre en su interior un valor del que no creía poseer y se da cuenta que
puede hacer cuanto quiera con tan sólo tener un poco más de ambición y
carácter. Ahora tiene claro que a pesar de que quiera a Susana no desea
casarse con ella, y tampoco ser el hijo comedido y sumiso de sus padres.
Alberto y Raquel se separan con promesas (promesas que en un principio
Raquel no pretende cumplir aunque, por su parte, ella también se siente
cada vez más atraída por Alberto) y cada cual parte para su destino.
Alberto logra llegar a Madrid, pero antes llama por teléfono a sus padres y
les comunica que no piensa casarse, cuando llegue a casa ya se lo dirá en
persona a Susana, y saca un billete en el AVE para Sevilla, pero en la
estación de Atocha es detenido por la Policía. En comisaría es interrogado
y le descubren en su chaqueta un pequeño disco duro portátil con
información empresarial muy importante y restringida; Raquel es quien
puso esa información ahí y de esa manera quitarse de encima a la Policía.
Alberto está metido en un buen lío.

-En Sevilla, los padres de Alberto, estupefactos, se encuentran con dos


problemas: el accidente de Susana y la detención por la Policía de Alberto.
Primero marchan al hospital a ver a Susana. La chica no está en peligro
grave, pero tiene una fractura en un brazo y severas contusiones. Los
padres le dicen que Alberto no quiere casarse con ella, pero no le cuentan
que está detenido por la Policía. Susana, con el corazón roto por la noticia
recibida, pregunta entre lágrimas porque Alberto ya no quiere casarse con
ella, pero los padres no saben dar una respuesta. La muchacha se
desespera y siente como el mundo se cierne sobre ella de forma cruel. Para
mayores tribulaciones, la Policía y la Guardia Civil la acusan de un crimen
pues ya han encontrado el cuerpo de Joaquín. Susana se defiende
asegurando que su hermano la quiso pegar una paliza y matarla para
quitarle el dinero y que se defendió. Pero es obvio que va a terminar en la
cárcel y, triste y sola, comprende que todos sus esfuerzos y sacrificios en la
lucha por el amor de Alberto no van a servir de nada. Ante la amenaza de
la cárcel y sintiendo que su vida es un infierno sin esperanza, Susana se
quita la vida.

-En Madrid, Alberto no sabe nada de lo que la Policía le cuenta sobre la


otra vida de Raquel (aquí va a venir bien el asunto de investigar un poco
sobre espionaje industrial y de que forma la Justicia española castiga estos
delitos, averiguar qué tipo de departamento policial se encarga de estos
casos) y comprueba, con gran dolor, que Raquel sencillamente le ha
engañado. Le ha dejado abandonado con la información que la Policía
buscaba, mientras que ella, con otro tipo de información, ha conseguido
evadirse y llegar hasta sus compradores. Los padres de Alberto llegan a
Madrid con sus abogados dispuestos a sacar del apuro a su hijo. Tras
muchas vicisitudes, Alberto logra demostrar su inocencia, sobre todo
cuando colabora con la Policía para denunciar a los mafiosos rusos que le
tuvieron secuestrados. Se descubre también la muerte del líder de los rusos
asesinado por Raquel, un crimen más a añadir a la larga lista de la mujer.
A todo esto, mientras continúa en la cárcel, Alberto se entera que Susana se
ha suicidado y el porqué del hecho. Eso le llena de gran pena y sobre todo
culpabilidad. Los padres de Alberto quedan horrorizados ante la muerte de
Susana, a quien tenían en gran aprecio, y el padre de Alberto, sobre todo,
culpa a este del trágico fin de la muchacha. Por su culpa, por anular la
boda, por pensar más en él que en los demás, por su estupidez y por
acostarse con una golfa, asesina y ladrona Alberto ha matado a Susana;
eso es lo que le dice el padre. Le ayudan a salir de la cárcel y a demostrar
su inocencia, pero una vez conseguido los padres de Alberto no quieren
saber nada de él, pues están muy afectados por los sucesos.

-Alberto, a pesar de no ser culpable de los delitos de Raquel, sigue siendo


sospechoso para la Policía. Su novia se ha suicidado y comprende que
Raquel le ha utilizado y que se ha comportado como un tonto hormonado.
Dado que no se atreve a volver a Sevilla y enfrentarse tanto a su familia
como a la de Susana, retorna a Barcelona y a su trabajo, donde se vuelca
en un intento de olvidarlo todo. Pasan los meses y Alberto está solo,
amargado y reconcomido por los remordimientos, la vida le parece gris y
vacía. Cuando pasan dos años, estando en un certamen de negocios de su
empresa (ha ascendido de puesto, pero sigue sin poder hablar con sus
padres) en Berlín, Alemania, Raquel le visita de sorpresa. La mujer ha
cambiado de look, incluso de nombre, vive en un país latinoamericano y se
da la buena vida gracias a los muchos euros que se ganó. El no volver a
España es un pequeño precio a pagar. Durante ese tiempo no ha olvidado a
Alberto y siente que tiene una deuda con él, no lo admite, pero está
enamorada del hombre. No obstante, Raquel sigue siendo egoísta,
dominadora y su ambición puede más que sus sentimientos. Puede tener la
oportunidad de ganar más dinero y no le vendría mal tener de su lado a
Alberto, alguien a quien engañó una vez y al que podría volver a hacerlo.

Aquí puede haber dos posibles finales:


-Final A: Alberto se enoja ante la visita de Raquel y apenas escucha sus
excusas, sólo sabe que le engañó y abandonó ante la Policía, es más,
Susana murió por su culpa. Si hubiera ido a Sevilla a casarse nada habría
pasado. Pero su vida es vacía, no tiene a nadie y está solo. Alberto
considera que al menos Raquel le ofrece la oportunidad de darle emoción a
su existencia y la posibilidad de ganar mucho dinero y volver a empezar; y
sigue estando la cuestión de que para su desgracia Raquel le sigue
gustando y mucho. ¿Por qué no? Se pregunta, y, para su propio asombro,
Alberto une su destino al de Raquel, aún a sabiendas que posiblemente le
vuelva a traicionar.

-Final B: Lo mismo que el final A, excepto que Alberto se une a Raquel,


pero es una trampa de la Policía, quien, con paciencia, instruyó a Alberto
sobre lo que hacer cuando Raquel se pusiera (si es que lo hacía) de nuevo
en contacto con él. Lleno de rencor vengativo por la muerte de Susana
(ahora se da cuenta que en realidad la amaba, y eso le hace estar más triste
y más culpable), Alberto tiende la trampa a Raquel y la Policía detiene
finalmente a la mujer. Alberto logra limpiar su nombre, pero por dentro
sigue sintiéndose amargado y solo. Ese parece ser el destino que le
aguarda.

Esto podría ser el argumento de la novela, tal y como se puede leer


en la chuleta argumental. Por supuesto, he creado un argumento a mi gusto,
que seguramente no tenga nada que ver con el tuyo o con la historia que
hubieras creado para los personajes. Es lo de menos, lo importante es que
veas cómo es la estructura de la chuleta y como se puede resumir de forma
bastante desarrollada la novela. Con esta información al alcance de nuestra
mano seremos capaces de trabajar sin problemas en la obra. Voy a explicar
ciertas cosas que existen en la chuleta.
En primer lugar, comenzando por el final, habrás comprobado que
he dejado dos finales. ¿No habíamos dicho que era bueno tener un principio
y un final? Sí, pero también te he explicado que en el proceso de creación
del argumento los personajes y la historia pueden tener vida propia y
evolucionar a derroteros que en un principio ni podías imaginar. Aparte que
es mi intención intentar tratar todas las variantes que puedan surgir para que
sirvan como ejemplos clarificadores. Así, vista la historia, me han salido
dos posibles finales. Uno es donde Alberto se une a Raquel para no sentirse
solo, consciente de que ha tirado al retrete su vida y por sentirse culpable
ante la muerte de Susana; las personas somos así de inconscientes a veces.
En el segundo final Alberto hace lo que debe, a pesar de sus sentimientos
hacia Raquel, y la entrega a la Policía; con todo, debe penar por sus errores
y su vida sigue siendo triste y solitaria. Normalmente suelo tener los finales
de mis novelas perfectamente pensados y decididos, pero he dejado estos
dos como prueba de que es posible tener varias opciones, porque todas te
gustan, y sopesar tranquilamente cual te gustaría más para tu novela. ¿Qué
final prefieres?
El argumento no pretende ser original, ni tampoco una prueba de
talento, es un ejemplo de cómo es una chuleta, guión o resumen detallado
de tu novela. No importa que te guste o no la historia. Lo que tienes que
comprobar es que las piezas encajan y que desde el principio todo lo
expuesto acerca de crear personajes, historias y conflictos termina por
convertirse en una novela. Teniendo como ejemplos a los tres personajes
principales, vemos que Alberto es fiel a la personalidad que previamente le
hemos creado: personaje decidido en ciertas cosas, dubitativo en otras,
finalmente comete errores que le dejarán muy expuesto y precipitarán el
desenlace fatídico. Susana, que en un principio parecía muy fuerte, es de
esas clases de personas que le gustan tener todo controlado en la vida,
perfectamente organizado, pero a pesar que se enfrenta con valor a su
destino y a su terrible hermano, demuestra su vulnerabilidad cuando su
orquestado plan (casarse y ser feliz) se viene abajo; su suicido es la
respuesta desesperada de quien no tiene fuerzas ni motivaciones para seguir
adelante. Raquel es despiadada, cruel y ambiciosa, no le importa utilizar a
quien sea con tal de conseguir sus fines. A pesar que ama a Alberto (aunque
en toda la novela lo esté negando), al final vuelve a él con el tiempo y le
ofrece otra oportunidad. Si elegimos el final B terminará pagando tanta
ambición.
Los personajes se mueven dentro de los límites de su personalidad
que previamente hemos creado, e interactúan entre ellos motivados por los
conflictos que hemos pensado, desarrollados de manera detallada en la
chuleta argumental. Lo que en un principio nos parecía algo demasiado
complicado, al final se ha conseguido crear teniendo en nuestras manos la
novela. ¿Te das cuenta de que todo lo que te he explicado termina por servir
para algo?
Si te fijas, en determinados párrafos de la chuleta argumental he
puesto notas al estilo de “además de ofrecer servicios de otras firmas
industriales (hay que estudiar un poco sobre el tema de este tipo de
negocios)”. Esto significa que antes de ponerte a trabajar en este
determinado tramo de la novela bueno sería que estudiaras y te informaras
un poco acerca del tema a escribir. La chuleta no es el sitio indicado para
colocar esta información, pues te ocuparía mucho espacio, y más bien es un
recordatorio de algo que tienes que hacer antes de llegar a esta parte de la
obra.

CONSEJOS PARA LA CHULETA ARGUMENTAL

A pesar de todo, el tener acabada la chuleta argumental no nos da


pie a creer que hemos terminado con ella. Todavía nos quedan un par de
asuntos a tratar. Lo primero, es que la chuleta nos servirá para tener, por
primera vez, una vista completa de la novela. Gracias a eso podremos leer
una y otra vez el argumento y comprobar que nos gusta, que no y que
tenemos que cambiar antes de ponernos a escribir la novela. Si tienes que
hacer cambios importantes en la estructura del argumento, es el momento.
Algunos autores lo que hacen es rescribir varias veces la chuleta
argumental, hasta que dan con la que ellos creen es la versión mejor y
definitiva. Entonces se la muestran a varias personas para que la lean y den
su sincera opinión acerca del argumento. Es un buen truco, pero será más
efectivo si los lectores son personas que no conozcas. Si das a leer el
argumento a tus amigos, o hermanos, o pareja, te podrán pasar dos cosas:
que movidos por sus leales sentimientos hacia ti te elogien ocultando lo que
no les gusta; o todo lo contrario, que, creyendo que te hacen un favor, se
dediquen a la crítica destructiva en vez de la constructiva. Lo mejor es dar
el argumento a cinco o seis personas que no conozcas mucho (pueden ser
amigos de tus amigos), pero eso sí, que sean de confianza para que luego no
vayan largando el cuento por ahí y te puedan plagiar la idea (¡con lo que
cuesta crear una novela!).
Esas personas leerán el argumento y como no te conocen no se
verán impedidos por barreras de ningún tipo para exponer sus críticas, sean
buenas o malas. Pregúntales que les ha gustado, que les ha parecido peor, si
los personajes son creíbles, si la historia les ha atraído o no, que harían ellos
con los personajes, con qué final se quedarían… Pregunta lo que quieras y
veas que te puede servir. Sus respuestas te darán una idea acerca de lo que
te puedes encontrar cuando más personas, en mayor número, lean tu novela.
Ojo, que esto no significa que las cinco o seis personas que lean
por primera vez la chuleta argumental vayan a tener razón en todo, pero ahí
estarás tú y tu sentido común para saber con qué quedarte y con que no.
Obviamente, si las cinco personas te dicen que no les ha gustado nada la
historia y que les parece poco creíble o aburrida, entonces tienes un
problema.
Pero creo que ya has comprendido cuan útil puede ser la chuleta
argumental y lo de sí que nos puede dar. Felicidades, te puedo asegurar que
la parte más difícil y creativa del proceso de escribir una novela ya ha sido
superada. Ahora, el momento que más ansiosamente estábamos esperando.
¡A escribir!

CAPÍTULO 6
ESCRIBIENDO

Llegados a esta fase de la creación de la obra, nos damos cuenta


que hemos ido superando poco a poco, con esfuerzo, imaginación y el Don,
todos los obstáculos que nos han ido surgiendo. Tener una idea, pensar en
personajes, crear un argumento, inventar conflictos, hacer interactuar a los
personajes… Todo esto ha culminado en la chuleta argumental, que a su vez
también ha pasado por varias fases de trabajo: primeros bocetos, varias
lecturas, críticas por parte de lectores, revisiones… Pero ahora ya lo
tenemos, tenemos preparada la historia y nos podemos poner a escribir
cuando queramos. Me vais a perdonar si reincido en algunos aspectos, pero
no puedo dejar de volver a resaltarlos porque son muy importantes y porque
no podemos perderlos de vista.
Nos sentamos delante del ordenador y nos ponemos a escribir. Al
tener la historia en la chuleta argumental, que cada cual la puede tener
estructurada como desee, podemos trabajar en el momento de la obra que
queramos. Algunos escritores son metódicos, en plan implacable, lentos
pero constantes, y comienzan a escribir desde el principio hasta el fin, en
orden; así soy yo. Pero otros prefieren trabajar primero en las partes de la
novela que menos les atraen para luego dedicar toda su atención a las partes
que les gustan más. Por ejemplo, puedes trabajar primero en todo aquello
que es referente al espionaje industrial, recabar información y estudiarla,
escribir esos capítulos más “técnicos” que narrativos y luego encarar el
resto de la novela en orden. Aquí se escribe al gusto de cada uno y como
mejor le sirva siempre y cuando se logre terminar el trabajo. Voy a exponer
cual es mi método de trabajo.
Una vez que tengo la chuleta argumental lista, la versión definitiva,
la estudio hasta aprendérmela casi de memoria, y cuando ya lo tengo me
pongo a escribir, sin perder de vista la trama expuesta en el argumento.
Como ya he dicho, escribo desde el principio, dejando que la historia
avance y los personajes actúen. Si tengo suerte, puedo dedicar todo el
tiempo a la novela, escribiendo sin parar, concentrándome en exclusiva en
ella. Si no tengo esa suerte, la compagino con otras tareas (artículos, otros
relatos, entradas para el blog…), pero como ya tengo la chuleta y además
me la he aprendido de memoria, pues no hay problemas en compaginar e
incluso en dejar por un tiempo la novela. Cuando vuelvo a trabajar en ella
todo está ahí. Es más, cuando estoy escribiendo el capítulo dos, por
ejemplo, estoy pensando en cómo será el capítulo tres, imaginándomelo en
mi mente, estructurándolo como si una fuera un argumento dentro del
enorme argumento que es la novela entera.
Suelo escribir en dos grandes bloques. Pongamos que la novela
tendrá unas trescientas páginas, pues suelo escribir de tirón hasta las ciento
cincuenta o doscientas, paro, releo lo escrito y luego sigo escribiendo hasta
terminar. ¿Cómo saber la longitud aproximada en páginas de tu obra?
Bueno, la chuleta argumental ya te da una pista. Es instintivo, es muy difícil
poder explicar cómo se sabe cuánto más o menos es de larga una historia,
pero la experiencia en escribir novelas te ayudará mucho.
NO PARES

El trabajo de escribir es arduo y se basa, como ya he repetido en


varias ocasiones, en poseer una estricta disciplina que te conduzca a la meta
final, que no es otra que terminar de escribir la novela. Cuando uno se
sienta delante de la pantalla del ordenador o del papel en blanco debe ser
consciente que inicia un método de trabajo que se basa principalmente en la
regularidad, no se debe parar de escribir. Siguiendo con un refrán muy
famoso: sin prisa, pero sin pausa. Se puede dejar de escribir por un día, o
por dos, incluso por una pequeña o gran temporada, pero debe ser por causa
de fuerzas mayores (un resfriado, el trabajo, debes realizar urgentes
recados…), pero no dejes de lado la cuestión de que si no escribes no
tendrás tu obra. A ser posible, sobre todo si eres escritor novel o comienzas
con tu primera novela, no te dediques a otros trabajos, sino pon todos tus
esfuerzos en terminar lo que estás haciendo.
No te dejes agobiar si descubres que no tienes tanto tiempo libre
para escribir, hay pequeños y simples trucos que nos ayudarán. Por
desgracia, la inmensa mayoría de autores no podemos vivir de lo que
escribimos y nos vemos avocados a trabajar en otras cosas que nada tienen
que ver con la literatura, pero que nos ayudan a comprar los garbanzos, y es
que los escritores también necesitamos comer. Si este es el caso, no dejes
que los problemas te superen, sino adáptate a tu situación y procura crear
una pauta regular de trabajo. Pongamos que tienes dos hijos y trabajas de
oficinista con un horario de mañana y/o tarde (o peor todavía, jornada
partida) con lo que te queda a diario muy poco tiempo libre que dedicar a la
escritura. Si es así, dedica los sábados y/o domingos a escribir, pongamos,
una o dos horas diarias. Si no puedes los fines de semana, pero sí los días de
diario a pesar de no tener mucho tiempo, entonces escribe entre una media
y una hora completa diaria (si se puede más, mejor). En ocasiones, más a
menudo de lo que desearía, me veo obligado a escribir nada más que entre
cuarenta y cinco o sesenta minutos diarios, pero, aún siendo poco tiempo,
procuro no dejar de escribir ningún día. Granito a granito se construyen
catedrales. Si seis días a la semana escribes una media de una hora diaria al
mes son bastantes horas que se traducen en bastantes páginas de novela
escritas. Y al cabo de cuatro meses, con este ritmo de trabajo, se puede
tener la novela terminada si esta no posee demasiadas páginas. Hay que
tener en cuenta que ya nos hemos ahorrado mucho tiempo y trabajo en el
momento en que hemos creado la chuleta argumental.
Yéndonos al otro extremo, tampoco es bueno estar ocho diarias
escribiendo sin salir del despacho o habitación. No te dejes engañar por
aquellos que aseguran poseer ese ritmo de trabajo al escribir. Oh, sí, hay
ciertos autores que dedican de lunes a viernes a su escritura una media de
seis o siete horas diarias, pero es porque no se dedican a otras cosas y tienen
ya la vida resuelta (hasta suelen tener secretarias que les quitan lo más
farragoso del trabajo). Y con todo, no están seis horas seguidas trabajando
con la misma novela, sino que poseen estudiados planes de trabajo que
suelen consistir en dedicar una o dos horas a una novela, una hora a un
artículo, otra a descansar, otra a pensar o acumular información para la
novela o para un ensayo… Procuran cambiar de trabajo y de esta forma
liberar a la mente para que no se sobrecargue y se venga abajo.
Tampoco desesperes si por un día que no puedas escribir vayas a
pensar que no tienes madera para ser escritor y no vas a terminar la obra. Y
es que esto ocurre; a mi me pasa lo mismo: en cuanto estoy uno o dos días
sin escribir siento que algo me falta, que estoy incurriendo en una grave
negligencia y mi sentido de la culpabilidad y responsabilidad se disparan a
altos niveles. No pasa nada, es buena señal, significa que ya tienes dentro
de ti la tan necesaria disciplina para comprender que tienes que escribir,
aunque sea poco, y cumplir los horarios que te impongas. También, y hay
que reseñarlo, escribir es en cierta manera como poseer una pequeña
adicción, y los autores sabrán muy bien de lo que hablo. Es un autentico
placer escribir, por muchos esfuerzos y sacrificios que nos ocasione, y
comprobar cómo poco a poco aquello que hemos creado va tomando forma.
Pero un consejo: también es muy conveniente tomarse un día de
descanso y procurar no escribir cuando tenemos la cabeza atorada, o nos
duela, o estemos muy preocupados por problemas… Si algo he aprendido
en todos los años que llevo de escritor, es que es sano tener un día libre de
escritura al menos una vez a la semana. En ocasiones suele ocurrir que el
autor no sabe continuar su trabajo, a pesar de tener la chuleta argumental, o
que su nivel no está siendo muy bueno, no es capaz de sacar el máximo
provecho al argumento, los conflictos o los personajes. Cuando eso pasa es
recomendable parar y estar unos días sin escribir y sin pensar para nada en
la novela. Dedícate a otras cosas, piensa en otros asuntos, y cuando retomes
tu novela verás que lo haces con renovados bríos, con la mente despejada, y
ese “tapón” que poseía tu novela y te impedía continuar ya no existe o es
fácil de quitar. Por tanto, si es necesario tener una pauta de trabajo, igual de
imprescindible es poseer momentos de descanso.

LEE Y RELEE

Antes he explicado que cuando suelo llevar escrita más o menos la


mitad de la obra paro para leer lo que llevo rubricado y continuar luego
trabajando hasta el final. No estás obligado a hacer lo mismo, es cosa tuya,
pero te recomiendo que de cuando en cuando hagas una pequeña pausa para
repasar lo que tienes escrito. Hay unos pocos autores de gran renombre que
no creen en esas cosas. Deciden escribir toda la novela del tirón y no leerla
hasta haberla terminado, es más, algunos incluso no leen lo que han escrito
ni arreglan los posibles errores, pues piensan que si tocan la novela ésta
perderá su espontaneidad. Bien, no seré yo quien diga si esto está mal o
bien, pero mientras que algunos de esos autores son unos auténticos genios
que poseen una habilidad, inteligencia y claridad increíbles a la hora de
escribir y que son tan buenos que les sale casi todo bien a la primera, ya
otros nos demuestran el porqué sus obras son bastante incoherentes o
sencillamente están mal escritas. Cada maestrillo con su librillo.
Pero estamos hablando de nuestra primera novela, de nuestros
inicios como escritor y, siendo así, es conveniente repasar lo que
escribimos. A pesar de tener la chuleta argumental nuestra inexperiencia a
la hora de escribir, tratar personajes y argumentos nos puede conducir a
crear errores de argumento o perdernos entre las tramas y los conflictos de
los personajes, olvidándonos de aquello que nos interesa o haciendo mal las
cosas. Es por eso que es aconsejable parar cuando se llevan escritas unas
páginas (el número de ellas es de cada cual) y repasar el trabajo. Es más
fácil corregir un error cuando llevas escrito la mitad del libro que no cuando
ya lo has terminado por completo. Tampoco te tires de los pelos si a la hora
de repasar descubres errores por todas partes, estamos empezando, es
normal, con el tiempo esos errores no se volverán a cometer.

EL ARGUMENTO PUEDE CAMBIAR

Puede parecer contradictorio, pero no es así. Aunque tengamos la


chuleta argumental creada y la trama de la novela perfectamente pensada y
segura de por dónde va a ir, en ocasiones ocurre que mientras estamos
trabajando en la obra de repente nos damos cuenta que la obra en sí misma
posee algo que se denomina “vida propia”, y dicha vida casi nos obliga a
realizar cambios que nos parecen naturales y totalmente adecuados para el
argumento. Puede ser que cambiemos el final, que el argumento discurra
por otros senderos que habíamos decidido no transitar (o que ni tan siquiera
habíamos imaginado) o que algún personaje finalmente no haga aquello que
habíamos planeado. Si esto ocurre siempre es para bien, y casi siempre nos
sirve para corregir ese error que antes éramos incapaces de detectar (aún
con la chuleta argumental), pero que escribiendo es cuando lo descubrimos.
Hay que tener en cuenta que la chuleta no es un dogma que se deba
seguir al pie de la letra pase lo que pase. Es una herramienta que nos ayuda
en la creación de nuestra novela, pero no significa que debamos trabajar con
una rigidez absoluta. Si algo caracteriza a un escritor es la imaginación, la
inteligencia y la capacidad de no solamente crear historias, sino también de
darlas giros inesperados para todos, incluido para él mismo. Esto me ha
ocurrido en más de una ocasión trabajando en mis novelas. En mi trilogía
CRÓNICAS DE UN CONQUISTADOR, cuyos subtítulos eran UN
NUEVO MUNDO, MÉXICO-TENOCHTITLAN y UN MUNDO NUEVO,
tras casi terminar con las tres novelas y cuando ya estaba llegando al final
me di cuenta de que algo en la trama iba mal. Era incapaz de descubrir que
era lo que estaba mal, pero indudablemente no estaba convencido de lo que
hacía. Los días pasaban y seguía escribiendo, hasta que llegando al
momento álgido de la trilogía, el final que daría sentido a todo el drama
vivido hasta ahora, a la mente me vino con fuerza la solución y en ese
instante, dejándome llevar por el instinto y la imaginación, cambié el
destino de los dos personajes principales de la novela, dando por fin debida
cuenta de ese error y consiguiendo que los tres subtítulos casaran entre ellos
perfectamente. No voy a decir que fue lo que cambié, pero baste para
explicar que es lo que pretendo decir.
Pero por si esto no te basta, y si me perdonas el haberte metido con
calzador publicidad de mis obras, vamos a tirar de la chuleta argumental
para explicar mejor esto. Imagina que estas escribiendo la novela y el final
no te termina de convencer. Piensas que Alberto, a pesar de que los dos
finales no son felices, no termina por pagar el daño que hace, aunque lo
haga de manera inconsciente, pero desde luego ha sido muy egoísta. Es
más, el destino final de Susana no te convence. Es una mujer luchadora, ha
surgido de los barrios más humildes y ha sabido superar todos los
obstáculos que se le han interpuesto. ¿Alguien así se suicidaría?
Posiblemente sí, no sabemos como vamos a reaccionar ante experiencias
tremendas e increíbles hasta que nos encontramos ante ellas, pero Susana
parece más de esas personas luchadoras que las que huyen o se rinden. Así
pues, a pesar de la chuleta argumental, y a pesar de tener la historia ya muy
bien pensada, decides realizar cambios.
Esos cambios podrían ser que Susana decide no suicidarse y
armada de valor, pero por dentro destrozada por el abandono de Alberto,
decide luchar y enfrentarse a la Justicia por la muerte de su hermano. Al fin
y al cabo se había defendido y se podría entender como defensa propia.
Pongamos que quieres que Susana consiga ser absuelta de los cargos por
asesinato y sea puesta en libertad. Alberto, arrepentido del daño que la ha
hecho, decide volver con ella, pero Susana ya no desea estar con Alberto.
Le dice a la cara que es un cobarde, que si no la quería se lo tendría que
haber dicho mucho antes, que le ha decepcionado y sólo siente desprecio
por él. Esto suponiendo que has escogido el final B, aquel donde Alberto
entrega a Raquel a la Policía. Fíjate, que sin alterar, en apariencia, el
argumento principal, has dado más fuerza a la personalidad de Susana y has
hundido un poco más en la miseria a Alberto, consiguiendo, si cabe, un
final más dramático.
No estás obligado a realizar cambios, estos son únicamente
ejemplos, pero te has dado cuenta de que si la historia te lo pide puedes
realizar giros en ella que te pillen completamente por sorpresa. Y si a ti te
pillan por sorpresa, que eres el escritor, imagínate como le pillarán al lector.
Y esto nos conduce al siguiente punto, de manera muy adecuada, pues es…

LOS PERSONAJES TAMBIÉN TIENEN VIDA PROPIA

Si el argumento puede cambiar porque posee “vida propia”, lo


mismo podemos decir de los personajes. Ya hemos expuesto anteriormente
el caso de Susana, pero en ocasiones los personajes se nos escapan de las
manos y sencillamente se mueven por la historia como si poseyeran
voluntad propia. Puede ser que te ocurra que estas escribiendo un dialogo y
este te surja de forma rápida, espontánea, casi sin necesidad de pensar en él.
Te da la sensación que son los personajes los que te dicen que poner en vez
de ser tu quien decide lo que escribir. Si en vez de un dialogo es una acción,
el personaje se te escapa de las manos y asistes atónito como se dedica a
solucionar los conflictos o a vivir las historias casi sin que tengas que hacer
nada por él.
Estas son señales muy buenas, no te alarmes. En realidad, no has
perdido el control de nada, ni te has salido de tu historia ni has cambiado la
personalidad de los personajes. Sencillamente es que estas haciendo bien las
cosas. Cuando los personajes poseen una sólida, atractiva y magnifica
personalidad funcionan a la perfección, como si fueran engranajes dentro de
un reloj suizo. Y dado que has sido tu el que los has dotado de esa
personalidad sabes como son, como actúan y eres dueño incluso de sus más
íntimos pensamientos. Te los conoces tan al dedillo, que sabrás como van a
reaccionar ante los conflictos y la historia incluso aunque creas que no lo
sabes. A medida que vayas tejiendo historias con esos mismos personajes
(porque continúes las aventuras en otras novelas) los irás conociendo
todavía más y te será mucho más fácil el narrar sus peripecias, dando esa
sensación de que poseen “vida propia” y que te limitas a escribir lo que
ellos te van diciendo.
Como ejemplo de lo que digo podemos hablar de dos autores
mundialmente famosos: Robert Graves y Robert E. Howard. Cuando
Graves creó el personaje del emperador Claudio en su archiconocida novela
histórica, “Yo, Claudio”, ya tenía de base toda la información que otros
historiadores ya habían recopilado sobre la figura del emperador, pero es
que además pasó mucho tiempo pensando en como conseguir un personaje
que fuera a la vez patético y digno, humorístico y trágico, inteligente y
patán, tierno y cruel, y le fue dotando de una compleja y perfecta
personalidad que encuadrara tanto en lo que se conoce históricamente como
en la trama que había creado para la novela. Lo hizo de forma magistral, y
fue así que el mismo Graves en ocasiones, medio en broma, medio en serio,
afirmaba que se limitaba a escribir sobre Claudio lo que el propio Claudio
le decía que debía poner. Y es así porque muchos lectores se piensan que las
memorias de Claudio (que es de lo que trata el libro) fueron escritas por el
emperador, que existen, son verídicas, cuando en realidad son una
invención de Graves. El ejemplo de Howard es más extremo aún, pero sirve
perfectamente para darnos cuenta hasta que punto un personaje, cuando es
bien creado, se escapa de las manos del autor. Howard, en correspondencia
escrita con sus amigos literatos, llegó a afirmar que cuando se sentaba ante
el escritorio para trabajar en las aventuras de Conan el bárbaro sentía como
a su espalda el propio bárbaro se le aparecía, hacha en mano, y le iba
susurrando las aventuras que Howard debía narrar.
Con esto no quiero decir que debas convertirte en alguien capaz de
ver tomar forma a los personajes que inventes, sino que sepas que tienes
que crear personajes más grandes que la vida misma y que permitas que
estos “vivan” las aventuras que elijan. La mejor forma de comprobar esto es
en los diálogos, que es donde mejor se conoce a los personajes, pero de los
diálogos y su importancia hablaremos en otro capítulo. Ahora, pasemos al
siguiente.
CAPÍTULO 7
ESOS PEQUEÑOS DETALLES

Tras semanas, meses de arduo trabajo, o incluso años dependiendo


de la complejidad de la obra o el tiempo que le dediques, por fin tenemos la
novela terminada y estamos llegando a las páginas finales. Ahora toca
poner la atención en esos pequeños detalles que habíamos dejado para estos
momentos.

EL FINAL

La inmensa mayoría de escritores normalmente, cuando comienzan


a escribir en la novela, ya saben cuál va a ser su final. En ocasiones ocurre
que deciden cambiarlo, pero cuando están por las páginas finales ya han
decidido cómo va a terminar. Supongamos que todavía estas indeciso
respecto al final y que no sabes por cual decidirte. Al fin y al cabo, es tu
primera obra y quieres que sea lo más perfecta posible. Bien, hemos
comentado que tenemos dos posibles finales, A y B, vamos a reseñarlos de
nuevo para refrescarnos la memoria:
-Final A: Alberto se enoja ante la visita de Raquel y apenas escucha sus
excusas, sólo sabe que le engañó y abandonó ante la Policía, es más,
Susana murió por su culpa. Si hubiera ido a Sevilla a casarse nada habría
pasado. Pero su vida es vacía, no tiene a nadie y está solo. Alberto
considera que al menos Raquel le ofrece la oportunidad de darle emoción a
su existencia y la posibilidad de ganar mucho dinero y volver a empezar; y
sigue estando la cuestión de que para su desgracia Raquel le sigue
gustando y mucho. ¿Por qué no? Se pregunta, y, para su propio asombro,
Alberto une su destino al de Raquel, aún a sabiendas que posiblemente le
vuelva a traicionar.

-Final B: Lo mismo que el final A, excepto que Alberto se une a Raquel,


pero es una trampa de la Policía, quien, con paciencia, instruyó a Alberto
sobre lo que hacer cuando Raquel se pusiera (si es que lo hacía) de nuevo
en contacto con él. Lleno de rencor vengativo por la muerte de Susana
(ahora se da cuenta que en realidad la amaba, y eso le hace estar más triste
y más culpable), Alberto tiende la trampa a Raquel y la Policía detiene
finalmente a la mujer. Alberto logra limpiar su nombre, pero por dentro
sigue sintiéndose amargado y solo. Ese parece ser el destino que le
aguarda.

Recordemos, además, que el final B cuenta con la posibilidad de


que Susana no se suicide, logre ser declarada inocente por el juez y termine
dejando de lado para siempre a Alberto. Estas dubitativo y llegas a un punto
en el que no sabes que hacer. Tranquilo, les suele pasar a los escritores
novatos, pero es muy fácil solucionarlo. Los dos finales, con ciertas
variantes, te gustan mucho, pero está claro que sólo podemos quedarnos con
uno. ¿Qué hacer? Si la historia misma no te ha proclamado su final y no
terminas de decidirte, entonces hay que hacer lo mismo que cuando
escribimos la chuleta argumental. Pasamos la novela y los finales
alternativos a lectores para que opinen. No es una mala opción, ellos te
dirán cual les gusta más, pero puede ser que más adelante te arrepientas de
haber dejado que fueran otros los que decidieran el final de tu novela. Mi
consejo es que seas tu quien haga el esfuerzo de escoger un final. Si es
preciso lee entera la novela una, dos, las veces que hagan falta hasta que
finalmente termines por decidirte. Incluso puedes llegar a inventar otros
finales, al fin y al cabo es cuestión de imaginación.
Después de todos estos esfuerzos por fin hemos logrado quedarnos
con un final, y escogemos el final B con la variante de Susana que no
suicida, abandona a Alberto y queda libre de cargos criminales. Por fin
tenemos la obra completa. ¿Completa? No, queda algo muy importante por
hacer.

EL TÍTULO

El título de la novela es lo primero que verá el lector, junto con la


portada, pero de esto último ya se encargarían de diseñarlo los editores
llegado el caso si se fuera a publicar (o tu mismo te la puedes hacer, porque
no). Del título debes encargarte tu, nadie más. No te puedo dar consejos
definitivos sobre la forma de crear títulos para libros, es algo muy propio y
de cada autor y su obra, pero al menos sí te puedo orientar en su gran
importancia. Hace mucho tiempo lo normal era colocar un título largo, que
orientara al lector sobre lo que se iba a encontrar, tal que así por ejemplo:

“Tratado sobre los posibles remedios contra dolores producidos por


excesos de comidas y alimentos ricos en grasas”
“Historia de brujerías y aquelarres, de maleficios y como combatirlos con
esta guía espiritual y remedios de la Santa Iglesia Católica y Apostólica…”

Ya te puedes hacer a la idea de lo que quiero decir. En tiempos más


modernos los títulos se han acortado mucho con la idea de querer expresar
lo más acertadamente posible de que irá la novela:

“Legión”
“Contagio”
“Yo, Claudio”

Y podríamos poner muchos más ejemplos. En realidad, pon el


título que creas más conveniente sea largo o corto, aunque, por supuesto,
los editores, siempre buscando la formula más comercial posible, te
aconsejarán que sea corto y explicito. No obstante, el título que pongas
debe estar acorde a la novela que has escrito o llevarás a confusión al lector
y este se sentirá engañado (aunque no haya sido tu intención) y no quiera
leer más obras tuyas. Quiero decir, poniendo una vez más el ejemplo de la
novela que hemos creado para este libro, si ponemos a la obra el título de
“El caballo verde” y no hay ninguna referencia a este animal ni tan siquiera
al color en toda la trama, el lector se preguntará, con toda razón, a santo de
qué viene colocar un título así. Sea largo o corto, tiene que ser algo
relacionado con tu libro, lo que quieras, pero algo.
En ocasiones surge el título incluso antes que la novela y, al revés,
puedes tener la novela terminada y seguir sin título. ¿Qué hacer en este
caso? Mi consejo es que te leas de un tirón la novela y dejes que sea tu
propio subconsciente el que sugiera que título poner; esto suele funcionar
mucho. Siguiendo adelante con nuestra novela ejemplo, ¿qué título le
ponemos?
Veamos, es una novela donde se mezclan la acción, el espionaje
industrial, los dramas y los sentimientos encontrados, con un final bastante
triste pero lógico desde el punto de vista de la trama principal. Dado que los
personajes principales, sobre todo el de Alberto, se encuentran en
encrucijadas muy importantes a lo largo de la trama que condicionarán su
vida de ahí en adelante según la decisión que tomen, podríamos llamar a la
novela “Encrucijadas” o “La decisión”. El personaje de Raquel es alguien
que aparece en la vida de Alberto y Susana cuando ya ellos dos no se
acordaban de que ni existía, trastocando los planes y vidas de ambos;
entonces podría ser algo así como “Errores del pasado”, “Fantasmas del
pasado”, “El amor que nunca murió”… Dado que Alberto se deja
manipular por la taimada Raquel hasta límites insostenibles, podemos poner
títulos como “Pasión ciega”, “Marionetas”, “Cegado por el amor”… Da
igual que te puedan parecer ridículos o cursis los títulos que te estoy
poniendo, solamente son ejemplos para que compruebes como puedes
conseguir el título perfecto para tu novela. También puedes ser más sutil, y
si antes lo de “El Caballo Verde” no nos cuadraba para nuestra novela
ejemplo, pensemos en lo siguiente.
Raquel porta consigo un archivo que ha robado y que le va a
proporcionar pingues beneficios. Ese archivo se conoce con el nombre
clave de El Caballo Verde (cosas de espías, que le vamos a hacer…), y
dicho archivo es el que lleva a Raquel y Alberto, sobre todo a Raquel, a su
aciago final. Entonces comprendemos que quizás el título de “El Caballo
Verde” no sea tan ridículo y nos pueda servir.
Con todo, y como digo, son únicamente ejemplos, la pregunta es la
siguiente: ¿qué título pondrías tu?
CORREGIR Y RESCRIBIR

Repetido hasta la saciedad, pero necesario para dejar constancia de


la importancia que tiene este paso tras terminar de escribir la novela.
Aunque ya he comentado que algunos autores escriben del tirón y no tocan
la obra una vez terminada, aquí estamos tratando la cuestión que es tu
primera novela y por tanto las posibilidades de que se cometan errores
aumentan consecuentemente. Es muy fácil perderse con los argumentos y
liarse y, por ejemplo, decir una cosa de uno de los personajes principales y
más adelante otra muy diferente. Siendo sólo un ejemplo, reseñar que
Alberto es de Sevilla para luego en el capítulo ocho decir que es de Huelva
puede confundir al lector. Peor todavía, te puede incluso confundir a ti, que
das por bueno lo de Huelva y comienzas a tratar al personaje como oriundo
de dicha ciudad andaluza a partir del capítulo ocho. ¿Crees que es difícil
cometer este tipo de errores? Pues ocurre más veces de lo que se piensa. Y
si es bien fácil equivocarse con estas cuestiones, imagina lo que debe ser en
asuntos más complicados de la trama.
Hay que tener en cuenta que es tu primera novela, que te falta
práctica, técnica y lo que se conoce como “tablas”, que es ni más ni menos
que experiencia a la hora de escribir y detectar tus propios errores. La
mente humana es prodigiosa y posee un poder increíble, y en ocasiones es
tan poderosa que incluso se engaña a sí misma. Te convences a ti mismo
que Alberto es de Huelva, a pesar que hayas indicado que no, y eso es
sencillamente lo que ocurre. En otras ocasiones la mente es simplemente
“vaga” o “ciega” y omite errores ortográficos e incluso narrativos dándoles
por buenos y evitándose así trabajar en lo que considera es un despilfarro de
fuerzas. Dado que eres tu quien escribe, aunque cometas un error, tu mente
se “salta” ese error para evitar que te molestes y pierdas tiempo en
corregirlo. Por ejemplo, pongamos que escribes esta frase dentro de un
denso párrafo:

“Alberto echó leña a la chimenea y miro a Raquel. A la luz de las brasas, la


mujer le pareció más guapa que nunca, aunque la expresión correcta sería
más sensual.”
¿Dónde está la falta? En “miro”, le falta el acento. Estamos
tratando el tiempo en pasado y por tanto el verbo debería tener el acento,
pero se nos ha pasado; es un error muy común que cometen incluso hasta
los grandes y afamados escritores. Lo que ocurre es que tu mente,
acostumbrada a leer rápido y asimilar información con celeridad y avidez,
decide pasar de largo puesto que aunque “miro” carece de acento la
información que se quiere transmitir es perfectamente entendible, apenas
cambia el mensaje que queremos transmitir. Por tanto, la mente
“comprende” que el error no es tan importante y decide “pasar” de él. Si la
frase hubiera sido así:

“Alberto echó leña a la chimenea y miró a Raquel. A la luz de las


brararsas, la mujer le pareció más guapa que nunca, aunque la expresión
correcta sería más sensual.”

La palabra “brararsas” es muy obvio que está mal escrita, puede


que los dedos hayan volado de más por las teclas del ordenador y no nos
hemos dado cuenta del tremendo error hasta que leemos de nuevo la frase.
Dado que ahora sí que el error desvirtúa el contenido de la frase y lleva a
confusión, la mente detecta la falta, que es grave, y comprende que no
puede pasar por alto tan contundente desacierto. Por tanto, lo que te quiero
decir es que es más que probable que tu primera novela tenga más faltas del
estilo “miro” que de las de “brararsas”, y que las primeras, por mucho que
leas la novela, te son más difíciles de detectar que las segundas.
Para evitar esto recomiendo dos cosas. La primera que leas y releas
tu novela una vez escrita, al detalle, intenta no leer atendiendo al
argumento, sino a los errores del tipo ortográfico y gramatical, es decir, para
corregir. Con todo, es muy probable que se te sigan escapando los fallos
estilo “miro”, ¡aunque leas la misma frase doce veces! Puede parecer
increíble, pero como te he escrito antes, pasa, a mi me ha ocurrido, y suelo
corregir varias veces mis novelas. ¿Qué hacer entonces? Irnos a la segunda
cosa, que es darle tu manuscrito a otra persona, cuya mente no estará
“ciega” ante tus errores y los podrá detectar. Eso es lo que hacen los
grandes escritores, tienen gente, normalmente secretarios, que les corrigen
sus obras, y los editores correctores, gente muy preparada capaz de
encontrar hasta el error más nimio. Nosotros no, que le vamos a hacer, así
que échale un poco de cara y dile a algún amigo de confianza que te haga
ese favor.
Después de corregir llega el momento de rescribir, que es corregir
la parte estructural de la obra, o más concretamente la trama. Sirve tanto
para descubrir los fallos, como el antes mencionado del lugar de nacimiento
del personaje de Alberto, como para darse cuenta de otros errores más
grandes y graves. Al leer por primera vez, y de tirón, nuestra novela
terminada, podremos averiguar si todo está correcto y si nos gusta cómo va
“sonando” la lectura, si el ritmo de la trama es el adecuado, si hay partes
que consideras muy flojas y otras que sencillamente sobran, ya es cosa tuya.
Recuerda que es tu primera novela, debe estar lo más perfecta
posible, y es obligado que llegue en las mejores condiciones a manos de los
editores si quieres que tenga una mínima oportunidad de publicarse. Y ten
en cuenta esto que te digo: cuando pasen unos años y vuelvas a leer tu
primera novela, te horrorizarás al descubrir errores de todo tipo, tanto
ortográficos, como narrativos o que formen parte de la estructura de la
trama. No te desesperes por eso, en realidad, es buena señal, significa que
como autor has ido creciendo y mejorando y que eres capaz de rescribir
mejor tu primera novela. Si todavía no la has publicado, y tienes tiempo y
ganas, retócala, pero si las has publicado déjala tal y como está, que por
algo habrá gustado al editor y los lectores.
CAPÍTULO 8
LOS DÍALOGOS

En este capítulo vamos a tratar sobre los diálogos en la novela o


relato corto, y aclaro esto para que se tenga en cuenta que aunque parezca
parecido existen muchas diferencias a la hora de crear diálogos para según
qué medios de narración. No es lo mismo escribir diálogos para un cómic,
que para un guión de cine o para el teatro. De la misma manera, tampoco es
igual para las novelas de ficción, pero en este caso las restricciones son
menores y tenemos mucha más libertad. Aunque los principios básicos sean
los mismos, a simple vista comprobamos que crear diálogos para un cómic,
por ejemplo, es difícil pues nos encontramos con dos importantes
limitaciones: el espacio (diminuto) y que prima más lo visual que la letra.
Así pues, en el cómic es necesario saber decir mucho escribiendo muy poco
y apoyándose muchísimo en la narrativa visual de la ilustración. En la
novela, repito, estas dos limitaciones no existen. Claro que esto no significa
que no haya ciertas reglas que hay que tener en cuenta y que los diálogos
sean fáciles de inventar. Al contrario, es, quizás, una de las partes más
difíciles de escribir de un libro o relato corto.

LA IMPORTANCIA DEL DIALOGO

No es broma, es una de las partes más importantes de la obra y por


eso hay que saber tratarla con la seriedad que se merece. El dialogo siempre
ha existido en la novela, incluso aunque no lo parezca, de múltiples formas,
pero siempre ha estado ahí. Se ha modificado mucho a lo largo de los
siglos, pero su esencia es la misma: comunicar a los lectores, a través de
boca de los personajes, información mediante los sentimientos, agilizar
dicha información para hacer avanzar el argumento y presentar conflictos.
Los diálogos no son banales, ni deben ser intranscendentes, sino
que deben cumplir una perfecta función. Si no sabemos escribir diálogos no
podremos escribir historias ni publicar nuestras novelas. El autor tiene un
estilo a la hora de escribir que se nota enseguida cuando has leído varias de
sus publicaciones, y ese estilo debe transmitirse a los diálogos pero además
fusionando la personalidad de los personajes y evitando que el estilo
personal del autor se imponga al del personaje, lo que no es tan fácil de
conseguir a pesar de su simplicidad. Existen muchos escritores (sobre todo
los principiantes o los que carecen del conocimiento de rudimentarias
técnicas) que cometen muchos errores a la hora de crear diálogos y no
consiguen que sus personajes se expresen de manera adecuada. Porque esto
es muy importante: el personaje se da a conocer a través de sus acciones
durante el argumento de la novela, de sus pensamientos a través de la
narrativa y mediante su forma de expresarse ante los demás, el dialogo. Si
una de estas tres cosas falla, el personaje no es creíble y el lector perderá
interés por el personaje y en efecto cascada por la trama y la novela. De
estos tres aspectos, donde el lector suele fijarse más es en los diálogos.
Por eso insisto en la importancia del dialogo. Para saber un poco
más sobre el tema, vamos a tratar unos cuantos puntos acerca del verdadero
arte de escribir diálogos.

LOS DIÁLOGOS NO SON ESPONTÁNEOS


Esta es una afirmación que debes tener muy en cuenta. En
literatura no existe el dialogo espontáneo porque, sencillamente, el autor ha
pensado detenidamente sobre él antes de ponerse a escribirlo. Mediante el
uso del dialogo el escritor desea algo (hacer avanzar la trama, presentar al
personaje, introducir un conflicto…) y por eso ningún dialogo debe ser
banal y está obligado a presentar información. El escritor puede intentar
conseguir el efecto de que los personajes “hablen” de forma casual,
espontáneamente, pero eso es porque los personajes no son “conscientes”
de que detrás de sus pensamientos se encuentra el escritor. Así, antes de
ponerse a trabajar en un dialogo hay que detenerse un momento y pensar en
lo que se quiere transmitir en dicho dialogo. Si un dialogo no presenta
información, no hace avanzar la trama, no presenta emociones y/o no crea
conflicto es un dialogo que sobra. No te pongas a escribir diálogos porque
sí pensando que la “espontaneidad” te va a servir de algo. Si no tienen un
propósito, el dialogo es un lastre que hundirá la novela.

CON SENTIMIENTOS

Lo anteriormente escrito nos enlaza al siguiente consejo. Los


diálogos son “vivos”, puesto que aunque sean letras son las emociones de
los personajes plasmadas en sus conversaciones con los demás (o consigo
mismos) y por eso deben expresar emociones. Si son planos, sin
sentimientos, si están cargados de información pero esta no se ofrece
mediante una emoción, entonces estamos ante un dialogo “muerto” que no
servirá para nada. Hay que entender que las personas cuando nos
comunicamos con la palabra expresamos intensas emociones aunque en
ocasiones las intentemos reprimir. Mientras el ser humano tenga emociones,
estás se sentirán cuando hable. Esta regla se aplica a los personajes de
ficción. Dado que no existen realmente, los personajes de una novela están
obligados a transmitir sensación de “vida” mediante el dialogo. A la hora de
crear diálogos es más importante echar mano del sentimiento y lo afectivo
que de la lógica o racionalidad. La lógica y la racionalidad se utilizan para
crear los diálogos, pero no para que se expresen a través de ellos los
personajes; espero que hayas comprendido el concepto.

HACEN AVANZAR LA TRAMA, PRESENTAN CONFLICTOS


NUEVOS, LOS SOLUCIONAN O LOS AGRAVAN
Una novela tiene dos partes a la hora de presentar el argumento: la
narrativa y el dialogo. Independientemente de cuál se utilice más, ambos
deben servir para hacer avanzar la trama. Si en una obra hay un montón de
párrafos que crean un montón de páginas, o un montón de diálogos que se
eternizan, pero nada de esto hace avanzar la historia, entonces esa novela se
condena al fracaso. El dialogo es la base perfecta para hacer avanzar la
trama y crear una historia más “viva” para el lector. A través de las palabras
de los personajes podremos crear otros puntos de vista sobre el argumento y
crear conflictos entre los personajes, solucionarlos o agravarlos de cara a
hacer más interesante la novela. Es por eso que se aconseja que los diálogos
vayan paralelos a la historia no en el sentido cronológicamente hablando,
sino en el de hacer comprender, avanzar y/o solucionar un conflicto o la
trama.

¿DIÁLOGOS CORTOS O LARGOS?

Aquí entra el estilo de cada autor. No obstante, fíjate en como


hablan las personas y date cuenta de una cosa muy importante: los seres
humanos, cuando hablan entre ellos, no lanzan largas peroratas ni floridos
discursos, sino que las conversaciones suelen ser rápidas, cortas y muy
explicativas. No te quiero decir cuando los dialogantes son familiares o
amigos que se conocen de muchos años, donde ya con decir dos palabras y
realizar cuatro gestos se han dicho todo. Y eso se puede plasmar en un
dialogo de novela.
En cuanto a los diálogos largos, se dan en ciertas ocasiones, sobre
todo en debates, discursos o cuando alguien tiene la palabra y puede hablar
sin temor de que nadie le vaya a interrumpir. Puede darse el caso que en una
conversación haya una o dos personas de personalidad muy fuerte que se
impongan al resto de personalidades más débiles o escasa capacidad para
hablar, entonces esos personajes pueden hablar durante más tiempo porque
se imponen a los demás mediante su personalidad, sus conocimientos, la
intimidación física, etc. Si la trama lo pide puedes realizar diálogos largos,
pero como he dicho un poco más arriba, no hay mejor escuela que la Vida
misma. Sal afuera y escucha a los personajes hablar, según sea su posición
social y sus conocimientos así se comunicarán. No es lo mismo dos
ingenieros hablando, que trabajan fuera de sus países, que dos campesinos
de China analfabetos que nunca han salido de su aldea natal.

INTERACTIVOS

Los diálogos deben ser interactivos. Cuando dos o más personas


hablan, a no ser que se encuentren en un debate con cierto orden, se cortan
entre ellas, se apoyan, contradicen o discuten, llevándose la contraria, o
dándose la razón, o intercalando chistes, anécdotas, insultos… Los
personajes, cuando dialogan, deben dar “vida” al dialogo. Te pongo un
ejemplo. Son tres amigos, uno de ellos es Alberto, hablando de fútbol.

—Te digo que Juanjo no vale como delantero…


—¡Claro! ¿Y por qué no, eh? —exclamó Alberto.
—Falla todas las ocasiones que tiene…
—Pero al menos está ahí, no como otros —intervino Pepe.
—Pero no se puede fallar, porque entonces los otros nos pueden ganar.
—Eso no significa nada.
—Sí lo hace…
—Te digo que no —se enfadó Alberto.

Si te das cuenta, es un dialogo rápido y fluido, tal y como más o


menos hablan las personas en la vida “real”. Puedes añadir tacos, palabras
malsonantes, repeticiones, etc. Y esto nos lleva al siguiente punto.

MEJOR REALES QUE LITERARIOS

Error muy común entre los escritores noveles. Construir diálogos


recargados, con frases complicadas, palabras raras o extremadamente
cultas, floridas, construcciones literarias, poéticas…, sólo nos conduce a
que el lector no se crea el dialogo. Las personas no hablamos así y mucho
menos en el día a día. Es más, como he explicado antes, las conversaciones
no suelen ser educadas, ni se respeta el orden de turno de las personas, sino
que intervenimos, cortamos y discrepamos con velocidad, incluso quitando
la palabra a los demás. Eso se debe reflejar en las conversaciones entre
personajes. En ficción, los personajes deben hablar como la gente en la
realidad, y a excepción de algún personaje que por motivo de la trama o por
su personalidad atípica se desmarque de los demás, haz que tus diálogos se
parezcan lo más posible a los de las personas.
Sobre todo esto se aplica a las novelas humorísticas, donde el
ingenio, la gracia y el chiste deben ser a base de diálogos cortos, rápidos y
directos. Si escribes novela histórica también debes hacer lo mismo, aunque
con las lógicas diferencias lingüísticas de la época, claro está. Aunque ya lo
he dicho, repetir que puede darse el caso de un personaje que hable sin que
se le interrumpa, por ejemplo, el presidente de una empresa durante una
reunión de trabajo. En ese caso, es difícil que mientras él exponga sus
criterios alguien le interrumpa (ya sea por respeto a la jerarquía, por miedo
u otros motivos), pero cuando el presidente llega a su casa y habla con su
mujer, ya es más que difícil que ésta no tenga un dialogo fluido, rápido y
con cortes con él. Pido perdón por ser reiterativo en ocasiones, pero es
conveniente que se comprenda bien lo que quiero decir.

APOYA LOS DIÁLOGOS CON GESTOS Y/O CON ACCIONES

En el cine y en los cómics, por ejemplo, no hace falta describir las


emociones de las personas de manera indirecta, ya que se encargan de
hacerlo los dibujos o los actores (si son buenos dibujantes y actores) y, en
todo caso, si el guionista es muy bueno podrá hacerlo de forma sutil a través
de las palabras. En la novela la cosa cambia porque no se cuenta con el
apoyo visual y es conveniente dar mayor verosimilitud a los personajes
cuando hablan. En otras palabras, enriquecer el dialogo para darle mayor
realismo. En la vida real las personas cuando hablamos no estamos quietas,
ni aunque demos un discurso delante de miles de oyentes. Hay un montón
de cosas que las personas hacen mientras hablan, algunas de forma
consciente y las otras de manera inconsciente. Vamos a poner un ejemplo
donde se vea con claridad lo expuesto.

—Alberto, ¿vas a ir o no finalmente?


—Sí. No, mejor no.

Esto es un dialogo sin más y fuera del contexto de la trama no nos


dice mucho. Pongamos que es un momento crucial donde Alberto debe
decidirse por una acción: tiene que hacerla o no. Depende de lo que elija la
trama tendrá un final tremendo que el lector puede intuir porque se
encuentra en una encrucijada del argumento en la cual el personaje de
Alberto tiene la llave para ir en una dirección u otra. Si llegamos a este
punto tras un intenso conflicto y creamos un dialogo tan escueto, podemos
arriesgarnos a dejar en nada el momento cumbre. A no ser que busques a
propósito ese efecto y el lector sea consciente de ello, acabas de arruinar
por pequeños detalles uno de los momentos claves de la novela (recordemos
que esto es un ejemplo). ¿Cuáles son esos pequeños detalles? Veámoslos.

—Alberto —Raquel miró intensamente a su pareja, intentando poner


mucho énfasis en su pregunta—, ¿vas a ir o no finalmente?
—Sí —Alberto contestó de forma súbita, pero de inmediato la duda y el
miedo asomaron a sus ojos y tras unos segundos de confusión respondió
con un suspiro de resignación—. No, mejor no.

Fíjate como acabamos de darle un giro transcendente a un dialogo


que en un principio era escueto y apenas aportaba información del conflicto
en el que se encuentra Alberto. Sin contradecir nada de lo ya escrito
anteriormente al respecto acerca de que los diálogos deben ser rápidos y
reales, añadirles este tipo de acciones, gestos y detalles los enriquecen y
estimula visualmente la lectura a nuestro querido lector. Con la suficiente
experiencia, un escritor sabrá cuando un dialogo necesita este tipo de
apoyos y cuando no. Sobre todo, estos apoyos sirven de mucha ayuda para
los diálogos entre varios personajes.

CONSEJOS FINALES

Si debes rescribir los diálogos, hazlo, no importa. La mejor manera


de saber si te gustan y crees que son buenos es leerlos de seguido. Si notas
una especie de música mientras lo haces y que hay buen ritmo
(independientemente de lo cortos o largos que sean) y notas esa especie de
presentimiento de que lo has hecho bien, entonces ya tienes tu dialogo. Si,
por el contrario, algo no te cuadra aunque no sepas expresarlo o
encontrarlo, no termina de convencerte o no te gusta el dialogo, vuelve a
reescribirlo.
No existen técnicas infalibles para crear buenos diálogos, y no
hagas mucho caso a esos libros que sirven de guía. Los libros técnicos para
escribir están muy bien, pero en resumidas cuentas los diálogos surgen
como la vida misma, de unos personajes que has creado y que a pesar de
eso tienen su vida “propia”. ¿Quieres llegar a escribir buenos diálogos?
Entonces sal afuera de una vez y mira esa vida que te rodea. Haz lo que al
principio de todo te he comentado: lee, escribe, habla, escucha y oye
mucho.
Forma tu propio criterio y actúa en consecuencia. Como en casi
todo, la experiencia será tu mejor consejera y ella te ayudará a encontrar
esos diálogos perfectos que harán de tu novela una experiencia inolvidable.

CAPÍTULO 9
CREAR AMBIENTES, “VISUALIZAR ESCENAS”

Otro aspecto muy importante a la hora de escribir la novela es


desarrollar los ambientes por donde se mueven los personajes. En el
capítulo anterior hemos aclarado que, al respecto, el cómic y el cine cuentan
con esa ventaja, y es más arduo y difícil tratar de describir con palabras un
paisaje, el interior de una cafetería, la playa en verano, etc. Pero es nuestro
trabajo hacerlo y de la mejor forma posible. A favor tenemos que podemos
incidir más al detalle en la descripción de los lugares y las escenas, cosa que
no pueden hacer ni el cine ni el cómic, el primero limitado por el tiempo y
el segundo por el espacio físico. Hay muchas formas de narrar estos
momentos de las novelas, y cada autor tiene su estilo propio para hacerlo.
Por un lado tenemos a los que apenas dan importancia a estos detalles y por
el otro a los que se pasan demasiado, llevando el detalle a su máxima
expresión. Tanto el uno como el otro estilo no suelen gustar demasiado
entre los lectores, aunque es bien cierto que se pueden dar excepciones. J.
R. Tolkien es una de ellas. Tolkien es capaz de escribir cinco páginas sólo
para describir como cae una gota de rocío por la hoja de una planta en un
bosque elfo, pero su estilo ampuloso, recargado y, en cierta manera incluso
pesado, cuenta con un enfoque romántico, mágico y elegante que gusta
mucho a sus seguidores.
Lo que cuenta es que a la hora de escribir sobre escenas y
ambientes encuentres tu propio estilo, haciendo lo que creas es más
conveniente y sirva perfectamente para tu novela. Dado que estamos
aconsejando que hacer con nuestra primera obra y el estilo se va definiendo
y mejorando a medida que se va escribiendo, lo mejor es intentar encontrar
un punto intermedio que nos haga sentirnos satisfechos y además
cumpliendo con nuestros objetivos. Lo primero es intentar averiguar que se
nos da bien en estos casos. Sigamos con nuestra novela ejemplo. La trama
avanza por diferentes puntos de España y cuenta con numerosos escenarios:
Barcelona, Madrid, Sevilla… pueblos de la sierra, el campo, la noche, el
día, ambientes ruidosos, tranquilos, interiores de oficinas con muchos
empleados, restaurantes de diferentes tipos, comisarías de Policía,
dormitorios, garajes… En fin, muchas localizaciones (como se diría en el
mundo del cine) que son preciso describir, si no al detalle, al menos darles
varias pinceladas para que el lector se sienta satisfecho y sobre todo, y esto
es lo más importante, consiga meterse de lleno en la escena y viva, junto
con los personajes, la acción, sea cual sea ésta.

VISUALIZANDO LAS ESCENAS

Como ya viene siendo habitual, vamos a trabajar con ejemplos


sacados del argumento de nuestra novela y así demostrar que es esencial, al
menos, dar unas pinceladas a los ambientes y situaciones en las que se
mueven los personajes. Antes, voy a comentar brevemente lo que entiendo
por “visualizar escenas”.
Muchos de mis críticos, al leer mis obras, comentan que el estilo
que más me describe como autor es el de estilo visual. ¿Qué quiere decir
esto? Pues que la inmensa mayoría de mis lectores son capaces de crear en
su mente, a medida que van leyendo, las escenas de la novela con relativa
facilidad y que mis descripciones de los ambientes, de las situaciones o de
los momentos de acción (desde tomar un café a saltar de un vehículo en
marcha) están descritos con simpleza pero con efectividad. No seré yo
quien diga lo contrario a mis lectores, ja, ja, ja, muchas gracias por tales
comentarios, pero no soy el único autor que tiene este estilo visual, lo
poseen muchos más escritores. Los escritores modernos tenemos una gran
ventaja respecto a los que nos antecedieron, que es que hemos nacido y nos
hemos criado con el cine. Sí, las películas nos han supuesto una gran ayuda
para crear novelas. La forma de contar historias en el cine se basa en el
impacto visual, en intentar explicar al espectador la trama a base de
diálogos inteligentes, rápidos y fluidos mezclados con tomas de ambientes
donde en un simple vistazo, en ocasiones de duración de un parpadeo del
ojo, se dé la mayor información posible. Además, la forma de conectar unas
escenas con otras también nos ayuda a comprender a los escritores lo útil y
valioso que es conseguir que nuestras propias escenas narrativas tengan esa
agilidad (o al contrario, tengan una pausa con un propósito concreto).
Otra gran ventaja que nos supone para los autores el cine es que
podemos describir con mayores detalles muchas cosas. Si eras un escritor
del siglo XIX y deseabas describir en tu novela una batalla a gran escala
sólo tenías dos opciones: o entrevistabas a quienes las hubieran vivido, o tu
mismo marchabas al combate. Ahora existe una tercera opción: vivirla a
través de una película. Sentado en la butaca de un cine, a oscuras, ante una
pantalla gigante y un poderoso sonido, puedes ser capaz (salvando las
distancias, claro) de vivir en primera persona el horror que supone estar en
mitad de una salvaje batalla entre bárbaros y romanos. Puedes ser testigo de
las maniobras de los legionarios romanos, de las brutales cargas de los
germanos, de las máquinas de guerra en acción, de la sangre corriendo por
ríos en el lodazal en el que se ha convertido el campo de batalla, el dolor de
los que sufren, el terror de los que mueren… Y vamos más allá, viajando a
los extensos paramos, duros y hermosos, de Nuevo México, con sus
increíbles puestas de Sol; o a las densas junglas sudamericanas, o a una
ruidosa cafetería en pleno Nápoles, o al bullicioso puerto de Hong Kong…
las posibilidades son infinitas. Todo está ahí para que lo puedas utilizar. Si
leer a los clásicos de la literatura te ayuda a convertirte en escritor, el poseer
un gran bagaje cinematográfico a tus espaldas ayuda y mucho.
Teniendo en tu cabeza toda esa información, literaria y
cinematográfica, puedes utilizar el truco de visualizar las escenas que
consiste básicamente en imaginarte cómo será la escena que vas a escribir y
simular que es una película. Es lo que hago. Pongamos que Raquel y
Alberto son abordados por los rusos y capturados. Previamente dedico unos
minutos a recrear esa escena en mi mente, tal si fuera una película, y
cuando ya tengo muy claro cómo va a ser, la escribo con los debidos y
necesarios cambios literarios. Así es como consigo ese estilo visual que, al
parecer, dicen mis lectores que caracteriza parte de mi estilo literario. Eres
muy libre de escribir e imaginar tus escenas de tus novelas como te plazca,
pero pienso, humildemente, que te puede ayudar en algo la forma en que lo
hago yo.
Otro truco que suelo emplear, y esto lo he aprendido de los grandes
maestros, es planificar cuidadosamente como serán ciertos momentos
críticos de una novela para conseguir que la trama y los resultados sean los
deseados. Dado que antes hemos hablado de batallas, vamos a seguir con
ese ejemplo. Antes he hablado de mi trilogía de novela histórica
CRÓNICAS DE UN CONQUISTADOR , obra que posee un
importante componente militar y épico y, por tanto, muchas batallas. A
través de los conflictos la trama va avanzando, ya que dependiendo de la
suerte de la batalla unos y otros, españoles y mexicas, se ven obligados a
realizar determinados e importantes cambios en sus estrategias. Una de las
batallas más decisivas en la guerra hispano-mexica fue la acaecida en el
valle de Otumba tras el descalabro sufrido por Cortés en la Noche Triste
que tuvo como inmediata consecuencia el que los conquistadores fueran
expulsados de la capital mexica, México-Tenochtitlán. Esa batalla era muy
importante, si los españoles la perdían prácticamente se podían dar por
exterminados y, yendo más allá, las nuevas expediciones españolas no
hubieran podido llevarse a cabo. Quién sabe si España hubiera podido
seguir adelante en sus conquistas en el continente americano o, por el
contrario, limitarse a las islas y quizás Brasil. Fue una verdadera
encrucijada esa batalla.
Por tanto, dado que era tan importante, decidí meditar seriamente
sobre la batalla y planificarla cuidadosamente. A través de los escritos de
los cronistas de la época, de las tácticas de guerrear de los mexicas y los
españoles prácticamente recreé la batalla, luego la guionicé y visualicé paso
a paso todos los momentos de la misma hasta su increíble final. Incluso
redacté una mini chuleta argumental de dicho conflicto. El resultado fue,
siempre en palabras de mis lectores, una de las recreaciones literarias sobre
una batalla más perfecta y verosímil de los últimos tiempos. Seguro que
exageran, pero he reseñado esto para que te des cuenta de lo importante y la
enorme ayuda que supone el darle el merecido reconocimiento y trabajo a
tus escenas de la novela, aquellas que son muy importantes.
Pensar cuidadosamente en los momentos cumbres de tu novela
ayudará a que esta sea mucho mejor, el lector lo notará y agradecerá con su
crítica positiva o aconsejando tu obra a otro lector. Visualizar las escenas es
una buena herramienta para planificar los momentos antes mencionados.
Puedes hacerlo de múltiples maneras: mentalmente, escribiendo una mini
chuleta argumental, con dibujos… Dedica un poco más de tiempo y
esfuerzo a las partes de tu obra que creas más importantes, no es trabajo en
balde.

LA IMPORTANCIA DE DESCRIBIR LOS AMBIENTES

Junto con visualizar las escenas de tu novela, o preparar


adecuadamente esos momentos cumbres, describir los ambientes es igual, o
más, depende, de importante. Si los personajes están en una cafetería del
centro de Madrid tomando un café, tendrás que describir como es dicha
cafetería e intentar acercar al lector el bullicio, intensidad y el gentío de ese
establecimiento. No es lo mismo una cafetería del centro de Madrid,
corazón de la ciudad, que el ambiente más de barrio y tranquilo de una del
distrito de Usera.
Es muy importante describir los ambientes por donde se mueven y
actúan los protagonistas de nuestros libros. Obviamente, de nuevo insisto en
que hay que utilizar el sentido común. Si Alberto compra todos los días el
periódico en el mismo lugar, puedes utilizar unas cuantas frases para
describir el quiosco o tienda de prensa donde realiza la compra y así dotar
de personalidad ese momento. Si Alberto va todos los días es porque le
gusta, algo le atrae de ese sitio, por tanto, sería bueno que, mediante una
descripción del lugar intentes plasmar algo de la personalidad de Alberto.
Vamos a poner un par de ejemplos para aclarar la importancia de la
descripción de los ambientes.
En nuestra novela ejemplo sabemos que Alberto es capturado por
los rusos y encerrado en un garaje de una casa de pueblo durante toda la
noche. Alberto está aterrorizado, es normal, teme por su vida y
posiblemente los rusos incluso ya le hayan pegado durante el traslado al
garaje. El garaje, oscuro, siniestro, llena de miedo a nuestro protagonista,
pero a medida que vayan pasando las horas y el frío de la noche le vaya
despejando un poco la cabeza Alberto se puede plantear la posibilidad de
escapar. Aunque está atado de pies y manos, y con una mordaza en la boca,
se puede arrastrar hasta un destornillador y quizás con él cortar las
cuerdas…
¡Alto! ¿De dónde ha salido ese destornillador? ¿Y porque el garaje
es siniestro? No puedes escribir la escena en plan “el garaje era siniestro…”
y no explicar más. Lo siniestro es la situación del pobre Alberto, pero no
un lugar donde se aparcan coches. La escena es apurada, es muy importante
dentro de la trama, porque los protagonistas se están jugando la vida y el
lector se encuentra en un punto interesante de la novela. Sin abusar, toda la
información precisa, útil y que pueda servir para aumentar ese interés no
está de más. ¿Porque es siniestro el garaje? Puedes explicar que lo primero
que ve Alberto, en cuanto los rusos le meten a la fuerza en el sitio y le tiran
al suelo sin miramientos, es que allí no hay automóviles, pero sí una gran
mesa de madera sucia y con manchas oscuras de lo que parece ser sangre
seca. En las paredes hay alacenas con muchas herramientas, pero también
hay un par de sillas con alambre de espino en los reposabrazos, una buena
forma de atar a alguien y de paso torturarle con el alambre. Martillos,
clavos, sierras, tenazas… Las ventanas que dan al exterior, de ventilación,
están bien tapadas y sus cristales pintados de negro, para que nadie pueda
ver lo que allí ocurra. Hay largas cadenas colgando del techo, que pasan por
unas poleas, y gruesos bates de beisbol. Alberto está aterrado, pues todo
aquello indica que allí se tortura y apalea gente, puede que incluso cosas
peores. Los rusos se ríen ante el rostro pálido del joven y le dejan allí sólo,
para que vaya asimilando lo que le espera. En su crueldad, dejan una
bombilla encendida y atan a Alberto a otra silla con cuerdas normales, pero
le dejan enfrente de una pequeña mesa donde hay una sierra eléctrica que
sirve para cortar tablones. Dicha mesa también parece estar manchada de
sangre reseca.
Ahora sí es siniestro el garaje. Sin entrar demasiado en detalles, a
través de las descripciones de las herramientas manchadas de sangre, de la
disposición de los objetos y de las medidas tomadas para que de ese lugar
no se puedan escuchar ni ver nada, podemos comprender que Alberto se
encuentre al borde del pánico y considere que su situación es muy mala.
Como también hemos mencionado las herramientas, es normal que
aparezca el destornillador. Todos los utensilios están lejos de Alberto,
colocados en repisas, menos un destornillador pequeño que se encuentra
tirado en una esquina. ¿Puede Alberto arrastrar la silla hasta allí sin que le
escuchen, tirarse de lado al suelo y tomar el destornillador con las manos en
un intento de cortar las cuerdas? Algo debe hacer, o los rusos le torturarán y
matarán, y entre ser asesinado como un cordero camino del matadero o
serlo por intentar escapar, la segunda opción parece la menos mala.
¿Alberto lo intentará, o será incapaz de sobreponerse al terror que le atenaza
la mente? Aquí lo dejamos.
Siguiendo con los ejemplos, vamos a tratar otro que nos ayude a
indagar un poco más en la personalidad e historia de Alberto. A nuestro
protagonista no le gusta vivir en su casa de Sevilla, o, más bien, la casa de
sus padres, ya que nunca la ha considerado suya. Al hecho de que sus
padres siempre le han estado controlando y apenas poseía vida privada en la
enorme casa, se suma que a Alberto dicha vivienda le parece un mausoleo
más que un lugar donde vivir en familia. No tiene buenos recuerdos del
hogar. ¿Y porque le parece un mausoleo? ¿Simplemente porque lo decimos,
o ayudamos a comprender al lector los sentimientos de Alberto a través de
una descripción de la casa de sus padres? Describir la casa nos servirá tanto
para conocer un poco más a Alberto como a sus padres. Digamos que
comienzas a describir el inmueble y escribes que es una casa de dos o tres
plantas aislada de las demás, en un barrio residencial y de clase alta en la
ciudad hispalense. Sus jardines son lóbregos, pues los abetos y otros árboles
son muy antiguos, de gruesos troncos y frondosas copas que producen
densas sombras que caen sobre la casa oscureciendo su interior; no son
jardines alegres, todo lo contrario (al menos para Alberto). La casa está
repleta de muebles antiguos, muchos del siglo XIX, de maderas nobles y de
tonos oscuros, con estanterías repletas de libros, despachos con alfombras,
cuadros de antepasados cuelgan por todos lados, recuerdos de parientes a
través de fotografías o retratos, todo muy recargado, intentando aprovechar
los huecos para colocar muebles o cuadros, con las ventanas con gruesos
cortinajes que eviten mucha luz del exterior, ya que a los padres de Alberto
les gusta el recogimiento, la soledad y la tranquilidad. Son personas que
viven pendientes de lo que dirán los demás sobre ellas y del culto a los
antepasados, constantemente le están recordando a Alberto que pertenece a
una familia antigua y muy respetable y que tiene que mantener el honor y la
tradición familiar. Hay empleados del hogar trabajando en la casa, pero
aunque siempre han mantenido un trato cordial con Alberto son personas
muy mayores ya, de pelos canos y rostros arrugados.
En fin, podríamos seguir describiendo el hogar de Alberto mucho
más, pero ya con lo dicho podemos hacernos una idea de lo que debe sentir
Alberto ante la idea de tener que volver a vivir en esa casa o cerca de ella
tras la boda con Susana. Con estos dos ejemplos podemos apreciar la
importancia de describir de forma adecuada los ambientes y escenas por
donde se mueven los personajes de tus novelas. Que las descripciones las
hagas más o menos largas ya es cuestión del estilo de cada autor.
Para terminar con el capítulo, vamos a entrar en un apartado que
encuadra a los personajes.

DESCRIBIENDO A LOS PERSONAJES Y A LOS OBJETOS

Al igual que es importante describir los medios ambientes y las


situaciones por donde los personajes de la novela se mueven, es igual de
necesario describir a los personajes y/o ciertos objetos que sean
importantes, bien para la trama, bien para los personajes.
¿Por qué es importante describir a los personajes? La respuesta
más obvia es porque estás obligado puesto que el escritor es el único que
puede dar una referencia al lector acerca de cómo es el personaje de la obra.
Y es muy importante. Se puede dar mucha información simplemente
describiendo como viste o como se peina un personaje. Pero lo primero que
se debe hacer es intentar dar una descripción física del personaje. Digamos
que Raquel, la “mala” de nuestra novela ejemplo, es una atentica seductora
y devoradora de hombres. ¿Pero porque lo es? ¿Simplemente porque lo
decimos? No basta, tienes que explicar cómo es Raquel físicamente y
mentalmente. Lo primero lo puedes hacer bien al principio de la novela, en
la presentación de Raquel, o a través de terceros, es decir de otros
protagonistas o de los secundarios. Lo segundo mientras transcurre la
novela mediante sus acciones, pensamientos, palabras e interactuaciones
con el resto de personajes. Puedes dejar sentada la personalidad del
personaje en el primer episodio o a lo largo de toda la novela, es cosa tuya.
Eso se puede hacer de muchas maneras, como te he dicho, por
ejemplo, he mencionado el tema de la ropa. Si Raquel viste de mala
manera, con ropa barata, sucia, llena de remiendos o ni tan siquiera
planchada, me temo que no puede ser una mujer seductora de mafiosos y
grandes empresarios, ¿verdad? Pero si la describimos como una mujer que
viste ropa de marca, que siempre se arregla, inmaculada en cuanto a su
aspecto, maniática en ciertos sentidos (siempre tiene que llevar algo de
color blanco), o que no se pone nunca más de tres veces la misma ropa todo
esto nos puede decir mucho de Raquel sin necesidad de entrar al detalle en
su personalidad. Es decir, que Raquel es lógica, fría, consciente de su
atractivo, con buen gusto, educada pero fuerte de carácter. Podemos ponerla
un punto débil, quizás el morderse el labio inferior cuando no sabe qué
hacer o siente que puede perder el control de la situación, algo que la
exaspera. Podemos decir que no se da cuenta de que lo hace, pero otro
personaje de la novela puede hacerlo y aprovechar la situación. Si no
explicamos al lector porque Raquel se muerde el labio inferior no importa,
porque si hacemos que Raquel se muerda el labio cuando se encuentra en
una situación que no controla o de gran riesgo y eso lo repetimos en otra
escena de la trama, el lector se dará cuenta de que Raquel posee una grieta
en su estudiada armadura. Es como esas coletillas en los diálogos:

—No pasa nada si voy, ¿verdad? Es que me apetece, voy y ya está,


¿verdad?

¿Qué nos dice esa “verdad”? Puede que el lector no sepa explicarlo
conscientemente, pero mientras lee, inconscientemente, sabe que el
personaje que emplea ese tipo de coletillas es alguien que no es fuerte de
carácter, que le falta confianza o que se encuentra en una situación apurada
y de la que posiblemente no obtenga nada bueno, al contrario. Es como en
la vida real. Las personas que emplean coletillas en su vocabulario o poseen
ciertos tics nerviosos o manías repetitivas son personas con ciertos
problemas que nos dan pistas sobre su personalidad. A través de las
descripciones de los personajes, de sus ropajes, gestos, manías, etc.,
podemos dotarles de unas personalidades y dar mucha información al lector
sin necesidad de agobiarle con exhaustivas y largas parrafadas.
¿Y qué pasa con los objetos? Dependiendo del peso que tengan en
la trama o en cierto momento de ella, también es bueno detenerse un poco
en sus descripciones. Por ejemplo, Alberto y Susana escapan de los
mafiosos rusos en un coche, imaginemos que les quitan el coche a los rusos.
No es un coche demasiado importante cuanto que sirve para escapar, llegar
a Madrid capital y dejarlo abandonado. Entonces, a no ser que el vehículo
luego se revele como algo muy importante, no es necesario dedicarle un
extenso párrafo para describirle. Con decir la marca, el color o algún detalle
técnico basta. Pero retrocedamos un poco para hablar sobre otros utensilios.
Cuando Alberto estuvo retenido por los rusos, encerrado en el
taller por la noche, pudo contemplar el espeluznante destino que podía
sufrir. Está claro, por la descripción del lugar, que es un sitio donde se
tortura y puede que hasta se asesine a las personas. Es conveniente entonces
describir un poco más al detalle ciertos objetos. Si la mirada de Alberto se
pasea aterrorizada por una mesa con utensilios, pensando que los van a
emplear contra él, podemos decir que hay un martillo y una sierra, pero
sería mucho mejor si escribimos que el martillo es grande, macizo, ideal
para partir duras piedras, con un mango de madera grueso y en cuyo
extremo inferior se puede apreciar tiras de cuero enrolladas para dar mayor
sujeción a la mano. ¿Qué nos dice la descripción del martillo, que cosas nos
está enunciando sin necesidad de decirlas? Pues que ese martillo es un
objeto contundente, bestial, que si es capaz de machacar granito que no hará
a los huesos humanos; y esas tiras de cuero (los martillos que compras no
tienen esas tiras) dan una idea de que se emplea a menudo y que se hace
para torturar. En cuanto a la sierra, podemos añadir que es grande, con
enormes dientes aserrados, algunos de ellos manchados de oxido, pero
también de lo que parece sangre reseca u otros líquidos que el asustado
Alberto es incapaz de saber que pueden ser. ¿Hace falta decir para que se
utiliza la sierra?
Lo mismo que nos ha servido para el martillo y la sierra lo
podemos emplear en otras cuestiones, como una joya apreciada por Raquel,
un reloj por Alberto, lo que sea, siempre y cuando tenga su importancia en
la trama. Creo que en este capítulo he dejado bastante claro que es muy
importante para la obra el saber describir tanto escenas como ambientes,
como a los personajes y los objetos. El tipo de descripción o su extensión de
la misma ya es algo de cada autor y su estilo.
CAPÍTULO 10
¿QUÉ HAGO CON MI NOVELA TERMINADA?

Llegados a este punto, se puede decir que ya te he dado todos los


consejos pertinentes y creo que adecuados para que puedas trabajar en tu
primera obra o dar tus primeros pasos como escritor. Cierto es que podría
seguir hablando de más cosas, extendiéndome al detalle, pero, en mi
opinión, no hace falta seguir adelante. El resto serían cuestiones técnicas,
ortografía, etc., y es algo que se sale de los parámetros de esta obra. De lo
que se trataba era de compartir experiencias y consejos e un intento de
ofrecer ayuda a los autores noveles y/o comienzan a trabajar con su primera
novela.
A medida que el escritor novel trabaje en sus relatos y pasen los
años irá aprendiendo otras cosas y puliendo su estilo, llegando el día en que
considere obsoletos los consejos y trucos aquí expuestos. Esa es muy buena
señal, porque significa que se está alcanzando la madurez literaria, aunque,
como ya he explicado, la senda de un escritor es interminable. Nunca se
deja de recorrer dicho camino, pues nunca se debe dejar de escribir y, esto
es lo más importante, de mejorar y aprender. El escritor que no aprende y
no evoluciona o intenta ser mejor, es un escritor condenado al fracaso, por
muchos éxitos que tuviera en un principio.
Se diría entonces que hemos llegado al final de esta pequeña obra,
¿cierto? Pero no me gustaría irme antes de dar los últimos consejos. Una
vez que has llegado hasta aquí, tenme un poco más de paciencia, por favor.
Hay dos momentos muy importantes en los inicios de un escritor:
cuando se decide a escribir su primera obra y cuando decide que debe ser
publicada. Para lo primero ya está todo lo escrito anteriormente, pero para
lo segundo dedico el último capítulo. Es una serie de informaciones que se
deben tener en cuenta a la hora de mover la novela por los ambientes
editoriales y literarios con la esperanza de que sea publicada. ¿Qué
debemos hacer? ¿A quién debemos acudir? ¿A qué editoriales o personas
debemos enviar nuestras obras? ¿Qué precauciones debemos tomar? ¡Basta!
Aquí tienes todas las respuestas.

CÓMO PRESENTAR CORRECTAMENTE UN MANUCRISTO U


OBRA AL EDITOR.

Es un tema que puede no parecer tener mucha importancia pero,


creedme, os aseguro que sí la tiene. Y es como entregar de forma correcta,
tanto escrita como presentada, tú obra al editor para que este la valore de
forma positiva a la hora de su posible publicación. Existen unas series de
normas que se deben seguir si queremos que los editores lean nuestras
novelas y no terminen en el cubo de la basura.
Lo primero que hay que tener en cuenta es que a un editor, o a la
persona encargada en la editorial de leer obras y calificarlas, le vienen al
año muchas novelas y ensayos, y en ocasiones el número es tan grande que
no puede leerlas todas, realizando entonces una primera y muy estricta
clasificación basada en un sencillo sistema: una rápida ojeada y lectura a las
dos o cinco primeras páginas, no más. Si en ese vistazo el editor descubre
un montón de faltas de ortografía, de errores de técnica y, aquí viene este
capítulo para intentar remediarlo, de presentación, entonces el manuscrito
no ha pasado la prueba y es descartado de inmediato.
Desde aquí comparto con todos vosotros mis conocimientos y
experiencias sobre el tema para evitar que si por algo descartan vuestra
novela, al menos que no sea por algo tan malditamente absurdo como por
no haber sido presentada debidamente y no se haya escrito de la forma
correcta. Hay que tener en cuenta que estos sistemas son,
fundamentalmente, para el mercado de lengua española, pues, por ejemplo,
en el mercado anglosajón, aunque parecidas, rigen otras. Si en otros países
de habla hispana las reglas cambian o existen otras, ruego se me comunique
para poder añadirlo a la obra. Vamos allá.

HE TERMINADO DE ESCRIBIR UN LIBRO,


¿QUÉ PUEDO HACER PARA QUE ME LO
PUBLIQUEN Y CUÁLES SON LAS
PRECAUCIONES QUE DEBO TOMAR PARA
EVITAR QUE ME LO ROBEN O PLAGIEN?

Los que ya lleven años en este duro mundillo sabrán de lo que


hablo y no creo que les haga falta mis consejos, pero si eres un escritor o
escritora que recién comienzas a escribir y deseas publicar, entonces léete
este capítulo pues en él hay consejos muy interesantes y ciertas directrices
que hay que tener en cuenta a la hora de publicar, siendo los más
importantes el conocer tus derechos.
Principalmente vamos a tratar sobre el asunto de que hacer nada más
terminar de escribir la obra y divulgarla a través de terceros (editoriales).
Comencemos por el principio.

HAY QUE REGISTRAR TODO LO QUE SE ESCRIBE.

Sí. Esto es lo más básico y lo primero que debe aprender un


escritor: todo lo que escribas debe ser registrado en el Registro de la
Propiedad Intelectual, que es como se llama en España y que existe en
todos los países con unas mínimas leyes que regulen el derecho a la
propiedad intelectual; en cada lugar se llamará de una manera diferente o
puede que de la misma forma, pero la función es la misma.
Aunque pueda parecer obvio, es indudable que si escribes una
novela ésta te pertenece, junto con su argumento y personajes, pero esto que
es tan evidente, en este mundo de engaños, traiciones y dobleces
alimentadas por la codicia y el materialismo no tiene validez alguna. Si tu
novela la mueves por diferentes canales en un intento de que te la publiquen
sin una mínima protección, entonces es más que seguro que te roben la idea,
te plagien el argumento e incluso que descaradamente la publiquen entera
tal cual con un seudónimo. Que pongas tu nombre en la primera página de
la obra y digas que sea tuya no demuestra nada ni ante la Ley (se puede
demostrar, pero es muy, pero que muy difícil y costoso conseguirlo) ni ante
esos piratas que tienen todas las de ganar. La solución pasa por registrar
todas tus obras (novelas, ensayos, tesis, artículos, comentarios, relatos
cortos…) que desees ver publicadas en editoriales u otras entidades en el
Registro de Propiedad Intelectual.
Lo sé, es un rollo, cuesta dinero, porque esa es otra, uno se
pregunta por qué demonios paga impuestos para luego tener que pagar el
registro de una novela que has escrito tu. Es de locos, pero este es un
mundo demencial y si quieres prosperar en él debes acatar las reglas;
cambiarlas es ya otra historia y no tiene nada que ver con el tema. Así pues,
antes que decidas mover tu obra, tienes que registrarla. Ojo, que el tenerla
registrada no va a impedir que te la plagien o intenten robar, pero si te das
cuenta de la sucia maniobra puedes demostrar ante la Ley que la obra es
tuya y prácticamente ganar los pleitos que interpongas. Quizás pueda sonar
a mera anécdota todo esto de robos y plagios, pero es mucho más común de
lo que los escritores noveles puedan llegar a imaginar. No hay que ir muy
atrás en el tiempo para recordar grandes plagios por parte de grandes
editoriales para famosetes de tres al pelo que desean aprovechar la fama de
su nombre pero que luego no tienen ni idea del arte de escribir historias. Y
tampoco te fíes de nadie. Las pequeñas editoriales cuentan para robar
argumentos u obras con el hecho de que si un autor les envía sus novelas, es
porque ese autor no es muy conocido, no sabe de qué va este mundo y por
tanto es presa fácil. Pero por el contrario, las grandes editoriales cuentan
con abogados, dinero, recursos y si quieren robar o plagiar algo lo hacen
pensando que pueden actuar con total impunidad. Existen sonados casos de
plagios tanto en pequeñas como grandes editoriales, y es lo más normal del
mundo que si no tienes la obra registrada tarde o temprano pierdas todos los
derechos sobre ella.
Eso sí, dejemos muy claro que la inmensa mayoría de las
editoriales son honestas en ese sentido y no buscan el robo ni el plagio, sino
el trato con el autor si la obra en cuestión les interesa. Pero hay que tener en
cuenta que en determinados países no existen los derechos de autor ni la
propiedad intelectual, y en otros son tan recién su creación, que muchas
editoriales siguen imponiendo su ley del más fuerte. Por tanto, registra todo
lo que escribas y cuando te pongas en contacto con las editoriales, hazlo
saber.

TENGO LA OBRA REGISTRADA. COSAS QUE DEBO SABER Y


COMO ENVIARLA PARA QUE LA EVALÚEN Y PUBLIQUEN.

Una vez que has registrado la novela, estas en condiciones de


poder enviarla a las editoriales. Te recomiendo que la vuelvas a leer y
corregir, pues los editores, o quienes dan el primer vistazo a una obra, son
muy puntillosos y si comienzan a leer y en el primer párrafo observan
muchas faltas de ortografía, de inmediato tiran la obra a la basura y no leen
más.
Las cosas han cambiado mucho al menos en España. Antes
siempre podías concertar una cita con un editor o editor literario y pasar una
tarde charlando con él, presentando tu proyecto u obra y vendiéndote como
buen escritor. Ahora ya no es así. La presentación personal ya no existe a no
ser que tu novela haya pasado las pertinentes pruebas y deseen realizar
negocios contigo. Por tanto, el primer paso es enviar la obra por los canales
adecuados, que suelen ser vía correo normal o vía correo electrónico. Por
vía de correo normal es enviar la novela, junto con una carta de
presentación e incluso una bibliografía (si se tiene y sólo de obras
publicadas profesionalmente), a una determinada dirección postal que suele
ser un apartado de correos. Son muy pocas las editoriales que realizan este
tipo de contacto en la actualidad, pero algunas de ellas son muy conocidas.
Normalmente las editoriales que reciben las obras en papel suelen avisar de
que únicamente puedes enviar la novela en ese formato, así que por norma
general la manera de enviar la obra es por correo electrónico. Si la envías en
papel, asegúrate de enviar el paquete certificado y si quieres un poco más
de garantía con acuse de recibo. De esa manera tendrás plena certeza que la
obra llegará a su destino y que alguien la recibirá. ¿Qué pasa a
continuación? Bueno, has de tener en cuenta que pasará un tiempo hasta
que evalúen tu obra, y tanto si la evalúan de forma negativa o positiva la
destruirán una vez leída. Normalmente las editoriales no devuelven los
manuscritos recibidos, pero hay unas pocas que sí. Si la editorial a la que
has mandado tu novela es de las que sí, podrás recuperar el manuscrito
personándote en la dirección u oficinas donde lo hayas mandado por vía
correo normal; pero no suele merecer la pena más que nada porque te gastas
mucho más en el viaje que en volver a fotocopiar el manuscrito (si tuviera
que ir a Barcelona, o a México, por cada novela enviada, viviendo en
Madrid, estaría arruinado).
Si la forma de enviar la obra es por correo electrónico (a
direcciones creadas ex profeso para tal fin), debes enviar la novela en
formato PDF o cualquier otro formato que no sea manipulable. Es decir,
nunca mandes nada en formato WORD o cualquier otro que permita
manipular cómodamente tu obra. Seamos sinceros, si alguien desea copiar
trozos de tu obra, aunque este en PDF lo hacen, pero, ey, que al menos se lo
trabajen un poco. Incluye la carta de presentación, un pequeño e interesante
resumen de la novela y la bibliografía si lo deseas.
Como en el correo normal, los envíos por correo electrónico una
vez leídos son destruidos. De nuevo tendrás que contar con paciencia, pues
suelen tardar en evaluar las obras recibidas. Ten en cuenta lo siguiente: la
mayoría de las veces las editoriales no suelen contestar o bien se les pasa
hacerlo. Las grandes editoriales sí suelen contestar, con cartas educadas,
para decirte que no les interesa, que no entran dentro de sus planes
editoriales o que el género de la obra es un género con el que no trabajan.
Por norma general, las pequeñas editoriales no suelen contestar porque
andan desbordadas de trabajo o no tienen personal adecuado para ello. Hay
que tener paciencia y comprensión. Que no te contesten o no les interese la
novela no significa que ésta sea mala ni tu mal escritor, sino que
simplemente no les interesa.
Es muy importante comprender esta regla de oro: como todo en la
vida, leer una novela tiene el momento adecuado y debe ser leída por la
persona adecuada. Puedes haber escrito una obra maestra, pero hasta que no
dé con un lector adecuado, con el editor adecuado, no será publicada,
pudiendo pasar por numerosas manos e incluso por grandes editoriales.
Paciencia, es lo único que tiene el escritor; paciencia y constancia.

¿CÓMO OBTENGO LAS DIRECCIONES DE LAS EDITORIALES


PARA ENVIAR MIS OBRAS?

Ahora es más fácil conseguir esas direcciones. Cualquier negocio


que se precie de serlo hoy en día tiene su página Web, y en ella te vendrán
sus direcciones y maneras de contactar. Lo único que tienes que hacer es
entrar en Internet y en las páginas Web de las editoriales. Busca cualquier
apartado o pestaña que ponga “Contacto”, “Contacta con nosotros” y
similares (normalmente suele estar arriba o abajo de la página) y allí
obtendrás los correos electrónicos o las direcciones postales donde enviar
las obras. Algunas editoriales tienen correos específicos para recibir los
manuscritos y lo indican. Otras no, pero toma su correo electrónico y ponte
en contacto con ellos de todas formas.
Hay que tener un poco de osadía y no dejarse vencer ni por la
vergüenza, ni por la indecisión. El escritor, si desea ver publicada su obra,
debe ser insistente y mandar manuscritos aunque la editorial no se los
requiera. Aunque la editorial no tenga una dirección específica para enviar
la obra, tendrá un correo de contacto; ataca por ahí. Pero si ves un aviso al
estilo de “no recibimos obras porque estamos saturados o porque ya
tenemos planificado el año editorial”, entonces no envíes nada hasta pasado
un tiempo prudencial. Si con todo sigues sin encontrar el correo electrónico
o normal, entonces acude a una librería o biblioteca y consigue allí las
direcciones. ¿Cómo? Bueno, es bien fácil. Toma un libro de la editorial con
quien deseas ponerte en contacto, vete a las primeras páginas, en los textos
de créditos, y allí tendrás los correos y direcciones postales; así de simple.
Hay que enviar las novelas, hay que hacerles saber a los editores
que existes, y que tus obras son magnificas, y hay que ser un pesado
incluso. Si envías una obra a una editorial y en un año o año y medio no has
recibido respuesta, vuelve a enviarla. Hasta que no te digan lo contrario, tu
deber es enviar manuscritos porque tu obra debe ver la luz. Si envías obras
al extranjero, deberás hacerlo en el idioma del país de destino, y debes
especificar que eres de otro país. Hay países, como Estados Unidos, que
tienen unas leyes muy específicas al respecto. Ninguna editorial
estadounidense recibe manuscritos directamente de los autores, sino a
través de la figura del agente literario. Si deseas publicar en estos países con
estas leyes, tendrás que hacerte con los servicios de un agente literario.

HE LOGRADO CONTACTAR CON UNA EDITORIAL A LA QUE


INTERESA MI OBRA. ¿QUÉ DEBO SABER CUANDO VAYA A LA
ENTREVISTA O PARA NEGOCIAR LA PUBLICACIÓN DE MI
OBRA?

Cada editorial tiene sus reglas, y dependiendo de lo famoso que


seas como autor, esas reglas te favorecerán más o menos, pero aún así,
existen ciertas reglas básicas y pactadas que debes conocer. Lo primero,
quítate de la cabeza que vas a ganar mucho dinero. De momento, y si
comienzas y es tu primera novela, lo más probable es que no veas apenas ni
un euro. Es así de triste e injusto, pues el escritor es quien hace todo el
trabajo para crear una obra, quien más arriesga, sufre y trabaja y quien
menos gana. Los contratos de publicación suelen ser estándar, con derechos
y obligaciones por parte de ambas partes interesadas. Lo más importante
que debes conocer es lo siguiente:
-derechos de autor
-derechos de publicación
-pagos, beneficios por venta
-plazos de publicación
-otra formas de publicación
Los contratos literarios están especificados por Ley, aunque esa
misma Ley luego en la práctica apenas legisle al respecto o no preste
atención a todas las irregularidades que se suelen cometer, tantas, que los
escritores en España solemos estar muy indefensos. Pero tranquilo, el editor
no es un monstruo que desea estafarte, sino otra persona que arriesga su
dinero en un intento de ganar más publicando tu novela. Vayamos por
partes.

Derechos de autor: Tu escribes la novela (o lo que sea), y sólo por haberlo


hecho te pertenecen en vida los derechos de autor sobre la obra. Esos
derechos son inalterables e intransferibles a no ser que los cedas de manera
voluntaria. Nadie puede obligarte a ceder esos derechos, y no existe
contrato, al menos legal, que obligue a un autor a desprenderse de sus
derechos de autor al publicar su obra. Aunque publiques, los derechos de
autor siempre serán tuyos hasta tu muerte e incluso más allá, pues se
prolongan por décadas hasta que se vuelven universales (si no hay parientes
de por medio que desean medrar a costa de los esfuerzos de su ilustre
antepasado). Primera regla de oro: es tu obra y de nadie más; nunca cedas
los derechos de autor.

Derechos de publicación: Estos derechos también te pertenecen de por


vida en el momento en que escribes y registras la obra. La diferencia con
los de autor, es que cedes temporalmente los derechos de publicación a la
editorial con la que firmas contrato de publicación. Esto significa que si
formas un contrato con la editorial X, no podrás ofrecer la obra a ninguna
otra editorial ni ceder los derechos de publicación mientras trabajes con la
editorial X. De todas formas, los derechos de publicación remiten al autor
pasados cuatro o cinco años (depende del contrato o del país) si la editorial
en ese tiempo no vuelve a publicar la novela, hace una reimpresión o una
nueva edición. También vuelven los derechos al autor en caso de: cierre de
la editorial, quiebra de la editorial, no cumplir la editorial con lo rubricado
en el contrato, vulnerar los derechos de autor o cualquier cambio, traspaso,
eliminación o manipulación de parte o de toda la obra sin el permiso
expreso del autor. Hay otras cláusulas y detalles por los que los derechos
retornan al autor pero estos son los principales. Con todo, vuelvo a insistir
que por regla general los editores son personas sensatas con las que se
puede dialogar. Si publicas en una editorial y las ventas no son buenas (por
el motivo que sea) y otra editorial más grande se interesa por tu novela,
siempre puedes intentar llegar a un acuerdo con tu editor para que te
devuelva los derechos sin necesidad de tener que esperar a que pase el
tiempo prefijado.
Pagos, beneficios por venta: esta es la parte más triste de la vida de un
escritor, y posiblemente cuando leas esto se te caerá el alma a los pies, pero
es la realidad pura y dura. Hablo de los contratos en España, si en otros
países es de otra manera (que lo es, y en los países anglosajones nos dan
lecciones al respecto), cualquiera está libre de reseñarlo. Normalmente, si
eres autor novel o desconocido, no te pagan por publicar tu obra. A lo más,
te dan una palmadita en la espalda y te cuentan milongas sobre lo mucho
que arriesgan al publicar un libro de un autor desconocido. Cuentos, el
único que verdaderamente arriesga es el autor, pero no vamos a explayarlos
en esto ahora. Pero vamos a lo que interesa. Como digo, si eres novel o
desconocido no te pagan, pero pueden darte un adelanto a cuenta de las
futuras ventas. Estás en tú derecho de pedirlo y la editorial en su derecho de
negarlo; dependerá de la confianza que tengan en tu obra. Si ya comienzas a
ser un autor con ciertas garantías mínimas de éxito, que ya se te medio
conoce y has publicado varios libros, entonces la cosa puede cambiar un
poco, y de no pagarte nada se te comienza a pagar algo de dinero para que
trabajes en una nueva obra o para que estés contento y no te vayas a
publicar a otra editorial. Si eres un autor con mucho éxito y tus libros se
venden por miles, entonces sencillamente te pagarán buenas cantidades de
dinero para suplicarte que les escribas y trabajes con ellos, pero esto último
es raro y son pocos los escritores que llegan a estos niveles. Aparte de este
tipo de pagos, está luego el del tanto por ciento de venta, que eso es
obligatorio. Por cada ejemplar de tu obra que venda la editorial un tanto por
cierto va directo al autor. Según contrato estándar y moviéndonos en
escritor de nivel novato a medio, el tanto por ciento del beneficio de venta
varía entre el 6% y el 10%, depende de la editorial. Como te dije antes, es
bien triste. Lo he repetido mil veces: el escritor es el que sacrifica su vida
por la literatura, quien hace posible que se cuenten historias, quien suda
sangre por sus obras, y sólo se lleva la media del 8% de beneficios de cada
libro que venda. Surrealista, pero cierto.

Plazos de publicación: esto es muy importante. Es una cláusula del


contrato para evitar que la editorial alargue demasiado el tiempo entre que
firmas y sale la novela a la calle para su venta. Según contrato y según
editorial, pero que nunca puede superar el año, si en un periodo de entre
cuatro y nueve meses no se ha publicado tu obra, entonces el contrato
pierde validez y vuelven a manos del autor los derechos de publicación, no
estando además el autor obligado a devolver los dineros que haya cobrado
por anticipado. Todo contrato que firmes tiene que llevar esta cláusula por
Ley. De igual forma, si te comprometes con la editorial a entregar un libro
que todavía no tienes escrito, se te puede penalizar si no cumples con los
plazos de entrega, teniendo que devolver el dinero que se te haya entregado
o adelantado, puede que incluso hasta una indemnización si haces perder
demasiado dinero a la editorial.

Otras formas de publicación: pongamos que has firmado un contrato con


una editorial para publicar una novela en formato libro. Eso significa que
has cedido los derechos de publicación de tu obra sólo para ese formato, no
para ningún otro. Si la editorial quisiera publicar tu novela en otro formato,
tendría que pedirte permiso y negociar contigo un nuevo contrato.
Generalmente, y ya es algo normal, cuando publicas ya viene especificado
que además de publicar en formato papel también la editorial se reserva los
derechos de publicación en formato electrónico. Digamos que la novela
tiene mucho éxito y una productora de cine quiere hacer una película (un
guión) basada en tu obra. El editor está obligado a negociar contigo para
compartir los derechos de publicación de la obra con la productora; él solo
no puede hacerlo. Pero de la misma forma, tú tampoco, como escritor,
puedes negociar solo con la productora, necesitas al editor, pues él es quien
tiene los derechos de publicación de la obra en la que se basará la película.
Por tanto, ambos, escritor y editor, debéis llegar a un acuerdo y firmar un
contrato que implique a las dos partes. Esto vale para otros formatos (teatro,
cómic, serie de televisión…). Si tienes cierto peso en la editorial, como
algunos autores famosos, puedes exigir firmar un contrato donde
únicamente cedes los derechos de publicación en formato papel y
electrónico, reservándote los derechos en exclusiva para ti en caso de que
alguna productora de cine se interese por tus obras. Pero esto, como digo,
sólo en el caso de que tengas mucho peso.
Estos son, en general, los puntos más interesantes a conocer en
caso de que vayas a firmar un contrato para publicar tu obra. Hay más
detalles, por supuesto, como por ejemplo que la editorial debe darte
ejemplares de tu obra en una cantidad mínima de diez (para que hagas con
ellos lo que quieras) y en caso de siguientes reediciones al menos dos
ejemplares. Cada contrato puede variar de una editorial a otra, de un autor a
otro, pero en lo básico son todos muy parecidos. Un contrato editorial es
algo vinculante, algo que el editor, en caso de que no cumplas con tus
compromisos, puede utilizar legalmente contra ti y viceversa. Al igual que
guardas los comprobantes del Registro de la Propiedad Intelectual, debes
guardar los contratos de publicación como si fueran de oro. Muy importante
es que tengan fechas, razones sociales y datos de la empresa y/o editor.

VARIOS CONSEJOS.

Asume que vas a recibir negativas. Es normal que suceda así. Eres
desconocido, novel y es un riesgo invertir dinero en tus obras. Aún en el
caso de que hayas publicado varias novelas no significa que una editorial
confíe en tus obras. Así pues, es mejor que des por sentado que siempre vas
a recibir negativas a la hora de publicar tus libros. No es un pensamiento
derrotista por mi parte, sino una manera de no hacer que te desanimes y
rindas. ¿Qué es lo peor que te pueden decir: no? Pues no pasa nada, sigues
enviando obras hasta que des con una editorial que te diga sí. Nunca dejes
de hacerlo. Envía tus novelas a todas partes: a España o al extranjero. Pero
no dejes que esas numerosas negativas echen por tierra tu carrera como
escritor. Yo tardé casi ocho años en ver publicada mi primera novela, y tuve
suerte. Los hay que es cierto que en poco tiempo logran publicar, pero la
gran mayoría de autores no publican de forma profesional nunca. La
constancia debe formar parte de tu carácter.
No tengas miedo a las críticas. Si eres un escritor que no soporta
críticas negativas, entonces no tienes madera para ser escritor, así de simple.
Las críticas es algo con lo que tendrás que vivir siempre, y las malas son
mucho más positivas que las buenas, pues de las primeras aprendes, de las
segundas no. Cuando envías tus obras para que las evalúen, te expones a
que te las critiquen, y no olvides esto, un editor literario (o quien evalúe las
obras en una editorial) no está en posesión de la verdad absoluta ni del
criterio perfecto. Evaluará tus obras según sus gustos (aunque lo niegue) y
preferencias. Como he dicho antes, muchas veces que admitan tu obra es
más que nada porque se encuentra en el sitio adecuado ante la persona
adecuada. Muchos editores, cuando exponen sus razones para no publicar
unas obras, suelen dar consejos o críticas, explicando el porqué deciden que
no se publique en la editorial en la que trabajan. Muy pocas veces son
críticas destructivas, sino que son positivas, aunque sean malas. Los
editores son gente con muchos años de experiencia, cierto, no son
escritores, pero casi, dado que llevan años leyendo todo tipo de literatura y
a toda clase de autores. Lo que dicen suele ser muy interesante; préstales
atención y aprende. Y ten el ánimo fuerte: en ocasiones puedes recibir
críticas destructivas, con ponzoña. El tiempo te enseñará a distinguir entre
las críticas constructivas (aunque sean malas) y las simplemente
destructivas.
Habla, negocia y discute con los editores. Respeta su figura, pero
no les temas. Ellos defienden su punto de vista y tú el tuyo, que suele ser
muy diferente. Ten en cuenta que ellos no crean, pero arriesgan su dinero,
trabajo e incluso su reputación; un editor que sólo publique fracasos es más
que probable que acabe perdiendo el trabajo, sino su negocio, y el resto de
editoriales no le miren con buenos ojos. No son ogros, son personas con
inquietudes, puedes hablar con ellos con franqueza. Defiende tus intereses,
no te cortes a la hora de señalar que es lo mejor para tu obra y para la
editorial. Obviamente, no te pases de listo, que una cosa es tener iniciativa y
otra muy distinta arrogancia. Tendrás que dar tu brazo a torcer y hacer cosas
que no te gusten, pero es así. Tu obra es buena, pero una cosa es escribir un
libro y otra muy distinta publicarlo o venderlo. Sin destrozar tu idea, te
verás obligado a realizar cambios, transigir o rendirte en que según qué
cosas; es normal.

EPÍLOGO

Hasta aquí hemos llegado. Ésta vez sí que es el final. Espero con
ilusión que todo lo que expuesto te haya podido servir en algo y facilitado
tus inicios como escritor. Sólo decirte esto: si algún día llegas a triunfar, o
sea, escribir novelas, verlas publicadas y que lleguen a un buen número de
lectores, acuérdate de tus duros inicios. No se te olvide que una vez fuiste
un autor completamente desconocido lleno de miedos, dudas e
interrogantes. Si te encuentras a un escritor novel procura ayudarle, no le
veas como una competencia o un obstáculo a tu carrera. Ayúdale como un
día te ayudaron a ti. Además, ten en cuenta que la competencia sólo puede
estimularte a que seas mejor como autor.
Sigue tu camino, compañero escritor, y crea mundos plagados de
aventuras, sentimientos y conflictos, inventa historias que llenen de luz y
color el mundo y haz que leer sea para tus lectores un placer. Hasta siempre.

El autor.

Enlaces de interés:

Correo del autor: carlosellobo@hotmail.com

Blog del autor: http://lapasionporescribir.blogspot.com.es/

Facebook: http://www.facebook.com/juancarlos.sanchezclemares

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