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GUÍA DE

ESCRITURA
CREATIVA
Todos nacemos con la habilidad de relatar historias y muchos soñamos
con convertirnos en escritores. El escritor no nace, se hace. Como todas
las profesiones existentes, la escritura creativa también necesita
aprenderse, cultivarse y ejercitarse.
En este libro encontrarás explicaciones claras acerca de cuáles son los
componentes de la escritura creativa con ejemplos y ejercicios. Muchas
veces hemos escuchado esos maravillosos consejos que dicen “Utiliza una
voz fresca y original” o “Debes crear personajes tridimensionales o
redondos”, pero no sabemos a qué se refieren con voz original y
personajes tridimensionales. Aquí encontrarás una explicación más
apegada a los conceptos que entendemos y manejamos.
Decidí crear este libro porque a lo largo de los casi 10 años que llevo
estudiando la escritura he notado que la gran mayoría de libros al respecto
están en inglés y no cuentan con una traducción al español. En este libro
he recopilado los consejos más útiles que he aprendido a lo largo de los
años, además de algunos consejos no tan tradicionales de mi propia
cosecha.
Este libro puede servir tanto para los que están empezando con la
escritura creativa como para las personas que ya están más avanzadas pero
desean descubrir nuevas técnicas o métodos.
Desde qué es la ficción hasta cómo generar historias y estructurarlas,
cómo realizar una revisión eficaz y en dónde publicar la obra terminada.
Permíteme brindarte un poco de ayuda en esta fabulosa carrera.
¿Comenzamos?
Para Emma, que vino desde el cielo trayendo consigo un rayo de
sol para iluminar nuestras vidas.
Para escribir solo hay que tener algo que decir.
—Camilo José Cela
Índice

Tabla de contenido
Introducción
Cómo utilizar este libro
¿Qué es ficción?
Descripción
Diálogo
Acción
Monólogo Interior
La voz del escritor
Cómo generar una historia
Personajes
Tipos de narrador
Detonante
Suspenso, misterio e intriga
Show, don´t tell
Cliffhanger o final de suspenso
Clichés
Recursos literarios
Un final sorprendente
Los enemigos de la escritura y cómo combatirlos
Revisión y edición
En dónde publicar
Consejos mixtos
Agradecimientos
Sobre el autor
Muerte Contrarreloj
Cuando el silencio mata
El Cazador de Historias
"El suplicio de los siete pecados
Introducción
Muchas personas sueñan con escribir un libro. Todos tenemos una
historia que contar, o varias.
¿Un escritor nace o se hace?
Esa pregunta ha sido respondida por muchas personas a lo largo de la
historia y en general se ha establecido la creencia de que un escritor nace.
Sin embargo, no es cierto.
Cualquiera puede llegar a ser un escritor. Pero de la misma forma en
la que alguien que tiene el deseo de ser abogado o doctor tiene que
estudiar y prepararse, igual sucede con alguien que aspira a ser escritor.
Muchos creen en el concepto que dice que el escritor nace porque tal
vez no tienen paciencia para las letras, o para sentarse enfrente de una
computadora.
Pero he aquí la cuestión.
No hay que confundir la capacidad de una persona para convertirse en
escritor con la vocación para hacerlo.
Hay varias cuestiones a lo largo de este libro que quisiera resaltar.
Primero debes saber algo muy importante: Para escribir ficción no
hay reglas establecidas y a prueba de fuego. Este, al igual que muchos
otros libros, intenta darte una guía para empezar el largo, pero gratificante,
camino de la escritura creativa.
Decidí crear un libro de escritura creativa al darme cuenta del interés
que muestran muchas personas para contar una historia. A lo largo de los
años de estudio previo, antes de publicar mi primer libro, me di cuenta de
algo muy importante. Casi todos los libros acerca de este tema están
escritos en inglés y no cuentan con una traducción.
En este libro quiero transmitir lo que he aprendido en casi diez años de
estudio sobre el tema. Algunos consejos que leerás aquí serán los usuales
y otros no tanto. También encontrarás que me han ayudado mucho,
ejercicios que no son tan convencionales pero que sí funcionan.
Hablaremos de conceptos que se escuchan muy a menudo en el mundo
literario. Consejos como “encuentra tu propia voz” o “debes crear
personajes tridimensionales, que no sean planos”. Son muy buenos
consejos, lo malo es que a veces, sobre todo al inicio de nuestra carrera, no
entendemos a qué se refieren. Primero debes entender qué es la voz para
luego poder encontrarla.
Todas las personas tienen la capacidad para llegar a ser lo que quieran
mientras se lo propongan y la escritura creativa no es la excepción.
Hay que decirlo de frente, lleva tiempo prepararse. Pero no tanto
como se piensa y sobretodo… es un camino que da gusto recorrer.
Así que… ¿Empezamos?
Cómo utilizar este libro
En este libro encontrarás muchos ejemplos. Decidí utilizar películas
para algunos de los ejemplos. Es más probable que todos conozcan una
película famosa a que todos hayan leído el mismo libro. En algunos otros
casos serán libros, pero de los más famosos. No te preocupes porque no
habrán spoilers y si los hubiera lo notificaré antes.
Al final de algunos capítulos encontraran ejercicios. Te sugiero
hacerlos a medida que leas el libro. Si ya tienes un trabajo en curso podrás
aplicarlos, si aún no has empezado… ¿qué mejor momento para hacerlo?
También podrías leer el libro completamente y luego empezar tu escritura
pero le sacarás más partido si comienzas la escritura a medida que avanzas
la lectura.
Recomiendo tener a mano una libreta de apuntes para realizar algunas
notas pertinentes o como lo verás en el transcurso del libro, una libreta es
una de las herramientas más útiles para un escritor.
¿Qué es ficción?
Antes de empezar debemos saber en dónde nos estamos metiendo.
Quisiera dejar claro a qué me refiero al hablar de escritura creativa.
Todos tenemos una historia que contar, y todos nacemos con el talento
para el relato. Desde muy temprana edad tenemos el instinto de contar
aquellas cosas que hemos vivido o que hemos visto en otras personas.
Incluso en las conversaciones más intrascendentes.

En el trabajo

—¿A qué no adivinas a quién me encontré en el departamento de


recursos humanos?
—No, ¿a quién?
—Pues déjame que te cuente. Iba camino a la cafetería en la hora de
descanso cuando me pareció ver un rostro conocido. Me acerqué con
cuidado, sin que nadie me viera, y vi al jefe hablar con un hombre vestido
con traje y corbata. Parecían estar hablando en un tono más amistoso de lo
que cabría esperarse en una entrevista. Cuando el hombre del traje se
giró… ¡era Julián!
—¿Qué? ¿Nuestro amigo Julián?
—Sí, y eso no es todo. Antes de despedirse le dijo algo que me dejó
de piedra.
—¿Qué cosa?
—Le dijo adiós tío.

En casa

—Tenía hambre, así que decidí prepararme un sándwich. Fui a la


cocina y abrí el refrigerador. ¿A qué no adivinas qué encontré en el
estante de las verduras?
—No sé. ¿Qué cosa?
—El control remoto. Parece que al pequeño le gusta enterrar sus
tesoros.
¿Suena familiar? Apuesto a que sí. Como puedes ver, aunque no
seamos escritores de renombre siempre tenemos el instinto de relatar una
historia (por corta que sea) de una manera interesante. Reservando la
información importante hasta el final para mantener en vilo al público.
Incluso sabemos darle el twist o giro que hace abrir los ojos y elevar las
cejas.
Si estás empezando en la escritura creativa y estás leyendo este libro
para saber qué paso tomar a continuación, entonces la pregunta más
importante que te está rondando por la cabeza sería la siguiente. ¿Por
dónde debo empezar?
Cuando aprendemos a conducir un automóvil no nos lanzamos de lleno
sin antes saber los componentes del vehículo, debemos conocer cuáles son,
para qué sirven y en qué momento utilizarlos. De la misma forma, antes
de elaborar nuestra primera historia, debemos conocer cuáles son nuestras
herramientas para la escritura y en qué momento aplicarlas.
Toda historia, sin importar su género, avanza mediante cuatro
principales componentes.
Descripción, diálogo, acción y monólogo interior. En los próximos
capítulos vamos a profundizar en cada uno. Por ahora nos bastará una
breve introducción.

Descripción
La descripción es el momento en el cual situamos a nuestros
personajes en cierto entorno. La descripción es una herramienta poderosa
porque mediante la ambientación podemos generar estados de ánimo para
los protagonistas para que también viva el lector.
¿Qué sería de una película de terror sin las escenas nocturnas con
lluvia, truenos y relámpagos cuando la protagonista se encuentra sola en
una cabaña apartada en medio del bosque?
Diálogo
Este es uno de los recursos donde se brinda gran parte de la
información que necesita el lector. En el diálogo podemos informar sobre
lo que sucede en el momento, lo que ya pasó o incluso lo que pasará.
Acción
Por acción no nos referimos específicamente a las escenas donde
sucede un tiroteo o explota una bomba. Entendemos por acción todas
aquellas situaciones en dónde sucede algo. Puede ser algo tan sencillo
como ver a nuestro protagonista tomando el café o haciendo números para
su retribución fiscal. Mientras algo suceda, tenemos acción.
Monólogo interior
Este es el espacio para el pensamiento de nuestros protagonistas, es
también en donde la famosa voz del escritor tiene más presencia.

Un libro se estructura mediante escenas o capítulos. Tenemos las


escenas activas y las reactivas.
Las escenas activas es en donde la acción sucede. Las escenas
reactivas es en donde el protagonista actúa o reflexiona acerca de lo que
sucedió en las escenas activas.
Algo muy importante para señalar en la estructura de un libro son las
tres partes principales de una historia. Algunos le llaman la estructura de
los tres actos. El inicio, que está conformado por el 25% del libro, el
medio, que es el grueso de nuestra historia con el 50% y el final con el
restante 25%.

Inicio o acto primero


Toda historia tiene un inicio y para aprender acerca de los 3 actos
utilizaremos la película Titanic, protagonizada por Kate Winslet y
Leonardo DiCaprio.
En la película del naufragio más famoso de la historia vemos un inicio
claro en el que se presenta la realidad de los personajes. Es en este primer
acto en donde conocemos un poco acerca de los personajes y podemos
entrever algo de sus motivaciones. Vemos a un Jack lleno de vida y
entusiasmo ganar un par de boletos para el viaje hacia América. Sabemos,
a través de lo que se nos muestra, que es un personaje con muchas ganas
de vivir y que no posee más pertenencias aparte de sus dibujos y sus
lápices para pintar. Por otro lado vemos a Rose, una señorita de alta
alcurnia que no está satisfecha con el destino que le toca vivir. A pesar de
tener el destino asegurado mediante la unión con su prometido, vemos que
ella ansía más que eso.
Lo importante a resaltar en este punto es que, al igual que sucede en la
película, a la hora de empezar a elaborar tu historia también debes mostrar
a tu lector la realidad actual de tus personajes. Es necesario hacerlo de
esta manera para que cuando los problemas sucedan, tu lector pueda
apreciar y preocuparse por el cambio que afectan a los protagonistas. Es
en el inicio en donde se empieza a crear empatía por los personajes. O
también puede ser odio, y eso está bien. Si logras que tu lector odie a un
personaje también estarás haciendo un buen trabajo porque al final de
cuentas se trata de un personaje de ficción. Si el lector llega a desarrollar
un sentimiento fuerte hacia el personaje, sea para bien o para mal, eso
querrá decir que lograste despertar fuertes emociones hacia alguien que no
existe.

Medio o acto segundo


El medio de una historia es la parte más voluminosa del libro. Esta
será la sección en donde la trama se desarrolla.
En la historia de Titanic vemos a una Rose desesperada por la
situación que la rodea. Ella sabe que su prometido es una mala persona y
se resiste a aceptar el destino que su madre y la vida quieren imponerle.
Es en este punto en donde conoce a Jack. Él es todo lo opuesto a lo que
ella representa. Aquí nos damos cuenta que sus diferencias sociales se van
evaporando rápidamente cuando encuentran el uno en el otro las
características y virtudes que siempre han admirado. El amor empieza a
nacer y las complicaciones por esta unión imposible empiezan a aparecer.
En esta sección del medio es en donde todos los problemas de tu
historia aparecen. Aquí es en donde debes mostrar a tu protagonista luchar
una y otra vez con distintos tipos de problemas. Mientras el conflicto y
los problemas estén presentes también lo estará la atención de tus
lectores. Debes ser duro con tus personajes. A nadie le gusta una historia
en donde todo es fácil y la respuesta está a la vuelta de la esquina. Y eso
responde a una simple razón. Los seres humanos nos proyectamos en la
historias que vemos o leemos y nos gusta pensar que somos nosotros
mismos viviendo estas increíbles aventuras. Tenemos el deseo de
enfrentarnos a nuestros problemas y vencerlos después de mucho
esfuerzo. Por lo tanto, el medio, será el punto de tu historia en donde serás
cruel y todo parecerá perdido.

Final o tercer acto


Aquí es en donde se desarrolla el conflicto final de tu historia. Este es
el momento de darle solución a los problemas. No siempre se resolverán
de una manera favorable. (Spoiler) En Titanic, vemos un final triste al ver
que los amantes no logran estar juntos por la muerte de Jack, pero vemos
como la aventura los hizo crecer como personas, aprendiendo el uno del
otro. Al final Jack salva a Rose de una manera física y mental. La libera,
le enseña que la vida es más que un título nobiliario o un apellido
elegante. Le transmite sus ganas de vivir.
En el final debes mostrar un cambio en el personaje. El recorrido a
través de los dos primeros actos debe haberlos hecho cambiar como
personas y enfrentar sus miedos. Si tu personaje sigue tal como empezó el
relato, deberías plantearte nuevamente el argumento.
En la parte final debes atar los cabos sueltos. Todas esas preguntas
que generaste en algún punto para mantener la atención e intriga del lector
deben tener resolución en este punto, de lo contrario el lector podría
sentirse engañado.
Descripción
La descripción es uno de los componentes más importantes de un
libro. Ya sea que nuestra historia esté ambientada en una oficina de Nueva
York o en una plantación de café en Brasil, la descripción será lo que
transporte a nuestros lectores a donde se está desarrollando la acción.
Uno de los errores más comunes cuando empezamos la carrera de
escritores es tratar de dar demasiada descripción. A pesar de haber leído
cientos de libros nuestro primer impulso es describir cada detalle, el color
de la ropa, la pintura de las paredes, las hojas en los árboles, etc. Como lo
he repetido varias veces, cada escritor tiene su propio estilo y manera de
abordar una escena. Pero en lo que coinciden los expertos es que, la
descripción exhaustiva, aburre. Lo que he aprendido a lo largo de los años
es que la mejor manera para describir un lugar es hacerlo de una manera
superficial, concentrándose en la historia y los personajes y luego, en el
segundo borrador, añadirle todo el detalle.
Para esto existe la regla de tres. Así como en la matemática, también
se puede utilizar en la escritura. Ya sean tres palabras o tres frases, la
descripción resulta mejor si se dosifica de este modo.
No importa la forma en la que empecemos a describir un lugar
mientras mantengamos cierto orden. Podemos empezar a describir desde
lo más pequeño a lo más grande o viceversa, o de lo más cercano a lo más
lejano, de lo general a lo más específico.
De esta manera nuestros lectores se llevarán una idea más clara y en su
mente se irá formando poco a poco un paisaje más claro.
Imaginen qué difícil sería describir un parque si primero mostramos
un árbol lejano y luego la banca que está a un par de metros de distancia
para luego terminar con la fuente que está en el medio.
Sería más lógico primero hablar de las dimensiones del lugar para
luego brindar los puntos de referencia más importantes. Después podemos
ubicar a nuestro protagonista en un lugar en específico.
No debemos olvidar que nuestros protagonistas son personajes vivos
dentro de nuestra historia. Aparte de tener ojos, también tiene nariz, boca,
orejas y manos. Así que debemos describir con los cinco sentidos. No
solo debemos mostrar las extensiones del parque sino cómo el viento
acariciaba su rostro o el olor del pasto recién cortado.
Aquí va una vez más… no son reglas establecidas sino sólo guías.
Nosotros sabremos sacarle el mejor partido a lo que escribamos. Y
debemos hacerlo con medida e inteligencia. Debemos observar lo que ya
hemos escrito y analizar si es consecuente con lo que estamos contando.
Si nuestro protagonista está corriendo por su vida a través del ya
mencionado parque, no podría relatarnos el olor a césped recién cortado o
darse cuenta de los detalles de la fuente del centro.
Lo mismo sucede en ciertos tipos de escena en la que unos sentidos
deben predominar sobre los demás.
Si nuestro héroe entra en una casa desconocida por la noche y no
encuentra el interruptor de la luz, debemos describir su avance a tientas,
concentrándonos en los olores, sonidos y el tacto de las superficies.
Y he aquí un aspecto importantísimo acerca de las descripciones.
Dependerá mucho cómo describamos algo dependiendo de quién sea la
persona que lo cuente.
En este punto entran en juego dos factores determinantes. El tipo de
narrador y quién es el personaje.

Tipo de narrador
Nuestro narrador en primera persona no puede manejar la misma
información que tendría en tercera persona o si fuera omnipresente. Por
consiguiente, la forma de descripción variaría.

Quién es el personaje
¿Daría lo mismo si el personaje que describe el lugar es un vagabundo
o un exitoso abogado?
Por supuesto que no.
Supongamos que nuestro protagonista entra por primera vez a una casa
de personas acomodadas :

Entré a un salón tan grande como un albergue. Una amable mujer me


indicó que esperara a la señora de la casa. El problema era que no sabía
por dónde pisar. Tenía miedo que mis zapatos mancharan una alfombra
grande y blanca. Un olor delicioso invadió mi nariz al tiempo que mis
tripas protestaron. Una televisión tan delgada como un pan dulce estaba
empotrada a la pared como si fuera uno de esos cuadros. «Ojalá me den
un plato de lo que sea que estén cocinando —pensé».

No hay duda que nuestro narrador es el vagabundo. ¿Qué pasaría


entonces si se tratara del abogado?

Entré al recibidor a instancias de la sirvienta. Pasé revista por lo que


tenía enfrente. Una alfombra persa, un televisor de plasma de 50
pulgadas… nada mal.
«Puedo sacarle una buena suma a esta familia —pensé».

Claramente las prioridades, forma de pensar, estímulos a percibir,


comparaciones y pensamientos varían dependiendo quién esté narrando la
historia. Incluso el lenguaje es distinto.
Por lo que debemos tener muy claro quiénes son nuestros personajes,
de qué entorno proceden, cuáles son sus motivaciones y cómo
reaccionarían en tales o cuales situaciones.
Debemos añadir detalles únicos que ubiquen a nuestros lectores en la
escena.
Podemos describir una habitación como un cuadrado de 5 metros por
5, con una cama al centro y una ventana en el lateral izquierdo.
Ciertamente estamos ubicando a nuestro lector en la habitación pero es
una descripción insulsa, aburrida, a la que no se le saca provecho.

Entré a la habitación de Iván. Fue como una violación a mis sentidos.


Primero mi nariz detectó un olor a húmedo, posiblemente por la toalla
mojada que se hallaba en el centro. Esquivé un montón de ropa sucia
regada por doquier mientras los ojos de varios artistas de rock, que no
supe reconocer, me observaban desde las paredes. La luz pálida del
atardecer se colaba por una pequeña y sucia ventana que tuve el impulso
de limpiar como lo haría con mis bifocales.

En la descripción anterior no solo estamos ubicando al lector dentro


del recinto, también le estamos dando una imagen muy clara acerca de su
ocupante. No nos costaría adivinar que pertenece a un adolescente.
Incluso la referencia a los bifocales nos sugiere que es una persona mayor.
No podemos limitarnos a describir un ambiente, tenemos que aprovechar
para revelarle al lector más de lo que se ve a simple vista para que su
experiencia se enriquezca.
Hay quienes dicen que debes ir a un lugar para poder describirlo
porque solo así lograrás captar la esencia de lo que se quiere describir.
Otros dicen, en una línea de pensamiento similar, que sólo debes escribir
acerca de lo que sabes, por las mismas razones. No estoy de acuerdo. Si
esto fuera cierto, no existirían obras ambientadas en la edad media o en
Marte. Nadie podría relatar las hazañas de Gengis Kan o la vida de los
Mayas antes de la conquista. Todas las obras ambientadas en el antiguo
Egipto o la vida de los gladiadores de Roma no tendrían lugar.
En lugar de decir que solo puedes escribir acerca de lo que conoces o
donde has estado, mi forma de verlo es que puedes escribir acerca de
cualquier lugar, época o tema mientras te documentes lo suficiente. Hoy
en día con la gran herramienta del internet podemos aprender y
documentarnos acerca de cualquier cosa. Si quieres escribir acerca de una
ciudad en la que nunca has estado y que no puedes costearte un viaje con
el simple propósito de documentarte, utiliza el internet.
Utilízalo para buscar imágenes de ciertos lugares específicos o de
casas o edificios cualquiera para basar tus descripciones. Me ha resultado
especialmente útil el uso de Pinterest. En esta aplicación puedes crear
tableros en los cuales guardar imágenes de tu próximo proyecto. Pero no
solo te limites a eso. A pesar que te dije que es una aplicación útil
también tiene su inconveniente.
Las imágenes que de Pinterest obtengas serán profesionales, tomadas
en los mejores momentos con la luz adecuada y sin personas que transiten
por esos lugares. Pero tu obra requerirá más que eso, necesita el toque
humano y real de las cosas. Por eso puedes complementar tus búsquedas
con imágenes de Google tomadas por viajeros normales que tomaron sus
fotos en momentos de la vida real. En Pinterest encontrarás una foto
inmejorable de la Torre Eiffel al atardecer y sin ningún transeúnte pero la
foto de Google tal vez te muestre a la anciana vendiendo llaveros y
muñecas fabricadas a mano que podrás incluir en tu relato. Tampoco
estaría de más si buscas videos del lugar que quieres describir para que
además de imágenes puedas tomar los sonidos que lo acompañan para
lograr hacer una descripción sensorial más completa.
Así que esto puede resumirse en que puedes escribir y describir
cualquier cosa, no mientras lo conozcas, sino cuando te interese lo
suficiente para documentarte como es debido.
La profesión de la escritura tiene una gran ventaja sobre las demás.
Mientras que un médico tiene que estudiar durante años una serie de
conceptos y procesos específicos para poder, digamos, realizar una
operación exitosa, nosotros tenemos la gran ventaja de estar recibiendo
clases durante toda nuestra vida. ¡Y de forma gratuita!
Me refiero a la vida misma. A nuestro cúmulo de experiencias y
vivencias que nos permiten después plasmarlas en una hoja de papel.
A partir de ahora debes de prestar atención especial a todo lo que te
rodea. Cualquier experiencia nueva o pasada, cualquier recuerdo,
cualquier encuentro, todo es material para las descripciones de nuestras
historias.
También aplica cuando conozcas personas nuevas o incluso con las que
ya conoces. La próxima vez que veas a ese viejo amigo o conozcas a
alguien trata de prestar atención a sus gestos, expresiones, tics y maneras a
la hora de hablar y caminar. Desde ahora te tienes que volver un experto
para detectar esos detalles que hacen que una descripción de una persona o
lugar cobre vida.
A la hora de describir no te limites a dar datos secos, mera
información, aprovecha cada palabra que escribas. Cada palabra de tener
un doble propósito. A continuación veremos cómo utilizar algunos
sentidos en la descripción de una mejor manera, sacándole doble partido.

Olfato
De todos los sentidos, el olfato es el sentido que tiene el efecto
psicológico más fuerte. A veces cuando sentimos un olor en particular
evocamos algo que sucedió hace años y terminamos recordando no solo el
olor sino las circunstancias que rodearon tal recuerdo. Así que debemos
aprovechar este recurso tan útil para lograr que el lector aporte su propio
recuerdo, siendo parte así de la historia misma.
El mejor momento para usar esta técnica es cuando el personaje llega
a un nuevo lugar y lo mejor es dar siempre tres descripciones breves pero
específicas.
La biblioteca olía a café, tabaco y libros viejos.
El hospital olía a desinfectante industrial, sangre y sudor.
El callejón olía a mugre, orines y comida en descomposición.
Estas descripciones podrán darle una imagen muy clara al lector de
donde se encuentra el personaje y lograrán que viva el momento.
Depende mucho de qué quieras despertar en el lector. Si es una
emoción positiva usa olores agradables. Si se trata de un soldado que
llega a casa después de meses de estar fuera y quieres que el momento sea
emotivo y agradable no puedes decir que la casa olía a orines y suciedad.
Siempre puedes variar el uso de la palabra “olía” para no aburrir al lector.
Nuevamente, dependiendo de lo que quieras transmitir podrías utilizar
apestaba o incluso describirlo de otra manera como, el olor de tal cosa no
lograba cubrir la pestilencia. O el aroma de tal cosa endulzaba el
ambiente.

Sonido
El sonido es una especie de efecto especial que tendrá lugar en la
mente de tu lector por lo que debes acompañarlo con una buena
ambientación. Puedes usar dos clases de sonidos, los de acción y los de
fondo.

Los de acción serán aquellos que el personaje genera con su acción.


Debes acompañar el sonido con la descripción de la acción para que el
lector forme un vínculo con lo que sucede. El mejor momento de utilizar
esta técnica es cuando el personaje hace una acción específica.
Pedro se sentó en la silla y crujió.
Se marchó estrellando la puerta.
Protestó mientras estrellaba el puño en la mesa.

Los sonidos de fondo son aquellos producidos por lo que rodea al


personaje sin que este interactúe directamente pero que influyen en la
ambientación de la escena. Se pueden combinar varios sonidos a la vez.
Puedes insertar estos sonidos especialmente cuando el personaje está
por hacer algo, o esperando a que algo suceda. También cuando la
respuesta de uno de los personajes tarda en llegar. O simplemente para
darle ambientación al entorno.
Un trueno sonó en la distancia mientras que las ramas de los árboles se
mecían violentamente.
La oficina era un caos, los teléfonos sonaban, la gente charlaba y una
secretaria escribía furiosamente en una máquina de escribir.
Silvia calló de pronto cuando llegó al camarero a recoger los platos.
El entrechocar de las copas y los cubiertos fue el único sonido que se
escuchó en la mesa.

Vista
La vista es el más obvio y utilizado de los sentidos a la hora de
describir y no necesita ejemplos ni definición para entenderlo. El hecho
que cuentes la acción de un personaje quiere decir que ya lo estas
utilizando correctamente. Pero aparte de lo que vemos podemos utilizar
otros aspectos de la vista para describir, como el color y la luz.
A la hora de describir el color no te limites a escribir la palabra.
Puedes sacarle partido aprovechando a caracterizar y ambientar la escena.
Si es una novela romántica y quieres describir un atardecer no te limites a
decir que el cielo estaba anaranjado, puedes decir que el cielo era del color
de los ojos de su amada al brillar.
Si el humor del personaje y el género te lo permite puedes ser creativo
y gracioso. Si en la calle donde transita hay hojas marchitas por todas
partes, en lugar de decir que las hojas en el suelo eran color café podrías
decir que las calles parecían estar cubiertas por los excrementos de los
árboles.
Trata siempre de evitar los clichés a la hora de describir los colores.
Blanco como perla, rojo manzana, etc.
La luz puede describirse de un modo que ayude a la ambientación de
tu historia.
Es muy importante hacerle saber al lector lo más pronto posible en
cada escena en qué momento del día se encuentra. Muchas veces nos
topamos con que el personaje atraviesa un parque lentamente e incluso
interactúa con alguien más, para después enterarnos que era de noche. En
nuestra cabeza ya teníamos una imagen clara, tal vez con nubes, cielo azul,
césped verde y posiblemente niños jugando alrededor. Para hacerle saber
al lector en qué momento del día se encuentra, la luz, es uno de los
recursos más importantes. Así que pregúntate en cada escena si es
pertinente mostrar la luz. Si es así, ¿de dónde proviene? Una lámpara, la
luz solar, una candela, etc. Luego pregúntate en qué cantidad llega y la
intensidad.
Puedes ser creativo y evitar decir que era de día o que el sol brilla
fuerte en lo alto diciendo algo como lo siguiente :
Cuando salí al estacionamiento me llevé la mano a los ojos para evitar
el reflejo de los vidrios de los autos.
Queda implícito que es de día y el sol brilla fuerte. Además estás
ayudando a ambientar la historia al obligar al lector que visualice
automóviles aparcados frente a él.

El clima
El clima es otro gran elemento que podemos añadir a las
descripciones. Depende del tipo de emoción que quieras crear en la
historia o en lo que está pensando el personaje, el clima puede ser
caluroso, frío, lluvioso, gris, sofocante, etc.
El tipo de clima puede incluso afectar el estado de ánimo de un
personaje e influir en lo que sienta. Si tu personaje llega a la playa para
encontrarse con un clima lluvioso y frío se sentirá decepcionado, que tal
vez es lo que buscas en esa historia de amor en donde se ve en la necesidad
de quedarse en casa a pensar sobre su relación.
Si tu personaje tiene que salir de casa para llevar rápidamente a su hijo
enfermo al hospital, ¿por qué no subirle la tensión con un clima lluvioso
en donde los parabrisas apenas dejan ver por unos segundos el camino?
En una reunión familiar en donde todos se odian y esperan la lectura
de un testamento puedes potenciar la tensión si hace un día caluroso y
sofocante, seguramente los presentes estarán más incómodos y con los
nervios de punta.

Detalles para dar realismo o detalle delator


Este puede ser tal vez el factor más importante a la hora de describir
cualquier cosa. Los detalles hacen que todo cobre vida de una manera
inmejorable. No te limites a describir una escena, acción o personaje de
una manera fría. Si añades algunos detalles inusuales le infundirás vida a
la escena. Veamos tres ejemplos añadiendo cada vez más detalles.

Cuando el policía entró en la escena del crimen observó a un hombre


tirado en el suelo.
Cuando el policía entró en la escena del crimen observó a un hombre
tirado en el suelo, le faltaba un zapato.
Cuando el policía entró en la escena del crimen observó a un hombre
tirado en el suelo, le falta un zapato y por un corte en el calcetín se le veía
el dedo gordo.

Cualquiera de las anteriores descripciones cumple con su trabajo.


Todas le permiten al lector ver lo que sucede. Pero la primera es tan seca
que en la mente del lector podría pasar desapercibida, una imagen fugaz
que apenas toma forma. En la segunda obligamos al lector a imaginar el
cuerpo sin zapato. En la tercera le hacemos imaginar claramente la escena
pero además lo hacemos pensar tanto en el policía como en la víctima.
Obviamente es un policía muy observador. De la víctima podría pensar
cualquier cosa, desde su higiene personal, condición económica, o tal vez
podría tratarse de una pista.
El punto es que con pocas palabras a veces podemos contar más y es
precisamente lo que hacen los escritores profesionales.
Un escritor principiante podría describir el walking closet de una
mujer de la siguiente manera :

Era un espacio de 3 metros cuadrados con estanterías de madera de


lado a lado. Los vestidos se colgaban al fondo y en el centro había una
silla frente a un espejo.

Con esa descripción nos llevamos una idea clara de cómo es el lugar
pero nada más. Un escritor profesional que presta atención a la
descripción con detalles podría decir más con menos palabras :

Armani de un lado, Gucci del otro y tres botellas de perfume


ordenadas por su altura.
A la mención de la ropa costosa ordenada por secciones podemos
imaginar sin necesidad que el escritor lo diga que debe ser un closet
grande y lujoso, la descripción del escritor principiante de las estanterías
está de más, todos los tienen al igual que el espejo. A la mención de las
botellas de perfume ordenadas por su altura no solo nos llevamos la idea
de cómo es el closet, sino también nos formamos una idea de la
personalidad de su dueña. Es una mujer de alto poder adquisitivo, muy
ordenada y meticulosa. No conocemos nada más al closet sino al
personaje.
Con la descripción del escritor principiante nos imaginamos un closet
cualquiera y tal vez ni siquiera lleguemos a formarnos una idea clara en la
mente, solo pasajera. Con la del escritor profesional sucede algo curioso.
Al ser una descripción con detalles especiales damos lugar a que el propio
lector añada su granito de arena. Lo obligamos a que no solo registre esa
información en el fondo de su mente sino que pintamos una imagen que él
mismo termina de decorar. Un lector fácilmente podría pensar en un
closet con paredes blancas, molduras en el techo, focos colocados
estratégicamente como si fuera el camerino de una actriz, o cualquier cosa
que evoque la descripción que estamos brindando.
Debemos de guardar un balance en cómo utilizamos esta técnica y no
sobrecargar al lector con detalles realistas en cada descripción porque de
lo contrario corremos el riesgo de que surtan el efecto contrario y aburran
o distraigan. Debemos analizar el momento adecuado para insertarlos.
El mejor momento para usarlos es cuando el personaje conoce a
alguien por primera vez o llega a un entorno desconocido. Algunos
aspectos en los que puedes centrarte al tratar de introducir este recurso son
las paredes, el suelo, el techo, la ropa, etc. Si el personaje entra a la
oficina de alguien importante ¿hay algo que llame especialmente la
atención y que puede servirte no solo para describir el lugar sino a su
ocupante? ¿Un trozo del muro de Berlín? ¿Una foto con Obama? ¿O tal
vez algo extraño como una vieja máquina de videojuegos?
El personaje entra a una casa vieja, ¿cómo es el techo? ¿Hay alguna
mancha grande de humedad? Si es así podría no solo describir la casa sino
la situación económica del ocupante, o su falta de interés.
También es importante añadir detalles delatores a la hora describir a
un personaje.
En El Silencio de los Corderos de Thomas Harris, hay una escena en la
que el Dr. Hannibal Lecter solicita ver la identificación de Clarece
Starling, en ella podemos ver un detalle delator magistral por parte de
Harris.

—¿Una estudiante? Aquí dice «estudiante». ¿Jack Crawford envía a


una estudiante a entrevistarme? —Golpeó la tarjeta contra su blanca y
pequeña dentadura y aspiró su olor.

Al describir un momento tan sencillo y con tan pocas palabras, Harris


nos muestra mucho acerca de la personalidad del Dr. Lecter. Su blanca y
pequeña dentadura evoca una hilera de dientes de un depredador y al
aspirar su olor nos da a entender un poco acerca de la naturaleza retorcida
y con tintes sexuales de Lecter.
Debemos buscar este tipo de descripciones en nuestra escritura para no
solo informar a nuestros lectores sino también entretenerlos y hacerlos
participar con sus propias conjeturas e imágenes mentales que se puedan
formar.
Si queremos describir a nuestra protagonista como una mujer coqueta,
atrevida y superficial debemos buscar la manera de encontrar una
descripción que cumpla con el doble propósito.
Un escritor principiante escribiría algo parecido a esto.

Janet esperaba su turno pacientemente en la clínica. Era una mujer


hermosa a quien no le molestaba mostrar sus atributos. Cualquier cosa
con tal de atraer al sexo opuesto, sobre todo a los que gozaban de una
posición económica holgada. Al ver entrar a aquel sujeto desplegó todas
sus armas de seducción.

Ciertamente estamos dando los datos que el lector necesita saber del
personaje, pero sería mejor si lográramos encontrar la manera de que el
mismo lector lo descubra por sí solo.

Al ver el Rolex que acompañaba a aquel sujeto, Janet cruzó las piernas
lentamente. Acomodó detrás de su oreja un mechón de cabello para luego
posar el dedo sobre su boca.
En este caso contamos mucho más con menos palabras. En lugar de
contarle como es aquella mujer dejamos que el mismo lector lo descubra y
se forme una idea más poderosa en su mente.

Ejercicio 1

Te propongo que visites un parque, el jardín de tu casa, el café de la


esquina, cualquier sitio nos puede servir. Siéntate en una silla o banco y
cierra los ojos.
Para aprender a describir con los cinco sentidos debemos omitir el más
fuerte de ellos, la vista. Cuando tengas los ojos cerrados concéntrate en el
resto de tus sentidos. ¿Qué escuchas? ¿A qué huele? Pasa tus manos sobre
la superficie de lo que tengas enfrente. ¿Es rugoso, liso, suave? Luego
abre los ojos y plasma los estímulos en tu libreta. Ahora trata de
incorporar lo que sentiste en una de tus escenas.
¡Cuidado! No todas las escenas deben de tener una descripción
sensorial completa. Recuerda lo que dijimos anteriormente, debemos
pensar el momento adecuado para incorporar las descripciones sensoriales
completas. Si tu personaje está tratando de luchar por su vida a través de
un parque mientras el villano lo persigue con un cuchillo, difícilmente
tenga tiempo de describir a qué olía el césped o cómo la luz se proyectaba
sobre el charco de agua. En lugar de eso, tal vez sea más pertinente
concentrarse en la descripción de las reacciones físicas. En cómo sentía
que los pulmones estaban a punto de estallarle y sus músculos parecían
quemarle.

Ejercicio 2

Cuando tengas la oportunidad de ir a un lugar en donde nunca has


estado antes presta mucha atención a dónde van a posarse tus ojos en
primer lugar. Trata de grabar en tu mente de qué manera observaste el
lugar. ¿Lo primero que vieron tus ojos fueron las altas columnas? ¿Luego
tu mirada se alzó al techo? De la misma forma en la que observaste cada
detalle sería una buena manera de describir tus escenarios en tus historias.
No tiene por qué ser un lugar fuera de lo común, no necesitas viajar a
ninguna parte, sino sólo ir a un lugar en donde nunca antes has estado.
Diálogo
El diálogo es uno de los motores principales de nuestra historia. A
través del diálogo podemos expresar ideas de nuestros personajes, dar
información crucial para hacer avanzar la historia o incluso dar a conocer
a nuestros personajes.
¿En dónde utilizar el diálogo?
Volvemos a utilizar el mantra de este libro. No hay reglas escritas ni
una fórmula exacta para saber cuándo o no utilizar un recurso. La mayoría
de las veces lo haremos por instinto. Serán nuestros personajes los que
marquen la pauta de cuando incluir un diálogo.
Cuando dos personajes se encuentran es un buen momento para incluir
el diálogo. Debemos recordar que el objetivo principal en el uso de este
recurso es brindar información nueva que enriquezca la experiencia del
lector. Tenemos que evitar a toda costa repetir lo mismo en dos diálogos
distintos.
Si un personaje necesita contarle a otro la misma información que ya
compartió con alguien anteriormente necesitamos hacerlo de una forma
totalmente distinta o, mejor aún, decir algo tan sencillo como “lo puso al
corriente de la situación”. Evitando así que el lector tenga que volver a
leer lo mismo dos veces.
Otro aspecto importante del diálogo es que debe apegarse a la
realidad… hasta cierto punto.
En nuestra vida diaria sería normal el siguiente diálogo :

—Qué rico te quedo este pollo frito.


—Gracias.
—¿Es una nueva receta?
—No, la misma de siempre pero he usado una salsa distinta.
—Qué bien. ¿Me pasas la sal?
—Claro, aquí está.
—Gracias.
—Por nada.
Leer esto en una historia de ficción es simplemente aburrido.
Nuestros personajes deben hablar como lo haríamos nosotros en la
realidad pero como escritores tenemos el deber sagrado de quitar las
partes aburridas de la ficción.
Ray Bradbury dijo que la ficción es la realidad pero sin las partes
aburridas. Y tenía toda la razón.
El hecho que queramos que nuestros personajes hablen de una manera
natural no quiere decir que debamos incluir cada conversación
intrascendente en los diálogos. Nuestros personajes pueden ir al grano.
Nuestras escenas pueden empezar durante la cena pero omitiendo la
conversación trivial.
Debemos analizar cada palabra que escribimos y leerla en voz alta
para ver el resultado. Tenemos que ser inteligentes y analíticos a la hora
de incluir los diálogos. Nunca un personaje debe informar a otro acerca de
información que este ya conoce de antemano solo porque el lector no la
conoce.

—Qué bonito día hace hoy en el parque. Como cada domingo que
venimos aquí con los niños.
—Si, y todo gracias a que decidiste cambiar de trabajo hace un par de
años. Este lugar es mucho mejor que el anterior.

Esa conversación podrá ser importante para que el lector la conozca


pero no de esa forma. Dos personas que se conocen jamás tendrían la
necesidad de recordarse algo que saben perfectamente. Si queremos
transmitir esa información deberemos utilizar otro tipo de recurso o
estrategia.
Tal vez alguien que llega al parque por primera vez se encuentra con la
pareja y entablan una conversación.

—¡Qué bonito lugar!


—Sí, venimos cada domingo por aquí con mi esposo y mis hijos. Al
menos desde hace dos años cuando él cambió de empresa y lo enviaron
aquí.

Esa es una conversación más creíble.


El diálogo, en español, se representa gráficamente con un guion largo.
De esta manera el lector sabe inmediatamente que lo que sigue es una
conversación.
Un aspecto importante del diálogo son las acotaciones.
Las acotaciones nos sirven para mostrar a quién pertenece la voz que
escuchamos en nuestra cabeza a la hora de leer el texto. Es crucial
hacerlas, sobre todo cuando hay más de dos personas hablando.
Las acotaciones también nos sirven para darle cuerpo a las
conversaciones. También las utilizamos para ambientar la escena o
recordar al lector en dónde se ubica la acción. Si una conversación se
prolonga durante mucho tiempo sin el uso de acotaciones podríamos
correr el riesgo que el lector olvide siquiera en dónde están los
personajes. Algunos llaman a esto el fenómeno de las cabezas flotantes.
Porque recordemos que el lector estará procesando información durante
algún tiempo, si no hay acotaciones dará la sensaciones de que se escuchan
solamente voces o cabezas flotantes.
Si la conversación toma lugar en un restaurante podremos utilizar las
acotaciones para hacer pausas estratégicas en donde se recuerde que están
en un restaurante.
Veamos un ejemplo usando acotaciones y sin ellas.

Florián veía por tercera vez la carta sin decidirse qué pedir cuando
llegó Amanda.
—Vaya, pensé que me ibas a dejar plantado.
—Para nada, no me perdería eso tan importante que tienes que
contarme —dijo colocando la servilleta en su regazo.
—Pero debes prometer que guardarás el secreto —Florián guardó
silencio mientras un camarero se aproximaba a la mesa.
—¿Los señores están listos para ordenar? —Preguntó el camarero
alternando la mirada entre ambos.
El camarero tomó la orden y se marchó con una sonrisa.
—Hilda está embarazada —soltó Florián de golpe mientras jugaba
nerviosamente con el cuchillo.
Amanda se quedó con la copa suspendida a un centímetro de su boca
sin poder articular palabra. Solo se escuchaba el entrechocar de los
cubiertos de las otras mesas.
Florián veía por tercera vez la carta sin decidirse que pedir cuando
llegó Amanda.
—Vaya, pensé que me ibas a dejar plantado.
—Para nada, no me perdería eso tan importante que tienes que
contarme.
—Pero debes prometer que guardarás el secreto.
—¿Los señores están listos para ordenar?
El camarero tomó la orden y se marchó con una sonrisa.
—Hilda está embarazada.
Amanda se quedó con la copa suspendida a un centímetro de su boca
sin poder articular palabra. Solo se escuchaba el entrechocar de los
cubiertos de las otras mesas.

Ciertamente la información se logra transmitir con éxito e incluso se


sobreentiende el momento en el que el camarero llega a tomar la orden
pero perdemos un poco la ambientación y por un momento la información
recibida hace que la imagen del restaurante se desvanezca o desaparezca
completamente de nuestra cabeza. Cuando Florián suelta la noticia
mientras “jugaba nerviosamente con el cuchillo” nos hace pensar en que
tal vez no sea una noticia grata para Amanda. Inmediatamente lo
imaginamos tocando el cuchillo y evitando la mirada de Amanda. La
acotación no solo nos permitió ver la escena sino también especular acerca
de su reacción.
No todos los diálogos tienen que llevar una acotación. El buen balance
brindará una experiencia agradable entre información y descripción.
El tipo de acotación más común y recomendable es la palabra “dijo”.
Se han realizado estudios en los que han determinado que la palabra dijo
es la que menos interrumpe el relato, se asimila de una manera más
natural y limpia.
Debemos también tratar de evitar los verbos y palabras extravagantes
a la hora de utilizar las acotaciones.

—¿Hilda está embarazada? —Vocalizó Amanda.


—Así es —aseveró Florián.
Cualquier palabra que salga de lo común puede resultar
contraproducente. En un intento de parecer más sofisticados podemos
hacer que el lector se detenga a pensar en alguna palabra en específico y
cualquier cosa que haga que el lector cierre temporalmente el libro, y se
salga de la historia, debemos evitarla a toda costa.

El uso de muletillas
Las muletillas son las palabras que se repiten constantemente en
nuestra forma de hablar. Todo el mundo tiene alguna y está bien, forman
parte de la personalidad misma del individuo. Pero tenemos que prestar
especial atención al uso de muletillas en la escritura.
Un personaje puede tener una muletilla y como es un reflejo de la
realidad, está bien. Lo que no podemos permitir es que nuestras mismas
muletillas se transmitan a los personajes, sobre todo cuando sucede con
varios de ellos.
En el proceso de revisión y edición debemos prestar atención y anotar
las palabras que se repitan constantemente y luego, mediante la
herramienta de búsqueda del procesador de palabras, determinar qué tanto
se están repitiendo.
He encontrado algunos libros sensacionales de escritores de renombre
que caen en el error de hacer uso de palabras rebuscadas que seguramente
ellos mismos utilizan en el día a día. Sobre todo si son expresiones muy
poco comunes.
En varios libros de un mismo escritor encontré que todos sus
personajes usaban la frase “rara avis” que es una expresión latina que
quiere decir ave desconocida y rara y se refiere a una persona o cosa que
sus acciones son poco comunes o que posee una característica que la
diferencia de su propia especie. Si un solo personaje hace uso de dicha
frase estaría bien, pero que todos los personajes la utilicen en algún
momento solo denota algo en específico, que es el mismo escritor quien la
utiliza en su día a día.
Los diálogos deben tener tensión y conflicto en todo momento. Esto
no quiere decir que una pareja de esposos deba discutir a la hora de
conversar pero si conviene tener en cuenta que pueden estar hablando de
algo que les causa malestar a ambos o los pone en peligro.
La mejor manera de aprender a escribir diálogos para nuestras
historias es prestar atención a nuestro alrededor. En la cola del
supermercado o del banco, dos personas que caminan por un parque, dos
desconocidos que intercambian frases en el autobús. Las conversaciones
de los personajes de una serie de televisión o películas, lo que nosotros
mismos hablamos con familiares y amigos. Todo vale para aprender a
crear diálogos.
De la misma forma en la que no todos hablamos igual en el mundo
real, tampoco deben hacerlo igual en tus historias. Todos deben tener
distintos tonos de voz, distintas palabras recurrentes, diferentes
expresiones, etc. Algunos personajes hablarán de manera pausada
mientras otros lo harán atropelladamente. Todo esto podemos hacerlo ver
mediante el uso de las acotaciones.
Si un personaje tiene algún acento extranjero podremos hacerlo ver en
las acotaciones de las primeras veces que interviene en un diálogo, pero
nunca deberemos hacerlo de manera constante porque resultaría
demasiado engorroso para el lector.

—Te presento a Marie —dijo Ana señalando a la mujer que estaba a su


lado—, ella viene de Francia para aprender español.
—Mucho gusto Marie, mi nombre es Erick.
—Egick, gusto en conocegte.
Erick sonrió al escuchar su nombre de boca de aquella preciosa mujer
y de la manera tan particular que tenía de usar la letra g.

Esto bastaría para darle a entender al lector el tipo de acento que tiene
el personaje de Marie. Para el resto de las conversaciones podríamos
escribir normalmente sus diálogos, salpicando aquí y allá de vez en
cuando una palabra con la letra g o simplemente recordando a través de
otros personajes o el propio narrador que Marie habla con acento francés.

Por extraño que parezca, escribir los diálogos en nuestras primeras


historias puede resultar especialmente complicado. A pesar que hemos
leído infinidad de libros, a la hora de escribirlos nos topamos con que no
sabemos la forma correcta de representarlos gráficamente.
Esto se debe a que los diálogos de los libros están bien construidos y
nos pasan desapercibidos. Dicen que cuando a nosotros se nos hace fácil
leer un libro es porque al escritor le costó mucho trabajo. A continuación
tendremos varios ejemplos de diálogos que no llevan ninguna secuencia
pero nos ayudarán a ver gráficamente en dónde se coloca el guion largo,
los puntos, las comas, las comillas, las acotaciones y los signos de
admiración e interrogación. Te recomiendo imprimir esta hoja o copiarla
en lugar de fácil acceso para poder consultar en dónde y de qué manera
deberás colocar cada signo a la hora de escribir tus diálogos.

—¿Ya se levantó Pedro de la cama? (Sin acotación)


—¿Ya se levantó Pedro de la cama? —Preguntó Silvia. (Con
acotación)
—Pensé que dormiría hasta tarde —dijo Pedro estirando los brazos—,
me acosté muy tarde anoche. (Con acotación dentro de la oración)
—Los he reunido aquí porque necesito que me aclaren lo que sucedió
anoche —dijo el señor Olson alternando la mirada en cada uno de sus
empleados—. Nadie podrá irse a su casa hoy hasta que determinemos
quién tomó el informe que dejé sobre la mesa. Debo decirles que de ese
informe depende el futuro de esta misma empresa —levantó las manos al
ver que Raúl empezaba a abrir la boca—, no Raúl, ya sé que me dirás que
no tienes nada que ver porque saliste temprano pero podrías aportar algo
valioso, así que te ruego paciencia. (Con varias acotaciones dentro del
mismo diálogo)

Formas incorrectas de representar el diálogo

-¿Has visto en dónde están mis zapatos? (Guion corto)


— ¿Has visto en dónde están mis zapatos? (Separación después del
guion)
—¿Has visto en dónde están mis zapatos?— preguntó Raúl. (Guion
pegado, sin separación al final del diálogo)

Ejemplo marcando primero los diálogos y luego las acotaciones.

Los Pilares de la Tierra, Ken Follett


—Su madre ha muerto —dijo el escudero.
Agnes hizo un ademán de asentimiento.
—Eso explica el que no conozca la realidad de la vida. Pero no veo
por qué su padre no puede obligarla.
—Al parecer en cierta ocasión hizo la promesa de que jamás la
obligaría a casarse con alguien a quien aborreciera —les aclaró el
escudero.
—Una promesa necia —dijo Tom irritado. ¿Cómo era posible que un
hombre poderoso se ligara de aquella manera al capricho de una
muchacha? Su matrimonio podría influir en alianzas militares, finanzas
baroniales..., incluso en la construcción de aquella casa.

—Su madre ha muerto —dijo el escudero.


Agnes hizo un ademán de asentimiento.
—Eso explica el que no conozca la realidad de la vida. Pero no veo por
qué su padre no puede obligarla.
—Al parecer en cierta ocasión hizo la promesa de que jamás la
obligaría a casarse con alguien a quien aborreciera —les aclaró el
escudero.
—Una promesa necia —dijo Tom irritado. ¿Cómo era posible que
un hombre poderoso se ligara de aquella manera al capricho de una
muchacha? Su matrimonio podría influir en alianzas militares,
finanzas baroniales..., incluso en la construcción de aquella casa.

Como vemos, en cada nuevo diálogo se usa un renglón distinto. Nunca


debemos incluir un diálogo en medio de un párrafo de acción o
descripción. Ni tampoco debemos mezclar en la misma línea dos diálogos
distintos.
Cuando una acción corresponde a la sección del diálogo, el punto al
igual que todos los signos de puntuación, se colocan al final de la
acotación que lo cierra.

—No los encontré al lado de la cama. —Respondió Raúl. (Erróneo)


En el inciso anterior, el punto excluye la respuesta de Raúl.
—No los encontré al lado de la cama —Respondió Raúl. (Correcto)
Si antes de la acotación cerramos un diálogo con puntos suspensivos
deberemos colocar punto después de la acotación.

—No estoy segura… —dijo María— creo que el perro pudo haberlos
tomado. (Erróneo)
—No estoy segura… —dijo María—. Creo que el perro pudo haberlos
tomado. (Correcto)

Es muy importante poder transmitir las emociones de nuestros


personajes a través del diálogo, pero cuando empezamos la carrera de
escritores es muy común recurrir en el abuso de los signos de admiración
para mostrar el ánimo de los personajes.
Recuerda que los signos de admiración o exclamación se utilizan para
mostrar que el personaje está de alguna manera acentuando lo que dice o
incluso levantando la voz.

—¡Hola Julio tenía años de no verte!


—¡Es cierto, y qué casualidad encontrarse justo en este lugar!
—¡Esto hay que celebrarlo!
—¡Sí, estoy de acuerdo!

Podrá parecer un ejemplo exagerado pero me he encontrado con


muchos textos de escritores que comienzan su carrera que sienten la
necesidad de expresar de esa forma el entusiasmo de sus personajes. Pero
ten en cuenta que entre más utilices este recurso irá perdiendo el sentido y
cuando en realidad lo necesites pasará desapercibido.

—Hola Julio tenía años de no verte.


—Es cierto, y qué casualidad encontrarse justo en este lugar.
—Esto hay que celebrarlo.
—¡Sí, estoy de acuerdo!

Si eliminamos el resto de los signos de admiración, la última frase


cobra un énfasis especial.
Lo mejor para detectar este tipo deslices es que leas tus diálogos en
voz alta para ver su resultado. De esa forma te darás cuenta de las
inflexiones que no tendrían lugar en una conversación real.
También debemos analizar lo que escribimos. Hace poco me topé con
un libro en el que dos personajes tenían un diálogo similar al siguiente :

Verónica estaba alterada por lo que había visto en el ático. Ismael se


aproximó a ella y acercó la boca a su oído.
—¡Tranquila amor, todo estará bien! —Susurró tiernamente.

¿Cómo puede una persona “susurrar tiernamente” cuando los signos de


exclamación te sugieren que podría estar elevando la voz? Se contradice
por partida doble. Un susurro bien podría ser calificado como lo opuesto a
la exclamación. Y la parte “tiernamente” te sugiere que su voz era
pausada, calmada.
Debemos leer todos nuestros diálogos para no caer en este tipo de
problemas.
Otro problema común en los escritores principiantes a la hora de
escribir los diálogos son cuando sus personajes gritan. Si te detienes a
pensar verás que te resultará muy difícil recordar algún libro en el que
alguna frase esté escrita con mayúsculas. Eso es porque no se acostumbra
utilizarlas cuando un personaje eleva la voz. Es chocante ver una oración
en mayúsculas y te recomiendo evitarlas a toda costa. Si respetaste el
punto anterior y no abusaste con el uso de los signos de admiración, podrá
servirte para indicar que tu personaje levantó la voz. En algunas ocasiones
incluso podría funcionar de mejor manera agregar en la acotación la
referencia a la voz elevada, tal vez acompañada por un furioso portazo o
rechinar de dientes.
Lo mismo aplica a las malas palabras o lenguaje soez.
Nuevamente, algunos escritores al empezar su carrera, creen que será
un buen toque de realismo utilizar un lenguaje más apegado a lo que se
podría escuchar en cualquier parte. Pero la realidad es que no sabemos
quién leerá nuestro libro y si podría llegar a sentirse ofendido por nuestra
forma de expresarnos. Para esto bastaría con indicar que nuestro
personaje soltó una palabrota o maldijo. De esta manera damos a entender
nuestro punto sin herir sensibilidades. Tal y como sucede con los signos
de admiración o los gritos, podemos incluir una o dos malas palabras en el
texto en el momento adecuado para realzar el estado de ánimo y
sorprender.

Consejo para estructurar y desarrollar el diálogo


A veces podemos toparnos con que no sabemos cómo comenzar un
diálogo. Primero debes preguntarte qué es lo que quieres transmitir con
este diálogo. ¿Qué información importante debe ser dicha? Cuando
tengas claro este punto debes pensar en quién recibirá la información y por
qué. Después tienes que elegir en dónde se llevará a cabo el intercambio
verbal de los personajes. Y ahora llega el momento de tratar el diálogo
como si fuera una historia en sí mismo. Debes darle un inicio, medio y
fin. Lo más aconsejable es empezar el diálogo cerca del momento de
tensión o conflicto. La información debe de ser clara y hacer avanzar a la
historia.
Siempre debes realizar esas preguntas antes de lanzarte a elaborar el
diálogo para que te sea más fácil imaginarlo.

Representación gráfica de los números


Otra gran duda que a veces nos asalta a la hora de escribir diálogos o
incluso cualquier parte del texto es cómo representar los números.

Con cifras
Los números que siempre deberemos escribir con cifras son los
porcentajes superiores de diez.

El informe dice que la productividad aumento un 33% en el último


mes.

Con letras
Se escribirán con letras aquellos números que podamos escribir con
tres palabras o menos.

Raúl tiene dos zapatos y a sus treinta años los ha perdido un millón de
veces.
No sucede lo mismo con números largos.

Raúl tiene un automóvil de segunda mano con 1356 millas recorridas


pero espera poder usarlo hasta las 10 000.

Si te fijas, los números de cuatro dígitos se escriben juntos y sin coma


y cuando pasan de cinco habrá una separación en el millar, también sin uso
de la coma.

Una recomendación que nos hace la Real Academia Española es que si


en un mismo enunciado tenemos la mezcla de números en letras y cifras
debemos estandarizarlo para lograr cierta armonía en el escrito.

Raúl tiene 30 años y posee un automóvil con 1356 millas recorridas


pero espera poder usarlo hasta las 10 000.

La hora
En este punto no hay una regla establecida pero siempre es mejor
procurar escribirla con números o al menos mantener la uniformidad en el
texto. Si en algún punto escribes que son las 4:45pm no digas más
adelante que son las tres y media.

La fecha
La fecha siempre debe escribirse con números y respetando el no
incluir la coma entre los números.

La historia comienza años atrás, el 4 de abril de 1970.

Números ordinales
Estos se escriben siempre con letras.

Raúl vive en el cuarto piso. (Correcto)


Raúl vive en el 4to piso. (Incorrecto)

Tampoco debemos olvidar que debemos ser consecuentes y prestar


atención a los detalles de las conversaciones de nuestros personajes.
Dicen que el diablo está en los detalles, y es cierto. Debemos examinar
los diálogos para que el resultado final sea convincente. La forma de
hablar de un niño no será la misma que la de un adulto. No usará las
mismas palabras y expresiones ni el trato entre dos personajes será el
mismo.
En mi libro Cuando el silencio mata, el personaje principal es un
Sacerdote llamado Ignacio Alarcón. Durante la historia, Ignacio habla con
muchas personas y la forma en la que se dirigen a él varía según el caso.
Para los miembros de la congregación es Padre, para los detectives
encargados del caso es el Sacerdote Alarcón, para el Obispo (que es su
superior) es simplemente Ignacio, para su sobrino es tío y para su hermana
que lo conoce de toda la vida es simplemente Nacho.
De la misma forma debemos prestar atención a la manera en la que un
personaje se dirige a otro.
¿Qué otros factores debemos tomar en cuenta a la hora de escribir los
diálogos?
La clase social del personaje, su nivel de educación, su edad, incluso
su estado de ánimo. Tenemos que aprender a conocer primero a nuestros
personajes, saber sus gustos, su forma de pensar, la forma en la que
reaccionan ante ciertos estímulos, todo.
Lo más recomendable es escribir libremente durante el primer
borrador todos los diálogos, para que en el proceso del segundo o tercer
borrador podamos prestarle especial atención a los diálogos acerca de
cómo poder mejorarlos. Tenemos que estar alertas para incluir tensión y
conflicto, así como el momento idóneo para que uno de nuestros
personajes se luzca con una metáfora o comparación que haga que el lector
se sorprenda.

Ejercicio
Toma una libreta de notas y sal a la calle. En su defecto, enciende la
televisión y presta atención al momento en el que dos personajes se
encuentran. ¿Qué es lo primero que se dicen? ¿Qué omiten? ¿Cuanto
duran los diálogos? ¿Qué elementos de conflicto y tensión detectaste y en
qué momento? Debes anotar todas estas cuestiones y cualquier otra que te
llame la atención. De esta manera te empezarás a hacer una idea de cómo
se estructuran los diálogos. Y muy especialmente… te recomiendo leer.
La mejor manera de aprender cualquier aspecto de la escritura es ver
cómo lo hacen los grandes.
Acción
Cuando hablamos de acción narrativa nos referimos a todas las
acciones que tendrán los personajes a lo largo de la historia. Pueden ser
acciones premeditadas o involuntarias, pensadas o impuestas. Pueden ser
pequeñas acciones como caminar o elaboradas como pilotar un avión.
Cuando un personaje está haciendo algo allí tenemos acción.
A la hora de escribir acción narrativa debemos tener en cuenta algo
muy importante. Toda acción tiene una reacción. No debemos caer en la
tentación de colocar a nuestro personaje en una acción cualquiera sin
mostrar sus consecuencias, solo por el mero hecho de llenar de cuerpo
nuestro relato. Las acciones de nuestros personajes deben ser analizadas
para que si decidimos colocarlas en una escena sirvan de algo. No estoy
diciendo que no podamos mostrar a nuestro personaje buscando hurgando
el refrigerador en busca de comida. Esta acción aunque no sea vital para
el avance del relato le brinda cierta ambientación, decora la escena para
que el lector se sienta inmerso en su mundo. Pero hasta una acción como
esta podemos utilizarla con un doble propósito.
Si el personaje es un policía que vive en un apartamento pequeño y lo
mostramos buscando comida en el refrigerador, debemos pensar de qué
manera esta acción tan sencilla puede ayudarnos a caracterizar al
personaje. Si busca la comida en el refrigerador y solo encuentra una
imitación de mayonesa cuya fecha de expiración tuvo lugar hace meses y
un recipiente de comida china vacío, estaremos dando la idea de un
hombre que vive solo y probablemente no tenga una pareja estable.
Cualquier acción que decidamos escribir debe cumplir una doble
función y debemos mostrar sus consecuencias.
Dado que una historia es en sí misma un conjunto de acciones que
llevan a cabo los personajes debemos tener claros cuáles serán esas
acciones y sus consecuencias para ellos y otros personajes.
Una acción debe estar relacionada con algo que sucedió o afectar de
alguna forma lo que sucederá.
Entonces será vital que antes de implementar las acciones
planifiquemos bien las escenas.
Habrán algunas acciones pequeñas, como buscar comida en el
refrigerador, pero también habrán acciones que sean cruciales para la
historia. Grandes momentos que serán referentes dentro de nuestra
historia, como lo sería colocar al policía en una escena en donde deba
disparar contra alguien para proteger a la víctima. Este tipo de acciones
deberán analizarse con más detenimiento y pensar en las reacciones que
puedan producir.
Esto será lo que debas tener en cuenta a la hora de planear las acciones
de tu historia :

Las acciones y cambios de los personajes determinarán el desarrollo de


la historia.
Toda acción tiene como contraparte una reacción.
Los personajes serán los encargados de llevar a cabo todas las acciones
dentro del relato.
Hay que escoger el momento idóneo para que un personaje lleve a cabo
la acción.
La trama principal es una sucesión de hechos con acciones y sus
respectivas repercusiones.
Para todo obstáculo causado por una acción hay que imaginar distintas
alternativas para elegir la más original pero a la vez adecuada.
El personaje debe tener claro por qué está haciendo una acción, no
puede hacerla solo porque sí.
Busca posibles fallos argumentales provocados por las acciones para
no crear inconsistencias.

Del último punto hemos hablado en otros capítulos y es muy


importante. Nada molestará más a aun lector que encontrar una
inconsistencia en el modo de proceder de un personaje. Antes de escribir
toda acción tendremos que analizar no solo sus consecuencias sino
también el porqué de su proceder.
En la acción narrativa tendrán lugar todos los verbos, tipo correr,
caminar, comer, hablar, disparar, etc.
Llegados a este punto cabe mencionar algo muy importante que
deberás decidir acerca del desarrollo de toda tu obra.
El tiempo verbal.
Verás que la elección del tiempo verbal en el que cuentes tu historia
será muy importante porque no se percibe igual una historia contada en
pasado o en presente, los dos tiempos más comunes. El lector lo percibe
de distinta manera.
El más común de todos es el pasado. A pesar que nuestras palabras
están en tiempo pasado la sensación de que la acción se realiza en el
momento y el interés del lector se mantiene vivo como si los
acontecimientos estuvieran teniendo lugar en el momento.

No había hablado mucho durante la cena. Parecía apagado. No me


atreví a sacar el tema del Ved´ d´Hiv´ otra vez, pero fue él quien se dirigió
a mí, mientras los otros dos escuchaban.
—Mi abuela ya es muy mayor —comenzó—. No querrá volver a
hablar sobre ello. Pero me contó todo lo que necesito saber sobre lo que
sucedió aquel día. Creo que lo peor para ella fue tener que seguir viviendo
sin ellos, tener que salir adelante sin su familia.
No se me ocurría qué decir. Los chicos estaban callados.
La llave de Sarah, Tatiana de Rosnay.

A pesar de estar escrito en tiempo pasado, a los lectores nos da la


sensación que la historia sucede en el momento.
Ahora veamos un ejemplo escrito en tiempo presente. Verás que el
efecto que causa es muy distinto.

Es mi marido, pero nunca lo había visto así. Está llorando, toma


grandes bocanadas de aire y le caen los mocos hasta la boca. Pongo el
teléfono sobre la mesa y dejo caer el bate al suelo.
—Paul, ¿qué demonios ha ocurrido?
No me responde porque no puede. Me mira, y el temor se convierte en
una profunda preocupación por él. Intento ponerlo en pie tirando de él,
pero es como un peso muerto en mis brazos; se desmorona hasta quedarse
en cuclillas, su porte se ha transformado. Por eso de espaldas no lo
reconocía, no es el hombre que suele ser.
Ya no sé quién eres, Ali Knight.
La sensación es más inmediata y podría aportar una experiencia muy
distinta al lector. Pero escribir en tiempo presente podría llevar un poco
más de trabajo de revisión porque podríamos cambiar inconscientemente
de tiempo verbal en cualquier momento de la historia, porque el tiempo
pasado es el más común tanto para leer como para escribir.
Así que debes analizar muy bien en qué tiempo gana más peso tu
historia. Si decides escribirla en presente ya sabes que debes ser muy
minucioso a la hora de revisar tu texto.
Para encontrar el mejor tiempo verbal para tu historia te sugiero que
tomes un capítulo entero ya escrito de tu relato y lo escribas nuevamente
utilizando ambos tiempos. Debe ser un capítulo en donde estén presentes
todos los motores principales de la ficción. Acción, descripción, diálogo y
monólogo interior. Analiza detenidamente el resultado final de ambos
leyéndolos en voz alta. Si cuentas con un familiar o amigo de confianza
no estaría de más que le mostraras el capítulo para conocer su opinión.
Recuerda que la elección del tiempo verbal, así como del tipo de narrador,
es una decisión muy importante que afectará todo el relato.
Monólogo Interior
El monólogo interior o exposición es en donde vemos lo que tiene que
contarnos un personaje cuando no está cumpliendo uno de los otros 3
motores de la historia, la acción, el diálogo y la descripción.
A veces nos topamos con un componente de las historias en donde no
se está narrando una acción, no está teniendo lugar un diálogo y no se está
describiendo a un personaje o lugar. Este es el momento en la narrativa en
donde vemos al personaje contarnos a nosotros, los lectores, sus
pensamientos, ideas y suposiciones. Se podría decir que habla consigo
mismo, aunque su clara intención es relatar las cosas y los hechos para que
los lectores nos enteremos.
A esto se le llama monólogo interior.
Como escritores tenemos la función en este caso de internarnos en la
mente de los personajes y exponer la historia a través de pensamientos que
el lector no tomará como nuestros sino de los mismos personajes. El
trabajo del escritor consiste en hacerse invisible y lograr darle a cada
personaje una personalidad propia con pensamientos e ideas bien
definidos.
El monólogo interior es un buen momento para brindar información
pertinente a la historia para enriquecer o hacer avanzar la trama. Para esto
tendremos que tener muy claro lo que estamos dispuestos a compartir con
el lector y lo que es pertinente omitir para no estropear la trama.
Veamos con un ejemplo a lo que nos referimos con monólogo interior.

Todavía recuerdo aquel amanecer en que mi padre me llevó por


primera vez a visitar el Cementerio de los Libros Olvidados. Desgranaban
los primeros días del verano de 1945 y caminábamos por las calles de una
Barcelona atrapada bajo cielos de ceniza y un sol de vapor que se
derramaba sobre la Rambla de Santa Mónica en una guirnalda de cobre
líquido.
La Sombra del Viento, Carlos Ruiz Zafón.

En el ejemplo anterior vemos cómo el protagonista parece estar


hablándole a una persona en específico. Y en parte, así es. Nos está
hablando a nosotros los lectores. Nos está relatando su historia a través de
sus pensamientos. En el extracto hay una pequeña parte de descripción y
acción pero el motor central es el monólogo interior.
No necesariamente el monólogo interior debe de tener un párrafo por
sí mismo, como en el ejemplo anterior podemos mezclar otros recursos.
Las características del monólogo interno son :

Presenta el pensamiento de un solo personaje


Altera el tiempo verbal en función de la mejor representación de la
historia
Coloca en primer plano los hechos interiores
Trata de exponer la conciencia del personaje

Con este recurso podemos aprovechar para llevar al lector hacia donde
nosotros queremos porque todo lo que diga el personaje, aunque crea no
estar seguro, lo tomará por bueno. Si el protagonista es un policía a cargo
de una investigación, este será un recurso invaluable al transmitirle al
lector mediante este recurso, sus ideas e hipótesis acerca de la
investigación y posible culpable. Debemos analizar lo que en este recurso
se escribe, si el personaje policía hace ver que el posible culpable puede
ser cierto persona, debe tener razones válidas para respaldar esta
conclusión. No podemos incluir una pista falsa en el monólogo interior
solo por el hecho de querer despistar al lector.
Recordemos que al fin y al cabo se trata de los pensamientos de
nuestro personaje y la credibilidad es vital. Una persona no se miente a sí
misma al estar pensando en algo.
La mejor manera de escribir monólogos interiores es cuando
aprendemos a ponernos en los zapatos de nuestros personajes. Tenemos
que tratar de encarnar al personaje y pensar como lo haría él. Para eso
debemos conocer bastante a nuestros protagonistas y simplemente escribir
lo que piensa en tal o cual situación.

Ejercicio

Para saber la mejor manera de escribir monólogos interiores debemos


tener claro cuáles son y cómo funcionan. Y para esto tomaremos los
libros que tanto nos gustan. Abre un libro en cualquier página y trata de
identificar y separar el monólogo interior en cada párrafo. Presta especial
atención en la longitud de las oraciones. ¿Cuánto espacio le dedican tus
escritores favoritos a este recurso? ¿Qué tanto lo repiten? Puedes hacer
este ejercicio en varias páginas del libro al azar y mejor aún si lo haces
con varios autores distintos. Cada quien tiene su propia fórmula y
debemos descubrirla para crear la nuestra.
La voz del escritor
Muchas veces hemos escuchado acerca de la voz del escritor. Hoy en
día es lo típico escuchar a alguien decir que encontró un libro con una voz
fresca y original. Pero… ¿qué es la voz?
En resumidas cuentas, la voz del escritor, es la manera particular y
única que cada quien tiene para ver, percibir y pensar acerca de todo lo que
nos rodea. Cuando dicen que una voz es original es porque el escritor en
cuestión no se limitó a relatar la historia de una manera tradicional, sino
que utilizó su forma particular de contar algo.
Si lo pensamos, no hay historia que no se haya contado ya
anteriormente. Ya sea un asesino en serie o un triángulo amoroso, todas
las historias podemos ubicarlas en una plantilla ya establecida.
Entonces… ¿por qué siguen vendiéndose los libros si las historias son
similares? Por la voz del escritor. Esa manera única que tiene cada
persona de ver las cosas.
Miles de historias se ubican en Nueva York. No hay nada que no se
haya contado acerca de la gran manzana y aun así, nadie en el mundo ha
conocido jamás Nueva York desde TÚ perspectiva. Eso es lo que brinda
un toque fresco a la historia. Tu manera particular de ver las cosas.
A lo largo de nuestra vida nos topamos con muchos estímulos que van
perfilando nuestra forma de ser. Nuestros padres, los amigos, las parejas,
nuestros profesores. Las buenas y malas experiencias, los momentos
tristes y los momentos felices. Lo que leemos, lo que vemos en la
televisión o el cine.
Todo esto y muchos factores más hacen que cada uno de nosotros sea
una persona única en el mundo. No hay dos personas que sean
exactamente iguales. El ejemplo más claro de esto lo vemos en los
hermanos gemelos. Quien haya tenido la oportunidad de conocer a unos
hermanos gemelos sabrá darse cuenta que a pesar de que han sido criados
en el mismo hogar, con los mismos valores, que hayan asistido a la misma
escuela, incluso que sus padres los vistieran en sus primeros años de la
misma forma, cada uno de los gemelos tiene una personalidad muy
distinta a la del otro.
De la misma manera nosotros tenemos una forma de ver única a la que
debemos sacar partido.
El error que cometemos los escritores principiantes al inicio es tratar
de escribir igual a nuestro escritor favorito. Y no digo que eso tenga algo
de malo. Al contrario, es la manera más lógica de comenzar tu carrera.
De la misma forma que de pequeños imitamos la forma de hablar, de
caminar y de expresarse de nuestros padres, no está mal comenzar a
escribir como nuestro escritor favorito. Pero al igual que con el tiempo
fuimos desarrollando una manera distinta de hablar y de caminar a la de
nuestros padres, también debemos hacerlo en la escritura.
Seguramente la pregunta que te ronda por la cabeza ahora sería la
siguiente. ¿Cómo encontrar la voz en mi escritura?
Mi sugerencia es que dediques un tiempo a estudiar y analizar, no a tu
escritor favorito sino, a tus tres escritores favoritos. ¿Por qué te gustan
sus libros por encima de los demás? ¿Qué factores tiene su escritura que
para ti se vuelve especial?
Vamos a utilizar como ejemplo a mis tres escritores favoritos. Ken
Follett, Stephen King y Julia Navarro.
De Ken Follett me gusta especialmente las relaciones tan fuertes que
tienen sus personajes entre sí. Follett puede estar relatando acerca de la
segunda guerra mundial como de la construcción de catedrales en la edad
media y lo que más me atrae y hace que no pueda despegar los ojos de sus
páginas son los problemas que enfrentan sus personajes.
Stephen King tiene algo que encuentro muy agradable en sus libros.
La descripción de sus personajes siempre incluye algo muy particular en
ellos. En la novela corta Un buen matrimonio, el protagonista, Bob,
responde algo específico cuando le preguntan cómo está. Responde algo
que traducido al español sería lo siguiente: Con la cabeza en alto y
olfateando el viento. Podrá parecer algo tonto y simple. Pero la referencia
a estar siempre alerta como un perro con la cabeza en alto, hace que en mi
cabeza el personaje cobre vida. Alguien con una personalidad definida y
con una frase como las que cualquier otra persona podría utilizar
diariamente.
De Julia Navarro me gusta la forma en la que siempre relata la vida de
varias personas a lo largo de muchos años, manteniendo siempre el interés
y el suspenso.
Cuando combino los tres aspectos y a eso le sumo la trama de mi libro
y mi particular forma de ver las cosas, el resultado es algo fresco y nunca
antes visto. Con el tiempo la influencia de tus grandes escritores irá
desapareciendo, dejando un estilo único que valdrá la pena leer.
De la misma forma conviene estar atentos a todo lo que no nos gusta
en la lectura. Esto nos servirá tanto o más que lo bueno para poder saber
que no debemos incluir en nuestra escritura.
Si te aburren las historias en donde el personaje pasa las páginas
pensando demasiado, omítelo en tu propia escritura.

Ejercicio 1

Para el siguiente ejercicio usarás un capítulo especial de uno de tus


libros favoritos. Alguno que conozcas muy bien. No estaría mal tener el
ejemplar a la mano para darle un repaso. Trata de escribirlo nuevamente
pero esta vez descríbelo de una manera distinta. Utiliza palabras
coloquiales de tu localidad si es preciso, no importa, es algo que solo verás
tú. Utiliza analogías, similitudes y metáforas distintas, tal vez algo
relacionado con el trabajo que haces. También puede funcionar con una
película. Congela la imagen en una escena y escribe lo que ves. Lo
importante es que empieces a tomar ejemplos y recuerdos de tu propia
vida para describir algo desde tu punto de vista único y original.

Ejercicio 2

Para este ejercicio te serviría mejor utilizar una película, pero esta vez,
una que no hayas visto antes. Escoge una escena con muchos estímulos
visuales y haz una lista con los 10 aspectos que más te llamen la atención.
Ahora en una hoja anota lo que te recuerda cada uno de estos 10
estímulos. Tiene que ser un recuerdo en específico. De esta forma
aprenderás a plasmar en papel tu propia versión de lo que ves, utilizando
tu forma única de ver la vida.
Cómo generar una historia
Este tal vez sea la pregunta más frecuente que nos hacemos a la hora
de empezar a escribir. Ya sé que tengo el deseo de ser escritor pero
ahora… ¿cómo genero una historia?
Algunas veces ya tendremos algo en mente, incluso ese algo, podría
ser lo que nos impulsa a querer escribir. Pero en otras ocasiones, tanto si
ya tenemos una historia escrita como si acabamos de empezar, no sabemos
cómo generar una nueva idea.
En este capítulo veremos algunos consejos acerca de cómo generar una
idea o cómo continuar con una historia que está estancada.
Lo primero que tenemos que tener en cuenta es que prácticamente
todas las clases de historias ya se han escrito. Debemos saber esto para
que cuando creamos haber encontrado una, no nos decepcione saber que
existe otra similar. Por supuesto que ya existen pero eso no quiere decir
que no podamos crear una nueva. De lo contrario solo existiría una
historia de amor, una de misterio, una de horror, etc. El punto está en
darle un nuevo enfoque. Y esto lo conseguimos a través de nuestra voz
única de escritor.
Lo primero que debemos tomar en cuenta es que una historia no debe
aburrir. Ya sea que escribamos romance, comedia, misterio, suspenso, lo
principal es que la historia no debe aburrir a nuestros lectores. La forma
de hacerlo es siempre mantener el conflicto, el suspenso y el misterio en
un sano balance.
Nadie quiere saber de la historia de un hombre que se levantó una
mañana, se fue a trabajar, consiguió un ascenso, se ganó la lotería y vivió
por siempre feliz.
Si hacemos memoria, nunca hemos leído un libro o visto una película
con esas características. De la misma forma entonces, debemos pensar en
el conflicto de nuestras historias.
Primero debes elegir un género. Posiblemente sea el que más te guste
leer.
Digamos que tomas la novela negra.
Debes estudiar los componentes de la novela negra. Para eso puedes
consultar libros especializados en el tema, buscar definiciones en internet
o simplemente tomando el ejemplo de las novelas que ya hayas leído. Así
sabrás cómo se estructura el género que elegiste. Esto te sirve para saber,
por ejemplo, que en la novela negra siempre habrá un asesino, un policía o
investigador, crímenes, etc.
Lo que te queda ahora es simplemente rellenar las piezas. Empiezas a
elaborar una especie de casting en tu mente para encontrar a quien
interpretará al asesino, al policía y todos los demás.
Aun así probablemente no sepas nada acerca de la obra que quieres
crear. Así que ahora te toca pensar en qué manera tu novela será distinta a
la de los demás. Recuerda que tienes una forma única de ver las cosas. Tu
voz de escritor deberá darte el enfoque correcto. Si lo usual es que todos
los asesinos sean hombres blancos entre 30 y 40 años que viven en el
sótano de su anciana madre, ¿por qué no darle un giró interesante y poco
usual haciendo que el asesino en serie se trate de una niña adolescente?
Como dije anteriormente, prácticamente todas las tramas ya están
escritas, así que debes contar algo nuevo o algo viejo visto desde un punto
de vista distinto.
Bueno, ya tienes a tu inusual asesina, el personaje hará que la novela
salga de lo común y llame la atención de los lectores. Ya casi puedes ver
la sinopsis.
“Todos en el pueblo tienen miedo de salir de sus casas porque un
asesino en serie anda suelto. Todas las madres esconden a sus hijos y los
hombres caminan por la calle volviendo la vista constantemente sobre el
hombro. Lo que nadie sospecha es que el asesino usa trenzas y asiste a
clases con sus propios hijos”.
Eso sería suficiente para que te den ganas de levantar el libro de la
estantería y darle una oportunidad.
Ya tienes una gran idea con la que trabajar. Pero ahora… ¿qué sigue?
Antes de continuar con este paso déjenme que les diga que a lo largo
de todos los años que he estudiado y practicado la escritura creativa, nada
me ha resultado más útil como el uso de las listas y tarjetas o ficheros. La
implementación de este recurso es invaluable para nuestra carrera y no
solo en el momento de generar o estructurar las historias sino que nos
sirve para muchos otros aspectos.
Puedes utilizar un pizarrón que utilice tinta o tiza, tarjetas tipo
ficheros, post it adhesivos o cualquier material que te permita colocar
visualmente las escenas.
Ahora sí, continuemos.
Ya tienes una idea (una adolescente asesina), pero nada más. Ahora lo
que debes hacer es pensar a grandes rasgos. Piensa en las escenas más
grandes e importantes que se te vengan a la cabeza. Si todavía no se te
ocurre ninguna, entonces empieza por las más obvias.
Tu historia tiene que tener un inicio y un fin, así que anota eso. En un
pizarrón o una hoja de papel traza una línea en donde el extremo izquierdo
sea el inicio y el lado derecho sea el final. ¿Qué más?
Ahora haz una lluvia de ideas. Nuevamente, empieza por lo más
obvio. Seguramente atraparán a la adolescente asesina, matará a varias
personas, un policía investigará el caso, etc. Todas las ideas anteriores son
grandes momentos de tu historia y deberás tratar de ubicarlas en algún
punto de la línea que trazaste anteriormente. No importa si después
cambia el orden de las escenas o si incluso decides eliminar algunas, lo
importante es ordenar tus ideas gráficamente para que te resulte más fácil
seguir con el siguiente paso.
Ahora todo cae por pura lógica.
Como si se tratara de un rompecabezas o uno de esos dibujos en donde
un punto te lleva al otro, debes rellenar los espacios entre las escenas de
una manera lógica y temporal.
Por ejemplo, si la primer escena que aparece en el lado izquierdo de la
línea es “matará a varias personas”, tienes que preguntarte cuál sería
lógicamente la escena previa a esta. Si la adolescente matará a una
persona primero tienes que presentar a esa persona o víctima. Después de
la escena en donde mata a su primer víctima podrías ahora colocar la
introducción del policía que investiga el caso. No es necesario que
rellenes la hoja con todas y cada una de las escenas que aparecerán en la
historia (aunque si lo logras, enhorabuena) solo es necesario que alimentes
esa línea temporal lo suficiente para empezar a escribir.
Te darás cuenta que media vez empiezas con el proceso de escritura la
misma historia te dará las pistas necesarias de lo que tiene que venir. A
veces la forma en la que cierras un capítulo te sirve de guía acerca de
cómo continuar con el siguiente. Podrías incluso terminar alterando de tal
forma la línea de escenas que ni siquiera la reconozcas al final. Y eso está
bien, la historia que tengas en la cabeza saldrá por si sola si le dedicas
tiempo y esfuerzo. Pero lo importante de este método es que te dará lo
necesario para echar a andar el motor de la creatividad.
En cierto modo es algo muy similar a tomar unas vacaciones con la
familia en automóvil a un lugar que no conoces. Investigarás cuáles son
los puntos de interés para visitarlos, comprarás un mapa de la región,
planearás visitar tal o cual lugar un día específico. Pero esto solo te
servirá de guía para empezar porque en el camino encontrarás
modificaciones para que el momento resulte lo mejor posible.
Ahora ya tienes una idea general de cómo se estructurará tu historia.
Te sientas frente a la computadora y tomas el título de la primera, digamos
que se llama “primera muerte”, ahora ya estás listo para empezar, pero…
tampoco sabes cómo iniciar una escena.
Si este es el caso debes de saber que este mismo método es aplicable
para cada proceso de la escritura. Solo tienes que tratar cada capítulo o
escena como si estuvieras tratando de establecer la trama de la novela
como lo hiciste anteriormente.
Dibujas una nueva línea en donde el extremo izquierdo es el comienzo
del capítulo y el derecho es el final. ¿Qué sucede en el capítulo? Se trata
de la primera muerte. Ahora, nuevamente, debes rellenar de manera
lógica un punto con otro.
Una nueva lluvia de ideas te podría llevar a un listado de momentos
como el siguiente:

Aparece persona que va a morir


Aparece el asesino
Muere la víctima
Se cuenta algo de la víctima para que el lector cobre empatía
Escapa el asesino

Si te das cuenta, esta lista no está necesariamente en orden


cronológico. Ahora solo debes ubicar cada momento en su
correspondiente espacio lineal y listo. Ya tienes el mapa de los pasos que
debe seguir un capítulo en específico.
Puedes repetir este ejercicio cuantas veces sea necesario. Como ves,
puedes hacerlo a gran escala o algo tan pequeño como un capítulo. Si aún
tienes problemas con el capítulo, redúcelo más. Contrate en el primer
momento “se cuenta algo de la víctima para que el lector cobre empatía”.
Nuevamente traza la misma línea y repite el proceso cuantas veces sea
necesario. Una nueva lluvia de ideas.
¿Qué debe saber el lector para cobrar empatía con la víctima?

Relatar sus problemas familiares


Problemas laborales
Descripción de la ropa
Descripción del lugar
Momento en donde ve al asesino

Lo ordenas cronológicamente y tendrás la forma de comenzar con ese


momento en específico.
Recuerda que esta no es la única manera de generar la idea para una
historia. Tu mejor amigo a partir de ahora será un bloc de notas, libreta o
teléfono inteligente en donde puedas anotar cualquier cosa en cualquier
momento. Siempre debes estar alerta a todo lo que ves, lo que escuchas,
sientes y lees. No sabes en qué momento te visitará la famosa musa de la
inspiración y debes estar preparado. Y créeme, un consejo de oro es que
anotes cualquier cosa que se te venga a la cabeza. No basta con creer
poder recordarlo para más adelante. No te arriesgues a perder una buena
historia por no haberlo anotado en su momento.
El trabajo más pesado o en donde dedicas más tiempo a la creación de
tu historia no es frente a la computadora, como podrías suponer, es cuando
estás lejos de ella haciendo todo tipo de actividades. Cuando estás
conduciendo, haciendo ejercicio, cocinando, dando un paseo con el perro o
antes de dormir. Siempre tienes que estar pensando en tu historia,
permitiendo que sea ella la que se te presente a ti y cuando lo haga estarás
listo para anotar cada detalle.
Otra fuente vital para generar ideas para tus historias está en los
mismos libros que lees.
No estoy diciendo que debas copiar lo que lees o que solamente
realices pequeños cambios a las historias que te gusten. Lo que digo es
que a veces tu manera particular de ver las cosas, tu voz de escritor, te dirá
que hay algo que llama la atención y realizará la conexión entre lo que
estás leyendo y algo que formó parte de tu vida de cualquier forma, tal vez
algo que viste, leíste en otro libro o sentiste, y te dará una nueva idea
fresca para escribir.
Stephen King considera su opera prima a su saga de La Torre Oscura.
El personaje principal, Roland, es un pistolero que vaga por una extraña
versión de la tierra en un época indeterminada. Cuando alguien le
preguntó de dónde había sacado esa idea contestó que había nacido por una
mezcla de Clint Eastwood en la película El Bueno, el Malo y el Feo y el
libro El Señor de los Anillos de Tolkien.
Su voz de escritor, la manera particular que tiene su mente de ver las
cosas lo llevó a formar una idea a partir de elementos ya existentes.
Algo que también es muy útil es que investigues un poco acerca de lo
que vas a escribir. No puedes sacar de tu cabeza lo que no tienes dentro.
Si te dijera que imaginaras a un elefante color rosa, con un chaleco negro y
sombrero de copa bailando tango, podrías hacerlo. Estoy seguro que
jamás has visto algo similar. Pero tu mente es capaz de crear esa imagen
porque conoce lo que es un elefante, sabe cuál es el color rosa, has visto un
chaleco negro y sabes cómo se baila el tango. Es más fácil crear una
historia cuando tienes la mente llena de detalles de lo que quieres escribir.
Si vas a escribir una historia de la segunda guerra mundial, trata de ver
muchas películas del tema, lee libros similares, busca en internet algunos
datos que no se encuentren usualmente en las películas y libros. Cuando
tengas la cabeza empapada de lugares, conceptos, imágenes, batallas y
momentos, una luz se encenderá dentro de ti para asociar lo que tienes en
la cabeza con otra idea totalmente distinta para formar algo nuevo.
Ten esto muy en cuenta y practícalo porque a veces creemos que no
somos capaces de generar una historia por el simple de sentarse frente a la
computadora y no lograr escribir dos frases juntas. Pero no es que no
tengamos la capacidad sino que estamos abordando la tarea de la manera
errónea o sin la previa preparación.

Ejercicio

Si ya posees una idea pero no tienes claro el camino a seguir, elabora


una línea temporal como lo hicimos en este capítulo. Si no tienes una idea
para una historia, es el momento ideal para intentar generar una.
Personajes
Los personajes son los actores de nuestras historias y los hay de todo
tipo. Tenemos los personajes principales, los cuales son los que
aparecerán continuamente durante todo el libro. En ellos recaen todos los
problemas y situaciones. Son los encargados de llevar la acción y todos
los hechos importantes. Por lo general existe un sólo personaje principal
pero pueden haber varios. También tenemos a los personajes secundarios,
son los que acompañan a nuestros héroes en su aventura, como Sam, en El
Señor de los Anillos de Tolkien.
También deberán aparecer personajes que son únicamente transitorios,
como lo sería un camarero en un restaurante cuya función será únicamente
llevar los alimentos a nuestros personajes. Serían los equivalentes de los
extras de las de las películas.
Cuando se habla de los personajes de una historia, escuchamos una
frase muy recurrente. Son personajes redondos y tridimensionales o por el
contrario, que son personajes planos. ¿A qué se refiere esto?
Se dice que un personaje es tridimensional o redondo cuando se siente
de carne y hueso. Cuando el escritor logró que olvidáramos que se trata de
una historia ficticia y empezamos a pensar en ellos como seres que tienen
un lugar en el mundo real.
Es muy común que nos suceda, al terminar una historia, que nos
quedemos pensando en los personajes. Esto sucede cuando los personajes
están bien hechos.
Muchas veces la historia nace en la mente del escritor a través de un
personaje. Otras, surge una idea central y luego se crea el personaje a
partir de lo que la misma historia requiera.
Pero lo realmente importante a tomar en cuenta a la hora de crear a un
personaje es la credibilidad. Tiene que tener valores establecidos, deben
tener motivaciones. Pero también defectos. Tienen que equivocarse y
tener aspiraciones. En resumen, deben ser como lo somos todos.
La época de los buenos muy buenos y los malos muy malos quedó
atrás. Solo puede encontrarse en las películas animadas de Disney.
El caballero o príncipe azul que lucha abnegadamente contra todo tipo
de obstáculos o el villano que quiere destruir al mundo sólo por ser malo
no tienen cabida en nuestras historias.
Para que un lector se enamore de un personaje debe sentirse
identificado con él. Y eso sólo puede suceder si los dotas con sueños y
anhelos, así como obstáculos que vencer.
Deben tener defectos porque nada exaspera más que un personaje
perfecto.
Hace algunos años leí una novela de un escritor al cual admiro mucho,
pero en esta ocasión había creado un personaje tan perfecto e invencible
que consiguió que dejara el libro de lado.
Este personaje hablaba a la perfección varios idiomas, era campeón
nacional de tiro con arco, cinta negra en las artes marciales, sabía pilotar
aviones y helicópteros. Era todo un adonis, tenía una esposa preciosa y
para colmo de males… era multimillonario. Se embarcaba en peligrosas
aventuras solo por el simple deseo de encontrar tesoros para donar luego a
las instituciones del país.
Nuestro corazón va a estar del lado de los personajes con miedos e
inseguridades, de los que toman decisiones erróneas y luego sufren las
consecuencias.
Es importante establecer los miedos a vencer desde el inicio de
nuestras historias, para luego ver una transformación a lo largo del relato.
En El silencio de los corderos de Thomas Harris, vemos a su
protagonista, Clarice Starling es una analista del FBI que aún está a
prueba. Teme fallar ante sus superiores y se muestra llena de miedos e
inseguridades. ¿Y qué hace Thomas Harris? ¿Acaso la coloca en la
seguridad de su hogar lejos de todo peligro? Claro que no. Hace
exactamente lo opuesto. La coloca al frente de una de las investigaciones
más importantes y peligrosas con un terrible antagonista, el Dr. Hannibal
Lecter.
Si estás a punto de crear un personaje sugiero empezar por lo más
simple. Crea una plantilla de Excel o en una hoja de papel en la que
coloques los siguientes datos :

Color de cabello
Altura
Color de ojos
Tez
Edad
Sexo
Ocupación

Estos datos te servirán durante todo el relato para tener una idea más
clara acerca de quién estás hablando. Luego viene la parte más
interesante. Son todas las preguntas existenciales que le darán vida y
personalidad a tus personajes :

Anhelos
Valores
Miedos
Fobias
Manías
Hobbies
Defectos
Cualidades

Una vez tengas todos estos aspectos claros, verás cómo se siente como
una persona más cercana a la realidad.
Si estás creando un villano deberás dotarlo de aspectos tanto buenos
como malos. Nadie es malo porque sí. Adolfo Hitler es considerado como
uno de los más grandes criminales de la historia. Pero aún en su mente
retorcida él creía estar haciendo el bien.
Si el villano de tu historia tiene un plan malévolo para soltar una
bomba atómica sobre una ciudad, debe de tener sus objetivos claros. Tal
vez desee crear el caos para luego hacerse con el control de la ciudad. En
este caso sus motivaciones, aunque retorcidas, estarán justificadas según
su propia perspectiva.
En Inferno de Dan Brown, vemos al villano soltar un virus capaz de
diezmar a la población del planeta. A través de la historia vemos su lógica
retorcida, dado que la población del planeta alcanza cifras alarmantes y la
proyección para el futuro es aún peor, él decide diezmar a la población
para que las futuras generaciones no se vean con problemas de recursos
naturales.
Con el protagonista sucede de una forma distinta. Los obstáculos que
tendrá que vencer serán usualmente causados por la situación en sí
misma. Como nuestra tendencia como seres humanos es hacer el bien y
vencer las adversidades estaremos siempre pendientes de qué manera
nuestro héroe resolverá los conflictos.
Un ejercicio que siempre me ha ayudado a la hora de crear personajes
es prestar atención a cualquier persona que veo en la calle. Imagino cuáles
serán sus nombres, ocupaciones, miedos y anhelos.
Si la descripción física de tus personajes concuerda con alguien a
quien conoces, no estará de más dotarlo con algunas de las cualidades de
esta persona. Nunca es recomendable copiar al 100% a nuestros amigos y
familiares pero tomar prestado algunos aspectos es algo posible y
recomendable.
A veces caeremos en la tentación de querer proyectar nuestra propia
personalidad en los personajes. Es algo natural y lógico que no tiene nada
de malo, pero debes tener cuidado en la medida que lo haces. Recuerda
que no todas las personas son iguales, así que no todos pueden parecerse a
ti.
Más que nada tendrás que dejar que el mismo personaje se dé a
conocer en tu mente. No te preocupes si ves que el personaje es un poco
insulso durante la escritura del primer borrador, ya habrá tiempo para
pulirlo y añadirle los detalles especiales que le darán vida en la mente de
tus lectores. Piensa en ellos en todo momento, no sólo durante la
escritura, también cuando hagas cualquier otra actividad. Si estás en un
restaurante pregúntate qué plato escogería tu personaje principal.
Descubrirás que de esta manera aprenderás cosas sobre ellos para después
plasmarlas al papel. Posiblemente tu personaje no ordenaría camarones
porque es alérgico a los mariscos. Así es como nace la personalidad,
manías y peculiaridades que hacen de un personaje un ser tridimensional.
Como dije anteriormente, a veces una historia puede nacer a partir de
un personaje o un personaje puede desarrollarse a partir de una idea
central. En ambos casos deberás empezar llenando la ficha básica de
rasgos y cualidades para tener una guía. Poco a poco habrán situaciones
en las que tu mismo personaje te revelará datos sobre su propia vida.
No hay una fórmula exacta para crearlos, pero este será un buen
comienzo.
Más que nada debes pensar en tu obra. Debes analizar lo que escribes,
tener claro cuál es la historia que quieres contar. Cuáles son los obstáculos
y dificultades. Allí está la clave para que un lector se enamore de un
personaje.
Si quieres hacer una historia de un náufrago que se queda a la deriva
en una balsa en medio del océano, ¿qué factores podrías incluir en la
personalidad del protagonista para hacer interesante la historia? Tal vez
no sabe nadar, o puede tenerle pánico a los tiburones. Si tu personaje es
un aventurero, seguro de sí mismo, campeón de natación y
supervivencia… el interés del lector decaerá un poco al estar seguro que el
personaje podrá resolver cualquier situación sin ayuda.
En Bajo la misma estrella de John Green vemos a dos personajes que
luchan contra una terrible enfermedad, pero una vez más hay que señalar
que el autor se centró más en los personajes que en la historia en sí
misma. Por fin los adolescentes han encontrado el amor y estarán
dispuestos a cualquier cosa con tal de mantenerlo. En esta historia de
amor no se mezclan los celos o la intervención de una tercera persona que
amenaza con separarlos. La enfermedad es la que hace peligrar su
mundo. Tal como el ejemplo del náufrago que no sabe nadar en la balsa en
medio del océano, John Green enfrenta a sus personajes contra lo que no
pueden luchar.
Para los personajes secundarios tendrás que llenar la misma plantilla.
No importa que la aparición de los mismos sea más reducida que la de los
protagonistas. Recuerda que entre más conozcas a tus personajes más
fácil te será plasmarlos al papel.
Existen algunos escritores que antes de comenzar una historia,
entrevistan a los personajes como si se tratara de un casting de televisión.
Te podrías sorprender si dejas tu mente correr y dejas que tus
personajes te cuenten todo acerca de ellos mismos.
Nunca olvides la credibilidad a la hora de crear a los personajes. Nada
conseguirá que un lector frunza el ceño contra un personaje más que con
las inconsistencias en su personalidad.
Si tu protagonista es una madre soltera abnegada no saldrá un día a
lanzarse a una gran aventura sin importarle lo que les suceda a sus hijos.
Un detective nunca dejaría de asistir a la escena de un crimen solo porque
se le atravesó algo mejor que hacer.
Recuerda incluir muchos detalles. Los detalles crean una
personalidad.
El aspecto más importante para que un lector se enamore de un
personaje o al menos olvide completamente que se trata de alguien que no
existe es cuando los conoce.
Si encendieras la televisión y en el noticiario ves la noticia de una
persona que sufrió un accidente al otro lado del mundo, lo más probable es
que frunzas el ceño y digas “pobre”. Nada más. Si el noticiario anuncia
que quien sufrió el accidente es el profesor que te dio clases de pequeño, te
inclinarás sobre tu asiento y prestarás más atención. Si el noticiario dice
que quien sufrió el accidente es tu vecino… probablemente subirás el
volumen del aparato y llamarás al resto de la familia para que vean la
noticia.
El accidente fue el mismo en los tres casos, entonces, ¿por qué tu
interés se incrementó de uno a otro? Porque conocías más a uno que a
otro.
Esa es la clave.
Tu protagonista puede ser tan real como cualquier persona, tiene
hobbies, manías, valores, miedos, comidas y películas favoritas y aun así
el lector podría no enamorarse de él. La diferencia está en lo que
conocemos de los personajes, eso hace que nos importen.
Si te cuento la historia de un anciano en la edad media que un día salió
de su casa y un carruaje le pasó encima partiéndole la pierna, dejándolo
lisiado… no te importará tanto. Pero si antes te hago conocer al personaje
y te proporciono datos de su vida, como que de él depende el sustento de
su pequeña nieta, entonces cuando el accidente suceda te llevarás las
manos a la boca y sacudirás la cabeza con pesar. Te preguntarás qué será
ahora del porvenir del anciano y de su nieta. Generarás interés por la
historia y el impulso a seguir leyendo para saber qué sucede a
continuación.
Así que no te limites a crear a tus personajes con todos los rasgos que
hablamos anteriormente, también tienes que darlos a conocer para crear
empatía e interés.

Ejercicio
Puedes tomar un libro que conozcas bien o una película que ya hayas
visto. Céntrate en el personaje, intenta analizarlo. Escribe en una hoja de
papel lo que tu reconozcas como sus fortalezas y sus defectos. Luego
analiza de qué manera sus virtudes o defectos afectan la trama de la
historia. Hacer este ejercicio repetidamente en el inicio de nuestra carrera
será crucial para que logremos aprender a ver cómo se contrastan los
problemas de la trama con los valores del protagonista. Después de
hacerlo repetidamente encontraremos un patrón y seremos capaces de
hacerlo luego por nuestra cuenta. No solo te centres en sus valores,
defectos y virtudes, también presta atención a los detalles. Como el hecho
que Sherlock Holmes toque el violín, la extrema pulcritud de Hércules
Poirot o el gusto de Hermione Granger por los libros.
Tipos de narrador
El narrador de la historia, es como su nombre lo indica, el encargado
de relatarnos los hechos que toman parte durante nuestra historia. Existen
distintos tipos de narrador y escoger el indicado es crucial para el buen
desempeño de nuestras ideas. Cada uno tiene sus propias fortalezas y
obstáculos, así que su elección no se debe tomar a la ligera. Antes de
definir el tipo de narrador debemos de tener claro qué es lo que queremos
transmitir.
Entre los narradores principales, y más usuales, podemos mencionar
los siguientes :

Narrador omnisciente
Narrador primera persona
Narrador tercera persona
Narrador testigo
Narrador segunda persona

El narrador omnisciente es aquel que lo sabe todo acerca de nuestra


historia. Sabe los más íntimos pensamientos de los personajes y sabe
tanto lo que ya sucedió anteriormente en la historia o lo que sucederá. El
omnisciente da mucha libertad narrativa pero tiene ciertas debilidades. El
lector podría no empatizar tanto con los personajes. Podría sentirse como
un mero espectador que no toma parte de la historia sino solo la ve desde
lejos.

El narrador en primera persona es posiblemente el más adecuado para


utilizar si estás empezando tu carrera de escritor. No necesariamente digo
que solo sirva para principiantes, puedes ser ya un maestro en la escritura
y seguir utilizando este tipo de narrador. Digo que es más fácil al
comienzo de nuestra carrera porque es lo más parecido a la forma en la
que contamos cualquier cosa en el día a día. La primera persona es el
protagonista de quien tomaremos prestados sus cinco sentidos para relatar
nuestra historia. Una de las fortalezas de este tipo de narrador radica en
que es más fácil de crear un vínculo más estrecho con el lector. Se
convierte en una experiencia más íntima. Pero como dijimos
anteriormente, no todo son fortalezas, también tiene sus puntos débiles. El
narrador en primera persona no tiene acceso a cierta información. De
hecho, es muy limitada. Solo tenemos acceso a los pensamientos y
vivencias del mismo personaje. En este tipo de narrador no puedes
acceder a la mente de los demás. Tampoco puedes saber lo que está
sucediendo en ese momento en otro lugar.
Las descripciones también se ven afectadas. Tu narrador en primera
persona no puede explicar cómo se ve él mismo por la espalda, o como le
refleja el sol sobre su cabello. La descripción física de este personaje
suele ser un poco complicada al inicio de una novela porque a menos que
recurras a un gastado cliché, del tipo “la imagen que me devolvió el espejo
era de un hombre canoso de 66 años con varias arrugas alrededor de sus
ojos verdes”, tendrás que encontrar maneras más ingeniosas y creíbles
para dar a conocer el aspecto de tu protagonista.

El narrador en tercera persona es uno de los más comunes en la


actualidad. Este narrador es una mezcla de los dos anteriores. Aquí
tenemos la libertad de relatar el aspecto físico de nuestro personaje y
también tenemos acceso a sus pensamientos. Pero la regla es que solo
podemos acceder a los del protagonista. Este tipo de narrador es como si
el protagonista tuviera una cámara siguiéndolo a todas partes.

El narrador testigo es el que nos cuenta la historia desde la tercera


persona pero no siendo él el protagonista del relato. Es un punto de vista
interesante porque aporta comentarios personales acerca de otros
personajes. Analiza y describe el porqué de las acciones de los demás
desde su percepción. El ejemplo más claro de todos es el Doctor Watson,
en la serie de Sherlock Holmes de Sir Arthur Conan Doyle.

El narrador en segunda persona es tal vez el que menos se utiliza de


todos, dada su complejidad a la hora de escribirlo. No se pueden encontrar
muchos relatos en segunda persona y aún menos los que estén bien
escritos. Este tipo de narrador, escrito con maestría, aporta una gran
sensación de intimidad con el lector. Da una sensación de vivir la historia
como ninguna otra, pero es muy difícil de conseguir. La mayoría de las
veces el uso sobrecargado de la palabra tú se hace demasiado pesado para
el lector. Es casi como tener a una persona susurrándote al oído todo lo
que haces, dices, piensas y ves.
El tipo de narrador debe elegirse con mucho cuidado, ya que no da lo
mismo para una novela de miedo que lo cuentes con un narrador
omnisciente que uno en primera persona. La primera persona le añadirá
más sensación de peligro al no saber lo que se aproxima a la vuelta de la
esquina.
Algunas preguntas a tomar en cuenta a la hora de elegir un narrador :

¿En qué nivel de escritura estás? Si estás comenzando es mejor que te


decidas a utilizar la primera persona.
¿Hay varios personajes y todos tienen algo crucial que aportar? Si la
respuesta es sí, entonces tal vez debas escoger la tercera persona y
dedicarle un capítulo a cada uno o bien utilizar el narrador
omnisciente.
¿Cuál es el género de la historia que quieres contar? Debes hacer
pruebas y ver qué tipo de narrador funciona mejor para cierto tipo de
historia. Deberías preguntarte si ganas más si el lector tiene acceso a
los pensamientos de los personajes o si es mejor que se enteren de lo
que sucede al mismo tiempo que los personajes.

Ahora un ejemplo de cada tipo de narrador utilizando la misma


historia para ver sus diferencias :

Omnisciente
Era una noche fría y oscura, el viento hacía agitar las hojas sobre la
copa de los árboles produciendo una especie de siseo. María escuchó un
sonido que parecía provenir de la cocina. Se levantó de la cama y caminó
despacio por el pasillo. Lo que María no sabía era que Iván Rodríguez, un
peligroso loco que había escapado esa mañana del manicomio, la estaba
esperando con un cuchillo.

Primera persona
Desperté al escuchar un sonido extraño. Tal vez proveniente de la
cocina. Hacía mucho frío y cuando las palmas de mis pies tocaron el suelo
sentí como si una lengua de hielo me lamiera los pies a cada paso. Me
llevé las manos al pecho mientras caminaba por el pasillo. Pude sentir los
latidos de mi corazón en mis manos y en mi garganta con cada paso que
daba.

Tercera persona
María despertó sobresaltada por un sonido extraño. La noche era fría
y oscura, lo cual no hizo sino preocuparla más por estar sola en una cabaña
apartada de la civilización.
«Parece que viene de la cocina —pensó».
Se levantó con la respiración agitada y empezó a caminar lentamente
por el pasillo.

Segunda persona
Te despiertas al escuchar un sonido extraño. Piensas que tal vez
provenga de la cocina. Al bajar los pies sientes como el frío del suelo te
congela los dedos. A cada paso que das sientes los latidos de tu corazón .
El final del pasillo para llegar a la cocina se aproxima y no sabes lo que
vas a encontrar. Ahora ya sólo estás a dos pasos.

Como puedes ver cada narrador tiene sus ventajas y desventajas.


En el narrador omnisciente se tiene una gran ventaja. El sentido de
peligro hacia nuestra protagonista se incrementa porque sabemos que hay
un asesino que está esperándola a solo unos metros de distancia. Si el
capítulo terminara en ese punto, está garantizado que el lector querrá saber
qué sucede con María en el próximo capítulo. La desventaja es que se
siente un poco impersonal. Nos da la sensación que somos meros
espectadores en lugar de preocuparnos como si lo estuviéramos viviendo
en carne propia.
En el narrador en primera persona la sensación de estar viviendo la
historia aumenta exponencialmente. En este tipo de narración el lector
podrá llegar a olvidarse que está leyendo una historia y concentrarse en
estímulos como los latidos del corazón o la sensación del frío en los pies.
La desventaja es que se pierde un poco la libertad de narrativa, en este tipo
de narración, al igual que en el de tercera o segunda persona no podemos
saber de antemano quién la espera al final del pasillo o saber del sonido de
las hojas de los árboles, lo cual ayuda para la ambientación de la historia.
En la tercera persona vemos la ventaja de tener un poco de los
aspectos positivos del omnisciente y la primera persona. En esta narración
se mezclan ambas, lo cual puede ser muy atractivo y útil. Pero a la vez
también pierde un poco de cada una de ellas. En esta narración igualmente
no sabemos quién la espera al final del pasillo y tampoco se tiene el
sentido de proximidad de la primera persona.
La segunda persona, como ven, es algo especial. En un fragmento
corto puede resultar muy sugerente y atractivo al tener la sensación de
peligro inminente. Después de todo, el propio autor te está contando lo
que tú estás haciendo. Pero hay que tener mucho cuidado con esto, porque
como dije anteriormente, el uso prolongado de este tipo de narrador puede
resultar extraño y sobrecargado. El único libro en segunda persona que,
para mi gusto, logró encontrar un balance perfecto es Tú de Caroline
Kepnes, recomiendo ampliamente su lectura.

Ejercicio

Toma un fragmento de algo que ya tengas escrito o crea una breve


historia y experimenta con cada tipo de narrador. No olvides considerar
qué tipo de historia estás tratando de contar y cuál es la mejor manera de
dosificar la información. Cuando termines de escribir el mismo relato con
cada tipo de narración léelas detenidamente varias veces en silencio y en
voz alta. Alguna de todas logrará destacar sobre las demás y habrás
descubierto con cuál te sientes más cómodo.
Recuerda que un lector toma un libro para entretenerse y descubrir
cosas por sí mismo. Para pensar y conjeturar al lado del protagonista, para
imaginar los distintos escenarios y situaciones que vienen a continuación.
Por ello deberás analizar qué tipo de narrador logra sorprender y
entretener más al omitir o brindar cierta información en el momento
indicado.
Detonante
Cuando hablamos de detonante nos referimos a ese momento del
inicio del libro en donde vemos que algo fuera de lo normal le sucede a
nuestro protagonista.
En estos días no podemos darnos el lujo de gastar las primeras páginas
de nuestra historia explicando las maravillosas personas que son nuestros
personajes, para que llegado el momento en el que algo malo sucede nos
preocupemos por ellos y le demos nuestro apoyo e interés. Hoy en día el
mundo de la escritura es más duro de lo que solía ser. Con la llegada del
libro electrónico y sus bajos costos y las plataformas de auto publicación,
nos vemos como escritores con grandes oportunidades, pero también con
mucha competencia.
Debemos enganchar a nuestros lectores desde la primera hoja, de ser
posible, desde la primera frase.
Por eso es tan importante empezar con el detonante lo más pronto
posible.
Así que en lugar de describir acerca de cómo nuestro protagonista se
levanta en la mañana y se va al trabajo, interactúa con sus compañeros y
luego a la hora de la salida lo llama su jefe para contarle que al día
siguiente tendrán una reunión muy importante en la cual se decidirá su
permanencia en la empresa, podemos empezar directamente por el
problema. Podemos empezar la historia cuando nuestro personaje
abandona la oficina de su jefe y luego relatar lo sucedido durante el día, a
modo de recuerdo, o bien describir el día siguiente en el cual se llevará a
cabo la reunión.
La diferencia podrá parecer insignificante pero lo que realmente
engancha a un lector a una historia no son las descripciones magistrales
que damos acerca de una catedral o un parque, ni tampoco las acciones
diarias de un personaje en un entorno familiar. Son los problemas.
Los problemas y el conflicto serán la amalgama que mantenga unidos
los ojos del lector a nuestras páginas. Un problema tras otro.
Cuando los problemas y dificultades acaben, también lo hará el
interés.
Será el deseo de saber si el personaje logra vencer cierto obstáculo o,
en caso de no conseguirlo, ver de qué manera le afecta el no haberlo
hecho.
¿Qué tan pronto debemos ubicar el problema inicial?
Como casi todos los aspectos de la escritura, no hay una respuesta
exacta sino solo una guía. Más que cualquier cosa, nuestro instinto nos
dirá en qué momento ubicarla. Pero entre más pronto se presente mejor.
Juan Gómez-Jurado, en su novela Espía de Dios, empieza el relato de
una manera magistral.

«El padre Zelnick despertó en mitad de la noche con un cuchillo de


pescado en su garganta».

¡Qué manera de empezar un relato!


Es una primera frase que engancha, incluso obliga, a leer la segunda.
Despierta varias preguntas en nuestra mente.
¿Quién sostiene el cuchillo? ¿Por qué quiere hacerle daño al padre
Zelnick? ¿Morirá? ¿En dónde se encuentra? ¿Qué hizo el padre Zelnick
para merecer ese trato?
El detonante no tiene por qué suceder obligatoriamente en la primer
línea de nuestra historia y tampoco tiene que ser algo que ponga en peligro
la vida del personaje.
Una persona empezando un nuevo trabajo también puede funcionar.
Después de todo, cualquier cambio presenta un conflicto. Los seres
humanos estamos acostumbrados a nuestras rutinas y cualquier cambio se
percibe con cierta incertidumbre, ya sea para bien o para mal. Y es en ese
punto en donde el lector cobra interés.
Lo más usual en la escritura es mostrar la realidad actual de nuestros
personajes y luego introducir el cambio pero también se puede describir de
otras maneras.
En Harry Potter, una de las sagas más exitosas de la historia, la
escritora británica J.K. Rowling nos describe a Harry en un ambiente
problemático. No necesita introducir en las primeras líneas un cambio
para que el lector cobre interés en el personaje porque el cambio ya
sucedió. En el primer libro de la saga, Harry Potter y la piedra filosofal,
vemos a Harry viviendo en una especie de armario, se percibe el odio por
parte de sus tíos, la burla y la humillación por parte de su odioso primo
Dudley.
La escritora no necesita mostrarnos un problema adicional porque la
situación actual del personaje ya es problemática y capta nuestro interés.
Y la necesidad de crear un buen comienzo con un detonante claro
desde el inicio es más importante de lo que crees.
Si fueras el editor de una revista o el encargado de tomar la decisión
acerca de lo que se publica y lo que no en una editorial, las primeras líneas
o los primeros párrafos serán cruciales para determinar si continúas con la
lectura de ese manuscrito o pasas a cualquiera de los otros 30 que te
llegaron ese día.
Otro aspecto a tomar en cuenta es que las primeras líneas, párrafos y
páginas de una novela funcionan como la tarjeta de presentación del
escritor. En ellas se determina el tono de la historia, como una pequeña
muestra de lo que podemos ofrecer al lector.
El principal factor para saber de qué manera presentar el detonante o
incluso saber cuál es, será el conocer la obra misma. Debes detenerte a
pensar cuál es el problema principal que enfrentará tu protagonista o al
menos determinar cuál es el inicio de sus problemas.
Si estás escribiendo una historia de amor, digamos un triángulo
amoroso, el problema principal será cuando esa tercer persona entre en
escena para competir por el amor de alguien. Entonces deberás encontrar
la manera de hacerle ver al lector que una persona ajena a la pareja está
por entrar en escena. No siempre tienes que presentar el problema inicial,
podrías estar hablando del mismo triángulo amoroso pero podría empezar
en el momento en el que la pareja inicial se conoce. En este caso debes
saber que también se trata de un detonante. La vida de dos personas está a
punto de cambiar.
Debes tener claro de qué trata tu historia y poder resumirla en un
párrafo. Esta especie de sinopsis te ayudará a detectar qué es lo que hace a
tu historia diferente.
La historia del día a día de una madre no una historia en sí misma. La
historia del día a día de una madre que sufre porque su hijo ha sido
secuestrado… esa sí que es una historia.
Lo más recomendable para descubrir tu detonante es lograr simplificar
la historia en una sola frase, dos a lo sumo. Entonces sabrás exactamente
qué tipo de problema atraviesan tus protagonistas. Luego solo tendrás que
buscar la manera de introducir el detonante lo más pronto posible en la
historia.
La siguiente lista de factores a determinar te ayudarán a sacar la
esencia de tu historia para luego poder determinar el detonante :

Género de la obra
Quién es el protagonista
Qué problemas surgen en su camino
Cuáles son sus miedos
De qué manera los enfrenta

Si piensas muy bien en estos factores y tratas de responder a las


preguntas de una manera consciente, lograrás no solo encontrar un buen
detonante sino que te servirá para encontrar una buena sinopsis.

Ejercicio

Para lograr encontrar tu detonante perfecto primero tienes que tener


claro a qué nos referimos. Escoge 3 libros que conozcas muy bien y
analízalos. Trata de encontrar ese momento en el cual la vida del
personaje cambió y en donde tu interés por la historia cobró más fuerza.
Ahora intenta responder a los factores de la lista con el listado anterior y
compáralo con la sinopsis del libro. Seguramente encontrarás un patrón.
Puedes repetir este ejercicio cuantas veces quieras, intenta con distintos
géneros, sobre todo con libros similares a tu historia.
Suspenso, misterio e intriga
Como dijimos en capítulos anteriores, todos nacemos con la habilidad
de narrar historias de una manera interesante. El suspenso, la intriga y el
misterio son factores que necesitamos tener claros porque en ellos recae si
nuestra historia será leída con interés, aburrimiento o incluso será
abandonada antes de llegar al final.
Nuestro trabajo como escritores de ficción es entretener por sobre
cualquier cosa. No importa de qué trate nuestra historia, lo importante es
relatarla de una manera entretenida y para ello tenemos estos tres
elementos.
El simple hecho que un lector decida tomar un libro es porque quiere
conocer una historia de la cual no tiene idea de lo que viene a
continuación.
A muy pocas personas les gusta ver películas repetidas. Y esto se debe
a que ya saben que sucederá a continuación.
Desde la primera página ya partimos con cierta ventaja. Si el lector
tomó tu libro es porque tiene el interés de saber qué sucede luego. A partir
de este punto debemos intensificar gradualmente esta sensación con las
tres herramientas antes mencionadas.

El suspenso
El suspenso se define como “Expectación impaciente o ansiosa por el
desarrollo de una acción o suceso. Esto quiere decir que como lectores
estaremos siempre luchando al lado de los personajes y cuando les suceda
algo malo o esté por sucederles, estaremos a la expectativa al no saber qué
viene a continuación. Entre más se prolongue la resolución de un
conflicto o situación, el suspenso crecerá y así también nuestro interés por
el desenlace.
¿En dónde vemos el suspenso?
SI tu personaje está desactivando una bomba y no sabe cuál es el cable
correcto para cortar, habrá suspenso. Tu lector conoce el riesgo que
conlleva no cortar el cable correcto y al no saber si logrará hacerlo, se
genera suspenso.
En esa historia de amor en la que él corre a través del aeropuerto para
detener la partida de su amada y los lectores no sabemos si logrará llegar a
tiempo… se genera suspenso.
Cabe resaltar que entre más alto sea el riesgo y peores sean las
consecuencias de no lograr dicha acción u objetivo, más alto será el
suspenso. Si el problema que presentas es que tu protagonista no sabe si
conseguirá o no abrir esa lata de atún, el suspenso no se presentará porque
el riesgo o consecuencias son irrelevantes. La consecuencia de no
conseguir el objetivo debe ser alta y tienes que presentarla con antelación
de forma clara.
También el tiempo juega un factor importante en el suspenso. Debe
existir un intervalo medianamente prolongado entre la presentación del
obstáculo y su resolución. Si al inicio de un párrafo cuentas que tu
protagonista necesita desactivar esa bomba y un par de líneas después lo
consigue, el suspenso generado será casi nulo.
También es bueno cuidar que tanto el problema o consecuencia
sobrepasen o al menos sean equivalentes a las habilidades del
protagonista. Si el lector sabe que el protagonista es perfectamente capaz
de manejar la situación, el suspenso será mínimo. En la película Mi pobre
angelito protagonizada por Macaulay Culkin, vemos a un par de ladrones
que quieren entrar a robar una casa. Al ser un niño su único ocupante se
genera suspenso al saber de antemano que las capacidades físicas
sobrepasan al protagonista. ¿Qué habría sucedido si en lugar de un niño de
8 años, el protagonista habría sido Navy Seal que llegó de permiso a pasar
unos días en casa? No habría ninguna clase de suspenso.
Así que podríamos resumir el uso de esta técnica en que debemos
colocar al protagonista en una serie de problemas a lo largo de la historia,
con los riesgos altos y las expectativas de éxito en duda para lograr
generar así el suspenso.
El suspenso puede durar lo que tú quieras. Puede ser un problema que
tenga inicio y resolución en el mismo párrafo, página, capítulo o incluso
durante todo el libro.

El misterio
El misterio es otro gran elemento de la ficción y es cuando tanto el
protagonista, al mismo tiempo que el lector, no saben un dato específico.
Quién es el asesino, cuál es ese secreto, quién robó cierto objeto, etc. Se
ve sobre todo en las novelas de detectives en donde el policía sigue una
serie de pistas y formula conjeturas acerca de la posible identidad del
culpable. El misterio no debe ser confundido con el suspenso porque la
resolución del problema no representa un peligro inminente para el
protagonista, es más la curiosidad intelectual por saber de quién o qué se
trata la hace mantener el interés del lector con esta técnica.
Para utilizar esta técnica solo debes tener claro lo que deseas contar en
tu historia y qué deseas transmitir, hacia dónde quieres llegar. Para esto
no hay una fórmula exacta porque variará según el caso y el género de tu
historia pero lo sabrás de manera instinto y lógica. Si se trata de un
asesino en serie sabrás que lo último que tendrás que revelar será la
identidad del asesino. Llegado a este punto solo tendrás que alimentar la
curiosidad del lector implementando pistas que lleven a distintos
individuos para que el lector genere el interés de saber más.
Puedes combinar escenas de suspenso y de misterio, incluso dentro de
un mismo capítulo. Tal vez el protagonista estará en esa situación de
suspenso al no saber cómo desactivar la bomba al mismo tiempo que
alimentes la curiosidad por saber quién la colocó allí.

Intriga
La intriga podría ser considerada una mezcla de las dos técnicas
anteriores. En la intriga el lector conoce la identidad del asesino, por lo
que no puede considerarse misterio, también sabe lo que sucederá a
continuación, descartando el suspenso. Lo que no sabe es el porqué de las
acciones del asesino o personaje. Eso es lo que lo impulsa a seguir
leyendo, nuevamente la curiosidad por no saber algo hará que el lector
continúe página tras página.
Esta técnica requiere un poco más de dominio de la escritura y un
nivel un poco más alto de tus conocimientos en el campo porque debes
tener claro qué información brindar que no estropee el resto de la historia.
También depende el tipo de narrador que utilices. Algunos, como el de
tercera persona u omnisciente serán más idóneos para implementar la
intriga que el de primera o segunda persona.
Aun así es posible combinar los 3 recursos dentro del mismo libro o
incluso el mismo capítulo o párrafo.
James contaba con apenas unos minutos para abrir la puerta de la
cabaña antes de morir congelado. Sus manos entumecidas parecían de
goma mientras trataba de encontrar la llave correcta. El corazón pareció
congelarse dentro de su pecho cuando se dio cuenta que alguien había
robado su llave. De pronto… escuchó una risa suave y nasal proveniente
del otro lado de la puerta.

Ejercicio

Para aprender mejor acerca del uso de estas 3 técnicas no hay mejor
manera que aprender directamente de ellas. Busca libros de estos géneros
específicos y lee algunos capítulos. A medida que leas subraya o señala el
momento en el que el autor los introduce y presta atención a la manera que
lo hace. Esto es solo para formarse una idea práctica porque deberás a
introducirlos con tu manera particular de ver las cosas.
Show, don´t tell
Aquí nos topamos con otra frase clásica de la escritura. El famoso
“Show, don´t tell”, que podríamos traducirlo como “No me lo cuentes,
muéstramelo”.
Es muy común ver en muchos libros de escritura en donde nos
aconsejan acerca de este tema. Nos dicen que siempre es preferible
mostrar a contar. En muchos casos es así, pero existen algunas
excepciones a esta regla. Aquí veremos en dónde utilizarlo y cuándo.
Pero primero veamos a qué se refiere esta frase.
Chejov, en una de sus famosas citas dice “No me cuentes que la luna
está brillando, muéstrame el destello de su luz en un pedazo de vidrio”. A
lo que se refiere Chejov es a que a veces algunos escritores, sobre todo al
inicio de la carrera, tienden a contarnos todo lo que ven sus ojos al
escribir, sin dejarnos a los lectores la oportunidad de experimentar las
sensaciones de primera mano.
Podríamos decir que un personaje se enojó. Pero también podríamos
mostrarlo.
Veamos el mismo ejemplo primero contando y luego mostrando.

Marta le dijo a Patrick que no irían a la fiesta. Patrick se enojó.


(Contando)

Marta le dijo a Patrick que no irían a la fiesta. Patrick apretó los


labios hasta convertirlos en una fina rendija mientras apretaba los puños
hasta que los nudillos se tornaron blancos. Abandonó la sala sin decir una
sola palabra y al salir golpeó la puerta. (Mostrando)

En el segundo ejemplo no se dice en ningún momento que Patrick


estuviera enojado, pero a cambio, vivimos la escena como si la
estuviéramos viendo en una pantalla.
Indiscutiblemente, el lector gana más con la opción de mostrar en
lugar de solo contar.
Sin embargo no todas las escenas pueden mostrarse. Si lo hiciéramos,
nuestras historias serían interminables y se haría demasiado pesado para el
lector vivir cada momento.
Entonces… ¿cuándo es adecuado contar en lugar de mostrar?
Como muchos aspectos de la vida, guardar el balance entre dos
extremos suele ser lo más adecuado. Existen ocasiones en los que contar
no solo está bien sino que es incluso lo más recomendado.

Tiempo
El paso del tiempo es una de ellas. Si en tu historia tienes que decir
que una semana ha pasado desde un momento a otro, sería largo y tedioso
mostrar ese paso del tiempo real a través de dos semanas. En lugar de
hacerlo de esa manera puedes contarnos que el tiempo ha pasado.
Simplemente con una observación del tipo “una semana después…”.
Parece muy simple pero hay muchos escritores que torturan a sus lectores
con información irrelevante. Recuerda que la ficción es la realidad sin las
partes aburridas.

Recuerdos
Los recuerdos usualmente son necesarios para darle a conocer a
nuestros lectores acerca del pasado de nuestros personajes. Pero un
recuerdo implica contar algo que ya sucedió y que por lo general solo sirve
para darle cuerpo a la historia, no para avanzar en la acción. Nos conviene
entonces contar esos recuerdos en lugar de mostrarlos. La excepción a
esto sería si nuestra historia se desarrolla en dos espacios temporales
distintos. En ese caso los recuerdos se deberán tratar como si la acción se
vivirse en ese instante.

Situaciones especiales
Debemos pensar cada escena y la mejor manera de mantener la
atención de nuestros lectores. A pesar de que nuestro instinto nos diga que
una acción es muy importante para solo contarla en lugar de mostrarla,
debemos analizar si merece la pena. Si por ejemplo, nuestro personaje
sale de su casa en dirección a su automóvil para llegar a tiempo a salvar la
vida de su hijo, no podemos detenernos a mostrar cómo el viento se sentía
en su rostro y lo que observó en la calle. Debemos ser consecuentes con
nuestra historia y enfocarnos en el ritmo que lleva el relato.
¿De qué manera podemos incluir el mostrar en nuestra escritura?
Una buena manera de hacerlo es con los cinco sentidos. Muchas veces
el mostrar está cercanamente vinculado a los sentidos.
Hay otras maneras de mostrar, como en los diálogos.

—Eres el amor de mi vida —le dijo Peter al oído.

Peter acercó los labios hasta rozarle la oreja, sintiendo el aroma a


manzana que despedía su cabello.
—Eres el amor de mi vida.

En ambos ejemplos Peter le dice las palabras esperadas a su amada.


Pero si mostramos el momento, el lector sentirá el aroma de su cabello y
tendrá una sensación más íntima con la historia.
Otro lugar en donde reconocemos la necesidad del uso de mostrar en
lugar de contar es el momento en el que un personaje dice su estado
emocional. Si tenemos la necesidad de contar el estado emocional de un
personaje es porque es importante para nuestra historia. En ese caso será
mejor el uso de la técnica de mostrar en lugar de contar para que nuestros
lectores vivan en carne propia lo que siente un personaje.
La regla de tres puede ayudarnos en muchos aspectos de la escritura.
Es algo que aprendí hace mucho tiempo y la utilizo tanto para el mostrar
vs contar como para las descripciones en general.
Como dijimos anteriormente, el balance perfecto es la clave para
todo. No podemos siempre contar o siempre mostrar pero si hacemos un
buen balance entre ambos los resultados pueden llevarnos a un tipo de
escritura más placentera.
La regla sería en la que para cada tres descripciones (mostrar) exista
un contar.

Ejercicio

Lee tu trabajo en curso y marca los momentos en los que un personaje


presente emociones descritas solo con una palabra, alegre, enojado, triste,
etc. Ahora piensa en las respuestas físicas que esas emociones despiertan
concentrándote en las reacciones faciales y corporales. Trata de
reemplazarlas y lee en voz alta el resultado. Recuerda no abusar de la
técnica de mostrar.
Cliffhanger o final de suspenso
Para hablar del famoso cliffhanger, tan utilizado en la ficción,
debemos hablar primero de lo que compone cada capítulo y su objetivo.
Un capítulo nos relata una situación o escena que puede abarcar unos
cuantos minutos, días o incluso meses en nuestra historia. Lo importante
es que como escritores tengamos claro lo que queremos contar para
mantener entretenido al lector. Nosotros conocemos de antemano toda la
historia, con todos sus giros y sorpresas pero el lector no, y es allí en
donde tenemos la ventaja para poder relatar una historia interesante.
¿Cuál es una historia interesante? Realmente lo es cualquiera, siempre
y cuando se relate de una manera en donde se mantenga el interés de la
audiencia. Podemos hablar literalmente de cualquier cosa y podremos
lograr que el público mantenga sus ojos en las páginas y se muerda las
uñas si sabemos dosificar la información que brindamos.
En los primeros capítulos vimos un ejemplo sencillo de una
conversación común en el trabajo.

—¿A qué no adivinas a quién me encontré en el departamento de


recursos humanos?
—No, ¿a quién?
—Pues déjame que te cuente. Iba camino a la cafetería en la hora de
descanso cuando me pareció ver un rostro conocido. Me acerqué con
cuidado, sin que nadie me viera, y vi al jefe hablar con un hombre vestido
con traje y corbata. Parecían estar hablando en un tono más amistoso de lo
que cabría esperarse en una entrevista. Cuando el hombre del traje se
giró… ¡era Julián!
—¿Qué? ¿Nuestro amigo Julián?
—Sí, y eso no es todo. Antes de despedirse le dijo algo que me dejó
de piedra.
—¿Qué cosa?
—Le dijo adiós tío.

Como hablamos en ese capítulo, todos nacemos con la habilidad y la


noción para relatar una historia de manera interesante. El ejemplo anterior
podríamos calificarlo como una micro historia que cumple con los
aspectos básicos para que resulte interesante. Podemos ver cada aspecto
de una historia reflejado en el orden que debe aparecer.
—¿A qué no adivinas a quién me encontré en el departamento de
recursos humanos? (Incidente detonador / Inicio)
—No, ¿a quién?
—Pues déjame que te cuente. Iba camino a la cafetería en la hora de
descanso cuando me pareció ver un rostro conocido. Me acerqué con
cuidado, sin que nadie me viera, y vi al jefe hablar con un hombre vestido
con traje y corbata. Parecían estar hablando en un tono más amistoso de lo
que cabría esperarse en una entrevista. Cuando el hombre del traje se
giró… ¡era Julián! (Medio de la historia)
—Sí, y eso no es todo. Antes de despedirse le dijo algo que me dejó
de piedra. (Parte final)
—¿Qué cosa? (Clímax o Cliffhanger)
—Le dijo adiós tío. (Conclusión)

De la misma manera debes tratar a una historia más extensa e incluso


a cada capítulo.
En esta sección veremos en donde es adecuado cambiar de capítulo o
escena y la mejor forma para hacerlo.

¿Cuál es la estructura de los capítulos?


Un capítulo debe cubrir un evento, personaje o una historia que guarde
cierta continuidad. Sus primeras líneas nos deben adentrar en un nuevo
territorio o nueva información que haga que nuestra experiencia y
conocimiento acerca de la misma historia se enriquezca. Cada capítulo
debe acercar a los personajes a la resolución de la historia, terminando
cada uno con una pista o idea de qué es lo que vendrá a continuación sin
revelar un dato crucial.
Recuerda que serán esas preguntas sin respuesta, o al menos, donde
alargas la llegada de esa respuesta, en donde el lector se mantendrá en vilo
y con ganas de saber más.

¿En dónde o por qué debo terminar un capítulo?


Hay dos escenarios en los que un capítulo puede cambiar.
Cuando el capítulo en sí es una historia completa. Habrán capítulos
que tendrán un principio, en el cual dejarás una incógnita por resolver pero
cuando cierres el mismo la habrás contestado. Estos capítulos no son muy
usuales y sólo se utilizan cuando el capítulo en sí es una clave más para
hacer avanzar la historia en general. Entonces habrán cumplido su
cometido.

Cuando la historia continúa con las aventuras de tu personaje. Este es


el caso más común y es aquí en donde debes saber en qué momento está
bien cerrar un capítulo. Los casos más usuales serán los siguientes :

Cuando el próximo capítulo cambia de escenario.


Cuando el próximo capítulo cambia de personajes.
Cuando el próximo capítulo cambia de narrador.
Cuando el próximo capítulo cambia el enfoque o situación para un
mismo personaje.
Cuando cambia la fecha.

Ahora ya sabemos en qué momento es adecuado cambiar de capítulo


pero este tema se trata de aprender la mejor manera para hacerlo.
Lo primero que debes tener en cuenta es que debes conocer tu
historia. Tú eres el único que sabe lo que está por venir a continuación y
por lo tanto está en tus manos el poder dosificar esa información de forma
interesante. Si no conoces tu obra o tú mismo no estás seguro de qué
manera continuarla no sabrás la mejor forma de cerrar un capítulo. Aun
así eso pasa, así que no te preocupes, no es el fin del mundo. Esto sucede
muy a menudo cuando estamos en la primera fase de creación. Esa que
llamamos el primer borrador.
Aquí será usual que no sepas lo que está por venir porque la historia
aún está en proceso de desarrollo, aún estás descubriéndola tú mismo.
Una vez logres terminar el primer borrador y saber de qué trata tu obra,
podrás echarle un vistazo completo a tu obra y entonces sabrás de qué
manera mejorar el final de cada capítulo.
Tanto si te sucede como el caso anterior o como si desde ya conoces la
historia en su totalidad puedes servirte de estos trucos para mejorar la
forma en la que cierras cada capítulo.
Para empezar, hay que decir que cada capítulo no debe terminar con
mucho de nada. Cada capítulo es nada más un tramo más del recorrido del
lector y debería poder aproximarlo más hacia la meta pero sin llevarlo
completamente. El conflicto y la tensión serán vitales para que logres
tener buenos cierres de capítulos.
La clave de todo será las preguntas sin respuesta.
No me refiero a que cada capítulo deba concluir con una intromisión
del narrador del tipo : ¿Podrá James escapar de la trayectoria de la bala
que se aproxima hacia su cráneo? Por supuesto que no.
Por preguntas sin respuesta me refiero a todo lo que se deje entrever al
lector pero cuya respuesta sea una incógnita. Por muy pequeña que sea la
pregunta implícita, como lectores y seres humanos curiosos, querremos
saber la respuesta y esto hará que tengamos la necesidad y el impulso de
darle vuelta a la hoja.
Dependerá mucho del tipo de historia que estés contando, incluso,
cada caso será abordado de una manera distinta pero los factores comunes
que debes tener en cuenta para poder cerrar bien tu capítulo serán los
siguientes :

¿Qué intento transmitir en esta escena?


¿Cuáles son los obstáculos que enfrenta el protagonista?
¿De qué manera afecta al protagonista los acontecimientos del capítulo
o escena?
¿Hay algún personaje adicional al que le afecta lo que sucede en esta
escena? Y si es así, ¿Cómo los afecta?
¿Cómo cambia el panorama para los personajes lo que acaba de
suceder?

Debes tener muy claros estos puntos para luego poder ordenarlos de
una manera interesante, siempre dejando fuera la respuesta de los mismos
para el próximo capítulo. Recuerda que no basta con que tú lo sepas,
debes darle una pista al lector de qué manera los acontecimientos podrían
afectarlo en el futuro para causar empatía y preocupación. Luego, al
retener la respuesta para el próximo capítulo te aseguraras captar el interés
del lector.
Cuando empezamos la carrera de escritores es muy común que
caigamos en un error referente a este punto. A veces nuestros capítulos
cumplen correctamente con el buen balance entre descripción, acción,
diálogo y monólogo interno, tenemos también algo interesante que contar
pero… no sabemos en donde parar. Pero veamos ahora con un ejemplo a
qué nos referimos.
Supongamos que nuestro personaje, Carlos, ha tenido problemas en su
trabajo causados por una serie de rumores que se han esparcido por
alguien anónimo (empezamos fuerte el capítulo revelando una promesa de
darle al lector una respuesta a una incógnita). Alguien le hace saber que el
causante de los rumores estará esa misma tarde en la cafetería. Si
empezamos el capítulo de esto modo podremos garantizar que el lector se
mantendrá pegado a las hojas de nuestro libro en espera del momento de la
llegada a la cafetería por la tarde. Podríamos relatar el día entero del
personaje y la intriga y la necesidad de seguir leyendo se mantendría.
Antes de empezar la escritura ya hemos contestado las preguntas que
como escritores debemos saber :

¿Qué intento transmitir en esta escena?


Los problemas que le han causado a Carlos los rumores en su trabajo.
¿Cuáles son los obstáculos que enfrenta el protagonista?
Posible despido del lugar de trabajo, trayendo consigo problemas
económicos y emocionales.
¿De qué manera afecta al protagonista los acontecimientos del capítulo
o escena?
Está por descubrir quién lo está traicionando y lo más probable es que
conozca a la persona en cuestión.
¿Hay algún personaje adicional al que le afecta lo que sucede en esta
escena? Y si es así, ¿Cómo los afecta?
Nosotros lo sabemos pero lo omitimos para aumentar el interés del
lector.
¿Cómo cambia el panorama para los personajes lo que acaba de
suceder?
Cuando sepa de quién se trata su mundo se tambaleará.
Carlos entró a su trabajo con las manos sudorosas y un leve temblor en
el cuerpo. Sabía que la persona que le había hecho tanto daño estaría en la
cafetería. ¿Pero quién?
Avanzó lentamente sosteniendo la respiración hasta que tocó el
picaporte de la puerta de la cafetería.
El lugar estaba vacío a excepción de una mesa. Había una persona
sentada, tomando una taza de chocolate caliente sonriendo con malicia.
Carlos no lo podía creer.
La persona que estaba sentada en la mesa no era un completo extraño o
al menos alguien con quien no tuviera una buena relación, como había
imaginado. Ni siquiera trabajaba en la empresa.
Era la persona a quien mejor conocía en el mundo…
Era su esposa.

Este giro ya es sorprendente en sí mismo y es un buen momento para


terminar el capítulo. Ante la revelación inesperada, el lector queda con
muchas dudas en busca de respuesta. ¿Por qué la misma esposa de Carlos
quisiera dañarlo? ¿Qué gana con eso? ¿Qué pudo haber hecho Carlos para
merecer ese trato? ¿Se tratará de un error? ¿Cómo les afectará como
pareja? Y la más importante e inmediata… ¿Cuál será la reacción de
Carlos?
Cuando comenzamos la escritura es muy usual que el impulso del
momento nos lleve a querer dar esas respuestas dentro del mismo
capítulo. Es por ello que realizar las preguntas pertinentes antes de la
escritura es vital. De esta forma sabemos en qué punto se forman esas
preguntas sin respuestas y el factor emocional toca la cúspide. Será ese el
momento adecuado para terminar el capítulo y dejar al lector con ganas de
más.
Trabajé durante muchos años en el mundo de las ventas y uno de los
consejos más habituales era el no darle demasiada información al cliente
para llevar a casa. Entre más información se le dé al cliente, su necesidad
quedará satisfecha por la misma y ya no tendrá necesidad de más,
reduciendo así la oportunidad de que vuelva a comprar. Si en el mismo
capítulo seguimos explicando qué reacción tuvo Carlos al ver a su esposa
o cómo les llegó a afectar como pareja lo sucedido, el interés del lector
por saber lo que sigue decaerá.
A veces incluso ya tenemos escrito el final de capítulo perfecto con el
cliffhanger ideal pero no lo sabemos. Para esto hay un truco muy útil que
sirve en la mayoría de las veces, al menos cuando estamos empezando,
luego no necesitaremos de él.
Intenta cortar las últimas, palabras, frases o incluso párrafos del final
del capítulo y verás cómo puede cambiar dramáticamente. Incluso cuando
ya creemos tener un buen final podríamos mejorarlo.

Carlos entró a su trabajo con las manos sudorosas y un leve temblor en


el cuerpo. Sabía que la persona que le había hecho tanto daño estaría en la
cafetería. ¿Pero quién?
Avanzó lentamente sosteniendo la respiración hasta que tocó el
picaporte de la puerta de la cafetería.
El lugar estaba vacío a excepción de una mesa. Había una persona
sentada, tomando una taza de chocolate caliente sonriendo con malicia.
Carlos no lo podía creer.
La persona que estaba sentada en la mesa no era un completo extraño o
al menos alguien con quien no tuviera una buena relación, como había
imaginado. Ni siquiera trabajaba en la empresa.
Era la persona a quien mejor conocía en el mundo…

En esta parte omitimos la identidad de la persona. Hay que tener


cuidado en cómo hacerlo. No podemos mantener engañado al lector con la
promesa que al final del capítulo conocerá la identidad de la persona para
luego cambiar de escena sin siquiera haber llegado a la cafetería. Pero en
este caso le damos información nueva, “Era la persona a quien mejor
conocía en el mundo”. Con lo que nacen más preguntas y conjeturas y el
interés por el relato está más vivo que nunca. Terminando el capítulo en
este punto es casi imposible que el lector no quiera leer el siguiente para
conocer la identidad de la persona. Incluso haremos que piensen en las
distintas posibilidades y lo que cada uno de estos posibles escenarios
significaría.
Esto trae otra gran ventaja. Ahora tenemos un fuerte inicio para el
siguiente capítulo. Una de los aspectos que más cuesta en la escritura son
esas primeras palabras con las que comenzamos a escribir cada día.
Aunque tengamos claro qué debe suceder y en dónde se realizará la acción,
nos cuesta determinar cómo dar comienzo al relato. Pero si utilizas esta
técnica ya tendrás la mejor manera de empezar el próximo capítulo.
Puedes seguir tal cual lo dejaste o realizar unos pequeños cambios para
realzar el momento.

Carlos entró en la cafetería y las palabras se negaron a salir de su boca.


Caminó con piernas ajenas hasta la mesa y se sentó frente a ella.
Aquellos ojos, aquellas manos…
Su mente se negaba a funcionar con normalidad. Después de todo, la
normalidad ahora no existía para él, ahora que sabía que la persona que
más daño le había causado era la persona que por naturaleza debía
protegerlo y ayudarlo siempre en todo momento. En las buenas y en las
malas, en la riqueza y en la pobreza. Hasta que la muerte los separe…
—¿Por qué tardaste tanto en venir cariño? —Dijo su esposa.

Ahora lograste convertir un final interesante en un gran inicio de


capítulo.
Si tu historia cuenta con más personajes principales y vas alternando
capítulos entre uno y otro… tienes entre manos lo que llaman un
Pageturner, una historia que será imposible dejar. Porque cuando el lector
quiera saber la identidad de la persona que le ha hecho daño a Carlos
cambiarás de narrador en el próximo capítulo llevándolo a los problemas
de otro personaje manteniendo así el máximo interés.
Cabe mencionar que si haces esto ambas historias deben ser igual de
atractivas y tienen que tener preguntas sin respuesta para que una historia
no eclipse a la otra. Si esto no sucede correrás el riesgo que el lector
quiera saltar páginas de la historia que no tiene incógnitas para llegar más
rápido a la parte que sí las tiene. Pero si ambas las tienen tendrás un ritmo
que nadie podrá abandonar.
El ejemplo de la identidad de la persona que le ha hecho daño a Carlos
es muy obvio y dramático, no siempre será tan sencillo. No siempre habrá
una identidad que revelar. Otros consejos que te pueden servir para crear
un final de capítulo atrayente son :

Haz que tu personaje haga algo sorpresivo.


Haz que se encuentre con alguien con quien tiene un serio problema.
Si las reglas del tipo de narrador te lo permiten, deja vislumbrar una
desgraciada para el futuro, algo así como “Carlos se subió a su
automóvil y tomó la misma ruta a casa sin saber que unos minutos más
tarde el salpicadero estaría lleno de sangre”.
Haz que tu personaje tenga que tomar una decisión, aprovechando la
última frase para formular la pregunta pero sin dar la respuesta.
Haz que tu personaje se encuentre con una situación inesperada.
Haz que el personaje reciba una mala noticia o que cometa un grave
error.
Haz que llegue al punto de tener que ponerse a prueba.
Haz que esté a punto de enfrentar sus miedos.

No solo las cosas malas harán un buen final de capítulo. Las grandes
alegrías, emociones y logros también son merecedoras de un corte.
Cuando algo bueno sucede, algo que nuestro personaje esperaba y que le
traerá grandes alegrías, también es un buen momento para hacer esa pausa
y permitirle al lector procesar la información y alegrarse junto al
personaje. Para esto, el encuentro de dos amores perdidos, una buena
noticia o vencer los miedos serán un buen cliffhanger.

Ejercicio

Toma varios capítulos de la historia en la que estés trabajando y


realiza las preguntas antes mencionadas. Trata de identificar el momento
cúspide en donde las preguntas más relevantes sucedan y verifica que el
capítulo termine en su punto más atrayente y desconcertante. Luego
intenta cortar las últimas frases o párrafos para ver si logras mejorar el
final para volverlo más atrayente. Siempre guarda una copia de seguridad
por si el resultado no es de tu agrado y necesitas volver a la versión
antigua.
Clichés
Todos hemos escuchado alguna vez la frase “es un cliché”. Pero, ¿qué
es un cliché?
Un cliché es aquella frase o situación previsible o utilizada hasta la
saciedad. Es algo recurrente, un estereotipo.
Es algo a lo que le falta originalidad y como escritores nos pueden
tachar de cualquier cosa pero no faltos de originalidad.
Debemos entonces evitar los clichés en nuestra escritura a toda costa.
La aparición de un cliché en un libro evidencia la pereza que siente el
escritor al no haber querido pensar en una frase propia, fresca, nueva.
¿Por qué los clichés están tan arraigados en nuestra forma de hablar o
de escribir? Eso tiene una respuesta sencilla. Los clichés son todas
aquellas frases que en algún momento un escritor pensó con mucho
cuidado a la hora de querer transmitir una reacción o estímulo específico.
Alguna vez alguien vio que su personaje quedaba petrificado por la
terrible noticia que acababa de recibir. Vio sus cejas alzarse, su rostro
crisparse, la respiración agitarse y dijo: le cayó como balde de agua fría.
Excelente. Supo transmitir en una frase todas las sensaciones y
emociones que sintió el personaje al escuchar las terribles palabras,
permitiendo al lector hacerse una idea más clara, no solo de lo que pensó
el personaje, sino también su reacción física.
Fue una frase tan buena que pronto fue copiada en otros escritos,
películas, series de televisión, en nuestro día a día, etc. Pero el problema
con los clichés es que se utilizan tanto que llega el punto en el que ejercen
el efecto contrario. Si queríamos explicar las reacciones de nuestro
personaje utilizando un cliché como ese, logramos justo lo contrario.
Llega el punto en el que lo hemos escuchado tanto que (aquí va otro
cliché) nos entra por un oído y nos sale por el otro.
Sin embargo los clichés en sí no son malos y les podemos sacar
partido si sabemos en dónde usarlos y de qué manera.

¿En dónde está bien usar un cliché?


En los diálogos. Nuestros personajes son personas del mundo en el
que vivimos, por lo que no está mal que ellos se expresen de la misma
forma en la que lo hacemos nosotros. Eso le dará un toque de realidad a
nuestras conversaciones.
Pero es muy importante señalar que debemos evitarlos a toda costa en
nuestros monólogos interiores o en las descripciones en general. El uso de
clichés fuera del diálogo de los personajes evidencia a un escritor
holgazán. Alguien que en lugar de crear algo nuevo y fresco decidió
servirse de las buenas descripciones de otros.
Si en este momento ya tienes un manuscrito a punto de terminar y te
das cuenta que está lleno de clichés no te decepciones, de hecho, deberías
alegrarte. Tienes una gran oportunidad de mejorar tu relato. Porque los
clichés son nuestros amigos durante la escritura del primer borrador. A la
hora de estar escribiendo tu historia no debes detenerte para hacer
cambios, debes de escribir y escribir sin parar, permitiendo la inspiración
fluir libremente. Hay quienes ni siquiera se detienen por faltas
ortográficas o de estilo. Para eso está el proceso de revisión.
Es en la revisión en donde los clichés se convierten en nuestros
aliados.
Al terminar tu primer borrador y empezar el segundo, en donde
empiezas a realizar algunos cambios, debes prestar especial atención para
encontrar todos aquellos clichés y marcarlos con un lápiz o subrayarlos.
Luego, te detienes a leer atentamente cada escena y simplemente te
dedicas a pensar un poco en la mejor manera de reemplazar el cliché.
Por ejemplo, en mi primer libro, Cuando el silencio mata, me topé en
el proceso de revisión con el cliché antes mencionado. El protagonista, el
Sacerdote Ignacio Alarcón recibe la visita de un susurrante penitente que
le expresa, bajo secreto de confesión, su deseo de matar a alguien de la
congregación. En el primer borrador, al Padre Alarcón, aquellas palabras,
le caen como un balde de agua fría. En la etapa de revisión y corrección
busqué una manera distinta para expresar lo que pasaba por la mente del
Padre Ignacio, tanto física como emocionalmente. El cliché se había
convertido en mi aliado, me había señalado un momento importante en la
historia, en la cual la reacción del personaje no debería de pasar
desapercibida. A veces puede llevar algún tiempo pensar en algo original
pero después de todo, allí está la clave para lograr que nuestras obras no
pasen desapercibidas, en la frescura y la originalidad. El texto final es el
siguiente:

«Me interrumpió como siempre entre susurros pero sus palabras


fueron recibidas con la misma angustia por mis oídos que cuando mis
dientes reciben el barreno del dentista.»

Los clichés no solo nos llegan en forma de frases. También pueden ser
situaciones o incluso personajes. En este caso también los conocemos
como estereotipos, pero que de igual forma nos conviene evitar.
Si un personaje entra a un bar, lo más probable es que en la barra nos
encontremos con un cantinero de bigote con un trapo en las manos
mientras limpia un tarro. Esa imagen pasa sin pena ni gloria por la mente
de nuestros lectores, pero ¿qué pasaría si en lugar de un cantinero se
encuentran a una niña pequeña detrás de la barra? Por supuesto que no
sugiero escribir disparates con el único propósito de sorprender al lector,
pero ya entienden la idea.
La imagen de una niña pequeña hace que el cerebro del lector, lejos de
pasarla desapercibida, cobre interés inmediato.
También debemos evitar los clichés en las descripciones. Es común
toparnos con descripciones del tipo “blanco como la nieve” o “sus ojos
eran dos luceros”.
Algunas recomendaciones para encontrar clichés y reemplazarlos son :

Lee con atención el texto en busca de frases a las que estás muy
acostumbrado escuchar.
Marca cada frase para su posterior revisión y reemplazo.
Concéntrate en las reacciones físicas y emocionales que provoca la
actual frase.
Piensa en estímulos distintos que provoquen esas mismas reacciones
físicas.
Elabora una lista con esos estímulos.
Concéntrate primero en los estímulos que sean más extravagantes y
distintos al original.
No podemos caer en la tentación de tomar el camino fácil. Debemos
pensar que posiblemente tu próxima frase sea tan especial y atinada que
será utilizada por muchos en el futuro, convirtiéndose a su vez en un
cliché. Pero será tú cliché.

Ejercicio

Lee con atención tu manuscrito y busca clichés marcándolos con un


rotulador o lápiz, luego elabora una lista de reacciones físicas y
emocionales que el cliché genere. Trata de buscar algún estímulo que
comparta las reacciones o respuestas físicas que escribiste anteriormente.
Allí encontrarás tu nueva frase que (¿quién sabe?) podría convertirse en el
futuro en el nuevo equivalente de se le puso la carne de gallina.
Recursos literarios
Los recursos literarios son posiblemente mi parte favorita de la
escritura. Estamos hablando de la metáfora, la analogía, el símil, la
elipsis, el eufemismo y muchos más.
Son todos aquellos recursos que embellecen nuestros relatos y los
diferencian de una mera nota informativa, como lo encontraríamos en un
periódico o una enciclopedia, para convertirlos en una obra de ficción
literaria.
Es a través de estos recursos en donde está más presente la famosa voz
del escritor.
Son las herramientas para generar ciertos estilos de texto. También se
le conoce como figuras literarias o figuras retóricas. Son formas poco
frecuentes de utilizar las palabras o frases a partir de ciertas similitudes en
sus características gramaticales o semánticas.
Algunas veces las frases o palabras surten un efecto neutro dentro de
nuestra cabeza, similar a como lo haría un cliché. Hemos escuchado
tantas veces las palabras que no pensamos en su significado o lo que nos
quieren transmitir sino que solo nos limitamos a entenderlas
automáticamente. Pero si hacemos uso de uno de estos recursos, nuestro
cerebro trabajará más allá de la simple frase, pintando una imagen más
clara, más viva en nuestra imaginación.

La metáfora es una expresión relacionada a un objeto o idea particular


pero que se aplica a otra palabra o frase para dar a entender que existe una
similitud entre ellas. Un ejemplo usual es el famoso “tus ojos son dos
luceros”. En este ejemplo vemos la comparación referente al brillo. Hay
que señalar que en la metáfora no se hace uso de la palabra “como” sino
que se establece que no se parecen, son dos luceros.
El joven político es el león del pueblo. En este nuevo ejemplo vemos
cómo se hace referencia a las aptitudes guerreras de una persona al decir
que es un león.
El uso de este recurso sirve, no solo para dar a entender una idea al
lector sino también, da a entender muchas cosas más. Podemos pensar en
este personaje enseñando los dientes en la batalla. Nos hace pensar en
alguien temible, peligroso, fuerte. Con una simple metáfora que no
ocupará más que algunas palabras podemos pintar una idea más amplia de
la personalidad de nuestro personaje. Algo que sin duda tomaría varios
párrafos hacerlo y sería de una forma descriptiva sin mayor emoción. Ese
es el poder que tienen los recursos literarios en nuestras historias.

La analogía es un recurso de comparación en la que se hace una


relación de semejanza entre cosas distintas. Una analogía podría ser decir
que zapato es al pie lo que guante es a la mano. Las metáforas y los
símiles se usan para formar analogías porque esta es un poco más
compleja que las anteriores. Un ejemplo de analogía sería decir “El
guerrero utilizó su espada para la defensa del pueblo, así como el
periodista usó su pluma para expresar su opinión”.
Espada es a guerrero lo que bolígrafo a periodista.

La comparación o símil es uno de los recursos más utilizados dado su


gran valor. Por medio de la comparación el escritor puede señalar
similitudes en una palabra, acción o situación para brindar una idea más
clara de lo que se quiere transmitir. La comparación hace uso de la
palabra “como”.

Ejemplo

Cuando nos reunimos en la sala, mi padre carraspeó y habló en voz


alta, lo hizo como si estuviera frente a un gran auditorio.

En el ejemplo anterior pudimos limitarnos a decir que el padre del


personaje habló en voz alta y habríamos podido transmitir la idea. Pero al
hacer uso de la comparación permitimos que el lector tome un poco de
protagonismo y viva más la historia, en su mente y sin necesidad que el
escritor lo indique, puede imaginar varios aspectos acerca del padre del
protagonista. Tal vez pueda imaginarlo pasando la mirada entre el público
para captar su atención o puede imaginarlo levantando la voz al tiempo
que hace gestos grandilocuentes. Incluso en algunas mentes podría llegar
a evocar el recuerdo de otra persona de la vida real hablando en un gran
auditorio.
El eufemismo es un recurso en el que se dice la verdad de algo pero
más bonita. Cuando llamamos a la vejez la tercera edad, o al hecho de
morir, pasar a mejor vida.

La elipsis es un recurso en el cual se omite un elemento para crear


énfasis. A enemigo que huye, puente de plata. En este ejemplo se omite
la palabra poner o colocar y así se hace énfasis en la importancia de la
oración.
Algo importante a señalar con respecto a los recursos es que no
debemos abusar de ellos. El uso excesivo puede resultar en un texto
sobrecargado que se haga pesado de leer y comprender. Una vez más
podemos decir que no hay una formula exacta que nos indique en dónde
debemos utilizarlos y de qué forma, el instinto y la práctica nos dirán el
mejor momento de incluirlos y de qué manera.
A la hora de utilizar comparaciones y metáforas debemos ser
consecuentes con ellas. No podemos mezclar dos ideas distintas.
Podemos decir que un político es el león del pueblo o podemos compararlo
con un general en una batalla, pero no podemos decir que es un león que al
momento de enfrentarse a sus enemigos desplegó sus tropas con maestría.
Los recursos literarios son otra forma en la que el escritor puede
aprovechar para ser original. Debemos evitar los clichés en este tipo de
recursos. Si un personaje le dice a otro que sus ojos son dos luceros,
estarás haciendo uso de una gran metáfora, pero que ya ha sido utilizada
hasta la saciedad. Debes encontrar tus propias metáforas, analogías y
comparaciones. Y ser coherente con ellas.
No por querer ser original puedes incluir una comparación como la
siguiente: Matilde era tan inteligente como una oruga.
¿Son inteligentes las orugas? No lo sé. Por lo tanto no sé si es un
insulto o un cumplido. Lo mismo sucederá con el lector, que se encontrará
confuso y en el peor de los casos lo harás cerrar tu libro para tomar la
computadora y buscar acerca de la inteligencia de las orugas.
Probablemente vea que tiene correo electrónico pendiente de responder y
no retomará la lectura de nuevo.
Hay metáforas o comparaciones que puede durar una sola frase, un
párrafo, unas cuantas hojas o que sea una comparación que encontremos
durante toda la historia, no importa la longitud mientras lo hagamos
consecuentemente.
Este tipo de recursos literarios tienen una gran importancia en las
historias porque, si se hacen adecuadamente, pueden evocar una imagen
más clara y poderosa en la mente del lector. A veces el escritor puede
llegar a transmitir la idea exacta que le rondaba en la cabeza en el
momento de escribir la escena. A esto le llamo la zanahoria en la
biblioteca.
La zanahoria en la biblioteca es una excelente comparación que
encontré en uno de los libros de Ken Follett, El Umbral de la Eternidad.
En ella encontramos a un agente alemán encubierto que vive una doble
vida de la cual su esposa no está enterada. La esposa, que tenía sus
sospechas, lo sigue un día al trabajo y lo ve con su uniforme militar. Ken
Follett podría haber descrito simplemente que Hans, el esposo, ve a su
esposa y frunce el ceño, y habría logrado transmitir exactamente lo que
debió sentir y pensar al ver que su esposa se hallaba en el cuartel donde él
trabaja, descubriendo así el engaño. Pero la comparación que hace uso no
solo nos transporta al lugar y nos hace evocar ciertas imágenes sino que de
esa forma sabemos con exactitud la expresión que exhibió Hans al ver a su
mujer. El fragmento dice: Hans frunció el ceño al ver a Rebeca, fue como
ver un objeto familiar en un lugar al que no corresponde, fue como ver una
zanahoria en una biblioteca.
Cuando leí el fragmento imaginé una zanahoria recién arrancada de la
tierra, aun con algunas raíces y tierra alrededor, luego la imaginé en la
estantería de una gran biblioteca al lado de libros de toda clase. Sonreí y
fruncí el ceño al imaginar la escena. Ken Follett me había hecho imitar el
gesto de uno de sus personajes volviéndome en una parte más activa de la
historia.
Con el tiempo he descubierto que la mejor manera de incorporar estos
recursos en nuestros textos es a la hora de explicar algún estímulo o
respuesta de un personaje.
En mi libro Cuando el silencio mata, el Sacerdote Ignacio Alarcón sale
con su sobrino a comprar accesorios para la bicicleta. Al no querer ser
reconocido se compra una gorra de béisbol. Al calársela, su sobrino, que
nunca lo había visto con una gorra en su vida, hace una mueca de sorpresa
y diversión. En lugar de limitarme a colocar “hizo una mueca de sorpresa
y diversión” coloqué una comparación que intenta lograr ese mismo efecto
en el lector. El texto final dice: Erick torció el gesto al verme, fue como si
estuviera viendo a un perro doberman que al ladrar sonara “miau”.

Ejercicio
Busca en la historia que estás escribiendo momentos en los que alguna
respuesta física de un personaje salga fuera de lo común o que quieras
resaltar. Luego concéntrate en la respuesta del personaje, trata de olvidar
el contexto de la pregunta o situación, luego elabora una lista de estímulos
que provoquen la misma reacción en un escenario totalmente distinto e
incorpóralos.

Consejo
Crea en una hoja de papel de fácil acceso una lista de profesiones,
actividades, términos y cosas que luego te permitan buscar una
comparación con cualquier recurso literario. Mi lista incluye palabras
como, enfermedad, cocina, animales, ejército, componentes de un
automóvil, clima, olores, sabores, geografía, religión, política, partes del
cuerpo, etc. De esta manera, si tengo un estímulo al cual quiero aplicarle
un recurso literario, solo tengo que consultar el listado para darme una
idea.
Si el personaje atiende a un escuela y está preocupado porque su
amigo Juan tiene información embarazosa acerca de él, que puede
compartir con sus compañeros al día siguiente…

Enfermedad
Juan era como el cáncer que amenazaba hacerle daño a mi, hasta
entonces, saludable vida social. Al día siguiente contaría mi secreto y la
información haría metástasis a las otras aulas.
Clima
En la clase el panorama se veía celeste y despejado, pero al día
siguiente llegaría Juan, que como una nube negra amenazaba con hacer
llover mi secreto. Luego sería demasiado tarde para contener el tsunami
que vendría a continuación.
Un final sorprendente
Realmente no hay muchos consejos que puedan darse acerca del final
de una historia. Dependerá mucho de qué género estés escribiendo, lo que
resulte del cúmulo de escenas y lo que originalmente trataste de
transmitir. Por lo que lo único que podemos hablar acerca del final de una
historia es que, independientemente del tipo de historia que escribas,
tendrá que ser sorprendente.
Tu historia puede estar plagada de giros magistrales dentro de una
trama original, con personajes tridimensionales y escrito con un estilo
fresco, pero si a la hora de cerrar la historia lo haces de una manera simple
y predecible, el sentimiento en general será el de decepción o en el mejor
de los casos hará que el lector piense en tu obra en términos como
“aceptable”.
En capítulos anteriores dijimos que el inicio era tu tarjeta de
presentación. Si los primeros capítulos hacen que un lector compre esta
historia, un buen final hará que compren la siguiente.
Es difícil dar un consejo para cerrar bien tu historia sin conocer los
detalles y la trama de cada caso en particular. Pero lo que sí podemos
decir es que el final debemos abordarlo de la misma manera que cuando
deseamos cerrar un buen capítulo. Cuando estemos llegando al final
debemos hacer una lista con los posibles desenlaces tan larga como sea
posible. Como ya lo establecimos antes, los primeros que se te ocurran
serán también los más previsibles. Te recomiendo escoger los últimos de
la lista porque serán los menos esperados.
Pueden haber varias clases de finales, entre los principales podemos
mencionar el final feliz, el final triste y el ambiguo.

Final feliz
Por final feliz no debemos entender necesariamente un “vivieron
felices por siempre”. A menos que estés escribiendo ficción infantil, este
final feliz no deberá ser como las películas de Disney. Un final feliz puede
entenderse también cuando el protagonista logra vencer sus miedos y
enfrentarse a las adversidades saliendo airoso de ellas. Debemos evaluar
si esto es lo que más le conviene a nuestra historia. A veces un final feliz
puede atraernos bastante porque después de todo queremos lo mejor para
nuestros personajes, pero puede ser que con un final alternativo tu obra sea
más emotiva o real.
Si quieres un final feliz te recomiendo tomar en cuenta lo siguiente :

Revisa otros finales de novelas de temática similar


Establece cuáles son los obstáculos a vencer por parte de tu
protagonista
Analiza de qué manera se enfrentó a ellos
Haz una lista con los posibles desenlaces, tomando los últimos de la
lista

Final triste
El que un final sea calificado como triste no quiere decir que tu obra
decepcionará. Recuerda que el lector está leyéndote para entretenerse y
vivir las experiencias de tus personajes. Así como no todas las películas
tienen un final feliz, un libro tampoco debe tenerlos obligatoriamente. A
veces los libros tristes son a la vez los más emotivos y los que más huella
dejan en los lectores.
Si hiciste bien tu trabajo al mantener entretenido al lector, no se
sentirá decepcionado por un final triste sino conmovido.
Si deseas un final feliz te recomiendo lo siguiente :

Revisa otros finales de novelas de temática similar


Establece de qué manera tu personaje podría fallar
Qué es lo que pierde si no consigue sus objetivos
Quién más puede salir afectado si no consigue sus objetivos
Haz una lista con los posibles desenlaces, tomando los últimos de la
lista

Final ambiguo
El final ambiguo es el más utilizado en las sagas. Cuando el escritor
ya tiene en mente una continuación puede crear un desenlace ambiguo o
agridulce, un final en donde puede salir victorioso el personaje pero habrá
algo que haga pensar en lo contrario. También funciona a la inversa. Un
final en el que el protagonista parezca haber perdido la batalla pero algo
sugiere una leve esperanza o una luz al final del túnel.
Este tipo de final tiende a ser un poco más difícil de concebir porque
no solo tendrás que pensar en la mejor manera de cerrarlo sino que
también tendrás que analizar una manera sutil para dar a entender que no
todo está perdido o ganado.
Si deseas un final ambiguo o agridulce te sugiero :

Revisa otros finales de novelas de temática similar


Analiza si vale la pena dejar al lector con una sensación imprecisa
Busca a lo largo de tu historia un detalle o escena en donde
implementar el posible obstáculo en sus objetivos
Aunque no tengas en mente una continuación piensa a grandes rasgos
en una, se te hará más fácil encontrar el camino al final ambiguo

Hay otros tipos de finales

Circular. En donde todo termina de la misma forma en la que empezó.


Sorpresivo. El final más impactante e inesperado.
Incierto. La resolución del problema no está clara.
Emocional. Con orientación a lo dramático.
Irónico. Lo opuesto a lo que esperabas.

Uno de los errores más comunes en los escritores que empiezan su


carrera es querer cerrar el libro introduciendo nueva información. Esto es
una de las peores cosas que puedes hacer en tu historia porque el lector se
sentirá engañado. Creerá que te quedaste sin combustible en la recta final
y que decidiste resolver la trama de cualquier manera, aunque no sea así
realmente. Puede que tuvieras el camino claro desde el inicio pero si no
introduces esas pistas o al menos sugieres los medios para resolver el
problema con anterioridad, corres el riesgo que el lector crea lo contrario.
Por eso es tan importante un buen proceso de revisión.
En el proceso de revisión es cuando puedes aprovechar para introducir
en cualquier parte de la obra esas pistas y medios para resolver la trama,
para que llegada la hora, el lector sonría y cierre el libro pensando “¿cómo
no se me ocurrió antes?”.
Las claves o pistas deben ser fuertes y válidas porque de lo contrario
aunque las introduzcas a su debido tiempo, dará la impresión del famoso
“deus ex machina” (Dios sentado en la máquina). Este término se utiliza
para señalar que un escritor se “sacó la solución de la manga”. Si haces
sufrir a tu personaje por problemas económicos durante toda la obra para
que al final se gane la lotería y todos sus problemas se esfumen.
Todo final tiene un punto culminante, al cual llamamos clímax. La
historia no debería seguir mucho tiempo después del clímax. Recuerda
que este momento culminante es el punto más emocionante de tu historia,
si decides seguir relatando hechos después de haber presentado el clímax
tu lector podría aburrirse.
Si deseas hacer un epílogo al final deberá ser corto, no más de tres o
cuatro páginas.
No te obsesiones con el final que pensaste desde el inicio de la
escritura, puede ser que durante el proceso este final se haga incompatible
con la historia. Si ese es el caso, olvídate del anterior. Recuerda que de
cierta manera la historia se presenta ante ti pidiéndote que la plasmes en
una hoja de papel, si los eventos hacen que el final cambie, no te aferres a
ese final y dale una oportunidad al nuevo.
Sobre todo busca la manera de enlazar algún hecho del inicio de la
historia para cerrar el final. Este tipo de final es el que más nos gusta
como lectores. El saber que la respuesta estaba ante nuestros ojos durante
todo el tiempo.

Consejo

No solo analices los finales de las novelas similares en busca de


inspiración y guía para el tuyo, también debes ver lo que no está allí e
implementarlo para que tu novela sea distinta a las demás.
Anota todo lo relevante al final. Quién era el asesino, qué pistas se
dieron a lo largo del libro y en qué momento. Trata de descubrir el
esquema de varios finales similares a tu libro y busca algún factor que
diferencie a tu historia en la clase de final.
Los enemigos de la escritura y cómo combatirlos
A pesar de tener muy claro el camino de la escritura que queremos
recorrer vamos a encontrarnos con algunos obstáculos que trataran de
impedir que lleguemos a nuestra meta. Algunos serán más fáciles de
manejar que otros y aquí trataremos algunos de los más importantes para
saber cómo poder anularlos o contrarrestarlos.
Sin lugar a dudas el enemigo público número uno en la escritura es la
procastinación. Por procastinar nos referimos a suspender temporalmente
el inicio de nuestra escritura.
Yo pasé muchos años pensando en escribir un libro. Tenía todo claro
en mi cabeza y pensaba que cuando me sentara frente a una computadora
lograría sacar la historia limpiamente. Estaba en un error. Para llegar a
escribir se necesita algo muy importante y a la vez obvio. Escribir.
La escritura es como cualquier otra actividad, como dice el viejo dicho
“la práctica hace al maestro”. Si no nos decidimos a empezar jamás
podremos mejorar o saber siquiera si somos buenos o no.
La procastinación no solo se presenta al inicio de nuestra carrera,
también la vemos en el día a día. Siempre encontramos mil y una excusas
para no escribir diariamente. “Hoy estoy muy cansado, por lo que
mañana, escribiré el doble”. Cualquiera que ya esté en el proceso de
escritura sabe que la anterior frase es algo que nos hemos dicho en más de
una ocasión. Y no estaría mal del todo si al día siguiente realmente
cumpliéramos con la cuota, pero no suele ser así.
No se puede negar que algunas personas tienen el día muy ocupado y
distintas obligaciones los hacen disponer de muy poco tiempo libre para la
escritura, pero lo cierto es que hasta las personas con la agenda más gorda
pueden encontrar tiempo diario para escribir.
Tal vez sean necesarios ciertos sacrificios, pero después de todo hay
que tener en cuenta que estamos luchando por el sueño de nuestra vida.
Tal vez ese momento en que tomamos una taza de café por las noches lo
podamos convertir en tiempo de escritura. Al menos 15 minutos diarios
nos aseguran mejorar la escritura de una manera más grande de lo que
piensan.
Se dice que el cerebro es un músculo que hay que ejercitar. Pues bien,
la escritura diaria es el gimnasio para nuestro cerebro de escritores. Cada
día que escriban ganarán confianza y fluidez. Aunque sea solo una página
al día. Después de todo, una página al día es un libro de 365 páginas cada
año.
Así que ¿cómo combatir los dos tipos de procastinación?
El que tenemos antes de empezar nuestra carrera puede ser el que más
cueste vencer pero a la vez lo encontraremos solo al inicio.
Como decíamos anteriormente, hay personas que temen sentarse frente
a la computadora o la hoja de papel porque les da miedo fallar. Prefieren
seguir en el sueño que algún día se sentarán a escribir y lo harán como los
grandes, porque creen que si realmente lo intentan podrían descubrir lo
malos que son.
Nadie nace siendo escritor, es una vocación que hay que cultivar y
para ello hay que empezar. Como dijo Harry Potter en el salón
multipropósitos en La Orden del Fénix, “Todos los grandes magos de la
historia comenzaron como lo estamos haciendo nosotros ahora, como
aprendices”.
No tengan miedo de fracasar porque realmente no lo harán. Porque al
leer este libro y otros del mismo tipo ya están tomando medidas para
evitar el fracaso. Están estudiando la escritura creativa.
En un taller de escritura creativa que asistí cuando estaba empezando
propusieron un ejercicio que me ayudó mucho a romper finalmente el
hielo y decidirme a escribir mis primeras líneas. Si te da miedo escribir
porque crees que no vas a lograr escribir como los grandes… entonces
escribe exactamente igual a los grandes. Empieza copiando hojas enteras
de tus libros favoritos. De esta manera te darás una idea de lo que siente
escribir grandes textos a la vez que tomas la costumbre de sentarte frente
al teclado diariamente.
Poco a poco, a medida que ganes confianza, empieza a variar esos
textos. Tal vez podrías cambiar el tipo de narrador o añadir unos cuantos
diálogos. ¿O por que no extender las descripciones agregando algo que
creas que le falta al ambiente?
La idea es que poco a poco ganes confianza y un buen día decidas
finalmente dejar de copiar y empieces a crear.
El segundo tipo de procastinación es el que podemos sufrir con mayor
frecuencia y es el típico “hoy no me queda tiempo” o “mejor lo dejo para
mañana y escribo el doble”.
Los seres humanos somos criaturas de costumbres y por lo general
algo que salga de nuestras rutinas nos hace querer resistirnos, quedarnos
en nuestra zona cómoda.
Lo más recomendable para vencer esto es hacer a la escritura parte de
nuestras rutinas. Hacerlo algo agradable e incluso que esperamos con
ansia.
Hay que predisponer al cerebro para que sepa que llegó la hora de
dejar fluir la creatividad.
Cuando llega la hora de dormir tenemos cierto ritual. Por lo general es
igual en todos y va algo así: nos lavamos los dientes, nos ponemos ropa
cómoda, nos metemos en una cama calentita y apagamos la luz. Esto no
nos hace dormir directamente pero le estamos enviando un mensaje al
cerebro indicándole que llego la hora del descanso.
De la misma manera, si tenemos un ritual agradable de escritura, el
cerebro entenderá que llegó el momento de crear y opondrá menos
resistencia. Incluso puede que, si lo hacemos bien, lleguemos a esperar
ansiosos a que llegue el momento de crear.
Todos los escritores tienen una rutina particular.
Se dice que Víctor Hugo escribía desnudo. Le pedía a al personal de
limpieza que le ocultara su ropa para evitar la tentación de salir y
distraerse. Se cuenta que Agatha Christie escribía dentro de una bañera
vacía. Claro que no tenemos que llegar a tales excentricidades. Como
ejemplo de una un poco más normal les comparto la mía.
Tomo alrededor de 10 tazas de café diarias, y me gusta especialmente
tomarlo con leche. Pero me obligo a tomarlo negro durante todo el día,
excepto durante las sesiones de escritura. Aunque esté todo el día en casa
sin tener que salir utilizo ropa casual, guardo la más cómoda para las
sesiones de escritura. De esta manera deseo que llegue el momento de
sentarme a escribir.
Cada quien puede personalizar su rutina según sus intereses y gustos.
Créala de manera que se haga irresistible la hora de la escritura.
Otro de los problemas que nos impiden escribir es el miedo a no
hacerlo bien. ¿Y qué tal si lo que escribo no es bueno? solemos
preguntarnos. Ray Bradbury proponía escribir un cuento corto a la semana
y decía que estadísticamente era imposible escribir 52 cuentos malos. Y
tenía mucha razón. Además, no hay que olvidar que si escribimos algo
malo no tiene por qué enterarse nadie. El hecho de que algo no nos salga
como a nosotros nos guste no quiere decir que deba quedarse así. A
diferencia de un médico, que cuando realiza una operación debe hacerlo a
la perfección, nosotros tenemos la ventaja de hacerlo cuantas veces
necesitemos hasta que el nivel sea el adecuado. Para eso está el proceso
de revisión y edición del cual hablaremos más adelante. Es allí en donde
se separan los escritores amateur de los profesionales. Dicen que ser
escritor es 2% talento y 98% perseverancia y razón no les falta.
Mi cita favorita es de la escritora Jodi Picoult, dice “Puede que no
escribas bien todos los días, pero siempre puedes editar una mala página.
Lo que no puedes editar es una página en blanco”.
Hay otro problema que nos trae tantas dificultades como los otros.
Digamos que ya te decidiste a escribir tu primer libro, comienzas a
escribir las primeras páginas, día a día cumples tu rutina diaria de
escritura pero por más voluntad que tengas… las palabras se niegan a
salir. No sabes por dónde empezar. Se podría decir que la fábrica de
palabras está en huelga. El famoso bloqueo del escritor o página en
blanco. Para esto existen muchos ejercicios para echar a andar los
motores.
Abre un libro en una página al azar, sin prestar mucha atención coloca
el dedo en cualquier parte, luego anota la palabra que tocaste con el dedo.
Repite la operación en dos páginas distintas. Ahora tienes tres palabras
que probablemente no guarden relación alguna entre sí. Ahora llega lo
divertido. Con un cronómetro o utilizando un reloj o teléfono, cuenta 15
minutos. Empieza a escribir una frase con la primera palabra que
encontraste y trata de relatar una historia o escena en base de esa palabra.
Cada cierto tiempo agrega las otras palabras y listo. Lo más probable es
que lo que escribas lo borres luego, pero con este ejercicio estimulas tu
imaginación y echas a andar los engranajes para ganar impulso para tu
propio relato.
Puedes hacer este ejercicio sin necesidad de las tres palabras. Tan solo
escribe lo que se te venga a la mente, la clave es hacerlo de un solo tirón,
sin para a pensar, sin detenerse a buscar el significado de una palabra, sin
ver la ortografía siquiera. Si no te viene nada a la cabeza escribe
exactamente eso, acerca de cómo no te viene nada a la cabeza, pronto algo
surgirá y sea como sea habrás logrado calentar para tu sesión de escritura
aparte de divertirte mucho en el proceso.
Aquellos que ya hayan escrito regularmente estarán de acuerdo en que
una vez empiezas, las palabras fluyen y hasta es difícil detenerse. Las
primeras 100 palabras son las que más trabajo nos dan día a día.
Hay un truco que utilizo mucho en mi escritura para evitar este
problema.
Por lo general escribo un capitulo diario. Una técnica muy útil que
aprendí es, ya que llevo impulso y fluidez empiezo el primer párrafo de la
siguiente escena del próximo día. Lo importante es dejar a medias una
idea. A ser posible, un diálogo o una respuesta. Así, al día siguiente,
resulta de lo más fácil continuar ese diálogo o narración, cogiendo
impulso para continuar el relato.
Hay un método japonés que se aplica a cualquier actividad a la que
seamos propensos a evitar. Es el método Kaizen o regla del minuto.
La idea de este método es que una persona ejecute determinada tarea
todos los días a la misma hora durante un minuto. Ya sea hacer ejercicio,
leer un libro, aprender otro idioma, este método ayuda porque no hay nada
de extraordinario ni difícil en hacer cualquier tarea durante sólo un
minuto. Esto hace más fácil poder cumplir con el compromiso y nos hace
sentir bien el haberlo hecho.
En el peor de los casos cumpliremos con la tarea durante ese minuto y
habremos cumplido con la cuota establecida, pero no conozco a nadie que
utilice este método que solo se limite a un minuto. Media vez se toma el
impulso, se continúa.
Aplicándolo a la escritura podríamos decir que en lugar de un minuto
sean 100 palabras escritas diarias. A veces escribimos correos
electrónicos más grandes que 100 palabras y ciertamente lo hacemos
cuando cruzamos mensajes de texto con otra persona. Así que 100
palabras no es algo de lo que sentir miedo.

Ejercicio
El ejercicio de este capítulo será crear una buena rutina de escritura.
Para ello debes analizar primero de cuánto tiempo dispones diariamente.
Sería ideal poder hacerlo a la misma hora todos los días. Cuando
determines ese momento del día que dedicarás para la escritura anótalo en
tu agenda como si fuera una importante reunión de negocios a la cual no
puedes faltar. Ahora busca entre tus gustos e intereses algunos que puedas
incorporar. Evítalos a toda costa a menos que sean dentro del tiempo de
escritura. Si hay una canción que te guste especialmente escúchala antes
de cada sesión de escritura, solamente antes y durante la sesión de
escritura. La música ayuda mucho a levantarnos los ánimos para realizar
alguna actividad. Si siempre has soñado con realizar un viaje a un lugar
exótico, piensa que algún día tu escritura podría costear tal viaje, por lo
que antes de empezar la sesión de escritura podrías ver un video
promocional de dicho lugar.
Pero lo más importante a la hora de crear una rutina de escritura es
cumplirla. Para ello tendrás que tener el compromiso contigo mismo para
respetarla. Si tu día de trabajo es apretado trata que la sesión de escritura
esté al inicio de la mañana antes de ir a trabajar o antes de acostarte. Tal
vez cuando la familia esté durmiendo. Hay personas que se levantan
temprano para hacer ejercicio antes de un apretado día de trabajo y
estudio. Ellos lo logran porque tienen en mente una meta específica. De
la misma forma podrás hacerlo tú. Tu meta es crear tu primer historia, no
lo olvides.
Revisión y edición
Después de tanto estudio, práctica, paciencia, días, semanas, meses e
incluso años en algunos casos, por fin llegaste al punto en el que todo
escritor llega algún día.
Le colocaste el punto final a tu historia.
Fue un camino duro y difícil de recorrer, lo disfrutaste, sí, pero llevó
un gran esfuerzo de por medio. Conseguiste lo que muchos sueñan a lo
largo de su vida pero pocos logran realizar. Escribiste un libro.
En este punto, al final del camino, es en donde convergen todos los
escritores en algún punto. Pero cuidado.
Este también es el punto al final del camino en el que los escritores
profesionales y los amateur se estrechan la mano y se despiden tomando
caminos distintos.
Los amateur creen que al haber puesto ese punto final a la historia el
trabajo ya está hecho. Los escritores profesionales o que quieren serlo,
saben que el camino llegó a un punto importante, sí, un gran logro, pero
que no hace más que comenzar.
Porque lo que separa a unos y a otros es el proceso de revisión.
Así que desde que le colocas el punto final a la historia puedes
considerar el trabajo hecho como el primer borrador.
Stephen King describe el primer borrador como una montaña de
basura que solo puede ser vista por su propio autor.
Tal vez puedas creer que es una exageración de su parte pero tiene
razón. Llegados a este punto notarás que la historia puede tener todo tipo
de fallos. Con descripciones vagas, personajes insulsos, preguntas que
jamás tuvieron respuesta, faltas de ortografía, fallos argumentases, etc.
Entonces la descripción de King te empezará a hacer más lógica.
¿Quiere decir esto que tu trabajo no sirve y deberías pensar dedicarte a
otra cosa?
Absolutamente NO.
Esto quiere decir simplemente que estás en el mismo proceso en el que
los grandes maestros de la literatura han estado alguna vez.
El primer borrador es una explosión de creatividad en donde tu mente
crea un mundo y una historia de la nada y en donde tratamos de transcribir
lo que vemos, con los ojos cerrados, al papel.
Se podría decir que el primer borrador es una historia que te cuentas a
ti mismo para luego, en el segundo borrador, contársela a los demás.
Entonces, ¿cuál es el próximo paso? ¿A qué se refiere el segundo
borrador?
El segundo borrador o proceso de revisión es en donde pulirás tu obra
para que esté lista para el mundo.
Es importante recalcar el hecho que al terminar el primer borrador es
en donde más debes comprometerte con tu sueño de ser escritor porque la
mayoría de la veces creemos que lo que hemos hecho hasta el momento
basta y sobra para poder publicar nuestra historia. Pero no es así.
Una de mis primeras historias fue una novela corta de 40 páginas. La
escribí en el transcurso de 3 semanas a 1 mes. Luego de terminar,
orgulloso, se la mostré a familiares y amigos, convencido que había
llegado a crear una gran historia. La realidad es que recibí palabras de
aliento y apoyo pero la historia pasó sin pena ni gloria y no llegué a
publicarla. Años después cuando estudié a fondo la escritura creativa y
me enteré del proceso vital de revisión, retomé el manuscrito y tragando
mi orgullo, acepté que no estaba en condiciones óptimas. Después de
darle su debido proceso de revisión, pasando por un segundo y hasta tercer
manuscrito, logré mejorar la obra hasta poder publicarla exitosamente.
Hoy por hoy, Muerte Contrarreloj, después de más de 6 meses de haber
sido publicada, sigue en el Top10 de Horror en Amazon. Y todo gracias a
que entendí que al colocarle el punto final al manuscrito, el trabajo no
hace más que empezar.
En este capítulo veremos las recomendaciones más importantes para
poder realizar una revisión exitosa.
Lo primero que debemos hacer al terminar nuestro manuscrito es
olvidarnos de él. Sí, olvidarnos de él.
Nuestra mente está demasiado viciada y llena de detalles relativos a la
obra como para poder realizar una revisión imparcial. Este sería el
momento adecuado para empezar los bosquejos de una nueva historia.
Nada nos podrá distraer mejor que empezar la escritura de una nueva
historia.
También puedes simplemente tomarte vacaciones de la escritura.
Dedícale tiempo a tu familia en agradecimiento a la paciencia que te
mostraron durante el proceso creativo que seguramente les robó horas que
antes compartías con ellos. Dedícate a tu trabajo, a los amigos, ir al cine,
al teatro, cualquier cosa que no esté ni remotamente relacionada con tu
historia.
Después de al menos dos semanas llega el momento de retomar la
revisión de tu historia.
La revisión es algo para lo que estamos completamente capacitados y
familiarizados durante toda nuestra vida. ¿Cuantas veces no verificaste el
contenido de un correo electrónico importante antes de enviarlo?

Primer borrador
Sr. Gutiérrez, por medio del presente correo quisiera solicitarle su
autorización para mis vacaciones de este año. Le agradezco su atención y
quedo en espera de sus comentarios.

Segundo borrador
Sr. Gutiérrez, como siempre es un gusto saludarlo, el motivo de la
presente es para informarle que mi departamento alcanzó las metas de este
trimestre. Además, todo el personal ya está trabajando en los objetivos del
período que viene. Es por esto que quisiera solicitarle la autorización de
mis vacaciones para dentro de dos semanas, que es cuando las ventas están
más bajas. Podría solicitar mi reemplazo unos días antes de mi partida
para poder ponerlo personalmente al corriente de los pendientes. Quedo
en espera de sus comentarios.

Tal vez creas que este ejemplo es muy pobre y que no hay manera de
aplicarlo a la escritura creativa pero la mecánica es la misma.
Lees todo el contenido una vez terminado y detectas los puntos débiles
para convertirlos en fortalezas. Mueves información de aquí a allá,
agregas, quitas, mejoras, etc.
¡Así que empecemos!
Lo primero que tenemos que hacer es imprimir una copia entera de
nuestra historia. A veces hay detalles que no logramos captar al leerlo en
una computadora y además será más fácil hacer anotaciones sobre el papel
a medida que avancemos.
Para este paso necesitaremos una hoja de papel y resaltadores de texto
de distintos colores. En la hoja de papel debemos incluir el siguiente
listado :

Mejorar diálogo
Mejorar descripción / Hace falta descripción
Falla argumental
Ampliar / Recortar
No se entiende

Debes resaltar con distinto color cada frase del listado anterior para
tener asociado un color con cada acción. Ahora llega el momento de la
lectura. Es recomendable hacerlo en un momento en el que dispongamos
de mucho tiempo porque la idea es leer la historia con el menor número de
interrupciones, a ser posible, realízalo en una sola lectura. La idea de
haber esperado 2 semanas para retomar su lectura es tratar de olvidar que
el texto nos pertenece. Trataremos de verlo con nuevos ojos, como si
perteneciera a uno de nuestros escritores favoritos. Si te ayuda, podrías
incluso colocarle al inicio el nombre de un escritor reconocido. Cualquier
cosa es válida mientras nos permita ser imparciales a la hora de juzgar
nuestro mismo trabajo. Debes ser tu peor crítico.
A medida que leas debes cumplir 3 funciones a la vez. Debes ser
escritor y ver cómo está armada la historia, debes ser lector y ver qué te
parece la historia en sí y debes ser un editor para buscar fallos que hagan
que la novela no sea del agrado del público.
Es aquí en donde debes buscar donde las descripciones sean demasiado
extensas o muy cortas. En donde existan preguntas que a lo largo no
logran contestarse, en donde creas que al personaje le falte algo, etc. Con
el resaltado de texto mancharás de distinto color según sea el caso. Lo
haces de esta manera para interrumpir el ritmo de lectura lo menos
posible.
No te concentres en faltas ortográficas o gramaticales en esta etapa
porque aún no sabes si quiera si la escena o capítulo estará en la versión
final de tu libro. De la misma manera que no empezarías a decorar una
casa cuando aún está en obra de construcción, no debes centrarte en estos
detalles hasta saber que todo está en donde debe estar.
Aquí hay una lista de otros aspectos a considerar durante la revisión :

Inconsistencias
Escenas de relleno
Soluciones rápidas a los problemas o salidas por arte de magia
Conflicto y tensión

Las inconsistencias harán de tu libro una historia en la que el lector


fruncirá el ceño y sacuda la cabeza con malestar. Debes revisar que tanto
las acciones, reacciones y motivaciones sean consecuentes con lo que
cuentes.
Las escenas de relleno son usuales en todo libro. Tal vez, durante el
proceso del primer borrador no sabías cómo continuar con la trama y
escribiste alguna escena que no aporta nada nuevo. Si es así, deberás
eliminarla. Aunque te duela, pero es necesario. Trata las escenas de tu
historia como si fueran fichas de dominó. Si quitas una, todo debería
detenerse. Todas tus escenas deberían de ser vitales para el buen
entendimiento de las que le siguen, si puedes eliminar una escena y aun así
la historia no verse afectada de forma alguna… la escena debe morir.
Las soluciones rápidas o concebidas por arte de magia también
evidencian la poca disposición del escritor a realizar bien su trabajo.
Nadie quiere engancharse a tu historia y acompañarte durante cientos de
páginas para que al final de cuentas los problemas económicos de tu
personaje se resuelvan al ganarse la lotería.
El conflicto y la tensión son posiblemente los factores más
importantes de la historia. Mientras exista conflicto y tensión el lector no
podrá dejar de leerte. Busca escenas en donde la tensión sea mínima y
trata de aumentarla. Para esto pueden ayudarte las listas. Si en una escena
dos personas están hablando en un restaurante y una de ellas abandona la
mesa disgustada podrías analizar de qué manera aumentar la tensión y el
conflicto. ¿Qué podría hacer para que sea más dramática su partida? Para
eso te servirán las listas. Posiblemente en tu lista la primera opción sea
tirarle el contenido del vaso a la otra persona. Lo que hay que saber en
este punto es que las primeras opciones que te vengan a la cabeza serán
también las más usuales o clichés, y por lo tanto deberás pensar unas
cuantas más. Seguramente las últimas de la lista sean lo suficientemente
originales y sorprendentes para poder incluirlas. Tal vez la mujer se
levante y tome al hombre por la corbata y luego la lance por encima de su
hombro. Será una reacción original que incremente la tensión entre los
personajes y sorprenda a los lectores.
Una técnica muy buena y útil para utilizar durante la escritura del
primer borrador y que está relacionada con la etapa de revisión es la de
incluir palabras extrañas antes o después de un término o acción que
requiera nuestra posterior atención. Por ejemplo, si en tu historia existe
un policía y durante la escritura del primer borrador no estás seguro qué
tipo de arma utilizan en el país en donde sucede la acción, coloca
simplemente arma, seguido de una palabra especial que no exista en tu
idioma. Yo utilizo “revk”. De esta manera no detengo el proceso creativo
para realizar una búsqueda en Google o consultar un libro, perdiendo así el
impulso y la continuidad de la historia. Después, en el proceso de
revisión, escribo la palabra “revk” en el buscador del procesador de
palabras que esté utilizando para escribir mi historia, y así aparecerán tal
vez docenas de lugares a lo largo de la historia que requieran mi posterior
atención e investigación.
Esto también vale para otras palabras. Si no has decidido un nombre
para tu heroína coloca simplemente heroína a la hora de nombrarla.
Luego, cuando encuentres un nombre adecuado, buscas heroína y lo
reemplazas.
Y aquí dejo un último listado con factores a tomar en cuenta a lo largo
del proceso de revisión:

¿Tengo un incidente detonador?


¿Tengo un claro inicio, medio y final?
¿Cierro cada escena con un clímax?
¿Mi historia tiene una resolución clara?

Luego que termines esa lectura deberás encontrarte con un manuscrito


lleno de colores y posiblemente anotaciones menores en algunas páginas.
Ahora llegó el momento de sentarte en la computadora y corregir cada
punto. Color por color para guardar la línea creativa.
Cuando termines todo esto deberás leerlo una vez más para estar
seguro que cada escena está en donde debe estar y la estructura de la
historia es fuerte. Ahora si debes revisar la ortografía y gramática. Y
debes hacerlo a conciencia. Piensa que para un lector el transcurso de la
historia en como un viaje en automóvil y cada falta gramatical y
ortográfica será considerada como un bache en el camino. Deberás leer
una y otra vez. Hacer uso de las herramientas de corrección ortográfica
que dispongas y dárselo a distintas personas para que los encuentren. Es
muy común que para un escritor sean invisibles ciertas faltas a las que está
acostumbrado.
Puedes hacer este proceso entero una y otra vez hasta estar seguro que
tu manuscrito está a la altura de las historias que tienes en tu estantería.
Recuerda que la practica hace al maestro y en cuanto más tiempo le
dediques a tu historia más mejorará. Te aseguro que en cada revisión
encontrarás algo que puedes mejorar.
En la película SAW, vemos al inicio a dos hombres que encerrados en
una habitación aparentemente desocupada. La primera imagen que
tenemos es de una llave que se va por el drenaje cuando despierta el
protagonista y lo abre sin darse cuenta. Al final de la historia nos damos
cuenta de este detalle crucial que estuvo ante nuestros ojos desde el primer
minuto del filme, y pensamos… ¿cómo pudieron pensar en algo tan genial
e incluirlo desde el inicio? Pues la respuesta es muy simple… no lo
pensaron. Lo hicieron en la etapa de revisión, porque es aquí en donde
puedes ver la historia desde muy arriba, contemplarla en su totalidad y
decidir qué elementos puedes incluir en cualquier parte para mejorar el
resto. El hecho que una escena ya esté escrita no quiere decir que no
pueda ser modificada e incluso reemplazada. Es muy común que
cambiemos el capítulo inicial durante el proceso de revisión para mejorar
algún aspecto de la historia.
Un consejo útil es que antes de empezar el proceso de revisión y
escritura del segundo borrador guardemos una copia íntegra del primer
borrador. El 99% de las veces las modificaciones que realicemos en esta
etapa serán para bien, pero ese 1% restante serán las veces que cambiemos
de tal forma el segundo borrador que nos será imposible encontrar el
camino de vuelta, para eso siempre es bueno tener una copia para
ayudarnos a retomar el rumbo.
Si ya hiciste todo lo anterior y estás seguro que tu manuscrito está en
óptimas condiciones, estás listo para el último paso de la revisión.
Es un paso al que muchos escritores le temen, porque es el momento
de darle tu obra a alguien más.
Un lector beta o lector cero.
El lector cero debe ser alguien en quien confíes plenamente. Debe ser
alguien a quien le guste la lectura. Puede ser un familiar o amigo y entre
más personas te den su opinión, mejor.
No tengas miedo de tomar este paso. No cualquier persona escribe un
libro y te sorprenderías al saber que la gran mayoría de las personas que
conoces te verán con admiración. Nadie te hará sentir mal por haber
escrito un libro.
Este paso es crucial porque necesitamos que otras personas hagan lo
que nosotros tratamos de hacer en el proceso de revisión. Ver la historia
con ojos ajenos.
Si sus críticas y comentarios son positivos, enhorabuena. Si son
negativos… mejor aún. Porque de las críticas positivas se alimenta el ego
mientras que de las negativas la superación. Cada comentario negativo es
una oportunidad de mejorar. Recuerda que solo son lectores cero y la
historia no está aún publicada, por lo que podrás mejorar los puntos
negativos para que tu obra esté a la altura de las demás.

Ejercicio

Este ejercicio es muy bueno en cualquier proceso de la escritura


creativa en el que te encuentres y sobretodo te servirá mucho durante el
proceso de revisión.
Toma un libro cualquiera, puede ser tu libro favorito, y practícale una
autopsia. Sí, una autopsia. Eso quiere decir que vas a analizar cada página
de un capítulo en especial y vas a prestar atención a sus distintos
componentes. Con los mismos resaltadores de texto de colores marca en
donde exista diálogo, acción, monólogo interior, descripción, etc. Trata de
ver si guarda algún patrón en cada hoja. Tal vez encuentres 3 diálogos
seguidos de una descripción, o tal vez detectes que cada página tiene al
menos un monólogo interior.
Esto te servirá para ver los órganos internos de los libros de los
grandes maestros para que cuando estés revisando el tuyo puedas
incorporar de la misma forma un balance similar al que se observa en los
libros que te gustan.
En dónde publicar
Ya terminaste tu manuscrito y pasaste por un segundo o incluso tercer
borrador. Tus lectores cero te dieron algunas sugerencias y realizaste las
modificaciones pertinentes. Tu libro está listo.
¿Ahora… en dónde o cómo lo publico?
Antes de proseguir déjame felicitarte. Independientemente de la
manera que quieras publicar tu libro, el caso es que, ya tienes un libro
escrito. Ya eres un escritor profesional.
Posiblemente la única cuestión en la que discrepo con los consejos de
Stephen King es, que para él, una persona se convierte en escritor hasta
que recibe su primer pago por sus libros y con el mismo cubre el costo de
algo, por ejemplo, la cuenta de la luz. Hay otras personas que dicen que
un escritor lo es ya cualquiera que se sienta a escribir las primeras frases
de una historia. No estoy de acuerdo ni con uno ni con otro.
Para mí, el punto en el que una persona se convierte en escritor es un
lugar intermedio. Cualquiera puede sentarse a garabatear dos frases y
llamarse escritor, pero si esa persona nunca se capacita ni tampoco
practíca, nunca podré considerarlo un escritor.
Para mí un escritor es toda aquella persona que después de elaborar un
manuscrito lo convierte en un primer borrador y luego procede a la etapa
de revisión. Allí es en donde los escritores principiantes se separan de los
profesionales.
Así que enhorabuena.
Pero ahora surge la duda acerca de dónde o cómo publicar la obra.
Existen varias formas de hacerlo y veremos las tres principales. La
editorial tradicional, la coedición y auto publicación.

La editorial tradicional es aquella a la que estamos más


acostumbrados al ver en películas y libros. Es cuando un escritor envía su
manuscrito terminado a las oficinas de una editorial y espera que sea
calificado para después recibir una notificación. Esa notificación puede
venir en dos formas. “Felicitaciones, amigo escritor, nos ha gustado su
obra y deseamos ofrecerle un contrato por ella”. Y la segunda respuesta
es… nada. Podemos esperar meses y meses y jamás podría llegar la
respuesta. En cuyo caso debemos entender que nuestra obra no fue de su
interés. ¿Debemos decepcionarnos y pensar que lo que tenemos entre
manos no es bueno? En absoluto.
Con la llegada de las plataformas de auto publicación, tipo Amazon,
las editoriales tradicionales se vieron seriamente afectadas. Cada día es
más común que un autor decida auto publicar directamente sin siquiera
intentar entrar en una editorial tradicional. La oferta se multiplicó de
pronto y algunas editoriales se vieron forzadas a reducir su presupuesto de
publicación anual o incluso llegaron a cerrar sus puertas.
Es por ello que hoy en día cuesta mucho más conseguir un contrato
editorial en este sector. De pronto las editoriales se vieron con un
presupuesto reducido y la disyuntiva acerca de qué hacer con él. Tienen
que escoger entre arriesgarse a publicar a un autor novel, como nosotros, o
publicar las obras de los escritores que ya tienen dentro de su catálogo.
No se los puede culpar por querer invertir su dinero en una apuesta más
segura. Después de todo, los escritores de su catálogo ya tienen un público
que espera sus próximos trabajos, por lo que la inversión en publicidad y
el riesgo de que el libro no funcione es menor.
Sin embargo no quiero disuadirte de intentar entrar en este mundo. Al
final de cuentas es el más cómodo de todos. Esta forma de publicación es
en dónde menos trabajo tienes que realizar. La editorial se encargará de
asignar a alguien que trabaje contigo para la elaboración de la portada y la
sinopsis. Te asignará también un corrector ortográfico y de estilo. Se
encargarán de hacer tu promoción, contactos con los periódicos, etc.
Sin embargo no todo es gloria con esta forma de publicar. También
este será el método en donde menos control tengas sobre tu obra y
posiblemente en el que menos porcentaje de ganancias tengas por unidad,
aunque posiblemente también en donde más se venda dado los contactos
establecidos y el poder de difusión que tenga la editorial.
Si decides intentar esta forma de publicación lo que te recomiendo es
lo siguiente :

Busca sellos editoriales fuertes. Si bien es cierto que serán los que
más manuscritos reciban al mes, también serán los que más
presupuesto tengan para invertir en nuevos talentos.
Busca editoriales que publiquen obras similares a la tuya. Por más
grande que sea un sello editorial, si solo publica romance, tu novela de
terror pasará a la papelera y pasarás meses esperando una respuesta
que nunca llegará.
Asegura tu obra en el registro de propiedad intelectual. Si bien no es
nada común que una obra sea plagiada por una editorial grande y seria,
tampoco es imposible que suceda. De hecho ya se han escuchado
algunos casos. Será mejor asegurarte que la tuya no sea una de esas.
Busca editoriales que acepten el envío de manuscritos por medio de
correo electrónico. Enviar tu manuscrito a una editorial que esté fuera
de tu país de residencia puede costar mucho dinero, así que sería mejor
poderlos enviar por correo.
Busca más de una editorial a la vez. No cometas el error de enviar tu
manuscrito a una editorial y esperar su respuesta antes de enviarla a
otra. Si envías tu obra a varias lo peor (y a la vez lo mejor) que podría
suceder es que todas quieran tu obra. En ese caso solo deberás elegir la
que más se adecua.
Asegúrate que tus primeras páginas y capítulos sean excelentes. La
persona encargada de revisar los nuevos manuscritos que llegan a una
editorial podría recibir docenas o incluso cientos de manuscritos
diarios provenientes de todo el mundo. Así que tienes que asegurarte
que tu obra está a su máximo nivel, sobre todo en las primeras
páginas. Debes dejar clara la premisa del libro y el tono que tendrá la
historia en las primeras páginas.
Ármate de paciencia. Si decides darle una oportunidad al sector
tradicional tienes que saber que es un proceso que lleva tiempo. Lo
mínimo que podrías esperar serían dos meses y un máximo de cuatro.

La coedición es una editorial tradicional que acepta publicar tu obra


pero en gastos compartidos. Es decir que tienes que cubrir parte de los
gastos de impresión. No es necesario profundizar mucho en el tema para
que te des cuenta que ésta es una manera de publicación en la que podrías
encontrar ciertas estafas. Antes de firmar un contrato con estas editoriales
tienes que asesorarte con un abogado acerca de lo que te ofrecen.
Tienes que evaluar si vale la pena realizar el cuantioso gasto porque
podrían no darte a cambio el equivalente de lo que estás pagando. He
escuchado de muchas editoriales de este tipo que ofrecen promover la obra
y distribuirla por las principales librerías de distintos países, pero la
realidad resulta ser que la promoción se simplifica a unas cuantas
menciones en las redes sociales y la distribución no es de manera física en
las librerías sino un ofrecimiento a través de un catálogo.
También he sabido de algunos escritores a quienes esta forma de
publicación les ha resultado maravillosamente pero debes tener mucho
cuidado para no caer en una estafa o en el mejor de los casos, en un
contrato con condiciones que no sean las que esperabas.
Si deseas intentar este tipo de publicación te recomiendo lo siguiente :

Investiga previamente a la editorial. Antes de enviarles tu manuscrito


tienes que investigar si es una editorial reciente o con alguna
trayectoria. Si abrió sus puertas recientemente te recomendaría pasar
de ella o al menos buscar testimonios de su legitimidad.
Utiliza Google o cualquier herramienta de búsqueda para investigar a
la editorial. Hoy en día, los motores de búsqueda te pueden resultar de
gran utilidad a la hora de descubrir estafas, porque si colocas el
nombre de la editorial sumado con la palabra “estafa” o “problemas”,
te mostrará lo que otros escritores han comentado al respecto en las
distintas redes sociales o secciones de comentarios de tal o cual lugar.
Examina su catálogo. ¿No ves nada conocido? ¿Escuchas de estas
obras por primera vez? ¿Solo se pueden adquirir a través del sitio web
de la editorial? Si la respuesta a todas estas preguntas fue sí, estarías
frente a lo que te espera en el futuro.
Pide recomendaciones a los autores que ya publicaron con la misma
editorial. Tal vez esto no sea tan sencillo. Tendrías que encontrar el
correo electrónico de un autor de su catálogo y aún si lo consigas
puede que nunca te responda, pero si lo hace, podrás tener la
experiencia de primera mano de quien ya conoce como trabajan.
Aprende a reconocer las estafas. Una editorial de coedición te pedirá
que seas tú quien pague el ISBN (el número que identifica cada libro
para su comercialización), pero además te pedirá que compres cierto
número de copias de tu propia obra para ayudar con los gastos de
impresión y comercialización. Si lo piensas, realmente no sería
necesario que tú mismo adquieras tu propia obra si supuestamente
ellos están dispuestos a promocionarla. Averigua en el mercado cuánto
cuesta la impresión del mismo número de obras que te obligan a
comprar y si la cantidad que ellos te piden sobrepasa el precio de
impresión en el mercado… es una estafa.
Asegura tu obra en el registro de propiedad intelectual. En este caso
más que en cualquier otro. A este tipo de editoriales nunca le envíes tu
manuscrito completo. Envía el equivalente a un 30% nada más.
Nunca firmes o te comprometas antes de hablarlo con un abogado.

La auto publicación es, a mi parecer, una de las mejores formas para


dar a conocer tu obra. Es el método que utilizo y el que más recomiendo.
Actualmente existen muchas plataformas en donde puedes publicar
gratuitamente, siendo Amazon una de las más fuertes. La plataforma de
Amazon te permite publicar simultáneamente, y en solo 48 horas, tu obra
globalmente. Es una plataforma en la que tú controlas el precio de venta y
la promoción.
El único aspecto negativo, hasta cierto punto, es que estarás solo
durante todo el proceso. Pero digo “hasta cierto punto” porque abunda la
información para no perderte en el camino. Existen foros para que te
informes de los pasos a seguir o incluso puedes descargar guías gratuitas
para conocer estos pasos. No tengas miedo de intentarlo porque es muy
sencillo hacerlo.
El hecho de que sea gratuita no quiere decir que no llegarás a gastar
absolutamente nada. Existen algunos gastos que por lógica deberás cubrir,
pero serán mínimos comparados con lo que tendrías que desembolsar en la
coedición.

Portada. En la auto publicación no contarás con un diseñador


contratado por la editorial para elaborar la portada del libro, pero existen
programas gratuitos en los que puedes crearlas tú mismo o (lo más
recomendable) pagar a un diseñador independiente para que te haga una.
Recuerda que la portada será el aspecto más importante junto con el
nombre y la sinopsis para que un lector decida comprarte. Así que una
inversión en el diseño de portada es más que aconsejable.
Maquetación. Te recomiendo pagar por un servicio de maquetación
para que el resultado final de tu libro electrónico y de papel sea
profesional, aunque también podrías hacerlo tú mismo con un poco de
instrucción previa.
Promoción. Al igual que no tienes un diseñador asignado por una
editorial, tampoco tendrás una campaña de promoción a cargo de nadie.
La promoción correrá por tu cuenta. Este aspecto es muy importante
porque tal vez tu libro sea el próximo Romeo y Julieta o Lo que el viento
se llevó, pero si nadie lo conoce, nadie lo comprará. Para esto debes hacer
uso de las redes sociales, hoy por hoy es una herramienta esencial para los
escritores independientes y funciona muy bien. Amazon por su parte
también te ayuda con la promoción de tu libro al enrolarse en su programa
KDP Select. Este programa de suscripción opcional dura tres meses, en
los cuales te permite seleccionar cinco días a tu elección para que tu
publico descargue de forma gratuita tu obra y te des a conocer como
escritor. Esto te ayuda mucho para que el público conozca tu obra y sobre
todo, a ti como escritor.

Una de las grandes ventajas de publicar con Amazon son las regalías.
Tú escoges el precio para tu obra. Si tu libro cuesta $2.99 o más, ganarás
el 70% del precio de venta menos impuestos. Si cuesta menos de $2.99
ganarás el 35% menos impuestos. Lo usual a recibir en una editorial
tradicional es del 10 al 15% de regalías, por lo que las condiciones de
Amazon no están nada mal.
También tienen a tu disposición herramientas que puedes manejar
desde el teléfono o la computadora para monitorear diariamente tus
ventas, por lo que la auto publicación es la mejor manera para estar
conectado con tu obra.
Otra gran ventaja, como se mencionó anteriormente, es el lugar de
venta. Te exhibes en una vitrina mundial. A pocas horas de publicar tu
libro estará disponible en Amazon USA, España, México, Brasil, Japón,
Gran Bretaña, Australia, entre otros. Potencialmente podrías tener
lectores de cualquier parte del mundo. Cosa que difícilmente sucedería si
lo hicieras a través de una editorial tradicional, a menos que fuera
realmente grande y fuerte. Pero en ese caso tu oportunidad de publicar
con ellos se reduciría.
También se han dado casos de libros que se publican
independientemente por medio de Amazon y luego de atraer lectores
reciben la oferta de una editorial tradicional. Como le sucedió a El
Marciano de Andy Weir.
Amazon te pone a tu disposición la impresión baja demanda, lo que
quiere decir que tu libro no solo podría estar disponible en formato
electrónico sino también en papel. Si un lector lo ordena se imprime en el
momento y se envía.
Si deseas publicar por este medio te recomendaría lo siguiente :

Invierte en donde importa. Como dijimos antes, la portada y la


maquetación deberán ser profesionales porque será lo primero que
vean tus lectores. En un mundo en donde existen literalmente millones
de libros compitiendo, tu portada tiene que ser impactante.
Promoción. Invierte tiempo en promocionarte en las redes sociales,
recuerda que a través de la promoción te darás a conocer a ti mismo y a
tu obra.
Revisa tu obra. Es de vital importancia que tu obra esté en óptimas
condiciones porque en esta forma de publicación no existirá una
persona encargada por la editorial para revisar tus faltas ortográficas,
gramaticales o de estilo. Dedícale tiempo a tu manuscrito hasta estar
seguro que está listo para ver la luz. Pide favor a familiares, amigos o
personas que conozcan del tema para que te ayuden a pulir tu obra. Si
es necesario invierte en un profesional. Hoy en día se pueden
encontrar por internet profesionales freelance de todo tipo que te
cobrarán muy poco por un servicio tan grande.

Sea donde sea que decidas publicar, recuerda que ya eres un escritor e
hiciste algo que muchas personas solo sueñan pero nunca concretan.
Ahora lo importante es no dejar tu historia en un cajón. El mundo te
espera para conocerla.
Consejos mixtos
Existen otros factores muy importantes a tomar en cuenta a la hora de
elaborar un libro. En esta sección veremos consejos mixtos que abordan
los principales de ellos.

Elección del título


Hay quienes dicen que el título será el aspecto más importante a la
hora de decidir publicar tu libro. En mi opinión es la portada, pero sin
lugar a dudas, el título estaría en el segundo lugar. Recuerda que ya sea en
una librería física o virtual, el título será lo primero que vea un posible
lector.
El título debe ser acorde al género de tu historia. No es aconsejable
colocar un nombre gracioso a una novela negra, de la misma manera que si
tu historia es una comedia, el título “Lágrimas de la guerra” tal vez no sea
muy adecuado. El título debe ayudarle al lector a darse la primera idea de
lo que encontrará dentro de las páginas de tu historia.
Cuando empezamos una historia es inevitable que ya tengamos un
título en mente. Aunque sea solo provisional. Y tienes que saber que
muchas veces cambia a lo largo de la elaboración de tu manuscrito, y está
bien. Si decides cambiarlo seguramente tendrás razones de peso para
hacerlo, así que no te encapriches en mantener el original.
Si ya terminaste tu historia o estás a punto de hacerlo y aún no tienes
un título, te aconsejo que tomes el tiempo de pensar en el sentido de tu
obra. Lo primero que debes descubrir es qué transmite. ¿Cuál es esa
palabra que define tu obra? ¿Amor, venganza, redención, comedia?
Partirás de ese punto para empezar a descubrir ese nombre o frase original
que lo defina. También es recomendable que estudies otros nombres de
novelas similares. A veces la solución está dentro de las palabras que ya
escribiste. Tal vez algo que dijo un personaje.
Ahora que ya tienes un nombre adecuado, el siguiente paso será
investigar si ya existe.
Nadie te censurará si eliges un nombre de un libro ya existente pero no
es nada recomendable hacerlo.
Cuando estaba elaborando mi novela Cuando el silencio mata, la
palabra que para mi gusto lo englobaba todo era La Confesión. Era
perfecto para definir lo que sucedía en la historia. El problema era que ya
existían cerca de una docena de libros con el mismo nombre, siendo uno
de ellos el de John Grisham. En este caso hay que evaluar qué tanto
beneficio nos reportará colocarle un nombre repetido porque si alguna
persona escribe el nombre de nuestra novela primero encontrará docenas o
cientos de enlaces a otros libros que no son el nuestro.
El último consejo en relación a los títulos es que elabores una lista de
todos los nombres que te son atractivos y los compartas con familiares y
amigos. Seguramente un par de ellos resaltarán ante todos. Incluso
podrías no darte cuenta que tu título sugiere algo que tu no sepas
identificar, algo que tal vez para ti sea ideal pero que las demás personas
asocien con algo que no tenga que ver con tu historia.

Elección de portada
Como dije en la sección anterior, la portada es el aspecto más
importante de un libro según mi parecer. Creo esto por la simple razón
que cuando estoy en una librería física como si paso páginas en una
virtual, mis ojos recorren las distintas portadas a veces sin siquiera ver el
nombre. Hasta que algo me llama la atención en la portada decido
examinarlo más a fondo. He preguntado a varios amigos lectores y
muchos de ellos me dicen que les sucede algo similar. Por lo que la
elección de una buena portada será vital para darle la visibilidad a obra.
Nuevamente es lógico señalar que la portada debe estar en
consonancia con el tono del libro. En muchos aspectos, la portada,
comparte las mismas premisas que el título. También debes examinar
otras portadas del mismo género y ver qué tipo se mueve bien. Debes
tratar de transmitir con imágenes la esencia de la historia.
Te recomiendo mucho invertir en los servicios profesionales de un
diseñador porque la portada, junto al nombre, será tu única tarjeta de
presentación ante el público. Tu historia puede ser muy buena e incluso
tener una sinopsis atrayente, pero si el lector no cobra interés por la
portada y el título no tendrás la oportunidad de que te conozcan.
Si decides elaborar tú mismo la portada, evita hacerla de forma
caricaturesca (a menos que el género lo requiera) porque las portadas
caricaturizadas se asocian con libros antiguos y puede pasar desapercibida.
También debes evitar que tenga demasiados colores o que tenga
motivos muy recargados. Entre más clara sea mejores oportunidades
tendrá que alguien se fije en ella.
Al igual que en la elección del título, muéstraselo a familiares y
amigos antes de lanzarla, escucha y evalúa sus sugerencias.
Aprovecha tu portada al máximo. Es una buena idea incluir alguna
frase que le ayude al lector a darse una idea de lo que puede encontrar
adentro. Si hoy en día los lectores solo pasan la vista por las estanterías,
como me sucede a mí, tal vez no lleguen siquiera a darle la vuelta al libro
para leer la sinopsis, pero si colocas una frase atrayente estarás incluyendo
un factor que puede ayudar al lector a cobrar interés. En mi novela
Cuando el silencio mata aproveche para colocar en la parte inferior 3
frases que sin duda ayudan al lector a darse una idea de lo que trata la
historia. Coloqué las frases : Un ataque a la iglesia, Solo una persona lo
sabe, Pero no puede intervenir. En Muerte Contrarreloj coloque solo una
frase : Antes de una hora uno de los dos morirá.

Para mantenerse firme en el sueño


El camino para convertirse en escritor está lleno de recompensas.
Desde logros personales, económicos, sociales, etc. Pero también está
plagado de obstáculos. No será difícil encontrar la excusa perfecta para
espaciar, posponer o definitivamente suspender la escritura de nuestra
historia. Es por ello que tenemos que empeñarnos al máximo por
centrarnos y esmerarnos en el camino que tenemos por delante.
Una de las cosas que más te ayudarán a mantenerte firme son las
cuotas diarias en la escritura. Puedes fijarte metas, ya sea en el número de
palabras escritas o el tiempo que le dediques a la escritura diariamente. Te
recomendaría más la meta sobre palabras escritas, de lo contrario podrías
toparte con que si dispones de una hora para la escritura cada día, puedes
pasarte la hora entera viendo el monitor sin colocar más que unas cuantas
frases. Si te propones un número determinado de palabras será más difícil
eludir esa meta. Puedes crear un hoja de cálculo electrónica para anotar el
número de palabras diarias o semanales, o puedes anotarlo en un
calendario. Si un día fallas en tu meta procura cumplir con la cuota
atrasada del día anterior.
Cuéntale a tu familia y amigos lo que estás haciendo, no tengas miedo
de hacerlo, ellos te apoyarán. Sin mencionar que tienen derecho a saber
por qué ahora cuentas con menos tiempo para dedicarles. Explícales lo
importante que es para ti y verás cómo reaccionan de una forma positiva.
Hacer esto es una parte muy importante porque será inevitable que te
pregunten constantemente por tus progresos, haciendo más difícil para ti
abandonar.

Libreta de apuntes
Consigue una libreta de apuntes que te quepa en el bolsillo y llévala a
todas partes.
Nunca sabes en qué momento llegará la inspiración y deberás tener los
medios para capturarla. No confíes en recordarlo más tarde. Incluso
debes tenerla al lado de tu cama por si te despiertas en la noche con una
idea original. A veces podría no ser una idea, sino simplemente un
pensamiento, diálogo, acción o descripción de alguien o algo. A veces al
leer un libro te puede surgir una idea a partir de algo, así que también a la
hora de leer deberás tenerla a mano. Luego podrás consultarla y sacar
provecho de tus ideas.

Nunca dejes de aprender


Decir que en este camino a recorrer estarás solo puede sonar algo
extremo y hasta cierto punto injusto, porque tu familia y amigos estarán
allí a cada paso para brindarte su apoyo. Pero esto sucederá hasta cierto
punto. Por mucho que tu familia y amigos te muestren su apoyo no podrán
ayudarte en el aspecto más importante de todos, la escritura. Es un
camino que tendrás que labrarte tú mismo y cualquier ayuda que puedas
procurarte será vital para tu carrera. Por eso recomiendo que leas
cualquier tipo de libro relacionado con la escritura creativa, empieza por
algo general, como este libro, luego intenta poner en práctica lo
aprendido. Descubrirás que algunos aspectos se te dan mejor que otros,
entonces será el momento de buscar libros que hablen específicamente de
tus puntos débiles.
El aprendizaje de un escrito jamás termina. Los tiempos y las
tendencias literarias cambian cada día, el cine influye mucho en cómo las
personas ven las historias y deberás estar siempre a la vanguardia para que
tu estilo sea fresco y atrayente.
Busca talleres de escritura si los hubiera cerca de ti, o trata de asistir a
webinars (seminarios en línea), encontrarás muchos a precios muy
económicos o incluso gratuitos.
Los tutoriales en YouTube también suelen ser de gran ayuda. Busca
canales que se dediquen a la enseñanza de la escritura creativa y empieza
por los videos que muestren cómo hacer o mejorar tus puntos débiles.
Si tienes la oportunidad de unirte a un grupo de escritores podrás
encontrar a una comunidad muy útil en la cual podrás aprender e incluso
compartir lo que ya sabes con los escritores que estén comenzando. Es
muy usual que en estos grupos se intercambien sus escritos para luego
discutirlos de una manera constructiva. No es lo mismo que un familiar o
amigo te dé su opinión acerca de lo que escribiste a la de alguien que
también trabaja en el medio.
Los blogs literarios también serán de gran ayuda con sus publicaciones
semanales o incluso diarias. Al final de este libro te dejaré los enlaces de
algunos que me han ayudado mucho.

Un diario con todo lo que leas


Para ser un buen escritor necesitas buenos ejemplos y ver como otros
lo han hecho. Por eso uno de los consejos principales para quien quiere
escribir es leer mucho. Apunta en un diario todo lo que leas a partir de
ahora, esto te servirá muchísimo a la hora de consultar tu diario. Lo que
debes apuntar en este diario para que te sea útil será lo siguiente :

Nombre de la obra
Nombre del autor
Número de páginas
Fecha de inicio y de fin de lectura para ver el tiempo que tardaste.
Esto, junto al número de páginas, te puede dar una pauta de qué tanto
disfrutaste la obra, si no podías parar de leerla o en cambio tardaste
demasiado dependiendo del número de páginas.
Tipo de narrador que utilizó el autor
Valoración final. Puede ser una puntuación con números o estrellas
otorgadas por ti mismo a la obra.
Comentario adicional. Aquí puedes anotar algo sobresaliente del libro,
como si tiene grandes descripciones, diálogos o acción. O por el
contrario, los aspectos negativos. Recuerda que leer libros que no te
gusten mucho te ayuda tanto como los que si te gustan porque aprendes
a evitar lo que te parece aburrido o mal estructurado.
La idea de tener un diario de lectura es que puedas consultarlo en
cualquier momento para buscar ese detalle que te llamó la atención en
obras pasadas y puedas tomar su ejemplo.

Lee como escritor


A partir de este momento deberás leer como un escritor porque ya lo
eres. Trata la manera de no solo disfrutar de la lectura sino al mismo
tiempo analizarla e incluso interrumpirla para tomar anotaciones
pertinentes en tu libreta que siempre tienes a la mano. Si descubres un
fragmento que te gustó particularmente, tomate el tiempo de analizar el
porqué. Si un diálogo funciona bien piensa a qué se debe. Cuando una
descripción de personaje o ambiente se formó tan clara en tu cabeza, que
parecía que estabas allí junto a los personajes, trata de detectar su
estructura y la manera y constancia en la que el autor fue introduciendo
cada detalle. De la misma forma si algo no funciona también toma nota de
qué fue para evitarlo.

Piensa y vive como escritor


Con esto me refiero a que a partir de ahora deberás aprender a ver el
mundo como si fuera una gran historia, que al fin de cuentas lo es.
Cuando estés con un grupo de amigos y dos de ellos están hablando trata
de narrar en tu cabeza lo que ves.
“María alzó las cejas al escuchar las palabras que salían de la boca de
Juan. Se cruzó de brazos y apretó los labios conteniendo su respuesta”.
Encontrarás esta actividad muy útil y sumamente entretenida, aunque
solo seas tú el único partícipe de ella.
Cuando salgas a visitar a tu familia, ese viaje al campo o a otro país, la
visita al museo o al concierto, todo te sirve de escenario para practicar las
descripciones y acciones. Mira con ojos de escritor a los árboles,
prestando atención a la manera particular en que sus hojas se mecen por el
viento y procura encontrar una comparación o analogía a lo que estás
viendo.
Las experiencias diarias comunes o extraordinarias también te son de
gran ayuda. Ver cómo come la gente, la postura al caminar, las
explosiones de ira, la satisfacción en sus rostros, etc. Debes verlo todo en
función de tu escritura. Hasta las experiencias más tristes y desagradables
les podrás sacar partido. La pérdida de un ser querido o tu ingreso de
urgencia a un hospital serán cosas que seguramente no querrás que
sucedan y no se las deseo a nadie, pero lo cierto es que a veces las cosas
malas suceden y en el momento no tendremos cabeza para pensar en nada
más que en ellas, pero después de un tiempo las recordaras y te servirán
para prestarle esas emociones y sentimientos a tus personajes.

Ver películas
Hay quienes dicen que ver películas no va con ellos porque prefieren
la lectura. Por supuesto que yo prefiero leer un libro antes que ver la
película basada en ese mismo libro, pero eso no quiere decir que las
películas sean malas. Al contrario, la llegada de las películas afectó de
gran manera al mundo de la escritura y para bien. Recuerda que todo lo
que te entre en la cabeza sirve para estimular la imaginación y combinarlo
con lo que ya tienes dentro para crear algo nuevo, único y original.
Las películas ayudan al mundo de la literatura porque introducen
nuevos elementos en sus producciones como efectos especiales, ángulos
originales para ver a los personajes, nuevas formas para contar las
historias y mucho más. En La Pasión de Cristo de Mel Gibson, hay una
escena en la cual la cámara enfoca a Cristo desde el cielo y de pronto cae
una gota deformando brevemente las siluetas. ¿Por qué no añadir una
descripción de este tipo en tu siguiente historia? En lugar de relatar la
reunión de dos personajes en un campo abierto de la manera horizontal
tradicional, ¿por qué no introducir una descripción utilizando este tipo de
enfoques?
En las películas podrás también practicar las descripciones y diálogos
de la misma manera que lo has hecho con tus familiares o amigos.
En una película son muchos los detalles que para el simple ojo se
pierden, pero tú deberás prestar atención ahora a todo lo que rodea un
personaje y narrarlo, describirlo al mismo tiempo que sucede para
practicar o tomar ideas.
No te limites a verla, también puedes ir prediciendo o haciendo
conjeturas acerca de lo que pasará a continuación o qué debería pasar en tu
opinión si tú fueras el director o guionista.
Y recuerda que precisamente gracias a las películas hay muchas
escenas en las que no tendrás que profundizar. Por ejemplo, todo el mundo
hoy por hoy ha subido a un avión o al menos ha visto una película en
donde suceda, por lo tanto deberás ahorrar este tipo de descripción
pormenorizada a tus lectores, a menos que la historia así lo requiera. No
tendrás mucho trabajo en describir París o Nueva York al tener que
describir en detalle cada aspecto de estas y otras ciudades que gracias a las
películas todo el mundo conoce.

Trabaja en tu historia lejos de la computadora


La mayor parte de la historia la crearás lejos de la computadora. A
esto se le conoce en inglés como heavy writing, que sería algo como
escritura pesada. Esto quiere decir que el trabajo pesado, el grueso de
nuestra historia, lo imaginaremos cuando no estemos sentados frente al
ordenador. Cada día, mientras realizas todo tipo de actividades, debes
pensar en la próxima escena que te toca escribir. Piensa en la manera de
iniciarla, qué diálogos tendrán lugar, qué es lo que deseas transmitir, qué
momentos deben suceder para que tu historia avance. Cuando realizamos
acciones automáticas como manejar, hacer ejercicio, cocinar, nuestro
cerebro tiene rienda suelta para la creatividad. Por lo que debes estar
siempre inmerso en tu historia para que cuando llegue la hora de la
escritura puedas hacerlo con mayor soltura.
Stephen King se refiere en su libro, Mientras Escribo, a la escritura
pesada como The Boys in the Basement, los chicos en el sótano. Con esto
se refiere a su subconsciente y cómo le ordena a ellos hacer esta etapa de
escritura pesada durante cualquier actividad que tenga lugar durante el día
e incluso antes de ir a dormir para que la mente se encargue de crear
nuestra historia mientras descansamos.

Blogs y páginas web de escritura que recomiendo


Literautas. Consejos y definiciones de escritura creativa, talleres y
ejercicios.
http://www.literautas.com/
Escrilla. Definiciones de escritura creativa.
http://escrilia.com/
Gabriela Literaria. Consejos, ejercicios, frases, definiciones.
http://www.gabriellaliteraria.com/
The Write Practice. Consejos, definiciones, ejercicios, talleres. En
inglés.
http://thewritepractice.com/

Libros de escritura creativa que recomiendo

Plato & Estructure, James Scott Bell (Inglés)


Mientras escribo, Stephen King
Cómo escribir diálogos, Iria López Teijeiro
Cómo lee un buen escritor, Francine Prose
Escribir ficción, Gotham Writers´ Workshop

Canales de YouTube

Triunfa con tu libro. Consejos, entrevistas a escritores.


https://www.youtube.com/channel/UCNPjQekFcFaNQeMolp5N0xA
Covadonga Talleres Literarios. Talleres, consejos, definiciones,
explicaciones.
https://www.youtube.com/channel/UCE9t8cKTHzCTxw0PYZPlehQ
Ellen Brock. Consejos, talleres, ejercicios. (Inglés)
https://www.youtube.com/channel/UCgvu0q49l3BfsMyp9WSTQLw

Espero que estos consejos y ejercicios te ayuden a realizar tu sueño.


Recuerda que lo principal es nunca dejar de aprender, estar siempre
capacitándote constantemente y practicando diariamente.
Si tuviera que resumir en 3 únicos consejos acerca de lo que yo
considero que puede ayudar más a un escritor al inicio y durante su
carrera, serían estos y en este orden :
Escribe mucho
Lee mucho
Estudia mucho

Te agradezco la oportunidad de haberme leído y espero pronto entrar a


una librería y encontrar tu nombre en las estanterías.
Agradecimientos
Quiero agradecer a mi esposa en primer lugar porque sin su apoyo no
habría escrito ni este ni ningún otro de mis libros. Me impulsa cada día a
ser mejor con su amor, sus palabras, acciones y propio ejemplo ante la
adversidad.
A mis padres, mis primeros lectores incansables. A mi familia y
amigos por haberme hecho quien soy. Lo bueno que tenemos todos se lo
debemos a las enseñanzas de las personas que nos rodean.
Y un agradecimiento muy especial para ti que estás leyendo este libro.
Espero que lo que he aprendido a lo largo de los años te sirva de guía para
empezar este maravilloso camino que empiezas a recorrer. Si este es el
primer libro de escritura creativa que lees… que no sea el último. Nunca
debes dejar de aprender y practicar esta profesión. Espero leerte pronto.
Te agradecería mucho si puedes dejar un comentario o una valoración
en Amazon y Goodreads, de esta manera el libro puede llegar a más
lectores.

Si tienes una pregunta acerca de algún tema de este libro que quieras
profundizar o consultar te dejo mi correo personal y redes sociales. Quedo
a la orden.

Hasta pronto,

Lester Glavey

https://twitter.com/@lglavey
https://www.facebook.com/LesterGlaveyAutor/
Página de autor Amazon
lesterglavey@gmail.com
Sobre el autor

Lester Glavey nació en la ciudad de Guatemala el 21 de diciembre


de 1979. Empezó a incursionar en la escritura a los diez años cuando
elaboraba sencillos cuentos para su familia. A partir de entonces se
convirtió en un ávido lector. Es el autor de Cuando el silencio mata,
Muerte Contrarreloj, El Cazador de Historias y Guía de Escritura
Creativa.
Muerte Contrarreloj

Cuando llega la noche, Joe y Marie preparan café


cargado, abren las ventanas para que entre el gélido
viento y suben el volumen de la televisión al máximo.
Cualquier cosa para evitar que su pequeña hija se vaya
a dormir. Porque cuando ella duerme... la gente muere.

Cuando la pequeña Katie tenía 5 años empieza a


tener pesadillas como cualquier otro niño. Se trata de
sueños extraños en donde veía morir a familiares y
amigos pero con la pequeña particularidad que sus
sueños se hacen realidad. Sus padres tratan de
sobrellevar este fenómeno durante años hasta que un
día escuchan de su hija lo que secretamente llevaban
años temiendo : Antes de una hora uno de los dos
morirá.
Ahora solo tienen una bolsa rota con 60 minutos
adentro y mientras ven como se vacía deberán
determinar qué podría matarlos o quién.
Y más importante aún.

¿A quién de los dos se refiere el sueño de su


hija?
Adquiérelo aquí
Cuando el silencio mata

“Mi nombre es Ignacio Alarcón, soy el Sacerdote


de la iglesia Nuestra Señora de los Milagros de la
Antigua Guatemala. Tengo 52 años y quien sabe si
llegaré a los 53. Cualquiera diría que estar esposado
en la parte trasera de un auto de policía y que una
multitud quiera quemarme vivo es lo peor que podría
pasarme… pero no”

Nadie debería estar en esta encrucijada.


¿Qué sucede cuando tus creencias y tu fe te obligan a
actuar de cierta forma mientras que tus instintos y tu
corazón te apremian a hacer lo contrario?

Este es el dilema que afronta el Padre Ignacio


Alarcón cuando un misterioso y susurrante penitente
le revela, bajo secreto de confesión, su intención de
matar a un miembro de la congregación. Las
confesiones y los asesinatos empiezan a repetirse con
regularidad convirtiendo la vida del Padre Alarcón en
un auténtico calvario. Pronto quedarán claras tres
cosas : la primera es que por algún motivo que no
alcanza a comprender, el penitente intenta hacerlo
romper el secreto de confesión, la segunda es que el
asesino no está dispuesto a detenerse ante nada y la
tercera que a medida que la presión aumenta, las
víctimas son cada vez más cercanas y queridas para el
Padre.
Una extraña pareja de detectives son la única
esperanza que tiene el Padre Alarcón para que los
crímenes se detengan sin traicionar a su fe y evitar un
incidente internacional que amenaza con destruir a la
Iglesia. ¿Pero, lograrán hacerlo a tiempo?

¿Hasta dónde somos capaces de llegar como


individuos y como sociedad? ¿Somos capaces de
olvidarnos de nuestros valores y olvidarnos de nuestra
moral si los estímulos son lo suficientemente fuertes?
Cuando el silencio mata explora como se mueve
el pensamiento individual y colectivo cuando es
espoleado por el látigo del miedo en un incidente que
escala y sacude a todo el planeta.
Adquiérelo aquí
El Cazador de Historias

Todos estaremos muertos dentro de poco y tienes que saber el porqué


de mis actos. A lo largo de la vida he acumulado muchas historias, pero
ahora, necesito contarte la mía. Nunca tuve elección. El destino quiso que
mi vida estuviera marcada por tres grandes tragedias. La primera fue un
año después de la aparición de la maldita máquina. La segunda, el día de
navidad de 1997. Y la tercera... bueno, la tercera es inevitable y está por
suceder.
Las personas del pequeño pueblo de Creton, Maine, empiezan a actuar
de forma extraña sin motivo aparente. Solo alguien parece conocer la
verdad que se esconde detrás de tan salvajes comportamientos.
Su nombre es Patrick Elmes y se hace llamar El Cazador de Historias.
La vida de Patrick Elmes ha estado plagada de sufrimiento, tragedias y
secretos. Cuando tenía 10 años se cruzó en su camino un peculiar objeto.
Una antigua máquina de escribir en la que todo lo que se escribe en ella se
vuelve realidad.
Ahora, a sus 70 años, la pista de la máquina lo lleva a Creton. Con la
ayuda de un reducido grupo de personas intentará encontrar a la máquina
para anular sus efectos antes de que sea demasiado tarde. El hallazgo de
un documento le revela la naturaleza de la historia que afecta al pueblo.
Nunca antes había estado frente a algo tan retorcido y mortal:
"El suplicio de los siete pecados
Las personas de un pequeño poblado sufren los efectos de los siete
pecados capitales de forma ininterrumpida y creciente. Sus más hondos
instintos surgirán con mayor fuerza y frecuencia con la llegada de cada
medianoche. Al séptimo día ya nadie podrá escapar."
Tienen que recorrer el pueblo en su búsqueda, un pueblo en donde la
Ira, la Lujuria y la Envidia son solo algunos de los rostros de la máquina.
Un pueblo en donde la muerte se puede encontrar en el mismo seno
familiar a manos de los seres queridos.
Pero alguien más está tras la máquina. Alguien a quien Patrick conoce
como el Escritor Oscuro. Mientras que el Cazador de Historias trata de
encontrar la máquina para detenerla, el Escritor Oscuro trata de
encontrarla para utilizarla.
¿Quién la encontrará primero?

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