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FACULTAD DE DERECHO
CONTRATOS CIVILES
MARCO ANTONIO RAMÍREZ GONZÁLEZ
3.1.1 Mesopotamia……………………………………………………….
3.1.2 Persia………………………………………………………………..
3.1.3 India………………………………………………………………….
3.1.4 Roma………………………………………………………………...
Entender la evolución histórica de los contratos, es muy importante ya que se debe tener
noción de dónde vienen, en dónde están y tener una reflexión a dónde van, es decir, entender
hacia dónde es su tendencia evolutiva. Por ello, reflexionaremos acerca de las acepciones y
puntos específicos de los contratos en Mesopotamia, Persia, la India, analizando las grandes
aportaciones del Derecho Romano y del Derecho canónico, terminando con la concepción
contemporánea.
3.1.1 Mesopotamia
Los griegos llamaban Mesopotamia a lo que quiere decir “entre ríos”, al país de los valles
inferiores del Éufrates y el Tigris, y cuyos origines se remontan aproximadamente al 3,000
a.C. Si bien, la cultura mesopotámica representa una de las más antiguas y avanzadas culturas
de la humanidad, y no es por menos que una de sus grandes aportaciones jurídicas fue la
creación del Código de Hammurabi. 1 Fue uno de los ordenamientos más importantes para
armonizar y regular la conducta humana. Está grabado en un magnífico basalto negro; en la
parte superior hay un relieve con la imagen de Hammurabi, quien escucha las leyes que le
dicta su Dios Shamash, la divinidad solar. Hammurabi es el sexto de los reyes de la primera
dinastía babilónico y debió de reinar hacia el año 2,000 a.C. Es seguro, que a pesar de esta
declaración de ser el código inspirado por el Dios, “Hammurabi no hizo otra cosa sino
simplemente compilar la costumbre de los sumerios; los semitas no han tenido tiempo de
lucubrar sobre tantos casos de jurisprudencia.”2 La aportación más polémica que hace alusión
1
Enciclopedia de Historia Universal. La Antigüedad: Egipto y Mesopotamia. Tomo II. Editorial Savat. España,
1999. p. 328.
2
Ibidem. pp. 328 in fine y 329.
el Código de Hammurabi es a la llamada Ley del Talión o coloquialmente conocida con la
frase “ojo por ojo, diente por diente” y no es por una interpretación de lo redactado, sino es
literal ya que el precepto 197 dice “si un hombre destruye el ojo a otro hombre, se le destruirá
el ojo.” o bien la ley 200: “Si un hombre hace saltar un diente a otro hombre, se le hará saltar
un diente a él.”3
Los contratos también se vieron regulados en dicho Código. Se seguía un formulario
impersonal que ponía en primer plano el objeto del contrato; le seguían posibles cláusulas
penales y los nombres del acreedor, deudor, testigos y escriba, cerrándose el documento con
la fecha.4 Generalmente los contratos eran escritos e incluso solemnes tratándose de
inmuebles, aquéllos se hacían constar en tablillas de arcilla y se marcaban con un sello o con
la uña; las marcas tenían por objeto autentificar los nombres de los participantes en el
contrato. El contrato no se sustentaba por acuerdo de voluntades, sino que era un medio para
imponer unilateralmente obligaciones. Para el perfeccionamiento de los contratos no era
suficiente el acuerdo de voluntades, sino que requería la formalidad escrita para su plena
perfección,5
3.1.2 Persia
3.1.3 India
3
Ibidem. p. 331.
4
Tapia Ramírez, Javier. Contratos Civiles. Teoría del Contrato y Contratos en Especial. Op. cit. p. 5.
5
Loc. cit.
6
Tapia Ramírez, Javier. Derecho De Las Obligaciones. Op. cit. p. 6.
De la misma manera, no se refiere al contrato per se, sino a las consecuencias por su
incumplimiento. Conforme al Código de Manú, considerado uno de los Código más antiguos
del mundo, el acreedor del contrato, en caso de contravención por parte del deudor, tenía
diferentes opciones, más o menos eficientes: la vía amistosa, la coacción privada, la
reducción del deudor a servidumbre y trabajo forzado hasta lograrse el pago, el
apoderamiento de una cosa del deudor o la retención de la cosa depositada por éste, y por
último, la curiosa costumbre de situarse a la puerta del deudor, obstaculizando su salida y el
ejercicio de sus actividades, y con miras a llegarle a producir la muerte por hambre. 7
3.1.4 Roma
El Doctor Guillermo Margadant nos dice que el contrato es el acuerdo entre varias personas,
que tiene por objeto producir una o más obligaciones, siempre y cuando hayan sido
sancionados y nombrados por el derecho civil. 8 Los pactos eran aquellas convenciones
privadas de forma y no concertadas con base en alguna de las causas admitidas por el derecho
quiritario, es decir, no sancionados o previstos por la ley. Así, los simples pactos
(considerados como “pactos desnudos”) carecían de fuerza jurídica y por consiguiente, con
base en ellos no nacían acciones. 9
Por lo tanto, el mero acuerdo de voluntades era irrelevante a los fines de la creación de
obligaciones contractuales, de ahí la necesidad de que el contrato debiera aparecer revestido
de ciertas formalidades exigidas por la ley. Sólo de esta manera nacía el contrato civil como
producto del libre consentimiento de las partes y del acatamiento de las solemnidades de
acuerdo con la manera de ser romana. 10
7
Rojina Villegas, Rafael. Derecho Civil Mexicano. Tomo V. Obligaciones. Editorial Porrúa. México, 1976.
p. 15
8
Margadant, Guillermo Floris. El Derecho Romano Privado Romano. Editorial Esfinge. México, 2007. p. 316.
9
Tapia Ramírez, Javier. Contratos Civiles. Teoría del Contrato y Contratos en Especial. Op. cit. p. 5.
10
Ibidem. pp. 5 in fine y 6.
1. Contrato verbis. Se perfeccionaban pronunciando frases consagradas por la tradición,
a veces relacionada con la religión o la magia. El ejemplo más corriente era la
stipulatio, que se perfeccionaba mediante el intercambio de una pregunta y una
contestación, utilizándose en ambas el mismo verbo.
2. Contrato litteris. Fueron aquellos que se perfeccionaban, en algunos casos
determinados, con el uso de la escritura.
3. Contratos reales. Se perfeccionaban con la entrega de la cosa. Este grupo comprendía
un contrato stricti iuris (mutuo, préstamo de consumo) y tres de buena fe (comodato,
prenda y el depósito)
4. Contratos consensuales. Representa una gran victoria en la lucha contra el formalismo
del derecho antiguo. Se perfeccionaban por el simple consentimiento de las partes.
Del grupo mencionado se subdividen a su vez en dos rubros: los que se perfeccionan
por el objeto mismo, es decir, contratos intuitu rei, como lo son la compraventa y el
arrendamiento; y los que se trataban más bien de las calidades individuales de la parte
contrataría, también llamados contratos intuitu personae, como lo son el mandato y
la sociedad.11
1. Do ut des. Que significa “doy para que des”, el ejemplo típico es la permuta.
2. Do ut facias. “Doy para que hagas”, verbigracia, el pago en especie por un servicio
prestado.
3. Facio ut des. Que se refiere “hago para que des.”
4. Facio ut facias. Significa “hago para que hagas”, y se ve representado como un
11
Margadant, Guillermo Floris. El Derecho Romano Privado Romano. Op. cit. pp. 383 in fine y 384.
12
Ibidem. p. 384.
intercambio de servicios. 13
Con la aparición de las clases sociales imperante, como lo fueron, los señores feudales,
los comerciantes, los industriales y la banca, se hizo necesario que las transacciones se
efectuaran con mayor rapidez y seguridad, por lo que los contratos tuvieron como base los
principios de la buena fe y la equidad, dando origen a una contratación más simple y ágil; lo
cual representó una regresión del consensualismo en el perfeccionamiento del contrato. 15
13
Loc. cit.
14
Tapia Ramírez, Javier. Contratos Civiles. Teoría del Contrato y Contratos en Especial. Op. cit. pp. 13 in fine
y 14.
15
Ibidem. p. 15.
llamada la Teoría de la Imprevisión. 16
16
Loc. cit.
17
Loc. cit.
18
Rosseau, Juan Jacobo. El Contrato Social. Editorial Porrúa. México, 1974. p. 17.
19
Tapia Ramírez, Javier. Contratos Civiles. Teoría del Contrato y Contratos en Especial. Op. cit. p. 16.
Tener un criterio evolutivo legislativo es de suma importancia, ya que se tiene una noción
específica de los grandes aportaciones y evoluciones que han tenido los preceptos legales.
Realmente, la creación de nuestros Códigos, desde el primer Código Civil en la historia de
Iberoamérica que fue el Código Civil de Oaxaca de 1827 fue una copia del Código Napoleón,
y así sucesivamente hasta llegar al Código que actualmente nos aplica.
Por ello, es contundente tener una idea clara de la regulación de los contratos, que aunque
desde el Código francés de 1804 hasta el de Código Civil del 1928 no tienen mucha variación,
es importante para nosotros como juristas, reflexionar acerca del empleo de un ordenamiento
a una sociedad distinta e inclusive la aplicación de éste en un contexto económico, cultural y
político desigual.
20
Rico Álvarez, Fausto et Garza Bandala, Patricio. De Los Contratos Civiles. Editorial Porrúa. México, 2011.
pp. 1 in fine y 2.
21
Loc. cit.
22
Loc. cit.
de la exacerbada transcripción, por no decir copia del Código Napoleón al Código Civil que
actualmente nos rige.
Debido al orden que reguló los contratos, permite suponer que los clasificó implícitamente
en contratos preparatorios, traslativos de dominio, traslativos de uso, traslativos de guarda y
custodia, que generan obligaciones de hacer, asociativos, de garantía y de resolución o
prevención de controversias. El legislador de 1928 sólo actualizó algunas de sus
disposiciones para atender a las necesidades de la época, pero sustantivamente el contenido
es el mismo. 24 Dicho lo cual, es un claro antecedente de la regulación y clasificación de lo
contratos en la legislación civil actual, si bien tiene mínimas variaciones y está expresamente
catalogado.
Sobre las fuentes del Código Civil de 1928, es conveniente mencionar que las grandes
aportaciones vinieron del Código Civil alemán y de las legislaciones que lo siguieron, tales
como el Código suizo y el brasileño. La problemática clara de estas incorporaciones fue que
se hicieron inclusiones de manera ligera sin adecuar esto a todo el contexto que rodea al
Código. Como ejemplo claro de estas incoherencias, se ve reflejado en muchas
contradicciones respecto de los contratos, ya que la idea de la teoría general de las
obligaciones es de origen suizo, pero el legislador mexicano tomó su esquema y lo llenó de
23
Loc. cit.
24
Ibidem. pp. 2 in fine y 3.
disposiciones de corte francés.25 En ese sentido, las controversias relativas a lo anterior se
resuelven conforme a uno de los Principios Generales del Derecho, “La ley especial deroga
a la Ley general.”
25
Rico Álvarez, Fausto et Garza Bandala, Patricio. Teoría General de las Obligaciones. Editorial Porrúa.
México, 2005. pp. 18 in fine y 19.