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PRINCIPIOS DEL DERECHO AGRARIO.

Los principios representan un conjunto de valores que inspiran las


normas escritas que organizan la vida de una sociedad concreta
sometida a los poderes de una Autoridad, generalmente el Estado. Por
lo que podemos indicar que los principios que rigen el derecho agrario
son aquellos valores que le dan su fundamento, su razón de ser.
En la doctrina existe gran diversidad de principios, podemos hacer una
clasificación entre aquellos generales que suelen regir por lo general
las demás ramas del derecho y los específicos los cuales se crearon y
han
evolucionado en razón del fin del derecho agrario.
El principio general del derecho agrario adquiere carácter formal como
fuente del derecho agrario, junto a la jurisprudencia.
El principio de legalidad: lo encontramos fundamentalmente en
nuestra Constitución Política y las leyes que rigen el derecho agrario.
Principio de oralidad: En Costa Rica, la oralidad se enfoca más hacía
la verbalidad, la cual, en estricto sentido, no es oralidad, porque en la
etapa de pruebas el Juez, casi siempre, se traslada al lugar del
conflicto y ahí recibe el elemento probatorio, pero existe en el proceso
una parte escrita.
Comienza con un reconocimiento judicial, luego recibe los testigos y,
finalmente, la prueba pericial. Es verbal porque el Juez interroga,
dando luego la palabra a las partes para formular preguntas y,
posteriormente, consagra en un acta escrita lo declarado por el
deponente a todas las preguntas.

Principio de inmediatez: El principio de inmediatez a que tiende el


proceso agrario, ha sido considerado como una extensión del principio
de oralidad, pues llega a su máxima expresión en un sistema procesal
oral. Supone, el juez competente para dictar la sentencia sea el mismo
que se ocupe de la tramitación del proceso, sobre todo, de la etapa de
recepción de pruebas, a fin de que pueda apreciar directamente todos
los aspectos y detalles de la conducta de las partes, los testigos, los
peritos, obteniendo así una idea más clara del proceso de la que
puede formarse con la simple observación de lo consignado en autos.

Principio de libre valoración de la prueba: “… en materia agraria


impera el principio de apreciación en conciencia de la prueba, que esta
Sala ha interpretado como de libre valoración, lo que significa que el
juez no está sujeto a criterios preestablecidos y que puede hacer la
ponderación del acervo probatorio con gran amplitud, sin otro límite
que actuar respetando principios de equidad y de derecho.” (Sala
Primera de la Corte Suprema de Justicia, Voto N° 9 de las quince
horas del veintinueve de enero de mil novecientos noventa y siete)."

Principio de impulso procesal de oficio:  El principio del impulso


procesal de oficio se encuentra regulado en forma genérica por la Ley
Orgánica del Poder Judicial en el artículo 5 al disponer: "Los tribunales
no podrán ejercer su ministerio sino a petición de parte, a no ser en los
casos exceptuados por la ley, pero, una vez requerida legalmente su
intervención, deberán actuar de oficio y con la mayor celeridad, sin que
puedan retardar el procedimiento valiéndose de la inercia de las
partes, salvo cuando la actividad de éstas sea legalmente
indispensable.

Principio de improrrogabilidad de la competencia: Esto es así por


cuanto se busca que los Tribunales Agrarios, cuyos jueces son
especialistas en materia agraria, le otorguen un tratamiento con una
filosofía distinta, aplicando los principios del derecho agrario. Además
se busca la cercanía del juzgador al lugar de los hechos adonde debe
realizar el juicio verbal y la evacuación del elemento probatorio, para
garantizar de ese modo la inmediatez de la prueba y la búsqueda de la
verdad.

Principio de gratuidad: El principio de gratuidad tiene como propósito


garantizar el acceso a la Justicia de quienes por su condición
económica se encuentran en una situación de desventaja afectándose
su derecho a la defensa. Busca poner a las partes en igualdad de
condiciones dentro del proceso.
•Ello se logra convirtiendo el proceso agrario en un proceso menos
costoso, más barato, donde las partes no tienen la obligación de
asumir pagos como especies fiscales, copias, afianzar costas, y se
puede litigar en papel común, sin obligación de rendir ninguna
garantía, ni de hacer ningún depósito, salvo las excepciones del
artículo 26 de la ley de Jurisdicción.

Principio de conservación de los actos procesales: Este principio indica


que cuando hay un vicio en el proceso, lo realmente importante no es
el origen del vicio procesal, sea este absoluto o relativo, sino que
interesa más evaluar sus efectos reales en el proceso.

•El juez al decidir la exclusión de un acto o etapa procesal, no debe


analizar los vicios en su origen, sino en sus efectos, determinando si
tales yerros en el procedimiento han producido irreparable indefensión
o no pueden ser subsanables. Consúltese Resolución de las 14:10 hrs.
de 15 de marzo de 1996 que responde al Voto No.202-96 y de las
13:45 horas del 30 de junio de 1999 que es Voto No. 432 de este
Tribunal )

Principio de itinerancia del juez agrario: El Juez Agrario no debe ser


sedentario como es el juez civil. Se ha dicho que en el proceso agrario
no es el campesino la que va en busca de la justicia a la ciudad, sino
la justicia la que va en búsqueda del campesino.

Principio de perpetuidad de la competencia agraria: Una vez fijada,


definitivamente, la competencia para el conocimiento de un conflicto
agrario, ante el juez agrario correspondiente, éste debe continuar
tramitando el proceso hasta su fenecimiento. No se admite el cambio
de criterio en cuanto a la competencia, no puede modificarse, pues ello
ocasionaría problemas de inseguridad jurídica.
Como podemos ver, esta es una pequeña recopilación de los
principios que inspiran y rigen el derecho agrario, pero entre sus
fuentes no podemos olvidar una sumamente importante como lo es la
jurisprudencia, la cual ayuda en la evolución de los mismos.

«El derecho agrario, como todas las otras ramas jurídicas, lleva en su
seno la aspiración de satisfacer principios de igualdad, justicia y paz;
porque las relaciones jurídicas deben contribuir al desarrollo armónico
del ser humano como centro del sistema, y, naturalmente, también al
desarrollo de su actividad, de su entorno y del mismo país donde se
verifican las relaciones humanas.»

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