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2º CFGS AUTOMOCIÓN
UD 2 – DEFORMACIONES EN
LA CARROCERÍA
Departamento de mecánica
Juan Antonio Medina Pozo
ÍNDICE
1. Elementos de seguridad de un vehículo
2. Comportamiento de un vehículo en caso de accidente
3. Pruebas de choque
4. Diagnóstico de daños
5. Inspección visual
6. Geometría de las ruedas
7. Medición de huecos y puntos estructurales del vehículo
8. Sistemas de medida para el análisis de la deformación
Los sistemas de seguridad activa engloban los elementos y características del vehículo
que ayudan al conductor a evitar los accidentes. Entre los elementos de seguridad activa
más importantes del vehículo están los neumáticos, los elementos de la suspensión, los
elementos de la dirección y los elementos de frenado.
Los neumáticos son el punto de apoyo del vehículo con la vía de circulación.
Los vehículos actuales se construyen de tal forma que, en caso de una colisión, los
esfuerzos provocados se transmiten a lo largo de todo el chasis y la carrocería, desde la
parte delantera a la trasera y desde el lado derecho al izquierdo.
En las carrocerías autoportantes, los ingenieros establecen una serie de zonas rígidas
y zonas de deformación programada o fusibles a lo largo de todo el chasis para que,
realizando las funciones para las que se diseñan, logren que la carrocería, en caso de
accidente, se comporte de una forma previamente concebida para reducir los daños a los
ocupantes del vehículo.
A continuación se va a explicar cómo se comportan las distintas partes del vehículo y
las distintas disposiciones constructivas empleadas por los fabricantes para minimizar, en
caso de accidente, los riesgos sufridos a los ocupantes de los vehículos.
La zona delantera del vehículo, cuando este ha sufrido un choque, procede a alterarse
en la dirección prefijada para atenuar los efectos en los viajeros.
Esa zona debe absorber todos los esfuerzos del golpe deformándose y sin transmitirlos
al habitáculo interior: no es permisible que ninguna pieza mecánica se introduzca en el
habitáculo. En caso de golpe frontal, la carrocería se desplaza hacia uno de los lados
protegiendo a los ocupantes de la posible intrusión de componentes mecánicos del motor o
de parte de este en el habitáculo. Otra forma de minimizar riesgos consiste en provocar
que el motor se hunda por la deformación dirigida de los pases de rueda y los largueros.
Esto se consigue mediante las zonas de deformación programada, que son zonas de la
carrocería debilitadas por medio de taladros, arrugas, disminuciones del grosor de la chapa
en un lado o largueros cónicos que, al sufrir el golpe, se van embutiendo en sí mismos,
absorbiendo así los esfuerzos para que, por esas zonas, se produzca el pliegue o doblez
que consiga reconducir la dirección de deformación y disminuir así el peligro de que el
motor se incruste en el habitáculo.
Las uniones rígidas entre elementos, como, por ejemplo, el larguero superior con el
pilar de la puerta, los pilares de puertas con montantes, los travesaños con largueros, etc.,
se realizan mediante el ensamblaje de chapas superpuestas de diferente tamaño y grosor
que aumentan la rigidez de la unión con el mínimo material y ayudan a que los esfuerzos
se transmitan entre las distintas zonas.
La zona central también llamada célula central, debe ser casi indeformable. Sobre ella
se han de transmitir los esfuerzos, pero sin que se deforme, para salvaguardar así a las
personas que van dentro. En caso de accidente, debe evitar la intrusión de piezas de
mecánica y otros objetos en el interior del habitáculo.
El 25 % de los golpes afectan a los lados del vehículo y las consecuencias de estos
accidentes son considerables, porque la zona de deformación controlada y los cinturones
de seguridad protegen principalmente en caso de colisiones frontal y oblicua. En caso de
golpe lateral, como el espacio entre la puerta y el viajero es reducido, la deformación que la
puerta puede tener para absorber los esfuerzos del golpe y proteger al ocupante es
pequeña; por ello los fabricantes adoptan algunas medidas como los refuerzos de las
puertas, los refuerzos tubulares en el umbral longitudinal, el acolchado protector lateral de
plástico celular en puertas para las zonas de la pelvis y las costillas, los airbags laterales
y de techo, etc.
Departamento de mecánica
Juan Antonio Medina Pozo
2.3. Zona trasera
Las pruebas de choque o crash tests son pruebas de impacto que simulan un
accidente con el fin de evaluar el comportamiento del vehículo en la colisión y las lesiones
sufridas en los ocupantes. El objetivo de estas pruebas es ayudar a los fabricantes a
investigar sobre nuevos equipos y sistemas constructivos capaces de minimizar los riesgos
de los ocupantes de los vehículos y asegurar que los nuevos vehículos que se fabrican
mejoren la seguridad de los ocupantes en caso de accidente, minimizando el riesgo de
lesiones.
Además, estas pruebas permiten al usuario conocer hasta qué punto el modelo de
vehículo elegido nos protege en caso de accidente y concienciar a los fabricantes con esta
comparación entre modelos de la importancia de fabricar los vehículos cada vez más
seguros. Es necesario tener en cuenta que, cuando dos coches chocan, el vehículo con
mayor peso tiene ventaja sobre el de menor peso; por ello, para realizar las comparativas
de estudio entre varios coches, deben elegirse coches con masas similares que no
sobrepasen la diferencia de 150 kg.
Actualmente, los crash tests de homologación solo son obligatorios para los vehículos
de categoría M1, es decir, para el transporte de personas hasta ocho plazas más
conductor. Estos vehículos deben asegurar que, después de sufrir una colisión frontal, los
ocupantes de los vehículos pueden salir de este perfectamente sin sufrir lesiones
irreparables en las zonas vitales del cuerpo. Es importante notar que estas pruebas se
realizan bajo unas condiciones establecidas con una velocidad de unos 60 km/h y que los
efectos de un accidente real pueden multiplicar los daños al vehículo y las lesiones sufridas
por los ocupantes.
En estas pruebas de choque se efectúa un choque frontal entre un vehículo contra un
objeto, aunque algunos fabricantes efectúan un choque frontal entre dos vehículos.
Existen también pruebas de impacto lateral, frontal–lateral, de protección de peatones
en caso de atropello, de fiabilidad de los sistemas de retención infantiles y de ocupantes
adultos.
Las pruebas de choque son realizadas por los fabricantes y diferentes laboratorios de
homologación de vehículos según la legislación vigente. Euro NCAP, nacido en 1997, es un
consorcio independiente que agrupa a distintas administraciones y asociaciones de
consumidores europeas que realizan pruebas de choque para comprobar la seguridad de
los coches e informar a los consumidores. Euro NCAP también realiza puntuaciones en sus
pruebas a atropellos a peatones y de seguridad infantil a través de sus asientos.
Se utilizan múltiples sensores y cámaras para recoger la información y estudiar el
comportamiento de la estructura del vehículo, la apertura de las puertas, la inclusión de
partes mecánicas u objetos en el habitáculo, como la columna de la dirección, el pedal de
freno, el motor, etc., y del comportamiento de los ocupantes del vehículo.
Como pasajeros se utilizan maniquíes o dummies, los cuales simulan el
comportamiento de estos y se comprueban las posibles lesiones sufridas. Se construyen
de varias tallas y pesos y disponen de varios sensores colocados en su interior para medir
las aceleraciones y las fuerzas provocadas en su cuerpo a consecuencia del choque.
Las características del daño producido en un vehículo tras una colisión dependen de
muchos factores. Algunos de estos factores son el asfalto, la velocidad, los dispositivos de
seguridad activa y pasiva, etc. Por tanto, los daños pueden ser muy diferentes en golpes
prácticamente idénticos.
Estos realizan un informe que tiene por objetivo definir el método de reparación más
adecuado técnica y económicamente, conocer el coste de la reparación y reflejar por
escrito un informe en el cual se valore todos los trabajos necesarios para reparar el daño
sufrido.
Por lo tanto, la valoración por parte del chapista se realiza para presupuestar la
reparación y posteriormente efectuarla, y en ocasiones se realiza una valoración por parte
del perito, que debe realizar un informe sobre el siniestro, el coste y el modo de reparación.
La inspección visual permite comprobar el estado del chasis o bastidor del vehículo,
decidir el procedimiento de reparación que realizar y si la reparación estructural se
efectuará o no en el banco de reparación.
La inspección visual se divide en cuatro partes perfectamente diferenciadas: inspección
visual, inspección de holguras y desajustes, inspección de arrugas y deformaciones e
inspección de roturas de componentes mecánicos.
■ Se observan los bajos del vehículo para determinar si el chasis está dañado. Para
ello se elevan las ruedas delanteras con un gato y se observa si el vehículo está nivelado.
Si es así, se levanta su parte trasera con el gato y, con las ruedas delanteras apoyadas en
el suelo, se observa si el vehículo continúa nivelado.
En caso positivo, se analiza la inclinación del vehículo con las cuatro ruedas apoyadas
en el suelo. Si existe tal inclinación, se debe a que el chasis está torcido.
Las arrugas y deformaciones determinan un posible daño estructural. Las zonas que se
deben inspeccionar son las de deformación programada, ya que estos puntos están
diseñados expresamente para que cuando se produzca un golpe en el vehículo se
deformen en una dirección prefijada como medida de seguridad. Además, se deben
comprobar los puntos rígidos y los de ensamblamiento de las piezas, tales como puntos de
soldadura, puntos de presión, tornillos, etc.
Por lo tanto, en las zonas de deformación programada se verán las deformaciones de
las piezas y, conociendo estas, se concretará el alcance de las deformaciones en el
vehículo.
Para ayudar a localizar las arrugas y deformaciones se comprueban los saltos,
desconchones o grietas en la pintura que, en determinados casos, pueden encontrarse
cerca de la arruga o deformación.
También se puede comprobar la existencia de arrugas o pequeñas deformaciones
pasando la mano para percibir la posible deformación. Esta tarea no es fácil en algunas
zonas del vehículo con la suciedad y las masillas antincrusión de gravilla: no es sencillo
apreciar si existen este tipo de deformaciones.
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UD 2 – Deformaciones en la carrocería Juan Antonio Medina Pozo
5.3. Inspección de arrugas y deformaciones
La geometría de las ruedas sirve para diagnosticar si hay alguna pieza deformada en el
sistema de suspensión o si se ha visto afectado el apoyo de la torreta del amortiguador.
Después de comprobar mediante la inspección visual qué componentes mecánicos se
han visto afectados en el golpe, se debe considerar la posibilidad de que existan
deformaciones en la mangueta, el pivote, el amortiguador o en el soporte de la torreta de
amortiguación. Para esto se utiliza un alineador de direcciones o comprobador de
suspensiones.
El alineador de direcciones o comprobador de suspensiones es un instrumento de
apoyo y diagnóstico en la reparación de automóviles.
6.1. Alineador
Los vehículos se pueden dividir en tres partes: parte delantera, parte central y parte
trasera. En cada una de estas partes existen huecos que dejan el capó, las puertas y el
portón trasero. La medición de estos huecos puede permitir:
■ Descubrir algún tipo de deformación tridimensional existente.
■ Calibrar el alcance de la deformación.
■ Concretar el posterior proceso de reparación.
7. Medición de huecos
En el caso de diagnosticar una torsión en el chasis puede que también exista torsión
en la carrocería. Para comprobar la existencia de dicha torsión es necesario comprobar si
los huecos de los parabrisas delantero y trasero se han visto afectados.
Las medidas de los huecos se realizan directamente con los datos aportados por el
manual del vehículo. También se pueden tomar medidas por comparación con una zona del
vehículo que no se haya visto afectada por el golpe. Para ello se toman una medida y unos
puntos de referencia en ambas zonas y se comparan. Para elegir los puntos de referencia
resultan útiles las marcas, los bordes, los taladros, etc., comunes en ambos lados.
El compás de varas está formado por una barra longitudinal que se desliza
interiormente sobre otra en forma de corredera, por lo que puede adoptar diferentes
longitudes. En los extremos lleva dos punteros que sirven para colocarlos en los puntos a
medir.
Cuando medimos con el compás de varas hay que situar las alturas de los punteros a
la altura desde los puntos a medir con el plano de referencia del vehículo según el manual
de este. La horizontal que resulte de unir esos dos puntos debe ser paralela al plano de
referencia del vehículo.
Si los puntos 1 y 2 no están bien, hay que reparar en el banco de trabajo y emplear
otros útiles de medición para diagnosticar el golpe con más precisión.
El sistema de galgas está formado por unas reglas y unas varillas. Las reglas se
cuelgan de los puntos de los bajos del vehículo que se quieren diagnosticar. Las varillas se
adaptan a las reglas en sus extremos, son regulables en altura y llevan un gancho de
fijación al vehículo en su extremo.
Con este sistema se verifica la alineación de los bajos, lo que permite diagnosticar la
deformación, la torsión, el plegado de los bajos y las desalineaciones en general.
Este sistema de galgas, si lleva en el centro de la regla una mira o una aguja central,
se denomina sistema de galgas de nivel autocentrado.
Después del montaje del medidor de torretas se pueden utilizar otros sistemas de
mediciones para medidas complementarias, como el metro, el compás de varas, etc.
Además de las diferencias propias existentes entre los sistemas de los distintos
fabricantes, se pueden encontrar dos sistemas distintos de medida universal:
■ Sistema utilizado conjuntamente con el banco de reparación de estructuras y
apoyado en este.
■ Sistema de medida universal desvinculado del banco.
Hay que tener en cuenta que antes de establecer estas cotas se requieren unas
comprobaciones y el establecimiento de un análisis lo más real posible de la deformación.
Este tipo de útiles ayudan durante la reparación estableciendo el lugar en el que se sitúa la
pieza nueva o hasta dónde se debe conformar la pieza que hay que reparar.
Este sistema determina la posición de los puntos estructurales del chasis según tres
coordenadas: longitud, transversal y altura. En el mercado existen diferentes modelos
según el fabricante. Estos modelos pueden ser ópticos, por ultrasonidos y el conocido
como sistema de brazo medidor. Todos ellos llevan un ordenador y un software para
gestionar la información de los puntos de control estructurales de forma informática. Con
cualquiera de estos sistemas se refleja en un ordenador la situación de los puntos
estructurales que se quieren diagnosticar sobre el plano del vehículo. Por lo tanto, permite
comprobar la medida real con mucha rapidez y sencillez y ahorrando tiempo y costes en la
ejecución del análisis de la deformación de los puntos estructurales.