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Grado en Historia
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Comentario de Textos Bloques III y IV | Alejandro Revenga Palenzuela
Tras la guerra civil, ya siendo dueño de todas las cosas (por acuerdo de todos no por su
poder sino como restaurador de la res publica) cedió dicho poder al Senado que le congratuló
con el título de Augusto, su casa fue adornada con laureles (como señal de ser superior) y con
la corona cívica, y la curia Julia recibió el escudo de oro con forma de clípeo en el que se
remarcaban los nuevos valores del romano (valor, clemencia, justicia y religiosidad) en
muestra de gratitud por haber salvado a los ciudadanos y la constitución romana.
Entonces teniendo más prestigio que nadie, mantuvo un poder similar al de cualquiera del
resto de integrantes de las magistraturas tradicionales. Y en el decimotercer consulado fue
nombrado por el Senado, pueblo y ordo ecuestre Padre de la Patria (nominalización similar a
la de rey, pero sin serlo), siendo inscrito en su casa, en su foro y en la curia Julia como forma
de mostrar quien realmente mandaba en el devenir de la sociedad romana de su época.
El texto nos muestra la manera en la que Augusto quería que su reinado y su forma de
actuar fuese vista por la sociedad romana. De esta forma también justificaba todas sus
acciones que de otro modo podrían haber sido vistas como atentados contra el orden
sociopolítico romano, de igual forma que fueron vistas las de Sila y las de César en el siglo I
a. C.
Al ser tan concienzudo en respetar la tradición y en maquillar las acciones e intitulaciones
que el Senado, el pueblo y el ordo ecuestre le entregaban parecía que eran las instituciones y
la sociedad que le aclamaban de manera necesitada como supervisor y salvador de un sistema
que tenía muchos detractores.
Bien es cierto que la mayoría del nuevo patriciado, como él dice en su propio texto, es
afín a su ideología ya que la anterior había sido eliminada en las distintas batallas que se
habían dado en la última guerra civil contra Marco Antonio; por lo tanto, tenía el camino un
poco más decantado hacia su postura por esa razón.
También el texto nos relata que pese a tener todos los poderes del Imperio, se mantuvo la
tradición e incluso en su texto incluye los nombres de los distintos cónsules en ejercicio con
los que coinciden los distintos títulos y poderes que, sobre todo el Senado, le conceden solo
poderes que ya existían previamente por ese afán de Augusto de no salirse de la tradición para
no ser visto como una persona con ansias de obtener la monarquía sino como un primo inter
pares, figura que se refleja en el título de Príncipe del Senado que ostenta y mantiene durante
40 años.
Por otro lado, el texto muestra la humildad de Augusto que, tras poner fin a la guerra
civil, cede los poderes otorgados por el Senado anteriormente ya que, bajo su punto de vista,
la Res Publica ya está libre de personajes que quieran ultrajarla a través de corrupción y de
pagos de dinero para obtener cargos, etc. Sin embargo, el Senado le concede el título de
Augusto y el clípeo de oro (entre otros galardones) por su valor, religiosidad, justicia y
clemencia; en vez de deponerlo por haber finalizado su cometido como salvador de la
sociedad romana.
El texto es bastante subjetivo ya que es escrito en primera persona por el propio Augusto
y por ello no relata pasajes de su gobierno que no sean puros y dignos de un buen romano, por
ese aspecto podemos decir que no es una fuente de buena calidad. Pero en contraparte, el
texto sobre la vida de Augusto es una gran fuente de información cronológica sobre distintos
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Bibliografía
- Guillermo Fatás y Manuel Martín-Bueno, Res gestae divi Augusti: autobiografía del
Emperador Augusto, Zaragoza, Universidad Popular y Ayuntamiento de Zaragoza,
1987.
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Hombres castrados.
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Sacerdotes que servían a la misma diócesis.
4
Liebeschuetz, 1979, a).
5
Barnes, Timothy D., 1981.
6
Potter, 2005, p. 33.
7
Liebeschuetz, 1979, p. 251-2, b).
8
Shin, Min Seok, 2018, p. 227.
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quizás incluso ocular y tuviese que escapar de la propia persecución ya que estaba trabajando
como profesor de retórica en Nicomedia. Y los hechos son de clara autenticidad.
Sin embargo, el texto tiene algunos matices que quizás no sean todo lo objetivos que
pudieran ser, por el mero hecho de que el autor sufrió en primera persona la violencia ejercida
por parte del Imperio a la comunidad cristiana.
El texto en sí es de elevado interés histórico ya que nos da datos que de otro modo sería
muy difícil de obtener, ya que en la posterioridad triunfó el movimiento religioso cristiano y
algunos de los nombres podrían haber desaparecido al sufrir un proceso de damnatio
memoriae. Sin embargo, en el propio proceso histórico no es un texto significativo ya que fue
escrito con varios años más tarde que la persecución a los cristianos, en la Galia en 318.
Bibliografía
- Liebeschuetz, J. H. W. G, Continuity and change in Roman religion. Oxford: Oxford
University Press, 1979.
- Liebeschuetz J. H. W. G., Martyrdom and Persecution, 393–94, 1979, p. 251-52.
- Barnes, Timothy D., Constantine and Eusebius, Harvard University Press, 1981.
- Lactancio, Sobre la muerte de los perseguidores, 315, p 34 citado y traducido en
Potter, David S., The Roman Empire at Bay: AD 180–395, Nueva York: Routledge,
2005.
- Shin, Min Seok, The Great Persecution: A Historical Re-examination, Turnhout:
Brepols, 2018, p. 227.