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Historia de la Roma Imperial

TEMA 3. “Dinastía” Julio-claudia


1. HISTORIA DEL IMPERIO E HISTORIA DE LOS EMPERADORES. La
tradición historiográfica. Los emperadores julio-claudios

Hay que tener presente a la hora de estudiar la historia del Imperio romano que la evolución
del Imperio, creado por Augusto, es producto de la vitalidad interna de los fundamentos en los
que se apoya y, por tanto, independiente de las circunstancias personales de los sucesores de
Augusto. Es una divergencia que se manifiesta especialmente en los años que abarcan los
sucesores de Augusto, pues sin poder rechazar una buena parte de la frustración e incapacidad
política de estos emperadores, vemos que el Imperio romano se va configurando como un
inmenso espacio que, pacificado en su interior y protegido en sus fronteras, progresa y se
desarrolla en los cauces de la administración romana. Sin embargo, nuestras principales fuentes
de documentación (Tácito, Suetonio, Dión Casio), al poner el énfasis en el destino de los
emperadores mientras pasan por alto la historia del imperio, han contribuido a crear una
tradición que, en la descripción del Imperio romano, parte y depende de los detentadores del
poder imperial.

Esta historiografía imperial surge o es dependiente de los círculos senatoriales y, por ello, la
imagen que nos ha sido trasmitida de cada gobernante está en íntima relación con la
correspondiente actitud frente al estamento senatorial. La historia del Imperio es, así, en parte
una historia de “buenos” y “malos” emperadores, que la investigación moderna ha de sopesar
para superar la parcialidad de estos autores.

Los problemas de interpretación son especialmente graves en los inmediatos sucesores de


Augusto, los cuatro miembros de la llamada dinastía julio-claudia. ligados por lazos de sangre a
la familia de Augusto y Livia, su subida al poder fue, en cada caso, consecuencia de ese
parentesco, aunque el calificativo de “dinastía” no tenga justificación institucional puesto que la
sucesión se produjo dentro de la familia, pero no fue así por institucionalización de una regla de
sucesión valedera, sino por el prestigio personal de Augusto y por su popularidad entre los
soldados del ejército romano. A excepción de Tiberio, los tres miembros de la dinastía
accedieron al poder entre la violencia de la guardia imperial, intrigas y complots del palacio.

2. EL PROBLEMA DE LA SUCESIÓN
Augusto hizo imposible el retorno a la constitución republicana y sentó las bases de un
gobierno monárquico, pero no logró asegurar unos principios válidos de trasmisión de poder. La
autoridad de Augusto, conseguida gracias a la ilimitada acumulación de poderes en su persona,
era difícilmente transmisible, al estar inscrita en los viejos legalismos formales de la República.
Augusto no afrontó directamente el problema, contentándose con soluciones precarias que sus
sucesores tampoco lograron mejorar. La historia del principado es también, en cierto modo, la
historia de la trasmisión del poder: los diversos medios utilizados (herencia, adopción,
aclamación militar, elección del senado, usurpación) muestran la debilidad del sistema en este
punto fundamental.
Por lo tanto, el principado no contaba con una regulación en la cuestión sucesoria, lo que
sería centro de inestabilidad y crisis al cambio de un emperador. Augusto había creado una
nueva figura y, por lo tanto, a su muerte no había establecida una regulación acerca de su
sucesión, la cual se iría gestando en estos momentos e iría cambiando y configurándose a lo
largo del tiempo. De este modo, durante esta dinastía vemos un proceso en el que, a la muerte
de un emperador, los poderes de devuelven al Senado y al Pueblo romano, y se produce una
situación de crisis hasta que se elige a un nuevo emperador, hasta que se produce una
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investidura tras una nueva elección a través del Senado. No obstante, el senado poco a poco iría
perdiendo su función sancionadora del poder imperial.
La salida empleada por Augusto fue conseguir que, a su muerte, el personaje destinado a
sucederle se encontrase en una posición de poder, oficialmente sancionada, semejante a la suya
propia. Aquí vemos el germen de un sistema de sucesión en la que el propio emperador, como
autoridad suprema, proponía al sucesor mediante una asociación al poder, concediéndole
honores y títulos. Ejemplo de ello lo vemos en la elección por parte de Augusto de Cayo y
Lucio César1 como principes iuventutis, un título referido en época republicana al conjunto de la
caballería noble o a jóvenes relevantes de la aristocracia más concretamente, pero que aquí es
recreado oficiosamente al servicio de una institucionalización del principado y otorgado así a
los presumibles sucesores del priceps. De esta manera el emperador elige en vida a su sucesor,
aunque no pueda siempre garantizar su sucesión, y lo va a hacer mediante la concesión de
títulos. Él va apuntando a su candidato para que reciba apoyos. No sería hasta la época de
Adriano en la que se va normalizando y se modifica la figura del César, el heredero del
Augusto. En época baja aparece no solo un prínceps, sino dos, así como dos herederos, dos
César.
Pero el largo reinado de Augusto y las circunstancias dramáticas de su familia obligaron al
prínceps ha considerar sucesivos candidatos. No obstante, es evidente el deseo de Augusto se
encontrar un sucesor en el ámbito de su familia. Este no había tenido descendencia masculina, y
entre los candidatos encontramos la posibilidad como sucesor de M. Claudio Marcelo, hijo de
su hermana Octavia y el primer marido de su hija Julia; su colaborador Agripa, a quien hizo
contraer matrimonio con su hija Julia; sus nietos, hijos de Julia y Agripa, Cayo y Lucio César;
finalmente su hijastro Tiberio, hijo de su mujer Livia y perteneciente por línea patera a la ilustre
familia Claudia.
En el año 13 Tiberio fue investido con poderes semejantes a los de Augusto, el imperium
proconsular y la potestad tribunicia y así, a la muerte de Augusto en el 14 d.C., sus preparativos,
tan llenos de acontecimientos, permitieron al Senado trasmitir a Tiberio el principado sin
sobresaltos. Aunque sin reglas fijas, la sucesión se había producido y la obra de Augusto con
ello quedaba asegurada.
Por otro lado, hay que hacer mención a la creciente importancia que tendrían a partir de
ahora los pretorianos y las legiones en la proclamación imperial. Los pretorianos fueron una
creación de augusto, una especie de guardia personal que, como tal, constituía la única fuerza
armada dentro de la ciudad y podían llegar a cambiar el destino de quién es el sucesor. Las
legiones por su parte iban a ser quienes más adelante llegarían a proclamar a los emperadores.
Por lo tanto, son dos grupos a tener en cuenta en cuanto a la sucesión imperial.

3. TIBERIO (14-37)
Tiberio Claudio Nerón, hijo de la última esposa de Augusto, Livia, e hijo adoptivo del
priceps, es un eslabón clave en la historia del Imperio porque representa la transición de un
poder personal, fundamentado en méritos propios, a un principio, en cierto modo, dinástico.
Era sin duda uno de los hombres más capacitados de la vieja aristocracia romana gracias a
sus dotes de estadista y militar, probadas durante el reinado de Augusto: popular entre el
ejército y experimentado en las tareas de administración civil, hombre culto y responsable. Pero
su carácter, silencioso y huraño por naturaleza y sus amargas experiencias y frustraciones (el
obligado divorcio de su primera mujer, su desafortunado matrimonio con Julia, el exilio a
1
Parece que esta fue la causa del exilio voluntario de Tiberio a Rodas, pues se piensa que habría quedado
ofendida su dignidad ante las muestras de afecto y preferencia del prínceps con sus nietos. No obstante,
Augusto le permitió regresar cuatro años después.
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Rodas, la conciencia de haber sido elegido como último recurso) hacían el nuevo prínceps un
hombre prematuramente viejo, amargado y desilusionado, incapaz de atraer la simpatía y
comprensión de su entorno.
No puede dudarse que Tiberio pretendía el poder, pero, republicano por convicción 2,
aspiraba a un poder descargado del carácter excepcional que había tenido con Augusto: el
Principado no debía ser considerado como un órgano constitucional regular y permanente del
estado romano, sino a lo sumo como una magistratura extraordinaria en el contexto de la
constitución republicana. Tiberio conocía bien la enorme dificultad de asumir los poderes de
Augusto sin su carisma y acepto el Principado con el tono de un aristócrata que asume una
magistratura, preocupado por la definición jurídica de su poder (tribunicia potestas e imperium
proconsular) mas que por una titulatura superflua que incluso rechazó expresamente: apenas
hizo uso del cognomen de Augusto y no aceptó ni títulos excepcionales, como el de pater
patriae ni honores divinos. Aun más, renuncio al praenomen de Imperator, prefiriendo ser
llamado prínceps, para subrayar los aspectos civiles de su poder (garante de la pax) y su
intención de gobernar con estrecha colaboración del senado, su condición de primus inter pares.
Por lo tanto, se desprende de ello que intentaba conseguir la estrecha colaboración del
senado y, de hecho, la clave para entender el gobierno de Tiberio y los problemas de la tradición
en relación con su reinado se encuentran, en parte, en el conocimiento de sus relaciones con la
nobleza, no exentos de problemas surgidos tanto de factores políticos generales como de la
actitud personal y sicológica del emperador. La política de Tiberio en relación con el senado
continuó la emprendida por Augusto de condescendiente cooperación, con un mayor acento en
la inversión del estamento en las tareas del Estado, es decir, les devuelve poderes y les pide
colaboración.
Entre los actos de gobierno en seguimiento de esta policía hay que mencionar la
transferencia de las elecciones de magistrados de los comitia al Senado, que se convirtió así en
el único organismo electoral. En el campo de la actividad legislativa, solicitó su colaboración a
través de los senatusconsulta3, promoviendo un gran numero de tales decisiones. Pero, sobre
todo, el Senado se convirtió definitivamente con Tiberio en un órgano judicial, bajo la
presidencia de los cónsules, que debía entender en los juicios de crímenes de lesa majestad
cometidos por sus propios miembros o por el estamento ecuestre, y en tribunal de apelación solo
inferior a las decisiones del prínceps.
La legislación de lesa majestad no era nueva, pues vemos que Augusto había creído
necesario actualizarla con sus leyes de maiestate y Pappia Poppaea, en las que a conspiración
contra el prínceps como detentador del imperium y posesor de la inviolabilidad tribunicia, era
considerada un acto de alta traición. Sin embargo, la lex de maiestate contenía un buen número
de aspectos negativos: la acusación estaba en manos de informadores de profesión, los delatores
cuyas denuncias eran objeto de recompensa, y no era difícil que las leyes, en circunstancias de
peligro o suspicacia por parte del prínceps se convirtieran en un instrumento de terror.
La filosofía política de Tiberio, empeñada en la colaboración, se vio enfrentada al dramático
contraste de la realidad monárquica del Estado y de asumir poderes y prestigio en la vía trazada
por Augusto, sin los cuales el Principado solo podía contar con las armas de la represión y el
terror. Por otra parte, el senado había perdido su capacidad de iniciativa, convertido en un
estamento egoísta, preocupado solo por preservar su posición privilegiada socialmente. Los
deseos de colaboración del prínceps debieron de convertirse en órdenes, y las ordenes generaron
2
Reticencias a los procesos de legitimación y rechazo de algunos de los cambios, como la consideración
de imperator. Tiene rechazo al gobierno monárquico, desecha el imperium y el imperator para eliminar la
imagen violenta de la llegada al principado.
3
Todas las leyes de Roma se hacen “consultado el senado”
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rencores e incomprensión por parte de los miembros del estamento, nacidos de su propia
frustración e incapacidad, algo que se reflejaría en la imagen que la Historia ha recibido de
Tiberio, emitida por los miembros de ese estamento.
3.1. Política interior
Obra administrativa
Fue elevado al principado el año 14 d.C., y principalmente se limitó a continuar la obra
administrativa de Augusto. El principado de Tiberio representa el desarrollo y consolidación de
las instituciones que creó Augusto, especialmente en la estructura burocrática (progreso del
orden ecuestre en su definitivo papel al servicio del Estado), el sistema financiero (comienzo de
la organización de la jerarquía financiera y la continuación del proceso de sustitución del
sistema de arriendo de impuestos por la administración directa) y la organización provincial
(intervención directa en la vida provincial con la fundación de colonias y la creación y
organización de las nuevas provincias de Mesia, Retia y Capadocia).
Seguramente el problema más crucial del reinado de Tiberio era el financiero debido a los
enormes gastos que exigía el paso de las fuerzas armadas 4, lo que obligó a Tiberio a llevar a
cabo una política de ahorro que restringió los gastos del Estado en materia de donaciones,
juegos y espectáculos teatrales, lo mismo que obras públicas. A pesar de que logró regular las
finanzas y llenar las arcas del tesoro imperial, la toma de estas medidas le granjeó
impopularidad entre la plebs urbana.
En general, la administración provincial muestra signos de atenta vigilancia que, con un
estricto control de magistrados y funcionarios, logró mantener en limites soportables la
explotación de las provincias con medidas como la estabilidad de los gobernadores responsables
en su función o la ya indicada progresiva sustitución de arrendamiento de impuestos por
recaudación directa.
Problemas internos
La impopularidad de Tiberio se vio agraviada por una serie de fatales acontecimientos en el
estrecho círculo del entorno imperial que empeoraron todavía más su imagen: Germánico,
Seyano y su retiro a Capri.
- Germánico
Tiberio había adoptado a su sobrino Germánico, hijo de su hermano Druso, quien estaba
casado con Agripina, hija de Agripa y Julia. Germánico era general en jefe de las tropas del Rin,
donde habían estallado motines en los ejércitos estacionados y que lograron ser sofocados.
Germánico, estimulado por la popularidad y fascinación que ejercía en el medio militar, se
decidió a intentar entre el 14 y 16 el sometimiento de toda Germania hasta Elba. Pero los
modestos éxitos militares del joven general no podían ocultar a Tiberio, buen conocedor de la
situación en el Rin, los riesgos de esta conquista, contra la que se sumaba su decisión de limitar
la política exterior en las líneas defensivas trazadas por Augusto. Por lo tanto, reclamó a Roma a
su sobrino con el pretexto de requerir sus servicios para una gestión diplomática en Oriente: se
necesitaba a un miembro de la casa imperial para poner orden en la complicada situación de la
zona, donde las siempre difíciles relaciones con los partos por la cuestión armenia eran motivo
de preocupación constante. Pero no lo envió solo, sino que como contrapeso envió como nuevo
legado de Siria a Cn. Calpurnio Pisón. En las negociaciones con los estados clientes vecinos de

4
Tiberio llevó a cabo una política pacífica que perjudicaba al ejército, y su manera de compensar la falta
de campañas fue una donativa dirigida al ejército, una donativa que quitaría de las ayudas a la plebs.
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Siria, surgieron fricciones entre Germánico y Pisón hasta tal punto que cuando Germánico cayó
enfermo y murió, lo hizo con el convencimiento de que había sido envenenado por Pisón.
Su viuda Agripina compartió esta convicción y reclamó venganza no solo contra Pisón, sino
contra el propio Tiberio, a quien acusó de haber urdido un complot contra su marido. De esta
manera, alrededor se su persona se formó un partido de oposición a Tiberio que logró llevar a
juicio a Pisón, a quien de manera exagerada se persiguió y se aplicó una damnatio memoriae
para limpiar la imagen de Tiberio.
- L. Elio Seyano
En este contexto iba a intervenir un personaje, el prefecto del pretorio, Lucio Elio Seyano.
La confianza en su capacidad que ejerció en Tiberio le permitió concentrar las nueve cohortes
pretorianas, creadas por Augusto, en un acuartelamiento dentro de la Urbe, los castra praetoria.
Con ello, se había de su comandante uno de los factores de poder más decisivos e imprevisibles
del Principiado. Con este poder prácticamente ilimitado en sus manos y la confianza que tenía
en él el prínceps, lo usó en su propio interés con el fin de conseguir el trono.
Tras la muerte de Germánico, el más cualificado para sucesión era Druso, el propio hijo de
Tiberio, sin embargo, este murió inesperadamente. A pesar de que tenía descendencia, su corta
edad obligó al emperador a tener en cuenta a los hijos mayores de Germánico, Nerón y Druso, a
los que recomendó ante el senado. Ante la situación, el ambicioso prefecto se afanó en
profundizar al máximo el abismo entre el emperador y Agripina y sus hijos y el círculo de
Agripina. Sirviéndose de la ley de maiestate y una tupida red de delatores o informadores,
involucró en procesos de alta traición a los principales sostenedores del partido de Agripina.
Tiberio, hastiado, decidió abandonar Roma y retirarse a la isla de Capri. Si bien continuó
cumpliendo sus deberes de gobierno, acabó por perder su escasa popularidad. El retiro
voluntario significo un mayor alejamiento entre el senado, el cual se vio obligado a aceptar las
ordenes y sugerencias de un soberano invisible, mientras que su favorito desplegaba sin
limitaciones su influencia sobre la capital. Seyano logró comprometer con documentos a
Agripina y Nerón hasta lograr que fueran enviados al exilio, donde murieron, y logró acusar de
complot a Druso, quien fue retenido prisionero en el palacio imperial.
Pero la excesiva prisa de Seyano en su camino hacia el poder terminó por despertar las
sospechas de Tiberio. En el año 31, puesto en guardia por Antonia la Menor, la madre de
Germánico, preparó a su antiguo favorito una rampa fatal: decidió nombrar prefecto del pretorio
a Sertorio Macrón y lo envió a Roma con órdenes expresas y un parte, una correspondencia,
dirigido al Senado. En él, denunciaba a Seyano ante la Cámara. Macrón por su parte había ya
tomado las medidas necesarias para imponer su autoridad a la guardia, y el Senado, escuchada
la carta, reaccionó de inmediato con el encarcelamiento y estrangulamiento del odiado Seyano.
En roma la persecución de los partidarios de Seyano fue despiadada y desató una ola de terror
en la que pereció el propio Druso, hecho morir de hambre en el palacio en el que se encontraba
retenido. De esta manera, dejaba como miembros de la familia imperial susceptibles a heredar al
tercer hermano, Cayo (Calígula) y al nieto de Tiberio, Gemelo.
Tiberio aún encontró fuerzas para continuar dirigiendo el Imperio con mano firme desde su
retiro en Capri, hasta su muerte en el año 37. Aunque no designaba sucesor, la mención en el
testamento de Cayo y Gemelo como herederos a partes iguales de su fortuna privada coronaba
con la incertidumbre el futuro reinado.
Al margen del trágico destino del emperador, su obra de gobierno permaneció fiel a los
principios de Augusto, y sus decisiones, conservadoras y prudentes, fueron beneficiosas para la
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estabilidad y desarrollo del Imperio como sistema político-social, en el marco de las estructuras
romanas.
3.2. Política exterior
 Frontera renano-danubiana (limes septentrional)
A pesar del desastre de Varo en tiempos de Augusto que había detenido en este frente el
programa de conquista, todavía se encontraban acantonadas en la frontera un considerable
número de tropas, la tercera parte de las fuerzas militares del imperio. El cambio de soberano a
la muerte de Augusto había sido aprovechado por las legiones estacionadas en el Rin y Panonia
para amotinarse, por la dureza del servicio y el escaso sueldo. Sus respectivos comandantes,
Germánico y Druso, el hijo de Tiberio, lograron reconducir la situación con severidad y Tacto.
Cuando Germánico logró restablecer la situación, se lanzó en la empresa de intentar de
nuevo la conquista de Germania a emulación de las campañas de su padre Druso. Después de
vencer a los marsos obtuvo de Tiberio el permiso para llevar a cabo una serie de operaciones a
escala más vasta que le enfrentaron a cattos, bructerios y queruscos, resolviéndose en una gran
batalla contra el caudillo querusco Arminio. Sin embargo, Tiberio vio los riesgos de estas
operaciones y decidió interrumpir las acciones militares y, tras la concesión del triunfo, hizo
llamar a Germánico a Roma. las fronteras del Imperio contaban en el Norte con una línea
continua, tras la que parecía garantizada la paz y la seguridad y la decisión de Augusto,
refrendada por Tiberio, de mantener el Rin como frontera fue definitiva.
Tras el levantamiento de dálmatas y panonios, las armas romanas solo habían tenido que
ocuparse de una vigilancia defensiva. Tras la marcha de Germánico, el marcomano Marbod,
caudillo de la región danubiana, se vio envuelto en una guerra contra el jefe querusco Arminio.
Estas discordias terminaron con la expulsión de Marbod del trono, lo que tuvo una gran
importancia para la seguridad de la frontera septentrional romana, porque las rencillas internas
de los germanos aumentaron, impidiendo cualquier iniciativa contra los romanos, sobre todo
con la muerte de Arminio tras una revuelta germana. Así nunca llegó a producirse la alianza que
habría hecho tambalearse la línea de defensa septentrional ni en el Rin ni en el Danubio.
La frontera septentrional quedaba así durante mucho tiempo asegurada y la política romana
pudo aplicarse al trabajo de sistematización. La administración puso organizar los territorios
bajo dominio romano, los distritos militares de Germania Superior e Inferior y las provincias de
Dalmacia, Panonia y Mesia. Solo en el Bajo Danubio, en el reino cliente de Tracia, hubo que
reprimir una sublevación de tribus indígenas.
 Frontera oriental
En la frontera oriental, el problema principal continuaba siendo las relaciones con los partos,
que Tiberio también trató de resolver a través de la diplomacia, tratando de impone su propia
superioridad, pero al mismo tiempo evitando el estallido de un conflicto abierto.
La ausencia de un soberano reconocido en Armenia y la desaparición de varios reyes clientes
de Roma en las fronteras entre Roma y Partia (Capadocia, Commagene, Cilicia), unido a la
inquietud de las provincias romanas de Judea y Siria, que clamaban por una reducción de
tributos provocó que Tiberio enviara a su sobrino Germánico con instrucciones para
sistematizar la cuestión de Oriente, investido de poderes extraordinarios.
Capadocia y Commagene fueron anexionadas al imperio, la primera como provincia,
confiada a un procurador ecuestre, y la segunda como distrito, anexionado a la provincia de
Siria; el reino de Cilicia continuó como cliente. Pero la cuestión en Armenia era más
complicada. Germánico coronó en Artaxata a Zenón, un miembro de la familia real del Ponto,
como rey de los armenios, con el beneplácito de los propios súbditos y sin la oposición por parte
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del rey Artabanes de Partia. Esto significó un periodo de estabilidad en Oriente que terminó con
la muerte de Zenón. Pero tras largas vicisitudes y en muestra de un triunfo de la diplomacia de
Tiberio y de su línea de gobierno prudente y astuta, logró que Artabanes se manifestara
dispuesto a renovar la paz y aceptó la sistematización romana de Armenia.
 Sublevaciones en Galia y África
Las provincias galas se levantaron en el año 21 por la explotación de que eran objeto sus
habitantes por la avidez de los gobernadores en la recaudación de tributos. Dos galo-romanos,
Julio Floro y Julio Sacrovir, pertenecientes a la aristocracia indígena, se pudieron a la cabeza de
la rebelión al frente de sus respectivas tribus, los eduos y los tréveros. Pero pudo ser reprimida
sin dificultad excesiva debido a que no existía un plan conjunto.
En África, durante los primeros diez años del reinado de Tiberio asistimos a la revuelta de
las tribus nómadas de mauritanos y musulamios, dirigidos por un cabecilla resuelto y buen
conocedor de las tácticas y métodos romanos, Tacfarinas, pues había participado en el ejército
romano como auxiliar. El desconcierto de las tropas romanas ante su conocimiento de la forma
de luchar y las tácticas de guerrilla del jefe norteafricano y la importancia de África como
aprovisionador de trigo para Roma decidieron a Tiberio a intervenir con mayor energía. Los
soldados acantonados en África (III y VII) harán frente a Tacfarinas. Una de las legiones de
Pannonia, la IX5, fue trasladada a África y, bajo la guía de comandantes capaces, Junio Bleso y,
sobre todo, P. Dolabella, que contaban con la ayuda del príncipe vasallo Ptolomeo de
Mauritania (en este momento reino autónomo), Tacfarinas fue finalmente derrotado y muerto y
Mauretania queda en la órbita romana. La legión IX regresó a Pannonia, quedando como
guarnición de África solo la III Augusta, aplicada a trabajos de infraestructura que
contribuyeron al desarrollo de la provincia y a su creciente prosperidad. Tacfarinas sin embargo
se convirtió en una figura emblemática de la resistencia a Roma, pues el conflicto se convirtió
en uno de los modelos simbólicos de los levantamientos de época imperial en los territorios.
Significó la inclusión de nuevas provincias africanas. Provincialización del territorio muy
amplio y establecimiento de una importante línea de fortificaciones artificiales, lo que
transformó el Norte de África. Las gentes veían interrumpidas su forma de vida, lo que
desembocaría en conflictos.
Así, con un gobierno firme y una honesta administración, Tiberio logró conservar intacta la
obra del fundador del Imperio y aseguró la continuidad de gobierno en el ámbito provincial al
margen de las luchas por la conquista del Principado en el centro de poder de Roma.

5
En los apuntes se hace mención a la legión VIII hispana. En todo caso, se coincide en que son dos
legiones y que una es la III Augusta.
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4. CALÍGULA (37-41)
La indecisión de Tiberio en la elección de sucesor iba a ser bien proto resuelta en favor del
hijo de Germánico, Cayo, quien ha pasado a la Historia como Calígula. El prínceps había
dejado dos herederos, pero los veinticinco años de Cayo frente a los diecisiete de Gemelo le
otorgaban cierta ventaja. No obstante, fue decisiva la acción de Macrón, el prefecto del pretorio,
que tras hacer jurar a los soldados y marineros de la flota fidelidad al nuevo prínceps, se dirigió
a Roma para convencer al Senado de la conveniencia de la elección de Cayo 6. De este modo, el
Principado, pacientemente construido por Augusto como lenta consagración personal, se
transforma en una entidad constitucional, una institución monárquica dependiente de los
soldados de Roma y de la investidura formal del Senado.
La elección tenía un claro sentido de reacción frente al reinado anterior, porque, con el joven
prínceps, subía al poder la familia de Germánico y la propia descendencia directa de Augusto, y
con ello se albergaba la esperanza de que en él se personificarían las virtudes y excelencias del
fundador del Imperio. Estas esperanzas iban a trocarse, sin embargo, bien pronto en la amarga
realidad de una tiranía que, tras cuatro años de terror, provocó finalmente la necesidad del
magnicidio como único remedio practicable ante la falta de cualquier garantía constitucional
contra los poderes excesivos del prínceps, el más peligroso aspecto del sistema creado por
Augusto.
A su subida al trono, Cayo expresó su intención de colaborar con el senado en las tareas de
gobierno, se preocupó de acumular honores y privilegios en los miembros de su familia,
distribuyó donativos entre las fuerzas del ejército y la plebe, reclamó a los exiliados políticos 7 y
adoptó a Gemelo, el nieto de Tiberio. Pero estos comienzos moderados iban a dar muy pronto
paso a un despotismo de corte oriental, arbitrario y cruel, que la tradición achaca a una
enfermedad mental sufrida por Cayo el mismo año de su subida al poder. Tras desembarazarse
de Gemelo y de Macrón, el absolutismo del príncipe se volvió contra el Senado.
4.1. Política interior
Relaciones con el Senado
Se desató en Cayo un sentido absoluto del poder y la resolución de no compartirlo con nadie:
se liberó de su hijo adoptivo Gemelo e impulsó al suicidio al prefecto Macrón, cuyo cargo
unipersonal fue asumido desde ahora por dos titulares. El absolutismo de Cayo habría de
volverse rápidamente contra el contrapeso natural del poder del prínceps, el Senado, cuyos
miembros fueron acusados de las más diversas acusaciones y pretextos, víctimas de los procesos
de lesa majestad que los empujaba al suicidio o directamente los ajusticiaba. Esto tenía un doble
propósito: arrancar de raíz las tentativas de oposición a la autocracia y lograr una fuente de
ingresos para la nueva política de larguezas y dispendios. Ambos desmentían categóricamente
las supuestas o calculadas promesas de Cayo de continuar la línea de Tiberio.
Política económica
las ingentes sumas acumuladas por la política ahorrativa del reinado anterior sirvieron a
Calígula para emprender una policía de dilapidación: espectáculos, donativos y obras públicas,
algunas descabelladas como la intención de abrir el Istmo de Corinto. Esto puso en circulación
una enorme masa de dinero que exigió de Calígula la búsqueda de numerario para continuarla,
6
Contaba de esta manera por el apoyo pretoriano y el apoyo del Senado, aunando de manera inteligente
ambos poderes.
7
Los exiliados políticos fueron reclamados, se libertaron los presos por delitos de Estado, se destruyeron
los documentos de los juicios contra Agripina y Nerón. Calígula lo que estaba haciendo era recuperar
facciones del exilio, de la oposición a Augusto o el escandalo de Pisón. Esta recuperando a los enemigos
de los anteriores gobiernos para aunar más fuerzas.
Historia de la Roma Imperial

encontrando su solución en los procesos de alta traición, mediante los cuales podía confiscar las
propiedades de las personas adineradas y ponerlas a la venta. Pero la política económica de
Caligula exigió otras medidas: además de los legados testamentarios de los que el prínceps era
beneficiario, fue necesario poner en venta objetos de valor procedentes de confiscaciones o de
las propiedades imperiales y, finalmente, crear nuevas tasas e impuestos sobre la venta de
géneros alimenticios y sobre diversas actividades, entre ellas la prostitución.
Este gasto le facilitaba el congraciarse mediante los donativos con la plebe y con el ejército.
Hay que tener en cuenta que con Calígula se da un descenso de la actividad militar, y para evitar
que el ejército se ponga en su contra lo que hace es, siguiendo una medida que ya había
adoptado Tiberio, concederles esos donativos, los cuales aunó con la política de alimenta
concedida a la plebe (congiarium de 75 drenarios).
Pocas medidas concretas de administración pueden adscribirse al reinado de Cayo, y las que
conocemos no tienen excesivo interés: orden de reanudar la publicación de los resúmenes de las
actas públicas, introducción de una quinta decuria de jueces, reintegración en los comitia
populares de parte de la función electica sustraída por Tiberio en beneficio del Senado. La
evolución del mundo provincial, en el que Cayo no parece mostrar excesivo interés, sigue su
curso sin interferencias al margen de su intervención y, en consecuencia, sin acontecimientos
dignos de mención, con excepción de un incidente en Judea, preámbulo de un problema de
dramáticas consecuencias en los tiempos siguientes, que tiene su origen en la política religiosa
del emperador.
Política religiosa y el problema judío del año 40 d.C.
La profunda diferencia entre Cayo y Tiberio, manifestada en las relaciones con el senado y
en la política económica, se mostró también en materia religiosa. La política religiosa de Tiberio
había sido tradicionalista y prudente, y mantuvo en cauces de moderación el culto imperial y las
manifestaciones de lealtad ellos provinciales. Por el contrario, Calígula se dedicó a la
persecución consciente por lograr el reconocimiento de honores sobrehumanos a su
personalidad, honores que están conexionados con la intención de convertir al Principado en
una monarquía absoluta.
Una nueva mística del poder se apoderó de la mente del soberano, trasladada en actos,
desconocidos al mundo romano, pero deliberadamente seguidos como camino para la formación
de un nuevo culto imperial, un culto no limitado a la apoteosis del soberano difunto, sino
directamente tendente a la divinización del prínceps reinante8. Esta autodeificación, claramente
en relación con un concepto de absolutismo, resuelto a no compartir el poder ni permitir otra
fuente de autoridad que el soberano, está presente con claridad en los escasos cuatro años del
reinado de Cayo, en una especie de permanente delirio en el que realiza actos extravagantes
como su aparición en público con vestiduras e insignias de distintas divinidades o la erección de
templos con su estatua. esto se conecta con la intención de convertir el principado en una
monarquía absoluta al estilo oriental o helenístico sobre la base de un poder real (ejército y
guardia pretoriana) y la ruptura con las formas republicanas.
El reconocimiento de honores sobrehumanos a su personalidad era, sin duda, un elemento
fundamental de la política de Cayo, que no fue sin más aceptado en todo el Imperio y, en
especial, rechazado por los judíos. En el año 40 explotó un gravísimo conflicto entre Calígula y
los hebreos precisamente por este problema, conocida la repugnancia judía a la erección de
altares y estatuas y otras manifestaciones de culto, corrientes en el mundo oriental, pero tan

8
Va más allá que Augusto y relaciona la auctoritas con lo divino; era uno de los tres pilares, aquel que
tenía el valor moral, la imagen de prestigio de la población reforzado en la idea de que está directamente
relacionado con la divinidad.
Historia de la Roma Imperial

radicalmente en desacuerdos con sus principios religiosos. El conflicto tuvo su origen en la


ciudad costera de Jamnia, centro de una propiedad imperial, con una población mixta de judíos
y griegos. Para celebrar la victoria del emperador sobre Germania, la población griega erigió un
altar a Cayo que los hebreos derribaron. El prínceps no podía admitir una actitud semejante,
precisamente en Oriente, donde contaba con encontrar la base para la edificación de un
principio monárquico teocrático, y reaccionó con energía ordenando la erección de una estatua
colosal suya en la propia Jerusalén, a ser preciso, según sus propias disposiciones, con la
intervención de dos legiones, para evitar toda resistencia. La insólita orden exasperó a la
intransigente población judía, con todas las características de un grave levantamiento al que solo
puso una tregua el asesinato de Cayo. El fuego, sin embargo, no quedó apagado; sus rescoldos
constituirían a partir de ahora una permanente fuente de inquietud, que solo con los flavios
encontrará una drástica y brutal solución con la destrucción de Jerusalén y la diáspora judía*.
4.2. Política exterior
Tambien en política exterior el reinado de Calígula sería una antítesis del anterior. en
Oriente, frente a la política de Tiberio, tendente a abolir los estados-clientes en las fronteras del
Éufrates, Cayo distribuyó con largueza reinos, incluso interviniendo en el anterior ordenamiento
político de la zona. La elección al frente de estos Estados de dinastas, amigos personales del
prínceps, y la manifiesta inoportunidad de algunas de las medidas parecen apuntar a la
satisfacción de deseos autocráticos al margen de la razón de Estado: las impresiones grabadas
como niño cuando acompaño a su padre en el viaje a Oriente, los contactos y la amistad surgida
en Roma con ciertos príncipes que, como rehenes o huéspedes, eran educados en la corte, y la
fascinación de Oriente como modelo de monarquía teocrática serian determinantes en esta
política que habría de manifestarse desastrosa por sus negativas consecuencias para la economía
romana y como germen de peligrosos fermentos de inquietud. Además, se dedicó a devolver la
independencia a territorios de vital importancia estratégica, como Commagene.
En el sector germánico, dirigió personalmente una campaña, la única campaña militar, el año
39 sin resultados dignos de mención. Esta respondía a los deseos de Cayo de conseguir gloria
militar, en persecución de la tradición asociada con su padre Germánico y su abuelo Druso, así
como el propio Augusto.
En conexión con ella, manifestó su intención de invadir Britannia, pero la expedición no
llegó a realizarse; su sucesor, Claudio, sería quien la llevaría a efecto.
4.3. El asesinato de Calígula
Las ofensas y humillaciones a la clase senatorial, el gratuito desprecio hacia sus más
cercanos colaboradores, las dementes medidas de política fiscal, con la creación de nuevas tasas
e impuestos, fueron el caldo de cultivo de conspiraciones contra su persona. A una primera
conjura de senadores y miembros de la propia familia imperial, en el 39, ahogada en un río de
sangre, siguió en el aó 41 una vasta conspiración, que, con la participación de senadores,
caballeros, colaboradores íntimos y el propio pretorio, logró finalmente su propósito: Calígula
fue asesinado.
Mas allá de un intento de un análisis clínico-patológico sobre su personalidad, su actitud
descubre la dinámica del nuevo poder imperial, tendente a renunciar al formalismo augústeo y a
su compromiso con la aristocracia para llegar a la afirmación de un poder absoluto, de un
despotismo oriental, pero para el que los tiempos aún no estaban maduros.
Historia de la Roma Imperial

5. CLAUDIO (41-54)
Tras el asesinato de Calígula/Cayo, los conjurados no contaban con una idea precisa sobre el
futuro del Estado. La consigna de liberad significaba más un ideal romántico que un propósito
de real contenido político, pues el Principado era ya un sistema irremplazable ¡, y tras fútiles
discusiones de restauración republicana, el Senado, en cuyas manos recaía al menos
constitucionalmente el interregno, trató de buscar un nuevo prínceps en la persona de uno de sus
miembros entre discusiones y vacilaciones a las que puso fin la guardia pretoriana cuando
aclamó en su campamento como imperator al ´último miembro masculino de la familia de
Germánico, su hermano Claudio..
Claudio tenía 52 cuando aceptó la designación de la guardia, a la que el senado se plegó
finalmente. Probablemente como consecuencia de una parálisis infantil tenía un físico poco
agraciado, habiendo suscitado en su familia el desprecio y el olvido. Tolerado como inválido y
excluido de los asuntos públicos, había vivido en el palacio imperial dedicado al estudio, hasta
convertirse en uno de los hombres más eruditos de su tiempo. Pero su falta de experiencia en la
administración no significaba que el nuevo príncipe desconociera los deberes de un hombre de
Estado, que asumió con honradez y sentido de la responsabilidad.
Es conocida la acusación que hace de Claudio un juguete en manos de sus esposas, mujeres
ambiciosas como Mesalina o Agripina que desarrollaron sin escrúpulos intrigas para la
materialización de sus intereses personales, y de sus libertos. Los libertos vieron
progresivamente la concentración de vitales intereses políticos en las manos de la categoría de
funcionarios pertenecientes a la administración doméstica del prínceps. La propiedad imperial
había aumentado más allá de los límites de cualquier casa privada: ello, en unión de la enorme
cantidad de trabajo que recaía sobre el emperador, significó que sus secretarios y servidores se
estaban convirtiendo en realidad en funcionarios estatales, cuya influencia era grande y
permanente. La presencia de libertos en cargos administrativos propiamente dichos era algo
absolutamente indispensable, como consecuencia de la fusión de hecho entre administración
privada y algunas funciones públicas, ya que era normal que los asuntos familiares de cualquier
genero dura confiada a personal esclavo o liberto. La progresiva concentración de poder y
funciones públicas en la domus del prínceps aumentaba la suma de poder en manos de los
libertos.
Augusto y Tiberio trataron de esconder la esencia monárquica del poder con la apariencia de
un principado civil bajo formas republicanas. Claudio, en cambio, tras la demente revolución de
Calígula, representa la continuación lógica del Principado, pero acentuaría la imagen del
príncipe como cabeza del ejército y de la administración y como supremo protector del Imperio.
Así, dentro del respeto legal y formal a la tradición, haría un uno más abierto del poder
monárquico y, por consiguiente, debía chocar necesariamente con la vieja aristocracia
senatorial.
La propia titulatura escogida tras su elevación al trono descubre su intención de crear una
nueva imagen del princeps y de la casa imperial al permanecer fuera de la gens Julia, pero
asumiendo el título de César tan lleno de resonancias para el ejército, las provincias, la plebs
urbana y los itálicos, y adoptando el nombre de Augusto como una especie de garantía de que su
régimen intentaba adaptarse al del primer princeps, sin el título de imperator, que habría
enfatizado de entrada la naturaleza militar de su poder y que solo aceptaría como aclamación a
lo largo de su reinado en el contexto de reales campañas militares.
5.1. Política interior
Relaciones con el Senado
Historia de la Roma Imperial

El descubrimiento del efectivo papel el prínceps muestra simultáneamente su realidad


autocrática, dentro de un respeto legal y formal a la tradición, en una dirección de un uso más
abierto del poder monárquico. Este programa solo podía realizarse en contraste con el orden
senatorial, a pesar de que era un cuerpo con el que deseaba estar en buenos términos.
Claudio, una vez confirmado por el Senado, demostró su seria intención de integrar el
Principado en el cuadro del tradicionalismo conservador mediante la cooperación con la
asamblea en la línea de Augusto, y una de sus primeras medidas fue la renovación de las leges
Cornelia Valeria y Junia Petronia de destinatione magistratum, que restituía al Senado el
derecho de las elecciones concedido en el 37 por Calígula al pueblo. Por lo demás, el comienzo
del reinado estuvo marcado por provisiones que miraban a reforzar la posición del prínceps
mediante una política de moderación que liquidara cuando antes la memoria del reinado anterior
y a desautorizara su gobierno. Su firme determinación de no transigir sobre la funcionalidad del
Principado, en el que introdujo innovaciones propias, hizo que no lograra el reconocimiento de
la oligarquía senatorial, ganando su oposición.
Las buenas intenciones de Claudio con la nobleza se rompieron cuando se hicieron evidentes
las nuevas tendencias de la administración en las que el Senado perdía su posición de colega del
prínceps, desplazado por una gradual centralización del poder en las manos del soberano, que,
asistido por un cuerpo de “funcionarios” bien organizado, reclutado al margen de la aristocracia
tradicional entre la nobleza ecuestre y los libertos del emperador, comenzó a desarrollar un
aparato creado para las necesidades del gobierno, basado en la jerarquía y en la burocracia.
La creación de una maquina administrativa centralizada, dirigida por libertos, y la parcial
transferencia a personajes de orden ecuestre, directamente dependientes del prínceps, de cargos
y actividades, hasta ahora controladas por miembros del orden senatorial, fue sobre todo la
causa del creciente malestar de la aristocracia y de la dificultad de pacífica cooperación entre el
prínceps y el Senado, por más que las innovaciones de Claudio persiguieran el asegurar una
mayor eficiencia administrativa. En todo caso, la pérdida de poder del Senado, los ataques a su
autoridad en medidas concretas, las interferencias en la composición de la cámara 9 y la
persecución de algunos de sus miembros envueltos en intrigas de la corte, fueron alienando al
emperador la lealtad de un cuerpo con el que, paradójicamente, hubiera deseado estar en buenos
términos.
Por lo tanto, la causa fundamental de la dificultad en su relación con el senado era el hecho
de que las innovaciones administrativas en bien de la eficiencia del Estado exigían una mayor
dependencia de la aristocracia respecto del prínceps, mientras que, por el contrario, el
emperador se hacía más independiente de aquella por la existencia de una maquina centralizada
en manos de libertos.
Obra administrativa: el desarrollo de la burocracia
Uno de los aspectos más interesantes de la actividad de Claudio fue el desarrollo de una
burocracia centralizada con departamentos especializados, independiente de la autoridad
tradicional del Senado en interés de una más eficiente administración 10. Ya Augusto había usado

9
Mediante el canal tradicional de las magistraturas republicanas, el consulado y la censura, Claudio puso
en práctica un programa unificado que incluía un buen número de elementos innovadores en detrimento,
pérdida, de las actividades administrativas del estamento senatorial. Así, la investidura de la cesura del 47
fue ocasión de una nueva lectio senatus en la que, con la expulsión de la Cámara de viejos miembros no
considerados dignos del ordo, fueron introducidos por el procedimiento de la adlectio, es decir, de la
voluntad personal del emperador, elementos procedentes en muchos casos del mundo provincial.
10
Antes la gente ocupaba ciertas funciones, pero Claudio lo que hace es que crea estas funciones
específicas para que personas las desempeñen. Crea cargos que van a tener que desempeñarse y que
tienen ocupaciones concretas.
Historia de la Roma Imperial

libertos y esclavos de su casa para las necesidades de una secretaría privada, pero Claudio fue
más allá mediante un reordenamiento del personal directamente dependiente del prínceps,
sensiblemente aumentado como consecuencia de la creciente complejidad de los asuntos en
manos del emperador, producido por el gran incremento de las propiedades imperiales y por la
creación de nuevas provincias directamente dependientes de su administración. En
consecuencia, creó secciones especiales de lo que podría llamarse una administración estatal:
cada una de dichas secciones sería controlada por un liberto, con un personal auxiliar también
liberto o esclavo a su disposición para las diferentes ramas de su particular competencia.
- Ab epistulis. Confiado a Narciso, era una especie de secretaría general, ocupado de la
correspondencia oficial, que, una vez abierta y clasificada, se enviaba a las secciones
correspondientes.
- A rationibus. Quedaba bajo el mando de M. Antonio Palante, una especie de
departamento de finanzas que intentaba centralizar el poder financiero en manos del
emperador.
- A libellis. Con el cometido de ocuparse de todas las peticiones dirigidas al prínceps.
- A cognitionibus. Encargada de poner en orden y preparar la correspondencia referida a
casos jurídicos directamente remitidos al emperador.
- A studiis. Encargada de los estudios preparatorios para la administración y que
probablemente incluía la dirección de la biblioteca privada del emperador y actividades
de carácter cultural.
Narciso y Palante eran los más influyentes de los libertos de Claudio en consonancia con sus
encargos, y utilizaron esta influencia para sus propios fines, en alianza o competencia con otros
grupos de poder que incluían a las esposas del emperador.
Organización financiera
Tuvo una importancia fundamental la centralización del poder financiero a través de la oficia
a rationibus.
Claudio, atendiendo a una práctica existente ya desde Augusto, asignó al patrimonium sus
propios procuradores privados, transformados así en la práctica en funcionarios del Estado y
dotados de competencias judiciales. El emperador, propietario de una vasta fortuna, cumplió el
paso decisivo para la organización de una tesorería imperial, el fiscus Caesaris, independiente
de su patrimonio particular, cuyos fondos, sin embargo, se mezclarían cada vez con más
frecuencia. Los ingresos (ratio patrimonio) del fiscus Caesaris, al margen también del viejo
aerarium Saturni, eran recaudados por estos procuradores y debían ser controlados también a
partir de ahora por un procurator a patrimonio central, dependiente directamente de la oficina a
rationibus.
Esta centralización del poder financiero en manos del emperador exigía el despliegue de
nuevos funcionarios imperiales, los procuradores encargados de controlar la recaudación del
impuesto sobre las herencias (procurator vigesimae hereditatium) y la tasa sobre la
emancipación (vigésima libertatis), pero también algunas modificaciones en las funciones de las
viejas magistraturas senatoriales, entre ellas, la sustitución de los pretores encargados de la caja
pública del Estado*, del aerarium Saturni, por os cuestores nombrados directamente por el
prínceps. Esto es una muestra de un control mayor del erario por parte del emperador, que, por
le contrario, no admitía injerencia del Senado en la tesorería del fisco 11. Este organismo iba
absorbiendo cada vez mayor cantidad de competencias públicas, entre ellas, la función de los

11
Por lo tanto, se encargó de establecer una distinción clara entre la tesorería imperial (fiscus Caesaris) y
la fortuna personal (patrimonium), al tiempo que ejercía un mayor control sobre el aerarium Saturni
senatorial.
Historia de la Roma Imperial

abastecimientos alimentarios en Roma, que, sustraídos del erario, fueron asumidos


personalmente por le emperador: los magistrados encargados de la distribución de trigo
(praefecti frumenti dandi) perdieron prácticamente sus competencias con esta transferencia de
financiación de alimentos del aerarium al fiscus.
Pero también en otros ámbitos Claudio fue apropiándose gradualmente de los poderes que
hasta ahora habían sido competencia del Senado: se abolieron los antiguos quaestores classici y
sus funciones, absorbidas por los prefectos de las flotas de Miseno y Rávena, pertenecientes al
orden ecuestre; el gran puerto de Ostia fue también puesto bajo la supervisión de un caballero,
el procurator portus Ostiensis, y el cuidado de las calles de Roma pasó de los cuestores a
funcionarios imperiales con cargo al fisco, lo mismo que los acueductos.
El orden ecuestre
La política de gobierno de Claudio propició el lento surgimiento de una nueva nobleza al
margen de la aristocracia senatorial. En su camino hacia la centralización administrativa se
sirvió de un estamento que, sin los inconvenientes de la pesada tradición republicana, pudiera
convertirse en la nueva nobleza de funcionarios: Claudio logró del senado la concesión a los
procuradores imperiales del derecho de jurisdicción, que, aun limitado a los casos financieros,
estableció una autoridad independiente en las provincias y se preocupó de reorganizar el cursus
honorum del orden ecuestre, inscribiendo en sus rangos a gentes de origen provincial. Estaba así
naciendo una élite destinada a llevar sobre sus hombros el peso de la administración imperial. El
orden ecuestre, promovido con particular cuidado por Claudio y definido con tareas y
privilegios, en la administración del Estado, asumió el papel de segundo pilar del orden social
romano.
Por lo tanto, por el momento vemos que, en detrimento del ordo senatorial, Claudio
favoreció mediante un ascenso social a libertos y ecuestres, clases que durante la República no
habían tenido relevancia.
La obra legislativa y judicial
Claudio llevó a cabo ciertas medidas legislativas y judiciales para acompañar a esa nueva
burocracia. Generó una legislación que le permitiera tener las manos más libres para ejercer sin
el control del senado.
De este modo intervino activamente, con una obra legislativa acorde con su formación de
estudioso. Para desarrollarla se sirvió de viejos procedimientos ya olvidados como las leyes
comerciales y los plebiscitos, o, más frecuentemente, los senatoconsulta, y sobre todo edictos,
emanados directamente de su autoridad. Sus provisiones (arreglos, mandatos) se dirigen
especialmente a los derechos privados individuales.
Llevó a cabo procedimientos como el incremento del papel de los procedimientos legales en
el campo de la administración o el otorgar jurisdicción a los procuradores, creando nuevos
tribunales procurateriales. Los procuratores, del orden ecuestre, se ocupaban de la
administración en las provincias imperiales o en las senatoriales por designación del emperador.
Por lo tanto, se iban a encargar de la gestión en las provincias, incluso habrá procúratelas en las
provincias que van a dirimir el juicio en el propio territorio provincial. Los intereses senatoriales
en las provincias se juzgaban en Roma y por senadores, pero ahora lo juzgan ecuestres. Todo
esto viene de un problema republicano que intenta encontrar solución aquí. Van a juzgar todo y
obtienen control sobre el orden senatorial. También hizo uso de un directo ejercicio de la
justicia intra cubiculum principis, al margen del procedimiento ordinario de los jueces. En
conjunto, puede afirmarse que su interés personal por la jurisdicción ha promovido una mejor
Historia de la Roma Imperial

organización de los tribunales y un considerable cuerpo de legislación, parte integrante del


derecho romano.
Política social
Llevó a cabo medidas de carácter social y obras públicas. Entre las más importantes
encontramos su dedicación por asegurar el abastecimiento de trigo a Roma, problema nunca
satisfactoriamente resuelto, en el que se insertan medidas como la concesión de privilegios a
armadores extranjeros, ajustes en la distribución de trigo en la Urbe, control de precios de
alimentos y la construcción del nuevo puerto de Ostia 12. Similar atención prestó al
abastecimiento de agua, con la construcción de dos acueductos para Roma (Aqua Claudia), y a
la red viaria de Italia.
Política religiosa
En cuanto a la política religiosa, el carácter conservador de Claudio le empujó a rechazar,
como Tiberio, honores divinos y a dedicar un interés fundamental a la restauración de la
tradición. Por lo que respecta a las religiones extranjeras, fue, en general, tolerante con los
cultos considerados como no contrarios a los intereses de Roma 13, pero enérgico con aquellos
susceptibles de atentar a la seguridad del Estado.
Una particular atención merece la actitud frente a los judíos, a quienes sustrajo el derecho de
reunión en Roma, disolviendo asociaciones que habían surgido en época de Calígula y, en el
año 49, los expulsaría de la ciudad, según cita Suetonio «por instigación de un cierto Cristo
continuamente provocaban tumultos», de manera que podría significar la primera medida oficial
contra la nueva religión cristiana.
5.2. Política provincial
Las medidas de gobierno provincial se inscriben en el marco de la política de centralización
administrativa, no exenta de contradicciones entre las muestras de respeto a la clase senatorial, a
la que se reservan las provincias más importantes, y los deseos de favorecer la promoción de
cargos procuratoriales ecuestres de un prínceps, al mismo tiempo tradicional e innovador.
Concesión de derecho de ciudadanía
El interés de Claudio por la cohesión del Imperio y por el desarrollo dinámico de las fuerzas
provinciales se manifestó sobre todo en la generosa y original actitud del emperador en materia
de derecho de ciudadanía, llevando a cabo una ampliación de la ciudadanía a las provincias.
Estos otorgamientos a comunidades o individuos concretos responden a una reflexión
consciente por reconocer un status legal a los esfuerzos de romanización de ciertas regiones, en
interés de la propia cohesión del Imperio y del desarrollo dinámico de las fuerzas provinciales,
cuya iniciativa era necesaria para mantener el gigantesco edificio político. La generosidad de los
otorgamientos no dejaba de ser relativa, pues estaba circunscrita a comunidades con probado
grado de romanización y se refería solo a los derechos latinos, escalón previo a la plena
ciudadanía.
La plena ciudadanía fue concedida con carácter general a los veteranos de las unidades
auxiliares del ejército romano, que carecían de derechos, reclutadas entre provinciales, que
veían así premiado su largo servicio a Roma. la concesión de la ciudadanía no significaba una

12
Claudio tomó conciencia de Roma como capital del mundo y reestructura el puerto de Ostia, la puerta
de Roma con el mar para conectar la mercancía.
13
Esto quiere decir siempre que no interfiera con el pago de impuestos. En resumidas cuentas: mientras
pagues impuestos, ten el culto que quieras.
Historia de la Roma Imperial

desvalorización del derecho; por el contrario, al tratarse de un premio, constituía un privilegio,


protegido con severos castigos contra abusos e irregularidades en su utilización.
Asimismo, se beneficiaron de la ampliación de la ciudadanía los navegantes (navicularii),
aquellos que se ocupan de las rutas en el Mediterráneo y garantizan el abastecimiento del cereal.
Es la concesión de un privilegio que facilitaría la conexión entre los territorios, fundamental en
esta política.
La posesión del derecho de ciudadanía daba a los provinciales importantes ventajas
económicas y sociales y, en última instancia, la posibilidad de formar parte del estamento
dirigente, el Senado. En este contexto hay que citar a las élites provinciales de los territorios
conquistados, en especial de la Galia, una zona que era muy rica, riqueza de la que Claudio era
consciente. La admisión en el senado de algunos miembros de la aristocracia gala que el propio
Claudio solicito de la Cámara con un discurso, lo que supondría un shock para la aristocracia
tradicional. De esta manera lo que conseguía era que esta élite provincial tuviera su núcleo de
poder en la provincia, pero sus intereses quedarían vinculados a Roma.
Claudio fomentó la romanización no solo con esta política de concesión de ciudadanía,
individual, sino también mediante el otorgamiento del status municipal a núcleos provinciales
con una probada tradición urbana. Por lo tanto, concedió a ciudades provinciales el título de
municipio romano, que indirectamente extiende el derecho de ciudadanía a sus habitantes (pleno
o ius Latii).
Asimismo, fomentó la romanización con la repoblación de antiguas ciudades con colonos y
con la fundación de nuevos centros coloniales. Conocemos numerosos asentamientos coloniales
de veteranos, sobre todo, en Italia, las Galias, y las provincias renanas y danubianas (Pannonia y
Nórico), así como un buen numero de ciudades a las que, con la concesión del estatuto
municipal, en ocasiones acompañado de diversos privilegios de carácter fiscal, se extendió el
derecho de ciudadanía o el ius Latii.
Roma, en la transición de la República al Principado, vemos que deja de expandirse. Esto
genera una nueva necesidad, que es la de mantener las fronteras, para lo cual no necesita un
mayor ejército, sino que le basta con la inclusión de los habitantes de los territorios
conquistados fronterizos. Con Claudio se establecen colonias de veteranos en estos sitios, donde
se generaría una población mixta y se facilitaría la consolidación, ya que ahí se reunirían los
veteranos habituales junto con los auxiliares.
Claudio fomentó la romanización no solo con estas concesiones individuales de ciudadanía,
sino también con el otorgamiento del estatuto municipal a centros provinciales con una larga
tradición urbana, que extendieron el derecho de ciudadanía pleno o su escalón previo, el ius
Latii, a buen numero de ciudades del imperio.
Aun sin privilegios, la preocupación por la unidad y cohesión política de Claudio hizo que
tratara de compensar las profundas diferencias entre sus diversas partes con el mismo elemento
de integración aplicado de forma general: la urbanización. Por ello, aun sin estos privilegios
surgieron en regiones con débil tradición urbana numerosas ciudades, un fenómeno urbano con
inscripciones que recuerdan construcciones y restauraciones de edificios públicos, trabajos de
equipamiento y ampliaciones de la red viaria.
5.3. Política exterior
La política exterior de Claudio venía determinada en parte por los problemas no resueltos
heredados del reinado de Calígula, pero también por una voluntad consciente de intervenir en el
mundo provincial con un programa preciso y enérgico de anexión de nuevos territorios e
incorporación de algunos de los viejos Estados-clientes.
Historia de la Roma Imperial

En esta línea, el Reino de Mauretania, donde se había producido una revuelta, fue
transformado en dos provincias: la Mauretania Tingitana al oeste y la Mauretania Cesariensis
al este, con procuradores del orden ecuestre. Tanto las capitales como otros centros urbanos
fueron repoblados con colonos romanos y recibieron un estatuto privilegiado; las nuevas
colonias constituyeron núcleos de romanización en estos territorios. También corrieron la
misma suerte Licia, en Asia Menor y Tracia.
En Oriente, por lo general Claudio mantuvo intacta la sistematización de Tiberio y Calígula,
aunque intervino en numerosas cuestiones de detalle, entre la que cabe destacar el asunto de
Judea. A esta la transformó también en provincia romana bajo la administración de dos
procuradores, pero resultó una decisión desafortunada. Si bien el directo control prometía mayor
seguridad, la dependencia de Roma desarrolló de nuevo en la población hebrea el latente odio
hacia los dominadores, que la arbitrariedad de los procuradores al frente de la provincia
contribuyó a atizar. La cuestión judía, pues, siguió siendo un grave problema en el oriente del
imperio que alcanzaría su máxima virulencia a finales del reinado de Nerón.
Pero sin duda el acontecimiento de política exterior más conocido fue la conquista de
Britannia, el viejo proyecto de Cesar, luego abortado por Calígula. Claudio personalmente se
hizo cargo de la dirección de las operaciones. El territorio conquistado fue convertido en
provincia, extendida a la mitad sur de la isla, que, protegida en sus confines con estados-clientes
y con un permanente sistema de fortificaciones, fue confiada a un legado imperial de rango
senatorial. Aquí atendemos a un espectacular avance del proceso de romanización, iniciado con
la deducción de una colonia de veteranos en la antigua capital Camulodunum y la repoblación
de otros centros. Se convirtió en un campo de explotación para empresarios y financieros
romanos.
En conjunto fueron seis las provincias que se añadieron al Imperio, cuyo gobierno, a
excepción de Britannia, confiado a procuradores de rango ecuestre, rompió el equilibrio
augústeo entre provincias senatoriales e imperiales. Las nuevas anexiones incrementaron
considerablemente el área gobernada directamente por el prínceps.
Las fronteras del Imperio
En lo que respecta a la política de fronteras, se mantuvo rigurosamente en la línea seguida
por Tiberio, de respeto a los límites de Augusto, aunque las circunstancias impusieron que se
desempeñara con cierto dinamismo.
En la frontera septentrional, a lo largo del Rin y del Danubio, por lo que respecta a
Germania, Claudio se contentó con imponer a los queruscos un rey educado en Roma. Si bien
tuvo que repeler las incursiones de gentes transrenanas, caucos y catos, el emperador ordenó al
gobernador de Germania Inferior interrumpir la victoriosa campaña iniciada en el territorio de
los frisios y los caucos, en las costas del mar del Norte, y regresar a la línea fronteriza de la
orilla izquierda del Rin. Así quedaba el Rin como punto intermedio. En cuanto al Danubio, el
rey cliente de cuados y marcomanos, Vannio, asentado por Tiberio al norte del curso medio del
rio, fue obligado a establecerse con sus seguidores en el interior del Imperio, en Pannonia, bajo
la vigilancia del gobernador de la provincia. Por lo demás, dos flotas fluviales se encargaban de
supervisar el curso del río en toda su extensión.
Mayores dificultades debía suscitar la frontera oriental continuamente amenazada por el
problema de Partia y Armenia. Durante la mayor parte de su reinado, el emperador logró aplicar
con éxito la política diplomática desarrollada por Augusto y Tiberio de suscitar las discordias
dinásticas en el interior de Partia para mantener bajo control Armenia. Pero tras ocho años de
tranquilidad, sin interferencia de Partia, envuelta en una guerra civil, la región armenia volvió a
convertirse en teatro de fermentos, que produjeron como resultado el fin de la influencia de
Historia de la Roma Imperial

Roma. la subida al trono de Partia de Vologeses I, el descuido de los representantes de Roma en


la supervisión de estos límites del Imperio y el desinterés del gobierno central, con un
emperador viejo y cansado, envuelto en intrigas cortesanas y alejado de la gestión directa del
Imperio por la interposición de una burocracia cada vez mayor, explican que el nuevo soberano
arsácida pudiera establecer a su propio hermano Tirídates en el trono armenio, dejando abierta
una vez más para el reinado siguiente la cuestión oriental.
Historia de la Roma Imperial

6. NERÓN (54-68)

6.1. Política interior

La educación de Nerón y primeros años de su reinado: el quinquennium aureum


Claudio tenía un hijo, Británico, de su matrimonio con Mesalina. No obstante, Agripina
logró que adoptara a Nerón y lo reconociera como tutor del más joven Británico. Preocupada
porque la sucesión de le escapase, Agripina forzó la situación y, de acuerdo con el prefecto del
pretorio Afranio Burro, envenenó a Claudio y precipitó la proclamación de su hijo como nuevo
prínceps por los propios pretorianos. Al año siguiente era eliminado Británico. De esta manera
vemos la importancia del papel de Agripina, quien buscó, para consolidar el poder de su hijo
Nerón apoyos: el apoyo senatorial y de los pretorianos mediante Afranio Burro.
Nerón tenía 17 años cuando fue aclamado imperator por los pretorianos y reconocido a
continuación por el Senado. Emparentado con Augusto, recibió una educación de príncipe en el
palacio imperial, cuidadosamente encauzada por Agripina hacia la meta del trono: se cuidó de
inculcar en Nerón el nuevo concepto de despotismo, que Calígula tan desastrosamente había
ensayado, pero con una mayor concreción de lo que este concepto significaba y, sobre todo, con
la colaboración de preceptores escogidos que supieran envolverlo en un canon ideal, acorde con
el concepto de auctoritas, la base del principado. Así, fue educado en los principios de la cultura
helenística y el ejercicio de las artes liberales. Pero la educación política del joven Nerón estuvo
sobre todo en las manos de dos hombres de confianza de Agripina: Séneca 14 y Burro.
Ambos eran defensores del despotismo como condición indispensable para una firme
administración del Imperio, aunque dentro del respeto a una legalidad que asegurase a la
aristocracia senatorial al menos la salvaguardia de su condición económica y social, la certeza
de su empleo en la administración del Imperio, sus privilegios formales y sus fuentes
financieras. La influencia de Séneca sobre el joven Nerón y el poder real de Burro al frente de la
administración civil y militar del Imperio, desde la prefectura del pretorio, se aliaron para
asumir de común acuerdo las tareas de gobierno una vez que Nerón fue elevado al trono.
Se ha acuñado asó la etiqueta de un quinquennium aureum para definir los primeros años
dorados de gobierno y contraponerlos a la espiral de locura y violencia de la segunda parte,
cuando, muerto Burro y alejado Séneca de la corte, Nerón despliega todos los rasgos negativos
del tirano. La educación y los principios de despotismo inculcados, con todo su contenido
filosófico-cultural, llevaban implícitas las bases de peligrosas tendencias que, una vez
desaparecida la ascendencia de los dos mentores, se desarrollarían en trágica realidad.
De esta manera, el reinado de Nerón no es tanto la contraposición de dos etapas de gobierno,
con unos comienzos dorados y su posterior degeneración, sino mas bien la progresiva
emancipación de un joven soberano, educado en los principios del despotismo, que desarrollará
finalmente en una descabellada acción personal.
El discurso ante el senado con el que el nuevo emperador inauguraba su reinado tuvo el
carácter de escrupulosa observancia formal de la tradición, y en él se adivinaba la mano oculta

14
Séneca tuvo un peso fundamental en su pensamiento político, en cómo Nerón iba a querer afrontar su
poder. Ayudó a la creación de la imagen del poder autocrático de la etapa final de su imperio. Estaba
convencido de que un gobierno autocrático no era tiránico, sino que quería que fuera un gobierno con
prestigio apoyado por una propaganda, con las virtudes de un buen gobernante. El defendía que un rey
clemente hace mayor la seguridad, la estabilidad, de los reyes, entendiendo por estabilidad del rey como
la estabilidad en el poder. Pero Nerón fue eliminando a quienes le tutelan, y ese gobierno autocrático pasa
a ser uno tiránico, no por un poder innegable basado en el prestigio, en la autocracia, sino por la
eliminación de sus adversarios.
Historia de la Roma Imperial

de Séneca. Pero realmente no se estaba buscando en absoluto volver al principado de Augusto:


el programa político de Séneca y Burro tendía a afirmar el absolutismo monárquico en un difícil
compromiso con las aspiraciones senatoriales. Pero las dificultades de esta política, destinada a
acordar las exigencias del Senado y la consolidación del despotismo, habrían de enfrentarse a
una encarnizada oposición con el ideario de Agripina y de sus partidarios (libertos ricos,
financieros de rango ecuestre, numerosos mercaderes y antiguos funcionarios de Claudio),
deseosos de conservar la orientación del gobierno dada por Claudio, con la pretensión de lograr
un real ejercicio del poder. Así se encontraban en abierta antítesis con las aspiraciones de la
aristocracia y con la orientación que Burro y Séneca deseaban dar a la política y, todavía más,
con la propia lógica de la soberanía absoluta en la que se había educado Nerón, que no podía
aprobar ni consentir una especie de corregencia de Agripina. El violento choque de los dos
partidos termino pronto con la pérdida de la influencia política de la madre del emperador, que
dejó de contar con una significación real en la gestión de los asuntos públicos y finalmente fue
alejada del palacio.
El ideario o programa político de Séneca
Alejada Agripina, Séneca y Burro pudieron ejercer un control absoluto sobre la política, que
guiaron con mano firme bajo el principio general de acrecentar el prestigio de la autoridad
imperial, basado en la garantía de justicia y prosperidad económica del Imperio. Séneca
desarrolló la teoría de la monarquía de Nerón en su obra De Clementia, término que representa
el eje sobre el que se mueve esta doctrina gubernamental. Para el filósofo, la clemencia era la
virtud principal del rex, la virtud destinada a determinar la limitación, o más bien,
autolimitación del despotismo. Esta obra estaba dedicada a Nerón y en ella presentaba el ideal
de monarca, como modelo de virtudes sobrehumanas, que derrama la clemencia como acto de
generosidad y, por tanto, fuerza, sobre sus súbditos.
Séneca invita a la aristocracia romana a colaborar pronta y eficientemente como consejeros o
funcionarios en este programa de despotismo filosófico, disipando sus temores hacia el régimen.
En él se insertan una serie de medidas destinadas a satisfacer, en parte, los deseos de la
aristocracia senatorial. Pero la debilidad de la curia y, sobre todo, la tendencia del gobierno
imperial a inmiscuirse en los ámbitos tradicionalmente asignados a los senadores, en
consonancia con el programa de absolutismo monárquico, tenían que obrar necesariamente en
detrimento de la autoridad del Senado. Y así, en la práctica, a pesar de muchas provisiones de
escasa importancia en favor de la aristocracia senatorial, la dirección del gobierno quedó
firmemente en manos del emperador y de sus consejeros.
La abortada reforma fiscal del 57
A finales del 57 d.C. el inestable equilibrio entre el programa de despotismo y la
salvaguardia de los privilegios senatoriales iba a sufrir el primer choque con un oscuro proyecto
de reforma fiscal.
Consistía en la abolición de los impuestos indirectos, pretextando los abusos perpetrados por
los publicani, encargados de su recaudación. Esto significaba una profunda modificación del
sistema económico romano, que afectaba gravemente a muchos intereses financieros privados y
al propio tesoro del Estado.
El gobierno imperial tenía un complicado sistema de imposición indirecta, basado en los
derechos de aduana, los portoria, y las vicesimae, que gravaban la trasmisión de herencias y la
liberación de esclavos. Los portoria gravaban el consumo y, con ello, recaían sobre el conjunto
de la población. Naturalmente, resultarían más pesados para las clases humildes. Su abolición,
con el evidente alivio económico para la población tanto urbana como provincial, habría
estimulado la economía provincial al dar implícitamente facilidades a la exportación de
Historia de la Roma Imperial

mercancías para Italia y favorecido el consumo con una baja sensible en los precios de
productos alimenticios y en los artículos de primera necesidad. Pero, en contrapartida, la
abolición de los vectigalia, afectaba negativamente a los intereses de los recaudadores de
impuestos, en su mayoría del orden ecuestre, y a los propietarios italianos que, con el sistema
aduanero proteccionista, podían frenar la invasión de mercancías extranjeras y la caída de los
precios de los productos italianos, y que temían que la desaparición de los vectigalia se
compensara con el establecimiento de impuestos directos.
El proyecto era utópico y contó con la decidida oposición del estamento senatorial, ante la
que hubo de plegarse el gobierno. Apenas unas cuantas medidas parciales de limitado alcance
vinieron a sustituir el ambicioso programa, como un control más riguroso de la actividad de los
publicanos y mejoras en la percepción de los impuestos.
Fue la primera fricción seria con el orden Senatorial y no tardó en formarse una facción
ideológica y política antineroniana, que echaba por tierra las esperanzas de un Senado dócil.
Esta actitud debilitó la posición de los consejeros del emperador partidarios del entendimiento
con el orden senatorial y de salvaguardia de sus privilegios, y permitió la entrada en escena de
un nuevo personaje en el entorno íntimo de Nerón, sobre el que iba a ejercer una gran
influencia: Popea Sabina. Esta, convertida en amante del príncipe, convenció a Nerón para que
se desembarazase de los obstáculos que le impedían el despliegue de sus cualidades personales.
Agripina, enemiga de la nueva competidora, era el primero de ellos: Nerón planeó así la muerte
de su madre.
La muerte de Agripina es consecuencia en última instancia del intento de Nerón por reforzar
su trono y su posición política, debilitada tras el desgraciado asunto de la reforma fiscal. La
crisis se había superado y el largo pulso de fuerzas entre el partido de Agripina y los consejeros
del emperador pareció definitivamente resuelto en favor del clan de Séneca. Pero la muerte de
Agripina había roto también un difícil equilibrio de influencias, que actuaban de contrapeso a la
cada vez más decidida voluntad de Nerón de imponer un gobierno personal de carácter
despótico. Lo que podría haber parecido el cenit de una acción de gobierno, no fue sino el
principio de un declinar que terminaría trágicamente para Séneca unos años más tarde.
El programa “cultural” de Nerón. Neronismo15
Tras la muerte de Agripina, Séneca y Burro conservaban todavía su influencia en el
momento en el que comienza a desarrollarse un programa “cultural” directamente impulsado
por Nerón, el cual trasparenta una clara voluntad del emperador por transformar no ya solo las
bases de gobierno, sino la propia sociedad romana. Nerón quiso fundamentar su monarquía en
bases teocráticas de inspiración helenística, pero al mismo tiempo trató de imponer una estética,
también de raíces griegas, opuesta al clasicismo tradicional, restaurado por Augusto.
El programa trataba también de reformar la educación de los jóvenes nobles romanos, según
modelos griegos, para convertir a la aristocracia en un grupo social privilegiado, pero dócil, a la
manera de los reyes greco-orientales. Nerón esperaba arrancar a los senadores y caballeros su
antigua mentalidad, sus antiguas tradiciones, no solo culturales y deportivas, sino también
políticas.
Para ello, cambió el carácter de los juegos romanos, para acercarlos a los helénicos
(Neronia16), e introducir juegos músico-teatrales de tipo griego en la Urbe, los Iuvenalia, y
reunir jóvenes necesarios para dedicarse a ellos. Era el primer caso de un programa educacional
15
Mezcla de programa político y cultural en la que el emperador debía representar el ideal que trataba de
imponerse al mundo, y convertirse en el héroe inimitable, al que habían tendido como modelo los
monarcas helenísticos. El emperador busca transformar el estado romano en una monarquía greco-
oriental.
Historia de la Roma Imperial

destinado, sobre todo, a la reeducación de la juventud romana, para el que incluso se fundaron
escuelas imperiales. En el año 59 se fundó el cuerpo de los Augustani, 500 jóvenes, asimilados a
una guardia de oficiales de elite, con la misión de actual como “claque” del emperador en los
concursos en los que participaba y como núcleo de profesionales en el amplio movimiento de
amateurismo cultural y deportivo de tipo helénico.
Por lo tanto, el programa, con todo su componente positivo, chocaba con dos obstáculos
insalvables: su abierta e irreducible contradicción con la tradición romana y la forma de
imposición despótica con que pretendía ser desarrollado. Por ello, la historiografía antigua,
influida por los círculos senatoriales, ha reducido injustamente todo el complejo al insensato
capricho de un príncipe vicioso y exhibicionista, cruel y lascivo, deseoso de mostrar en publico
sus dudosas cualidades de actor, poeta y auriga.
Sin embargo, la plebe aceptó con entusiasmo la nueva política cultural, y una gran parte de la
clase ecuestre la apoyó. Solo en el ambiente senatorial surgió un grupo decididamente
adversario de esta política, aglutinado en torno al estoico Trasea Peto, que encontró en el
aristócrata Rubelio Plauto un pretendiente más digno del trono que Nerón.
Nerón salió al paso de este primer signo serio de una oposición potencialmente peligrosa con
el inmediato alejamiento de Plauto y con el reforzamiento del entorno intelectual sostenedor de
su programa, un círculo literario-filosófico concebido como grupo ideológico y político, que
debía apoyar al emperador a transformar el Estado romano en una monarquía Greco-oriental. Se
decanta así como ideología oficial desde el año 61 al neronismo, que, sin tocar apenas la
estructura teórica del despotismo ya preconizada por Séneca, intensifica, amplifica y organiza
tendencias que dejan de lado toda las veleidades estoicas, la pretensión de dar al despotismo un
contenido filosófico con la fórmula práctica de la clementia y lo reemplazan por la afirmación
mucho más brutal de la autoridad imperial, por la severitas.
Estas tendencias sólo podían ir en detrimento de la influencia de los viejos consejeros, como
Séneca, y de la importancia de los senadores tradicionales. La corte de Nerón se llevó con
nuevos hombres: caballeros, provinciales de elite, libertos de origen greco-oriental, hombres de
negocios y artistas, pero también senadores, generalmente homines novi, procedentes de las
provincias occidentales romanizadas. La muerte natural de Burro precipito definitivamente el
triunfo de la nueva dirección. En lugar del viejo consejero, la prefectura del pretorio fue puesta
en manos de Fenio Rufo, prefecto para el aprovisionamiento de trigo y Ofonio Tigelino.
La elección no podía ser aprobada por Séneca, quien decidió retirarse de la escena política,
en la que durante tantos años había compartido la contradicción de unos ideales éticos estoicos
con una desmedida ambición política y una insaciable sed de riqueza.
La represión de la aristocracia senatorial
La caída en desgracia de Séneca y el fortalecimiento de los elementos del nuevo grupo
político e ideológico de Nerón tendrían pronto repercusiones para la nobleza tradicional. En el
año 62 se renuevan los procesos de lesa majestad y, bajo la instigación de Tigelino, comienza
una represión sistemática contra algunos dirigentes de la aristocracia, eliminados por la pena o
el destierro. La nobleza senatorial se encontró abandonada al arbitrio de Nerón, sin oposición
posible a esta política represiva e intimidatoria, entre cuyas víctimas se contaría la propia esposa
de Nerón, Octavia, acusada injustamente de adulterio, fue desterrada y luego asesinada mientras
Popea ocupaba su lugar como esposa del emperador.

16
Juegos similares a los panhelénicos que debían tener lugar cada cinco años y que incluían concursos
atléticos, hípicos, musicales, poéticos y oratorios, con la participación, además de profesionales, de los
jóvenes aristócratas educados en las escuelas imperiales
Historia de la Roma Imperial

Pese a todo ello, la ruptura con la Cámara no llegó a consumarse, y, al menos


superficialmente, se mantuvieron las relaciones de colaboración oficial para los actos de la
administración ordinaria. Durante los años de poder personal de Nerón, a partir del 63,
independientemente de las tendencias dirigidas a convertir el principado en un reino de tipo
greco-oriental, bajo el manto del filo-helenismo, el prínceps siguió manifestando un interés,
bien que esporádico o caprichoso, por la realidad política diaria de Roma y las provincias.
Pero la represión senatorial tenía también una vertiente de grandes posibilidades,
especialmente peligrosa para el estamento más rico del Imperio: la de las confiscaciones, como
consecuencia de las condenas en procesos políticos. La apropiación por Nerón de ciertos bienes
descubre el panorama de las dificultades financieras de Nerón, que iban a agravar la catástrofe
del incendio de Roma, contribuyendo a aumentar la impopularidad del emperador.
El incendio de Roma
En el año 64 estalló en las proximidades del barrio del Circo Máximo, una zona marginal, un
gran incendio que, extendiéndose hacia el Palatino y el Celio, destruyó dos tercios de la ciudad.
el fuego ardió durante nueve días, y apenas respetó tres de las catorce regiones en las que
Augusto había dividido Roma. En el momento en el que comenzó el fuego Nerón no se
encontraba en la ciudad, sino que estaba en Anzio, a 50km de Roma. A pesar de que cada vez
más se atribuye a este incendio un carácter fortuito, el relato que se nos ha trasmitido registra el
rumor que acusaba a Nerón de ser el autor del incendio.
No era el primer incendio que estallaba en una ciudad de casas apiñadas, donde la madera
era el fundamental elemento de construcción. Pero la catástrofe fue utilizada por la oposición,
que vio en la rápida y grandiosa reconstrucción emprendida por Nerón un argumento decisivo
para probar su culpabilidad. Se procedió a la reconstrucción y embellecimiento de Roma, sobre
bases más modernas y de acuerdo con un plan urbanístico que, con una mayor salubridad,
evitase en el futuro catástrofes semejantes. El proyecto exigía gastos ingentes, que todavía vino
a aumentar la construcción de un nuevo y gigantesco palacio imperial, la domus aurea, la cual
presidía una colosal estatua de Nerón, de cuatro metros de altura, que lo representaba como
Helios, dios solar.
Los gastos extendieron la hostilidad hacia el emperador a amplios círculos de la población, y
Nerón se vio en la necesidad de señalar a un culpable que alejara de su persona la acusación de
incendiario, dirigiéndola contra los cristianos, grupo religioso que ya aparece en estos
momentos bien distinguido de los judíos, un grupo odiado por sus prácticas secretas y al
interpretadas. Los cristianos, acusados explícitamente de haber provocado el incendio, fueron
llevados a juicio y condenados muchos de ellos a morir crucificados, devorados por las fieras o
usados como teas humanas para iluminar las fiestas nocturnas en los jardines imperiales. En
todo caso, la persecución estuvo limitada a Roma y pronto perdió su vigor, pero no el eco
profundo que acuñó en la tradición cristiana a Nerón como uno de sus peores enemigos.
De esta manera, tradicionalmente se han señalado que por lo menos tres podrían haber sido
las causas del incendio: la voluntad de una remodelación urbana por parte de Nerón, siendo el
emperador el causante del incendio; los cristianos, quienes habrían provocado las llamas porque
no querían rendir culto al emperador; los conjurados del opositor Cayo Calpurnio Pisón, que
habrían generado el incendio con la intención de desprestigiar al emperador.
Dificultades financieras
Historia de la Roma Imperial

Los enormes gastos que generaba la conducción del programa cultural y populista de
Nerón17, incrementados por las dificultades de la política exterior y la reconstrucción de Roma y
la construcción de la domus aurea, tuvieron un efecto negativo sobre las finanzas. el
agotamiento de las reservas del erario y del fisco obligo a recurrir a medidas impopulares:
aumento de los impuestos e incremento de las condenas por delitos de lesa majestad, que
incluían la confiscación de los bienes de las adineradas víctimas.
Pero, además, llevó a cabo una modificación del sistema monetario en el año 64 que tendría
importantes repercusiones económicas y sociales. Esta consistió en la devaluación o reducción
del aureus, la moneda de oro, y del denarius, la moneda de plata. Sin duda, la nueva política de
Nerón se inscribía en el marco de una revisión general de la política financiera del Imperio que
buscaba obtener un aumento general de los ingresos del Estado. No obstante, la devaluación de
la moneda de plata, el denario. La baja del valor real de la moneda repercutió en el alza de los
precios y contribuyó a la inflación, como secuela no deseada de la reforma. Ello, unido al
aumento de la presión fiscal, ampliaría los círculos de descontento, con una cristalización, en las
filas de la aristocracia, en la llamada conjuración de Pisón.
La conjuración de Pisón
Las relaciones con el Senado se hallaban muy deterioradas, sobre todo a partir de la
renovación de los procesos de lesa majestad contra los miembros de la Cámara con el fin de
confiscar sus bienes, lo que hacía evidente el indiscriminado peligro que podía existir para
cualquier miembro del Senado. Este peligro vino a sumarse al descontento ante la pérdida de
importancia del Senado, el curso antirromano de la política neroniana, sus extravagancias
artísticas, los fracasos en política exterior y la delicada situación económica.
Así se organizó una resistencia contra el prínceps, una coalición heterogénea formada por el
grupo de senadores descontentos, los supervivientes de la facción de Agripina y los elementos
de la aristocracia que desde el estoicismo mantenían una oposición filosófica a la tiranía en sí
misma, pero también un buen número de caballeros y militares del pretorio, e incluso algunos
libertos. El objetivo era el asesinato de Nerón y su sustitución por el noble C. Calpurnio Pisón,
miembro de una de las viejas familias republicanas supervivientes, y popular por su
generosidad, aunque este no fue instigador del complot. El plan se concretó en asesinar a Nerón
durante unos juegos que iban a celebrarse en el Circo Máximo en el año 65. No obstante, el
prefecto de la flota de Miseno, al que la liberta Epicaris había intentado ganar para la causa,
descubrió el complot a Nerón, lo que echó a perder el plan y desató una serie de procesos. El
desenlace significó la muerte de una veintena de personajes, ya bien ajusticiados u obligados a
suicidarse, entre ellos Séneca y Pisón.
La conjura de Pisón significo la ruptura definitiva entre Nerón y la aristocracia. El
emperador se convenció de la necesidad de suprimir sistemáticamente a cualquier elemento que
pudiese significar una oposición contra él. y se extendió, a partir del año 65, un auténtico
reinado del terror, en el que prácticamente desaparecieron todos los restos de la vieja nobleza.
La persecución de Pisón hizo cerrar filas en los distintos grupos de descontentos, mientras el
prínceps, cada vez más aislado, contestaba a su creciente impopularidad con la exaltación de un
absolutismo despótico y con actos megalómanos, que lograron aumentar la oposición y
extenderla fuera de Roma a las filas del ejército y a la población de Italia y las provincias. En el

17
Nerón llevó a cabo una política de grandes gastos que se ha señalado que podría ser que tuviera como
fin el justificar su permanencia en el poder y afirmar así su popularidad y prestigio, dada la ausencia de
éxitos en la ampliación de los dominios del pueblo romano a través de conquistas y la apertura de nuevas
vías de tráfico y comunicación. Los gastos que generaba la conducción del programa de juegos y
espectáculos y la prodigalidad en el programa de construcciones se vinieron a sumar a las dificultades en
política exterior (sobre todo la rebelión de Britannia y la complicación de la situación en Oriente).
Historia de la Roma Imperial

mismo año de la conjuración de Pisón tuvo lugar otra conjura, llamada viniciana por el nombre
de su instigador, Annio Viniciano. Pero, asimismo, el complot fue descubierto y sus miembros
sufrieron un trágico desenlace que abriría el abismo entre Nerón y el ejército.
La coronación de Tirídates y el viaje a Grecia
Sin embargo, el camino hacia la monarquía de tipo helenístico, centrada en la figura de
Nerón como soberano absoluto de caracteres casi divinos, no quedó frenado por esta nueva
advertencia; al contrario, se acentuó aun mas como símbolo de afirmación contra la aristocracia
romana, que se había opuesto a ella con el expediente de la conjura y se concreto en el año 66
en dos actos que traducían respectivamente la exaltación de la majestad imperial y la
materialización del ideal de soberano absoluto en su ambiente originario helenístico-oriental: la
coronación de Tirídates y el viaje a Grecia.
El recibimiento de Tirídates en Roma y su coronación como rey de Armenia en manos de
Nerón fue considerado en la propaganda imperial un acontecimiento que culminaba la
glorificación del emperador como dispensador de la paz, usado como símbolo de afirmación del
totalitarismo y del orientalismo que pretendía extender en la vida romana. Pero el recibimiento
del príncipe parto costó al erario ingentes cantidades que incidirían negativamente sobre las
maltrechas arcas del Estado.
En el contexto de unos grandiosos proyectos orientales, que al parecer incluían la anexión de
los estados pónticos y una fuerte ofensiva contra los sármatas, la conquista de los territorios
caucásicos y, en el sur, la penetración de las armas romanas hasta Etiopía, Nerón decidió su
viaje a Grecia. No obstante, el estallido de la revuelta judaica y el viaje a Grecia, a pesar de los
preparativos que habían comenzado a hacerse, limitó su proyecto al viaje a Grecia, tras
abandonar el gobierno de Roma en las manos de sus libertos. En este viaje persistió en su
objetivo de exaltar la majestad imperial y los ideales de soberano absoluto de corte helénico-
oriental. En Corinto, anuncio solemnemente el otorgamiento de libertad a toda Acaya (solo
significaba una limitada autonomía, al margen de la jurisdicción del gobernador y la exención
del pago del tributo); inauguró las obras del grandioso proyecto de apertura de un canal para
unir el golfo de Corinto al Sarónico, cortando el istmo, cuyos trabajos fueron abandonados a los
pocos meses. Los griegos, agradecidos, se apresuraron a cumplir e deseo del emperador de
concentrar en el año 67 los cuatro grandes juegos nacionales, para darle ocasión de convertirse
en vencedor en todas las competiciones. Pero el emperador hubo de interrumpir su triunfal
viaje, en enero del 68 por el oscurecimiento del horizonte en Judea, donde había estallado una
rebelión, y por su reclamo a Roma, dada la preocupante situación que, durante su ausencia, la
carestía producida por las deficiencias de abastecimiento de trigo a la población había generado.
6.2. Política exterior
Política provincial
Frente a la activa política provincial de Claudio, el reinado de Nerón parece haber mostrado
un escaso interés por las provincias, que no experimentaron ninguna iniciativa positiva por parte
del gobierno central a excepción de ciertas decisiones como la concesión del ius Latii a los
Alpes Marítimos o la transformación en provincia procuratorial del reino cliente de los Alpes
Cottios. La vida del Imperio, en todo caso, siguió discurriendo bajo el signo, ya marcado por
Augusto y sus sucesores, de un desarrollo pacífico y próspero. El cuerpo central de la
administración, constituido sobre todo por Claudio, con su intervención en las decisiones que
afectaban a la gestión provincial, permitieron un abandono del interés por el Imperio para
dejarlo deslizar en los cauces de la simple rutina. Las decisiones de Nerón en política exterior
parecen haber estado inspiradas más en un caprichoso interés que en una política coherente, lo
que explica las vacilaciones y los errores en la conducción de problemas exteriores graves,
Historia de la Roma Imperial

todavía agravados por la desafortunada elección de los responsables de esta política y la


eliminación de los más valiosos elementos con los que Nerón podía contar para conducirla.
La rebelión de Britannia
Si la frontera del Rin apenas contó con problemas dignos de mención, en Britannia, en
cambio, estalló una violenta revuelta. El dominio romano en el sureste de la isla, recién
conquistado por Claudio,se basaba en un inestable equilibrio balanceado entre un territorio
provincial y el mantenimiento de reyes clientes prorromanos frente a las tribus indígenas
independientes. La presión de estos pueblos exteriores sobre la frontera romana, así coo el
descontento de las tribus incluidas en el Imperio con la gestión de la administración romana,
hizo evidente esta inestabilidad.
La pésima gestión de la administración romana, caracterizada por la avidez y la falta de
escrúpulos con respecto a los indígenas, que habían de sufrir la confiscación de sus tierras en
favor de colonos romanos y soportar las gravosas especulaciones de los usureros, y la decisión
del gobierno central de sustituir los reinos clientes por una administración directa, fueron los
desencadenantes de este levantamiento, que acaudilló Búdica, la viuda del último rey iceno. Los
insurgentes cayeron de improvisto sobe Camulodunum y, con la connivencia de la población
indígena de la ciudad, causaron una horrible carnicería entre los colonos romanos. Tras atacar
otros centros como Londinium y Verulamium, aun con sus limitados recursos, imponiendo la
superior estrategia romana frente a un enemigo falto de cohesión, Suetonio logró destruir las
fuerzas indígenas. La reina Búdica se suicidó y el gobernador romano se abandonó a una feroz
represión, a la que puso fin su sustitución por otros responsables de la política de Britannia, que,
con medidas de apaciguamiento, probablemente dictadas por el gobierno central, lograron
reconducir la situación en la isla hacia un normal desarrollo de la administración.
La cuestión armenia
Pero el peso de la política exterior durante el reinado de Nerón estuvo inclinado hacia
Oriente, donde el viejo problema de Armenia continuaba, reavivado, en los últimos años del
reinado de Claudio con la entronización de Tirídates, el hermano del rey parto de Vologeses I.
Poco después de la subida al trono de Nerón, llegó la noticia a Roma de la expulsión del
prorromano Radamisto y su sustitución en el trono de Armenia por Tirídates, el hermano del rey
parto Vologeses, que sustrajo el país a la influencia romana para someterlo sólidamente al reino
parto. El peligro que la nueva coyuntura creaba en la ya problemática frontera oriental del
Imperio aconsejo a la dirección política en Roma a tomar medidas. Con iniciativas políticas
como la creación de los nuevos principados de Armenia Menor y Sofene, para contrarrestar la
influencia parta en los límites de Armenia y la concentración de tropas romanas en Asia Menor
y solicitud de reclutamientos de fuerzas auxiliares entre los príncipes vasallos de Commagene y
Calcide, se decidió la ofensiva contra Armenia, bajo el mando de Domicio Corbulón.
No obstante, las operaciones no comenzaron hasta el año 58, cuando Corbulón se decidió a
entrar en Armenia, llevando las armas hasta la capital tras fallidas negociaciones 18, Artaxata,
mientras Tirídates huía tras infructuosos esfuerzos por socorrer la ciudad, que fue destruida.
Durante el año 59 Corbulón se afanó en someter el país hasta alcanzar la segunda capital, que se
rindió, quedando el camino libre para transformar, según su plan, el país en provincia romana.
Pero con una nueva oscilación de la política exterior, Nerón decidió ahora volver a la práctica
augustea de protectorados, instalando en el trono de Armenia, desmembrado de sus fronteras

18
Se le había ofrecido que podría conservar el trono a condición de aceptarlo como un regalo de Roma, lo
que implicaba, como consecuencia, reconocer su soberanía. Se trataba se sustituir una soberanía efectiva
por una puramente nominal, a lo que Tirídates se negó.
Historia de la Roma Imperial

para compensar a los dinastas prorromanos que habían intervenido en la guerra, a un príncipe
vasallo, Tigranes V, una precaria solución.
Apremiado por el destronado Tirídates, por el rey de Adiabene (vasallo de los partos, cuyo
reino se había dedicado a hostigar Tigranes cuando se instaló en el trono= y por la nobleza
parte, herida en su orgullo, Vologeses decidió finalmente intervenir mediante la acción armada.
Tirídates, solemnemente proclamado de nuevo rey de Armenia, fue enviado con fuerzas partas a
expulsar a Tigranes, mientras el propio Vologeses movía sus sodados contra la provincia de
Siria. La seriedad de la situación, ante un inminente ataque directo, aconsejó a Corbulón, ahora
gobernador de la provincia romana, a mantener el ejército en Siria y solicitar de Nerón el envío
de un comandante para encargarse de la defensa de Armenia mientras intentaba negociaciones
con Vologeses. Sin embargo, la sustitución de Corbulón por la inexperta dirección de L.
Cesennio Peto, significó con sus precipitadas acciones la derrota de las fuerzas romanas ante las
fuerzas partas de Vologeses en Rhandeia.
A pesar de la victoria sobre las fuerzas romanas, Vologeses no renunció a un arreglo de la
cuestión armenia con una fórmula conciliatoria: Tirídates recibiría la diadema rey solo de manos
del propio Nerón, en Roma- la teatral ceremonia se celebró en el 66 y, a cambio de una jornada
triunfal, hubo de pagar como precio, sin contar con los exorbitantes gastos de la puesta en
escena, el virtual abandono de Armenia a la influencia parta. Pero, en todo caso, inició un largo
periodo de paz entre los dos imperios vecinos.
La rebelión judía
La administración romana en Palestina nunca había sido fácil: las tensiones sociales, el
bandolerismo, las luchas religiosas, y las sectas de fanáticos eran ya suficientes elementos de
crispación y desorden, que la rapacidad, falta de escrúpulos y de tacto, de esterilidad e inercia en
su gestión de los procuradores romanos vinieron a agudizar. La elemental tensión entre ricos y
pobres se mezclaba con los odios religiosos que enfrentaban a los judíos entre sí (saduceos y
fariseos, judíos y cristianos), sobre un fondo general de profundo rencor hacia Roma.
El procurador romano de Judea, a la subida al trono de Nerón, impopular, Antonio Félix, le
tocó la tarea de enfrentarse a un violento movimiento de sectarios fanáticos, los zelotas, que,
acaudillados por Eliazar, el hermano del Sumo Sacerdote Ananías, provocó disturbios violentos
en el país. No obstante, durante ocho años, con la pequeña guarnición romana a su disposición,
logró mantener la tranquilidad de la población, exasperada por la rapacidad romana y por la
protección de las clases altas, en un estado de miseria general.
La situación no mejoró, y se convertiría en abierta rebelión con la pésima gestión de Gesio
Floro, procurador que añadió a la avaricia de sus predecesores, una desmedida dureza de
métodos. La causa inmediata de la revuelta la proporcionó con la confiscación de parte de los
tesoros del Templo y los disturbios en Jerusalén en mayo del 66 desencadenados como
consecuencia de la negativa del Sumo Sacerdote a sacrificar a Jehová por mandato del
emperador. La guarnición romana fue masacrada por parte de la enfurecida población. Gesio
Floro hubo de pedir ayuda al legado de Siria, suyo ejército de unos treinta mil hombres fracasó,
por la inminencia del invierno, en su intento de asaltar Jerusalén y hubo de retirarse a su
provincia de estacionamiento, hostigado por las guerrillas palestinas.
Nerón, alarmado, decidió encargar la represión de la revuelta, ya convertida en guerra
abierta, a un soldado experimentado, el futuro emperador T. Flavio Vespasiano, quien puso en
marcha su plan de someter el país palmo antes del asalto final a Jerusalén. La rápida sucesión de
los acontecimientos que habían de precipitar el final de Nerón, llevó a Vespasiano fuera de
Palestina antes de completar su obra, a la que podría fin en el 70 su hijo Tito con la destrucción
de la Ciudad Santa.
Historia de la Roma Imperial

6.3. La caída de Nerón


Las causas de la caída de Nerón. Malestar de los ejércitos provinciales
El emperador había encontrado la solución a corto plazo del largo pulso mantenido entre
Nerón y la aristocracia senatorial con la aniquilación de los exponentes de la oposición. Esta
logró crear una coalición que, por encima de su heterogeneidad social e ideológica, se manifestó
concorde y firmemente convencida de la necesidad de derribar al emperador, un descontento
que se logró extender a círculos más amolios. Tras la conjuración de Viniciano, la ultima ola de
acciones represivas se descargaron, sobre todo, sobre la mitad occidental del Imperio,
alcanzando a las provincias, pero, especialmente, a un ámbito delicado: el del ejército. El
trágico destino de Corbulón y de los dos legados de Germania tenía que suscitar la alarma entre
los comandantes de los ejércitos, estacionados precisamente en las provincias occidentales,
donde la presión discal había aumentado el malestar general.
El error de Nerón fue que ignoró la importancia de las provincias, y, sobre todo, de los
ejércitos provinciales para la estabilidad política, centrando toda su preocupación en el entorno
inmediato de la Urbe. Pero, además, no supo comprender la capacidad de influencia de los
senadores de Roma sobre sus colegas que estaban al mando de las legiones. Si el régimen
imperial había nacido como consecuencia del acatamiento de todas las fuerzas militares a la
autoridad de un prínceps, la actitud de Nerón, descuidando las relaciones con el ejército y su
interés por acciones militares personales, volvió a crear los presupuestos que, en los últimos
tiempos de la República, habían hecho posible la guerra civil: la disposición de soldados y
oficiales a seguir más a su comandante, inmediato arbitro de la concesión de ventajas
materiales, que a un prínceps lejano e indiferente a sus problemas y aspiraciones, aunque fueran
todavía fieles a la concepción imperial. Si añadimos el descontento en Italia, especialmente
entre el grupo socialmente importante de los caballeros, que constituían la elite de los
municipios, y la propia efervescencia de la plebs urbana, exasperada durante la estancia del
emperador en Grecia por la falta de abastecimiento de trigo, tenemos los elementos suficientes
para comprender el alcance de la conjuración, cuyo último impulso fue dado precisamente por
elementos pertenecientes a la élite del grupo neroniano, impulsados pro razones personales y,
entre ellas, por el elemental intento de salvarse sacrificando al emperador. Se creaba así una
solidaridad entre comandantes, soldados y provinciales.
Rebelión de la Galia: Julio Vindex
Se inserta dentro de los acontecimientos que precipitaron la caída de Nerón. En la Galia se
desencadenó una sublevación civil, acaudillada por el propio legado de una de las tres
provincias, el galo romanizado C. Julio Vindex. Con el apoyo de notables de la provincia y de
las tribus de la Galia central y meridional (eduos, secuanos y arvernos), Vindex logró reunir un
ejército de cien mil hombres y se levantó abiertamente en la primavera del 68. Víndex estaba en
contacto con otros comandantes de ejércitos occidentales, y concretamente con el gobernador de
la Tarraconense, Servio Sulpicio Galba, cuyo nombre propuso como sucesor de Nerón. Pero las
legiones del Rin, que, desde el norte, atendían a la vigilancia de la Galia, permanecían fieles al
prínceps, y fue el propio legado de Germania Superior, Verginio Rufo, quien acudió de
inmediato a sofocar la revuelta. Rufo venció en Vesontio a las fuerzas de Víndex, que, tras la
batalla, se suicidó.
Por su parte, Galba había ya tomado la decisión de rebelarse y se preparó a intervenir contra
Nerón, reforzando las tropas de las que disponía con nuevos reclutamientos en la provincia, una
nueva legión y numerosas tropas auxiliares, arrastrando a su causa al legado de la vecina
Lusitania, Salvio Otón, y al cuestor de la Bética, A. Cecina Alieno. En cambio, fueron
infructuosos sus intentos por conseguir la colaboración de Rufo, que siguió manteniéndose al
Historia de la Roma Imperial

margen, y la del legado de la legión de África, Clodio Macro, quien, si bien también decidió
rebelarse contra Neron, prefirió obrar por su cuenta.
El golpe decisivo habría de tener lugar en la propia Roma, y a él no fue ajeno la propia
actitud dubitativa y luego desesperada de Nerón. Demasiado tarde tomó medidas enérgicas, que
se manifestaron contraproducentes. Mientras arrancaba el senado la declaración de Galba como
hostis publicus y se proclamaba cónsul sine collega, inicio los preparativos para una expedición
militar contra los insurgentes, enrolando una nueva legión con marineros de la flota de Miseno y
arrancando a senadores y caballeros contribuciones especiales para la proyectada campaña. Pero
ya entonces Rufo había decidido también ponerse a disposición del Senado que, por su parte,
trataba con los emisarios de Galba y socavaba el ultimo recurso con el que podía contar Nerón,
la guardia pretoriana. Uno de los prefectos, Tigelino, optó por la huida, el otro acepto colaborar
con el senado, sobornando a la guardia a cambio de la proclamación de Galba como prínceps.
De repente, Nerón se encontró completamente aislado: el senado lo declaró abiertamente
enemigo publico y busco refugio fuera de la capital, donde puso fin a su vida.

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