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Dictamen de la Procuración General:

La Sala Segunda de la Cámara de

Apelación en lo Civil y Comercial de Azul -a los fines que aquí

importan destacar- revocó la sentencia recaída en la instancia

originaria que había decretado la inconstitucionalidad del art. 30

del dec. ley 7543/69, y declaró entonces procedente la excepción

de incompetencia territorial planteada por el Fisco de la provincia

de Buenos Aires en el juicio de daños y perjuicios iniciado por


Avelino Enrique Alvarez y Cristabelina Rolando (fs. 1092/1100).

Se alza contra dicha decisión la

parte actora, por apoderado, a través de los recursos

extraordinarios de inaplicabilidad de ley e inconstitucionalidad

de fs. 1109/1144vta.

En el segundo, único que motiva mi

intervención, se denuncia la inconstitucionalidad del art. 30 del

dec. ley 7543/69, norma que -a criterio de la impugnante- se


contrapone con el contenido de los arts. 9, 10, 15, 28 y 36 de la

Carta local.

Explica que el desplazamiento de la

competencia que establece el citado decreto ley a favor de los

juzgados de la ciudad de La Plata, importan directamente en la

especie, un quebranto de la garantía de efectivo acceso a la

justicia plasmada en el art. 15 de la Constitución bonaerense,


lesionándose de esta manera la “tutela judicial continua y
efectiva” que dicho dispositivo asegura. Ello, en tanto una

distancia superior a los 300 km. entre el lugar de los hechos y el

magistrado interviniente -a más de ser la consagración de un

atentado contra la garantía constitucional de igualdad de trato

para los litigantes y un privilegio irrazonable a favor del Estado-

importaría un innecesario e injusto dispendio de gastos y tiempo

para la actora.

Por otra parte, señala que la


decisión del a quo también contraría la garantía constitucional

consagrada en el art. 28 que regla el derecho de los bonaerenses

a participar -de manera efectiva y concreta- en la defensa de un

ambiente sano, lo que sólo puede lograrse asegurándose el pleno

acceso a la jurisdicción en materia ambiental.

A mi ver, el recurso debe prosperar.

La Cámara, para resolver como lo

hizo, entendió que por imperio de lo normado por el art. 161 inc.
3 a) de la Constitución provincial, habiéndose sentado sobre esta

temática doctrina legal expresa in re “Quesada” (causa L 43.934,

sent. del 27/10/92) que se encuentra en la actualidad vigente, no

existen motivos que habiliten a los tribunales inferiores a

apartarse de la interpretación que ella impone y que importa la

plena validez constitucional del artículo controvertido en autos.

De acuerdo a lo expuesto por la


quejosa, y destacando la precisión de los términos empleados en su
alzamiento, tengo para mí que el precepto aludido en cuanto

establece que “los juicios en que la Provincia es parte demandada

deben tramitarse ante los jueces o tribunales letrados del

Departamento Judicial La Plata, cualquiera fuere su monto y

naturaleza” crea -en este caso- un irritante privilegio en favor

del Fisco provincial y coloca en una notoria desigualdad ante la

ley a los justiciables residentes en Tandil, lugar en el que

acaecen los hechos aquí litigiosos, por la sola circunstancia de

la calidad jurídica que ostenta una de las partes demandadas.

Al respecto, deviene necesario

recordar que el aseguramiento del principio de igualdad

(consagrado en el art. 11 de la Constitución provincial) está

receptado, como un deber de los jueces, en el procedimiento que

rige la presente contienda, puntualmente en el art. 34 inc. 5 c

que prescribe para los magistrados la imperatividad de “mantener

la igualdad de las partes en el proceso”; más allá de la cuantiosa

elaboración doctrinaria y jurisprudencial que se ha conformado a

lo largo de los años en torno a dicho principio.

Asimismo, el obligarlos a litigar fuera

del ámbito en el que residen (Tandil) -que por otra parte y como

dijera es donde se desarrolla el conflicto que motiva la promoción

de este juicio- y a desplazarse a otra competencia territorial en

procura del reconocimiento de sus derechos afectaría su situación

patrimonial e incrementaría los costos económicos propios de todo


proceso, debido a los consecuentes gastos derivados del traslado
en función de la producción de las diferentes diligencias

probatorias necesarias para la correcta dilucidación de la litis

(v.g. prueba testimonial, pericial, absolución de posiciones,

reconocimiento judicial, e.o.), lo que podría eventualmente

colocarlos en estado de indefensión ante la imposibilidad de

sufragarlos, no obstante el beneficio de litigar sin gastos

acordado.

Por lo demás, opino que en la actualidad


ha perdido la entidad que supo tener tiempo atrás el argumento de

la demandada relacionado con la necesariedad de que los pleitos en

su contra tengan epicentro en la ciudad de La Plata en aras de

ejercitar más eficazmente su defensa.

Ello atento los avances habidos en las

comunicaciones y en el terreno de la informática, cambios que han

modificado sustancialmente la tarea de los abogados del Estado

provincial, y también a la creación de numerosas delegaciones

fiscales en todo el territorio de la provincia con aptitud para


descentralizar la labor otrora concentrada en la capital local;

todo obviamente encaminado a una única finalidad cual es la de

acercar las instituciones administativas y judiciales a los

habitantes de la provincia de modo de posibilitar un concreto

acceso a las mismas.

Por otra parte, entiendo que el

precedente de V.E. tomado por la Alzada para dirimir la cuestión,


ha sido consecuencia de la recepción de otros presupuestos fácticos
(distinta materia) y jurídicos (diversa normativa fondal y

constitucional) que no coinciden con los que aquí se debaten.

Así es que de conformidad al texto

constitucional vigente, que diera nacimiento para todos los

ciudadanos bonaerenses al derecho a la tutela judicial continua y

efectiva -el que se materializa en primer lugar en la salvaguarda

del irrestricto y pleno acceso a la justicia- y en función de

considerar lo expuesto suficiente, aconsejo se declare para este


excepcional caso y a tenor de las peculiaridades del mismo, la

inconstitucionalidad del art. 30 del dec. ley 7543/69 por ser

violatorio de las cláusulas 15 y 28 de la Constitución bonaerense

(conf. art. 303 del C.P.C.).

Así lo dictamino.

La Plata, 6 de septiembre de 2006 - Juan

Angel de Oliveira

A C U E R D O

En la ciudad de La Plata, a 25 de septiembre de

2013, habiéndose establecido, de conformidad con lo dispuesto en

el Acuerdo 2078, que deberá observarse el siguiente orden de


votación: doctores de Lázzari, Kogan, Pettigiani, Negri, Soria,

Genoud, se reúnen los señores jueces de la Suprema Corte de

Justicia en acuerdo ordinario para pronunciar sentencia definitiva

en la causa C. 94.669, "Álvarez, Avelino y otra contra El Trincante


S.A. y otros. Daños y perjuicios".
A N T E C E D E N T E S

La Cámara de Apelación en lo Civil y Comercial del

Departamento Judicial de Azul revocó el fallo de primera instancia

y en consecuencia hizo lugar a la excepción de incompetencia

opuesta por la Fiscalía de Estado de la Provincia de Buenos Aires,

imponiendo las costas en el orden causado.

Se interpusieron, por la parte actora, recursos

extraordinarios de inconstitucionalidad e inaplicabilidad de ley.

Oído el señor Subprocurador General, dictada la

providencia de autos y encontrándose la causa en estado de

pronunciar sentencia, la Suprema Corte resolvió plantear y votar

las siguientes

C U E S T I O N E S

1ª. ¿Es fundado el recurso extraordinario de

inaplicabilidad de ley?

En su caso:

2ª. ¿Es fundado el recurso extraordinario de

inconstitucionalidad?

V O T A C I Ó N

A la primera cuestión planteada, el señor Juez


doctor de Lázzari dijo:
I. La Cámara fundó su decisión en que:

a) Si el superior Tribunal se ha expedido, en forma

expresa, sobre la constitucionalidad del art. 30 del decreto ley

7543/1969, no pueden los tribunales inferiores apartarse de dicha

doctrina legal, so pena de transgredir el principio constitucional

sentado en el art. 161 inc. 3 "a" de la Constitución provincial.

Ha hecho mérito, a esos efectos, del criterio sostenido por esta

Suprema Corte en la causa "Quesada" (L. 43.934, sent. del 27-X-


1992).

b) Corresponde en consecuencia acoger la excepción

de incompetencia articulada por la Fiscalía de Estado, pues la

doctrina legal referida a la citada norma se debe aplicar a todas

las causas en que la Provincia de Buenos Aires sea parte demandada,

sin que corresponda efectuar distinciones en orden a los derechos

que se encuentran en juego.

II. El quejoso denuncia la infracción de los arts.


18 y 16 de la Constitución nacional en cuanto garantizan el acceso

a la justicia y la igualdad ante la ley. Añade, paralelamente, que

la materia ambiental posee una competencia específica que

prevalece sobre cualquier otra norma provincial que la contradiga.

Refiere los principios que rigen en dicho ámbito. Explica que en

materia ambiental las competencias son diferentes, desde que la

Nación dicta presupuestos mínimos de protección correspondiendo a

las provincias los desarrollos complementarios. Finalmente,


denuncia la errónea aplicación de la doctrina legal, en la
inteligencia de que el precedente "Quesada" ha recaído en supuesto

de hecho ajeno a la materia en debate en los presentes autos.

Recurre asimismo de la imposición de costas por su

orden aún en relación a la excepción de incompetencia opuesta por

el litisconsorte "El Trincante S.A.", denunciando la violación del

principio objetivo de la derrota consagrado en el art. 68 del

Código Procesal Civil y Comercial.

III. Considero que el recurso es procedente.

A) En materia ambiental, el art. 32, primer párrafo

de la ley 25.675 establece que: "La competencia judicial ambiental

será la que corresponda a las reglas ordinarias de la competencia.

El acceso a la jurisdicción por cuestiones ambientales no admitirá

restricciones de ningún tipo o especie. El juez interviniente podrá

disponer todas las medidas necesarias para ordenar, conducir o

probar los hechos dañosos en el proceso, a fin de proteger

efectivamente el interés general. En cualquier estado del proceso,


aun con carácter de medida precautoria, podrán solicitarse medidas

de urgencia, aun sin audiencia de la parte contraria, prestando

debida caución por los daños y perjuicios que pudieran producirse.

El juez podrá, asimismo, disponerlas, sin petición de parte".

La norma es concluyente, calificando al acceso como

irrestricto sin condiciones, sin limitaciones, sin reservas y


completo, inclusive temporalmente. Esto implica la eliminación de
todos los obstáculos, cargas o exigencias que pudieren regir para

otro tipo de procesos. Es decir, no pueden erigirse vallas de

ningún tipo o especie que de cualquier manera restrinjan la

amplitud del criterio así legislado. Estimo que en esa amplia

latitud queda incluido lo concerniente a la competencia.

B) La competencia judicial es la aptitud otorgada

por la ley a los jueces para conocer en las causas que corresponden

a determinada materia, grado, valor o territorio. Puede definirse


como la medida o alcance de la jurisdicción, es decir, el límite

que la ley señala para el ejercicio de la jurisdicción a cargo de

cada uno de los órganos jurisdiccionales. Naturalmente, en

cualquier ordenamiento procesal las reglas que fijan la


competencia tienden ante todo a facilitar el objetivo que la ley

sustancial procura y a posibilitar la actuación de las partes, no

a complicarla o perturbarla, y son establecidas teniendo en cuenta

los intereses generales y también los intereses particulares,

atendiendo a los matices y especificidades que las circunstancias

que cada hipótesis determine. No otra cosa puede desprenderse de

la enfática garantía del art. 15 de la Constitución de la Provincia


en cuanto asegura la tutela judicial contínua y efectiva y el

acceso irrestricto a la justicia.

C) El proceso ambiental se tiñe plenamente de la

relevancia que la propia materia sustantiva porta, evidenciada con

elocuencia en los arts. 28 de la Constitución de Buenos Aires y 41


de la Constitución nacional. Paralelamente, el art. 2 inc. "c" de
la ley provincial 11.723 regla que "todos los habitantes tienen

derecho a participar de los procesos en que esté involucrado el

manejo de los recursos naturales y la protección, conservación,

mejoramiento y restauración del ambiente en general, de acuerdo

con lo que establezca la reglamentación de la presente".

El acceso a la justicia en materia ambiental

resulta ser una especie del género que Mauro Capelletti denominó

el movimiento por el acceso a la justicia (Capelletti y Garth, "El


acceso a la justicia. La tendencia en el movimiento mundial para

hacer efectivos los derechos", México, Fondo de Cultura Económica,

1996, pág. 11). Para Morello, este concepto significa que dentro

del proceso se deben replantear, reducir y eliminar los obstáculos

de hecho que impiden a tantísimas personas el poder valerse de la

jurisdicción y el derecho a ser escuchado por los jueces en

igualdad de armas, concepción que en materia ambiental cobrará

nuevos bríos y se concentrará en progresivas llaves de

reaseguramiento del sistema todo a efectos del logro adecuado de

la protección del bien jurídico. Así, surgen nuevos factores a

tomar en consideración: lo inexorable del tiempo, el rol que

cumplen las medidas cautelares, la desigualdad con que cada parte

ingresa al proceso, la consecuente diferenciación de roles

procesales y sobre todo la naturaleza del bien jurídico que se

posa sobre los conflictos a ser resueltos en la materia, un bien

colectivo de titularidad compartida. (Augusto Mario Morello, "La

tutela de los intereses difusos en el derecho argentino", editora


Platense, La Plata, 1999, pág. 105).
El acceso a la justicia ambiental presenta algunas

complicaciones adicionales. Una de ellas es la extraordinaria

complejidad científico-técnica de los casos ambientales. Otra es

la naturaleza de los intereses en juego, que habitualmente son

«intereses colectivos y difusos», es decir, de intereses que

corresponden a muchas personas, muchas de ellas indeterminadas e

indeterminables. Hacer valer estos derechos exige una especial

capacidad de organización de los afectados, que debe ir acompañada

de la capacidad económica y técnica que se requiere para enfrentar

procesos que habitualmente son costosos y complejos. En estos

procesos, suele estar comprometido un interés social, lo que a su

vez exige la participación de un órgano que represente ese interés.

Otras causas distintas a las anteriormente

señaladas se suman a los problemas que presenta el acceso a la

justicia en esta temática, entre ellas se encuentra, en primer

término, la propia dificultad que trasuntan muchas veces estos

procesos, acompañada de los altos costos que implica producir las

pruebas necesarias e, incluso, las dificultades para demostrar los

nexos causales entre las acciones realizadas y los efectos

indeseables provocados.

D) Tenemos entonces una función propia del derecho

procesal en relación al derecho ambiental, destacada por la

doctrina en cuanto pone el acento en los llamados instrumentos de

protección ambiental. Ya hemos visto que el legislador ha sido


contundente al establecer que el acceso a la jurisdicción por
cuestiones ambientales no admitirá restricciones de ningún tipo o

especie. Este mismo Tribunal, también en tema procesal aunque

vinculado a la carga económica a tributarse en el recurso

extraordinario de inaplicabilidad de ley, ha atendido puntualmente

esas directivas. En la causa B. 68.369, "Granda", sentencia del 2-

XI-2005, se sostuvo: "Bajo esta óptica, y dado que una solución

contraria enervaría la funcionalidad del texto invocado, llevan

razón los impugnantes cuando postulan una lectura amplia del acceso

a la jurisdicción frente al posible gravamen ambiental, tal cual

surge, además, de la letra del citado art. 32 de la ley 25.675. En

consecuencia, ha de serles reconocido que esa accesibilidad no

esté condicionada por restricciones económicas en todo su

derrotero procesal, incluyendo la fase de actuación inherente a

esta sede extraordinaria, puesto que la disposición referida no

circunscribe su vigencia al mero ingreso ante los estrados

judiciales competentes sólo en sus instancias ordinarias. La

amplitud postulada tiende a dotar de la mayor efectividad posible

a la tutela de los derechos e intereses comprometidos en la


materia, cuyo respeto, a tenor del art. l del mismo cuerpo

legislativo, constituye uno de los pilares del sistema de

preservación y protección del ordenamiento positivo. Por

consiguiente, estando comprometido el acceso a la jurisdicción

revisora de este Tribunal en un asunto que involucra la tutela

jurisdiccional frente a un posible daño ambiental, deviene

inaplicable la exigencia del depósito previsto por el art. 280 del


Código Procesal Civil y Comercial (art. 32, ley 25.675)".
E) Obramos en consecuencia en una materia -la

ambiental- que goza de particular relevancia, reconocimiento y

tratamiento desde el punto de vista constitucional (arts. 41, C.N.

y 28 de la provincial). El primero de estos textos establece que

corresponde a la Nación dictar las normas que contengan los

presupuestos mínimos de protección y a las provincias, las

necesarias para complementarlas, sin que aquellas alteren las

jurisdicciones locales. En ese contexto cabe analizar la

operatividad de un texto provincial, el vinculado con la

organización de la Fiscalía de Estado, que dispone la competencia

del Departamento Judicial La Plata en las demandas promovidas

contra la Provincia de Buenos Aires.

Como se ha visto, la ley nacional -que según el

orden constitucional es la facultada para fijar los presupuestos

mínimos de protección- ha instalado una premisa en materia de


competencia judicial ambiental: ella se rige por las reglas

ordinarias de la competencia. Y el art. 7 de dicha ley 25.675


establece que su aplicación es del resorte de los tribunales

ordinarios según corresponda por el territorio, la materia o las

personas, dejando a salvo que la competencia será federal en los

casos que el acto, omisión o situación generadora provoque

efectivamente degradación o contaminación en recursos ambientales

interjurisdiccionales.

Está claro, en el caso, que no hay repercusiones


interjurisdiccionales, de donde corresponde echar mano de las
normas ordinarias pertinentes. Tenemos por un lado el inc. 4° del

art. 5 del Código Procesal en lo Civil y Comercial, conforme al

cual en las acciones personales derivadas de delitos o

cuasidelitos, será juez competente el del lugar del hecho o del

domicilio del demandado, a elección del actor. Tenemos también el

art. 30 del decreto 7543/1969, que individualiza el departamento

Capital en razón de la persona demandada (Estado provincial).

He de optar por la primera de las alternativas,


entendiendo inaplicable al sub lite la segunda, fundado en la

naturaleza misma de la pretensión. La demanda, sin perjuicio de

reclamar los daños y perjuicios personales que dicen haber padecido

los actores, incorpora bajo el acápite "responsabilidad por daños


colectivos" el reclamo de cese del daño ambiental perpetrado al

ecosistema serrano y la recomposición del mismo (fs. 221 vta./222).

La primera regla que surge de los ordenamientos

procesales en materia de competencia es que ella se determina por

la naturaleza de las pretensiones deducidas en la demanda. (conf.


Enrique M. Falcón, "Tratado de Derecho Procesal civil", t. I P.

116). La que nos ocupa es una pretensión propia del derecho

ambiental, con una especificidad, como hemos visto, que le otorga

singulares caracteres. No se trata simplemente de una acción

personal derivada de delitos o cuasidelitos, en los términos del

recordado inc. 4° del art. 5 del Código procesal. Es eso, pero es

también mucho más, al constituir el ejercicio del derecho de acción


en una porción del ordenamiento jurídico dotada de enorme
trascendencia, por lo que ha recibido especial regulación. Entre

otras particularidades, el art. 32, primer párrafo, de la Ley

General del Ambiente, ha consagrado un acceso a la jurisdicción


que no admite restricciones de ningún tipo o especie.

Se cae en la cuenta, así, que la excepción a los

principios generales de competencia dispuesta por el art. 30 del

decreto 7543/1969 podrá regir en corrientes o rutinarias acciones

personales derivadas de delitos o cuasidelitos en los que esté


demandada la Provincia de Buenos Aires (dicho esto desde la

perspectiva formal de la vigencia de la norma que privilegia al

Estado y sin ingresar para nada en la cuestión de su

constitucionalidad). Mas deja de tener aplicación en las

pretensiones ambientales porque en ellas, conforme lo establece la

ley nacional -habilitada por la Constitución-, el acceso a la

jurisdicción no admite restricción de ninguna índole.

F) Se sigue de lo expuesto, la inaplicabilidad al

caso de la doctrina legal de este Tribunal, recaída lejanamente en

el caso "Quesada", al constituir dicho precedente un supuesto

fáctico sustancialmente distinto al que se controvierte en la

presente causa.

G) Cuanto preconizo torna ocioso pronunciarse sobre

la compatibilidad constitucional del art. 30 enjuiciado, desde que


la declaración de inconsti-tucionalidad es la ultima ratio del
orden jurídico, sin que se deba acudir a ella cuando existe otra

posibilidad de solucionar adecuadamente la cuestión litigiosa.

IV. En lo atinente al agravio vinculado a la

imposición de las costas originadas en la excepción de

incompetencia planteada por "El Trincante S.A.", que fuera

rechazada en primera y en segunda instancia con base en la falta

de legitimación de esta parte, considero que también le asiste

razón al recurrente.

En efecto, el planteo de incompetencia -en relación

a dicha colegitimada- fue rechazado por carecer el excepcionante

de la mencionada calidad. No resulta extensible a dicha parte, en

consecuencia, el sustento del decisorio sobre la base de la

opinabilidad que presenta la cuestión en debate en el plano

jurídico (v. fs. 1099). El principio objetivo de la derrota

mantiene su vigencia en plenitud, por lo que las costas de la

incidencia de incompetencia opuesta por "El Trincante S.A."

correspondientes a las instancias ordinarias se imponen a su cargo


(art. 69, Código Procesal Civil y Comercial).

V. En función de cuanto queda expuesto, corresponde

hacer lugar al recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley en

todas sus partes, con costas (art. 289, Cód. citado).

Voto por la afirmativa.


La señora Jueza doctora Kogan, por los mismos

fundamentos del señor Juez doctor de Lázzari, votó la primera


cuestión también por la afirmativa.

A la primera cuestión planteada, el señor Juez

doctor Pettigiani dijo:

I. Adhiero a la solución propuesta por el doctor de

Lázzari.

En efecto, atento a la expresa disposición

contenida en el art. 32 de la ley 25.675, que consagra el acceso

irrestricto a la justicia ordinaria frente a cuestiones

ambientales, no es posible admitir restricciones jurisdiccionales

de ningún tipo o especie. Dicha garantía de efectiva accesibilidad

resulta razonable por la naturaleza difusa de la pretensión que

encierra esta clase de reclamos que benefician a toda la comunidad.

Los específicos contenidos de esta materia imponen la particular

flexibilización de las reglas de competencia jurisdiccional de


modo que la tutela judicial resulte verdaderamente efectiva (arts.

1, 18, 41, 75 inc. 22 y 23, y ccdtes. Const. nacional; 1, 11, 15,

28 y ccdtes., Const. provincial; en el mismo sentido mi voto en

Ac. 93.412, sent. del 2-XI-2005).

Aún en un estado iniciático del derecho ambiental,

la participación ciudadana, el acceso a la información y el

efectivo acceso a la justicia constituyen serios principios


rectores que se patentizan allí dónde nace la problemática del
medio ambiente y su pretendida tutela (conf. Esain, José Alberto,

"Competencias ambientales", Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 2008,

pág. 700). De modo que no compete solo a la autoridad estatal la

protección del medio ambiente mediante el impulso de las

correspondientes acciones dirigidas a su resguardo y preservación,

sino que la ciudadanía posee semejante legitimación, la que no

podría resultar de ningún modo atenuada a través de mecanismos

obstructivos para su acceso a la jurisdicción, máxime teniendo en

cuenta la patente desigualdad de armas que se verifica inicialmente

en el conflicto ambiental instado por particulares (arg. arts. 1,

16, 18 y ccdtes. Const. nacional; 1, 10, 11, 15 y ccdtes., Const.

provincial).

Situación que se confirma cuando se percibe que en

nuestro territorio, con el dictado de la ley provincial 11.723 -

del Medio Ambiente-, se evidencia la voluntad del legislador de

reivindicar para la autoridad local la competencia en materia

ambiental, en tanto la preservación del medio ambiente se encuentra

a cargo de la Provincia (C. 93.412, sent. del 24-IX-2008),

habiéndose fijado la posibilidad de que en los casos en que el

daño o la situación de peligro sea consecuencia de acciones u

omisiones de particulares, el afectado, el defensor del pueblo y/o

las asociaciones que propendan a la protección del ambiente pueden

acudir directamente ante los tribunales ordinarios competentes

ejercitando la acción de protección a los fines de la prevención

de los efectos degradantes que pudieran producirse (incluyendo el


cese del daño ambiental perpetrado) y la acción de reparación
tendiente a restaurar o recomponer el ambiente y/o los recursos

naturales ubicados en territorio provincial, que hubieren sufrido

daños como consecuencia de la intervención del hombre (conf. arts.

2, 36 y ccdtes., ley 11.723).

Pues bien, la aplicación de la norma contemplada

por el art. 30 del decreto 7543/1969 (texto según decreto ley

8650/1976) al caso (cuando la autoridad pública imputada como

causante o cocausante del daño ambiental, por acción u omisión, es


la Provincia de Buenos Aires), conduciría a reconocer que los

citados legitimados activos sólo hubieran podido instar la

correspondiente acción ante los tribunales competentes del

Departamento Judicial de La Plata, importando -atento a la fecha

en que se iniciara la presente- una restricción a la alternativa

prevista por la norma ordinaria sobre competencia territorial

aplicable (art. 5, inc. 4, C.P.C.C.), por reducir la canalización

del presente litigio en materia ambiental sólo ante la jurisdicción

ordinaria del lugar del domicilio del demandado (más allá de la

temática vinculada a la materia, conf. B. 68.566, resol. del 3-V-

2006).

Sin embargo, no es posible sostener que la ratio

legis de la norma pueda hoy justificar su mantenimiento frente a

la materia ambiental comprometida, en tanto de la tramitación de

la causa por ante la jurisdicción judicial de Azul, en adicional

tutela del principio de inmediación jurisdiccional con el daño


ambiental constatado -cuando la competencia es local-, no es dable
observar que la Provincia o la comunidad pueda ver afectada la

mejor defensa de sus derechos y/o intereses patrimoniales, atento

la existencia de una delegación de la Fiscalía de Estado justamente

en la Ciudad de Azul, cabecera del departamento judicial homónimo

(conf. arts. 3, 10, 43 y ccdtes., decreto 7543/1969; L. 43.934,

sent. del 27-X-1992, voto en minoría del doctor Rodríguez Villar).

En el caso, donde el factor generador del daño

ambiental denunciado, sus efectos inmediatos y los domicilios de


todos los accionantes se encuentran ubicados en la distante

jurisdicción judicial de Azul, la centralización territorial de

las competencias jurisdic-cionales locales contemplada por el art.

30 del decreto 7543/1969 se evidencia irrazonable, en tanto afecta

la proximidad que debe observar el proceso con el lugar donde se

denuncia ocurrido el daño ambiental (arts. 1, 18, 28, 31 y ccdtes.

Const. nacional), a la par que constituye una verdadera afrenta al

irrestricto acceso a la jurisdicción a que tienen derecho los

afectados, contrariando los citados preceptos legales y

constitucionales, tanto locales como nacionales (arts. 1, 18, 41,

75 inc. 22 y 23, y ccdtes. Const. nacional; 7, 32, ley 25.675; 1,

11, 15, 28 y ccdtes., Const. provincial; 2, 36 y ccdtes., ley

11.723).

Luego, dado que toda ley, decreto u orden

contrarios a la Constitución provincial, o que impongan al

ejercicio de libertades y derechos reconocidos en ella otras


restricciones que las que los mismos artículos permiten, o priven
a los ciudadanos de garantías que aseguran, resultan

inconstitucionales y no pueden ser aplicadas por los jueces,

corresponde -atento el carácter local de la normativa en cuestión-

declarar su inconstitucionalidad e inaplicabilidad para el

presente caso (arg. art. 57 y ccdtes., Const. provincial).

II. Por demás, en lo concerniente al agravio

vinculado a la imposición de las costas originadas en la excepción

de incompetencia planteada por "El Trincante S.A.", por sus


fundamentos, adhiero al voto del doctor de Lázzari.

III. Por lo expuesto y adhesión formulada,

corresponde hacer lugar al recurso extraordinario traído, revocar

el decisorio recurrido y rechazar la excepción de incompetencia

opuesta por el Estado provincial, con costas (art. 289, C.P.C.C.)

Voto por la afirmativa.

A la primera cuestión planteada, el señor Juez

doctor Negri dijo:

Principio por recordar que en el precedente

"Quesada", aplicado ahora en el fallo impugnado, me expedí de

manera disidente a quienes conformaron la mayoría.

En aquella oportunidad, la Cámara había declarado

la inconstitucionalidad del art. 30 del decreto 7543/1969 a lo que

propuse su confirmación al caso, por resultar, considerando la


naturaleza y el carácter tuitivo de lo allí debatido, violatorio

de las cláusulas 16 y 18 de la Constitución nacional.

Por ello y los fundamentos expuestos por el doctor


Pettigiani, adhiero a su voto y doy el mío por la afirmativa.

A la primera cuestión planteada, el señor Juez

doctor Soria dijo:

I.- Adhiero a la solución propuesta por el doctor

de Lázzari.

En efecto, tal como lo destaca el colega que abre

la votación, el art. 32 de la ley 25.675 garantiza en cuestiones

ambientales el acceso pleno a la justicia sin limitaciones de

ninguna índole. La sensible naturaleza de este tipo de cuestiones,

justifica pues la superación de cualquier valladar que pudiera

existir entre el justiciable y el órgano judicial. Siendo ello

así, y con particular énfasis en la naturaleza de la cuestión, la

citada normativa prevalece por sobre el art. 30 del decreto ley

7543/1969, por dos cuestiones medulares.

a. De un lado, la norma local constituye una

limitación al acceso a la jurisdicción de los hoy actores (conf.

art. 15, Constitución provincial), en cuanto el acogimiento

favorable de la excepción opuesta importaría el traslado del

litigio ambiental a esta Capital, lo cual configura un

condicionamiento a su desarrollo, solución incongruente con la


letra de la norma nacional en cuanto dispone que "El acceso a la
jurisdicción por cuestiones ambientales no admitirá restricciones

de ningún tipo o especie".

Cabe hacer hincapié en que la norma utiliza la

expresión sin restricciones "de ningún tipo o especie", lo que

tornaría estéril cualquier discusión respecto a si tales

limitaciones pudiesen o no ser sorteadas por el litigante. Por

ello, resulta intrascendente establecer si los actores se

encuentran en condiciones de soportar la carga que les impondría

el eventual acogimiento de la excepción.

La ley 25.675 es concluyente, y desnuda la voluntad

del legislador de evitar que un proceso ambiental quede enredado

en cuestiones procesales o de cualquier otra naturaleza que

importen una traba innecesaria del proceso, o impidan arribar a

una solución eficaz en salvaguarda del bien jurídico que se intenta

proteger.

Este ha sido el criterio adoptado por este Tribunal


en el precedente "Granda", conforme lo expresa el doctor de Lázzari

en el voto que abre el presente acuerdo.

b. De otro lado, en los casos ambientales la

inmediatez que debe tener el juez de la causa con el núcleo de la

cuestión controvertida justifica holgadamente la primacía de la

ley 25.675. El proceso ambiental, suele requerir la realización de


diligencias técnicas in situ, en este ámbito el órgano
jurisdiccional debe efectuar una dirección diligente y eficiente

del trámite, para lo cual la inmediación se encuentra fuertemente

incardinada al principio de acceso irrestricto a la justicia que

la norma intenta proteger.

II.- En relación al agravio vinculado con la

imposición de costas, adhiero a los fundamentos expresados en su

voto por el doctor de Lázzari, debiendo imponerse a la vencida "El

Trincante S.A." por el rechazo de la excepción de incompetencia en


ambas instancias.

Voto por la afirmativa.

El señor Juez doctor Genoud, por los mismos

fundamentos del señor Juez doctor de Lázzari, votó la primera


cuestión también por la afirmativa.

A la segunda cuestión planteada, el señor Juez

doctor de Lázzari dijo:

Visto como se resuelve la primera cuestión,

considero innecesario adentrarme en la presente.

Así lo voto.

Los señores jueces doctores Kogan, Pettigiani,

Negri, Soria y Genoud, por los mismos fundamentos del señor Juez

doctor de Lázzari, votaron la segunda cuestión en el mismo sentido.


Con lo que terminó el acuerdo, dictándose la

siguiente

S E N T E N C I A

Por lo expuesto en el acuerdo que antecede, oído el

señor Subprocurador General, por mayoría de fundamentos, se hace

lugar al recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley

planteado, se revoca el decisorio recurrido y se rechaza la

excepción de incompetencia opuesta por el Estado provincial; con

costas (art. 289, C.P.C.C.).

Notifíquese y devuélvase.

HECTOR NEGRI
DANIEL FERNANDO SORIA LUIS ESTEBAN GENOUD

HILDA KOGAN EDUARDO JULIO PETTIGIANI

EDUARDO NESTOR DE LAZZARI


CARLOS E. CAMPS

Secretario

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