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La familia como

base fundamental
de la sociedad.
La familia

El entorno en el que nacemos y en el que empezamos a crecer como personas


marca aspectos fundamentales de nuestra conducta muy difíciles de cambiar.
Somos lo que somos en gran parte por donde nos hemos criado. No hay más
que mirar a los padres para darse cuenta, en muchas ocasiones, del porqué del
comportamiento de los hijos.

Y es que la familia es aquella que nos da la primera de nuestras educaciones y


esa educación que recibimos del seno familiar es difícil cambiarla. Los hábitos
que se adquieren durante la infancia son considerados por muchos expertos en
psicología como claves en nuestra formación y desarrollo, sirviendo como
bases fundamentales en lo que será nuestra vida. Por todo ello es fundamental
estudiar a la familia como agente educativo ya que la relación que establece
entre el adulto y el niño hace que sea la relación educativa por excelencia.

En consecuencia, mandar a nuestros hijos a la escuela significa mandar a


personas que ya han recibido una serie de hábitos y de valores para que junto
con la educación formal de la escuela se consiga un pleno desarrollo y personal
de las personas. Esto implica que entre la escuela y las familias haya una
estrecha relación donde se intercambien informaciones, inquietudes, ideas
sobre la escuela, los hijos, etc.

Estas relaciones deben ser


contempladas desde las modificaciones
que ha sufrido la sociedad. Uno de estos
cambios es que se ha pasado de una
estructura familiar donde la mujer se
encargaba del cuidado de los hijos a
una estructura donde los padres
trabajan fuera de casa y la educación
de los hijos se delega en los abuelos, en
terceras personas y hasta en el
colegio.

La gente paga por quitarse de encima


problemas, y a muchos padres les pasa
lo mismo. Todos habremos oído alguna
vez eso de “he pagado el mejor colegio
para la educación de mis hijos”.

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Otros aspectos que inciden en la relación familia-escuela es la incomodidad que
supone para muchos padres la relación con el docente, la incompatibilidad de
horarios e incluso la percepción de algunos docentes hacia los padres a los que
les consideran como personas que no tienen voz ni voto. Los cambios sociales
también han afectado a las escuelas, las faltas de disciplina de padres e
hijos hacia los docentes, etc. Y como no, los cambios han afectado a cómo
educamos a nuestros hijos desde la más tierna infancia. No enseñamos a
nuestros hijos valores tan importantes como el fracaso, miedo, enseñarles a
sufrir.

Esta sobreprotección genera una relación entre padres-hijos que afecta al


ámbito educativo familiar y por tanto al ámbito educativo formal, es decir, la
escuela. Y al final el problema se establece en las relaciones padres-hijos,
alumno-docente, familia-escuela donde hay una falta de comunicación total.

Hemos visto que son numerosos los factores que han distanciado la relación
escuela y familias, pero lo que es evidente es que la educación de los jóvenes de
la sociedad debe ser responsabilidad compartida entre padres, madres y
escuela. Para ello la mejor receta es la cooperación. Y parece ser que esta
cooperación de los padres en la educación favorece a la autoestima de los
alumnos, un mejor rendimiento escolar, mejores relaciones padres-hijos y
profesores- alumnos y más actitudes positivas de los padres hacia la escuela.

Por ello, los padres han de empezar por educar y dedicarles tiempo a sus hijos
para que no crezcan en soledad; los maestros deben formarse y reflexionar en
como involucrar a los padres y cómo formar a estos niños del siglo XXI; que la
comunicación fluya entre todos ellos para que no sólo hagamos de la educación
una cosa de todos sino conseguir formar personas que caminen hacia la
construcción de un mundo más justo y solidario.

El rol de la familia en la sociedad

El rol que juega la familia es fundamental para la protección, estabilidad,


conformación de valores, es motor y freno de acciones diversas, genera orgullo,
sentido de pertenencia y es fuente de satis factores y tristezas, alegrías y
tristezas que forman parte del vivir cotidiano. Hay diversos tipos de familia y
cambian con el paso del tiempo, pues la dinámica familiar depende mucho de
factores como la economía, la tecnología y el descubrimiento de nuevos
conocimientos.

Así pues, el individuo se socializa en el núcleo de la familia, y dependiendo de


la dinámica reproducirá esos esquemas o los cambiará de acuerdo con la
información que reciba en el exterior; que le servirá para confirmar su
aprendizaje dentro del ámbito familiar.

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La familia que fomenta la violencia entre sus integrantes contribuye a una
sociedad violenta; pero eso no significa que todos los integrantes lleguen a ser
violentos. Pueden cambiar si reciben información conforme avanza el
conocimiento de la humanidad. Estos conocimientos pueden llegar a través de
otros actores sociales como el Estado.

La Familia, son agentes sociales, estos están encargados de enseñarnos a cómo


comportarnos y que hacer en determinados momentos; sin olvidar que con
ellos compartimos y socializamos comúnmente, por tanto, su rol es muy
importante.
Lo más importante de todo es que las experiencias y fortalezas o debilidades,
carácter y valores se forjan en la familia y son las que perduran en la vida
adulta de cada miembro. En ello radica la importancia de la familia: formar
adultos equilibrados, sanos y con buenas relaciones interpersonales. Cuando
un individuo nace, de la familia depende proveer no solo los cuidados primarios
como alimento y casa, sino de amor, atención y respeto; principalmente, de un
hogar en donde se pueda desarrollar íntegramente para que en el futuro sea
un adulto feliz y útil a la sociedad.

Importancia de la cultura en la familia.

Se suele entender por cultura de un grupo humano a su forma habitual y


tradicional de pensar, sentir y reaccionar al enfrentarse con los problemas que
se le presentan. Es decir, el conjunto de hábitos y conocimientos adquiridos
como resultado de la sucesiva aplicación de facultades intelectuales, que
conforma los patrones de conducta de los miembros de ese grupo. Así la cultura
de la familia se ha definido como “un conjunto de valores, creencias y normas
que, a menudo de modo inconsciente, son compartidos e interiorizados como
principios-guía de conducta personal por lo miembros de la familia”.

La cultura y los valores familiares son importantes para entender las


dinámicas familiares, ya que van a influenciar el modo
en que sus miembros perciben, procesan y elaboran la información de su
entorno, y modulan la percepción, la actitud y los comportamientos que tienen
frente a los acontecimientos y sus circunstancias.

Entonces al hablar de cultura familiar nos referimos a las características que


las personas más allegadas a nosotros nos transmiten a lo largo del tiempo que
convivimos e interactuamos con ellos, algunos ejemplos son las creencias
religiosas, los patrones, normas, costumbres, mitos entre otros, esta
experiencia cultural marca un momento clave en la formación de los
significados con los que vamos desarrollando la identidad personal.

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Dentro de la cultura el niño entra en un proceso de desarrollo de la observación,
la experiencia que tenemos a lo largo del camino recorrido, la imitación, y la
comunicación.

Para la formación de la identidad personal no resulta suficiente el


conocimiento adquirido, las representaciones y percepciones de la realidad que
deviene de los vínculos familiares y que le permiten orientarse en la realidad.
Además de esta dimensión cognitiva debe existir una dimensión afectiva, y es
en esa unidad de lo cognitivo y lo afectivo que la cultura familiar cobra
significado a través de las vivencias que provocan las experiencias
intrafamiliares reconociéndose como diferente. Aunque aparecen los
sentimientos de pertenencia, la identificación con los padres y siente que
comparte tradiciones, costumbres y patrones que lo identifican como miembro
de esa familia.

La cultura se debe entender como una variación del comportamiento adquirida


y mantenida a partir del aprendizaje social, tornándola como algo
convencional en la naturaleza, que no depende de determinaciones voluntarias
de los individuos, y que muy difícilmente puede llegar a modificarse debido a
un consenso social. Este comportamiento se transfiere de una
generación a la siguiente a través del marco institucional de la familia, pues los
comportamientos del padre son aprendidos por el hijo debido a un natural
comportamiento de mimesis característico en la infancia. Es decir, el infante
reproduce los comportamientos que observa de sus padres, es así como
características del comportamiento trascienden de un modo vertical de una
generación a otra creando lo que se podría determinar como una tradición
cultural familiar.

Es claro que cada familia en una sociedad determinada tiene unos patrones de
conducta específicos e irrepetibles en la misma sociedad, de manera que cada
individuo representa una tradición que se ha forjado durante generaciones y
que, si bien pueda que cambie, evolucione o se modifique de acuerdo con un
contexto determinado, muy difícilmente desaparecerá, pues en muy pocas
ocasiones los individuos tratan de cambiar algo de su propia cultura por una
razón de conciencia y lo logran.

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