Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
79
asentamos determinadas creencias en momentos en que teníamos pocos recursos
(como nuestra infancia), estas pasan a nuestro inconsciente sin que nos las
cuestionemos. Por eso, de adultos seguimos teniendo creencias formadas cuando nos
sentíamos limitados como niños.
Si entonces nos sentimos indefensos, inseguros, incompletos, imperfectos,
insignificantes… este concepto de nosotros mismos permanece en nuestro
inconsciente. Aunque tengamos una actitud positiva como adultos, otra parte nuestra
infantil puede tener una creencia que nos limita y no nos permite conseguir lo que
deseamos.
Podemos tener creencias limitantes respecto de nosotros, de los otros y del
mundo en el que vivimos, pero realmente las que más daño nos hacen son las
creencias limitantes respecto de nosotros mismos y nuestras capacidades.
Todas ellas nos brindan una sensación de certeza (aunque sea una certeza falsa)
y nos permiten, o eso creemos, anticiparnos a los posibles problemas para intentar
solucionarlos. A raíz de esto nos empezamos a contar una película de cómo somos y
cómo creemos y/o deseamos ser, y esto va a ser determinante a la hora de formar
nuestro sentido de nosotros mismos, nuestra identidad. Va a ser como el guion de la
película que nos contamos, y nos va a condicionar a la hora de desarrollar nuestro
tipo de personalidad.
Las creencias limitantes sobre nosotros mismos surgen de las emociones que
más hemos acumulado. Como hemos dicho, estas nos permiten predecir, tener certeza
y consistencia, filtrando todo aquello que no esté en consonancia con ellas, y nos dan
seguridad. Pero, por otro lado, nos vuelven rígidos, inflexibles, deterministas, e
imposibilitan el cambio porque cada vez que algo nuevo aparece, si no atraviesa el
filtro de mis creencias limitantes no puedo aceptarlo.
Es muy importante que nos demos cuenta de este detalle: para mejorar, para
cambiar, para avanzar, para desarrollarnos, debemos tener la mente abierta, estar
dispuestos a cuestionarnos nuestras creencias, por muy útiles que hayan sido hasta
ahora, a aprender cosas nuevas y des-apegarnos de las creencias viejas, que ya
están obsoletas. Las investigaciones de la neurociencia nos indican que, una vez que
hemos grabado un patrón, y sobre todo si se ha grabado con mucha emoción, tenemos
la tendencia a repetirlo, y con cada repetición lo reforzamos aún más. Así pues, las
experiencias dolorosas no resueltas tienden a estar presentes y se repiten una y otra
vez, con lo cual todas nuestras experiencias de la infancia, una vez que se han
grabado y repetido, actúan como un filtro seleccionando los acontecimientos
posteriores, que se incorporan.
Cuando ya podemos pensar y razonar alrededor de los 7 años, tratamos de
explicarnos a nosotros mismos estas sensaciones y emociones de malestar. La
verdad es que no nos las podemos explicar, no podemos comprender por qué
nuestros padres nos tratan mal o no nos tratan bien. Sin entenderlo y dependientes de
80
ellos, solo nos quedan tres opciones para sobrevivir:
81
La tercera opción es que nuestros padres sean malos o no estén bien y tengamos
un problema que resolver; esto da para muchas elucubraciones y emociones
asociadas. Podemos sentir miedo, enfado o tristeza de forma continua y necesitamos
maneras para dejar salir esos sentimientos: el miedo buscando apoyos, el enfado
siendo agresivos y la tristeza deprimiéndonos, o sentimos las emociones sociales de
vergüenza, culpa, celos, envidia, indignación, orgullo, desprecio, odio, que se van
amontonando y haciéndonos sentir cada vez peor. También podemos optar por
intentar hacernos cargo nosotros de nuestros padres. Difícil tarea esta para un niño,
por no decir imposible. Si un niño vive con la fantasía de que puede cambiar su
situación, si hace tal o cual cosa, le da muchas ganas de sobrevivir y puede hacer
que se supere a sí mismo, aunque para lograrlo lleve una carga muy pesada sobre sus
espaldas.
82
NO PUEDO, NO SÉ, NO SOY
83
emociones desagradables son todas las emociones que hemos sentido y no liberado,
y estas creencias son las explicaciones que nos damos de por qué sentimos esas
emociones desagradables.
Una de las maneras de cambiar nuestros comportamientos es modificar las
creencias que nos limitan. Si tomamos conciencia de las creencias limitantes y
hábitos destructivos que tenemos y, desde la aceptación y respeto por lo que estos
condicionamientos han significado para nosotros, voluntariamente decidimos
cambiarlos, también variará nuestra vida. Para ello tenemos que:
Para reprogramar nuestra mente tenemos que estar en disposición para ello. No
podemos reprogramar nada desde el miedo, la incredulidad, la duda o la falta de
confianza; primero tenemos que trabajar las resistencias al cambio y para ello
tenemos que estar en un estado de relajación y de equilibración de la energía de
nuestro organismo (cuerpo-mente). Cuando equilibramos la energía, integramos los
hemisferios cerebrales y, fomentando un estado de relajación, nos encontramos en un
momento óptimo para cambiar las creencias limitantes, pero para que se fijen estos
cambios debemos hacer nuevas repeticiones para crear nuevos hábitos.
Si queremos cambiar tenemos que cambiar las creencias, debemos regular las
emociones y hacer nuevas repeticiones para crear nuevas costumbres.
84
CONCLUSIÓN
85