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SERIE DE EBOOKS

Cómo ser un padre extraordinario


en tiempos de cambio
Ebook 3
Carrusel de emociones

Coordinación editorial
Thairy Baute Zerpa

Diseño y diagramación
Ananda Pietrangelo (@Engráfico)

Edición y corrección
Thairy Baute Zerpa

RESERVADOS TODOS LOS DERECHOS

Queda rigurosamente prohibida, sin autorización escrita de los titulares del


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total de esta obra por cualquier medio o procedimiento incluidos la reprografía
y el tratamiento informático.
Carrusel de emociones

Viaje a lo esencial

Diariamente estamos montados en un carrusel de emociones. Es


muy humano sentirse a veces abatido, alegre, triste, excitado, an-
sioso o feliz. Ese sube y baja emocional es natural. ¿Cómo pode-
mos gestionar los estados emocionales desagradables? Primero,
debemos transitar esa emoción y dejarla fluir para luego cons-
cientemente transformarla.

La capacidad de comprender y regular las emociones propias, y


a la vez poseer la habilidad para percibir los sentimientos de los
otros es lo que llamamos inteligencia emocional. Hoy sabemos su
importancia en las personas antes que cualquier otra competen-
cia. Las grandes empresas están conscientes de esto, y al contra-
tar a profesionales para que integren sus equipos de trabajo, le
dan prioridad a personas con inteligencia emocional y social an-
tes que aquellas que sepan cuatro idiomas, manejen herramien-
tas tecnológicas o se hayan formado en las mejores universidades
del mundo.

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CARRUSEL DE EMOCIONES

La inteligencia emocional está íntimamente relacionada con el


concepto que tengamos de nosotros mismos. Por lo tanto, una
persona con baja autoestima, muestra inseguridad en sus accio-
nes, no sabe identificar ni gestionar sus emociones adecuadamen-
te, lo que la imposibilita de trabajar en equipo. ¿Por qué? Entre
otras cosas, porque no acepta los puntos de vista diferentes al
suyo.

En este mundo globalizado si una persona carece de habilidades


emocionales estará perdida. Quienes no sean persistentes ante los
obstáculos, flexibles a los cambios e ignoren que el error es una
oportunidad para aprender, se les dificultará vivir en estos tiem-
pos.

Lo verdaderamente importante que debemos enseñar a nuestros


hijos es que reconozcan su propio valor, su potencialidad y que
aprendan a respetar y cultivar su autenticidad.

Para lograr esta misión, primero, debemos prepararnos nosotros


mismos y revisar cuáles son nuestras creencias, qué es lo impor-
tante para nosotros como familia, de qué manera implementamos
las normas y la disciplina. ¿Es respetuosa? ¿Lesiona su autoestima?

Si irrespetamos los ritmos del niño, sus gustos, sus habilidades y


lo comparamos con sus hermanos o compañeros, le estamos res-
tando su valor. Desde mi punto de vista, una de las competencias
esenciales que debemos cultivar, en primer lugar, en el hogar y en

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el colegio, es la autoestima. Debemos ofrecerle las herramientas
a través de las cuales pueda conocerse y autorregularse para que
construya su identidad lo más parecido a él mismo y a nosotros.
Si logramos trabajar este asunto conjuntamente con el colegio,
demostraremos coherencia.

Nos ha tocado vivir en un entorno volátil y complejo, muy distinto


al de hace años atrás. Todo cambió y esto nos obliga a revisar y
modificar lo que ya no es útil para adaptarnos de la mejor manera
posible desde la flexibilidad, sin forzar la barra.

Este contexto donde no tenemos ninguna seguridad y abundan


las dudas, repleto de incertidumbre, ambigüedades y de cambios
permanentes, nos exige vivir el momento presente, soltar el con-
trol y seguir avanzando sintiendo que estaremos a salvo. ¿Cómo?
Practicando la fe ciega en nosotros mismos y en una fuerza supe-
rior que nos contiene.

Solo sacaremos provecho de esta experiencia quienes seamos


capaces de adaptarnos al cambio y saquemos nuestros recursos
internos, que son infinitos, para crecer como seres humanos.
¿Cuáles son esos recursos internos? El autoconocimiento, la auto-
rregulación, la persistencia, la flexibilidad y el reconocimiento de
la intuición, que es nuestra sabiduría interna.

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CARRUSEL DE EMOCIONES

Programa subconsciente

Los padres somos el modelo y educamos a través de lo que hace-


mos día tras día y no por medio de lo que decimos y aconsejamos.
Entonces, debemos revisar el ejemplo que estamos mostrando,
qué emociones prevalecen en mí, desde dónde estoy acompa-
ñando a mi hijo.

No se trata solo de cuestionarnos cómo estamos ejerciendo el rol


de padres, sino de responsabilizarnos por nuestras acciones y te-
ner claro lo que queremos construir en nuestras vidas y lo que
vamos a mostrarle al niño.

Debemos comprender la influencia determinante que ejercemos


en la vida de nuestro hijo. Todo lo que decimos y hacemos consti-
tuye una verdad que cada niño incorpora a su vida. Es un progra-
ma en automático, es su software desde que fue concebido en el
vientre de la madre hasta los 14 años de edad, y esa información
que quedará grabada en su subconsciente es lo que va a definir su
vida como adulto.

Podemos elegir qué información le vamos a dar al niño acerca de


su propio valor, su merecimiento y sobre la creencia de lo que
significa la vida: si es buena, es mala o es dura. Si vale la pena dis-
frutarla o es una pérdida de tiempo. Ese será el programa que
conducirá su existencia, al menos que, ya adulto, tu hijo comience
un proceso de revisión de las creencias aprendidas de ti.

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Una vez que concienticemos que somos muy importantes para
ellos y entendamos el impacto que tenemos en su vida futura,
solo entonces podremos hacernos cargo de lo que hacemos, de-
cimos, sentimos y construimos. No es momento de sentir culpas,
pues siempre hacemos lo mejor que creemos en cada etapa de
nuestra vida.

Estas reflexiones que comparto es para que evalúes tu respon-


sabilidad y, si lo deseas, hagas de tu vida una experiencia mucho
más enriquecedora. Revisa tus acciones y deja de hacer aquellas
que no aportan nada a tu vida y que vienes repitiendo como un
hábito. ¿Qué mejor momento que este, el que estamos viviendo
ahora, para iniciar una auto-revisión? Podemos comenzar a exami-
nar lo que hemos construido, desechar las limitaciones, lo que nos
mantiene atascado y nos impide tener la vida que nos merecemos
y soñamos.

No podemos conformarnos y vivir en estado de supervivencia.


Cada uno de nosotros somos valiosos, merecedores de lo bueno,
pero el programa subconsciente nos susurra lo contrario, y en-
tonces creamos una realidad en base a esta creencia. Una vez que
internalicemos nuestro propio valor y que merecemos lo mejor,
estaremos listos para modelar y desarrollar en casa la inteligencia
emocional de nuestros hijos.

Este ebook no pretende ser un tratado de educación emocional,


pero tiene la clara intención de ofrecer herramientas para crear
un clima de respeto y amor en la familia, donde todos se sientan

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CARRUSEL DE EMOCIONES

libres de vivir sus emociones, tolerando las diferencias individua-


les, donde exista confianza y esté presente el reconocimiento del
valor intrínseco a cada uno de los integrantes, con sus luces y sus
sombras.

Permítete y permítele a tu hijo transitar por todas las emociones,


porque no son buenas ni malas, sino humanas, y allí está la clave.
Creemos que sentir miedo, rabia o frustración es malo. Dejemos
transitar esa emoción, sintámosla, identifiquémosla, pero no per-
manezcamos tanto tiempo en ella.

Un recurso muy eficaz que utilizo es observar la emoción como


si estuviera frente a ti, tal como si se tratara de una pantalla de
cine. Pregúntale al miedo, a la rabia o a la frustración, qué quiere
mostrarte. Observar ese diálogo interno, las sensaciones que se
generan. Con la visualización obtenemos información importante
que debemos hacer consciente.

Reconociendo la emoción, le quitamos poder. Pero si la evitamos,


la evadimos o la ignoramos, le estamos entregando nuestro po-
der interno. Igual sucede con nuestros niños: permítele que la
sientan, sin decirle “no llores”, “no tienes porqué sentir miedo o
rabia”. Dale la oportunidad de gestionar y reconocer la emoción.

No se trata de una actividad puntual, sino que es un trabajo dia-


rio, una labor que se hace día a día, donde mamá y papá deben
estar bien emocionalmente para llevarla a cabo. Créanme, el me-
jor regalo que podemos ofrecer a nuestros hijos es que ellos nos

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vean felices. Modelemos la felicidad, evita la queja y abandona la
victimización.

Quiero decirte, mamá y papá, que si no te escoges a ti en primer


lugar, no podrás hacerlo bien. Nos han hecho creer que es priori-
tario atender a todos primero, pero si nosotros no estamos bien,
no podemos ofrecer lo que no tenemos.

Un ejemplo perfecto es lo que ocurre en un avión al momento


de una emergencia: debemos ponernos la mascarilla de oxígeno
primero nosotros para salvaguardar nuestra vida y después poder
salvar a nuestros pequeños. Asfixiados no podemos resolver.

Recuerdo cuando mis hijas estaban pequeñas. Comía primero


para luego con paciencia y amor darles comida a mis bebés. Pero
la cultura nos dice que se debe amar desde el sacrificio y para mí
es una concepción errada. Amemos a los hijos desde nuestra gran-
deza, valor y aceptación para que ellos puedan hacer lo mismo.

Despertemos su espiritualidad

Quiero compartir algunas recomendaciones que considero muy


importantes para enriquecer la emocionalidad y espiritualidad de
nuestros niños:

Enséñales la gratitud cada mañana, que aprendan a ser


agradecidos con lo que tienen, sea mucho o poco.

Refuerza su autenticidad. Respeta lo que le gusta, su for-


ma de ser y ayúdalo a armar su inventario de habilidades.

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CARRUSEL DE EMOCIONES

Este momento de cuarentena es perfecto para obser-


var atentamente sus talentos. Los hará sentirse impor-
tantes.

Cuando sea el momento de compartir con ellos, ofréce-


le tu atención plena, evita hacer mil cosas a la vez. Ellos
se sentirán amados y atendidos.

Observa con atención los cambios emocionales en su


comportamiento. Las pataletas y los arranques de ira
pueden ser un llamado de atención, quizás estén bus-
cando tu reconocimiento.

No dudes nunca de sus habilidades. Evita comentarios


que impliquen comparaciones como “eres el mejor o
eres el más inteligente”. Solo debemos competir con
nosotros mismos, siendo mejores cada vez. Refuerza sus
progresos y sus logros. Haz comentarios de este tipo:
“Viste cómo has mejorado, qué bueno eres en matemá-
ticas, dibujas hermoso, me encanta cómo te quedó”.

Establece normas claras, horarios para acostarse, bañar-


se y hacer tareas. Eso les brinda seguridad. Recuerda
que las normas deben ser flexibles y consensuadas con
ellos.

El lenguaje debe dirigirse hacia lo que deseamos conse-


guir, por lo que debemos evitar los “no”. Por ejemplo,
decir “mantente sentado mientras haces las tareas”, en
lugar de “no te pares”. El lenguaje crea realidades y des-
pierta emociones.

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Otro elemento de la comunicación que puede interferir
en nuestro bienestar y en el de nuestros hijos son las emo-
ciones que se producen de lo que nos decimos a nosotros
mismos. Es lo que se llama el diálogo interno.

Observa esas conversaciones mentales, ya que pueden conducir-


nos a sentir ansiedad, ira o depresión. Por ejemplo, “no lo puedo
soportar”, “esta situación es horrible”, son expresiones exageradas
que llevan al catastrofismo. “No sirvo para esto” es una frase que
nos desvaloriza. La utilización de “siempre” y “nunca” son generali-
zaciones que distan mucho de la realidad.

Estos mensajes que nos repetimos internamente y que muchas


veces exteriorizamos, nos llevan a un estado emocional determi-
nado y así se lo transmitimos a nuestros niños. Atiende lo que te
dices a ti mismo y lo que le comunicas a tus hijos.

Utiliza la respiración y hazla consciente. Si tus hijos son


pequeños, usa analogías como “huele la flor” para moti-
varlos a inspirar, o “sopla la vela” para que exhalen.

Si formulan preguntas, mantenlos informados sin crear


miedo. Nuestras respuestas deben ser de acuerdo a su
edad. Con frecuencia, ellos están atentos a nuestras con-
versaciones, por lo que debes ser prudente con lo que
dices.

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CARRUSEL DE EMOCIONES

Mi decálogo del buen vivir

Desde mi perspectiva, poner en práctica estos valores nos permi-


tirá vivir plenamente.

Gratitud para sentirnos satisfechos con la vida.

Humildad para librarnos de la necesidad de sentirnos


mejores que los demás.

Optimismo para abrir la posibilidad de que logremos lo


que deseamos.

Generosidad para favorecer a quien recibe lo que da-


mos. También nos beneficiamos por el bienestar que
sentimos al dar.

Perdón para liberarnos y recuperar nuestra energía


creativa.

Intención para tener claridad de lo que estamos bus-


cando y enfocar nuestra energía en convertir en reali-
dad nuestros sueños.

Esperanza para creer que todo puede ir mejor. Si con-


cientizas que estos aprendizajes son más importantes
para ti y tu hijo que pasar de grado en la escuela, enton-
ces asumiré que mi labor está dando sus frutos.

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Este es el momento que la vida nos regaló para desacelerarnos y
conectarnos nuevamente con lo importante. Quiero cerrar con
esta frase que me encantó, extraída de la película El vendedor de
sueños:

“El ser humano no muere cuando su corazón deja de


latir sino cuando deja de sentirse importante”

Recuerda vivir un día a la vez

Debemos entender que es una elección la forma en que vivamos


este tiempo en nuestras vidas. Y ya sabes, #VivirAprendiendo.

Si quieres conocer más sobre la Educación Consciente, date un


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