Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
El desarrollo cognitivo que tiene un niño a partir de los 6 años le permite compararse con los demás y
emitir juicios sobre ellos. Su desarrollo emocional le hace sentir la necesidad de ser respetado y querido no
solo por sus padres, sino también por sus compañeros. Estos dos elementos favorecen la aparición de los
complejos.
Los niños ven cómo son ellos mismos y también tienen una imagen más o menos estable de cómo son los
demás. Esto les lleva a compararse entre ellos ya que quieren formar parte de la familia o del grupo de
amigos de clase. El sentido de pertenencia es algo muy importante en el ser humano y a todas las edades,
pero en ésta surge con fuerza, sobre todo cuando los niños tienen que crear su sensación de pertenencia al
grupo. En su comparación tratan de potenciar aquellos aspectos que ven similares a los demás y de inhibir
aquellos otros que les hacen sentirse diferentes.
Dentro del grupo de amigos se producirán momentos de competencia y disputas donde los niños que se
enfaden tratarán de atacar donde más duele. Es el momento en que nuestros hijos regresan del colegio
diciendo: "mamá, Elisa me ha llamado gorda" o "tonta". A partir de los 6 años, la impulsividad de los niños
está suficientemente controlada como para no pegar o morder, pero se utiliza mucho el insulto o la
infravaloración. Estos ataques afectarán más cuanto más cercanas sean las personas que los realicen. A
partir de entonces pueden aparecer los complejos en los niños.
Página 1 de 2
¿Cómo potenciar la autoestima de los niños de 6 a 8 años?
Tenemos que tener claro que los complejos son algo que siempre aparecen a esta edad, lo verbalicen los
niños o no, y que la mejor herramienta que podemos dar a nuestros hijos para manejar los sentimientos de
inferioridad derivados de los complejos es una buena y sana autoestima. Para lograrlo, debemos centrarnos
en varios aspectos.
Una vez que hemos conseguido dar consuelo, es el momento de trabajar habilidades sociales para poner en
práctica en futuras ocasiones. Podemos jugar a "qué dirías tú si yo te digo..." "la próxima vez que venga un
niño y te diga, le puedes responder..." Poner nombre a sus emociones y ayudarle a reconocerlas puede ser
muy útil para su crecimiento emocional y el control de su impulsividad. Así mismo, podemos transmitirles
formas de interacción más cooperativas y menos competitivas.
Evitar las amenazas y tratar de motivarle a través de premios, no materiales sino emocionales. Por ejemplo,
podemos cambiar el "como no te comas la sopa, no puedes ver la tele" por "si te tomas la sopa, podemos
jugar un rato a lo que más te apetezca".
También podemos darle espacio para hablar y dar su opinión, así como explicarle por qué en algunos
momentos se puede tener en cuenta su criterio y en otros no.
Y, para terminar, servir de ejemplo. Los niños asumen por aprendizaje vicario (viendo lo que otros hacen)
mucho más de lo que imaginamos. Si nosotros no tenemos una buena autoestima, no sabemos defender
nuestros derechos, nos sentimos heridos con facilidad o tenemos arranques fortuitos de ira, a ellos les será
mucho más difícil poner en práctica lo que tratamos de enseñarles con muy buenas palabras. Trabajar en
nuestra propia autoestima nos ayuda a nosotros y también a ellos.
Página 2 de 2